La enfermedad o en algunas áreas llamada dolencia es considerada como un hecho científico
externo al individuo, causada por agentes patógenos, estas enfermedades pueden ser asintomáticas; o, por el contrario, puede existir una sintomatología sin enfermedad. Mientras que la muerte es considera un fenómeno terminal, es decir, el fin de la vida. Estos conceptos varían a lo largo de la época según las investigaciones, la cultura, religión o grupo social al que se pertenezca. Las concepciones sobre enfermedad y muerte varían a lo largo de la historia, asimismo como varían las prácticas y causas en torno a ellas, es decir, son concepciones que distan de ser estáticas y permanentes. Estas variaciones se han dado gracias a la transición epistemológica relacionada con la morbi-mortalidad que han cambiado en los últimos decenios. Esta transición, relacionada con la idea de progreso o al cambio poblacional, nos muestra que hay un cambio en los patrones de enfermedad y en las causas de la muerte que las poblaciones experimentan a medida que la sociedad “avanza”, pasando de ciertas patologías “propias de la pobreza” a otras poco relacionadas con esta situación. “Enfermar, morir, atender la enfermedad y la muerte deben ser pensados como procesos que no solo se definen a partir de profesiones e instituciones dadas, específicas y especializadas” (Menéndez, 1994, 71). Afirmando que los procesos de enfermedad y muerte no son meramente biológicos. Asimismo, demostrando que la medicalización no solo está dada a la enfermedad, sino también a la muerte bajo el control biomédico. Estudios hechos en distintos países han demostrado que la enfermedad e incluso la muerte se ven afectadas por la sociedad y las relaciones sociales. Es decir, nuestros vínculos con los demás pueden tener efectos tanto positivos como negativos en nuestra salud. Además, la enfermedad y la muerte son aspectos indisociables al ser humano, es decir, tanto la enfermedad como la muerte no pueden ser separados del hombre; son aspectos biológicos y universales. Resaltando también que en la mayoría de los casos la enfermedad hace entrever la muerte.
Papel del profesional de la salud en el acompañamiento socioemocional de los
pacientes. El apoyo socioemocional se lleva a cabo con las personas de nuestro entorno, y este apoyo entre estas personas puede ser entendido como la capacidad de percibir lo imperceptible, y/o, como una forma de cuidado. El profesional de la salud debe velar por la vida e integridad del paciente, y para lograrlo, no solo conlleva a un cuidado físico, sino también emocional. Esto es precisamente porque el paciente no solo sufre por molestias o padecimientos, sino que también sufre por cambios y rupturas de sus relaciones y cotidianidad, sintiendo miedo, inseguridad, ansiedad, entre otras, que son capaces de inferir en su proceso de recuperación. Y es aquí donde se observa el papel y la importancia de dicho apoyo emocional del profesional de la salud para con los pacientes. Es necesario que los profesionales de la salud sean muy empáticos con sus pacientes, buenos oyentes, atentos y dispuestos a confortarlos. Asimismo, que sean comprensivos, motivadores, orientadores, etc. Todo este apoyo es crucial para el proceso que atraviesa el paciente, puesto que ayudará de gran manera en su recuperación. Por ende, debe ser imprescindible en la vida del profesional de la salud si en realidad desea o quiere ver mejorar a sus pacientes.