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El humanismo Bolivariano es socialista por que plantea una ruptura epistemológica con
toda expresión de las sociedades basadas en la explotación y promueve la instauración
de un sistema libre de toda forma de alienación y desigualdad social.
El socialismo es el sistema que coloca lo humano por encima del capital; es, según el
Amauta peruano José Carlos Mariategui, “la realización de un inmenso ideal humano”.
Es humanista por cuanto su preocupación y razón de ser es el hombre y su desarrollo
integral con equidad, participación democrática y realización personal. Abre una
variedad de temas de fundamental importancia como: Reivindicación del papel del
hombre, del indigenismo, de las mayorías nacionales como sujeto fundamental del
proceso revolucionario, para que este importante conglomerado social, pueda alcanzar
sus derechos humanos, respeto político, social y constitucional. Lo cual incluye respeto
a sus costumbres, lengua, territorio, memoria histórica, ajuste de cuenta con la injusticia
y un importante paso hacia la integración nacional. También incluye el humanismo
bolivariano la reivindicación de la mujer, niños, adolescentes y ancianos abandonados
por la lógica inclemente del capital. La democratización de la comunicación mediante
las radios comunitarias alternativas y la prensa alternativa, es parte importante de esta
humanización y abre una mayor posibilidad de conocimiento y comprensión de lo
político-social para el hombre común.
Durante toda su vida Martí libró una tenaz batalla íntima y pública contra el odio. Como
todas sus convicciones, esta de la necesidad de combatir el odio se movió en dos planos
conexos: el de la espiritualidad de la conducta y el de la eficacia política. Su primera y
definitiva victoria sobre el odio la obtuvo en el presidio político, donde descubrió que la
“reacción” del odio, por legítimo que sea, es una forma profunda de esclavitud, una
ganancia del enemigo, un lastre para la verdadera “acción” revolucionaria, que debe
partir de una raíz de libertad interior. Allí comprendió que también los flageladores de
las canteras de San Lázaro, en cuantas víctimas inconscientes de un sistema
embrutecedor, merecían piedad. Comparando a aquellos esbirros con sus propios padres
y con las virtudes del “sobrio y espiritual pueblo de España”, distinguió nítidamente
entre el régimen colonial y el pueblo español. De ahí surgió la concepción de la guerra
sin odio, porque, además, el odio “no construye”, su obra es siempre “reaccionaria”, los
que odian “son la ralea”, hay que aprender a “domar el odio”. Dos hechos le daban la
razón en la historia inmediata: el odio a España, la hispanofobia, había nutrido
subjetivamente el anexionismo, en la isla y en la emigración; las animadversiones
internas entre los regionalismos, entre militaristas y civilistas, entre los jefes, entre
aldamistas y quesadistas, habían minado desde adentro la guerra del 68. Pero lo que
Martí llamó la “fórmula del amor triunfante”, va mucho más allá de una rectificación o
superación política. Se trata de un amor cognoscitivo (“el amor es quien ve”) y del
amor como sol de la vida, el que hay que conquistar, no solo políticamente, “con todos,
y para el bien de todos”.
La aspiración a una cultura o una religión que las integre todas resulta evidente en
Martí, pero sin nada que ver con la globalización sin rostro que hoy nos amenaza. Ni
siquiera en la estrategia política de la América del Sur frente a la del Norte, y aunque
ello implicara disentir de una tesis bolivariana, fue partidario Martí de sacrificar el
“ansia del gobierno local y con la gente de la casa propia”. Perder la individualidad de
las culturas sería perder la cultura misma. En “La Exposición de París” vio algo más que
un espectáculo vistoso, sintió y nos hace sentir una visión profética de la fraternidad, de
la armonía de los pueblos del mundo, cada uno con sus modos nacidos de sí propio. No
la globalización sino la coralidad de las culturas. En cuanto a lo que muchas veces llamó
“la religión venidera”, partiendo del hecho de que todas las religiones, por reveladas que
sean para sus fieles, se manifiestan y actúan en la historia, la concibió como aquel punto
futuro en que el hombre llegue a ser capaz de ir a lo esencial e innato de su apetencia
trascendente. Esa religión venidera, sin perder la pluralidad de sus manifestaciones
culturales, saldaría sus deudas con la razón y con la libertad: una “razón nueva”, tan
rigurosa como abierta a lo desconocido, negada a convertirse en el renovado fanatismo
de una ciencia dogmática y amoral; una libertad cuyos límites estuvieran únicamente en
el respeto a “la dignidad plena del hombre”. No presenta Martí estas ideas como
utopías, ni siquiera como esperanzas realizables, sino como resultado de las leyes del
espíritu y la historia. Su inspiración, diríamos hoy, tercermundista, está limpia del
resentimiento del colonizado o del perteneciente a un mundo “periférico”. No podía
desconocer esa situación quien llevaba en el cuerpo las marcas de la esclavitud. Su obra
y su vida, sin embargo, fueron una dádiva libre a todos los hombres.
Es indudable el carácter profundamente social del pensamiento y obra del gran líder
revolucionario cubano, latinoamericano y universal de Fidel Castro Ruz, orientada en
todo momento a la reivindicación profunda de los derechos fundamentales del hombre.
En tal sentido, es importante tener presente en esta relación el hecho de que la
Revolución Cubana ha considerado asumir con fidelidad y originalidad las ideas de
Marx, Engels, y Lenin a partir de escardar dogmatismos, voluntarismos y
tergiversaciones y sumar los aportes con que han sido enriquecidas estas ideas. Al
respecto Fidel Castro acentúa que “haber interpretado de forma creadora y original el
marxismo-leninismo, el no habernos dejado arrastrar por dogmas fue lo que nos llevó a
la victoria”. (Castro: 1968, P.30). Alertando cuidarse de ideas disfrazadas de ropaje
marxista y sobre el debido enfoque para abordar ideas revolucionarias sin incurrir en
posiciones dogmáticas, advertía que: “… hay ideas que incluso se esgrimen en nombre
del marxismo que parecen verdaderos fósiles;…” tuvo el marxismo geniales
pensadores: Carlos Marx, Federico Engels, Lenin, para hablar de sus fundadores. Pero
necesita el marxismo desarrollarse, salir de cierto anquilosamiento, interpretar con
sentido objetivo y científico las realidades de hoy, comportarse como una fuerza
revolucionaria”. Veinte años más tarde el debilitamiento y posterior derrumbe del
socialismo en Europa del Este demostrarían la necesidad de esta alerta.
De hecho, Fidel Castro es una figura ejemplar tanto para el pueblo cubano como en su
dimensión universal expresado en el carácter profundamente ético de su conducta,
acompañado por su sagacidad,
inteligencia y consagración a la obra de la revolución cubana y las transformaciones en
bienestar del pueblo, desde el establecimiento de las líneas programáticas de la
revolución con respecto a la educación, tal como las medidas tomadas en los territorios
liberados por el ejército rebelde de alfabetizar a los campesinos ya estaban evidenciada
la importancia que la educación tenia para las transformaciones sociales y en este
sentido Fidel consideraba a la educación como la solución a los grandes problemas
sociales y elemento básico para promover cambios radicales en la vida de su país, para
ello incluye la elevación del nivel escolar y cultural de la población de manera que
puedan enfrentar el desarrollo científico de la época. Destaca así el lugar que ocupa la
educación como medio de salvar la cultura, la revolución y la humanidad en un sentido
más abarcador. Desarrolla el concepto de educación popular y aporta elementos nuevos
que se expresan en la idea de contribuir a la culturización de todas las capas y sectores
sociales del país en vinculación con las organizaciones sociales y de masas. Además en
1962 se llevó a cabo la campaña nacional de vacunas contra la poliomielitis, el tétano,
se crearon hospitales rurales, y en el campo de la educación Fidel concibió el plan de
becas universitarias, la educación obrero-campesino, la creación de los primeros
círculos infantiles. En la esfera del deporte la práctica masiva de este, la creación de
institutos deportivos y universidades, en fin, todo un proceso revolucionario socialista
originado, desarrollado y materializado por Fidel y el pueblo cubano. Asimismo, las
ideas de Fidel Castro sobre la religión han sido una obligada referencia en este análisis y
la comprensión del cómo se asume la religión como conciencia y fenómeno social en el
socialismo cubano.
Según sus propias palabras: …”En el marco del capitalismo es imposible que exista una
verdadera sociedad, es imposible que en capitalismo exista una verdadera comunidad,
ustedes verán todos los días en medios de comunicación imperialistas y lacayos aquí en
Venezuela y opinadores de oficio sesudos intelectuales como yo los llamo…Han
comenzado un ataque diciendo que el socialismo es imposible, que el mundo siempre ha
sido capitalista, que es natural que cada quien debe aspirar a tener dinero, que sí que eso
es legítimo que todos aspiremos a ser ricos ¡ Mentira¡ Vivamos dignamente y seamos
útiles eso si es importante, vivamos en comunidad por eso es que hay que estudiar “
Moral y Luces”. Miren el capitalismo como tiene dos siglos, que instalaron el modelo
capitalista y luego ahora la fase superior como decía o como lo llama Lenin, el
imperialismo, pero no fue el capitalismo el modo de vida desde siempre es mentira pero
uno lo lee todos los días en los periódicos o en televisión diciendo no siempre el mundo
ha sido capitalista, el socialismo sí, es bonito pero es una utopía, están tratando de
engañar al pueblo. Nuestros aborígenes vivían aquí en socialismo vivían en
comunidades, solo llego la invasión europea y los esclavizo”….
En otro momento agrega: …”Nos han impuesto, este modelo de integración neoliberal,
donde lo que impera es el valor, donde lo que más importa es la ganancia económica.
Una integración por tanto sin alma, destinada al rotundo fracaso”… …”Algún día
tendremos que darle forma en nuestra América a nuevos modelos de integración que
comiencen por el alma de los pueblos, que comiencen por el afecto entre los pueblos,
que comiencen y tengan como fuente permanente y eterna el amor entre los pueblos”…
…”La integración es ante todo una obra de infinito amor con nuevos parámetros de
integración integral, respetando cada uno al hermano en cuanto a sus particularidades
políticas, ideológicas, geográficas, etc.
http://www.aporrea.org/tiburon/a83503.html
Chirinos. R (2010) Pensamiento revolucionario de Simón Bolívar. Aporrea.
http://www.aporrea.org/actualidad/a114274.html
Ramírez. R () Simón Bolívar y José Martí, una mirada a sus ideas sobre la