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Para los modernos, y de acuerdo con los postulados de Immanuel Kant, la Ética
se ocupaba de todo aquello vinculado con nuestros deberes u obligaciones,
independientemente de la felicidad o placer.
Aunque ambas comparten una etimología común y solemos utilizar ambos términos
como sinónimos, en el plano de la Filosofía debemos diferenciarlos.
¿QUÉ ES EL ETHOS?
Para Maliandi el ethos es un fenómeno ineludible de la vida humana y que forma parte
de la llamada “facticidad normativa”.
FACTICIDAD NORMATIVA
Desde que nacemos hasta que morimos nuestra vida está sometida a innumerables
normas de distinto tipo. A diferencia de los animales, que sólo pueden obedecer a sus
instintos, los seres humanos tenemos voluntad y libertad, podemos hacer, como
sostiene Bauman (2007), las cosas de otro modo, y en este sentido somos
productores de cultura.
Las NORMAS son “reglas y expectativas sociales a partir de las cuales una
sociedad regula la conducta de sus miembros”
Los VALORES son los “modelos culturalmente definidos con los que las
personas evalúan lo deseable y que sirven de guía para la vida en sociedad”.
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La FACTICIDAD NORMATIVA, esta expresada en normas y valores, es un hecho fácil
de verificar en nuestra vida diaria, como así también lo es en sus diversas maneras de
juzgar una misma conducta como buena o mala, correcta o incorrecta, dependiendo
del contexto social y cultural de que se trate. Así, por ejemplo, en la antigüedad se
consideraba a un eructo una buena costumbre, un símbolo de satisfacción frente a los
alimentos consumidos, mientras que hoy esa costumbre está prácticamente erradicada
y mal vista en ciertos círculos sociales. Lo mismo ocurre con ciertas prácticas sexuales
vigentes durante la Edad Media, como los cinturones de castidad o el derecho de
pernada del señor; estos ejemplos citados nos sirven para demostrar cómo las normas
sociales y los valores que las sustentan pueden ir variando de una sociedad a otra y de
un momento histórico a otro.
la MORAL nos brinda una respuesta a la pregunta ¿qué debo hacer? Sobre la
base de las costumbres, normas y valores vigentes en una sociedad en un
momento determinado de su historia
Los autores Guariglia y Vidiella (2011) distinguen las fronteras entre la Ética y la
Moral apelando a la diferenciación conceptual entre MORAL POSITIVA, MORALIDAD
Y MORAL CRÍTICA.
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MORAL VIVIDA es lo que hasta aquí hemos llamado moral a secas o moral
positiva.-
Esto abre el interrogante desde el punto de vista ético acerca de la moralidad de este
tipo de práctica; sobre todo si tomamos como criterio, por ejemplo, los derechos
universales de los niños y niñas, y no los fundamentos culturales y religiosos de Yemen
que sustentan sus prácticas. Dicho en otros términos:
Cuando nos preguntamos sobre algo, desde el punto de vista de la Ética, deberemos
pasar del nivel prereflexivo del ethos al nivel reflexivo.
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LA RAZÓN no sólo cumple una función teórica, que es el conocer el mundo de los
fenómenos, sino también práctica, ya que nos ayuda a determinar cómo nos debemos
comportar en sociedad. Es por ello que el ámbito propio de la Ética es el de la
“filosofía práctica”.
Tienen como objeto las cosas que no cambian o cuyo principio de cambio se
encuentra en ellas mismas;
3. Aplicar “a los distintos ámbitos de la vida social los resultados de las dos
primeras”
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1. Las INTRAÉTICAS: la “dicotomía deontoaxiológica (horizontal)” y la
“dicotomía axiológica (vertical)”
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En el Nivel 3 encontramos la METAÉTICA que responde a preguntas del tipo
“¿Está bien planteada la pregunta anterior?, o bien: “¿Qué carácter tiene
una expresión lingüística como ´debo hacer X´?”
Los niveles para Maliandi (2009) no tiene que ver con una relación jerárquica entre
ellos, sino más bien que sus diferencias están relacionadas con el grado de
normatividad presente en cada uno de ellos.
La reflexión moral, nos dice Maliandi (2009), es propia del moralista, es decir, de aquel
que pretende persuadirnos acerca de lo que debemos hacer o dejar de hacer. Según
dicho autor no debemos confundir moralina con reflexión moral, ya que esta última
supone un esfuerzo, aunque espontáneo y asistemático, por reflexionar sobre el ethos.
Los criterios de la Ética normativa, para valorar como correcta o incorrecta una
conducta o práctica, no son los criterios restrictivos de las morales positivas,
circunscriptas a un determinado grupo social, profesional, étnico o religioso, sino que
apelamos a ciertos principios y normas universalmente válidos.
NIVEL 3: METAÉTICA
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2. “establecer el significado de los términos y enunciados éticos”.
La Metaética guarda una íntima relación con los otros dos niveles de reflexión, en
tanto intenta establecer los criterios para juzgar la validez de los enunciados morales
y de los ético-normativos. Pero también se diferencia o se distancia de ambos en la
medida en que se trata de un tipo de saber exógeno al ethos y que pretende una
neutralidad valorativa de la cual los otros dos niveles carecen.
Inmanuel Kant, filósofo del siglo XVIII considerado por muchos “el padre de la ética
moderna”. Sostuvo que la persona humana como ser racional no está sometida a la ley
de la causalidad que rige al mundo de los fenómenos, “sino que puede determinarse a
actuar según una ley que emana de su propia razón, dicho en otros términos, la
persona posee una voluntad autónoma. La autonomía de la voluntad constituye,
según Kant, el principio supremo de la moralidad”.
De acuerdo con el autor, la razón no sólo quiere saber qué son las cosas, sino cómo
deberíamos comportarnos. Si todos nos dejáramos guiar por la razón no haría falta
ningún principio exterior a nosotros mismos que nos dijera cuál debería ser nuestra
pauta de acción.
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incondicionado (imperativo categórico) y formal, porque prescribe la forma, pero no el
contenido particular de la acción. En otros términos, el valor moral de una acción no
depende de sus resultados, sino que deriva de un principio incondicionado, oriundo de
la razón que se impone a la voluntad con fuerza de ley.
1. por un lado, aquella que afirma el conocimiento directo del ser humano sobre sí
mismo, expresada por Descartes en su famosa frase “Pienso, luego existo
(cogito, ergo sum)”.
En el caso del conocimiento moral, podemos identificar también dos grandes grupos
de teorías, que vamos a denominar, siguiendo a Guariglia y Vidiella (2011),
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1. EL COGNITIVISMO MORAL: sería aquel que concibe el ámbito moral como un
ámbito más del conocimiento humano, cuyos enunciados pueden ser
verdaderos o falsos
otra PSICOLÓGICA.
Wittgenstein sostiene que, dado que los valores no están en el mundo, no es posible
hablar de ellos, sino sólo tener una experiencia “mística”. Dicho en otros términos, la
belleza y la bondad no son hechos empíricos que se puedan ver o tocar por sí mismos,
es decir, exceden los límites del lenguaje.
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obrar moralmente. De allí que un aspecto importante de la ética sea enseñarnos a
forjar en nosotros ciertos buenos hábitos que nos acerquen a las virtudes.
Entre las posturas que admiten el conocimiento moral, también vamos marcar dos
diferencias fundamentales.
Aristóteles afirma que todos los seres tienden a un fin; ese fin era la felicidad o
eudemonía.
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Así como no hay una única manera de definir qué es la Ética, tampoco existe un único
método filosófico, para llevar a cabo la reflexión ética.
1. EL MÉTODO FENOMENOLÓGICO
2. EL MÉTODO ANALÍTICO
3. EL MÉTODO DIALÉCTICO
4. EL MÉTODO TRASCENDENTAL
5. EL MÉTODO HERMENÉUTICO
EL MÉTODO HERMENÉUTICO puede ser definido como “el arte de interpretar los
textos”. Dilthey contribuyó al desarrollo de este método a través de la distinción entre
las ciencias explicativas y las ciencias comprensivas. Para Dilthey, la comprensión es
el método más adecuado para las ciencias históricas del hombre, en contraposición
con los procedimientos explicativos de las ciencias naturales.
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Heidegger abandona la concepción herméutica de Dilthey, entendida como el arte de
comprender las conexiones de sentido para proponer una “hermenéutica de la
facticidad”. Heidegger defiende la tesis de que todo gira sobre la hermenéutica de la
existencia. Para el autor toda nuestra existencia aparece dentro de un contexto de
significado, que es relevante para nuestra acción y al cual podemos acceder sin
dificultades.
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MÓDULO 2
¿QUÉ ES LA CULTURA?
Mientras que sus valores, creencias, las ideas, las percepciones del mundo
constituyen la cultura no material.
Frente a estas dos posiciones extremas afirmaremos en esta lectura la necesidad una
ética intercultural que sirve como canal de diálogo y encuentro entre las diversas
culturas.
Si bien es cierto que las distintas culturas han estado en contacto desde tiempos
antiguos, estos intercambios se hicieron todavía mucho más intensos gracias a los
avances científico-tecnológicos, generando transformaciones de fondo en la vida
cotidiana de la gran mayoría de los habitantes del planeta.
En sólo pocos años las sociedades han quedado interconectadas gracias al avance de
las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Con el intercambio cultural entre las distintas sociedades, creció la xenofobia (miedo
al extranjero) y la heterofobia (miedo al diferente).
Bauman señala que “la tolerancia cultural se suele ejercer a la distancia. Cuando
esa distancia se ve amenazada por la afluencia constante de inmigrantes en
sociedades cada vez más multiculturales, el miedo al otro se convierte en un
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sentimiento cada vez más extendido y las sociedades comienzan a tomar medidas que
buscan preservar la pureza de su raza y de su propio sistema cultural.
El problema se agrava aún más en los Estados multiétnicos, donde no sólo conviven
distintas culturas, sino también diferentes etnias “que poseen no solo un sentido racial,
sino también distintas cosmovisiones que piden respeto y apoyo para mantener y
transmitir su forma de vida”.
3. Practicar el respeto activo hacia las identidades elegidas por las personas.
En síntesis, optar por una ética intercultural supone privilegiar una racionalidad
hermenéutica, admitiendo que ni la identidad personal ni la de las culturas se definen
en singularidad, sino más bien en su presencia plural en la relación con otros.
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“La ética de Apel es de ‘dos niveles’, porque comprende, por un lado, el ‘nivel’ de
las condiciones normativas de la fundamentación de normas y por otro, el ‘nivel’
de las normas mismas, a las que trata de fundamentar”.
3. el tercer caso consiste en aquel que exige, además de los otros dos, “el
reconocimiento de la automanifestación libre de las variadas formas de vida
sociocultural que se dan en la sociedad multicultural.
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Una forma moderna de este relativismo es el subjetivismo, corriente según la cual la
validez de las normas morales depende de las creencias personales del sujeto de la
acción moral, en tanto agente y juez de la misma.
1. los que niegan que los hombres obren realmente por motivos morales (o sea,
los que ven en la moralidad una forma de engaño) y
2. los que niegan que los juicios morales se apoyen en verdades (o sea, los que
ven en tales juicios una forma de error).
POPPER, sostiene que todo trabajo científico riguroso debe proceder no buscando
evidencias que permitan comprobar nuestras hipótesis sino más bien su refutación o
falsación. Dicho en otros términos, el procedimiento científico no es otra cosa que una
sistematización de nuestra capacidad racional de aprender mediante el ensayo y el
error. Por lo tanto, las verdades a las que arribamos son siempre provisorias, es decir,
son verdaderas hasta que se demuestre lo contrario.
ALBERT, es uno de los principales críticos de la teoría del discurso de Apel y de los
autores hermenéuticos. Albert sostiene que la fundamentación última de la ética
propuesta por Apel desemboca en un triple callejón sin salida, conocido como el trilema
de Münchhasen: “la necesidad de optar por un regreso infinito, un círculo lógico (petittio
principii) o una interrupción arbitraria de la exigencia de fundamentación al llegar a un
determinado punto (dogmatización)”.
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Entre las posiciones que afirman la posibilidad de fundamentación de la ética, podemos
diferenciar entre aquellas que aportan FUNDAMENTOS METAFÍSICOS de los
EMPÍRICOS.
3. Que todo intento por fundar el deber moral en la experiencia acaba refutándolo,
ya que es fácil corroborar empíricamente que las acciones contrarias al deber
son las más frecuentes.
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CONVERGENTE que intenta ser una mediación entre la fundamentación ética
pragmático-trascendental propuesta por K-O Apel y la ética material de los valores
propuesta por Hartmann.
De acuerdo con Maliandi (2009), “estos cuatro principios rigen las decisiones y
acciones morales cualificables y se fundamentan por vía de la reflexión pragmático-
trascental”.
El PRINCIPIO DE UNIVERSALIZACIÓN es tomado por Maliandi (2009) de la ética del
discurso en su versión apeliana, mientras que su opuesto, el PRINCIPIO DE
INDIVIDUALIZACIÓN, es extraído de los aportes realizados por Hartmann en el marco
de la ética materia de los valores. Particularmente de este último, Maliandi (2009) toma
la noción de la inevitabilidad de los conflictos de valores. La propuesta de una ética
convergente es precisamente el intento por buscar criterios para resolver o minimizar
esos conflictos, reconociendo que nunca serán totalmente erradicables. Los conflictos
pueden ser de distinto tipo: los hay políticos, económicos, sociales, ecológicos,
culturales, entre muchos otros.
La complejidad del ethos, determina una gran diversidad de problemas éticos. Maliandi
los clasifica en:
2. PROBLEMAS DE LA METAÉTICA
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3. PROBLEMAS DE LA ÉTICA APLICADA.
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Un segundo problema que se le plantea a la ÉTICA NORMATIVA es acerca del
ORIGEN DE LO MORAL, el cual podría formularse mediante las siguientes preguntas:
¿de dónde salen los principios morales? O ¿dónde residen? Aquí también las
respuestas posibles son dos: EL HETERONOMISMO Y EL AUTONOMISMO.
El AUTONOMISMO, por el contrario, postula que una acción para ser moral
debe tener su origen en la voluntad libre del hombre, no sometida a ninguna
fuerza externa que no sea la ley que ella misma se dicta por medio de la razón.
Dicho en otros términos, para el autonomismo, los principios morales provienen
del propio sujeto de la acción moral. Un claro ejemplo lo encontramos en la ética
kantiana y su defensa de libertad y la dignidad humana.
1. Para el CASUISMO todas las normas morales, si son válidas, tienen que
aplicarse a todo acto particular. Dicho en otros términos, los principios morales
deberían prever todos los casos posibles.
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PROBLEMAS DE LA METAÉTICA
Podemos dividir las posibles respuestas a este problema en dos grandes grupos: LAS
TEORÍAS COGNITIVISTAS Y LAS TEORÍAS NO COGNITIVISTAS.
Las TEORÍAS COGNITIVISTAS son aquellas que sostienen la analogía entre las
proposiciones descriptivas y las normativas. Dentro de ellas, encontramos una
diferenciación, siguiendo la clasificación propuesta por Maliandi (2009), entre las
teorías definicionistas y las no definicionistas5.
Las teorías cognitivistas definicionistas son aquellas que, “de manera
expresa o implícita, admiten que términos éticos pueden ser definidos, y que
precisamente esa definibilidad es prueba de que tienen sentido”.
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La BIOÉTICA según Van Rensselaer Potter, es importante destacar que por el
avance de las nuevas tecnologías terapéuticas y la ingeniería genética, los
diagnósticos prenatales o las técnicas de reproducción asistida, por citar sólo unos
ejemplos, se planteaban situaciones inéditas que, en muchos casos, no podían
resolverse con las normas morales tradicionales. Por estos nuevos desafíos, Potter
afirmo, que habría necesidad de crear una nueva ciencia de la supervivencia que
habría de servir de puente hacia el futuro de la humanidad. “La humanidad
necesita urgentemente de una nueva sabiduría que le proporcione ‘el conocimiento
de cómo usar el conocimiento’ para la supervivencia del hombre y la mejora de la
calidad de vida”.
“Las directrices que se deben seguir en experimentación con humanos y establece las
normas para la protección de individuos que participan en experimentaciones
biomédicas basados en tres principios: autonomía, beneficencia y justicia”. A estos
tres principios se les agrega, poco tiempo después, el principio de no-maleficencia:
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Averiguar los medios adecuados para producir ese bien y qué valores es
necesario incorporar para alcanzarlo;
Discernir qué relación debe existir entre las demás actividades y organizaciones
de su entorno;
Ser capaz de diferenciar entre los bienes internos y los externos a ellas;
Para los griegos, la felicidad o eudemonía estaba vinculada a la vida buena y ésta, a
su vez, a la vida virtuosa. Recordemos que en la ética aristotélica el bien se refiere al
fin hacia el cual todas las cosas tienden a la felicidad. Para aclarar qué entiende por
felicidad, Aristóteles comienza por distinguir los tres estilos de vida que se suelen
identificar con el término griego eudemonía:
Para los filósofos modernos la felicidad no puede durar la vida entera, como proponía
Aristóteles, sino que es primordialmente transitoria, es decir que ella se reduce a
ciertos momentos esporádicos. Por otro lado, la felicidad se identifica con un estado
exclusivamente psicológico y, por tanto, subjetivo y relativo a quien lo siente.
LA PARADOJA DE LA FELICIDAD
Pese a que tanto la visión antigua como la visión moderna reconocen la necesidad de
disponer una cierta cantidad de bienes económicos y culturales para alcanzar la
felicidad, los estudios empíricos han demostrado que el nivel de rentas por sí mismo es
insuficiente para explicar el grado de felicidad o satisfacción que posee un individuo.
Concretamente Guariglia y Vidiella (2011) mencionan un estudio que parece demostrar
que una vez superado un cierto nivel de renta per cápita promedio, por más que los
ingresos se dupliquen o tripliquen, este mayor nivel de renta no incide en el nivel de
felicidad declarado por los individuos, el cual se mantiene estable. Este hecho ha sido
denominado la paradoja de la felicidad.
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En síntesis, más allá de cómo cada uno conciba la felicidad, la intuición y los estudio
empíricos, parecen demostrar que sin la satisfacción asegurada de cierto nivel
elemental de nuestras necesidades básicas no podríamos llevar a cabo ningún ideal de
vida buena. Sin embargo, una vez asegurado ese mínimo bienestar, el incremento
constante de los ingresos y las riquezas materiales no necesariamente va acompañado
de una vida más feliz.
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MÓDULO 3
Podemos entender a la RACIONALIDAD HERMENÉUTICA como la Interpretación a
partir de la razón.
LAS VIRTUDES son aquellos hábitos o modos del carácter que nos acercan al
bien, “hacen a la capacidad de dominio que permite al que las posee encauzar
sus deseos y pasiones y relacionarse con el placer y el dolor de un modo
adecuado”.
Estas tres virtudes (EL NOUS, LA EPISTEME Y LA SOFÍA) son propias de la razón
teórica y su regla correcta es el silogismo teórico.
Aristóteles llamaba:
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La RAZÓN PRÁCTICA es aquella que provee la regla correcta para realizar, buenas
elecciones, elecciones virtuosas, hecho que sólo ocurrirá cuando el deseo se ajuste a
lo que dicta la razón.
Así como en el silogismo teórico de las dos premisas se extrae una conclusión, en el
caso del silogismo práctico de la premisa mayor y la menor extraemos la acción.
A menos que llene el tanque del auto no podrá llegar a Mar del Plata (premisa
menor).
Tiene que buscar una estación de servicio para cargar nafta (y la busca)
(conclusión).
Aristóteles llama a la premisa mayor - medio del bien, porque le presenta al agente
un fin al que puede llegar como algo conveniente para él; mientras que a la premisa
menor - medio de lo posible, porque conduce la reflexión a las circunstancias
particulares de la acción y lo que está al alcance del agente para lograr el estado de
cosas que desea. En tanto que la deliberación es el procedimiento mediante el cual el
agente examina minuciosamente los distintos aspectos de la circunstancia en la que
está por actuar, proyecta una meta a alcanzar y hace un balance de las ventajas y
perjuicios que tal acción le reportará como de sus propias capacidades para llevarla a
cabo.
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Al retomar la cuestión de la prudencia o virtud de la racionalidad práctica
podríamos afirmar, junto a García (2006), que se trata de una auténtica virtud
hermenéutica, puesto que por medio de ella se conjuga el conocimiento de lo que es
correcto con la experiencia moral.
La PHRÓNESIS, como modo de ser racional, verdadero y práctico en relación con lo
que es bueno para el hombre, se ubica de esta manera, en el plano de la vida práctica
por medio de la deliberación en lo concreto de cada momento y en la comprensión de
la experiencia del mundo.
De acuerdo con la autora, el proceder hermenéutico puede compararse con las
máximas del sentido común kantiano. Ellas son:
PARADIGMAS DE APLICABILIDAD
Para García (2006) “lo que es general es imperfecto en cuanto a que requiere de
interpretación y de juicio con respecto a las circunstancias particulares”
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3. PARADIGMA DEL RIGORISMO: comparte con el de autoridad su criterio
casuista, pero, a diferencia de aquel, se apoya en la razón para explicitar sus
fundamentos.
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Con la Declaración de las Naciones Unidas implicó el reconocimiento de tales
derechos por la comunidad internacional, obligaba de tomarlos como modelo en la
elaboración de sus propios marcos jurídicos por parte de cada uno de los países
miembros de la organización (ONU).
Estas dos generaciones de derechos fueron luego recogidas por dos tratados
internacionales legalmente vinculantes para los Estados que los han ratificado: el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, aprobados por sendas Convenciones
en 1966 y que entraron en vigor recién en 1976. A diferencia de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, que sólo expresaba “un ideal común” según reza su
preámbulo, los pactos son obligatorios para aquellos países que los han ratificado.
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de la necesidad de asegurar a todos los individuos el acceso a las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación en condiciones de igualdad.
Finalmente, están los DERCECHOS DE QUINTA GENERACIÓN que incluye la
posibilidad de conducta inteligente de software, robots y otros, en la medida en que
estos podrían lesionar derechos humanos considerados básicos. Y los DERECHOS
DE SEXTA GENERACION, que incluiría a los transhumanos o posthumanos, es decir,
a las personas alteradas genética o tecnológicamente.
3. Los pueblos son iguales y son partes de los acuerdos que los ligan.
8. Los pueblos tienen un deber de asistir a otros pueblos que viven bajo
condiciones desfavorables, las cuales impiden que tengan un régimen político y
social justo o decente.
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La propuesta rawlsiana incluye tanto a las sociedades liberales como las no liberales,
siempre que respeten los derechos humanos básicos; como el derecho a la vida y a
seguridad, a la libertad de conciencia, a la propiedad individual, a las garantías
del debido proceso, el derecho de asociación y el derecho a emigrar. Estos
derechos, sostiene el autor, constituyen límites morales al pluralismo entre los
pueblos. Así por ejemplo, el derecho a la guerra se restringe sólo a los casos de
legítima defensa.
Desde el punto de vista lógico, sostiene Maliandi (2003) que “un principio es
una proposición de la que se pueden deducir otras proposiciones”, o también
puede aludir a “las reglas básicas que deben tenerse en cuenta en todo
razonamiento correcto”.
En Ética los principios se utilizan para dar razones o justificaciones dado que una de
las tareas esenciales de esta disciplina es la fundamentación de las normas y
valoraciones morales. La mayoría de los filósofos suelen acudir a distintos principios
éticos para fundamentar la moral y esta actitud se denomina principalismo.
Todas estas teorías éticas tienen en común la apelación a un único principio, razón por
la cual se las denomina MONOPRINCIPALISMOS.
Recordemos que para Maliandi los principios cardinales son cuatro y se ordenan por
pares según la estructura conflictiva del ethos que cada uno de ellos expresa. Así, en
la estructura conflictiva sincrónica se ubican los principios de universalidad e
individualidad, mientras que en la estructura diacrónica se ubican los principios de
conservación y realización. Asimismo, éstos expresan la bidimensionalidad de la
razón y el carácter dialógico de ésta.
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LA BIOÉTICA COMO CASO DE ANÁLISIS
Maliandi (2009) menciona cuatro principios biotecnoéticos que guardan una relación
directa con los principios bioéticos propuestos por Beauchamp y Childress (1999) y los
cuatro principios cardinales que forman parte de la ética convergente. Estos cuatro
principios son:
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eugenésico. En este sentido, las posibilidades de crear tecnológicamente una
civilización eugenésica como la que imaginó A. Huxley.
En el caso del derecho a la salud, éste es todavía más complejo que otros derechos
positivos como el derecho a la educación o a una alimentación adecuada debido a los
altos costos que demanda, especialmente el acceso a tecnologías médicas
complejas. Determinar en qué consiste el derecho a la salud se convierte en una tarea
ardua que exige, a su vez, especificar “qué debe entenderse por necesidades de
salud, qué criterios emplear para definir prioridades, cuál es el peso que habría que
asignar a la salud en relación con otros bienes básicos”
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Pero el argumento principal esgrimido por Engelhardt (1986) para rechazar que el
cuidado de la salud sea considerado un derecho humano básico es que considerar la
salud como un reclamo justo equivaldría a interpretar la enfermedad como una
injusticia, razonamiento que es erróneo dado que tanto la salud como la enfermedad,
así como la posición que cada uno ocupa en la sociedad, son atribuibles al azar o al
mérito individual pero no a cuestiones de justicia.
La TESIS DEL DECENT MÍNIMUM defendida por Buchanan (1989) guarda algunas
semejanzas con la posición anterior, en tanto reconoce que el concepto de derecho a
la salud resulta problemático y que no puede ser afirmado adecuadamente desde la
esfera de la justicia. Sin embargo, reconoce la necesidad de que el Estado garantice
un mínimo de atención sanitaria a quienes no estén en condiciones de acceder a la
medicina privada, pero no como un derecho legítimo y universal, sino como un deber
de beneficencia o caridad.
Daniels (1988) intenta conectar estas necesidades sanitarias con la noción de bienes
primarios aportada por la teoría de Rawls (1978). Recordemos que, en su teoría de la
justicia, Rawls (1978) propone dos principios de justicia como criterios para distribuir
bienes sociales primarios, entendiendo por tales bienes aquellos “que conforman las
condiciones mínimas que necesitan los ciudadanos de una democracia moderna
para perseguir y promover racionalmente sus concepciones particulares del
bien”. Estos dos principios eran el principio de igual libertad para todos y el principio
de desigualdad. Según este último, las desigualdades económicas y sociales están
justificadas siempre que sean para mayor beneficio de los menos aventajados.
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situaciones de enfermedad o discapacidad que impidan a las personas participar como
sujetos plenos de la sociedad, los bienes primarios deberán incluir un nivel adecuado
de cuidado sanitario que permita a estos individuos compensar o recomponer su
normal funcionamiento como miembro de la especie.
Son muchas las definiciones del concepto que se podrían mencionar. A los fines de
esta reflexión, nos concentraremos en las definiciones aportadas por
Malem Seña que entiende por corrupción “aquellos actos que constituyen la
violación activa o pasiva, de un deber posicional o del incumplimiento de
alguna función específica realizados en el marco de discreción con el
objeto de obtener algún beneficio extraposicional, cualquiera sea su
naturaleza”.
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que es gratuita o que debe ser tomada objetiva e imparcialmente, pero que
en virtud de la recompensa se modifica en algún sentido”.
En tanto que la EXTORSIÓN es “la amenaza por parte del agente público
hacia un particular, de una medida lesiva sino realiza una contra-
prestación irregular en beneficio del agente”.
La Ciencia Política ha estudiado desde antaño este tema de la corrupción. Por ejemplo,
para Aristóteles (2003) los regímenes políticos se clasifican en buenos o malos (es
decir, rectos o corruptos), según su objetivo sea el bien común de la ciudad en su
conjunto, o bien la conveniencia privada de sus gobernantes. Aristóteles identifica seis
tipos básicos de regímenes políticos:
No son pocos los que creen que Ética y Política son esferas incompatibles entre sí. De
hecho, el mismo Maquiavelo en El Príncipe, planteó la tesis contraria, es decir, que es
más importante que el político aparente ser virtuoso a que realmente lo sea. Porque,
en definitiva, el único objetivo que realmente importa en política es la conquista y
conservación del poder.
M. Weber planteó la distinción entre aquel que vive para la política y aquel que vive
de la política. El primero es aquel que con sinceridad se compromete y pone al
servicio de una causa que considera justa, mientras que el segundo es aquel que
privilegia el factor económico por sobre otras consideraciones.
Quien vive para la política hace de ello su vida en un sentido íntimo; o goza
simplemente con el ejercicio del poder que posee, o alimenta su equilibrio y su
tranquilidad con la conciencia de haberle dado un sentido a su vida, poniéndola al
servicio de algo. En este sentido profundo, todo hombre serio que vive para algo vive
también de ese algo. La diferencia entre vivir para y el vivir de se sitúa, pues, en un
nivel mucho más grosero, en el nivel económico. Vive de la política como profesión
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quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos; vive para la política
quien no se halla en este caso.
Otro aspecto destacado por Weber (1992) y relevante para el concepto de corrupción
tiene que ver con la distinción entre la esfera pública y la privada, más específicamente
entre el patrimonio público y el privado. En tal sentido, el autor distingue entre los
Estados modernos y los patrimonialistas. Los primeros son aquellos que cuentan con
una burocracia profesionalizada que administra de manera imparcial los recursos
públicos a cambio de un salario fijo, mientras que en los Estados patrimonialistas los
gobernantes administran los recursos públicos como si fueran propios, o bien hacen un
usufructo personal de estos bienes que son de todos.
Estévez señala al desequilibrio de poder, ya sea de tipo unitario o federal, como una
de las principales causas de la corrupción. Aquí las opiniones se encuentran divididas
entre quienes afirman que los sistemas políticos descentralizados son más fácilmente
corruptibles y quienes, por el contrario, afirman que una mayor descentralización fiscal
del gasto público contribuye en realidad a disminuir los niveles de corrupción.
Otra de las causas asociadas a la corrupción tiene que ver con el déficit democrático,
entendiendo por tal aquellos “sistemas políticos deficientes que carecen de
democracias óptimas con división de poderes; y de métodos de inspección y de
balance de instituciones”.
Entre las causales de corrupción, Estévez (2005) también señala a las democracias
incipientes. Según este argumento, las nuevas democracias, especialmente aquellas
que emergen de regímenes autoritarios, como las latinoamericanas o las de Europa del
Este, serían más propensas a las prácticas corruptas que las democracias más
estables o antiguas.
Entre las consecuencias de la corrupción, tal vez una de las más significativas sea la
pérdida de la legitimidad no sólo del gobierno acusado de corrupción, sino en general
de la política.
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Las consecuencias de esta pérdida de legitimidad son de largo y profundo alcance.
Por un lado, el cargo público se convierte en una vocación poco deseada y entre
aquellos que aún quieren ocupar cargos públicos cabe esperar una buena cantidad de
hombres sin escrúpulos. Por otro lado, la carrera política deja de considerarse como
una vocación de servicio para convertirse más bien en un ámbito donde pueden
obtenerse beneficios personales muy redituables (p. 52).
MÓDULO 4
4. ÉTICA Y DEONTOLOGÍA
ÉTICA Y PROFESIONES
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esfuerzo de llevar a cabo investigaciones y teorizaciones, que si no pueden
resolver los problemas detectados, al menos sirvan para mitigarlos.
MEDITACIONES: toda reflexión ética es de algún modo una meditación que nos
permite ir valorando los hallazgos de nuestras investigaciones y contrastarlos
con los razonamientos propios y ajenos.
Para MacIntyre (2001), la práctica “es una forma coherente y compleja de actividad
cooperativa, establecida socialmente, mediante la cual se realizan los bienes internos
a la misma mientras se intenta lograr modelos de excelencia que le son propios a esa
forma de actividad”.
Para responder a qué nos referimos con práctica profesional, es necesario primero
señalar qué se entiende por profesión. Etimológicamente, profesión y vocación
derivan del término alemán beruf que significa “la ocupación laboral a la que una
persona se entrega con dedicación total”. Como vemos, el concepto comprende dos
vertientes, una objetiva que es el trabajo o servicio que cada profesión aporta a la
sociedad y, por otro lado, una vertiente subjetiva, que se refiere a la dedicación o
entrega con que se lleva a cabo ese trabajo y que implica el concepto de vocación.
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prácticas. Por ejemplo, el ejercicio profesional de la medicina se encuentra sometido a
estrictas regulaciones jurídicas y asociativas.
Si seguimos a Cobo Suero (2001), entendemos por conducta ética aquella conducta
libre y responsable de una persona cuando ella es juzgada por el propio agente moral y
por los demás como adecuada a un ser humano, esto es, “como digna de alabanza y
merecedora de imitación y como deseable en todos los seres humanos”.
Estos criterios o principios no sólo son aportados por la Ética general, sino también por
las distintas éticas aplicadas a cada ámbito de actividad. En este sentido, la Ética
profesional o Deontología, es una ética aplicada que se ocupa de los
comportamientos éticos en el ejercicio de una determinada profesión. Ella cumple un
doble cometido, ya que, por un lado, aplica a la actividad profesional los criterios y
principios aportados por la Ética básica o universal, y, por el otro, aporta criterios o
principios específicos de cada profesión.
por un lado, de la ÉTICA NORMATIVA, que aporta los principios éticos básicos
o universales, y,
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experiencia sobre los usos correctos o incorrectos de los conocimientos y destrezas
profesionales en el ejercicio de cada profesión.
De acuerdo con el autor, las relaciones entre la Ciencia y la Ética constituyen uno de
los principales problemas de la Ética aplicada. En este marco, la ciencia puede cumplir
tres roles diferentes:
2. y, por el otro, la ciencia constituye un campo en el que hay que tomar decisiones
de significación moral (segundo paso de la aplicación). En este sentido, la
ciencia no sólo aporta información para la reflexión moral, sino que ella misma
es objeto de tal reflexión. En palabras de Maliandi (2009), “todo saber científico
está ligado a compromisos sociales y tiene repercusiones prácticas que lo
insertan entre los elementos del ethos” (p. 71).
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En cuanto al principio de justicia éste es inseparable del primero, en la medida que
dar a cada uno lo que le corresponde implica reconocer que todos los seres humanos
somos portadores de derechos y obligaciones. La justicia puede adoptar dos
modalidades:
1. por un lado, la justicia conmutativa es aquella tiene lugar entre las partes de
algún tipo de intercambio, trueque o permuta, como, por ejemplo, entre el
profesional que brinda un servicio y el cliente paga por el mismo.
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Función reguladora y de guía para el ejercicio profesional: ya que estos
códigos de conducta orientan al profesional ante situaciones éticamente
dilemáticas estableciendo criterios o principios para discriminar la licitud o ilicitud
ética de un determinado acto o conducta profesional.
Por tratarse de tareas físicas y materiales eran consideradas indignas por los hombres
libres, razón por la cual eran llevadas a cabo por las mujeres o los esclavos.
Recordemos que en el mundo griego se privilegiaba la vida contemplativa y que sólo
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los hombres libres, es decir, los ciudadanos, estaban llamados a dedicarse a tareas
como la filosofía, la política, la poesía o la vida pública.
En este sistema el trabajo no sólo era un modo de subsistencia sino sobre todo “un
modo de vida tradicional” que tenía sus límites en el consumo familiar, ya que la
producción era sólo para garantizar la supervivencia y un pequeño excedente era
mercancía intercambiable.
Karl Marx (1818-1883) pensaba que ésta nueva fase del capitalismo eliminaba la
capacidad creativa de los seres humanos, ya que la mayoría de la gente se limitada a
querer tener el dinero suficiente para poseer las mercancías en lugar de desarrollar su
potencial. “Así, la meta en el capitalismo era la propiedad, en lugar de la expresión de
las capacidades humanas”
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Para Marx, el trabajo consiste en una actividad consciente y deliberada que se
realiza en el proceso productivo.
Por medio del trabajo el hombre no sólo produce objeto, sino que se produce a sí
mismo, produce su humanidad, al ser la expresión de sus potencialidades humanas.
Para comprender más cabalmente el concepto debemos analizar los cinco tipos de
enajenación presentes en el sistema de producción capitalista:
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LA CONFORMACIÓN DE LA IDENTIDAD EN EL TRABAJO MODERNO
La identidad personal, es decir, la idea que las personas se hacen sobre quiénes son y
sobre lo que tiene sentido para ellas, es una construcción que se conforma por medio
de procesos simbólicos relaciones e institucionales en un determinado horizonte
temporal, espacial y cultural. En ese proceso de construcción y apropiación de la
identidad intervienen diferentes agentes de socialización, cuya influencia sobre el
sujeto depende principalmente de la edad cronológica del mismo. Por ejemplo, en la
niñez los principales agentes socializadores son la familia y la escuela; en la
adolescencia lo son el grupo de amigos y los medios masivos de comunicación; y, por
último, en la edad adulta “el mayor agente modelador y afirmador de la identidad es el
lugar de trabajo”.
Sin embargo, las fuertes transformaciones que ha sufrido el trabajo moderno generan
ciertos problemas específicos en la conformación de la identidad profesional, por
ejemplo, Sennett (2000), en su obra La corrosión del carácter. Las consecuencias
personales del trabajo en el nuevo capitalismo, compara el carácter y los valores de los
trabajadores de empresas tradicionales con los trabajadores de las empresas bajo el
capitalismo contemporáneo y encuentra que valores como el trabajo duro o la
postergación de la gratificación, que formaban parte de la ética del trabajo, pierden su
sentido bajo el capitalismo actual.
La temporalidad del trabajo en las antiguas empresas que ofrecían un trabajo de por
vida le permitía a sus trabajadores la construcción de un relato de sus propias vidas
que se correspondía con una línea progresiva en el tiempo. Pero esto ya no es posible
en el contexto del capitalismo actual que, por varias razones, principalmente
financieras, considera hoy como valioso la juventud y la flexibilidad.
El problema se agrava aún más cuando la titulación inicial del individuo no coincide con
su ocupación real, lo que Cobo Suero (2001) llama un desajuste ocupacional. Si bien,
en muchos casos, el hecho de que la formación profesional inicial no coincida con el
trabajo actual, no genera mayores problemas en individuos que pueden adaptarse a
los cambios o que asumen una actitud de formación constante; en otros casos, este
desfasaje puede generar conflictos en la identidad profesional.
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A La Ética no solo le interesa el buen obrar, sino también cómo ella puede servirnos
para actuar correctamente en el campo de nuestras profesiones.
Por lo tanto, toda acción es por definición intencional y está unida a motivos e
intenciones para actuar.
Los motivos se refieren a las razones por las cuales emprendemos una
determinada acción y
Aristóteles distingue cuatro tipos de acciones: las voluntarias, las no voluntarias, las
involuntarias y las mixtas.
Las ACCIONES VOLUNTARIAS “son el grado más alto de aquellas que tienen
el carácter de intencionales” se trata de acciones que no sólo tienen al agente
como motor o principio, sino que éste las realiza con pleno conocimiento de lo
que está realizando al haber deliberado bien acerca del fin de su acción y los
medios para alcanzarlo.
Las ACCIONES MIXTAS son una subespecie de las voluntarias ya que son
aquellas que se realizan con conocimiento del agente pero bajo la constricción
de ciertas circunstancias. El ejemplo que aportan es: el de un capitán de navío
que se ve forzado a arrojar su carga con motivo de un temporal. Es decir que
“no se trata de una acción voluntaria en sí sino solamente en el momento y bajo
las circunstancias de su realización”
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Las ACCIONES NO VOLUNTARIAS son aquellas que se realizan sin
conocimiento por parte del agente. El ejemplo más claro es el del estado de
ebriedad, ya que bajo los efectos del alcohol el agente no es plenamente
consciente de lo que hace bajo ese estado, pero sí lo era en el momento previo
en que comenzó a beber. Es por ello que para Aristóteles también en este caso
el agente es responsable de sus actos, en razón de un conocimiento previo
que el agente no puede desconocer.
De acuerdo con Guariglia y Vidiella (2011), el juicio práctico tiene la misma estructura
que los juicios teóricos, es decir, un explanans y un explanandum “solamente que en
el juicio moral el explanandum sería el juicio particular y el explanans la norma
universal sobre la que aquel se apoya”.
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2. En segundo lugar, deberemos establecer si realmente el sujeto en cuestión
realizó la acción que se le imputa y evaluar si la misma se corresponde o no
con lo que prescribe la norma universal para este tipo de acciones. Norma
universal que obtiene, a su vez, su validez de los principios éticos generales.
Por último, ¿de qué manera afecta la pérdida de confianza a las relaciones
profesionales, no sólo entre el profesional y sus clientes o usuarios, sino
también con sus colegas y demás profesionales? De acuerdo con Estévez (2005),
la confianza surge de relaciones interpersonales sinceras y responsables. Actuamos de
manera responsable y sincera cuando somos honestos con nosotros mismos y con los
demás, respetándolos en su dignidad, es decir, tratándolos siempre como fines en sí
mismos, nunca como medios. “La confianza es garantía de transparencia en la
comunicación y acción entre los hombres, y signo de su sentido de vinculación común
con la comunidad política en la cual todos se hayan comprometidos” (2005, p. 56).
Pero cuando estas instituciones son fuertemente jerárquicas los índices de confianza
tienden a bajar, ya que las personas que no se conocen entre sí o están sometidas a
estrictos controles tienen pocas probabilidades de desarrollar relaciones basadas en la
confianza. Por el contrario, sostiene Estévez (2005) que cuanto más flexible y mediada
sea la estructura de una institución, más confianza desarrollarán sus miembros ya que
cada quien será consciente de su responsabilidad compartida.
De acuerdo con Bauman (2008), vivimos en una época donde crece la desconfianza y
el miedo al otro, donde el otro se convierte en una amenaza para la satisfacción de mis
intereses egoístas.
Bauman disiente con Lögstrup (1997) quien manifestó que lo característico de la vida
humana es “que las personas suelan encontrarse entre sí con natural confianza”.
Para Bauman, las nuevas generaciones han crecido incorporando un mensaje distinto.
Mensaje que expresan series televisivas como El Gran Hermano o Survivor a las que
éstas generaciones suelen ser adictas: “No confíes en nadie”.
Nuestros jóvenes, sostiene Bauman (2008), han incorporando como una noción del
sentido común la advertencia de Shestov (1970) con quien abrimos esta sección: el
hombre es lobo del hombre.
4.3. LA PROBLEMÁTICA ÉTICA EN LAS ORGANIZACIONES LUCRATIVAS.
VALORES ÉTICOS EMPRESARIALES.
EL DEBATE SOBRE LA DOBLE MORAL DE LA EMPRESA
La empresa, como toda organización, tiene una meta por la cual cobra todo su sentido
y que la legitima ante la sociedad. Esta meta o fin es un bien social para toda la
comunidad. En este sentido, toda organización se caracteriza por la producción de
bienes internos y externos. Los bienes internos son aquellos que sólo ella puede
aportar a la sociedad. Por ejemplo, la actividad empresarial, la actividad docente o la
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política aportan distintos tipos de bienes en función de los cuales cada una de ellas se
legitima ante la sociedad. Dicho de otro modo, si el empresario, el docente o el político
no cumplen con su función social o se desvían de su fin principal, la sociedad en su
conjunto tiene el derecho de reclamarles su cumplimiento.
Los bienes externos, en cambio, son aquellos tipos de bienes que son comunes a
todas o a muchas organizaciones, es decir, que no están directamente ligados con su
fin propio, como, por ejemplo, el poder, el prestigio o el dinero. En otras lecturas nos
hemos referido al bien interno de la política, esto es, el bienestar de la comunidad. Si
los políticos privilegian la obtención de renta, prestigio o poder por medio de la
actividad política, claramente se trata de una desnaturalización de ésta, donde el bien
externo reemplaza al bien interno. Hemos caracterizado a este tipo de prácticas como
corruptas.
Para definir cual es la ética de las organizaciones es necesario cumplir con los
siguientes pasos:
Discernir qué relación debe existir entre los bienes internos y externos como así
también con las demás organizaciones y actividades.
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comienza a esclarecerse que no sólo los individuos son moralmente responsables, sino
también lo son las empresas.
La ética empresarial debe considerar a sus miembros como así también a los
consumidores y/o usuarios como interlocutores válidos
De acuerdo con Cortina (2000), la meta de la actividad empresarial (es decir, su fin
específico) es la satisfacción de necesidades humanas pero paralelamente a ésta, lo
es también “desarrollar al máximo las capacidades de sus colaboradores, metas
ambas que no podrá alcanzar si no es promocionando valores de libertad, igualdad y
solidaridad desde el modo específico en que la empresa puede y debe hacerlo” (p. 43).
Es por ello que la ética empresarial es inseparable de la Ética cívica, es decir, de una
ética pluralista y ‘de mínimos’, la cual alude al peculiar “sistema de interrelaciones
sociales en el que pueden convivir diversos modelos de vida feliz, correspondientes a
distintas concepciones del mundo, sin que nadie intente imponer por la fuerza la suya a
los demás”.
Estos mínimos éticos compartidos por todos, en una sociedad moderna y pluralista,
son los valores de libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia activa y ethos
dialógico, y las empresas deben intentar encarnar y respetar estos valores atendiendo
siempre a la especificidad de su actividad.
En síntesis, afirmamos con Cortina (2000) que la ética empresarial consiste en “el
descubrimiento y la aplicación de los valores y normas compartidos por una sociedad
pluralista- valores que componen una ética cívica- al ámbito peculiar de la empresa, lo
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cual requiere entenderla según un modelo comunitario, pero siempre empapado de
postconvencionalismo” (p. 89).
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