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Rossi.

Cap.9

Acompañamiento en la vejez

El envejecimiento es el mero fenómeno demográfico relacionado con el desarrollo


económico, sanitario, social y cultural.
A nivel mundial la franja etaria de mayor de 65 años aumenta más rápidamente que el
crecimiento global de la población. Este crecimiento de la población de más edad se debe a
las mejoras económicas y sanitarias en todo el mundo, que han supuesto que la esperanza
de vida se duplique a lo largo del siglo XX.
La carencia de una política clara de Salud Mental que incluya de manera definida a la
población geriátrica y a los relativos pocos años transcurridos de la instalación de la práctica
del acompañamiento terapéutico en forma específica en este ámbito, hacen difícil en la
Argentina el desarrollo de esta temática.

Acompañamiento en la vejez

Para acompañar viejos debemos pensar primero en la significación de la vejez, el paso del
tiempo, la enfermedad, el deterioro físico y mental, la soledad, el aislamiento y la espera de
lo ineludible y la muerte.
El AT en la vejez adquiere dimensiones distintivas y propias de aquellas plateadas para
pacientes con patologías graves y otras.
En primer lugar como temática propia de la vejez: los viejos perciben la salud de forma
diferente. Para ellos es un predictor clave de mortalidad, hecho al que necesitan adaptarse
psicológicamente y que en muchas ocasiones pueden ser motivo de depresión. Consideran
las molestias físicas como algo esperable a su edad y no se le puede exigir que su grado de
autonomía y perspectivas sean equiparables a la de edades previas: se trata de vivir la
vejez con salud, pero con juventud.

El AT de viejos ayuda a la aceptación del paso del tiempo, de la enfermedad, de las


limitaciones, constituyendo un verdadero "caminar juntos" al paciente.
El acompañante es clave a la hora de la desarticulación del concepto del "viejo" como "loco"
discriminado, aislado y apartado de la familia y de la sociedad. Para esto es fundamental el
desarrollo transferencial en el vínculo con el acompañante para la proyección y a la vez el
surgimiento de una nueva aceptación de sí mismo.

EL ACOMPAÑANTE DEL PACIENTE CON RIESGO SUICIDA EN GERIATRIA

La trascendencia que adquiere el suicidio en la vejez está dada por la prolongación de la


vida y el crecimiento de la población vieja como importante fenómeno social.
El sexo masculino y el incremento de la edad constituyen dos de los factores
epidemiológicos de riesgo más citados. En la mayoría de los países industrializados, la tasa
de suicidios tiende a incrementarse con la edad, siendo la más alta en los hombres mayores
de 75 años.
Debido al gran impacto que produce en la salud pública el suicidio en viejos es que la figura
del AT aquiete trascendencia, tanto en la internación psiquiátrica, en el hogar de día de de
viejos, en las instituciones geriátricas o en la casa de los pacientes. El AT no solo disminuye
el riesgo del paciente en sí, sino que actúa como factor aliviador para la familia.
En su relación con el paciente actúa como "bisagra" entre el mundo exterior y el sufrimiento
mundo interno, inundado de muerte, desesperanza y rabia narcisista por la frustración del
intento. El acompañante colabora en la contención diaria, en la reinserción social del viejo (a
veces en un nuevo ámbito) y en la exploración y reparación de un yo empobrecido y rígido.
Es en medio de la escena post tentativa suicida donde el acompañante brinda herramientas
para el anclaje del paciente de nuevo a la vida, sabiendo que esto implica de todas maneras
la esperanza de la muerte, pero no su deseo.

El AT en las demencias
El AT constituye un rol de múltiples funciones: compartir, escuchar, observar, ayudar a
hacer cosas, a frenar impulsos, contener, estimular, etc. Y en particular en geriatría es una
función que se puede asociar a cierta perspectiva del llamado "maternaje".
El paciente se debe sentir cuidado, protegido y apoyado en una función donde el terapeuta
triangula. Se trata de una tarea de tener en cuenta la contención del paciente y del entorno.
El AT ayudará al paciente en su resocialización, con el ordenamiento y la planificación,
programando estrategias para la reinserción familiar y social de las personas con
demencias, desarrollando las potencialidades y fortaleciendo los lazos sociales, para así
lograr la mayor autonomía posible.
La repercusión de la demencia sobrepasa el plano de lo psicológico individual, abarcando el
contexto familiar e incluso probando un impacto social. La enfermedad se instala en el
sistema familiar a manera de ruptura.
Contar con el apoyo familiar es fundamental para el logro de objetivos en el tratamiento.
En este ámbito, está presente de distintas formas la figura del cuidador. El AT se diferencia
de éste, ya que tiene su especificidad tanto en su capacitación como en el lugar que ocupa
en una estrategia terapéutica.
Es importante destacar que no todo cuidador es AT.
Es responsabilidad del terapeuta "empoderar" a los cuidadores en su conjunto, esto ayuda a
la tarea de cuidar del paciente. (Empoderar como el proceso por el cual se incrementa el
poder personal, interpersonal o político de manera que los individuos o familias puedan
accionar para mejorar su situación).
Las consignas claras hacia los familiares serán fundamentales para proveer un adecuado
cuidado para su paciente enfermo.
Los síntomas conductuales de las demencias afectan a todos los pacientes con este
diagnóstico y son esos síntomas que producen estrés de los cuidadores y los que
determinan la calidad de vida del paciente y su familia.
Es importante tener en cuenta las características de los cuidadores y/o de los AT, y la
dinámica vincular con el paciente al evaluar los síntomas conductuales ya que modificando
pequeños aspectos de esta interacción se pueden lograr grandes cambios.
En una situación ideal, ciertas necesidades y requerimientos del paciente deben anticiparse
para disponer de los recursos convenientes en el momento oportuno.
Evaluar la seguridad ambiental incluye identificar factores de riesgo que puedan producir
daño físico. Tener en cuenta los riesgos potenciales en las actividades cotidianas (el baño,
vestirse, la deambulación), es de vital importancia disponer de las modificaciones en el
hogar para adaptarlo a las necesidades del paciente.
La mayor dificultad desde el punto de vista de un equipo de atención interdisciplinario
consiste en encontrar el justo equilibrio en el "hacerse cargo", garantizando que el exceso
de cuidados será evitado. Se trata prioritariamente de preservar la integridad de la historia
de vida del paciente.
El enfrentamiento cotidiano con la vejez, el deterioro físico y psíquico y la muerte, someten
a prueba las emociones y los sentimientos. La vivencia de impotencia inunda el campo de
acción. La falta de atención, de recursos, la ausencia de un proyecto terapéutico y de
trabajo en equipo puede desembocar en un importante malestar y/o situaciones de fuerte
cansancio y dolor psíquico en los trabajadores que trabajan en psicogeriatría. En el contexto
de las demencias nos encaminamos hacia un arduo camino que nos va marcando la
proximidad de la muerte.

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