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siglos xix y XX
Horacio Gaggero
Alicia F. Garro
Silvia C. Mantiñan
La caída de las divisas que entraban como consecuencia de la disminución del valor y
el volumen de las exportaciones obligó a producir localmente los productos que antes
se importaban, para aliviar el problema de la balanza de pagos Por o t r a parte, la
política adoptada p o r la mayoría de los países de la región frente a la crisis consistió
en subir los aranceles aduaneros (que en casi todos los países representaban el
grueso de los ingresos fiscales) depreciar la moneda, y controlar las divisas. D i c h a
política encarecía aún más las importaciones y daba lugar a la creación, allí donde los
mercados internos eran grandes (caso de los países más poblados de la región como
México o B r a s i l , o la Argentina), a una demanda insatisfecha que podía ser
atendida por la producción local. Se desarrollaron entonces aquellas ramas de la
industria que, en la etapa anterior, componían el grueso de las importaciones del país:
industria liviana en general, textiles, artefactos para el hogar. E r a n industrias que
requerían una tecnología simple, y capitales que los sectores tradicionales n o sabían
dónde colocar. Tenían además la ventaja de ser extensivas en el uso de la mano de
obra, en momentos en que los sectores tradicionales en crisis provocaban
desocupación.
Este proceso tuvo consecuencias sociales muy profundas. En primer lugar aceleró la
urbanización, ya que las industrias se radicaron allí donde existía previamente no sólo
u n mercado de consumo, sino la infraestructura de transportes, energía,
comunicaciones y u n mercado de trabajo concentrado.
L a crisis de los sectores agrarios generaba por otro lado u n a migración interna del
campo a las ciudades que alentaba el fenómeno. Pero también fortaleció l a posición
de los empresarios del sector y de los trabajadores urbanos que se desarrollaron a l
compás de la industrialización.
Políticas Para hacer frente a esa coyuntura se aplicaron las llamadas políticas
desarrollistas, que consistieron en fomentar la radicación de subsidiarias de las
empresas multinacionales, que aportarían capitales y tecnologías inexistentes en estos
países y estaban interesadas en producir localmente productos que las altas barreras
arancelarias hacían imposible vender e n estos mercados.
Estos capitales, altamente concentrados, fueron creando establecimientos c o n
capacidad que excedía las posibilidades de consumo del mercado local, y como
además se trataba de industrias intensivas en el uso de capital, crearon una demanda
de mano de o b r a i n f e r i o r a la oferta. Sus intereses demandaron la apertura
económica, que les p e r m i t i e r a colocar sus superávits en terceros mercados.
Por otro lado, el tamaño del complejo industrial varió de u n país a otro, por no hablar
de la p r o f u n d i d a d de la transformación. Pero muchas naciones, como el caso
brasileño, si b i e n desarrollaron u n complejo industrial variado y amplio, siguieron
conservando la m i t a d de su población dependiente de la producción r u r a l.
L a distribución del ingreso, que polarizaba a l resto del continente, era mucho más
progresiva en la región del Río de la Plata, reconocida por la extensión de su clase
media urbana y sus mejores índices de alfabetización. Sobre todo las sociedades
andinas (Perú, Ecuador y Bolivia), Centroamérica en su conjunto (salvo Costa Rica) y
Paraguay incluían en su seno numerosas comunidades indígenas no asimiladas, que
ni siquiera hablaban en i d i o m a castellano.
Pero, como puede apreciarse en el gráfico de la página siguiente también era muy
diferente el tamaño de sus sociedades. La participación del sector industrial en el
producto b r u t o i n terno era, para 1960, también muy despareja: levemente superior
a la cuarta parte en la Argentina, Brasil y C h i l e , inferior al 20% en México,
alcanzaba solamente el 11% en B o l i v i a , Costa Rica, Guatemala, Honduras,
Nicaragua y Venezuela. Peor aún era la situación en Haití, el país más pobre de
Latinoamérica, donde solamente representaba el 8,8%. E n estas últimas sociedades
el sector terciario estaba muy p o c o desarrollado, salvo el servicio doméstico. Más del
5 0% de la población estaba ocupada en actividades primarias en México, El Salvador,
H o n d u r a s , Nicaragua, República Dominicana, Haití, Bolivia, Brasil, Colombia,
Ecuador, Paraguay, Perú y Costa R i c a.