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1. Lista de cuatro textos proféticos de los domingos del ciclo A y tres días feriales
de adviento en los que el texto profético tenga relación con el evangelio
El aspecto básico en el que se relacionan es que aquellos que sean pobres y humildes
de corazón, reconociendo que él es el señor, heredaran la vida eterna.
Su contenido fundamental del que habla el profeta es que aquel quien este con el
señor, nadie le podrá hacer daño. El profeta se exalta diciendo que ningún enemigo
podrá contra él, ya que el señor es su aliado; pues el señor de los ejércitos examina al
justo y sondea lo más íntimo de su corazón. Nos da una sugerencia el mismo profeta
y es que debemos alabar al señor que libro la vida del pobre de manos de los impíos.
El aspecto en que se relacionan es que por las buenas obras alcanzaremos un lugar
en el cielo y nuestra estrella brillara con más intensidad cada vez que seamos
misericordiosos.
Se relacionan por el dicho muy popular “no todo lo que brilla es oro” pues aquellos
que talvez tenían el alma más negra fueron los primeros en convertirse y anunciar
sin temor la gloria del señor; pues aquellos que se consideraban con el alma más
pura son los que dudan de su misericordia.
La relación de estos textos es la característica de la alegría del gozo del júbilo uno por
sentirse salvado por el señor y el otro por que el señor está con ellos.
Estas lecturas de este domingo nos hablan del misterio de nuestras vidas: esperando
para la gloria prometida. El profeta Habacuc le pone la pregunta a Dios: ¿Por qué
tenemos que tolerar tanto desorden? Dios le responde: «El malvado sucumbirá sin
remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe».
En el Evangelio (Lucas 17, 5-10), Jesús le da énfasis al poder de la fe, hasta de una
fe que nos parece pequeña. Y también nos pone en nuestro lugar: somos siervos y
tenemos que trabajar antes de comer y beber. El siervo de Dios espera con fe el
banquete final.
San Pablo le escribe a Timoteo (1, 6-8. 13-14) que el Espíritu Santo «no es, un
espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación». Cada palabra es
importante. Tenemos que tener coraje y fortaleza, no miedo. Tenemos que practicar el
amor que es la compasión sin explotación ninguna del otro, sea quien sea el otro.
Porque tenemos fe, podemos practicar la moderación. No estamos desesperados. Los
dones del Espíritu Santo completan la enseñanza del profeta Habacuc y hacen suave
y sereno nuestra vida espiritual.
Creería que a este texto le hacen falta elementos, no lo consideraría bien delimitado.
Pues en la primera queja del profeta queda como volando ya que no deja ver la
excusa que hace después de que lo interroga diciéndole ¿porque haces ver
injusticias, mientras tu miras la opresión? él se justifica diciéndole que él ve las
injusticias, por el hecho de que el impío asedia al justo, y esto pervierte la justicia;
por eso el ve más las injusticias que las opresiones. Desde mi punto de vista creería
lo más apropiado el texto así: Habacuc 1,2-4; 2, 2-4
Su estructura o división del texto litúrgico es: en el capítulo uno versículos del 2-3 se
titula como la primera queja del profeta: la bancarrota de a justicia y en el capítulo
dos versículos del 2-4 se titula como el segundo oráculo. El justo vivirá por su
fidelidad.
La situación histórica que refleja o supone el texto es que uno de los pocos datos
ciertos que poseemos de este gran profeta es que asiste a la decadencia del poder
asirio y al resurgir de Babilonia (622-612 a.C). Es más o menos contemporáneo de
Nahúm, inmerso en una etapa de opresión y de violencias: ¿Por qué me haces ver
crímenes, me enseñas trabajos, me pones delante de violencia y destrucción... y se
alzan contiendas? (1,3).
Por sus escritos tampoco podemos deducir ningún acontecimiento histórico concreto
al que puedan referirse sus oráculos. Y esta limitación tiene una gran ventaja: su
mensaje aparece totalmente abierto a todas las generaciones. Su denuncia de la
injusticia, abuso de poder, poco respeto a los derechos de la persona... esto continúa
con plena vigencia en estos días.
Las ideas claves son: en el Cap. 1, v 2 ¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me
escuches? ¿Te gritaré: «Violencia», sin que me salves? esta cita se puede especificar
en Job 19,7 cual tema fundamental es que a la violencia nadie responde y al implorar
auxilio no hay justicia. Y en el cap. 2, v 4 sucumbirán quien no tengan alma recta,
más el justo por su fidelidad vivirá.
En nuestra relectura cristiana podemos decir que Habacuc nos recuerda que el
flagelo de la guerra entonces (y siempre) castiga también al inocente. Por eso
Habacuc se extraña sobre todo de la actitud de Dios: ¿Por qué, pues, miras a los
pérfidos y callas, mientras el impío devora al inocente? Es sólo un grito valiente y
sincero delante de Dios. El texto no pretende explicar el sufrimiento del justo. Por eso
es todavía más incisivo el grito de Habacuc, el grito del justo ante la injusticia.
Porque Habacuc era un hombre básicamente justo, conserva -a pesar de todo- la
confianza en la salvación de Dios: «sucumbirá quien no tenga el alma recta, más el
justo por su fidelidad vivirá »