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Nos hemos encontrado con que en la mayoría de las elecciones no se esclarece de manera
concreta el compromiso espiritual que se tiene frente a las situaciones con las que vivencia
el hombre, no se esclarece la situación, se pierde gran parte de los datos y del desarrollo de
las muchas situaciones en las que se pueda encontrar el hombre. El problema principal y
más representativo según las épocas y las situaciones, el hombre domina más o menos el
entorno en el que se encuentre.
Siendo la mayoría de las doctrinas, “doctrinas de crisis”, que aparecen para enfrentar a los
hombres contra ellos mismos en la situación dramática en la que se puedan encontrar, que
los hacen aceptar un universo que los domina y los esclaviza a estar en lugares o momentos
en los que no quisiera estar; se convierte en un designio o destino opresor que decidió por
el hombre y doblegó su voluntad.
Es a partir desde donde el hombre se reconoce necesitado de una liberación de un yugo, que
lo hace plantearse como un alguien en el entorno en el que se mueve, ya no se torna como
un pensamiento ligero sino como un pensamiento de peso, que lo haga encontrar el valor
necesario en el mundo que lo rodea, en el aquí – ahora en el que se encuentre.
Es necesario que el hombre sea consciente del valor del compromiso de hacerse valer como
alguien en su entorno, haciendo de ese compromiso una servidumbre que lo ayude a
equilibrarse, que haga a un lado el egocentrismo del hombre que lo lleva al individualismo,
y lo haga más consciente de su lugar como hombre entre las cosas y hombre entre los
hombres, llevándolo a un colectivismo que lo saque de cualquier recogimiento solitario en
el que viva la persona.
Aunque se denote la importancia del compromiso del hombre contemporáneo para consigo
mismo, la voluntad y ese mismo compromiso han sido dejados de lado por la persona y por
el mundo moderno; haciendo parecer que en muchas ocasiones el hombre contemporáneo
está en un continuo oscilar que le impide descubrirse y darse cuenta de lo que es en
realidad. Es importante tener presente esta concepción del compromiso del hombre frente a
sus situaciones y frente a los demás, hacerla parte de la formación de un hombre espiritual
que nunca abandone su constante lucha por su dignidad y su existencia en un mundo
dominado por las doctrinas de las crisis del hombre; este compromiso debe hacer de los
hombres, árboles que no tengan miedo a dar frutos porque serian hombres sin ideales que se
conviertan en acciones, sino que hagan de los hombres, árboles que fructifiquen en sus
acciones y hagan presente lo que son en realidad.
II de Discipular