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Liturgia y Piedad Popular en la Época Actual

Jorge Luis Medina Montes

Dagoberto Hoyos Hoyos

Parcial de Seminario de Religiosidad Popular, Seminario Mayor María Inmaculada

Pbro. Alexander Rojas Zapata

5 de abril de 2022
Liturgia y Piedad Popular en la Época Actual
Frente a la liturgia y la piedad popular, se debe tomar el punto de partida histórico,
para poder entender la manera en que se manifiesta y se hace evidente la relación que existe
entre liturgia y piedad popular desde la antigüedad y a lo largo de los siglos hasta la
actualidad (Congregación para el Culto Divino, 2002). Desde los inicios de la historia del
cristianismo no había una clara distinción entre liturgia y piedad popular, pues en la Iglesia
primitiva estos dos elementos estaban fusionados, de manera que no era fácil entrever la
diferencia de una frente a la otra. Frente a este aspecto se subraya que, “en la primitiva
generación cristiana se pueden ya individuar los signos de una piedad personal proveniente
de la tradición judaica” (Congregación para el Culto Divino, 2002).

A partir de la afirmación anterior, se percibe que durante cada una de las épocas que
forman parte de la historia universal se han logrado evidenciar divisiones y crisis en la
relación directa que poseen la liturgia y la piedad popular. Es necesario hacer una clara
diferenciación conceptual entre lo que es la liturgia y la piedad popular. La Constitución
Conciliar Sacrosanctum Concilium establece que la liturgia es acción de alabanza a la
soberana majestad de Dios, Uno y Trino, y expresión querida por Dios mismo (Pablo VI,
1963). Frente a esto la piedad popular “designa las manifestaciones cultuales de carácter
privado o comunitario, que en el ámbito de la fe cristiana se expresan principalmente, no
con los modos de la sagrada liturgia, sino con las formas peculiares derivadas del genio de
un pueblo y de su cultura” (Congregación para el Culto Divino, 2002).

Al tener la plena conciencia de que la relación entre liturgia y piedad popular es una
cuestión que se ha abarcado a lo largo de los siglos, es necesario hacer cierto énfasis en su
relación en la actualidad y en razón de las crisis existentes en esta relación en décadas
anteriores. Son muchísimos los problemas que se han presentado pero así mismo se han
dado diversas soluciones, ahora, luego de muchas renovaciones se espera lograr una
respuesta a las necesidades vigentes en la actualidad (Congregación para el Culto Divino,
2002). En el Concilio Vaticano II se dieron renovaciones de todo tipo, pero en especial
frente a la liturgia y su relación con la piedad popular en donde se reflexionó de manera
especial, manifestando que “es preciso que estos mismos ejercicios se organicen teniendo
en cuenta los tiempos litúrgicos de modo que vayan de acuerdo con la sagrada liturgia, en
cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo, ya que por la liturgia, por su
naturaleza, está muy por encima de ellos” (SC 13). Cuando se olvida esta afirmación por
parte de los fieles, especialmente en lo referente a la primacía de la liturgia o dejando que
se debiliten los valores esenciales que hacen de la misma se deteriora la intrínseca relación
con la piedad popular.

Cuando sucede esto se da un desequilibrio crítico en la relación de la liturgia y la


piedad popular, en donde los fieles son esencialmente los responsables directos de este
desequilibrio. Esto se da cuando se pierde la conciencia del sentido de la pascua eje central
de la liturgia, la pérdida del sentido sacerdocio universal y el desconocimiento del lenguaje
propio de la liturgia, lo que conlleva a un detrimento de la liturgia y a un empobrecimiento
de la piedad popular (Congregación para el Culto Divino, 2002). Frente a esto no se puede
cargar con la culpa solamente a los fieles, puesto que los principales responsables son los
ministros ordenados quienes tienen el encargo y la responsabilidad de la educación de los
fieles.

Se puede hablar que los desequilibrios que se ocasionan en la relación de la liturgia


y la piedad popular son netamente extremismos ocasionados por darle más centralidad u
olvidar a una y reforzar la otra, ya se decía anteriormente en el numeral de la Sacrosanctum
Concilium, buscar una relación armónica entre ambas expresiones de piedad pero siendo
conscientes de la primacía de la liturgia. El error está en crear oposición entre ellas y como
se expresaba en la idea anterior donde se dejaba de lado el valor de la liturgia, también hay
falta de consideración con la piedad popular pues se deja de lado su realidad eclesial
promovida y sostenida por el Espíritu, además de no considerar los frutos que nacen de ella
y confunden el sentimiento que es un elemento noble del espíritu humano con su
degeneración, esto es, el sentimentalismo (Congregación para el Culto Divino, 2002).

Se dan las dos posiciones extremistas darle todo el valor a la liturgia o viceversa dar
una valoración esencial a la piedad popular, en este caso se produce una desviación pastoral
pues la liturgia ya no sería “la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo
tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza” (SC 10). Si se deja de lado esta idea
esencial, la liturgia sería solamente una expresión cultual que es ajeno a la comprensión y
sensibilidad del pueblo, siendo que sea relegada a un segundo lugar reservada solamente a
grupos particulares (Congregación para el Culto Divino, 2002). Esto se da en razón de la
inculturización de la liturgia a través de la piedad popular como método de evangelización,
desde este aspecto inicia la relación liturgia y piedad popular pero con un desequilibrio
constante a raíz del método utilizado para encarnar la liturgia en las nuevas culturas que se
evangelizan.

Esto lleva a que los actos de piedad se practiquen en perjuicio de las acciones
litúrgicas de acuerdo a la manera en cómo se fue inculturando la fe, dándole muchísimo
más valor a una que a la otra. A raíz de que la piedad popular se convierte en un ámbito
adecuado para celebrar de manera libre y espontánea la vida, que en la liturgia no se
permite pues allí los fieles no se sienten implicados completamente en su ser (cuerpo y
espíritu), pues de manera sencilla a través de la piedad popular el fiel entra en un verdadero
diálogo con el Señor con las palabras que comprende y siente como propias (Congregación
para el Culto Divino, 2002). Por eso se hace énfasis en la necesidad de educar al fiel para
que comprenda la diferencia que se ve entre la liturgia y la piedad popular, de modo que el
fiel no denigre y le quite el valor que posee cada una de ellas, pues el valor que cada una de
estas posee es importantísimo en su vida de fe.

El problema aquí es que si se toman los actos de piedad de esta manera se volvería a
caer en uno de los riesgos vigentes que nos dejó la edad media, donde era evidente que “la
piedad popular por una parte corre el riesgo de caer en el sincretismo religioso,
especialmente donde la evangelización no ha entrado en profundidad” (Congregación para
el Culto Divino, 2002). Se pierde el sentido propio de la piedad popular cuando se mezcla
con derivadas maneras de pensar o corrientes generadas a partir de la llegada del tercer
milenio, que tergiversan el sentido propio de la piedad popular y desequilibran su relación
con la liturgia, dejando de lado la centralidad de celebrar el misterio de Cristo por actos que
en sí mismos no complementan al hombre.

Hoy como en siglos anteriores la liturgia está muy comprometido por la falta de
conocimiento de sus contenidos esenciales que derivan en el detrimento de la misma o
fusionarla con las características centrales de la piedad popular. Para ello hay que tener en
cuenta lo propuesto en el Concilio al manifestar que “toda celebración litúrgica, por ser
obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia,
cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de
la Iglesia” (SC 2). Si se sigue esta idea esencial en la relación de la liturgia y la piedad
popular en la actualidad se evidenciara el hecho coherente de lo que se quiere expresar en
cada una de ellas que debe ser la voluntad del mismo Jesús, pues “mediante la liturgia se
ejerce la obra de nuestra redención, sobre todo en el divino sacrificio de la eucaristía” (SC
2). Aunque en ella se evidencie la redención junto a la piedad popular se llega a la plenitud
del misterio de Dios patente en la encarnación de su hijo.

Actualmente se puede decir que la liturgia y la piedad popular son dos expresiones
cultuales legítimas del pueblo cristiano, que no son homologables, pero que tampoco se
pueden oponer, sino más bien trabajar en armonía (Congregación para el Culto Divino,
2002). Al ser dos maneras de expresión cultual deben llevar a que el fiel encuentre a través
de ellas la experiencia de Dios y la plenitud de la redención de Cristo. Gracias a la
renovación de la liturgia, se pide que la misma se tiene que convertir y constituir en el
punto de referencia de toda la realidad mistérica de la redención (Congregación para el
Culto Divino, 2002). De allí toma el punto de referencia la piedad popular, el misterio de
Cristo salvador, para que a través del mismo se llegue a dar gloria a Dios y la salvación de
los hombres con sus valores simbólicos y expresivos, para aportar desde su esencia a la
liturgia algunas referencias para una verdadera enculturación para llegar a un dinamismo
creador y eficaz (Congregación para el Culto Divino, 2002).

En conclusión, la relación de la liturgia y la piedad popular en la realidad actual se


encuentra impregnada de los muchos problemas que surgieron en siglos anteriores y que
han perdurado hasta el día de hoy, siendo que en muchos casos el problema de más especial
análisis corresponda a los extremismos que se presentan cuando se valoriza a una de las dos
partes cae en un detrimento y se empobrece. Por tanto una solución necesaria es la de
formar a conciencia a quienes se van a convertir en ministros servidores de la grey del
Señor, para que cumplan con radicalidad su deber de educar a los fieles especialmente en la
celebración del misterio de Cristo, llevando a que tengan una clara diferenciación entre
liturgia y piedad popular no llevándolas a oposición sino a una armonía necesaria que se
convierta en expresión concreta de la experiencia de Dios por parte de los fieles.
Bibliografía

Congregación para el Culto Divino. (2002). Directorio sobre la piedad popular y la

liturgia. Vaticano: [Archivo PDF].

Pablo VI. (1963). Sacrosanctum Concilium. Roma: Concilio Vaticano II.

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