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Actividad de aprendizaje 2. Conceptos fundamentales auxiliares de la filosofía jurídica.

Los conceptos fundamentales, de la filosofía, de la filosofía jurídica y del derecho mismo como fenómeno
objeto a estudiar, son las herramientas básicas que nos ayudan a la comprensión y aprendizaje del fenómeno
jurídico y después a la construcción de nuevo conocimiento.
Localice dentro del Diccionario de Filosofía los siguientes conceptos: Filosofía, Ciencia, Derecho, Metafísica,
Ontología, Lógica, Ética, Teoría del Conocimiento (Epistemología), Gnoseología, Filosofía Analítica,
Semiología, Axiología, Teleología, Antropología Filosófica. En internet busque el concepto de metodología.

Filosofía

Las dos principales direcciones en que parece escindirse la filosofía actual —la dirección que resuelve el
filosofar en el vivir y la dirección que aspira a una filosofía inquisitiva, de objetivos y métodos análogos a los
adoptados por la ciencia— no parecen ser más que dos manifestaciones de una misma y única realidad. Por este
motivo, tenemos que concluir que la filosofía puede ser examinada —según apuntábamos al comienzo de esta
sección— desde puntos de vista no sólo diversos, sino a veces inclusive contrapuestos. Entre ellos destacamos
el mencionado últimamente.
En efecto, por un lado, la filosofía se entiende como una actitud humana; por el otro, como un conocimiento o
una serie de proposiciones (ya sea sobre objetos considerados como propios, o bien sobre cualesquiera
proposiciones con el fin de averiguar su sentido o falta de sentido). En el primer caso, la filosofía es una
realidad personal (o una realidad social), y el examen de la filosofía es sobre todo el estudio de su génesis
personal, social o histórica.
En el segundo caso, la filosofía es un conjunto de proposiciones, y el examen de la filosofía es sobre todo el
estudio de la índole y rasgos de las mismas. En nuestra opinión, no puede eliminarse ninguno de estos dos
aspectos. La filosofía es a la vez algo en la vida humana y dice algo o bien sobre la realidad o bien sobre el
lenguaje que empleamos para hablar acerca de la realidad. Entre estos dos extremos —que podemos considerar
como conceptos-límites— oscila la efectiva realidad de la filosofía.

Ciencia

El sustantivo scientia procede del verbo scire, que significa "saber"; etimológicamente, 'ciencia' equivale, pues,
a 'el saber'. Sin embargo, no es recomendable atenerse a esta equivalencia. Hay saberes que no pertenecen a la
ciencia; por ejemplo, el saber que a veces se califica de común, ordinario o vulgar. Se saben, en efecto, muchas
cosas que nadie osaría presentar como si fuesen enunciados científicos. Saber, por ejemplo, que el Ministro de
Obras Públicas de Islandia ha sido operado de la próstata, es saber algo. Pero la proposición 'El Ministro de
Obras Públicas de Islandia ha sido operado de la próstata' no es una proposición científica. A menos que
tomemos el término 'ciencia' en un sentido muy amplio, no podemos, pues, hacerlo sinónimo de 'saber'. El
propio Platón, que distinguía rigurosamente entre el saber, e)pioth/mh, y la opinión, do/ca, advertía que ésta no
es simple no saber; es algo situado entre la perfecta ciencia y la absoluta ignorancia.
Parece, pues, necesario precisar qué tipo de saber es el científico. Varias respuestas se nos ocurren. Por ejemplo:
que es un saber culto o desinteresado, que es un saber teórico, susceptible de aplicación práctica y técnica, que
es un saber riguroso y metódico, etc., etc. Todas estas respuestas nos proporcionan alguna información sobre el
tipo especial del saber científico. Pero no son suficientes. Tienen, además, un inconveniente, en nuestro caso
importante: el de que no permiten distinguir entre la ciencia y la filosofía. Durante muchos siglos esta falta de
diferenciación no ha parecido cosa grave: todavía es arduo separar lo propiamente científico (sea cual fuere su
valor actual) de lo propiamente filosófico en la Física de Aristóteles, pero ello no nos dificulta más de lo que es
razonable la comprensión de sus proposiciones; en cierto modo, nos ayuda a comprender el carácter peculiar del
pensamiento aristotélico sobre la Naturaleza. Pero a medida que se fueron organizando las llamadas ciencias
particulares y se fue haciendo más intenso lo que se ha calificado de movimiento, de autonomía primero, y de
independencia luego, de las ciencias, la distinción en cuestión se hizo cada vez más importante y urgente: no
poder trazar una línea divisoria entre la contribución científica y la contribución filosófica de Descartes o de
Leibniz obstaculiza grandemente, en efecto, la comprensión de tales contribuciones. Es preciso, pues, poner en
claro en qué consiste el saber científico y cuáles son las principales diferencias existentes entre este saber y el
filosófico.
La cuestión de la naturaleza del saber científico sólo puede ser tratada aquí muy someramente. Nos limitamos a
indicar que la ciencia es un modo de conocimiento que aspira a formular mediante lenguajes rigurosos y
apropiados —en lo posible, con auxilio del lenguaje matemático—leyes por medio de las cuales se rigen los
fenómenos. Estas leyes son de diversos órdenes (véase LEY). Todas tienen, empero, varios elementos en
común: ser capaces de describir series de fenómenos; ser comprobables por medio de la observación de los
hechos y de la experimentación; ser capaces de predecir —ya sea mediante predicción completa, ya mediante
predicción estadística—acontecimientos futuros. La comprobación y la predicción no se efectúan siempre, por
lo demás, de la misma manera, no sólo en cada una de las ciencias, sino también en diversas esferas de la misma
ciencia. En gran parte dependen del nivel de las correspondientes teorías. En general, puede decirse que una
teoría (VÉASE) científica más comprensiva obedece más fácilmente a requerimientos de naturaleza interna a la
estructura de la propia teoría —simplicidad, armonía, coherencia, etc.—que una teoría menos comprensiva. Las
teorías de teorías (como, por ejemplo, la teoría de la relatividad) parecen por ello más "alejadas" de los hechos
o, mejor dicho, menos necesitadas de un grupo relativamente considerable de hechos para ser confirmadas; ello
se debe a que trazan marcos generales dentro de los cuales pueden reunirse previas agrupaciones teóricas de
hechos o bien ciertos tipos de hechos observados en el curso de algún experimentum crucis. La comprobación y
precisión antedichas dependen asimismo de los métodos empleados (véase MÉTODO), los cuales son también
diversos para cada ciencia y para partes diversas de la misma ciencia. En general, se considera que una teoría
científica es tanto más perfecta cuanto más formalizada se halla. Esto no significa, empero, que la única labor
del científico que merezca el nombre de tal sea la formalización (VÉASE). En rigor, ésta es una de las
tendencias de la ciencia: la que adopta cuando se halla en un estado de madurez relativa. Agreguemos que hasta
ahora hemos hablado únicamente de la ciencia, pero que debe asimismo hablarse de Zas ciencias. Éstas son
diversas. Lo son tanto, que más de una vez se ha suscitado el problema de si es posible que todas las ciencias
posean algunos caracteres comunes. Ciertos autores lo han negado; a su entender, hay por lo menos dos grupos
enteramente diferentes de ciencias: las ciencias de la Naturaleza (VÉASE) y las ciencias del espíritu (VÉASE) o
de la cultura (VÉASE). Otros lo han afirmado, pero a base de limitar las ciencias a las ciencias naturales. Otros,
finalmente, lo han afirmado, haciendo de las ciencias clásicamente calificadas de morales, ciencias en el fondo
naturales, o estableciendo una suerte de pirámide de las ciencias en la cual o bien ciertas ciencias sirven de base
a las otras (la matemática, base de la física; la física, base de la biología; la biología, base de la psicología, etc.)
o bien se supone posible reducir las unas a las otras (en general, las menos simples a las más simples), si no en
sus métodos de detalle, sí cuando menos en las estructuras fundamentales de sus respectivos lenguajes (véase
REDUCCIÓN). La diversidad de las ciencias ha llevado asimismo a muchos intentos de clasificación (véase
CIENCIAS [CLASIFICACIÓN DE LAS]). No podemos detenernos aquí en estos problemas. Lo dicho debe ser
considerado como suficiente para nuestro propósito. Por la índole de la presente obra interesa más la segunda
cuestión: la relación entre ciencia y filosofía. Tres respuestas fundamentales son posibles al respecto: (1) La
ciencia y la filosofía carecen de toda relación. (2) La ciencia y la filosofía están tan íntimamente relacionadas
entre sí que, de hecho, son la misma cosa. (3) La ciencia y la filosofía mantienen entre sí relaciones muy
complejas. Señalaremos algunas de las razones presentadas a favor de cada una de estas opiniones y
concluiremos con unas breves observaciones sobre el tipo de relación que consideramos más plausible.
(1). (a 1) La ciencia progresa y nos informa cada vez más acabada y detalladamente sobre la realidad, mientras
que la filosofía no progresa, porque es un incesante tejer y destejer de sistemas, (b l) La ciencia es un modo de
conocer, mientras que la filosofía es un modo de vivir, (c1) La ciencia se refiere al ser; la filosofía, al deber ser
o, en general, al valor, (d 1) La ciencia es conocimiento riguroso; la filosofía, concepción del mundo expresable
asimismo mediante la religión o el arte. Por eso la ciencia está en un lado, mientras la filosofía —con la religión
y el arte— están en otro lado — a veces considerado como opuesto, (e 1) La ciencia es conocimiento limitado;
la filosofía, conocimiento ilimitado, (f 1 ) La ciencia opera mediante observación, experimentación, inferencia y
deducción, en tanto que la filosofía opera mediante intuición; a consecuencia de ello la ciencia se refiere sólo a
lo fenoménico mientras que la filosofía muerde sobre lo nouménico, etc., etc. (2).
(a 2) La filosofía no difiere de la ciencia más que por constituir un estado primitivo (o preliminar) de la
actividad científica: la filosofía es, pues, una fase de la ciencia, (b 2) La filosofía es una ciencia igual a las otras
en cuanto a la estructura de sus teorías, métodos usados y propósitos que la mueven, (c 2) Hay una filosofía que
no puede llamarse ciencia, porque no es más que expresión poética o concepción del mundo, pero que por ello
no puede tampoco calificarse seriamente de filosofía; la filosofía que merece tal nombre es una ciencia que se
ocupa de ciertos problemas principalmente lógicos y semióticos, el análisis de los cuales constituye un auxilio
indispensable para el desarrollo de las demás ciencias.
(3). (a 3) La relación entre la filosofía y la ciencia es de índole histórica: la filosofía ha sido y seguirá siendo la
madre de las ciencias, por ser aquella disciplina que se ocupa de la formación de problemas, luego tomados por
la ciencia para solucionarlos. (b3) La filosofía es no sólo la madre de las ciencias en el curso de la historia, sino
la reina de las ciencias en todo instante, ya sea por conocer mediante el más alto grado de abstracción, ya sea
por ocuparse del ser en general, ya por tratar de los supuestos de las ciencias, (c 3) La ciencia —o las ciencias—
constituyen uno de los objetos de la filosofía al lado de otros; hay por ello una filosofía de la ciencia (y de las
diversas ciencias fundamentales) como hay una filosofía de la religión, del arte, etc. (d3) La filosofía es
fundamentalmente la teoría del conocimiento de las ciencias, (e3) Las teorías científicas más comprensivas son,
como hemos apuntado, teorías de teorías; la filosofía puede ser considerada como una teoría de teorías de
teorías, (f 3) La filosofía se halla en relación de constante mutuo intercambio con respecto a la ciencia;
proporciona a ésta ciertos conceptos generales (o ciertos análisis) mientras que ésta proporciona a aquélla datos
sobre los cuales desarrolla tales conceptos generales (o lleva a cabo tales análisis). (g3) La filosofía examina
ciertos enunciados que la ciencia presupone, pero que no pertenecen al lenguaje de la ciencia.
Podrían agregarse otros argumentos en favor de cada una de las opiniones fundamentales mencionadas. Todos
ellos encuentran en la historia de la filosofía y de la ciencia datos para apoyarlos. Ello parece tener que
desembocar en la conclusión siguiente: la cuestión de la relación entre la filosofía y la ciencia depende
enteramente de la historia y varía en el curso de ésta. Ahora bien, semejante opinión (sobre todo si subrayamos
'enteramente') ofrece una grave desventaja: la de que hace excesivamente "fluidos" los caracteres de la ciencia y
la filosofía, permitiendo transformar fácilmente la una en la otra. Para evitar este inconveniente, es menester
distinguir con cuidado entre cada una de las opiniones presentadas y los argumentos proporcionados para
apoyarla. Es fácil comprobar entonces que la mayor parte de los argumentos son de carácter parcial. Así, por
ejemplo, es cierto que la filosofía se ocupa del valor, pero ello no significa que se desentienda de la realidad. Es
cierto que la ciencia progresa mientras la filosofía parece girar perpetuamente en torno a sí misma, en el curso
de un incesante tanteo, pero ello no quiere decir que se halle en estado estacionario; lo que ocurre es que, como
dice Santayana, "el filósofo contempla astros que avanzan lentamente". Es cierto que la filosofía analiza con
frecuencia el lenguaje de la ciencia o lleva a cabo investigaciones epistemológicas cuyo objeto principal son las
proposiciones científicas, pero ello no significa que la filosofía sea sólo semiótica o epistemología. Es cierto que
la filosofía es en gran medida una ciencia, pero ello no quiere decir que sus métodos y finalidades sean
superponibles a los de la física, la biología, etc., etc. Ahora bien, esta parcialidad de los argumentos es debida a
un previo supuesto: el de que ciencia y filosofía son conjuntos de proposiciones que se trata de comparar,
identificar, subordinar, etc., etc. Cuando, en cambio, se insiste en examinar los puntos de vista adoptados por la
una y por la otra, se advierte que es posible afirmar la existencia de relaciones complejas y variables sin por ello
adherirse a argumentaciones parciales o desembocar en un radical historicismo. Estos puntos de vista no
necesitan, por lo demás, ser opuestos, pero ello no significa tampoco que sean totalmente distintos; pueden ser
en muchos respectos complementarios. A ello aspiran cuando menos muchos filósofos para quienes la ciencia
no es ni un error ni un conocimiento superficial ni un saber subordinado al filosófico, sino una de las pocas
grandes creaciones humanas, y también muchos científicos para quienes la filosofía no es ni un conjunto de
sofismas, ni de sistemas que emergen y se hunden continuamente, ni de más o menos hermosas concepciones de
índole últimamente poética. Reconocemos que con ello no se dice todavía mucho acerca de las efectivas
relaciones entre la filosofía y la ciencia y, por lo tanto, tampoco mucho acerca de esta última. Pero se destaca
por lo menos uno de los problemas que se suscitan cada vez que se enfrentan científicos y filósofos. Por lo
demás, la información sobre los problemas de la ciencia susceptibles de interés filosófico son desarrollados en
otros artículos; véase al respecto el cuadro sinóptico que contiene este volumen, secciones Teoría de la ciencia y
Metodología, Filosofía de la naturaleza, y Teoría del conocimiento, a completar con las secciones Lógica y
Metalógica, y Semiótica y Filosofía del lenguaje.

Derecho

En primer lugar, podemos hablar de una orientación positiva del Derecho, según la cual el Derecho como tal es
independiente de otras esferas — por ejemplo, de la ética. Según esta orientación, el Derecho representa una
codificación, lo más formal posible, de ciertas actividades humanas.
En segundo lugar, hay una orientación formalista del Derecho. Esta orientación parece relacionarse con la
anterior, pero no son estrictamente coincidentes. En efecto, la segunda orientación tiende sobre todo a buscar
los fundamentos de una lógica jurídica que termine en una axiomatización de la ciencia del Derecho, tal como
la ha perseguido, entre los juristas de lengua española, E. García Máynez.
En tercer lugar, hay una orientación que podemos llamar historicista del Derecho. Según ella, el origen de las
normas jurídicas se basa en las condiciones históricas. Se ha achacado a esta orientación el ser esencialmente
relativista, pero sus defensores han manifestado que era la única capaz de hacer justicia a los aspectos concretos
del Derecho.
En cuarto lugar, hay una orientación naturalista del Derecho, que puede ser comprendida en función de los
postulados capitales del naturalismo (VÉASE).
En quinto lugar, hay una orientación teológica del Derecho, que coincide con algunas de las posiciones clásicas
antes referidas.
En sexto lugar, hay una orientación axiológica del Derecho, para la cual la ciencia del Derecho se basa en una
teoría de los valores. Con alguna frecuencia (como ocurre en L. Recasens Siches) esta orientación se ha ligado
a concepciones de carácter más o menos existencial, basados en una previa analítica de la vida humana.
Debemos advertir que en algunas ocasiones estas orientaciones se mezclan o pueden mezclarse. Así, por
ejemplo, la orientación axiológica o la naturalista no son en principio incompatibles con la orientación
formalista o axiomática. En cambio, a veces son incompatibles, como ocurre con las filosofías del Derecho de
carácter naturalista y axiológico o teológico. Dentro de cada una de estas orientaciones se suscitan de nuevo
algunas de las cuestiones clásicas. Así, por ejemplo, los problemas relativos a la subjetividad u objetividad,
individualidad o colectividad, relatividad o carácter absoluto del Derecho son afrontados diversamente por cada
una de las citadas orientaciones y reciben respuestas congruentes a sus tendencias fundamentales.

Metafísica

Aristóteles: En cambio, esta ciencia investiga "los primeros principios y las causas más elevadas", Merece por
ello ser llamada "filosofía primera". Desde que Aristóteles determinó el objeto de la "filosofía primera" y desde
que se usó, además, el término 'metafísica' como equivalente a 'filosofía primera se han suscitado muchos
problemas.
Casi todos los autores estuvieron de acuerdo en que la metafísica es una "ciencia primera" y una "filosofía
primera": la metaphysica es, ante todo, de ente.

Ontología

Nos referiremos a continuación a •diversos modos de entender la ontología en el siglo xx (prescindiendo de las
definiciones escolásticas a que hemos ya aludido).
Para Husserl, que considera nuestra disciplina como una ciencia de esencias, la ontología puede ser formal o
material. La ontología formal trata de las esencias formales, o sea de aquellas esencias que convienen a todas las
demás esencias. La ontología material trata de las esencias materiales y, por consiguiente, constituye un
conjunto de ontologías a las cuales se da el nombre de ontologías regionales. Ahora bien, la subordinación de lo
material a lo formal hace, según Husserl, que la ontología formal implique al mismo tiempo las formas de todas
las ontologías posibles. La ontología formal sería el fundamento de todas las ciencias; la material sería el
fundamento de las ciencias de hechos, pero como todo hecho participa de una esencia, toda ontología material
estaría a su vez fundada en la ontología formal.
Para Heidegger, hay una ontología fundamental que es precisamente la metafísica de la Existencia. La misión
de la ontología sería en este caso el descubrimiento de "la constitución del ser de la Existencia". El nombre de
fundamental procede de que por ella se averigua aquello que constituye el fundamento de la Existencia, esto es,
su finitud. Pero el descubrimiento de la finitud de la Existencia como tema de la ontología fundamental no es
para Heidegger más que el primer paso de la metafísica de la Existencia y no toda la metafísica de la Existencia.
La ontología es, en realidad, única y exclusivamente, aquella indagación que se ocupa del ser en cuanto ser,
pero no como una mera entidad formal, ni como una existencia, sino como aquello que hace posibles las
existencias.
La identificación de la ontología con la metafísica general ha de encontrar en esta averiguación del ser como
trascendente la superación de las limitaciones a que conduce la reducción de la ontología a una teoría de los
objetos o a un sistema de categorías.
Para Nicolai Hartmann, en cambio, la justificación de la ontología consiste no en la pretensión de resolver todos
los problemas, sino en el reconocimiento de lo que es metafísicamente insoluble. Por eso propone distinguir
entre la antigua ontología sintética y constructiva, propia de los escolásticos y racionalistas, que pretende ser
una lógica del ente y un paso continuo de la esencia a la existencia, y la ontología analítica y crítica, que se
ocupa de situar en su lugar lo racional y lo irracional, lo inteligible y lo trasinteligible, más allá de todo
racionalismo, irracionalismo, realismo o idealismo. El ente de que esta ontología trata, dice Hartmann, tiene un
carácter mucho más general que el ser limitado de las teorías metafísicas aprioristas, pues abarca cuanto es y
averigua en todos los casos las determinaciones que corresponden a todas las esferas de lo real.
El uso del término Ontología' no se limita, como a veces se supone, a ciertos grupos de filosofías (racionalismo
moderno, neoescolasticismo, fenomenología, filosofía de la existencia, etc.). Se ha empleado también por
filósofos de otras tendencias. Mencionaremos a continuación tres casos. El primero, el de J. Feibleman; el
segundo, el de Lesniewski; el tercero, el de Quine. En relación con el último uso reseñaremos brevemente la
discusión entre Quine y Carnap acerca de la legitimidad o ilegitimidad de plantearse cuestiones ontológicas,
pues esta polémica arroja luz sobre el status de la ontología.
Feibleman presenta una "ontología finita" destinada a mediar entre la actitud metafísica y la actitud positivista;
se trata, como dice el mencionado autor, de un "positivismo ontológico". La ontología se convierte así en una
serie de postulados que, aunque primariamente de carácter formal, son capaces de constituir una red conceptual
que aprehenda la realidad. La ontología es entendida así como una "construcción" dentro de la cual adquieren
sentido ciertos fundamentales conceptos metafísicos, tales como los de realidad, esencia, existencia, etc. Es una
disciplina fundamental previa a toda investigación filosófica y científica.
Stanislaw Lesniewski ha llamado ontología a la teoría y cálculo de clases y relaciones. La ontología se
distingue, según Lesniewski, de la prototética (o cálculo proposicional) y de la mereología (o álgebra de clases,
con exclusión de la clase nula).
El desarrollo de la ontología da lugar a una "axiomática ontológica". Según Kotarbinski y León Chwistek, la
ontología de Lesniewski, no obstante su carácter lógico-formal, tiene estrechas relaciones con varias partes de la
filosofía aristotélica.
Quine ha propuesto dividir la semántica en dos partes. Una es la teoría de la referencia (que trata de los
problemas relativos a la designación, a la denotación, a la extensión, a la coextensividad, a los valores de las
variables, a la verdad). La otra es la teoría de la significación (que se ocupa de los problemas relativos a la
sinonimia, a la analiticidad, sinteticidad, implicación e intensión). Dentro de este esquema la ontología
pertenece a la teoría de la referencia (mientras que lo que dicho autor llama ideología pertenece a la teoría de la
significación). Desde luego, Ontología' significa aquí Ontología de una teoría' y no coincide con el sentido
"clásico" del vocablo. Desde este ángulo hay que entender frases tales como: "una cierta teoría interpretada
implica una ontología". Quine ha expuesto estos puntos de vista en varios artículos (véase bibliografía).
Reconoce en ellos que cada forma de "discurso" implica una determinada ontología y que "una teoría tiene que
reconocer aquellas entidades —aunque sólo ellas— a las cuales las variables de cuantificación de la teoría
deben ser capaces de referirse, con el fin de que las afirmaciones hechas en la teoría sean verdaderas".
El uso renovado del término Ontología' aparece asimismo en otros autores contemporáneos. Mencionamos entre
ellos a Ernest Nagel (véase la bibliografía) y a Gustav Bergmann (v. la bibliografía). Este último autor señala
que el 'Hay (existe)' cuantificado no tiene mucho que ver con la "existencia" de que habla la ontología
tradicional, y propone un "patrón ontológico" —a su entender más preciso que el de Quine— constituido por un
lenguaje ideal (una ficción) susceptible de aclarar muchos problemas filosóficos. En cambio, R. Carnap ataca el
problema de las cuestiones "llamadas falsamente ontológicas" mediante una distinción entre " 'cuestiones'
internas" y " 'cuestiones' externas". Las primeras son las que se suscitan dentro de un "marco" cualquiera
("marcos" de entidades tales como "el mundo de las cosas", "el sistema de los números", "las proposiciones",
etc.). Preguntar: "Este x, ¿es real o imaginario?", "¿Hay un número primo mayor que 100?", etc., son cuestiones
internas. En cambio, las " 'cuestiones' externas" se refieren al marco mismo: "¿Existe el mundo real?" (o mejor:
"¿Existe la 'cosa mundo' misma?"), "¿Qué clase de ser tienen los números — entidades subsistentes, seres
ideales, trazos sobre el papel con los cuales se calcula?" Estas cuestiones deberían contestarse aparentemente
mediante una investigación que "trascendiese" los "objetos internos". Mas no es este el caso, según Carnap.
Las " 'cuestiones' externas" se refieren a asuntos desprovistos de contenido cognoscitivo y no son propiamente
teóricas; son una decisión que el filósofo toma sobre el uso de un "lenguaje", de modo que su formación como
pregunta teórica es ambigua y "desencaminadora". Las "'cuestiones' externas" (pseudo-ontológicas) no son
propiamente "cuestiones" que necesiten justificación teórica porque "no implican ninguna aserción acerca de
una realidad". La "cuestión" se reduce a la introducción o no introducción, aceptación o denegación de
determinadas "formas lingüísticas" que, siguiendo el vocabulario anterior, llamaremos "marcos". Sólo así,
piensa Carnap, se podrán admitir variables de tipos abstractos sin necesidad de adherirse al "platonismo" o a
ninguna otra doctrina "ontológica". Carnap se opone, así, a la acusación de "realismo" hecha por Quine y otros
autores, y niega que sea legítimo aplicar el término Ontología' a la elección de una forma lingüística. El
problema del status de las "entidades abstractas" como cuestión semántica se halla, según Carnap, sometido a
las mismas restricciones apuntadas para el problema del "marco"; sólo las "aserciones internas" pueden ser
justificadas ya sea empíricamente, ya sea lógicamente (pues Carnap sigue manteniendo una clara distinción
entre las dos justificaciones, a diferencia de Quine, que no admite los límites tajantes entre verdad lógica y
verdad táctica). Todo el error consistiría, pues, en tratarlas "'cuestiones' externas" (que no son propiamente
"cuestiones" ) como " 'cuestiones' internas", en vez de referirlas a decisiones últimamente justificables por su
resultado. El "principio de tolerancia" (en las formas lingüísticas) ha sido invocado una vez más por Carnap sin
más restricciones que la cautela y el espíritu crítico en las operaciones asertivas.

Lógica

Pero reconoceremos que en algunos casos la lógica de Aristóteles parece seguir el trazado de una ontología
general. Esto se manifiesta en una serie de posiciones que pueden resumirse del siguiente modo: (a) La
dialéctica propuesta por Platón es, según Aristóteles, meramente crítica. Se necesita un método positivo de
conocimiento que sea un verdadero instrumento; este órgano comprende una teoría de los enunciados, otra de
los razonamientos y otra de los términos o categorías, (b) La lógica es instrumento para el pensar y supone un
pensamiento (el cual no debe ser interpretado forzosamente desde un punto de vista "psicologista" ). (c) El
pensamiento supone una realidad pensada, pues el pensar carece de espontaneidad y es sólo relativo, (d) Es
necesario, en vista de ello, desarrollar una teoría del concepto (VÉASE) como expresivo del ser "constitutivo"
de lo real, (e) La lógica puede de este modo convertirse en ciencia de los principios de lo que es.
La palabra lógica proviene de logos: tratado, pensamiento, idea, espíritu y razón. La lógica es la ciencia de los
pensamientos y de la razón (definición nominal); asimismo, es la ciencia que estudia los pensamientos en
cuanto a sus formas mentales para facilitar el raciocinio correcto y verdadero.
Entre los proble mas que trata de resolver tenemos lo siguiente:
a) ¿Cuántos y cuáles son los tipos de pensamiento que podemos elaborar?
b) ¿Cómo podemos inferir válidamente un pensamiento a parcir de otro?
e) ¿Cuáles son las condiciones de un conocimiento auténticamente científico?
d) ¿Cómo debe ser el método apropiado en cada ciencia?
e) ¿Cuáles son las causas del error y cómo se pueden evitar?

Ética
El término 'ética' , que significa 'costumbre' y, por ello, se ha definido con frecuencia la ética como la doctrina
de las costumbres, sobre todo en las direcciones empiristas.
1 . f. Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre.
ciencia de la conducta.
La ética jurídica adquiere especial relevancia ante los problemas de corrupción y falta de consenso en los
discursos actuales.

Teoría del Conocimiento (Epistemología)

se deriva de episteme (estructura subyacente). según el cual se exige un método científico para establecer la
verdad de un conocimiento que corresponda a un objeto.
La epistemología es el conocimiento riguroso de algo.

Gnoseología

1. f. Fil. Teoría del conocimiento. A veces sinónimo de epistemología.


El término gnoseología proviene de gnoseos (saber), o sea, es el área que revisa por qué construimos y por qué
predicamos el saber científico según ciertos caminos.
Filosofía Analítica
La filosofía tiene entre sus procedimientos o métodos las ramas siguientes:
a) sintéticas o creadoras, que producen conceptualmente su objeto, sin reconocer límites o condiciones a este
trabajo de construcción,
y b) analíticas, que reconocen la existencia de datos y describen o analizan estos datos.
El carácter propio de las filosofías analíticas es la limitación con que se consideran sometidas al dato, cualquiera
que sea la forma de entender posteriormente su naturaleza.
Los filósofos analíticos creen que la tarea principal o única de la filosofía es analizar conceptos y que la
filosofía no debe ser sintética, o sólo puede intentarlo condicionadamente, es decir, haciendo planteamientos
sobre la naturaleza de la realidad.

Semiología

La semiología o "ciencia de los signos" se deriva en gran parte de la obra del lingüista Ferdinand de Saussure,
una de las principales fuentes de inspiración del estructuralismo. Para este autor, el lenguaje era un sistema de
signos convencionalmente aceptados que producían una respuesta predecible del individuo.
Axiología

La axiología es reconocida como la teoría de los valores. Una de las tareas de una teoría del valor es la
evaluación reflexiva de objetos de valor. No sólo sentimos el valor de los objetos, sino también los evaluamos
y, últimamente, los propios sentimientos de valor. Si nuestro problema fuese determinar la validez de objetos y
procesos de conocimiento, lo mejor sería describirla como un problema lógico o epistemológico. Pero el
término epistemología es demasiado estrecho para incluir el problema de evaluar los valores. Por analogía con
el término epistemología se ha forjado el vocablo axiología.

Teleología

f. Fil. Doctrina de las causas fina les.


La teleología es parte de la filosofía natural que explica los fines de las cosas, pero el término es nuevo. La idea
de una explicación por medio de fines es antigua.

Antropología Filosófica

1 . f. Ciencia que trata de los aspectos biológicos del hombre y de su comportamiento como miembro de una
sociedad.
La antropología es la exposición sistemática de los conocimientos que se tienen acerca del hombre. En este
sentido general, la antropología es Y ha sido una parte de toda la filosofía.
La antropología filosófica tiene como tema indagar en qué consiste la esencia de lo humano, sus modalidades y
sus manifestaciones.
metodología.
Parte de la lógica que estudia los métodos.
Conjunto de métodos que se siguen en una investigación científica, un estudio o una exposición doctrinal.
"metodología de la enseñanza"

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