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Radiología Clínica 23-24 TEMAS 10-11 (DESARROLLADOS)
Radiología Clínica 23-24 TEMAS 10-11 (DESARROLLADOS)
Radiología Convencional
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Dentro de la misma disponemos de varios subtipos:
- Las Radiografías Simples son las más usadas en la práctica clínica actual.
Constituyen la exploración inicial básica ante la mayoría de entidades patológicas del
sistema locomotor. Existen innumerables proyecciones radiológicas de las distintas
regiones anatómicas del aparato locomotor, de modo que se realiza una serie de
proyecciones estandarizadas según las distintas áreas anatómicas, en función de la
patología sospechada y de la situación clínica de los pacientes. En todo caso,
cualquier exploración requiere al menos de dos proyecciones centradas en la zona
anatómica que se evalúa. Las proyecciones básicas son la anteroposterior y lateral
(AP y L), pero con frecuencia se requieren proyecciones complementarias como
proyecciones oblicuas, axiales y algunas específicas de determinados huesos.
Permiten evitar superposición de estructuras, obtener una perspectiva diferente de los
distintos componentes del hueso y las articulaciones así como examinar zonas no
visibles en AP y L. A veces se emplean proyecciones dinámicas de las articulaciones
(proyecciones forzadas), para la valoración de roturas de ligamentos y de la
estabilidad articular.
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El conocimiento de la anatomía es tan importante como en otras regiones anatómicas.
Con frecuencia se superponen distintas estructuras anatómicas complejas, por lo que
tenemos que hacernos una idea de imagen tridimensional. El esqueleto está
compuesto por hueso cortical (compacto) y hueso medular (esponjoso). Aunque la
estructura histológica básica es la misma, el hueso cortical tiene una arquitectura
continua, sólida y compacta, mientras que el hueso esponjoso o medular está formado
por trabéculas separadas por médula ósea grasa y hematopoyética. Por ello, la cortical
presenta una mayor densidad radiológica, al estar el hueso más compacto. La cortical
es más gruesa en la diáfisis de los huesos largos, y más fina en las extremidades de
los mismos, así como en los huesos pequeños como los del carpo y del tarso. La
cortical puede presentar áreas de engrosamiento normal en las zonas de inserción de
los tendones y ligamentos, y zonas de interrupción normal de la misma en las zonas
de entrada de las arterias nutricias (agujeros nutricios). Las trabéculas óseas del
hueso esponjoso son visibles en las radiografías como líneas finas y blancas, que
siguen una determinada dirección en función de su localización y del peso que tienen
que soportar. El periostio y los cartílagos no se visualizan en condiciones normales.
Sólo se visualizan si están calcificados.
Las articulaciones sinoviales clásicas están formadas por las extremidades óseas que
se articulan, rodeadas por una cápsula articular revestida internamente por la sinovial
(ambas radiotransparentes). El hueso normal está limitado por la cortical y está
recubierto por el periostio (no visible en condiciones normales en una radiografía). Las
superficies articulares están revestidas por cartílago articular hialino. En las
radiografías se observa una separación normal entre los huesos, el espacio articular,
donde se encuentra el cartílago articular, el líquido articular y, en algunas
articulaciones, los meniscos articulares. Estas estructuras no se visualizan
habitualmente en las radiografías simples, salvo que estén calcificadas. Las
articulaciones están reforzadas externamente por ligamentos y estructuras músculo-
tendinosas, estructuras igualmente radiotransparentes.
Tomografía Computarizada
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Entre las indicaciones de esta exploración se encuentra la valoración de determinados
Traumatismos. La TC se utiliza con excelentes resultados como técnica
complementaria a la radiografía simple en el estudio de determinados casos de
fracturas complejas, debido a la mayor resolución de la TC con respecto a la
radiografía convencional y su capacidad para realizar reconstrucciones multiplanares
de los elementos anatómicos en cualquier plano, así como reconstrucciones
tridimensionales. La TC permite una evaluación completa de los extremos óseos de la
fractura, de la posición de los fragmentos óseos, luxaciones asociadas, etc. La
decisión de utilizar TC en un paciente con un traumatismo se debe basar en que el
estudio vaya a cambiar el tipo de tratamiento, o bien que pueda ayudar de forma
significativa a la planificación de la cirugía. En caso contrario, se somete al paciente a
una radiación innecesaria.
Ultrasonografía / Ecografía
Es una técnica de exploración idónea para la patología de las partes blandas debido a
su disponibilidad, rapidez, inocuidad y economía. El uso de transductores de alta
frecuencia permite obtener imágenes de alta resolución, en especial para lesiones
superficiales. La limitación de los ultrasonidos en el diagnóstico del sistema músculo-
esquelético, además de ser una técnica operador-dependiente, es su incapacidad para
atravesar el hueso, debido a la marcada diferencia de impedancia acústica entre éste
y los tejidos blandos, por lo que todos los ultrasonidos se reflejan, dando lugar a una
sombra acústica posterior.
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La indicación fundamental de la ecografía es el estudio de lesiones de los tejidos
blandos en las extremidades, gracias a la accesibilidad ecográfica de los mismos,
tanto para la valoración de lesiones traumáticas músculo-tendinosas, lesiones
tumorales e infecciosas.
Por otro lado, la ecografía se utiliza como guía para procedimientos intervencionistas
como la toma de biopsias.
Resonancia Magnética
Buena parte de los trastornos que afectan a las estructuras intraarticulares sólo se
visualizan con RM. En ocasiones puede ser necesario la administración de contraste
paramagnético intraarticular para valorar de forma más completa determinados
componentes de la articulación (artro-RM).
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la necrosis ósea. Hay que tener en cuenta que muchas enfermedades que afectan a la
médula ósea producen alteraciones de la señal muy similares, por lo que siempre es
imprescindible su correlación con la historia clínica del paciente.
Sin embargo, la cortical ósea tiene una intensidad de señal muy baja en todas las
secuencias de pulso, ya que tiene hueso compacto, sin presencia de hidrogeniones de
agua ni de grasa, origen de la señal en las imágenes de RM.
Variantes de la normalidad
En las técnicas de imagen del esqueleto óseo pueden detectarse multitud de variantes
de la normalidad anatómica, hallazgos incidentales, o anomalías del desarrollo, que
con frecuencia inducen a errores diagnósticos al ser interpretadas como lesiones
patológicas. Como siempre, es fundamental la correlación de los hallazgos
radiológicos con la clínica del paciente. Con frecuencia, la comparación con
radiografías previas o la realización de una radiografía de la extremidad contralateral,
ayudan a salir de dudas.
Un hallazgo incidental relativamente frecuente son los islotes óseos (enostosis), que
corresponden a pequeñas áreas redondeadas de hueso compacto dentro del hueso
trabecular. Suele afectar a huesos planos (pelvis), mostrándose en la radiografía como
una o varias lesiones ovoides o circulares, que en ocasiones pude ser confundidas con
metástasis osteoblásticas.
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hueso accesorio escafoideo (el situado en el margen medial del escafoides del pie), el
hueso trigonal (adyacente al proceso posterior astragalino con el que se articula
mediante una sincondrosis), y hueso peroneal, de forma redondeada u oval (suele
estar incluido en el tendón del peroneo largo).
Tanto los huesos sesamoideos como los accesorios, a diferencia de las fracturas, son
lisos, bien delimitados, y tienen cortical que se visualiza como una línea blanca
(radiodensa) que los rodea por completo. Suelen ser bilaterales y simétricos y su
localización anatómica es predecible.
Como en el resto del organismo, el análisis de las radiografías esqueléticas debe ser
minucioso y detallado, y siempre apoyado sobre los datos de la historia clínica del
paciente, desde la edad, sexo, tipo sintomatología, tiempo de evolución, etc. Las
anomalías óseas pueden estar relacionadas con la densidad radiológica, la morfología
y tamaño de los huesos, o su alineación.
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o Alteración generalizada de la densidad ósea
Especial interés tiene la valoración de la densidad ósea de los huesos, que podrá estar
aumentada o disminuida, de forma localizada o generalizada. La alteración de la
densidad ósea localizada da lugar a lo que conocemos como una lesión ósea solitaria.
La densidad radiológica del hueso puede estar globalmente disminuida como ocurre
en la osteoporosis, osteomalacia, hiperparatiroidismo y en algunos casos de neoplasia
ósea generalizada. La densidad radiológica está aumentada en casos de osteopetrosis
y mielofibrosis.
El hueso es un órgano vivo con capacidad constante para renovarse, de modo que
continuamente está formándose por los osteoblastos y siendo reabsorbido por los
osteoclastos. Cuando ambos sistemas están en equilibrio, el hueso es normal, pero
cuando uno de estos sistemas se altera por cualquier motivo, se produce bien una
disminución de la densidad radiológica o aumento de la misma.
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osteoporosis en radiografías técnicamente incorrectas, muy penetradas, debido a un
uso inadecuado de los datos técnicos para su realización (Kilovoltaje y Miliamperaje).
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del tejido osteoide del hueso. Esto se pone de manifiesto especialmente en las zonas
de máximo crecimiento de los huesos, de modo que en las radiografías se observa un
deflecamiento y deformidad “en copa” de las metáfisis de los huesos largos, así como
arqueamiento del fémur o la tibia.
Entre sus causas se encuentran los tumores óseos metastásicos que producen
lesiones osteoblásticas diseminadas, sobre todo el carcinoma de próstata y de mama,
y menos frecuentemente el linfoma de Hodgkin, así como la enfermedad de Paget
poliostótica.
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puede aparecer imagen de vértebras en sándwich, similar a la columna en jersey de
rugby del hiperparatiroidismo, pero con bandas esclerosas mejor definidas. A pesar de
la esclerosis ósea, los huesos son frágiles con tendencia a fracturas.
Una lesión ósea solitaria se define como una alteración de la densidad radiológica
focal única localizada en un hueso. Cuando la lesión es destructiva con disminución de
la densidad ósea se dice que es osteolítica (destructora de hueso), mientras que
aquella lesión que aumenta la densidad ósea se denomina osteoblástica o esclerosa
(generadora de hueso). Con frecuencia las lesiones óseas solitarias son mixtas, con
un componente osteolítico y otro escleroso. La importancia de una adecuada
valoración radiológica de estas lesiones estriba en que con frecuencia son producidas
por tumores óseos. Sin embargo, las lesiones óseas solitarias no siempre
corresponden a tumores óseos, ya que pueden estar producidas por lesiones
pseudotumorales (defecto óseo cortical, quistes óseos, granuloma eosinófilo, displasia
fibrosa, enfermedad de Paget), así como osteomielitis, lesiones postraumáticas, etc.
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En general, los tumores benignos primarios y las lesiones pseudotumorales son
mucho más frecuentes que los malignos primarios, y suelen aparecer en las tres
primeras décadas de la vida. Dentro de los tumores benignos los más frecuentes
son: el osteocondroma o exóstosis (en jóvenes), el condroma, y osteoma osteoide
(menos de 30 años). La gran mayoría de los osteocondromas son lesiones solitarias,
situados en la metáfisis distal del fémur y proximal de la tibia. De forma típica se
visualizan como una lesión exofítica con continuidad cortical y medular con el hueso
adyacente del que surge. La osteocondromatosis múltiple es una enfermedad
hereditaria en la que aparecen múltiples osteocondromas, con el peligro de poder
degenerar a condrosarcoma en un 10% de los casos. Cuando se sospecha
degeneración maligna es necesario realizar RM para valorar el componente condral de
la lesión. El tumor de células gigantes (mayores de 20 años) es un tumor benigno,
pero en torno a un 5% de ellos son malignos.
Las lesiones pseudotumorales son muy frecuentes, entre ellas el defecto óseo
cortical y el fibroma no osificante (en menores de 15 años, de forma característica), las
lesiones quísticas (quiste óseo simple en menores de 20 años, y quiste óseo
aneurismático, menores de 25 años), la displasia fibrosa, y el granuloma eosinófilo.
Las lesiones osteoblásticas (esclerosas) pueden tener una matriz tumoral calcificada
de tipo osteoide (calcificación algodonosa, densa compacta o heterogénea) como la
que aparece en los osteosarcomas, o matriz tipo condroide (calcificaciones curvilíneas,
en forma de arcos, anillos, puntiformes, palomitas de maíz, lobulada), que aparecen
los tumores de origen condral.
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El hueso afectado, así como su localización en el eje longitudinal y transversal,
pueden ser tremendamente útil en la valoración. Determinados tumores tienen
predilección por una localización en el hueso. Muchos tumores son de localización
metafisaria, como el osteosarcoma. El condroblastoma es típicamente epifisario y el
tumor de células gigantes es metáfiso-epifisario, mientras que el sarcoma de Ewing es
predominantemente diafisario. El fibroma no osificante y el osteoma osteoide son
corticales y los quistes simples suelen ser centrales. Los osteocondromas crecen
desde la cortical ósea hacia afuera (exóstosis). Los hemangiomas aparecen sobre
todo en las vértebras, como imágenes de trabeculación vertical engrosada. En la
calota son más infrecuentes, y dan lugar a la típica “imagen en rueda de carro”. Otras
localizaciones tumorales características es la del osteoblastoma en el arco neural
posterior de las vértebras.
Un ritmo de crecimiento lento permite una buena delimitación de la lesión, con zona
de transición corta entre la lesión y el hueso sano, lo que ocurre en tumores poco
agresivos, mientras que un crecimiento rápido suele implicar un borde mal definido con
zona de transición amplia, característico de tumores agresivos. Desde el punto de
vista radiológico se definen tres tipos de patrones en función de los márgenes de la
lesión. El patrón Tipo I (patrón geográfico) representa un área focal de destrucción
del hueso, que puede tener una zona de transición estrecha, con borde bien definido
escleroso (Tipo IA), una zona de transición estrecha, con borde bien definido no
escleroso (Tipo IB), o zona de transición más amplia con un borde mal definido (Tipo
IC). Las lesiones Tipo IA y el IB indican lento crecimiento, de menor agresividad,
mientras que el tipo IC orienta a lesiones de crecimiento más rápido, más agresivas. El
patrón Tipo II (patrón apolillado) y el Tipo III (patrón permeativo) se caracterizan por
la presencia de múltiples pequeñas aéreas de destrucción ósea, de tamaño variable, y
aparece en lesiones de rápido crecimiento, con una zona de transición amplia, mal
definida, con un margen casi imperceptible con el hueso sano, y sugieren tumores
malignos, aunque la osteomielitis puede presentarse de forma similar, ya que también
tiene un comportamiento agresivo de destrucción del hueso.
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De la misma forma, una reacción perióstica homogénea, sólida, es un signo de lento
crecimiento, mientras que las reacciones periósticas interrumpidas indican agresividad.
Respecto a su morfología, encontramos diversas variantes como laminares, en capa
de cebolla, complejas, en rayos de sol, espiculadas y el triángulo de Codman, siendo
estas últimas las más agresivas.
Se trata de una afectación crónica del esqueleto que puede afectar a uno o más
huesos. Puede interesar a cualquier hueso, pero es típica la afectación de la pelvis,
vértebras, fémur proximal y cráneo. La enfermedad tiene varias fases: la fase
osteolítica se caracteriza por una excesiva actividad osteoclástica que produce
destrucción del hueso (áreas osteolíticas), seguida de una fase osteoblástica con
formación de hueso anómalo irregular, dando lugar a áreas esclerosas. Finalmente se
produce el característico aumento de tamaño de los huesos afectados, con deformidad
de los mismos, en los que se producen tanto áreas líticas como esclerosas (fase
mixta), con engrosamiento de la cortical ósea y presencia de trabéculas gruesas y
desorganizadas.
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A pesar del aumento de densidad ósea, el hueso es mecánicamente más frágil que el
hueso normal, es débil, por lo que da lugar a las características deformidades y a una
tendencia a las fracturas patológicas. Por otro lado, en la enfermedad de Paget puede
aparecer tumores secundarios (sarcomas).
Una situación diferente es la displasia ósea fibrosa que es una anomalía del
desarrollo de causa desconocida en la que el hueso normal se reemplaza con una
mezcla de tejido fibroso inmaduro y hueso trabecular inmaduro. Suelen aparecer en la
segunda y tercera década de la vida, de forma monostótica o poliostótica, y
generalmente son asintomáticas. Con frecuencia se asocian a cambios de la densidad
ósea, con áreas líticas y otras esclerosas, entremezcladas, con adelgazamiento y
abombamiento de la cortical (imagen en pompas de jabón), y deformidades óseas
asociadas. Las lesiones pueden ser puramente líticas de tipo geográfico (bien
delimitadas, a veces con borde escleroso y septos en su interior), o presentar zonas
densas de esclerosis ósea. Un aspecto típico es la imagen esclerosa “en vidrio
esmerilado” (área ósea de densidad homogéneamente aumentada sin patrón
trabecular en su interior).
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Traumatismos: fracturas y luxaciones
- Fracturas óseas
Una vez reconocida una fractura hay que realizar una completa valoración
radiográfica, que incluye:
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Alineamiento-desplazamiento de los extremos óseos.
Las fracturas por avulsión son aquellas en las que el fragmento de la fractura ha sido
separado del hueso original por una tracción de un tendón o un ligamento. Son más
frecuentes en los jóvenes que practican actividades deportivas. Suelen localizarse
sobre todo en las espinas iliacas anterosuperior y anteroinferior, en la tuberosidad
isquiática y en el trocánter menor del fémur.
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Fractura patológica: sobre un hueso patológico de base (con tumores primarios,
metástasis, osteogénesis imperfecta, mieloma, etc.), tras un traumatismo mínimo e
incluso sin antecedente traumático claro, se produce una fractura.
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separación grande entre los fragmentos, una pérdida del suministro sanguíneo, o una
infección.
- Luxaciones
Una luxación consiste en una separación permanente de los extremos óseos de una
articulación. Se acompañan de lesiones de cápsula y ligamentos (elongamiento,
ruptura o desinserción). Las luxaciones pueden ser completas, cuando la separación
es total, o incompletas (parciales o subluxaciones), cuando una porción de las
superficies articulares sigue en contacto, aunque de una forma patológica y anormal.
Las luxaciones del hombro suelen ser anteriores, causadas por una combinación de
abducción, rotación externa y extensión. Se pueden asociar a fracturas de la cabeza
del húmero (lesión de Hill-Sachs) o del rodete y la cavidad glenoidea (lesión de
Bankart). En la cadera la luxación más frecuente es la posterior y superior, a menudo
producidas en los accidentes de tráfico, debidas a golpe de la rodilla con el salpicadero
del coche, con transmisión de la fuerza a la cadera, y asociadas a fracturas del borde
posterior del acetábulo.
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Osteomielitis
La osteomielitis consiste en una infección del hueso y de la médula ósea que conduce
a una necrosis y destrucción focal ósea. Habitualmente es de origen bacteriano,
producida con frecuencia por el estafilococo aureus, y puede cursar clínicamente de
forma aguda, subaguda o crónica. En los niños suele producirse en las metáfisis,
debido a mayor vascularización sanguínea. En los adultos la infección tiende a afectar
a la articulación lo que origina una artritis séptica.
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dificultad en la interpretación radiológica. La infección ósea produce una cavidad con
necrosis supurativa y rodeada de un tejido fibroso que radiológicamente se manifiesta
como una lesión lítica con margen escleroso bien delimitado. El diagnóstico diferencial
incluye determinados tumores óseos, y la RM es muy útil para su diferenciación, al
poner de manifiesto el “signo de la penumbra”.
Osteonecrosis
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- La osteonecrosis epifisaria afecta sobre todo a la cabeza del fémur y los cóndilos
femorales (en estos afectando habitualmente a la zona que soporta más peso). Con
menos frecuencia interesan a la cabeza del húmero y a los metatarsianos.
En dichos infartos epifisarios, los signos radiológicos pueden tardar hasta meses en
aparecer. En los huesos de las grandes articulaciones, en principio se visualiza un
área radiolucente por osteopenia. Cuando se produce fractura subcondral se pone de
manifiesto como una depresión en el hueso subcondral o bien como una línea
radiolucente en forma de media luna paralela al hueso subcondral (signo de la media
luna). Después alternarán zonas de menor densidad con otras de mayor densidad
radiológica, que reflejan la aposición de hueso nuevo sobre trabéculas de hueso
necrótico. En fases tardías aparecen alteraciones mixtas de la densidad radiológica del
hueso necrótico, con colapso del mismo, aplanamiento de la superficie articular y, de
forma secundaria, pérdida del espacio articular y artrosis progresiva.
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característico de lesión geográfica, con márgenes serpiginosos de esclerosis
ondulante. A veces son difíciles de diferenciar de los condromas en la radiografía. La
RM en fases precoces muestra hallazgos inespecíficos por edema óseo, para más
tarde aparecer la lesión característica bien delimitada por un borde serpiginoso con el
signo de la doble línea en imágenes potenciadas en T2.
Osteocondritis disecante
La localización más frecuente es la cara medial del cóndilo femoral interno, la cúpula
del astrágalo y el cóndilo humeral. Los pacientes pueden ser asintomáticos u
oligosintomáticos, pero la presencia de un cuerpo libre intraarticular produce dolor,
derrame articular y bloqueos. Aunque puede afectar a adultos, suele aparecer en niños
y adolescentes.
Aunque la TC permite ver con más detalle los hallazgos que se producen en la
radiografía, la RM muestra de forma más completa la lesión, su localización exacta,
tamaño y estado del cartílago articular. La RM es la única exploración que permite
establecer el pronóstico en base a la estabilidad del fragmento entre el hueso
subcondral afectado y el lecho de la lesión (fragmento estable) o potencial separación
en forma de cuerpo libre intraarticular (fragmento inestable).
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a dolor súbito y prácticamente siempre afecta a la porción del cóndilo femoral que
soporta más peso. Por el contrario, la osteocondritis disecante suele afectar a una
porción del cóndilo (característicamente la cara medial del cóndilo interno) en la que
no se soporta peso de forma tan directa.
Artropatías
Las artropatías deben ser estudiadas en primer lugar con RX simple. La TC se emplea
en casos seleccionados, para valorar lesiones óseas, y la RM para patología de las
partes blandas intraarticulares. La ecografía es útil sobre todo para el estudio de las
partes blandas extraarticulares.
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provoca una reducción del espacio interarticular y una alteración de la biomecánica
con 2) una remodelación de las epífisis y metáfisis ósea con formación de nuevo
hueso (osteofitos), esclerosis subcondral y quistes subcondrales, y 3) una sinovitis
secundaria que puede provocar una fibrosis capsular. La artrosis es realidad un
fenómeno reparativo articular en el que intervienen factores genéticos, traumáticos,
metabólicos, inflamatorios e infecciosos, así como la edad, género, obesidad, etc.
Artritis inflamatorias
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El término artritis indica la existencia de inflamación en una articulación. En las artritis
inflamatorias el proceso inflamatorio tiende a producir erosión e incluso destrucción de
las estructuras óseas con predominio de osteopenia periarticular en general.
Existen numerosas enfermedades y síndromes que pueden producir artritis, entre ellos
la Artritis por microcristales (gota, condrocalcinosis, etc.), Artritis reumatoide y sus
variantes, Artritis secundarias a otras enfermedades (psoriásica, enfermedad
inflamatoria intestinal, lupus eritematoso sistémico, etc.), Artritis reactiva (síndrome de
Reiter) y Artritis infecciosa.
La ecografía puede ser útil en artritis reumatoide de reciente comienzo, cuando las
radiografías son aún normales, mostrando el engrosamiento patológico de la sinovial
con aumento de la vascularización en la ecografía doppler. La RM detecta así mismo
de forma precoz la hipertrofia sinovial, las erosiones óseas y el edema óseo
subcondral.
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La condrocalcinosis (calcificación del cartílago articular) habitualmente es debida al
depósito de cristales de pirofosfato cálcico en el cartílago hialino y el fibrocartílago, que
producen calcificaciones radiográficas típicas, asociadas a fenómenos degenerativos
articulares. Sin embargo, un enfermo puede sufrir un episodio de artritis por pirofosfato
cálcico y tener una radiografía normal, sin calcificaciones, quizá porque todavía no se
hayan formado o sean difíciles de apreciar. También puede ocurrir que el enfermo
tenga una condrocalcinosis visible en la radiografía pero padezca una artritis por
depósito de otros microcristales. Por todo ello es útil realizar un análisis de líquido
sinovial para determinar la presencia de cristales de pirofosfato cálcico dihidratado.
Clínicamente se puede manifestar como una artritis aguda muy parecida a la gota
(pseudogota) afectando a grandes articulaciones, sobre todo a la rodilla, pero también
a articulaciones de las manos y pies. Sin embargo, la forma crónica es más frecuente,
como un cuadro poliarticular crónico parecido a la artrosis.
Las localizaciones típicas son las rodillas, seguidas de la sínfisis púbica, muñecas
codos y caderas, de forma bilateral y simétrica, así como los discos intervertebrales.
La morfología de las calcificaciones dibuja el cartílago hialino como una línea fina
paralela a la superficie articular ósea, o el fibrocartílago afecto (meniscos de las
rodillas, sínfisis púbica, ligamento triangular del carpo, etc.). Con menos frecuencia
calcifica la sinovial, cápsulas y tendones.
Las artritis infecciosas pueden ser de origen hematógeno (lo más frecuente) o
secundarias a extensión articular de una osteomielitis o una infección de partes
blandas. La radiografía mostrará destrucción del espacio articular, derrame,
osteoporosis y tumefacción de partes blandas. La RM tiene una sensibilidad cercana al
100% para el diagnóstico de artritis séptica, pero con menor especificidad. La
ecografía determina la presencia de líquido intraarticular, pero no puede establecer la
presencia de infección o no, siendo una de sus mayores ventajas la posibilidad de
guiar procedimientos como artrocentesis para su análisis, prueba básica en el
diagnóstico.
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Las llamadas partes blandas incluyen la piel, el tejido subcutáneo, los músculos, las
fascias, los tendones, los ligamentos, el cartílago, las bursas, los vasos y los nervios.
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