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La filosofía del alemán Martin Heidegger, de manera especial en su obra más conocida

Ser y Tiempo quiere abarcar la pregunta por el ser que para él ha sido olvidada por la filosofía

occidental; también para Heidegger a partir de esta pregunta surge otro cuestionamiento y es el

sentido del ser “esta es, según Heidegger, la cuestión filosófica más importante, es decir, la más

amplia, profunda y originaria” (Alfaro 48). Pero estas preguntas por el ser y por el sentido del ser

para Martin Heidegger no quedan como lanzadas desde la nada, éstas se fundan en un ente que

está en medio de los demás entes del mundo (el hombre) y que el filósofo alemán designa con el

término “ser ahí”. “El “ser ahí” es un ente que no se limita aponerse delante de otros entes. Es,

antes bien, un ente ónticamente señalado porque en su ser le va este su ser […] esto a su vez

quiere decir: el “ser ahí” se comprende en su ser, de un modo más o menos expreso. A este ente

le es peculiar serle, con su ser y por su ser, abierto éste a él mismo” (Heidegger §4).

En el pensamiento heideggeriano desarrollado en Ser y Tiempo, el ser y el hombre (ser

ahí- Dasein) tienen importancia relevante, pues si el ser es el punto de partida de su reflexión

filosófica, su tesis sobre el hombre está íntimamente ligada a la pregunta omnicomprensiva y

primigenia planteada por él, porque si los entes son gracias al ser, el hombre es el único ente

entre todos los entes capaz de pensar y preguntarse por el ser de los entes, por su propio ser y por

el ser en cuanto tal. “Por eso, solamente partiendo del hombre, del cuestionante mismo que, al

ponerse a sí mismo en cuestión, se pregunta por su propio ser y por el ser, se podrá descubrir la

cuestión misma del ser, la cuestión que en último término interesa a Heidegger” (Alfaro 49). En

este sentido para el filósofo alemán el “ser ahí”, el hombre no puede ser identificado o reducido a

la manera de la filosofía occidental que ha identificado al ser con la objetividad; en palabras del
mismo Heidegger con la “simple presencia”, este estar ahí del hombre es, al contrario de la

metafísica occidental, precisamente ante el cual las demás cosas, los demás entes están presentes.

El “ser ahí”, tiene, en suma, una múltiple preeminencia sobre todos los demás entes. La

primera preeminencia es óntica: este ente es, en su ser, determinado por la existencia. La

segunda preeminencia es ontológica: en razón de su ser determinado por la existencia, es

el “ser ahí” en sí mismo ontológico. Al “ser ahí” es inherente con igual originalidad –

como un ingrediente de la comprensión de la existencia- esto: un comprender el ser de

todos los entes de una forma distinta de la del “ser ahí” (Heidegger §4).

Este análisis del ser ahí (Dasein) como el ente que se pregunta por el ser de los entes que

están delante de él, no es un razonamiento en el cual Heidegger sugiera que el Dasein es algo

hecho, cumplido; si esto fuera así, este ente tendría las propiedades dadas por la metafísica

occidental. Para Martin Heidegger el ser ahí (Dasein) es proyecto, poder ser, posibilidad; esta

posibilidad del hombre es siempre posibilidad de actuar, de elegir, de elegirse.

El ser del hombre en Heidegger no se define mediante la imagen de una esencia conclusa;

por el contrario, lo propio del Dasein consiste en una permanente marcha, es decir, éste se

entiende como “yección”. En el Dasein el estado de yecto no sólo es un hecho

consumado, sino que tampoco es un factum definitivo. A su facticidad es inherente que el

“ser ahí”, mientras sea lo que es, continúe en yección. El Dasein, al ser arrojado al mundo,

comienza por existir, y en esta marcha el Dasein se pro-yecta, es decir, existe pre-

siéndose, existe arañando el mañana (González).


El Dasein que se pregunta por el sentido del ser, por el sentido de los entes en el análisis

que hace Martin Heidegger del ser ahí como posibilidad o en palabras del filósofo alemán como

pro-yecto, Heidegger da un paso más en su pensamiento introduciendo al hombre como estar-en-

el-mundo. Si el hombre es pro-yecto, al estar-en-el-mundo, las cosas, los entes que están delante

del Dasein son utensilios para el proyecto humano. De esta manera se da la trascendencia del ser

ahí hacia el mundo, ya que éste es donde se dan las posibilidades del Dasein. “El concepto de

facticidad encierra en sí el “ser en el mundo” de un ente “intramundano”, de tal suerte que este

ente pueda comprenderse como “siendo su destino” estar vinculado con el ser de los entes que le

hacen frente dentro del mundo que es peculiar de él” (Heidegger §12).

Llegados a este punto el estar-en-el-mundo o el ser en el mundo del ser ahí, tenemos que

decir que el Dasein que tiene los entes delante de sí, también tiene otros entes como él delante de

sí; en otras palabras, el Dasein está en el mundo con otros Dasein. El ser ahí como ser en el

mundo para el pensamiento de Heidegger no se puede ver de manera solipsista como un yo

alejado de los demás; si su existencia es constitutivamente de apertura, los otros yo (Dasein),

también participan del mundo en el que se encuentra inmerso el ser ahí. ““ser en el mundo” es el

mundo en cada caso ya siempre que comparto con los otros. El mundo del “ser ahí” es un

“mundo del con”. El “ser en” es “ser con” otros” (Heidegger §26). Este ser con los otros, este

relacionarse con los entes del mundo y con los otros manifiesta en el Dasein una disposición

afectiva que Martin Heidegger denomina como preocupación (besorge); esta surge como un

estado de ánimo al existir en el mundo en relación con los otros y con los entes concretos del

mundo; este preocuparse constituye la base de la relación con los otros.


La disposición afectiva o sentimientos como los llama el mismo Heidegger en su obra

¿Qué es metafísica? que se manifiestan en el Dasein tiene que ver con el estar en el mundo, con

su relación con el todo de los demás entes en la cotidianidad de la propia existencia; por

consiguiente, Martin Heidegger menciona algunas de estas disposiciones tales como el tedio o el

aburrimiento; sin embargo este ser ahí como arrojado en la existencia, como pro-yecto desvela su

libertad que le da la facultad de elegir entre sus posibilidades.

El ser arrojado afecta permanentemente tanto su existencia, como la tarea de su libertad.

Vive en la paradoja insuperable de que, siendo capaz de elegir libremente entre sus

posibilidades que lo constituyen como pro-yecto, permanece radicalmente impotente y

determinado respecto al hecho originario de su existir y de su estar proyectado al

porvenir. Su ser arrojado no es un evento meramente inicial (cumplido de una vez para

siempre en el comienzo), sino una estructura existencial que marca su mismo estar –

proyectado a las posibilidades nuevas de su libertad (Alfaro 51).

En este estar arrojado del ser ahí descubre su facticidad, pues en esta el Dasein descubre

su existir que es la base, el suceso mismo de existir. El Dasein “no puede remontarse más allá de

su pura facticidad, ni descubrir en el fondo último de sí misma sino el mero evento de existir”

(Alfaro 51). Lo dicho anteriormente revelará el más auténtico sentimiento del ser ahí, la angustia.

La angustia en el pensamiento de Heidegger no se puede confundir con el miedo como temor

ante la proximidad de alguna circunstancia amenazante para la existencia.


La angustia es algo fundamentalmente diferente del miedo. Siempre se tiene miedo de

este o aquel ente determinado. Puesto que es propio del miedo la delimitación de su de

qué y por qué, el que siente miedo o es miedoso es prisionero de aquello mismo en lo que

él se encuentra. En la aspiración a salvarse de eso –de eso determinado- se vuelve

inseguro frente a las demás cosas, es decir, en conjunto, pierde la cabeza. Por su parte, la

angustia no permite que aparezca semejante estado de confusión. Por el contrario, más

bien la atraviesa una calma muy particular (Heidegger, ¿Qué es metafísica? 29).

El análisis que venimos haciendo sobre el ser ahí que se pregunta por el ser, por el ser de

los entes ante sí, que es un ser arrojado, un ser en el mundo, un ser con los otros, también es el ser

que se pregunta por la muerte como límite de su existencia y de toda posibilidad. La muerte se

presenta, en la experiencia cotidiana como algo de lo que hay que huir, algo que genera miedo,

pues entre más se acerca más amenaza la propia existencia; ella, la muerte, se presenta como

agobiante.

La pregunta sobre la muerte sólo le es inherente al Dasein porque es él el único ente que

puede preguntar por su ser ante la experiencia de la muerte. “El pensar sobre la muerte aunque es

cuestión que sólo el Dasein puede llevar a cabo, de una u otra manera tiene su despliegue hacia

los demás entes con la forma de ser del Dasein” (Manzano Arzate). La conciencia de la muerte

como algo que se presenta ante la mirada del ser ahí, es conciencia de que cuando ésta llegue, el

Dasein ya no será más ser ahí. “El tránsito del “ser ahí” al “ya no ser ahí” como “ya no ser en el

mundo”, que el “salir del mundo” del “ser ahí” en el sentido del morir tiene que distinguirse de

un “salir del mundo” de lo “no más que viviente” (Heidegger §47).


En el análisis hermenéutico que se ha hecho del pensamiento de Martin Heidegger sobre

en el ente que él denomina como Dasein, queda como conclusión algunos interrogantes que

darían paso a nuevas investigaciones:

Martin Heidegger analizando el existenciario de ser en el mundo, habla de la

trascendencia del Dasein en la utilización de los entes que tiene delante de sí, pero queda la

pregunta si este ser ahí usa de los entes como útiles para el proyecto, en esta utilización ¿cómo

queda el mundo en el cual está arrojado el Dasein? También ante la inminencia de la nada por el

fenómeno de la muerte que se aproxima en tanto avanza la existencia ¿qué es la nada en cuanto a

la pregunta por el ser que es el eje transversal de la filosofía heideggeriana?

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