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Historia de la economía europea 1914-1980 Derek H.

Aldcrof
Crisis económica y recuperación:

Después de casi 3 años de un declive muy pronunciado y de una severa crisis financiera en Europa y en
Norteamérica nadie podía tener duda alguna acerca de la gravedad de la situación. Todos los países tuvieron
caídas sustanciales tanto en la producción industrial como en el producto interior, siendo la URSS la
principal excepción, aislada en aquella época de los estrategos del sistema capitalista moderno. Allí el
producto creció rápidamente bajo el impulso del primer plan quinquenal y proporciono un agudo contraste
con lo que estaba sucediendo en toda Europa y el resto del mundo libre. Fuera de Estados Unidos, las
disminuciones más graves de la actividad económica se produjeron en Austria, Alemania, Francia, Italia,
Luxemburgo, Checoslovaquia y Polonia, (Países Bajos, Gran Bretaña, España y Rumania se vieron menos
afectados). Los precios de las mercancías, los precios de los valores, las exportaciones y las importaciones
cayeron en picado, mientras que el desempleo aumentaba a niveles alarmantes. Desempleo es el peor
aspecto socialmente de la crisis.

Orígenes de la depresión 1929:

La depresión se produjo como una secuencia lógica en el tiempo, sobre la base de la historia de los ciclos
económicos del pasado, y algunas de sus características se habían reflejado en depresiones anteriores. La
guerra no quebró el modelo prebélico de periodicidad de los ciclos económicos.

Ya en 1924 la mayoría de los países industriales se estaban acercando a una recesión, pero el punto máximo
surgió en 1920-1921. Sería difícil argumentar que la primera guerra mundial y sus consecuencias fueron el
primer factor causal de la crisis que empezó a finales de los años veinte. Las repercusiones de la guerra
originaron desajustes y elementos de inestabilidad en la economía mundial, que por esta razón la hicieron
más vulnerable a las tensiones de una u otra clase, pero el punto de inflexión del ciclo no puede atribuirse
directamente a la guerra en sí. Deformó el sistema económico de varias maneras y lo hizo más inestable,
mientras que también probablemente haya agravado la amplitud de los movimientos cíclicos subsiguientes,
pero hizo poco.

Los orígenes reales de la depresión deben localizarse en Estados Unidos. No quiere decirse que no hubiera
debilidades cíclicas en todas partes; en efecto, es completamente posible que varios países europeos
hubieran experimentado por lo menos una recesión moderada en los primeros años treinta, aunque no se
hubieran deteriorado las condiciones en Norteamérica. Pero los acontecimientos en Estados Unidos, junto
con la influencia de este país en la economía mundial, determinaron en gran medida el calendario, la
gravedad y la duración de la depresión. En resumen, Estados Unidos provocó dos fuertes tensiones en el
sistema económico mundial en una época en que este era más vulnerable y por tanto menos capaz de
resistirlas. La sacudida inicial vino con la reducción del préstamo exterior en 1928- 1929 y la segunda con el
punto máximo del auge americano en el verano de 1929.

La primera de ellas tuvo serias repercusiones para los países deudores, en Europa central y oriental y en
otras partes, especialmente en Latinoamérica, estaban en una situación financiera precaria en la última
mitad de la década de los veinte. Se habían endeudado generosamente y habían acumulado obligaciones
masivas que en su mayor proporción no eran auto liquidables. En consecuencia, dependían de
importaciones de capital continuas para mantener el equilibrio exterior. Estados unidos y Francia fueron en
gran manera responsables del bloqueo inicial del préstamo extranjero.
La principal influencia desestabilizadora vino con el hundimiento del préstamo norteamericano. Esto
comenzó en el verano de 1928 y fue activado por el auge interior y la acción de la reserva federal para
controlarlo mediante el aumento de los tipos de interés, cada uno de ellos produjo el efecto de atraer fondos
al mercado interior. Las emisiones norteamericanas de capital sobre cuenta extranjera cayeron más del 50
por 100 entre la primera y segunda mitad de 1928. Esta dramática reducción del préstamo ejerció un
poderoso impacto deflacionista en la economía mundial.

La situación de los países deudores se deterioró fuertemente entre 1928 y 1929, ya que experimentaron una
gran caída de sus entradas de capital neto. La suspensión del flujo de capital afecto a estos países
directamente, llevándolos a disminuir su inversión interior y la actividad económica. También, a su vez,
redujeron la demanda europea de importación de productos del exterior de la zona. Sin embargo, fue a
través de la balanza de pagos que el impacto se sintió en primer lugar, porque la mayoría de los países
deudores dependían de las importaciones de capital para cerrar la brecha de su balanza de pagos. De ahí que
una vez que las importaciones de capital descendieron, el único camino para ajustar sus cuentas exteriores
fuera echar mano a sus limitadas reservas de oro y divisas para amortiguar el impacto. Cuando estas tuvieron
exhaustas se hicieron necesarias medidas más drásticas, implicando deflación interior y restricciones
protectoras. Pero este proceso de ajuste no podía enfrentarse indefinidamente con una tensión prolongada,
subsiguiente a la reducción del préstamo, en una época en que los precios de los productos primarios se
estaban arruinando. Tampoco podía hacer frente a presiones adicionales.

La segunda sacudida vino en el verano de 1929, cuando el auge norteamericano se agotó. Las razones del
retroceso de la actividad norteamericana son todavía objeto de debate, aunque parece muy probable que
fuera en parte una reacción a la febril expansión de los años veinte. Ciertamente, hubo signos de
agotamiento temporal de las oportunidades de inversión, y esto junto con una restricción del crecimiento
de las rentas y de los gastos de consumo hacia el final de la década, llevo a un deterioro de la confianza en
los negocios. La salida de esta situación se buscó a través de deflación inicial. se transmitió rápidamente a
través de los vínculos fraguados por los tipos de cambios fijos del patrón oro, pero la deflación no podía ser
nunca más que un expediente temporal. En consecuencia, la solución más fácil era romper los vínculos
abandonando el patrón oro. Una vez que comenzó, por tanto, el proceso deflacionista se convirtió en
acumulativo y con el tiempo llevo al hundimiento general del patrón oro y a la adopción de políticas
restrictivas para proteger las economías nacionales.

Las políticas gubernamentales equivocadas también ayudaron a agravar la espiral deflacionista. Las
restricciones monetarias y fiscales, los aranceles y otras medidas proteccionistas sencillamente
empeoraron las cosas. El error en los años veinte fue que las naciones acreedoras habían sido demasiado
generosas con sus fondos: se había permitido que los deudores se endeudasen en exceso y, en
consecuencia, ellos no se habían esforzado en ajustar sus economías para desarrollarse con sus medios.

Depresión creciente y crisis financiera:

En la segunda mitad de 1930 y 1931 las condiciones económicas empeoraron, las rentas iban bajando, los
presupuestos nacionales y las cuentas exteriores se fueron desequilibrando y la primera reacción de los
gobiernos fue introducir políticas deflacionistas que solo empeoraron las cosas. Estados Unidos 1930 sufrió
una ola de quiebras bancarias después de la crisis de la bolsa de valores; 1.345 bancos se hundieron en y
otros 687 desaparecieron en la primera mitad de 1931, estos conflictos obligaron a Estados Unidos a reducir
sus compromisos aún más y en 1931 las antiguas salidas de capital se estaban convirtiendo por completo en
un movimiento interno. La creciente demanda de liquidez en 1930 y 1931, por parte de los acreedores
extranjeros llevo a una serie de quiebras bancarias en toda Europa. Los intentos para hacer frente a las
demandas de liquidez condujeron a realizar activos y políticas monetarias deflacionistas y esto debilito la
estructura de las instituciones financieras y redujo más la confianza exterior.

Consecuencias de la crisis

El sector más afectado de la economía mundial fue el del comercio internacional, la producción primaria y
los precios de sus mercancías se redujeron más intensamente que los productos industriales. El más grave
hundimiento de la actividad económica fue la desorganización y destrucción parcial de la delicada
maquinaria de la economía internacional y de la cooperación financiera. La depresión y la crisis financiera
destruyeron más o menos el mecanismo económico internacional. La mayoría de los países con el tiempo
abandonaron el patrón oro y devaluaron sus monedas.

Para proteger las economías nacionales de la influencia exterior se emplearon restricciones proteccionistas,
incluyendo aranceles, cuotas de importación, control de cambio y mecanismos especiales para suprimir las
fluctuaciones de los cambios. Esto anunciaba el final del sistema prebélico de comercio y pagos
multilaterales y la libre circulación de mercancías, capital y trabajo a través de las fronteras nacionales. En
su lugar, las políticas económicas nacionalistas y las monedad manipuladas se convirtieron en el orden del
día.

La manifestación más notable del declive del viejo orden fue el abandono general del patrón oro (y la
depreciación de su moneda). a cada país lo alivio de las presiones deflacionistas y proporciono un impulso a
las exportaciones. Los países que continuaron depreciando sus propias monedas por debajo del nivel de las
monedas en las que estaban nominadas sus deudas, se encontraron con que la carga exterior de sus deudas
era mayor que antes. La circulación de capital, tanto a largo como a corto plazo, se vio perjudicada en una
primera etapa de la depresión, a mediados de 1932 el pánico financiero llevo a una casi paralización
completa de los movimientos de capital e hizo mucho para reducir el servicio de la deuda existente. En el
verano de 1932 la situación económica en Europa y el resto del mundo presentaba un aspecto grave.

Es verdad que el reciente pánico había cedido, pero la economía internacional estaba muy destrozada
después de tres años de depresión y crisis. La actividad económica estaba en casi todas partes decaídas, el
capital y el trabajo estaban seriamente subempleados, la inversión era irrelevante y el comercio
internacional había recibido una paliza muy seria. La economía mundial y el sist financiero fueron
debilitados y en algunos partes destruidos en su forma original, y en esa época se expresaban temores de
que pudiera producirse un hundimiento general o una crisis total del mecanismo económico.

El alcance de la recuperación

Uno de los países más afortunados fue Alemania: erradico el desempleo y logro avances sustanciales de la
producción, a fuerza de políticas que eran inaceptables para la mayoría de los demás países. Suecia registro
una actuación impresionante: tuvo un fuerte crecimiento de las exportaciones y una continua adaptación
estructural, apoyados con políticas gubernamentales sensatas mientras que Finlandia era otro beneficiario
de las exportaciones. En La Unión Soviética, el producto industrial aumento bajo los planes quinquenales.
Los costes sociales de esta industrialización forzada fueron sin embargo más terribles que los
experimentados en Alemania nazi. (Un factor común de todos los países es que hubo más participación del
gobierno en la economía) La planificación del comercio exterior vino a ser más ampliamente aceptada como
una función normal del Estado, y las armas originariamente forjadas como defensa de emergencia de los
precios, de la producción o de la moneda, no fueron desechadas, sino que tendieron a ser puestas en
servicio como elementos permanentes de regulación comercial, encajados en programas de desarrollo
económico nacional. A medida que aumentaron las restricciones, el comercio se desvió más y más y la
finalidad de expansión del comercio exterior se vio limitada. Las políticas fueron contraproducentes, porque
los beneficios inicialmente derivados de la devaluación y los controles restrictivos o lo que fuere
desaparecieron pronto, apenas otros países adoptaron procedimientos semejantes, en definitiva, las
políticas económicas nacionales contribuyeron muy poco a la recuperación de la depresión, en general, por
tanto, fueron las fuerzas reales más que las medidas políticas los instrumentos que produjeron la
recuperación. Y en gran medida la recuperación se basó en el mercado interior más que en los de
exportación.

Europa en vísperas de la segunda guerra mundial

De 1914 a 1939 el papel de Europa en la economía mundial disminuyo continuamente. La guerra


proporciono oportunidades para que los países fuera de Europa, especialmente Estados Unidos y Japón,
reforzaran su potencia económica y los sucesivos acontecimientos no hicieron mucho por restablecer el
equilibrio. Europa occidental en particular ya no fue lo suficientemente fuerte para continuar dictando el
modelo de desarrollo mundial, como más o menos lo había hecho en el siglo 19. Norteamérica asumía
ahora este papel con fatales consecuencias en la depresión. En Europa, el equilibrio económico no cambio
significativamente en este periodo. Los centros industriales más ricos siguieron firmemente en el oeste, y a
medida que uno se desplazaba hacia el sur y el este, la fuerza de la renta y las curvas del nivel industriales
disminuían sin cesar. En vísperas de la segunda guerra, una o dos terceras partes de la producción industrial
de Europa eran obtenidas por el Reino Unido, Alemania y Francia.

Gran nivel de disparidad entre países y dentro de todos los paises

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