Está en la página 1de 9

Mi SciELO

 Servicios personalizados

Servicios Personalizados

Revista

 SciELO Analytics

Articulo

 Articulo en XML

 Referencias del artículo

 Como citar este artículo

 SciELO Analytics

 Traducción automática

 Enviar articulo por email

Indicadores
Links relacionados
Compartir

 Otros
 Otros

 Permalink

Ene
versión On-line ISSN 1988-348X

Ene. vol.10 no.3 Santa Cruz de La Palma dic. 2016

ARTÍCULOS
Aristóteles en los orígenes del nacimiento de la ontología

Sergio Martínez Botija, Jesús Pinto Freyre y Adrián Santamaría Pérez

RESUMEN

Si la reflexión ontológica pudiera ser de interés para la enfermería, entonces,


inevitablemente, su historia ha de serlo también. En este artículo, tratamos de analizar
una pequeña parte de la historia de dicha disciplina, concretamente, su origen y el de
la mayoría de sus problemáticas, con Aristóteles.

Palabras clave: Enfermería, filosofía.

ABSTRACT

If ontological reflection could be of interest to nursing, then, inevitably, its history st


also be. In this article, we try to analyze a small part of the history of this discipline,
namely, its origin and that of most of its problems, with Aristotle.

Key words: Nursing, Philosophy, Persons.

1. Introducción

Se nos pidió abrir esta edición de la revista La ciencia del cuidado con un breve artículo
que situase, casi en clave genealógica, los orígenes de la ontología. La tarea es grave y
compleja, no sólo por la dificultad de la definición de una disciplina como ésta,
dificultad que no depende exclusivamente del grado de cercanía y de competencia que
uno tenga con esta palabra; sino también por la longitud y erudición que requiere.
Pues, ¿qué es la tarea genealógica y por qué se nos reclama a unos estudiantes de
Filosofía el realizarla para una revista de Enfermería? Si la interpretamos como un
mero ejercicio historiográfico en que se da una narración del surgimiento de la
ontología como se haría con el surgimiento del Imperio romano, entonces parecería
poder realizarla cualquiera con el suficiente tiempo y disposición. Pero este no es el
caso, ya que la genealogía es un proceso bien distinto que estudia -por decirlo rápido y
no alargar la cuestión demasiado-, al menos como Nietzsche lo plantea, el origen,
cambio y reproducción de los conceptos y sus sentidos, así como los posibles reflejos
que dicho proceso produzca en la cultura (Foucault, 2014). Es por ello que aquí no
podremos ni deberemos intentar hacer una genealogía de la ontología, por lo que nos
limitaremos a algo más modesto, que es atender a los problemas que la constituyen en
sus comienzos. Concretamente, mostraremos muy sumariamente qué es lo que
Aristóteles hizo para dar forma a dichos problemas y, con ello, cómo dispone el campo
de trabajo de la propia ontología.

Pero antes de comenzar toda esta tarea no podemos evitar preguntarnos qué es lo que
les lleva a unos enfermeros y enfermeras a interrogarse por los orígenes de la
ontología. Quizás sea, en parte, porque preguntarse por los orígenes de algo sea una
de las formas de comprender y de conocer ese algo. Más, si esto es así, ¿por qué
querría la enfermería conocer y comprender la ontología? La respuesta primera que a
uno o a una se le puede venir a la cabeza es que, en cierto sentido, sea porque puede
que estén haciendo ontología. Si no la están haciendo, el interés sería, por el contrario,
meramente concupiscente, es decir, un deseo irrefrenable de conocer que les ha
conducido, en última instancia, hasta la pregunta por la ontología. Pero, si la
enfermería lleva algo consigo, que no sabemos si es un lastre o una bendición (o las
dos cosas), es que es eminentemente práctico-pragmática, con lo que resulta
inverosímil que se hallen perdiendo el tiempo en un proceso meramente acumulativo
de adquisición de conocimiento. Con todo, entonces, debe ser que, aun no realizándola
en sus prácticas profesionales genuinas, los enfermeros y las enfermeras están
haciendo ontología por lo menos en sus investigaciones. Y la están haciendo
conscientemente, ya que, si bien es cierto que toda investigación sobre algo del
mundo, por el mero hecho de ser sobre ese algo, tiene que partir de una ontología
aunque sea como presupuesto; es necesario reconocerse partiendo de esa ontología -o
haciéndola- para que pueda instanciarse la pregunta por ella. Pues, podríase afirmar,
que hacer ontología no es otra cosa que mirar el mundo de una determinada manera;
definir un algo, una parte del mundo sobre la que se van a plantear cuestiones; o,
como decimos algunos de los que leemos filosofía, hacer ontología es "cortar el
mundo" de una forma determinada. Cabe entonces la pregunta de qué clase de
ontología nos proponen los enfermeros y las enfermeras.

Antes de concluir esta introducción podríamos tratar de aventurar o bosquejar juntos


la forma de cortar el mundo que podrá exhibir la ciencia de enfermería. Y sí, decimos
ciencia, pues es propio de las ciencias el presentar diversas formas de cortar el mundo.
Siendo esto así, podríamos pensar que, dado que la ciencia de enfermería está
íntimamente ligada al trabajo con el cuerpo humano, está por ello ligada a un
determinado estudio del cuerpo humano. Pero hay algo más -no sabemos si más o
menos genuino- con lo que está ligada, y es el cuidado. El cuidado determina la forma
de cortar el mundo de la enfermería y todos los objetos y procesos que defina en
cuanto ciencia, deberían organizarse en torno a y desde la mirada que confiere, en
tanto que modo determinado de actuar sobre el mundo. No ha de perder de vista, sin
embargo, el hecho de que esta forma de cortar el mundo tiene, como ocurre en el
resto de ciencias, una condición tal que hace indesligables mirar y actuar.

Con todo, esperamos que aclarar a grandes rasgos, como aquí se va a hacer, qué sea
la ontología cuando nació pueda ayudar a entender la propia actividad ontológica de la
ciencia de enfermería. Además, esperamos que el comprender la actividad de esta
disciplina llamada "ontología" , ofrezca material y rudimentos para aquella tarea.
2. El origen del vocabulario, la forma de reflexión y los problemas de la
ontología

Para poder comprender qué sea eso que llamamos "ontología" hemos de conocer los
problemas de los que se encarga, cómo los aborda y algunos de los términos que para
ello emplea. Y en este sentido, sucede que el nacimiento de la ontología como
disciplina no coincide con el origen de lo que será su tarea. Es, pues, necesario, para
que se dé el origen de cualquier forma de pensamiento, el que se dé el planteamiento,
aunque sea a un nivel rudimentario, de esos problemas de que se vaya a encargar
como condición de posibilidad de una posterior institucionalización de los mismos. Por
ello, hemos de hacer un viaje a un mundo extraño y muy distinto al nuestro, del que,
sin embargo, nacen las cuestiones que irán configurando la cultura occidental.
Hablamos de ese mundo organizado en pequeñas ciudades-estado o πολις, de ese
mundo que verá nacer a Alejandro Magno; esto es, de la Hélade en que nacieron
Sócrates, Platón y Aristóteles. La Grecia de los siglos V-IV a.C. en que ya había
culminado el desarrollo del pensamiento y del arte formal.

Podríamos remitirnos, pues, al que se considera como el momento que supone el acta
fundacional de la filosofía occidental que es la muerte de Sócrates y, con ello,
tendríamos que apelar a la que Whitehead llamó la obra de la que toda la tradición
filosófica es sólo "una nota a pie de página" (Whitehead, 1956). Pero no es en Platón
en quien -ni en su filosofía donde- encontraremos algo parecido a la ontología. Aunque
sea cierto que él inaugura muchos problemas y da muchas respuestas que siguen
vigentes hoy día, la forma en que lo hace no es suficientemente sistemática: podemos
encontrar reflexiones de carácter ontológico insertas en obras que van de muy otras
cuestiones -la analogía de la caverna en el libro VII de la República es un ejemplo de
ello. Además, los términos en los que Platón emprende la resolución de los problemas
pueden resultar lejanos y casi debemos emprender una labor de traducción para poder
manejarlos en ontología.

Es, entonces, en su discípulo más famoso en quien nos fijaremos para situar el origen
del vocabulario, los problemas y la forma de reflexión ontológicos, es decir, en
Aristóteles. Sin embargo, no es aquí conveniente dar un repaso general a su figura, ni
a su pensamiento. Sólo nos vamos a limitar a dar unas pequeñas consideraciones
antes de comenzar el rastreo de este origen.

3. Pequeñas consideraciones sobre "Aristóteles"

Vamos a hablar de Aristóteles y de su pensamiento, tal como hemos enunciado más


arriba, pero conforme lo hacíamos estábamos construyendo una mentira. Como diría
un famoso ejemplo repetido en la filosofía del lenguaje del siglo XX, "el Aristóteles que
escribió la Metafísica no es el mismo que el que nació en Estagira en el 384 a.C.". Esto
puede sonar extraño, pero es una forma muy exacta de describir nuestra relación con
Aristóteles y con la Antigüedad clásica en general. Los textos que escribieron estos
autores, o bien se han perdido, o bien, si los conservamos, lo hacemos pagando un
precio a veces no debidamente asumido. Así, la obra de Aristóteles es fruto de la
ordenación que, bajo propio criterio, realizó el bibliotecario de Alejandría, Andrónico de
Rodas, en el siglo I d.C. Además, no se trata de cualquier ordenación de la obra
general de Aristóteles, sino de sus escritos "esotéricos" , que eran apuntes que usaba
para dar sus clases en el Liceo. Por lo tanto, se trata, no de libros, sino de artefactos
que juntan textos de varios momentos distintos de la vida del pensador macedonio,
muchos de ellos con ciertas contradicciones y opiniones enfrentadas. El resto de la
obra del estagirita, es decir, la que publicó en forma de diálogo para el público,
simplemente se conserva en pequeñas referencias de otros autores, mostrándose de
esta forma como si fuera un objeto legendario perdido en la historia. A esto hay que
sumar las múltiples traducciones y modificaciones que, desde la cultura árabe primero
y, luego, desde la cristiana medieval, alteraron significativamente el contenido de las
obras del corpus aristotélico y aumentaron, si cabe, la condición de artefacto que ya se
les presumía.

De esta forma, la afirmación según la cual vamos a hablar del pensamiento aristotélico
debe ser ahora corregida: vamos a hablar del pensamiento que durante siglos se ha
reunido bajo el nombre de "aristotélico" . Y decir esto, quiere apuntar a que, en cierto
modo, lo que vamos a trazar aquí va a ser también una pequeña traición al gran genio
macedonio. Es una necesidad, empero, confesar este crimen, pues cabe el riesgo de
que se acaben atribuyendo doctrinas a Aristóteles que quizás no le correspondan a
partir de lo que a continuación nos disponemos a exponer.

3.1. Aristóteles, padre del pensamiento ontológico.

Digamos ahora y rápido que Aristóteles es el padre del pensamiento ontológico, luego
ya habrá ocasión para desdecirnos. Pero Aristóteles parece también el padre de
muchas otras tantas cosas: la psicología, la biología, la zoología, la lógica... ¿Cómo es
que puede ser el padre de tantas y tan variadas clases de reflexiones? La respuesta se
antoja sencilla, tiene un libro (o artefacto) para cada una de ellas en los que aborda
con mayor o menor profusión, acierto y sistematicidad, cada una de esas cuestiones.
Entonces, ¿en qué libros encontramos al Aristóteles " ontólogo"? Uno podría pensar
que en el libro Metafísica, pero, si se piensa así -como se hizo durante mucho tiempo-,
entonces se deja fuera asuntos de gran relevancia para la ontología que el macedonio
va a abordar en la Física y en varios de sus libros de Lógica/Órganon (sobre todo
en Categorías pertenecientes a los Analíticos primeros). Exploremos, pues, cómo se va
a desplegar y exhibir este pensamiento ontológico.

3.1.1. El problema.

Aristóteles no accede a planteamientos ontológicos por pura inspiración, ya que, aun


siendo el que inaugura esta clase de reflexión, su forma de llegar a ellos se da como
respuesta a uno de los problemas de mayor resonancia de la filosofía antigua. Este
problema no es ninguno más extraño que el de explicar qué es el movimiento o, con
otras palabras, por qué se mueven las cosas, en un sentido de "movimiento" muy lato
(movimiento o cambio va a ser hasta el crecimiento de un árbol). Los primeros
pensadores griegos ya se habían topado con esta dificultad en su observación de la
naturaleza y, como respuesta, intentaron hallar y formular un principio rector que
fuera el origen de todos los movimientos. Dicho principio se denominó "αρχή (arché) y
para su caracterización se dieron propuestas de muy diversa naturaleza. Había así
quienes lo formularon como agua, fuego o, incluso, lo indeterminado. Otras respuestas
pasaron por negar alguno de los miembros del binomio "movimiento-ser" .

Aristóteles va a abordarlo de otra manera. Frente a Platón, que tuvo que plantear la
existencia de un mundo más real de ideas estáticas, que "caían" en un mundo material
dando su forma a la materia (la cual estaba sometida a la generación y la corrupción);
el macedonio supuso que ambos principios, el del movimiento y el de la estasis, habían
de residir en una misma realidad, un mismo mundo, y aplicarse con la misma
propiedad a la misma cosa. Pero, entonces, ¿cómo es que los seres pasan de un
principio a otro? Pasan al verse todos sometidos a la interacción causal, todos están
movidos a-causa-de y, en su movimiento, son causa-de otros.

Pero esta relación causal es misteriosa, así como el movimiento. Lo que lo hace tan
extraño es que en él detectamos que no todo cambia cuando se da el movimiento o el
cambio. Hay algo que siempre permanece en todo ese proceso. Tenemos, así, por
ejemplo, la experiencia de ver moverse a un automóvil por una carretera o de ver
crecer una semilla plantada por nuestras manos. De esta manera, si todo fuera
estático, por un lado, el movimiento del coche, o el crecimiento de la semilla, sería sólo
una apariencia o una ilusión, como podría haber afirmado Platón. Esto se debe a que,
al no existir el movimiento, cualquier cambio tanto en el automóvil, como en la planta,
sería más bien un proceso similar, mutatis mutandi, al movimiento aparente que
percibimos en la luna cuando nos desplazamos nosotros como observadores. Por otro
lado, si todo fuera movimiento, entonces, para cualquier cosa, ya sea el coche o la
planta, no habría forma de demostrar y explicar que la cosa a la que nos referimos se
trate de la misma una vez ha cambiado o se ha movido, esto es, no tendríamos forma
de decir que aquel coche sea el mismo mientras lo vemos desplazarse o que la planta
que ha brotado de la semilla que plantamos, tiene algo que ver con esa semilla. Existe,
pues, la experiencia de que algo siempre permanece, cuando las cosas se mueven. Es
aquí cuando Aristóteles aprovecha para introducir dos términos que, aun existentes en
el griego y habiendo sido manejados para resolver esta clase de problemas, son
alterados en su sentido, tal que dicha forma de emplearlos devendrá la forma canónica
de los mismos en la ontología. Uno de ellos es "ουσία" (ousía) que, traducido a través
del latín, quedaría como "substantia" o "substancia" . La substancia es aquello que
permanece en el cambio y en el movimiento; aquello que posibilita que podamos decir
que, por ejemplo, el automóvil que se traslada de A a B es el mismo en todos los
momentos del desplazamiento. El otro término es " accidente" . Percibimos, pues, que
cuando una cosa cambia, lo que cambia son los accidentes y lo que permanece es la
substancia. Pero veamos en primer lugar qué nos tiene que decir Aristóteles sobre la
substancia.

La elaboración más profusa de Aristóteles sobre la substancia está en el libro de


las Categorías. Este libro está dentro de los tratados del Órganon y, aun inaugurando
lo que luego se conocerá como lógica predicativa, nos va a proporcionar algunas
consideraciones importantes para comprender la metafísica/ontología aristotélica. En él
se nos dice que hay dos clases de substancia: substancia primera y substancia
segunda. La substancia primera es aquello que no podríamos expresar en un sujeto,
pero que tampoco se predica de él. Esto, dicho así, puede resultar un tanto confuso.
Pensemos una oración cualquiera, "La nieve es blanca" . Dada esta oración, la
substancia primera no sería "La nieve" , ni se podría predicar de "La nieve" como si
puede hacerse con "blanca" . Pero, si no podemos representarla en un predicado, ¿qué
es? Aristóteles lo dice de forma prístina al caracterizarlo como lo individual, es decir, la
nieve tal cual la estamos viendo ahora y dónde la estamos viendo: esa nieve que
tenemos ahora en nuestras manos. Pero puede que todavía no quede lo
suficientemente claro. Pensemos otra oración, "Darwin, mi perro, tiene once años" .
Substancia primera no sería "Mi perro Darwin" tal y como aquí aparece expresado,
pues a ello puede predicársele, en tanto sujeto, una serie de propiedades como "tiene
cuatro patas" , "nació en Madrid" o "es de pelaje dorado" . Substancia primera sería el
perro Darwin tal cual lo estamos aquí viendo: desde la perspectiva, en el lugar y en el
instante que lo percibimos. Esto quiere decir que la substancia primera sólo podría ser
conocida por ostensión o por su expresión en un nombre genuinamente propio en
términos russelianos.

La substancia segunda sería, propiamente, el objeto de nuestro lenguaje y, con ello, el


objeto de nuestro saber o ciencia (en sentido griego "ciencia" es " "επιστημή" o
"episteme" ), ya que, como dice Aristóteles al comienzo de la Metafísica, no es posible
hacer ciencia de cosas particulares, sino de lo general. Lo general es aquello de lo que
se pueden predicar accidentes en tanto que sujeto de una oración con sentido, esto es,
es la substancia segunda. Aunque tal y como lo expresa en Categorías podríamos
caracterizarla como aquello que, estando en un sujeto, no se dice de un sujeto. Los
ejemplos que hemos dado de ella serían "La nieve" en "La nieve es blanca" , o "Mi
perro Darwin" en "Darwin, mi perro, tiene once años" . Las substancias segundas se
pueden subsumir en especies, que a su vez pueden estar agrupadas en géneros. De
esta forma, tenemos a Sócrates como individuo que sería una substancia primera o
Sócrates en cuanto tal; luego, Sócrates en cuanto hombre que sería una substancia
segunda en tanto que especie; y, finalmente, Sócrates en cuanto animal, que sería una
substancia segunda en cuanto género.

De las definiciones de substancia primera y substancia segunda podemos extraer la


delimitación de lo que serían los accidentes, aunque sea por apelar a una forma
negativa de éstas. Se diría, pues, que accidente es lo que pudiendo estar, o no, en un
sujeto, se dice necesariamente de él. "Accidente" sería entonces equivalente a
"predicado" o a "cualidad" o a "propiedad". Volviendo entonces a los ejemplos que
antes dábamos, diríamos que en "La nieve es blanca" el accidente es " blanca" . Vemos
que se dice de un sujeto, pero también que podría no estar en él: "La nieve blanca se
funde en primavera" .

Luego veremos más implicaciones de esto, pero volvamos, de momento, al lugar del
que partíamos -el movimiento y la causa-, pues no lo hemos explicado
suficientemente. ¿Cómo se produce el movimiento, ahora que hemos visto que
efectivamente se da? Dijimos que por la causa, pero esto es simplemente cambiar el
nombre de "movimiento" por el de "causa" . Aristóteles nos va a decir que hay
diferentes tipos de causa. Está la causa eficiente, que es el sentido que damos hoy día
a esta palabra: el hecho de que a un fenómeno le siga otro dándole así origen "si A,
entonces B" o El impacto de la bola blanca mueve la bola negra" . También, hay una
causa formal que es la que da razón de que una cosa sea lo que es: "la forma del árbol
es causa del árbol" . Estrechamente ligada a esta, la causa material, que determina lo
que ha de recibir de forma pasiva la forma, por ejemplo, "la causa material de la
moneda es el oro" . Y, por último, la causa final o teleológica, esto es, aquella que
expresa hacia lo que tiende una cosa: "la semilla tiende -como causa final suya- al
árbol" . Pues bien, con estas clases de causas explica Aristóteles todo movimiento o
cambio. Pero es necesario formular los términos comunes a todo movimiento o cambio
que participan en él. Así, toda cosa es el resultado de un tránsito de la materia a la
forma; con lo que, todo nace o pasa de la nada al todo por el "deseo" que tiene toda
materia de actualizarse en una forma concreta: de determinarse. Esto se debe a que la
materia es pura potencia, es decir, es tendencia-a. El cambio de esta clase se da, pues
-en sentido en que expresa la causa final que es la que más le interesa a Aristóteles-
por el " deseo" de toda potencia de actualizarse, por la pulsión de dejar de ser un
llegar-a-ser (como, por ejemplo, es un niño) a un ser o entelequia primera
o "εντελέχια (un hombre).
3.1.2. Otros aspectos de la ontología aristotélica.

Aristóteles da una respuesta mayor todavía al problema del cambio pero no hay mucho
más espacio y hemos querido condensar en líneas muy generales su propuesta, la
cual, -dicho sea de paso- será aceptada, casi de forma unánime, para explicar la
realidad hasta la física newtoniana. Pero aquí hemos de salirnos un poco del problema
del cambio -no lo hemos dicho pero es el problema de la φύσις o physis o naturaleza,
es decir, "lo que brota" - y afrontar, en pocas líneas, uno de los gruesos de la ontología
aristotélica, para comprender hasta qué punto es Aristóteles el padre del vocabulario y
de la problemática ontológica. Así pues, hemos de advertir que uno de los problemas
mayores de la ontología (a partir del cual podremos seguir con la cuestión de las
substancias que dejábamos antes abierta) y del que intuitivamente podría decirse que
se ocupa, es cómo organizar lo que hay. Frente a una primera pregunta ontológica que
es "¿qué hay?" , que para Aristóteles sería respondida, grosso modo, como «hay
substancias fruto del cambio y de la actualización de una potencia o de la
"información" de una materia de que se predican unos accidentes"; frente a aquella
primera pregunta y su respuesta seguimos encontrándonos con la intuición de que hay
una jerarquía o una ordenación en lo real. Aristóteles va a proponer, así, que lo real
(que para él no es distinto, por cierto, de los fenómenos o, en sus palabras, sensibles)
se organice de acuerdo a sus propiedades esenciales, esto es, se articule en
categorías. No las vamos a explicar y sólo vamos a decir que son diez (substancia,
cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, situación, condición, acción y pasión), y
que, esta forma -conceptual- de ordenar lo real será un objeto de una amplia discusión
a lo largo de la historia de la filosofía y de la ontología (hemos de pensar que toda la "
ciencia" que se produce después de Aristóteles está ligada a ellas, como, por ejemplo,
la investigación de Ptolomeo) y nos encontraremos, tras el impacto de la física
newtoniana, al propio Kant discutiendo en este punto con Aristóteles y rechazando
como categorías, por ejemplo, el lugar, la substancia, el tiempo, la acción o la pasión,
entre otras.

3.3. Aristóteles a lo largo de la historia.

En los siglos que seguirán a Aristóteles su ontología y su filosofía sufrirán una gran
expansión que peligrará, dado que también lo harán sus obras, con la caída del
Imperio romano. Serán, como hemos visto, los árabes los que la recuperen y también
los primeros que la comenten. Y luego, los autores y profesores medievales los que la
investiguen y los que de ella se sirvan para dar una estructura y fundamentación
ontológica del cristianismo. Así, vemos a Avicena, a Santo Tomás, a Duns Scoto, a
Guillermo de Ockham, que partirán de la ontología aristotélica. Por ejemplo, Santo
Tomás recuperará algo que hemos pasado antes por alto porque no es lo
genuinamente " ontológico" de la ontología o metafísica aristotélica: recuperará la
noción de motor inmóvil de Aristóteles, que es ese del cual se encarga la primera de
las ciencias, ese ens realisimum de quien todo es consecuencia, pero que no tiene
causa, eso que es todo acto y toda forma sin materia ni potencialidad. Santo Tomás la
va a recuperar, y, con ella, casi de forma íntegra, toda la ontología aristotélica, para -
entre otras cosas- poder justificar doctrinas cristianas clave, como la existencia de
Dios, mediante sus célebres cinco vías.

Aquí no tenemos la oportunidad, dadas las limitaciones de espacio, de ver terminado


un proyecto casi genealógico sobre la ontología como disciplina, por lo que nos hemos
limitado a ver cómo queda abierto su campo de problemas. Sin embargo, en un texto
que saldrá con posterioridad a éste y del que ha sido extraído, se podrá ver, de una
forma más completa, cómo se despliega la ontología y su tarea, pasando por los inicios
de la Modernidad y viendo cómo quedará y en qué estado a comienzos del siglo XX.

4. Conclusiones: Posibles vías

Aquí no tenemos la oportunidad, dadas las limitaciones de espacio, de ver terminado


un proyecto casi genealógico sobre la ontología como disciplina, por lo que nos hemos
limitado a ver cómo queda abierto su campo de problemas. Sin embargo, en un texto
que saldrá con posterioridad a éste y del que ha sido extraído, se podrá ver, de una
forma más completa, cómo se despliega la ontología y su tarea, pasando por los inicios
de la Modernidad y viendo cómo quedará y en qué estado a comienzos del siglo XX.

Bibliografía

1. Foucault, M. (2014). Nietzsche, la genealogía, la historia. (J. V. Pérez, Trad.)


Valencia: Pretextos. [ Links ]

2. Whitehead, A. N. (1956). Proceso y realidad. (J. R. Armengol, Trad.) Buenos Aires:


Losada. [ Links ]

3. Aubenque, P. (2008). El problema del ser en Aristoóteles. (V. Peña, Trad.) Madrid:
ESCOLAR Y MAYO. [ Links ]

4. Martínez Marzoa, F. (2000). Historia de la filosofía. Madrid: Ediciones Istmo.


[ Links ]

5. Aristóteles (2014). Metafísica (T. C. Martínez, Trad.) Madrid: Gredos. [ Links ]

6. Aristóteles (2002). Física (G. R. de Echandía, Trad.) Madrid: Gredos. [ Links ]

7. Aristóteles (1995). Organon I y II (M. C. Sanmartín, Trad.) Madrid: Gredos.


[ Links ]

https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1988-348X2016000300003

También podría gustarte