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Alfredo Scataini
Humanismo cristiano:
brújula y motor de la rehumanización del
mundo
Lo primero que debemos señalar es que el HC es “teoría y práctica”, ya que implica una
concepción trascendente de la persona humana y de la sociedad,
pero además se concreta a través de la
encarnación de esos principios en un estilo de vida
y una forma de ser y de hacer en el mundo.
El Humanismo cristiano es
En el plano filosófico se expresa en una principio y testimonio.
serie de principios rectores que tienen
su correlato practico en todos los
Exige conocimiento y concreción.
ámbitos de la vida social (político, Formación y acción.
cultural, económico, artístico, ambiental, Teoría y práctica.
geopolítico, etc).
Es decir que estamos hablando de una filosofía en el plano de las ideas y una cultura en la esfera
de la vida real. El HC es principio y testimonio. Exige conocimiento y concreción. Formación y
acción. Teoría y práctica.
Pero siempre debemos recordar y remarcar que la fuerza de los hechos es tremendamente
superior a la de los argumentos. Los principios ordenan y organizan, pero el testimonio
conmueve y transforma…
Así las cosas, me atrevo a decir que el HC constituye en nuestro tiempo, el medio y la
oportunidad de la humanidad para reencontrase consigo misma, para reconducir su rumbo y
ponerse de pie. Una brújula que oriente el proceso necesario para recrear un mundo
deshumanizado en la que el hombre atraviesa una suerte de crisis de autoestima, en la que
parece predominar en la práctica la auto decepción y la desorientación existencial. Es necesario
re humanizar al mundo en Cristo, modelo de toda plenitud.
Considero que el reencuentro con la grandeza y la nobleza del ser humano, solo puede
alcanzarse de manera plena en la religación de la creatura con su Creador: Dios, que se ha
revelado plenamente en Jesucristo. En Cristo se revela la plenitud de la persona humana tal
como Dios la ha concebido. Por eso hablamos de humanismo y de cristiano.
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Humanismo cristiano: brújula y motor de la rehumanización del mundo. Alfredo Scataini
Para encarar esa urgente transformación, esta brújula existencial nos ofrece una serie de
principios que configuran la concepción humanista y cristiana del hombre y del mundo.
Describiremos cada uno de esos principios a través de las implicancias específicas que lo
caracterizan.
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Humanismo cristiano: brújula y motor de la rehumanización del mundo. Alfredo Scataini
2. Bien Común:
Definición: se entiende así al conjunto de condiciones y medios de vida social que
promueven, favorecen y permiten a la persona y a las comunidades, alcanzar el desarrollo
integral y la perfección debida a su naturaleza.
Bien común y bienes privados: el BC es algo más que la simple sumatoria de todos los
bienes privados. Tiene otro carácter distintivo ya que integra todos los elementos que
facilitan a cada ser humano, una vida provechosa para la comunidad. El bien privado,
personal, presupone el sano funcionamiento de la sociedad, es decir, presupone el bien
común. De no ser así, podrán existir sociedades con altos índices de calidad de vida y otros
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Humanismo cristiano: brújula y motor de la rehumanización del mundo. Alfredo Scataini
3. Solidaridad:
Virtud moral: el principio de solidaridad surge como consecuencia lógica de la sociabilidad
natural del hombre. Es un principio ético de vinculación social, basado en la recíproca
valoración y aceptación de los vínculos comunitarios. Como afirma la Iglesia: no es «un
sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario,
es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el
bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos»1.
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Compendio de DSI 193
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Humanismo cristiano: brújula y motor de la rehumanización del mundo. Alfredo Scataini
4. Subsidiariedad:
Definición: es la Intervención complementaria y auxiliar de las estructuras sociales
superiores, a favor de los individuos y de las estructuras comunitarias inferiores. En un
lenguaje más llano, opera como la rueda de auxilio o el seguro de vida que ofrecen los mas
fuertes y los mas grandes a los que lo son menos.
Principio de ayuda o “subsidio”. Todas las sociedades de orden superior deben ponerse en
una actitud de ayuda (« subsidium ») —por tanto de apoyo, promoción, desarrollo—
respecto a las menores. De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar
adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otras
agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos y
sustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital.
Principio de estructuración y articulación social. De acuerdo al propio magisterio eclesial
Es imposible promover la dignidad de la persona si no se cuidan la familia, los grupos, las
asociaciones, las realidades territoriales locales, en definitiva, aquellas expresiones
agregativas de tipo económico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional, político,
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Id.ant
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Id.ant
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a las que las personas dan vida espontáneamente y que hacen posible su efectivo
crecimiento social4.
Principio de no-sustitución. No se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo
que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria. Tampoco es justo, quitar a las
comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a
una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza
y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y
absorberlos».
Salvaguarda del tejido social. Este principio actúa como un “empoderardor” eventual de
aquellos sectores o actores que ese encuentren limitados o impedidos para ejercer su
función en la red de relaciones que conforma el tejido social natural de una comunidad5.
Red de relaciones frente al individualismo atomizante. La red de estas relaciones forma el
tejido social y constituye la base de una verdadera comunidad de personas, haciendo
posible el reconocimiento de formas más elevadas de sociabilidad. Este principio pretende
operar como un sostén dinámico de esas redes naturales de socialización.
Educación y sociedad
1. Recuperar y recrear la alianza educativa entre la familia y sus aliados naturales: la escuela
en primerísimo término.
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Compendio de DSI.185
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Entendiendo la sociedad civil como el conjunto de las relaciones entre individuos y entre sociedades
intermedias, que se realizan en forma originaria y gracias a la «subjetividad creativa del ciudadano».
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Vivificar la especificidad de la Universidad católica. “Para hacer las cosas bien hay que
respetar la naturaleza de las cosas” (Mons. M. Fazio). Esto quiere decir que el primer
desafío para todas las instituciones católicas educativas es garantizar la calidad y
probidad en lo que le es propio de su condición: ser una universidad.
En los tiempos que corren como ya dijimos, este desafío implica que esa búsqueda y
transmisión de la verdad deba ser realizada entre las malezas de la posverdad, la
ultraverdad, el relativismo multidimensional y la presión mediática que genera la
llamada infoxicación a la que las sociedades se suelen ver sometidas en especial por las
grandes corporaciones mediáticas.
También sabemos que la Universidad como actor social es permeable al influjo del poder
político y económico que suele “orientar” mediante persuasión, presión o financiación
las investigaciones, las temáticas y hasta el perfil que deben tener la intelectualidad de
sus naciones. En semejantes condiciones ser fiel a la naturaleza de la Universidad es ser
fiel a la búsqueda innegociable de la verdad.
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Asumir “el desafío de la integridad”. Para que esos objetivos arriba mencionados
puedan cristalizarse, es preciso formar en ese mismo espíritu a los universitarios, es
decir: a los sujetos propios de este tipo de institución. Para ello se requiere lograr que
el Universitario católico sea verdaderamente universitario y verdaderamente católico.
La formación de los cuadros universitarios supone para las instituciones católicas
inculcar en ellos una serie de fundamentos básicos que se sintetizan como señala
Monseñor Fazio en la “formación en el espíritu de servicio”. Si este principio debiéramos
desglosarlo en algunos “tips” prácticos, el mismo Fazio lo sintetiza de la siguiente forma:
CULTURA Y SOCIEDAD
Anteriormente señalamos el impacto que las filosofías tienen a mediano plazo en la sociedad.
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Precisamente, ese efecto es el que logran cuando las ideas que propugnan “drenan” hacia la
vida cotidiana de las sociedades y paulatinamente se hacen cultura, se “naturalizan” y se
convierten en sentido común. Es entonces en el campo de la cultura donde el humanismo
cristiano tal vez encuentra su mayor reto.
En tal sentido, Monseñor E. Martín señalaba el factor más elemental que debemos considerar
antes de cualquier emprendimiento como cristianos: “la cristiandad cayó” … El mundo se ha
secularizado, ya no está culturalmente configurado por el cristianismo, apenas quedan algunos
trazos o girones de aquello. Hoy estamos en tiempo de misión. Esto exige una transformación
de las instituciones católicas (y de los católicos) para seguir transmitiendo la Buena Nueva.
5. Abordar estratégicamente el falso conflicto entre fe y razón: implica superar las falsas
concepciones sentimentalistas (la Fe reducida a sentimientos), privatistas (la fe como
fenómeno estrictamente privado) o irracionalistas (la fe como opuesto oscurantista de la
razón).
Implica “animarse a dar el debate a como de” respecto al problema filosófico, pero
también y sobre todo social y político de la verdad, su existencia y sus deformaciones:
la posverdad y la ultraverdad.
Asimismo, implica asumir los riesgos y costos de “remar contra corriente” en pleno
apogeo del relativismo en casi
todos los ámbitos de la vida
humana. Por tal motivo, la
naturaleza pendular de ciertos
“desvaríos” ideológicos y/o
políticos que suelen tener las
sociedades nos obliga a
permanecer atentos a aquellos
momentos sociales que puedan
alertar sobre el agotamiento de
estas tendencias hoy
predominantes.
Redoblar los esfuerzos por
“desacoplar” la asociación automática entre posverdad – relativismo – tolerancia,
recuperando y socializando el auténtico sentido de ésta última. Esto se revela como
necesidad ingente sobre todo en las grandes urbes donde el ideario progresista logra
una mayor penetración social a través del control de las instituciones educativas de
gestión estatal y de los medios de comunicación. Es allí donde se consolida
culturalmente el “tolerantismo” relativista.
Conjurar la trampa culturalista: es preciso concientizar por todos los medios posibles,
sobre la “trampa culturalista” que permite empoderar a los “constructores y
modeladores artificiales de cultura” bajo el argumento falaz pero eficaz (hoy) de que
“todo es una construcción cultural” …
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8. Relativismo selectivo: en el campo de las ideas, el relativismo parece ser quien marca el
“canon” en materia moral, filosófica e incluso política. Como señala el profesor Asla: Así,
los aciertos o los desvaríos de la filosofía pocas veces son inocuos y no es raro, como decía
Putnam, que “la falta de responsabilidad filosófica de una década pueda convertirse en la
tragedia política de unas décadas más tarde”.
Sin embargo, el relativismo como problema social presenta un doble frente: es filosofía y
es estrategia, es teoría y es práctica. Desde mi perspectiva personal, el desafío del
relativismo carácter bifronte: por un lado, opera como principio moral de la ideología oficial
de la actual elite de poder que lidera y estructura el proceso de globalización (el
progresismo) y por otro es utilizado como mecanismo de presión y hostigamiento sobre
todos los actores disidentes a través de su imposición como norma de corrección política.
Así se da lugar a la paradoja relativista por la cual en la teoría “todo es relativo” pero en la
práctica hay ideas y valores o creencias que son absolutas y obligatorias mientras que otras
están absolutamente denegadas y proscriptas y por tanto justifican la aplicación
automática y multidimensional de su cancelación. Para los disidentes cancelación, para sus
ideas y valores: “discurso de odio”. En otras palabras: cultura woke pura y dura.
Frente a este “desvarío” específico -y frente a muchos otros- aplican las mismas líneas de
acción que señalaba Mons. Fazio en su entrevista:
Impulsar y consolidar una moral del conocimiento. Mons. Martin señalaba la necesidad
de ofrecer un método para razonar que lleve a la Verdad. Y remarcaba el hecho de que
al principio quien lo reciba tal vez no lo acepte, pero si es presentado de manera
adecuada, esa semilla quedará. Siempre hay que ayudar a los alumnos (y yo agregaría
a todos) a verificar. Porque “quien está en la verdad no teme a la verificación”.
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Iluminar, pero también salar: como señalé al principio, la claridad y la potencia de los
argumentos es imprescindible para iluminar los ámbitos de confusión, pero es el
testimonio vivo de cada uno el que le pone a la experiencia dialógica el calor y la sal
necesaria para movilizar las almas en un sentido determinado.
A medida que corre el tiempo, este tipo de ideas pueden disolverse en el ámbito puramente
académico-intelectual o bien pueden encontrar vías de canalización e ir socializándose
hasta “popularizarse” y comenzar a ganar espacios en el terreno del “sentido común”. Allí
es donde se visualiza con mayor claridad el desafío cultural que esto representa para el HC.
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¿Hasta qué punto puedo modificar mi biología y seguir siendo quién soy? ¿hasta qué
punto podemos reemplazarnos pieza por pieza y seguir siendo un animal humano?
¿cuán tolerables serán las disparidades que este fenómeno podría acarrear? (en un
mundo ya de por sí inequitativo). Estos y otros interrogantes se planteaban los
profesores Asla, Sturla y Delbosco mientras debatían estas problemáticas en nuestro
curso…
¿Qué entendemos por ideología de género? Tomando las definiciones del CELAM6 Es un sistema
de pensamiento de carácter filosófico que interpreta la sexualidad y la afectividad humanas
como un hecho puramente psicológico (preferencia y voluntad) y cultural, prescindiendo e
incluso anulando toda influencia de la naturaleza en la conducta humana.
Las "diferencias" entre varón y mujer, por tanto, no provendrían de la naturaleza biológica y
psíquica del ser humano, sino de una construcción cultural o social (convencional), a partir de los
roles y estereotipos que se asignan a los sexos. Desde esta óptica, cada uno podría crear su propia
identidad sexual: hombre o mujer. Además, tendría el derecho de que se lo reconozca en el
Registro Civil.
Ante la problemática que se disparan a partir de este tipo de encuadre ideológico, se presentan
algunos desafíos comunes a los planteados ante el fenómeno del transhumanismo. Por tanto,
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https://www.celam.org/cebitepal/detalle_d.php?id=76
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me limitaré a agregar solo los desafíos que considero específicos para este tema en particular.
Estas problemáticas se han “instalado” desde lugares de poder con los suficientes
recursos como para abrir fracturas sociales alrededor de temas que no formaban parte
de la agenda real de las personas de a pie. La creación a escala industrial de una
neolengua que esparce la confusión en medio del debate es solo un ejemplo d elo
antedicho.
Habrá que trabajar muy duro en el campo intelectual para desmontar y “visibilizar” lo
que Arturo Jauretche llamaba “zonceras”, es decir falacias masificadas a fuerza de
repetición mediática y con aval intelectual de alguna figura de renombre.
Autopercepción:
El autopercibido millonario no puede pagar con
dinero que no tiene
El autopercibido joven no puede volver atrás los
efectos del envejecimeinto
El autopercibido fuera de la especie humana no
puede evitar los efectos d ela ley de gravedad
Conclusión:
HC es una atmosfera, un perfume que contagia su espíritu por la nobleza de su esencia. El primer
desafío comienza ya mismo: contagiar el perfume de Cristo verdadero Dios y verdadero hombre
a tiempo y a destiempo, confiando plenamente en la DIVINA PROVIDENCIA del Creador, y de su
diseño original.
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Humanismo cristiano: brújula y motor de la rehumanización del mundo. Alfredo Scataini
En el orden intelectual es fundamental formarnos para formar, para poder dar razón de la fe con
argumentos y sobre todo con hechos. Pero esos hechos solo se pueden concretar eficazmente
si previamente son concebidos desde un conocimiento profundo de la “realidad real” del
hombre y de las cosas. Porque nadie ama lo que no conoce. Se trata de una formación para la
acción. Tal vez hoy más que nunca estamos obligados a dar razón y razones de nuestra fe, y para
ello es preciso un conocimiento cada vez más fino y denso de “todo” …
En este sentido, el humanismo cristiano es, tal vez, la última apuesta, la última carta que se
puede jugar la familia humana para dar vuelta una partida que pareciera haberse “picado” en
exceso y que reclama el compromiso de cada uno y de todos sus jugadores para ganarla.
En el orden práctico, todos los principios y argumentos que el HC pretende compartir para
transformar la sociedad cuentan -en mi humilde opinión-, con un manual muy, muy sencillo,
sintético y eficaz: las obras de misericordia. A modo de cierre, las comparto y propongo virilizar
su conocimiento y sobre todo su puesta en práctica. Entiendo que será la forma más pedagógica,
realista y efectiva de hacer humanismo cristiano todos los días…
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