Está en la página 1de 3

TEMA 1: LA POESÍA DE PRINCIPIOS DE SIGLO.

MODERNISMO Y
GENERACIÓN DEL 98: RUBÉN DARÍO Y ANTONIO MACHADO

La tradicional oposición entre Modernismo y Generación de 98 está hoy ya superada, pues,


aunque es cierto que ambos movimientos presentan diferencias, muchos autores
participaron de ambas corrientes que pretendían aliviar una misma inquietud. Sin embargo,
buscando la claridad expositiva, hablaremos en este tema de manera separada de
Modernismo y 98, dejando claro, eso sí, que ambos forman parte del mismo clima de
renovación que trajo consigo el inicio de la segunda Edad de Oro o Edad de Plata de las
letras españolas.

EL MODERNISMO

A finales del XIX y principios del XX se vive un ambiente de crispación motivado por
diversos conflictos. La expresión literaria de esta frustración fue heterogénea, pero una de
sus manifestaciones más importantes fue el denominado modernismo, un movimiento que
se inicia en Hispanoamérica.

El deseo de alejarse de la poesía de su antigua metrópoli, exceptuando la de Bécquer,


hizo que estos poetas mirasen hacia otras literaturas, especialmente la francesa, de la
que tomaron sus dos mayores influencias: parnasianismo (que defiende “el arte por el
arte”) y simbolismo (que presenta el mundo por medio de un conjunto de símbolos que el
poeta descubre).

Los temas del modernismo apuntan en dos direcciones. Por una parte, podemos apreciar
temas que atienden al exterior del poeta, que pretende evadirse de la realidad soñando
mundos bellos donde refugiarse de un ambiente mediocre. Este escapismo se busca en
el espacio (paisajes exóticos), en el tiempo (pasado medieval, renacentista, dieciochesco)
y también en la referencia a la mitología clásica (ninfas, centauros…). La necesidad de
evasión tiñe sus obras de cosmopolitismo, mostrando sobre todo una profunda
admiración por París y también tendrán una presencia fundamental los temas
americanos que terminaron siendo el cauce para llegar a tratar los temas hispánicos y
buscar las raíces de una personalidad colectiva de los pueblos hispánicos frente al
dominio yanqui. Por otro lado, encontraremos temas que hacen referencia a la intimidad
del poeta, pues se ensalzarán las pasiones por encima de lo racional, siguiendo la
tradición de la desazón romántica, con poemas en los que aparecen la melancolía, lo
crepuscular, la noche, el tedio o la tristeza profunda. El amor y el erotismo también
tendrán una presencia importante en los poemas modernistas.

En lo que respecta al estilo, el modernismo supuso un enriquecimiento absoluto del


lenguaje poético gracias a la búsqueda de valores sensoriales y efectos sonoros, a través
de diferentes recursos como el empleo de símbolos (el cisne, el jardín…), los recursos
fónicos (aliteración), el léxico elevado (cultismos, neologismos…) y una gran riqueza de
imágenes deslumbrantes e innovadoras. La métrica se caracterizará por el uso del verso
alejandrino y la aparición abundante del dodecasílabo y el eneasílabo (apenas usados en
nuestra métrica hasta ese momento). También inventan estrofas nuevas o las toman de
los franceses.

89
RUBÉN DARÍO será quien introduzca el modernismo en España, además de ser su
principal representante. Su papel en la historia de la literatura puede asimilarse a
Garcilaso, pues ambos renovaron los temas y el lenguaje poético adaptando modelos
literarios que no pertenecían a la tradición poética española.

En su obra se distinguen dos etapas. Una primera, modernista, marcada por la


publicación de su obra Azul en la que demuestra una profunda preocupación por el ritmo
y la musicalidad de los versos y seguida por la publicación de Prosas profanas donde
llega a la plenitud modernista y ensaya toda clase de ritmos e innovaciones métricas. Y
una segunda etapa donde publica su obra cumbre, Cantos de vida y esperanza en la
que abandona su preocupación por la estética y busca una poesía más íntima que gira
hacia la preocupación social. En él recupera las raíces históricas y literarias españolas,
que exalta frente al imperialismo norteamericano. También están presentes las
preocupaciones políticas. A esta etapa pertenecen también El canto errante, en el que se
acentúa la melancolía y la nostalgia, y Canto a la Argentina y otros poemas homenaje al
primer centenario de la independencia de este país, que le acogió.

LA GENERACIÓN DEL 98

La preocupación por España aúna a un grupo de intelectuales que comparten con los
modernistas su deseo de renovar la estética literaria y el rechazo por el atraso del país,
pero que optarán por un arte más reflexivo.

En 1901 se publica el Manifiesto del Grupo de los Tres (Pío Baroja, Ramiro de Maeztu
y José Martínez Ruiz, que aún no utilizaba el pseudónimo de Azorín) en el que
propugnan la necesidad de aplicar la ciencia para modernizar el país. Su pensamiento
evolucionó por vías diferentes y el grupo se disolvió, pero sirvió de base para que Azorín
acuñase el término “generación del 98”, en la que incluiría a Miguel de Unamuno y
algunas obras de Antonio Machado y Ramón María del Valle-Inclán.

Los temas que les unen se relacionan con la preocupación por España. Aspiraban a
una regeneración de tipo práctico primero (reformas educativas y económicas) y
centrada en valores éticos y espirituales, después. Para comprender las causas de la
situación del país, indagaron en la tradición y la historia españolas (a menudo de
manera idealizada). A esto se unen las inquietudes filosóficas como el enfrentamiento
entre la fe y la razón, la muerte y la nada como destino final o la búsqueda de sentido
de una vida que solo parece aportar al ser humano la sensación de vacío vital. Otro de
los temas del 98 será la influencia del paisaje en el carácter de las personas que lo
habitan.

El estilo de los noventayochistas es natural y sobrio, antirretórico y directo, con


escasos adornos. Buscan a veces palabras “terruñeras” que no se usan en el habla
coloquial. Admiran a Bécquer, Rosalía, Larra y a clásicos como Berceo, Manrique o
Cervantes.

Los escritores de la generación del 98 se expresarán fundamentalmente mediante la


novela y el ensayo (a excepción de Antonio Machado en poesía y Valle-Inclán en teatro),
donde manifestarán sus preocupaciones y tratarán de encontrar los auténticos valores
éticos mediante el análisis idealizado de la historia y sus tradiciones.

90
La novela, en la que destacan Baroja, Unamuno y Azorín, destaca por la escasez de
acción y un importante tono reflexivo. Se dará gran importancia al diálogo, ya que
favorece la reflexión y el intercambio de puntos de vista entre personajes.

Los ensayos del 98, cultivados sobre todo por Unamuno y Azorín, supusieron una
revitalización del género, ya que en ellos convivieron ideas literarias, filosóficas,
históricas y personales. En estos, muchos autores usaron la imagen del Quijote como
símbolo del idealismo que creen que hace falta recuperar para luchar contra la
decadencia de la España de la época. (Vida de Don Quijote y Sancho, Unamuno; La ruta
de Don Quijote, Azorín)

En poesía, la huella del modernismo va a ser patente, pero se unirá a una poesía de tono
más intimista, cuyo principal representante será…

ANTONIO MACHADO

La poesía de Machado sobresale por su coherencia. En sus inicios seguirá una tendencia
más intimista que evolucionará, abriéndose a la realidad y a la gente de su tiempo. Su
pertenencia al 98 se manifiesta por la revalorización del paisaje, la angustia ante el paso
del tiempo, su preocupación por España, su escepticismo y la supremacía de lo espiritual
sobre lo material.

Machado eligió un lenguaje depurado y sobrio, para crear una poesía más emocional y
reflexiva. En sus versos predomina un ritmo lento y cadencioso.

En su obra pueden observarse tres etapas, marcadas por diferentes publicaciones:

- Soledades, galerías y otros poemas: en esta obra, el poeta mira hacia dentro con un
tono melancólico que nace de una dolorosa conciencia de existir y de saber que no va
a encontrar respuesta a sus preguntas. Se trata de una poesía esencialmente
simbolista en la que aparecen imágenes como la fuente, las galerías del alma, la tarde,
la plaza, los espejos… que expresan la angustia y la desazón del poeta. También
abundan los sueños, que aparecen como vías para ahondar en la propia subjetividad.

- Campos de Castilla: abandonada ya del todo la estética modernista, deriva a temas y


problemas que trascienden lo íntimo. El paisaje castellano le permite reflexionar sobre
la historia y los pueblos de España, sus gentes, sus males, el ayer glorioso y el
presente mísero y desolador, aunque al mismo tiempo, le sirve para mostrar su efusión
sentimental, pues en la obra, el paisaje cobra humanidad y refleja las inquietudes,
temores y deseos del poeta. Al final del libro aparecen unos breves poemas, de
reflexión filosófica, agrupados como “Proverbios y cantares”.

- Nuevas Canciones: puede considerarse la prolongación de los libros anteriores.


Representan una poesía profunda donde las ideas sustituyen al paisaje y a los
recuerdos. Con esta obra, Machado intenta una poesía más universal y humana donde
muestra preocupación por temas más filosóficos que poéticos. A esta época pertenecen
también Canciones a Guiomar (publicadas en la Revista de Occidente) y De un
cancionero apócrifo. Es una poesía de menor calidad que la anterior. La obra poética
de Machado concluye con una veintena de textos que se han denominado Poesía de
Guerra.

91

También podría gustarte