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EL ESTADO

Capítulo 5

Andrea Rodríguez Nungaray


Reconocimiento de Estados

Acto por el cual las demás


naciones miembros de la
comunidad internacional se
hacen sabedoras para ciertos
efectos, de que ha surgido a la
vida internacional un nuevo
ente”. Cesar Sepúlveda.
• Tesis de la teoría declarativa el reconocimiento:
Atribución sólo de efectos declarativos por lo cual el
Estado o Estados que reconocen al nuevo Estado
únicamente deben verificar que se reúnan los requisitos
esenciales para su existencia (autogobierno,
independencia, ordenamiento jurídico efectivo etc.)

• Tesisde la teoría constitutiva del reconocimiento: Se


considera el reconocimiento como elemento
indispensable para la existencia de un nuevo Estado.
• Práctica internacional: El
reconocimiento de Estado
es un acto discrecional, en el
cual los estados actúan en
razón de intereses políticos.
• Autores: El acto de
reconocimiento no es
político, sino un acto de
esencia legal que se ejercita
en cumplimiento de una
obligación
Hersch Lauterpacht:
Señala un estado a cuyo gobierno se rehúsa el reconocimiento se
ve desprovisto de las prerrogativas usuales que van aparejadas de
la personalidad.

Ejemplo: Un gobierno al cual se ha negado o se ha retirado el


reconocimiento, se ve sin protección, en tales casos se observa una
disminución de la capacidad del Estado, que repugna por no ser justa.
Admitir que es una materia de discreción política, es conceder que
algunos aspectos vitales del derecho internacional, que se gobiernan
normalmente por el derecho, están sujetos a los vaivenes de la
arbitrariedad y a las circunstancias cambiantes de la oportunidad
política.
Reconocimiento de gobiernos
“Acto por el cual se da la conformidad para continuar las relaciones habituales de
intercambio con el nuevo gobierno”. Cesar Sepúlveda.
El reconocimiento de un nuevo Estado: Implica reconocer la personalidad
jurídica internacional al nuevo Estado.
El reconocimiento de un nuevo gobierno: No discute la personalidad
internacional, sino su forma de gobierno. El reconocimiento de gobierno opera en
las situaciones siguientes:
• a) Cambios habituales de gobierno. El reconocimiento está implícito en las
felicitaciones al nuevo gobierno o en el mantenimiento de las relaciones
diplomáticas y consulares.
• b) Cambios violentos por un golpe de Estado o un cambio anticonstitucional.
En tal supuesto, el reconocimiento no debe ser prematuro; los Estados deben
cerciorarse de que el nuevo gobierno ejerza un dominio efectivo sobre la
población y el territorio en el cual se asienta.
Corrientes opuestas
• a)Los que sostienen que el reconocimiento de gobiernos es
solo un acto político y que existe libertad para que el Estado lo
conceda o lo niegue, toda vez que es la expresión de la
voluntad de continuar las relaciones diplomáticas con el nuevo
régimen.

• b) Los que sostienen que existe un derecho del nuevo gobierno


a ser reconocido y un deber de los otros Estados para
reconocerlo.
El reconocimiento de gobiernos es un acto discrecional. Para los Estados no existe
obligación alguna de reconocer al nuevo gobierno; a pesar de ello, en la doctrina y
en la práctica se ha planteado la cuestión de si se deben o no satisfacer
determinados requisitos antes de otorgar dicho reconocimiento.
Las doctrinas relativas al reconocimiento de gobiernos son particularmente
americanas, surgen como consecuencia de la inestabilidad política de las naciones
latinoamericanas del siglo XIX y hasta mediados del siglo xx .
Las doctrinas sobre el reconocimiento de gobiernos son:
a) La doctrina Jefferson
b) La doctrina Tobar
c) La doctrina Wilson
d) La doctrina Estrada
e) La doctrina Díaz Ordaz.
La doctrina Jefferson (1792)
Pronunciamiento hecho en 1792 por Thomas Jefferson, entonces secretario de Estado, en relación con la actitud del gobierno
estadounidense frente a los acontecimientos en Francia, que determinaron la muerte del monarca y el establecimiento de la República.
Jefferson instruyó a Gouverneur Morris, ministro de Estados Unidos de América en París, para que emitiera el comunicado siguiente, el
cual constituyó después la parte central de su doctrina: "Va de acuerdo con nuestros principios determinar que un gobierno legítimo es
aquel creado por la voluntad de la nación, sustancialmente declarada.“
En otra comunicación manifestó: Evidentemente, no podemos negar a ninguna nación ese derecho sobre el cual nuestro propio gobierno
se funda: que cualquier nación puede gobernarse en la forma que le plazca, y cambiar esa forma a su propia voluntad; y que puede llevar
sus negocios con naciones extranjeras a través de cualquier órgano que estime adecuado, sea monarca, convención, asamblea, presidente
o cualquier cosa que escoja, La voluntad de la nación es la única cuestión esencial a considerar.
En un principio, la doctrina solo exigió la prueba objetiva de la declaración de la voluntad popular. Con la práctica estadounidense ulterior
se modificó este criterio, para exigir en forma adicional que el nuevo gobierno dé prueba de que está capacitado y desea cumplir con los
compromisos contraídos por sus predecesores.
Parece que la primera vez en la cual se exigió el nuevo requerimiento fue respecto del reconocimiento del gobierno de Porfirio Díaz en
México: el 16 de mayo de 1877 John Foster, embajador de Estados Unidos de América en México, manifestó lo siguiente:
En el caso presente, nuestro gobierno espera, antes de reconocer al General Díaz como Presidente de México, que se asegure que su
elección está aprobada por el pueblo mexicano y que su administración posee la estabilidad para durar y disposición de cumplir con las
normas de la cortesía internacional y las obligaciones de los tratados. Tal reconocimiento, si se concede, implicaría más que un nuevo
asentamiento formal, la creencia de que el gobierno así reconocido cumplirá celosamente sus deberes y observará el espíritu de sus
tratados.
En dicha declaración se pueden apreciar los tres requisitos que exigía Estados Unidos para el reconocimiento de un nuevo gobierno: a) el
asentimiento de la voluntad popular; b) la efectividad, y c) el interés de cumplir con los compromisos contraídos previamente.
La doctrina Tobar (1907)
Dicha doctrina fue enunciada por Carlos Tobar, ministro de Relaciones Exteriores de la República de Ecuador, en carta fechada el 15 de marzo de 1907 al cónsul de Bolivia en Bruselas, la cual establece:
"Las Repúblicas Americanas, por su buen nombre y crédito, aparte de otras consideraciones humanas y altruistas, deben intervenir de modo indirecto en las decisiones internas de las Repúblicas del
Continente. Esta intervención podría consistir, a lo menos, en el no reconocimiento de gobiernos de hecho surgidos de revoluciones contra la Constitución."

Con esta declaración Tobar pretendía detener las constantes luchas internas en los países de la región. En el fondo, esta doctrina representaba una regresión a la postura de la legitimidad, ya que todo
gobierno que arribe al poder en un país determinado depende, para su legalidad, no solo de la posesión de hecho de ese poder, sino también del cumplimiento del orden legal establecido en el país
para la sucesión de gobiernos. Originalmente se refería al legitimismo dinástico y estaba fundado en el origen divino del monarca (doctrina europea), pero después pasó a ser constitucional, basado
en el apego a las normas internas de organización política de un país (doctrina americana o moderna). Al comentar dicha doctrina, Sepúlveda señala: ... si se admitiera generalmente en el orden
internacional el derecho de emitir juicios sobre cuestiones de derecho constitucional, la empresa de decidirlos sabiamente resultaría imposible, a menos que se contase con auténticos expertos,
auxiliados por técnicos nativos, y aun esto admitiría objeciones, porque las complejidades de la política local son a veces ininteligibles, aun para los nacionales, que a veces discrepan, no se diga ya
para extranjeros; y en segundo lugar, aun si se concede que las dificultades prácticas de la doctrina legitimista puedan superarse, sigue existiendo el peligro de que se ponga énfasis excesivo sobre
consideraciones técnicas y legalistas, en lugar de sobre principios justos y exámenes equitativos de lo que puede ser mejor para el país interesado . Si se aplica la doctrina Tobar, se corre el riesgo de
que mediante la práctica del reconocimiento de gobiernos, previa comprobación de su legitimidad. se viole el principio de no intervención en los asuntos internos de un Estado. Esta doctrina fue
reconocida en el Tratado General de Paz y Amistad, adoptado en Washington el 20 de diciembre de 1907 y del que fueron parte Costa Rica, Honduras, Nicaragua. Guatemala y El Salvador, en cuyo art.
I se expresaba que: "Las Repúblicas de Centro América consideran como el primordial de sus deberes, en sus relaciones mutuas, el mantenimiento de la paz; y se obligan a observar siempre la rnas
completa armonía y a resolver todo desacuerdo o dificultad que pueda sobrevenir entre ellas, de cualquiera naturaleza que sea, por medio de la Corte de justicia creada por la Convención que han
concluido al efecto en esta fecha."

• La fórmula de la Convención de 1907 se aplicó en algunos casos, pero con dudoso éxito. Tanto la doctrina como el tratado no promovieron ningún desarrollo en la materia entre 1907 y 1913. El 7 de
febrero de 1923, a incitativa de Estados Unidos, las naciones centroamericanas firmaron en Washington el Tratado de Paz y Amistad, en el que se repite la fórmula empleada por la Convención de
1907 y se señalan causas para negar el reconocimiento:

• Y aún en ese caso se obligan a no otorgar el reconocimiento, si alguna de las personas que resultaren electas, presidente, vicepresidente o designado, estuviese comprendido en cualquiera de los
casos siguientes:

• I. Si fuese el jefe o uno de los jefes del golpe de Estado o de la revolución;

• II. Si hubiese sido Secretario de Estado o hubiese tenido alto mando militar al verificarse el golpe de Estado o la revolución o al practicarse la elección.- Tampoco será reconocido, en ningún caso, el
gobierno que surja de elección recaída en un ciudadano inhabilitado expresa o indubitablemente por la Constitución de su país para ser electo Presidente, Vicepresidente o designado.

• Estados Unidos de América, aunque no fue parte del tratado, se constituyó en su principal observador, de tal manera que lo aplicó con los movimientos revolucionarios de Honduras (1924),
Nicaragua (1926), Guatemala (1930) y El Salvador (1931). Tras un exhaustivo examen de la doctrina Tobar, Sepúlveda concluye que "ni la llamada Doctrina Tobar, ni los Tratados de 1907y 1923,
admitidos o no como representación práctica de aquélla, nunca fueron adecuados para el propósito que fueron concebidos".
La doctrina Wilson (1931)
• Esta doctrina se desprende de un discurso formulado por el presidente estadounidense Woodrow Wilson el 11 de marzo de 1913, en el cual
manifestó:
• La cooperación sólo es posible cuando está sostenida en todo momento por el proceso ordenado del gobierno justo que se funda en el
derecho, no sobre la fuerza arbitraria o irregular Mantenemos, como estoy seguro, que los líderes de los gobiernos republicanos mantienen
donde quiera, que el gobierno justo reposa en el consentimiento de los gobernados, y que no puede haber libertad sin el orden basado en el
derecho, conciencia y la aprobación pública. Veremos que tales principios constituyan las bases de intercambios mutuos y respecto y ayuda
mutuos entre nuestras repúblicas hermanas y nosotros. El desorden, las intrigas personales y el desafío de los derechos constitucionales
debilitan y desacreditan al gobierno. No tenemos por quienes buscan detentar el poder gubernamental para su ambición o interés no
puede haber paz estable y duradera en tales circunstancias. Como amigos, preferimos a aquellos que actúan en interés de la puy del honor,
que protegen los derechos privados y respetan los límites de la disposición constitucional Meses más tarde, la parte esencial de dicha
política aparece en una circular dirigida a las misiones diplomáticas estadounidenses. Tal circular señala:
• El propósito de los Estados Unidos es única y exclusivamente asegurar la paz y el orden de Centroamérica, vigilando que el proceso de
autogobierno no se interrumpa o abandone. Las usurpaciones como la del general Huerta amenazan la paz y el desarrollo de América como
ninguna otra. No solamente vuelven imposible el desarrollo de un gobierno ordenado, sino que tienden a olvidar el derecho, amenazan
constantemente la vida y la fortuna de nacionales y extranjeros, invalidando contratos y concesiones de la manera que el usurpador decida
para su beneficio y para lastimar tanto al crédito nacional, como todos los cimientos de los negocios domésticos o extranjeros. Es el
propósito de los Estados Unidos, consiguientemente, desacreditar y derrotar tales usurpaciones, en donde quiera que ocurran.
• La doctrina Wilson adolece de los mismos defectos de la doctrina Tobar, por cuanto exige la legitimidad constitucional del nuevo gobierno,
cuestión que no corresponde determinar a la comunidad internacional, pues el acto de reconocimiento de gobierno debe centrarse, como
señala la doctrina Jefferson, en una comprobación de la voluntad popular. Aunque en varias ocasiones se aplicó, en ninguna de ellas tuvo
éxito; tales son los casos de la República Dominicana (1913) y Costa Rica (1917).
• La misma administración de Wilson fue inconsistente con su propia postura, pues en dos ocasiones reconoció a gobiernos surgidos de
movimientos revolucionarios, ambos en Perú (1914 y 1919). La inconsistencia del gobierno de Wilson y la intervención constante de Esta-
dos Unidos trajo como consecuencia la impopularidad de Wilson en América Latina, lo cual propició reacciones contrarias que provocaron el
debilitamiento de la práctica norteamericana de reconocimiento basado en la regla de la legitimidad.

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