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HALANT | CEFyT 2021 

titular: Almada Samuel


alumno: Bárzola Carlos OdeM

RESUMEN: Croatto | Cap. IX, la época persa

El edicto de repatriación de los judeos exiliados en Babilonia (538) fue iniciativa de Ciro el
persa, a quien el Déutero-Isaías honra con el título de "pastor" y de "ungido" de Yavé.
La restauración iba a posibilitar la reconstrucción del templo de Jerusalén, centro que polariza
la esperanza de los exiliados.
Ezequiel, el profeta sacerdote, había centrado en el templo futuro el interés de los desterrados.

1. La restauración de Israel y del templo, los sucesos del siglo VI

El primer suceso importante, decisivo para la “mentalidad” postexílica, es el de la reedificación


del templo a fines del siglo VI. En el plano de la historia universal, es el periodo que ocurre
desde el decreto de Ciro hasta el final del reinado de Darío I.
En ese momento, Judá ya no es autónoma, depende directamente de la administración persa,
formando parte de la Transeufratene.
Zorobabel, procedente del tronco dinástico y el sumo sacerdote Josué. Son los dos encargados
de la colectividad repatriada y quienes inician la reconstrucción del templo con una ceremonia
cultual. Aunque las obras se paralizan ya que los samaritanos, todavía dueños de cierta
autoridad administrativa sobre Jerusalén, se oponen a la reedificación del templo.

2. El optimismo de Ageo y Zacarías

Transcurren unos 15 años de abandono y desazón, el optimismo no es la actitud requerida


para estimar, valorar, la confianza en Yavé. Es urgente armar los espíritus y Dios suscita a
Ageo y Zacarías, dos heraldos de su palabra, para enseñar y orientar a Zorobabel, a Josué y a
todo el pueblo.

La ascensión de Darío I, sucesor de Cambises, en el trono de Persia, repercute favorablemente


en Judá. Este ratifica el decreto de Ciro sobre la edificación de la casa del "Dios de los cielos",
título protocolar dado a Yavé en los documentos oficiales de la cancillería aqueménida.

Gracias a las gestiones proféticas de Ageo y Zacarías, los judíos se deciden a continuar las
obras. El primero pasa fugazmente (de agosto a diciembre del año 520) indica al pueblo y a sus
conductores lo que deben hacer. En el país hay pobreza y escasez y Ageo vaticina jubiloso la
gloria futura de la casa de Yavé, fuente de paz. Yavé retoma la alianza pactada con David, y la
edificación de su templo condiciona la continuidad de la promesa dinástica. Esta temática es
desarrollada contemporáneamente por Zacarías, quien destaca más que Ageo la elección de
Jerusalén, y su mensaje es acogido rápidamente por el pueblo, que termina la reconstrucción
de la casa de Yavé.

3. La dedicación del templo


El templo es completado en el año 515, en el 6° de Darío. Y Zacarías orienta al pueblo hacia la
práctica del amor al prójimo y de la justicia social, derivación de la alianza con Yavé. Como
símbolo de esta nueva realidad, Jerusalén recibirá el nombre de “Ciudad de fidelidad”. Inmensa
es la proyección social y religiosa de esta esperanza.
Hasta ahora, la historia bíblica ha destacado cinco grandes liturgias pascuales, relacionadas
con el gozo de la experiencia salvífica:

- La de la noche del éxodo (Éx 12s);


- La de la partida del Sinaí (Nm 9,2-5);
- La de la entrada en la tierra de la promesa (Jos 5,10-12);
- La de la renovación de la alianza bajo Josías (2 Re 23,21-23);
- y la de la restauración.
Todo comienzo es consagrado con una celebración pascual.

Si los oráculos de Ageo y Zacarías tienen una impostación dinástica, la pascua, festejada por
todo el pueblo, es una vuelta a los orígenes. Y este retorno significa una toma de conciencia de
las exigencias del Sinaí.
Según sabemos, la formula entre amor al prójimo y justicia social equivale a una definición de
la alianza.

4. La palabra profética dirigida a Sión

La comunidad repatriada en el siglo VI es asistida más adelante por un nuevo colaborador


espiritual. Se trata del "Tercer Isaías", heredero de Ezequiel y del segundo Isaías; sus oráculos
forman el tercer bloque isaiano.
La salvación de Yavé está a punto de manifestarse y hay un gran optimismo. El profeta, sin
embargo, exhorta a una conversión. Los "pobres de Yavé" no constituían la totalidad del nuevo
pueblo. Yavé quiere una religión auténtica, profunda, no un formalismo engañador. Si la
salvación se retrasa, se debe a la infidelidad del pueblo.
Jerusalén será el centro luminoso de los pueblos, que peregrinarán a ella. Yavé será la luz de
Jerusalén. Los rescatados que a ella se acojan serán llamados "pueblo santo". La paz será
derramada como un río sobre Jerusalén. Está es el símbolo de la paz y de la salvación,
presente y escatológica. El gozo de la liberación de Jerusalén es cantado también por el
"tercer" Isaías.
Lucas, que desarrollará su teología de Jerusalén “epicentro” de la salvación., no olvidará
trasmitirnos el anuncio gozoso de paz cuando nazca el salvador, heredero del trono de David.
Jerusalén ya es un arquetipo de nuevas realidades, y la cumbre de toda la construcción del
texto del Tercer Isaías es la solemne proclamación a los oprimidos, que será la gran clave
hermenéutica del Jesús lucano.

Se puede explorar más la riqueza teológica del texto del Tercer Isaías asomándose a su
estructura literaria concéntrica:

A (56-59) el profeta reclama la justicia concreta;


B (59,1-14) señala la ausencia de justicia y del derecho salvífico;
C (59,15-21) muestra a Yavé revestido de justicia y salvación;
D (60-62) aparece la Jerusalén iluminada;
C' (63,1-6) se retorna el motivo de Yavé revestido de justicia y salvación;
B' (63,7-64,11) el profeta interpreta al pueblo arrepentido en una expectante oración;
A' (65-66) se destaca el gozo de la salvación: Sión, como río de paz, da a luz a un pueblo
nuevo .

5. La misión de Esdras y Nehemías, siglo V.

Con la muerte de Darío I (486) y el advenimiento de Jerjes (486-465), la cohesión del mundo
persa se resquebraja hondamente. El siguiente contacto judeo-persa data del reinado de
Artajerjers I. Los samaritanos acusan a los judíos ante la cancillería persa, de la que emana
una orden de detener la reconstrucción de las murallas y de la ciudad de Jerusalén. Los judeos
no se contentaban evidentemente con el templo. Querían reedificar la antigua capital, con lo
que herían las susceptibilidades de Samaria.
Las misiones de Esdras y Nehemías, llegados ambos de Babilonia, como sacerdote-escriba el
primero, y como gobernador el segundo, se sitúan en la segunda parte del siglo V. Esdras llega
en calidad de misionero, es enviado desde Babilonia por el rey, e impone una severa
prohibición de los matrimonios mixtos. Nehemías, copero del rey Artajerjes en Susa, solicita
una licencia temporal para ir a Jerusalén y reconstruir la ciudad y sus murallas. En el año 445
Nehemías llega con intenciones idealistas. La Jerusalén del siglo V era mucho más reducida
que en la época monárquica. El libro de Nehemías insiste justamente en la pobreza reinante y
en la urgencia de edificar una muralla defensiva, no una obra majestuosa. Las murallas se
construyen en dos meses.

6. La fiesta de los tabernáculos y la renovación de la Alianza

La experiencia religiosa de Israel es vivida con gran intensidad. La ciudad nueva de Jerusalén
suscita esperanzas y totalizaba las hierofanías de Yavé en la historia salvífica. Su presencia
total quedaba simbólicamente visualizada en el templo. Éste era el eje del mundo, sobre el que
giraban las epifanías de Dios.
La lectura solemne de la ley concluye con la celebración de la fiesta de los tabernáculos. Todo
el mundo se provee de ramas de árboles y hace cabañas en los terrados, en los patios, en los
atrios de las casas, como lo hacen todavía hoy los judíos piadosos. Es la actualización del
éxodo y de su etapa final, la peregrinación por el desierto, cuando los hijos de Israel habitaban
en carpas.
Según la tradición Deuteronomista, la fiesta de los tabernáculos está ligada a la lectura de la
ley, por ende, a la renovación de la alianza. La historia de la salvación es una puja entre el
amor de Dios que perdona y salva, y la ingratitud humana que no aprecia el don. Y la
renovación de ésta, es una nueva opción llena de optimismo.
La época postexílica señala simultáneamente la formación del judaísmo, centrado
fundamentalmente en la ley y en el privilegio de la elección. Sin autonomía política, los judíos
tomaban conciencia de ser una raza especial, cuyos derechos divinos esgrimían como una
defensa vital. El nacionalismo judío derivaría fácilmente en una escatología particularista. Ésta
es una de las tendencias que afloran en los predicadores de los siglos V – IV: Joel, los autores
anónimos de los “apocalipsis” y Abdías.
Abdías, anuncia el juicio divino contra Edén, que desde el exilio es el enemigo “clásico” de
Judá. Por otro lado, Joel se extiende en la descripción del “Día de Yavé”, que es también un
juicio contra las naciones opresoras, y que será precedido por la efusión del Espíritu Santo,
según el ideal universalista. Sión será la ciudad del "resto" de los salvados.
El exclusivismo judío de la época persa o principios de la helenista es contrarrestado por una
tendencia universalista, reflejada en los libros de Jonás y de Rut. El primero representa una
ficción didáctica cuyo objeto es edificar y enseñar partiendo de un dato bíblico. Rut es
judaizada, adopta el culto de los antepasados betlemitas de David y desacredita el mito de la
raza.
Las dos tendencias que hemos observado, nacionalista una y ecuménica la segunda, iban a
tener su resonancia positiva. Mientras la primera permitía la conservación y maduración de los
valores propios, la otra salvaba el verdadero destino de Israel, el de ser vehículo de un mensaje
de salvación universal.
El estudio progresivo de la experiencia religiosa de Israel nos está mostrando a cada paso que
la revelación se va encarnando en la historia. Trasmitida por instrumentos humanos, ya no
puede maravillar su condicionamiento histórico. Y es justamente la situación de Judá en la
época persa la que hace germinar la "teología de los pobres", que señala un notable progreso
en la concepción de Israel como pueblo de Dios.
Sin ventajas políticas ni económicas, vasallo de un poder lejano y extraño, Israel se concentra
en la recuperación de sus tradiciones, fuente de su identidad. La única realidad significativa es
el templo reedificado en Sión. La dinastía es sustituida, en el orden ideológico, por el
sacerdocio. Jerusalén es el centro que polariza la bendición. Y el templo es el núcleo que hace
girar en su órbita la vida del pueblo.
Israel se define como una "asamblea santa" a la que son convocados los elegidos por Yavé.
Ekklesía, iglesia, taducido normalmente por sunagogé, sinagoga. La iglesia es, según la fuerza
de su etimología, la reunión de los "llamados".
Esta "iglesia" programática sabe también valorar su pequeñez humana. En su itinerario
espiritual, Israel se convierte en la "iglesia de los pobres", esos "anawin" o clientes de Yavé.
Son los pobres en sentido sociológico, pero también en el plano espiritual. Sin apoyo humano,
no pueden "gloriarse" sino en Dios. Están abiertos a él, disponibles. Son los humildes por
antonomasia, los que se vuelven incondicionalmente a Dios. El concepto de "pobreza" es aquí
denso y profundo.
La virtud de la anawá no es sólo una condición social. Es pobreza-humildad-piedad, todo a la
vez. Son los pobres-humildes-piadosos que forman el auténtico Israel de Dios. Son el signo de
los tiempos. A ellos se les dirigirá la primera bienaventuranza de Jesús. Los salmos son
considerados con justicia como la oración de los “anawin”.
7. La literatura religiosa de la Época persa.

La época que estamos recorriendo señala el apogeo de la literatura hebrea. La síntesis


"deuteronomista" de la historia de Israel, completada en el exilio, tiene su paralelo en la obra
del Cronista, comprende los dos libros de las Crónicas (entre el 400 o 300 a.C)
El cronista establece un puente con la época postexílica. Su teología se preocupa
precisamente de la continuidad dinástica. Su obra tiene un doble centro de interés: la dinastía
davídica y el sacerdocio de los hijos de Aarón. Con esto el autor da razón de las promesas
dinásticas y de la posición directora del sacerdocio durante el postexilio.
La historia "cronística" parte desde Adán, se detiene extensamente en David y concluye con la
restauración de las instituciones culticas en el postexilio avanzado. En la época postexílica
cristaliza finalmente una tercera historia, el Pentateuco.
En la creación como en la historia salvífica resplandece la bondad de Dios, que se mantiene
eternamente gracias a su fidelidad. Creación y salvación, bondad y fidelidad son los cuatro
puntales que condensan el pensamiento bíblico.
El monumento literario que es el Pentateuco es una síntesis teológica y una propuesta
kerigmática. Los dos géneros literarios principales, la narración y la geología, están dispuestos
en cadena, alternando uno y otro.
Las genealogías señalan, por un lado, la continuidad de la "bendición" o simplemente del
designio divino en la historia; por el otro, las "selecciones" de lo particular dentro de lo
universal: cada genealogía reduce el campo visual de la narración subsiguiente. La fórmula
"esta es la historia/esta es la genealogía" aparece diez veces en el libro del Gn, seguida de un
nombre que define el contenido de lo que se describe como "historia/generaciones". Lo que
impide separar la historia de los orígenes de la de los patriarcas.
En resumen, en la época postexílica cristaliza finalmente una tercera historia, el Pentateuco,
que es una grandiosa síntesis de la historia sagrada y que es la gran Torá de Israel. Por otra
parte, el libreto Sapiencial, el Eclesiastés señala la validez de la reflexión racional y se remarca
su limitación. El Cantar de los Cantares es un poema lirico de gran belleza poética e
imaginativa, donde hay contactos con la literatura oriental, especialmente con la poesía
amorosa de Egipto.

Conclusión

Hay toda una serie de novedades en el mensaje bíblico postexílico. La atención está dirigida
hacia Jerusalén y su templo. El sacerdocio cobra un gran impulso. La ideología se cultualiza
visiblemente. La ley centra la praxis religiosa de los judíos. Al lado de una preocupación
meticulosa por el rito y la norma jurídica, brota la fecunda espiritualidad de los "pobres de
Yavé".
Dios aparece cada vez más trascendental, herencia probable del pensamiento de Ezequiel y
del Déutero-Isaías. La inaccesibilidad de Dios es superada por los ángeles intermediarios. La
angelología es un desarrollo típico del postexilio.

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