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Mgt.

Edwin Peralta Alvarez

I. INTRODUCCIÓN

En un estudio sobre la Didáctica de las Ciencias Sociales, resulta obligado e


inevitable prestar una atención especial a la reflexión epistemológica sobre el
ámbito del conocimiento que constituye el referente obligado del área de Di-
dáctica de las Ciencias Sociales, y ello por distintos motivos que iremos anali-
zando.
Los aspectos que nos interesan especialmente y que van a centrar este capí-
tulo son el concepto y los campos de actuación de las Ciencias Sociales, desde
la perspectiva de las distintas tradiciones epistemológicas que han ido configu-
rando este ámbito de conocimiento. Los interrogantes a los que pretendemos
dar respuesta son los siguientes:

¿Por qué es necesaria ¿Qué son las Ciencias


una reflexión Sociales?
epistemológica? ¿Cuál es el campo de la
¿Qué aporta ésta a la actuación de las mismas?
enseñanza?

TEORÍA
TEORÍA Y
EPISTEMOLOGÍA
EPISTEMOLOGÍA
DE
DE LAS
LAS CIENCIAS
CIENCIAS
SOCIALES
SOCIALES

¿Qué disciplinas las


¿Qué tradiciones
integran?
¿Cuál de ellas deben ocupar epistemológicas las han
un lugar destacado desde el ido configurando?
educativo?.
punto de vista educativo?.

En primer lugar, abordaremos la necesidad de una reflexión epistemológica; en


segundo lugar, plantearemos una aproximación conceptual a las Ciencias
Sociales y al problema de su delimitación; seguiremos con una revisión de las
principales tradiciones epistemológicas que han venido configurando las
Ciencias Sociales, para terminar con una reflexión epistemológica sobre las
principales Ciencias Sociales desde el punto de vista educativo.

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Establecer y analizar las


Aportaciones de diferentes
Ciencias de la educación
Analizar
las tradiciones
Comprender el concepto
epistemológicas recien-
de Ciencias Sociales
tes en Ciencias
Sociales

OBJETIVOS DE APRENDIZAJE

Conocer la estructura
del conocimiento en Describir y analizar la
Ciencias Sociales Evolución de las
Ciencias Sociales

Caracterizar científica-
mente a las Ciencias
Sociales

NECESIDAD DE UNA REFLEXIÓN EPISTEMOLÓGICA

¿Qué puede aportar una reflexión epistemológica sobre las Ciencias Sociales a
su enseñanza, y, por tanto, a su Didáctica?; ¿por qué es importante efectuar
esta reflexión? Las respuestas a estas cuestiones las concretamos en los
siguientes motivos:

En primer lugar, hay que considerar que, entre las características que pode mos
atribuir al profesorado, el conocimiento profundo de las materias que enseña es
una condición necesaria, aunque no suficiente. Este conocimiento debe llegar
al fondo epistemológico, esto es, a las bases teóricas, ideológicas y filosóficas
del conocimiento, y en sus distintas dimensiones: conceptual, metodológica y
valorativa. Al respecto de lo que estamos diciendo. El sistema educativo exige
un modelo de profesor reflexivo., autónomo v crítico, que posea un buen
conocimiento de las disciplinas, así como un conocimiento didáctico que le
permita enseñar mejor. Para que ello ocurra, el conocimiento que posee de la
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materia no debe limitarse a contenidos generales que con su mejor habilidad


debe transmitir, sino que ha de ser un conocimiento más profundo que le
permita llegar a las bases teóricas, ideológicas y filosóficas en las que se
inspiran los mencionados contenidos, es decir, corrientes y paradigmas. En
definitiva, ha de tener bien fundamentada su práctica: ¿qué hace?, ¿por qué lo
hace?, la ausencia de una reflexión epistemológica conduce a que el
profesorado realice una actividad práctica (enseñar) sin soporte científico,
abocados a cumplir los mandatos y concepciones de la ideología dominante,
en definitiva, a desarrollar una práctica alienada.
En síntesis, podríamos concluir que toda docencia que se quiera llevar a cabo
sin un dominio mínimo de la epistemología de lo que se enseña está
condenada a reducir la formación a la mera resultante de la interacción del
alumno con el profesor, porque sin la referencia epistemológica es imposible
concebir un proyecto formativo que apunte a tirar del conocimiento ordinario en
la dirección del conocimiento académico, y ese proyecto es imprescindible para
convertir el mero entretenimiento en verdadera docencia.
El curriculo tiene su fuente epistemológica en los conocimientos científicos que
integran las correspondientes áreas o materias curriculares. La metodología,
estructura interna y estado actual de conocimientos en las distintas disciplinas
científicas, así como las relaciones interdisciplinares entre éstas, realizan
también una aportación decisiva a la configuración y contenidos del currículo.
En segundo lugar, y en relación con lo que ya hemos dicho, una reflexión
epistemológica ayuda a comprender la relatividad del conocimiento, la existen-
cia de distintas posiciones, de diferentes modelos explicativos e interpretativos
de la realidad, en nuestro caso, social, y esta comprensión es fundamental a la
hora de decidir que enseñamos y para qué y por qué lo enseñamos.
Las Ciencias Sociales no ofrecen un catálogo único de hechos, conceptos v
principios que tenga una validez universal. La selección de las nociones que
consideramos básicas por su relevancia social depende en gran medida de la
perspectiva teórica en que nos situemos para interpretar la sociedad, de
manera que la aceptación de un paradigma científico de interpretación
determina el tipo de principios y conceptos susceptibles de ser aplicados al
estudio de la realidad social».
El profesorado, especialmente el de primaria y secundaria, que imparta con-
tenidos sociales, tendrá que integrar los conocimientos de diversas Ciencias
Sociales y desde distintas perspectivas, y también deberá estar en condiciones
de ejercer una crítica, un distanciamiento científico sobre los diversos
paradigmas que pretenden la hegemonía en el campo social
En definitiva, la reflexión epistemológica debe conducir a considerar las cien-
cias (especialmente las Sociales) como conocimientos en constante
construcción y en abierta relación con el mundo social en que se producen,
negando la validez de los presupuestos modificados de los mismos y su
carácter neutral, autónomo y en progreso constante.
En tercer lugar, la concepción que se tenga del conocimiento social, fruto de
una reflexión epistemológica, influye de una manera importante en multitud de
decisiones sobre el aprendizaje de las Ciencias Sociales.
Los pronunciamientos al respecto son clarificadores. Así, por ejemplo, Benejam
y Lages afirman que: «El análisis de los supuestos epistemológicos permite
comprender las finalidades que se proponen en la enseñanza de las Ciencias
Sociales, los criterios que rigen la selección de los contenidos, sus preferencias
metodológicas y sus prácticas evaluativas”.
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Otros autores también manifiestan que, «La tarea específica de impartir las
Ciencias Sociales, en cuanto diseño didáctico, no es neutral, sino que está
influida e impregnada del paradigma científico que se utilice y por los objetivos
pedagógicos que pretende conseguir la estructura educativa como componente
social. Pensamos, por todo ello, que la Didáctica de las Ciencias Sociales debe
considerar la evolución que han experimentado los diferentes paradigmas
científicos que caracterizan a cada una de estas ciencias”.
En cuarto lugar, el conocimiento y posicionamiento epistemológicos condi-
cionan y determinan el para qué enseñamos Ciencias Sociales, cuáles son las
finalidades que otorgamos a la enseñanza de estas disciplinas, qué Ciencias
Sociales enseñamos, qué enseñamos de las mismas, y qué criterios seguimos
en la selección del conocimiento que se ha de incorporar en la enseñanza,
cuestiones éstas nucleares en la didáctica de las Ciencias Sociales.
En este sentido, Benejam, en el contexto de un trabajo sobre los contenidos a
incorporar en la Didáctica de las Ciencias Sociales, afirma: “Desde la Didáctica
de las Ciencias Sociales se debe indagar forzosamente en el terreno de la
epistemología de la ciencia referente para poder contestar a dos preguntas
básicas: ¿Para qué enseñar Ciencias Sociales? y ¿qué enseñar de estas cien-
cias?, porque la reflexión epistemológica permite la definición de los objetivos
que se persignen, ofrece un hilo vertebrador para plantear la selección v
organización de los contenidos, al tiempo que favorece determinadas
metodologías”.
Posteriormente esta autora concreta aún más la influencia de la reflexión
epistemológica en el establecimiento de las finalidades y los contenidos:
“¿Para qué enseñamos Ciencias Sociales? Esta cuestión no encuentra
respuesta fácil, porque no hay un único modelo explicativo e interpretativo
aceptado por toda la comunidad científica, sino que sobre este tema conviven
teorías y concepciones diferentes e incluso opuestas (...) La Didáctica de las
Ciencias Sociales ha de entrar necesariamente en el terreno de la teoría para
contestar a la pregunta ¿para qué enseñar Ciencias Sociales?, decisión
básicamente ideológica y que, a su vez, condiciona la respuesta a la pregunta
¿qué enseñar de Ciencias Sociales?, que es una opción científica».
En quinto lugar, una reflexión epistemológica ilumina sobre posibles dificultades
de enseñanza y aprendizaje derivadas de la propia naturaleza del conocimiento
social. Así, la problemática asociada al proceso de conceptualización del
tiempo histórico o del espacio geográfico, a la comprensión de la explicación
intencional o multicausal, o a la conversión del conocimiento vulgar en
conocimiento científico, por citar algunas cuestiones, puede encontrar vías de
solución en esta reflexión epistemológica, posibilitando el planteamiento de la
lógica interna que hay que respetar en su tratamiento didáctico.
En sexto y último lugar, entendemos que aportar al contenido conceptual y los
sistemas metodológicos, desde la perspectiva de los diferentes posiciona-
mientos paradigmáticos, es un requisito fundamental, tanto en la construcción
del saber como en la formación de ese saber.
La fundamentación epistemológica contribuye, pues, en gran medida, a dar
sentido a cualquier área de conocimiento, y la nuestra no es una excepción.

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APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LAS CIENCIAS SOCIALES. EL


PROBLEMA DE SU DELIMITACIÓN

LEVY STRAUSS
Abordar la cuestión de qué son las Ciencias Sociales es una tarea muy com-
pleja, tanto por la amplitud y ambigüedad del concepto como por la diversidad
de esquemas y estructuras organizativas que engloba Estudios patrocinados
por la UNESCO diferencian entre «Ciencias Sociales» y «Ciencias Humanas»;
las primeras -siguiendo un criterio positivista- se definen como aquellas
ciencias que estudian y analizan los hechos objetivos de la sociedad, mientras
que las segundas analizan los productos elaborados por la inteligencia
humana, y por tanto son más subjetivas.
Levy-Strauss considera que diferenciar entre Ciencias Humanas y Ciencias
Sociales carece de sentido, dado que el carácter social es indisociable de la
naturaleza humana. Otros autores utilizan la expresión «Ciencias Humanas», y,
guardarían relación con todas las formas del saber; al referirse al hombre,
cuyas características básicas son vivir, hablar y producir, las Ciencias
Humanas se agrupan en tres modelos básicos: el biológico, el filológico y el
económico.
Duverger defiende la denominación de Ciencias Sociales, respetando la
necesaria especialización derivada de la complejidad de los hechos sociales y
la diversidad de técnicas empleadas para observarlos: «... la complejidad de los
hechos sociales y la diversidad de técnicas empleadas para observarlos,
exigen una especialización (...) pero el economista, el historiador, el demógrafo,
etc., no deberían perder de vista el conjunto de los fenómenos sociales y su
conexión, y cuando profundizan en el campo de su especialidad deberían
conservar la preocupación por los nexos entre esta y los demás elementos de
la vida social» .
Piaget se refiere indistintamente a las Ciencias Sociales, a las Ciencias
Humanas y a las Ciencias del Hombre. Para él, los fenómenos sociales
dependen de todos los caracteres del hombre, y las Ciencias Humanas son to-
das sociales por uno y otro de sus aspectos. La diferencia entre Ciencias
Sociales y Ciencias Humanas tendría sentido si se pudiera disociar en el
hombre que ensalza las sociedades particulares en que él vive y lo que
constituye la naturaleza humana universal.
Una última referencia, que nos parece obligado recoger, es la procedente de la
National Science Foundation, «Las Ciencias Sociales son disciplinas
intelectuales que estudian al hombre como ser social por medio del método
científico. Es su enfoque bacía el hombre como miembro de la sociedad y

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sobre los grupos y las sociedades que forma lo que distingue a las Ciencias
Sociales de las Ciencias Físicas y Biológicas».
Una vez efectuadas estas consideraciones conceptuales, conviene abordar la
delimitación del campo de actuación de las Ciencias Sociales, esto es, su confi-
guración, puesto que el estudio del hombre como ser social figura como objeto
de estudio en diversas ciencias, y cada una de ellas conserva su identidad, su
lógica interna, su dominio de investigación y sus procesos específicos de
validación; en este sentido, en la actualidad continúa la discusión sobre qué
disciplinas se incluyen en las que llamamos Ciencias Sociales, que se nos
presentan como una pluralidad confusa y desordenada.
Una última cuestión que queremos abordar en la aproximación conceptual que
estamos realizando es la referida a los rasgos fundamentales que caracterizan
a las Ciencias Sociales.
En primer lugar, podemos señalar una serie de características que se consi-
deran comunes al conjunto de las ciencias:

Otros autores señalan tres características que consideran comunes a todas las
ciencias y, por tanto, también a las Sociales. En primer lugar, la ciencia
proporciona explicaciones. En segundo lugar, la ciencia descansa sobre bases
empíricas, en oposición a las formas no científicas de conocer, como las
intuiciones, las corazonadas o el conocimiento popular, y en tercer lugar, estos
autores destacan la naturaleza pública de los procedimientos utilizados en la
construcción del conocimiento.
Además de estas características, comunes a las ciencias en su conjunto, po-
demos señalar otras que se consideran específicas de las Ciencias Sociales,
que se caracterizan por el mayor grado de complejidad de los fenómenos del
hombre respecto a los fenómenos que estudian las ciencias físico-naturales, lo
que afecta a las leyes que logran descubrir y a la metodología seguida por
unas y otras.
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El estudio del hombre como ser social, que actúa como denominador común en
el objeto de estudio de las distintas Ciencias Sociales, provoca el que haya una
serie de rasgos peculiares de estas disciplinas.
Gross señala dos características distintivas de las Ciencias Sociales. En primer
lugar, las Ciencias Sociales producen generalizaciones probabilísticas: «El
científico social no puede predecir con absoluta certeza. Él puede producir
generalizaciones sobre la conducta humana para relacionar los hechos,
proporcionar explicaciones o sugerir causas, pero estas generalizaciones son
exactas solamente en términos de su probabilidad de ocurrencia». En segundo
lugar, los científicos sociales tienen grandes dificultades para aislarse de las
condiciones sociales que afectan a la situación que están investigando.
Para terminar con este apartado, y de acuerdo con lo que llevamos dicho,
podemos concluir, que las Ciencias Sociales: son todas las que estudian las
actividades del ser humano en sociedad, tanto en el pasado como en el
presente, y las relaciones e interacciones con el medio y el territorio donde se
han desarrollado o se desarrollan en la actualidad».
También hay que señalar que, cuando utilizamos la expresión «Ciencias So-
ciales», o «Ciencias Humanas», indistintamente, es para referirnos a los
estudios centrados en el hombre como ser social, que actúa, y ha actuado, en
el medio donde vive. Por lo tanto, las disciplinas que configuran el ámbito de
actuación de las Ciencias Sociales son las siguientes: Historia (incluyendo la
Historia del Arte), Geografía, Antropología, Sociología, Economía, Derecho y
Ciencias Políticas. De ellas, consideramos que las dos primeras constituyen la
columna vertebral del conocimiento social que hay que incorporar en la
enseñanza obligatoria.

PRINCIPALES TRADICIONES EPISTEMOLÓGICAS SEGUIDAS EN LAS


CIENCIAS SOCIALES

Las disciplinas científicas están determinadas por lo que en Filosofía de la


Ciencia se llama paradigma, es decir, una estructura mental, consciente o no
que sirve para clasificar al mundo. Es siempre una estructura abierta y
dinámica.
¿Cuáles son las diferentes formas en que las Ciencias Sociales afrontan la
interpretación y explicación de la realidad social? En Ciencias Sociales, como
en otros ámbitos científicos, no existe un único modelo aceptado por toda la
comunidad científica, sino que sobre este tema conviven teorías y concepcio-
nes diferentes e incluso opuestas. Además, la opción por un modelo teórico
supone siempre elegir una forma de representar nuestro campo de acción
posible en el mundo; los paradigmas representan una manera de situarnos y
relacionarnos con el mundo Esta toma de postura nunca es una acción neutra:
depende, según los contextos, de intereses de poder económicos, políticos o
culturales, que deciden la finalidad de los proyectos o potencian, incluso, las
motivaciones de los grupos que investigan.
Vamos a contemplar las principales tradiciones seguidas en Ciencias Sociales
a partir del siglo XIX, período desde el cual comienza a considerarse al
hombre, en su dimensión social, como objeto de estudio del conocimiento
científico.
Antes de desarrollar estas tradiciones plantearemos unas consideraciones ge-
nerales sobre el proceso de configuración de las Ciencias Sociales. Cinco gran-

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des etapas son las que podemos señalar en este proceso, desde la Grecia
clásica hasta la actualidad.

La primera etapa abarca desde la Grecia clásica hasta el final de la Edad Anti -
gua. La creación del pensamiento filosófico griego y las aportaciones del Dere-
cho Romano constituyen los aspectos fundamentales a tomar en
consideración: tras el inicio filosófico del mundo griego, es el Derecho Romano,
con su aplicación práctica, el pilar más importante en el necesario acumulo de
experiencias, conocimientos e interpretaciones que permitirán, en su momento,
desembocar en una ciencia social.

La segunda etapa coincide con el desarrollo del mundo medieval, en el que las
aportaciones del cristianismo y del islamismo son fundamentales. El primero
influyó en la aparición de una Teología, una Ética y un nuevo Derecho, que
aportaron nuevos conceptos surgidos de la nueva práctica social cristiana. El
pensamiento islámico, a través de su forma particular de asimilar la cultura gre-
corromana, influyó en la constitución de dos cuerpos de conocimientos distin-
tos, el social y el natural. Por otra parte, Bacon y sus trabajos sobre el método
científico, Galileo con los suyos sobre el procedimiento experimental, y Descar-
tes con su teoría de la dualidad entre la materia y el espíritu, consagraron esta
diferencia entre los dos ámbitos de la ciencia, el de lo social y el de lo natural.

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HOBBES LOCKE MONTESQUIEU ROUSSEAU

Una tercera gran etapa abarca desde el Renacimiento hasta comienzos del si-
glo XIX. Las grandes transformaciones económicas, sociales y políticas que se
desencadenan a partir del Renacimiento conducen a la creación de una nueva
ciencia, un nuevo espacio conceptual: será este el de las Ciencias Humanas,
que entrarán en colisión progresivamente con el marco ético-religioso anterior.
Surgirán la Economía, como reflejo de la preocupación social por la Riqueza de
las Naciones, v la Historia, como conciencia y conceptualización sobre la
historicidad (cambios) de las estructuras sociales v de sus componentes. En
esta etapa es obligado aludir a las reflexiones sobre las nuevas formas de
organización social de Hobbes, Locke, Montesquieu o Rousseau.

La cuarta etapa se desarrolla durante el siglo XIX, y podemos decir que es la


de la constitución de las Ciencias Sociales. La obra de Kant, desarrollada en el
siglo anterior, desempeñará un importante papel en ese aspecto. Este
pensador diferencia dos campos en el conocimiento: el de la naturaleza, que es
susceptible de conocimiento y extracción de leyes y regularidades, y el de la
conducta humana, en el que es imposible la aplicación del método científico
natural. A esta cuestión se responde a lo largo del siglo XIX de tres formas
distintas: una, intentando demostrar que los ámbitos de la conducta humana
son susceptibles de investigación, y que es posible obtener teorías y leyes
aplicando los métodos científico-naturales. Otra, al afirmar que existen dos
tipos de ciencias, las de la naturaleza, con su propio método, y las del Espíritu,
con el suyo, y dejando claro que los fenómenos humanos y sociales precisan la
construcción de una metodología y una epistemología distintas. Una tercera
forma es la que afirma que tanto los fenómenos naturales como los humanos
participan de una misma esencia y proceso universales, al formar parte de la
totalidad que implica la realidad.
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A lo largo del siglo XIX, y coincidiendo con los avatares sociales, económicos y
políticos, se van generando nuevos campos del conocimiento social, como la
Antropología o la Ciencia Política; también es en esta etapa cuando la Geogra-
fía y la Historia se incorporan a las disciplinas académicas.

La quinta y última etapa en esta configuración de las Ciencias Sociales se sitúa


en el siglo XX y se caracteriza, básicamente, por el alto grado de
especialización que alcanza el conocimiento social. Vamos a prestar especial
atención a esta etapa al plantear las distintas corrientes paradigmáticas
seguidas en Ciencias Sociales.
Una vez efectuadas estas consideraciones sobre el proceso de configuración
de las Ciencias Sociales, pasamos a plantear las principales tradiciones
epistemológicas seguidas en las mismas, y que, además, más han influido en
el ámbito de la enseñanza. Asumiendo los riesgos que conlleva cualquier
simplificación, pero poniendo también de manifiesto las ventajas didácticas de
toda síntesis, vamos a concretar nuestro planteamiento en las siguientes
tradiciones:

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SITUACIÓN
ACTUAL
TRADICIÓN
Y PROYECCIÓN
POSITIVISTA
DE
FUTURO

TRADICIONES
EPISTEMOLÓGICAS

NUEVAS
TRADICIONES TRADICIONES
ANTI- ANTIPOSITI-
POSITIVISTA VISTAS

TRADICIONES
NEO-
POSITIVAS

a) La tradición positivista en Ciencias Sociales

El pensamiento positivista, en sus distintas formulaciones, ha ejercido una


importante influencia en el campo de las Ciencias Sociales y en el de su
enseñanza, desde su aparición en el siglo XIX y prácticamente hasta nuestros
días; es por ello necesario prestarle una atención especial.

AUGUSTE COMTE FERRATER MORA

El primer uso del término «Positivismo» parece que se hizo en la escuela saint-
simoniana, de donde lo tomó Auguste Comte, que es considerado, de he cho,
como el padre de esta corriente de pensamiento. Comte dio a este vocablo el
contenido y la dimensión con que hoy es conocido, tanto en el uso corriente
como en el filosófico. Ferrater Mora sintetizando las principales tendencias del
positivismo, lo define como: «... una teoría del saber que se niega a admitir otra
realidad que no sean los hechos y a investigar otra cosa que no sean las
relaciones entre los hechos.

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Federico Sciacca aporta las siguientes características y puntos comunes


definidores del positivismo:
- Replantear y buscar la verdad en los hechos positivos.
- Considerar la experiencia como única fuente del saber y criterio último de
certeza.
- Acuerdo, y casi identidad, entre conocimiento filosófico y conocimiento
científico.
- Actitud agnóstica o negativa frente a los problemas de la metafísica, que
sobrepasan los límites de la experiencia.
- Concepción mecanicista de la naturaleza y, por consiguiente, determinismo
de los hechos naturales y humanos.
- Unidad de lo real, aunque algunos positivistas no niegan la diversidad de la
materia con relación al espíritu.
- Génesis, explicaciones y justificaciones de los valores espirituales según la
evolución biológica y las leyes de la psicología.
- De manera que la influencia del positivismo en las Ciencias Sociales puede
sintetizarse en tres puntos principales:
a) Unificación metodológica de las ciencias naturales y las ciencias
sociales. El método empleado con fruto en las primeras debe ser
empleado en las segundas. La legitimidad de esta unificación Ha
levantado muchas polémicas.
b) Desarrollo de la investigación empírica, ya que la experiencia es la única
fuente del saber y cualquier proposición ha de estar de acuerdo con los
hechos positivos.
c) Desarrollo de las técnicas cuantitativas aplicadas a este tipo de
conocimiento, principalmente de la estadística y las matemáticas.

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LEOPOLDO VON RANKE THEODOR MOMMSEN


En Historia, el positivismo se aprecia, básicamente, en la obra de los alemanes
Leopoldo von Ranke y Theodor Mommsen; el primero de ellos llega a ma-
nifestar que la finalidad de esta disciplina es «mostrar lo que realmente
sucedió». En Geografía, el pensamiento positivista cristalizará en el
determinismo geográfico que, como principio fundamental, establece una
relación de causa a efecto entre el medio y el hombre; como figuras
representativas podemos citar al alemán Ratzel o al francés Le Play. En
Economía podemos considerar a los fisiócratas del siglo XVIII con su
preocupación por descubrir las leyes que, a la manera de las Ciencias
Naturales, rigen el funcionamiento de los hechos económicos, como los
precursores de una economía positivista, representada por la Escuela Clásica,
cuyas figuras destacadas fueron Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill.
En Antropología la tradición positivista se concreta en los teóricos del
difusionismo, como Morgan y Taylor, defensores de la escuela histórico-cultural
que trata de explicar cómo es el presente a partir del pasado.

b) Las tradiciones antipositivistas en Ciencias Sociales

El pensamiento socialista en general, y el marxista en particular, desarrollado


en paralelo temporal al positivismo, representa la otra gran tradición
epistemológica cuya influencia es evidente en el campo de las Ciencias
Sociales, y también en su enseñanza. En esencia, representa una oposición
frontal al pensamiento positivista, tradición que entró en crisis, además, ante el
desarrollo de otras corrientes de pensamiento, como el historicismo o el
idealismo.

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KARL MARX FEDERICO ENGELS


La tradición socialista adquiere su máxima representación con la obra de Karl
Marx, seguida, criticada o interpretada divergentemente en las corrientes de
pensamiento posteriores. El pensamiento marxista se distingue por su carácter
antiteorético y comprometido. Marx plantea una teoría que, partiendo del
hombre, tienda a transformar activamente la misma realidad; la acción, la
«praxis» revolucionaria, forma parte integrante de esta teoría, que no se agota
en la elaboración de los conceptos, en el conocimiento científico de la realidad;
en su obra Tesis sobre Feurbach plantea su concepción de la praxis: los
filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero
de lo que se trata es de transformarlo.
Además de esta idea básica del pensamiento marxista, hay otras que han
influido de forma determinante en las Ciencias Sociales en su conjunto, y en
algunas de ellas en concreto, de forma especial, como la Economía, la Historia,
la Sociología o la Ciencia Política. La primera seria el análisis económico: Marx
considera la economía como el fundamento de la historia y de la organización
social; un cambio en la economía produciría un cambio en las mentalidades, en
el estado, en la religión y en la ciencia. En su obra El Capital, Marx aplica al
capitalismo un método de análisis dialéctico, basado en el principio de las
contradicciones. Una segunda idea tiene que ver con la organización social; la
lucha de clases constituye un concepto fundamental en la tradición marxista.
Engels formula tres formas de lucha de clases: económica (reformas en los
salarios, vivienda, lucha sindical, etc.), política (lucha por el poder, en el
parlamento o en la calle), e ideológica (toma de conciencia por parte del
proletariado). La tercera idea que cabe destacar es la referida a la
periodización histórica, la cual se establece a partir de sucesivos «modos de
producción»: el esclavista, el feudal, el capitalista y el socialista.
En definitiva, la tradición marxista es fundamental en Ciencias Sociales; su in-
fluencia se manifestará, especialmente, ya entrado el siglo XX, y abarcará
todos los campos de estudio de la realidad social.
El historicismo constituye otra corriente de pensamiento enfrentada frontal-
mente a la tradición positivista, aunque desde planteamientos muy distintos a
los del marxismo. Para Eerrater Mora «Suele darse este nombre -Historicismo-

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a un conjunto de corrientes de la más diversa índole que coinciden en subrayar


el papel desempeñado por el carácter histórico -la llamada historicidad- del
hombre y, en ocasiones, hasta de la naturaleza entera».

ABBAGNANO VIDAL DE LA BLACHE


Abbagnano, señala dos grandes rasgos distintivos del historicismo, y que
evidencian su oposición al positivismo:
“El historicismo supone que los objetos del conocimiento histórico tienen un
carácter especifico que los distingue de los del conocimiento natural. La
diferencia entre historia v naturaleza es cosa natural para el mismo, que se
desarrolla paralelamente a la fase positiva de las ciencias naturales.
Además de la Historia, las corrientes antipositivistas podemos apreciarlas en la
Geografía, en la que la reacción ante el determinismo geográfico tomó cuerpo
en el posibilismo y en el desarrollo de la corriente regionalista. Como figuras
destacadas podemos citar al francés Vidal de la Blache o al alemán Hettner. En
Economía hay que subrayar la importancia de la Escuela Histórica, opuesta al
positivismo al reivindicar la necesidad de explicar históricamente los hechos
económicos y sociales por medio del método i nductivo. Por último, cabe
señalar que en Antropología nos encontramos con los racionalistas, que
proclaman la necesidad de fijarse en la cultura total y no sólo en los utillajes
materiales, o con los estructuralistas, defensores de que el hecho primero de la
vida de los hombres está en la estructura subyacente a cada institución y
costumbre; como figura destacada podemos citar a Levy-Strauss.

c) Tradiciones neopositivistas en Ciencias Sociales

En las primeras décadas del siglo XX irrumpe con fuerza una corriente de pen-
samiento neopositivista que ejercerá una importante influencia en las Ciencias
Sociales. Con el nombre de neopositivismo se conoce el movimiento filosófico y
científico que surgió alrededor del Círculo de Viena, junto con los grupos que de
él se desmembraron y otros afines, como el Círculo de Varsovia.
Los principios fundamentales de los neopositivistas pueden formularse de la
siguiente manera :
- Reducción del papel de la filosofía a clarificar las proposiciones; el
establecimiento de las mismas corresponde a la lógica y a la ciencia
empírica.

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- Condena de la metafísica por carecer de significado. Sólo existen dos cla-


ses de enunciados: enunciados formales, tautológicos, de la lógica y de las
matemáticas; enunciados fácticos, verificables empíricamente. Como las
proposiciones metafísicas no son de ninguno de esos tipos, no tienen sig-
nificado literal.
- Interpretación del problema de la demarcación de un modo naturalista,
como problema de la ciencia natural, ya que el criterio de significación de
una proposición es su reducibilidad a un enunciado elemental de expe-
riencia.
- Desarrollo del principio de verificación, tendente a clarificar qué se consi-
dera por enunciados elementales y por significación, resumido en el lema
de que «el significado de una proposición consiste en su método de
verificación».
- Desarrollo de un principio de convencionaiidad, referido a las reglas del
cálculo y expuesto en diferentes formas.
- Fisicalismo, cuyo contenido puede ser resumido diciendo que todas las
leyes, químicas, climatológicas o sociológicas, deben ser concebidas «como
partes de un sistema, es decir, de la ciencia unificada».
- Conducción de la filosofía al terreno de la lógica y del análisis lingüístico.

Los representantes más destacados de esta corriente son Rudolf Carnap y Karl
Popper. el primero de ellos defendió una de las tesis fundamentales del Cír culo
de Viena: la unidad de la ciencia a pesar de sus variadas ramas en los cam pos
del saber, y, por tanto, la necesidad de un solo lenguaje de la ciencia; Carnap
enunció el principio de la verificabilidad o de la confirmabilidad, según el cual
los enunciados científicos tienen que ser comprobados empíricamente: un
enunciado tiene significado sólo cuando hay alguna experiencia concebible que
lo haga verdadero. Popper es el autor de la teoría de la contrastabilidad o
falsabilidad, según la cual un enunciado o teoría son científicos sólo si son
falseables por la experiencia; la falsación consiste en demostrar el error y no en
la verificación.

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Como ya hemos señalado, la tradición neopositivista ejerció una importante in-


fluencia en el conjunto de las Ciencias Sociales. Se retoma la tesis positivista
según la cual el método científico ha de ir hacia la explicación de los hechos
por los métodos hipotético-deductivos, y a que es preciso formular teorías
previas a los hechos que se han de explicar. El neopositivismo ha estudiado
fundamentalmente problemas metodológicos y se ha esforzado por desarrollar
técnicas que permitan cuantificar los fenómenos sociales. Podríamos decir que
es el cuantitativismo la más clara manifestación del paradigma neopositivista
en Ciencias Sociales; las tablas estadísticas y las gráficas sintetizadoras son
frecuentes en los tratados de las diferentes Ciencias Sociales. En Historia
destacan la Historia Serial o la New Economic History; en Geografía
apreciamos el enfoque teórico cuantitativo. En Economía podemos citar a la
Escuela Neoclásica, precursora de la Escuela de Chicago.

d) Nueva tradición antipositivista. La Teoría Crítica

Coetáneamente a los planteamientos neopositivistas desarrollados en torno al


Círculo de Viena, se desarrolla una corriente de pensamiento neomarxista que
tomará cuerpo, fundamentalmente, alrededor de la Escuela de Frankfurt, y que
cristalizará en la Teoría Crítica.
La interpretación marxista de George Luckas (1885-1971) y de Antonio
Gramsci (1891-1937; constituye la base a partir de la cual se desarrollará esta
nueva teoría.
La corriente de pensamiento generada a partir de la Escuela de Frankfurt re-
presenta, básicamente, una oposición al empirismo positivista, criticando la ra-
cionalidad técnica y proponiendo una teoría crítica de la sociedad, bajo la
aspiración de mejorar las condiciones de vida de la humanidad. Los principios
fundamentales de esta tradición crítica o radical los podemos resumir en los
siguientes puntos:
- Crítica a la ciencia social neopositivista por limitarse, básicamente, a la des-
cripción y cuantificación de los fenómenos sociales, dejando el mundo tal
como es, sin entrar en la crítica profunda del sistema que lo sustenta.
- El espacio y la sociedad no son neutros, son el resultado del proceso his-
tórico a través del cual las personas y los grupos humanos los han organi -
zado y transformado.
- La ciencia, el espacio y el tiempo no son objetivos, son constructos sociales
al servicio de los intereses de quienes detentan el poder.

Los representantes más destacados de esta teoría son Max Horkheimer,


Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas. El primero de ellos
dio nombre a la corriente de pensamiento, al agrupar sus obras bajo el título
17
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

Teoría Crítica. Adorno defiende la tesis de que el verdadero conocimiento es el


que da cuenta de las contradicciones reales de la sociedad. Marcuse plantea
que la realización de la humanidad debe confiarse a la praxis marxista, a
fuerzas político-sociales revolucionarias. Habermas, por su parte, defiende el
interés emancipatorio del conocimiento.
Esta nueva reacción antiposítivista afectará al conjunto de las Ciencias
Sociales. En Historia se revalorizará la Historia social y económica, influida por
la ideología marxista; las obras de Lefebvre, Souboul o Vilar en Francia, Hill o
Hobsbawm en Gran Bretaña, o Kula y Tolpolski en Polonia, son buena prueba
de ello. En Geografía, la incidencia del marxismo será notoria en la llamada
Geografía Radical, entre cuyos representantes destacan Richard Peet o Yves
Lacoste; la influencia de las corrientes existencialistas y fenomenológicas se
apreciará en la Geografía Humanista y de la Percepción. En Sociología
podemos destacar a los seguidores del enfoque conflictivista o Sociología
Crítica, cuyos representantes más destacados son Castells, Giner o Lefebvre, o
a la Sociología Cualitativa. En Antropología sobresaldrán el estructuralismo
marxista de Godelier o el determinismo cultural de Marvin Harris. En Economía
se desarrollarán los planteamientos marxistas en el análisis de los fenómenos
del subdesarrollo.

e) Situación actual y proyección de futuro

Después de revisar los diferentes planteamientos paradigmáticos seguidos por


las Ciencias Sociales desde mediados del siglo XIX, y especialmente a lo largo
de todo el siglo XX, podemos concluir que se ha pasado de las grandes gene-
ralizaciones sobre principios, métodos y estrategias, desde planteamientos
empíricos, concretos, cuantitativos, que sólo verificaban cuestiones
previamente elaboradas, a una situación caracterizada por la necesidad de
desarrollar un enfoque más práctico, con trabajos globales y críticos que
detectan síntomas y analizan causas para aportar soluciones parciales a
problemas de la humanidad.
En el momento actual, a esta situación hay que añadir la influencia o el impacto
del pensamiento postmoderno, que defiende la relatividad del conocimiento, y
el hecho de que cada paradigma no es más que una explicación del mundo
entre otras explicaciones posibles: En Ciencias Sociales, las aportaciones del
postmodernismo con su relativismo antidogmático pueden llevar a un callejón
sin salida, dado que todo conocimiento es relativo porque está condicionado
por la interpretación del sujeto, el cual, a su vez, está condicionado por su
contexto cultural y social (...) Hoy, las Ciencias Sociales tratan de superar el
relativismo y han encontrado un posible asidero en algunas teorías como, por
ejemplo, en la teoría comunicativa de Habermas.

La Didáctica de las Ciencias Sociales reflexiona sobre el problema de la


interpretación personal que los alumnos hacen de sus experiencias, asume la
importancia del contexto y estudia cómo influye la dimensión social, temporal y
espacial en la formación del conocimiento, aceptando la interdisciplinariedad
que ello supone.

Por nuestra parte, entendemos que, a finales del siglo XX, las disciplinas
sociales no sólo deben generar y acumular saber, sino aportar soluciones a los
problemas planteados en la actual sociedad, propiciando la construcción de
18
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

una realidad más humana, justa y solidaria. Para ello, las Ciencias Sociales no
pueden dar la espalda a los rápidos cambios que se están produciendo en
nuestro planeta, como la progresiva conversión de los distintos sistemas
económicos del mundo al sistema de economía de mercado; el cambio
geoestratégico de zonas comerciales e industriales; la explosión demográfica y
el crecimiento de grandes ciudades que han provocado un aumento alarmante
de la pobreza o el avance de las altas tecnologías y los problemas medio-
ambientales.

Ante esta realidad social que aumenta las desigualdades, la aportación espe-
cífica de las Ciencias Sociales tendría que ser la creación de nuevas
soluciones para los nuevos problemas (...) La creación de este nuevo
paradigma subraya como ejes la comunicación-diálogo, el fortalecimiento de la
sociedad civil y la creación de una nueva ética .

EPISTEMOLOGÍA DE LAS PRINCIPALES CIENCIAS SOCIALES Y SU


ENSEÑANZA
Anteriormente hemos reflexionado sobre la epistemología de las Ciencias
Sociales en su conjunto, prestando especial atención al problema de su
delimitación. De lo que llevamos planteado podemos concluir que las Ciencias
Sociales representan un ámbito general de conocimiento donde se desarrollan
ciencias concretas; no existen las Ciencias Sociales como una disciplina homo-
génea, como un campo del saber que responda a una estructura lógica y con
una metodología única y específica; las estructuras analíticas de sus distintas
disciplinas no son las mismas, aunque se puedan considerar complementarias

En definitiva, es necesario hacer constar que cada ciencia social tiene su pro-
pia lógica interna, su epistemología y su método, y ha seguido un desarrollo
que le es propio. El ser humano como ser social, objeto de estudio de las
Ciencias Sociales, es complejo, de manera que es imposible tratar de abarcar
el conjunto desde un solo campo del saber social y desde una sola
metodología. Cada ciencia social se encarga del estudio de un campo de la
realidad social, de un ámbito del ser humano como ser social, y ha de
relacionarse con el resto de Ciencias Sociales para una explicación completa.

En relación con lo anterior, hemos de señalar que no se puede aceptar el afan


monopolístico de una o varias Ciencias Sociales, como se ha pretendido en
ocasiones, por ejemplo con la Sociología o con la Historia Pero sí que hay una
serie de Ciencias Sociales que, desde el punto de vista estrictamente
educativo, deben ocupar un lugar privilegiado en la enseñanza tanto obligatoria
como universitaria; estas disciplinas son la Historia, la Geografía y la Historia
del Arte, y ello, básicamente, por diversas razones:

a) Por su importante tradición educativa. Estas disciplinas, con diferentes


formulaciones y concreciones, han estado presentes en el sistema educati-
vo peruano desde prácticamente los inicios del mismo.
b) Por su mayor tradición y tratamiento didáctico. La gran cantidad de
bibliografía existente sobre experiencias didácticas y fundamentación teóri-
ca constituye una buena prueba de ello.

19
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

c) Por su poder integrador y explicativo en relación con el estudio del hombre


como ser social, por las contribuciones a la comprensión de la realidad
social.

En la enseñanza, la Didáctica de las Ciencias Sociales deberá ocuparse de


estudiar los procesos económicos, sociales y culturales que operan a múltiples
escalas y tiempos, y analizar su impacto sobre la especificidad de los lugares
para poder explicar las variaciones y la unicidad de cada contexto dentro de un
sistema caracterizado por la globalización e interdependencia crecientes. Todo
ello supone utilizar escalas pequeñas y grandes en un proceso en el que se
pasa de la consideración del sistema mundo a la contextualización del
problema en la localidad, la región. el pais o el mundo, en un proceso donde se
transita desde la concepción global hasta tiempos y espacios concretos, y
viceversa.

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE Y DE
AUTOEVALUACIÓN
1. Análisis de la experiencia personal en el sistema educativo
Lee el texto que tienes a continuación y contesta el cuestionario.

Seguro que a lo largo de los años has tenido una serie de experiencias en
relación con el sistema educativo, agradables unas, desagradables otras,
momentos buenos, momentos malos..., de las que aún guardas recuerdos. De
la misma manera, has conocido profesores que por alguna razón positiva o ne-
gativa te merecen una especial consideración. Piensa en algunas de esas
situaciones y relátalas, describiendo los detalles más significativos y relevantes
según el guión.

 ¿Qué diferencias recuerdas entre el actual currículo de Ciencias Sociales


de primaria y secundaria y el que tu realizaste?
 ¿Qué características generales crees que tienen los profesores y/o las si-
tuaciones que has seleccionado?
 ¿Qué sucedía en las clases, cuál era la secuencia habitual de trabajo?
 ¿Cuáles eran los problemas, dificultades, etc., según tu opinión, que más
preocupaban a los profesores y a ti como estudiante?

2. Análisis de diferentes opiniones sobre el papel que se otorga a cada una de


las disciplinas sociales en el currículo.
Lee los textos que tienes a continuación y contesta el cuestionario.

TEXTO A
“ Las Ciencias Sociales son una especie de cajón de sastre donde, con el
pretexto de estudiar esa cosa vaporosa i a la vez multiforme que llamamos “lo
social”, caben las cuestiones más variopintas que pueda imaginarse. Hoy en
día un profesor de “sociales” es algo así como un animador cultural, que puede
dedicarse a enseñar convivencia cívica, preparar con sus alumnos una
encuesta en un barrio, hablar de la historia de la música “pop” o, porque no, de
la importancia actual del diseño. En estas condiciones, lo “histórico”, tiende a
desvanecerse en el aprendizaje de nuestros jóvenes, dejando el campo a una
especie de barniz sociocultural, eso sí, lo más lúdico i posmoderno posible”.
20
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

(VALDEON, J)

TEXTO B
“ La Historia tiene i debe tener su lugar, sin duda en la enseñanza obligatoria,
pues es el pasado i la memoria colectiva de una sociedad o una cultura, pero la
cuestión es que lugar, o más bien cuando en relación con otras ciencias
sociales. La pretensión de que presenta una “perspectiva global e integrada”
cosa que por lo visto no haría ninguna otra ciencia social, es sencillamente
ridícula. Esta perspectiva está igualmente presente i probablemente más, en la
Sociología i la Economía (…) lo que difiere a la economía (entendida como
Economía Política), i sobre todo a la Sociología, de la Historia no es que unas u
otras sean más o menos globalistas o particularistas, sino que aquellas se
ocupan del presente, aunque se apoyen para ello en la interpretación del
pasado, mientras que ésta lo hace del pasado, aunque lo haga a la luz del
presente o con consecuencias para su comprensión” (FERNÁNDEZ ENCISO).

 ¿Cuáles son las opiniones de uno i otro autor en relación con la


importancia de las disciplinas sociales del currículum?.
 ¿Coinciden tus opiniones con la de los autores? ¿Por qué sí o por que
no?.

3. Estudio de los paradigmas dominantes en Ciencias Sociales.


Considera si las siguientes formulaciones se inscriben en alguno de los
paradigmas de las Ciencias Sociales:

a) Las Ciencias Sociales sirven para que los alumnos conozcan las
fuentes del pasado i los hechos del presente, reconozcan los
modelos históricos i sociales y sus características, y sepan
aplicarlos para resolver los problemas sociales con rigor i eficacia.
b) Pretenden interesar a los alumnos en la comprensión de quienes
somos, de manera que sean concientes de su identidad.
“(sirven) para comprender el presente, las opciones que se han elegido i las
consecuencias que han tenido. Este conocimiento es necesario para plantear
posibles acciones alternativas quesean más adecuadas para construir una
sociedad más justa i más libre”

NATURALEZA I CAMPO EPISTEMOLÓGICO DE LAS


CIENCIAS SOCIALES

OBJETIVOS DE APRENDIZAJE

1. Conocer la problemática existente en torno a la naturaleza e identidad de


las Ciencias Sociales, tanto en la especificidad de objeto propio como en el
carácter científico de su método.
2. Definir el concepto de Ciencias Sociales, delimitar su campo epistemoló-
gico, descubriendo, por un lado, los elementos que las definen como ver-
daderas ciencias, y, por otro, las características comunes a todas ellas.
21
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

3. Conocer el origen y evolución de las Ciencias Sociales en general y, a mo -


do de ejemplo extensible a todas, de algunas de ellas como la Antropología
cultural, la Geografía y la Historia.

22
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

Concepto Conjunto heterogéneo de disciplinas


relativamente jóvenes que proceden con el
rigor y método científico.

El hombre en cuanto ser social, los grupos


humanos, evolución a lo largo del tiempo, la
Campo
ocupación y organización de los espacios, sus
epistemológico
producciones culturales, la organización y el
ejercicio del poder, etc.

El carácter científico del método utilizado.

El campo epistemológico propio.


Elementos
comunes
Las peculiaridades que en ellas adquiere el
método científico.

Las relaciones específicas que en ellas se


establecen entre el sujeto y el objeto.
LAS
CIENCIAS
SOCIALES Antropología cultural
Demografía
Psicología social
Economía
Elenco de ellas Historia del Arte
Historia
Derecho social
Geografía
Sociología

En general
Origen y
evolución
De algunas de ellas

23
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

NATURALEZA Y CAMPO EPISTEMOLÓGICO DE LAS CIENCIAS


SOCIALES

Es un hecho constatable la existencia de las Ciencias Sociales como conjunto


específico dentro del mundo de las Ciencias. Ello significa que, pese a algunas
reticencias puntuales provenientes del mundo de las Ciencias experimentales,
el mundo científico las reconoce como tales ciencias: reconoce que realizan su
trabajo de investigación sobre un objeto o campo específico propio y aplicando
el método científico, lo que implica, además, el reconocimiento del carácter
científico a sus observaciones, planteamiento de hipótesis y, lo más importante
desde el punto de vista práctico, a sus conclusiones.

Podemos adelantar ya una definición telegráfica, pero que no deja de ser una
primera conclusión: las Ciencias Sociales son ciencias y son sociales. Se trata,
por tanto, de varias (o de muchas) ciencias en las que va unido el carácter
científico de su método y el carácter social de su objeto de estudio.

Las Ciencias Sociales son, realmente, un conjunto amplio y heterogéneo de


disciplinas relativamente jóvenes que estudian al hombre en cuanto ser social.
Aunque poseen las características comunes a todas las ciencias -la aplicación
del método científico en la investigación sobre un objeto o campo
epistemológico propio-, sin embargo, las Ciencias Sociales se distinguen de las
demás por unos rasgos y características diferenciales específicas, que se
derivan de su objeto de estudio y de las peculiaridades que en ellas adquiere la
aplicación del método científico.

En una primera descripción del objeto específico de las Ciencias Sociales des-
cubrimos una serie de aspectos, matices y parcelaciones que nos descubre la
anteriormente mencionada heterogeneidad y, al mismo tiempo, los elementos
comunes a todas ellas. Su campo epistemológico abarca, entre otros aspectos,
los siguientes:

 La naturaleza social de los seres humanos y su evolución a través del


tiempo.
 El comportamiento de los seres humanos en sus aspectos relaciónales con
los demás humanos.
 La naturaleza de los diversos grupos humanos, su aparición en el tiempo,
su evolución, crecimiento, desaparición, etc.
 La organización y el ejercicio del poder en el interior de los grupos y entre
unos grupos y otros, así como su evolución y transformación a lo largo del
tiempo.
 Los comportamientos de los seres humanos en el interior de los diversos
grupos de pertenencia, así como de los mismos grupos como sujetos co-
lectivos en relación con otros grupos.
 La ocupación y organización de los espacios y territorios donde se asientan
los diversos grupos humanos y su interacción con el entorno.
 Los diversos modos que los individuos y los grupos tienen de organizarse
para producir lo que necesitan para vivir, progresando en la calidad de vida,
adaptándose al medio físico y natural donde viven.
 Las actividades y producciones materiales, intelectuales y espirituales, con
las que los individuos y los grupos se expresan y se comunican.
24
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

 Las manifestaciones artísticas y culturales.


 La evolución en el tiempo de los diversos grupos, instituciones, los múltiples
avatares que los individuos, los grupos humanos y la humanidad entera han
sufrido y protagonizado a lo largo del tiempo.

Lo que distingue a las Ciencias Sociales de las Ciencias Físicas y Biológicas


es, precisamente, este enfoque epistemológico hacia el hombre como parte in-
tegrante de la sociedad y hacia los grupos y las sociedades que el hombre
forma y en las que crece, se desarrolla y se relaciona.

La evidente amplitud y heterogeneidad de este campo epistemológico hace


prácticamente imposible la existencia de una única ciencia de tipo global, de
una sola fundamentación epistemológica válida para la realidad social en su
conjunto. No sería legítimo ni factible que una o varias de las ciencias que
componen el elenco de las Ciencias Sociales como la Geografía, la Historia o
la Sociología por ejemplo pretendieran alzarse con la exclusividad de los
estudios sociales.Tampoco sería sensato instalarse en la atomización
desconectada de los diversos enfoques con los que se puede y se debe
abordar científicamente el estudio de la compleja realidad social. El geógrafo, el
historiador, el sociólogo, etc., al centrar su estudio especializado en su sector
específico de la realidad social, no debería encerrarse en su parcela científica
de tal manera que, perdiendo la visión de conjunto, se despreocupara por
conservar los nexos necesarios entre «su ciencia» y las demás Ciencias
Sociales, entre «su campo epistemológico» y los demás elementos de la vida
social.

Para hacer esto posible, y ante la todavía poco cohesionada realidad de las
Ciencias Sociales, se impone la necesidad de crear unos espacios multidiscipli-
nares comunes, de confluencia y cooperación entre todas las Ciencias
Sociales, aun permaneciendo cada una con su autonomía, su enfoque
epistemológico y sus peculiaridades metodológicas propias, espacios en los
que la investigación pueda transitar de unas ciencias a otras y en los que
confluyan las peculiaridades comunes. Se trata de un campo relacional y de
interacciones entre todas las Ciencias Sociales en el que se situarían aquellos
conceptos que son fundamentales, en cuya estructuración y transposición al
campo de la enseñanza pensamos que tendría su cometido y contenido
específicos la Didáctica de las Ciencias Sociales, con la creación de espacios
comunes a todas ellas.

Para el establecimiento de los antes mencionados espacios comunes pueden


servir de catalizadores conceptos tan fundamentales como los que resalta Pilar
Benejam: identidad-alteridad, racionalidad-irracionalidad, continuidad-cambio,
diferenciación, diversidad-desigualdad, conflicto, interrelación, organización.
Conceptos que evocan realidades fácticas las cuales se convierten en campos
epistemológicos compartidos por todas o por muchas de las Ciencias Sociales.
Los hechos que concretan el concepto de diversidad, por ejemplo, pueden ser
estudiados diacrónica o sincrónicamente por todas o por varias de las Ciencias
Sociales: diversidad de formas (de territorios, personas, comunidades o
países), de modos o maneras de pensar en el tiempo o en el espacio
(culturales, sociales, políticos, religiosos, etc.), de usos o maneras de actuar en
el tiempo y en el espacio (comunicaciones, organizaciones, legislación, etc.).
25
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

CARACTERÍSTICAS Y ELEMENTOS COMUNES A


TODAS LAS CIENCIAS SOCIALES

Lo que justifica la inclusión de las disciplinas sociales en el universo de las


ciencias y su constitución como grupo específico dentro del mismo, pese a las
diferencias reales entre ellas y el resto de las ciencias, por una parte, y la
diversidad de enfoque con que cada una de ellas trata el objeto epistemológico
común, por otra, es que todas ellas poseen elementos comunes. Dichos
elementos se pueden sintetizar en los siguientes:

SU CARÁCTER CIENTÍFICO

La primera característica común a todas las Ciencias Sociales, tanto en su mo-


do de producir conocimiento como en el conocimiento adquirido, es su carácter
científico, aunque algunos epistemólogos, particularmente los más radicales
salidos del campo de las ciencias naturales, se resistan a reconocerlo por sus
características de inexactitud y provisionalidad con las que estas ciencias
operan. Sin embargo, “la calificación de científico de un determinado
conocimiento no viene dado por la exactitud e inapelabilidad del resultado
finalmente conseguido, sino por el camino que se ha trazado para fabricarlo, es
decir, por la aplicación de un método: el método científico».

El conocimiento científico (episteme), como resultado de la investigación rea-


lizada con el método y el objetivo de la ciencia va más allá del conocimiento
vulgar, puesto que, lejos de quedarse en los aspectos puramente externos,
abarca o pretende abarcar, en cuanto es posible, todos los aspectos de la
realidad estudiada, incluidos los más profundos, en sus elementos estáticos y
dinámicos, así como sus relaciones con el resto del mundo. El científico «expe-
rimenta, describe, mide y observa; inventa tareas que explican el cómo y el
porqué de las cosas; inventa técnicas y herramientas; propone y dispone, hace
hipótesis y ensaya; hace preguntas a la naturaleza y obtiene respuestas; hace
conjeturas, refuta, confirma o no afirma; separa lo verdadero de lo falso, lo que
tiene sentido de lo que no lo tiene; nos dice cómo llegar a donde queremos
llegar, cómo hacer lo que queremos hacer»
Para ser calificado de científico el conocimiento debe tener las características
siguientes: objetividad, carácter universal o social, provisionalidad, ausencia de
dogmatismo.

La tarea de la ciencia es llegar a la objetivación del conocimiento mediante el


proceso de investigación, evitando, en aras de la objetividad o de la verdad, lo
que viene a ser lo mismo en este caso, los posibles errores en los que puede
caer el investigador en todos o en algunos pasos o estadios de dicho proceso:
en la observación, medición, análisis, clasificación, análisis, conclusiones, etc.

Hay que advertir, por otra parte, que, si bien la actividad del científico (del
sujeto que hace la ciencia) puede deformar de diversas maneras la objetividad
de lo conocido, no es posible una objetividad absoluta. Hay una serie de
obstáculos epistemológicos que son casi inherentes a la actividad cognoscitiva,
los cuales pueden influir y modificar o deformar la objetividad del conocimiento
26
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

como actividad y como resultado. Entre esos obstáculos se pueden señalar los
siguientes: a) las opiniones y conocimientos previos no científicos de los cuales
hay que desprenderse o distanciarse críticamente antes de iniciar el proceso de
investigación; b) las tradiciones, prejuicios, las escalas de valores, cuando la
carga sentimental que comportan impidan la objetividad o el distanciamiento
científico del objeto. Para ello es necesario un ejercicio constante de
descentración, además de la actitud de no atenerse a lo inmediatamente dado
y de no instalarse en las ideas i convicciones que se posean, y ni siquiera en
los logros científicos conseguidos. El problema de la objetividad de la ciencia y
las amenazas que la acosan se plantea de modo más acuciante si cabe el
término, es en las Ciencias Sociales

EL CARÁCTER ESPECÍFICO DE SU OBJETO DE ESTUDIO: LA REALIDAD


SOCIAL

Se trata de una realidad que conjuga, por una parte, la heterogeneidad y ex-
trema diversidad de sus elementos (cultura material, sentimientos, opiniones,
actitudes, acciones de carácter práctico, interacciones con el medio, etc.), la
sociedad misma como un «nosotros colectivo» (Piaget), y, por otra, el carácter
único o diferente de los fenómenos sociales y el carácter transitorio y
cambiante (mutabilidad) de los mismos. Todo ello afecta al proceso y resultado
del conocimiento científico social, a su objetividad, universalidad y
permanencia, de tal modo que exige especial ejercicio de cientificidad por parte
de los epistemólogos sociales.

LAS CARACTERÍSTICAS PROPIAS QUE EN ELLAS ADQUIERE EL


PROCESO DE CONOCIMIENTO

El conocimiento científico social es el proceso y el resultado de aplicar el mé-


todo científico a la realidad social. Se trata de una investigación científica que,
como tal, sigue con el máximo rigor posible un determinado número de tases o
etapas lógica y sucesivamente concatenadas, orientadas a descubrir la verdad
en el campo epistemológico de lo social, cuya finalidad es adquirir
conocimientos e ideas nuevas sobre la realidad social para explicarla y dar
respuesta a los nuevos interrogantes y problemas que dicha realidad presenta.
Dichos problemas deben ser lo más concretos, reales, específicos y precisos
posible, y sus formulaciones conceptuales deben ser lo más objetivas posible,
es decir, fiel reflejo de lo que realmente ocurre en la realidad social.

Para conseguir sus objetivos la investigación social sigue un doble proceso de


movimiento inverso (Sierra, 1984): un primer proceso de verificación, que parte
de los conocimientos teóricos previos (episteme) y desciende hasta la realidad
empírica; un segundo proceso, de teorización, que partiendo de la realidad em-
pírica asciende nuevamente a la teoría, en una nueva sintética.
Es precisamente el proceso de verificación, la práctica de la prueba, lo que
hace la ciencia, que no es otra cosa que el conjunto sistematizado de ideas
contrastadas directa o indirectamente con la realidad. Ello supone la
observación sistemática de los hechos, con la consiguiente obtención de datos,
los cuales deben ser clasificados y analizados con vistas a sacar las
conclusiones pertinentes.

27
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

La característica más específica y diferenciadora que presentan las Ciencias


Sociales respecto a las Ciencias Físico-Naturales está en el proceso de
investigación. En las Ciencias Sociales este proceso es de origen y naturaleza
conceptual: su origen o punto de partida son las teorías previas
(conceptualizaciones de la realidad social) y su finalidad es la consecución de
nuevas teorías (nuevas conceptualizaciones); pero, incluso, todos los
elementos que forman parte del proceso de investigación (exceptuados en el
proceso de verificación los hechos cuya intervención es meramente pasiva),
tanto en la verificación como en la teorización (teorías, modelos, hipótesis,
datos enunciados), tienen un carácter conceptual, lo que contrasta con el
carácter empírico y objetivo de las Ciencias Físico-Naturales.

LAS ESPECÍFICAS RELACIONES QUE EN TODAS ELLAS SE DAN ENTRE


SUJETO Y OBJETO

Uno de los rasgos del conocimiento social es la implicación del sujeto en el


campo epistemológico, del que él mismo es parte integrante, pues el investiga-
dor forma parte de la realidad social que investiga. El sujeto cognoscente forma
parte del objeto conocido, el investigador es juez y parte al mismo tiempo del
objeto investigado, lo que hace más difícil la descentración y distanciamiento
exigidos en la investigación científica, si bien esa misma circunstancia puede
ayudarle a una mejor comprensión de los fenómenos que estudia . Es más, en
el universo científico de las Ciencias Sociales el hombre (sujeto) está siendo
constantemente modificado por la sociedad (objeto), puesto que, además de
los componentes biológicos, él mismo es producto de la realidad socio-cultural
en la que nace, crece y a la que está unido por unos vínculos mucho más
fuertes que unen al investigador con su objeto en el universo de las Ciencias
Naturales. Esta situación relacional plantea de modo acuciante el problema de
la objetividad y de la verdad del conocimiento social.
La objetividad en Ciencias Sociales, por tanto, implica por parte del científico
social el esfuerzo constante por encontrar la existencia de cierta relación en tre
el objeto teórico y el objeto real; incluso, como ocurre en Ciencias Sociales, él
mismo como sujeto que investiga no está ausente de esa relación. Sin embar-
go, la objetividad exige un ejercicio constante de descentración o, lo que es lo
mismo, de sustracción de su subjetividad, la cual le podría inducir a deformar la
percepción de lo rea! para «ver» lo que él desea ver y que sólo o en parte
existe en su interior.

Son estas relaciones peculiares lo que ha llevado a algunos científicos, prove-


nientes de las Ciencias Físico-Naturales, a negar la objetividad y neutralidad
del conocimiento social, aseverando que la tarea de los científicos sociales está
«contaminada» por aspectos ideológicos que hacen que su percepción y
conceptualización del mundo se construya desde la subjetividad.
Como se advierte, la ciencia no es una relación a solas entre el sujeto y lo real,
sino que se ve intermediada por algo que el propio sujeto encarna: la ideología,
entendida como la cultura, el mundo de valores, creencias, aspiraciones,
ideales e intereses dominantes, etc., en su contexto social global que
desbordan lo estrictamente empírico, psíquico e individual. Se trata, en defi-
nitiva, de un conjunto de enunciados sobre la realidad y los problemas reales,
los cuales comportan, de modo explícito o no, una valoración de ese referente
social. Tampoco está exenta de supuestos ideológicos la opción metodológica
28
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

-métodos positivistas, naturalistas objetivistas, etc.- por la que se decante el


científico social para su investigación, puesto que dicha opción implica también
una visión ideológica de la relación del ser humano con los objetos sociales.

Ello no supone que el conocimiento social sea necesariamente falso o carente


de verdad; pero las interpretaciones de la realidad que los científicos sociales
ofrecen dejan a veces entrever los posicionamientos ideológicos previos en
sus esquemas prácticos de acción, en sus justificaciones del orden social
existente. Además, la realidad social y el conocimiento que sobre ella tenemos
son producto de la actividad humana y, por tanto, son históricos, lo que
significa que son la concreción histórica de una de las muchas alternativas de
interpretación de la realidad posibles en el momento histórico en que dicha
formulación fue enunciada: la realidad social existente es, a su vez, una de las
realidades posibles, cuya existencia implica la negación del resto de las
alternativas que no han llegado a hacerse realidad.

ELENCO DE LAS CIENCIAS QUE INTEGRAN EL CONJUNTO DE LAS


CIENCIAS SOCIALES

La unidad global de las Ciencias Sociales está cimentada en la diversidad de


las disciplinas que forman el conjunto,para ser abordado adecuadamente,
dadas su complejidad y amplitud, el epistemólogo de éstas ciencias necesita
diferentes parcelaciones o cuerpos conceptuales mas reducidos y abarcables,
a los que corresponden otros tantos enfoques metodológicos, técnicas e
instrumentos investigadores, y, en general, sus propias y específicas
perspectivas de análisis y objetivos. Cada una de ellas corresponde a una
disciplina o ciencia social independiente, con su personalidad propia dentro del
campo científico. Es por ello por lo que hablamos de Ciencias Sociales y no de
una única Ciencia Social. Cada una de las Ciencias Sociales conserva dentro
del conjunto, por tanto, su propia identidad, su lógica interna, su dominio de
investigación y sus procesos específicos de validación.

Antes de entrar a presentar el elenco de las diversas Ciencias Sociales,


queremos referirnos a una problemática que debería estar ya superada pero
que aún aparece en la bibliografía: se trata de la distinción o no entre Ciencias
Humanas, Ciencias del Hombre, Humanidades y Ciencias Sociales.

A pesar del deseo manifestado por algunos de dejar zanjada la cuestión de la


denominación y delimitación de las Ciencias Sociales, considerando carente de
sentido la distinción entre Ciencias Sociales y Ciencias Humanas (Ciencias del
Hombre), todavía siguen dándose diversas posturas al respecto:

1º) Los que no establecen diferencias entre ambas: entre ellos está Levy-
Strauss para el cual carece de sentido diferenciar entre Ciencias Humanas y
Ciencias Sociales, puesto que todo lo humano es social por naturaleza. Michcle
Foucault , por su parte, utiliza la expresión «Ciencias Humanas», y, según este
autor, guardarían relación con todas las formas del saber; al referirse al
hombre, cuyas características básicas son vivir, hablar y producir, las Ciencias
Humanas se agrupan en tres modelos básicos: el biológico, el filológico y el
económico.

29
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

2o Los que mantienen la diferencia entre Ciencias Humanas y Ciencias So-


ciales: aquí se sitúan, en primer lugar, estudios patrocinados por la UNESCO
(1981), los cuales, siguiendo un criterio positivista , diferencian entre «Ciencias
Sociales» y «Ciencias Humanas»; definen las primeras como aquellas ciencias
que estudian los hechos objetivos de la sociedad, y las Ciencias Humanas
como aquellas que analizan los productos elaborados por la inteligencia
humana, y por tanto son más subjetivas.

3º) Los que no establecen una diferencia dicotómica entre las distintas dis-
ciplinas, abogando por la confluencia de todas ellas bajo la denominación
genérica de Ciencias Sociales: entre ellos se sitúa Jean Piaget, para quien el
carácter social es intrínseco al ser humano, lo que implica que todos los
fenómenos humanos son sociales y viceversa, todos los fenómenos sociales
son humanos. Por ello piensa que no tiene sentido la diferencia entre Ciencias
Humanas y Ciencias del Hombre (de hecho, él utiliza las dos expresiones
indistintamente y con el mismo valor), como tampoco lo tiene estudiar al
hombre sin tener en cuenta los factores sociales de los que él es agente y
víctima al mismo tiempo. Otro tanto piensa Duverger, que defiende la
denominación de Ciencias Sociales, respetando la necesaria especialización
derivada de la complejidad de los hechos sociales y la diversidad de técnicas
empleadas para observarlos.

De acuerdo con las diversas parcelaciones que se han hecho, y se pueden ha-
cer aún, del campo epistemológico de las Ciencias Sociales, y teniendo en
cuenta, igualmente, las peculiaridades y diversidad de enfoques en el estudio
científico del mismo, tendremos el siguiente elenco de las Ciencias Sociales
:Antropología Cultural, Ciencia Política, Demografía, Derecho Social, Econo-
mía, Geografía, Historia, Sociología, Psicología Social, etc.

Antropología
Sociología Cultural Demografia

Historia Economía

CIENCIA
S
Geografía Psicología Social
SOCIAES

Derecho social Ciencia política Historia del Arte

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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN GENERAL

Aunque la existencia de las Ciencias Sociales como disciplinas científicas es


relativamente reciente, incluso recentísima para alguna de ellas, no digamos la
de algunas de ellas en particular, la existencia de los fenómenos sociales es
tan antigua como la sociedad misma. No podemos confundir los hechos o
fenómenos sociales con el estudio científico de los mismos. Tampoco podemos
confundir las explicaciones vulgares que se han dado a lo largo de la historia, y
se siguen dando aún por doquier, con las explicaciones más o menos
científicas que de dichos fenómenos se han ido dando a lo largo de la historia,
sobre todo desde que surgen las distintas Ciencias Sociales.

En un intento de trazar una línea cronológica del origen y evolución de las


Ciencias Sociales podríamos establecer en ella dos grandes divisiones o
períodos: un primer período que denominaremos, con terminología de «perío-
do precientífico» o, con la nuestra propia, «antecedentes», que abarcaría
desde la Antigüedad helenista hasta el siglo XVIII, y un segundo «período
científico», que abarcaría desde el origen de las Ciencias Sociales, como tales
ciencias, hasta la actualidad.

En el período precientífico, en el análisis y las explicaciones de los fenómenos


sociales predominaban, sobre el estudio riguroso de tipo experimental, las
observaciones espontáneas y las explicaciones de carácter filosófico, religioso
y moral, cuando no las puramente supersticiosas y manipuladas por otros
intereses.
Desde finales del siglo XV hasta el XVIII, se fueron sucediendo una serie de
cambios en la percepción de la realidad, en la autonomía de la ciencia respecto
de la filosofía y la teología, que la habían «tutelado y controlado» hasta enton -
ces, en la progresiva maduración de la «visión humanista» de los fenómenos
sociales, que supusieron la entrada en un nuevo período de la humanidad. Se
fue imponiendo paulatinamente la visión científica de la realidad, a veces en
contra de los anteriores enfoques filosófico-religiosos, a veces al margen o
paralelamente a ellos. No fueron ajenos a estos cambios en la visión del mundo
y de la realidad factores como los grandes descubrimientos, la invención de la
imprenta, los avances en la construcción de diversos instrumentos de
observación y medida de la realidad física y natural, que abrieron la posibilidad
del estudio científico de los fenómenos físico-naturales. El desarrollo de las
universidades propiciaría este cambio, así como la necesidad de salir al paso
de nuevos problemas de toda índole que planteaban a la humanidad el
aumento demográfico, el fenómeno de la industrialización, la aparición del
espíritu capitalista de corte protestante calvinista, las revoluciones burguesas,
etc.

Fueron las Ciencias Naturales las que primero elaboraron una metodología
científica para la observación, descripción, cuantificación, clasificación,
interpretación y previsión de los fenómenos físico-naturales. Hombres como
Galileo, Copémico, Newton, etc., contribuyeron decisivamente al surgimiento y
consolidación de estas ciencias.

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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

Para el estudio científico de la realidad social los estudiosos se apoyaron en las


Ciencias Naturales, cuyos métodos vieron que podían servir, con las adapta-
ciones necesarias, para estudiar e interpretar la realidad social. De este modo,
se fueron asentando las bases para la aparición y consolidación científica de
las Ciencias Sociales. Un ejemplo de ello podemos verlo en el filósofo e
historiador italiano Juan Bautista Vico (1668-1744), quien en su libro Una nueva
ciencia sobre la naturaleza de los naciones formula la ley del eterno retorno,
según la cual la historia de las naciones se desarrolla siempre de forma
ordenada en tres fases: 1a) edad divina o mítica (de los dioses: de carácter
teocrático y sacerdotal); 2a) edad heroica o de los héroes (arbitraria y violenta,
caracterizada por la fuerza y el gobierno aristocrático); 3 a) edad humana o de
los hombres (caracterizada por la razón y la libertad). Finalizada esta tercera
fase, se produce una gran crisis tras la cual la nación inicia de nuevo el ciclo,
todo ello dirigido por la Providencia divina. El caso de Alexander von Humboldt
(1769-1859), uno de los fundadores de la Geografía, es paradigmático:
procedente del campo de las Ciencias Naturales, introdujo los métodos de
observación propios de estas ciencias en los estudios geográficos, con lo que
puso los cimientos y trazó el esquema general de la Geografía Física.
Ya en el siglo XIX se inicia la denominada etapa científica, con las aportaciones
de autores como Auguste Comte (1798-1857), Karl Marx (1818-1883), Émile
Durkheim (1858-1917), Benedetto Croce (1866-1952), etc., situación que se
consolidó durante el siglo XX, con la adquisición de «mayoría de edad» de
muchas de las ciencias y el surgimiento de otras, entre las que se encuentran
muchas de las que forman parte de las denominadas Ciencias Sociales.

CONTENIDO DE LAS CIENCIAS SOCIALES

La especie humana aprende, trabaja y vive en grupos. Ese es el principal


interés de la Sociología, la ciencia que estudia la vida en grupo, el origen i
desarrollo de las sociedades, el comportamiento humano en situaciones
sociales i los resultados de su vida en comunidad.

La experiencia de la vida colectiva define el ambiente humano en el cual se


desenvolverá i el tipo de personalidad que va a desarrollar. Este es el marco de
interés de otra ciencia social, la psicología. En otras palabras, la Psicología
estudia lo que somos, lo que nos caracteriza como individuos, nuestros
sentimientos, capacidad intelectual, temperamento, autoimagen, las actitudes,
valores, temores i pensamientos. Los seres humanos nacemos con ciertas
capacidades i limitaciones que provienen de nuestra herencia genética, pero
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

nuestra experiencia de vida en grupo – en nuestra familia durante los primeros


años de vida y, más tarde, por la manera particular en que cada uno de
nosotros organiza su experiencia de vida – determina el desarrollo de nuestros
aspectos emotivos, personalidad, capacidades cognoscitivas i destrezas
motoras. Todo esto pertenece al campo de la psicología.
A través de los siglos nuestra especie ha enfrentado la tarea de satisfacer sus
necesidades básicas mediante la transformación de la naturaleza. Para atender
las necesidades básicas de alimentación, vivienda i abrigo, hemos tenido que
producir o intercambiar mercancías con otros seres humanos. Este es el campo
de la ciencia social denominada Economía en la que se analizan las
decisiones humanas respecto a la producción, distribución i consumo de bienes
y servicios.
La humanidad siempre ha vivido en grupos; cuando las condiciones de vida le
eran adversas, vivía en grupos pequeños, familias nómades que iban de un
lugar a otro recolectando frutos o semillas para satisfacer su necesidad de
alimento. Pero a medida que dominó nuevas tecnologías que le permitieron
cultivar la tierra acarrear agua y alimentos, y domesticar animales, los grupos
humanos crecieron i se hizo más difícil la toma de decisiones. La ciencia social
que estudia la forma en que nuestra especie se organiza, toma decisiones i
ejerce el poder, es la Política. Algunas de las preguntas que responde esta
disciplina son: ¿qué circunstancias determinan el tipo de organización para la
toma de decisiones?, ¿Quién gobierna i porque obedece la gente? ¿Qué
ventajas i desventajas tiene delegar decisiones i poder?.
Pero lo que somos hoy no se acerca a nuestra descripción de hace millones
de años; hemos evolucionado, biológica, social i culturalmente. La
Antropología física es la ciencia del comportamiento humano que estudia la
evolución biológica de la especie desde un antepasado común con otros
primates hasta el desarrollo del primer prehumano que se irguió (Homo erectus)
y el primero con capacidad de desarrollar conocimiento ( Homo sapiens). La
Antropología cultural estudia el surgimiento i desarrollo de las culturas, lo que
nos hace propiamente humanos, desde las sociedades primitivas hasta las
actuales. Somos lo que hacemos, lo que creamos. Somos verdaderamente
humanos porque podemos crear cosas, artefactos, instrumentos, herramientas,
edificaciones, ideas, creencias; en otras palabras, cultura. No solo podemos
crear cultura material, sino que podemos trasmitir cultura no material a
generaciones posteriores. Esto también es campo de estudio de la antropología
cultural.

Pero los seres humanos vivimos i nos desarrollamos en distintos territorios, con
diferentes climas i condiciones de altura, temperatura i humedad; es decir, nos
adaptamos al ambiente i lo modificamos. Este es el interés de la Geografía,
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

otra disciplina de las ciencias sociales. Las primeras grandes civilizaciones se


desarrollaron junto a los ríos, en las costas y áreas tropicales; o como en el
caso de nuestra cultura, en un medio difícil que planteó un reto al hombre
andino para generar una respuesta cultural. A través de la historia, los seres
humanos se fueron esparciendo por el planeta i se han logrado asentar en los
ambientes más hostiles para su condición. Esto también pertenece a la
geografía.

La ciencia social que estudia los acontecimientos humanos a través del tiempo
es la Historia. Somos la única especie en el planeta que puede rescatar, por
medio de las fuentes documentales, los sucesos acontecidos a otros
individuos. A través de la historia podemos recuperar sus ideales, dificultades,
i como enfrentaron la naturaleza. Es necesario aclarar que desde los inicios de
esta ciencia social ha existido todo un debate sobre si en realidad es una
ciencia social o pertenece a las humanidades.
Otras disciplinas de las ciencias sociales que se derivan de las mencionadas
incluyen, demografía, derecho, relaciones internacionales, ecología humana i
criminología. Además muchas profesiones se enmarcan entre las disciplinas de
las ciencias sociales o su práctica profesional está fundamentada por éstas,
como trabajo social, administración pública, planificación, administración de
empresas, orientación, educación i relaciones públicas. Podemos concluir que
las ciencias sociales han contribuido de manera considerable al desarrollo de
los conocimientos que nos permiten comprender i entender el comportamiento
de los seres humanos i con ello a nosotros.

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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

ACTIVIDADES
1. Realizar un trabajo sobre el origen i evolución de algunas de las
Ciencias Sociales para exponerlos en grupo.
2. Realizar un trabajo sobre un problema social aplicando el método
científico i teniendo en cuenta el problema de la objetividad del
investigador.
3. Realizar un esquema resumen del tema, utilizando gráficos, i
sintetizando lo más posible el contenido.
AUTOEVALUACIÓN
a) Explique con sus propias palabras lo que entiende por Ciencias Sociales
b) Señale las características i elementos comunes a todas las Ciencias
Sociales.
c) Explicar brevemente a través de ejemplos los conceptos de Antropología
Cultural, Geografía e Historia.
d) ¿Qué es lo que diferencia a las Ciencias Sociales de las Ciencias
Naturales?.
e) ¿En que aspecto favorecieron las Ciencias Físico Naturales al desarrollo
de las Ciencias Sociales?
f) Explicar como se plantea en las Ciencias Sociales el problema de la
objetividad (las relaciones entre sujeto i objeto) i cómo intentan
resolverlo

35
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

BIBLIOGRAFÍA

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Prentice Hall. 2da. Edic. Méjico 2006

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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

LAS PRINCIPALES CIENCIAS SOCIALES

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA GEOGRAFÍA

La geografía moderna es una ciencia social que estudia la configuración del


suelo, la organización y estructura espacial de las sociedades humanas y las
influencias que en dicha organización ejercen las condiciones naturales, como
el clima y el entorno físico donde se asientan., así como la influencia de la
presencia de los seres humanos en la configuración y transformación de los
diferentes espacios y entornos naturales.

La geografía es una disciplina compleja que pone en juego al mismo tiempo las
técnicas y los puntos de vista de las Ciencias Naturales en su análisis del en-
torno físico y las propias de las Ciencias Sociales. La geografía como saber
científico no puede quedar encerrada, como ocurre con frecuencia, a la
limitación del sentido etimológico del término: geos y graphos, es decir, la
descripción de la tierra, sino que debe tratar de comprender y explicar la tierra y
sus regiones, intentando responder a preguntas sobre la distribución de los
seres humanos en ciertas regiones del planeta y no en otras, las relaciones
existentes entre los diversos grupos humanos, sus instituciones y los diversos
espacios en que habitan. La tarea del geógrafo, en consecuencia, consiste en
la aplicación de un tipo de análisis que permita comprender y explicar la
localización de los fenómenos físicos y humanos y las relaciones que se
establecen entre ambos.

ANTECEDENTES DE LA GEOGRAFÍA COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA

El origen de la geografía como «descripción de la tierra» se remonta a tiempos


muy remotos, puesto que la necesidad de describir y comprender la relación
entre el ser humano y su entorno es parte de nuestra evolución social.

Al intentar dar forma a su experiencia en relación con el espacio terrestre,


indagando y reflexionando sobre los fenómenos que atañen al planeta donde
vivían, incluida la «bóveda celeste», los griegos fueron los primeros que
convirtieron el saber práctico {experiencia!) del espacio terrestre en saber
intelectual sobre el mismo, descubriéndolo como objeto de estudio, y quienes
llevaron a cabo la representación de dicho espacio, lo que supone ya una cierta
descentración del objeto y una superación de la percepción ego y etnocéntrica
por parte de los intelectuales griegos. A este saber diferenciado sobre el
espacio, sobre la tierra, los griegos lo denominan geografía. Lo que no significa
la invención de la geografía en sentido moderno. Se trata, más bien, del esbozo
de un espacio intelectual sin límites precisos, al que se llega por distintas
aproximaciones, sin una concepción determinada, que se confunde con otros
campos del saber, hoy claramente diferenciados, como la astronomía, la
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

cosmografía y la matemática, y sobre el cual se interesan muchos autores y


desde intereses muy diversos. Entre ellos, Anaximandro (620-545 a.C), que
realizó el primer mapa geográfico: geographikós pínax; Hecateo (entre los
siglos VI-V a.c, con su obra Viaje alrededor de la tierra: géos peridoi.Dicearco
de Mesenia (siglos IV-m a.c), con obras como Acerca de las montañas del
Peloponeso, Acerca de las Islas, Acerca de los Puertos); Eratóstenes, que fue
el primero, en el siglo m a.c, en utilizar el término geografía para designar la
representación pictórica de la tierra, elaborando y aplicando el método que
permitía evaluar las dimensiones del globo terráqueo y tratando de ubicar las
tierras conocidas en una representación; etc.

Un hito importante en la reflexión griega de carácter geográfico lo encontramos


en Estrabón, historiador que intentó situar los diversos territorios y lugares, al
mismo tiempo que los representaba de una forma progresiva y secuencial
siguiendo, para ello, un modelo conceptual y expositivo, con el que intentaba
establecer los caracteres generales y específicos de los mismos, y sirviéndose
de ellos como escenario y marco de representación de los diversos pueblos y
de los acontecimientos históricos, pasados y presentes.

Durante la Edad Media la geografía, aunque mantuvo las características de


representación de la tierra imperantes en el mundo clásico, adquirió nuevas
connotaciones: el carácter marcadamente religioso de la mencionada
representación del mundo, donde cada elemento de la tierra y de los seres que
en ella habitan adquieren un carácter simbólico de la divinidad, de los espíritus
buenos y malos, y de sus acciones en beneficio o en perjuicio de los hombres.
Todos esos signos son objeto de interpretación «sistemática» y «rigurosa» por
parte de los estudiosos medievales: magia, adivinación y conocimiento
mezclados constituían el universo «científico» medieval Pese a ello, se
produjeron avances en el conocimiento y la descripción de la tierra. El
descubrimiento de la Geografía de Ptolomeo(obra de carácter cosmográfico y
cartográfico) en una biblioteca bizantina a finales del siglo XIII, y la posterior
publicación de su traducción latina por Nicolás Germanus (1477), que
incorporaba igualmente los mapas del mismo autor griego encontrados también
en dicho siglo, supusieron un gran impulso para los conocimientos descriptivos
del planeta. La obra de Ptolomeo hizo que la imagen (el mapa) medieval se
fuera rellenando de nuevas tierras, pueblos, islas y países (algunos ya
desaparecidos), y que se presentara ante las sociedades europeas una nueva
visión del planeta, que afectaba a su forma, dimensiones, tierras, mares, etc., y
un nuevo método de representación. De ello se benefició el mundo de la
navegación, para la que el saber griego astronómico y cosmográfico
representaba un soporte mucho más fiable y una sistematización de sus
prácticas de navegación. De este modo pudieron abrirse las rutas marítimas
hacia Oriente por el sur de África, propiciando el avance espectacular de la
cartografía, lo que facilitó los grandes descubrimientos geográficos.

LOS INICIOS DE LA GEOGRAFÍA MODERNA

Hablar de geografía moderna significa hacerlo de una disciplina con carácter


plenamente científico, que pasa de ser una mera descripción de los fenómenos
y hechos geográficos a buscar la explicación de los mismos, incorporándose al
conjunto de las nuevas ciencias. Su origen, que tiene lugar en la segunda mitad
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

del siglo XIX, vino propiciado por la confluencia de toda una serie de factores
que actuaron de precipitantes y condicionantes.

1. Los viajes de exploración que desde el siglo XVI, y sobre todo en el período
de la Ilustración hasta la primera mitad del siglo XIX, fueron cambiando la
percepción del mundo, tanto cuantitativamente, como es obvio, como
cualitativamente;
2. La paralela y casi consiguiente expansión colonial, que hacía aumentar en
la sociedad occidental el interés por conocer los nuevos territorios y las
posibilidades que ofrecían en todos los sentidos;
3. La aparición de nuevos planteamientos y corrientes filosóficas sobre el
hombre y el mundo que servían de soporte ideológico al discurso e inves-
tigación geográficos; el desarrollo del moderno nacionalismo burgués, que
impregnará a la geografía de connotaciones políticas y de potencialidades
de consolidación social; la maduración de la geografía como disciplina y su
incorporación como tal, con pleno reconocimiento institucional, al sistema
educativo nacional, no sólo en los niveles primeros y medios escolares, sino
en la propia Universidad.

Fue de la mano de los geógrafos alemanes Alexander Von Humboldt (1769-


1859) y Karl Ritter (1779-1859) como se establecieron las bases y el carácter
científicos de la geografía, al utilizar la verificación de los fenómenos según el
método científico creado en Inglaterra por Francis Bacon. Ambos tenían como
objetivo común dar un estatuto científico a la geografía, aunque cada uno
desde una disciplina distinta y hasta distante: Ritter pretendía que esta
disciplina siguiera siendo el marco de explicación natural de los
acontecimientos humanos, mientras que Humboldt, con una visión más
moderna, pretendía la fundación de una geografía física científica {Descripción
física de la Tierra), delimitando el objeto de acuerdo con el desarrollo de la
ciencia empírica y en el contexto de los objetivos propios de las ciencias
naturales, sobre todo de la geología, ciencia plenamente consolidada por
entonces. En su intensa actividad de observaciones sistemáticas e
investigaciones de campo, Humboldt no se limitó a compilar, describir y
clasificar, como se había hecho hasta entonces en los trabajos geográficos,
sino que se adentró en la explicación de fenómenos y procesos, con lo que
sentó las bases de la hoy denominada biogeografia .Ritter, por su parte, se
dedicó principalmente a la geografía regional, siendo el creador de la me-
todología de análisis regional (Landeskunde: geografía regional de los países);
también se le atribuye la creación del método comparativo en geografía.
Esta geografía moderna, entendida como «el cuerpo doctrinal que pretende dar
una explicación totalizadora de lo social y de lo físico, en el marco de una cien-
cia positiva, se propugnaba como una ciencia de las relaciones entre el hombre
y el medio, como una disciplina de interacción entre naturaleza y sociedad, con
una clara orientación medioambientalista, cuyo objetivo era «explicar la síntesis
suprema de relaciones totales de la superficie terrestre con la vida de las
plantas, de los animales y del hombre».

Para esta propugnada explicación científica comienzan a surgir, desde finales


del siglo XIX, diferentes paradigmas (escuelas o corrientes) en la investigación
científica, consistentes en una serie de «reglas inductivas o deductivas sobre

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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

los diversos tipos de fenómenos que debían ser investigados por los científicos,
y los mejores métodos de investigación» (Haggett, 1995).

1. El paradigma determinista. El primero fue el determinismo geográfico,


procedente de la geografía alemana y profundamente influido por la obra de
Charles Darwin y por las obras positivistas de Auguste Comte, para el cual
los factores físicos del espacio geográfico son determinantes para la
organización territorial de las sociedades humanas. Según Friedrich Ratzel
(1844-1904), los Estados se comportan en su crecimiento como seres
biológicos, estando sometidos a leyes que controlan sus procesos evoluti-
vos, y el crecimiento de las poblaciones está sometido y controlado por las
«fronteras naturales», como los desiertos, las regiones polares y
peripolares, las regiones pantanosas, etc. Su obra supuso la consolidación
de la Geografía Humana y abrió nuevos campos para la formación de los
territorios, el estudio de los movimientos migratorios, la distribución de la po-
blación, y todo ello sin alejarse del que era su objetivo esencial: el análisis
de las influencias que las condiciones naturales ejercen sobre la evolución
de las sociedades (determinismo).
2. El paradigma posibilista y regional. En oposición al determinismo surgió
el posibilismo geográfico, del que fueron exponentes significativos el geó-
grafo alemán Alfred Hettner (1859-1942), fundador de la moderna geografía
alemana y cuya metodología y materialismo filosóficos se basaban en la
filosofía de Kant, y el francés Paul Vidal de la Blache(1845-1918, que fue el
gran artífice de la Geografía Regional. Estos replicaban al determinismo
afirmando que la inteligencia humana es capaz de encontrar recursos para
superar ambientes hostiles y dominar las fuerzas de la naturaleza, a lo que
añadían la aseveración de que el desarrollo espacial de las sociedades
humanas sólo está condicionado por la capacidad de los seres humanos
para adaptarse al medio natural sobre el que actúan y al que doblegan.
Basta con asomarse a la experiencia de la humanidad desde entonces
hasta nuestros días para darse cuenta de hasta qué punto el paradigma
propugnado por estos geógrafos estaba cargado de razón. Vidal acentuaba
los componentes de libertad y creatividad contenidos en las acciones
humanas, los cuales escapan al pretendido determinismo impuesto por el
medio, de modo que siempre se presenta un amplio abanico de po-
sibilidades de acción y resolución de los impasses. Esta idea, no obstante,
no significa que dicho autor deje de considerar el influjo del medio sobre el
hombre. Centraba el objetivo básico de la geografía en el estudio de la
región, en el que juega un papel primordial la relación hombre-naturaleza, la
cual es considerada como un conjunto de posibilidades (de ahí que Luden
Febvre lo denominara posibilismo) para la acción humana .
3. La Geografía Cuantitativa. El artículo póstumo de Fred Schaefer
(1977), titulado «Excepcionalismo en Geografía», criticaba la orientación de
la Geografía de entonces hacia el estudio de lo único y singular
(excepcional), olvidándose de lo general, lo que le impedía encontrar leyes
generales. Y estas no se pueden establecer para lo singular y único, sino
para lo general. Esto supuso toda una revolución entre los geógrafos. El
nuevo paradigma se le denominó de varias maneras: Geografía
Cuantitativa, por la fuerte base matemática y estadística que contiene su
método de trabajo;,Geografía Teorética, porque a veces se aleja de la
realidad cayendo en un proceso de pura abstracción , Geografía de la
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

Localización, Geografía Científica o Nueva Geografía, en oposición a la tra-


dicional de origen francés El objetivo, por tanto, de esta Nueva Geografía
es el establecimiento de leyes generales y de teorías que, superando la
mera recopilación de observaciones y hechos, permitan la comparación de
los mismos y la realización de predicciones. Su método es el hipotético-
deductivo (hipótesisobservacióndescripción clasificación y
comprobación de la hipótesis conforme a las leyes de la probabilidad),
rechazando el inductivo como impropio de la ciencia.
4. Geografía Radical. Bajo el influjo de las tendencias fenomenológicas y
existencialistas de los años sesenta del siglo pasado, surge el paradigma de
la Geografía Radical, que considera el espacio como producto de una de-
terminada realidad social, cuya organización sólo puede ser comprendida
desde una perspectiva histórica . Se acentúa lo social en la investigación
geográfica. Es radical porque contiene una fuerte crítica a la realidad social
del momento y preconiza un cambio que llegue hasta la raíz de los
problemas . Exponentes de esta corriente son los geógrafos Ivés Lacoste y
David Harvey, la revista americana Antípode, cuyo primer número aparece
en 1968, y la francesa Herodote.
5. La Geografía de la Percepción. Esta corriente surge como reacción a los
excesos de abstracción y teorización y a la rigidez matemático-estadística
de la corriente cuantitativa, aunque conserva muchos de los planteamientos
básicos de este paradigma geográfico. Los percepcionistas consideran que
los lugares geográficos no existen solamente fuera del hombre con una
existencia objetiva física propia e independiente, sino que hay muchos
aspectos de los mismos que están dentro de la mente del perceptor (sub-
jetivos). De ahí se sigue que, a la tarea exploratoria de los espacios, el
geógrafo deberá incorporar también la exploración de la existencia mental
de dichos espacios . Los iniciadores de esta corriente fueron los
estadounidenses David Lowenthal y Kevin Lynch.
6. Geografía Humanista. Esta nueva corriente y paradigma geográfico,
aunque continúa con el enfoque percepcionista anterior, introduce nuevos y
diferentes matices. Su concepción del espacio difiere sustancialmente de la
de aquellos, poniendo el acento en los aspectos subjetivos del observador,
en la búsqueda de una ciencia más humanizada, para lo que introducen los
principios de la fenomenología; asimismo, dirigen su atención preferente
hacia el lugar y la comunidad humana en él asentada, es decir, hacia las
relaciones simbióticas entre los individuos, las comunidades y el entorno. El
paisaje adquiere nuevas dimensiones, ampliándose hasta incluir los
sentimientos humanos: «El conocimiento parte de la experiencia de los
hechos y conceptos como espacio, paisaje, ciudad, región, etc., que tendrán
significado si los referimos a la experiencia directa de esos fenómenos. El
paisaje no sólo será la vegetación, las parcelas, el medio urbano, etc., sino
también los sentimientos, los valores, las reacciones humanas ante estos
elementos.

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA HISTORIA

La Historia es una ciencia social que estudia los acontecimientos humanos a lo


largo del tiempo, es decir, aquellos hechos, sucesos, sentimientos, ideas, etc.,
vividos y protagonizados por los pueblos, los grupos o las personas, que son
considerados dignos de memoria. Su cometido es, además, la reconstrucción,
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

interpretación y comprensión del pasado con el fin de explicar el presente y


prever en la medida de lo posible el futuro.

El resultado de su trabajo lo plasma la Historia en obras literarias, que van


desde la crónica, el relato, la exposición oral o escrita, hasta las obras literarias
específicas, constituyendo así la historiografía, que no es otra cosa que el
pasado reconstruido, relatado y explicado por los historiadores.

LOS PRECURSORES DE LA CIENCIA HISTÓRICA

Los primeros precursores de la Historia como disciplina científica se remontan


a la Antigüedad clásica, en la que destacan tres grandes historiadores:
Herodoto de Halicarnaso (485-425 a.c), Hellánicos de Mitilene en la isla de
Lesbos (479-395 a.C.) y el ateniense Tucídides (hacia 460-395 a.c). Herodoto
fue el primero que empezó a distanciarse «del tiempo de los dioses y de los
héroes homéricos» y se ciñó al tiempo real de los hombres, el tiempo de la his-
toria vivida por sus predecesores más próximos, dedicándose a reconstruir e
interpretar las guerras médicas (490-479 a.c). Tucídides tomó como objeto de
estudio histórico acontecimientos de los que él mismo fue espectador e incluso
protagonista, como la guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta (431-404
a.c), de cuya importancia histórica fue plenamente consciente. Helánicos fue el
primero en utilizar e ilustrar el género histórico de la monografía erudita, lo que
supone el primer intento de especialización en un tema histórico. En lugar de
comenzar por abarcar el conjunto de la historia de Grecia y de los pueblos veci-
nos, él opta por investigar y reconstruir la historia y las instituciones de las dife-
rentes regiones o ciudades griegas: Atenas, Eolia, Arcadia, etc. De Atenas nos
ha dejado, por ejemplo, la reconstrucción de las listas anuales de sus
magistrados epónimos, los arcontes. Se trata de una investigación de tipo
erudito, cultivada desde entonces durante toda la Antigüedad grecorromana,
plasmada en monografías sobre ciudades o pueblos, biografías, recopilación
de documentos de diversa índole, etc. A Helánicos se debe, también, el primer
intento conocido de utilización de un cuadro cronológico para escribir la
historia, en el que intenta situar con precisión todos los acontecimientos
conocidos a lo largo del tiempo de la historia humana, delimitada objetivamente
en relación con el ciclo de los años astronómicos; el tiempo vivido por el
hombre, con todo lo que comporta de subjetividad, complejidad e
incertidumbre, encuentra así un sistema absoluto de referencia en el orden del
cosmos. .

Con el progresivo desarrollo de la cultura griega hacia una dimensión más


enciclopédica, es decir, especializada en diversas disciplinas, la investigación
histórica fue corrigiendo la orientación marcadamente política que hasta
entonces había recibido y dedicó su esfuerzo a otros campos de la vida y
actividad humanas. Surgen, en consecuencia, diferentes disciplinas históricas:
historia de la filosofía, de la medicina, de las matemáticas, etc., y los
historiadores se esfuerzan en presentar sus investigaciones particulares
mediante cuadros cronológicos que dieran una visión sintética y de conjunto de
la historia universal.

La aparición del cristianismo tuvo también notables repercusiones en el devenir


de la ciencia histórica. Este se presentaba como una religión esencialmente
42
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

histórica, cuyos acontecimientos fundacionales están centrados en Jesús de


Nazaret, que vive en un espacio y tiempo concretos, y que está enraizado en la
historia concreta de Israel. Está, por tanto, plenamente implicado en la proble-
mática histórica, como lo demuestra el recurso a ella por parte de sus detracto-
res (Celso: Discurso Verdadero, y Porfirio: Contra los cristianos) y sus
defensores (San Justino, Tertuliano, San Agustín, etc.).

Además de suponer un impulso a la investigación histórica positiva, el cristia-


nismo introdujo una interpretación de la historia desde el punto de vista de las
ideas, lo que filósofos como Voltaire y Hegel denominarán luego la filosofía de
la historia. Los autores cristianos harán teología de la historia, como podemos
ver en La Ciudad de Dios de san Agustín (345-430). Esta teología de la historia
se convierte en un medio, a veces el único, de interpretación de los fenómenos
históricos, y de resolución de los problemas del presente, haciendo que el
historiador vea las cosas desde la óptica divina y de la Iglesia como
interpretadora de la misma, constituida como instancia dominante y reguladora
de toda la realidad, incluso del saber. La visión teológica cristiana de la historia
ofrece, además, un marco de interpretación escatológica para referir la
problemática del presente a un mundo por venir, donde Dios resolverá todos
los problemas no resueltos, lo que conducirá a muchos, por una mala
interpretación del mensaje cristiano, a inhibirse de sus responsabilidades con el
presente y les llevará a actitudes de escapismo ante la historia y sus
responsabilidades. Esta tendencia a hacer teología de la historia fue llevada a
límites excesivos por algunos historiadores medievales occidentales, los cuales
se alejaron de todo rigor crítico hasta tal punto que, desposeídos de él,
estuvieron incapacitados para discernir lo verdadero de lo falso, desprovistos
como estaban de un método científico que les permitiera una verdadera
investigación histórica.

Los humanistas del Renacimiento fueron los primeros en elaborar el método


científico de investigación histórica, recuperando así el vínculo con los
historiadores de la Antigüedad clásica, roto durante el período medieval. El
primero fue Lorenzo Valla, autor que inicia también la denominada crítica
textual; en su obra Declamatio (1440) denuncia la falsedad del famoso
documento denominado «Donación de Constantino», redactado a mediados del
siglo XI (posiblemente en tiempos de Pipino el Breve o de Carlomagno), que
pretendía ser el aval definitivo de la autenticidad del poder pontificio.
Los humanistas del Renacimiento se dedicaron con gran empeño al descu-
brimiento, fijación y edición de diferentes escritos, tanto de los textos bíblicos
como patrísticos y de los autores clásicos, en un ejercicio, también, de discrimi-
nación de las obras auténticas.

Desde el siglo XVI al XVIII se fueron depurando diversas técnicas de investi-


gación y de datación que suponen herramientas decisivas para el historiador.
La primera de ellas es la cronología. Entre las primeras obras dedicadas a la
cronología se cuentan la De emendatione temporum (Sobre la corrección de la
temporalización), publicada en 1583 por José Justo Scaliger, y el Arte de
comprobar las fechas (Art de vérifier les dates), publicada por los benedictinos
franceses de Saint-Gcrmain-des-Prés. A ellas hay que añadir la Historia de la
decadencia y caída del Imperio Romano de Edward Gibbon, publicada entre
1776 y 1788, en la que se conjugan las aportaciones que se habían hecho a la
43
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

ciencia histórica desde la erudición clásica hasta el siglo XVI con el reto que
presentaban los grandes problemas planteados por la humanidad en el siglo
XVIII.

EL NACIMIENTO DE LA HISTORIA COMO CIENCIA MODERNA

Normalmente se acepta que la historia considerada como ciencia moderna al-


canza su madurez con las aportaciones de Leopoldo von Ranke (1795-1886).
Este autor alemán pretendía hacer de la historia una ciencia positiva, cuyo
objetivo no debía ser otro que la reconstrucción de los hechos pasados tal
como realmente se produjeron. Para ello proponía un estudio serio y crítico de
las diversas fuentes. Se trataba de dotar a la historia de un método positivo,
científicamente «objetivo». Ranke, junto con Berthold Georg Niebuhr, serán los
que consagren y difundan el positivismo, última corriente de interpretación
burguesa de la historia (García y Jiménez, 1997).

En paralelo a las corrientes positivistas surge el materialismo histórico de KarI


Marx y Friedrich Engels. Polarizado en una crítica radical al capitalismo y a la
hegemonía de la burguesía, e inspirado en la dialéctica hegeliana como
explicación del devenir histórico, el materialismo estableció como ley y
fundamento del proceso histórico la realidad socio-económica, tal y como
abiertamente manifiestan ambos autores en su obra conjunta Ideología
alemana: «... los individuos reales, su actividad y sus condiciones materiales de
vida» (Marx y Engels, 1969). El materialismo histórico concibe la historia como
el resultado del juego de aquellas relaciones humanas que intervienen en el
proceso de producción: «el materialismo histórico contiene, pues, una
concepción de la historia que nos muestra la evolución humana a través de
unas etapas de progreso que no son definidas fundamentalmente por el grado
de desarrollo de la producción, sino por la naturaleza de las relaciones que se
establecen entre los hombres que participan en el proceso de producción»
(Fontana, 1982).

El siglo XX, período de grandes contradicciones en consonancia con los


antagonismos políticos y sociales dominantes, supone para la ciencia histórica
una etapa de plena evolución científica. En él se dieron, entre otras, las corrien-
tes y escuelas siguientes (García-Jiménez, 1997):

1. La escuela de los Ánnales. El surgimiento de la escuela de los «Anna-


les», fundada en 1929 por Luden Febvre (1878-1956) y Marc Bloch, tuvo
lugar con la aparición de la revista Afínales d' histoire économique et
sociale. Esta escuela supuso un impulso renovador decisivo para la histo-
riografía moderna, al constituirse en plataforma de encuentro científico entre
historiadores y cultivadores de las demás ciencias humanas. Además,
amplió notablemente el objeto de la historia rescatándola de las élites mi-
noritarias dirigentes y haciendo que se fijara en las personas de a pie. Uno
de los historiadores más significativos de esta nueva tendencia fue Fer-
nando Braudel (1902-1985), quien dio un giro radical al modo de concebir y
escribir la historia humana. Sin contestar el interés de los relatos centrados
en personajes singulares y sus hazañas, propios de la historia que se hacía
44
Mgt. Edwin Peralta Alvarez

hasta comienzos de siglo, Braudel dio un giro en el punto de mira del


historiador: «en lugar de mirar a la superficie de los acontecimientos, a la
oscilación rápida que a modo de olas se produce en la superficie de los
acontecimientos de dimensión humana, el historiador debe buscar en las
profundidades para descubrir la historia más lenta de los ¿tipos humanos en
relación con el medio en donde viven, con el fin de desvelar las estructuras
que modelan las sociedades, se trate de grandes rutas comerciales, de vías
navegables o de mentalidades» (Maulin, 2002). Braudel dio consistencia a
la teoría de los tiempos largos: «tiempo histórico» y «tiempo cronológico», al
tiempo que propuso una visión global de la historia, devolviendo a la historia
humana la variedad de sus ritmos.
2. El neopositivismo y la revolución cuantitativa. A lo largo del siglo XX
han ido surgiendo las tendencias siguientes: el neopositivismo, caracteriza-
do por el rechazo que hace de todo determinismo causal de los fenómenos
en el devenir histórico de la humanidad; el cuantitativismo histórico, que
preconizaba que el quehacer del historiador no sólo consiste en la des-
cripción de los hechos históricos, sino que hay que cuantificarlos (Lefebvre),
lo que originó una serie de productos historiográficos en los que, aplicando
a la investigación histórica las técnicas estadísticas y matemáticas, se hacía
una utilización masiva de las estadísticas. En el seno del cuantitativismo se
distinguieron, a su vez, tres corrientes interpretativas (Sánchez, 1995): a) La
denominada historia serial, entre cuyos representantes destacan Pierre
Chaunu, el fundador, Ernest Labrouse, Jean Meuvret, etc., todos ellos,
aunque historiadores de la escuela de los Annales, de formación técnica y
metodológica procedente del ámbito de las ciencias económicas. Con la
utilización de esta metodología pretendían el establecimiento de parámetros
objetivos con los cuales interpretar los fenómenos históricos; b) La historia
cuantitativa, de origen y desarrollo anglosajones. Su principal impulsor fue
E. Kurzets, el cual defendía que la utilización de los más avanzados
métodos y técnicas estadísticas era el mejor instrumento para la
interpretación de los fenómenos históricos (se centró en el estudio de los
problemas derivados del crecimiento económico); Kurzets aseveraba que
detrás de las cifras cuantificables se ocultan elementos de explicación extra
económica, puesto que debajo de las estadísticas se esconden importantes
procesos sociales y políticos; c) La «nueva historia económica», tendencia
que surge a mediados del siglo XX, cuyas características diferenciales
dentro del cuantitativismo consisten en la aplicación absoluta del método
cuantitativo buscando la interpretación global de la historia en la teoría
económica. Destacan, entre otros, los trabajos de Stanley Enger-man,
Robert Paul Thomas y R.M. Artewell (García y Jiménez, 1997).
3. El Estructuralismo. Esta corriente filosófico-interpretativa de la realidad,
que surge principalmente en Francia, reúne a autores provenientes de los
más diversos campos de las ciencias humanas: la antropología (Claude
Lévi-Strauss), la crítica literaria (Roland Barthes), el psicoanálisis freudiano
(Jacques Lacan), la investigación historiográfica (Michel Fou-cault), o de
corrientes filosóficas específicas como el marxismo (Louis Althusser). Para
el estructuralismo, los elementos de un conjunto están íntimamente
interrelacionados, de manera que no son independientes unos de otros y se
compenetran mutuamente, es decir, que no son comprendidos como partes
del todo (estructura), con entidad propia independiente de él, sino como
miembros del mismo. El conjunto o grupo es un todo y no una «suma». Por
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

los años treinta del siglo XX, los historiadores influidos por esta corriente
consideraban que el saber histórico dependía del conocimiento y
comprensión de las estructuras fundamentales: más que el descubrimiento
de las relaciones de causalidad o de igualdad entre elementos simples, los
historiadores de la época trataban de aprehender conjuntos (Viet, 1965).
Autores como Ferdinand Braudel y Ernest Labrouse comenzaron a centrar
las investigaciones en el campo de la historia en el estudio de las
estructuras, lo que supuso el inicio de una renovación total de la historia. A
partir de los años sesenta, los historiadores estructuralistas interpretaban la
historia como un sistema de relación entre los elementos y normas dentro
de la totalidad, de modo que guardan entre sí una dependencia recíproca
(García y Jiménez, 1997).

4. Otras corrientes y tendencias en Historia. La renovación doctrinal en el


seno del materialismo histórico que se produjo en los años sesenta, bajo las
presiones provenientes del estructuralismo, junto con el criticismo hacia la
sociedad occidental capitalista y consumista y hacia las ciencias sociales
proveniente de la Escuela de Frankfurt, produjeron un giro en muchos
autores hacia un humanismo socialista, menos dogmático. Este tendría
como resultado, bajo el impulso, sobre todo, de autores ingleses como
Christopher Hill, Edward P. Thomson o R. Milton, la cristalización en una
tendencia historiográfica denominada Historia Social. A esta tendencia
pertenecen autores de las últimas décadas, influidos por el materialismo
histórico, como Pierre Vilar, Georges Lefebvre, Pierre Goubert, Max Weber,
etc., para los que la historia deja de ser un proyecto teórico para convertirse
en un punto de referencia inevitable, subordinando los problemas
económicos a su fundamentación social.

En la actualidad, los campos de investigación histórica se centran en los ám-


bitos siguientes:

a. La incorporación del espacio geográfico donde se desarrolla la vida de los


grupos humanos (Geohistoria);
b. La incorporación de enfoques multidisciplinares en torno a los temas his-
tóricos (Antropología, Psicología, Ciencias humanas en general);
c. El estudio y relevancia de la vida privada (Historia de la vida privada); el
papel de la mujer en los procesos históricos (Historia de la mujer); los temas
ocultos de la vida cotidiana (Microhistoria).

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL

En sentido literal o etimológico, la antropología, en general, es “la ciencia que


estudia al hombre» en todas sus dimensiones (del griego ánthropos: hombre, y
logar, estudio, ciencia): físico-biológicas, intelectuales, espirituales, morales,
sociales y culturales; es decir, su naturaleza, su comportamiento y sus obras. Y
ello desde un enfoque específicamente evolutivo, esto es, desde sus orígenes
hasta el presente. A nadie se le oculta que un objeto de estudio tan amplio, po-
liédrico y complejo como este necesita ser parcelado en diferentes sectores o
campos de estudio específicos, como así ha sucedido.

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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

De hecho, la antropología, que desde el principio de su existencia como dis-


ciplina científica tuvo un carácter comprensivo y global (se hablaría en este
caso de una antropología general), que abarcaba la evolución de la especie
humana tanto en el aspecto biológico como lingüístico, social o cultural,
actualmente presenta dos grandes ramas de ciencias o campos
epistemológicos: el de las ciencias físico-biológicas, por un lado, y el de las
Ciencias Sociales (socioculturales), por otro. Cada uno de estos campos se ha
ido subdividiendo, a su vez, en diferentes ciencias, como estamos intentando
exponer en este capítulo en relación con las Ciencias Sociales.

La antropología cultural -que también recibe el nombre de antropología social-


como ciencia social apunta, por tanto, al conocimiento y entendimiento, en el
más amplio sentido de la palabra, de las actividades culturales y mentales
producidas por el hombre en cuanto ser pensante y racional, a lo largo de su
existencia sobre la tierra. Es una ciencia de carácter eminentemente
comparativo, que analiza las diferentes civilizaciones y culturas, desde los
orígenes de la humanidad hasta nuestros días, ofreciendo una perspectiva
transcultural de las diversas sociedades (Kottak, 1999).

Para alcanzar su objetivo, la antropología cultural utiliza el método de in-


vestigación denominado trabajo de campo, específicamente la «observación
participante», que consiste en realizar el estudio de una determinada sociedad
sumergiéndose directamente en ella para analizarla desde dentro, utilizando
técnicas de observación directa: registros anecdóticos o de incidentes, listas de
control, escalas de estimación, etc. (Rhys, 1973).

Como disciplina social, la antropología posee un carácter total o envolvente


(holístico), puesto que pretende estudiar al ser humano en todas sus dimensio-
nes: no sólo le interesa saber cómo es el hombre, sino dónde y cómo vive, qué
hace y cómo lo hace, incluyendo tanto lo físico como lo social, lo intelectual y lo
material, lo antiguo y lo actual (Brailwsky, 2001).
Los diferentes enfoques epistemológicos existentes dentro de esta disciplina
han propiciado, o están propiciando, el surgimiento de varias subdisciplinas an-
tropológicas (Brailwsky, 2001): antropología física (estudio de las
características del ser humano y su sociedad desde la perspectiva del
desarrollo y cambio fisiológicos) y antropología sociocultural (estudia la
sociedad y sus mecanismos de integración social, desde un análisis
comparativo de las variantes culturales), en la que se incluyen áreas
disciplinares como la etnografía (se ocupa de los pueblos que viven todavía en
un estado primitivo), la arqueología y la antropología lingüística.

La antropología como disciplina científica surge en la segunda mitad del siglo


XIX y se desarrolla en la primera mitad del siglo XX, tiempo durante el cual va
delimitando su campo epistemológico propio y se dota de un aparato crítico y
metodológico suficientemente desarrollado para situarse con peso específico
dentro de las Ciencias Sociales.

PRECURSORES DE LA ANTROPOLOGÍA COMO CIENCIA

Entre los precursores de lo que después sería la antropología hay que contar a
filósofos, historiadores y viajeros, los cuales nos dejaron sus ideas sobre la pro-
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

pia sociedad en que vivían y sobre otras sociedades que conocían o de las que
tenían noticia. Filósofos como Sócrates (470-399 a.c), para quien los principios
morales universales eran los que regían a los individuos y las sociedades;
Platón (427-347 a.c), que consideraba la especialización del trabajo como el
motor de progreso de las sociedades; Aristóteles (384-322 a.c), que atribuía el
origen de la sociedad al carácter gregario innato y a dos cualidades de las que
el ser humano está dotado: el pensamiento racional y el lenguaje. Historiadores
y viajeros como Herodoto (484-425 a.c), que consideraba la sociedad como un
compuesto formado por partes independientes entre sí, tesis por la que es con -
siderado por algunos estudiosos como el precursor de la corriente funcionalista
en antropología. Herodoto pensaba, asimismo, que la evolución de la sociedad
seguía diferentes fases o consecutivas, que él denominaba del modo siguiente:
1º) edad de los dioses; 2º) edad de los héroes; y 3º) edad de los hombres.
Ideas que retomarían los positivistas del siglo XVIII para su propio paradigma
explicativo de la evolución de las sociedades.

Con la llegada, extensión y hegemonía del cristianismo a la idea cíclica de la


historia dominante en la Antigüedad griega, se fue imponiendo una concepción
esencialmente lineal del tiempo y de la historia, a la par que se pasó de una vi-
sión particular de las sociedades a otra más universa!.

NACIMIENTO DE LA ANTROPOLOGÍA COMO CIENCIA

1. Corriente evolucionista. El nacimiento de la antropología como ciencia se


produce cuando las ideas evolucionistas estaban en pleno auge, lo que le
facilitó a la naciente disciplina las bases conceptuales necesarias para
desarrollarse: la idea de progreso de las especies y de las sociedades en un
sentido unilineal y unidireccional, por una parte, y, por otra, la posibilidad de
dar explicación de las diferencias constatadas entre las diversas sociedades
a partir de esquemas y paradigmas metodológicos existentes o por
construir. Para el biólogo y psicólogo ingles Comvy Lloyd Morgan (1852-
1936), las sociedades recorrerían un camino evolutivo que pasa por las tres
etapas: 1a) el salvajismo; 2a) la barbarie; 3a) la civilización. El también ingles
Herbert Spencer (1820-1903), que centró sus estudios en los fundamentos
evolutivos de las estructuras sociales, defendía la idea de la evolución de
las sociedades desde una primitiva y unitaria sociedad original hasta la
diversificación actual. Su compatriota Edward Burncet Tylor (1832-1917),
puso en evidencia cómo la cultura, como conjunto de normas y
comportamientos, es el resultado del aprendizaje social. El escocés George
James Frazer (1854-1941), por su parte, en su obra fundamental La rama
dorada. Magia y religión, publicada en doce volúmenes entre 1907 y 1925,
estructuró el progreso evolutivo constante y unilineal de las sociedades
postulado por esta corriente en tres fases o estadios históricos, con
resonancias a aquellas que, como hemos visto antes, estableciera en su
momento el griego Herodoto: 1a) de la magia; 2a) de la religión; 3a) de la
ciencia.
2. Corriente difusionista. A la corriente evolucionista le siguió una nueva de-
nominada difusionismo. Surge en los inicios del siglo XX, como reacción y
rechazo del excesivo psicologismo por parte del paradigma evolucionista en
la explicación de las diferencias culturales entre las sociedades. Los di-
fusionistas, entre los que destacaron los ingleses Grafton Elliot Smith (1871-
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

1937) y William Perry (1887-1949), defendían que la diversidad entre


culturas se debe a los préstamos culturales que de hecho se establecen
entre unas y otras. Estos antropólogos partían de una premisa clave: que la
gran mayoría de los pueblos del mundo carecían de capacidades propias
para alcanzar niveles superiores de civilización. Basándose en una
experiencia universal de la extensión territorial de las culturas y del naci-
miento de otras nuevas como fruto de los contactos culturales, los
difusionistas postulaban como única explicación a las diferencias culturales
el hecho de que cada cultura o parte de ella es susceptible de emigrar y
difundirse lejos del foco geográfico originario. Como foco originario de la
mayor parte de los elementos civilizadores señalaban a Egipto, desde
donde se extendieron por todo el mundo, sirviéndose de los emigrantes y
comerciantes. Los difusionistas alemanes, entre los que destaca Wilhem
Schmidt (1868-1954), inventaron el concepto de círculos culturales (Kultiir-
Kreise) para explicar las diferencias culturales entre las diversas
sociedades, de tal manera que una cultura se expande en bloques o sub-
conjuntos de rasgos culturales, no en forma de elementos aislados. Ade-
más, los núcleos de cultura superior, al difundirse y apartarse del centro o
foco central del círculo, se van degenerando -degeneracionismo- en rela-
ción directa con el alejamiento del mismo.
3. El funcionalismo británico. La aportación de la escuela de Manchester fue
fundamental para la historia de la antropología social. Sus exponentes con-
tribuyeron con sus investigaciones a un cambio radical en el campo de la
antropología, proponiendo un paradigma científico que supondrá el cambio
de rumbo definitivo de esta disciplina y que la alejará de las viejas ideas
sobre el funcionamiento de la sociedad, considerada hasta entonces como
un conjunto de sistemas homeostáticos y en equilibrio permanente. Los
funcionalistas británicos defendían que la cultura es un instrumento cuya fi-
nalidad radica en la satisfacción de las necesidades humanas y que las dife-
rencias entre los elementos de la cultura se explican por la función que
desempeñan en orden a la mencionada satisfacción. Distinguían entre ne-
cesidades primarias y necesidades secundarias. Las necesidades primarias
son instintivas, las secundarias son generadas por las técnicas o
mecanismos inventados por los hombres para satisfacer las primarias. La
satisfacción de las necesidades secundarias origina, a su vez, nuevas
instituciones sociales. El punto principal sobre el que insistían los
funcionalistas era que el conjunto de situaciones sociales podía crear
situaciones capaces de provocar un cambio radical de la estructura social
existente. Para Max Gluckman (1911-1975), quien puede ser considerado
como el fundador de la escuela de Manchester, el funcionamiento de una
sociedad depende de dos fuerzas opuestas: inestabilidad y equilibrio, las
cuales funcionan en el interior de un sistema autorregulándose entre ellas
mediante continuos fenómenos de ruptura y reajuste. De tal manera que, en
su opinión, lo que caracteriza a una sociedad son las recurrentes formas de
inestabilidad, intercaladas de otros tantos períodos de equilibrio. La idea de
la sociedad como conjunto que funciona como un organismo viviente, en
cuyo interior los diversas fenómenos sociales actúan como organismos
predispuestos al funcionamiento del todo, tendía a dejar lugar a una nueva
idea relativa a los grupos humanos, gracias a la utilización de conceptos
nuevos para la antropología, como conflicto, tensión, contradicción,
desestructuración, cambio, etc. Bronislaw Malinowski (1884-1942), por su
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

parte, fue el primero en realizar su investigación comenzando por insertarse


-la observación participante, que Paul Radin (1883-1959) elevó al rango de
principio metodológico-durante cuatro años (1914-1918) en la sociedad que
estudiaba, la de los habitantes de las pequeñas islas que rodean las islas
Trobriand (Kiriwina), en el Pacífico sur, creando una metodología de
investigación que en líneas generales ha seguido utilizándose en
antropología. Su obra principal, Los argonautas del Pacífico occidental
(1922), sigue siendo un clásico de la antropología, representa un punto de
ruptura con el pasado y supone el nacimiento de una nueva manera de
concebir la disciplina. Este autor centró su investigación en el significado y
funciones de la cultura como determinante y exponente del comportamiento
humano, haciendo hincapié en la base psicológica de la misma. Alfred
Reginald Radcliffc Brown (1881-1955), creador del paradigma científico en
antropología denominado funcionalismo estructural, defendía que el
concepto de función no debe estar separado del concepto de estructura, por
lo que él mismo centró su estudio en la estructura social, aplicando en su
investigación antropológica una metodología tomada de las ciencias
naturales. Pensaba, además, que, una vez descubiertas las regularidades
comunes a todas las sociedades y el establecimiento de sus causas, era
posible establecer leyes científicas para explicar y predecir la conducta
humana. Para este autor, finalmente, el objeto de la antropología debe
ceñirse a los fenómenos sociales en cuanto tales, sin abordar otros
aspectos de la realidad que no fuesen de esta naturaleza.
4. El neoevolucionismo. Durante los años cincuenta del siglo XX se
desarrolló en los Estados Unidos una nueva corriente antropológica, que
retoma los planteamientos del evolucionismo del siglo XIX pero
introduciendo el carácter multilineal de la evolución de. las sociedades,
según lo que Julián Stewart (1902-1972) denominaba niveles de integración
sociocultural. Su principal representante fue Leslie White (1900-1974), quien
afirmaba que lejos de controlar el hombre la cultura, es esta la que
determina su conducta, lo que implica un determinismo cultural explícito.
Para los neoevolucionistas las transformaciones sociales se explicarían por
leyes que actuarían en proporción directa con la explotación de la energía
del medioambiente y con la eficacia de los medios para reproducirla.
Además, asumen la teoría ecológico-cultural, según la cual los individuos y
los grupos humanos se adaptan a los diferentes entornos naturales
mediante la cultura, de tal manera que, lejos de ser agentes negativos,
serían decididos factores de creatividad cultural. Consideran, además, que
la evolución se produce siguiendo determinadas fases de desarrollo no
necesariamente paralelas en todos los campos de la vida social y cultural.
5. El materialismo cultural. Marvin Harris (1927) presenta un modelo de
análisis de tipo materialista y nomotético, denominado materialismo cultural,
en el que pone de relieve los factores demográficos, tecnológicos,
económicos y ambientales materiales de la vida sociocultural en la evolu-
ción de las culturas. Este modelo explicativo conjuga el determinismo cul-
tural con la atención a los factores ambientales, todo ello mediante una
interpretación determinista y técnico-economista. A partir de los años
cincuenta del siglo XX se desarrolló una nueva corriente de pensamiento
denominada estructuralismo, que más que un paradigma antropológico
estructurado bajo una base metodológica específica parece una antropo-
logía filosófica. Para su fundador Claude Lévi-Strauss (1908) las culturas
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Mgt. Edwin Peralta Alvarez

son sistemas de signos compartidos, estructurados de acuerdo con el in-


telecto humano que los crea. En el fondo de los sistemas sociales Levi-
Strauss admite una infraestructura formal, un pensamiento consciente, una
participación del espíritu humano como si nuestra ciencia estuviera ya
construida en las cosas y como si el orden humano de la cultura fuese un
segundo orden natural. Para él la estructura es practicada por los sujetos
que viven en una sociedad como algo natural; pero no son ellos los que
poseen la estructura, sino que es la estructura la que los posee a ellos
(Lacroix: 2002). La estructura social, en fin, viene constituida por el conjunto
de relaciones en las que se basa el equilibrio del sistema, de tal manera que
en el caso del intercambio que se produce entre los miembros de la
sociedad -respondiendo a la triple obligación de dar, recibir y devolver éste
es más importante que los mismos dones intercambiados.
6. La antropología simbólica. Más reciente aún es la tendencia denominada
antropología simbólica, que nace a partir de la década de los setenta, cuan-
do surge la necesidad de estudiar la relación entre los símbolos, como sis-
tema cultural y factor de gran influencia en la acción social. Sus
representantes más significativos son Víctor Turner y Clifford Geertz, para
quienes uno de los aspectos centrales de la antropología es el estudio de la
dimensión simbólica, entendida como sistemas de significado. Turner
atribuye gran importancia al análisis del símbolo como parte sustancial del
examen de los valores y normas de una sociedad, pues para él los sistemas
de significados expresados mediante el ritual permiten conocer las caracte-
rísticas de la estructura social y las tensiones y conflictos registrados en su
seno. Geertz, por su parte, concibe la antropología no como una ciencia
experimental en busca de leyes, sino como una ciencia interpretativa del
significado de la acción simbólica. Afirma, además, que la antropología no
puede buscar leyes o regularidades, pero sí descubrir las redes de significa -
dos que imprimen sentido a la vida de los integrantes de una cultura y es-
tablecer cuáles son los símbolos más importantes que la guían.

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