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Pensamiento humanista de Simon Bolivar.

El Humanismo es un termino que se utiliza comúnmente para indicar  toda tendencia de


pensamiento que afirme la centralidad, el valor, la dignidad del ser humano, o que
muestre una preocupación o interés primario por la vida y la posicion del ser humano en
el mundo. El humanismo plantea transformar la practica de la representatividad, dando
la mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito y la elección directa de los
candidatos.

El humanismo Bolivariano es socialista por que plantea una ruptura epistemológica con
toda expresión de las sociedades basadas en la explotación y promueve la instauración
de un sistema libre de toda forma de alienación y desigualdad social.

El socialismo es el sistema que coloca lo humano por encima del capital; es, según el
Amauta peruano José Carlos Mariategui, “la realización de un inmenso ideal humano”.
Es humanista por cuanto su preocupación y razón de ser es el hombre y su desarrollo
integral con equidad, participación democrática y realización personal. Abre una
variedad de temas de fundamental importancia como: Reivindicación del papel del
hombre, del indigenismo, de las mayorías nacionales como sujeto fundamental del
proceso revolucionario, para que este importante conglomerado social, pueda alcanzar
sus derechos humanos, respeto político, social y constitucional. Lo cual incluye respeto
a sus costumbres, lengua, territorio, memoria histórica, ajuste de cuenta con la injusticia
y un importante paso hacia la integración nacional. También incluye el humanismo
bolivariano la reivindicación de la mujer, niños, adolescentes y ancianos abandonados
por la lógica inclemente del capital. La democratización de la comunicación mediante
las radios comunitarias alternativas y la prensa alternativa, es parte importante de esta
humanización y abre una mayor posibilidad de conocimiento y comprensión de lo
político-social para el hombre común.

Si bien en Simón Bolívar podemos encontrar un pensamiento ético consagrado en la


aspiración de la independencia y la libertad continental, no es éste precisamente un
sistema de normas y principios coherentemente fundamentado y articulado es
sencillamente un torrente de ideas que van emanando en sus escritos y discurso y que
fueron madurando en su vida cotidiana dejando para la posteridad lecciones morales
concretas que lo ha inmortalizado para siempre.
Nuestro Libertador consideraba la justicia como la virtud esencial, siendo ésta el
establecimiento de un nuevo orden que ha de tener en su base el reconocimiento de la
igualdad de derechos de todos los seres humanos, la oportunidad y la condición externa
para una buena vida.

Bolívar sugería una educación revolucionaria; una educación para el futuro de


Venezuela. No tenía como propósito el mantener una situación existente, sino que
pretendía una transformación en forma radical. Se educaría con el objetivo de construir
la noción de patria americana y no para mantener la idea de España como patria; no se
buscaría el conservar una estructura político administrativa caduca, sino justamente,
para destruirla y construir una adecuada; no para la idea de una ficticia paz y armonía.
Buscó innovaciones en Educación Superior, en formar escuelas donde las niñas
pudieran formarse al igual que los varones, buscó la promoción de la educación popular,
de la integración social en las escuelas y hasta llegó a enviar becarios a Europa.

El análisis del pensamiento de Bolívar nos conduce a comprender, que es la herramienta


elemental para la liberación definitiva de los pueblos latinoamericanos, ya que
representa una expresión formada al calor de los magnos principios éticos y morales que
el Libertador fue construyendo en cada una de sus experiencias, que en los diferentes
conflictos y escenarios pudo enfrentar dentro de la realidad continental, que hoy se
perfila como una inminente solución a los gravísimos males causados por el capitalismo
salvaje que avasalla a los pueblos más pobres del mundo, expoliando sus riquezas y
alienando sus culturas. Hoy más que nunca este pensamiento libertario y humanista,
representa para los venezolanos y latinoamericanos el verdadero estandarte, de la
liberación de los explotados y oprimidos y, la dignidad de los pueblos, que debemos
enarbolar y hacer tremolar con orgullo y abnegación sublime, en los aires del ambiente
de la revolución que nos conduce hacia el socialismo, en la que el pueblo ha sido
protagonista y que debe seguir protagonizando con patriótico sentimiento hasta lograr la
victoria final.

Es de considerar que en tiempos de revolución, es imposible desconocer el espíritu


integracionista de Simón Bolívar, que en su contexto liberador, humanista e integrador
de los pueblos latinoamericanos, explotados y oprimidos por el Imperio Español, en
aquel tiempo, y hoy, en franca lucha por deshacernos de las garras imperiales de los
jerarcas  del gobierno Norteamericano, promotor empecinado del capitalismo salvaje,
que ha impuesto el colonialismo neoliberal donde se expresa la barbarie, el saqueo, la
muerte, la destrucción, el hambre y la miseria, en el mundo a través de cruentas guerras,
que fomenta el Imperio.

Pensamiento humanista de Simón Rodríguez


Para él Educación debe tener una función vital y social-humanista, donde se respeten los
deberes y derechos de todos los seres humanos. Rodríguez proponía educación para
todos: para los pardos, para los pobres; también una educación para preparar artesanos y
hombres útiles, es decir, humanizar a las personas mediante la educación para que
puedan vivir dignamente. Buscaba una educación holista que preparara a las personas
para la vida y de ese modo poder cambiar su situación social, moral, humana.

Es importante resaltar que el contexto, social, cultural, político, económico, ideológico y


humanista que le correspondió accionar a Simón Rodríguez, era sin duda alguna adversa
a un pensamiento liberador, al concepto de igualdad, educación general, al pensamiento
crítico, creador. Le correspondió vivir en sociedades que pretendían ser estáticas.

Rodríguez quería que la educación, en Venezuela y América, se impartiera con calidad,


en torno al desarrollo personal de los individuos, su capacidad de comprender y analizar
la sociedad en la que viven, su desarrollo humano y personal en el contexto del
desarrollo social y comunitario inspirado en principios y valores como la igualdad, la
equidad, libertad, emancipación social y humana. Una educación que permita a cada
uno desarrollar a plenitud sus talentos y construirse como persona y ciudadano solidario
y productivo. Que le enseñe a ser, a convivir, a aprender y a trabajar. En fin, una
educación que le enseñe a cada individuo crecer y desarrollarse como persona y a
preocuparse por su entorno social, que le enseñe los valores y principios de su sociedad.
Formar individuos que enfrenten al mundo valiéndose de sus destrezas y habilidades.
Formar personas pensantes que no se valgan solo de la memoria y por último que se les
enseñe a trabajar y a valorar su trabajo. Es partidario de combinar la educación con el
trabajo, promoviendo la creación de escuelas técnicas y agrícolas, que posibiliten
formar recursos humanos que sean capaces de “colonizar el continente con sus propios
habitantes” para evitar así la emigración indiscriminada del exterior, especialmente de
Europa.

Pensamiento humanista de José Martí

“Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma,¾espíritus y cuerpos”, escribió Martí


en un apunte sin fecha. No sabemos si persistió en esta idea, pero es constante en toda
su obra una concepción de la Naturaleza como realidad, por así decirlo, magistral. En
ella está la inspiración, el ejemplo, la sabiduría, lo cual sólo es posible si, como dice el
apunte, ella incluye tanto “el misterioso mundo íntimo” como “el maravilloso mundo
externo” y si “la naturaleza observable es la única fuente filosófica”.  El verso óptimo
será “el verso natural”.  La religión futura, la religión “natural”,  de la que por cierto
también hablara San Pablo (Romanos, 2, 14-16). Siendo así, el humanismo martiano
resulta una especie original de “naturalismo” en cuanto la Naturaleza es su paradigma.
Una Naturaleza integradora de lo visible y lo invisible, en que “todo, como el
diamante, / antes que luz es carbón”,  en que la armonía, la justicia y la belleza son hijas
del sacrificio, idea madre de su humanismo y de su poesía, la de sus versos y la de su
acción histórica.

Su humanismo “natural” es, simultáneamente, un humanismo “a lo divino”. Este


humanismo es el que está en el Evangelio. La humanidad de Dios se llama Jesucristo.
Por eso Martí dijo ser “pura y simplemente cristiano”, entendiendo por ello el
sufrimiento redentor: dar su sangre “por la sangre de los demás”.  Pero tiene también
una visión humanista de la naturaleza física, porque desde temprano (antes de leer a
Emerson, ya desde su periodismo mexicano) percibió la analogía entre los hechos
físicos y los que llamó “hechos del espíritu”,  y porque, como se verifica en sus últimos
Diarios, la naturaleza patria que lo recibía en el combate redentor, llegó a ser para él un
libro tan abierto, sabio y elocuente como piadoso.

Volviendo a lo que podemos llamar el humanismo europeo de Martí, en cuanto a


incorporación y disfrute, se pone de manifiesto en textos como su elogio de Cecilio
Acosta, donde revela un enciclopedismo a la altura del prócer venezolano. En años de
helenismos ornamentales, a propósito de la poesía de Francisco Sellén, puso el acento
en lo griego  esencial; y si repasamos su olvidada traducción juvenil de Anacreonte
sentiremos el sabor de un vino que no supieron destilar en español, respetando el zumo
primigenio, ni Meléndez Valdés ni… Quevedo. Del tránsito de la Edad Media al
Renacimiento su figura tutelar fue Dante, que ilumina sus Versos libres y todo lo
secretamente auroral de su prosa mayor, desde el “Prólogo a El poema del Niágara” de
Juan Antonio Pérez Bonalde. Lo que él retiene de la herencia humanística europea es lo
que puede continuar y crecer en América: el Eros universal, la integración de lo
dionisíaco y lo apolíneo, las semillas de libertad. Lo que rechaza es la retórica, la
preceptiva, el neoclasicismo.

Durante toda su vida Martí libró una tenaz batalla íntima y pública contra el odio. Como
todas sus convicciones, esta de la necesidad de combatir el odio se movió en dos planos
conexos: el de la espiritualidad de la conducta y el de la eficacia política. Su primera y
definitiva victoria sobre el odio la obtuvo en el presidio político, donde descubrió que la
“reacción” del odio, por legítimo que sea, es una forma profunda de esclavitud, una
ganancia del enemigo, un lastre para la verdadera “acción” revolucionaria, que debe
partir de una raíz de libertad interior. Allí comprendió que también los flageladores de
las canteras de San Lázaro, en cuantas víctimas inconscientes de un sistema
embrutecedor, merecían piedad. Comparando a aquellos esbirros con sus propios padres
y con las virtudes del “sobrio y espiritual pueblo de España”,  distinguió nítidamente
entre el régimen colonial y el pueblo español. De ahí surgió la concepción de la guerra
sin odio,  porque, además, el odio “no construye”, su obra es siempre “reaccionaria”, los
que odian “son la ralea”, hay que aprender a “domar el odio”.  Dos hechos le daban la
razón en la historia inmediata: el odio a España, la hispanofobia, había nutrido
subjetivamente el anexionismo, en la isla y en la emigración; las animadversiones
internas entre los regionalismos, entre militaristas y civilistas, entre los jefes, entre
aldamistas y quesadistas, habían minado desde adentro la guerra del 68. Pero lo que
Martí llamó la “fórmula del amor triunfante”,  va mucho más allá de una rectificación o
superación política. Se trata de un amor cognoscitivo (“el amor es quien ve”)  y del
amor como sol de la vida, el que hay que conquistar, no solo políticamente, “con todos,
y para el bien de todos”.

La aspiración a una cultura o una religión que las integre todas resulta evidente en
Martí, pero sin nada que ver con la globalización sin rostro que hoy nos amenaza. Ni
siquiera en la estrategia política de la América del Sur frente a la del Norte, y aunque
ello implicara disentir de una tesis bolivariana, fue partidario Martí de sacrificar el
“ansia del gobierno local y con la gente de la casa propia”.  Perder la individualidad de
las culturas sería perder la cultura misma. En “La Exposición de París” vio algo más que
un espectáculo vistoso, sintió y nos hace sentir una visión profética de la fraternidad, de
la armonía de los pueblos del mundo, cada uno con sus modos nacidos de sí propio. No
la globalización sino la coralidad de las culturas. En cuanto a lo que muchas veces llamó
“la religión venidera”, partiendo del hecho de que todas las religiones, por reveladas que
sean para sus fieles, se manifiestan y actúan en la historia, la concibió como aquel punto
futuro en que el hombre llegue a ser capaz de ir a lo esencial e innato de su apetencia
trascendente. Esa religión venidera, sin perder la pluralidad de sus manifestaciones
culturales, saldaría sus deudas con la razón y con la libertad: una “razón nueva”, tan
rigurosa como abierta a lo desconocido, negada a convertirse en el renovado fanatismo
de una ciencia dogmática y amoral; una libertad cuyos límites estuvieran únicamente en
el respeto a “la dignidad plena del hombre”.  No presenta Martí estas ideas como
utopías, ni siquiera como esperanzas realizables, sino como resultado de las leyes del
espíritu y la historia. Su inspiración, diríamos hoy, tercermundista, está limpia del
resentimiento del colonizado o del perteneciente a un mundo “periférico”. No podía
desconocer esa situación quien llevaba en el cuerpo las marcas de la esclavitud. Su obra
y su vida, sin embargo, fueron una dádiva libre a todos los hombres.

Pensamiento en Ezequiel Zamora

Ezequiel Zamora no era un soñador era un revolucionario y las circunstancias no le


permitían desperdiciar el tiempo en discusiones sobre futuros planes de reforma social.
Era revolucionario, un hombre de acción y pensamiento, que leía, estudiaba y discutía
con la firme intención de hacer la revolución. A pesar de ser blanco y vivir en una
sociedad donde la explotación económica se escuchaba en lo hondo del prejuicio social,
comprendió cuando adivino la madurez que en tan encarada lucha la razón estaba de
parte de los hambrientos y opulentos, sus pensamientos estaban identificados y dirigidos
con los sentimientos y aspiraciones de las masas populares venezolanas y el desarrollo
apasionado ideal igualitario que fue digno permanente en su vida. Sus pensamientos
estaban dirigidos a defender a los humildes y a los débiles, expreso con absoluta
fidelidad sentimientos democráticos y las reivindicaciones económicas sociales de la
masa popular venezolana.
Tanto así que la lucha de Zamora fue la lucha por una redistribución de la tierra,
"Tierras y Hombres Libres" fue su consigna principal que encontró un masivo apoyo en
los habitantes del campo que para ese entonces era la mayoría del pueblo Venezolano.
Por su parte el sector minoritario que ejercía el dominio fue claramente identificado por
Zamora como el enemigo a vencer, "Horror a la Oligarquía" repetía continuamente.
Nadie más que Zamora podía plantear el protagonismo de los desposeídos como paso
fundamental para el logro de la igualdad social y lo que es más importante para la
creación de la democracia popular. Nuestro proceso se nutre del pensamiento Zamorano
para establecer que los cambios se harán con los sectores populares, para el beneficio de
ese 80% de venezolanos y venezolanas que han estado históricamente excluidos y
excluidas del acceso a la riqueza nacional.

Pensamiento en Fidel Castro

Es indudable el carácter profundamente social del pensamiento y obra del gran líder
revolucionario cubano, latinoamericano y universal de Fidel Castro Ruz, orientada en
todo momento a la reivindicación profunda de los derechos fundamentales del hombre.
En tal sentido, es importante tener presente en esta relación el hecho de que la
Revolución Cubana ha considerado asumir con fidelidad y originalidad las ideas de
Marx, Engels, y Lenin a partir de escardar dogmatismos, voluntarismos y
tergiversaciones y sumar los aportes con que han sido enriquecidas estas ideas. Al
respecto Fidel Castro acentúa que “haber interpretado de forma creadora y original el
marxismo-leninismo, el no habernos dejado arrastrar por dogmas fue lo que nos llevó a
la victoria”. (Castro: 1968, P.30). Alertando cuidarse de ideas disfrazadas de ropaje
marxista y sobre el debido enfoque para abordar ideas revolucionarias sin incurrir en
posiciones dogmáticas, advertía que: “… hay ideas que incluso se esgrimen en nombre
del marxismo que parecen verdaderos fósiles;…” tuvo el marxismo geniales
pensadores: Carlos Marx, Federico Engels, Lenin, para hablar de sus fundadores. Pero
necesita el marxismo desarrollarse, salir de cierto anquilosamiento, interpretar con
sentido objetivo y científico las realidades de hoy, comportarse como una fuerza
revolucionaria”. Veinte años más tarde el debilitamiento y posterior derrumbe del
socialismo en Europa del Este demostrarían la necesidad de esta alerta.
De hecho, Fidel Castro es una figura ejemplar tanto para el pueblo cubano como en su
dimensión universal expresado en el carácter profundamente ético de su conducta,
acompañado por su sagacidad,
inteligencia y consagración a la obra de la revolución cubana y las transformaciones en
bienestar del pueblo, desde el establecimiento de las líneas programáticas de la
revolución con respecto a la educación, tal como las medidas tomadas en los territorios
liberados por el ejército rebelde de alfabetizar a los campesinos ya estaban evidenciada
la importancia que la educación tenia para las transformaciones sociales y en este
sentido Fidel consideraba a la educación como la solución a los grandes problemas
sociales y elemento básico para promover cambios radicales en la vida de su país, para
ello incluye la elevación del nivel escolar y cultural de la población de manera que
puedan enfrentar el desarrollo científico de la época. Destaca así el lugar que ocupa la
educación como medio de salvar la cultura, la revolución y la humanidad en un sentido
más abarcador. Desarrolla el concepto de educación popular y aporta elementos nuevos
que se expresan en la idea de contribuir a la culturización de todas las capas y sectores
sociales del país en vinculación con las organizaciones sociales y de masas. Además en
1962 se llevó a cabo la campaña nacional de vacunas contra la poliomielitis, el tétano,
se crearon hospitales rurales, y en el campo de la educación Fidel concibió el plan de
becas universitarias, la educación obrero-campesino, la creación de los primeros
círculos infantiles. En la esfera del deporte la práctica masiva de este, la creación de
institutos deportivos y universidades, en fin, todo un proceso revolucionario socialista
originado, desarrollado y materializado por Fidel y el pueblo cubano. Asimismo, las
ideas de Fidel Castro sobre la religión han sido una obligada referencia en este análisis y
la comprensión del cómo se asume la religión como conciencia y fenómeno social en el
socialismo cubano.

En más de medio siglo de Revolución el líder cubano ha abordado el tema de manera


creativa dentro del pensamiento marxista, jugando un importante papel en la
conformación de la originalidad del proceso revolucionario cubano. En tal sentido él
señala:
“Un tema que me interesó siempre mucho, una cuestión que siempre me interesó,
como tema político, como tema histórico, era la cuestión de la relación entre
revolución y creyentes, porque nosotros nos consideramos revolucionarios y
actuamos a partir de esa idea siempre, de una manera consecuente.” (Granma, 1997).

Es explicable entonces la insistente idea de Fidel Castro de que en el Socialismo no


tiene por qué haber contradicción entre la conciencia política y la conciencia religiosa
cuando tienen un basamento de justicia y amor que hace realista su unidad. La relación
dialéctica entre las formas de la conciencia social -política, religiosa y ética- tiene su
singularidad en el pensamiento cubano a través de la historia. Esta síntesis se refleja en
las ideas de Fidel Castro sobre la religión donde el elemento ético y humanista es
cimiento para una relación virtuosa entre política, ideología y religión. Al respecto nos
dice Fidel: ¨… Son dos conciencias que pueden marchar perfectamente juntas, …
porque no creo que pueda haber una sola medida justa en la sociedad humana, no creo
que pueda haber una obra buena en la sociedad civil de los hombres que no quepa en
una sana y justa conciencia religiosa, porque si la religión es encarnación de un
sentimiento justo, de un sentimiento noble, es la encarnación de una idea buena, de una
idea del bien ¡la revolución es la encarnación de los principios más nobles del hombre,
de los principios más justicieros del hombre!”

Pensamiento en Hugo Rafael Chávez Frías

La versión socialista propuesta por Chávez presenta el atractivo de no inspirarse en el


pasado, sino en el porvenir, ni estar comprometida con doctrina alguna que obligue a
sus militantes a adoptar ideas políticos como si fueran actos de fe. El socialismo
venezolano no es un dogma que se toma o se deja, sino un surtido de opciones para la
participación que cada cual asume según su credo y sus simpatías.
En esta opción conviven en armonía o en sus contradicciones naturales y no
antagónicas, la gran propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, las
riquezas nacionales: petróleo, gas, agua, subsuelo, bosques, tierra y otras con las
pequeñas y medianas empresas agrícolas, comerciales e industriales, las cooperativas, el
capital extranjero y la iniciativa endógena y naturalmente con un escrupulosos respeto al
dinero y la riqueza bien habidas. No hay una doctrina a priori acerca de las clases y los
partidos, sino una amplia plataforma donde caben los interesados en un proyecto
nacional de justicia social y tampoco es preciso asumir opciones filosóficas ajenas y la
libertad de conciencia religiosa es total. Para el presidente Chávez los procesos
electorales no son momentos de cuestionamiento sino de relegitimación que asume con
la alegría del que marcha al encuentro con quienes lo quieren y lo aprecian. La
revolución enriquece su convicción acerca del socialismo con la exposición de una
nueva moral, la de un pueblo culto y sano, bien dirigido y que cultiva una nueva moral:
la moral del trabajo y del esfuerzo por la defensa de los valores. Algo es seguro: el
socialismo propuesto por Hugo Chávez no tendrá que inventarse un rostro humano: el
pensamiento Bolivariano es humanismo de la mejor ley.

Según sus propias palabras: …”En el marco del capitalismo es imposible que exista una
verdadera sociedad, es imposible que en capitalismo exista una verdadera comunidad,
ustedes verán todos los días en medios de comunicación imperialistas y lacayos aquí en
Venezuela y opinadores de oficio sesudos intelectuales como yo los llamo…Han
comenzado un ataque diciendo que el socialismo es imposible, que el mundo siempre ha
sido capitalista, que es natural que cada quien debe aspirar a tener dinero, que sí que eso
es legítimo que todos aspiremos a ser ricos ¡ Mentira¡ Vivamos dignamente y seamos
útiles eso si es importante, vivamos en comunidad por eso es que hay que estudiar “
Moral y Luces”. Miren el capitalismo como tiene dos siglos, que instalaron el modelo
capitalista y luego ahora la fase superior como decía o como lo llama Lenin, el
imperialismo, pero no fue el capitalismo el modo de vida desde siempre es mentira pero
uno lo lee todos los días en los periódicos o en televisión diciendo no siempre el mundo
ha sido capitalista, el socialismo sí, es bonito pero es una utopía, están tratando de
engañar al pueblo. Nuestros aborígenes vivían aquí en socialismo vivían en
comunidades, solo llego la invasión europea y los esclavizo”….

En otro momento agrega: …”Nos han impuesto, este modelo de integración neoliberal,
donde lo que impera es el valor, donde lo que más importa es la ganancia económica.
Una integración por tanto sin alma, destinada al rotundo fracaso”… …”Algún día
tendremos que darle forma en nuestra América a nuevos modelos de integración que
comiencen por el alma de los pueblos, que comiencen por el afecto entre los pueblos,
que comiencen y tengan como fuente permanente y eterna el amor entre los pueblos”…
…”La integración es ante todo una obra de infinito amor con nuevos parámetros de
integración integral, respetando cada uno al hermano en cuanto a sus particularidades
políticas, ideológicas, geográficas, etc.

Por otro lado la Revolución Bolivariana se fundamenta en el ideario bolivariano y,


como tal, en sus principios éticos, libertarios y de emancipación plena de nuestras
naciones y de sus ciudadanos.
Más específicamente, tal como señala el Preámbulo de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (1999):
El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección
de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y
sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una
patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una
sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un
Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la
independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la
convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el
derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la
igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica
entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con
el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal
e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional,
el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como
patrimonio común e irrenunciable de la humanidad… Y, más específicamente, tal como
señala el Art. 1, del Título uno de nuestro texto constitucional:

Artículo 1. La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e


independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad,
justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos
irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la
integridad territorial y la autodeterminación nacional.

En definitiva se podría decir que todos estos pensamientos se basan o su objetivo


principal siempre apunta al beneficio de la población, la igualdad y el trabajo de unidad
que debe existir siempre en las sociedades, con el fin de crear un socialismo y derrocar
esas ideas capitalistas sembradas por el imperio, que buscan solo el beneficio de la
minoría pudiente.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

 Vitier. C (2010) SOBRE EL HUMANISMO DE JOSÉ MARTÍ. Blogger.


http://pensamiento.conocimientos.com.ve/2010/01/sobre-el-humanismo-de-jose-
marti.html
 Alvarado. A (2009) Simón Rodríguez, su pensamiento y vigencia hoy. Aporrea.
 

http://www.aporrea.org/tiburon/a83503.html
 Chirinos. R (2010) Pensamiento revolucionario de Simón Bolívar. Aporrea. 
http://www.aporrea.org/actualidad/a114274.html
 Ramírez. R () Simón Bolívar y José Martí, una mirada a sus ideas sobre la
 

educación y la cultura. Monografías.


 Álvarez. B (2013) Ezequiel Zamora: Un hombre, una historia, muchas ideas, un
objetivo ¡El Socialismo! Aporrea. https://www.aporrea.org/actualidad/a157231.html

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