Está en la página 1de 16

"HOMO FABER"

(sobre el mito del éxito o la angustia


como causa y efecto de la carrera
hacia ninguna parte)
Gonzalo Vicente Montoro Gil

Año 2006

Sumario: I.- Introducción / II.- La naturaleza del hombre/ III.- El


hombre moderno: el Homo Faber (la cultura del éxito- la
falacia de la pertenencia - el sistema basado en las
paradojas)/ IV.- Mi trabajo=mi hogar/ V.- Algunas
conclusiones/.-

I. Introducción

Como el liberalismo económico exalta las tensiones sociales -al igual que el
marxismo- presionando a los trabajadores de todos los niveles para que se
devoren unos a otros -el llamado 'hombre lobo del hombre' - bajo un
individualismo caníbal y sanguinario disolviendo la sociedad naturalmente
gregaria en un conglomerado de seres dispersos y egoístas, sin ningún tipo de
solidaridad personal ni menos, social...azuzando a las personas bajo el mito del
éxito, creando un monstruo, que facilita su dominación ...EL HOMO FABER..

Es muy común que el ámbito del derecho del trabajo se estudie e intente
comprender la naturaleza de dicha rama del derecho. Abundan los ensayos
doctrinarios, los trabajos de análisis normativo nacional e internacional, trabajos
de política social, análisis de fallos y las tendencias jurisprudenciales de
distintos y distinguidos colegas.

Pero a veces nos olvidamos que el objeto del cuidado y estudio del derecho del
trabajo tiene como protagonista a una persona en su calidad de trabajador.
Y esa persona cuya calidad a estos efectos es la de ser un trabajador, es ante
todo eso: persona. Y como tal, infungible.

Toda persona a causa del trabajo, se modifica a sí misma; y también su operar,


modifica al trabajo porque este lleva su impronta. Es un ida y vuelta.

Esto es, el hombre es como consecuencia, entre otras cosas, por supuesto, lo
que es por lo que ha hecho de él el trabajo; y el trabajo, en sus múltiples
facetas, es lo que le incorpora el hombre de sí; de su carácter, personalidad,
gustos, deseos, afectos y sentimientos.

De allí que la discusión acerca de si es la sociedad la que va condicionando y


cambiando al hombre o es éste el que va cambiando y transformando la
sociedad es algo actualmente ocioso. Ambos procesos interactúan y se
condicionan.

Por ello solemos observar en distintos ámbitos de discusión doctrinaria que las
normas de derecho del trabajo y el trabajo mismo, deben adaptarse, adecuarse
a la realidad que la condiciona y modifica.

Otros, dicen que no es así, que la realidad debe adecuarse al hombre y a las
normas que lo protegen en cuanto trabajador.

Ambos criterios suelen olvidar que, en el primer caso hay mucho en la realidad
económico-social creado ex profeso por el hombre para luego, so pretexto,
adaptar las normas a esa nueva 'realidad'.

En el segundo caso suelen olvidar que la misma actividad del hombre - en el


caso que nos toca la actividad laboral- es transformadora y que como
consecuencia de dichas transformaciones económico-sociales las normas que
protegían el trabajo y al trabajador ayer, hoy no pueden cumplir el mismo rol.

Sea como se mire y quiera tomarse hay un hecho incontrastable. El trabajo


modifica al hombre y a sus pautas de comportamiento; esto es, a la sociedad y
por ende los criterios normativos que guían esos cambios, que a su vez se
vuelven sobre el hombre en todo el ámbito de su existencia condicionándolo y
en muchos casos, volviéndolo objeto perdiendo su carácter de sujeto, con las
múltiples consecuencias que analizaremos infra, desde un criterio sociológico
del derecho del trabajo.

II- La naturaleza del hombre

El hombre de hoy que trabaja producto de sus miedos se encierra así mismo,
mas allá de los subterfugios de comunicación masiva que se acrecientan día a
día pero que lo dejan cada vez mas solo consigo mismo.

Por dicha causa escapa hacia delante hacia un futuro hipotético que lo hace
feliz o hacia un pasado perfeccionado en su mente. Pero desatiende la
responsabilidad para con el mismo del presente. Es mas cómodo e infantil.

Hemos visto sus posturas, sus desenvolvimientos, su cenit y su caída. Esto


referente a sus condiciones afectivas, perceptivas y psicológicas. Vaciándose
de todo contenido humano y quedando en efecto de sus propias
contradicciones las cuales al llevar al sujeto a un estado de permanente
tensión, prisionero de sus paradojas, terminan por anestesiar todo lo sensible
para finalmente y con el tiempo perder el eje de su ser, del objeto de su
existencia en este mundo.-
Muchas veces el hombre en su camino hacia la excelencia va perdiendo, a
jirones, la esencia de su excelencia.

La búsqueda de la calidad total, de la minimización de los defectos productivos,


de la maximización de la productividad comercial o profesional, hace olvidar al
hombre uno de los ámbitos de su naturaleza: el ámbito de su espíritu y
afectividad. Que junto al ámbito de su productividad y racionalidad conforman
tu ser totalizado.

Porque en tanto hombre, quien yo creo que soy no es quien soy; es quien yo
creo que soy. Pues yo no soy soy, soy siendo. Es decir, no soy una estructura
cuanto un proceso.

Por eso, dado que la vida es proceso, el ser responsable (`respons-habilere`)es


responder con habilidad, responder adecuadamente a una situación actual que
se nos presenta. Ser responsable no significa `obligación` sino un gradiente de
respuesta acorde a un hecho que nos confronta.

Y si el hecho es del prójimo hay que tomar de él lo que hay; tener en cuenta su
conducta sin interpretarla, sin preguntar el `por qué?`. Hay que conocer los
datos, lo que significa conocer la línea que separa el `por que?` del `Para
qué?`, la apatía de la acción, la estructura del proceso.

La transferencia es un proceso de una persona que traslada todas sus


concepciones de vida de una época a otra posterior negando de plano la
evolución ad-infinitum de la vida.

Todos nosotros seremos por lo que somos. Y somos por lo que fuimos.
Modificando nuestro presente modificaremos nuestro futuro. Pero el hoy, el ya,
es consecuencia directa de un pasado que se ha ido acumulando hasta devenir
nuestro más perfecto ( o imperfecto?) yo.

Es claro que las personas que sufren transferencia tienen un universo cerrado
de compartimentos estancos con una estructura mental estratificada (basada
en códigos preestablecidos más que en realidades concretas) y no en proceso.

Una cosmovisión estática la cual establece que la sociedad, el mundo, la vida


“debe ser” (actitud voluntarista) negando de plano que la vida como las cosas
no “deben ser” sino que “van siendo”.

El hombre es un proceso de continua creación y recreación. Quien no vea ésto


permanece autista emocional, psíquica y físicamente. El “deber ser” no encaja
en la existencia cotidiana que nos impele a adaptarnos a ella bajo pena de
sucumbir por aislamiento psíquico-emocional.

El futuro no se compra. El futuro es el hoy que pergeñamos ayer. Cuánto de


nuestro pasado proyectado hay en nuestro hoy concretado?.

La vida modifica nuestros esquemas de vida y mucho de “nuestro futuro” que


había en nuestro ayer, hoy no existe.
La propia existencia en su desenvolvimiento rompe la lógica de los proyectos a
largo plazo y nos demuestra que entender la vida en su esencia como algo
voluntarista solamente, sin incorporar las “circunstancias” orteguianas, es tan
candorosamente ingenuo como peligrosamente dañino.
Y la adaptación del hombre a su entorno no es un cuestión de “entender” sino
de “percibir”, de “vivenciar”, de estar en vigilia.

Las pautas sociales y culturales de hoy no son las de ayer. Ni serán las de
mañana las de hoy. Querer que lo de ayer permanezca no quiere decir que
permanezca; y recogerse en un estado de ensoñación interna cegadora de la
realidad viva que muchas veces va en contra de nuestros deseos, de nuestro
“deber ser”, es volver a una infancia caprichosa, temerosa del contacto con el
exterior.

La realidad es tiempo presente. Mientras se está vivo todos somos de la misma


generación: la contemporánea. Mientras se está vivo se es contemporáneo.
Porque la vida es un continuo hacerse, no puede programarse porque sería
una quimera. Hay que manejarse en éste mundo con habilidad, ser dúctil a los
cambios.

Tener una concepción de vida dinámica y no estática. De proceso y no de


estructura. Ajustar nuestra mente a los cambios (nos guste o no). Aceptarlos.

La realidad con su inorganicidad y su falta de reglas eternas se ríe de los


utópicos que intentan crear un mundo a imagen de su realidad de años atrás.
De los utópicos que creen ( y trasladan a sus descendientes) una concepción
de vida y desarrollo basada en la voluntad en lugar de comprender que el
mundo, sus paradigmas y valores varían minuto a minuto y los hombres para
sobrevivir (emocional y psicológicamente)debe adaptarse a los cambios
culturales y de pautas de conducta no a través de la voluntad sino a través de
la habilidad y percepción para responder adecuadamente a los interrogantes
que plantea la existencia, siempre cambiante ( eso es ser responsable,
`respons-habilere`). En la vida, generalmente 2 mas 2 no son 4.

III. El hombre moderno: el homo faber (la cultura del éxito- la falacia de la
pertenencia -el sistema basado en las paradojas)

Entonces hoy asistimos al hombre moderno, perdido de si mismo, sin brújula,


dividido, obsesionado por su trabajo, su rendimiento, que siente que
subrepticiamente su vida patina; pierde de vista la visión completa o
totalizadora de su ser y la angustia se apodera de él.

Su ser deja de existir o trabajar ‘armónicamente’. Pierde ‘serenidad’, tomando


esta palabra como ‘ser - en - movimiento’, esto es el desarrollo y evolución de
su ámbito intelectivo, volitivo y afectivo en forma homogénea e interconectados
entre si.-
La cultura de la conquista, de la carrera hacia la nada le pasará la factura: Una
cultura de la ansiedad. La angustia como efecto de la carrera hacia ninguna
parte, la ‘huida’ de sí mismo, y a su vez como causa.

Esa cultura no habla, omite hablar de disfunciones humanas, de desajustes


físicos o emocionales, de esa pérdida de la propia esencia, de su
autoreconocimiento como una entidad pensante y a la vez sensible. Esa es la
cara oscura de la sociedad de conquista.

La lógica de la del trabajo del nuevo milenio requiere un ajuste a ultranza con la
lógica individual. Que sucede cuando la tensión entre dichas lógicas son
demasiado fuertes? . Que precio han de pagar aquellos que se comprometen a
alcanzar, lo que ellos entienden erróneamente por ‘ excelencia’?

El rol del ideal del YO como motor del cambio empuja al individuo a buscar
otros sitios distintos a los que le habían sido asignados por la herencia. Y
cuando decimos 'herencia' decimos capital social, afectivo y cultural que recibe
el niño al nacer y cuyos efectos se hacen sentir desde su nacimiento.

El arquetipo de alta competitividad y la filosofía de la eficacia productiva como


metro-patrón del triunfo personal hace hincapié en la maximización de uno solo
de los aspectos del hombre, muy válido por supuesto, en desmedro de sus
cualidades afectivas, éticas y de solidaridad produciéndose una hipertrofia en
su ser tomado como una totalidad, tal como aquel que practica ejercicios solo
de los músculos de sus piernas: al cabo de algunos años tendrá un desarrollo
inorgánico de su físico, con disfunciones orgánicas circulatorias, por lo menos.

El hombre de hoy, postmoderno, pasa a ser el recurso a explotar, un capital al


que hay que sacar fruto. Los estímulos que conducen a cada individuo a su
realización personal a través de la búsqueda del éxito profesional son síntomas
más evidentes de como nuestra sociedad está cambiando su concepto hacia el
de una sociedad en que el valor de una persona está dado hacia afuera,
mundo de representación, hacia lo que aparenta, hacia lo que produce, :
‘Tanto produces, tanto vales’. El éxito o fracaso personal en nuestro trabajo, la
eficacia, algo tan cambiante, tal volátil, es el termómetro exclusivo de nuestro
valor.

Uno no es abogado, médico, electricista, etc. Trabaja de abogado, médico,


electricista las cuales son sus actividades. Hace mucho Protágoras decía que
“el hombre es la medida de todas las cosas”. Es decir, el valor de las cosas
estaba dado por el valor de la persona. Actualmente “las cosas son la medida
todos los hombres”.

Así pues que el valor de cada individuo sería siempre fluctuante, pura
representación y de allí la angustia existencial de tener que sostener siempre
dicha representación bajo pena de dejar de ser.

Por lo que su valor como persona es una constante fuga hacia adelante, hacia
un cenit que nunca se termina de alcanzar y que, por lo tanto, produce un
sentimiento de angustia por la necesidad de sostener diariamente una
productividad laboral bajo la pena de sentirnos ‘vacíos’ ya que ese es el único
valor que nos permite autoreconocerse, lo cual es origen de numerosas
dolencias estomacales, de insomnio y cardíacas.

Y al soslayar valores intrínsecos, afectivos que perduran, resulta finalmente


que nuestro valor está dado solo por la acción, despreciándose la reflexión, en
una escape o carrera veloz hacia delante, como ya se dijo.-

El hombre es un ser inteligente. Y utiliza su inteligencia para pensar. La


informática, por ejemplo, hace que el hombre y máquina se confundan. Las
computadoras permiten una velocidad ( cálculo en tiempo real) inhumana : el
hombre es desterrado de su centro. Antes, la técnica era una aplicación de los
descubrimientos científicos guiada por el pensamiento; ahora, el científico ya
no es el sujeto de conocimiento sino que este conocimiento emana de una
compleja red de especialistas, computadoras, programadores, banco de datos,
sistemas organizativos, y flujos de información.

Presenciamos al hombre y mujer de hoy: un ser híbrido, mitad ser humano


mitad organización, peleando contra el tiempo y espacio, a favor del ‘hoy’ y el
‘aquí’. La metáfora de la vida de hoy es el video clip: Llegamos cada día más
rápido a lugares donde estamos menos tiempo. Dedicamos nuestra energía a
movernos mas que a estar y cuanto mas nos movemos menos nos
encontramos.

Claro que la velocidad a la que la naturaleza (tiempo biológico) se regenera


difícilmente coincida con la velocidad en que pretendemos acumular capital
(tiempo industrial), los ritmos son distintos, pues, y el resultado de querer
someter soberbiamente al tiempo ( por ejemplo, cambiando los ritmos de
crecimiento de las plantas, el ritmo de crecimiento natural de los animales,
verduras, tratándolos químicamente) será, a no dudarlo, la destrucción del
ecosistema quedando la tierra sin reservas porque los mecanismos naturales
no pueden neutralizar la agresión.

Mientras el hombre-éxito de hoy logra mas velocidad ahorrando tiempo,


paradójicamente siente angustia y se siente abrumado por la falta de tiempo.-
Se invita a cada persona a que aproveche sus talentos productivos, su trabajo
y a que intente alcanzar el éxito en todos los terrenos para lo cual la sociedad
empresarial de hoy le propone medir su realización personal en función de los
resultados económicos de la empresa u organización para donde trabaja.

Cuanto mas produce, mas exitoso se es, aun en desmedro o aniquilación de


las otras facetas del hombre: su aspecto religioso, moral, afectivo, reflexivo. Se
produce un sacrificio de la interioridad del ser en los altares del nuevo DIOS-
MOLOCH: la productividad, con el consabido desgaste psicológico y de
estabilidad emocional, problemas para conciliar el sueño por su constante
alteración.

Llegado el día que la productividad merma, por razones externas o internas, el


individuo deja de valer porque deja de tener ‘éxito’ y deja paso a otro que lo
reemplaza.-
¿Cuales son los elementos para captar las almas y llevarlas alegremente como
carneros de lujo hacia su propia destrucción interior y a la postre, exterior.?. En
otros tiempos a través de la compulsión se lograba el rendimiento del hombre,
exprimiéndolo como un limón. Había una relación de confrontación.-

Actualmente, la presión se logra a través de lo lúdico. A través de la animación.


A través de metamensajes publicitarios inconscientes de todo tipo se anima a
las personas a estimular sus sentimientos de inmortalidad, de omnisciencia y
omnipotencia.

Antes era la Nación, luego fue una clase, después los partidos políticos, ahora
es la profesión o el establecimiento de trabajo. Se estimula a los hombres a dar
su tiempo, sus ideas, su vida a la empresa o trabajo. Se los estimula a darse,
entregarse a una comunidad que triunfa.

El desarrollo de una cultura del éxito laboral aún a costa de la salvaguardia de


lo afectivo y reflexivo se obtiene a base de mitos, símbolos, una supuesta
escala de valores profesionales o empresariales por encima de los personales,
una presión diaria que lleva a aglutinar la energía de todos bajo la bandera de
un supuesto desafío personal. Ya no se tiene necesidades reales sino que se le
dice al hombre que necesidades debe tener.-

Ya no es necesario someter el cuerpo, ahora se estimula la mente y la


imaginación para lograr la adhesión total ( las necesidades propias estaban
subordinadas a las necesidades del lugar para el cual trabaja. Actualmente las
necesidades propias son las necesidades de la empresa ) y obtener así una
mayor productividad.-
El individuo dedica toda su energía a amoldar sus actuaciones a los
parámetros por los que va a ser juzgado; los objetivos, los resultados. La
interiorización de los valores, los objetivos y la filosofía del lugar de trabajo o
empresa por parte de cada uno de sus trabajadores -no importa su categoría
gerencial o no- provoca la adhesión de éstos a la empresa.

Entonces el trabajador no está contra la empresa, sino que se funde con ella;
se vuelve empresa, se vuelve trabajo, participa de su sustancia, ser una parte
del todo. El es solamente su trabajo, en detrimento de todos sus otros ámbitos
existenciales.-

El sistema de trabajo descansó siempre sobre la ecuación estímulo- respuesta.


Esos estímulos podían ser monetarios hasta símbolos o medallas. La empresa
logra con el estímulo de la adhesión la respuesta de una conducta llamada ‘la
zanahoria del burro’. La adhesión busca la simbiosis entre individuo y
organización pretendiendo, ilusoriamente, que el profesional ejecutivo se sienta
unido al futuro de la empresa mediante proyectos comunes, actividades
extralaborales entre los miembros ejecutivos, potenciación de unos mismos
valores, objetivos y la sensación de pertenencia. ( ‘Pertenecer tiene sus
privilegios’ - A. Express, dixit).
Formando parte de los proyectos de la empresa el individuo cree que ese es su
proyecto, que la empresa es él, y por lo tanto solo en su trabajo en la empresa
él existe y ella dá sentido a su vida. Y si es un trabajo individual, que solo su
trabajo es él; fuera dicho trabajo pierde esencia y valor.

De allí la angustia en el tiempo libre y la necesidad de trabajar o estudiar los


fines de semana por incapacidad de utilizar un tiempo que le pertenece en algo
que le sea propio, sea en el terreno de la reflexión ( algo prohibido en la
actividad profesional ejecutiva de hoy) o afectivo, sintiendo que esto último es
una traición a su trabajo, a su esposa-empresa.- (relación de trabajo
dependiente o autónoma).

El homo sapiens ha dejado lugar a su contrario: el homo faber.-

El profesional independiente o el empleado antes podía triunfar. Ahora debe


triunfar. Está condenado al éxito. Las empresas potencian en forma subliminal
la necesidad de éxito: se le pide al individuo (ladrillo de lujo en la pared
productiva) que haga cada día mas y mas y que se supere sobrepasando aun
mas de lo que se le exige.

No basta con controlar el cuerpo; lo que se intenta es captar la movilización


total del profesional. No solo captar su energía física sino también la emocional
y psíquica destruyendo sus inquietudes personales afectivas e intelectuales. La
empresa le dice a su empleado: ‘no eres nada mas que tu trabajo’.-

El trabajo se convierte así en un centro canalizador de energía: la organización


debe intentar explotar toda la energía disponible, controlándola e integrándola
en los sistemas para lograr sus objetivos de productividad.-

El éxito no se alcanza nunca, no hay límite, y por eso el ‘superarse a sí mismo’


que no tiene fin es uno de los principio sádicos del sistema. La angustia es el
premio ya que la consecuencia inmediata de ello es una modificación en la
psiquis que ha de pagar la persona.

La falta del disfrute de lo obtenido, la sensación del ‘no haber tiempo’, los
problemas para conciliar el sueño, la sensación de insatisfacción y la soledad
afectiva que va creándose dentro y fuera del 'homo faber' acentúan la angustia:
en síntesis, ese gusto por lo absoluto inacabable e inalcanzable, esa
identificación de la vida del profesional con la vida de la empresa, vuelve al
trabajador de hoy incapaz de ser feliz - por su transferencia- en su huida hacia
adelante.-

Toda su libido entra en juego. El lazo con su trabajo se concibe como un


vínculo amoroso; el amor va a cambiar al trabajador haciéndolo activo,
infatigable e inteligente. El directivo estimula y anima comprometiendo al
subordinado con la vida de la empresa; y el mismo se identifica con el proyecto
y la pasión se vuelve obligación.: se enajena.-
Al dársele estímulos positivos de forma continuada se crea una situación de
tensión ya que una caída en el rendimiento acarrearía una disminución del
placer y un sentimiento negativo de cara a uno mismo.

El 'homo faber’ busca mejorar sus actividades para obtener el placer de la


recompensa y su autoestima, que se transforma en el motor del proceso
motivacional, y está , en cierto modo, ‘condenado a triunfar’.-

Se ha creado un sentimiento continuo de ‘urgencia’ por la exaltación del


rendimiento. Ello trae aparejada incertidumbre que se vence con más acción
urgente que produce más ansiedad y vacío, que se vence con mayor acción, y
así sucesivamente.-

La sublimación por medio del trabajo hace que solo cuando se triunfa
profesionalmente - triunfo que nunca se alcanza ya que el hombre solo puede
triunfar de sí mismo- puede hablarse de una realización plena. Es decir,
nuestra esencia es permanentemente fluctuante puesto que la hacemos
depender de algo tan fuera de nosotros y tan aleatorio como el trabajo.- Uno y
la empresa es lo mismo. Uno se transforma en su trabajo.-

La empresa de hoy busca definir una identidad y crear una propia cultura, como
si fuera una persona de carne y hueso, para poder ofrecer una imagen única al
mundo exterior empezando por generar un sistema de representaciones y
terminando por creérselo.

El 'homo faber’ de hoy día, al sentirse vacío de toda red afectiva, encuentra un
sucedáneo en su imagen laboral, su trabajo. Se siente parte de un colectivo
que le sirve como amplificador de su persona. Se siente que pertenece a un
grupo que les permite escapar de la incertidumbre propia de sus limitaciones.
El precio es ser absorbido en el plano psíquico, canalizando las energías hacia
los objetivos de grupo exclusivamente: estómago y corazón unidos al trabajo.

Se inculca inconscientemente la adhesión apasionada a la empresa donde


trabaja, vinculando su destino a los intereses de la empresa mediante
mensajes contradictorios y paradojales que alimentan la angustia del
trabajador: ‘sé pasional’, ‘sé espontáneo’, ‘sé abierto’, ‘sé sincero y dí lo que
sientes’, ‘sé libre’, ‘sé alegre’, ‘estás obligado a expresar tu opinión libremente’,
etc. Es decir, está condenado a triunfar.-

La angustia está dada porque no se pueden cumplir dos mensajes


contrapuestos: no se puede obligadamente ser pasional, espontáneo, abierto,
alegre, decir lo que se siente, libre, etc. Es como si se nos obligara a amar. -.En
los mensajes contradictorios creados por la empresa está el elemento de
tensión permanente en el cual se encuentra sometido el nuevo 'homo faber'
autómata de hoy, que explota y promueve aquella para su provecho financiero
impersonal.-

Como consecuencia del culto al éxito el trabajador ‘libre y feliz’ de hoy necesita,
para reafirmarse, refuerzos narcisistas por eso las empresas o bufetes donde
trabajan alientan su sensación de ‘ser un ganador’ y emplean para ello
símbolos, insignias que robustecen sus lazos con la empresa.-

IV. Mi trabajo = mi hogar

Cada empleado, jerárquico o no, acaba siendo la encarnación de los valores de


la empresa para donde trabaja y los otros le ven como símbolo del éxito. Este
hombre cree que así sus deseos de ser admirado, éxito, se verán satisfechos
porque piensa -erróneamente- que se le quiere a él, a sus cualidades y triunfos
y no piensa que todo lo que es, todo lo que representa no es otra cosa que el
modelo de conducta establecido por la sociedad de hoy, por la empresa.-

A través de cursos, becas, premios, medallas, condecoraciones, y otros


estímulos positivos se le va inculcando -fiel cordero- ( a diferencia de tiempos
anteriores donde la productividad era efecto de amenazas o sanciones) los
elementos filosóficos de la empresa para donde trabaja ( aunque él cree que es
su empresa).

Estos principios se irán inculcando de a poco en su psiquis y lo acabarán


ligando a la empresa de tal manera que lo orientarán en todos los actos de su
vida diaria: le dirán como comportarse, vestirse, hablar, como ser, lugares de
veraneo o clubes pertenecientes a la empresa- Se termina identificando al
trabajo como la familia.-

A cambio de todos estos estímulos se le inculca el principio de que siempre


puede hacer un poco mas de lo que en realidad se le pide, en forma implícita.
La angustia de no haber hecho lo suficiente o de sospechar no haber hecho lo
suficiente, la sensación de culpabilidad, las gratificaciones personales
exteriores incitan al empleado alienado de hoy a superarse para sobreponerse
a la angustia que le produce el ‘está bien hecho pero no es suficiente’ y que le
llevan a dejarse atrapar por la espiral del ‘cada día mas’.-

Es decir, a cambio de una imagen comunicacional de la empresa donde se


trasunta juventud, beneficio, convivencia, clima distendido de trabajo, alegría,
ser uno mismo, viajes, desayunos, fiestas, clima abierto y relaciones informales
de trabajo si no cumple, aunque sea momentáneamente, con los objetivos
prefijados, no importa por qué, la empresa le firmará el certificado de defunción
( generalmente el castigo no es despedirlo, sino no promocionarlo o rebajarlo
de categoría o función) a aquél que no rindió o cuestionó algo y alguien detrás
tomará su lugar inmediatamente y en forma indolora para la empresa: la
organización es un círculo cerrado. Allí uno comprende que fue un numero
mas.

Así funciona y se relaciona la sociedad con el trabajo hoy: por una parte el
deseo azuzado constantemente por la promesa de éxito eterno y felicidad; y
por la otra, la angustia, nunca superada, de verse alejado del ‘paraíso’ de no
ser mas que un descastado en la empresa por no cumplir los objetivos
productivos. Así se cierra el círculo: del deseo a la angustia que genera mas
deseo que provoca mas angustia, etc...
Entonces se produce un stress y tensión, ya que por un lado está obligados a
triunfar y por el otro lado corre hacia un ideal que nunca consigue alcanzar (es
como el síndrome del que sube por una escalera mecánica...que baja): el burro
tras la zanahoria.-

La empresa, bufete, la fábrica o el lugar de trabajo que sea va ganando lugar


como proveedora o parámetro de sentido en la vida del empleado que cree en
la existencia del éxito. Ello producto de los debilitamientos de los sistemas de
valores tradicionales: la familia, la religión, la política, la escuela, los clubes.
etc.-

La empresa pasa a ser el ‘hogar generador de identidad’, nuestro ‘Padre’, que


regula las relaciones no solo laborales sino sociales y personales de sus
miembros. Proveedora de valores, moral, cultura, metas, etc.

Los contratos laborales tradicionales y sinalagmáticos, fundados en el


intercambio trabajo-salario, no alcanza. Hay que motivar e implicar a todos los
miembros de la empresa en un conjunto de valores admitidos por todos
uniformemente. El éxito solo está en la empresa ; los valores de la empresa
serán los valores personales de quienes quieran el éxito; ergo , todos quieren
estar dentro de la empresa para lograr éxito, la cual tendrá su proyecto
estimulante capaz de despertar y activar energías.-

Así la búsqueda de sentido y el afán de realizarse también tienen como marco


a la empresa, que pasa de un simple lugar de trabajo a ser el centro de la
búsqueda del éxito, de lucha contra la angustia por el vacío existencial que ella
misma, paradojalmente, es la que lo va provocando.-

El empleado de hoy: profesional, ejecutivo, administrativo etc, encuentra en la


empresa una organización a su imagen y semejanza donde realiza sus deseos
e intereses totales de vida buscando allí calmar su sensación de vacío que le
angustia y saciar su necesidad de creer en algo, de ‘realizarse’, extrayendo de
ella los valores y el sentido de su vida.

Y por el otro lado, la empresa se lo fagocita por dentro, ‘lo modela’, ‘lo trabaja’,
de acuerdo a sus valores, creencias, proyectos e ideas; en resumen, su ‘mundo
imaginario’.- Lo esclaviza psíquicamente: si la empresa llegare a faltarle al
hombre, como es lo único que tiene, su trabajo, y tiene descuidado otros
ámbitos personales suyos como el afectivo, el hombre de éxito se
desmoronaría interiormente. El lo sabe, y ese temor es su cadena.-

La amenaza constante de la pérdida de lo que aman lleva a estas personas a


buscar en el trabajo el medio de defenderse del peligro del insomnio,
depresión, angustia, ansiedad. La empresa pretende responder a esa inquietud
psicológica del empleado facilitándoles un modelo de comportamiento
adaptado a los fines productivos: sobrevalorizar la acción a la reflexión;
movimiento continuo; anulación del ámbito afectivo con otras personas;
premios; ascensos.-
Se produce así, tras un desmesurado esfuerzo por alcanzar un fin irrealizable,
un agotamiento de los recursos físicos y psíquicos (faltos de cultivo de lo
afectivo que lo sostenga). La tensión se acumula hasta llegar a ese
agotamiento, produciéndose una fatiga y cansancio crónico, con una posterior
pérdida lenta de recursos, de vitalidad, de energía. -

Son personas que hacen mas de lo que les corresponde en cuanto a sus
tareas. No admiten, que como humanos, puedan tener límites: tienen la
obligación de ser perfectos y ello implica que nunca alcanzarán esa perfección,
siempre se esperará mas de ellos.

La empresa es al trabajador de hoy como un padre o madre es al hijo menor: el


trabajador intenta siempre complacerla y espera el guiño o recompensa por su
enajenación volitiva, espiritual; por su pertenencia.

En cierto modo el individuo se encuentra encerrado en una espiral infernal,


obligado a correr siempre mas rápido ( ¿ para ir a dónde?) en una vida donde
todo cambia a tal velocidad que no queda nada estable a que asirse para
recuperar el aliento: no hay tiempo.

Para tender hacia mayores éxitos se corre con todas las fuerzas para poder
permanecer...en el mismo sitio.( recordemos el ejemplo de la escalera
mecánica).-

V.- Algunas conclusiones

Hay un carácter excesivo e insaciable de las exigencias internas que se impone


el 'homo faber’ de hoy para triunfar en un entorno competitivo e insaciable a la
vez. Además, el miedo que el fracaso representa en la sociedad que nos
envuelve, son sentimientos siempre presentes que impiden que el ‘hombre-
autosuficiente’ pueda escapar a la presión del éxito, a la exigencia de triunfo
ilimitado. El imperativo del éxito debe cumplirse bajo pena de desencadenarse
una autocrítica implacable.

De hecho, entendemos que todo esto se produce en los individuos que poseen
un ideal elevado pero deformado de su ‘yo’ y en los que este ideal conduce a
desarrollar una imagen de ellos mismos en desacuerdo con su personalidad
real.-

El trabajador de hoy crea y recrea su autosuficiencia pretendiendo no necesitar


de nadie mas, sin darse cuenta que si es así con respecto a los demás, los
demás son así con respecto a él: nadie necesita de él, por lo que es una pieza
intercambiable en cualquier momento. Y al no tener vida propia que lo
sostenga, será una persona que se sentirá muerta, sin vida, sin referente para
saber quien es, porque hasta ese momento su trabajo era quien se lo decía.-

En este sentido podría decirse que él existe en ese momento para ponerse al
servicio solo de su ideal del ‘yo’, aunque eso le cueste aniquilar su ‘yo’ real,
todo a fin de lograr conseguir una imagen de sí mismo de conformidad a los
estándares externos de éxito y
Cada vez es mas profundo el foso entre lo que el hombre es y lo que necesita
o necesitan que sea. Sus valores, su sentido del afecto y necesidad de otros,
su entidad gregaria se vuelve cada vez mas difusa. Intenta adaptar su verdad
existencial a su fachada, sin lograrlo, hasta finalmente luego de arduos
esfuerzos de años su verdadero ‘yo’ abandona la lucha y cede ante su imagen,
como última esperanza de conseguir sus
fines.

A la misma vez, la imagen, tiene cada vez más necesidad de estímulos


exteriores para compensar lo que ya no puede obtener del interior, puesto que
el ‘yo’ verdadero se considera una entidad sin opinión válida.

Esto es, cuando los signos de éxito que aseguraban el mantenimiento y el


reforzamiento de la personalidad adaptada empiezan a faltar, ésta, privada de
aquello que la justificaba, se hunde, causando estragos en la medida de la
invasión que había tenido lugar en detrimento de la personalidad real, relegada
al olvido.-

A veces tarde, se toma conciencia de problemas familiares, conyugales,


personales, mas o menos voluntariamente ignorados hasta aquellos
momentos: cuando se dá cuenta su soledad afectiva y de la falta de
contenciones afectivas el hombre ha pasado algunas decenas de años de
vida. Tarde.-

Podemos hablar de una crisis existencial en la que los problemas de desgaste,


de fatiga acumulada, la presión de la empresa, la tecnología que se renueva
sin freno, el temor a ser alcanzado y superado por los que vienen detrás en la
escalera, la necesidad perentoria de hacer mas y mas ahora y ahora, la
necesidad de producir mas, de mas rendimiento, en suma, el miedo de
asfixiarse y ya no poder plantarse, chocan con una realidad de la vida privada
que siempre había sido mal conocida y que, de repente, ya no puede ignorarse:
la pobreza de la vida conyugal o de pareja que se transforma en ruptura, la
ausencia de toda vida personal y familiar; el ojo escéptico, más tarde crítico, del
adolescente que, ya adulto, afirma una opción de vida diametralmente diferente
y que le hace preguntarse: “ ¿que hice de mi vida, hacia a donde voy, quien
realmente soy?”.-

El Apocalipsis. El trabajador de hoy,- y que el que se vislumbra en la entrada


del nuevo milenio- es ante todo un hombre mediático, un robot, con una sonrisa
en la piel bronceada, es imagen sin sustancia. Se dice que el diablo nos prueba
que existe haciéndonos creer que no existe; la paradoja del hombre-éxito
consiste en ser presionado con contradicciones: se lo robotiza inculcándole la
idea que es libre, que ‘debe (sic) ser libre’ para elegir, para decidir sobre su
vida y destino, en fin, ‘tiene la obligación (sic) de ser el mejor’, hacerle creer
que es Dios, triturándole de a poco su naturaleza humana, a través de su
vaciamiento espiritual y afectivo, desarticulándole sus lazos sociales,
confundiéndole su ser con su tener.-
Esas dos tendencias naturales del hombre - tener y ser- son también
contradictorias: una, tener, es decir, poseer, que debe su fuerza al factor
biológico del deseo de supervivencia, la otra, ser, es decir, compartir, dar ,
sacrificarse, el deseo inherente de superar el aislamiento fundiéndose en uno
con los demás.

En el modo tener de existencia, la actitud centrada sobre la propiedad y la


producción, producen necesariamente el deseo -la necesidad- de poder. Cada
cual extrae su felicidad de su superioridad sobre los otros, de su propio poder,
y en el fondo, de la capacidad de conquistar.

En el modo tener, las relaciones entre los individuos están dominadas por la
competición, y la angustia. Si tener está en la base de su sentimiento de
identidad porque el individuo siente que es lo que tiene, el deseo de tener
conduce necesariamente al deseo de tener mas y mas.

La avidez de hacer y tener no está nunca saciada puesto que su satisfacción


no llena el vacío interior, la soledad y la depresión con el correr de los años que
se supone debe vencer. Si no tiene nada siente que no es nada. Si pierde el
objeto entonces no es nada, se siente devuelto al no ser, a la nada, al vacío de
la existencia.-

En el modo ser la angustia y la inseguridad engendradas por el peligro de


perder lo que tiene están ausentes ya que el individuo piensa que si es lo que
es y no lo que tiene ni lo que hace, nadie puede amenazar ni violar su
seguridad y su sentimiento de identidad. Su centro está en él.-

La real necesidad de trabajar que todos tenemos es transformada en el


individuo ejecutivo del presente.

Lo que empieza siendo una obligación ligada a determinadas necesidades


sociales se convierte en una aspiración personal ligada a una exigencia interna
de orden psicológico.-

La enajenación no solo de tiempo personal por parte del trabajador a su


trabajo, sino su total enajenación esencial lleva a lo que hablábamos
anteriormente: una tensión permanente entre la oferta del placer que dicho
trabajo le da ( reconocimiento narcisista, placer de dominio, sentimiento de
omnipotencia) y la amenaza resultante (miedo al fracaso, presión del trabajo,
insomnio, tensiones nerviosas, la angustia de perder el amor de quienes lo
reconocen).

Existe, así, un círculo cerrado diabólico que se refuerza recíprocamente: la


empresa le propone al empleado mediante una sobre entrega en el trabajo, un
sistema de defensa contra la angustia; angustia que ELLA MISMA contribuye
a generar permanentemente.-

La empresa o bufete coloca al trabajador en una situación de ansiedad


permanente, al tiempo que le proporciona los medios para combatirla mediante
modos de funcionamiento a la vez útiles para la empresa y defensivos para el
individuo.

Esto provoca una excitación, y es la búsqueda de esta excitación lo que


provoca la intensidad de su placer. Cuando la excitación deja de estar
presente, se corre el riesgo de que surja la angustia.

Para luchar contra ese riesgo, el 'homo faber' se entregará totalmente a su


trabajo, a la competición, a la acción, a más excitación para superar la angustia
provocada por la pérdida de la excitación, y así sucesivamente.

Este trabajo, así tomado, llega a ser entonces una especie de droga, una
necesidad psíquica: la obligación de tener el placer de ganar (sic) para anular
el temor a perder.( Una vez le preguntaron a un deportista campeón del mundo
que era lo principal que le enseño el deporte y él contestó sabiamente: ‘me
enseñó a perder’).-

Esa tensión permanente provoca una agresividad reactiva que se transforma


en energía productiva y se orienta hacia objetivos puramente laborales o
comerciales. La energía libidinosa solo se canaliza hacia objetivos materiales
olvidando la faz afectiva y emocional propia.-

Cuáles son los efectos más visibles hoy: búsqueda de la perfección; la voluntad
de mostrar una fuerza inagotable; ideal de omnipotencia; interés en resolver
problemas complejos; dinamismo; activismo ardiente y permanente; esto es, la
transformación de toda la energía libidinosa del profesional solo en fuerza de
trabajo - que es donde ése empleado, existencialmente inseguro y temeroso,
se refugia anulando sus ámbitos afectivos- suplantando a su familia por su
trabajo ( que se transforma en su familia sustituta).-

En su temor a perder ese objeto de amor, se desgasta sin cordura ni prudencia,


olvidando, en un activismo incesante, sus dudas y sus interrogantes sobre el
sentido de su vida, el sentido de una carrera que siempre quiere más, su
situación de dependencia psicológica y afectiva a ése trabajo.-

La empresa le propone nuevos retos, nuevas formas de reconocimiento de sus


méritos. Canaliza su actividad en un reto permanente. La duda, que podría
llevarle a la angustia o a la depresión, se ve diariamente canalizada por los
principios de ser obligadamente el mejor de todos y por el principio de que los
proyectos de la empresa son sus propios proyectos personales.-

Lamentablemente el miedo a confrontarse con ellos mismos, a aprender a sufrir


afectivamente en lugar de ignorar tal posibilidad ( toda crisis provoca
crecimiento puesto que el dolor nos conecta con nosotros mismos), posibilita a
observar que tras la fachada de autosuficiencia se encuentran personas con un
terror al rechazo afectivo tal que prefieren someter dicho ámbito esencial
anulándolo o transfiriéndolo; cambiando su ‘objeto de amor’ : el trabajo.

Claro, es mas fácil y menos comprometido: el trabajo no ama, no tiene


voluntad, ni deseos, ni afectos, ni angustias, ni esperanzas, no experimenta
sentimientos. Sin embargo, es sentido como si fuera un ser vivo y pudiese dar
o recibir afecto.

El 'homo faber' de hoy ha provocado con su búsqueda absoluta de eficiencia la


pérdida de su centro; ha olvidado su dimensión humana haciéndose esclava
de su temor e inseguridad, reviviendo tristemente en el siglo XXI el mito de
Ícaro.

BIBLIOGRAFÍA

D'ATHAYDE, TRISTÁN ("El existencialismo, filosofía de nuestro tiempo". Emecé


Editores, Bs.As. 1949)
DE MAEZTU, RAMIRO (" Defensa de la hispanidad", Ed.Poblet, Bs.As.1952)
HUXLEY, ALDOUS ("Un mundo feliz", Plaza y Janés editores S.A., España 1990)
IKEDA, DAISAKU ("La vida, un enigma" Emecé Editores, Bs.As. 1984)
IKEDA, DAISAKU ("La Revolución humana" Emecé Editores, Bs.As. 1985)
KIERKEGAARD, SÖREN ("El tratado de la desesperación", Santiago Rueda Editor
Bs.As. 1976)
KIERKEGAARD, SÖREN ("El concepto de la angustia", Ed.Espasa-Calpe, Nro. 158,
Madrid 1938).
LEBON, GUSTAV ("Psicología de las multitudes". Ed.Albatros1972, Bs.As.)
MARTINEZ DE CARLOS, RUBÉN ("Cantidad y calidad de Vida" Rev. Valores en la
sociedad industrial, 1er.trimestre de 1987, año V, Nro.11)
MAFUD, JULIO ("Psicología de la viveza criolla", Editorial Americalee, Bs.As. 1965)
ORTEGA Y GASSET, JOSÉ ("Obras Completas". Colección 'el arquero', Ed.Rev .de
Occidente, Madrid, España. 1966).
ORWELL, GEORGE ("1984" . Salvat Editores S.A. - Bs.As. 1970)
SCOTT PECK, EDUARD ("La nueva psicología del amor". Emecé Editores, Bs.As.
1986)
PODETTI, HUMBERTO ("El trabajo como actividad humana intencional y como objeto
de reflexión filosófica" . En Derecho y Seguridad Social Julio 1978, Año V, Nro. 7)
PODETTI, HUMBERTO ( "El política Social" , Bs.As. 1982, capítulo XII : Desarrollo
Social)
PORCHIA, ANTONIO ("Voces". Editorial Hachette S.A. -Bs.As. 1974)
QUINTÁS, AVELINO MANUEL ("Principios y niveles de la solidaridad comunitaria",
Rev. Prudentia Iuris, XIV, Diciembre de 1984, pag. 40)
RAMÓN Y CAJAL, SANTIAGO ("Charlas de café", Colección Austral, Ed.Espasa-
Calpe Argentina S.A., año 1950)
RAMÓN Y CAJAL, SANTIAGO ("El mundo visto a los ochenta años" Colección
Austral, Ed. Espasa-Calpe Argentina S.A., año 1941)
SCALABRINI ORTIZ, RAUL ("El hombre que está solo y espera", Editorial Plus Ultra,
Bs. As. 1964)
SPENGLER, OSWALD ("La decadencia de occidente". Editorial Espasa-Calpe,
Madrid, 1986)
YUTANG, LIN ("La importancia de vivir")

También podría gustarte