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046 SESION-2do
046 SESION-2do
I. DATOS INFORMATIVOS
UGEL : CASTROVIRREYNA I. E.: AURAHUÁ « CÉSAR ABRAHAM VALLEJO MENDOZA » ÁREA : COMUNICACIÓN
GRADO: SEGUNDO “A” TEMA: TÉCNICAS NARRATIVAS: RACCONTO Y EL TIEMPO LINEAL DURACIÓN : 2 HORAS
FECHA : DOCENTE : PERCY JEUSU SOTO VALDEZ COORDINADOR JEC: Prof. PEDRO RAMIREZ LUCAS
APRENDIZAJE ESPERADO:
Utiliza las técnicas narrativas del racconto y técnica lineal en sus producciones literarias.
ACTITUD ANTE EL AREA Cumple oportunamente con las tareas asignadas Lista de cotejo
TABLA DE ESPECIFICACIONES
N° DE
CRITERIO INDICADOR
REACTIVO % PUNTAJE REACTIVO
-Utilicé adecuadamente los tiempos verbales, al redactar mi
cuento. 50% 10
TOTAL 100 20 1
LISTA DE COTEJO
I La calle estrecha
N
I Había una vez un pueblecito donde las calles eran muy estrechas. Para que pudieran pasar los animales sin
C
I molestar a las personas, el alcalde había dado la orden de que siempre que pasara alguien con un animal, fuera
O diciendo en voz alta: ¡apártense, por favor!.
Un día, un labrador volvía con su buey y, vio a dos hombres hablando en la mitad de la calle. Eran unos
hombres muy ricos y orgullosos, así que, cuando el labrador se acercó y les gritó: “¡Apártense por favor! Ellos
no le hicieron caso y siguieron hablando.
Al labrador no le dio tiempo de parar al buey, y el animal, al pasar, empujó a los dos hombres y los tiró al suelo.
N Como sus ropas se llenaron de barro, los hombres, muy enfadados, le dijeron al labrador:
U - ¡Mira lo que nos ha hecho tu buey! Ahora tendrás que comprarnos trajes nuevos. Si no lo haces,
D mañana te denunciaremos al alcalde.
O
Entonces, el labrador fue a ver al alcalde y le contó lo ocurrido. El alcalde, que era un hombre justo y muy listo,
le dijo:
- No te preocupes. Mañana, cuando vengan a denunciarte esos dos ricachones, tú vienes también y te
haces el mudo. Oigas lo que oigas, tú no digas nada.
Al día siguiente, se presentaron todos ante el alcalde, y los dos ricachones acusaron al labrador de pasar con el
D buey sin avisar y atropellarlos.
E -¿Por qué no avisaste a estos hombres para que se apartaran? – preguntó el alcalde al labrador.
S
E El alcalde le hizo varias preguntas más, pero el labrador no dijo ni “mu”. Entonces, el alcalde les dijo a los
ricachones que aquel labrador debía ser mudo.
N
L - ¡Qué va a ser mudo! – respondieron rápidamente los dos hombres – ayer lo oímos hablar en la calle,
A ¡y bien alto! Nos gritó que nos apartáramos.
C - Entonces – dijo el alcalde-, si el labrador les avisó de que se apartaran y no lo hicieron, la culpa es de
E ustedes. Y por haber acusado injustamente a ese hombre, le darán diez monedas de plata cada uno.
CARLO FRABETTI
Cuentos para niños mentirosos.
APRENDIZAJE ESPERADO: Utiliza las técnicas narrativas del racconto y el monólogo interior en sus
producciones literarias
FICHA TÉCNICA
Son el conjunto de estrategias que utiliza el escritor para hacer interesante sus creaciones literarias.
Las técnicas que estudiaremos hoy son el monólogo interior y el racconto, para abordar su estudio leeremos
el cuento del escritor regional Mario Palomino que se titula Al sonar de la quebrada.
Ahora ya estás en condiciones de poder definir en qué consiste estas dos técnicas.
Racconto
Monólogo interior
Técnicas
Narrativas
Recuerda, que es importantísimo conocer estas técnicas porque nos permitirá comprender este tipo de
literatura; además, nos ayudará a mejorar nuestras creaciones haciéndolas más interesantes.
No olvides que en la técnica del racconto, debemos tener mucho cuidado con el uso de los tiempos verbales,
así mismo en el monólogo interior prima el uso del pronombre en primera persona.
Puedes usar la estructura circular, que consiste en empezar por el final de la historia, regresar al principio y
terminar donde comenzó; o la estructura parabólica, que brinca en el tiempo y va contando pequeños pasajes
intercalados, para darles mayor intensidad, en esta estructura se evidencia con claridad la técnica del racconto.
Al sonar de la quebrada ¿Quién era el desconocido? Se trataba de un
humilde poblador de unos 40 años. Lo encontraron
Autor: Mario Palomino. al clarear el alba “atrancado” en un recodo de la
quebrada de Cieneguillo. Lucharon mucho para
_ ¡Movió los dedos! ¡Movió los dedos! – gritó el rescatarlo. Estaba abrazado fuertemente a un
chiquillo en medio de la estancia que servía como poste de luz. Todos lo dieron por muerto. Llevado
sala. por su espíritu caritativo Pedro lo acomodó en un
cuarto de su humilde vivienda, hasta que las
Se trataba de Juanito, hijo menor del dueño de la autoridades viniesen a levantar el cadáver.
casa. Era un pequeñín de apenas seis años. La
curiosidad muy propia de su edad, lo había llevado La tarea para resucitar al humano duró casi una
hasta la estrecha habitación, donde yacía el hora. Lentamente el desfallecido alzó los párpados.
hombre tirado sobre un petate. Su mirada extraviada, recorrió de manera
escrutadora la habitación. Las neuronas hacían un
Su pálido rostro traslucía cierta mezcla de temor y supremo esfuerzo para recomponer las imágenes
ansiedad. Los dos hombres le miraron en forma que lo condujeron al recuerdo de aquella noche de
despreocupada, prosiguiendo con la tertulia abril. Toda su humanidad se estremeció al recordar
referida a los incidentes acaecidos en la noche las primeras escenas vividas.
anterior.
Esta noche, el ambiente estaba tenso. Los
Jaloneando desesperadamente la manga del pobladores que habitaban en la cercanía de la
pantalón de su progenitor el niño volvió a exclamar temible quebrada respiraban cada segundo,
casi al borde del llanto: angustia, desesperación y llanto. La lluvia caía
implacablemente una vez más sobre los techos de
_ ¡Movió los dedos! ¡Movió los dedos, papá! T los hogares que tenían la suerte de estar en pie.
Preocupado ante tanta insistencia, Pedro se É
incorporó del trozo del tronco que fungía de El fatídico golpetear de sus gotas al chocar con las
ocasional asiento. En pocos segundos salvó la C gastadas calaminas, acentuaban cada vez más el
distancia que lo separaba de la habitación N pánico de los pobladores. A leguas se oteaban el
contigua. I peligro. De pronto el silencio fue herido por unos
gritos mezclados con sollozos. Era un famélico
Fijó por un instante su mirada en el cuerpo que C hombre que avanzaba a tumbos, al mismo tiempo
parecía exangüe. La mortecina luz, con el silencio A que gritaba:
que reinaba en el albergue coadyuvaban para que
el ambiente se tornara un poco tétrico. -¡Se desbordó la quebrada! ¡Se desbordó la
D quebrada! Tomó el mechero de querosene y se
De pronto los esqueléticos dedos del hombre se E incorporó como impulsado por un resorte. De dos
movieron casi imperceptibles. Temerosamente L zancadas salvó la pequeña distancia que separaba
Pedro buscó el valor que le faltaba en presencia de su choza de la implacable quebrada.
su compadre. Rápido se acercó a él y le musitó:
“parece que está vivo”. No había terminado de Fijó los ojos en las márgenes del cauce. A simple
pronunciar la última palabra, cuando todo el pie del R vista todo estaba en orden. La quebrada semejaba
supuesto ahogado, fue rotando en movimiento una anaconda desperezándose después de su
angular. A último festín. Lo que más le intrigaba era el
C volumen de su masa líquida. Era el mismo que en
_¡Efectivamente! ¡Efectivamente, compadre! ¡Está C días anteriores. Se disponía a emprender el
vivo el hombre! ¡Está vivo! – ratificó en forma regreso, cuando de repente por obra mefistofélica
clamorosa su compadre. O el caudal de la quebrada se triplicó en contados
N segundos.
La noticia causó revuelo en el vecindario, T
arremolinándose en la rústica vivienda en el ¿Quién podría explicar el fenómeno? ¿Acaso la
instante. La inmensa multitud pugnaba por entrar O Ecohistoria tenía registrado dentro de sus anales
en la casa. algún fenómeno similar? ¿O tal vez los
sobrevivientes de las lluvias del veinticinco habían
-¡Sáquenlo a la sala! – aconsejó un recién llegado. experimentado tal hecho? La respuesta a todas
El cuerpo fue tendido encima de una descolorida esas interrogantes fue dada por la imploraciones
manta en el centro de la sala en posición de cúbito de un octogenario que arrodillado suplicaba:
ventral.
-¡Taitita Dios! ¡Taitita Dios! ¡Protégenos! ¡Se
-¡Salga un poco de gente! ¡Denme espacio! – juntaron todas las quebradas!
suplicó el padrino de Juanito. Voy a darle
respiración boca a boca – añadió.
Como ráfagas saltaron a su mente las advertencias El hombre se llevó lentamente a sus labios resecos
de un científico que decía: “Es necesario drenar las el despostillado recipiente. Más que paladear, se
quebradas que circundan la ciudad para impedir deleitó con el primer sorbo del humeante líquido.
que se unan, ya que su unión produciría los efectos Su éxtasis duró poco. Fue interrumpido por el
de una catástrofe.” repentino tronar de unas gotas de lluvia en el zinc.
Mecánicamente su mirada se dirigió hacia el techo.
En efecto, estaba sucediendo lo que predijo. La La gente desapareció en un abrir y cerrar de ojos
confluencia de las quebradas del “Alacrán”, “La de la habitación.
abuela” y la de Cieneguillo, habían incrementado
monstruosamente el cauce de la fatídica quebrada. -¡Ayúdenme a levantarme! – suplicó
nerviosamente. Se encaminó a la puerta. Asomó su
Aterrado sus ojos divisaron partes de la esmirriada rostro a la calle. Su semblante se tornó triste.
figura del anciano que desaparecía en las fauces Retrocedió unos pasos hacia el centro de la
T de la voraz quebrada. El ruido ensordecedor del estancia, dejándose caer en el tronco que antes
É sonar de la quebrada lo paralizó por unos había sido ocupado por Pedro. Conteniendo la
C segundos. represa de llanto que pugnaba por desbordarse
murmuró con honda amargura:
N Siguiendo su instinto reaccionó y giró en redondo
I emprendiendo veloz carrera en sentido contrario a “OTRA VEZ LA LLUVIA”.
C la dirección de su humilde morada. A medida que
avanzaba, la tierra iba cediendo al empuje furioso
A de las aguas. Las paredes de una lujosa residencia
ubicada en el borde de la ribera, fueron
D boqueteadas fácil como si estuvieran construidas
de papel higiénico. Aferrándose a la vida se abrazó
E de manera desesperada a un poste de madera que
L antes de las lluvias dotaba al vecindario de fluido
eléctrico. Para castigar su osadía la volumétrica
masa líquida derribó al madero como un palo de
dientes. Su cuerpo se precipitó en las frígidas
R aguas. Sus manos cual tenaza, se aferraron aún
A más al poste. Antes de entrar a la inconsciencia,
sintió que los brazos de la quebrada lo azotaron
C furiosamente a lo largo de su accidentado
C recorrido, pretendiendo, cual potro salvaje, arrojar a
O su jinete de su cabalgadura.
N Compitiendo con la más sofisticada cámara
T fotográfica, sus retinas captaron en milésimas de
O segundo infinidad de imágenes. Allí quedó el
instante en que por encanto desaparecería la
pintoresca plazuelita Ramón Castilla. También se
encuentra el momento en que volaron hacia el
infinito las losetas de la novísima y espaciosa plaza
Huamán de los Heros, celestina discreta de
muchos amores del pasado.