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La mayoría de los tipos penales están redactados con referencia a un único sujeto que
realiza por sí solo la conducta descrita en ellos, pero en la práctica es muy común que
los delitos se ejecuten por dos o más personas.
1) Se hace necesario contemplar normas que permitan abarcar las conductas de cada
uno de los intervinientes en el hecho delictivo, porque de lo contrario quedarían
impunes.
EJEMPLO: si varios sujetos se dividen la ejecución de un delito que supone la
realización dos o más conductas (p. ej. robo con violencia: apropiarse y ejercer
violencia), y cada uno de ellos ejecuta una sola, en rigor ninguno realizaría
íntegramente el tipo penal, sino sólo una de sus partes, por lo que su actuación
personal tendría que ser considerada atípica. Obviamente, tal conclusión sería
inaceptable
Algo similar ocurre incluso cuando varios individuos realizan en conjunto un delito de
acción única (p. ej. homicidio: matar), pues si uno sujeta a la víctima para que el otro
pueda darle el golpe mortal. Analizado individualmente, sólo el último habría
ejecutado la acción típica de matar, mas no el primero, cuya acción fue sujetar ya que
no satisface por sí sola las exigencias del tipo de homicidio, regido por el verbo matar.
Ciertamente, ambos intervinientes deben responder por esa muerte, pues los
desvalores de acción y de resultado homicidas concurren íntegramente respecto de
ambos, porque sus acciones no pueden ser apreciadas aisladamente, sino como un
todo orientado a un mismo fin.
En ambos casos entonces, se requiere una norma que permita subsumir las acciones
individuales de los varios sujetos activos en un tipo penal cuya configuración sólo
puede atribuirse al conjunto.
2) Además es necesario ponderar los diversos aportes al delito conjunto, diferenciando
en cuanto a su gravedad.
El mero colaborador en el delito no se le debe castigar con una pena igual a la que se
impone a quien realiza por sí mismo la acción delictiva.
Tal diferenciación se concreta en las categorías de autor y partícipe.
Para determinar la “línea divisoria entre una y otra clase de intervención y aportación al
hecho, es necesario existen diversas posiciones doctrinales: nos quedaremos con la
actualmente aceptada por los autores, llamado “Criterio objetivo final o teoría del
dominio del hecho”
CRITERIO OBJETIVO FINAL O TEORÍA DEL DOMINIO DEL HECHO
De acuerdo con este enfoque, debe calificarse de autor a quien tiene el dominio de
la ejecución del hecho, y de partícipe, a quien ha intervenido en la realización
del delito, pero sin ostentar ese dominio.
Sobre la base de esta teoría FINALISTA O DEL DOMINIO DEL HECHO, podemos
distinguir tres formas de dominio del hecho y, por lo tanto, de autoría:
.
FORMAS DE AUTORÍA(II)
El dominio indirecto del hecho se da cuando alguien posee tal dominio por la
influencia que ejerce sobre la voluntad de un tercero.
.
FORMAS DE AUTORÍA (III)
En este caso, se trata de un dominio compartido por todos los sujetos que ostentan a un
mismo tiempo el dominio sobre la ejecución del hecho, quienes se han dividido la realización
del delito.
.
ASPECTOS SUBJETIVOS EN LAS DISTINTAS FORMAS DE AUTORÍA
En la autoría directa no hay correlación con otros individuos y que ella aparece
descrita en cada tipo penal, admite tanto dolo como culpa, dependiendo de si existe
un precepto que sancione la realización culposa de la conducta.
En el caso de la autoría mediata, es obvio que sin dolo no puede haber dominio de
la voluntad del tercero instrumentalizado, por lo que la culpa queda excluida de
plano de su tipo subjetivo.
LA PARTICIPACION Y SUS FORMAS
De acuerdo con la teoría del dominio del hecho, “toda intervención en el suceso
delictivo que no conlleve dominio sobre él debe ser calificada de mera
participación.” Por lo tanto, la participación se caracteriza por una ausencia de
control sobre la ejecución del hecho delictivo.
La participación supone una intervención en el hecho, que puede revestir dos
modalidades: instigación o complicidad.
a) La instigación
La figura de la inducción tiene sentido sólo respecto del instigador, no respecto del
instigado. ¿por qué?
Por que el instigado si llega a realizar el hecho delictivo, será un autor
directo del él. Es el instigador quien debe ser tenido por partícipe del delito.
Ahora bien, para ser tal, el instigador debe efectivamente conseguir su propósito
de crear en el otro una resolución delictiva.
LA PARTICIPACION Y SUS FORMAS (III)
b) La complicidad
b) La complicidad
Pero esto también es una manifestación particular de una exigencia general, puesto
que, como ya sabemos, la posibilidad de imputar objetivamente un resultado delictivo
a un comportamiento específico de un sujeto depende de que pueda establecerse entre
ambos una relación de esa naturaleza.
De modo que si un individuo presta una colaboración para el delito que luego no es
empleada por los autores, faltará este requisito y su comportamiento será impune.
LOS PRINCIPIOS DE LA PARTICIPACIÓN CRIMINAL
a) El principio de accesoriedad
Esto significa que el castigo del cómplice o del instigador dependerá de que el o los
autores lleguen a dar comienzo a la ejecución del delito. No es necesario que el hecho
alcance la consumación, pero sí se requiere como mínimo que haya alcanzado la fase
de tentativa.
LOS PRINCIPIOS DE LA PARTICIPACIÓN CRIMINAL (II)
El problema es determinar qué elementos de la estructura del delito debe reunir el hecho
principal para que sea procedente el castigo de las formas de participación en él.
Al respecto, se han dado múltiples respuestas, que, ordenadas conforme al número creciente
de sus exigencias, es decir, de menor a mayor grado de accesoriedad de la conducta del
partícipe respecto de la de los autores, son las siguientes:
EJ: Esto último es claramente apreciable en el artículo 489 CP., que dispone que el
levantamiento de pena que allí consagra en favor de algunos individuos, a título de
excusa absolutoria, no beneficia a los demás.
LOS PRINCIPIOS DE LA PARTICIPACIÓN CRIMINAL (IV)
2° por razones de texto, pues hay preceptos que permiten estimar que la inculpabilidad
del autor no obsta al castigo del partícipe. Entre esas razones se encuentran las
siguientes :
B. la inculpabilidad del autor no obsta al castigo del partícipe porque: el hecho que los
arts. 72 y 456 bis contemplan como circunstancia de agravación el actuar con personas
inculpables;
en el primer caso, por tratarse de menores de edad, y en el segundo, por tratarse de
sujetos exentos de responsabilidad penal en conformidad al Nº1 del art.10 del C. Penal.
En ambos supuestos, el autor del hecho podría ser el individuo inculpable, obrando el
otro como mero partícipe, lo que demuestra que puede castigarse a este último sin
necesidad de que el autor actúe con culpabilidad.
Respecto del encubrimiento –que, como todos sabemos, es considerado por nuestro
Código como una forma de participación– piensa Etcheberry que rige la accesoriedad
máxima, fundado en que el art. 17 alude al encubrimiento de crímenes y simples delitos,
lo que denotaría una exigencia de culpabilidad en el autor.
El resto de los autores nacionales, sin embargo, discrepan de este parecer señalando que
tal referencia del art. 17 a crímenes y simples delitos ha tenido únicamente por objeto
excluir la tipicidad del encubrimiento de faltas, sin que ello implique una alteración del
criterio de accesoriedad media que inspira a nuestro Código.
LOS PRINCIPIOS DE LA PARTICIPACIÓN CRIMINAL (VI)
b) El principio de convergencia
Principio, las conductas de autores y partícipes deben estar orientadas al mismo fin delictivo.
Sólo podrá haber participación criminal, si la voluntad de los diversos intervinientes se encamina a un objetivo
común.
Esta exigencia determina que el tipo subjetivo de las formas de participación, al igual que en el caso de la autoría
mediata y de la coautoría, esté restringida al dolo, pues no puede haber participación en un delito si no se
tiene conciencia y voluntad de colaborar o instar a él.
Dificultad: viene dada por los llamados excesos delictivos, es decir, aquellas desviaciones del plan delictivo
que se traducen en la ejecución por parte de los autores de un delito más grave o de otros delitos asociados con el
que había sido objeto de acuerdo.
Si la divergencia es esencial, el hecho más grave ejecutado por el autor no será imputable al partícipe, pues no
podrá entenderse comprendido en su dolo.
LA AUTORIA EN EL CODIGO PENAL CHILENO
De la lectura se advierte:
En primer lugar, que no se alude en él al autor individual y directo del delito,
comprendido ya en los tipos penales específicos, sino sólo a sujetos que
realizan parcialmente el tipo respectivo o que no lo realizan en modo alguno.
Seis
LA AUTORIA EN EL CODIGO PENAL CHILENO (II)
De las seis hipótesis de autoría que contempla esta norma, cuatro de ellas
(Nºs. 1 y 3) se encuentran precedidas de una exigencia general, consistente
ya en tomar parte en la ejecución del hecho, ya en estar concertado para la
ejecución del delito.
“Los que toman parte en la ejecución del hecho, sea de una manera inmediata y
directa, sea impidiendo o procurando impedir que se evite”
Interpretado en sentido amplio, el primer numeral del artículo 15 incluiría a todos los
que toman parte en la realización del delito, sea que directamente ejecuten alguno de sus
actos constitutivos, o que sólo impidan o procuren impedir que otros eviten su
realización. En este último supuesto quedaría comprendido, de acuerdo con este criterio,
quien permanece fuera del lugar donde se está ejecutando el delito para avisar si llega
alguien o para distraerlo (ej: el loro)
Una interpretación más ceñida del texto parte por reparar en que a la palabra
ejecución, contenida en la exigencia primera y central de este precepto, se debe dar un
sentido técnico, es decir, el mismo sentido que le atribuye el artículo 7 CP. De modo
que sólo tomarán parte en la ejecución del hecho quienes realicen actos ejecutivos
del delito, no actos de cualquiera índole simultáneos a la ejecución, sino actos que
en sí mismos puedan ser considerados ejecutivos del delito de que se trate.
LA AUTORIA EN EL CODIGO PENAL CHILENO (IV)
Partiendo de esa base (criterio estricto), tomarán parte en la ejecución del hecho de
una manera directa quienes realicen por sí mismos actos de ejecución del delito ; y
tomarán parte de su ejecución impidiendo o procurando impedir que se evite, quienes
realicen actos que cumplen con ambas exigencias, como sucedería si, en un delito de
lesiones o de violación, un sujeto afirma a la víctima mientras el otro la golpea o la
viola.
Hay quienes, sin embargo, interpretan que las modalidades de autoría mediata que no
suponen fuerza moral tendrían cabida en el Nº1 del art. 15 (Garrido).
LA AUTORIA EN EL CODIGO PENAL CHILENO (VI)
Ello, sin embargo, no obsta a que debamos considerar al instigador como lo que
efectivamente es: un partícipe, cuya actuación debe satisfacer las exigencias de los
principios de accesoriedad y convergencia.
Los que, concertados para su ejecución, facilitan los medios con que se lleva a
efecto el hecho o lo presencian sin tomar parte inmediata en él.
De este modo, todo aquel que, mediando un acuerdo con los demás autores,
proporcione uno de los medios empleados para cometerlo, o simplemente lo
presencie, tendría que ser considerado autor, de conformidad con este precepto.
LA AUTORIA EN EL CODIGO PENAL CHILENO (VIII)
En cuanto a los medios, éstos pueden ser de cualquier índole, materiales (arma, dinero,
automóvil) o inmateriales (información sobre modo de ejecución, sobre los objetos,
sobre la víctima, etc.) ; y pueden tener por objeto hacer posible la ejecución del hecho,
o simplemente facilitarla o acelerarla.
En cuanto a la segunda hipótesis, basta la sola presencia del individuo, con tal que
existe acuerdo delictivo. Precisamente debido a la amplitud con que se cree ha sido
concebida la norma, los autores partidarios de esta interpretación extensiva
destacan que este numeral casi hace desaparecer la complicidad, pues la
cooperación en el delito quedaría prácticamente absorbida por el Nº3 del art. 15.
A diferencia del Nº1, que considera autor al sujeto que toma parte en la
ejecución, en este caso el individuo no toma parte activa en la ejecución, sino
que sólo la presencia o proporciona medios que han sido previstos para y
utilizados en la ejecución del delito.
Pero en ambos casos la aportación del individuo al delito se manifiesta en la
etapa ejecutiva de éste: en un caso, con su mera presencia, cubriéndose así
aquellos supuestos en que los no todos los individuos toman parte activa en la
ejecución, sino que uno o más de ellos se limitan a apoyar con su presencia a
los que ejecutan la acción y están alertas ante cualquier imprevisto que
pudiera reclamar su intervención (existe, por tanto, un codominio de la
ejecución del hecho); y en el segundo supuesto, a través de los medios
facilitados para que se empleen en la ejecución misma del hecho. De este
modo, el solo hecho de proporcionar medios no transforma al facilitador en
coautor, sino sólo cuando se proporcionan y se emplean en la realización de
los actos ejecutivos del delito.
LA COMPLICIDAD
Su alcance, por lo tanto, quedará determinado por el que se atribuya al art. 15.
El legislador incluyó al encubridor entre las personas responsables de los delitos, junto
con los autores y los cómplices, tanto al agrupar todas estas figuras bajo el Título II,
como en la enumeración que contiene el art. 14, hemos de llegar a la conclusión que
erróneamente consideró al encubrimiento como una forma de participación
subsecuente en el delito.
1.- Aprovechamiento real o de los efectos del delito (Nº1). Se comprende en este
numeral tanto el aprovechamiento propio que lleva a cabo el encubridor, como el acto
de facilitar a los demás intervinientes que se aprovechen de los efectos del delito
cometido.
Cuando hay aprovechamiento propio y los efectos provienen de la perpetración de un
delito de hurto o robo, debe aplicarse por especialidad el artículo 456 bis A, que
sanciona para estos casos el delito de receptación.
La solución mayoritaria
Como el Código Penal no resuelve el problema, la doctrina mayoritaria toma como base el artículo 64 del C. Penal que se
refiere específicamente al tema de la comunicabilidad de las circunstancias modificatorias de responsabilidad (atenuantes y
agravantes). Este precepto dispone que las circunstancias agravantes de índole personal sólo afectan a las personas en quienes
concurren (es decir, no se comunican).
Sobre esta base, la posición mayoritaria distingue entre delitos especiales propios e impropios:
a) Respecto de los delitos especiales impropios, procede castigar al sujeto cualificado según el tipo especial, y al sujeto no
cualificado según el tipo paralelo correspondiente.
Por ejemplo: si un hijo mata a su padre e interviene un extraño como cómplice, este último será cómplice no de parricidio,
sino de homicidio simple (arts. 390 y 391 Nº 2)
Esta posición se funda en que si bien respecto de la comunicabilidad de los elementos (personales) del tipo no hay una
regla general, sí es aplicable en este caso la norma del artículo 64, porque en el fondo la calidad de pariente opera como
agravante.
b) Respecto de los delitos especiales propios, procede castigar al sujeto no cualificado según por el mismo título que
resulte aplicable al sujeto cualificado.
Por ejemplo: si un juez comete el delito de prevaricación y alguien que no es juez actúa como cómplice, éste último debe ser
castigado como cómplice de prevaricación.
Esta posición se funda en que la limitación contemplada en el artículo 64 no es aplicable respecto de esta clase de delitos,
porque ella se refiere exclusivamente a las circunstancias modificatorias de responsabilidad y no a los elementos del tipo, y en
el caso de los delitos especiales propios la calidad especial exigida por el tipo no es determinante de una agravación o de una
atenuación, sino la licitud de la conducta.
GRACIAS