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I. Introducción
En nuestra sociedad, el contexto familiar, es donde pasamos la mayor parte de nuestras vidas y
donde nos desarrollamos, siendo este entorno el que más va influir sobre la persona en
situación de discapacidad durante un buen tiempo.
La familia tiene que dar ejemplo, de acuerdo con una ética basada en la dignidad y el respeto,
en lo que se refiere a dar y tener la posibilidad de que uno de los integrantes de su grupo familiar
en situación de discapacidad sea él mismo, debiendo tolerar lo diverso y lo diferente. Las familias
tienen, en ese sentido, la responsabilidad de influir en la ética de los comportamientos de los
agentes de la sociedad, como la familia extensa, los vecinos, los amigos, los profesionales que se
vinculan con ellos y de tantas otras personas.
Existen innumerables artículos que recalcan el rol decisivo de la familia en el proceso de inclusión
sociolaboral de las personas en situación de discapacidad, sobre todo, en los supuestos de
discapacidades más severas, entendiendo por tales aquéllas que generan un mayor grado de
dependencia. Se debe huir de las actitudes de sobreprotección, que tienden a hacer del sujeto en
situación de discapacidad una persona absolutamente dependiente, ajena a los procesos
cotidianos de participación social. La familia, asimismo, ha de animar a la persona en situación
discapacidad a formarse, a ser independientes, a adquirir la mejor educación y preparación
posibles, para poder aspirar a incorporarse con éxito en el mercado de trabajo.
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toma de decisiones. Para ello deben evitar la sobreprotección y confiar en sus capacidades.
• Establecer una relación colaboradora, crítica y constructiva con la entidad que presta
apoyos a la persona en situación de discapacidad intelectual.
2. Son el principal recurso para responder a las necesidades diarias del familiar en situación
de discapacidad, debería ser siempre el principal apoyo de estas personas
4. La familia al ser activa socialmente puede prestar apoyos a otras familias que lo precisen
Según algunos estudios, podemos encontrar a 3 tipos básicos de familias: las emancipadoras-
integradoras, las familias proteccionistas y las minusvaloradoras. Se concluye que la familia que
fomenta en el hijo(a) en situación de discapacidad intelectual su capacidad de decidir, de tomar
decisiones, de intervenir, mejorará sus posibilidades de inclusión social y laboral, a diferencia de
otra que los sobreprotegen en exceso.
Por tanto, la persona en situación de discapacidad que tenga una familia emancipadora-
integradora, tendrá mayores posibilidades de éxito en su inclusión social y laboral, respecto a la
que ha nacido en una familia proteccionista
Las etapas evolutivas más importantes para la inclusión laboral y social de las personas en
situación de discapacidad son la adolescencia, al momento de abandonar la escuela, y en la
etapa que la persona alcanza la mayoría de edad. También, como se comentó anteriormente,
la intervención que tenga la familia desde la infancia va a ser clave y decisiva para favorecer o no
esta inclusión. Por lo tanto, el acceso al mundo del adulto, en especial al trabajo, se construye
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desde temprana edad y es el resultado de un proceso educativo, afectivo y experimental.
1. Niñez
En esos momentos y para facilitar el proceso de asimilación por parte de la familia es importante
que los profesionales informen ya que los padres necesitan tener respuesta a cuestiones tales
como; cuáles son las causas y efectos del diagnóstico que se les ha dado, qué implicaciones tiene
el mismo para él y la familia, cuál será el futuro del niño (a), cuál es el tratamiento más eficaz, en
qué manera deberán cambiar sus pautas de crianza, etc.
Por otra parte la edad preescolar es una etapa solapada con la anterior, en la que se pasa por la
fase de adaptación funcional y en la que se plantea a las familias qué se puede hacer y cómo
pueden ayudar a su hijo (a). Aquí se sigue con el proceso de asimilación, sabiendo lo que se puede
esperar del hijo (a) y reevaluando lo que se puede esperar de cada miembro de la familia.
Probablemente se necesitará apoyo para afrontar el estrés, para hacer frente a retos sociales tales
como informar al resto de la familia y los amigos, para enfrentarse a un posible aislamiento.
También se dan cuenta las familias de que sienten gran necesidad de recursos ya que tienen que
modificar drásticamente sus actividades cotidianas en función de las necesidades de atención que
requiere su hijo (a) de tal manera que, a veces, enseñar habilidades básicas o cumplir con un
horario de trabajo son problemas casi insuperables. Esta sobrecarga de funciones hace difícil
afrontar las obligaciones y responsabilidades y, en muchos casos, lleva a algún miembro de la
familia a dejar su trabajo con lo que esto conlleva de merma en la economía en un momento en el
que, por otra parte, es necesario realizar gastos extras para conseguir un tratamiento médico-
rehabilitador-pedagógico que no siempre lo cubren los servicios sociales, lo que implica un
detrimento en la condición socio-económica del grupo familiar.
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Durante la etapa escolar que abarca desde los 6 a los 12 años aproximadamente, de nuevo la
elección de la institución escolar es el acontecimiento estresante por que tendrá una gran
influencia. Surge la interrogante de si enviar al niño (a) a Educación Especial o bien a Escuelas con
Programas de Integración. Ambas decisiones provocan estrés.
La Escuela Especial vuelve a enfrentar a los padres con las necesidades de apoyo de su hijo (a) y
es más probable que sientan un estigma social, aunque a la vez se van a sentir más comprendidos
por otros padres.
Con la integración ven la discrepancia entre su hijo (a) y los compañeros y los hermanos (as) que
van a la misma escuela pueden sentirse tratados también como diferentes. Las capacidades
básicas de la etapa anterior pueden no haberse adquirido en ésta, provocando así un estrés. Los
padres empiezan a preocuparse por sus otros hijos (as) bien por la interacción fraterna con el
niño(a) en situación de discapacidad o bien por el efecto que puede tener éste en sus hermanos
(as)
Durante estas etapas el trabajo con familia está principalmente centrado en lograr la máxima
autonomía posible en lo relacionado a las Actividades de la Vida Diaria (AVD) y al manejo
comunitario, tomando en cuenta tanto las habilidades como las necesidades de apoyo del niño (a).
Así con las familias de los niños (a) en cursos pre básico se debe abordar las características de la
discapacidad, tomando en cuenta el proceso de duelo de cada uno de los miembros, los estilos de
crianza, las potencialidades de los niños (as) así como también sus necesidades de apoyo. Se debe
indagar principalmente en relación a la alimentación, vestuario e higiene (AVD Básicas) de los
niños (as) aplicando pautas de evaluación relacionadas a estos aspectos 1 , de manera de
poder contar con información que nos permitirá comenzar nuestra intervención para el logro de
la mayor autonomía posible. Durante este proceso se debe fortalecer principalmente la
independencia en alimentación, control de esfínter e independencia en vestuario.
Por su parte durante la etapa escolar se debe continuar trabajando las Actividades de la Vida
Diaria, reforzando las básicas y desarrollando algunas instrumentales propias de la edad. A la vez
se debe trabajar fuertemente algunas competencias básicas y el logro del máximo de
independencia y autonomía posible.
2. Adolescencia
La podemos definir como una etapa de transición entre la infancia y la madurez, que abarca desde
los 13 a los 18 años, es un período de mucha presión para los padres como para sus hijos (as). Es
una etapa de consolidación de una identidad personal y social, que persigue la
independencia, en la que se produce la separación de la familia, estableciéndose nuevos lazos de
amistad y se despierta la sexualidad.
En el caso de las familias con jóvenes en situación de discapacidad se observa que no saben cómo
actuar, siguen viendo a sus hijos (as) como si fueran niños (as) eternos, vulnerables y necesitados
de protección. Suelen vivir esta etapa como una amenaza de separación y tienden acentuar sus
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conductas de sobreprotección y a reforzar en forma inconsciente la dependencia de su hijo (a),
para impedir que enfrenten sentimientos de fracaso o de frustraciones al afrontar sus propias
limitaciones con las exigencias del medio.
Así mismo es frecuente encontrarse con familias que sub o sobrevaloran las habilidades de los /las
jóvenes lo que genera en ocasiones expectativas poco reales en relación al futuro laboral de sus
hijos (as) en situación de discapacidad.
Este afán proteccionista hace entonces que muchos jóvenes no desarrollen sus potencialidades al
máximo, se les impide vivir experiencias, tomar decisiones, hacer sus propias elecciones e incluso
no se les autoriza el poder equivocarse y aprender de los errores.
2. La edad adulta
Una nueva crisis vive la familia cuando su hijo(a) alcanza la edad adulta, ya sea cuando está
terminando el período escolar de la educación especial, coincidiendo con el cumplimiento de sus
26 años, o cuando el/la joven es enviado (a) a un práctica laboral a una empresa competitiva. Lo
más complicado para la familia en esta etapa suele ser dejar el “infantilismo” con el que
estaban acostumbrados a tratarlo y aceptar que esta persona se está haciendo mayor, ha
comenzado a adquirir nuevos roles, y que el trato debe cambiar desde niño (a) a adulto (a) .
La transición del joven en situación de discapacidad hacia el trabajo suele generar cambios que
pueden llegar a producir alteraciones en la estructura familiar, desacuerdos entre los miembros de
la familia, con períodos de confusión e incluso conflictos emocionales de las personas más
cercanas al joven con discapacidad. La familia en la etapa escolar había vivido una etapa de
tranquilidad confiando en el colegio y sus profesores la educación y bienestar físico y emocional de
sus hijos, situación que cambia radicalmente cuando se les solicita autorización para realizar
prácticas duales o completas. En estas experiencias se tiende a observar un cambio de actitud del
hijo (a) , quien comienza a exigir mayor independencia y a plantear sus proyecciones de vida en
las que la familia no siempre está involucrada, esta situación les genera estrés e inseguridad,
requiriendo el replantearse el proyecto de vida que tenían definido para su hijo (a), considerando
sus expectativas.
Así las familias durante esta etapa debieran reflexionar acerca de los avances que ha conseguido
su hijo (a), a pesar del grado de discapacidad, concentrándose en lo que éstos han logrado
aprender y madurar así como en las aptitudes, competencias e intereses de su hijo (a).
Actitudes de la Familia
Suelen ser muy diversas, siendo las más frecuentes las que se enuncian a continuación:
§ Hay quienes protegen de manera excesiva al hijo (a), no visualizan que están en una
etapa adulta y por miedos o por comodidad, se oponen o cuesta convencerlos que su
hijo (a) está preparado para participar de una experiencia laboral fuera de la escuela, para
acceder a un puesto de trabajo competitivo o protegido. Es importante que la familia
durante la etapa escolar vaya conociendo las aptitudes de su hijo (a), lo que es capaz de
ser y hacer, para ir convenciéndolo del valor del trabajo y la importancia que este tendría
para su hijo (a).
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§ Existen también aquellas familias que se muestran cooperadoras con el proceso, dejando
que sea su hijo (a) quien decida y opine en su formación laboral, sin embargo influyen
constantemente en la decisión de éste a través de sus conductas, muchas veces
involuntarias, transmitiendo miedos e inseguridades, generando que finalmente su hijo (a)
se abstenga de participar en procesos fuera del centro de formación.
§ Por otra parte algunos padres apuestan por sus hijos/as e intentan fomentar al máximo
su autonomía personal, para que estos puedan auto realizarse, permitiéndoles ser
partícipes de sus decisiones y elecciones de su futuro.
§ Otras familias, por el sentimiento de angustia que les provoca la visión del futuro, el
inevitable envejecimiento o muerte, acceden a que sus hijos/as participen de programas
que promuevan la autonomía e inclusión laboral de sus hijos/as. Sin embargo esta toma
de conciencia en ocasiones es tardía en lo que se refiere a modificar hábitos incongruentes
con la vida del trabajo.
Primero que todo, la familia debe decidir y/o elegir, si ve al hijo (a) en situación de discapacidad
como un sujeto dependiente y vulnerable o como una persona en situación de discapacidad capaz
de decidir, elegir, aportar y desempeñar roles acordes a su ciclo vital. Esta elección/decisión está
constantemente armándose, replanteándose, a veces inconsciente, y otras conscientemente. Esto
debiera ser prioridad en abordar, desde temprano, en el sistema escolar, ya que esta decisión
va estructurando (o des-estructurando) la información que le llega al grupo familiar entorno a
la discapacidad, la cual suele ser, inicialmente, catastrófica, confusa y determinista.
Sin embargo, el/la joven en situación de discapacidad va demostrando avances que los padres en
un principio no esperaban, reconfigurando las expectativas en torno al sujeto. Pero sólo si la
familia lo expone a desafíos, a vivir experiencias y a equivocarse, el (la) joven tendrá oportunidad
de ir demostrando avances.
Así se debe tomar en cuenta que el trabajo con la familia es necesario para el éxito de los servicios
de transición a la vida adulta. El tomar en cuenta las necesidades de la familia al igual que las
necesidades del alumno puede resultar un catalizador para lograr resultados exitosos relacionados
con la transición, por ejemplo, a un empleo competitivo.
§ ¿Está respetando, aceptando, permitiendo el cumplimiento de las etapas evolutivas del ser
humano en él (ella)? (infancia, adolescencia, adultez)
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§ ¿Cuáles son las habilidades / competencias que la familia identifica en el joven en situación
de discapacidad?
§ ¿Cuáles son las debilidades que la familia identifica en el/la joven en situación de
discapacidad?
§ ¿Cuáles son los intereses y motivaciones que la familia identifica en el/la joven en
situación de discapacidad?
§ ¿La familia siente que el individuo es un agente que toma decisiones dentro del grupo
familiar?
§ ¿Cuáles son las expectativas de la familia en relación al futuro laboral del miembro en
situación de discapacidad?
§ ¿Lo visualiza como una persona independiente a futuro? (casa propia, matrimonio, hijos,
etc.)
§ ¿Cuáles miembros de la familia constituirán el sistema de apoyo para el/la joven durante su
proceso de formación e inclusión laboral?
§ ¿Qué ayuda, por parte del equipo técnico, requiere la familia para constituir una mejor red
de apoyo para el/la joven en situación de discapacidad en su proceso de formación e
inclusión laboral?
III. Objetivos
A continuación quisiéramos señalar algunos objetivos en la intervención con familia para favorecer
la inclusión laboral.
Objetivo General:
§ Que las familias demuestren una actitud de apoyo hacia sus hijos/as en situación
de discapacidad intelectual durante las distintas etapas de la transición a la vida adulta,
que lo podría llevar a la obtención y mantención de un empleo competitivo o protegido.
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Objetivos específicos
Desde nuestra experiencia de trabajo con la familia, hemos podido ir formulando estrategias de
abordaje para el trabajo con ellas durante el proceso de formación de sus hijos/as, las cuales
pueden ser organizadas en una metodología de trabajo considerando las distintas unidades
educativas de la Fundación. Visualizamos cuatro etapas principales en el trabajo con las familias
durante el proceso de transición a la vida adulta.
Durante esta etapa el trabajo con familia está principalmente centrado en lograr la máxima
autonomía posible en lo relacionado a las Actividades de la Vida Diaria (AVD) y al manejo
comunitario, tomando en cuenta tanto las habilidades como las necesidades de apoyo del niño/a.
Así con las familias de los niños/as en cursos pre básico se debe abordar las características de la
discapacidad, tomando en cuenta el proceso de duelo de cada uno de los miembros, los estilos de
crianza, las potencialidades de los niños así como también sus necesidades de apoyo. Se debe
indagar principalmente en relación a la alimentación, vestuario e higiene (AVD Básicas) de los
niños aplicando pautas de evaluación relacionadas a estos aspectos 2 , de manera de poder
contar con información que nos permitirá comenzar nuestra intervención para el logro de la
mayor autonomía posible. Durante este proceso se debe fortalecer principalmente la
independencia en alimentación, control de esfínter e independencia en vestuario.
Se espera en esta etapa que los niños/as de pre básico logren (Edad entre 2 y 7 años):
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2. Destrezas sociales y comunicativas
§ Responde al ser llamado por su nombre
§ Indica sí o no gestualmente para responder preguntas sencillas
§ Selecciona personas extrañas de conocidos.
§ Demuestra intención de solicitar ayuda.
§ Se comporta de manera adecuada sin llamar la atención.
4. Destrezas Motoras
§ Coge objetos pequeños con las manos.
§ Transferir objetos de una mano a otra
§ Marcha o deambulación independiente
§ Manipula instrumentos sencillos: lápices, tijeras, pinceles, etc.
§ Realiza tareas de precisión motriz simple: ensarte, encaje, pinzas finas.
Por otra parte con las familias de los niveles básicos se debe continuar fomentando la
independencia no solo en las AVD básicas, principalmente higiene y presentación personal, sino
que también en las instrumentales, favoreciendo el manejo comunitario y ejercicio de conductas
cívicas tales como uso de locomoción colectiva, manejo de dinero, realización de
trámites en municipalidad, pago de cuentas, apertura y uso de libreta de ahorros, entre otros, de
manera tal de prepararlos lo mejor posible para su futura formación e inclusión laboral.
Así durante esta etapa se debe orientar a la familia para que inste y otorgue a los/las niños/as y
jóvenes las oportunidades de participación e independencia en las distintas instancias de la vida
cotidiana y prepararlos lo mejor posible para la vida adulta.
Durante esta etapa resulta primordial la orientación a cada uno de los miembros de la familia con
el fin de que éstos adopten una posición potenciadora de las habilidades y competencias, para que
entreguen a los/las niños/as las oportunidades de autonomía e independencias en todas las áreas
de la vida cotidiana.
Se espera que al finalizar el nivel básico los jóvenes hayan logrado (Edad entre 8 y 15 años):
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§ Se viste de acuerdo a contexto climático y situacional.
§ Se alimenta utilizando cubiertos.
§ Independiente en higiene mayor y menor.
§ Mantiene una frecuencia de aseo personal diaria.
§ Prepara comidas simples (té o leche fría, sándwich, ensalada de frutas)
§ Arregla su dormitorio (guardar ropa, cambiar sábanas, quitar polvo y barrer)
4. Destrezas Motoras
§ Permanece en posición de pie por períodos prolongado de tiempo.
§ Es capaz de transportar peso de al menos 3 kilos.
§ Camina más de 10 cuadras
§ Sube y baja escaleras
§ Mantiene postura adecuada durante el transporte de materiales.
§ Posee adecuadas reacciones de protección y equilibrio.
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necesidades de apoyo, expectativas y proyección a futuro
En esta etapa el/la joven deja su formación de niveles básicos, ya sea por edad (16 años) o por
haber alcanzado los aprendizajes esperados, y entra a lo que en educación especial se
llama “nivel laboral”.
Esta parte del proceso, por lo general, no tiene muchos cambios, ya que suele darse en
un contexto protegido, conocido, aunque existen cambios en los objetivos de aprendizaje, pues
están más relacionados a lo vocacional que lo académico. Se busca un “futuro laboral”, pero que
debe contar con acciones específicas que lo demuestren como tal.
Los/las jóvenes que pasan al nivel laboral de las unidades educativas debieran adquirir
nuevas responsabilidades relacionadas a hábitos sociolaborales y competencias blandas, exigir
puntualidad y asistencia diaria, deben firmar ingreso al primer módulo (taller) de la mañana y
tarde, cumplir con indicadores de rapidez y calidad en la ejecución de sus trabajos, poseer menos
tiempo de descanso, adquirir el hábito de trabajar de pie y distintas posturas, poseer distintos
profesores, rotar de sala, etc.
Por su parte los/las jóvenes que acceden al Centro de Capacitación Laboral no asisten con
uniforme escolar, y deben cumplir con el marcado de tarjeta de asistencia y rotar por diferentes
módulos de formación por competencias enfocadas al desarrollo de la empleabilidad,
exponiéndose a distintas metodologías de aprendizaje y figuras de autoridad.
Es necesario que la familia esté al tanto de estos cambios, de manera tal que se constituya como
ente apoyador del proceso y no como un obstaculizador de éste. Es por esto que durante
esta etapa se hace necesario conocer las expectativas a futuro que tienen con el miembro en
situación de discapacidad, conocer si aquellas expectativas son compatibles con el tipo de
formación que se entrega y determinar responsabilidades en conjunto para favorecer la formación
e inclusión laboral del miembro en situación de discapacidad.
Asimismo el trabajo con familia durante esta etapa debe estar enfocado a la entrega de
un feedback continuo respecto de los avances y retrocesos del joven, reafirmando en
cada intervención que el fin último es la inclusión laboral de éste, ya sea en la modalidad
competitiva o protegida. Al igual que en la etapa anterior se debe continuar fortaleciendo y
fomentando el logro de la máxima autonomía posible en lo relacionado a manejo de dinero y
manejo comunitario de tal manera de facilitar la futura colocación laboral.
Se hace necesario también estar al tanto las expectativas a futuro que tienen con el miembro en
situación de discapacidad y conocer si aquellas expectativas son compatibles con el tipo de
formación que se entrega.
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Se espera que al finalizar esta etapa los/las jóvenes tengan adquiridas las siguientes habilidades:
1. Competencias Laborales
§ Asistencia diaria
§ Puntualidad
§ Permanencia en el lugar de trabajo durante la ejecución de las tareas
§ Buena disposición hacia el trabajo
§ Iniciativa
§ Seguimiento de instrucciones
§ Capacidad de resolver problemas de simple y mediana complejidad en forma
independiente
§ Respeto a la autoridad
§ Capacidad de trabajo en equipo
§ Capacidad de aceptar cambios en la tarea
§ Capacidad de realizar tareas rutinarias
§ Mantener ritmo de trabajo constante
§ Tolerancia a la frustración y a la crítica
§ Conocimientos en relación a prevención de riesgos (uso de elementos de
protección personal, higiene en la manipulación de alimentos, gimnasia de pausa,
etc.)
§ Adecuada atención y concentración durante el desempeño de tareas
§ Capacidad de organizar elementos y materiales de trabajo
§ Mantener lugar de trabajo limpio y ordenado
§ Utilice los elementos de seguridad personal
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3. Charla informativa de Proceso de Formación Laboral, dirigida a todos los padres y
apoderados de jóvenes del nivel laboral, en la que se hablará del proceso de formación
laboral por competencias de empleabilidad, habilidades a desarrollar, tipo de prácticas
laborales y deberes de las familias en el proceso.
4. Entrega de documento explicativo del proceso de enseñanza al que será sometido el/la
joven, ante lo cual se solicita una firma de compromiso con la representante del
establecimiento (directora).
5. Entrevista del docente y/o T.O. con la familia para entregar feedback en relación a los
progresos logrados en base a Evaluación de Perfil de la Personalidad Laboral (PPL) y guía a
las familias en el proceso de formación. Se sugiere aplicación de pauta de entrega de
retroalimentación en la cual se definan los compromisos que asumirán los apoderados y
cuáles serán los acuerdos que serán trabajados en la unidad educativa.
Esta etapa está marcada por la adaptación al mundo del trabajo. Aquí los/las jóvenes según los
éxitos o fracasos que vayan obteniendo van a ir construyendo sus sentimientos de mayor o menor
competencia.
Lo que se busca es que la familia asuma un rol apoyador, y que tome la iniciativa de acercarse al
intermediador de las prácticas para entregar información y/o recibirla en relación al desempeño de
su hijo(a).
Durante este proceso se hace necesario abordar en forma conjunta las problemáticas que
de seguro irán surgiendo, ya que se trata de una etapa completamente nueva para el/la
joven y su familia, en la que se enfrenta el paso de un ambiente muy protegido y guiado, a uno
mucho más exigente en autonomía.
Es por esta razón que resulta importante entrevistar, en el mejor de los casos, en forma presencial
a la familia, o en su defecto, telefónicamente, de manera tal de contar con la autorización y
compromiso por parte de la familia para dar cumplimiento a las exigencias de formación dual,
práctica laboral y/o colocación laboral.
Por lo anterior, también, se hace necesario abordar con este grupo de padres temas a los que
seguramente se van a ver enfrentados durante esta etapa:
- Traslado al lugar de la práctica, ensayar fines de semana, acompañar inicialmente si
es necesario.
- Cumplimiento de horarios y asistencia diaria.
- Qué hacer en caso de problemas a la salud.
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- Qué hacer en caso de inconvenientes climáticos/paros de locomoción colectiva, etc.
- Dar a entender que el compromiso asumido con la empresa es primordial, y a la vez,
frágil.
- Abordar situaciones conflictivas en las que se pueden ver envueltos los/las jóvenes
durante este tiempo: dar a entender al apoderado que probablemente a su hijo/a le
exijan rapidez, mejorar niveles de atención y concentración, que probablemente lleguen
exhaustos a sus casas luego de la jornada de trabajo, que se van a enfrentar a personas
que no conocen y que significarán figuras de autoridad a las cuales deberán responder
Resulta importante evaluar desde ya, la actitud de la familia frente a la experiencia laboral, si lo
visualizan como una oportunidad seria para el/la joven, y lo apoyan en respetar los horarios y
hábitos laborales que se requieren; o por el contrario, si avalan aquellas actitudes sobre
protectoras como el ausentismo laboral por problemas domésticos, sin justificación médica, etc.
Si bien nuestro foco de atención es el/la joven en situación de discapacidad y sus características,
la familia es un eslabón clave para que la práctica laboral sea exitosa y mejore la autoestima del
joven y su motivación por el trabajo. Por lo tanto debemos responder a sus necesidades de
información del proceso de prácticas laborales y de los intereses, competencias, habilidades y
posibilidades de trabajo a futuro de su hijo/a.
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- Comuniquen oportunamente dificultades, dudas o problemas, tanto en la práctica laboral
como en el establecimiento educativo.
En esta etapa de este proceso, el (la) joven ya cuenta, idealmente, con algún tipo de experiencia
laboral previa gracias a las prácticas, y pasa a tener la posibilidad de ser colocado(a) en un empleo
formal, es decir, una empresa lo(a) contrate como un empleado/a, gozando de derechos y
deberes como un trabajador más.
La familia debe comprender que su participación es también muy importante en otros aspectos:
apoyar el manejo de presupuesto mensual de acuerdo a la remuneración recibida, ayudarlo a
controlar las compras y el uso de tarjetas de crédito, reforzar el no prestar dinero a los
compañeros de trabajo, solicitar que pague alguna cuenta de la casa, incentivar el ahorro, acceso
a subsidio de vivienda y fortalecer la importancia de cotizar para su salud y jubilación, ir
apoyándolo para una vida independiente y hacerle ver que el hecho de trabajar lo convierte
en un ciudadano con derechos y obligaciones.
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También debemos hacerle ver a la familia que la mantención del programa, la confianza de las
empresas y el éxito depende del apoyo adecuado por parte de todos ellos, es decir de los distintos
miembros que conforman la familia.
• ¿Contará el/la joven con el apoyo de su familia para cumplir a cabalidad las exigencias del
trabajo en relación a puntualidad, asistencias, presentación personal, entre otras?
Esta última etapa tiene lugar luego de ocurridos seis meses de colocación con contrato a plazo
fijo o indefinido, momento en el cual podemos hablar de que ha sido una colocación exitosa. Sin
embargo, el apoyo de la institución al joven, a su familia y a su empresa, no debe cesar, aunque
puede ocurrir que sea más espaciado en el tiempo.
Es importante que el equipo educativo entienda que el joven colocado y su familia sigue siendo un
foco de atención y de compromiso, el apoyo no acaba al momento de encontrar un empleo, sino
que éste continúa durante el proceso de mantenerse contratado, siguiendo el protocolo de
seguimiento hasta los 2 años.
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en forma independiente o con el apoyo de algún familiar.
§ Seguimientos telefónicos
§ Entrevistas presenciales de carácter informativo
§ Entrevista y aplicación de Pauta de Percepción Familiar del Rol de Trabajador del miembro con discapacidad.
§ Reunión con padres en etapa de colocación y mantención con una frecuencia de dos veces en el semestre.
§ Fomentar la participación activa de la familia en el uso de redes y apoyos comunitarios
§ (Inscribirse en su consultorio, acceder a previsión de salud Fonasa, entre otros.