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Universidad Pedagógica Nacional

Lic. en Psicología y Pedagogía


Evaluación Educativa
Leidy Johana Rativa Cristancho
Textos: Los métodos del buen encausamiento en Vigilar y Castigar Foucault, Michel y
Una polémica en relación al examen Diaz Barriga, Ángel

Hoy en día, encontramos diferentes problemáticas en el ámbito educativo ligadas a las


prácticas de examen, sin embargo, se hace necesario entender que al igual que muchos
otros elementos ligados, casi sin pensarlo, a la escuela de hoy en día, el examen existió
como elemento de otros fines, es decir su creación no está directamente relacionada con la
escuela o la educación en si misma, por lo que es de entender que su inserción en este
ámbito haya causado malestares que incluso “hoy padecemos” (Barriga, 1994). Y
padecemos justamente porque su inserción fue forzosa y el examen aún sigue
constituyéndose como un espacio en donde problemáticas de orígenes plurales se
encuentran, causando a su vez que esta sea una práctica colmada de expectativas para la
resolución de dichas problemáticas.

Volviendo a su origen, el examen aparece como instrumento de la disciplina, del poder


disciplinario, junto con otros, que son: la inspección o vigilancia jerárquica y la sanción
normalizadora; cuya función se resume en la creación de individuos como objetos, siendo
que la función del poder disciplinario es la de enderezar las conductas para mantener un
orden social, esto mediante la separación, análisis y diferenciación, procedimientos de
descomposición hasta la singularización.

Al encontrarse el examen dentro de una triada interrelacionada que permite el


funcionamiento del poder disciplinario es necesario entender a cada uno de estos elementos
pues su funcionamiento se encuentra en codependencia. En primer lugar, la vigilancia
jerárquica aparece como un instrumento que permite el control propio por medio de la
coerción de la conducta, lo cierto es que la vigilancia jerarquizada “permite al poder
disciplinario ser a la vez absolutamente indiscreto, ya que está por doquier y siempre alerta,
no deja en principio ninguna zona de sombra y controla sin cesar a aquellos mismos que
están encargados de controlarlo” (Foucault, 1975, p.164). Es decir, este instrumento
pretende el control y a la vez lo reproduce en cuanto aquellos a quienes domina a la vez lo
ejercen, volviéndole una práctica tan común que lo invisibiliza, pero no deja de ser
ejercido.

Por otro lado, la sanción normalizadora funciona dentro del poder disciplinario como un
mecanismo penal, como un castigo, en cuanto está en capacidad de hacer sentir al individuo
su propio equivoco, por lo que su función determinante es reducir la conducta que lleva al
equivoco, es decir, es de orden correctivo, llevando a la definición de normalidad, todo
aquello diferente, o fuera de la conducta esperada debe ser sancionado con el fin de
“normalizar” al individuo que comete la falta, permitiendo así la coerción que se menciona
en la vigilancia jerarquizada, a través de la homogenización por ejemplo con la educación
estandarizada.
Se nos presenta ahora el examen como aquel que “Establece sobre los individuos una
visibilidad a través de la cual se los diferencia y se los sanciona” (Foucault, 1975, p.171).
Es decir, encontramos en este último instrumento la posibilidad de entrelazar los otros dos,
en la medida que se encuentra en capacidad de vigilar a los sujetos a través de la
calificación y la clasificación y también le permite castigarlos. La escuela en si misma pasa
a funcionar desde las lógicas del examen, ininterrumpido en el proceso de enseñanza
creando un constante intercambio de saberes. Además, nos dice Foucault “El examen lleva
consigo todo un mecanismo que une a cierta forma de ejercicio del poder cierto tipo de
formación de saber” (1975, p.173). Es decir, en cuanto el poder del examen es ejercido se
da la posibilidad de formar un nuevo saber, específicamente Foucault nos presenta tres
formas.

1. En el ejercicio de poder que implica el examen el poder se hace invisible sobre quienes
se ejerce y a su vez hace visibles a aquellos que somete, pues los objetiva a través del
examen, modificando las formas tradicionales en las que el poder es lo visible y sus
sometidos son imperceptibles.
2. El examen sitúa a sus sometidos en un campo de vigilancia a través de la escritura, en
cuanto los inmoviliza a través de su documentación, nuevamente objetivándolos.
3. A través de dicha objetivación se hace de cada individuo un “caso” para el estudio, es
decir es una presa más del poder, es controlable.

Finalmente, Diaz Barriga nos presenta el examen como un lugar donde convergen
problemáticas de índole social, políticas, técnicas, entre otras, que se pretende a la vez
resuelva, Por lo que a su alrededor se generan diversas prácticas, en palabras de Foucault
(citado por Diaz Barriga, 1994) “… es un espacio que invierte las relaciones de saber y de
poder”. Es decir, las relaciones que en el examen son presentadas como de saber en
realidad son relaciones de poder. Diaz Barriga nos presenta tres inversiones de este tipo que
se gestan en el examen.

En primer lugar, asegura en cuanto a la función de legitimar un saber o un ingreso de un


individuo la discusión en torno del examen se vuelve puramente técnica, es decir se centra
en aspectos como la objetividad en lugar de preguntarse por las problemáticas sociales que
giran en torno a este; en segundo lugar, encontramos al examen ligado a procesos como la
acreditación, es decir aspectos de rendimiento en lugar de preguntarse por problemas
metodológicos en el sentido de preguntarse -evaluar- el método que se es utilizado en la
resolución de problemáticas de aprendizaje; finalmente evidenciamos que el examen reduce
las problemáticas a aspectos meramente biológicos, condensados en la categoría de
coeficiente intelectual produciendo un uso mecanicista y cuantificable del test.
Los métodos del buen encausamiento, en Vigilar y castigar de Foucault, es un texto que nos
permite situar al examen como un elemento histórico fuera y dentro de lo escolar, y más
aún como un elemento de orden social, junto con otros que en acción permanente permiten
el sostenimiento de este mismo orden; evidenciamos su modus operandi y el porqué se hace
necesario; por otro lado el Texto de Ángel Diaz Barriga, una polémica en relación al
examen, nos permite situar este mismo elemento en la actualidad y por demás como
elemento entendido desde la escuela, las repercusiones de su historia y las problemáticas
que se crean debido a la multiplicidad de expectativas que recoge.

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