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El fin de la farmacovigilancia es proporcionar la mejor información posible sobre la seguridad de los medicamentos, para
asegurar que los medicamentos en el mercado presentan una relación beneficio-riesgo favorables, en las condiciones de
uso autorizadas.
La farmacoepidemiología estudia el uso y los efectos de los medicamentos en la población. Emplea los principios y
métodos de la epidemiologia para estudiar la frecuencia, los condicionantes y los resultados del tratamiento
farmacológico. Se excluyen de su ámbito los efectos adversos y beneficiosos de los medicamentos, los patrones de
utilización de fármacos, los efectos de estos sobre la calidad de vida y el impacto económico del tratamiento
farmacológico.
Notificación espontanea Las notificaciones de sospechas de reacciones adversas a medicamentos, la reunión de series de
pacientes que presentan una patología y una exposición farmacológica previa comunes, suelen ser los medios más rápidos
para generar hipótesis de relaciones causales entre la administración de un fármaco y la aparición de un determinado
efecto adverso. Un primer paso para confirmar las señales generadas es la comparación de las experiencias acumuladas
en un país con las registradas en otros. Los siguientes con los pasos para realizar una notificación espontanea:
1) identificación del paciente (sexo, edad);
2) descripción de la reacción adversa, según una terminología del Diccionario de Reacciones Adversas de la OMS;
3) información sobre los medicamentos administrados, con mención de sus dosis y pauta de administración, así como
fechas de inicio y final de la toma e indicación que motivó su toma,
4) otros datos básicos (por ejemplo, información sobre reexposición, si la hubo, desenlace de la reacción, complicaciones)
y comentarios del centro nacional.
Estudios de cohortes Otro procedimiento utilizado a menudo es la recolección sistemática de la información prospectiva
o retrospectiva sobre tratamiento y efectos adversos ocurridos en individuos con unas características determinadas
(orientadas al paciente) o que reciben un fármaco en particular (orientadas al fármaco). Este sistema permite la recogida
de información tanto del número de pacientes con reacción adversa (expuestos) como de los que han recibido dicho
fármaco (controles). Este procedimiento se ha aplicado frecuentemente en los pacientes hospitalizados, en este se recoge
información sociodemográfica sobre las características clínicas de los pacientes y sobre los fármacos administrados, para
posteriormente analizarlos y establecer, entre otros, cuál era el fármaco que tenía más probabilidad de causar la reacción
adversa, su frecuencia de aparición, la frecuencia de diversos tipos de reacciones adversas y los factores de riesgo para su
desarrollo. Estudios de casos y controles Estos estudios son muy útiles, ya que sugieren una relación causa-efecto entre
los fármacos y las reacciones adversas. La estrategia consiste en identificar a los pacientes con una sospecha de reacción
adversa (caso) y comparar la frecuencia al factor de exposición, que en este caso sería el fármaco sospechoso, con un
grupo de individuos de similares características que no han desarrollado la reacción adversa (control). Este método fue el
que se utilizó para establecer la relación entre la talidomida y la focomelia. Entre los inconvenientes de estos estudios
destacan que no detectan efectos que no se estén monitorizando o que no se sospechen, son de poca utilidad para
medicamentos de bajo consumo, posen limitada utilidad en medicamentos de reciente introducción, salvo que sean
rápidamente consumidos y están sujetos a numerosos sesgos (selección, información, etc)