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A finales del s. XIX surgen en Europa y en América un conjunto de corrientes artísticas renovadoras en
diferentes ámbitos de la cultura que tienen en común es el objetivo de romper con el arte anterior y su desprecio
por el estilo de vida burgués. En España, esto se verá acentuado por la conciencia de atraso económico, social y
cultural y la pérdida de las últimas colonias de ultramar.
Como consecuencia, en la literatura española el rechazo del modelo de sociedad dominante se manifiesta
por dos vías: la modernista, esteticista, que intenta construir mundos de belleza perfecta alejados de la realidad,
y la noventayochista, más crítica y reflexiva, que enfrenta los problemas del momento e intenta analizar sus
causas. En consecuencia, el modernismo fue fundamentalmente un movimiento poético mientras los miembros
de la generación del 98 cultivaron especialmente el ensayo y la novela.
Por otra parte, en el teatro existen dos tendencias: el teatro de éxito comercial y el teatro renovador. El primero,
destinado a satisfacer las exigencias del público, es, en general, un teatro costumbrista, cómico o melodramático
que rehúye los planteamientos ideológicos y continúa con las formas dramáticas tradicionales. El segundo, a
contracorriente de los gustos de la época, renovador en las formas y en los temas, hubo de esperar muchos años
para ser valorado en su justa medida.
MODERNISMO
El modernismo surge en Hispanoamérica y es introducido en España a comienzo del s. XX por Rubén Darío, a
partir de sus viajes y sus contactos con los jóvenes autores españoles del momento.
Temas
El modernismo busca la belleza y un universo opuesto a lo burgués, por considerarlo utilitarista y vulgar. Por
tanto, en los temas tratados destacan:
• La evasión en el espacio, hacia un exotismo sobre todo oriental y una evasión en el tiempo, hacia el
pasado medieval, renacentista, dieciochesco. Aquí se sitúa el gusto por la mitología clásica, y por los
motivos coloristas y exóticos: ninfas y dioses, jardines, princesas, fiestas ...
• La crisis espiritual, un profundo malestar cercano a lo romántico, con una sensación de desarraigo, de
soledad, y una profunda tristeza y melancolía.
• La sensualidad y el erotismo, como reacción a la moral imperante y también como forma de crear belleza.
• La vocación cosmopolita que se concreta en la devoción por París como capital artística del mundo.
Estética y estilo
El modernismo propone una profunda renovación del lenguaje poético. Algunos de sus rasgos más
destacados son los siguientes:
• La abundancia de imágenes, como metáforas, símbolos y sinestesias.
• La riqueza de valores sensoriales, como el color o la musicalidad.
• Los recursos fónicos, como la aliteración o la onomatopeya.
• El léxico culto, exótico y evocador.
• La ampliación de las formas métricas tradicionales: sonetos en alejandrinos, uso de versos dodecasílabos
y eneasílabos, y revitalización de estrofas olvidadas.
Colegio Ntra. Sra. del Pilar- L.S.G.
Autores
Del modernismo hispanoamericano destacamos las figuras de José Martí, Amado Nervo, Leopoldo Lugones
y Rubén Darío, principal impulsor del movimiento tanto en América como en España. Sus tres grandes obras
poéticas fueron Azul, considerada un paradigma de la estética modernista; Prosas profanas, que encarna la
plenitud del modernismo formal, y Cantos de vida y esperanza, libro más reflexivo, con temas y símbolos más
profundos.
En el posmodernismo, más centrado en el intimismo y la sensibilidad, destacarán Gabriela Mistral, Alfonsina
Storni y Juana de Ibarbourou.
En España, hubo autores cuya trayectoria literaria se encuadró siempre dentro del modernismo, como
Salvador Rueda, Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa, y Manuel Machado, que combinó la influencia de las
nuevas estéticas con la sensualidad andaluza, especialmente en su obra Alma.
Otros tres grandes autores inscriben sus primeras obras dentro del influjo modernista: Valle-Inclán, Antonio
Machado, y Juan Ramón Jiménez.
GENERACIÓN DEL 98
Aunque el término generación del 98 ha sido puesto en cuestión en numerosas ocasiones, sirve para designar
a un conjunto de escritores que comparten, especialmente durante su juventud, una actitud reflexiva y crítica
ante la realidad.
Temas
Dos son los temas fundamentales en los autores de la generación del 98:
• España. Durante su juventud, defienden posturas de corte regeneracionista: España está enferma y necesita
curación (un “cirujano de hierro”); esto pasa por tomar a Europa como modelo de progreso y por propuestas
concretas que no tuvieron mucho éxito.
En su madurez, prestarán especial atención a los valores y paisajes que constituyen la esencia de España. Esa
esencia la encuentran en el paisaje y las gentes de Castilla, que exaltarán cada vez más, en la “intrahistoria”
(la vida callada de los millones de hombres sin historia que constituyen la realidad histórica profunda), y en la
figura de don Quijote como expresión del alma española. Se produce un progresivo casticismo, y un afán de
“españolizar” Europa.
• Las preocupaciones existenciales: el destino del hombre, el tiempo, la muerte… En su juventud fueron
agnósticos y mantuvieron posturas anticlericales, pero nunca abandonaron la preocupación por la
trascendencia y búsqueda de Dios. Esto se manifiesta en la obra de Antonio Machado y, especialmente, en la
de Unamuno, que vive con angustia la condición trágica del hombre, necesitado de un dios que garantice la
inmortalidad y dé, por tanto, sentido a la vida. La razón le niega esa esperanza, tan necesaria para el corazón.
Vivirá entonces Unamuno su cristianismo como “agonía”: una lucha entre su intelecto y su “querer creer”.
Estética y estilo
El estilo es natural y sobrio. A pesar de las diferencias entre ellos, todos se alejan del retoricismo y buscan la
sencillez y la claridad. Es común la utilización del paisaje para mostrar los sentimientos del autor.
Autores
Se considera que la generación del 98 está integrada por Azorín, Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, Unamuno y,
con ciertas reservas, Antonio Machado y Valle-Inclán. En sus trayectorias destacan sus aportaciones como
ensayistas –especialmente Azorín, Maeztu y Unamuno- y narradores –Pío Baroja y Unamuno.
Los ensayos de José Martínez Ruiz, “Azorín” consisten en recopilaciones de artículos sobre el paisaje de
España, la crítica literaria y la reflexión política.
Pío Baroja destaca fundamentalmente como novelista, con un estilo claro y sencillo, de frases cortas, párrafos
breves y abundancia de diálogos. Entre sus títulos, cabe destacar: La busca, Zalacaín el aventurero y,
especialmente, El árbol de la ciencia.
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Miguel de Unamuno aborda, tanto en sus ensayos como en sus novelas, los dos grandes temas de la
generación: el problema de España y la angustia existencial. Entre los primeros destacamos En torno al
casticismo; en las novelas – a las que llamó “nivolas” y se basan fundamentalmente en el diálogo- sobresalen
Niebla y San Manuel Bueno, mártir.
Por lo que respecta a la obra de Antonio Machado, Campos de Castilla es su gran obra poética, que supone
su integración dentro de la generación del 98.
El teatro renovador
Existen un conjunto de autores de principio del siglo XX que buscaron nuevos caminos para el teatro: Unamuno,
Azorín, Max Aub, Casona y Jardiel Poncela, entre otros. Aunque, sin duda, quien hizo una aportación
fundamental y original al teatro español y universal fue Ramón María del Valle-Inclán.