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1. El antiguo régimen:
Caracterizó a la mayor parte de Europa hasta finales del S.XVIII, basado en una economía
agraria, sociedad jerarquizada y desigual en cuanto a derechos y libertades. Los individuos
eran súbditos de un rey o emperador cuya legitimidad se consideraba un derecho divino.
o Características políticas:
o Características económicas:
o Características sociales:
2. La sociedad estamental:
Estaba estructurada en estamentos fuertemente jerarquizados y asentada sobre el
principio básico de la desigualdad.
El tercer estado, o estado llano, era el estamento no privilegiado. Eran gran parte de la
sociedad, según el país o la región. Su función era trabajar y mantener a los privilegiados,
con un abismo social y económico entre burguesía y campesinos y los grupos marginales.
Privilegiados No privilegiados
Privilegiados:
o Nobleza:
o Clero:
Alto clero:
Cobraban el diezmo.
Bajo claro:
Origen campesino
o No privilegiados:
Tercer estado:
En el campo:
En la ciudad:
Dentro de la nobleza, la aristocracia era el nivel más alto y eran los que tenían los
altos cargos e intentaban guardar sus privilegios frente a otros grupos o frente a la
baja nobleza.
En el clero, el alto clero procedía de familias nobiliarias mientras que el bajo clero era
una oportunidad de ascenso social para el estado llano.
Clero regular: miembros de órdenes religiosas (monjes/as, abades/as)
En las ciudades, las clases sociales más bajas eran asalariados que trabajaban en
talleres, tiendas o como empleados del hogar. Y, en muchas ocasiones, caían en el
desempleo, que los llevaba a grupos marginales (mendigos, prostitutas y
delincuentes) los cuales aumentaban en periodos de crisis.
La legitimidad de su poder era de origen divino, eran soberanos por la gracia de Dios y
por lo tanto solo debían responder ante él por sus actos y acciones. Algunas
limitaciones también eran que no podían actuar contra las leyes.
Monarcas como Federico II de Prusia, Carlos III de España, Catalina de Rusia o José II
de Austria llevaron a cabo una política de reformas basada en ideas ilustradas y
decidieron rodearse de personas cualificadas que ayudaran a conseguir sus objetivos.
La política de reforma ilustrada afectó a todos los órdenes, pero sobre todo a la
economía y a la educación. La mejora de la educación era básica para el otro gran
objetivo de los ilustrados: el fomento de la economía (mediante la construcción de
vías de comunicación, alentaron iniciativas industriales e incentivaron la actividad
agrícola, al mismo tiempo que se interesaron por las obras públicas y embellecieron
sus capitales).
El parlamento británico estaba dividido en dos cámaras: una Alta o de los Lores,
donde estaba representada la aristocracia y los altos dirigentes de la iglesia; y la
Cámara Baja o de los Comunes, donde había representantes de la burguesía comercial
e industrial y de los medianos propietarios agrícolas.
Fue surgiendo una figura por la que los reyes perdieron poder frente al parlamento: el
primer ministro.
4. La ilustración:
A lo largo del Siglo XVIII se fue extendiendo por Europa una corriente de pensamiento cuyo
pilar básico era el uso de la razón en todos los ámbitos: la política, la sociedad o la religión.
La crítica, como algo lógico dentro de una actitud racionalista a las costumbres y
tradiciones.
Esto se fue desarrollando alentado por grupos de pensadores conocidos como philosophes
en Francia, que venían de las clases más cultas y preparadas del Antiguo Régimen
vinculados a grupos emergentes como la burguesía.
4.1. La Enciclopedia:
La preocupación pedagógica de los ilustrados tuvo su obra cumbre en la Enciclopedia
o Diccionario razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios. El objetivo era
exponer de forma ordenada los principales conocimientos humanos científicos y
artísticos en 27 volúmenes.
Sus directores fueron D’Alembert y Diderot. Desarrollaron una obra que pretendía
poner a disposición, y hacer comprender, buena parte de los logros científicos del
siglo XVII, como los conseguidos por Bacon, Newton o Galileo.
Uno de los pilares básicos de la Ilustración era la tolerancia. De hecho, entre ciertos
círculos ilustrados surgió con fuerza el deísmo. Para ellos Dios era una especia de gran
relojero que había puesto en funcionamiento el Universo.
La primera escuela crítica con esto fue la de los fisiócratas, con figuras como Quesnay
y Turgot que decía que las actividades productivas se debían basar en la agricultura,
en la no intervención del estado, en el dejar hacer, dejar pasar y en el librecambismo.
Tomando como base algunos de los postulados de los fisiócratas surgieron la escuela
económica clásica, que dio lugar al denominado liberalismo económico y con la que
la Economía pasó a convertirse en una ciencia como podían ser las matemáticas o la
física.
El máximo representante de esta escuela fue Adam Smith. Consideraba que existía un
orden natural en el que nada ni nadie debía interferir. Existe una especie de mano
invisible que guía el mercado de forma que los intereses egoístas de los individuos
contribuyen a la consecución del bienestar colectivo. Consideraba también que el
trabajo era el que daba valor y precio a los productos, ya que las cosas tienen el valor
de lo que cuesta producirlas. Apoyó la división del trabajo que favorecía el comercio,
la especialización y el aumento de la productividad.
David Ricardo, con su teoría sobre las ventajas comparativas, por la cual la
especialización de los países en determinadas producciones beneficiaría a nivel global.
Este autor se convirtió en una importante figura del librecambismo.
La cuna de la revolución fue Gran Bretaña y de allí se extendió a Europa y, más tarde, a
América. Las transformaciones calaron de tal forma como no se había conocido desde el
Neolítico.
Los factores que propiciaron esto fueron las nuevas fuentes de energía liberada por
combustibles, como el carbón, abrió una nueva vía para desvincular al hombre de la
dependencia de las fuerzas de la naturaleza como el viento, corrientes de agua etc.
Con esto, el sector económico predominante cambió, y la industria cogió un papel más
protagonista de tal forma que necesitaba cada vez mayores sumas de capital y mano de
obra.
Los factores básicos para que surgiera esta revolución fueron la tecnología y la innovación, la
acumulación de capital y de inversiones, y la iniciativa empresarial ya que se buscaba un mayor
margen de beneficio y no hubiera sido posible este proceso.
2. La revolución agraria:
Europa siguió siendo un continente rural durante este periodo. La tierra continuó siendo la
principal fuente de riqueza y era básica para la lucha ancestral contra el hambre. Pese a
toda su importancia, la agricultura seguía utilizando métodos arcaicos y un utillaje que
apenas había progresado desde tiempos de los romanos.
Una de las primeras transformaciones fue la superación del barbecho, que dejaba
descansar cierto tiempo la tierra. En Gran Bretaña, sistemas como el Norfolk consiguieron
suprimir el barbecho y aumentar la producción de plantas forrajeras como el trébol, alfalfa
o nabos (entre otros). Estas plantas forrajeras permitieron estabular el ganado que ganó
en número y peso, y permitió alimentar a un mayor número de personas.
Otra transformación fue el avance técnico en el utillaje agrícola, que podían introducirse
más en los suelos, la siembra en hilera o las primeras trilladoras que aumentaron
significativamente la productividad agrícola.
Otro aspecto fue el cambio en la propiedad. Por ejemplo, en Gran Bretaña, las enclosure
acts impulsadas por la gentry obligaron a cercar los campos y acabaron con las tierras
comunales aumentando el tamaño de la propiedad y consiguiendo que las explotaciones
fueran más rentables. Por otro lado, los pequeños propietarios fueron forzados a marchar
a las sociedades industriales.
En el siglo XIX las desamortizaciones en los países del sur de Europa, con la venta de las
propiedades comunales y de la iglesia católica, también ayudaron a mejorar los
rendimientos agrícolas.
La mortalidad siguió alta, pero no fue tan alta gracias a las mejoras, sobre todo en
alimentación y la higiene. La mayor disponibilidad de alimento hizo que la población
resistiese más las enfermedades contagiosas. Y, además, la mejora de los transportes
permitió la llegada de alimentos a zonas que apenas tenían recursos o que habían sufrido
malas cosechas.
Una de las consecuencias fue el aumento de la población de las ciudades. Gracias a los
excedentes del campo las ciudades pudieron desarrollarse, al mismo tiempo que el éxodo
rural, la llegada de campesinos al campo hizo aumentar la población.
Uno de los símbolos fue el ferrocarril, que supuso una auténtica revolución en el
transporte. El gran salto tecnológico fue la locomotora The Rocket de George Stephenson
y la inauguración de la línea de pasajeros entre Liverpool y Manchester en 1830.
Concentración de capitales.
El sector pionero fue el textil. La creciente demanda de vestimenta fue acicate para la
innovación. La aplicación del vapor a la industria textil fue el aldabonazo definitivo que
contribuyó a impulsar otros sectores industriales como la siderurgia y la metalurgia, pero
también como la industria extractiva.
En la siderurgia se introdujo el carbón de coque, en los altos hornos, que sustituyó
definitivamente al carbón vegetal, por lo que logró grandes avances. El hierro mejoró en
calidad y maleabilidad con la introducción del pudelado y laminado. Este sector industrial
demandó cada vez mayores cantidades de combustible por lo que este tipo de industrias
tendieron a instalarse cerca de las cuencas mineras, formando los denominados paisajes
negros en los que se combinaba la industria extractiva con la siderometalúrgica.
Durante el siglo XVIII, Gran Bretaña construyó un imperio marítimo que abarcó territorios
y posesiones en los cinco continentes. Gracias a esto, dominaron naval, militar y
comercialmente, y pudieron abrir mercados en ultramar para su creciente producción.
Otra ventaja de Gran Bretaña fue su excelente sistema financiero, que convirtió a Londres
en el centro de la banca y el comercio mundial, y a la libra esterlina en la moneda de
cambio internacional.
Otras ventajas comparativas: una agricultura muy avanzada, una corriente migratoria del
campo a la ciudad que alimentó la mano de obra necesaria para las nuevas industrias, una
red de comunicaciones interiores basada en canales y en el ferrocarril, una reserva de
materias primas básicas para el desarrollo industrial importadas de sus posesiones de
ultramar. Esto quedó patente en la Exposición Universal celebrada en Londres en 1851.
7. La difusión de la industrialización.
El salto de la industrialización no se produjo hasta principios del siglo XIX y no se consolidó
hasta mediados de la centuria. Algunos países y regiones consiguieron poner en marcha
este proceso y transformar sus economías.
Francia: fue más lenta y focalizada, sobre todo en las regiones del norte del país. El
peso de la agricultura y el campo siguió siendo muy grande, el crecimiento
demográfico débil y el consumo interno no ayudaba a la demanda. El Estado
promovió la industrialización.
El espacio alemán: en los inicios del siglo XIX, Alemania no formaba un Estado,
aunque Prusia sobresalía entre ellas. Los prusianos impulsaron el Zollverein o la
Unión Aduanera, que facilitó intercambios comerciales e impulsó la
industrialización alemana. Aquí destacó la siderometalurgia, la minería y la
construcción del ferrocarril. Todo esto destacó en la cuenca del Ruhr, el Sarre y
Silesia.
Concentración empresarial: