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La negrilla es propia
Los griegos buscaban sobresalir entre los demás, por eso disfrutaron de la energía
ética de la competición. En la esencia del pueblo griego estaba la persecución de lo más
bello y lo más bueno (kalokagathia). Esta búsqueda no se reducía a buscar o hacer cosas
bellas y buenas, ya que ante todo era menester competir por ser el más bello y el más
bueno. Según Dilthey, los efebos griegos competían entre sí para ver quién era mejor, ya
sea en el canto o en la gimnasia, dice: “«ser siempre el primero y sobresalir de los demás»,
aquel pundonor animaba a las luchas de Olimpia, que suscitaba la competición de los
poetas y artistas, que representaba el nervio de toda la creación clásica” (44). Esto significa
que el adolescente era movido por un verdadero ethos competitivo que lo llevaba a buscar
por medio de la comparación con otros efebos sus fortalezas y sus debilidades. Pero, es
vano afirmar esto sino se aclara que, la paideia griega trae consigo esta actitud competitiva,
para ratificar esto Dilthey cita a Aristófanes: “Así los ciudadanos que conocemos, nobles
por nacimiento y sentimiento, hombres finos, benévolos, elocuentes, honorables, justos y
buenos, cultivados en escuelas de luchadores, en el canto coral y el arte de la música 2”
(28). Con esto el autor quiere decir que solo los sujetos así educados (tanto en el cuerpo y el
espíritu) son capaces de competir entre sí y ser los más nobles.
Los griegos buscaban sobresalir entre los demás, por eso disfrutaron de la energía ética de
la competición. En consecuencia a este esta energía competitiva los griegos hicieron
grandes obras literarias, artísticas, políticas y filosóficas; lo sostiene el autor cuando
expresa: “aquel pundonor animaba a las luchas de Olimpia, que suscitaba la competición de
los poetas y artistas, que representaba el nervio de toda la creación clásica” (44). Este es el
motivo por el cual el joven, insuflado desde su educación de esta energía ética competitiva,
competirá y se comparara con sus compañeros por destacar como el más valiente en el
campo de batalla; el mejor realizando discursos en el ágora; el más fuerte en el gimnasio; el
único capaz de interpretar las más bellas melodías en los banquetes; o el más capacitado
para cantar los más hermosos himnos en el teatro.
Conclusión: he intentado demostrar en este texto que la educación griega gozó de la alegría
del juego y la energía ética de la competición a partir de dos argumentos: primero, el juego
era considerado como una propedéutica a la vida ciudadana; segundo, los griegos buscaban
sobresalir entre los demás. Se concluye que la educación griega se sirvió del juego como
ante sala a todo el proyecto educativo posterior y al mismo tiempo como elemento
formativo de los valores cívicos del ciudadano, dotándolo de un sentimiento comunitario y
patriótico; y que gracias a su educación se insuflaba en los jóvenes la energía ética
competitiva, que los llevo a compararse y competir entre sí para buscar quien era el mejor
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La negrilla es propia