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Seminario diocesano

Nuestra señora del Carmen y san José

Trabajo:
Contexto histórico de los tres Isaías

Curso:
Libros proféticos

Alumno:
Ulises llamo mejía
Profesor:
p. Antonio González
Rodríguez

2023
ISAÍAS

El libro de Isaías, con 66 capítulos, ha tenido según la gran mayoría de los estudiosos,
una larga formación, que se extiende desde el siglo VIII a. C., periodo en el que vivió el
profeta, hasta el siglo V, con elaboraciones redaccionales incluso posteriores.
Por una parte, presenta un sentido teológico global (Is 1-66), y, por otra, permite
discernir tres secciones mayores que han venido a llamarse: Primer Isaías (1-39),
Segundo Isaías (40-55) y Tercer Isaías (56-66). Desde la perspectiva global, el libro
muestra como la comunidad judaica, afectada por el pecado (1,10-20) es transformada
por Dios (43,1-7) en la comunidad que, fiel a la ley y la palabra, proclama la gloria
divina ante las naciones para que todos los pueblos, atraídos por el testimonio de la
comunidad convertida, acudan a Jerusalén a adorar al Señor, el único Dios (66,18-24).
Asentado el sentido global, esbocemos el aspecto de las tres secciones mayores:

PRIMER ISAÍAS (CC. 1-39)


Se le atribuye al Profeta Isaías. Isaías nace en Jerusalén, hacia el 760 a. C., y ejerce su
ministerio profético bajo los reyes Ozías, Jotam, Acaz y Ezequías. Fue llamado a la
misión profética en el año en que murió el rey Ozías, y durante cuarenta años
aconsejará, amenazará y abrirá nuevos horizontes de esperanza. No se tiene noticias
seguras de su muerte.
El primer Isaías contiene oráculos de esperanza y de juicio divino contra Judá y otras
naciones, data del siglo VIII y fue compuesta en parte por Isaías y en parte por sus
discípulos. La escena política de la época queda definida por la expansión y supremacía
del imperio asirio que con sus reyes Teglatfalasar III (745-727 a. C.), Salmanasar V
(726-722 a. C.), Sargón 11(721-705 a. C.) y Senaquerib (704-681 a. C.) somete
sucesivamente a los distintos reinos y territorios del Oriente Próximo. Este dominio
afecta también a Palestina: los reinos independientes de Israel y de Juda sufrirán las
consecuencias de la presión asiria, saldada con funestos resultados, pues supondrá la
conquista de los oráculos de salvación no es difícil imaginar que en este nuevo contexto
de paz tengan cabida algunos oráculos, como Is 2 2-4; 111-9; 32 1-5.15-20, que
predicen un futuro de paz internacional y de asentamiento de la justicia y el derecho, de
la fraternidad y el bienestar.

El epígrafe del libro para encuadrar el ministerio de Isaías en el Reino de Judá entre los
años 740-698 a.C. Muestra los ataques del profeta contra la perversidad de Judá y
Jerusalén, a la vez que relata la vocación de Isaías. Señala que Asiria rige la política
internacional, mientras Egipto pugna por subsistir ante el envite
mesopotámico. Muestra el empeño de Israel y Sira para subyugar el reino de Judá.
Enfatiza la solvencia de Isaías para aconsejar a Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y
subraya la vehemencia del profeta para fortalecer Jerusalén ante la amenaza de
Senaquerib, emperador asirio. La sección alude a la familia de Isaías; anuncia la
irrupción del Renuevo de Jesé, y suspira por el advenimiento del Enmanuel. Ahora bien,
el mensaje del Primer Isaías traspasa el siglo VIII a.C., pues enfatiza la importancia de
Babilonia; subraya la relevancia del “resto de Israel”, la comunidad fiel al Señor a lo
largo de la historia; y certifica la salvación de Jerusalén, al final de los tiempos, cuando
triunfe el proyecto divino sobre las fuerzas malignas (10,20-23; 13-14).
En síntesis, la predicación del Primer Isaías se realiza en el dominio asirio, la guerra
siro- efraimita, en la destrucción de Samaría, la guerra de Asiria contra el reinado de
Judá, y en la operación de los necesitados.

SEGUNDO ISAÍAS (CC. 40-55).


Se le conoce como el Deutero- Isaías, llamado el “libro de la consolación” data de
finales del exilio de Babilonia (siglo VI) y contiene la predicación de un profeta
anónimo sobre el tema de la salvación: anuncia que la liberación de Judá está próxima.

Su actividad la realizó entre los años 549 y 539 a.C. a partir de que Ciro se convierte en
dueño de toda Mesopotamia, hasta su entrada triunfal en Babilonia. Se centra en
devolver la fe y la confianza a un pueblo que se siente abandonado por su Dios, y no
duda en proclamar y describir a Ciro como el Ungido de Yahvé.

La situación internacional ha experimentado un cambio espectacular: en menos de un


siglo ha caído el imperio asirio. El imperio asirio, tras una larga decadencia, es
sustituido por el imperio neo- babilónico que con su gran rey Nabucodonosor (605-562
a. C.) invade Judá, ataca por dos veces Jerusalén y finalmente la destruye (587 a.C.)
deportando a Babilonia a lo más selecto de la población judía. Sin embargo, su dominio
durará poco más de medio siglo. El persa Ciro aparece en el horizonte, conquista
Ecbátana, la capital de Media (550 a. C.) y derrota a Creso, rey de Lidia en Asia Menor
(546 a. C.). Tras estos primeros éxitos marcha contra Babilonia, donde entrará
triunfante, ayudado por los mismos babilonios que se han vuelto contra su rey Nabonido
y saludan a Ciro como libertador (539 a. C.). Los pueblos avasallados por Babilonia,
entre ellos los judíos deportados, se verán también favorecidos por Ciro, quien mediante
un decreto de liberación permite retomar a Palestina a los judíos que lo deseen. En este
marco histórico, y más concretamente entre los primeros éxitos de Ciro (546 a. C.) y su
conquista del Babilonia (539 a. C.), se desarrolla el ministerio y la obra del profeta
anónimo conocido como Deuteroisaias o Segundo Isaías.
La primera impresión sugiere que tiende a recoger acontecimientos del siglo VI a.C. Las
críticas contra el culto del templo de Jerusalén dejan el puesto a las invectivas contra la
falsedad de las imágenes idolátricas. El Señor aparece como creador de su pueblo, capaz
de consolarlo en la dificultad. Destaca la figura del Siervo del Señor, elegido por Dios
para encaminar al pueblo por la senda de la alianza y convidar a las naciones paganas al
reconocimiento del Señor, el único Dios. La ciudad de Jerusalén destaca como la villa
gloriosa que testimonia la grandeza del Señor, Dios de Israel, ante las naciones. Ahora
bien, los ataques contra la idolatría recuerdan la fiereza de Isaías contra la liturgia de
Jerusalén y contra la injusticia de los nobles.
El libro está dividido en dos partes en el que nos presenta el programa de salvación de
Dios: en los capítulos 40-48 nos dirá que Yahvé liberará a su pueblo del poder de
Babilonia, y posteriormente lo introducirá de nuevo en la tierra prometida, en un nuevo
éxodo. En los capítulos (49-55) describirá la reconstrucción de Jerusalén.

El mensaje que pretende expresar este autor es muy novedoso: el sufrimiento como
expresión de amor, llevado hasta el extremo. Así, mientras que Ciro trae con su poder la
liberación de Babilonia, el siervo trae con su pasión la salvación eterna.

TERCER ISAÍAS (CC. 56-66).


Se le conoce como el Trito- Isaías. Al igual que ocurre con el segundo Isaías, no
conocemos nada de su vida. A él se le atribuyen, una colección de oráculos de diversa
procedencia que se encuentra en los capítulos (56-66) del libro de Isaías; ofrece la
salvación de Dios y el bienestar del pueblo condicionado a la práctica de justicia y el
derecho. Denuncia los pecados del pueblo elegido y evoca la restauración de Jerusalén.
Intima a Israel a defender el derecho y la justicia, porque la salvación divina está por
manifestarse.

Se desarrolla en una época postexílica. Siglo VI a. C., que algunos extienden hasta
algunos decenios del siglo V. este periodo comprende entre el final del exilio y la
constitución de la comunidad postexílica por obra de Nehemiías y Esdras (539- 445).
A nivel internacional estamos en el mismo contexto del comienzo de la época persa.
Sin embargo, a nivel interno, la situación ha experimentado en muy pocos años un
cambio brusco y radical. Los primeros repatriados no han encontrado precisamente un
paraíso, sino una tierra empobrecida y en minas. Los trabajos de reconstrucción del
templo se detienen apenas concluidos los cimientos y los repatriados han de contentarse
con restablecer el altar para reanudar un culto elemental. Por otra parte, las expectativas
de liberación se han visto defraudadas en buena medida, porque la liberación anunciada
sólo ha afectado al ámbito religioso, mientras se mantiene la dominación política y
económica.
Además, la comunidad que afronta la tarea de la restauración está dividida y compuesta
por muy diversos elementos: — Los judíos llegados del exilio; — Los judíos que habían
quedado en el país, muchos de ellos fieles, pero otros entregados a prácticas idolátricas:
todos han de modificar su situación predominante, lo que provocará conflictos
religiosos y sociales; — Los extranjeros, tanto los residentes durante el exilio, como los
que llegan tras el edicto de repatriación (Is 60 9-10; 61 5; 66 20) con grandes
dificultades para integrarse. — Los judíos que no vuelven inmediatamente, dando
origen al fenómeno de la diáspora; aun así, se los tendrá en cuenta (Is 76 14; 62),
pensando en su futura integración con la comunidad reunificada (Is 568). A esta
situación compleja y difícil, a este grupo heterogéneo y a menudo desunido, y a los
múltiples problemas que provoca la ardua tarea de la restauración se ha de enfrentar este
anónimo profeta, al que conocemos como el Tercer Isaías
No obstante, y como apreciábamos en el Primer y Segundo Isaías, el Tercer Isaías no es
una sección aislada del resto del libro. La condena de la injusticia que ofrece el Tercer
Isaías recuerda la fiereza del Primero contra la falsedad del templo y la nobleza. El
Segundo, como hemos dicho, menciona al Siervo del Señor, pero también menciona a
los siervos (Is 54,17), los discípulos del Siervo que continúan la tarea del Siervo;
ahondando en la perspectiva, el Tercer Isaías recoge la identidad de los siervos para
profundizar en el sentido de su misión (Is 56,6). En definitiva, el planteamiento del
Tercer Isaías supera la perspectiva de los siglos V-III a.C. para recoger y llevar a su
plenitud el planteamiento teológico del Primero y del Segundo Isaías.
El mensaje del profeta, cuyo núcleo fundamental se encuentra en los capítulos (60-62)
nos narra que el proyecto salvador de Dios requiere la colaboración del hombre,
especialmente a través del cambio de vida. El futuro es una promesa a conquistar. En
este texto también se alude a la vocación y misión del profeta, que Jesús asumirá como
programa en el momento de hacer su autopresentación en la sinagoga de Nazaret: “el
espíritu del señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido Yahvé. A anunciar la buena
nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los
cautivos la liberación, y a los prisioneros la libertad.

BIBLIOGRAFIA

TÁBET MIGUEL ÁNGEL., Introducción al Antiguo Testamento. II libros proféticos,


Palabra, Madrid, 2008, pp. 117- 166.
https://caminord.com/primer-isaias-el-gran-lector-de-la-historia/
https://teoseglares.files.wordpress.com/2011/08/iii-el-profeta-isac3adas.pdf
https://teologicalatinoamericana.com/?p=1758#:~:text=Primero%2C%20Isa
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