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La Metafísica de Aristóteles:
Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar por el título de Filósofo
Bajo la dirección de
Dedicatoria
A mi familia,
Tabla de contenido
Introducción .................................................................................................................................... 6
Conclusión .................................................................................................................................... 51
Introducción
“En todas las cosas, lo principal y por eso también lo más difícil es, como bien afirma el
Cuando estamos ante un libro, la primera pregunta que nos hacemos es: ¿de qué trata? Del
mismo modo, el trabajo de grado que se presenta a continuación inicia con esta primera pregunta,
esta vez dirigida a la Metafísica de Aristóteles. Pero al tiempo que avanza esta investigación, dicha
pregunta toma una forma distinta, hasta el punto de reformularse hacia la pregunta fundamental
que orientará todo este trabajo: ¿de qué se ocupa el pensamiento metafísico según la Metafísica de
Aristóteles?
En la actualidad, la pregunta por la Metafísica es una de las cuestiones más discutidas entre
Opera, en 1813, se presentó un auge de estudios en la que podemos destacar filósofos como F.
XX, inició un periodo marcado por una lectura que acusaba a Aristóteles de caer en grandes
contradicciones. P. Natorp encuentra que en la obra se contradicen una teoría del conocimiento
aristotélica de inspiración platónica, con una ontología que toma distancia de Platón, en tanto
rehabilita lo sensible y lo individual. Como respuesta a esta cuestión, en 1923, W. Jaeger publica
su obra Aristóteles: primeras líneas de una historia de su evolución espiritual, donde propone su
famosa interpretación histórico-genética, según la cual, los pasajes de la Metafísica con aparente
inspiración platónica corresponden a la primera posición tomada por un joven Aristóteles bajo el
1
A continuación, se siguen las exposiciones del estado del arte de la Metafísica presentadas por G. Reale, (2003) en
Guía de lectura de la Metafísica de Aristóteles, pp. 217-223 y por P. Aubenque, (2008), en El problema del ser en
Aristóteles, pp. 9-11.
7
influjo de su maestro, mientras que los pasajes que rehabilitan lo sensible e individual
este nuevo modelo, se ha superado esta interpretación histórico-genética y han vuelto a surgir
ello, también al pensamiento metafísico. ¿Pero, cómo el estudio de la obra corresponde con el del
pensamiento? Será pertinente entonces, explicar primero cómo una pregunta nos conduce a la otra.
Para esto, se iniciará explorando la pregunta inicial, pues, efectivamente, ésta nos conducirá a la
otra.
Formulemos entonces: ¿De qué trata la Metafísica de Aristóteles? Debe parecer inocente
preguntarse por el objeto de un libro leído, revisado y comentado durante más de dos milenios.
Aun así, esta pregunta ha permanecido vigente durante todo este tiempo, casi ininterrumpidamente,
siendo todavía materia de discusiones, libros y cursos. Con respecto al trabajo de investigación
que se presenta a continuación, serán precisamente esta pregunta y su problemática, las que
Alejandro Magno, el estagirita se ve obligado a huir de Atenas para proteger su vida y el primer
sucesor en la dirección del Liceo fue Teofrasto, quien, caracterizado por su talento como
investigador de cultura enciclopédica, pero con una dedicación especulativa muy inferior a la de
su maestro, apenas presentó las cuestiones metafísicas desde un punto de vista naturalista (Reale,
1985). Tras la muerte de Teofrasto, la escuela peripatética fue adoptando posiciones cada vez más
filósofo denominó así su tratado (Tα Μετα Tα φυσικά), no estaremos ante las reflexiones acerca de
lo que está más allá (Μετα) de la física (φυσικά)? La respuesta es no. La denominación Tα Μετα
Cuando Teofrasto falleció, dejó en herencia los edificios y el jardín al Liceo, pero la
biblioteca –que contenía los escritos académicos o esotéricos de Aristóteles– la dejó en posesión
de Neleo de Escepsis, quien luego la trasladó a Asia Menor. Después, los libros fueron adquiridos
por el bibliófilo Apelicón y transportados a Atenas a principios del siglo I a. C. Pero al poco
tiempo, Sila los confiscó y se los llevó a Roma. Durante todo este tiempo, la tradición inmediata a
Aristóteles tuvo en posesión solamente los textos exotéricos y no el corpus filosófico que contenía
2
En un pasaje del De motu animalium (6, 700b 7) Aristóteles remite a un tratado Sobre la filosofía primera. Mientras
su sucesor Teofrasto menciona La especulación acerca de los primeros principios (Aubenque, 2008).
9
Fue en Roma, donde Andrónico de Rodas publicó las obras académicas de Aristóteles en
la segunda mitad del siglo I a.C., a través de un esquema muy preciso, con el fin de recuperar la
herencia intelectual aristotélica. Tradicionalmente se nos cuenta que el nombre Metafísica (Tα
Μετα Tα φυσικά) obedece al orden de los escritos en la edición de Andrónico de Rodas (Meta-
física, más allá de la física, porque está ubicado después de los tratados físicos), pero hay
suficientes razones para pensar que la denominación fue producto de interpretaciones post-
aristotélicas de la obra (Aubenque, 2008). Por estas circunstancias, algunos afirman que el
Aristóteles que hoy se conoce no es para nada el personaje histórico que vivió en el siglo IV a. C.,
sino un Corpus más o menos anónimo editado en el siglo I a.C, pues no es posible relacionar de
los escritos Metafísicos y su recepción. Y durante este tiempo, no hubo tradición continuada de
críticas, adiciones, réplicas o comentarios, sino un vacío total de su influencia filosófica. Por lo
tanto, nada nos ofrece una respuesta contundente sobre la finalidad de la Metafísica; pero
precisamente este silencio, por parte de la obra y sus contemporáneos, ha posibilitado un extenso
debate filosófico sobre dicha cuestión, pues donde Aristóteles no se pronuncia lo suficiente, es
donde más surgirán los comentarios. En este sentido, la Metafísica ha suscitado, a la vez, un
Desde finales del siglo I d.C., comenzó una larga etapa de presentación y exégesis del
por Andrónico de Rodas. Entre los primeros intérpretes se encuentra Alejandro de Afrodisias, que
debe resaltarse por ser quien inauguró la indagación sobre el objeto de la Metafísica. Esta etapa de
comentarios apenas acabó en el siglo XIX, y por consiguiente, transcurrió un extenso periodo en
10
donde los comentaristas emprendieron la tarea de unificar y completar una obra dispersa e
incompleta. Ahora bien, como lo indica Pierre Aubenque, querer encontrar la unidad de un
pensamiento es presuponer que dicho pensamiento es susceptible de ser unificado. Esto, podría
la Metafísica.
preconcebida: los comentaristas griegos a partir del neoplatonismo, los escolásticos a partir de
cierta idea del Dios de la Biblia y su relación con el mundo. Cuando más profundo es el silencio
de Aristóteles, más prolija se hace la palabra del comentarista; no comenta el silencio: lo llena;
Así, podría justificarse una indagación sobre la Metafísica aludiendo a que se trata de una
obra imposible de separar de un gran misterio: su unidad de sentido. Nunca llenaremos el vacío de
tres siglos que separa la escritura del texto con su recepción, y por lo tanto, siempre podremos
preguntarnos por la intención de su autor. Nada puede garantizar que las especulaciones sobre la
unidad de sentido de la Metafísica sean más acertadas por pertenecer a épocas anteriores y por
ende más cercanas a la época de Aristóteles, pues el vacío absoluto de tres siglos de duración deja
a dichas épocas con las mismas herramientas que tenemos en la actualidad. No se conoce con
certeza, ni hoy ni antes, el orden que Aristóteles le dio a sus escritos, tampoco los detalles e
provocar al momento de su redacción. “No hay otro caso en la historia en que el filósofo haya
Además, examinar detenidamente la naturaleza misma de esta indagación muestra que nos
encontramos ante una pregunta digna de reflexión filosófica. Decíamos que la pregunta por la
Metafísica puede parecer inocente por tratarse de una de las obras más revisadas y comentadas, y
sin duda lo es si la pregunta está dirigida solamente al contenido de sus páginas, como a los
términos, las afirmaciones y los interrogantes que encontramos en ellas; pero si la pregunta indaga
también por la unidad o unidades de sentido de la obra, por las búsquedas que se propone el autor
y por su enfrentamiento a las cuestiones abordadas, estaría dirigiéndose sobre todo al ejercicio
problemas no resueltos. Las aporías que se exponen en el libro III (β) parecen acompañar las
reflexiones de Aristóteles, como si el objetivo fuera profundizar cada vez más en los problemas y
no tanto llegar a las respuestas. Pero sobre todo, parece que en la Metafísica se presenta una
búsqueda. Y tal como lo indican los primeros libros, se trata de la búsqueda de una episteme. En
el segundo capítulo del libro primero (A), Aristóteles inicia explicando “Puesto que andamos a la
búsqueda de esta episteme (…)” (Met. I, 2, 982a 4)3, así como al inicio del tercer libro (β) continúa
conectando “Con vistas a la episteme que andamos buscando (…)” (Met. III, 1, 995a 25)4. Dicha
sabiduría (σοφία), pero sus características, su posibilidad y aquello de lo que se ocupan los sabios
(σοφοὺς), será lo que el estagirita buscará a lo largo de la Metafísica. De esta forma lo concibe W.
D. Ross: “El motivo que inspira a Aristóteles desde un extremo al otro de la Metafísica es el deseo
de adquirir la forma de conocimiento que merece más el nombre de sabiduría” (1981, p.222).
3
ἐπεὶ δὲ ταύτην τὴν ἐπιστήμην ζητοῦμεν
4
ἀνάγκη πρὸς τὴν ἐπιζητουμένην ἐπιστήμην
12
Por su parte, los temas que irán apareciendo a medida que avanza la búsqueda de
Aristóteles, son aquellos temas que la tradición categorizará como cuestiones metafísicas y que
Aristóteles que encontramos en la Metafísica resulta ser también una extensa sistematización de
las cuestiones metafísicas, así como una fuente indispensable de todo lo que pueda recibir el
Por consiguiente, la naturaleza de esta búsqueda realizada por Aristóteles transforma las
la episteme buscada, equivale a interrogar el pensamiento metafísico expuesto en este libro, que
siguiendo la tradición filosófica, no es otro que el pensamiento metafísico, o al menos, una de sus
principales fuentes. Aristóteles no sólo emprende la búsqueda por un conocimiento que merezca
metafísico.
Ahora bien, si la pregunta inicial ¿de qué trata la Metafísica de Aristóteles? equivale a la
pregunta por el pensamiento metafísico, sin duda deja de ser inocente pero pasará a ser demasiado
problematismo mismo de la metafísica, y por tal razón, se acotará la pregunta problema de este
Una de las condiciones para que una episteme sea posible, es decir, para que pueda ejercerse
Parece imposible conocer algo sin que nuestro pensamiento establezca primero lo que busca, tal
como es imposible encontrar una respuesta sin tener antes la pregunta. Del mismo modo,
Aristóteles sostiene que sin establecer unívocamente el género que contiene los elementos que
13
estudiará una episteme, no es posible realizarla. Pero como mostraremos más adelante5, Aristóteles
presenta una episteme que parece no cumplir esta exigencia de cientificidad, y por tal razón, surge
específicamente sobre la base de establecer su objeto. Aun así, la pregunta no deja de ser
ambiciosa, por lo que es necesario aclarar que no se interroga el objeto de la metafísica, entendida
como el extenso campo filosófico inaugurado por Parménides y continuado hasta la actualidad,
Metafísica de Aristóteles?
Así, orientada por esta pregunta, el presente trabajo de grado expone las reflexiones de una
lectura minuciosa de los primeros cuatro libros de la Metafísica, pues en éstos, Aristóteles inaugura
pregunta problema, con el ánimo de dejar abierto el desarrollo de esta pregunta en trabajos
posteriores. Así, las partes que componen esta investigación corresponden a tres momentos
sucesivos de la lectura realizada, y de este modo, exponen tres aproximaciones que permitirán
concluir con una respuesta a la pregunta central. De manera sucinta, podemos anticipar que el
trabajo alcanza a responder que la episteme buscada, o sabiduría (σοφία), se ocupa de (§1) lo
5
La noción género y el problema del criterio de cientificidad de la Metafísica se abordará detalladamente en el segundo
parágrafo del presente trabajo de grado. Infra. p.34.
14
El primer parágrafo ‘Se ocupa de lo primero’, presenta una lectura y comentario de los
primeros tres libros de la Metafísica, donde se concluye que la episteme buscada por Aristóteles
se ocupa de los primeros principios y causas. El segundo parágrafo ‘Se ocupa de lo más general’,
se basa en los primeros capítulos del libro IV (Γ) y especifica que la episteme buscada se ocupa de
tesis de que la sabiduría, tal como ha sido expuesta en estos primeros libros, es una aitiología de
la ontología, en tanto es episteme de los primeros principios y causas de «lo que es, en tanto que
algo que es». Y el segundo, es la tesis de que la posibilidad de este modo de conocimiento, buscado
por Aristóteles, depende fundamentalmente de la existencia de una unidad parónima que otorgue
la consistencia necesaria para dicho pensamiento. Ambos resultados se desarrollan más adelante.
En el tercer parágrafo ‘Se ocupa de lo más difícil’, tras presentar la unidad como principio
unidad, o lo uno, cumple con las condiciones de ser lo primero, lo más general y lo más difícil
según la exposición de Aristóteles. Esto último, permite elaborar la interesante conclusión de que
decidido conservar la palabra episteme y no traducirlo como ciencia, para evitar que su significado
de la Metafísica a los que se dedica la presente investigación, parece que el término es utilizado
15
de modo laxo como ‘saber’, ‘modo de conocimiento’, ‘uso de la razón’ o ‘modo de usar la razón’6.
Así, la pregunta por una episteme de los primeros principios será comprendida como una pregunta
por cierto modo de conocimiento acerca de los primeros principios; del mismo modo, la pregunta
por la posibilidad de la episteme denominada metafísica no interroga si está permitida una ciencia,
sino más bien, si es posible para nosotros pensar de modo metafísico. Lo mismo ocurre con la
pregunta problema que orienta la presenta investigación, pues la pregunta por el objeto de la
episteme postulada por Aristóteles es la misma pregunta ¿de qué se ocupa el pensamiento, cuando
diferentes epistemes presentadas por Aristóteles a lo largo de la Metafísica. La relación entre cada
una de ellas será importante tenerlas presente, a grandes rasgos, desde el comienzo. Se toma como
1) el libro IV o Gamma (Γ) de la Metafísica habla de una ciencia que remitiría «al ser en cuanto
ser» y que contemplaría el ser en toda su universalidad; la metafísica toma aquí la forma de
2) el libro I (A) defiende, por su parte, la idea de una ciencia de las primeras causas y de los
primeros principios, algo que, por tanto, podemos llamar una aitiología o una teoría de las
causas;
3) el libro VI (E, cuya parte esencial se repite en el libro XI o K, de una autenticidad sin
embargo dudosa) identifica la ciencia primera con una investigación que trataría de las causas
6
Cf. Infra. p.33 Revisar, por ejemplo, el tratamiento que Aristóteles da a la ciencia médica en Met. IV, 2, 1003b.
16
del ser y de los seres en cuanto seres, esto es, de las causas primeras, inmóviles y separadas de
la materia (ciencia que desarrollará el libro XII o Lambda, Λ); se habla aquí de una teología;
4) por último, el libro VII (Zetha, Ζ) desarrolla la idea de una ciencia general de la sustancia,
que se interesa también por las sustancias del mundo sensible (ousiología) (p.92).
En otros autores, como G. Reale (2008), encontramos también esta clasificación, donde
Aitiología (o etiología) hace referencia al tratamiento sobre las causas que Aristóteles presenta en
el primer libro (A) de la Metafísica y que será revisada en el primer parágrafo de este trabajo. Por
su parte, ontología universal (o simplemente ontología) hace referencia al estudio de «lo que es,
en tanto que algo que es» (τὸ ὂν ᾗ ὂν)7 que se presenta en el cuarto libro (Γ) de la Metafísica y
estrecha entre la ontología universal y la aitiología. Contrario a la posición que considera distintas
presentarse la episteme de los primeros principios y causas, que bien puede llamarse aitiología,
Aristóteles complementa afirmando que para corresponder con la sabiduría debe ocuparse solo de
sus aspectos generales, presentando así la episteme de los primeros principios y causas de «lo que
Con respecto a las dos epistemes restantes, teología y ousiología (o usiología), se seguirá
la tesis de Pierre Aubenque (2008), quien explica que éstas son partes de una episteme más general,
7
Sobre el uso del término «lo que es», véase nota 39 en p.29 de la presente investigación.
17
general que la aritmética, por ser esta última una parte de la matemática, Aristóteles explica en el
libro IV (Γ) que “cuantas clases de entidades hay, tantas partes tiene la filosofía. Conque, entre
éstas, habrá necesariamente una primera y una segunda” (Met. IV, 2, 1004a 2-5)8, por tanto, la
filosofía primera, que posteriormente se identificará con la teología, es una episteme particular que
hace parte de una episteme más general, así como la aritmética es una parte de la matemática. “Y
es que el filósofo es como el denominado matemático, pues también ésta tiene partes, y en las
matemáticas hay una episteme que es primera y otra que es segunda y otras, a continuación, en
Aristóteles opone la teología o filosofía primera con la física o filosofía segunda en el libro VI (Ε),
la episteme buscada se opone a las epistemes particulares al inicio del libro IV (Γ). La episteme
buscada, denominada sabiduría y que corresponde al estudio de los primeros principios y causas
de «lo que es, en tanto que algo que es», será para Aristóteles la episteme general que contiene a
las demás epistemes particulares como la teología (filosofía primera que se ocupa de las entidades
eternas, separadas e inmóviles) y como la física (filosofía segunda que se ocupa de las entidades
separadas pero móviles, y que será tema de la ousiología en el libro VII (Ζ)).
Por lo tanto, la presente investigación considerará que Aristóteles nos presenta una
episteme general en los primeros cuatro libros (una especie de aitiología ontológica), y a partir del
sexto libro discurrirá sobre epistemes particulares (teología y ousiología) que son partes de la
episteme general.
8
καὶ τοσαῦτα μέρη φιλοσοφίας ἔστιν ὅσαι περ αἱ οὐσίαι: ὥστε ἀναγκαῖον εἶναί τινα πρώτην καὶ ἐχομένην αὐτῶν
9
ἔστι γὰρ ὁ φιλόσοφος ὥσπερ ὁ μαθηματικὸς λεγόμενος: καὶ γὰρ αὕτη ἔχει μέρη, καὶ πρώτη τις καὶ δευτέρα ἔστιν
ἐπιστήμη καὶ ἄλλαι ἐφεξῆς ἐν τοῖς μαθήμασιν
18
Finalmente, debo confesar que al inicio de esta investigación mi verdadera pretensión era
atender una única noción de todo el andamiaje conceptual que contiene la Metafísica. Nunca me
ocurre con un armario que guarda mucha ropa desordenada, que al intentar sacar una sola prenda
se vienen todas encima, del mismo modo se fueron añadiendo poco a poco más y más elementos
debo decir que con paciencia y el acompañamiento de mi asesor de tesis, profesor Julio César
Vargas Bejarano, agradezco haber tenido la oportunidad de incursionar seriamente por primera
Acepto que desde el inicio fui advertido, pues en uno de los primeros textos que leí sobre
esa propia totalidad. Así pues, toda pregunta metafísica sólo puede ser preguntada de tal modo
que aquel que la pregunta —en cuanto tal— está también incluido en la pregunta, es decir, está
¿De qué trata la Metafísica? En sus primeros tres libros, Aristóteles parece presentar una
indagación sobre la sabiduría, sus características, su diferencia con respecto a otros modos de
revisión de estos tres libros se examinará la primera de ellas: la episteme de los primeros principios
y causas.
En el primer capítulo del primer libro (Libro A)10, Aristóteles inicia con la famosa
afirmación “Todos los hombres por naturaleza desean saber. Señal de ello es el amor a las
sensaciones” (Met. I, 1, 980a 20-25)11, y termina con la conclusión “Es obvio, pues, que la
sabiduría es episteme acerca de ciertos principios y causas” (Met. I, 1, 982a 1-2)12. ¿Cómo a partir
sabiduría (σοφία), de acuerdo con el grado de conocimiento que alcanza cada una. La mayor parte
10
La autenticidad de Libro I (A) ha sido debatida durante mucho tiempo. En el siglo VI d.C., el comentador Asclepio
transmitió la primera duda afirmando que el libro I era atribuido erróneamente a Pasicles de Rodas, sobrino de
Eudemo. Sin embargo, Alejandro de Afrodisias, Siriano y prácticamente todos los comentaristas antiguos no dudaron
de la autenticidad de este libro. En el medioevo también se presentaron algunas dudas; Alberto Magno señaló que,
según la tradición, el libro I fue añadido por Teofrasto, sucesor de Aristóteles en el liceo. Con respecto a los últimos
siglos, W. Jaeger señaló en su obra Aristóteles, que el libro I es tan solo una versión abreviada del Protréptico, texto
escrito por Aristóteles en su juventud, aunque esta interpretación ha sido rechazada por los especialistas en la
actualidad (José Antonio García-Lorente, 2016).
11
πάντες ἄνθρωποι τοῦ εἰδέναι ὀρέγονται φύσει. σημεῖον δ᾽ ἡ τῶν αἰσθήσεων ἀγάπησις. Para las citas de la Metafísica
se utiliza la traducción al español de Tomás Calvo Martínez, (1994), Madrid: Gredos; y para el original en griego se
utiliza la edición de W.D. Ross, (1924), Oxford: Clarendon Press, con ayuda de Perseus Digital Library disponible
en http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3atext%3a1999.01.0051.
12
ὅτι μὲν οὖν ἡ σοφία περί τινας ἀρχὰς καὶ αἰτίας ἐστὶν ἐπιστήμη, δῆλον
20
del capítulo discurrirá sobre la experiencia, afirmando, entre otras cosas, que de ella resulta el arte
(τέχνῃ).
sensación: mientras la sensación es “el modo de conocimiento por excelencia respecto de los casos
individuales semejantes o de “una multitud de recuerdos del mismo asunto” (Met. I, 1, 980b 28-
ss)14. Por esta razón, la experiencia permite la elaboración de una idea general acerca de los casos
semejantes, mientras la mera sensación es incapaz de forjar dicha idea general. Por ejemplo,
sabemos por experiencia que los gatos ronronean, no por una única sensación experimentada, sino
gracias al cúmulo de varias sensaciones sobre el mismo asunto. La idea general que resulta de la
experiencia, y no de la sensación, permite el ejercicio de aquello que los griegos llamaron arte.
Pero ambas, sensación y experiencia, conllevan un grado de conocimiento menor con respecto a
según la traducción de Heidegger (2002)‒ y las causas (o razones por las que se da un hecho). Dice
Aristóteles de las sensaciones “que no dicen el por qué acerca de nada, por ejemplo, por qué el
fuego es caliente, sino solamente que es caliente” (Met. I, 1, 981b 12-14)15, así como también, “los
hombres de experiencia saben el hecho, pero no el porqué, mientras que los otros conocen el
porqué, la causa” (Met. I, 1, 981a 28-30)16. Y de esta manera, concluye el capítulo definiendo la
sabiduría como “episteme acerca de ciertos principios y causas” (Met. I, 1, 982a 1-2)17, postulando,
13
κυριώταταί γ᾽ εἰσὶν αὗται τῶν καθ᾽ ἕκαστα γνώσεις
14
πολλαὶ μνῆμαι τοῦ αὐτοῦ πράγματος
15
ἀλλ᾽ οὐ λέγουσι τὸ διὰ τί περὶ οὐδενός, οἷον διὰ τί θερμὸν τὸ πῦρ, ἀλλὰ μόνον ὅτι θερμόν
16
γὰρ ἔμπειροι τὸ ὅτι μὲν ἴσασι, διότι δ᾽ οὐκ ἴσασιν: οἱ δὲ τὸ διότι καὶ τὴν αἰτίαν γνωρίζουσιν
17
περί τινας ἀρχὰς καὶ αἰτίας ἐστὶν ἐπιστήμη
21
En el capítulo 2, con el fin de precisar de la sabiduría “acerca de qué causas y qué principios
es episteme” (Met. I, 2, 982a 4-5)18, Aristóteles continúa su indagación, pero esta vez por medio
de las opiniones comunes acerca del sabio. A partir de éstas, se presentan las siguientes
características de la sabiduría: 1) es la más universal por conocer “todas las cosas en la medida de
lo posible, sin tener, desde luego, episteme de cada una de ellas en particular” (Met. I, 2, 982a 7-
9)19, 2) accede al conocimiento de las cosas más difíciles pues “se encuentra máximamente alejado
las causas y capaz de enseñarlas, 4) es la episteme que se escoge por sí misma, es decir, por amor
episteme.
Las características uno y dos, serán claves para los siguientes capítulos del presente trabajo
la universalidad de la sabiduría apoya la tesis de que esta episteme, por ahora aitiología, se
relaciona con la ontología (o episteme de «lo que es, en tanto que algo que es»), y su dificultad
apoya la tesis de que su objeto de estudio es la unidad, pues la cuestión de la unidad es para
Por su parte, con la característica cuatro, Aristóteles explica que de todas las epistemes
“aquella que se escoge por sí misma y por amor al conocimiento es sabiduría en mayor grado que
18
ἡ περὶ ποίας αἰτίας καὶ περὶ ποίας ἀρχὰς ἐπιστήμη σοφία ἐστίν
19
μὲν ἐπίστασθαι πάντα τὸν σοφὸν ὡς ἐνδέχεται, μὴ καθ᾽ ἕκαστον ἔχοντα ἐπιστήμην αὐτῶν
20
πορρωτάτω γὰρ τῶν αἰσθήσεών ἐστιν
22
la que se escoge por sus efectos” (Met. I, 2, 982a 15-17)21, y parece evidente que la sabiduría
cumple con esta condición, sobre todo a la luz de los primeros que filosofaron, pues éstos,
motivados solamente por el asombro, comenzaron a indagar las causas y los porqués más
importantes sin pretender que de sus indagaciones resultara alguna utilidad. A propósito de estos
en la Ética a Nicómaco, nos cuenta de ellos que “dice la gente que son sabios, no prudentes, porque
ve que desconocen su propia conveniencia, y dice de ellos que saben cosas extraordinarias,
admirables, difíciles y divinas, pero inútiles” (EN VI, 7, 1141b 3-8)22. Esta particularidad de la
sabiduría, como episteme inútil, conduce a Aristóteles a aclarar que “todas las demás serán más
Con la característica cinco, Aristóteles explica que la episteme más dominante debe ser la
que conoce “aquello para la cual ha de hacerse cada cosa en particular, (…) y, en general, el bien
supremo de la naturaleza en su totalidad” (Met. I, 2, 982b 6-8)24, y esto es, lo que más adelante
Aristóteles denominará la causa final. En una construcción, por ejemplo, el servicio del conductor
de una retroexcavadora está subordinada a las indicaciones del director de la obra, pues este último
conoce la finalidad de cada operación y sabe mejor que nadie cómo se debe mover la tierra en la
obra. Así como tiene sentido que el conductor de la retroexcavadora reciba las órdenes del director,
tiene sentido cuando Aristóteles afirma que “no corresponde al sabio recibir órdenes, sino darlas,
ni obedecer a otro, sino a él quien es menos sabio” (Met. I, 2, 982a 17-19)25, pues la opinión
21
τῶν ἐπιστημῶν δὲ τὴν αὑτῆς ἕνεκεν καὶ τοῦ εἰδέναι χάριν αἱρετὴν οὖσαν μᾶλλον εἶναι σοφίαν ἢ τὴν τῶν
ἀποβαινόντων ἕνεκεν
22
τοιούτους σοφοὺς μὲν φρονίμους δ᾽ οὔ φασιν εἶναι, ὅταν ἴδωσιν ἀγνοοῦντας τὰ συμφέροντα ἑαυτοῖς, καὶ περιττὰ
μὲν καὶ θαυμαστὰ καὶ χαλεπὰ καὶ δαιμόνια εἰδέναι αὐτούς φασιν, ἄχρηστα δ᾽
23
ἀναγκαιότεραι μὲν οὖν πᾶσαι ταύτης, ἀμείνων δ᾽ οὐδεμία
24
ἕνεκέν ἐστι πρακτέον ἕκαστον (…) ὅλως δὲ τὸ ἄριστον ἐν τῇ φύσει πάσῃ
25
δεῖν ἐπιτάττεσθαι τὸν σοφὸν ἀλλ᾽ ἐπιτάττειν, καὶ οὐ τοῦτον ἑτέρῳ πείθεσθαι, ἀλλὰ τούτῳ τὸν ἧττον σοφόν
23
común nos dice que el sabio conoce las finalidades últimas. Por lo tanto, ya que la sabiduría es el
conocimiento de las causas, incluyendo la causa final, es también la más dominante en tanto todas
pregunta ¿de qué principios y causas versa la sabiduría? Vale recordar que, hasta el momento,
característica tres, recoge la opinión común de que la sabiduría es el modo de conocimiento más
exacto, y añade Aristóteles que “las más exactas de las epistemes (ἐπίσταμαι) son las que versan
mayormente sobre los primeros principios: en efecto, las que parten de menos principios son más
exactas que las denominadas «adicionadoras», por ejemplo, la aritmética que la geometría” (Met.
I, 2, 982a 25-28)26.
Para esclarecer esta característica, resulta relevante precisar el significado del término
principios (ἀρχῶν). En el capítulo uno del libro quinto de la Metafísica (Libro Δ), tras revisar las
diferentes maneras en las que se usa el término principio (ἀρχή), Aristóteles concluye que “lo
común a todo tipo de principios es ser lo primero a partir de lo cual algo es, o se produce, o se
conoce” (Met. V, 1, 1013a 17-19)27. En el pasaje que estamos examinando, parece que el sentido
más apropiado de principio corresponde al sexto sentido expuesto en el libro quinto (Δ), a saber,
“lo primero a partir de lo cual la cosa resulta cognoscible, por ejemplo, las premisas lo son de las
demostraciones” (Met. V, 1, 1013a 14-16)28. Para que alguien nos enseñe las definiciones de las
26
ἀκριβέσταται δὲ τῶν ἐπιστημῶν αἳ μάλιστα τῶν πρώτων εἰσίν (αἱ γὰρ ἐξ ἐλαττόνων ἀκριβέστεραι τῶν ἐκ
προσθέσεως λεγομένων, οἷον ἀριθμητικὴ γεωμετρίας)
27
οὖν κοινὸν τῶν ἀρχῶν τὸ πρῶτον εἶναι ὅθεν ἢ ἔστιν ἢ γίγνεται ἢ γιγνώσκεται
28
καὶ αὕτη ἀρχὴ λέγεται τοῦ πράγματος, οἷον τῶν ἀποδείξεων αἱ ὑποθέσεις
24
figuras geométricas es necesario que nos enseñe primero la noción de número29, así como es
necesario saber primero lo que es una palabra para entender cómo combinarlas y crear una oración.
Por tanto, el número es principio, porque a partir de éste resulta cognoscible la definición de una
Ahora, valdría la pena preguntarse, ¿a partir de qué noción anterior me resulta cognoscible
la noción de número? ¿y a partir de qué noción primera me resulta cognoscible la palabra? Estas
preguntas indagan por los principios que permiten el conocimiento de otros principios, y nos
permiten dar con el sentido del término primeros (πρώτων) utilizado por Aristóteles. Tal como las
premisas son anteriores a las demostraciones, algunos principios son anteriores a otros, y en este
sentido, son primeros. Aristóteles explica que la episteme más exacta es aquella que versa sobre
los primeros principios con respecto a las epistemes denominadas «adicionadoras», y a manera de
ejemplo, menciona que la aritmética es más exacta que la geometría. Justamente, la geometría hace
uso de los principios de la aritmética, pero adiciona también principios propios como el de la
modo, todas las demás epistemes serán «adicionadoras» con respecto a la que se ocupa de los
primeros principios. Y si por partir de menos principios, decimos que la aritmética es más exacta
que la geometría, debemos concluir que la episteme de los primeros principios es la más exacta de
todas.
primeros principios y causas. Así, dejando atrás la búsqueda de un conocimiento acerca de ciertos
porqués, que corresponde a la conclusión del primer capítulo del Libro A, queda definido en este
29
Para entender la definición ‘el triángulo es una figura de tres lados y tres ángulos’, se debe entender primero el
número ‘tres’.
25
capítulo que la episteme buscada se ocupa exclusivamente de aquellas cuestiones que nos permiten
Posteriormente, desde el capítulo tres hasta el capítulo siete, tras haberse establecido los
primeros principios y causas (τῶν πρώτων ἀρχῶν καὶ αἰτιῶν) como el objeto de estudio de la
sabiduría, Aristóteles hará una exposición de las anteriores doctrinas filosóficas que han discurrido
acerca de las causas. En el capítulo ocho realizará una crítica a las doctrinas de los filósofos
preplatónicos acerca de las causas y en el capítulo nueve realizará la crítica a la doctrina platónica;
para finalmente, en el capítulo diez, concluir que ninguna doctrina anterior se ha referido a una
causa diferente a las que ya han sido contempladas por Aristóteles mismo en su clasificación: 1)
De esta forma, finaliza el primer libro. Por el momento, Aristóteles nos ha presentado el
proyecto de una episteme acerca de los primeros principios y causas. Esta episteme parece merecer
el honorable nombre de sabiduría, pues así lo demuestra el hecho de poseer las cinco
características comúnmente atribuidas al conocimiento de los sabios. Insisto en tener presente dos
características que arrojarán alguna luz a los parágrafos posteriores de la presente investigación:
la episteme de los primeros principios y causas accede también al conocimiento de lo más difícil
Por su parte, el segundo libro de la Metafísica (Libro α) está compuesto por tres cortos
capítulos, aunque, pese a su extensión, el primer capítulo es sumamente profundo. Este capítulo es
dedicado al estudio acerca de la Verdad. Aquí, Aristóteles comienza indicando que se trata de un
estudio fácil, pero al mismo tiempo difícil. En un sentido es fácil, porque a diferencia de un campo
limitado como, por ejemplo, la bacteriología, el campo de la verdad es tan extenso que todo lo
dicho puede contribuir de algún modo a su estudio, de allí el uso del refrán “¿quién no atinaría
26
disparando a una puerta?” (Met. II, 1, 993b 5-6). Pero en otro sentido es difícil, porque a pesar de
tener cierto conocimiento del conjunto no se garantiza tener el conocimiento de una parte; con
respecto a este punto, dice Aristóteles: “el hecho de alcanzarla en su conjunto, sin ser capaces de
alcanzar una parte de ella, pone de manifiesto la dificultad de la misma” (Met. II, 1, 993b 5-9)30.
Ejemplo de esto es que muchos afirman cierto conocimiento del fuego, pues lo reconocen, aun
desconociendo su composición química, sus consecuencias al contacto con la piel o su origen. Con
el desarrollo de la física, por ejemplo, se han formulado preguntas cada vez más complejas al
interior de los objetos que, en cierto sentido, son conocidos por la mayoría, pero si se examinan
Aristóteles explica también, que la dificultad se presenta primero en aquel que intenta
conocer las cosas, y así se manifiesta en la cosa que se intenta conocer. A través de la siguiente
metáfora, da cuenta de la verdad como correlación entre el entendimiento que conoce y la cosa
que se intenta conocer, donde la naturaleza de ésta y los actos de aquella, resultan decisivos: “En
efecto, como los ojos del murciélago respecto de la luz del día, así se comporta el entendimiento
de nuestra alma respecto de las cosas que, por naturaleza, son las más evidentes de todas” (Met. II,
1, 993b 10-13)31.
que la sensación de dificultad evidencia la problemática. Así, sobre esta cuestión, Aristóteles
30
τὸ δ᾽ ὅλον τι ἔχειν καὶ μέρος μὴ δύνασθαι δηλοῖ τὸ χαλεπὸν αὐτῆς
31
ὥσπερ γὰρ τὰ τῶν νυκτερίδων ὄμματα πρὸς τὸ φέγγος ἔχει τὸ μεθ᾽ ἡμέραν, οὕτω καὶ τῆς ἡμετέρας ψυχῆς ὁ νοῦς
πρὸς τὰ τῇ φύσει φανερώτατα πάντων
27
explica en un pasaje posterior que “la situación aporética de la mente pone de manifiesto lo
Además, explica que “no conocemos la verdad si no conocemos la causa” (Met. II, 1, 993b
23-24)33 argumentando que así como el fuego es caliente en grado sumo por ser causa del calor en
las demás cosas, “verdadera es, en grado sumo, la causa de que sean verdaderas las cosas
posteriores a ella” (Met. II, 1, 993b 26-28)34. Es decir, verdad en grado sumo o mayor verdad hay
al decir el fuego es caliente que al decir la chimenea es caliente, pues la causa del calor de la
chimenea es, en últimas, el fuego. Podemos añadir que mayor conocimiento tiene el que identifica
que el calor proviene del fuego y no de la chimenea, sin aseverar por ello que el segundo está
diciendo algo falso. Asimismo, también “son eternamente verdaderos en grado sumo los principios
de las cosas que eternamente son” (Met. II, 1, 993b 27-30)35, de lo que podríamos deducir que
mayor conocimiento de los principios y causas de las cosas que son, corresponde a mayor
conocimiento de las cosas que son; a esto parece referirse la proposición con la que Aristóteles
concluye el capítulo sin más: “Por consiguiente, cada cosa posee tanto de verdad cuanto posee de
En este punto, es importante detenerse para revisar las implicaciones de estas últimas
intuiciones de Aristóteles. Tras postular una episteme acerca de los primeros principios y causas,
encontramos ahora que mayor conocimiento de los principios corresponde a mayor conocimiento
de las cosas que son. Dicho de otro modo, el conocimiento de los principios de las cosas que son
posee la verdad en grado sumo, con respecto al conocimiento de las propiedades de las cosas que
32
ἀλλ᾽ ἡ τῆς διανοίας ἀπορία δηλοῖ τοῦτο περὶ τοῦ πράγματος
33
οὐκ ἴσμεν δὲ τὸ ἀληθὲς ἄνευ τῆς αἰτίας
34
ἀληθέστατον τὸ τοῖς ὑστέροις αἴτιον τοῦ ἀληθέσιν εἶναι
35
ὄντων ἀρχὰς ἀναγκαῖον ἀεὶ εἶναι ἀληθεστάτας
36
ὥσθ᾽ ἕκαστον ὡς ἔχει τοῦ εἶναι, οὕτω καὶ τῆς ἀληθείας
28
son. Pensamos que mayor conocimiento tiene aquel que sabe por qué el fuego produce calor, y
menor conocimiento quien solo sabe que el fuego produce calor, desconociendo la causa.
También, pensamos que mayor conocimiento tiene aquel que conoce los principios de la
geometría, con respecto a aquel que solo conoce, por ejemplo, las propiedades del triángulo.
Incluso, parece que no importa qué conocimiento de la geometría tenga, pues si desconoce los
principios de ésta, siempre tendrá menor conocimiento con respecto al que conoce los principios.
Así, en este capítulo, Aristóteles nos explica que el mayor conocimiento de las cosas que son
Se insiste en esta relación entre episteme, principios y las cosas que son (que ha sido ya
explicada, de cierto modo, por Aristóteles en el primer libro), porque también será clave para
argumentar que la episteme de los primeros principios y causas (aitiología) y la episteme de «lo
que es, en tanto que algo que es» (ontología), guardan una relación mucho más estrecha que la
Por el momento, con respecto a los pasajes que restan del Libro II (α), basta con una breve
mención. Aristóteles argumenta, en el segundo capítulo, que las causas no pueden ser infinitas,
mientras en el tercer capítulo, explica que a cada ciencia le corresponde un tipo o estilo particular
de demostración (a veces riguroso, a veces no). Estos capítulos a menudo son interpretados como
breves consideraciones metodológicas para los libros siguientes o para tratados diferentes.
aporías. Aristóteles explica que toda investigación debe comenzar catalogando y revisando
aquellas cuestiones que la investigación enfrentará, pues “detenerse minuciosamente en una aporía
29
es útil para el que quiere encontrarle una salida adecuada” (Met. III, 1, 995a 27-29)37. El término
aporía (ἀπορία) traduce literalmente falta de salida, por lo que la propuesta de Aristóteles consiste
en: primero, identificar estos sin salida; segundo, detenerse a estudiarlos minuciosamente, y
tercero, encontrar la salida. De las catorce aporías, solo interesa una de ellas para efectos de la
presente investigación. Se trata de la aporía número once, que será revisada detenidamente en el
tercer parágrafo de este trabajo. Pero antes, se debe continuar con la revisión de los capítulos
explicar que dicho modo de conocimiento se ocupa también de los aspectos más generales.
Además, se presentarán las tesis que sostienen que la sabiduría es un aitiología de la ontología y
que su posibilidad depende de la existencia de una unidad (que denominaremos unidad parónima)
(Libro Γ). Por el momento, Aristóteles se ha dedicado a presentar el proyecto de una episteme
acerca de los primeros principios y causas. Pues bien, el primer capítulo del cuarto libro inicia de
la siguiente forma:
Hay una episteme que estudia «lo que es, en tanto que algo que es», y los atributos que, por sí
mismo, le pertenecen. Esta episteme, por lo demás, no se identifica con ninguna de las
denominadas particulares. Ninguna de las otras, en efecto, se ocupa universalmente de «lo que
37
εὐπορῆσαι βουλομένοις προὔργου τὸ διαπορῆσαι καλῶς
30
es, en tanto que algo que es», sino que tras seccionar de ello una parte, estudia los accidentes
de ésta: así, por ejemplo, las ciencias matemáticas (Met. IV, 1, 1003a 33-35)38.
Sorprende la aparición aparentemente súbita de una nueva episteme: una acerca de «lo que
es, en tanto que algo que es» (τὸ ὂν ᾗ ὂν)39. Como explica J. Grondin (2006), la partícula “«ᾗ» es
aquí un pronombre relativo en dativo” (p.102). Así, la fórmula designa lo que es, y en esto, o de
esto, el hecho de que sea lo que es. La tradición ha utilizado el nombre de ontología (οντο-λογια)
Así como este nuevo proyecto sorprende al lector que viene siguiendo con los primeros
libros una presentación de una episteme acerca de las causas y los principios, parece que también
tradicional división del saber especulativo de la época que no incluye este novedoso saber40.
Además, sorprende también la poca, o casi nula, recepción de este proyecto por parte de los
pensadores inmediatamente posteriores a Aristóteles, pues como señala Aubenque (2008), si bien
esta episteme “no tenía antepasados: tampoco tendrá posteridad inmediata. Tan sólo Teofrasto41
recogerá, por lo demás en forma aporética, los problemas metafísicos abordados por su maestro"
(p.26).
38
ἔστιν ἐπιστήμη τις ἣ θεωρεῖ τὸ ὂν ᾗ ὂν καὶ τὰ τούτῳ ὑπάρχοντα καθ᾽ αὑτό. αὕτη δ᾽ ἐστὶν οὐδεμιᾷ τῶν ἐν μέρει
λεγομένων ἡ αὐτή: οὐδεμία γὰρ τῶν ἄλλων ἐπισκοπεῖ καθόλου περὶ τοῦ ὄντος ᾗ ὄν, ἀλλὰ μέρος αὐτοῦ τι
ἀποτεμόμεναι περὶ τούτου θεωροῦσι τὸ συμβεβηκός, οἷον αἱ μαθηματικαὶ τῶν ἐπιστημῶν
39
El término ὂν es traducido por la tradición escolástica por ente, pero dicho término suele concebirse como un
sustantivo y no como una forma del verbo ser. La expresión griega ὂν no permite una interpretación sustantivista que
la haga significar ‘la cosa’ o ‘el conjunto de cosas’, pues para esto está el plural τα ὄντα. Para no oscurecer el término
ὂν como forma participio del verbo εἶναι, la traducción de Tomás Calvo Martínez, que aquí seguimos, ha decidido
traducir ὂν por el término lo que es. Cf. Metafísica, Introducción de T. Calvo Martínez, p.56, como también, ¿Hay
que desconstruir la metafísica?, 2012, P. Aubenque, pp. 29-31.
40
Cf. Cicerón, Acad. Post. 1, 5, 19, y también, Aristóteles, Top. I, 14, 19-21.
41
Primer sucesor de Aristóteles en la dirección del Liceo, presidió la escuela peripatética por más de 30 años.
31
Ahora bien, examinemos en detalle los dos párrafos que constituyen este capítulo. El
primero, presenta por primera vez la episteme de «lo que es en tanto que algo que es», y le atribuye
epistemes, la primera se ocupa de «lo que es» en general, y no parcialmente. Para ejemplificar esta
idea, traigamos a colación la experiencia de pensar en algo, por ejemplo, en un gato. Cuando
estamos ante un gato y decidimos pensar en éste, podemos ignorar sus atributos físicos y enfocar
nuestro pensamiento en su comportamiento, para indagar sobre su modo de relacionarse con otros
animales o sobre su modo de sufrir estrés, es decir, podemos pensar parcialmente sobre el gato;
incluso, podemos crear teorías sobre la sociabilidad de un gato, o sobre su fisiopatología, sin
detenernos en su pelaje o en sus orejas. De hecho, a excepción de la ontología, todas las demás
epistemes seccionan una parte de «lo que es» para ocuparse de un aspecto particular: piénsese en
nutricionista secciona sólo lo que le interesa de un alimento. En otras palabras, todos estos modos
de pensar se ocupan de los accidentes42 de «lo que es». La episteme de «lo que es en tanto que
algo que es», por el contrario, estudia «lo que es» en su generalidad sin discriminar en sus aspectos
accidentales.
¿Pero existe alguna relación entre esta episteme de lo general y la episteme presentada en
los anteriores libros de la Metafísica? Continuar con la revisión del segundo párrafo de este
Y puesto que buscamos los principios y las causas supremas, es evidente que éstas han de serlo
42
Accidente «symbebēkós» quiere decir característica no esencial de algo; y por esencial se entiende aquella
característica que permite indentificar inequivocamente una cosa. Cf. Met. V, 30.
32
principios quienes buscaban los elementos de las cosas que son, también los elementos tenían
que ser necesariamente elementos de «lo que es», no accidentalmente, sino «en tanto que algo
que es». De ahí que también nosotros hayamos de alcanzar las causas primeras de «lo que es,
Ya el inicio de este párrafo nos permite notar que Aristóteles continúa con la argumentación
que inicia en los anteriores libros. Así como anteriormente decíamos que mayor conocimiento de
los principios y causas de las cosas que son corresponde a mayor conocimiento de las cosas que
son44, podemos precisar aún más diciendo que, mayor conocimiento hay en el saber de las causas
de las cosas que son, en tanto cosas que son, en comparación con el saber de las causas de aspectos
accidentales. Trayendo de nuevo el ejemplo del calor del fuego, mejor que conocer la causa del
olor del fuego, o del color del fuego, es conocer la causa del fuego como tal. La generalidad de
esta episteme nos permite recordar la primera característica que comúnmente es atribuida a la
sabiduría, indicada por Aristóteles en el capítulo 2 del libro I (A): es la más general por conocer
“todas las cosas en la medida de lo posible, sin tener, desde luego, episteme de cada una de ellas
en particular” (Met. I, 2, 982a 7-9)45. Puede que el sabio desconozca los aspectos accidentales del
fuego, como la causa de su olor o su color, pero si conoce las causas del fuego en general, en tanto
que fuego, se dirá que tiene conocimiento en grado sumo del fuego.
Por esta razón, como la episteme buscada se ocupa de los principios y las causas supremas
(ἀκροτάτας), no puede tratarse simplemente de las causas y principios de «lo que es», sino que,
con más precisión, debe tratarse de una episteme de los primeros principios y causas de «lo que es,
43
ἐπεὶ δὲ τὰς ἀρχὰς καὶ τὰς ἀκροτάτας αἰτίας ζητοῦμεν, δῆλον ὡς φύσεώς τινος αὐτὰς ἀναγκαῖον εἶναι καθ᾽ αὑτήν. εἰ
οὖν καὶ οἱ τὰ στοιχεῖα τῶν ὄντων ζητοῦντες ταύτας τὰς ἀρχὰς ἐζήτουν, ἀνάγκη καὶ τὰ στοιχεῖα τοῦ ὄντος εἶναι μὴ
κατὰ συμβεβηκὸς ἀλλ᾽ ᾗ ὄν: διὸ καὶ ἡμῖν τοῦ ὄντος ᾗ ὂν τὰς πρώτας αἰτίας ληπτέον
44
Supra. p.26.
45
μὲν ἐπίστασθαι πάντα τὸν σοφὸν ὡς ἐνδέχεται, μὴ καθ᾽ ἕκαστον ἔχοντα ἐπιστήμην αὐτῶν
33
en tanto que algo que es». Por consiguiente, es válida una comprensión alternativa a la que
investigación, es posible afirmar que la episteme de los primeros principios y causas es en realidad,
con más precisión, una aitiología de la ontología, o una aitiología ontológica, debido a que se
dedica a estudiar, exclusivamente, los primeros principios y causas de «lo que es, en tanto que
Cabe recordar que Aristóteles no utiliza los términos aitiología (αἰτιο-λογία) y ontología
(οντο-λογια)46, y que toda la argumentación que nos ha presentado por el momento es la búsqueda
de una episteme que cumpla las condiciones para recibir el honorable nombre de sabiduría (σοφία).
Pues ante dicha búsqueda, sostengo que Aristóteles postula como candidata al título de sabiduría
(σοφία) la episteme de los primeros principios y causas de «lo que es, en tanto que algo que es», o
dicho de otro modo, que la sabiduría se ocupa de lo primero y también de lo más general.
Pero buscar una episteme no equivale a encontrarla, en el sentido de que aún nada nos
garantiza que dicha episteme sea posible, por esto, debemos preguntarnos inmediatamente por su
posibilidad. ¿Es posible saber las causas y los principios primeros de «lo que es, en tanto que algo
que es»? ¿Es posible conocer los primeros porqués de «lo que es» en su absoluta generalidad y no
meramente en sus aspectos accidentales? Aristóteles enfrenta esta cuestión en el segundo capítulo
del libro IV (Γ). En éste, se atienden las cuestiones relacionadas a la problemática de la posibilidad
46
El término ontología aparece por primera vez en 1606 en el libro Ogdoas Scholastica del filósofo alemán Jacob
Lorhard, pero fue popularizado por el filósofo, también alemán, Christian Wolff en 1692. En cambio, el término
aitiología es pocas veces utilizado, pues se ha preferido referirse a este estudio como teoría de las causas de
Aristóteles.
34
Por un lado, afirma que la unidad de una episteme sólo puede darse cuando se determina
unívocamente un género, por otro, muestra que «lo que es» (ón) no determina unívocamente un
género, pues “la expresión ‘algo que es’ se dice en muchos sentidos” (Met. IV, 2, 1003a 33)47.
¿Cómo es posible, entonces, una episteme de «lo que es»? La respuesta es precisamente su fórmula
en tanto que algo que es (ᾗ ὂν). Detengámonos a examinar minuciosamente este problema.
Así pues, del mismo modo que de todas las cosas sanas se ocupa una sola episteme, igualmente
ocurre esto en los demás casos. Corresponde, en efecto, a una única episteme estudiar, no
solamente aquellas cosas que se denominan según un solo significado, sino también las que se
denominan en relación con una sola naturaleza: y es que éstas se denominan también, en cierto
modo, según un solo significado. Es pues, evidente que el estudio de las cosas que son, en
tanto que cosas que son, corresponde también a una sola (Met. IV, 2, 1003b 10-16)48.
del término «lo que es»49. Utilizando el ejemplo del saber médico, nos ilustra que es posible pensar
desde una única episteme las cosas que, si bien no significan lo mismo, están relacionadas con una
sola cosa. Lo que hace posible que la medicina se ocupe de la piel de una persona, pero también
de los virus y además de los alimentos, es el hecho de que dicha episteme se ocupe de lo que hay
en común a estas tres cosas. En general, la unidad del género50 se da gracias a una noción común,
47
τὸ δὲ ὂν λέγεται μὲν πολλαχῶς
48
οὐ γὰρ μόνον τῶν καθ᾽ ἓν λεγομένων ἐπιστήμης ἐστὶ θεωρῆσαι μιᾶς ἀλλὰ καὶ τῶν πρὸς μίαν λεγομένων φύσιν: καὶ
γὰρ ταῦτα τρόπον τινὰ λέγονται καθ᾽ ἕν. δῆλον οὖν ὅτι καὶ τὰ ὄντα μιᾶς θεωρῆσαι ᾗ ὄντα
49
También mencionará en varias ocasiones la ciencia médica (cuando es bien sábido que la medicina es considerada
un arte para Aristóteles), reforzando el punto de vista, adoptado en la presente investigación, que considera que a lo
largo de estos libros el término episteme tiene el significado amplio de saber o modo de conocimiento, y no el
significado de ciencia rigurosa. Supra. p.14.
50
A lo largo de esta investigación, se utiliza el cuarto uso de la expresión género (γένος) según el libro V (Δ): “como
el componente primero de las definiciones que aparece formulado en el qué-es: ése es el género del cual se denominan
«diferencias» las determinaciones cualitativas” (Met. V, 28, 1024b 4-6).
35
que en el caso específico de la medicina, bien podría ser la salud o la buena constitución del cuerpo.
En este sentido, Aristóteles afirma que “a todo género que es uno le corresponde una sensación y
también una episteme: así, la gramática, siendo una, estudia todas las voces” (Met. IV 2, 1003b
18-20)51.
Decíamos que la unidad de una episteme sólo puede darse cuando se determina
unívocamente un género, y esto significa que, al momento de pensar, nuestra mente selecciona un
género de lo real, dejando a un lado lo demás. Cuando el médico piensa en un alimento, suspende
todos los aspectos de dicho alimento que no pertenezcan al género de la salud para pensar
solamente en sus nutrientes, y así, por ejemplo, no piensa en los procesos que producen su color.
El químico, por su parte, hace a un lado el pensamiento sobre los nutrientes del alimento para
pensar en los procesos químicos que se producen al interior de un alimento52. Ahora bien, tal como
ocurre con la noción episteme, es importante no reducir la noción de género (γένος) a la noción
psicológica, etc., podemos precisar esta comprensión al pensarlos como diferentes enfoques de
nuestro propio pensamiento. Así, cuando pensamos en un ente particular, podemos detenernos en
sus aspectos químicos, o en sus aspectos físicos, o en sus aspectos psicológicos; estos tres ejemplos
de enfoques del pensamiento corresponden a tres géneros distintos, y a cada género le corresponde
un modo particular de conocimiento, es decir, una episteme. Por tanto, determinar unívocamente
51
ἅπαντος δὲ γένους καὶ αἴσθησις μία ἑνὸς καὶ ἐπιστήμη, οἷον γραμματικὴ μία οὖσα πάσας θεωρεῖ τὰς φωνάς
52
Véase el ejemplo dado por Aristóteles con respecto al matemático en Met. XI, 3, 1061a23-1061b3.
36
un género, es determinar con precisión: ¿qué aspecto de «lo que es» estoy pensando?, para de este
Esta necesidad de univocidad de género corresponde con una de las condiciones del
razonamiento científico que presenta Aristóteles en los Analíticos Segundos. Al tratar sobre las
En efecto, son tres los <elementos que se dan> en las demostraciones: uno, lo que se
demuestra, la conclusión (esto es lo que se da, en sí, en algún género); otro, las estimaciones
(hay estimaciones a partir de las cuales <se demuestra>); el tercero, el género, el sujeto del
cual la demostración indica las afecciones y los accidentes en sí (An. Post. I, 7, 75a39 – 75b2).
Y también la presenta cuando trata sobre la ciencia demostrativa, aunque esta vez en primer
lugar:
En efecto, toda ciencia demostrativa gira en torno a tres cosas, a saber, todo aquello cuyo
existir establece (y esto es el género del que la ciencia estudia las afecciones en sí), y las
cuestiones comunes llamadas estimaciones, a partir de las cuales, como cuestiones primeras,
se demuestra, y lo tercero, las afecciones, de las que se da por supuesto qué significan cada
demuestra, el pensamiento requiere definir el género al que pertenece su objeto de estudio. Sin
53
Cabe resaltar la comprensión que Aristóteles tiene de la lógica en relación con la episteme. La lógica es el estudio
de las herramientas que el ser humano utiliza para acceder al conocimiento de las cosas. Las cosas a las que se dirige
el pensamiento metafísico pertenecen al orden ontológico, al orden de lo real, mientras que los términos como género
y entidad pertenecen al orden lógico y son estudiados por el lógico y no por el metafísico.
54
En los Analíticos Segundos, Aristóteles equivale el término demostración con razonamiento científico: “A la
demostración la llamo razonamiento científico; y llamo científico a aquel <razonamiento> en virtud de cuya posesión
sabemos” (An. Post. I, 2, 71b 17-20).
37
embargo, parece que nuestro pensamiento solo atiende una parcialidad de «lo que es», más nunca
piensa su totalidad. Dice Aubenque (2017), a propósito del ser humano que, “su decir es un decir-
de, esto es, un decir predicativo, que dice alguna cosa acerca de alguna cosa, τι κατά τινος, pero
Ante la pregunta ¿qué es aquello? naturalmente nuestra mente determina un género preciso
al cuál dirigir nuestro pensamiento. Por esta razón, a la pregunta ¿qué es un gato?, algunos
responderán describiendo sus atributos físicos55, algunos en cambio podrían describir sus atributos
psíquicos56, algunos incluso podrían responder explicando sus componentes químicos. Pero ¿qué
responder ante la pregunta por «lo que es»? ¿Qué es «lo que es»? Inmediatamente surge la
dificultad. Parece que dirigir nuestro pensamiento a un género de «lo que es», como por ejemplo
el género de las cosas sanas, no responderá la pregunta; pensar en las cosas sanas no nos arroja
ninguna respuesta significativa a la pregunta general por «lo que es». Parece que «lo que es» abarca
todos los géneros posibles, y también, parece que ningún género puede abarcar la totalidad de «lo
que es». Precisamente porque estamos ante lo más general, no es posible conocerlo a través de un
método que consiste en parcializar. Por esta razón, Aristóteles afirma una y otra vez que no es
posible que «lo que es», como tal, sea un género57, pues, en palabras de F. Brentano (2007), “el
ente en general no es una especie en la que quepa distinguir género y diferencia” (p.41).
Ahora bien, deteniéndonos aún más en este problema, examinemos la afirmación con la
cual Aristóteles inicia este capítulo. “La expresión ‘algo que es’ se dice en muchos sentidos, pero
en relación con una sola cosa y una sola naturaleza y no por mera homonimia” (Met. IV, 2, 1003a
55
Mamífero felino de tamaño generalmente pequeño, cuerpo flexible, cabeza redonda, patas cortas, cola larga, pelo
espeso y suave, largos bigotes y uñas retráctiles.
56
Animal que tiene buen olfato, buen oído y excelente visión nocturna.
57
Cf. Met. III, 3, 998b 12-28; Met. IV, 1-2; Met. X, 2, 1053b 9-24.
38
Se llaman homónimas las cosas cuyo nombre es lo único que tienen en común, mientras que
el correspondiente enunciado de la entidad es distinto, v.g.: vivo dicho del hombre y dicho del
retrato; en efecto, ambos tienen sólo el nombre en común, mientras que el correspondiente
enunciado de la entidad es distinto; pues, si alguien quisiera explicar en qué consiste para cada
una de esas cosas el ser vivas, daría un enunciado propio para cada una.
Se llaman sinónimas las cosas cuyo nombre es común y cuyo correspondiente enunciado de la
entidad es el mismo, v.g.: vivo dicho del hombre y dicho del buey: en efecto, ambos reciben
quisiera dar el enunciado de en qué consiste para cada uno de ellos el ser vivos, daría idéntico
enunciado.
Se llaman parónimas todas las cosas que reciben su denominación a partir de algo, con una
Vale la pena resaltar cómo algunos filósofos, sobre todo en la edad media59, se apropiaron
completamente distinto, como la palabra ‘gato’ dicho del animal y dicho del gato hidráulico), los
términos sinónimos se denominaron unívocos (cuando un término tiene un único significado) y los
58
τὸ δὲ ὂν λέγεται μὲν πολλαχῶς, ἀλλὰ πρὸς ἓν καὶ μίαν τινὰ φύσιν καὶ οὐχ ὁμωνύμως
59
Así Juan Duns Scoto (1266-1308) (Pini, 2005), (Guerrero, 2015).
39
términos parónimos se denominaron análogos (cuando dos términos comparten el mismo nombre,
dicho del alimento sano y dicho del hombre sano, que si bien tienen diferentes significados, los
Por esta razón, utilizando estos términos, decimos que una episteme sólo es posible cuando
se define unívocamente un género. Y decimos también que «lo que es» no determina unívocamente
un género por su carácter, según Aristóteles, analógico. Pero no parece haber una noción común,
o unidad focal60, que le de consistencia al pensamiento de «lo que es», tal como la buena
constitución del cuerpo o la salud le otorgan consistencia al pensamiento médico. ¿Cómo alejar la
Esta pregunta no es otra, que la ya previamente mencionada, ¿es posible la episteme de «lo que
es»? Pues si la episteme de «lo que es» no logra una unidad de género superior a la homonimia o
que se encuentra al interior de afirmaciones como: “Es, pues, evidente que el estudio de las cosas
que son, en tanto que cosas que son, corresponde también a una sola episteme” (Met. IV, 2, 1003b
15-16)61.
de «lo que es» es la fórmula aristotélica en tanto que algo que es (ᾗ ὂν). Efectivamente, la solución
ofrecida consiste en matizar la exigencia de univocidad y permitir que cierta unidad parónima o
analógica otorgue la consistencia buscada. Por tal razón, debe existir algo que cumpla el rol
fundamental de relacionar los distintos modos de «lo que es». Esta noción común o unidad focal,
60
‘Focal meaning’ es el término utilizado por Owens en Doctrine of Being in the Aristotelian Metaphysics (1978), y
‘Unidad focal de significación’ por Aubenque en El problema del ser en Aristóteles (2008).
61
δῆλον οὖν ὅτι καὶ τὰ ὄντα μιᾶς θεωρῆσαι ᾗ ὄντα
40
adquirirá la denominación aristotélica de lo primero (τοῦ πρώτου)62: “Ahora bien, en todos los
casos la episteme se ocupa fundamentalmente de lo primero, es decir, de aquello de que las demás
cosas dependen y en virtud de lo cual reciben la denominación correspondiente” (Met. IV, 2, 1003b
16-18)63.
la posibilidad del estudio de una episteme de los primeros principios y causas de «lo que es, en
tanto que algo que es», depende de la existencia de una unidad parónima o analógica que otorgue
la consistencia necesaria para el pensamiento, al punto que, sin ella, no es posible dicha episteme.
Lo anterior, que no es nada menos que el problematismo mismo de la episteme buscada a lo largo
inconveniente de una teoría expuesta por un filósofo en Atenas hace más de dos milenios, sino el
inconveniente de todo discurso acerca de lo que, a primera vista, parece lo más evidente de todo:
¿Cómo es que el ser puede tener significaciones múltiples sin que el discurso humano caiga
reconocer en la palabra más fundamental de todas, la voz ser, ¿no amenaza con destruir el
Pero ante el hecho de que podemos hablar y pensar, ¿cómo es posible afirmar «lo que es
un gato», por ejemplo, sin tener respuesta a la pregunta primera por «lo que es»? La misma
62
No confundir con el plural primeros (πρώτων) utilizado en la fórmula los primeros principios y causas (τῶν πρώτων
ἀρχῶν καὶ αἰτιῶν).
63
πανταχοῦ δὲ κυρίως τοῦ πρώτου ἡ ἐπιστήμη, καὶ ἐξ οὗ τὰ ἄλλα ἤρτηται, καὶ δι᾽ ὃ λέγονται
41
pregunta ¿Qué es «lo que es»? parece presuponer ya una respuesta, porque si no ¿qué se está
preguntando? Sin duda, ante esta problemática cobra sentido la metáfora que utiliza Aristóteles a
propósito de la dificultad del estudio de la Verdad: tal como ocurre con los ojos del murciélago
frente a la luz del día, asimismo nuestro pensamiento parece opacarse frente a las preguntas,
aparentemente, más evidentes de todas. Pero aún, no podemos ni siquiera afirmar la dificultad de
la episteme buscada, pues nos encontramos primero ante su imposibilidad. Dedicaremos, por tanto,
el último parágrafo de la presente investigación a revisar la noción que puede otorgar posibilidad
a la episteme de los primeros principios y causas de «lo que es, en tanto que algo que es»: la
unidad.
Problema más físico o metafísico que propiamente lógico, y cuya solución parece que debe
ser buscada en una reflexión acerca del estatuto metafísico de lo Uno, más bien que acerca de
episteme buscada por Aristóteles se ocupa de lo primero y lo más general, pues se ocupa de los
primeros principios y causas de «lo que es, en tanto que algo que es». Pero queda por explorar el
interrogante de la posibilidad de este modo de conocimiento y por definir de manera más concreta
Recordemos nuevamente la afirmación aristotélica que dice, “en todos los casos la episteme
se ocupa fundamentalmente de lo primero” (Met. IV, 2, 1003b 16-17)64. Tras las conclusiones de
64
πανταχοῦ δὲ κυρίως τοῦ πρώτου ἡ ἐπιστήμη
42
los parágrafos uno y dos de la presente investigación, podemos añadir que la episteme buscada se
parcial. En la línea siguiente, Aristóteles usará el término entidad (οὐσία) para nombrar este objeto,
tan anhelado, de la episteme buscada: “Por tanto, si esto es la entidad, el filósofo deberá hallarse
en posesión de los principios y las causas de las entidades” (Met. IV, 2, 1003b 17-19)65.
En el libro V (Δ), Aristóteles presenta los usos del término entidad (οὐσία)66. Después de
exponer sus múltiples usos, concluye que el término es utilizado en dos sentidos, donde el primero
y más pertinente a nuestras reflexiones indica, “el sujeto último que ya no se predica de otra cosa”
(Met. V, 8, 1017b 24-25)67. Esta definición concuerda con nuestras reflexiones, pues lo que no se
predica de otra cosa es equivalente a lo que no es accidente (symbebēkós), sino por el contrario, lo
que es más general. El sujeto último de «lo que es», o la entidad, parece ser la respuesta a nuestras
preguntas por el objeto de la sabiduría, y por la noción común que le otorgue su consistencia. Pero,
la verdad es que nada concreto nos dice esta fórmula para responder a nuestras inquietudes, pues
la entidad (οὐσία) es una noción, por el momento, meramente formal. Así lo indica Aristóteles
reiteradamente en el libro VII utilizando el término λογικός (que traduce ‘hablando lógicamente’
o ‘atendiendo a las expresiones’) al tratar de la entidad (οὐσία)68, como también parece indicarlo
65
εἰ οὖν τοῦτ᾽ ἐστὶν ἡ οὐσία, τῶν οὐσιῶν ἂν δέοι τὰς ἀρχὰς καὶ τὰς αἰτίας ἔχειν τὸν φιλόσοφον
66
Mientras los traductores antiguos y modernos traducen el término οὐσία por substancia (o un equivalente Substanz,
subtance, sostanza y sustancia), que se relaciona directamente con el primer uso de la expresión οὐσία que expone
Aristóteles en Met. V, 8, (Véase Metafísica. 1998. Prólogo de V. García Yebra. p. XXXII y también, Acerca del alma.
1978. Introducción de T. Calvo Martínez. p.100), en la edición de T. Calvo Martínez encontramos la traducción
entidad, con la que se busca abarcar los otros tres usos de la expresión οὐσία, sin utilizar la traducción esencia
destinada al término τό τί îjv είναι.
67
τό θ᾽ ὑποκείμενον ἔσχατον, ὃ μηκέτι κατ᾽ ἄλλου λέγεται. El segundo sentido corresponde a “lo que siendo algo
determinado es también capaz de existencia separada” (Met. V, 8, 1017b 25-26); sentido que es más relevante para
las cuestiones posteriores de la teología y de la ousiología.
68
Aristóteles opone el estudio de una cuestión λογικός a su estudio φυσικός. El primero se ocupa de las nociones y
modos de expresión, mientras el segundo se ocupa de la naturaleza misma de las cosas. Cf. Metafísica VII, 4, 1029b
12-14. Véase nota al pie de página 336.
43
el hecho de que Aristóteles siempre anda en búsqueda de aquello que ocupe el lugar de la entidad
(οὐσία)69. Por lo tanto, continúa la pregunta por aquello que sea la entidad de la episteme buscada
y, por consiguiente, la pregunta por la posibilidad de esta episteme de los primeros principios y
Conviene continuar la revisión del capítulo dos del libro cuarto (Γ). Posterior a la
formulación del problema de la episteme buscada, y de la postulación de la fórmula «en tanto que
algo que es» como salida a la problemática, Aristóteles dedica lo que queda del extenso capítulo a
presentar la relación entre «lo que es» y lo «uno», y una exhaustiva indagación que puede
Y expone en este libro sobre qué trata la sabiduría (…) y, en primer lugar, afirma que sobre
«lo que es» en general y, puesto que lo «uno», por el sujeto, es igual a «lo que es», que también
lo semejante; pero también sobre lo opuesto a lo «uno», (…) también, sobre todos los
Alejandro de Afrodisias afirma que “cuantas especies de lo «uno» haya, tantas especies,
habrá también de «lo que es»” (2002, p. 10), así como Aristóteles indica que «lo que es» y lo «uno»
coinciden en su extensión al explicar que “’un hombre, alguien que es hombre’ y ‘hombre’
significan lo mismo, y nada distinto se da a conocer reduplicando la expresión ‘un hombre’ y ‘uno
que es hombre’” (Met. IV, 2, 1003b 26-29)70. Además, Aristóteles afirmará que estudiar las
especies de «lo que es», y estudiar las especies de lo «uno», corresponderá a una episteme que es
69
Cf. Met. III, 1, 996a 4-9, por ejemplo.
70
ταὐτὸ γὰρ εἷς ἄνθρωπος καὶ ἄνθρωπος, καὶ ὢν ἄνθρωπος καὶ ἄνθρωπος, καὶ οὐχ ἕτερόν τι δηλοῖ κατὰ τὴν λέξιν
ἐπαναδιπλούμενον τὸ εἷς ἄνθρωπος καὶ εἷς ὢν ἄνθρωπος
44
genéricamente la misma. Dicha correlación resulta sumamente interesante para la búsqueda que
Es pertinente, entonces, indagar por el significado que Aristóteles tiene de lo «uno» (μὲν).
En Metafísica V 6, Aristóteles aborda los múltiples significados de este término para luego
definirlo como tal. Inicialmente, presenta la división entre unidad accidental y unidad por sí
misma, pues "se dice de algo que es 'uno' ya accidentalmente, ya por sí" (Met. V, 6, 1015b 16-
1. Unidad accidental.
Esta unidad corresponde a la unión entre una entidad y una determinación accidental. Por
ejemplo, de 'Hegel' y 'filósofo' se dicen que son «uno» (accidentalmente), porque ser filósofo se
unión entidad-accidente; por ejemplo la unidad entre 'Hegel', 'filósofo' y 'alemán', y la unidad entre
los accidentes 'filósofo' y 'alemán', "porque sucede accidentalmente que se dan en cierta entidad
que es una" (Met. V, 6, 1015b 20-21)72. También, se afirma unidad cuando el accidente se predica
del género o del nombre universal que corresponde a la entidad, como sucede al decir que ‘filósofo’
y ‘hombre’ son lo mismo, ya que se dice que lo son, en tanto ser filósofo se da accidentalmente en
el hombre Hegel.
a. Porque son continuas. Cuando se dice que la línea es «una» (a pesar de ser una
multiplicidad de puntos) o que el tronco de madera es «uno» (a pesar de ser una multiplicidad de
71
ἓν λέγεται τὸ μὲν κατὰ συμβεβηκὸς τὸ δὲ καθ᾽ αὑτό
72
πάντα γὰρ ταῦτα ἓν λέγεται κατὰ συμβεβηκός
45
material, pues no se da por el contacto físico: "si se colocan maderos en contacto unos con otros,
nadie dirá que se trata de algo uno ‒un madero o un cuerpo o una cosa continua" (Met. V, 6, 1016a
7-9)73. La continuidad parece tener relación con la unidad de la forma, es decir, con la totalidad
ordenada de algo, ilustra Aristóteles que "al ver las partes de un zapato puestas juntas de cualquier
manera no diríamos que constituyen una unidad” (Met. V, 6, 1016b 13-15)74, en cambio, “sí que
lo diríamos si estuvieran juntas de modo que compusieran un zapato, es decir, poseyeran ya cierta
forma una" (Met. V, 6, 1016b 15-17)75. Además, predicamos de algunas cosas la unidad aún
cuando estén dobladas, aunque concebimos mayor unidad si no están dobladas, como "la línea
recta es «una» en mayor medida que la que está doblada" (Met. V, 6, 1016a 12-14)76.
cuando nuestra percepción no distingue el sujeto material, "ya se trate del sujeto que es primero,
ya del que es último respecto del fin" (Met. V, 6, 1016a 20-21)77. Decimos que los cuerpos son
«uno» cuando al derretirse se convierten todos en aire y no distinguimos un aire de otro, porque
estamos ante el mismo sujeto que es primero (el aire). Y también decimos que el agua, el vino y
el alcohol son «uno», cuando los percibimos en el vino que resulta de su mezcla, pues estamos
c. Aquellas cosas cuyo género es uno. Si existen múltiples tipos de gatos, y uno puede ser
extremadamente diferente a otro, ¿por qué tiene sentido la afirmación 'el gato es la mejor mascota’?
La razón, es nuestra capacidad de concebir 'el gato’ como «uno» a pesar de las diferencias. "Y se
73
εἰ γὰρ θείης ἁπτόμενα ἀλλήλων ξύλα, οὐ φήσεις ταῦτα εἶναι ἓν οὔτε ξύλον οὔτε σῶμα οὔτ᾽ ἄλλο συνεχὲς οὐδέν
74
οἷον οὐκ ἂν φαῖμεν ὁμοίως ἓν ἰδόντες ὁπωσοῦν τὰ μέρη συγκείμενα τοῦ ὑποδήματος
75
ἐὰν οὕτως ὥστε ὑπόδημα εἶναι καὶ εἶδός τι ἔχειν ἤδη ἕν
76
ἡ εὐθεῖα τῆς κεκαμμένης μᾶλλον ἕν
77
τὸ δ᾽ ὑποκείμενον ἢ τὸ πρῶτον ἢ τὸ τελευταῖον πρὸς τὸ τέλος
46
dice que son «uno» todas estas cosas porque «uno» es el género que constituye el sujeto de las
diferencias" (Met. V, 6, 1016a 25-28)78, en efecto, decimos que son uno el gato siamés, el persa y
el siberiano, porque todos pertenecen al género superior 'Gatos', o en otras palabras, porque todos
son gatos.
d. Aquellas cosas cuya definición no se diferencia de cualquier otro enunciado que exprese
la cosa. Por ejemplo, ‘animal bípedo’ y ‘animal dotado de dos pies’ son «uno» porque comparten
el enunciado que expresa su definición, así como también, comparten el mismo género y la misma
Tras esta recopilación de los distintos tipos o usos del término unidad, Aristóteles pasa a
definir qué es la unidad, o más precisamente, a presentar la esencia (τοῦ τί ἦν εἶναι) o el qué es de
la unidad.
«Ser uno» consiste en «ser principio de número». En efecto, la medida primera es principio,
ya que lo primero mediante lo cual conocemos cada género es su medida primera. Conque la
en el caso de todos los géneros: en un caso es el intervalo más pequeño, en otro caso la vocal
o la consonante, otra es la unidad del peso y otra la del movimiento. En todos los casos, a su
Aristóteles, inicia afirmando que "«ser uno» consiste en «ser principio de número»" (Met.
V, 6, 1016b 17-19)80. ¿Qué significa «ser principio de número» (ἀρχῇ τινί ἐστιν ἀριθμοῦ)?
78
καὶ ταῦτα λέγεται πάντα ἓν ὅτι τὸ γένος ἓν τὸ ὑποκείμενον ταῖς διαφοραῖς
79
τὸ δὲ ἑνὶ εἶναι ἀρχῇ τινί ἐστιν ἀριθμοῦ εἶναι: τὸ γὰρ πρῶτον μέτρον ἀρχή, ᾧ γὰρ πρώτῳ γνωρίζομεν, τοῦτο πρῶτον
μέτρον ἑκάστου γένους: ἀρχὴ οὖν τοῦ γνωστοῦ περὶ ἕκαστον τὸ ἕν. οὐ ταὐτὸ δὲ ἐν πᾶσι τοῖς γένεσι τὸ ἕν. ἔνθα μὲν
γὰρ δίεσις ἔνθα δὲ τὸ φωνῆεν ἢ ἄφωνον: βάρους δὲ ἕτερον καὶ κινήσεως ἄλλο
80
τὸ δὲ ἑνὶ εἶναι ἀρχῇ τινί ἐστιν ἀριθμοῦ εἶναι
47
Inmediatamente después de esta definición, continúa diciendo, "en efecto, la medida primera es
principio, ya que lo primero mediante lo cual conocemos cada género es su medida primera" (Met.
V, 6, 1016b 18-20)81, y aclara esto último afirmando que, “la unidad es el principio de lo
Recordemos que, a lo largo de estos libros, cuando se utiliza la noción de principio (ἀρχῇ),
resulta siempre más adecuado el sexto sentido presentado en Metafísica V 1, es decir, “lo primero
a partir de lo cual la cosa resulta cognoscible, por ejemplo, las premisas lo son de las
demostraciones” (Met. V, 1, 1013a 14-16)83. Con este sentido de principio (ἀρχῇ), podemos
deducir que Aristóteles define la unidad, en su esencia, o en su qué es, como aquello a partir de
cada género o aquello a partir de lo cual conocemos, puede ser el anhelado objeto de la episteme
buscada. Y esta conclusión se basa fundamentalmente en tres razones. Primero, ¿qué puede ser
causas, decíamos que son primeros porque posibilitan el conocimiento de todo lo demás. Por lo
tanto, la unidad bien puede materializar esta fórmula porque sin conocerla, nada puede conocerse.
Nada puede ser pensado, ninguna episteme puede ser posible, sin la acción primera de nuestro
81
τὸ γὰρ πρῶτον μέτρον ἀρχή, ᾧ γὰρ πρώτῳ γνωρίζομεν, τοῦτο πρῶτον μέτρον ἑκάστου γένους
82
ἀρχὴ οὖν τοῦ γνωστοῦ περὶ ἕκαστον τὸ ἕν
83
καὶ αὕτη ἀρχὴ λέγεται τοῦ πράγματος, οἷον τῶν ἀποδείξεων αἱ ὑποθέσεις
48
Segundo, si la unidad comparte la extensión de «lo que es», o, en otras palabras, si de todo
lo que se predica el ser puede también predicarse la unidad ¿qué puede haber más general que lo
«uno»? Tal como ocurre con «lo que es», la unidad escapa toda tentativa de enmarcarse en un
buscada se ocupa de los principios y las causas de «lo que es, en tanto que algo que es», afirmamos
un carácter general que no permite parcializar «lo que es», ocupándose de los accidentes, pues se
Y tercero, parece que la cuestión de la unidad, como posible entidad de las cosas que son,
lleva la denominación de ser la cuestión más difícil de todas, cumpliendo así con una de las
condiciones de la sabiduría que indica que ella trata de las cuestiones más difíciles de todas. Prueba
de esto, es la manera como Aristóteles formula dicha cuestión en el libro III (Β), dedicado al
examen de las aporías. A continuación, se citan las dos formulaciones de la aporía número once.
Además, lo más difícil de todo y que encierra la más grande aporía: ¿lo «Uno» y «lo que es»
no son otra cosa que la entidad de las cosas que son, tal como afirmaban los Pitagóricos y
Platón? ¿O no, sino que el sustrato es otra cosa como, por ejemplo, Empédocles dice que lo es
la Amistad, algún otro que el fuego, otro que el agua o que el aire? (Met. III, 1, 996a 4-9)84.
El problema cuya consideración es no sólo la más difícil sino también la más necesaria para
conocer la verdad es éste: si «lo que es» y lo «uno» son entidades de las cosas que son, y si
cada uno de ellos son «lo uno» y «lo que es», sin ser otra cosa, o si, por el contrario, hay que
84
ἔτι δὲ τὸ πάντων χαλεπώτατον καὶ πλείστην ἀπορίαν ἔχον, πότερον τὸ ἓν καὶ τὸ ὄν, καθάπερ οἱ Πυθαγόρειοι καὶ
Πλάτων ἔλεγεν, οὐχ ἕτερόν τί ἐστιν ἀλλ᾽ οὐσία τῶν ὄντων; ἢ οὔ, ἀλλ᾽ ἕτερόν τι τὸ ὑποκείμενον, ὥσπερ Ἐμπεδοκλῆς
φησὶ φιλίαν ἄλλος δέ τις πῦρ ὁ δὲ ὕδωρ ἢ ἀέρα
49
indagar qué son «lo que es» y «lo uno» porque tienen otra naturaleza como sustrato. Unos
opinan que se trata de lo primero y otros que se trata de esto último (Met. III, 4, 1001a 4-9)85.
dificultad de conocer. Así lo expresa también en el libro primero (A) cuando afirma que
“consideramos sabio a aquel que es capaz de tener conocimiento de las cosas difíciles, las que no
son fáciles de conocer para el hombre” (Met. I, 2, 982a 9-10)86. Además, antepone el conocimiento
sensible al conocimiento difícil de la sabiduría, cuando explica que “el conocimiento sensible es
común a todos, y por tanto, es fácil y nada tiene de sabiduría” (Met. I, 2, 982a 10-13)87 o cuando,
a propósito de lo universal, dice “sin duda, lo universal en grado sumo es también lo más difícil
de conocer para los hombres (pues se encuentra máximamente alejado de las sensaciones)” (Met.
I, 2, 982a 23-25)88. A diferencia de la sensación del frío, por ejemplo, que podemos experimentar
con facilidad en un fuerte invierno, no parece posible experimentar la unidad, o al menos con tanta
facilidad que las sensaciones. ¿Pero cómo puede ser tan difícil aquello que nos permite conocer
todo lo demás, incluyendo el frío que conocemos?, ¿acaso no debería ser lo más evidente de todo?
Nuevamente cobra sentido la metáfora del murciélago con la que Aristóteles nos recuerda la
naturaleza del pensamiento humano, que se opaca ante las cuestiones más evidentes de todas. En
otro tratado, también afirma que "las cosas que inicialmente nos son claras y evidentes son más
85
πάντων δὲ καὶ θεωρῆσαι χαλεπώτατον καὶ πρὸς τὸ γνῶναι τἀληθὲς ἀναγκαιότατον πότερόν ποτε τὸ ὂν καὶ τὸ ἓν
οὐσίαι τῶν ὄντων εἰσί, καὶ ἑκάτερον αὐτῶν οὐχ ἕτερόν τι ὂν τὸ μὲν ἓν τὸ δὲ ὄν ἐστιν, ἢ δεῖ ζητεῖν τί ποτ᾽ ἐστὶ τὸ ὂν
καὶ τὸ ἓν ὡς ὑποκειμένης ἄλλης φύσεως. οἱ μὲν γὰρ ἐκείνως οἱ δ᾽ οὕτως οἴονται τὴν φύσιν ἔχειν
86
εἶτα τὸν τὰ χαλεπὰ γνῶναι δυνάμενον καὶ μὴ ῥᾴδια ἀνθρώπῳ γιγνώσκειν, τοῦτον σοφόν
87
τὸ γὰρ αἰσθάνεσθαι πάντων κοινόν, διὸ ῥᾴδιον καὶ οὐδὲν σοφόν
88
σχεδὸν δὲ καὶ χαλεπώτατα ταῦτα γνωρίζειν τοῖς ἀνθρώποις, τὰ μάλιστα καθόλου (πορρωτάτω γὰρ τῶν αἰσθήσεών
ἐστιν)
50
Por lo tanto, y como conclusión de esta revisión hecha en los tres parágrafos de la presente
investigación, la unidad, como principio de cognoscibilidad, resulta ser lo primero, lo más general
y lo más difícil. Cumpliendo así con las condiciones para ser objeto de la episteme de los primeros
principios y causas de «lo que es, en tanto que algo que es», también denominada, sabiduría.
Además, como se comentó al final del parágrafo dos de esta investigación, de la unidad
depende la posibilidad de un discurso y un conocimiento de «lo que es». Pero con respecto a este
unidad otorga la consistencia deseada; por lo que la legitimidad de una unidad parónima o
analógica debe ser revisada con cuidado. Acaso la episteme más apropiada para dicha revisión sea
la sabiduría misma, siendo así, paradójicamente, una episteme que se ocupa de su propia
Ahora bien, los pasajes de Aristóteles examinados aquí, constituyen una muestra
Conclusión
"Y, pese a todo, una vez, quizás hasta de vez en cuando, todos nos sentimos rozados por
el oculto poder de esta pregunta sin comprender del todo lo que nos ocurre" (Heidegger, 1999,
p.11)
metafísico según la Metafísica de Aristóteles?, y tras una minuciosa revisión de sus primeros
libros, se concluye que este pensamiento se ocupa de la unidad, entendida como principio de
cognoscibilidad, que a su vez resulta ser lo primero, lo más general y lo más difícil para el
pensamiento humano.
En primer lugar, la unidad resulta ser lo primero para el pensamiento porque es lo primero
a partir de lo cual algo se conoce. Es necesario conocer primero la unidad, para que sea posible
cualquier conocimiento adicional, y en este sentido, funciona como la primerísima premisa de todo
conocimiento particular, pues todas las epistemes suponen la unidad sin estudiarla. Solo la
episteme primera, la sabiduría, se ocupa de la unidad, pues en su dominio de estudio sí están los
En segundo lugar, la unidad resulta ser lo más general para el pensamiento por no detenerse
en aspectos accidentales y por compartir la extensión de «lo que es». El estudio de la unidad no
pertenece a un género que lo delimite y permita al pensamiento discriminarlo del todo. Pues, todo
lo que se predica «que es», se predica también «que es uno», lo cual, vuelve imposible parcializar
el estudio de la unidad en un género específico, y por el contrario, convierte este estudio en uno
Y en tercer lugar, la unidad resulta ser lo más difícil para el pensamiento por ser lo más
difícil de conocer. Paradójicamente, aquello que permite el conocimiento de todo lo demás, resulta
ser lo más difícil de estudiar porque se encuentra máximamente alejado de las sensaciones. En
contraste con la facilidad del conocimiento sensible, el conocimiento de la unidad exige el mayor
También, se entiende esta unidad como principio de cognoscibilidad porque además de ser
lo primero a partir de lo cual todas las cosas se conocen, es también la condición fundamental
para que una episteme sea posible. El pensamiento solo puede dirigirse a una noción que unifique
la diversidad de aspectos que se quieren pensar, o dicho en otras palabras, el pensamiento debe dar
con una unidad de género, que en el caso de la sabiduría, se trata de una unidad parónima. Sin
establecer esta unidad simplemente una episteme no podría ser posible, pues sin establecer el
Aristóteles utiliza solo con pretensiones lógicas (λογικός), la unidad pertenece al campo de la
ontología y, por tal razón, puede ocupar el lugar que Aristóteles busca llenar cuando se pregunta
mismo que otorga su posibilidad y consistencia. Por consiguiente, nos encontramos ante una
episteme fundamentalmente aporética, y aunque por definición toda aporía carezca de salida, el
simple ejercicio del pensamiento metafísico, que busca insistentemente aquello que seguramente
filosofía y la vida; así lo demuestra la Metafísica aristotélica. Espero que así también lo muestre
53
paradoja siempre renaciente que habita en todo filósofo: porque busca y no encuentra lo que
está buscando, encuentra en esa búsqueda misma aquello que no buscaba (Aubenque, 2017,
p.19).
Finalmente, queda por indicar dos puntos de partida para futuras investigaciones. Con la
aporía, recordemos, vale la pena examinar si ésta se encuentra en la naturaleza de la cosa que se
estudia o en la naturaleza de nuestra mente. De modo similar, aparece la pregunta por la naturaleza
de la unidad: ¿es mental o extramental? Cuestión sumamente importante que, con respecto al
presente trabajo de grado, queda como primer tema a desarrollar en una investigación posterior,
pero que pertenece a una temática que atraviesa toda la historia de la filosofía. Por ahora, en esta
Metafísica de Aristóteles nos encontramos ante una verdadera situación aporética o si es tan solo
una aparentemente aporía que puede alcanzar solución. Mientras P. Aubenque sostiene un
89
Aun sosteniendo la existencia de la unidad, queda sin resolver la cuestión de si dicha existencia se da en la mente
humana o por fuera de ella.
54
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