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TEMA 1: PILARES DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL

Se ha de ser solidario por el valor de la persona humana. La dignidad “inherente” es la que


hace de la solidaridad una vocación y exigencia. El índole consecuencialista o sentimental
no impiden que el ser humano sea tratado como un medio, no como un fin.

El emotivismo o sentimentalismo como motivación, no es suficiente. El alcanzar la


solidaridad debido a un hecho que le toca la fibra sensible, cuestionando la propia
responsabilidad social, no es suficiente para alcanzar un compromiso social; ya que no
perdurará en el tiempo. Se necesitan buenos sentimientos y convicciones firmes.
Pasa lo mismo con las razones de tipo consecuencialista (ser consciente de que nuestras
acciones dejan huella en cualquier lugar), por ello actuamos de cierta manera para
conseguir los resultados que necesitamos, como defender la solidaridad en el 3º mundo a
raíz de las consecuencias que tendría en el nuestro. No podemos comportarnos en función
de las repercusiones que puedan tener nuestros actos; pueden ser refuerzos, pero no la
razón de la decisión.

Se necesitan razones que apoyen la necesidad y exigencia de un compromiso social. Para


ello se ha de reconocer al otro como algo valioso con dignidad y el valor que cada sujeto se
pone. Si se tiene una idea capaz de indicar dónde se encuentra el valor uy dignidad en todo
hombre, encontraremos la verdadera solidaridad.
La vocación por la solidaridad es parte esencial del compromiso social que se espera en
universitarios y profesionales en las distintas áreas laborales.

¿En qué radica la dignidad humana? ¿Quién es el hombre?


El hombre es un ser vivo con la vida vegetativa y sensitiva, además de psíquica y capaz de
conocimiento y tendencias sensibles e intelectuales. Es un espíritu encarnado con
sustancia, corpóreo (no “tiene” un cuerpo), formado por una naturaleza espiritual (alma, por
ello es único e irrepetible y capaz de tomar riendas de su vida (abrirse o no a los otros y a
la Trascendencia de sus ser espiritual). Esto es inseparable de la condición personal y
digital del hombre.

Corporeidad
Dimensión del ser humano que no nos constituye por completo. Somos más que este:
tenemos alma, un principio de vida con naturaleza espiritual.La idea del alma es común en
todas las civilizaciones y culturas, diversos nombres con una realidad no material que
continúa tras la muerte. Su existencia se reconoce por actos genuinos y humanos:
conocimiento, lenguaje simbólico, autoconciencia, libre albedrío, arte, ética…
Solo lo inmaterial puede amar y tener libertad. Lo material está sometido a las leyes
determinadas. El alma se relaciona con la inmortalidad, llega a un consenso entre
civilizaciones y culturas. Si es un principio de naturaleza espiritual, no estará sometido a la
corrupción pero ninguna es solo corpórea o espiritual.
Cada persona aparece como alguien capaz de tomar las riendas de su vida, de relacionarse
(o no) con el mundo y abrirse (o no) a la Trascendencia de su condición espiritual; ese
carácter individual es inseparable de la persona. Cada humano, es lo más precioso y
misterioso que hay; sujeto subsistente como valores trascendentales.
LA PERSONA COMO SER DE ENCUENTRO:
La dimensión relacional de la persona humana
El hombre no puede desarrollarse plenamente como persona más que en clave de la vida
social e interpersonal. La sociedad no existe al margen de sus nuevos, pero tampoco es
una adición de estos a un colectivo: tiene una entidad propia que aspira a un bien común
para mantener un principio de unidad (“amistad social”, “amistad cívica” o solidaridad). La
sociedad sirve para que los humanos se puedan desarrollar como tal. La realización del
bien común (bien de la naturaleza humana) repercute en cada uno.

Individualismo: olvida que el ser humano es social por naturaleza→ egoísmo.


Colectivismo: no atiende lo suficiente a la condición de cada ser humano, lo reduce a un
número en un colectivo.
La sociedad se constituye como algo solicitado por la naturaleza humana, por sus
necesidades y aspiraciones, El hombre es un “animal político” (Aristóteles) por su condición
personal.
Por ejemplo, en la sociedad doméstica cada uno está acogido y protegido por la familia con
lazo invisibles más fuertes que los materiales o del interés común. Todo humano nace a la
vida y madura su propia personalidad individual que contribuye a su sociedad cohesionarla
y enriquecerla; es decir, servir al bien común (o introducir conflicto y empobrecerla). Lo
mismo ocurre con la sociedad: tiene cierta entidad espiritual, se nace en la vida (social) en
la que completamos nuestra formación personal mientras ayudamos a enriquecerla
moralmente sirviendo al bien común, o a empobrecerla y poner las bases a su decadencia.
Es un conjunto de personas ligadas por un principio de unidad (amistad cívica) que las
trasciende y ayuda en su desarrollo. Tras el cristianismo, se llama “amistad eterna” o
“caridad”, aunque hoy se denomine “solidaridad”. Es un principio acorde con la dignidad
humana y su naturaleza; un principio de liberación, esperanza y paz. El único impulso que
puede rescatar a personas del anonimato de las masas y conducirnos en busca del bien
común en la vida social. Este no es la suma de las masas y conducirnos en busca del bien
común en la vida social. este no es la suma de los bienes individuales o que puedan
satisfacer a todos, o el bien del Estado. Es un instrumento al servicio de la sociedad, el bien
de la naturaleza humana que revierte sobre las personas y ayuda a su desarrollo moral y
trascendental.

La dimensión trascendente de la persona humana


EL hombre se abre a la trascendencia por su condición espiritual, sus capacidades y
aspiraciones. Solo en ella puede encontrar respuestas a deseos profundos. Todos sabemos
que la visa nos ha dido dada, que tenemos deseos que no podemos satisfacer por nuestra
cuenta y que los proyectos humanos acaban enfrentándose antes o después con nuestras
limitaciones y la realidad del mal y la muerte.
Nuestro deseo de nuestra plena felicidad y de nuestros seres queridos y la inmortalidad
para los mismos no se pueden satisfacer si el sentido de la vida fuese esta misma vida en
su absoluta contingencia. Plantear la apertura del hombre a la trascendencia (si se quiere
alcanzar sus aspiraciones más profundas que no pueda por sí mismo) es muy humano. El
cristianismo, que ha orientado el desarrollo de occidente, presenta a Cristo como el primer y
único en ofrecerse al ser humano para acogerlo y amarlo en su integridad: la riqueza y
pobreza, bien y mal, las limitaciones y miserias…
La persona humana como ser de cultura
El hombre es un ser natural (participa en la naturaleza humana) y cultural (su naturaleza no
es cerrada o conformada, es la de un ser libre). Es el creador de la cultura, a la vez movida
por esta. Es la naturaleza de un ser espiritual, libre, capaz de hacerse a sí mismo y construir
su propia vida y destino. Se relaciona con su entorno, sociedad y tradición cultural. Es un
ser de naturaleza y cultura.

Sentido y valor del “dominio humano”


El hombre puede ejercer un dominio legítimo sobre el mundo, respetando las condiciones
de orden moral relativas a la subsistencia digna de las generaciones frutas, y la belleza y
valor de lo creado. No puede estar al margen de cánones éticos, sino estar orientado y
limitados por ellos.
Se limita por las necesidades del propio hombre. Aunque la naturaleza pueda
disponer de nuevos recursos hoy desconocidos, se pone en peligro la supervivencia de las
generaciones futuras; pero se presta más atención al aprovechamiento inmediato de los
recursos que al largo plazo. Nuestro dominio ha de ser responsable, ya que de él depende
la naturaleza humana. Un progreso incontrolado debido a intereses egoístas puede volverse
contra el hombre. Ha de ser un progreso científico-tecnológico acompañado de otro
moral-espiritual para no provocar desequilibrios. El hombre ha de
desempeñar un papel de responsabilidad sobre el mundo y sobre una naturaleza (con
dignidad y orden propio) con potencialidades que hemos de desarrollar, no violentar.
Por ello, la paz y fraternidad humana exigen un respeto
global con amor a la creación entera. La ley de solidaridad
entre los hombres ha de extenderse al resto de la naturaleza marcando el comienzo de una
ecología auténtica y humana en la que el hombre recupere el sentido de su responsabilidad
sobre el mundo.
En el cristianismo, si el amor alcanza al humano presente y futuro, debe centrarse en
acciones para eliminar el sufrimiento e injusticias. Así alcanzará al resto de criaturas ya que
“todas tienen el mismo creador” y “todas está orientadas a su gloria”.

Hombre/trabajo, dimensión ético-social de la profesión


El hombre puede imprimir sobre la materia la creatividad de su espíritu y obtener un
producto como resultado de su ejercicio. También deja el trabajo en el hombre que lo
desarrolla, una huella en su proceso de autorrealización.
La dimensión ético-social es esencial al trabajo humano, sino se realiza como es debido,
puede deshumanizar a las personas. Cuando cultivamos nuestras capacidades y vemos
reconocido nuestro esfuerzo, nos perfeccionamos como personas.
Los salarios han de ser dignos. El trabajo está en función del hombre, no del revés. tiene un
componente ético respeto del trabajador, persona, o empresa; y del resto de la sociedad. La
profesión también tiene una importante dimensión de servicio social por naturaleza, ha de
ser útil en alguna manera a la continuidad humana y al bien común. con ausencia de
sentido y utilidad, se llega a la despersonalización.
Desde el cristianismo, el trabajo es una cooperación de en plan del Creador que entrega el
dominio del orden material para desarrollarlo y contribuir al desarrollo.
El dinero es un signo de la fecundidad del trabajo, de ahí que siendo legítimo el beneficio,
se desvirtúa cuando se sitúa por encima del trabajo. El abuso del capitalismo no se resuelve
sin propiedades privadas, sino generalizándola para que el Estado no haya de intervenir
para privar del derecho a la propiedad privada, sino regular y ordenar su ejercicio conforme
al bien común.

El desarrollo y progreso humano


Acumulación y mejora de los elementos materiales y espirituales que el hombre pueda
generar. no todo desarrollado es un progreso, puede humanizar o deshumanizar.
El desarrollo también es una cuestión moral, no solo técnica o material. Se necesita un
cambio en la actitud espiritual que define las relaciones consigo mismo el prójimo, las
comunidades humanas y la naturaleza.
Cuando el hombre se esfuerza por obtener algo, pone algo nuevo sobre la tierra. Ese fruto
del trabajo lo llamamos “cultura”, vivimos rodeados de estos frutos. En la sociedad está el
Estado, las instituciones, leyes, técnicas, costumbres, el lenguaje, y los conocimientos. Esto
es cultura en su sentido más amplio. el desarrollo es el proceso de acumulación y mejora de
sus componentes espirituales y materiales.
El desarrollo no siempre es necesariamente bueno. Se puede probar los males de un
desarrollo indiscriminado y sin criterios: discriminación, más desequilibrio social, problemas
éticos por la ciencia y técnica, el problema ecológico, las desigualdades económicas entre
naciones que favorecen las explotación de recursos y humanos de países menos
desarrollados… Por ello se la de analizar el desarrollo humano, porque no todo es un
progreso.
Esto sucede cuando se busca solo el desarrollo económico, sin tener en cuenta la cuestión
moral. Por eso no basta con hablar de “errores estratégicos”, hay que comprender las
opciones morales mal hechas, corregir la idea que se tiene del desarrollo y progreso; un
cambio en la actitud empresarial que defina la relación de cada hombre consigo mismo, el
prójimo, las comunidades humanas y la naturaleza.

LA PERSONA HUMANA COMO SER DOLIENTE


La actitud frente al sufrimiento propio y ajeno
En la vida siempre se pasa por el mal y el sufrimiento para llegar a la felicidad. Hemos de
replantearnos y profundizar en el sentido de la vida humana, pues el fin del hombre es
alcanzar la felicidad. Es un deseo natural, determina hasta qué punto puede uno encontrar
sentido en su vida, o hasta qué punto esta tiene sentido. Los nihilistas creen que si el
hombre no puede ser feliz ni, a su vez, dejar de desearlo, la vida de esta carece de sentido.
Es verdad que el hombre quiere ser feliz y que esta no siempre es asequible en la vida
mortal por ser un ser insaciable lleno de sufrimientos propios y ajenos, además de la
inquietud por la muerte. Sin embargo, la vida humana sólo carece de sentido si no se
acepta la posibilidad de que esta no termine por la muerte, no se rija por el azar.

La respuesta ante el misterio del mal


No todas las respuestas tienen el mismo valor. Una concepción inmanente lleva al nihilismo,
y el reconocimiento de su trascendencia a la esperanza.
En el cristianismo el mal se supera por la existencia de Dios que asume la condición
humana compartiendo nuestro sufrimiento para aprender a afrontarlo y alcanzar la libertad,
y el más allá.
El mal es un misterio, no un problema; porque no es ininteligible no tiene solución. Es algo
en lo que estamos inmersos sin poder estar en una situación neutral. Se basa en nuestras
vivencias. Hemos de iluminar aquellas cuestiones que quedan en las penumbras y apelar a
nuestra libertad y razón.
El dolor no nos deja indiferentes, siempre deja huella. Hemos de decidir qué actitud
tendremos hacia este, al propio y al ajeno, afrontarlo y darle sentido. De todo mal se puede
extraer siempre un bien si podemos sobrellevarlo con dignidad. Se ha de encontrar un
sentido y aprovecharlo, pues se puede convertir en un bien mayor.
Viktor Frankl, psiquiatra fundador de la Logoterapia y prisionero en Auschwitz en la 2ºGM,
afirma que el hombre puede elegir entre dejarse vencer por el dolor, o dar sentido al
sufrimiento y afrontarlo. Sus razones para seguir viviendo fueron el amor por sus esposas e
hijos y la esperanza de volver a verlos algún día. El amor es el acto más libre de la voluntad
humana, por él damos prioridades a otro por encima de nosotros.
No podemos erradicar por completo el mal y dolor, pero no impide que podamos
sobrellevarlo. Se puede aminorar y transfigurar para aumentar nuestra esperanza y abrirnos
a la trascendencia. El dolor puede ser una oportunidad para hacer de la vida algo bello y
grande y progresar a la maduración y desarrollo personal.

Dignidad y derechos humanos. Igualdad-justicia social


Los derechos humanos se sustentan en la igualdad de naturaleza y dignidad inherente.
Pero ¿Dónde reside esta dignidad? Para el cristianismo, es la de un ser que ha sido creado
“a la imagen de Dios” redimido por el sacrificio de Jesús de la Cruz. También se sustenta en
esta los derechos civiles y sociales. Como no hay derechos sin deberes correlativos, de ella
brota la “ley natural” , no escrita, válida y obligatoria. Para todos. Forma parte de lo más
íntimo de nosotros mismos, puesto que es la normalidad del funcionamiento de nuestra
naturaleza. No es externo o cada uno, emerge de lo más profundo del corazón humano, y
es accesible desde la razón. Su fidelidad es la fidelidad a nuestro ser, a lo que nos hace
libres. Somos los que se benefician al seguirla para contribuir en el progreso conjunto de la
humanidad.
De acuerdo con la dignidad ontológica inherente a todo ser humano, hemos de ser
solidarios; un deber ético al que responder más allá de lo políticamente correcto.
TEMA 2- LLAMADOS A CAMBIAR LA HISTORIA (CONTEXTO EN EL QUE NOS HA
TOCADO VIVIR)

El mundo hoy
Quizá lo más destacable de nuestro nuestro momento cultural sea lo que se ha dado en
llamar la “Globalización” que nos permite -por ejemplo- viajar a cualquier parte del mundo
en apenas unas horas o comunicarnos al instante con cualquier persona por internet esté
donde esté y de manera y sencilla y casi-gratuita. A nivel industrial, se produce en
cantidades mucho mayores y a mucho menos costo (por ejemplo, se cultiva el algodón en
EE.UU, se cosen los pantalones vaqueros en Camboya, y se venden en Europa). En
resumen, todo está entrelazado entre sí, y dependemos más unos de otros. Aunque,
con frecuencia, la costurera de Bangladesh apenas percibe unos pocos céntimos de euro
de la camiseta que ha cosido y que se ha vendido en Europa por 15€.

Nuestra participación
Como veíamos, precisamente por pertenecer a un mundo globalizado estamos relacionados
con personas de otros continentes y culturas, tan sólo al comprar un artículo, con quién lo
fabricó, con quien lo empaquetó… y cuando paganos por estos productos, estamos también
remunerando el trabajo de estas personas. De esta manera, nuestro ámbito de influencia
crece mucho más allá de nuestro círculo familiar y de amigos y conocidos.
También los impactos medioambientales, si bien suceden en un lugar del planeta, pueden
afectar al conjunto. En resumen, estamos ya conviviendo, de una manera u otra, con otras
culturas y religiones de todas partes del mundo.

Consecuencias
Solo se podrá hacer frente a los problemas globales si la humanidad se une. ¿Cómo? Con
solidaridad y responsabilidad mutua. Sólo si se podemos llegar a ser una verdadera “familia
humana”. Nada de lo humano nos puede resultar ajeno. Ello nos lleva a analizar cómo está
el mundo y cómo puedo yo-desde mi pequeñez y mis circunstancias- contribuir a su mejora:
cómo construir entre todos un mundo mejor y más humano. En este sentido, el deseo de la
UFV es que cada uno de los estudiantes que pasan por su Campus hagan de sus vidas y
de su profesión un compromiso de contribuir a este fin.

DESARROLLO HISTÓRICO DEL CONCEPTO DE “SOLIDARIDAD”


La solidaridad
La caridad (el amor) establece los principios informativos de la solidaridad, inspirando ese
empeño constante por el bien común. Ayudar al desarrollo integral de todas las personas es
el objetivo básico de la acción solidaria. Por su naturaleza social, el hombre es un ser de
encuentro y sólo se entiende en relación con los demás. Por eso, cada personas puede
desarrollarse como ser humano libre solo cuando usa sus fuerzas en el bien de los demás.

El concepto de solidaridad ha ido evolucionando a lo largo de la historia de la humanidad.

En los comienzos de la humanidad, no se puede hablar del reconocimiento de derechos


para las personas. Más bien, el poder establecido decidía lo que se podía hacer o no; el
resto de la sociedad acataba las normas sin cuestionar si vulneraban o no los derechos
básicos de las personas.
En Oriente, el pueblo judío, ya hacia el año 1.300 a.C, cuenta con una ley religiosa -Los
Diez Mandamientos- que ofrecían unos principios reguladores de la convivencia, en los que
la persona (toda persona) queda ubicada en el centro y en la combre de la sociedad.
Entre los años 800 y 200 a.C, en China, Confucio y Lao-Tsé, reflexionando sobre las
injusticias sociales, proclaman la igualdad entre las personas y el derecho a rebelarse
contra el gobernante cuando actúa contra los intereses del pueblo.
Con el estoicismo (corriente filosófica) aparece la noción de “ley natural” - del orden natural-
como algo inmutable, y empieza a calar en la sociedad.
Más tarde, la idea dignificadora del ser humano será muy fuertemente impulsada por el
cristianismo, a partir del siglo I. La esclavitud, la falta de atención a los necesitados, la
discriminación de la mujer, la desproporcioón en le uso y a distribución de lso bienes fueron
elemento saque la cultura cristiana intentó desembarcar defendiendo la igualdad radical de
todos los seres humanos de que se basaba en una fraternidad universal al considerar a
todos los hombres hermanos por ser todos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo. Es el
mismo Jesucristo quien denuncia esas discriminaciones de su época, reivindicando la
fraternidad para todos los seres humanos. Más tarde, cuando los primeros cristianos se
dispersen por todo el mundo a causa de la persecuciones, se harán eco de esta nueva
visión.
En el campo del derecho, en Roma (Digesto de Justiniano, 530 dC) puede verse un atisbo
del concepto de solidaridad entre individuos al considerar a cada ciudadano como parte de
un todo unitario, lo que implica un abrir paso a conceptos como ayuda mutua,
responsabilidad, cooperación e, incluso, generosidad.

En la Edad Media, por un lado continúa la distinción de clases que aleja de la igualdad pero,
a la vez, comienzan a florecer instituciones de caridad que ponen en el centro a los más
necesitados. En la Edad Moderna se mantiene sustancialmente la misma situación, también
en cuanto a la desigualdad jurídica en una sociedad que sigue siendo estamental,
determinada por cuestiones como la sangre, la propiedad de la tierra o el dinero logrado
mediante la actividad comercial.

Desarrollo en la Edad Contemporánea

A pesar de los nuevo cambios sociales, la dignidad humana se seguía maltratando , lo que
originó una serie de revoluciones (en Europa, principalmente Francia e Inglaterra) que
marcaron el inicio de la Edad Contemporánea, con el desarrollo de dos posibles sistemas
económicos y políticos: el capitalista y el socialista.
El sistema capitalista considera que la libertad individual es el principio básico de la
organización social, política y económica. En el campo de la economía impone la ley de la
oferta y la demanda, con la cual se regulaban los mercados y se afirmaba la no necesidad
de intervención estatal. En el campo político, se imponía la división de poderes y la
confianza en la soberanía nacional (Constitución, Partidos políticos y Parlamentos).
Este sistema se desarrolló con fuerza gracias a la importancia que otorgaba al comercio y al
desarrollo industrial. Por otra parte, la preferencia -y casi exclusividad- por la libertad trajo
consigo graves abusos como las interminables jornadas de trabajo, despidos, explotación
de mujeres y niños, obreros hacinados en las periferias de las ciudades y miseria
generalizada frente al aumento de la riqueza de unos pocos.
Todo lo anterior favoreció la aparición de un segundo sistema que pondría el acento, esta
vez, en la igualdad de todos los ciudadanos. Algo que no se veía posible con la fuerte
división social entre las distintas clases: explotadores (dueños de los medios de producción)
y explotados (los que trabajaban: campesinos y obreros). En este caldo de cultivo aparece
la obra de Carl Marx, que al tratar de poner la igualdad por encima de todo, propone un
proyecto de sociedad reduccionista, especialmente en lo relativo al ejercicio de la libertad
personal: el marxismo.
Con estos dos sistemas queda cerrado el siglo XIX. Liberalismo y marxismo fundamentarían
los dos grandes poderes del mundo occidental durante el siglo XX: EE.UU. y la extinta
Unión Soviética, como protagonistas de dos sistemas contrapuestos: capitalismo y
comunismo que, por explicar la realidad desde una sola perspectiva (libertad o igualdad) no
podían agotarla debido a sus planteamientos reduccionistas.
Existe otro modelo económico, político y social que toma distancia tanto del
marxismo/comunismo como del capitalismo: el distributismo. El pensador de referencia en
de este sistema será G. K. Chesterton con su obra "Los límites de la cordura: El
distributismo y la cuestión social
Download Los límites de la cordura: El distributismo y la cuestión social
" quien propone este nuevo sistema que considera que la libertad y la igualdad son
elementos complementarios y no contarios. Y que pone como principio y fundamento de
todo el sistema a la dignidad de la persona. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) fue uno de
los grandes intelectuales católicos del siglo XX y el principal ideólogo del distributismo, un
sistema económico inspirado en la antropología cristiana y en la Doctrina Social de la
Iglesia.
En este fragmento de un comentarista de su obra, podemos atisbar unas pinceladas de esta
otra propuesta de sistema de organización económica, política y social menos conocida:
Uno de los rasgos característicos de la modernidad del siglo XIX y XX que más irritaba a
Chesterton era esa manía dialéctica de enfrentar aspectos de la realidad que quizás más
que opuestos son complementarios. Así, la modernidad parecía oponer en una lucha a
muerte el individuo a la sociedad, de modo que, en consecuencia uno estaba obligado a
elegir y para afirmar la libertad individual terminaba olvidando el carácter solidario de los
seres humanos, o bien elegía permanecer en unión y compañía de otros hombres y
entonces renunciaba -y combatía- toda noción de la libertad individual. En otras palabras,
en el tiempo de Chesterton -y en gran medida también en el nuestro- se notaba ya una
fuerte tendencia a considerar que si uno no era un socialista estaba condenado a ser un
liberal [capitalista], y viceversa. (...)
Chesterton, sin embargo, estaba convencido de que estas actitudes dialécticas y
excluyentes eran en realidad modalidades de sendas herejías. Pues la herejía no consiste
en negar la verdad, sino en aferrarse a un solo aspecto de la verdad y desde allí juzgar -es
decir, pre juzgar- la existencia y reducirla toda a ese único aspecto. Por eso toda herejía -y
toda ideología, como justificación del poder por el poder, es en este sentido herética-
termina siendo negativa, reduccionista y excluyente, lo cual se ve en las definiciones que
suelen dar del hombre y de la realidad, que van siempre por fórmulas del tipo: «el hombre
no es otra cosa que...(y aquí puede ponerse: libertad, o sociedad, o genes, o educación, o
cualquier otro aspecto que, de algún modo, configure al hombre)». La realidad -y la realidad
del hombre-, sin embargo, es mucho más abierta, amplia y positiva. Porque es verdad que
el hombre es libre, pero es igualmente verdad que es social y si estos dos aspectos se dan
en él no deberían entenderse como opuestos, sino como un contraste que busca y mueve a
integrarlos en una armónica complementariedad; y aunque esta tarea no sea fácil, en ella va
implicada la plenitud del hombre. Desde esta perspectiva, la sociedad puede ser vista como
el marco adecuado para el desarrollo de la libertad individual y ésta como la condición
necesaria y el impulso para mejorar aquélla.

(Salvador Antuñano Alea, en la introducción a una edición de "Los límites de la cordura")

LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES


La Sociedad de Naciones
El siglo XX estuvo marcado por trágicamente: dos Guerras Mundiales, que dejaron 90
millones de seres humanos muertos. Al finalizar la IGM (1914-1919) aparecen unos
primeros intentos de asegurar las paz con la creación de la Sociedad de Naciones en 1919.
63 Estados llegaron a pertenecer a esta organización que pudo evitar los sucesos que
condujeron a la II GM y votó su propia disolución en 1946. Muchos de sus bienes y
organizaciones fueron transferidos a la Organización de las Naciones Unidas (ONU)

ONU
Surgió durante la IIGM. Los representantes de 26 Naciones, el 1 de Enero de 1942 firmaron
la Declaración de Naciones Unidas. A continuación, la Conferencia de San Francisco
aprobó la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, que fue firmada por 51
Estados. La ONU contaría con una Asamblea General, un Consejo de Seguridad, un
Tribunal Internacional de Justicia y un Secretario General. Una de las primeras
manifestaciones de su actividad fue la proclamación de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, en 1948, que servirá de ejemplo para redactar la protección de los
derechos fundamentales en numerosas Constituciones nacionales.
Estos eran los objetivos y principios en los que se basaría la ONU:
1. Garantizar la paz y la seguridad a nivel mundial.
2. Fomentar las relaciones de unidad entre los pueblos sobre la base de
principio de igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos.
3. Realización de la cooperación internacional para solucionar problemas de
carácter económico, social, cultural y humanitario.
4. Protección y promoción de los Derechos Humanos.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos
Links to an external site. es un documento que marca un hito en la historia de los derechos
humanos. Elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con diferentes
antecedentes jurídicos y culturales, la Declaración fue proclamada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 en su (Resolución 217 A (III)
Links to an external site.) como un ideal común para todos los pueblos y naciones. La
Declaración establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben
protegerse en el mundo entero y ha sido traducida a más de 500 idiomas. La DUDH es
ampliamente reconocida por haber inspirado y allanado el camino para la adopción de más
de setenta tratados de derechos humanos, que se aplican hoy en día de manera
permanente a nivel mundial y regional (todos contienen referencias a ella en sus
preámbulos).

LAS ONGS, LA SOCIEDAD CIVIL Y EL PAPEL DE LA IGLESIA EN LA AYUDA SOCIAL A


LO LARGO DE LA HISTORIA.
Llegados a este punto, surge una nueva pregunta. ¿Es suficiente transferir a las
Organizaciones Internacionales ciertas reivindicaciones que buscan un reconocimiento de la
dignidad del hombre? ¿O es necesario el protagonismo de la propia sociedad en ciertas
iniciativas?
De hecho, en la década de los ‘70 el surgimiento de los Movimiento sociales (feminista,
ecologista, contra el racismo y la xenofobia)vino a manifestar la existencia de una
importante marginación, que no era sino la falta de solidaridad respecto de los que no
estaban integrados en el juego de la sociedad. Ya en los '80 se consolidaron valores como
la no violencia, la fraternidad entre los pueblos y una visión de la libertad con carácter no
individualista.

Tras la caída del Muro de Berlín, la división Este-Oeste deja paso a otra división: la del
Norte y el Sur, que vienen a ser países ricos - países pobres. Y, ya en este contexto, se
descubre con claridad que las Organizaciones internacionales y las demandas de la
sociedad civil -si bien tienen un efecto positivo en la sociedad-, son insuficientes para
atenuar las injusticias que albergan en su seno las diferentes sociedades. Y es en estos
espacios que quedan sin cubrir donde destaca la presencia de las ONGs, así como el que
ya venía realizando desde siglos atrás la Iglesia en materia de ayuda social.

Las ONGs desarrollan su papel principalmente en ámbitos como la cooperación


internacional, la ayuda de emergencia y los asuntos humanitarios. Su actividad permite
contactos y acuerdos fronterizos más fáciles de lograr sin necesidad de involucrar a los
respectivos gobiernos.

La Iglesia, por su parte, especialmente desde la Edad Media, experimenta un fuerte


desarrollo en sus iniciativas de caridad hacia los más desprotegidos. En el s. XII destaca de
forma especial Francisco de Asis, personaje decisivo en el campo de la solidaridad, desde
entonces hasta nuestros días. No obstante el pensamiento franciscano y la proliferación de
órdenes religiosas dedicadas a la acción caritativa, durante la Edad Moderna se repiten los
mismos problemas que en la etapa anterior. Por lo que la acción de la Iglesia siempre ha
estado presente en el campo de la solidaridad, hasta el presente.

En 1891, a la acción de los cristianos se sumará la enseñanza de los Papas con el primer
gran documento de contenido netamente social: La encícica Rerum novarum de León XIII,
en la que se enfatiza la labor de la Iglesia en materia social, como la manera de hacer
presente a Cristo en la historia.

Conclusiones del análisis histórico

Los grandes problemas de nuestros días no tienen fronteras. De una u otra forma nos
afectan a todos a causa de la globalización. La interdependencia entre los países es cada
vez mayor hasta el punto de poder afirmar que la humanidad entera viaja ya en un mismo
barco.

De manera paulatina, se ha ido avanzando en la línea de humanizar la existencia. Desde


1948 se han multiplicado los mecanismos de protección de los Derechos Humanos y hoy en
día se fomentan los valores tanto de la libertad (económica y política) como de la igualdad y
la no discriminación. No obstante, todavía en nuestros días viven en nuestro entorno y en
otros lugares del mundo personas sin recursos, enfermas, desempleadas o ancianas y
solas. Por ello es necesario seguir dando pasos para completar las ausencias detectadas,
tanto en el entorno más próximo como más allá de nuestras fronteras. El punto clave está
en el reconocimiento de la dignidad del otro; el que me encuentro en el camino de mi vida y
a cuya situación o problemas no tienen acceso ni el Estado ni las Organizaciones
internacionales o las ONGs.

¿Y cómo será posible este cambio?

Se ha de seguir trabajando a nivel jurídico e institucional para mejorar la situación de todo


ser humano. Pero el fundamento del verdadero cambio será siempre que cada uno de
nosotros interiorice que verdaderamente el otro nos importa. Porque toda la acción de los
gobiernos y ONGs son siempre insuficientes para llegar a todos los lugares y a todas las
personas.

El hombre es un ser social por naturaleza. Es un ser de encuentro. Por eso, el encuentro
con el otro es la manera que tiene para humanizarse más. En el encuentro de dos
personas, ambas se enriquecen.

Preguntamos, de nuevo, por fin: ¿cómo es posible el cambio? Desde el interior de cada uno
de nosotros, cuando descubramos nuestra auténtica dignidad: ser para el otro. Por
supuesto, es importante la respuesta institucional, y también la respuesta social, que debe
evolucionar de una ética del interés a una ética de la gratuidad y la generosidad, de una
cultura consumista a una cultura solidaria. Para todo ello es necesaria una respuesta
personal.

TEMA 3 - LA PERSONA EN COMUNIDAD. FUNDAMENTOS Y PERSPECTIVAS

Contexto histórico

Sabemos por la antropología que el hombre tiene una dimensión que es su interioridad e
intimidad. Pero también hay un mundo a su alrededor, y el ser humano se abre a ese
mundo que está fuera de él porque lo necesita.

Una persona aislada no se realiza como persona, porque ni siquiera llegaría a reconocerse
a sí misma como tal [...] Que los humanos no hemos sido hechos para estar solos se
deduce incluso de una consideración meramente biológica de nuestra existencia.Nacemos
en una evidente indigencia fisiológica, como si no nos hubiésemos terminado de formar en
el seno materno. (Sánchez-Palencia et al. 2010: 65)

Necesitamos a los demás porque tenemos otra dimensión natural que es social.

Aristóteles veía al hombre en la ciudad y a esta como una comunidad social porque, para él,
el ser humano es primordialmente social y político y debe buscar el bien con los valores de
la justicia y el respeto a las leyes. Para Aristóteles, el fin de la vida social es la felicidad.

A partir de los siglos XVII y XVIII cambia la concepción clásica de la sociedad porque
cambia la idea del ser humano, situándola en un estado natural y aislado: se piensa que la
sociedad lo corrompe y le hace daño, que hay que hacer un pacto para la convivencia y la
supervivencia y así las cosas funcionarán mejor. De esta idea individualista del ser humano
surge la visión moderna y posmoderna de un ser humano que se mueve por intereses entre
otros seres humanos que, la mayoría de las veces, le generan desconfianza y temor, y eso
no es bueno para él.
Sin embargo, partiendo de la concepción clásica de Aristóteles, las personas no se asocian
únicamente para sobrevivir sino, especialmente, para ser felices. Según esto, debe haber
una organización que tiene que colaborar para que las personas seamos felices. Para ser
felices en nuestra sociedad, ésta debe ser profundamente ética, y esta relación entre el fin
de la sociedad y la ética no la debemos perder de vista. El ser humano precisa unos bienes
necesarios para poder llevar una vida digna. De esta forma, dependiendo de cómo sea una
sociedad y los valores que defienda, el ser humano podrá desarrollarse plenamente o no.

Solemos caer en el error de delegar por completo nuestra responsabilidad como parte de la
sociedad que formamos en las instituciones políticas y públicas, enfriando nuestro
compromiso. El actual momento cultural tiene una serie de mitos (el "progreso", el placer,
negar cualquier tipo de trascendencia, el relativismo moral) que nos ha llevado a considerar
un prototipo de ser humano solo, desconfiado y triste porque no confía en nadie ni en nada.

La vida social y sus desafíos

Los elementos de la vida social son la acción humana y el lenguaje. Los seres humanos nos
reunimos, creamos relaciones y formamos asociaciones, instituciones y comunidades.
Desde que nacemos vivimos en nuestra familia, que es una pequeña comunidad. A través
del lenguaje podemos compartir el conocimiento, nos manifestamos y nos comunicamos
con los demás. Sin comunicación no hay sociedad., como no existe la amistad o el amor sin
el diálogo. Es en este sentido en el que se puede definir la sociedad como un sistema de
intercambio. Las acciones mediante las cuales se dan estos intercambios necesitan de una
cierta organización. Para eso surgen las instituciones y por eso la autoridad debe vigilar que
haya justicia y que la vida social sea pacífica.

Otro aspecto de la vida social es la orientación hacia el bien común, el bien de todas las
personas y de toda persona. Porque la persona no puede realizarse solo en sí misma,
prescindiendo de su ser "con" y "para" los demás. Vivimos en el seno de una familia, de un
barrio, de una ciudad, de un país; es decir, bajo una identidad que nos arropa. Por eso es
bueno que nos relacionemos con nuestro entorno (amigos, trabajo, asociaciones culturales,
parroquia, etc.), porque compartimos unos valores, proyectos, ilusiones, fines y tareas que
dan sentido a nuestras relaciones sociales.

Una sociedad basada en valores enriquece a todos sus miembros. El desfío de nuestra vida
social es la del ser humano solo y abandonado en una sociedad confusa, ausente de
valores y sin un sentido trascendente de la vida.

La familia

La dimensión social de la persona se desarrolla a través de los diferentes agentes sociales


que la rodean. Desde que el ser humano habita la tierra existe la sociedad, y en ella se
desarrolla como persona. Cada ser humano nace en el seno de una familia, de una
comunidad y de un lugar. ¿Cuáles son los fundamentos y los fines de estos agentes
sociales?

El hombre es un ser social por naturaleza. Por eso, tiende de manera natural a formar
comunidades (familias). Dentro de la familia, son los padres los primeros encargados de
transmitir a sus hijos la experiencia del amor y a las primeras lecciones de sabiduría.
La familia es la primera sociedad natural y la más importante de todas. Por ello posee
derechos especiales y se encuentra en el centro de la vida social. Es, además, el lugar en el
que nace la vida humana y en el que se dan las primeras relaciones interpersonales.

La familia constituye el fundamento de la sociedad y de ella parten todos los órdenes


sociales. Por ello, las instituciones han de atender especialmente a facilitar una adecuada
conciliación de la vida laboral y familiar.

En la familia se quiere sin condiciones. Esa es la experiencia insustituible que todo ser
humano experimenta en la familia. En ella, varias generaciones viven juntas y comparten
mutuamente su cariño, solidaridad, aprecio, apoyo desinteresado, ayuda y justicia. Cada
miembro de la familia es reconocido por los demás en su dignidad y, como tal, es acogido,
aceptado y respetado sin que para ello haya de demostrar o hacer nada. Todos, ellas y
ellos, sienten tal amor. La persona en sí no es un medio para algo, sino un fin en sí mismo.
Por ello, la familia constituye el lugar central de la integración humana. En ella crecen los
valores humanos y sociales necesarios para el Estado y para los más diferentes ámbitos
sociales (como la economía, la política o la cultura).

Resulta, por tanto, extremadamente importante que cada uno experimente la familia. En la
familia se experimenta por primera vez la vida en comunión con los demás, que es algo
propio y satisfactorio para la naturaleza humana; en ella se aprende también a amar y
aceptar a los demás sin condiciones. En un ambiente positivo como este, cada miembro de
la familia puede desarrollar sus capacidades y prepararse para afrontar todo lo que la vida
le depare, acopiando fuerzas para ello. En la familia se descubre también qué significa
asumir responsabilidades, pues ningún miembro de ella puede vivir independientemente.
Todos (padre, abuelos e hijos) se entregan a sus obligaciones contraídas con los otros
miembros de la familia.

¿Qué aporta la familia a la sociedad?

En resumen, cuatro cosas:

1. Es el lugar en el que se perpetúa la sociedad.


2. La familia asume el deber específico de la socialización y educación de los hijos.
En ella se imparten virtudes, valores y tradiciones de índole cultural, ética, social,
intelectual y religiosa que son esenciales para todo hombre libre y responsable
para poder asumir después cualquier tipo de tareas en la sociedad.
3. Asume el deber de mantener a todos sus miembros y de garantizarles un
espacio de protección, desarrollo y descanso privado.
4. En ella encuentran amor y sustento todos aquellos miembros de la casa que
estén enfermos o que tengan minusvalías o pocos recursos, incluyendo a las
generaciones precedentes, lo que la dota de identidad y de una profunda
solidaridad.

Familia y educación

Ante todo se ha de garantizar que los padres tengan el derecho primario y el deber de
educar a sus hijos ellos mismos. En la educación de los hijos las funciones de la madre y
del padre son igualmente necesarias. Sólo los Estados totalitarios arrebatan este derecho.
No obstante, la familia no es un sistema cerrado que existe solamente para sí. La dimensión
social humana exige que los hijos no sean únicamente educados por sus padres, sino que
su educación debe ser completada con la colaboración entre la familia y otras instituciones,
entre las que sobresale la escuela, además de otras como la parroquia o las asociaciones
deportivas. Así, el objetivo de una educación global es que los hijos sean educados en el
diálogo, el encuentro, la sociabilidad, la legalidad, la solidaridad y la paz. En esta labor de
educación, además de las palabras, son fundamentales los testimonios y los modelos de
vida.

En el artículo 26 de los Derechos Humanos se recoge el derecho universal a la educación.


Y es que toda persona necesita de educación para desarrollarse como persona y para
desenvolverse en la vida. Por su parte, la escuela ha de ser un lugar de esperanza y buena
formación, donde los estudiantes busquen la verdad y encuentren el sentido a su vida, para
que el día de mañana sean capaces de trabajar por un mundo mejor.

Las importantes contribuciones que la familia hace a la sociedad (aunque muchas veces
pasen desapercibidas) tienen como consecuencia el deber de la sociedad y del Estado por
hacer algo por la familia, además de que ella es la unidad más pequeña e irrenunciable de
la sociedad.

Sociedad, Estado y familia

¿Qué pueden hacer la sociedad y el Estado por la familia? No se trata de que absorban los
deberes primigenios y propios de la familia. Ante todo, es muy importante que tanto la
sociedad como el Estado reconozcan a la familia como algo especial y central. Lo que se
traduce en políticas familiares orientadas a favorecer que las familias puedan asumir sus
responsabilidades con la máxima libertad posible.

Comunidad política

La comunidad política surge porque el hombre se organiza creando instituciones que tengan
autoridad y gobiernen. Aparece una comunidad cuando las personas tienen valores en
común y buscan el bien para todos. Por ello, la razón de ser de la comunidad política es
trabajar para el bien común; de hecho, es ahí donde alcanza su pleno sentido.

Por tanto, la persona es el fundamento y el fin de la comunidad política. La soberanía debe


ser del pueblo que, a su vez, elige a sus representantes.

La Responsabilidad Social corporativa

Es la integración del interés social, económico y medioambiental en las decisiones que se


toman en una organización para garantizar la sostenibilidad. En una organización
empresarial todas las personas implicadas en el proceso productivo son responsables.

Esta integración voluntaria por parte de las empresas de las preocupaciones sociales y
ambientales en sus operaciones y sus relaciones con sus interlocutores la llamamos
responsabilidad social corporativa. Debe ser tenida en cuenta como estrategia global de la
empresa para lograr la adaptación entre los objetivos personales y los empresariales,
facilitando a su vez que la comunicación entre los grupos de interés sea más transparente y
comprensible.
Adoptar una cultura de Responsabilidad Social Corporativa le atrae a una empresa
numerosas ventajas, tanto a nivel interno como externo: Mejora la reputación empresarial y
aporta valor diferencial. Fideliza a los clientes y aumenta la posibilidad de captar otros
nuevos. También fideliza a los trabajadores y ayuda al sentimiento de pertenencia
EL MUNDO LABORAL

¿Qué significa el trabajo para el ser humano? Para muchos es una suerte poder trabajar,
poder hacer algo por sí mismo y para los demás. Estar desempleado o no ser útil arrebata
al ser humano su dignidad (no ontológica). Con el trabajo se desarrollan competencias y
capacidades y se participa del desarrrollo económico, social y cultural. El trabajo puede ser
un valioso servicio a los demas. Cuando los niños o los jóvenes se preparan para el futuro,
no lo hacen únicamente para aprender a ganarse la vida; con su futuro trabajo contribuirán
al buen desarrollo del mundo.

¿Qué relación existe entre el trabajo y el éxito profesional y el fin auténtico del ser humano?
El trabajo es parte de la vida, pero no es la vida en sí. Cuando se convierte al trabajo en un
fin en sí mismo, o en una adicción, o en un modo de acumular dinero o adquirir fama (los
cuales no son el fin del ser humano), el trabajo se convierte en un modo de esclavitud. El
trabajo adquiere su pleno sentido y su dimensión más humana cuando se ordena al
auténtico fin de la vida humana: una vida pacífica en sociedad, al servicio de su familia.
¿Existe un derecho al trabajo?

El trabajo remunerado es para la gran mayoría la fuente de ingresos más importante y, con
frecuencia, la única. Además, el trabajo es una dimensión esencial de la propia realización
de la persona y de su participación social. Por ello, el desempleo supone algo más que la
pérdida material de ingresos, y se suele traducir en aislamiento, en dudar de sí mismo y en
exclusión social o enfermedad. Por lo tanto, sí, se puede hablar de un "derecho moral al
trabajo". Por lo que todas las fuerzas sociales -empresas, sindicatos, grupos políticos-
tienen la obligación de hacer realidad este derecho persiguiendo el objetivo del pleno
empleo.
Conflictos en el mundo laboral en la historia
En el siglo XIX, la Revolución Industrial y la expansión de la libre economía de mercado, de
la mano de un rápido desarrollo técnico, se produjo un crecimiento económico sin
precedentes en Europa. Sin embargo, las condiciones de trabajo y salario de las primeras
fases de la Revolución Industrial constituyeron una clara violación de los derechos y
dignidad de las personas. Era una exigencia de justicia que los trabajadores pudieran
participar también de la creciente prosperidad económica.
Como respuesta a esta situación Karl Marx (1818-1883) desarrolló su doctrina comunista,
entendida como una lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, la cual debía ser
desposeída mediante la violencia para instaurar una "dictadura del proletariado". Como
consevuencia de estas ideas, la ideología comunista deparó a la humanidad un dolor
inimaginable en el siglo XX. Y es que la verdadera solución no pasa por la violencia, sino
por un equilibrio justo de los intereses de los diferentes agentes socioeconómicos.
Los trabajadores de las fábricas eran tratados como "máquinas humanas" y dejados al
margen de la sociedad. Hoy en día, asistimos a la misma situación en muchos países. Y la
respuesta para remediarla sigue siendo la misma: la participación real de los trabajadores.
Una participación en la empresa que permita al trabajador compartir decisiones en su
puesto de trabajo, así como una participación social en la sociedad y en el Estado, según la
cual los trabajadores puedan vivir como verdaderos ciudadanos con todos los derechos y
obligaciones.
Trabajo "objetivo" y "subjetivo"
La dimensión objetiva del trabajo es la "productividad laboral" (de una empresa o de un
trabajador). La dimensión subjetiva, por el contrario, considera la dignidad que conlleva el
trabajo por ser un ejercicio humano. Puesto que el ser humano posee el capital como un
instrumento externo a él, mientras que el trabajo es expresión esencial de la persona y su
dignidad -que es quien lo ejerce-, se dedude un "principio de prioridad del trabajo sobre el
capital" por el cual nunca son justificables condiciones de trabajo o de salario que exploten o
denigren a las personas (al margen que ello se dé por intereses del capital, por exigencias
de la competencia o por la dureza de la globalización).
¿Qué relación existe entre el trabajo y la propiedad privada?
Karl Marx y Friedrich Engels escribieron en su "Manifiesto comunista" de 1848 que el
programa del comunismo podría resumirse en "una fórmula única: la abolición de la
propiedad privada". Desde la centralidad de la persona y el destino universal de los bienes
de la tierra este presupuesto es inaceptable: los bienes de la tierra son para todas las
personas. Un destino universal del que se deduce la obligación social de la propiedad; es
decir, que las propiedades no se han de usar egoistamente, sino que se han de compartir
para el bien de todos. Aplicado al trabajo, este principio se traduce en que las inversiones
han de servir para la creación de nuevos puestos de trabajo y para la expansión del bien
común.
¿Qué sucede con los que trabajan en condiciones precarias? ¿Qué relación existe
entre el trabajo y la vida de familia?
El trabajo se convierte en precario cuando la remuneración por él queda por debajo del
salario medio y, de esta manera, al trabajador se le impide planificar su futuro o se le limitan
sus derechos. El ser humano tiene derecho a trabajar y a percibir un salario justo.
Es el trabajo el que aporta el fundamento material y moral sobre el que se forma la vida
familiar. Es salario asegura los medios de subsistencia de la familia. Sin embargo, para
mucho no es fácil conciliar la vida familiar y el trabajo. Las empresas, los sindicatos y el
Estado deben, por ello, esforzarse conjuntamente en promover nuevos modelos laborales
que, gracias a su flexibilidad, permitan la ocupación laboral y favorezcan la conciciación de
trabajo y familia.
Los derechos de los trabajadores
Los derechos de los trabajadores deben ser protegidos por un derecho especial: el "derecho
de los trabajadores". Éste protege, por ejemplo, de la infrarremuneración salarial, garantiza
el derecho al descanso (tener el domingo libre y vacaciones) y asegura al trabajador en los
casos de desempleo y enfermedad, así como de las previsiones sociales vinculadas a la
maternidad.
¿Cuándo un salario es justo?
Cuando los trabajadores tienen una remuneración suficiente como para garantizarles a ellos
y a sus familias un sustento para vivir; para ofrecerles a él y a los suyos de vivir una vida
digna, No obstante, es difícil determinar con exactitud la cantidad concreta de un salario
justo. Este se ha de regular según la actividad y el rendimiento de cada uno, así como en
función de la productividad de las empresas y teniendo en cuenta el entorno social y
económico. Los sueldos muy altos pueden hacer peligrar la competitividad global y, por lo
tanto, afectar negativamente al bien común. Por ello, debe existir un proceso justo para la
fijación de los salarios. En este proceso juegan un papel importante los sindicatos.
De manera subsidiaria, el Estado debe garantizar un salario mínimo. También la estructura
salarial debe ser justa en su conjunto. Y, en beneficio de la paz social, dentro de una
sociedad no deben existir diferencias excesivas entre lo que ganan los trabajadores de a pie
y los grandes directivos.
Los sindicatos

Un sindicato es una organización de trabajadores, formada para proteger los derechos y


promover los intereses de sus miembros en lo que respecta al salario, las prestaciones y las
condiciones de trabajo
Porque existe la desigualdad entre los trabajadores y las empresas, aquellos están
llamados a unir sus fuerzas en sindicatos. Así se pueden acordar los intereses de todos de
manera conjunta y solidaria. El derecho a la fundación de sindicatos en un derecho humano.
Por ello, para nadie debe ser perjudicial ni ser miembro de un sindicato ni involucrarse en la
causa sindical.
¿Tienen los trabajadores derecho a la huelga?
Las empresas y los trabajadores persiguen en parte intereses contrarios en asuntos como el
nivel de los salarios o la duración de la jornada laboral. Por este motivo, entre las dos partes
son necesarias negociaciones que satisfagan mutuamente estas cuestiones. En ellas, los
empleados son representados por sus sindicatos.
La huelga es un recurso sindical para presionar a las empresas a que negocien. Es un
método legítimo si se ejerce pacíficamente, y solo si es para la mejora de las condiciones
salariales y de trabajo. No obstante, la huelga no debe ir contra el bien común, por lo que
los servicios que son necesarios para la convivencia social como la policía, los bomberos o
la asistencia médica, no se deben ver afectados por las huelgas [--> "servicios mínimos"].
Hay variedad de sindicatos con funciones distintas
Sindicatos generales (comisiones obreras CCOO UGT), gremiales (ASJA campo, AMPG
enseñanza), de empresa (Candi iberia)

TEMA 4 - PRINCIPIOS DE ÉTICA SOCIAL. LA MIRADA CON LOS OTROS

La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para ella algo sobreañadido
sino una exigencia de su naturaleza. Por el intercambio con otros, la reciprocidad de
servicios y el diálogo con sus hermanos, el hombre desarrolla sus capacidades.

La sociedad es un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por un principio de


unidad que supera a cada una de ellas.

PRINCIPIOS DE ÉTICA SOCIAL

Se expresan (o perciben) como los valores que manifiestan tanto el carácter social de la
persona como el carácter personal de la sociedad. Se fundan en la naturaleza dialógica de
la persona y ofrecen criterios válidos para orientar su acción social.

Decimos que son principios porque tienen un carácter primigenio, originario, no se pueden
demostrar, aunque sí mostrar, poner de manifiesto. Decimos que lo son en un sentido
ontológico porque expresan el modo de ser de la sociedad; y en un sentido ético porque
marcan pautas de acción que vinculan necesariamente la libertad, dándole un sentido. En
definitiva, son aquellos que conforman los cauces de una auténtica responsabilidad social.
Son:

1. Dignidad de la persona humana: La dignidad de la persona está en que el ser


humano no es como las demás cosas, no es un objeto. La dignidad de la persona no
se negocia, no tiene un precio. El varón y la mujer nacen libres e iguales y están
dotados de los mismos derechos y libertades. Todos lso bienes de la tierra deben
ordenarse en función del hombre, centro y clima de todos ellos. El hombre es
necesariamente fundamento, causa y fin de todas las instituciones sociales en
cuanto es social por naturaleza.
De este principio se desprende el imperativo de concederle un valor intrínseco,
independiente de cualquier otra condición, y el respeto tanto a su dimensión
personal como social. Asume que todo el ser humano es único e irrepetible; y el
origen, el centro y el fin de toda la vida social y economía. Todo lo anterior conlleva
la exigencia de fomentar su desarrollo integral.

2. Bien común: Aquellos bienes materiales e inmateriales que no se circunscriben a


una persona sino que remiten a todos y cada una de los miembros de la sociedad. El
bien común

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