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• Ser-en-el-mundo: es la interacción del hombre con los elementos que componen el mundo,
puesto que está sujeto al desarrollo del mismo y lo cual se debe estudiar, a propuesta de
Heidegger, mirándose ajeno del sujeto para contemplarlo como parte del cosmos. Nosotros
somos parte de cuanto existe, nosotros componemos también este mundo; por lo tanto, hay una
relatividad que perjudica al hombre y al mundo desde la acción que cada uno ejecute en el otro.
“El mundo es una creación nuestra, no en cuanto a la existencia bruta de las cosas que están ahí
sin la intervención del hombre, sino en cuanto tejido global de referencias al hombre (…) El
mundo es radicalmente humano en cuanto todas las referencias de sentido son dadas y
entretejidas desde el sujeto consciente” (Rodríguez 92).
• Ser-simbólico-cultural-histórico:
“Ha recordado en forma clara Ernest Cassirer: la diferencia radical entre la conducta animal y la
conducta humana radica en que el hombre ha creado todo un conjunto espiritual de respuestas
que están más allá del mundo de los estímulos y de las adaptaciones directas con el ambiente.
Tal es el campo y el horizonte de la cultura” (Rodríguez 97).
Esta cultura está envuelta por un universo simbólico, según el profesor Rodríguez, en el que el
lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen partes de ese universo que define la
experiencia humana a partir de la red simbólica que se teje por la palabra: el pensamiento
parlante en el que el hombre se constituye en el lenguaje, conceptualiza su mundo.
• Ser que habla e interpreta: La persona se da a conocer en el mundo porque habla, pero es
conocida por los Otros porque la persona también interpreta. “El lenguaje es realmente lo que
nos distingue, más que cualquier otra cosa, de las otras formas de vida animal (…) Todo
nuestro conocimiento está configurado lingüísticamente y aquí el lenguaje entonces se nos
vuelve problemático” (Rodríguez 104). Son esos problemas los que nos permiten conocer al
mundo y conocernos a nosotros mismo. Es el problema el que nos ha llevado a estudiar lo
complejo, pero también el que nos ha ayudado a orientar la existencia del hombre con lo
coexistente en su circundante.
• Ser trascendente: Ya hemos hablado en las dimensiones anteriores sobre la gran diferencia
que hay en la esencia del hombre y el de las cosas que lo circundan. Pues esta dimensión hace
referencia a la que sería la inmortalización de este ser, a la capacidad de ir más allá de su
entorno, de traspasar el fin para cada uno de los de su clase, a superar al hombre sin dejar de ser
el hombre que se supera a sí mismo.
“En principio el hombre está siempre en camino. Cada fin indicable en el conocimiento y la 7
acción queda relativizado siempre como algo transitorio y como una etapa. Cada respuesta
vuelve a ser siempre el nacimiento de un nuevo preguntar” (Rodríguez 109). Todo lo
anteriormente mencionado me lleva a trascender e ir más allá de un título o grado profesional
que nos da la sociedad en que nos encontramos inmersos, descuidando nuestra humanidad que
la única convicción existencial que no debemos poner en juego en ningunos de los ambientes,
campos y estructuras en las que nos encontremos para alcanzar así ese verdadero estado de
felicidad.
BIBLIOGRAFÍA