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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

FACULTAD DE FILOSOFÍA
TRABAJO FIN DE GRADO

AMOR POR EL SABER.

Noelia Vílchez García.

Grupo Seis.

Convocatoria Junio.

Número de caracteres: 11.896.


El texto que se nos presenta de la Metafísica de Aristóteles corresponde a su
Libro I, capítulo II, que tiene por objeto el estudio de las características de la sabiduría,
principalmente en la indagación de las causas y de los principios de todo.

Es digno de examen el hecho de que en Aristóteles, el uso de la razón se mezcle


con los sentimientos. En el texto se verá como conecta el saber teórico que nos otorga la
razón con el sentimiento de maravilla. El que una reflexión teórica, como puede ser el
estudio sobre los astros, saque a relucir emociones o sentimientos de aquél que lo
estudia, nos muestra la unión tan fuerte que hay entre el saber y el amor por este mismo
saber.

El fragmento que nos corresponde analizar saca a relucir, a mi parecer, el


comienzo de la filosofía que empezó con un afán de conocimiento, ante lo que a primera
vista parecía no tener ningún tipo de explicación, y solo cabía maravillarse frente a tal
cosa.

Por expresarlo de otra manera, es como si se abriera el telón de una función en la


que no tienes el guion, solo tu propia vida llena de preguntas; ¿Quién soy? ¿Qué hago
aquí? ¿Qué es el mundo? ¿Cuál es el origen de todo esto? Tienes toda la vida por
delante para intentar resolver estas y más preguntas de todo tipo que te pueden surgir, y
es aquí cuando empieza la filosofía.

Al maravillarte frente a todo lo que te rodea, al no encontrar explicación, por


ejemplo, a por qué aquello que está arriba en el cielo llamado Sol se mueve, y por qué
de esa manera. Al encontrarse el hombre perplejo ante todo lo que desconoce se siente
ignorante y busca el saber.

Se podría decir que el hombre es curioso por naturaleza y admira todo lo que le
rodea. El afán por saber surge por necesidad. El hombre se hace preguntas acerca de
todo lo que le rodea para dar sentido al mundo. Claramente este proceso de cuestionarse
parte desde las preguntas más comunes y sencillas, hasta llegar a las más complejas y de
mayor importancia.

Aristóteles pone unos ejemplos frente a los que el hombre se ha maravillado.


Esos ejemplos son; el sol, la luna, el origen de todo y los astros.

1
Cabe puntualizar que no es casualidad que nos deje estos ejemplos, ya que
Aristóteles no solo dedicará su vida al estudio de la filosofía, sino que también tiene
numerosos tratados y obras que hacen referencia a sus propios interrogantes, e intenta
darles la respuesta acertada. Obras en las que trata temas como; ética, física, astronomía,
biología…

En vez de centrarse en una sola materia o en un solo tema, la filosofía de


Aristóteles trata de abarcar todo el conocimiento posible. Esto es debido a que no siente
solo maravillado por un aspecto del saber y precisamente de eso es de lo que trata este
texto. Aristóteles practica el amor por la sabiduría, y eso conlleva que ama y se
maravilla ante todo conocimiento posible no privándose de ninguna rama del saber. El
amor por el saber implica el tener afecto a todo conocimiento existente, e intentar
abarcar cuanta más sabiduría mejor.

Aquí podríamos ver la relación o conexión que existe entre el saber teórico y la
emoción o sentimiento de amor que implica.

El puro saber puede parecernos algo alejado de la persona pero, cuando se


practica el saber por el saber, es decir, saber por el mero placer de saber, sin ningún otro
interés, podemos ver que se establece entonces una relación de amor entre la sabiduría y
la persona.

Es por ello que la palabra: PHILOSOPHIA, viene del latín “philo” que significa
amor o deseo, y “sophia” que significa sabiduría o saber. Hacer “philosophia” o
filosofía, implica amar el conocimiento, la sabiduría, y dedicarte a ello en cuerpo y
alma. La filosofía conlleva un cierto amor hacia ello, una emoción hacia lo teórico.

Con todo esto, el texto nos pone de relieve que si es cierto que se filosofaba por
salir de la ignorancia, entonces sería por el mero afán de conocer o de saber y no por
utilidad1.

1
“Ahora bien, el que se siente perplejo y maravillado [ho aporôn kaì thaumázon]
reconoce que no sabe [agnoeîn]. [...] Así pues, si filosofaron por huir de la ignorancia,
es obvio que perseguían el saber por afán de conocimiento y no por utilidad alguna.”
Aristóteles, Met., A 2, 982 b17-22, trad. T. Calvo.

2
Según Aristóteles, la forma en que sucedió todo este proceso del filosofar
atestigua que, efectivamente, no había ningún interés oculto o utilidad de ninguna clase
para comenzar a hacer filosofía.

Ocurrió de tal modo que se empezó a indagar sobre un conocimiento concreto


cuando ya se tenían todos los conocimientos considerados necesarios, junto con los que
tenían que ver con el placer y el pasarlo bien.

Es por ello que Aristóteles considera a esta ciencia primera, que es la filosofía,
como la única ciencia libre porque no se basa en la utilidad sino en el saber por saber.
La filosofía es un fin en sí misma, es su propio fin. El autor lo compara con el hombre
libre cuyo fin es él mismo y no otro2.

Aristóteles va a partir de las opiniones comunes que se tienen acerca del hombre
sabio. Estas opiniones nos dicen que el hombre sabio escoge el saber por el saber y no
por ninguna utilidad. El conocimiento del sabio es más universal y alcanza el saber de
las cosas más complicadas, por lo tanto quedan subordinados a él los demás
conocimientos.

Lo que quiere mostrar es que estas características del sabio, donde se cumplen es
en la ciencia de las causas y los principios primeros.

El problema filosófico que está de fondo en este primer párrafo es el problema


de la realidad y del ser, ya que Aristóteles plantea la existencia de cosas más allá de su
apariencia variable y efímera.

También trata el asunto de los límites del conocimiento humano, como se puede
ver, cuando hace referencia a ese afán del hombre por conocer lo desconocido.

En el segundo párrafo del texto podemos ver que el autor Aristóteles, en vez de
presentarnos la situación y el problema del momento como lo ha hecho en el primer
párrafo, lo que hará en esta segunda parte es entrar de lleno en el problema en cuestión.

2
“al igual que un hombre libre [eleútheros] es, decimos, aquel cuyo fin es él
mismo y no otro [ho hautoû héneka], así también consideramos que ésta es la única
ciencia libre.” Aristóteles, Met., A 2, 982 b25-27, trad. T. Calvo.

3
Una vez que hemos identificado que la filosofía es la única ciencia libre porque
es un fin en sí misma y no se basa en ningún tipo de utilidad, habremos de cambiar
nuestra actitud inicial ante las investigaciones3.

Esto quiere decir que aunque partamos de una actitud inicial de maravillarnos
ante lo que nos produce extrañeza, hay que ir más allá, y adoptar la postura contraria.
Para llegar al saber, a un conocimiento de algo, hay que considerar que sí podemos
llegar a conocer ese algo.

Podríamos decir que aunque en un primer momento nada maravilla más que el
contemplar algo y no saber cómo se produce, el filósofo no ha de quedarse en ese
primer momento.

Por lo tanto en vez de quedarnos en ese estado primigenio de perplejidad y


maravilla, hemos de adentrarnos a investigar aquello que nos produce fascinación, ya
que nada nos asombraría más que llegar a saber o a conocer aquello que anteriormente
desconocíamos.

Lo que entonces sucedería es que habríamos pasado de una fascinación, se


podría decir inicial, en la que no sabemos nada de aquello que contemplamos, a otro
tipo de fascinación en la que contemplamos lo mismo de antes, pero ahora ya
comprendiendo eso que estamos viendo.

Aristóteles en esta segunda parte del texto nos pone ejemplos de maravilla de
cosas que suceden como suceden, es decir, de cosas que contemplamos y no sabemos
cómo se producen porque no hemos visto lo que las causa.

Estas cosas son:

Los autómatas en los teatros de marionetas. Cuando asistimos a un teatro en el


que hay marionetas realmente no podemos ver qué causa el movimiento de estas, pues
los actores que las mueven permanecen ocultos y solo llega al espectador la fascinación
de figuras en movimiento y acción.

3
“La posesión de esta ciencia ha de cambiarnos, en cierto sentido, a la actitud
contraria <de la que corresponde> al estado inicial de las investigaciones.” Aristóteles,
Met., A 2, 983 a12-13, trad. T. Calvo.

4
Las revoluciones del sol. Las gentes de aquél momento podían percibir, o se
maravillaban con la salida del sol cada mañana, su ocultamiento cada noche, y su
relación con la tierra. Aristóteles, junto con más estudiosos de la época trataron el tema
de la astronomía dando diferentes teorías que dieran explicación a esa maravilla.

La inconmensurabilidad de la diagonal. En este ejemplo, Aristóteles nos traslada


a un concepto matemático en el que se analiza la diagonal de un cuadrado con respecto
a su lado. Esto nos da como resultado que la razón de la diagonal de un cuadrado y su
lado es inconmensurable. Aristóteles dice que nada nos haría maravillar tanto como que
el resultado de este proceso nos diese la conmensurabilidad de la diagonal.

Todos estos ejemplos son para mostrar que es cierto que hay cosas que nos
fascinan, pero que aún nos fascinarían más si pudiéramos darle una explicación a
aquello que nos fascina tanto en un primer momento4.

Los ejemplos que pone el autor nos podían servir para imaginarnos la situación
de entonces, en la que la filosofía estaba empezando a despertar y existía esa curiosidad
por lo desconocido; convertida en pasión por el saber, por el conocer, simplemente por
el mero hecho de saber o de conocer.

La sophia está presente en todos los ejemplos que nos pone Aristóteles en el
texto. Aristóteles distingue tres grados de conocimiento específico en su filosofía;
Empeiría, Tekhné y Sophía.

La Sophía es el paso definitivo en el conocimiento de lo universal. Es la


sabiduría, el saber de las cosas por sus primeros principios y sus primeras causas. Una
vez conocidas estas causas, es posible la ciencia demostrativa, tal como Aristóteles
pretende. Pero los primeros principios no pueden ser demostrables, no se pueden derivar
de nada; por eso solo se llega a ellos por la intuición intelectual.

Digamos que es una tendencia que tiene el hombre sabio para llegar al verdadero
conocimiento de algo. Es la motivación que guía a la persona hacia el saber, que va
después del momento de maravilla.

4
“nada, desde luego, maravillaría -tanto a un geómetra como que la diagonal
resultara conmensurable.” Aristóteles, Met., A 2, 983 a19-20, trad. T. Calvo.

5
Aristóteles se centra en la sophia porque le interesa llegar a un conocimiento
amplio de todas las cosas y no quedarse en lo que él mismo denomina ciencias.

Para Aristóteles la articulación de lo universal, de las causas y los principios y de


la divinidad, es lo que constituye el saber unitario de su proyecto metafísico. A este
saber se llega por medio de las opiniones comunes.

A estos conocimientos tan complejos solo podría llegar un amante de la


sabiduría, lo que sería un filósofo para Aristóteles.

Es curioso que un libro como La Metafísica de Aristóteles, que es un libro de


conocimientos, tenga un comienzo tan personal o emocional en el que habla de cómo se
siente el hombre frente al mundo5.

Con estas palabras se inicia el libro primero de la Metafísica de Aristóteles. Ese


deseo de saber culmina en la adquisición de la sabiduría que consiste, para Aristóteles,
en el conocimiento de las causas y los principios del ser. Y ese conocimiento es el
objeto de la metafísica, de la ciencia de las primeras causas y principios del ser, el
conocimiento del ser "en cuanto ser", el conocimiento de la causa última de la
naturaleza y de la realidad.

De lo que sí que estoy segura, es que esta intención de Aristóteles de poner en


primer lugar al hombre frente al mundo, con sus dudas, curiosidades, y ansias de saber,
es algo completamente intencionado. Quizás nos esté intentando decir que el hombre
tiene una tendencia natural, un deseo de saber, y que por lo tanto todo conocimiento
teórico tiene sus inicios en el sentimiento humano de conocer.

Por ello, antes de presentarnos su metafísica nos hace conocedores de una parte
muy importante del conocimiento, que es el amor por éste. Como los temas que se
tratan en la metafísica y en todo saber son tan complejos que requieren una total entrega
por parte de la persona que los trata, necesitan también amor hacia ese conocimiento
que se estudia, ya que el amor trae consigo la total y desinteresada entrega de la
persona.

5
“Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber”. Aristóteles, Met.,
A 2, 980 a 21, trad. T. Calvo.

6
Por esta razón inicia su libro La Metafísica atendiendo al aspecto o emocional o
sentimental de maravilla del hombre, para después de haber comprendido que el saber
va unido al amor por éste, poder indagar en conocimientos más complejos como serían;
la articulación de las causas y los principios, de lo universal o de la divinidad.

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