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CRÓNICA DEL CONVENTO

DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES


SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO

DR© 2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS
Serie Documental/ 24

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(:l{()NIC:A DEL C�ON\T EN�f()
l)E NUESTRA SENORA
l)E LAS

NIEVES �
S1\N'TA ERIGIDA DE MEXICC)

Edición e introducción histórica


j OSEFINA MU RIEL

Advertencia y versión paleográfica


ANNE SoFIE S1FVERT

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


MÉXICO 2001
DR© 2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas
Disponible en: www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/348/cronica_convento.html
Primera edición: 200 I

DR © 2001, Universidad Nacional Autónoma de México


Ciudad Universitaria, 04510. México, D. F.
INS-llTl.:TO DE INVESllGACIONES HISTÓRICAS
Impreso y hecho en México

ISBN 968-36-8968-X
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Crónica del Convento de Nuestra Señora de las Nieves
Santa Brígida de México
editado por el Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM,
se terminó de imprimir el 30 de marzo de 2001
en Editorial y Litografía Regina de los Ángeles, Antonio Rodríguez 57-bis.
Su composición, en tipo New Baskerville de 10.5:12, 10:11, 9:10
y 8:9 puntos, estuvo a cargo de Sigma Servicios Editoriales,
bajo la supervisión de Ramón Luna Soto.
La edición, en papel Cultural de 90 gramos, consta de 1 000 ejemplares
y estuvo al cuidado de Ricardo A. Sánchez Flores

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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

De entre los muchos hombres y mujeres que de España pasaron a


América se destaca por su fuerza creadora el contingente vasco. Cada
uno de ellos llega por su lado y en su propio tiempo, y cada uno se
aboca a diferente acción, de acuerdo con sus personales intereses. Pero
entre todos existe siempre una conciencia común: la de ser vascos. Esto
que apenas se perfila en el siglo XVI cobra al correr los siglos una ma­
yor claridad, mostrándose ya en el siglo XVIII como un grupo fuerte y
unido para las empresas que se propone.
Los vascos aparecen en tierras de América como descubrido­
res, conquistadores y pobladores. Así los encontramos ensanchan­
do los límites de Nueva España, descubriendo las tierras del norte,
como lo hicieran Francisco de Ibarra y Francisco de Urdiñola, y como
Melchor Legazpi y fray Andrés de Urdaneta que, cruzando el océa­
no Pacífico, llegan a las islas Filipinas y abren mediante ello la ruta
comercial con el Oriente que pronto seguiría hacia el sur del conti­
nente americano, uniendo a los dos grandes virreinatos: el de Perú y
el novohispano.
Y las empresas descubridoras y conquistadoras se continuarán
con un Juan de Oñate, que llega a Nuevo México y Arizona, y otros
en las costas de California, como Isidoro Antonio de Antillón, el je­
suita Juan de Ugarte y otros que, con ellos, a la vez van poblando,
evangelizando, estableciendo los primeros gobiernos hispanos en
esas regiones y luchando contra los indios bárbaros del norte, para
civilizarlos y hacerlos formar parte de la nación que se estaba
gestando. Y los seguimos encontrando en las Californias, en las cos­
tas del Pacífico, en San Bias ... y tierra adentro, en esos inmensos terri­
torios que hombres de todas partes de España habían conquistado.
Apoyados por los indios y formando con ellos también las nuevas
poblaciones.
Entre todos ellos los vascos se destacan por abrir nuevas tierras al
cultivo, establecer la ganadería, realizar el comercio; en suma, por
impulsar la estructura económica, social, cultural y religiosa, que el
naciente México requería, en los estados de Coahuila, Durango,

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6 JOSEFINA MURIEL

Chihuahua, Michoacán, Veracruz, Nayarit, Zacatecas y la ciudad de


México. 1 Ese connotado desarrollo continuaría en el siglo XVII, alcan­
zando su máxima importancia en el XVIII.
En el grupo vasco existen además otros intereses, como son los
valores humanos y religiosos que nunca pierden, y que se desarrollan
al unísono que su progreso económico. Dentro de esos valores tiene
lugar un humanismo cristiano en el qu� florece el interés por la fami­
lia y, como parte esencial, la mujer. Esto lo pondrán de manifiesto en
sus obras para protección de las niñas, las jóvenes, las viudas, su apo­
yo a la constitución' de matrimonios y la dotación de las que preten­
den ser monjas, todo lo cual los moverá a la creación de instituciones
que las eduquen, las protejan, las sostengan, les den la oportunidad a
las que así lo deseen de dedicarse a alabar a Dios y pedir perdón por
los pecados de la humanidad, para "atraer bendiciones" al reino de
Nueva España.
Esa serie de obras las inició en el siglo XVI el ilustrísimo don fray
Juan de Zumárraga, primer obispo de Nueva España, con la defensa
de las niñas indias cuya dignidad de personas atropellaban los pro­
pios indígenas al ofrecer sus hijas a los caciques en pago de tributos y
favores . Zumárraga luchó contra la poligamia que obstaculizaba la
evangelización y fue él mismo quien pidió apoyo inmediato al monar­
ca hispano para realizar la obra educacional que para ellas habían ini­
ciado en 1528 los franciscanos en Texcoco y doña Catalina Bustamante.
Y, a las maestras que le envía la emperatriz doña Isabel, se sumaron
las que en 1536 trae el propio obispo y las que llegan después, traídas
por la citada doña Catalina, constituyéndose así las primeras misiones
culturales para las niñas indias en América.
Inició Zumárraga simultáneamente la lucha en favor de la digni­
dad de la mujer indígena que dentro de su organización social y eco­
nómica era considerada como 'Joya preciosa", "pluma rica", es decir,
como objeto de tributo y de regalo a los caciques para satisfacer su
lascivia. Por ello, el obispo tendría que enfocar la evangelización hacia
una aculturización total, que otorgaría a las indígenas la condición de
criaturas de Dios, al igual que los hombres, con lo cual éstas no se
dejarían usar como objetos y exigirían la monogamia, como base de la
estructura familiar.2 No olvidó el ilustre fraile a las mujeres españolas,

1
IV Seminario de Historia de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País,
México, 1995, t. I y 11. Todas las ponencias contenidas en esta publicación son importantes
para el conocimiento de los vascos en Nueva España.
2 .Josefina Muriel, La sociedad novohispana y sus Colegios de Niñas, México, UNAM, Institu­
to de Investigaciones Históricas, 1995.

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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 7

a las criollas y a las mestizas. Funda en 1540 el convento de la Con­


cepción, primera institución monástica femenina de América, para que
fuese a la vez lugar de oración y "semillero de maestras". Esta institu­
ción fue la base de los conventos femeninos, que se extenderían por
Nueva España, Centro y Sudamérica. Acoge en la catedral a los con­
quistadores, entre ellos a Migu el López de Legazpi Gorrochatequi, que
habían establecido la Cofradía del Santísimo Sacramento y Caridad,
quienes fundaron el Colegio de Niñas Mestizas y Criollas de Nuestra
Señora de la Caridad en 1548. 3 Esta institución tuvo como finalidad
educativa la formación integral de las jóvenes "para que estando hábi­
les en lo espiritual y temporal las saquen a casar y poner en orden de
vivir", lo cual significaba educar a la mujer para formar esas familias
mestizas y criollas que irían constituyendo la nación novohispana:
México. La obra institucional para con las mujeres se amplió más aún
en 1539 cuando al establecer el Hospital del Amor de Dios para en­
fermos sifilíticos dedicó en él salas especiales para ellas. 4
lodo este esfuerzo de conquista, descubrimiento y poblamiento,
unido a la aculturación de los indígenas y el desarrollo de las institu­
ciones educativas y religiosas, formó parte del panorama del pujante
desarrollo de Nueva España en el siglo XVI. Además de esa actividad
manifestada públicamente por los hombres hubo otra, desarrollada pa­
ralelamente a la de ellos, la de las mujeres. A éstas las encontramos en
la conquista y después en la colonización como pobladoras cuya acti­
vidad abarcó la agricultura, la ganadería, el comercio, la creación de
instituciones y el patrocinio de obras de arte y de servicio social. Entre
ellas mencionamos, como ejemplo, a la hija Francisco de Urdiñola
(1552-1618), doña Isabel de Urdiñola, dedicada allá en el norte de
México al desarrollo agrícola de las haciendas heredadas, como la
de San Francisco de los Patos y las de Santa María de Parras. Esta
obra la continuaron sus descendientes mujeres hasta finales del siglo
XVIII, creando instituciones educativas, según veremos. 5 En el camino
de la vida conventual que había abierto Zumárraga empezaron a des­
tacarse también mujeres de origen vasco. La primera que conocemos
es sor María Magdalena de Lorravaquio Muñoz (1576-1636), hija de

:i Josefina Muriel, "La Capilla de la Cena en la Catedral de México", en fütudim de


Historia Novohispana, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, v. III, p. 35-40.
1 Josefina Muriel, Hospitales de la Nueva España, México, UNAM, Instituto de Investiga­
ciones Históricas-Cruz R�ja Mexicana, 1990, t. I, p. 155-161.
r. Josefina Muriel, "De Isabel de Urdiñola a María Ignacia de Azlor y Echevers", en Los
vascos en las regiones de México, v. III, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas,
1997.

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8 JOSEFINA MURIEL

Domingo de Lorravaquio, 6 e Isabel Muñoz, monja del convento de


San Jerónimo de la ciudad de México, en donde escribió su autobio­
grafía, que es la primera obra de literatura mística en Nueva España. 7
Pocos años después, en ese mismo siglo XVII, emergió la figura de otra
monja de San Jerónimo, cuyos orígenes vascos ella recordará con or­
gullo: sor Juana Inés de la Cruz, hija del capitán Pedro Manuel de
Asbaje y Vargas Machuca. 8 La mujer que ilumina con máxima luz la
literatura novohispana y pasa al México de hoy con los reconocimien­
tos de mujer sabia e ilustre poetisa, gloria de esta nación.
En el siglo XVII hubo otros personajes vascos que se distinguieron
por su patrocinio en la construcción de iglesias conventuales, entre ellos
don Tomás Aguirre Zuanasba1� quien inició la construcción del templo
de la Concepción hacia 1645, y don Juan de Chavarría y Valero extraor­
dinario mecenas que volcó sus arcas en favor de los pobres a instancias
de su amigo el padre jesuita Antonio Núñez de Miranda, y levantó a sus
expensas el templo de San Gregorio para el Colegio de la Compañía de
Jesús, y el de San Lorenzo, para las monjas de ese convento. En 1694
fue construida la iglesia del convento de San Juan de la Penitencia
gracias a los buenos oficios de don Manuel Urrutia Salazar, apodera­
do de la mecenas doña Juana V illaseñor Lomelín, que había hecho
amplio legado. 9
Desde la segunda mitad del siglo XVII, y más ampliamente en el
XVIII, los vascos hicieron sentir su importante presencia en toda Nueva
Espaüa, basta constatar los nombres de quienes tenían haciendas dedi­
cadas al cultivo de algodón, trigo, maíz; de los que cultivaban los viñedos,
criaban ganado mayor y menor, de los que con la caña producían azú­
car, los que tenían las ferrerías, el apartado del oro, los que explotaban
la minería o estaban en el Consulado de Minería, y aun los que se dedi­
caban al comercio interior y ultramarino, para comprobarlo. 10
Esa poderosa iniciativa privada dispersa a lo largo de estas tierras
decidió agruparse en una cofradía que diera cabida a los naturales y
oriundos de las provincias de Guipúzcoa, Álava, del señorío de Vizcaya
y del reino de Navarra, cuya titular sería Nuestra Señora de Aránzazu.
En 1681 quedó establecida en una capilla de la iglesia de San Francisco

<i Domingo Lorravaquio,nacido en V izcaya,era heredero de la casa solariega de Lorrio.


7
Ms. Biblioteca de la Universidad de Austín, Texas. Latin American Collection n. 1244.
Libro que contiene la vida de la madre María Magdalena de Lorravaquio Muüoz.
8
El capitán Pedro Manuel de Asbaje era originario de la villa de Vergara.
!l Josefina Muriel, Conventos de monjas en la Nueva España, 2a. ed., México, Editorial
.Jus, 1997.
111
IV Seminario de Historia de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos de País y
Méjico, 1993,t. 1, p. 73,175,217,237,249,267 y ss.

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INTRODUCCIÓ N HISTÓRICA 9

de la ciudad de México. El incremento que pronto adquirió los llevó a


pedir y obtener un terreno en el atrio de dicho templo para construir
allí la propia. La Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, aprobada en
1696 por el arwbispo de México, no admitió ayuda económica alguna
de quien no fuese vasco, empero sus obras benéficas se extendieron a
todos los habitantes de esta nación sin distinción de razas.11
La forma como pudieron realizar esas obras sociales y educacio­
nales fue haciendo donaciones personales y estableciendo "obras pías"
que se constituían con los capitales que les eran legados específica­
mente para determinada obra, como dotación de huérfanas para el
matrimonio o el monjío, educación de niñas, sostenimiento de viudas,
entierro de pobres, socorro a hospitales, o bien para capellanías de
misas en beneficio de sacerdotes que atendían determinadas necesi­
dades religiosas.
Las "obras pías" de la cofradía hacían a la vez un servicio económi­
co a una sociedad que no contaba aún con servicios bancarios, pues los
capitales dotales se invertían no sólo en bienes inmuebles, sino en for­
ma de préstamos hipotecarios para la agricultura, la ganadería, la mi­
nería, etcétera, los cuales se hacían generalmente a los miembros de la
propia cofradía mediante los moderados intereses vigentes y a plazo
determinado. Esto permitió la conservación de los capitales por siglos. 12
Paralelamente al desarrollo de esta hermandad, en ese momento
histórico que abarcó el siglo XVIII, en el que ya se movían los intereses
de la Ilustración, el de los vascos se enfocó a las mujeres en todos los
terrenos, con el interés común de apoyarlas para que lograran reali­
zar sus vidas de acuerdo con sus personales intereses y con los de las
familias que constituían, porque en ellos se involucraba el bien común
como felicidad de la nación y la gloria de Dios. Con ello constatamos
que el humanismo vasco del siglo XVI continuaba vigente en el XVIII.
El desarrollo del movimiento institucional lo iniciaron los arzobis­
pos de México de origen vasco, como lo fueron primeramente el ilus­
trísimo don José de Lanciego y Eguilaz (1712-1728), quien estableció
para las mujeres divorciadas 13 una casa digna, donde pudiesen volun­
tariamente vivir sin angustia económica ni amenazas de maridos. Le
dio el nombre de Recogimiento de la Misericordia.14 Para las mujeres
11 Josefina Muriel, "El Real Colegio de San Ignacio de Loyola", en Los vascos rn México y
m Colegio de las Vizcaínas, México, Cigatam, 1987, p. 2-3.
1
:1 Elisa Luque Alcaide, Lti Cofradía de NueJlra Señora de Aránzazu, Universidad de Nava­

rra, 1995.
i:i Divorciadas en aquel tiempo indicaba sólo separación formal del marido, pero sin
ruptura del vínculo eclesiástico.
11 .Josefina Muriel, Los recogimientos de mujeres, respuesta a una problem.tílim soáal novohis­
fHma, México, VNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1974.
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10 .JOSEFINA MURIEL

presidiarias construyó una amplia sala en la cárcel pública a fin de que


tuviesen una reclusión digna de personas, arreglándoles también sitio
especial para que pudiesen asistir a la misa y actos religiosos. Viendo
la necesidad de mejorar la educación femenina, inició la transforma­
ción del severo recogimiento de San Mi guel de Belén en colegio de
niñas y doncellas. Suprimió la cárcel que en él había, realizó detallada
información en cada una de las colegialas para constatar la libre vo­
luntad de permanecer en él y les reconstruyó parte del edificio. 15 Con­
cluyó sus obras para las mujeres con la fundación del convento de las
Capuchinas de la ciudad de Querétaro, cuyo hermoso claustro perma­
nece aún en pie.
Continuaría las obras en apoyo a las mujeres el siguiente prelado,
ilustrísimo don Juan Antonio de Vizarrón y E gu iarreta (1730-1747).
La inició dando su apoyo a los miembros de la Cofradía de Aránzazu
para establecer un colegio de niñas y amparo de viudas que habían
proyectado en la junta celebrada el 10 de noviembre de 1732, a ins­
tancias del rector don José de E gu iara y Eguren. 16 Al hacerlo, aceptó
que fuese una institución independiente de la Iglesia, esto es, una ins­
titución a cargo de un patronato laico como lo eran el Hospital de
Cortés y el Colegio de Nuestra Señora de la Caridad. 17 Diales además
seis mil pesos para su edificación, suma alta que sirvió de ejemplo a
se gu ir por otros hombres y mujeres que volcarían en él sus fortunas,
como Francisco de Fagoaga, Francisco de Echeveste, Ambrosio Meave
y Manuel Aldaco, sin que faltaran las pequeñas aportaciones de otros
menos afortunados, pero exclusivamente vascos. 18
El 30 de julio de 1734 el arzobispo Vizarrón y E gu iarreta bendijo,
en solemne ceremonia, la primera piedra que el obispo Lardizábal y
Elorza colocó en los cimientos del edificio colegial que iba a levantar­
se en terrenos donados por el ayuntamiento de la ciudad de México.
Mientras la construcción se iba realizando bajo la dirección del arqui­
tecto Migu el José de Rivera, de acuerdo con los lineamientos del co­
frade Pedro Bueno Basori, 19 el arzobispo dedicaba su interés a otra

1:·, "Informes realizados por el arzobispado", AHCV, 5-V-7. Francisco Sosa, El episcopado

mexicano, 2v. México, .Jus, 1966, t. 11, p. 1 O.


16.Josefina Muriel, "El Real Colegio de San Ignacio de Loyola", en Los vascos en México y
.rn Colegio de las Vizcaínas, op. cit., p. 16-73.
17 Guillermo Porras Muñoz, "La situación jurídica del Colegio de los vascos en México

y el Colegio de las Vizcaínas", ibid., p. 110-111.


18 "D
ocumentos fundacionales cuaderno de Portu", AHCV, 5-V-7.
1'1 María.Josefa González Mariscal, "Crónica de la construcción y adorno del Real Cole­
gio de San Ignacio de Loyola en Los vascos en México y su Colegio las Vizcaínas", op. cit., p.
140-142.

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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA ll

institución: el mencionado colegio de San Migu el de Belén. Le dio


una constante ayuda para su sostenimiento, becó a numerosas cole­
gialas y dotó a jóvenes para casarse o profesar de monjas.
Su experiencia en el conocimiento de los problemas económicos de
las mujeres lo llevó a realizar para ellas una institución que les diera
una profesión. Con sus propios bienes estableció anexa al colegio de
Belén la primera escuela de música para mujeres en Nueva España,
institución que dotó ampliamente de bienes inmuebles, a fin de que
con su producto pudieran pagarse como maestros a los que lo fueran
de la catedral. 20
En esa Escuela de Música por primera vez las mujeres presenta­
ron exámenes profesionales para titularse de músicas en diversos ins­
trumentos, canto y órgano, lo cual les permitía tener títulos equiva­
lentes al valor de las dotes, a la vez que una profesión redituable. El
Archivo Histórico del Colegio de San Ignacio de Loyola conserva una
parte de ese archivo musical que nos permite valorar el alto grado de
la enseñanza y los nombres de los insignes maestros que se tuvieran
entre los cuales está Ignacio Jerusalén.
El señor Vizarrón y E guiarreta hizo más aún por las mujeres: am­
plió el edificio del Colegio de Belén, para que tuviese cabida la escue­
la de música. Extendió el prelado su interés en la educación femeni­
na, otorgando los permisos de fundación en apoyo del beaterio de
Carmelitas de la ciudad de Querétaro, que pronto sería el Real Cole­
gio de San José. 21 Tras la muerte del arzobispo Vizarrón, mientras los
varones de la Cofradía de Aránzazu, como Manuel Aldaco, Ambrosio
Meave y Francisco Xavier Gamboa, terminaban su edificio colegial
( 17 45) y luchaban por obtener los permisos real y pontificio -en con­
flicto con el nuevo prelado Rubio y Salinas, que se negó a aceptar la
laicidad de su obra-, las mujeres de origen vasco aparecieron en el
horizonte como creadoras de instituciones. La obra de ellas es una
manifestación de los distintos intereses y valores que se conjugan en
este periodo.
La primera es una mujer de origen vasco descendiente del men­
cionado conquistador Francisco de Urdiñola: María Ignacia de Azlor
y Echevers, quien traería a México la institución que revolucionaría la
educación femenina. Nacida en l 715 en la hacienda de Patos, en
Coahuila, profesó de monja de la Compañía de María en Tudela, Na-

� "Compra de dos casas hecha por el arzobispo Vizarrón y Eguiarreta y sucesivas com­
0

pra-\'entas hasta el siglo XX", AHCV. Documentos donados por Josefina Muriel a este archi\'o
sin catalogar aún.
� Josefina Muriel, Culturafémenina novohispana, México, CNAM, Instituto de Investiga­
1

ciones Históricas, 1994, p. 71-72.

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12 .JOSEFINA MURIEL

varra, en 1745, con el propósito de establecer en Nueva España esa


orden religiosa cuyas monjas, maestras de profesión, darían a las ni­
ñas una institución semejante a la de los jesuitas, con estudios gradua­
dos y competitivos que impulsaran el desarrollo académico de las mu­
jeres de acuerdo con los nuevos intereses de una cultura "ilustrada"
que "sacase a las mujeres de su patria de la ignorancia en que vivían y
las fuera colocando a la altura de las europeas" .22 Mientras ella profesa­
ba en el convento de Tudela y hacía donación de sus cuantiosos bienes
para la fundación del colegio-convento de Nuestra Señora del Pilar,
Enseñanza, de la ciudad de México, otra fundación femenina vasca se
estaba gestando. Un connotado miembro de la Cofradía de Aránzazu,
don José Francisco de Aguirre y su esposa doña Gertrudis Roldán
Maldonado promovían la fundación · de un convento de la orden de
Santa Brígida, que vivía en aquel tiempo un notable resurgimiento,
gracias a la venerable Marina de Escobar.
Don José Francisco de Aguirre era uno de los más distinguidos
caballeros de Nueva España, natural de Arroyabe, provincia de Álava,
en Vitoria. Abogado por la Universidad de Valladolid, había realizado
una carrera al servicio real en América: En 1708 fue nombrado tenien­
te asesor y auditor de guerra en Yucatán. Destinado a Nueva España
fue primeramente alcalde del crimen en 1723 y luego fue nombrado
oidor de la Real Audiencia el 25 de febrero de 1725, cargo que ocupó
hasta 1735 y al que renuniciaría por razones de salud. 2:l Fue uno de los
hombres que llegaron para quedarse en estas tierras; dejó a sus distin­
guidos parientes en Vitoria y Yucatán, se avecindó en México y casó en
1727 con una criolla, la acaudalada viuda de Melchor Surbano, doña
Gertrudis Roldán Maldonado, acto para el que tuvo que recabar permi­
so del gobierno por ser un miembro activo del mismo. Interesado en la
agricultura poseyó varias haciendas, entre ellas la más importante era
la de San Bartolomé del Monte, a donde se retiraba con frecuencia.
Unido a los vascos de esta ciudad, como miembro de la Cofradía de
Aránzazu, y siendo diputado de ella, formó parte del grupo fundador
del colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas, colaborando en su rea­
lización con su aportación económica y participando en la comisión que
luchó por obtener el terreno que, habiéndoles donado la ciudad, les
era disputado por los indios de San Juan.24 Su prestigio político y

11 Pilar Foz y Foz, La revohu:ión pedagó[!;ú:a m la Nueva Esj}{liía, Madrid, Instituto Gonza­
lo Fernández de Oviedo, 1981, t. I, p. 44-103.
1� Marc. A. Bukholder y D. S. Chandler, Biograjical Dictionary o/Audiencia Ministers m Lh<'
Ameriws, 1687-1821, GreenWood Publíshing Co. 1986, p. 5.
11 Enrique <le Olavarría y Ferrari, El Real Colegi,o de San Ignacio de Layo/a, México, Im­
prenta Francisco Díaz de León, 1889. Documentos I y 11, p. 1 y 15, respecLivamentc.

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INTRODUCCIÓ N HISTÓRICA 13

social, que ya era grande por haber sido el juez de residencia del vi­
rrey don Juan de Acuña, marqués de Casafuerte, y nombrado miem­
bro honorario del Consejo de Su Majestad; se incrementó socialmen­
te cuando Francisco A gu irre ingresó a la orden de Calatrava el 17 de
julio de 1737, en solemne ceremonia efectuada en el convento de la
Encarnación. 25 A sus triunfos en todos los órdenes añadiría uno más,
que lo haría pasar a la posteridad: el de fundador y patrono de un
convento. Mas éste lo alcanzaría al lado de su mujer doña Gertrudis
Roldán Maldonado, la cual había recibido de su primer marido,
Melchor Surbano, una rica herencia con la recomendación de que la
emplease en la fundación de un convento. Algu nos años pasaron sin
que se decidiese a hacerlo hasta que, inclinada hacia la orden de San­
ta Brígida y directamente al convento de Vitoria, con el que la familia
de su marido habían tenido gran amistad, se decidió a que fuesen
monjas brígidas del convento de Vitoria las que bajo su patrocinio fun­
dasen en México.
El relato de la fundación del convento que conocemos como Santa
Brígida y cuya iglesia se dedicó a Nuestra Señora de las Nieves, está
contenido en la hermosa crónica que publicamos. Sus páginas están
escritas por mujeres que habiendo profesado de monjas fueron nom­
bradas cronistas sucesivamente.
La doctora Anne Sofie Sifvert nos dirá en las páginas de su magní­
fico estudio quién fue cada una de ellas y la obra que realizó.
Cada cronista nos dejó la información del periodo histórico que le
tocó reseñar, lo hizo con la claridad del que habla con la prístina ver­
dad, con honradez, con la sencillez de quien no busca la perfección
literaria ni la exaltación de su pluma, y sólo expone la realidad de los
hechos que conoce y que ama. Al hacerlo nos van dando un bosquejo
de sí mismas que sólo llega a eso: a bosquejo, porque su personalidad
total queda oculta tras sus votos de obediencia y virtud de la humil­
dad. Así, podemos decir de ellas, que son mujeres que se sienten rea­
lizadas en su vida monástica, que la valoran apasionadamente, sólo
pretenden con sus escritos que la posteridad conozca lo que ha sido
esa institución, de la que ellas eran parte; que los trabajos y sufrimien­
tos de las fundadoras, así como la generosidad de sus patronos valie­
ron la pena, porque extendieron su orden para glorificar a Dios en
estas tierras, abriéndola a las novohispanas.
La obra si gu e los lineamientos generales de todas las crónicas, dán­
donos primeramente los prolegómenos de la fundación, el patronato

��. Leopol<lo Martínez Cosío, Los caballeros de las órdenes militares en MéxiuJ, México, Edi­
torial Santiago, 1946, p. 223.

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14 JOSEFINA MURIEL

establecido, las aprobaciones conseguidas y los incidentes de la reali­


zación, la toma de posesión del convento y bendición de la iglesia; la
razón de ser de la institución, el complicado funcionamiento del Real
Patronato en el que largos trámites civiles y eclesiásticos se mezclan
para la obtención de las autorizaciones; los compromisos formales
mediante escrituras notariales de quienes generosamente patrocinan
el convento y los de quienes van a establecerlo. La parte económica,
esto es, los gastos de trámites fundacionales, viajes, construcción de
edificio y sostenimiento de las monjas, que en calidad de capellanas
de los fundadores habría siempre, 26 todo está consignada en las pági­
nas de las cronistas.
Pero hay mucho más que trasciende lo jurídico y económico y aun
el sentido religioso de la obra, esto es, lo meramente humano que apa­
rece de manera evidente en los distintos episodios de la historia. Lo
encontramos en las apasionadas ambiciones de las monjas de Vallado­
lid, que pretendían ser las elegidas para la fundación novohispana.
Poco después lo percibimos en el dolor "que se manifestó en lágri­
mas" de aquellas que se separaban de sus familias, de sus tierras, y se
enfrentaban a la incógnita del nuevo mundo que ellas no conocían.
Más adelante aparecen otros desacuerdos en el viaje de V itoria a Cádiz,
en el que surgen dos actitudes: la de las monjas que luchan por con­
servar a toda costa el recogimiento acostumbrado en su austero con­
vento y la de quienes las hospedan, las admiran y agasajan, y al lado
de esto las contradictorias actitudes de sus acompañantes los Mendívil
Aguirre, sobrinos del fundador, y el confesor. En ese largo viaje que
duró un mes se pone de manifiesto la fe cristiana de la sociedad y el
respeto tan grande que ésta tenía a las mujeres en su calidad de espo­
sas de Cristo.
Las recepciones las inician las monjas agustinas de Miranda, don­
de descansan; pasan la primera noche en Briviesca hospedadas en
casa de don Martín de Salamanca y su esposa. Continúan hasta Burgos,
siendo allí recibidas en una institución medieval: el Real Convento de
las Huelgas, fundado en 1208, aquel en el que la abadesa había llega­
do a tener una autoridad "cuasi episcopal" en los territorios que le
pertenecían. 27 Allí fueron ampliamente agasajadas, regaladas y, a sus
ruegos, obligadas a quedarse un día más de lo planeado, porque las
monjas, "enamoradas de nuestro instituto", dice la cronista, querían

'2fi Doce lugares que gratuita y perpetuamente quedaban dotados para jóvenes que de­
searan ser mo�jas en el monasterio, ocupando los sitios de las fundadoras.
'27.José María Escrivá de Balaguer, La abadesa de las Huelgas, 2a. ed., Madrid, Ediciones
Rialp, p. 15-309 y ss.

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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 15

saber más de ellas. Otra "buena posada" y hospedaje los tuvieron en


Madrid, donde los marqueses de Monte Hermoso las subieron "en sus
forlones" y las llevaron a su palacio.
La fama de la orden de Santa Brígida en España era tanta en aque­
llos días que acudieron a visitar a sus monjas muchos "grandes de Es­
paña"; "señores del Consejo de Castilla", "comunidades", el cardenal
Malina y la duquesa de Medina Sidonia. Se sumaron a los visitantes,
los príncipes de las Torres, pero éstos para pedir a la comunidad su
intercesión ante Dios para tener descendencia, cosa que, según la cro­
nista, logr-aron meses después.
Saliendo de Madrid por Atocha, continuaron hacia Andalucía. En
el camino salían a saludarlas personas del pueblo y la nobleza: en
Andújar, los marqueses del Cerro de la Cabeza; en Écija, los marque­
ses de Alcántara y en Jerez de la Frontera, don Luis de Salcedo, en su
calidad de visitador de diócesis de Sevilla. El propio arzobispo las hos­
pedó en su casa de campo que tenía en la isla de León, y después él
mismo las llevó al convento de las concepcionistas de Cádiz, donde la
comunidad las recibió solemnemente con "cruces y ciriale_s". Frente al
mar estaban ya pero... la guerra de España con Inglaterra lás deten­
dría allí cuatro años.
El relato que la cronista hace de aquel viaje "allende el océano" da
una clara idea del carácter de esas mujeres que pasan el tiempo insis­
tiendo en viajar a México aun en lo más enconado de la guerra, hasta
lograr finalmente que se les permita embarcar en una nave mercante,
a pesar del peligro que representaba la preparación de "treinta y cua­
tro naves inglesas" para atacar Cádiz. El relato de la incómoda estan­
cia a bordo, por el estrechísimo lugar que se les asignó y el encuentro
con tres navíos enemigos, ante el cual ellas fueron obligadas a trasla­
darse al fondo del barco, a "un sitio que llaman Santa Bárbara", mien­
tras los hombres en cubierta se preparaban para el combate, nos ha­
bla del valor de estas mujeres, dignas sucesoras de aquellas que desde
el siglo XVI habían vivido esas aventuras marítimas entre cañonazos,
tormentas, piratas y enfermedades producidas por falta de alimentos
frescos y agua. Pero los superiores motivos del accidentado viaje ha­
cen que ellas lo vean todo como un incidente que pasa y que no per­
turba los superiores propósitos del viaje que ellas van a realizar pese a
todos los obstáculos que encuentren.
Esta fuerza de carácter que las hace superarlo todo, la van a poner
de manifiesto en México, cuando tras la gran bienvenida que les da la
obsequiosa nobleza novohispana y la suave vida que les ofrece su largo
hospedaje en el convento de Regina Coelli, considerando que no lle­
nan el fin para el que dejaron su convento, se escapan un amanecer

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16 .JOSEFINA MURIEL

enfrentándose así a su poderoso coterráneo el arzobispo donjuan An­


tonio de Vizarrón y Egu iarreta, quien había sido poco antes virrey, y
van a casa del fundador a reclamar la inmediata entrega del convento
ofrecido y después de permanecer allí por orden suya encerradas o
emparedadas por varias semanas logran su libertad pasando por una
viga de la casa de don José Francisco de Aguirre al coro alto de su
iglesia y así se instalan en un convento aún sin ventanas. Esta toma de
posesión no la presenta la cronista como un acto triunfalista, sino como
una firme acción de quien sabe que lo hecho es propósito de vida.
El virrey conde de Fuenclara, su buen amigo, intercedería por ellas,
el arzobispo las perdonaría y su iglesia, bendecida solemnemente, lle­
garía a ser una de las más lujosas y preferidas por la sociedad mexica­
na. El convento que sería concluido poco después se halló pronto po­
blado por las jóvenes de esta tierra y aun por grupos de niñas que en
él buscaron educación.
Los nombres de aquellas valientes majeres deben recordarse a la
misma altura que los de los patronos don José Francisco de Agu irre y
doña Gertrudis Roldán Maldonado, pues si éstos realizaron los engo­
rrosos trámites de la fundación y dieron los dineros para la edifica­
ción y sostenimiento del convento, ellas, con su valor, tenacidad y en­
trega total, lo hicieron una realidad trascendente al abrir• las puertas
de su noviciado a las jóvenes novohispanas y recibir niñas educadas
en su claustro.
La cronista nos da sus nombres, señalando de qué parte de las
provincias vascas provenían: de Vitoria eran la "primera fundadora y
presidenta", madre Teresa Brígida Eduarda de Jesús María, de apelli­
do De Sarriá y Atondo. También lo era de este sitio la madre Juana
Petronila del Patrocinio, apellidada de Landásuri de Aris y Tovar. La
tercera procedía de Puebla de Argason, y se apellidaba De Ondona y
de Arana. Con la cuarta, María Thomasa de San Francisco Hurtado
de Mendoza y Bulon, ocurre que, siendo su padre el marqués de
Gauna, teniente de capitán general de los ejércitos del rey en los Paí­
ses Bajos, ella venía de Flandes. La quinta fundadora, madre María
Francisca de Jesús Teleche y Martínez de Murguía era natural de Sarriá
en el valle de Suia. La hermana de velo blanco que llegó también por
fundadora fue Jacinta de San Mi guel de apellidos De Mi gu el y Caray,
y sus padres eran vecinos de Gurbita, en el condado de Treviño.
Ninguna se propuso a sí misma, sino que fueron elegidas, según
la crónica, como "necesarias para plantar nuestra religión en aquel
nuevo mundo". Y ellas lo admitieron "con resignación". A ellas se sumó
doña Francisca Antonia, una sobrina del fundador, hija de don Pedro
Antonio de Mendívil y doña Francisca Antonia de Aguirre, naturales

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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 17

de Vitoria, joven de diecinueve años, quien tomó el hábito de novicia


el 26 de octubre de 1743, cuando aún estaban hospedadas en Regina
Coelli. El hábito lo recibió de manos del arzobispo Vizarrón y
Eguiarreta, acto que apadrinó la patrona doña Gertrudis. La crónica
menciona a otras seis jóvenes novohispanas que tras ella ingresaron
en ese mismo sitio, lo que muestra la inmediata acogida de la socie­
dad al nuevo instituto religioso.
Si a la nómina de las monjas profesas que está inserta en esta obra
sumamos los retratos que de algu nas de ellas se conservan en nues­
tros museos, la crónica adquirirá más realismo frente a nuestros ojos.
Las fi guras de esas mujeres criollas, y al gunas quizá con antepasados
mestizos, nos explican la propagación de la orden brigidina por su
integración a la sociedad mexicana. Por ello es que, tras la indepen­
dencia nacional, ellas subsistieron como asevera la crónica, en medio
de las luchas políticas, armadas e ideológicas de la nación y que, al ser
exclaustradas de su anti guo convento, hallaran el apoyo de una socie­
dad que las comprendió, compartiendo ese propósito que doña
Gertrudis expresó en su escrito petitorio de la fundación al decir que
lo hacía porque "a Dios le agradan los sitios donde lo alaben y bendi­
gan en la tierra como lo hacen los ángeles y los santos en los alcázares
celestiales" .28
Como era usual en este tipo de crónicas, existe en ella la sección
biográfica que muestra el fruto sobrenatural de la institución. Se ini­
cia con la remembranza de la obra y muerte de los patronos y su so­
brina, primera novicia del convento, acaecidas todas en 1748. De doña
Gertrudis Roldán Maldonado se exalta su caridad, insistiendo en que
fue ella quien desprendiéndose de sus bienes construyó y dotó el con­
vento. Allí se menciona el hecho de que murió el 23 de septiembre,
en la basílica de Guadalupe, mientras acompañada d-= sus amigas re­
zaba el rosario. A lo anterior sigu e el relato de que fue sepultada en el
presbiterio de la iglesia conventual, al lado del evangelio, en medio
de solemnes honras fúnebres presididas por su esposo y con asisten­
cia de la Real Audiencia, los dos cabildos, la nobleza de la ciudad y,
por supuesto, las monjas brígidas que tanto la llegaron a querer. Estos
relatos hagiográficos continúan con la muerte de don José Francisco
de A guirre que, entristecido por la muerte de su esposa, falleció tres
meses después, el 2 de diciembre, y fue enterrado también como pa­
trono en el presbiterio, al lado de la epístola.

18 A éndice, documento 1, sobre el otorgamiento dado por los señores Aguirre, 24 di­
p
ciembre de 1735.

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18 .JOSEFINA MURIEL

La sucesión en el patronato que estaba determinada por la escri­


tura constitutiva del mismo y reconfirmada por testamentos, corres­
pondió, a falta de hijos, al sobrino de don Francisco, don Pedro Anto­
nio Mendívil de A gu irre, quien mandó colocar en sendos "nichos del
presbiterio" las estatuas orantes de los fundadores, que ostentaban en
placas de mármol sus honrosos epitafios.
Al escribir sobre esto la cronista, que muestra su interés en la ver­
dad histórica de lo que consigna, aclara que la estatua orante de don
Francisco se colocó al lado derecho y la de doña Gertrudis, al izquier­
do, por orden del nuevo patrono que se empeñó en dar sitio preemi­
nente a su tío.
Desgraciadamente estas estatuas orantes que nos darían la ima­
gen de los personajes con sus rasgos físicos y vestimenta de la época
desaparecieron en el siglo XIX, al igual que las del convento de Santa
Isabel y las del de Santa Inés.
La crónica continúa con las biografías de las más destacadas mon­
jas, ejemplos de virtudes cristianas y monásticas; al hacerlo, nos va pre­
sentando cómo vivían y se educaban las niñas en el mundo vasco, como
se divertían, qué valores se les inculcaban, cuál era la relación familiar
de padres, abuelos, parientes y las ciencias y artes que se les enseña­
ban en el siglo XVIII. Todas estas enseñanzas florecerían en su madu­
rez y serían transmitidas a las novicias y niñas educandas de su con­
vento novohispano.
Por todo ello, no es extraño que tanto las monjas vascas como las
criollas novohispanas apreciaran el arte y enriquecieran su iglesia y su
convento. Arzobispos, virreyes, damas de la sociedad mexicana fueron
haciéndoles donaciones de pinturas, esculturas, piezas de marfil y or­
febrería que ellas valoraron, cuidaron y consignaron en la crónica, de
tal modo que el capítulo veintiséis es un verdadero inventario de lo
que atesoraron. También nos da la cronista noticias de los grandes al­
tares con que ellas embellecieron su iglesia, la sillería de su coro alto,
así como de las ampliaciones al convento que ejecutaron.
Leer esta parte de la crónica produce un gozo estético y la satis­
facción de conocer la generosidad de nuestros antepasados, pero,
finalmente, un dolor al constatar que todo lo perdimos, no por una
guerra o un bombardeo, sino por los saqueos a que dieron cabida las
Leyes de Reforma en el siglo XIX.
De cómo eran esa iglesia y el convento no informa la cronista, pero
gracias a los estudios de historiador del arte Justino Fernández pode­
mos conocerlo y saber dónde estuvo situado. Se hallaba en la primera
calle de San Juan de Letrán. Comprendía una superficie de nueve mil
varas cuadradas. La iglesia estaba orientada de norte a sur paralela-

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INTRODUCCIÓ N HISTÓRICA 19

mente a la calle. En el lado poniente de ella se hallaba el convento,


con su patio formado por los claustros alto y bajo, con "arcos de tres
centros, tres por lado, siendo su proporción de corta altura y los pila­
res que lo soportaban de orden dórico" . 29
La iglesia, al parecer, fue obra del arquitecto Luis Díez de Navarro
quien le dio una original planta elíptica. Sin embargo un documento
del Archivo General de la Nación que, con el número 6, publicamos
en el apéndice documental informa que en noviembre de 1744 esta­
ban a cargo de la obra varios maestros: "Actualmente como alarife
Bernardino de Orduña, cantero Juan de Orduña y carpintero Juan de
Orduña". Quizá el proyecto de la iglesia fuera del mencionado Luis
Díez de Navarro, pero al menos puede asegurarse que fueron los
Orduña quienes la concluyeron participando cada uno según su espe­
cialidad.
La fachada de la iglesia era de mármol y ostentaba en la parte
superior, sobre pilastras en ambos lados los escudos de los patronos.
En el primer cuartel aparecía esculpido lo correspondiente al apelli­
do de los Aguirre de Vitoria, que era una loba bajo un árbol, amaman­
tando dos lobeznos, y el segundo había una aspa con cinco gajos, refe­
rente al apellido Acedo. Además, fuera del escudo, se encontraba la
cruz de Calatrava y en el remate, un yelmo adornado con plumas. En
' el centro superior de la portada había un gran nicho con la escultura
de Nuestra Señora de las Nieves, titular de la iglesia, y rematándolo
todo una cruz, bajo la cual se hallaba el escudo de la orden de santa
Brígida. Completaba la construcción en el extremo norte una espada­
ña con cinco campanas, rematada con una cruz de piedra.
Para mirar más claramente la importancia de esta migración de
mujeres vascas en el siglo XVIII, hay que recordar qu�, al mismo tiem­
po que las brígidas, llegó otro grupo más amplio. Este era el de las
monjas de la Compañía de María que, con fines educativos, traería en
1754 la ya mencionada María Ignacia de Azlor y Echevers: lo constitu­
yeron trece monjas que procedían en su mayoría de diferentes lugares
de la región vasca. Éstas fueron: María Ignacia Sartolo Colmenares,
natural de Pamplona; María Estiben Echeverría y Ochoteco, de la vi­
lla de Lesaca, Navarra; María Josefa Burgos, de Pamplona; Ana María
Torres Cuadrado, de la villa de Hallo, Navarra; María Tomasa Telles
Ximénez, "nacida en Alfara"; Joaquina Azcárate y Ustóriz, de
Pamplona; María Isabel Fernández Zepillo, del Puerto de Santa Ma-

29
Justino Fernández, "El convento de Santa Brígida de México", Anales del Instituto de
Investigaciones Estéticas, n. 35, México, 1966, p. 15-24.

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20 .JOSEFINA MURIEL

ría; María Lucía Beramendi, de Pamplona; María Josefa Cabriada, na­


tural de Ágreda; María Águeda Urtazún, del valle del Roncal, Nava­
rra. Con ellas llegó también la madre Ana Theresa Bonstet que, al
igual que una de las brígidas, pr:ocedía de los Países Bajos, pues era
nacida en Bruselas, evidente manifestación de las relaciones entre vas­
cos y flamencos. 30
La inmigración de estos dos grupos, sumada a la creación de las
distintas instituciones femeninas que hombres y mujeres religiosos y
laicos, originarios u oriundos de esas tierras, realizan durante el siglo
XVIII, nos revelan el panorama de lo que fueron sus aportaciones en
el campo social, cultural y religioso de Nueva España.
De las instituciones que crearon, se acabaron en el siglo XIX las
que dependían del arzobispado, como la Escuela de Música y el Reco­
gimiento de la Misericordia. El Colegio de la Enseñanza, que ya se
había expandido en el de Guadalupe de indias de México y los de
Aguascalientes e Irapuato, sufrió su clausura y la expropiación de sus
edificios que pasaron a manos del gobierno juarista; empero, la insti­
tución formada ya por monjas mexicanas sigue en pie con sus grandes
colegios de niñas.
El Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas, por su total inde­
pendencia del clero, fue respetado y aun apoyado por las autoridades
liberales. Aunque la Cofradía de Aránzazu que lo patrocinaba fue abo­
lida, se le sustituyó oficialmente por una junta de patronos que son
quienes han sostenido en funciones y continuado así interrumpida­
mente desde 1767 a la fecha la labor educativa en el grandioso edifi­
c10 que ocupa.
El convento de Santa Brígida no tuvo la misma suerte. Con la apli­
cación de las Leyes de Reforma fue suprimido. El edificio conventual
fue vendido a particulares, pero la iglesia siguió en funciones hasta
1933, año en que fue demolida debido a la apertura de la avenida San
Juan de Letrán, hoy eje central Lázaro Cárdenas.
Sin embargo, en la última parte de la crónica se afirma que la or­
den de santa Brígida no desapareció de México; las monjas mexicanas
la han conservado hasta nuestros días, y hoy se encuentra extendida
en varios estados de la república.
Más de tres siglos han durado estas instituciones; las añejas pági­
nas que paleografio la doctora Anne Sofie Sifvert son por ello prueba
incontrovertible de la trascendencia histórica de la acción fundadora
de los vascos del siglo XVIII.

:m Pilar Foz y Foz, ofJ. cit., p. 185-188.

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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 21

La doctora Sifvert había estudiado y publicado una parte de esta


crónica para el estudio lingüístico que constituyó su tesis doctoral en
la universidad de Estocolmo. Conocido el valor documental de su obra,
el Seminario de Crónicas del Instituto de Investigaciones Históricas la
invitó a venir a México para concluir la versión paleográfica de toda
la crónica referente a México. A su trabajo debemos el tener el texto
completo que hoy publicamos.

JOSEFINA MURIEL.

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ADVERTENCIA

La crónica del convento de Nuestra Señora de las Nieves. Santa Brígida


de México está compuesta de treintaiún capítulos, de los cuales en esta
edición se presentan solamente veinticinco más el llamado último ca­
pítulo. La razón de ello es que los primeros seis, referentes al desarro­
llo de la orden brigidina en España, no corresponden al propósito del
Instituto de Investigaciones Históricas, de la Universidad Nacional
Autónoma de México, que es el de publicar crónicas de las institucio­
nes femeninas de México.
El convento Santa Brígida de México fue fundado por seis monjas
españolas provenientes de Vitoria (País Vasco) de un convento de la
orden brigidina de Suecia.
La primera parte de la crónica que presentamos fue escrita entre
los años de 1738 y 1782 por una monja española y cuatro criollas. Es
notable que un texto escrito hace más de doscientos cincuenta años
todavía nos conmueva por su espontaneidad y nos hable de genera­
ciones y fronteras geográficas ltjanas. Las últimas quince páginas fue­
ron escritas en los años de 1944-1952 por la entonces abadesa Rosalía
del Patrocinio. Las incluimos aquí, sin embargo, por el interés histórico
que tienen. Nos dan informes sobre las vicisitudes de la exclaustración
y las dificultades que tuvieron las monjas después de ella. Gracias a este
último relato conocemos cómo vivieron las monjas desde finales del si­
glo XIX hasta la década de 1950.

Algunas anotaciones sobre el marco histórico

El primer convento de Santa Brígida (1303-1373) se fundó en 1384


en Vadstena, Suecia, con santa Catarina, hija de santa Brígida, como
su primera abadesa. La orden brigidina, también conocida bajo el nom­
bre de la Orden del Santísimo Salvador, se extendió por varios países
del mundo. En el curso del siglo XVI, la Reforma protestante casi bo­
rró la orden de los países del norte de Europa. Fue introducida en
España en el siglo XVII por Marina de Escobar. Ella obtuvo del papa

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24 ANNE SOFIE SUVERT

Urbano VIII la licencia de establecer la orden. Cinco conventos se fun­


daron en la Península Ibérica:
Valladolid, Castilla la Vieja, ciudad natal de doña Marina de Esco-
bar (1637).
Vitoria, Álava (1653).
Paredes de Nava, Castilla la Vieja (1671).
Lasarte, Guipúzcoa (1671).
Azcoitia, Guipúzcoa (1691).

La fundación mexicana

En varios estudios realizados en México sobre fundaciones de conven­


tos, por ejemplo, los de la doctoraJosefina Muriel,Justino Fernández,
Marroquí y Rosell, se informa que ya en el año de 1670 un matrimo­
nio mexicano formado por don Francisco de Córdova y Villafranca y
su esposa doña Jesús (Ynes) de Yzita, pidieron permiso para fundar
un convento brigidino en México. Este proyecto no llegó a realizarse,
pero una copia de la petición del año 1672 se encuentra en el Archivo
General de la Nación y la reproducimos en esta edición en el apéndi­
ce. No fue hasta unas seis décadas más tarde que el matrimonio de
don José Francisco de Aguirre y su esposa doña Gertrudis Roldán y
Maldonado volvieron a considerar la posibilidad de introducir en Méxi­
co la orden de santa Brígida.
Era doña Gertrudis quien disponía de los recursos económicos para
financiar la edificación del monasterio. Su primer marido, don Melchor
de Surbano, la dejó única heredera de sus riquezas, haciéndole pro­
meter que después de su fallecimiento se emplearía el dinero en la
fundación de un convento. Una vez viuda doña Gertrudis se puso va­
rias veces delante de un cruciftjo preguntándole a Jesús de qué orden
debía fundar el convento. Oyó una voz decir: "Santa Brígida, Santa
Brígida" y habló con su confesor, quien conocía esta orden y quien
además le recomendó casarse con el oidor Aguirre.
Don José Francisco de Aguirre, segundo marido pues de doña
Gertrudis y oidor de la Real Audiencia de la Corte de México, era na­
tural de la ciudad de Vitoria, España, razón que le induciría a propo­
ner a su esposa que hiciera la fundación con monjas brígidas de aque­
lla ciudad. Sobre la petición de los señores de Aguirre y la licencia del
2 de mayo de 1738 se puede leer en un documento del Archivo Gene­
ral de la Nación, fondo Bienes Nacionales, legajo 242, expediente 2.
Después de cierta discordia por parte del convento de Valladolid,
casa matriz de la orden, cuya abadesa protestó, sosteniendo la prima-

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ADVERTENCIA 25

cía de Valladolid, las madres vitorianas finalmente ganaron el pleito.


Parece que la Abadesa de Valladolid no hubiera conocido la petición
de los señores de Cordova y Villafranca, porque no se menciona en la
crónica, así que este suceso no debe haber influido en la decisión de
la abadesa vallisoletana de protestar. Las madres de Vitoria se mantu­
vieron firmes en la convicción de que eran ellas las elegidas para la
fundación en México.
Obtenidas la licencia del rey de España y la autorización del papa,
seis monjas de Vitoria fueron elegidas como fundadoras del nuevo con­
vento: las madres T heresa Brígida de Jesús, abadesa, Juana Petronila
del Patrocinio, María Catalina de la Concepción, María Tomasa de San
Francisco, todas de coro y velo negro, y como fundadora de velo blan­
co fue elegida la hermana Jacinta de Santa Bárbara. Se documentan
en la crónica misma, capítulo VII, y en el Archivo General, legajo 242,
expediente 4.
Tomaron posesión de su convento en 1744, después de un largo
viaje y una estancia de un año con las monjas concepcionistas del con­
vento de Regina Coeli. El primer convento brigidino comprendía nue­
ve mil varas cuadradas, situado en la calle San Juan de Letrán (ahora
Lázaro Cárdenas) entre las actuales calles Artículo 123 e Indepen­
dencia. La orden creció y las monjas pudieron vivir en relativa paz
hasta 1861. A partir de entonces tuvieron que abandonar el conven­
to en repetidas ocasiones debido a las Leyes de Reforma iniciadas
por el presidente Benito Juárez. A partir de 1867 vivieron en dife­
rentes casas privadas. En 1886 empezaron de nuevo a recibir novi­
cias y en 1895 se trasladaron a Tacubaya a una casa regalada por el
señor don Vicente Escandón. En 1914 tuvieron que vivir dispersas a
causa de la revolución maderista. En 1935 se instalaron en Mixcoac y
en 1966 la orden adquirió un terreno en la delegación T láhuac. Allá
se construyó un edificio donde residen ahora las monjas desde el 15
de febrero de 1970.1
También salieron tres nuevas fundaciones mexicanas del convento
matriz de la antigua rama española. Además del convento de T láhuac,
México D.F., hay conventos en el estado de Puebla (1907, cuando vi­
vió la comunidad matriz en Tacubaya), Tecate, Baja California (1975)
y Tijuana, Baja California ( 1988). En 1997 se fundó un convento en
Huaraz Ancach, Perú.
Asimismo existen conventos de la llamada nueva rama sueca, ini­
ciada en Roma por una sueca, Elisabeth Hesselblad, en 1911. De la

1
e¡: Olsson, 1973.

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26 ANNE SOFIE SHVERT

casa matriz romana salieron fundaciones a Suecia, por ejemplo, el con­


vento de Djursholm (1923), el nuevo convento de Vadstena (1935) y el
de Falun (1967). En México hay cuatro monasterios de esta nueva rama,
el de Tacámbaro, Michoacán (1953), San Pedro de los Pinos, México
D.F. ( 1979), La Paz, Baja California (1984) y el de Colima (25 de mar­
zo de 1995).

El manuscrito y las cronistas

La crónica consiste en 245 páginas escritas, 62 en blanco y dos hojas


de guarda, de papel grueso. Las hojas de guarda no llevan escritura.
En la segunda hoja aparece el escudo de la orden brigidina, de 180
por 160 mm, pintado a mano, probablemente por la abadesa Theresa
Brígida. Lleva una corona en la parte de encima, y sus cuatro cuarte­
les de colores son plata, oro, azul y rojo, con la inscripción: HAEC SUNT
ARMA MILITIAE ET RELIGIONIS NOSTRAE, en tinta roja. Consiste en to­
tal de 31 capítulos (más un último capítulo) escritos por seis manos
diferentes. Las primeras 73 páginas fueron copiadas del manuscrito
original, guardado en Vitoria, España, y las últimas 172 páginas fue­
ron escritas en México, sólo algunas copiadas, y por la mayor parte
escritas por las cronistas mismas. Por lo que sabemos, es éste el único
manuscrito original que existe. Está guardado en el convento brigidino
de Tláhuac.
La primera parte de la crónica fue escrita por las primeras cinco
cronistas entre los años 1738 y 1782. La MadreYsabel Antonia, a quien
corresponde más de cien páginas, confirma ella misma su autoría en
la página 200 del manuscrito, donde informa además sobre otra de
las cronistas (probablemente Benita Francisca de San Joseph, segunda
cronista). Las últimas 15 páginas se escribieron en tiempo moderno
(1944-1952) por la entonces abadesa madre Rosalía del Patrocinio, lo
que llamamos el capítulo final, sin número. Hemos dividido la cróni­
ca en seis partes, de la A a la F, por las seis letras distintas. Después de
haber estudiado las diferentes letras en el Libro de Ingresos, donde
firman sus entradas todas las monjas, suponemos que las cronistas son
las si gu ientes:
a) Páginas 1-53: posiblemente María Catalina de la Concepción,
española, y una de las madres fundadoras. Vivió de 1693 a 1764.
b) Páginas 54-94: probablemente Benita Francisca de San José
(criolla). Vivió de 1730 a 1759.
c) Páginas 94-200: Ysabel Antonia de Señor San Miguel (criolla).
Vivió de 1715 a 1782.

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ADVERTENCIA 27

d) Páginas 201-205: Inésjoaquina de Señor San José (criolla). Vi­


vió de 1744 a 1823.
e) Páginas 206-230: María Antonia de San Pedro (criolla). Vivió de
1747 a 1822.
f) Páginas 231-245: Rosalía del Patrocinio de Nuestra Señora (mexi­
cana). Vivió de 1879 a 1974.

En la edición hecha en Suecia editamos los capítulos VII-XII


(p. 49-116 del manuscrito) incluyendo la primera cronista (posible­
mente María Catalina de la Concepción), española, que copió un texto
escrito en España; la se gunda cronista (probablemente Benita Fran­
cisca de San José), criolla, que copió un texto escrito en España, escribió
varias páginas al dictado de la abadesa española y escribió otras pági­
nas al dictado de una monja criolla (Ysabel Antonia); la tercera cronis­
ta (Ysabel Antonia), criolla, que dictó cierto número de páginas y fue
autora directa de otras muchas que siguen.
En esta edición, publicamos los capítulos restantes de la crónica, a
saber: los capítulos XIII-XXXI, más un capítulo sin número (p. 116-245
del manuscrito) incluyendo a la tercera cronista-autora (Ysabel Antonia),
criolla (p. 116-200); la cuarta cronista-autora (Inés Joachina de Señor San
Joseph), criolla (p. 202-205); la quinta cronista-autora (María Antonia de
San Pedro) criolla (p. 206-230); la sexta cronista-autora (Rosalía del Pa­
trocinio de Nuestra Señora), mexicana (p. 231-245, de letra moderna).

Comentario lingüístico

En este estudio demostramos las convergencias y divergencias del tex­


to con respecto al uso general de la época. El texto no es precisamente
literario, sino que está escrito en forma de diario, de estructura infor­
mal, espontánea y próxima a la de la lengua hablada. Por otra parte,
tiene el texto un estilo claramente clerical o eclesiástico y está imbuído
de una profunda religiosidad. Esta mezcla de componentes produce
el efecto que se podría calificar de semiculto.
La crónica muestra cierta inestabilidad en las grafías, también hay
variaciones en las mismas cronistas. Pueden deberse a pura distrac­
ción, pero hay que tener en cuenta que no fue hasta 1844 cuando fue
reglamentada la ortografía en la enseñanza de las escuelas de España,
y aún más tarde en México. Es natural, pues, que haya vacilación en el
uso ortográfico del español.

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28 ANNE SOFIE SIFVERT

Principios para la edición de las dos partes de la crónica

Reproducimos en las dos partes el texto del manuscrito original. Se


ha respetado la grafía, corrigiéndose sólo los errores evidentes, como
letras, sílabas y palabras omitidas, añadidas o equivocadas. Los ele­
mentos omitidos se introducen en el texto entre corchetes. Las letras
o sílabas equivocadas van señaladas en notas a pie de página, mien­
tras que elementos que sobran se conservan enmarcados entre parén­
tesis angulares < >. Los acentos sobre fuí, fué, dió, vió se han conser­
vado en la parte F, escrita en tiempo moderno, como muestra de que
todavía no se había formado la norma sobre la omisión de estos acen­
tos (1957).
Se conserva la división original en capítulos. Cada capítulo va in­
dicado con cifras románicas entre corchetes. Además se han dividido
los capítulos en apartados menores, a fin de aligerar un poco la im­
presión compacta que nos da el manuscrito y así facilitar la lectura del
texto. En la edición de la primera parte las líneas van numeradas de
cinco en cinco con cifras arábigas en el margen izquierdo, para poder
remeter el Comentario lingüístico de la misma edición. En la edición de
la segunda parte no numeramos las líneas para evitar repeticiones.
Casos importantes los comentamos en notas a pie de página o nos
referimos a la primera parte.
La primera parte empieza en la página 49 de la crónica original
hasta la página 116. La segunda empieza pues en la página 116 hasta
la última página 245. Cada cambio de página en el manuscrito se
anota a continuación con cifras entre corchetes en el texto de ambas
partes.
Se ha modificado bastante la puntuación. A menudo se ha cam­
biado una coma (seguido o no de mayúscula) en punto. Asimismo se
han cambiado los dos puntos (:), el punto y coma (;) y la doble raya
(=)-en el signo que exija el contexto, normalmente un punto. En al­
gunos casos hemos agregado una coma. Se han añadido comillas para
marcar citas. Es interesante notar cómo se moderniza la puntuación,
por supuesto, más y más en los últimos capítulos de la crónica.
Empleamos letras cursivas tanto para los resúmenes que encabe­
zan cada nuevo capítulo como para epígrafes dentro del texto.
El uso de paréntesis reproduce fielmente el del manuscrito.
Las formas abreviadas se escriben en su forma completa, sin que
vayan indicadas en cursiva las letras embebidas.
Hemos omitido los acentos circunflejos siempre que ocurren, por
no tener otro valor que adorno, como tampoco se reproducen los

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ADVERTENCIA 29

subrayados bajo cifras, ya que no nos ha parecido nin gu na necesi­


dad de ello.2
Las mayúsculas del manuscrito se conservan en los casos siguientes:
a) Al empezar un capítulo o un periodo.
b) En nombres propios (antropónimos y topónimos). Corregimos
en mayúscula si un nombre propio en el manuscrito está escrito con
minúscula.
c) En títulos y designaciones de oficios y personas como Abogado,
Confesor, Religi,osa, Señor, Señora, etc., respetando el uso del manuscrito.
d) En sustantivos y adjetivos reverenciales como Corte, Exelentisimo,
Pontifisia, Real, Reina, Reino, Vuestra Señoria, Ylustrisimo (pero no el ad­
jetivo ylustre).
e) En sustantivos y adjetivos de carácter religioso como Alma, Altar,
Altisimo, Beatico, Casa (por convento), Christiano, Cielo, Comunidad,
Cornunion, Combento, Crusi.fijo, Cruz y ciriales, Devosion, Dios, Divina Mages­
tad, Espíritu (por espíritu santo), Habito, Hermana (por monja), Himnos,
Madre, Nobena, Oraziones, Orden, Profesiones, Regla, Rosario, Sagrado, Santo,
Yglesia, también figuran algunos verbos indicando acciones litúrgicas como
Adorar, Sacrificar, Servir, etc. Corregimos en mayúsculas en los pocos casos
en que la escritora, por falta de consistencia, ha utilizado minúsculas.

Las mayúsculas en el interior de la palabra se reproducen como mi­


núsculas.
A pesar de aparecer a veces con mayúscula en el texto, se escriben
siempre con minúscula las palabras anhelo, casa, capitular, ciudad, comi­
tiva, corazon, dotazion, espíritu (por espíritu humano, es decir valor), es­
poso-a, fundación, fundador, hacienda, instituto, lisensia, provincia, pueblo,
recoleccion, recoletas, villa, como los nombres de meses y los numerales,
las partes del día y los términos de parentesco.
La unión y separación de palabras se reproducen según las nor­
mas actuales, excepto los grupos de el y a el que se conservan.
Reproducimos fielmente el uso que hacen las cronistas de las le­
tras i, y, u, v y b. Se ve que el uso se moderniza más y más hacia el final
de la crónica.
Las notas a pie de página son de dos categorías: correcciones en
el manuscrito; explicaciones de carácter enciclopédico, o, en la edi­
ción de la se gunda parte, también lingüístico.

ANNE SOFIE SIFVERT

� Véase comentario lingüístico, la edición de la primera parte, 2.1.3. y 4, Sifvert, 1992.

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I

CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES


SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO

CAPITVLO PRIMERO [VII] 1

De la fvndacion que salio de Vitoria para el Convento, que en la grande civdad


de Mexico .fundaron los illustres Señores el Señor Don Joseph Francisco de
Aguirre, Cavallero del Orden de Calatrava, del Consejo de su Magestad y
su Oydor en la Real Audiencia de la Corte de Mexico y la Señora su esposa,
Doña Gertrudis Antonia Roldan y Maldonado

[p. 50] Nuestro gran Dios y Señor, como tan amante esposo de nues­
tra Madre Santa Brixida, a mirado siempre con expezialisima y
prodixiosa prouidenzia a la Relixion que por orden de su Magestad
fundo la Santa Madre, teniendola siempre debaxo de su amparo, como
lo experimenta esta Relixion o recoleccion del mismo ynstituto, que
su regalada esposa, nuestra venerable Madre y Señora Doña Marina 2
de Escobar, traxo a España por mandato de su Magestad, para que
fuese muro y defensa de esttos Reinos de España y lugares donde vbiese
Comventos de esta Sagrada Relixion que con sus exemplos y exsacta
obseruanzia siruiesen de edificazion a los pueblos.
Y las Hixas de la Santa Madre, deseando corresponder agradezidas
a la Divina Magestad, y que sea Alabado por sus grandes obras, an
procurado sea conozido este Santo instituto y en expezial en este San­
to Convento de la Magdalena, recoletas de nuestra Madre Santa
Brixida. A ynfundido el Señor vn espiritu y anelo de la maior esttension
de nuestra Sagrada Relixion, mosttrando su Magestad es suya la
mocion 3 y que [p. 51] era de su agrado.

1
Va entre corchetes el número que corresponde a la numeración de la crónica general.
� En Marina hay una a borrada entre la i y la n (Mariana). Esta cronista escribe Mariana
vanas veces.
:i Es suya la moción, entre líneas, con tinta más negra que el resto, parece añadido pos­
terior.

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32 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Pues, como se a visto arriba en el capitulo quinto de este libro,


todas las fundaziones que se movian hazian su llamada a esta Comu­
nidad.
Y por yncombenientes que se ofrezieron no llevaron efecto, pero
si el enferborizarse los corazones de las Relixiosas de estta Casa a pe­
dir al Altisimo Dios mouiese algunos corazones piadosos a hazer al­
gunas fundaziones de nuestra Sagrada Relixion, y que fuese conozida
en todo el mundo como Relixion tan escoxida de su Magestad, y fun­
dada en onrra de su Santisima Madre por vna Santa tan esclarezida
y faborezida de su Magestad como fue nuestra Madre Santa Brixida, y
traida a España, como queda dicho, por nuestra venerable Madre y Se­
ñora, Doña Marina 4 de Escobar.
Y asi an sido continuas las Oraziones y plegarias que de Comuni­
dad y en particular hazian a este fin, causando gran desconsuelo aun­
que resignado en la boluntad de el Señor el considerar lo acavado de
los ttiempos, que ni los animas ni los caudales estavan para nuevas
fundaziones, y mas hauiendo tantos Comventos de las <lemas [p.52]
Ordenes, no se podia prometer se abriese camino a nuestros deseos.
Pero el omnipotente y misericordioso Señor de cielo y tierra,
conpadeziendose de la afliczion de esta Comunidad, como Señor y
dueño de los corazones, quando mas desauziado estava, yba su Ma­
gestad mouiendo el animo de un Caballero, que para que se venere y
reconozca a sido obra solo de su omnipotenzia. Quiso fuese fuera de
estos Reynos en el nuebo mundo y gran ciudad de Mexico. Estte Ca­
ballero, que ya hazia que estava en aquella ciudad ttreinta años, poco
mas o menos, y es natural de estta ciudad de Vittoria, se llama Don
J oseph Franzisco de Aguirre, a quien, como a sus padres, deuio esta
Comunidad grandisimo afecto y vna ynclinazion natural a la Relixion.
A este Caballero, por sus muchas letras y grandes meritas, le
confirio el Rey nuestro Señor la plaza de Oidor en la Real Audienzia
de Mexico adonde paso. Y desde estte ttiempo no tubo esta Comu­
nidad comunicazion con dicho Señor ni jamas le escribio. Y aunque
delante de la Magestad Divina le tenia mui presente esta Comuni­
dad en sus Oraziones, nunga 5 se le hizo la menor expresion . Y asi
no hauia el menor ofrezimiento [p. 53] de lo que su jeneroso animo
executava hastta el año de treinta y quatro que rezibio vna cartta, su
fecha de treinta y vno de mano de el mismo año y llego en veinte y
nueve de agosto de el mismo, de su Señoria, el Reverendisimo Padre

1
Ms Mariana.
-·• La forma n11n�a aparece una sola vez en todo el manuscrito por eso la consideramos
1111a l'n·ata nm· nnnt:n.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 33

Frai J oseph de Mena de la Orden de el Serafico Padre San Franzisco,


que residia en el Comventto de su Orden de estta ciudad y hauia sido
su Guardian y Prouinzial de estta prouinzia, con quien ttenia el Señor
Don Franzisco de Aguirre yntima comunicazion. Y en ella le ponia un
capitulo en que le expresava esttas razones.

Cajlitulo de la carta, que escribio el Patron al Reverendisimo Padre Mena

"Aunque considero a Vuestra Reverendisima tan ocupado, me pareze


le sobra caudal para entender en ottros negozios y aun xenio, si son de
el agrado de Dios, como lo es el yntento de vno de mis parienttes
de fundar en estta ciudad vn Comvento de Relixiosas Brixidas, a quie­
nes, despues de darles en devida perfeccion y a las medidas de su
intentto, (p.54] Yglesia 6 y Combento, ofrese cien mil pesos para que
con sus reditos se mantengan quinse Religiosas, que se han de rezibir
sin dote con aquel consetimiento o elecsion de el Patron que paresiere
mas del agrado de nuestro Señor, y de las <lemas, asta conpletar el
numero, con el dote que señalare el Ordinario. Esta Planta la he apro­
bado como vtilisima, hasi porque os propague en este nuebo mundo
vn ystituto tan Santo, como por que los dosilisimos naturales de esta
tierra se amoldaran a el, como lo an echo al de las Santisimas Capu­
chinas, donde se crian grandes Almas con notable edificazion de todo
este Reino.
Para esto quisiera el Pretendiente traer fundadoras de esas partes,
porque, como prebino el Ylustrisimo Señor Barzia en otra pretension
de estas mismas circunstanzias, son mui nesesarias las fundadoras para
que se llegue a la perfecsion de un instituto istrecho, por lo que qui­
siera sondeara Vuestra Reverendisima el animo de las Señoras
Victorianas, que creo se arroxaran a muchos riesgos por aumentarle a
Dios estos triunfos. Y con su consentimiento se determinaran las otras
diligenzias."
Este Reverendisimo Padre busco a nuestro Confesor maior, el
Lizenziado Don Andres Ruiz de Zenzano y Orosco, y le comunico di­
cho capitulo de carta el que fue dia treinta de agosto. Despues que
ablaron sobre la materia, vino dicho Confesor tan alborozado como se
puede considerar, y el gran Zelo que nuestro Señor le havia ynfundido
en todo lo que era de su maior gloria y aumento de nuestra Religion,
y leio a la Comunidad el capitulo de la carta de el Señor Don J oseph

i; Con la palabra Iglesia empieza otra mano, la de la segunda cronista, Benita Francisca.

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34 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Franzisco de Aguirre, el que causo en nuestros corazones un gran


asombro y admirazion de las obras de nuestro gran Dios, con tan
espezial consuelo y alegria que no se oia otra cosa que Alabar al Señor
por sus maribillas y darle grazias y congratulamos vnas con otras, de
her abria la Dibina Probidensia camino al desaogo de nuestros anelos
de la estension de nuestra Sagrada Orden.
Y aunque al punto se nos representaron los travajos y penalidades
que se abian de 7 segu ir a esta Comunidad en caso tan arduo, ynfundio
su Magestad tal animo y unicos deseos de la gloria de Dios, y de que
nuestro Santo ynstituto fuese conozido, que ardian nuestros corazo­
nes con deseos de Sacrificarnos a su Santo Servizio en agradezimiento
de el benefizio que benia derechamente de su misericordia y poder.
Despues que se trato de la [p.55] novedad tan ympesada, fue toda
la Comunidad al Coro a dar a nuestro gran Dios Sacramentado las
grazias, con el "Te Deum Laudamus" y otras muchas Oraziones. Al
otro dia se bolvio a juntar la Comunidad, para disponer el darselas a
la Dibina Magestad con al gunos Particulares Cultos y Oraziones, y asi
se dispuso con consejo del Confesor que a la mañana se dijesen por
una Nobena la Letania 8 maior de los Santos. Y despues la Missa que
dijo dicho Confesor, por toda la Nobena, abierto el Sagrario sin cam­
panas por estar el negozio en gran secreto asta el tiempo que adelan­
te se dira, a la tarde se dispuso desir la Letania de nuestra Señora
tambien con muchas Oraziones y ademas de esto muchos exer[ci]sios
y Nobenas de Comunidad, asi para muestra de nuestro agradezimiento
a Dios y su Santissima Madre como para pedir el azierto en dirixir
negozio tan grave. Y se solisitaron de muchas Comunidades a este fin
Oraziones con titulo de grabe nesesidad.
Despues de esto la Prelada junto muchas veses la Comunidad para
abiar sobre la materia, y que cada vna libremente dixese su sentir en
orden a admitir la propuesta de fundazion en Reino estrano y vltra­
marino, todas y cada vna de por si, considerando que segun las sircuns­
tansias era de el agrado de el Señor. Y movido por su Alta Probidensia
respondian que fuese aseptada de voluntad. Asi mismo, todas las veses
de estas juntas, asi el Confesor como la Prelada pre guntaban a cada
vna de las Religiosas si tubieran animo, si les mandaran yr a la fundasion,
y todas con grande animo respondian que desde luego sacrificaban su
vida y boluntad 3. obedeser, aunque supiesen acabar en la demanda con
tanto ferbor de espíritu y de aser a nuestro Señor y a la Religion este
Serbisio que era un consuelo yndesible. Tambien se discurria en las

i Se abian de interlineado encima de seguir.


H Ms. lela/anul.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 35

circunstanzias de las proposisiones de la fundasion y lo que se abia de


responder al Señor Aguirre y las dificultades que se ofresian. Al fin,
despues de aberse mirado bien todo y encomendado a Dios, se resol­
vieron a responder a dicho Caballero en la forma si guiente:

Carta escrita de esta Comunidad al Patron, que fue la primera

[p. 56] «Mui Señor mio de nuestra maior benerasion. Aunque no es


fasil con nuestras cortas espresiones manifestar a Vuestra Señoria el
sumo reconosimiento con que se halla esta Comunidad a la espesial
honrra y memoria con que la faborese en capitulo de carta de el Reve­
rendisimo Padre Frai J oseph de Mena, nuestro apasionado, no permi­
te nuestro agradesimiento dejemos de rendir a Vuestra Señoria nues­
tra gustosa obediensia y millones de grazias, las que emos dado a nuestro
Señor que a movido a Vuestra Señoria se aquerde 9 de las Brigidas, ala­
bando su admirable providensia en obra de tan grande gloria de su
Magestad y provecho de las Almas, que al oir el contenido de su pro­
puesta de Vuestra Señoria nos ynfundio tan gran consuelo y animo
para ar[r]ajarnos a todo travajo, que sin dificultad, a ser cosa posible y
que dependiera de nuestra boluntad, bolaramos en alas de nuestro de­
seo a presentarnos ante Vuestra Señoria y su pariente, que ase obra tan
Santa como disponer medios para que la Religion de recoletas de nues­
tra Madre Santa Brigida se dilate en un Reino tan grande.
Y con la sircunstansia de ser protexida de el Patrosinio de Vuestra
Señoria, que con su gran prudensia, Selo Christiano y discresion
dirixira la materia de forma que sea todo para maior Serbisio de Dios
y cumplimiento de obra tan ynsigne. Y asi Señor, no queda a esta Co­
munidad mas boluntad que la de Vuestra Señoria, que tiene heredado
de su Santo Padre el amor a esta Comunidad [y] el mirar por sus au­
mentos. Y aunque siempre emos tenido a Vuestra Señoria mui pre­
sente en nuestras Oraziones, aora es con nueba obligasion. Y no
sesaremos de clamar a su Magestad por la salud y maiores asiertos de
Vuestra Señoria y de su pariente, y que cuanto antes lleve efecto esta
fundasion a fin de que no aiga largas y se finalise.
Mas nos presisa prebenir al gunos reparos que puedan poner nues­
tros Superiores, y son que siendo nuestro numero de Religiosas
tr[e]inta, veinte y quatro de Belo Negro y seis Legas, y siendo quinse
las plasas que pide el Patron, que es la mitad de la Comunidad, aun-

9
Ms. aqueerde (probablemente para marcar la pronunciación [kw].

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36 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

que se esplique en las Capitulasiones an de ser de estas dose de Coro


y tres Legas, a de pareser grande el numero de plazas a dichos Supe­
riores. Confesamos es grande la dotazion que esplica Vuestra Señoria,
y no dudamos abra regulado su redito correspondiente para mante­
ner cada yndividuo segu n nuestra Orden, que esta nos provee en un
todo, de forma que la Religiosa no tiene que cuidar para si ni de un
alfiler ni los parientes ninguna obligazion de su asistenzia.
Bestimos lienzo y mucha parte de el año se come carne. Tenemos
buena cama y calzado, suma assistensia en salud y enfermedad. Nos
da la Regla un Confesor maior que siempre es hombre de letras y
graduasion que no solo sirbe de Confesor [p.57] sino de hazer todas
las funsiones de dar Habitos y Profesiones y <lemas que tiene la
Horden, y tocan al Obispo si estubiese presente. Y asi correspondien­
te se le da la renta. Tambien da otros dos Confesores, dos o tres Cape­
llanes, dos Hermanas para que Sirban fuera de el Combento y otros
dos Criados. Y todos estos gastos y los de la Yglesia salen de las rentas
de la Comunidad; es berdad que nos acomodamos a lo que da si el
tiempo y las rentas [... ].
El Combento nos da la Regla grande dormitorio con seldas no es­
trechas, y que tengan su retrete y otras piesas, como son nobiziado,
sala de capitulo, y otras ofisinas. Vuestra Señoria ara memoria quan
pequeño era el Combento de aqui, pero aora no lo conosera Vuestra
Señoria de lo que se a estendido de guerta.
Tambien nesesitamos que, como es tanto nuestro retiro, es menes­
ter al gu n alivio para benefisio de la salud, que aunque no nos da mu­
chas austeridades nuestro ynstituto, es mucho el tiempo que ai de Coro
y Orazion mental, que son tres oras, y la abstrasion y retiro de criatu­
ras grande; que cuando Vuestra Señoria bea nuestra Santa Regla se a
de enamorar de nuebo de tan perfecto e ynterior instituto.
Tambien a de aber pegado al Combento cassa para el Confesor
maior y Hermanas de fuera, y de mas familia, para que con una cam­
panilla se pueda llamar de el Combento por lo que se pueda ofreser
de noche. Todo esto digo porque Vuestra Señoria tenga una breve
notisia de nuestra forma de vida.
Tambien sera combeniente declarar en las capitulasiones que si con
la injuria de los tiempos decaieren las rentas en que esten ynpuestos los
cien mil pesos al respective, se aian de resumir las plasas; que con estas
circunstansias sera facil sacar la lisenzia de nuestros Superiores y sera
lastima encuentre en portillo para oponerse a nuestra fortuna.
Esta carta se escribio en veinte y seis de septiebre de dicho año de
mil setezientos treinta y quatro, y la firmaron para maior fee ademas
de la Prelada las seis Discretas. El Confesor maior le escribio tambien

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 37

las grazias como parte tan ynteresada en la materia y que la havia de


man�jar. El Reverendísimo Padre Mena tambien le escrivio en la mis­
ma forma.
Con estas diligenzias quedo en sumo silenzio el negosio, de forma
que nadie llego a rastrear ni ymaginar nada. Solo entre nosotras se
conferenziaba y prevenian al gu nos lanses que podian acaeser, que pu­
diesen ympedir, o por lo menos perturbar, fuese el negosio adelante y
a su perfecsion.
Y asi se discurrian los medios para desvaneserlos, asta que el año
ele [p.58] mil setezientos treinta y sinco vino carta de Don Joseph
Franzisco de Aguirre en derechura a la Comunidad, respondiendo a
la que se le avia escrito, en donde descubría el emboso y declaro.
Desia como su Señoría y su esposa, Doña Gertrudis Roldan, eran
los que a Dios y a nuestra Madre Santa Brigida hazia[n] tan gran
Servisio y obsequio. Esta Señora es mui prinsipal y rica y hiendo no
tenían susezion, querían aser a Maria Santissima heredera de sus
posseziones, en la maior parte, y dedicarle un Templo con titulo de
Nuestra Señora de las Niebes, a imitasion de aquellos Devotos Caba­
lleros 10 que ysieron en Roma aquel Templo, y llevar Hijas de nuestra
Madre Santa Brigida que se empleasen en las Alabansas y Cultos de
esta Divina Reina que con espesial titulo es Madre de esta Religion.
Pues nuestro Señor, en una de las revelasiones de nuestra Santa Ma­
dre, la clise fundaba esta Orden a honor de su Santissima Madre, y en
muchas partes llama a estas Religiosas Hijas de mi Madre Santissima.
Escribí[o] al mismo tiempo a dicho Confesor y al Reverendissimo
Padre, que ya abia muerto (y ido a gozar el premio de sus travajos,) en
su Combento de esta ciudad, y asi mismo a Don Juan Vrtado de
Mendosa, Señor [de] Martioda y otros muchos lugares, bien conosido
por su ylustre prosapia y gran apasionado y bienechor de esta Comu­
nidad y amigo de el fundador. Tambien le escribio a su cuñado, Don
Pedro Mendibil, y a un hijo suio, Canonigo de la Colegial de esta ciu­
dad, y otra en comun a estos Señores, embiandoles poder y instrucsio­
nes para capitular con esta Comunidad, y la horden de obtener y
cliligensiar lisensia de su Santidad que por ser en Reino vltramarino
esta fundasion, se considero muí conbeniente, pues para los de den­
tro de España con la de los Obispos o Señor Nunsio es bastante.

10 Los dtvolos caballeros aluden a un matrimonio, un señor llamado Juan y su esposa, que
no tenían h�jos y que vivían en Roma en el siglo IV. Una noche estos señores y el entonces
papa Liberia, tuvieron el mismo sueño. Soñaron encontrar un pedazo de nieve en el monte
Esquilino, milagrosamente, porque era verano. En este lugar Juan costeó la construcción de
una basílica con el nombre de Nuestra Señora de las Nieves. (C/ Juan Croisset, Novisimo Año
Cristiano, México, 1903).

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38 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Lue[go] que llego esta notisia a Victoria se publico, y fue tal la


nobedad y commosion de todo el pueblo assi de Caballeros, Señoras y
demas jente, Comunidades Eclestiasticas y Religiosos, que todos benian
a porfia a dar los plasemes. Y las Comunidades los embiavan por sus
Comisarios con tan gran regosijo que era de admirar, pues todos asian
onrra que de Combento de esta ciudad y provinsia eran buscadas las
Religiosas para ir con sus exemplos a edificar aquel nuebo mundo y
dar muchas Almas al Cielo, alabando el balar de tan bisarros corazo­
nes y espiritus que tenian 11 balar de esponerse a [p. 59] tantos riesgos
y peligros de mar y tierra, atropellando por todas sus conbenienzias
solo vnicamente por la gloria de Dios.
Al punto se dio cuenta a nuestro Prelado por medio de el Confe­
sor maior que de parte de esta Comunidad fue a informar de todo,
llevando las cartas y demas papeles que abian venido de Mexico, para
que su Ylustrissima, enterado de todo, diese su permiso para dar los
primeros pasos y fuese todo con su Santa bendision. Su Ylustrissima
selebro mucho fuesen sus Hijas buscadas para tan baronil empresa, y
con muestras de gran gratitud y amor de Padre encargo mucho este
negosio a dicho Confesor, que procurase la Real lisensia y la Pontifisia,
y que en teniendo estas daria su Ylustrissima su lisensia y comision.
Con estas demonstrasiones de gusto de nuestro Prelado se em­
pesaron las diligensias, y las primeras fueron escrivir notisiando este
negosio por atension a todas las Comunidades de nuestra Orden,
solisitando sus fervorosas Oraziones para el asierto y logro.
Y a las Madres de Valladolid fue dicho Confesor maior assi por
ofresersele ocasion de ir a una dependensia propria, como por vsar
con aquella Comunidad de esta mas atenta demonstrasion que con las
otras. De este prinsipio en que dicho Confesor, preocupado de el goso,
asiendo como alarde de que eran las de el Combento de Victoria, las
buscadas siempre para la estension de la Religion, aun siendo el suio
el primer Combento y el maior y dandolas como baia, 12 por que en
medio de su discresion no dejaba de vsar sus equibocos.
Y en esta ocasion, por permision de nuestro Señor, fueron mal
rezibidos de aquella Reverenda Madre Abbadesa y su Comunidad. Se
enardesieron y vistieron de selo, y en lugar de agradeser nuestra
atension se empeso a manifestar la nube obscura de la contradision.
Pues, sin oir rasones, empeso la Señora Abadesa y otras Religiosas a
quererse aser Dueñas [d]espoticas de la fundasion, disiendo le tocaba
[a] aquella Cassa sola el fundar, capitular con los fundadores y nonbrar

11 Ms. lenenian.
12 dando/as como bai,a; bai,a con valor de burla (M.M.).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 39

fundadoras de allí, y, si era de su gusto, llevar al guna de este Combento,


alegando ynconsideradamente que nuestra Santa Regla les daba este
derecho con otras cosas, que nos querían reputar a los demas
Combentos por vnas pupilas redusidas a tener acsion en nada.
Viendo estas cosas dicho Confesor maior [p.60] con prudensia 13 y
ablando de beras, pues tan mal le salieron las burlas, se descarto con
la berdad que no iba mas que de atension a dar a sus Reverendas la
notisia, y que no se metía en mas assi, porque no llebava mas comision
como porque aun no era tiempo de nada, pues asta tener la lisenzia
Pontifisia y la Real de su Magestad, no era tiempo de disponer lo que
era vltimo. Y dejando otros lanses que le pasaron se bino, y despi­
diendose con toda urbanidad y amistad, aunque no quedaron mui satis­
fechas aquellas Madres, pues no le abian podido rastrear su sentir.
Se disparo la nube contra el Combento de Victoria y la Madre
Abbadesa a quien escribía la de Balladolid disiendo a su Reverenda
con gran ymperio 14 como solo a aquella Abadesa de Balladolid tocaba
todo lo que fuese en orden a fundasiones, y que asi mandaba no diese
paso en la materia, y que anulaba quanto se vbiese executado. A que
le respondio nuestra Madre Abbadesa con mucha tenplansa, sin dar
motibo por donde pudiese tener queja, disiendo que esta Comunidad
era mui amante de su Religion y que todo fuese para el maior Serbisio
de Dios y que asta aora nos abiamos presiado de esto y que siempre lo
llevaríamos adelante. Y como ni nos dabamos por sentidas de las
amenasas ni en sustansia por entendidas de su fin pues cada carta era
tratarnos 15 con maior ymperio.
Y assi por esto como por lo mucho que todas amavan a nuestra
Reverendissima Madre Abbadesa por sus cabales prendas y gran
prudensia con que gobernaba este punto, y ver como la tratavan, como
se puede ver en las cartas que se guardan en el archivo de este
Combento, le era a esta Comunidad ynsufrible. Y asi hiendo que este
nublado amenasaba tanta tempestad, empeso esta Comunidad, con el
Confesor, a tratar en nuestras juntas de prevenirnos y escusarnos con
rasones y exeplares se guros para nuestra defensa y con solidos funda­
mentos sanjar nuestro derecho y libertad. Y asi, cortejando el Confe­
sor la Regla latina que es la que aprobo Urbano Octavo y trajeron nues­
tras Madres fundadoras con la romanseada, se allo como en esta al
tradusirla le añadieron en el capitulo nono y dies y siete, que es el que
alegaban aquellas Madres muchas autoridades para aquel Combento

l'I Ms. prudiensia.


11 mperio con la m entre líneas.
y
1;; tratarnos con la entre líneas.

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40 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

que le abian añadido. Y no ostante no fue [e]ste ynpedimento para


aver echo este Combento y el de Lasarte otras [p.61] fundasiones que
salieron de Victoria sin dependensia de el de Valladolid, pues ni esta
las ynpide aser.
Reconosiendo esto y teniendo ademas de nuestra parte la
fundasion que de esta Comunidad salio para Lasarte el año de mil
seiscientos y setenta i uno, sin que se le pidiese lisensia [a] aquella
Señora Abbadesa, con sola la de nuestro lejitimo Prelado, que son los
Señores Obispos así en la primitiva Regla como en la de la reforma,
que solo a su Santidad reconose por Padre y al Rey por defensor y al
Diose[s]ano 16 por Superior para obedeser y acudir por las lisensias.
Pues al Combento de Valladolid no les da la Regla mas autoridad que
la de acudir los <lemas Monasterios de la Orden por lisensia de
yngresos de Religiosas y relecsiones, y estas son lisensias pedidas y no
negadas, pues aunque lo ysiesen, en teniendo la de el Ylustrissimo se
executa estos actos, como ai exemplares, sin que pueda el Combento
de Valladolid desaser lo echo.
Y en medio de estar tan aseguradas de [p.62] nuestra rasan no
quiso el Confesor ni esta Comunidad proseder solo por nuestro proprio
sentir, sino que se consultaron los exemplares de las dos fundasiones,
la Regla latina y castellana, con hombres doctisimos en las escuelas,
no solo de esta ciudad sino de Salamanca y de el mismo Valladolid,
con muchos Señores Obispos como fueron ademas <<lemas> de nues­
tro Prelado con el Ylustrisimo Señor Obispo de Pamplona, y aora es
Arsobispo 17 de Saragosa, el Señor Don Franzisco de Añoa, bien co­
nosido por sus grandes letras y virtud. A este fue el Confesor a buscar
a Azcoitia, adonde estaba de visita, llevando las Reglas y todos los pa­
peles que abia trabajado y escrito a fuersa de estudio y desbelo dando
las rasones y notisias, así las que nos oponian las de Valladolid como
las que esforsaban nuestra Justisia, que biendolas todos y premeditan­
dalas 18 desapasionadamente daban su sensura a nuestro fabor. Y este
Señor Arsobispo con gran resolusion be que en todos los tribunales
abia de ser conosida nuestra Justisia y derecho.
El Señor Obispo de Samora, Don Onesimo de Salamanca, de la
misma forma que todos escribieron animandonos a que no tubiesemos
el menor temor, se consulto con grandes [p.62] Abogados y todos
vnanimes y conformes contestaban en nuestro fabor. Y en quantas con­
sultas se ysieron todos convenían en que ni la Regla romanseada [...],

lliDiose[s]ano con la primera o entre líneas.


17 Ms. Arsopispo, lo mismo ocurre en VII:372 y 390 en esta edición.
18 premeditandolas con do entre líneas.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 41

en los capitulas que alegaban, nos quitaban el poder fundar sin


nesesidad de aquella Abbadesa, y capitular por si con sola la lisensia
de el Señor Obispo. Y de todo esto se allara rasan en los papeles de el
archivo de esta Comunidad en que por estenso lo resan, como tambien
las cartas de aquella Señora Abbadesa, que no sesaba de escrivir fulmi­
nando amenasas de pleitos y autoridades, a las que siempre respondia
nuestra Reverenda Madre Abbadesa con mucha prudensia, suabemente,
sin descubrir nuestro sentir ni ydea, disiendo estabamos mui al prinsipio
de el negosio y que asta que los apoderados sacasen la lisensia de su
Magestad y Pontifisia y biniese el ynforme que su Magestad tenia pedi­
do a Mexico, a aquella ciudad Señor Arsobispo, Cleresia, Audiensia y
demas tribunales, que yria esto largo, por estar por entonses serrado
con España la comunicasion con Roma, no abia para que mover nada.
Pues, a los apoderados tocaba aser estas diligensias y a nosotras de
rogar a Dios por la estension de nuestra Orden.
En esto se pasaron años, y escrivieron a los apoderados con los
mismos terminas que a nosotras, los que respundieron con gran
cortesania, con espesial el Señor Don Juan de Mendoza, y las dos car­
tas estan archibadas. Tambien acudieron al Patron escriviendole a
Mexico con sus quejas, y dicha carta con la discreta respuesta de este
Caballero esta tambien depositada. Y no contentandose aquellas Ma­
dres con todas estas diligensias, hiendo que no podian atraer a nadie
a su sentir, acudieron al Consejo Real, pidiendo no se consediese la
lisensia que para la fundasion se suplicaba, porque solo aquella Co­
munidad era la berdadera parte a quien le pertenesia las fundasiones.
El Consejo respondio acudiesen adonde les combiniese. Y aunque esta
diligensia la ysieron fortivamente y con gran sigilo, dispuso Dios y nues•
tra diligensia que siempre estabamos helando a descubrir [p.63] adon­
de se tiraban y que nos lo abisasen, acudimos a escribir y a informar
[a] aquellos Señores de el Consejo.
Con este decreto acudieron al Señor Nunsio y pusieron el Niquil
transed, 19 con la misma cautela, pero quando el Señor dispone que su
obra lleve efecto descubre los estorbos. Y asi luego se nos notisio con
cuio motivo y el de abivar las diligensias en la Corte de la Sedula Real
y paso de la Bula de su Santidad. Se dispuso que el Confesor mayor
partiese luego a nuestra defensa, yendo primero a dar parte al Señor
Obispo y desde alli camino a la Corte, en donde allo mui atrasadas las
diligensias de el paso de la Bula, 20 i Sedula Real, en medio de aver
benido el ynforme de Mexico al Rey, quanto se podia desear, pidien-

l!l
Niquil lransed con n entre líneas, lat. nihil lransit con valor de "que nada sea realizado".
'.!O Ms. Buela.

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42 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

do a su Magestad como nesesaria la fundasion con tales espresiones


que fasilito mucho la Real grasia. Y por descuido de el Agente que
tenia el fundador en la Corte estaba todo estancado, pero aviendo lle­
gado dicho Confesor maior a Madrid a mediado disienbre 21 con su
grande actibidad y diligensia, para el dia de Pasqua consigio estos des­
pachos. Y para su logro nos favoresio mucho el Señor Conde de
Montijo, Presidente de el Consego de Yndias, y otros Señores Minis­
tros y Caballeros conosidos de esta Comunidad y paisanos, que
marabillosamente parese movia nuestro Señor los corazones, que en
oiendo las sircunstansias se compadesían de nuestros trabajos y
contradisiones, causando a todos gran nobedad y no buen eco que las
de la misma Orden fuesen las de la contradision. Que es cierto que lo
que mas sentimos fue esta nota que se seguia de nuestras Hermanas,
sin poderlo remediar de nuestra parte.
En este tiempo, el dia 17 de disiembre de el año de 1738, vino un
Notario de Balladolid con el emboso de desir era un hombre de Burgos
que avía menester abiar a nuestra Madre Abbadesa, creiendo que si
desia a que benia se negaría su Reverenda. Pero, aunque luego lo sos­
pecho, lo rezibio en el locutorio con [p.64] todo sosiego y le dijo no
andubiese en rodeos, sino que ablase. Con que se esplico benia a la
notificasion de sitasion ante el Señor Nuncio por el Combento de
Balladolid, que era aser recado para benir y notificar a otro dia y
despues a la Comunidad, a que le respondía su Reverenda que no te­
nia sino desde luego le[e]rle el despacho, como lo executo, y al otro
dia a la misma ora tendría prebenida su Comunidad para oírle, como
se yso. Y la respuesta dio nuestra Madre Abbadesa en nombre de su
Comunidad que estaba presente, que lo oíamos, y que se nos diese un
tanto fee aciente para acudir adonde combiniese y en el ynter no nos
parase perjuisio, el qual dio pagandole sus derechos.
No exersito poca pasiensia la Santa Comunidad en oir el despa­
cho. Pues la petision que presentaron para conseguirlo todo era ale­
gar autondades [sic] de aquel Combento sobre los <lemas. Yntimada la
notificasion se le embio a dicho Confesor el tanto, y se complam[en]to 22
el pleito en la Anunsiatura,23 donde presento de nuestra parte las dos
escrituras de la fundasion de Lasarte y Ascoitia por donde constaba
no aver dado ni abersele pedido a la Madre Abbadesa de Balladolid
lisenzia ninguna, y juntamente se presento la Regla latina. De parte
<de parte> de aquel Combento no representaron mas papeles ni

21 disienbre con n entre líneas.


22 complam[en]to en ms. complamto con la segunda m entre líneas.
23 la Anunsiatura por "la Nunciatura".

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 43

ynstrumentos que la Regla romanseada y el Confesor yso relasion de


todas nuestras rasones ante su Eminensia y movia por todos caminos
el negosio, pues aunque se busco en aquella Corte un gran Abogado y
Procurador, 24 llevaba el maior trabajo acudiendo sin sesar a la
Anunsiatura, y procurando se aprestase a la otra parte para que res­
pondiese 25 a nuestros alegatos. Que por dilatar el pleito, ya que beian
el mal semblante de su pretension, tiraban a largarlo, quisa por que
corria por sierto que aquel año salia la flota por San Juan, y aser la
mala obra de que no se lograse esta coiuntura.
Y asi cada ves que respondian era pasando y pidiendo terminas y
a fuersa de apremios, que de nuestra parte al primer alegato [p.65] se
concluia todo lo que abiamos de alegar. Y con el mismo fin andubieron
echando por algunos sujetos espesies de querer entrar a composision,
y aunque conosiendo no la podia aber, dicho Confesor por justificar
mas nuestra sinsera realidad y quan de veras anelabamos a uir todo
pleito y quitar el escandalo y mal exemplo que se podia se guir, aun­
que sin culpa nuestra, al oir que se estorvaba una obra tan Santa y
litigaba en tribunales, bino en se tratase de algu na rasonable
composision. Pero advirtiendo a la otra parte que abia de ser prosi­
gu iendo, en el ynter que iban y venian las cartas de propozisiones,
con las diligensias. Y fue una resolusion mui asertada, pues despues
de aver pasado muchos dias esperando que respondiesen las Madres
de Balladolid a los ynterlocutores, vnas veses desian que no avian te­
nido respuesta, otras que luego la esperaban, asta que al cabo de mu­
chos dias salieron con que no querian conposzision.
No vbo cosa que nuestro comun enemigo, que lo es de todas las
cosas Santas, y anda siempre poniendo lazos y estorvos en las cosas de
el Servisio de Dios, no moviese y alvorotase para aogar el Serbisio que
aquellos ylustres Caballeros de Mexico querian aser a Dios y a nuestra
Santa Madre, y espantar a esta Comunidad que tan solidamente se
avia empeñado en la gloria de Dios y estension de nuestra Religion.
Pero nuestro Señor desasia con su gran poder todos los nublados que
se lebantaban contra esta pobre Comunidad y la esforsaba para que
con mas animo y conformidad en su Magestad atropellar por tantas
dificultades y cotradisiones y llevar [a] execusion la fundasion. Y asi
dispuso la Dibina Piedad que el Señor Nunsio, enterado de las rasones
de una y otra parte, diese diferentes autos siempre faborables, y
vltimamente el que espidio el dia 12 de marzo de 1739 años, tan favo­
rable, de el tenor si guiente: [p. 66]

:1,, Después de procurador hay un trazo horizontal.


:!:i Ms. respondise con la e entre líneas.

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44 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Auto del Señor Nuncio

"Vistos estos autos y proseso por el Eminentisimo y Reverendisimo


Señor Don Silverio Valente Gonsaga, Presbitero Cardenal de la Santa
Romana Yglesia, Nuncio y Colector general Apostolico en estos Rei­
nos de España, que son entre partes de la una la Abbadesa, Religiosas
y Combento de Santa Maria Magdalena de el Horden y recolesion de
Santa Brigida estramuros de la ciudad de Victoria, y de la otra, la
Abbadesa y Religiosas de el Real Monasterio de nuestra Señora de los
Angeles de el Salbador, recolesion de Santa Brigida de la ciudad de
Balladolid, sobre si deve o no acudir a este Combento y su Prelada
por lisensia para la nueba fundasion que el espresado Combento de
Victoria quiere efectuar en la ciudad de Mexico de los Reinos de las
Yndias. Digo que atento al vltimo estado que resulta de estos autos
sobre las fundasiones de los Combentos de Lasarte y Ascoitia, y el es­
tado y terminas en que se allan la nueba fundasio[n] que deve aserse
en dicha ciudad de Mexico, con las lisenzias de su Santidad, Sagrada
Congregasion y demas, mandava y mando se lleve a efecto lo
paczionado y estipulado por el referido Combento de Santa Maria
Magdalena de Victoria, en todo y por todo, y reserba y reservo su de­
recho a salvo a la Prelada de el mensionado Combento de Balladolid,
para que lo dedusga en otro Juisio. Asi lo proveio y mando su
Eminensia el Señor Auditor. Asolinas comveni Auditor. 26 Por manda­
do de su Eminensia Don Manuel de Ypensa, de el qual dicho nuestro
auto en dies y siete de el mismo mes de marso, por parte de la referi­
da Abbadesa y Religiosas de el Real Monasterio de nuestra Señora de
los Angeles, de el Horden de el Salbador, recolesion de Santa Brigida
de la ciudad de Balladolid, se ynterpuso apelasion que se la entrega­
mos en el efecto debolutibo tantum con termino de quatro meses para
ante su Santidad, y [p. 67] por no abersela otorgado llanamente y en
ambos efectos de conoser y proseder como conosimos y prosedimos,
yntrodujo recurso de fuersa en el Real Consejo de Castilla, en donde
aviendose echo relasion de los autos en 28 de abril proxsimo pasado,
se dio y proveio el de el tenor siguiente:

'.!fi Asolinas cumveni auditor con valor de "Yo, Asolinas, acepté ser el auditor".

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 45

Auto del Consejo

"En la villa de Madrid, a 28 días de el mes de abril año de 1739, los


SelÍ.ores de el Consejo de su Magestad, abiendo visto estos autos que
son entre la Abadesa y Religiosas de el Combento de Brigidas de Victo­
ria de la una parte y de la otra parte la Abbadesa y Combento de el
mismo Horden de Balladolid, a quia ynstansia se an traído al Consejo
por recurso de fuersa, yntrodujeron, pretendiendo asersela al Señor
Cardenal Nunsio de su Santidad, en conoser y proseder como conose y
prosede subsidiariamente en no 27 otorgar en ambos efectos la apelasion
que ynterpusieron de sus autos, dijeron que el Cardenal Nunsio de su
Santidad no a echo ni ase fuersa, y lo señalaron. Esta rubricado. Por
tanto en ejecusion y cumplimiento de lo por nos determinado en el pre­
sente auto mandamos dar y dimos las presentes, por las quales y la au­
toridad Apostolica a nos consedida de que en esta parte vsamos. En
quanto a los Señores Arsobispos y Obispos exsortamos y requerimos y
siendo nesesario mandamos en virtud de Santa Obediensia y so pena
de el entredicho e yngresos de sus Yglesias y de mil ducados de cada
uno aplicados para gastos de la Reverenda Camara Apostolica, y en
quanto a sus Probisores ofisiales y Vicarios generales y <lemas Jueses y
personas contenidas en la cabesa de las presentes en virtud de Santa
Obediensia y so pena de escomunion maior Apostolica y de quinientos
ducados aplicados segun dicho es, que siendo con las presentes referi­
dos a cada uno lo fuere por parte de la dicha Abbadesa Religiosas y
Combento de Santa Maria [p.68] Magdalena de el Horden y recolesion
de Santa Brigida de la ciudad de Victoria o quien su poder vbiere las
asepten y aseptadas en su execusion y cumplimiento vean el auto defi­
nitibo de su ynserto por nos proveido en 12 de marso pasado de este
presente alÍ.o a fabor de las susodichas, le guarden y cumplan y executen,
agan guardar cumplir y executar, en todo y por todo segun como en el
se contiene sin yr ni permitir se baia contra su tenor y forma en manera
al guna, llevandola y asiendola llevar a pura y devida execusion con efec­
to. Que para todo ello, y lo a ello 28 anexso nesesario consemiente y de­
pendiente, les damos y consedemos a 29 cada uno <un> ynsolidum nues­
tro poder y comision en forma con facultad de escomulgar y absolver y
proseder siendo nesesario asta ynbocar el ausilio de el braso seglar en
derecho. Dadas en Madrid a 2 dias de el mes de maio de 1739 años."

� no añadido entre líneas.


7
18 a interlineado entre lo y ello.
�i, Ms. consedemos y cada uno.

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46 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Para el despacho de estos autos nos yso mucho al caso el Señor


Secretario de la Nunsiatura, Don Manuel de Ypensa. Este Caballero
faboresio mucho nuestra parte, por aber conosido era justa nuestra
pretension por si y con el Señor Nuncio y Auditor de Rota. Asi para la
brevedad como para el buen exito de la dependensia :rn que siempre
devera vivir agradesida esta Comunidad a su memoria.
Luego de ganada la fuersa quiso esta Comunidad se isiesen las
capitulasiones. Pero el pariente de el Señor fundador, Don Pedro An­
tonio de Mendibil, se opuso, disiendo que asta que viniese el decreto
en forma de el Consejo no se podían executar. Ardid que disperto nues­
tro comun enemigo para ynquietar y retardar el negosio, ya que no le
daba Dios lisensia para estorvarla. Y aunque todos los Abogados desian
no asia al caso, no se pudo benser este escollo el que no nos dio mu­
cho quidado pues lo esperabamos, la balija siguiente, como vino. Y
con la lisensia de nuestro Yllustrisimo Prelado, que ya se abia obteni­
do, se ysieron las capitulasiones por los Señores apoderados y esta Co­
munidad en 11 de maio de 1739, 31 con gran consuelo y alvoroso de
todos, y con el anelo de que fuese la fundasion en la flota que se
disponía y estava ia cargada para salir por San Juan.
De la Corte nos abisavan que luego <luego> se pusieran en cami­
no las que vbieran de ir a fundar, si se queria lograr la mejor coyuntu­
ra [p. 69] de viaje en la flota. Con cuio motivo se empeso luego,
areglandonos a las ordenes de la Bula de su Santidad y las de nuestro
Prelado, a aser los escrutinios para el nombramiento de las fundado­
ras, y pedir a Dios el asierto que desde los prinsipios se estaba cla­
mando con continuas Oraziones. Quiso el Altísimo dar a esta Comu­
nidad el que deseaba, y asi, por votos secretos unanimes salieron
nombradas las seis fundadoras el dia 14 de maio de dicho año de 1739,
siendo canonica la elecsion.
Por primera fundadora y Presidenta la Madre Teresa Brigida
Eduarda de Jhesus Maria, 32 que en el siglo se llamo Doña Teresa Bri­
gida Eduarda de Sarria y Atado, hija lejitima <le Don Joseph de Sarria
Paternina y Ligues, Caballero de el Orden de Santiago Señor de la villa
de Erenchum y de la torre de Ascarsa y de Doña Maria Ana Thomasa de
Y narra y Atado, sus padres vesinos de esta ciudad de Victoria.
Por se gunda fundadora fue nombrada la Madre Juana Petronila
de el Patrosinio, que en el siglo se llamo Doña Juana Petronila de

30 Ms. dependiensia.
31 Sobre las capitulaciones, véase el Apéndice, documento 1.
32 En el Archivo General (Bienes Nacionales, leg. 242, exp. 4) se conservan documentos
sobre la elección de las seis madres fundadoras.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 47

Landasuri y Aris, hija lejitima de Donjuan Bautista de Landasuri y de


Doña Juana de Aris y Tobar, su lejitima mujer, vesinos de esta �iudad.
Por tersera fundadora fue electa la Madre Maria Cathalina de la
Consepsion, 33 que en el siglo se llamo Doña Maria Consepsion de
Ondona y Arana, hija lejitima de Don Basilio de Ondona, Caballero
de el Abito de Santiago y de Doña Mariajosepha de Arana, su lejitima
mujer, vesinos de la villa de la Puebla de Arganson.
Por quarta fundadora fue nombrada la Madre Maria T homasa de
San Francisco, que en el siglo se llamo Doña Maria T homasa Vrtado
de Mendosa y Bulon, hija lejitima de Don Agustin Vrtado de Mendosa
y de Doña Maria Godoleva de Bulon, su lejitima mujer, residentes en
los Paises Bajos de Flandes, Marques de Gauna y teniente de Capitan
general de los exersitos de su Magestad.
Y por quinta fundadora la Madre Maria Francisca 34 de Jhesm,, que
en el siglo se llamo Doña Maria Francisca de Teleche Martines de
Murgia, hija lejitima de Don Pedro Teleche y de Doña Maria Martines
de Murgia, vesinos de el lugar de Sarria en el valle de Suia.
Por sesta fundadora de fuera de Coro y Belo Blanco [p. 70] la Her­
mana Jasinta de Santa Barbara, que en el siglo se llamo Jasinta de
Mi guel, hija lejitima de Juan Bautista de Miguel y de Francisca de Mi­
gu el Garai, su lejitima mujer, vesinos de el lugar de Zurbita en conda­
do de Treviño.
Todas estas fundadoras se conose fueron escojidas de nuestro Se­
ñor por sus muchas virtudes, prendas naturales y <lemas circunstansias
de que las abia adornado su Magestad y eran nesesarias para plantar
nuestra Sagrada Religion en aquel nuebo mundo.
Luego que se iso el nonbramiento, y lo amitieron con mui Religio­
sa resignasion y se Sacrificaron por Servir a la Santa Religion, se reti­
raron de los ofisios en que estaban a disponerse con Oraciones y San­
tos exersisios, para quando llegase la ora de la marcha a resibir las
atensiones y visitas, que aunque breves no sesaban a ofreser sus Ora­
ciones y despedirse. Todas las Comunidades, asi de los dos Cabildos
como las de Religiosos y Religiosas, embiaron sus legados [a] aser
manifestasion de su afecto, y de la misma forma la ciudad, y en parti­
cular todos los Caballeros y Señoras parientas de las que yban y que­
daban, como todos los conosidos y no conosidos.
Pues en los tres dias que pasaron desde el nonbramiento hasta la
salida, no seso la gente asta de las aldeas de el contorno con grandes

1:1 Madre Maria Cathalina de la Consepsion puede ser la cronista de la primera parte
de la crónica (véase el capítulo "El manuscrito y las cronistas").
:i, Ms.fracisca.

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48 CRÓNICA DEL �ONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

muestras de gusto y ternura de la partida para tan leja[na]s tierras,


como abian de aser aquellas Religiosas. Y aunque con algunas lagrimas,
madres de algunas de las que yban y demas parientes de todas, asían
onrra de esta acsion y que sus prendas fuesen meresodoras de que la
Religion se baliese de ellas para tan baliente empresa, siendo a todos
de admirasion el balar y enteresa con que se portaban, y deseando no
saliesen sin que se supiera andaban, ynquiriendo el dia, y casi no se
apartaban las gentes, que fue forsoso el ofreser saldrían en ora que
pudiese asistir la gente. Y asi, luego que se pudo, se partisipo el dia
determinado. 35 Lo primero fue el Confesor maior a dar quenta de esta
salida y su dia a los Cabildos y demas Comunidades, en espesial a los
Señores de ciudad y Diputado general, que a la sason lo era el Señor
Don Francisco Luis de Sarria y Atado, hermano de la primera funda­
dora, y a los parientes de las demas que yban.
El querer referir lo que las Religiosas, asi las que se iban como las
que quedaban, llorabamos nuestra separasion, no ai palabras para
esplicarse, pues ni se comia ni dormía. [p. 71] Todo era lamentarnos
de que no nos abiamos de ver mas asta la eternidad, que no abia mas
consuelo que el ver era Servisio de Dios y ofreserle tan dolorosa
separas1011.
La víspera de el viaje entro en la clausura la sobrina de el funda­
dor, Doña Francisca Antonia, y se le puso el Abito por Devosion, para
que saliese y fuese con las Madres a la fundasion, como ya estaba capi­
tulado con los Señores fundadores.
Llego el dia 18 de maio, se gundo de Pasqua de el Dibino Espíritu,
que se abia señalado para la partida. Y despues de aver fortalesidose
con la Sagrada Comunion, nuestra Reverenda Madre Abbadesa con
su gran prudensia lo tenia todo dispuesto y, juntando la Comunidad y
la[s] fundadoras, (despues de aberse desaiunado) vnas y otras, para la
vltima despedida con fraternales abrasas, en que unas y otras en fuersa
de el berdadero amor de Ermanas, que tantos años abian vivido jun­
tas, se desasían en cariños y lagrimas. Que fue un paso que a las peñas
podian quebrantar, tanto que nuestra amada Madre, en medio de es­
tar su Reverenda mas tierna que todas, las ubo de separar y embiar a
la Comunidad al Coro alto y esperar la funsion y a las fundadoras al
bajo a fortaleserse en Dios.
Desde las quatro de la mañana empeso a llenarse de gente la Yglesia,
de forma que para las siete estaba toda la calsada desde la puerta de la
ciudad asta serca de el prado llena de gente tan apiñada que ni los
coches en que abian de ir las Religiosas podian pasar al Combento; de

:t·, Ms. determinado.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 49

suerte que con mucho trabajo y peligro se logro el paso, pues asta de­
bajo de ellos entraba la gente. Vinieron para aconpañarlas todos los
Caballeros y el Diputado general, Alcalde y Regidores, todos mui
bisarros; y entre siete y media y ocho abiso el Confesor maior que de
horden de nuestro Prelado y gu sto de esta Comunidad fue acon­
paflandolas asta Cadis. Bajo toda la Comunidad a la puerta reglar con
Co gullas y Belos y las fundadoras con todo el Abito, y dijo nuestra
Reverenda Madre Abbadesa era tiempo de que fuesen saliendo las fun­
dadoras por el tropel de la gente que entro al abrir la puerta reglar en
la porteria, que aunque los Caballeros andavan apartando la gente y
asiendo calle, no se podia aser lugar.
Estaba prevenido en la puerta el Secretario, Don Eugenio Angel
de Erraso, para dar testimonio de la salida de las Religiosas y todo lo
<lemas que se resa · en dicho testimonio. Acompañaba[n] el Reve­
rendisimo Padre Prior de Santo [p. 72] Domingo y los dos Capellanes
al Confesor, quien, llegando a la puerta reglar, dijo en alta vos a nuestra
Madre Abbadesa que saliesen. La Madre Teresa Brigida, que luego
yncandose de rodillas y besando la mano a la Prelada tomando su
bendision, salio, llevando de la mano a la sobrina de el fundado[r], que
abraso a su padre que estaba presente. Y la llevo el dicho al coche
que estava en la puerta. Y asi de la misma forma fue llamando y
condusiendo y acomodando en los coches a las fundadoras, asiendo
todas lo mismo que la primera con su Prelada, que las levantava y daba
tiernos abrasos. Y como se a dicho, a todo asistio el Rever�ndisimo
Padre Prior que fue de grande apresio para esta Comunidad.
Luego montaron todos los Caballeros para escoltar los coches, y ia
que estaban en forma, llego al en que iba la Madre Theresa el Seflor
Diputado general, su hermano, en nombre de esta mui noble y mui leal
provinsia, a aser su legasia y dar a su Reverenda y <lemas compafleras
los plasemes y cortesanas espresiones. Respondio su Reverenda, puesta
en pie en el coche, agradesiendo esta demostrasion tan singular de la
provinsia. Siguiose [a] aser la-legasia en la misma forma, montando al
estrivo de el coche el Señor Alcalde de parte de esta nobilissima ciudad.
Mientras estaban en estas funsiones serro la puerta reglar nuestra
Reverenda Madre Abbadesa, y fueron todas las Religiosas a desaogar %
los corazones en tiernas lagrimas y suspiros por sus amadas Herma­
nas. que como los corazones abian estado comprimidos con la modes­
tia y Religiosidad estaban de represa; pues en el ynter que duro la
funsion de la salida ni de unas ni de otras se oio un solloso ni palabra
sino un sumo silensio que admiro a todos los presentes. Tomaron su

:i,; Ms. d,·saogar con la o entre líneas.

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50 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

marcha nuestras Reverendas Madres fundadoras con tan ylustre comi­


tiva para la villa de la Puebla de Arganzon [a] aser acto al mediodia,
donde tenia prebenido hospedaje y un gran combite Don Manuel de
Ondona y Arana, benefisiado de aquella villa y hermano de la Madre
Maria Cathalina de la Consepsion. Asi para las Madres con separasion
de estansia, como para toda la comitiba que les acompañaba, cuido
con gran desbelo de el descanso y alivio de sus Reverendas y cortejo
de todas. El Cabildo y la villa embio sus Legados, y despues de comer
y aber descansado [p. 73] dispusieron bolver a caminar. Y asi asistidas
de tan noble acompañamiento entraron en sus coches y poco espasio
se despidieron los Señores con grandes espresiones de afecto y senti­
miento de no poder seguirlas asta Cadis.
Bolvieron todos los Caballeros aca y los mas se apearon a darnos
notisias de nuestras amadas peregrinas, y aunque todos eran cartas
vivas, el cariño de nuestras carissimas Ermanas no pudo menos de es­
cribirnos dos letras que renobaron nuestra ternurá. Se les dieron las
devidas grasias a aquellos Señores.
Asta aqui la relasion que embiaron las Reverendas Madres de nues­
tro Combento de Victoria a este de nuestra Señora de las Niebes de
esta ymperial ciudad de Mexico.

CAPilVLO SEGUNDO 37 [VIII]

De lo que acaesio a las Reverendas Madres fundadoras desde que salieron de la


Puebla de Arganson y las jornadas que ysieron asta llegar al Santuario
de nuestra Señora de Guadalupe estramuros de esta ciudad

Aviendose despedido las Reverendas Madres fundadoras de los Caba­


lleros de Victoria, siguieron su camino, acompañadas de el Confessor
maior y un Capellan y en otro coche los dos sobrinos de el fundador
Don Juaquin de Mendibil y Aguirre, Canonigo de la Colejiata de Vic­
toria, y su hermano Don Agustin. Este yba asiendo el gasto. Llegaron
a Miranda, adonde la Reverenda Madre Abadesa de Victoria tenia es­
crito a las recoletas A gustinas de aquella villa, para que como Ermanas
admitiesen aser noche a las Reverendas Madres fundadoras. Y antes
que pudiese llegar esta carta, escribieron de aquella Santa Comuni­
dad por notisias que avian oido, de que iba la fundasion, ofresiendo
con gran cariño su Conbento. Y no contentas con esto embiaron

37 Desde aquí la segunda cronista, Benita Francisca, que ya empezó en la página 54 del
manuscrito escribe al dictado de Ysabel Antonia, la tercera cronista.

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50 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

marcha nuestras Reverendas Madres fundadoras con tan ylustre comi­


tiva para la villa de la Puebla de Arganzon [a] aser acto al mediodia,
donde tenia prebenido hospedaje y un gran combite Don Manuel de
Ondona y Arana, benefisiado de aquella villa y hermano de la Madre
Maria Cathalina de la Consepsion. Asi para las Madres con separasion
de estansia, como para toda la comitiba que les acompañaba, cuido
con gran desbelo de el descanso y alivio de sus Reverendas y cortejo
de todas. El Cabildo y la villa embio sus Legados, y despues de comer
y aber descansado [p. 73] dispusieron bolver a caminar. Y asi asistidas
de tan noble acompañamiento entraron en sus coches y poco espasio
se despidieron los Señores con grandes espresiones de afecto y senti­
miento de no poder seguirlas asta Cadis.
Bolvieron todos los Caballeros aca y los mas se apearon a darnos
notisias de nuestras amadas peregrinas, y aunque todos eran cartas
vivas, el cariño de nuestras carissimas Ermanas no pudo menos de es­
cribirnos dos letras que renobaron nuestra ternurá. Se les dieron las
devidas grasias a aquellos Señores.
Asta aqui la relasion que embiaron las Reverendas Madres de nues­
tro Combento de Victoria a este de nuestra Señora de las Niebes de
esta ymperial ciudad de Mexico.

CAPilVLO SEGUNDO 37 [VIII]

De lo que acaesio a las Reverendas Madres fundadoras desde que salieron de la


Puebla de Arganson y las jornadas que ysieron asta llegar al Santuario
de nuestra Señora de Guadalupe estramuros de esta ciudad

Aviendose despedido las Reverendas Madres fundadoras de los Caba­


lleros de Victoria, siguieron su camino, acompañadas de el Confessor
maior y un Capellan y en otro coche los dos sobrinos de el fundador
Don Juaquin de Mendibil y Aguirre, Canonigo de la Colejiata de Vic­
toria, y su hermano Don Agustin. Este yba asiendo el gasto. Llegaron
a Miranda, adonde la Reverenda Madre Abadesa de Victoria tenia es­
crito a las recoletas A gustinas de aquella villa, para que como Ermanas
admitiesen aser noche a las Reverendas Madres fundadoras. Y antes
que pudiese llegar esta carta, escribieron de aquella Santa Comuni­
dad por notisias que avian oido, de que iba la fundasion, ofresiendo
con gran cariño su Conbento. Y no contentas con esto embiaron

37 Desde aquí la segunda cronista, Benita Francisca, que ya empezó en la página 54 del
manuscrito escribe al dictado de Ysabel Antonia, la tercera cronista.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 51

proprio a la Puebla a Don Manuel de Ondona para que les abisara si


llegavan aquella noche, en la que llegando los coches esperaban, con
la puerta reglar avierta, toda la Comunidad. Y con grandissimas mues­
tras de cariño las resibieron y abrasaron y llevaron a descansar y mirar
por su alibio, que lo tubieron mui grande siempre que lograron hos­
pedarse en Conbentos.
La mañana si guiente las agasajaron de la misma forma, sintiendo
no se detubiesen al gun dia, que para esto ysieron artas diligensias. Pero
como iban tan de prisa por la que clavan de la Corte para que embar­
casen en [p. 74] la flota, no pudo ser. Y asi salieron aquella mañana a
prosegu ir su marcha, despues de aver oido Missa terser dia de Pasqua
de el Espiritu Santo, despidiendose de aquellas Santas Religiosas con
gran ternura de vnas y otras.
Y de alli a dos dias llegaron a Bribiesca adonde les tenia prebenido
su cassa Don Martin de Salanca, que salio a resibirlas y su esposa con
muestras de tanto cariño y debosion, que las edificaron mucho sus
Christianas espresiones en que manifestaban el apresio grande al esta­
do Religioso y singularmente a nuestro Santo ynstituto y recolesion. En
esta cassa se detubieron un dia porque fueron tales sus ynstansias a que
abian de descansar que vbieron de condesender a sus piadosos ruegos.
Salio acompañandolas algunas leguas, y despedido prosi guieron
su jornada, la que fue mui penosa, no solo por la estasion de el tiem­
po en que ya los calores se iban esplicando, sino mucho mas por lo
encontrados en sus pareseres y disposisiones de los Conductores, que,
como se dijo arriba, fueron asta Cadis el Confesor maior de nuestro
Conbento de Victoria y los dos sobrinos de el Señor fundador, y como
con estos aserca de la misma fundasion abia dicho Confesor tenido
al gunos dessa[so]nes y opuestos pareseres. Aunque estas pesadumbres
y disgustos mas cargaron sobre las Reverendas Madres de el Conbento
de Victoria, y espesialmente sobre la mui Reverenda Madre Abbadesa
Maria Alfonsa de San Bernardo, que vbo menester toda su virtud,
discresion y prudensia para soportarlas y allanar y sosegar los animas,
que como el ynteres proprio es tan natural, paresiales que con esta
fundasion no tendrian tanto como se abian ymaginado de sus parien­
tes (que sin aseries agrabio ninguno lo podian aser, pues eran los cau­
dales de la Señora Patrona y los mas heredados de su primer marido).
Estos sentimientos de los parientes de el Patron ocasionaron artos
disgustos, moviendo por todas partes el enemigo comun la persecusion
para embarasar, si pudiese, esta fundasion tan perse guida, como se a
bisto y dira adelante. Y por no dar molestia espesificando los muchos
trabajos y dessasones que [... ] en ciento y quasi ochenta leguas que ai
desde la ciudad de Victoria asta la de Cadis, que tardaron un mes en

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52 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

llegar, eseptuando al gunas cassas de bienechores y parientes de al gu­


nas de las Religiosas que benian que se diran despues, que a muchas
ynstansias de los dichos las ospedaron en sus cassas, y por estar abisados
de la mui Reverenda Madre Abbadesa de nuestro Conbento de Victo­
ria vnos, y otros por su caridad [y] apresio de nuestro Sagrado Horden
y conosimientos de las Reverendas fundadoras, como fueron, fuera de
los mensionados, en Burgos el Real Conbento de las Señoras Guelgas
que embiaron a su Vicario y Capellanes a encontrarlas asta mas alla
de dos leguas.
Y por mas que resistieron el yr a resibir el fabor y caridad de aquella
yllustrissima Cassa, fueron tales las ynstansias [p. 75] como despues el
agasajo, benebolensia y cariño de aquella Ylustrissima y Reverenda
Madre Abbadesa y de toda la Comunidad, que, con ir en animo de
solo aser noche, no fue possible dejar de condesender a detenerse un
dia mas, en que no solo a las Reverendas Madres fundadoras que
estubieron dentro, sino a toda la comitiva en las cassas de sus Capella­
nes, regalaron y agasajaron mucho y aun pagaron el carruaje por la
detension que la solisitaron mas larga. Por el amor que les cobraron a
nuestras fundadoras, tanto que al gunas de aquellas Señoras, enamo­
radas de nuestro Santo yhstituto y recolesiori, se esplicaron y desearon
se guirlas, espesialmente una de ellas, sobrina de la Madre Abbadesa,
con tales demostrasiones que llego a temer aquella Ylustrissima Seño­
ra lo aria, y ablo a la Reverenda Madre Presidenta Teresa Erigida de
Jhesus y la suplico y dijo que mirase la quitaban sus pies y manos. Y
era assi, por que esta Santa Religiosa es de mui grandes partes de vir­
tud, discresion y talento.
La otra buena posada y ospedaje que tubieron fue en Madrid,
adonde desde que se trato esta fundasion, solisitaron con grandes
anelos los Señores Marqueses de Monte Ermoso el que fueran a parar
a su cassa pues era presiso aber de ir por alli. Y tenian con mucha
antisipasion prevenida la estansia en que avian de estar nuestras fun­
dadoras con total separasion de su avitasion y en forma de un Conbento
con oratorio, dormitorio y lo demas. Y salieron a resibirlas a un
lugarsito llamado Foncarral, no solo el dia que llegaron sino el
antesedente, jusgando por el dia en que salieron de Victoria, llegaron
aquel. Pero como ya dijimos, las Señoras Guelgas las detubieron un
dia, llegaron el siguiente, en que no reparando en lo resio de la estasion
y gran calor, y el no aberlas encontrado el dia antes, llegaron sus
Señorias acompañados de otros parientes quasi al mediodía. Y en sus
forlones llevaron a nuestras Reverendas fundadoras a su cassa, adon­
de las trataron con tanta caridad y amor que vivira siempre en nues­
tro reconosimiento.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 53

Aqui las binieron a visitar muchas de las Señoras Grandes 38 de Es­


paña, y otras, y muchos Señores de los de el Consejo de Castilla, Co­
munidades y personas de la maior distinsion, y aunque con arta
mortificasion de el abitual retiro de nuestras fundadoras, no pudieron
escusarse. Pues como los años pasados, quando por las guerras deja­
ron los Reyes a Madrid y entro el Archiduque, estubo la Corte en V ic­
toria, [y] abia muchos afisionados que faboresian y estimaban nuestro
Santo ynstituto.
Se detubieron tres días en cassa de estos Señores por al- [p. 76]
gunas presisas diligensias que se devian aser, y quisieran los Señores
Marqueses y otros afectos fuesen muchos mas, pero luego que se
ebaquaron dispusieron su marcha (porque se Jusgaba mui pronta la
salida de la flota) para llegar con tiempo al puerto de Cadis. Y assi
dejando quejosos a muchos que, jusgando se detendrian mas, abian
diferido la visita como supieron despues. Pues a otro dia las fueron a
buscar (como se los abisaron los Marqueses) otras Señoras y personas
de distinsion como fueron el Eminentissimo Señor Cardenal de Malina,
la Duquesa de Medinasidonia, y otros.
Pero para gloria de nuestra Madre Santa Brigida no callaremos lo
que con unos de estos Señores, los Prinsipes de las Torres, susedio la
noche antes de que partiesen de Madrid las Reverendas Madres fun­
dadoras. En aviendose retirado ya sus Reverendas de las otras visitas
llegaron estos Señores con tales ynstansias a pedir que salieran, que a
ruegos de la Señora Marquesa de Monte Ermoso vbieron de salir.
Venian afligidissimos y con grandes ynstansias y demostrasiones. Les
pidieron que los encomendaran a nuestro Señor, que abia catarse años
que eran casados y no tenian fruto de bendision. Y como nuestra San­
ta Madre en todo y en darlo es espesial abogada, les aconsejo la Reve­
renda Madre Presidenta se encomendasen a nuestra Santa Madre. Y
dandoles una Nobena , que ysiesen desde aquella noche, la tomaron
con tanta fee y Devosion que luego fueron oidos de nuestra Santa Ma­
dre, pues a los nuebe messes puntualmente dio la Prinsesa a lus un
niño y el año si guiente otro Que como se detubieron tanto en Cadis
nuestras Madres fundadoras se los abisaron de la Corte dichos Seña-

:i!I Las Señoras Grandes; "un Grande es el que por su nobleza y merecimiento tiene en
España la preeminencia de poderse cubrir delante del Rey. Dásele assiento en la Capilla en
banco cubierto con bancál, seguido al taburéte del Mayordomo mayór, y en las Cartas y Des­
pachos le trata el Rey de Primo. Hai Grandes de primera, segunda y tercera clase, que se
distinguen en el modo y tiempo de cubrirse quando toman la possesion; cubrir a alguno es
hacerle el Rey mercer de la Grandéza: y cubrirse es tomar la possession de ella. Dixose assi,
porque los que tienen esta Dignidad se ponen el sombrero delante del Rey; Grandes llaman
en España los Señores a quien el Rey manda cubrir la cabéza, frentar en actos y lugares
públicos" (Diccionario de Autoridades).

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54 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

res. Bendito sea nuestro Señor que quiso consederles este benefisio y
acresentar la Devosion de nuestra gran Madre, a quien con tanta fee
lo suplicaron, como se conosio en los efectos.
Saliero[n] de Madrid nuestras Madres por el Santuario de Atocha
adonde se apearon por adorar aquella milagrossisima ymagen de nues­
tra gran Reina, Patrona de la España. Y las condujeron por el camarin
los Reverendos Padres Martines y Pua, Capellanes de su Magestad y
conosidos de las Reverendas fundadoras por aber estado de lectores
de theologia en el Conbento de Victoria. Subieronlas al trono de su
Magestad para besarle los pies y manos y tomar su bendision para aser
tan largo viaje a honrra de su Santisimo Hijo, y que su Magestad las
librase de todos los peligros de mar y tierra y llevando cada una vna
ymagen y [p. 77] [un] Rosario de esta soberana Señora, que dichos
Padres tenian puestos en sus Santissimas y piadosas manos.
Y ban mui confiadas en su amparo y que las aiudaria por su piedad
Santisima, como les susedio, por que a poco mas de una legua de Ma­
drid se lebanto (con ser por la mañana) una 39 furiosa tempestad de
truenos, relampagos y piedra que paresia que se abian 40 de romper
los coches en que benian. Pues eran mui grandes las que caian con tal
abundansia de a gua que paresia caminaban por al gun rio segun se puso
el camino. Quiso nuestro Señor se serenase luego. Otras tempestades,
aunque no fueron muchas, ubo en el discurso de el viaje, que siendo
como fue en el rigor de el verano y en lo ardiente de Castilla, la Man­
cha y Andalusia, para lo que otros años desia la gente, salia ser. No
abia muchas, bendita sea la providensia y piedad de nuestro Señor
que asi cuido de sus esposas.
Ya que por los hombres permitio su Magestad tantas yncomo­
didades y dessasones, pues fuera de las posadas que llevamos referi­
das y diremos adelante, aunque estas fueron siempre cornadas por la
caridad y afecto de los dos Combentos que dejamos dicho, Puebla, Se­
ñores de Bribiesca y Madrid, todas las <lemas posadas fueron los mas
yndignos mesones o cassillas que apenas tenian adonde reclinar la ca­
beza, ni aun lugar para sentarse y descansar un poco, no, por que en
al gunos lugares no pudieran lograrlo, pues la caridad de muchos las
vbiera ospedado, espesialmente Conbentos de Religiosas que lo
solisitaron. Pero la contienda de los que las condusian y no se confor­
maban, pues lo que querian unos lo repugnaban otros, y por sus fi­
nes 41 particulares era presiso que nuestras Reverendas Madres funda-

39 Ms. a entre líneas.


10 Ms. n entre líneas.
11 Ms. fienes.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 55

doras se dieran de su parte por no aumentar la discordia, que no fue


el menor trabajo para sus Reverendas aber de benir contenplando y
apasiguando a todos.
Que no pocas mortificasiones se les ocasionaron en el mismo que­
rer la pas, pero no se puede espresar todo. Y assi solo diremos que las
cassas de los bienechores que llevamos referidas y las que diremos no
consiguieron nuestras Madres con menos mortificasiones que les die­
ron, porque admitian sin poderse escusar de las ynstansias de los
bienechores y afectos a nuestra Sagrada Religion, y que eran conosidos
y parientes de algunas de sus Reverendas. Pues, aunque los sobrinos
de el fundador (y con rasan) lo estimaban y deseaban que fuesen nues­
tras Madres ospedadas en Combentos y Cassas tales, el Prinsipal que
abia de mirar eso [p. 78] mismo segun lo esplicaba la Bula de su San­
tidad, o por no condesender con ellos, o porque Dios assi lo permitio,
se oponia a todo y abian de ir adonde gustase.
Pero, bendito sea nuestro Señor y el amparo de su Santisima Ma­
dre en medio de tantas yncomodidades las condusio a todas con sa­
lud. Y llegadas a la Andalusia <adonde> no fueron mejores los aloja­
mientos ni menores los trabajos, porque las cassas que alli les dio la
caridad y afecto de los bienechores fueron a costa de aun maiores
mortificasiones y contradision de el dicho Conductor. Pero no pu­
dieron escusar admitir el fabor, porque los mismos salieron al cami­
no a resibirlas, como fueron en Andujar los Marqueses de el Serro
de la Cabeza, en Esija los Marqueses de Alcantara, y en Jerez de
la Frontera el V isitador de el Exselentissimo y Yllustrissimo Señor
Don Luis Salzedo Arsobispo de Sevilla de orden de su Ecselensia
Yllustrisima.
Estas fueron las cassas en que allaron todo descanso y recojimiento
con separasion y toda benebolensia, que emos querido referir aqui
porque viva siempre en nuestra memoria la caridad que les ysieron a
nuestras Reverendas Madres fundadoras.
Llegaron finalmente al ysla de Lean, sercana al puerto de Cadis
adonde de orden de el Yllustrisimo Señor, Don Frai Thomas de el Va­
lle, su Obispo, les tenia su cassa de campo prevenido el ospedaje. Y
las esperaba su Secretario y otro Prebendado con el Maiordomo de su
Yllustrisima, los que las resibieron y agajasaron segun el orden que
t[en]ian de su Yllustrisima, que luego las embio a visitar y a desir se
detubiesen alli tres dias, por que tenia el siguiente que salir a resibir
al sobrino de el Señor Cardenal de Malina, Marques de Ureña, que
benia a casarse a Cadis con la Condesa de Sauzedilla, y les abia
de dar su Yllustrisima las manos a petision de dicho Señor
Eminentissimo. Y que a otro dia bendria su Yllustrissima a llevar a

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56 CRÓNICA DE.L CONVENTO DE. NUESTRA SEÑORA DE. LAS NIE.VE.S

nuestras Reverendas Madres a Cadis, al Combento de las Reveren­


das Madres Descalsas de la Purissima Consepsion, como lo executo,
abisandoles la hora para mediar el camino, adonde mas de una le­
gua antes de Cadis llego su Señoria Yllustrissima con todo su Cabil­
do en carrosas mui primorosas.
Y luego que se encontro con los coches en que benian nuestras
Reverendas Madres, salto de la suia el Yllustrisimo, y llegando al estri­
bo le abrio, y con las mas amorosas y vrbanas palabras les dio la bien­
venida y saco de sus pobres coches, y tomando de la mano a la Reve­
renda Madre Presidenta [p. 79] y primera fun[da]dora la mando subir
al suio, con la Niña sobrina de el fundador, que benia en el de su Re­
verenda, y ordenando que los demas Señores Prebendados ysiesen lo
mismo con las demas Madres que benian, disponiendo que en cada
carrosa fuesen dos Prebendados y dos Religiosas, y en el de su
Yllustrisima le acompañaba el Dean con las dos dichas.
Fue grande el concurso que salio a la nobedad que estaba todo el
ar[r]azife y campo cubierto de carrosas y forlones, por la curiosidad
sin duda, aunque como benian cubiertas con belos, como en todo el
camino, quedo burlada la gente, aunque las carrosas o forlones yban
abiertos asta las bidrieras; pero solo a la Niña sobrina de el fundador
pudieron ver, a las demas los bultos.
Llegaron al Combento, y en la misma forma su Yllustrisima y
Prevendados las apearon de las carrosas. Estaba toda aquella
Religiossisima Comunidad a la puerta con Cruz y Siriales, y en silensio.
Su Yllustrisima saludo a la Madre Abbadesa de aquel Religiosissimo
Combento y nos yntrodujo y entro dentro, y su Señoria Yllustrisima
entro tambien con su Cabildo; y en estando en la sala capitular, despues
de aver echo Orazion en el Altar, mando corriesen los belos y se salu­
dasen unas a otras. Despues de un rato, en que su Yllustrissima con su
discretissima y Santa Conbersasion les isa a nuestras Madres fundado­
ras mil fabores alabando nuestro Santo ynstituto, se despidio y salio
con los Señores Prebendados.
Ponderar la benevolensia y amor con que desde aquella primera
noche se entrañaron en los corazones de nuestras fundadoras aque­
llas Santas Madres, no es fasil espresar. Basta desir vivieron como Her­
manas. Y que desde aquel dia, aunque tenian dispuesta separada.
abitasion para ospedar a nuestras Madres, solo les sirbio para dormi­
wrio y al gu nos ratos de aser sus exersisios particulares, porque
conosiendo la llanesa y el fiel trato desde que las resibieron, siguieron
en todo sus distribusiones, assi de Coro como de refectorio y ratos de
recreasion y aun al Santo Rosario, Via Sacra y todos sus exersisios, con
la misma vnion que si fueran de un Abito y Religion.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 57

A pocos dias de aver llegado se publico la guerra con Ynglaterra. Y


aunque 42 la flota estava ya cargada y el nabio (en que se abian de em­
barcar nuestras Madres fundadoras) dispuesto con toda comodidad, no
quiso [p. 80] nuestro Señor vinieran con ese alibio sino en tiempo mas
penoso y en grande estreches e yncomodidad, como despues se dira.
Ya se deja entender la pena y congoja que les causo esta nobedad,
pues, aunque 43 como llevamos dicho, las Madres Descalsas trataban a
las nuestras con tanta caridad, amor y llanesa y sus Reverendas la tenian
con las Madres, como su destino era Mexico y se atrasaba el aser su
fundasion, y aber dejado su amado Combento de Victoria, el detenerse
en otro les serbia de gran desconsuelo. Y aunque las consolaban, di­
siendo duraria poco la guerra, no fue assi, y cada dia se les asia un año.
Las Madres Descalsas, el tiempo que alli estubieron detenidas las
nuestras que fueron quatro años, cuidaban de su alimento que, como
llevamos dicho, era el mismo que comían juntas. Pues desde la prime­
ra noche yban a refectorio, para el que contribuía el apoderado de los
Señores fundadores con lo muí presiso. Pues el pan y demas alimen­
tos de refectorio no quiso la Madre Abbadesa entrase en quenta, al
prinsipio jusgando seria la detension de nuestras Madres por pocos
días les quisieron aser esta caridad, y despues aunque yba tan largo,
abiendo esperimentado (como la Madre Abbadesa barias veses lo dijo
a sus Reverendas) que no se asía mas gasto que el que otros años. Y
que aun el trigo anual que lo entrojan para todo el año, no solo no les
abia faltado sino que aun sobro alguna cantidad y lo mismo los años
siguientes, no quiso cargar estas partidas. Bendito sea nuestro Señor
por sus misericordias.
La [misericordia] que les yso en su embarque fue muí grande, pues,
aunque en quantos nabios se aprestaban, solisitaban el que les diesen
lisensia y permiso para embarcarse. Así, el Yllustrisimo Obispo de Cadís
como los Gobernadores, paresiendoles temeridad en tiempo de gue­
rra, no se pudo consegu ir. Y susedio que, bolviendo a ynstar por sa­
ber, se aprestaban algunos nabios marchates y el uno de ellos de buen
porte. Con ser el tiempo mas enconado de la guerra por aberse sabi­
do se estaban aprestando en Londres treinta y quatro nabes para benir
sobre Cadis, a la primera ynstansia que ysieron nuestras Madres al Se­
ñor Obispo y a los Governadores, les dieron la lisensia, represen­
tandoles sus Reverendas que saliendo antes que llegasen los Yngleses
podrían liberarse. Y assi fue, pues, a quatro o 44 seis dias de aberse dado

12
Ms. uanque.
1:1
Ms. n entre líneas.
Ms. qualro y seú.
11

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58 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

a la bela sus Reverendas llegaron los Yngleses y presaron un nabio


que estaba en la baia que abia de aber salido poco despues. Embarca­
ron nuestras Reverendas Madres fundadoras el dia de la Santa Cruz a
tres de maio el año de 1743 por la tarde, y permitía nuestro Señor no
vbiese el viento nesesario para darse a la bela, con que estubieron abor­
do detenidas asta el dia seis de dicho mes.
[p. 81] Referir la ternura y sentimiento con que 45 aquellas Santas
Madres Descalsas y las nuestras se despidieron no es fasil espresar, por
que se querían y amaban como Hermanas.
Vino a sacarlas de el Combento el Señor Probisor Dean y Cabildo,
para condusirlas al nabio de orden de el Señor Obispo, que pocos días
antes abia salido a un lugar de su Obispado, a visita, que no tubo
corazon para herias embarcar, que es de tierniss[im]o corazon. Y la
ultima visita que les yso a sus Reverendas no pudo detener las lagrimas
que les yso mucho fabor.
Yban nuestras Madres en los forlones que traian los Señores
Prebendados, dos en cada estufa con dos Señores Canonigos. Y en la
baia estaba esperando el Yntendete de la Marina, Don Alexo de
Robalcabar, mui devoto Caballero y afecto a nuestra Sagrada Religion
y a nuestra Madre Santa Brigida. Tenia prebenida la falua Real para
condusirlas al nabio. Y su Señoría con los Señores de el Cabildo y otros
Caballeros embarcaron con sus Reverendas en dicha falua y las acom­
pañaron asta entrar en la estansia que estaba prebenida en el nabio
llamado Sanches, y su titulo [era] "Nuestra Señora de el Rosario Se­
ñor San J oseph y San Francisco de Paula".
Esta era tan estrecha a causa de los muchos pasajeros que carga­
ron en dicha nao, con la buena fee de ir en el tantas Comunidades,
pues, benian dos Misiones de Religiosos, la una de Descalsos de San
Pedro Alcantara y la otra de los que llaman de la Santa Cruz de
Queretaro, ambas del Orden de el Serafico Padre San Fransisco.
Y muchos que no abian tenido animo de embarcar en tiempo de
gu erra, al saber que nuestras Madres se embarcaban, se animaron y
todos querían ir en su nabio. Que por su buena fee pasaron sus Reve­
rendas mucha yncomodidad, pues, todo el sitio que les dieron era de
sinco baras escasas de largo y dos y media de ancho, y en el ocho ca­
marotes, unos sobre otros, de suerte que en el lugar que quedaba de
gu eco aun no podían caber bien ni sentarse a un tiempo, ni menos
meter ni un escabelillo ni mesa ni cosa alguna, que fue gran penuria,
y el calor ecsesibo.

15 Ms. que interlineado.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 59

Tres dias estubieron abordo, como emos dicho. Y en ellos consi­


derando el Señor Obispo que podia asercarse la armada ynglesa enbio
un Capellan a que les dijese a sus Reverendas que el dia si guiente
bendria su Yllustrisima a bolverlas al Conbento, pues el riesgo era no­
torio. Este recado las afligio mucho, pues, despues de quatro años de
aber esperado y ya determinadas a todo con la esperansa en nuestro
Señor que [p. 82] pues abia fasilitado su salida y embarque las llevaria
su Magestad, y aunque conosian tenia su Yllustrisima rasan y estiman
su caridad y selo, clamaban a nuestro Señor les enbiase aire.
Este aun no lo vbo el dia si guiente. Pero embaraso su Magestad que
biniese el Señor Obispo, por que en la falua en que abia de benir a
llebarlas, la pidio el Capitan general de aquellos puertos para registrar
los fuertes, como ya se temia 46 la sercania de el enemigo. Que fue dis­
posision de nuestro Señor que sin duda tenia ya terminada (despues de
tantas contradisiones y embarasos) este tiempo. Pues a las dos de la ma­
ñana de el dia si guiente, que era el mismo en que abia de venir su Yllus­
trisima, se lebanto un aire tan aproposito que se dieron los nabios a la
bela. Y aunque con arto trabajo por lo resio de el viento escribieron sus
Reverendas a su Señoria Yllustrisima no tomase el trabajo de venir, por­
que yban caminando. Y fue con tanta felisidad que en sinco dias abistaron
a yslas de Canarias, que susede pocas veses segun clisen los practicas.
Pero apenas dieron vista a dichas yslas, cuando se hieran venir belas
enemigas que dieron cuidado todo el dia a nuestros nabios. Y como a
las quatro de la tarde se pusieron enfrente tres nabios de guerra, de
ellos. Los nuestros eran marchantes, sin soldados ni practica de gue­
rra, y asi fue la confusion grande, y todos los que podian se yban a
esconder por no pelear. A nuestras Madres les yso su Divina Magestad
la misericordia de quitarles el temor y assi se reian de lo que pasaba,
aunque no por eso sesaban de aser rogativas y letanias pidiendo a nues­
tro Señor las librase.
Bajaronlas a un sitio que llaman Santa Barbara que es en el ando
de el nabio adon[de] bajaron todas las mugeres y al gu nos Religiosos .
Que otros tomaron las armas, por que desian que por ser contra
ynfieles la defensa, lo debia aser. Pero los que tenian mas miedo y
muchos pasajeros bajaron alli. Fue tanto el animo que nuestro Senor
les ynfundio a nuestras Madres que a puros ruegos las sacaron de su
estansia. Pero antes de bajar salieron todas con sus belos en el rostro
enfrente de los nabios enemigos con el Niño Jhesus Peregrino 47 que
'16 Ms. temian con la n borrada.
17 El Niño Jhesus Peregrino es una estatuita, del tamaño del puño, que representa a
.Jesucristo como peregrino con cayado en la mano. Se guarda ahora esta figurita b�jo un
capelo de vidrio, en el convento brigidino de Tláhuac.

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60 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

traían de fundador, y le puso a bista de los enemigos la Reverenda


Madre Presidenta y isa con el Santísimo Niño la señal de la Santa
Cruz. Y con su Magestad bajaro[n] por un sitio que era menester yr
con manos y pies quasi arrastrando, porque estaba [lleno] de far­
dos y mercaderías y el techo tan bajo que no se podía enderesar el
cuerpo.
Aquí estubieron un rato, quando bajaron [a] abisarles que los nabios
enemigos, abiendose juntado como a consejo de gu erra al tiempo de
aser la señal de la pelea, avían echado todas las belas que ya tenían
recojidas par[a] dar la batalla, y con gran prisa al bordear alrededor
de uno de los nabios nuestros, bolvieron a tender las belas y empesar
a caminar por el mismo rumbo que abian venido, con tanta aselerasion
que quando nuestras Madres subieron a su estansia ya abian camina­
do buen espasio. Y no tardaron mucho, pues luego que bolvieron las
espaldas los enemigos, bajaron [a] abisarles con grande [p. 83] alegria
el Capitan y demas pasajeros.
Bendito sea nuestro Señor que assi las libro, pues no ai que dudar
que fue obra suia, pues siendo ellos tres nabios de gu erra y los nues­
tros marchantes y la gente sin practica nin guna de ella (que así esta­
ban de afligidos) los sega su Magestad para que jusgasen lo era. Que
así lo supieron, despues que les escribieron de Cadís a sus Reverendas
que quando el Capitan yngles supo de el porte que eran nuestros
nabios clisen se tiraba los cabellos y isa otros estremos conosiendo su
engaño y la fasilidad con que pudo aberlos apresado.
Este día pasaron nuestras Madres muí trabajoso, no porque grasias
a nuestro Señor les fio el que tubiesen susto ni miedo, que antes se
estaban tan serenas todas que se reian de los alvorotados y temerosos
que beian a los de el nabio, sino que como en todo el día no se avía
podido ensender el fogon vbieron de pasar sin comer en todo el sino
el almuerso que se da por la mañana. Y asta otro día nadie se acordo
de sus Reverendas, porque quedaron con el miedo si bolverian de no­
che los enemigos. Pero a sus Reverendas nada de esto les puso temor
y así se recojieron. Y fue Dios nuestro Señor Servido que esa noche
con buen viento caminaron lindamente y se apartaron de el riesgo.
Otras cosas y lanses pasaron que por no alargar dejamos. Solo dire­
mos que a mediada la nabegasion fueron faltando los víveres, asi por
benir poco proveido el nabio, como porque las sabandijas que en los
nabios son muchos, [y] los ratones <y> se comieron mucho, con que se
pasaron algunos trabajos en esta parte. Y assi fue presiso enderesar la
proa a Porto Rico, porque tambien yba faltando el agua.
Llegaron a este puerto víspera de Señor San Juan que es Patron
de la ciudad. Estaba el lugar mui enfermo por la gran seca que abia

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 61

avido, pero quiso nuestro Señor que aquella noche llobiese tanto con
una tempestad que vbo que se llenaron los algibes, que no ai otra agua
en el lugar.
A nuestras Madres las ospedaron en la cassa de el Obispo, que
como estaban en sede bacante estaba desocupado lo de arriba. Y en lo
de abajo abia arta gente y al gunos enfermos. La cassa era tal que los
suelos eran de tablas que no encajaban unas en otras, y asi se beian los
quartos de abajo. Por los grandes resquisios y abujeros de las tablas
subia el fedor 48 de los enfermos que eran de bomito negro, con que
pasaron sus Reverendas la noche bien afligidas, porque era yntolerable.
Y como resien desenbarcadas tenia[n] los estomagas penosos y asi [a]
algunas les hiso arto mal. A esto se añadia estar oiendo los quejidos
de los enfermos y los clamores de los que estaban aiudando a morir.
Los truenos, aunque duraron poco, bendito sea Dios, fueron tan gran­
des, que pasaron con mucho trabajo.
El dia siguiente las visito el Dean de aquella Yglesia y les [p.84]
hizo la caridad de mandar que sacasen [a] los enfermos, y [a] uno que
aquella noche muria. Pero por ynstansias que le hisieron sus Reveren­
das que si tenian peligro en moberlos no lo hisiese, que Dios las
libraria. Los llevaron a otra cassa ynmediata, menos a uno que estaba
mas agrabado, y quiso nuestro Señor mejorase, y todos en la ciudad
con el benefisio de el agua, que de la gran sequedad [...]. Desian era
la epidemia.
Aqui estubieron nuestras Madres trese dias mientras se probeian
los nabios de lo nesesario. Y salieron de alli a proseguir su viaje con
alguna mas seguridad por aber llegado vn nabio de guerra a otro dia
que los nuestros y se les junto para benir a Veracruz. Este yba a condusir
al Obispo de la P uebla de los Angeles, que lo era el Señor Don
Pantaleon de Abreo Arsobispo de la ysla de Santo Domingo, que de
esta Yglesia asendio a la de los Angeles. Con esta escolta se encamina­
ron todos y ia no temian [a] los Yngleses y assi prosiguieron con
felisidad, asta llegar a Coa, 49 adonde por esperar al Señor Obispo que
llegase para entrar en dicha nabe, echaron ancoras en todas, y
estubieron 50 paradas asta que llegase su Yllustrissima.
El paraje es un horno y sin correr viento y asi la calor ecsesiba era
tanta que mucha jente enfermo. Y aunque en el nabio en [que] nues­
tras Madres venian no toco la enfermedad, era una gran conpasion
her de los otros dos echar cuerpos a la mar, de suerte que los Capita-

18
Ms.Jertor.
l!l
Coa es probablemente Cuba.
�.o Ms. n entre líneas.

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62 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

nes estaban determinados a salir de aquel paraje tan caluroso y enfer­


mo, si tardaba en venir un dia mas el Obispo.
Pero aquella tarde quiso nuestro Señor llegase, que fue la alegria
de todos mui grande. Y luego que su Yllustrisima salto al nabio preve­
nido se dieron todos a la bela y con el fabor de nuestro Señor llegaron
al puerto de Veracruz vispera de San Ygnasio de Loiola. Y <aunque>
aquella misma tarde (luego que supieron en Veracruz eran nabios es­
pañoles), 51 que lo estubieron dudando mucho, por que se temian fue­
sen de Yngleses como la guerra estaba tan ensendida, y asi estaban
asiendo grandes prebensiones de guerra desde que vieron belas) vino
un Caballero de Veracruz, llamado Don Gaspar Saens Rico (al qual
tenia abisado el Señor fundador para que cuando alli llegasen nues­
tras Madres las ospedase) con la falua de el Gobernador para
condusirlas a su cassa. Pero como ya caia la tarde y era quasi de noche,
le 52 suplicaron nuestras Madres fuese por la mañana de el dia siguien­
te, asi por el peligro que al salir de el nabio y bajar a la falua se podia
ofreser, como por recojer su pobre ajuar, en lo que pasaron toda aque­
lla noche, que fue de Purgatorio, porque la estansia, como llevamos
dicho, era mui estrecha, [y] los nabios, que parados es maior el calor,
y que ni aun sus Reverendas cabian, y [con] aber de poner en consierto y
liar sus fardillos y camas, pasaron gran [p. 85] trabajo.
A la mañana vino puntualmente el Caballero, que emos dicho, y
bajaron a la falua solas nuestras Madres. Y los de su familia, quedando
artos en el nabio, con gran deseo de saltar en tierra, pero no se les
consedio asta pasar el registro que es costumbre, que al gunos les desian
que dijeran sus Reverendas venian en su compañia, pero no se podia
aser, que cada uno lleva su lista.
Era tanto el regosijo de el buen Caballero que en el espasio de
mar que ai desde el nabio, mientras yban en la falua todo era victores
y aser salbas disparando piezas.
Cuando salieron a tierra estaba todo el muelle (tan lleno de gente
que apenas se podia dar paso). Todo el es presiso caminar a pie por
ser una calsada echa en la misma baia asta la puerta de la ciudad. Y en
ella estaban los forlones prebenidos y en ellos esperaban las hijas y
parientas de dicho Don Gaspar, en cuia cassa estubieron ocho dias
nuestras Madres mientras se buscava carruaje (para aser la jornada a
Mexico) que no lo abia en Veracruz, por que forlones no pueden pa­
sar por los caminos y son presisas literas, en las que binieron sus Re-

51
ante que un solo signo de paréntesis.
52 Ms. les con la s borrada.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 63

verendas asta poco mas aia de Piedras Negras, adonde tenían· los Se­
ñores fundadores sus coches esperando, abiendo embiado a resibirlas
asta Jalapa a su sobrino, Don Pedro Antonio de Mendibil y A guirre y
otro Caballero paisano. Y en su compañia llegaron a una asienda de
los Padres Bedlemitas que esta mas aia de Piedras Negras, adonde las
esperaban los Señores fundadores que salieron al camino. El Patron
en su coche llego primero, y en viendo los en 53 que sus Reverendas
benian, salto de el suio con tantas demostrasiones de cariño y lagrimas
de goso que las enternesio. Y no menos la Señora Patrona, que a poca
distansia salio de la cassa, adonde las esperaba con tanto amor y cari­
ño que todo era dar grasias a nuestro Señor de su llegada.
El día siguiente continuaron su jornada para la asienda de los Se­
ñores fundadores, adonde se avian de detener al gunos dias a descan­
sar, por la orden que dio el 54 Exelentissimo y Yllustrissimo Don Juan
Antonio de Visarron y Eguiarrecta, 55 Arsobispo de este Arsobispado y
Virrei y Capitan general (que fue por, espasio de siete años) de esta
Nueba España, de que esperasen-alli, asta que su Exelencia Yllustrisima
señalase el dia en que abian de entrar en Mexico; para cuio efecto
embio al dicha asienda de Padres Bedlemitas dos Comisarios (que fue­
ron el Doctor Don Juan Losano, Cura de la Parrochia de la Santa
Veracruz de esta ciudad, y el Bachiller Don Felis de Villanueba) a dar
a nuestras Madres la bienvenida en nombre de su Exelencia y para
que las acompañasen las jornadas que les faltaban para llegar a la di­
cha asitmda de los Señores fundadores,' como lo ysieron.
Luego que llegaron y supieron en Mexico que estaban ya en la
asienda nuestras Madres, [p. 86] les escrivieron la vienbenida el Señor
Arsobispo, la nobilissima ciudad, la Real Audiensia, el Cabildo
Eclesiastico, la Santa Yquisision, y todos los Prelados y Preladas de los
Comventos, con gran gratitud y consuelo, a que estubieron al gu nos
dias nuestras Madres, hasta que su Exelencia Yllustrissima ordeno que
viniesen, lo que executaron en tres dias por estar la asienda lejos, y
porque <como> estaban algo quebrantadas de la larga nabegasion
y camino de tierra, los Señores las quisieron traer con todo regalo y co­
modidad.
En este camino les partisipo la Señora fundadora el motivo mila­
groso de esta fundasion. Pues, viniendo nuestras Madres en el coche
con dicha Señora, les refirio que despues de la muerte de su primer

:;:, en interlineado.
,;1 el interlineado.
:;,; El nombre del arwbispo, traducido en lat.: )oannis Anlonii de Vizarron el Eguiarrela,
véase Osorio Romero (1980:329).

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64 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

marido Don Melchor de Urban, abiendole dejado este heredera de


todos sus bienes y testamentaria, le abia comunicado dibersas veses
que pues Dios nuestro Señor no les abia dado susesion, deseaba que
sus caudales se enpleasen en aser una fundasion de Religiosas, lo que
la Señora ( como tan piadosa, que lo era mucho) admitio con gran :ifi
gusto, dedicando su dote y caudal para este efecto. Y estando confor­
me en esta determinasion y allandose ya viuda, empeso a discur[r ]ir
para dar cumplimiento a la voluntad de dicho su marido y al gran
deseo que ella tenia de lo mismo. Pero como se empeso a desir que
abia dejado dicho Don Melchor su caudal para Monjas, muchas de­
seosas de serlo que por no tener dotes estaban detin[id]as, la
empesaron a molestar para que se les diese. Hisolo con algunas, pero
dandole escrupulo, pues eso no era fundar Combento. Lo comunico
con su Confesor, que era un Padre de la Compañia de Jhesus, quien la
dijo no debia haserlo sino guardar los caudales para aser el Combento.
Con esto y berse sola y con los muchos cuidados de sus quantiosas
asiendas y sin quien las gobernara, dijo, pedia a nuestro Señor conti­
nuamente la ynspirase de que Religion haria el Combento, o si de las
Ordenes que ya abia en esta ciudad. Y siempre que se ponia delante
de un Santo Crusiftjo oia: "Santa Brigida, Santa Brigida", y como no
sabia si la Santa Madre era fundadora, ni si tenia Monjas, no sabia que
haser. Y quando en los sermones la oia nombrar se le alegraba el
corazon. Con este cuidado se lo dijo a su Confesor y este le respondio
que era verdad que la Santa abia fundado Monjas, pero que no sabia
donde las vbies[e]. Y referia con grasia dicha Señora que le abia dicho
a su Confesor: "Yo quisiera tener una rebelasion", a que le respondio:
"Pues boba, esa no es rebelasion?"
En este yntermedio se le ofresieron barios casamientos y biendose
con tantos [p. 87] cuidados de asienda y que no se fuese menoscaban­
do, le aconsejaban se casase. Y como era tanta la ynportunidad, lo co­
munico con el mismo Confesor y con otro Saserdote, gran Siervo de
Dios, y a este le dijo: "Yo padre no me quisiera casar", a que le
respondio: "Si, te as de casar y as de ser madre de muchas hijas". Y le
aconsejo que de [los] tres que entonses la pretendian, se casase con el
Oidor Aguirre, lo que executo. Y comunicandole despues de algun
tiempo lo que Bebamos dicho, <y> este le dijo: "Pues en mi tierra ai
Monjas y de alli las podemos traer".
De donde se conose quan por su quenta abia tomado la Dibina
Providensia esta fundasion y para apoio de esta verdad referiremos
aqui otro testimonio que dio su Magestad por medio de las Reveren-

:ifi
Ms. n entre líneas.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 65

das Madres Capuchinas de la Puebla de los Angeles. Y fue que al en­


trar nuestras Madres fundadoras en la cassa de Don Gaspar Saens Rico,
le dio este a la Reverenda Madre Presidenta una carta de la Madre
Abbadesa de dichas Señoras Capuchinas, en que le daba a la nuestra -
los plasemes de su felis llegada y de que todas viniesen con salud y
ofresiales en ella con grandes espresiones de cariño su Conbento para
que se ospedasen en el, si asian su viaje por dicha ciudad. Y era la
fecha de dicha carta de quinse dias antes que llegasen a vista de
Veracruz los nabios en que benian nuestras Madres, que admiradas de
ello, les monstro dicho Don Gaspar otra que el avia resibido ocho dias
antes de la misma Madre Abbadesa, en que le daba el parabien de las
guespedes que abia de tener. Y le encargaba que luego que saltasen
en tierra, les diese la referida carta.
Que abia de ser esta fundasion de gran gloria de Dios y bien de
muchas Almas y de todo el Reino, Bendito sea su Magestad, que por
sola su bondad nos quiso aser tan gran misericordia.

CAPilVLO TERCERO [IX]

De la llegada de nuestras Reverendas Madres fundadoras a Guadalupe, su


entrada en esta ciudad y lo acaesido en el tiempo que estubieron én el Conbento
de Regína Celi 57

A las cinco de la tarde de el dia tres de septiembre [p. 88] de el año de


1743 llegaron al Santuario de nuestra Señora de Guadalupe nuestras
mui Reverendas Madres fundadoras, acompañadas de los Señores Pa­
tronos de su 58 fundasion y de los Comisarios que para este efecto abia
enbiado el Señor Arsobispo, como dijimos en el capitulo proxsimo pa­
sado. Tambien venia en compañia de sus Reverendas el Señor Don
Francisco de Echabarri (entonses terser Oidor de la Real Audiensia de
esta Ynperial ciudad y despues su Decano y Presidente), que por ser
natural de la ciudad de V ictoria, patria de nuestras Madres, salio a
resibirlas al camino.
Estaba a la puerta de el Santuario para resibirlas, de parte de su
Exelensia Yllustrissima, su Secretario, el Señor Doctor Don Fransisco
Ximenes Caro, Canonigo Penitensiario de esta Cathedral, quien lue-

''7 Este edificio existe todavía, situado en la calle de Regina, esquina con Bolívar, y fün­
cicrna hoy como hospital. Una placa en el muro tiene la sigu iente inscripción: "Se han hos­
pedado en este monasterio las muy reberendas madres fundadoras de Santa Brígida de 1743."
:iK Ms. m interlineado.

DR© 2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 65

das Madres Capuchinas de la Puebla de los Angeles. Y fue que al en­


trar nuestras Madres fundadoras en la cassa de Don Gaspar Saens Rico,
le dio este a la Reverenda Madre Presidenta una carta de la Madre
Abbadesa de dichas Señoras Capuchinas, en que le daba a la nuestra -
los plasemes de su felis llegada y de que todas viniesen con salud y
ofresiales en ella con grandes espresiones de cariño su Conbento para
que se ospedasen en el, si asian su viaje por dicha ciudad. Y era la
fecha de dicha carta de quinse dias antes que llegasen a vista de
Veracruz los nabios en que benian nuestras Madres, que admiradas de
ello, les monstro dicho Don Gaspar otra que el avia resibido ocho dias
antes de la misma Madre Abbadesa, en que le daba el parabien de las
guespedes que abia de tener. Y le encargaba que luego que saltasen
en tierra, les diese la referida carta.
Que abia de ser esta fundasion de gran gloria de Dios y bien de
muchas Almas y de todo el Reino, Bendito sea su Magestad, que por
sola su bondad nos quiso aser tan gran misericordia.

CAPilVLO TERCERO [IX]

De la llegada de nuestras Reverendas Madres fundadoras a Guadalupe, su


entrada en esta ciudad y lo acaesido en el tiempo que estubieron én el Conbento
de Regína Celi 57

A las cinco de la tarde de el dia tres de septiembre [p. 88] de el año de


1743 llegaron al Santuario de nuestra Señora de Guadalupe nuestras
mui Reverendas Madres fundadoras, acompañadas de los Señores Pa­
tronos de su 58 fundasion y de los Comisarios que para este efecto abia
enbiado el Señor Arsobispo, como dijimos en el capitulo proxsimo pa­
sado. Tambien venia en compañia de sus Reverendas el Señor Don
Francisco de Echabarri (entonses terser Oidor de la Real Audiensia de
esta Ynperial ciudad y despues su Decano y Presidente), que por ser
natural de la ciudad de V ictoria, patria de nuestras Madres, salio a
resibirlas al camino.
Estaba a la puerta de el Santuario para resibirlas, de parte de su
Exelensia Yllustrissima, su Secretario, el Señor Doctor Don Fransisco
Ximenes Caro, Canonigo Penitensiario de esta Cathedral, quien lue-

''7 Este edificio existe todavía, situado en la calle de Regina, esquina con Bolívar, y fün­
cicrna hoy como hospital. Una placa en el muro tiene la sigu iente inscripción: "Se han hos­
pedado en este monasterio las muy reberendas madres fundadoras de Santa Brígida de 1743."
:iK Ms. m interlineado.

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66 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

go que llegaron sus Reverendas, las yntrodujo en la Yglesia en conpañia


de muchas personas de distinsion de esta ciudad, que ympelidas de su
devosion y cortesania para con las nuebas fundadoras, fueron a es­
perarlas a dicho Santuario, adonde acudio tanta multitud de gente
de todos estados, condisiones y esferas, que con ser el Templo tan grande
no cabia en el, por cuia causa no abrio el Señor Ximenes la bidriera
de nuestra Señora, temiendo no vbiese al gu n desorden y resolbiendo
dejarlo para cuando se fuese la gente.
Subio a nuestras Reverendas Madres a la Casa de N obenas, la qual
tenian mui bien aderesada y compuesta las Señoras Doña Maria y Doña
Ana de Terreros (que por obsequiar a la Señora Patrona de quien eran
amigas). Se encargaron asi de esto como de prebenir a su costa la sena,
que fue mui esplendida, costosa y bien aderesada.
Esta misma noche se reconsiliaron en un aposento de la dicha cassa
con su Confesor, el Bachiller Don Diego Ruiz Puente, quien para este
efecto vino desde la ciudad de Cadis en conpañia de sus Reverendas.
Viendo el Señor Ximenes eran ya las nuebe de la noche y que la
jente de la Yglesia desia a bases que no saldria de ella asta que se
abriese la bidriera 59 de nuestra Señora, se resolvio abrirla, bajando
antes a nuestras Reverendas Madres (a dicha Yglesia), las que adora­
ron el portentoso y milagroso lienso con mucha ternura y devosion, y
tocando en el por mano de dicho Señor Ximenes su Rosario y meda­
llas con gran consuelo de sus Almas, se bolvieron a su recojimiento a
dar al gun descanso a la naturalesa.
Y el dia quatro al amaneser oieron Missa y Comulgaron de mano
de dicho Confesor en el Altar de nuestra Señora. Y entre siete y ocho de
la mañana fue su Exelensia Yllustrissima a visitarlas con toda grandesa
y ostentasion, entrando con su Cruzsero asta la sala donde estavan
nuestras Madres. [p.89] Y abiendo estado un largo rato en su compa­
ñia con la politica, ofertas y cortesanias que en tales ocasiones se acos­
tumbran, se bino a esperarlas al Combento de Regina Celi (que es de
Señoras Religiosas de la Purissima Consepsion), en donde les tenian
prebenido ospedaje (en la forma que adelante se dira), por causa de
estar la fabrica de el nuebo Combento yncapas de abitar en ella, por
no tener ni aun una piesa acabada.
Como a las nuebe de la misma mañana bajara[n] segunda bes a la
Yglesia a tomar la bendision de nuestra Señora para aser su vltima
jornada a esta ciudad. Y para acompañarlas a ella esperaban en dicha
Yglesia muchos Señores Prebendados de esta Cathedral y todas las Se­
ñoras Oidoras. Y tomando el camino para esta ciudad, viniendo los

59 Ms. bridriera.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 67

Señores por delante en sus coches, seguian los de las Madres ( gu ian­
dolos el Señor Ximenes) con el orden siguiente:
En el primero venian las Reverendas Madres Maria Thomasa de
San Fransisco y Maria Fransisca de Jhesus con Doña Maria Fernandes
de Castro, esposa de el Fiscal de el Rey, Don Pedro de Bedoia; en el
segundo la Reverenda Madre Maria Cathalina de la Consepsion y la
Hermana Jazinta de Santa Barbara con Doña Maria de Baeza, esposa
de el Oidor Don Clemente de el Campo, y Doña Ana Maria de Lobera,
esposa de el Oidor de el crimen, Don Ambrosio de Melgarejo; en el
tersero la Reverenda Madre Juana Petronila de el Patrosinio y la Niña
sobrina de el fundador, con Doña Ana de Belasco y Gorraes, esposa de
el Oidor Don Domingo Balcasar y Doña Maria de Ribas, esposa de el
Oidor Don Joseph Madrid. Venia la ultima en una rica estufa la mui
Reverenda Madre Presidenta y primera fundadora Theresa Brigida
Edu[a]rda de Jhesus con la Señora Patrona Doña Gertrudis Roldan y
Doña Maria Cuelo y Castro, esposa de Don Pedro Malo y Villa Visensio,
Oidor Decano de esta Real Audiensia y su Presidente.
Y a las dies de la mañana llegaron a esta ciudad con repique gene­
ral de todas sus campanas, estando todas las calles por donde avian
de pasar tan llenas de forlones y gente de a pie que apenas se podian
transitar, y todas sus bentanas y asoleas de la misma manera. Y asta
las Religiosas Clarisas de el Combento de Santa Ysabel subieron a su
asotea, deseosas de conoser a las nuestras, lo que no pudieron lograr
por benir cubiertas con belos. Y al pasar por el Combento de el Serafin
llagado, salio a la ca- [p.90] lle toda su Religiosa Comunidad con su
Comisario y Probinsial, quienes con otros Religiosos grabes llegaron a
los forlones en que benian las Reverendas Madres a darles las
norabuena de su felis llegada, ofresiendoles asistirlas como vesinos en
todo lo que se les ofresiese. Y despidiendose dieron lugar a que si­
guiesen su derrota para el Combento de Regina, adonde esperaba toda
su Religiosa Comunidad b con Cruz y Siriales a la puerta reglar. Y en­
trando en ella nuestras Benerables fundadoras (con todas las Señoras
que las aconpañaban y quedan referidas) las llevaron en prosesion al
Coro bajo, y endo tambien su Exelencia Yllustrissima con todos sus fa­
miliares y el Señor Patron Donjoseph Francisco de Aguirre.
Luego que entraron en dicho Coro entono el "Te Deum 60
La[u]damus" la Musica de la Cathedral (que estaba en la Yglesia), y
acabado canto la Orasion el Señor Doctor Don Fransisco Xabier Gomes
de Serbantes, Probisor 61 y Prebendado de esta Cathedral y despues

tiO Ms. tedeum, lo mismo ocurre en IX:227 y 230 de esta edición.


61 Ms. Brobisor.

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68 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Obispo electo de la de Porto Rico. Y abiendo cumplido con la presisa


obligasion de acsion de grasias, nuestras Reverendas Madres fueron
llegando por sus antiguedades a darle la obediensia al Senor Arsobispo,
renobando en sus manos los votos de su profesion.
Despues las subieron al refectorio (al qual le abian quitado las me­
sas y puesto en su lugar sitial para su Exelencia Yllustrissima y estrado
para las Religiosas y Señoras). Alli estubieron asta las dose, que yendose
su Exelencia Yllustrissima y las Señoras con los demas seglares, die­
ron lugarpara que tomasen al guna refecsion, la qual les sirbio mas de
mortificasion que de alibio por las rasones que diremos despues.
En la selda de la Madre Abbadesa (que era entonses, y lo abia sido
continuado por treinta y tres años la mui Reverenda Madre Antonia
de San Juan) les tenian prebenida la comida, para la qual y la de los
dos dias siguientes y para el refresco de aquella tarde avia embiado el
Señor Arsobispo a dicha Madre Abbadesa seiscientos pesos. Se senta­
ron a la mesa nuestras Madres fundadoras con la Abbadesa, Difinidoras
y Religiosas grabes de dicho Combento, y las serbian las modernas,
tañendo ystrumentos y cantando siertas musicas de profesion, que para
este efecto entraron de la calle, continuandolo los dos dias siguientes
al tiempo de la comida y sena, lo que sirbio de no poca mortificasion a
nuestras Madres fundadoras, aumentandoselas en sumo grado las
muchas seglares de todas calidades. Que como es notorio viven en este
Conbento las Españolas con titulo de Niñas y las Yndias y Mulatas de
Criadas de las Religiosas, que de unas y otras estaba quasi llena la piesa
que para el espiritu recoleto fue de gran martirio.
Entre quatro y sinco de la tarde vol- [p. 91] bieron al Combento el
Señor Arsobispo y las otras personas que estubieron a la mañana y
juntas con las dos Religiosas Comunidades en la sala de el refectorio
que queda referido, se les sirbio un esplendido refresco. Y despues
dansaron las Señoras Oidoras. Y despues de las siete de la noche se
fueron todos a sus casas. Y como a las ocho o nuebe, despues de aber
senado, se reti[ra]ron nuestras Madres fundadoras a la posada que les
tenian prebenida en el mismo Combento, la qual estaba en la forma
siguiente:
En el patio de la Sacristia subia una escalera mui enpinada a un
corredersito pequeño al qual daban las puertas de dos salas que tenia
ymediatas. En la primera estaba una tribuna que daba a la Yglesia. Y
de la se gunda, que era mui pequeña y baja de techo, se salia a un apo­
sento pequeñito, el qual y las referidas salas estaban dibi[di]das con
un cansel de tablas mui largo y obscuro y tan estrecho que apenas
cabian en el dos Religiosas juntas. De este se salia al Corito que era de
el mismo ancho y de largo. No tenia mas que el ancho de una Capilla

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 69

pequeña que da a la Yglesia grande. De el Corito se salia a otro aposen­


to que estaba en la misma forma que emos dicho de la anterior. Y en el
estaba una puerta que salia al claustro prinsipal de el Combento y otra
que daba a una escalera, por donde se bajaba a un patio pequeño, adon­
de daba la puerta de el Corito bajo de la Capilla que queda referida.
Esto era lo que tenían dedicado nuestras Madres fundadoras para
su abitasion como se hira disiendo en sus lugares .
En este mismo dia acaesio una cosa que sirbio de grande
mortificasion a muchas personas. Y fue que abiendo dado horden el
Señor Arsobispo de que al pasar nuestras Madres por el Combento de
la Encarnasion de esta ciudad, llegasen a su puerta reglar a saludar 62
a las Religiosas de el, porque asi se lo abian pedido las mismas Reli­
giosas y la Señora Patrona Doña Gertrudis Roldan, quien tenia en di­
cho Combento dos hermanas, tres sobrinas y una prima que entonses
era Abbadesa, la qual, en oiendo que benian serca los forlones, man­
do tocar la campana de Comunidad, para que acudiesen las Religio­
sas a la puerta reglar y estando en ella toda la Comunidad, deseosa de
que llegasen nuestras Madres para darlas un abraso.
Despues de aber esperado largo rato, supieron como, abiendo to­
mado el paso por otra calle, estaban ya en Regina, lo que les fue de
tanto sentimiento como se puede considerar y para nuestras Madres
de no menor mortificasion. Y fue la causa que el Prebendado que
condusia a sus Reverendas tenia sierta oposision o conpetensia con
otro Prebendado. Y este vltimo, sabiendo que el Señor Arsobispo abia
orde- [p.92] nado a dicho Conductor que llevase a nuestras Madres al
referido Conbento de la Encarnasion, embio su familia a una cassa en­
frente de el, para que de alli vieran y conosieran a sus Reverendas. Sa­
bido esto por el Conductor tomo otra calle sin mas motivo que el de
aser dessaire al referido Prebendado. Segun se dijo y lo mas sierto es
que Dios lo permitio por dar en que mereser a ambas Comunidades.
Los si guientes dias, asta el dies y siete de el mismo mes y año,
gastaron en recobrarse de los trabajos de el camino y en resibir visi­
tas de todos los Prelados de las Religiones, personas de distinsion y
particulares.
Y el dia ocho por la tarde fue a visitarlas el Señor Virrey Conde de
Fuendara. Y ahiendo estado un breve rato ofresiendo ( con muchas
espresiones de venebolensia) serbir a nuestras Madres en todo lo que
quisieren mandarle, la mui Reverenda Madre Presidenta Theresa
Brigida, con Religioso Selo, represento a su Exelensia el que estaba

fi'.! Ms. salududar.

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70 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

manifiesto en la Y glesia nuestro amoroso Dueño Sacramentado, por


cuia causa no podian detenerse mas tiempo en la visita, de que su
Exelensia como tan discreto no solo no se ofendio, sino que agradesido
y edificado se despidio, disculpandose con que hasta entonses lo
ygnoraba. Que a saberlo antes vbiera dejado la visita para otro dia.
Ya queda referido en el folio 90 que los tres primeros dias comie­
ron y senaron con las Religiosas de Regina. Al quarto se quedaron en
su vivienda y este dia les embiaron una comida (mui abundante y bien
aderesada) las Señoras Berrios, quienes estaban en dicho Conbento
por aver entrado en el pocos dias antes con el pretesto de aliñar la
vivienda a nuestras Madres.
Los si guientes dias les embiaron de comer de todos los Combentos
de Religiosas que ai en esta ciudad. Y de algunos de ellos embiaron
con el recado y a serbir la mesa una Niña bestida con el Abito de su
Religion.
Los primeros dias les servia de refectorio el tavique que estaba a
la entrada de el Corito alto, y de casina una cobacha mui yncomoda y
umeda por estar a tierra mobedisa debajo de la escalera que bajava al
patio de la Sacristia, de lo que compadesida la Madre A gustina de Santa
Ana, pasandose a otra selda, les dejo la suia, la qual tenia la puerta en
el descanso de la escalera por donde se bajaba al Corito bajo. Y esta
selda les sirbio de refectorio y casina todo el tiempo que estubieron
en dicho Conbento.
El dicho dia dies y siete hiziero[n] su elecsion Canonica de
Abbadesa en la forma siguiente: Entre ocho y nue[be] de la mañana
dijo la Missa de el Espiritu Santo (en la Capilla que queda referida en
el folio 91 y es la misma que llaman de los Medinas por ser estos [p.93]
Caballeros Patronos de ella) el Confesor maior de nuestras Madres,
estando sus Reverendas a la reja de el Corito bajo de la dicha Capilla.
Acabada la Missa les hiso una discreta platica el Señor Arsobispo y
despues prosedio a la elecsion, acompañado de el Doctor Don Juan
Antonio de Belasco, Canonigo Doctoral y Jues de testamentos, y de
Don Bernardo Valdebieso, Prebendado de esta Santa Y glesia y primo
de el mismo Señor Arsobispo, quien quiso haser la honrra de que asis­
tiese a dicha elecsion el dicho Confesor Don Diego Ruiz Puente, no
obstante el no ser Prebendado, y tomando los votos (por la craticula
de Comulgar que ai en la misma Capilla y Corito y es la misma por
donde nuestras Madres cumplian con sus Comuniones de Regla) el
Secretario Doctor y Penetensiario Don Fransisco Ximenes Caro. 63

ñ:i Don Francisco Ximenes Caro certificó las primeras profesiones (l-4 y 7- 16) en el
Libro de Ingresos.

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Iglesia del convento de Santa Brígida poco antes de su demolición y delineada
por Justino Fernández en 1966. Fototeca del Instituto de Investigaciones
Estéticas, UNAM

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PLATA-BAJA: r'CALl:t:DrS.JlM Dl:I.ITRAII

Plantas alta y baja de la iglesia del convento de Santa Brígida dibujadas


por J ustino Fernández en 1966. Fototeca del Instituto de Investigaciones
Estéticas, UNAM

DR© 2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


Disponible en: www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/348/cronica_convento.html
Iglesia del convento de Santa Brígida con una sacristía añadida al frente
en el siglo XIX. Fototeca del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM

DR© 2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 71

Salio electa Abbadesa la mui Reverenda Madre T heresa Brigida


Eduarda de Jhesus. Y luego entonaron con musica el «Te Deum
Laudamus» las Religiosas de Regina, que para este efecto estaban es­
perando en el Corito alto de la dicha Capilla. Y era en el que nuestras
Madres tenian Orasion y desian el Ofisio Dibino. Y despues de el "Te
Deum" llegaron a rendir la obediensia. Y cumplida con esta Religiosa
y debida seremonia, se despidio el Señor Arsobispo para volber a la
tarde a la visita de clausura, como lo executo entre quatro y sinco, en­
trando con los mismos que le acompañaron por la mañana y con los
Capellanes de el Combento de Regina y los Señores Patronos de la
fundacion. Y el dia dies y nuebe biso nuestra Reverenda Madre
Abbadesa la tabla de los Ofisios que aprobo el Señor Arsobispo, y es
como se si gu e:
La Madre Juana Petronila de el Patrosinio, Priora, Munitora Maes­
tra de Nobisias, y quidar con ellas de la roperia, y Escucha de el locu­
torio.
La Madre T homasa de San Fransisco, Supriora, Depositaria, y Can­
tora de Coro, y Laborera.
La Madre Maria Cathalina de la Consepsion, Sacristana, Portera,
Tornera maior y Escucha de el locutorio.
La Madre Maria Fransisca de Jhesus, Segunda Depositaria, Tor­
nera Portera segunda y Enfermera.
La Hermana Jasinta de Santa Barbara, Probisora y segunda En­
fermera.
Teniendo nuestras Madres las cosas de su fundasion en este estado
y hiendo que la obra de su Conbento yba despasio, dieron paso a la
resepsion de N obisias, siendo la primera que logro la dicha de bestir el
Santo Abito, de edad de dies y nuebe años, la sobrina de el fundador,
Doña Fransisca Antonia, quien, como dijimos en el folio 71, vino a este
fin desde la ciudad de Victoria en compañia de nuestras Madres funda­
doras. Y · fue el dia en que meresio esta dicha el 26 de octubre de el
mismo año de 1743, siendo su madrina la Señora Patrona Doña
Gertrudis 64 Roldan. Le dio [p.94] el Santo Abito (por la reja de el Cori­
to bajo que clava a la Capilla que tenian destinado para su vso) el
Yllustrissimo y Exelentissimo Señor Don Juan Antonio de Bisarron y
E guiarreta, dando fin a la funsion con una mui discreta y docta platica.65
Y en los 4 meses siguientes tomaron el Santo Abito otras seis, las
dos de dote y las otras quatro de nombramiento de los Señores funda-

61
Ms. Gerlrudes con la segunda e corregida en i.
6
Aquí termina la segunda cronista, Benita Francisca. Continúa Ysabel Antonia, terce­
·"
ra cronista, la que compone y escribe más de cien páginas de la crónica.

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72 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

dores y la una de estas de tan quebrantada salud 66 que solo parese fue
su yngreso para mortificazion sulla y de las demas Religiosas, pues desde
el primer dia que enpeso a seguir Comunidad se sintio tan aquexada
de el abitual dolor y desbanecimiento de cabeza que avia mucho tiem­
po que padesia, y hasta entonses lo avia ocultado a nuestras Madres
fundadoras, crellendo que en entrando en la Religion sanaria por la
grande confianza que tenia de que nuestro Señor la tenia escogida para
este estado. Pero le salio vana su confianza, pues por los efectos se
conozio no era aquella la boluntad de su Magestad. Pues en 11 meses
que estuvo en el Conbento no tuvo un dia de alivio, ni dejo de curarse
mandandose 67 los mejores Midicos, y todos la desauciaron de reme­
dio, aunque le hizieron muchos que solo sirvieron para aumentarle el
merito y exercitar la paziencia asi a ella como a las otras Religiosas.
Pues siendo la vivienda que tenian en Regina tan estrecha, como
queda espresado, y la salita en que estava el Nobiciado era la mas pe­
queña de las dos que quedan referidas en el parrafo 91, por cuya cau­
sa no cavian en ella mas que las camas tan juntas que entre una y otra
apenas avia el estrecho de un taburete pequeño.
A esto se juntava el no tener libertad nuestras Madres fundadoras
para seguir su vida regular con la perfeccion que deseavan, ni con el
retiro ni abstrazion que pide nuestro Santo ystituto. Pues quando me­
nos se pensavan, se allavan con las Religiosas de Regina en su
bi[bi]enda, que guiadas de su afecto para con nuestras Madres se
yntroducian en ella a qualquiera ora del dia. Y a mas de eso enviaban
muchas beses (con recados) a sus Niñas y Criadas. Que aunque esto lo
azian por el mucho cariño y devocion que tenian a las Madres funda­
doras, era a sus Reberenzias de grande mortificasion, por las razones
arriva dichas, por cuya causa yxtavan sin sesar al Señor Arsobispo y a
los Señores fundadores, rogandoles que las trasladasen al nuevo
Conbento. Pues a mas de estar guespedas con tantas yncomodidades
avia muchas 68 [p. 95] Pretendientas que deseavan tomar el Santo Abito,
y en Regina no se les podia dar por no caver mas de las que avia.
Pero dichos Señores les clavan con la entretenida de que aun [n]o
estava el Conbento en disposicion de que se pudiera pasar a el. Y de
un dia en otro lo yvan dilatando sin darle prisa a la obra, porque para
hazer la traslacion (de las Religiosas) con la soblenidad que querian
dichos Señores nesecitavan de muchos reales, y estos parese que les
faltavan. Y por esto no clavan tin a la obra.

66 Esta monja se llama.Josephajoachina de los Dolores (p. 2 del Libro de Ingresos).


67 Ms. mttndandose.
68 Ms. muchas con s interlineado sobre a.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 73

Conosiendo esto nuestras Reverendas Madres y que sus suplicas y


ruegos heran ynutiles, resolvieron executar lo que diremos en el capi­
tulo siguiente.

CAPilVLO CUARTO [X]

En que se trata de la salida de nuestras Madres fundadoras del Conbento de


Regina y detenzion en casa de los Señores fundadores

Considerando nuestra Reverenda Madre Abbadesa Theresa Brigida de


J esus que a las N obicias que havian tomado el Santo Habito se les acer­
caba el tiempo de la Profecion (por ser ya mediado el año de 1744) y
que esta no podian hazer en Regina sin grande yncomodidad y gra­
bisimos ynconbenientes, escrivio una carta al Yllustrisimo y Exelen­
tisimo Señor Arsobispo, en que, despues de representarle todas las
razones que quedan apuntadas en el capitulo pasado, le pedia su
licenzia y bendicion para pasarse de secreto con toda su Comunidad
al nuevo Conbento, puesto que ya estaba en disposicion de poderlo
habitar con poca caseta de los Señores fundadores (pues no faltava
mas que serrar la clausura y poner tornos, puertas y bentanas a las
seldas y oficinas, porque aunque estaban echas dilataban el ponerlas
por la razon que dijimos en el capitulo pasado.) Y concluyo 69 su Reve­
renda con desirle que su Exelentisima Yllustrisima no le respondiera
a esta carta, que esto tomaria su Reverenda por señal de que les da­
[p.96] va su licenzia para executar dicho regreso, aunque no lo
executaria hasta que pasase la elecion de Abbadesa de las Reverendas
Madres de Regina que estava prosima ha hazerse.
Llevo esta carta el Confesor mayor que, como hemos dicho, era
Don Diego Ruis Puente. Y haviendola rezivido su Exelencia Yllustrisima
con grandes muestras de benebolencia, bolvio el sobreescrito por señas
de averla rezivido (que era lo que acostumbrava hazer siempre que le
escrivian las Religiosas de su filiasion). Y como esta era la señal ·que
le avia pedido nuestra Madre tuvo gran consuelo de haver conseguido
la licenzia para salir de la clausura.
No osctante esto a guardo su Reverenda sinco meses despues de
obtenida la licenzia que dio su Exelencia Yllustrisima el dia 22 de ju­
nio. Y no salieron de Regina hasta el 27 de nobiembre porque la mu­
cha espera y gran prudenzia de nuestra Reverenda Madre Abbadesa

69 Ms. concluya.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 73

Conosiendo esto nuestras Reverendas Madres y que sus suplicas y


ruegos heran ynutiles, resolvieron executar lo que diremos en el capi­
tulo siguiente.

CAPilVLO CUARTO [X]

En que se trata de la salida de nuestras Madres fundadoras del Conbento de


Regina y detenzion en casa de los Señores fundadores

Considerando nuestra Reverenda Madre Abbadesa Theresa Brigida de


J esus que a las N obicias que havian tomado el Santo Habito se les acer­
caba el tiempo de la Profecion (por ser ya mediado el año de 1744) y
que esta no podian hazer en Regina sin grande yncomodidad y gra­
bisimos ynconbenientes, escrivio una carta al Yllustrisimo y Exelen­
tisimo Señor Arsobispo, en que, despues de representarle todas las
razones que quedan apuntadas en el capitulo pasado, le pedia su
licenzia y bendicion para pasarse de secreto con toda su Comunidad
al nuevo Conbento, puesto que ya estaba en disposicion de poderlo
habitar con poca caseta de los Señores fundadores (pues no faltava
mas que serrar la clausura y poner tornos, puertas y bentanas a las
seldas y oficinas, porque aunque estaban echas dilataban el ponerlas
por la razon que dijimos en el capitulo pasado.) Y concluyo 69 su Reve­
renda con desirle que su Exelentisima Yllustrisima no le respondiera
a esta carta, que esto tomaria su Reverenda por señal de que les da­
[p.96] va su licenzia para executar dicho regreso, aunque no lo
executaria hasta que pasase la elecion de Abbadesa de las Reverendas
Madres de Regina que estava prosima ha hazerse.
Llevo esta carta el Confesor mayor que, como hemos dicho, era
Don Diego Ruis Puente. Y haviendola rezivido su Exelencia Yllustrisima
con grandes muestras de benebolencia, bolvio el sobreescrito por señas
de averla rezivido (que era lo que acostumbrava hazer siempre que le
escrivian las Religiosas de su filiasion). Y como esta era la señal ·que
le avia pedido nuestra Madre tuvo gran consuelo de haver conseguido
la licenzia para salir de la clausura.
No osctante esto a guardo su Reverenda sinco meses despues de
obtenida la licenzia que dio su Exelencia Yllustrisima el dia 22 de ju­
nio. Y no salieron de Regina hasta el 27 de nobiembre porque la mu­
cha espera y gran prudenzia de nuestra Reverenda Madre Abbadesa

69 Ms. concluya.

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74 CRÓNICA DEL CONVENT O DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

aguardo todo este tiempo por her si en el clava al guna prisa a la obra
su Exelencia Yllustrisima. Pero parese que en nin gu na cosa pensava
menos, pues en el referido tiempo de los sinco meses quasi havia ce­
sado la obra. Y quando salieron de Regina nuestras Reverendas Ma­
dres no trabajaban en ella mas que dos cucharas con pocos peones.
Estando las cosas en este estado, y haviendo cunplido su año de
probasion y nobiciado la primera que tomo el Santo Habito (que como
diximos en el folio 93 fue la Hermana Francisca Antonia de Santa
Gertrudis, sobrina de el Señor fundador), y no queriendo dicha Reli­
giosa detenerse hasta que pasacen a su Conbento, se bieron presisadas
nuestras Reverendas Madres fundadoras ha darle en Regina la
Profecion, que hizo sodlegnemente el dia 15 de nobiembre de dicho
año en manos de nuestra mui Reverenda Madre Abbadesa Theresa
Brigida Eduarda de Jesus, asistiendo a ella y cantando la misa (como
Vicario del Señor Arsobispo)70 el Señor Penitenciario, Doctor Don Fran­
cisco Ximenes Caro.
Y el dia 23, 24, 25 y 26 salieron a libertad quatro N obicias 71 que
tenían onse mes de Habito. Y en cada uno de estos días [p. 97] no
sezava nuestra Reverenda Madre Abbadesa de prebenir al referido Se­
ñor Vicario (que asistía a este acto) que estuviese entendido que
despues de la ultima havian de salir todas para su Conbento. Y su
Señoría, si acaso lo entendía se hasia desentendido, echandolo a la
jococidad, por mas que se lo aseberavan. Pues aun el dia 26, que salio
ha libertad la postrera, le dixeron claramente, que al otro dia havian
de salir todas, como en realidad lo executaron, en la forma sigu iente:
Enbio a llamar nuestra Madre Abbadesa ha un Caballero paisano
suyo, de quien tenia toda confianza, y le suplico que con todo secreto
y sin que nadie lo entendiese, le traxera a la portería de Regina tres
forlones, señalandole el dia y la hora en que tenían determinado salir
y les paresia Mas a proposito, para no ser vistas de las Madres de
Regina, que eran de quien mas se reselaban. Porque temían (y con
razon) que les enbarazaran la salida, asi por el mucho favor que les
hasian, como porque podían dibulgarlo y llegar a notisia de los Seño­
res fundadores antes de la execusion, aunque a estos Señores lo avían
dado a entender muchas veses nuestras Madres fundadoras y su sobri­
na (aunque, claramente no les desian el como), y sus Mercedes
respondían que tendrían mucho gusto en ello. 72

70
Ms. Absobispo.
71
Las cuatro novicias fueron Josepha Maria del Salbador (el día 23), Ana Maria de la
Santisima Trinidad (el día 24), Ysabel Antonia de San Miguel -la autora misma- (el día
25) y Conzepzion del Corazon dejesus (el día 26) (p. 2 del Libro de Ingresos).
7
2 Cf Apéndice, documento 7, la declaración de la Madre abadesa Theresa Brigida

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 75

Supuesto esto, el dia 27 de nobiembre del referido año de 1744 a


las seis de la mañana, esperava a la puerta el dicho Caballero con los
tres forlones, y nuestras Reverendas Madres en su Coro con los belos,
prontas para salir, (haviendo gastado mucha parte de la noche
antesedente en acomodar en lios y enboltorios su pobre ajuar), quando,
a la misma ora, entraron a resar prima las Religiosas de Regina, como
lo acostumbran. Y bajo una sola Portera ha [a]brir la puerta a los Ofi­
ciales de la obra que en la ocasion tenian en el Conbento.
En abriendo le dio [p. 98] dicho Cavalero un papel serrado 73 para
nuestra Madre Abbadesa, en que le desia como ya estava alli, que esta
era la seña que su Reverenda le avia dado. En reziviendolo salieron
todas y dejando en la bivienda ha una Yndia que lo avia traido y servia
a nuestras Madres en estas cosas.
Se bajaron en Comunidad con gran silenzio a la porteria, y en
biendolas, una mosa que alli estava, corrio a la puerta reglar y abrio el
cansel, lo qual se tuvo por particular probidenzia de Dios, asi porque
dicha mosa ygnoraba (como todas) el que yban a salir, como porque el
abrir dicho cansel era el principal cuidado que llevaban nuestras Ma­
dres por no saber el modo con que lo executarian.
Pero quitado este enbarazo, en la forma que avernos dicho, salie­
ron de la clausura, sin que nin guna persona yntentara estorbarlo, por­
que la Religiosa Portera se estuvo sin abiar palabra, hasta que abra­
sandola nuestra Madre Abbadesa que salio la ultima, y despidiendose
de su Reverenda cariñosamente, le dio una carta 74 para 75 su Abbadesa
(que era la Reverenda Madre Maria Ana de San Migu el Alias Santoyo)
en que con mucho reconosimiento la clava las grazias del buen ospedaje
que les avian echo. Y se despedia, asi de su Reverenda como de toda
su Religios[i]sima Comunidad, disculpandose de aserio en esta forma
con los motivos que quedan referidos, y suplicandole les remitiese sus
pobres axuares, para cuyo efecto le avia dejado los partes en sierta
parte que le señalava.
Con tan felis suceso entraron en los forlones y se binieron a casa
de los Señores fundadores, que estavan en sus camas bien descuida­
dos de la visita que les yba. Y por eso no salio a rezevirlas mas que 76 la
Ama de llaves, quien las condujo al Oratorio por pedirselo asi nuestra

73 serrado, "cerrado", con valor de sigilado.


71 Esta carta existe, en original, en el Archivo General de la Nación, México D.F. (véase
Apéndice, documento 4).
75 para añadido más tarde, por la misma mano, con ra interlineado sobre la próxima
palabra su.
76 mas que con mas interlineado sobre que.

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76 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Madre Abbadesa, mientras clava aviso a sus Amos. Y estos se lebantavan


de la cama, que luego que lo executaron con la mayor brevedad que
les fue posible, partieron [p. 99] mui gososos a dar la bienbenida a
nuestras Reverendas Madres. Y el Señor .fundador mando que biniera
luego su Capellan a desirles Misa, porque a esta sazon el Confesor de
nuestras Madres, ygnorando lo que pasava, se avia ydo ha Regina con
el mismo yntento de desirles Misa como lo executava todos los dias.
Pero como a las ocho de este, se les conbirtio todo en amargu ra,
porque notisioso de lo que pasava, el Señor Arsobispo envio al Señor
Ximenes, el qual entro resuelto en que las avia de bolver al Conbento
de Regina, acriminando con grande enojo el desacierto que avian echo
en salir del. Pero nuestras Madres le respondieron con ygual recolusion,
que antes se bolverian a España que ha Regina. Y las N obicias con no
menor energia repetian que primero se bolverian a sus casas.
Mientras nuestra Madre Abbadesa procurava apasi gu arlo,
satisfasiendole con la licenzia que avia pedido al Señor Arzobispo y las
muchas beses que se lo avia prebenido a el mismo Señor Ximenes,
quien no se apasigu o por entonses, hasta que el Señor fundador le
dijo que no era razon que aviendo ydo a su casa nos dejara salir de
ella, que avisara a su Exelencia Yllustrisima, y que pasaria con noso­
tras a ver como nos podiamos acomodar en el Conbento.
Con esto se fue el Señor Ximenes ha ynformar a su Exelencia
Yllustrisima y dentro de una ora bolvio con la misma asedia que se
avia ydo. Y en bes de llevarnos al Conbento, como queria el Señor
fundador, comenso a formarnos una estrecha prision, hasiendo a los
Oficiales que clavaran todas las bentanas y puertas de las tres piezas
que estan conti guas al Oratorio y en la mas ynmediata ronper la pa­
red para poner Confesonario, en la parte que clava al corredor, donde
dejo la [p. 100] puerta principal sin clavar.
A todo esto no huvo quien le resistiera, ni los Señores fundadores
ni nuestras Madres que lo llevaron con gran prodenzia dejandole hazer
y dezacer a su boluntad, con que se concluyo el dia pero no las
mortificasiones de las Religiosas que fueron tantas y tan grandes (en
espasio de beinte y sinco dias que las detuvieron en esta mansion) que
si huvieran de escrevir todas, fuese materia para un gran bolumen.
Porque primeramente, los Estadistas y Contemplativos de los Señores
fundadores les supieron desir tales cosas, ponderandoles que era con­
tra su credito nuestra benida, que los trocaron, de manera que al otro
dia se retiro el Señor fundador, de suerte que no nos beia sino el dia
de fiesta que entrava ha oyr Misa al Oratorio. Y con mucha ceriedad y
circuspecion se detenia un breve espasio, dando bastantes muestras
de lo sentido que se allava.

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SANTA BRÍGIDA DE. MÉXICO 77
La Señora entrava solamente aconpañando a las Señoras sus ami­
gas que benian, no se si a darle el pesame o el parabbien, y de paso
satisfazer su curiosidad con ver a las Religiosas, a quielles ocasionavan
gran mortificasion, porque no secavan tales bisitas ni de dia ni de no­
che, hasta yr de es profeso a verlas comer y senar sin dejarles libertad,
ni desaogo ni aun para sentir a solas sus trabajos aumentandoselos
con repetidas e ynpertinentes y molestas pregu ntas. A esto se llegava
el enojo del Señor Arsobispo, que aunque no podía menos que conoser
la razon, no la confesava.
El Señor Ximenes, aunque benia todos los días a ver la obra, se le
pasavan muchos sin her a nuestras Madres, y solo lo hazia llamado de
sus Reverendas, que lo solicitavan para saver el estado de la obra y quando
las pasaria al Conbento, a lo que [p. 1 O 1] respondia su Señoria (ha ti­
tulo de Prelado) con palabras yndignas de desirse a unas esposas de
Christo, aunque como tales y tan Religiosas las sufrian con grande hu­
mildad y pasienzia, sin dejar en tanta tormenta ni un solo dia de seguir
la distribucion Regular, desde las quatro de la mañana hasta las nuebe
de la noche, con ynfatigable tesan, no osctante el tener las cabesas bien
lastimadas, por la falta 77 de bentilasion. Pues, como queda dicho,.
estavan las bentanas clavadas.
No salieron del resinto que les señalaron en los beinte y sinco dias
sobredichos, que huvieran sido mas a no meter la mano el Señor Virrei,
Conde de Fuenclara, quien se porto en esta ocasion como un Prinsipe,
por lo que le esta esta Comunidad tan obligada, como se bera asi en
este como en los capitulas sigu ientes. Pues despues de Dios, a su
Exelencia se le deve el aver tomado la posecion del Conbento, porque
enpeño toda su autoridad, asi para que diesen prisa a la obra y nos
pasaran a el, como para que no nos atropellasen, como pensaban, si
su respecto no los huviera contenido. Pues ygnorando las razones que
mobieron a nuestras Madres para dejar el Conbento de Regina, mu­
chos de los Señores Capitulares de esta metropolitana acriminavan el
echo como delicto de un exemplar castigo, siendo unos de parezer, y
aun lo aconsejaban al Señor Arsobispo, que separasen a las Madres
fundadoras, repartiendolas por los Conbentos que ay en esta ciudad,
y que a las Nobicias nos enbiaran a nuestras casas, otros conformandose
con los primeros en el destino de las Nobicias. En quanto a las Madres
[p. 102] fundadoras eran de sentir que las bolbiesen ha España.
A este tenor desia cada uno lo que le paresia en desdoro de la
Religiosidad de nuestras Madres, de que sabidor, el Señor Conde de

77
Ms. /anta.

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78 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Fuenclara, un día que por aver ydo a la Catedral, lo salían ha dejar a


la puerta de ella los Señores Capitulares. Al tiempo de despedirse su
Exelencia, bolviendose a sus Señorías con gravedad y enteresa, les dijo:
«Cavalleros, cuidado con abiar bien de mis Brigidas y no maltratar­
melas, que las quiero mucho», palabras que bastaron para suprimir en
mucha parte el desaogo con que se hablava. En esta materia que
lastimava ha nuestras Madres en lo mas bivo de el corazon, por ser la
percecusion tanto mas sencible quato son mejores las personas que
la lebantan, mayormente quando biene bestida de selo de justisia, pues
a su parezer la tenían grande, aunque no faltaron al gunos Señores de
el mismo Cavildo que, serciorados 78 de la berdad, la defendían.
Mas bolviendo al favor que nos hizo el Señor Fuenclara, tanto mas
apreciable quanto fue en tiempo en que estavamos mas desanparadas
y abatidas, y de su mot[i]uo propio, sin que de nuestra parte se le pi­
diese, pues aunque nuestra Madre Abbadesa (luego que llegamos a la
casa de los Señores fundadores) le remitio una carta (que para este
efecto avía escrito en Regina), no hera otra su contesta 79 l que noti­
ciarle nuestro regrezo, como era devido a un Señor Virrey, diligencia
que executo tambien nuestra Madre con el Señor Arsobispo. Y
embiando la carta con el Confesor mayor, con rendimientos de subdita,
le desia como ya avía executado lo que avía propuesto a su Exelencia
Yllustrissima, quando ynpetro y obtuvo la licenzia para ello 80 Y aun­
que de el Señor Arsobispo no se consi guio nada con esta carta, el Se­
ñor Virrey, antes de resivir la suya, embio a su Mayordomo a visitar a
nuestra Madre Abbadesa de su parte, ofreciendole con gran cortesanía
servirla con su persona en todo lo que ordenase. Y aunque su Reve­
renda agradesio el favor, no se balio del para cosa alguna que ocurrie­
se en esta materia, porque aun de que 81 su Exelencia nos amparase,
parese que [p. 103] se sentía el Señor Ximenes, a quien no dejo de la
mano dicho Señor Virrey hasta que consi guio que nos pasaran al
Con ben to.

78 Ms. eserciorados.
79 Ms. no hera otro su contesto.
80 La carta existe en el Archivo General de la Nación, véase Apéndice, documento 5.
81 aun de que: la adición de la preposición de ante la COf!junción que es un fenómeno
frecuente en el habla popular mexicano de hoy, conocido con el nombre de dequeísmo (AJ:jona,
1979: 167 y ss.). Otros usos de de (como fenómeno de ultracorrección) se encuentran en Kany
(1969:411 y ss.).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 79

CAPITVLO QUINTO [XI]

De como thomaron nuestras Reverendas Madres fundadoras posecion


del Conbento y de el estado en que lo aliaron

Llego el dia 21 de diciembre del año de 1744 en que, por la miseri­


cordia de Dios, avian de tener termino las Peregrinaciones de nues­
tras Madres fundadoras, aunque no sus trabajos y yncomodidades,
como beremos en el discurso de este capitulo, en que señiremos a la
mayor brevedad que se pudiese.
El referido dia, entre ocho y nuebe de la mañana, fue el Señor
Ximenes a la casa de los Señores fundadores. Y hasiendo desclavar la
puerta que dibidia nuestro resinto de lo <lemas de la casa ynmediata
al Conbento, paso por ella a nuestra Reverenda Madre Abbadesa y a
la Madre Maria Catarina de la Consepcion, 82 para bendesir en su
presenzia dicho Conbento, y que juntamente rezivieran y acomoda­
ran sus pobres camas, que era todo su axuar. Y el que allaron en el
Conbento ninguno, pues solo avía en el Coro (para colocar el Santisimo
Sacramento) una mesa de Altar con Sagrarito dorado y un frontal de
lo mismo, todo viejo y prestado. Y para que huviera en el manteles
para poder seleb[r]ar el Santo Sacrificio de la Misa y depositar al
Divinisimo (como se hizo al otro dia), fue menester que cortara nues­
tra Madre Abbadesa de una piesa de bretaña, que por fortuna tenia
quatro baras, que sin mas repulgo ni adorno se tendieron en el Altar,
porque el tiempo no dio lugar a otra cosa.
Tambien coloco en el su Reverenda (para cobrir la pared que estava
des- [p. 104] nuda) una lamina del rostro de nuestro Señor en el paso
de el Ece horno, con su bidriera 83 y marco dorado, la qual nos dejo en
testamento un pobre que muria estando nuestras Madres en Regina.
Y oy esta dicha lamina por remate de el Altar que tiene en el respaldo
el Coro alto. Y entonses la acompaño la ymagen de nuestra Madre
Santa Brigida (que trajeron nuestras Madres fundadoras del Conbento
de Vitoria. y es la misma que para la fundasion de dicho Conbento
llevaron de Valladolid las Conpañeras de nuestra Venerable Madre
D011a Marina de Escobar). 84 Y a su lado se puso otra de nuestro Señor
Crusificado, que para este efecto enbio Doña Maria de Nabarrete, que
poco despues thomo el Santo Habito de belo blanco en este Conbento

H'.!Consepcion con la e interlineado sobre las y p.


x:i Ms. brúliera (metátesis).
81
Esta imagen se guarda todavía en el convento actual de Tláhuac, México, D. F.

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80 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

y se llamo la Hermana Maria de San Antonio, como caseta de el libro


de yngresos y profesiones. 85
Aliñado el Altar, como queda dicho, se bolvieron nuestras Reve­
rendas Madres Abbadesa y Maria Catarina (conducidas de el Señor
Ximenes) a la estreches de su resinto para comer y rezar bisperas en
conpañia de las otras Religiosas, mientras llegava la ora de que las
trasportasen, que fue entre quatro y sinco de la tarde, bolviendo para
este efecto dicho Señor ha casa de los Señores fundadores, quienes
a guardaban con algunas Señoras y Cavalleros, conosidos suyos, que
los acompañaron a nuestra condusion en la forma siguiente:
A la hora referida salieron por la puerta dicha en forma de Comu­
nidad 86 guiadas de los sobredichos Señores Ximenes, fundadores y
<lemas comitiva que las pasaron al Conbento por dos maderos, que
estavan atrabezados en lo alto del patio de el torno, y pendian de una
bentana de la casa a una sote guela que estava tras del Coro.
Por este presipicio (mas que paso de una Comunidad Religiosa)
fueron transitando una a una [p. 105] porque la estreches de los ma­
deros no permitía otra cosa. Y juntos Conductores y Religiosas
comensaron ha darles posecion, para cuyo efecto avía traido consigo
el Señor Ximenes al Oficial mayor de la Secretaria Arsobispal.
Y aviendo andado todas las celdas, claustros y oficinas de lo alto
de el Conbento (que de lo bajo no se nos dio entonses posecion, por
estar su pizo a tierra mobedisa) terminaron en el Coro, donde,
sentandose el Señor Ximenes y <lemas Señores en alto y las Religiosas
en el cuelo, delante de sus pies, les hizo ulaa platica, poderandoles
con grande acrimonia lo mucho que devian a los Señores fundadores.
Pues pudiendo sus Señorias hazer la fundacion (como se los aconseja­
ban) con Religiosas de alguno de los muchos Conbentos que ay en
esta ciudad, no avian querido sino trairlas de España, y lo mal que les
avian correspondido, la pesadumbre que avian dado al Señor
Arsobispo, conclullendo conque les mandava con presecto, en nom­
bre de su Exelencia Yllustrisima, el que todos los dias hizieran espe­
cial Orazion por los Señores fundadores ha mas de la que tenían
obligasion.
A todo esto estuvo la Santa Comunidad con exemplar humildad y
modestia, sin despligar sus labios para la defenza de ynpocisiones tan
sencibles como estas. Pues eran tachadas y reprendidas, ynjustamente,
de ynobedientes y desagradesidas, en presenzia de muchos ceglares,
que, ygnorantes de la berdad, facilmente darian credito a tan feas

H,i Esta mo�ja era de Vitoria y profesó el 8 de mayo de 1746.


86 Ms. Comunidas.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 81

calunias, en descredito de esta Comunidad y aun de toda la Religion,


que hasta este tiempo no era conosida en estas partes.
Por cuya razon se vio obligada nuestra Madre Abbadesa ha defen­
derla en la forma [p. 106] que el caso y las circusctancias permitian,
respondiendo al Señor Ximenes (con Religiosa modestia) que nuestro
agradecimiento no necesitava de presecto para rogar a Dios por los
Sefi.ores fundadores, pues hasiamos a este fin mucho mas de lo pacta­
do en la escritura; y en quanto a que pudiera aber echo la fundazion
con Religiosas de otra Horden, que no necesitava la nuestra de men­
digar Religiosidad de ninguna. Y que lo que le podia asegurar a su
Señoría, era que sus Reverendas avian salido de un Conbento que en
birtud y obserbanzia Re gular no le hazia bentaja ninguno.
Aqui, poniendose en pie dicho Señor Ximenes, le ynterrunpio
disiendo: "Ea, bamos Madrecitas, canten el Te Deun". 87 Y siendo obe­
decido con y gu al prontitud, lo cantaron con la ternura y debocion que
se puede ynferir de tal acto.
En tales sircusctasias y en acabando el ultimo berso, se despidie­
ron los Señores Ximenes y fundadores con toda la comitiva de segla­
res. Y bolviendose por los mismos maderos que avian benido, los
hizieron quitar al ysctante y tapar la bentana a cal y canto, conque
quedo serrada la clausura y nuestras Madres con ynesplicable consue­
lo de berse ya en posecion de el retiro de su amado Conbento y
desenbarazadas de ceglares, cuya concecusion les avia costado tantos
trabajos y mortificasiones que no se pueden numerar.
Pues las que quedan referidas en el discurso de esta ystoria y se diran
adelante no llegan a la tenia parte de las que sufrieron (por la gloria de
Dios) en la fundacion de este Conbento, el que allaron tan desprobeido
de todo lo presizo, que no avia en el otra cosa que un brazero con [p. l 07]
lumbre en un recodo de el dormitorio. Y ensima de una bentana una
poca de berdura cruda, con que se hieran precisadas a embiar a supli­
car a la Señora fundadora que por amor de Dios les hiziera caridad de
enbiarles alguna cosa caliente para hazer colazion (que por su adbiento
ayunavan). Y su Señoría les embio unos frisoles 88 que comieron delante
de el mismo brazero, sentadas en el suelo a los quatro bientos, porque
los dormitorios y transitas de el Conbento no tenian mas que los abujeros
de las puertas y bentanas, sin cerraduras, ni otro resguardo alguno para
el ayre y fria, que por ser en disiembre lo hazia grande. Y ni aun la
escalera tenia puerta hasta que andando el tiempo las echo todas nues­
tra Madre Abbadesa con limosnas que solicito para este efecto.

K, Ms. Terleun.
HK Ms.fri.\Oles por/i·ijoles: se encuentra la forma.frisolya en 1492 (Corominas, 1980:282).

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82 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

El Coro estava tan abierto y desabrigado que en los maitines de


aquella noche y en la Orazion de el dia siguiente a las quatro, beyan el
cielo y las estrellas, como si estuvieran en campo raza. Porque la Yglesia
estava sin bidrieras 89 y las rejas del Coro sin mas res guardo que unos
belos biejos de beatilla (que nuestra Madre Abbadesa les puso, quando
bino a la bendicion del Conbento). Y aun estos no llegavan a cubrir la
mitad de las rejas. Y por esto las cubrieron despues con unas fresadas.
La bentana que tiene en medio el Coro, y da a la Yglesia, estuvo
todo el tiempo sin res guardo al gu no, y las otras de el Coro aunque
tenian cerraduras, les faltavan cordeles, conque por estar altas y no
aver ni un palo con que cerrarlas, se quedaron abiertas, asta que la
probidenzia de nuestra Madre Abbadesa remedio esta y las demas ne­
cesidades; de las quales dejo de desir muchas. Aunque he referido,
esta con tanta menudenzia, para que se conosca, en alguna [p. l 08]
manera, la pobreza con que se fundo este Conbento, y la semejanza
que tenia con el portal de Belen; por cuya razon estavan las Religiosas
gosocisimas de himitar en algo la pobreza de nuestra vida Christo, cuyo
nacimiento selebraron el dia que la Yglesia, resando los maitines a las
dies y media (como prebiene nuestro seremonial), y acavados les dio
la Comunion el Confesor mayor, disiendo antes de ella la Misa. Que
aunque fue rezada, no falto Musica, probeyendo nuestro Señor de un
paxarito, que no osctante ser las dose de la noche canto (por la parte
de la Yglesia) con estraña melodia y suavidad, que oyeron al gu nas Re­
ligiosas con gran consuelo de sus Almas.
Aunque la solegnidad de el dia no llego a la mesa, pues no huvo
en ella nada mas que la ordinaria razion de carnero, a causa de que,
desde que binieron a esta ciudad nuestras Madres fundadoras, estavan
a la probidencia de los Señores fundadores. Y como la de Dios no se
descuida en probar a sus escogidos, permitio muchas beses que, o por
olvido de la Señora o descuido de los Criados, les faltase aun lo nece­
sario, como sucedio la Pasqua de Resurrecion, anterior a esta, que ba­
jando la Comunidad al refectorio se allo con solo medio quarteron de
pan. Y despues de esperar hasta muy tarde huvieron de comer las trese
Religiosas con solo una torta, que les dio una Señora ceglara de el
Conbento de Regina. Y aunque para la noche trejeron el pan, la cena
se redujo ha unos guevos por no haver otra cosa.
A este tenor pudieramos desir muchas de la posecion de este
Conbento, donde no allamos ni una estera bieja en que sentarnos. Y
si nuestra Madre Abbadesa no hubiera traido dos pequeñas que con­
[p. l 09] pro (estando en casa de los Señores fundadores) y se pusieron

H'> Ms. brirlieras (metátesis).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 83

en el Coro, la una delante del Altar (en que eslava el Santisimo Sacra­
mento y se desia Misa) y la otra donde desiamos el Oficio Divino,
huviera estado el Sacerdote en la tierra, mientras selebrava el Santo
Sacrificio.
Sea bendito por todo nuestro gran Dios, quien mobio la piedad
de los conosidos y bienechores de las Religiosas, para que con el
pretesto de Pasquas las regalasen abundantemente con abes y cosas
comestibles. Aunque por no tener donde acomodar las abes (que eran
muchas) las embiaron todas a la Señora fundadora, de cuya probidenzia
estuvieron pendientes hasta el dia en que se dedico la Y glesia, que
comenzo a correr la renta.
Señalase en embiar las Pasquas regalandonos con magnanimidad
el Señor Virrey Conde de Fuenclara, quien no contentandose con esto,
bino en persona al Conbento ha darnos la bienbenida. Y hiendo la
pobreza de el Coro, nos envio para el (al otro dia) dos ricas laminas de
bronze, de elegante pinsel y los marcos de plata sobredorada a tre­
chos. Son como de una bara de alto y quasi quadradas. La una es de
nuestra Señora de el Pilar y la otra de Señor Francisco Xavier.
Y porque a estos favores no les faltase el azibar de la mortificasion
pocos dias despues bino el Señor Probisor, embiado de el Señor Arzo­
bispo y aconpañado de un Notario, ha tomar declarasion juridica 90 a
nuestras Madres fundadora[s], de el motivo que avian tenido para sa­
lir de el Conbento de Regina, y de el modo con que lo avian executado,
con designio (a lo que se desia) de enbiar ynforme de ello a la Corte.
Pero como la declarazion de nuestras Madres no fue conforme a
estos yntentos, no llegaron ha execusion, y solo sirvio esta demostrazion
de justificar mas la [p. 11 O] ynocenzia de sus Reverendas y afinar su
pacienzia y sufrimiento, que bien lo abian menester para oyr la
bariedad de pareseres que avia en la ciudad sobre cada cosa de estas.
Y mas quando el Señor Arzobispo se mantenia enojado y sin que­
rerlas ver hasta el dia primero de marzo de el año de 1745, que vino
su Exelenzia Yllustrisima hacompañado de los Señores fundadores y
otras personas de su familia ha darnos pocesion de lo restante de el
Conbento.
Rezivieronlo nuestras Madres fundadoras de rodillas, pidiendole
perdon (aunque no tenían de que), y su Exelencia Yllustrisima con
lagrimas las lebanto, dandole[s] los brazos y una amorosa reprenzion,
bien diferente de las que avian rezivido de el Señor Ximenes.

!K> Esta declaración se encuentra documentada en el Archivo General de la Nación

(\'éase Apéndice, documento 7).

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84 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Despues de esto anduvo su Exelencia Yllustrisima todo el Conbento


con su acostumbrada afabilidad y dulzura, alabando mucho cada pie­
za de el. Y haviendo gastado en esto la mañana se bolvio a su palazio,
dejando a las Religiosas muy gu stosas y conzoladas.

CAPI'TVLO SEXTO [XII]

De la dedicasion de la Iglesia

No haviendo acasos en la Divina probidenzia, necezariamente hemos


de confesar que fue especial disposision de nuestro Divino esposo el
que se le dedicase nuestra Yglesia en el dia en que la unibersal
celebrava fiesta al Patriarca Señor San Joaquin, Patron de toda nues­
tra Sagrada Religion, y que la bendicion de ella fuese el dia del Señor
San Joseph, ambos tan conjuntos y allegados a la soberana Reyna de
los Angeles, Maria Santísima nuestra Señora y Abbadesa, en cuyo ho­
nor se dedico [p. 111] este primer Templo que tuvo en esta America
la Horden de nuestro Salvador Jesuchristo, quien vencio con la suavi­
dad que acostumbra todas las dificultades que se oponían a su
dedicasion, disponiendo que la tarde del referido dia de el Patriarca
Señor San Joseph, 19 de marzo del año de 1745, biniera ha bendesirla
el Señor Doctor Don Alanzo Moreno, Dean de la Santa Yglesia Cate­
dral de esta Corte, acompañado de los Señores Capitulares de ella.
Que con toda su capilla de musica y Capellanes de Coro exercieron
este acto con la mayor solegnidad, 91 siendo 92 el Preste, en nombre del
Señor Arzobispo, dicho Señor Dean quien canto el dia siguiente la pri­
mera Misa de dedicasion, manifestando en ella el Santísimo Sacramen­
to 93 que estuvo patente todo este día, y los dos siguientes, que se cele­
braron con la misma solegnidad.
Y este primero predico el Señor Magistral, Doctor y Maestro Don
Bartolome de Yta y Parra. Y a la tarde vino a la Yglesia el Yllustrisimo
Exelentisimo Señor Arsobispo Visarron a hazer Oracion, y se allo pre­
sente mientras depositavan el Santísimo Sacramento, que alumbraron
sus Pajes con seis acha[s] de cera blanca. Y acavada la funzion, mando
su Exelencia Yllustrisima que las dejaran en el Conbento para servicio
de la Yglesia.

iii Ms. sugnulad con le interlineado sobre gn.


'l:.! Ms. do en siendo interlineado y probablemente añadido más tarde con tinta más clara.
•n Ms. lar de Sacramento interlineado.

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84 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Despues de esto anduvo su Exelencia Yllustrisima todo el Conbento


con su acostumbrada afabilidad y dulzura, alabando mucho cada pie­
za de el. Y haviendo gastado en esto la mañana se bolvio a su palazio,
dejando a las Religiosas muy gu stosas y conzoladas.

CAPI'TVLO SEXTO [XII]

De la dedicasion de la Iglesia

No haviendo acasos en la Divina probidenzia, necezariamente hemos


de confesar que fue especial disposision de nuestro Divino esposo el
que se le dedicase nuestra Yglesia en el dia en que la unibersal
celebrava fiesta al Patriarca Señor San Joaquin, Patron de toda nues­
tra Sagrada Religion, y que la bendicion de ella fuese el dia del Señor
San Joseph, ambos tan conjuntos y allegados a la soberana Reyna de
los Angeles, Maria Santísima nuestra Señora y Abbadesa, en cuyo ho­
nor se dedico [p. 111] este primer Templo que tuvo en esta America
la Horden de nuestro Salvador Jesuchristo, quien vencio con la suavi­
dad que acostumbra todas las dificultades que se oponían a su
dedicasion, disponiendo que la tarde del referido dia de el Patriarca
Señor San Joseph, 19 de marzo del año de 1745, biniera ha bendesirla
el Señor Doctor Don Alanzo Moreno, Dean de la Santa Yglesia Cate­
dral de esta Corte, acompañado de los Señores Capitulares de ella.
Que con toda su capilla de musica y Capellanes de Coro exercieron
este acto con la mayor solegnidad, 91 siendo 92 el Preste, en nombre del
Señor Arzobispo, dicho Señor Dean quien canto el dia siguiente la pri­
mera Misa de dedicasion, manifestando en ella el Santísimo Sacramen­
to 93 que estuvo patente todo este día, y los dos siguientes, que se cele­
braron con la misma solegnidad.
Y este primero predico el Señor Magistral, Doctor y Maestro Don
Bartolome de Yta y Parra. Y a la tarde vino a la Yglesia el Yllustrisimo
Exelentisimo Señor Arsobispo Visarron a hazer Oracion, y se allo pre­
sente mientras depositavan el Santísimo Sacramento, que alumbraron
sus Pajes con seis acha[s] de cera blanca. Y acavada la funzion, mando
su Exelencia Yllustrisima que las dejaran en el Conbento para servicio
de la Yglesia.

iii Ms. sugnulad con le interlineado sobre gn.


'l:.! Ms. do en siendo interlineado y probablemente añadido más tarde con tinta más clara.
•n Ms. lar de Sacramento interlineado.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 85

Con esto se finalizo este día. Y el siguiente 21 de marzo canto la


Misa el Seflor Maestreescuela Doctor y Maestro Don Francisco Nabarijo
y predico el Señor Doctor Betolaza, Dignidad de la Santa Yglesia de la
Puebla de los Angeles, que por ser paysano y amigo de el Señor funda­
dor thomo el trabajo de tan larga jornada por hazerle este obsequio.
El día 22 y ultimo de la fiesta canto la Misa el Señor Penitensiario
y Vicario de Monjas, Doctor Francisco Xemenes Caro, y predico un
Religioso Capuchino que a la sazon se allava en esta Corte, llamado
Fray Lorenzo Beles.
Todos los tres días asistía la Real Audiencia y ambos Cabildos
eclestiastico y secular con el Señor Virrey Conde de Fuenclara, quien
[p.112] continuando en honrrarnos y hazernos caridad, viendo que
en la nueva Yglesia no havia mas lampara que una ampolla de bidrio 94
sob[r]e un palo. Luego que fue a su palazio hizo llamar a su platero y
le mando que con toda brevedad le hiziera una lampara. Y en la mis­
ma semana nos la remitio (su Exelencia) a casa, que la rezivimos con
el agradecimiento que se puede considerar, así por la necesidad que
teníamos de ella, como porque es dadiba digna de tal príncipe. Se puso
en el Altar mayor, donde persevera hasta oy. Y en aquel tiempo no
avía otra como ella en nin gun Conbento de Monjas, porque exedia a
todas, así en el tamaño como en el primor del arte, pues fue la prime­
ra que en este Reyno se labro. Con colugnas tiene en ellas dose cande­
leros para luzes, y clisen que costo 2.500 pesos.
Aunque a la liberalidad del Señor Fueclara le paresia poco, y no
contentandose con esto, pocos días despues, nos envio, ocultando su
nombre, dos sabanas y otras tantas almuadas de olanda fina y ricos
encajes, disiendo que guisas se podrían aprobechar en al guna cosa para
la Sachristia, que es propio de tales persona[s] apocar la dadiva, que
para nuestro reconosimiento fue grande. Y por estar nuebas y sin haver
servido hizo de ellas nuestra Madre Abbadesa un juego de Alvas, que
son las mas ricas que tiene la Sachristia.
Y lo he querido poner aquí, para que se sepa lo que este Conbento
deve a dicho Señor, que huviera sido mucho mas segun su afecto, a no
aversele acabado el Virreynato el año siguiente, por cuya causa se bolvio
a la Corte, donde muria pocos años despues y podemos cre[e]r piado­
samente que fue ha rezivir el premio de sus buenas obras.
Mas bolbiendo a la narrazion, sera bien que digamos el adorno de
nuestra Yglesia, cuyo Altar mayor aliñaron los Señores fundadores para
su dedicasion con damascos, pantallas y espejos. Porque has- [p. 113]
ta entonse[s] no tenia dorado mas que el primer cuerpo.

iii
Ms. bridio.

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86 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Y en los arcos de la Yglesia se pusieron Altares, cubriendo la pared


de ellos con tisues pintados y algunos lienso[s] y ymagenes de bulto,
que por ser todo prestado (execto las ymagenes que havia dejado al
Conbento un Yndio, como se dira en su lugar) se bolvio a sus dueños.
Y quedo la Y glesia con solo un pequeño retablo de nuestra Señora
de Aranzazo, que esta al lado del Ebangelio en el primer arco, y lo
hizo a su costo un Viscayno llamado Don Domingo Serralde. En este
Altar se deposito el Santisimo Sacramento, y se dijo la Misa Conbentual
todo el tiempo que se gasto en dorar el mayor, que fue a costa de los
Señores fundadores.
Y con solo este adorno nos entregaron la Y glesia, que no costo a
nuestras Reverendas Madres fundadoras menos pesadumbres y
mortificasiones que el Conbento, porque embidioso el comun enemi­
go del linaje humano de la gloria y honrra que a Dios se le avia de dar
en este Templo, 93 resplandeciendo en el con tanto esmero su Divino
Culto, yntrodujo la ynfernal cizaña de la discordia, haziendo que el
tema del primer Orador ofendiera los oydos del Señor fundador y de
sus aliados, que por estar desabridos con nuestras Madres fundado­
ras, les ynputavan ha delito aun aquellas cosas en que moralmente no
podian tener parte, como sucedio en el caso que bamos refiriendo.
Y fue que, como en esta ciudad era publica vos y fama que el cau­
dal con que se hazia esta fundazion, lo avia dejado (para el mismo fin)
el Capitan Don Melchor de Surbano, primer marido de la Señora fun­
dadora, tomolo por tema de su sermon el Señor Magistral. Y, cotejan­
do este Templo con el de J erusalen, fue conparando al Don Melchor
con David [p. 114] y a nuestro fundador con Saloman, probando con
elegansia que Dios avia reservado para este la gloria de la dedicasion
y fabrica de este Templo, 96 que avia negado [a] aquel, que avia junta­
do las riquesas para su edificio.
Esto sintio mucho el Señor fundador. Y llendose a su casa con har­
ta desazon, hizo que, en presenzia de las muchas personas que avian
concurrido a darle el parabien, se lellese el testamento de su antece­
sor, en donde cosctava el que no les dejava mas destino a sus muchas
riquesas que el que le tenia comunicado en secreto ha su consorte.
Y no contentos con esta satisfasion, hizieron que el Padre Capuchino
ynpugnase en su sermon todo lo que el Señor Magistral avía dicho en el
suyo. Y lo hizo con tanto enpeño que dio abundante materia a la pa­
zienzia y sufrimiento de las Religiosas, que eran el yunque de todas las 97

,,_; Ms. pemplo.


!Ni Ms. pemplo con la primera p corregida en l.
!li
Ms. los.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 87

dezasones de lo[s] Señores fundadores, quienes escrivieron una carta 98 a


nuestra Madre Abbadesa, disiendo en ella que el dia de su mayor gusto
les avian dado la mayor pesadumbre que havian tenido en su vida y que
su Reverenda havia sido la causa de ella, dandole al Magistral los apuntes
de lo que havia de predicar.
Hasta aqui pudo llegar la calugnia. Pues qualquiera menos apa­
sionado pudiera conocer que, siendo el Magistral natural de esta ciu­
dad y que nunca avia salido de ella, no necesitava de que le ynformara
del testamento de Don Melchor Surbano quien avia poco mas de un
año que havia benido ha ella de otro Reyno. Mayormente quando nues­
tra Madre Abbadesa no le avia encomendado el sermon ni tenido la
menor parte en que lo predicara, pues lo hizo como Magistral de su
Y glesia cuyo Cabildo hizo la fiesta aquel dia. Y por esta razon se lo [p.
115] avia encomendado el Señor Dean muchos dias antes de que nues­
tras Reverendas Madres salieran de Regina.
Pero todo esto, y mucho mas que omitimos aqui, permitio nuestro
Senor para acrisolar mas la pazienzia de nuestras Madres fundadoras quie­
nes hazian quanto les era posible por agradar a los Señores fundadores.
Y nuestra Reverenda Madre Abbadesa les respondio a la referida
carta con mucha humildad, sumision y modestia otra, cuyo tanto se
guarda en el archivo de este Conbento junto con la original que
escrivieron los Señores fundadore[s] y por esto no la refirimos aqui.
Y solo diremos como, manteniendose ygnesorables en su senti­
miento dichos Señores, se retiraron a sus haziendas (luego que se de­
dico la Yglesia) y se mantuvieron en ellas, sin benir a esta ciudad hasta
el año en que fallecieron, como diremos en su lugar.
Y en este referiremos solamente los hornamentos y bazos Sagra­
dos que dieron sus Señorias para el Servisio de la Yglesia (con que
concluiremos este capitulo) y son los que se si guen:
Un caliz con su platillo, vinageras y canpanilla de plata sobredorada
y una custodia mediana de lo mismo. Un copan pequeño y otros dos
calizes sin dorar, con binajeras de hidria 99 de la Puebla y un yncenzario
de metal ordinario, sin nabeta. Cruz y Siriales con quatro candeleros
para el Altar mayor, todo de madera dorada. Un terno 100 de raza blan-

!IH
En el margen derecho en manuscrito hay una nota escrita por otra mano con el texto
siguiente: "Nota. Esta Carta ecxiste orig. en un Legajo numerado con 5. y que en el d�ja
señalava. Isabel del Corazón de Maria". Desafortunadamente no encontramos esta carta.
!l!I
Ms. bridio (metátesis).
1'"1 Terno se refiere a la vestidura del oficiante, diácono y subdiácono y consiste en casu­
lla y capa pluvial para el oficiante, y dalmática para sus dos ministros; "dalmática" es la ves­
tidura eclesiástica de seda en general ricamente adornada, semejante a una casulla con man­
gas, formada por dos anchas bandas de tela, de modo que la prenda extendida forma una
cruz; la usan los diáconos en la misa mayor y ceremonias solemnes.

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88 CRÓNICA DE.L CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE. LAS NIEVES

co con flores de colores sin almaisal, ni paño de pulpito, ni frontal.


Tres casullas encarnadas, y dos blancas de damasco, otras tres dichas
moradas, y tres verdes de capichola, todo con galones falsos. Dos jue­
gos de alvas y otros dos de hamitos. Y quatro manteles para el Altar
con palias y manotejos correspondientes, [p.116] y para guardarlos un
G�jon mediano de sedro de la Habana, guarnecido de ebano. Témbien
pusieron en la Yglesia dos obalos de pincel con sus marcos dorados,
que oy estan en el Antecoro alto, el uno es de nuestra Madre Santa
Brigida y el otro de nuestra Madre Santa Catarina. 101
Por todo les dimos a los Señores fundadore[s] repetidas grazias
por la caridad que nos hizieron y lo ponemos aqui para perpetuo
agradesimiento y memoria del benefisio.

CAPITVLO SEPTIMO [XIII]

En que se trata de las alajas que han dado al Conbento personas


de distinsion y caracter

Habiendo referido los trabajos de esta fundasion y el poco o ningun


adorno de la Yglesia y Conbento, bien es que digamos el cuidado que
ha tenido la Divina Probidenzia de sus aumentos, y el estado en que se
alla quando escrivimos esto, que es en el año undesimo de la dedicasion
de dicha Yglesia y de 1756 de nuestra salud, <y> comensando por las
alayas y preseas de balar que han donado al Conbento (graciosamente
y sin ningun grabamen) personas de distinsion y caracter.
Daremos el primer lugar a las que dio el Yllustrisimo y Exelen­
tisimo Señor Doctor Don Juan Antonio de Visarron y Eguiarreta, quien
con su acostumbrada magnanimidad, luego que llegaron nuestras Ma­
dres fundadoras a esta ciudad, les regalo un rico pectoral en que esta
una precios[i]sima parte de el madero de la Santa Cruz, embutida
en una [...] de christal, guarnecida de finissimo oro y ricas es- [p. 117]
meraldas pendiente de una cadena de oro, esmaltada primorosamen­
te y de mucho peso y balar, propia dadiva de tal Prinsipe, <y> aun­
que no se ha podido conseguir su autentica por haverla trasmanado
los testamentarios de su Yllustrisima. Tiene al pie el lacre y sello, que se
observa poner en Roma a semejantes reliquias. Y su Exelenda Yllustri­
sima nos refirio muchas veses, que estando su Exelencia Yllustrisima

101
Estos dos "obalos" son cuadros de forma oval, que se guardan actualmente en el
convento brigidino de T..,cámbaro, según nos afirmó la abadesa del convento de Tláhuac,
María del Carmen, en el verano de 1987.

DR© 2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


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88 CRÓNICA DE.L CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE. LAS NIEVES

co con flores de colores sin almaisal, ni paño de pulpito, ni frontal.


Tres casullas encarnadas, y dos blancas de damasco, otras tres dichas
moradas, y tres verdes de capichola, todo con galones falsos. Dos jue­
gos de alvas y otros dos de hamitos. Y quatro manteles para el Altar
con palias y manotejos correspondientes, [p.116] y para guardarlos un
G�jon mediano de sedro de la Habana, guarnecido de ebano. Témbien
pusieron en la Yglesia dos obalos de pincel con sus marcos dorados,
que oy estan en el Antecoro alto, el uno es de nuestra Madre Santa
Brigida y el otro de nuestra Madre Santa Catarina. 101
Por todo les dimos a los Señores fundadore[s] repetidas grazias
por la caridad que nos hizieron y lo ponemos aqui para perpetuo
agradesimiento y memoria del benefisio.

CAPITVLO SEPTIMO [XIII]

En que se trata de las alajas que han dado al Conbento personas


de distinsion y caracter

Habiendo referido los trabajos de esta fundasion y el poco o ningun


adorno de la Yglesia y Conbento, bien es que digamos el cuidado que
ha tenido la Divina Probidenzia de sus aumentos, y el estado en que se
alla quando escrivimos esto, que es en el año undesimo de la dedicasion
de dicha Yglesia y de 1756 de nuestra salud, <y> comensando por las
alayas y preseas de balar que han donado al Conbento (graciosamente
y sin ningun grabamen) personas de distinsion y caracter.
Daremos el primer lugar a las que dio el Yllustrisimo y Exelen­
tisimo Señor Doctor Don Juan Antonio de Visarron y Eguiarreta, quien
con su acostumbrada magnanimidad, luego que llegaron nuestras Ma­
dres fundadoras a esta ciudad, les regalo un rico pectoral en que esta
una precios[i]sima parte de el madero de la Santa Cruz, embutida
en una [...] de christal, guarnecida de finissimo oro y ricas es- [p. 117]
meraldas pendiente de una cadena de oro, esmaltada primorosamen­
te y de mucho peso y balar, propia dadiva de tal Prinsipe, <y> aun­
que no se ha podido conseguir su autentica por haverla trasmanado
los testamentarios de su Yllustrisima. Tiene al pie el lacre y sello, que se
observa poner en Roma a semejantes reliquias. Y su Exelenda Yllustri­
sima nos refirio muchas veses, que estando su Exelencia Yllustrisima

101
Estos dos "obalos" son cuadros de forma oval, que se guardan actualmente en el
convento brigidino de T..,cámbaro, según nos afirmó la abadesa del convento de Tláhuac,
María del Carmen, en el verano de 1987.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 89

en Roma lo avia cortado (en su presenzia) del madero de nuestra


redencion, el Cardenal que se lo dio, por cuya razon tenemos dicha
reliquia por muy beridica y en la estimasion que se le deve.
Mas pasando adelante la visarria de dicho Señor Arsobispo (el pri­
mer año que celebramos en el Conbento a nuestra Madre Santa
Brigida), nos envio (para que se estrenase en su dia) dos atriles 102 de
plata masiza (sin armazon) en forma de ag[u]ilas de dos cabezas y un
primoroso palabrero con el Ebangelio de San Juan y el labatorio todo
de plata sobredorada a trechos y de primorosa arquitetura.
El Señor Virrey Conde de Fuenclara 103 dono al Conbento la
lampara y laminas que quedan referidas en los folios 109 y 112. Y su
antecesor en el Gobierno, que fue el Señor Duque de la conquista y
Marques de Grasia Real Don Pedro de Castro, aunque muria dos años
antes que binieran ha esta ciudad nuestras Madres fundadoras, dejo
encargado a sus testamentarios, que luego que llegaran sus Reveren­
das les entregasen el Santo Lignoincruzis que su Exelencia traya al
cuello, y la colgadura 104 que trajo de España para su palacio. Porque,
aunque en la mar la apresaron los yngleses, se avia tratado de su res­
cate y se estava esperando por oras, como de facto llego a la Veracruz
pocos dias des- [p. 118] pues del fallecimiento de su Exelencia, quien,
por sola una ves que visito en Cadiz a nuestras Reverendas Madres
fundadoras, les quedo tan devoto y aficionado, como lo mostro en es­
tas obras, aunque no tubieron el complemento que su Exelencia
deseava. Y mando a sus Alvaceas porque haviendo llegado la colgadu­
ra despues de muerto su Exelencia y antes de venir nuestras Madres
fundadoras, como queda referido.
Los familiares, que la trayan y havian sido apresados con ella,
hallandose sin el amparo de su amo, y como bulgarmente se clise, a
pie y en Yndias, echaron mano de ella para socorrer sus necezidades
hendiendo y enpeñando muchos de los mejores paños, con que,
quando binieron nuestras Reverendas Madres hapenas pudieron co­
brar los Alvaseas del Señor Duque la mitad de ella, que entregaron a
nuestras Reverendas Madres manifestandoles la boluntad de su dueño.
Y aunque no alcanzo ha cubrir mas que la mitad de las colugnas 105
de la Yglesia, nuestra Madre Abbadesa suplio esta falta haziendo pin­
tas (al oleo) para lo alto de dichas colugnas unos paños de corte, que

io'.! Atril (Ant., "!atril" del lat. "lectorile", de "legere", LEER). Soporte en donde se colo-
ca un libro para poder leer en él con comodidad (M.M.).
11i:-1
Ms. defue Clara.
1111
Ms. colgadora.
iw, Ysabel Antonia muchas veces confunde el grupo mn con el grupo gn.

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90 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

se le semejan mucho a dicha colgadura, porque tienen el mismo dibu­


jo. <que> Es elegante, como tegida en Ytalia, para tan gran Prinsipe,
cuyas armas tienen todos los paños con las divisas de sus grandes ha­
zañas. <que> La hazen tan vistosa y agraciada con la bariedad y vive­
za de sus colores, que al presente no la ay semejante en esta ciudad. Y
todos los que de nuevo la miran tienen mucho que admirar en ella.
Es de seda abelfada 106 y costo su estreno a nuestras Madres funda­
doras grandes mortificaciones y pesadumbres. Porque los Señores fun­
dadores se opusieron a que se colgara en la Yglesia, alegando con
fribulidad que teniendo las armas del Señor Duque era hazerlo como
Patron de dicha Yglesia, no advirtiendo que esto es un adorno que se
pone solo en las fiestas, y [p. 119] que no cubre las armas de dichos
Señores, que estan grabadas en el Altar mayor y en la pared.
Pero el enemigo comun de la Paz hasia de un mosquito un elefan­
te para perturbar los animas de dichos Señores y de las Religiosas,
quienes se portaron en esta ocasion con la misma modestia y humil­
dad que en las otras. Y la grande prudenzia de nuestra Madre
Abbadesa lo allano todo con su acostumbrada cordura.
Mas bolviendo al asunto que tratamos, no nos parese pasar en
cilenzio lo que acaesio con el Santo Lignoincrusis. <y> Fue que
codisioso (de su preciosidad y tamaño) el Ayuda de Camara del Señor
Duque lo oculto por entonses con yntenzion de no restituirlo mien­
tras viviera. Y lo retuvo en su poder hasta principios del año prossimo
pasado, que lo trajo al Conbento con la ocacion que diremos aqui:
Visitava un Religioso Dominico a la esposa de dicho Ayuda de
Camara. Y reparando un dia en que la Señora traya al cuello el referi­
do Lignuncrusis (sin saver su destino), procuro persuadida ha que no
era desente, que una tan grande parte de la Santa Cruz estuviera en
su persona ni en una casa particular, que la donara [a] alguna Yglesia,
donde tuviera mayor culto. Y apretole tanto sobre ello, encargandole
la concienzia, que ella y su marido se resolvieron ha apartarla de si. Y
con el conosimiento que tenian, de que pertenecía a este Conbento
se gun la boluntad del Señor Duque, que ellos savian tambien como
los Albaceas, concordaron en que de justisia se nos devia restituir.
Y luego lo executaron, biniendo con ella el marido que la puso
en manos de nuestra Madre Abbadesa con la noticia de lo que queda
referido.
Y en quanto a su autentica dijo, que estava pronto ha.jurar siem­
pre que fuera necezario, como le havia oydo desir (muchas beses) al

ioc; Debe ser afelpada, que viene de felpa. Clase de tela sem�jante al terciopelo, pero de
pelo más largo; puede ser de seda, lana o cualquier otra fibra. (M.M.).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 91

referido Señor Duque, como se lo avia dado por sus propias manos el
sumo Pontifice, anterior al reynante, que es nuestro Santisimo Padre
Benedicto desimoquarto. Y [p. 120] lo mismo afirmo el Secretario de
su Exelencia en carta, que escrivio a nuestra Madre Abbadesa desde
Madrid y se gu arda en el archivo de este Conbento.
Por contener a mas de lo referido el que la autentica la cogieron
los yngleses con los demas papeles de el Señor Duque y dos cuerpos
de Santos con otras muchas reliquias, que dicho Señor traya para co­
locar en nuestra Yglesia, que por los secretos juicios 107 de Dios y nues­
tros pecados, anduvieron en Xamaica rodando entre los pies de los
herejes, que les quitavan la plata en que estavan gu arnecidas. Y las
arojaban con desprezio y yrricion de nuestra Santa Fee.
Que a tanto llega la desbergu enza y perfidia de estos ynfelises, de
cuyas manos libro la Divina Probidenzia el Lignuncrucis de que trata­
mos. <que> Luego que llego a las de nuestra Madre Abbadesa, lo
hizo enbutir en una cruz de ebano, guarnecida con las armas de nues­
tra Religion, cantoneras y rallos de plata. Y de la misma materia tiene
al pie una ymagen de nuestra Santa en el paso de sus dolores. Y sirve
esta Cruz para la Adorazion en los Oficios del viernes Santo.
La Señora Condeza de Revillagegeo, Doña Antonia de Padilla,
virreina que fue de esta Nueba España, nos dejo en muestras de su
gratitud un quadro de San Antonio de Padua, esculpido con eleganzia
con su marco de madera muy esquisita y los perfiles dorados, mos­
trando su Exelencia el favor que nos hazia en algunos bazos de christal
y otras cosas semejantes, que nos envio de su palacio al tiempo de
partirse para España.
El Señor Licenciado Don Francisco Antonio de Echabarri, Oydor
Decano 108 y presidente de esta Real Audienzia, dono al Conbento un
hermoso Cmsifixo de marfil con peana y Cruz de ebano con cantoneras
de plata. Esta puesto en el Altar mayor. Y dicho Cavallero acresento esta
dadiva con un abalo de pincel con marco dorado, en que esta nuestra
Madre Santa Brigida reziviendo la Regla de mano del Salvador.
No se mostro menos liberal el Señor Ynquisidm� Don J oaquin Arias
de Revina, (consan gu íneo de nuestra Madre Abbadesa) que hizo [p.
121 J pintar (para nuestra sala de labor) la vida de Santa Maria Mag­
dalena en dies quadros grandes con sus marcos dorados, ajustados a
la medida de dicha sala. Y dio para el Altar de nuestro Padre San
J oaquin un Crusifixo pequeño, labrado de madreperla, de que es
tambien la Cruz en que esta, debajo de un docel de terziopel[o] con

1117 Ms.juirion.
1118
Ms. de Cano.

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92 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

galones y fleco de oro, todo a costa de dicho Señor, cuya visarria se


estendio ha otros tres lienzos de elegante pincel; el uno del nacimien­
to de nuestro Redentor, y los otros dos de nuestra Madre Santa Brigida
el uno, y el otro de nuestra Madre Santa Catarina. Son del alto de una
bara con sus marcos dorados.
La Señora Doña Maria Fernandes de Castro, esposa del Fiscal del
Rey nuestro Señor Don Pedro de Bedolla, 109 manifesto su vizarria y
devocion a nuestro Conbento en donarle lo si guiente:
U na ymagen pequeña del Señor San J oseph bordada primorosa­
mente, con su bidriera y marco de plata, con las cantoneras
sobredoradas. Seis hermosas lunas de espejos, las dos de mas de bara
y media de alto con sus marcos dorados, que se pusieron en la Yglesia
sobre las puertas de la Sachristia. Y las otras quatro, que son medianas
con marcos yngleses, se colocaron en el Coro.
Dionos tambien esta Señora otras cosas de omenaje de Casa, que
omitimos por no alargar mas este capitulo, que serraremos con espre­
zar lo que este Conbento deve a la visarria y largueza del Yllustrisimo
Señor, Doctor Don Manuel J oseph Rubio de Salinas, que al presente
gobierna esta Yglesia como su Dignisimo Arsobispo. Que aunque su
Señoria Yllustrisima no ha dado a este Conbento ninguna alaja, nos
dio este año para el de Victoria una primorosa Custodia de plata
sobredorada. Y es su Señoria Yllustrissima ynsigne bienechor de esta
Comunidad. Pues quasi no hemos echo obra ni funcion de Yglesia en
siete años, que ha que [p. 122] tenemos la dicha de ser sus subditas,
en que no aya tenido parte su caridad concurriendo con sus limosnas,
como caseta del libro de rezivo y gasto de este Conbento. La Divina
Magestad se lo remunere y le de salud para que bele sobre su rebaño.

CAPITVLO OCTAVO [XIV]

En que se prosigue la materia de el pasado

Son tantos los bienechores a que se reconose deudora nuestra grati­


tud, que no es facil recopilarlos en un solo capitulo, por lo que nos ha
parecido distribuirlos en tres. Y a este clara principio el Señor Doctor
Don Mi gu el Bentura Gallo de Pardiñas, Canonigo de la Santa Yglesia
Catedral de este Arsobispado, y nuestro Confesor mayor, o por mejor
desir, nuestro Padre Espiritual y temporal, que en dos años y ocho

IO!J Este nombre se escribe también Bedoia, �jemplo de yeísmo.

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92 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

galones y fleco de oro, todo a costa de dicho Señor, cuya visarria se


estendio ha otros tres lienzos de elegante pincel; el uno del nacimien­
to de nuestro Redentor, y los otros dos de nuestra Madre Santa Brigida
el uno, y el otro de nuestra Madre Santa Catarina. Son del alto de una
bara con sus marcos dorados.
La Señora Doña Maria Fernandes de Castro, esposa del Fiscal del
Rey nuestro Señor Don Pedro de Bedolla, 109 manifesto su vizarria y
devocion a nuestro Conbento en donarle lo si guiente:
U na ymagen pequeña del Señor San J oseph bordada primorosa­
mente, con su bidriera y marco de plata, con las cantoneras
sobredoradas. Seis hermosas lunas de espejos, las dos de mas de bara
y media de alto con sus marcos dorados, que se pusieron en la Yglesia
sobre las puertas de la Sachristia. Y las otras quatro, que son medianas
con marcos yngleses, se colocaron en el Coro.
Dionos tambien esta Señora otras cosas de omenaje de Casa, que
omitimos por no alargar mas este capitulo, que serraremos con espre­
zar lo que este Conbento deve a la visarria y largueza del Yllustrisimo
Señor, Doctor Don Manuel J oseph Rubio de Salinas, que al presente
gobierna esta Yglesia como su Dignisimo Arsobispo. Que aunque su
Señoria Yllustrisima no ha dado a este Conbento ninguna alaja, nos
dio este año para el de Victoria una primorosa Custodia de plata
sobredorada. Y es su Señoria Yllustrissima ynsigne bienechor de esta
Comunidad. Pues quasi no hemos echo obra ni funcion de Yglesia en
siete años, que ha que [p. 122] tenemos la dicha de ser sus subditas,
en que no aya tenido parte su caridad concurriendo con sus limosnas,
como caseta del libro de rezivo y gasto de este Conbento. La Divina
Magestad se lo remunere y le de salud para que bele sobre su rebaño.

CAPITVLO OCTAVO [XIV]

En que se prosigue la materia de el pasado

Son tantos los bienechores a que se reconose deudora nuestra grati­


tud, que no es facil recopilarlos en un solo capitulo, por lo que nos ha
parecido distribuirlos en tres. Y a este clara principio el Señor Doctor
Don Mi gu el Bentura Gallo de Pardiñas, Canonigo de la Santa Yglesia
Catedral de este Arsobispado, y nuestro Confesor mayor, o por mejor
desir, nuestro Padre Espiritual y temporal, que en dos años y ocho

IO!J Este nombre se escribe también Bedoia, �jemplo de yeísmo.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 93

meses que tuvimos la fortuna de que ocupara nuestro Confesiona­


rio, no rezivio ni un solo medio de la renta, que como a Capellan y
Confesor le pertenezia, dejandola toda para la obra que se hazia
en el Conbento y sin ynteresarce ni en un marabediz. Pues aun las
propinas, que le clavan en los habitas y profeciones de las Religio­
sas, las pasava de su mano a las de nuestra Madre Abbadesa, para que
las enplease en cosas del Divino Culto.
Y a mas 11 º de esto enbigo a su costa el quarto principal de la Sa­
christia y hizo la cala de labor abajo. Y para echar el cella a su desin­
teres y liberalidad nos dio un rico Caliz de oro, guarnecido de finas es­
meraldas, una palia bordada y otras cosas que omitimos por ebitar
proligidad. Baste desir, que no tenia cosa que fuese recervada para esta
Comunidad, quien no acava de sentir bastantemente la perdida y falta
de tal Padre. Que por allarlo colmado de mesitas, nuestro Supremo
Dueño nos lo arebato de entre las manos, como se <lira en su lugar.
Y en este hare- [p. 123] mos memoria de la piadosa generocidad
de Don Francisco Ygnasio de Lardisava y Eloiza, que nos dono un her­
moso y primoroso candil de plata con diesyocho arbontantes para
luzes, y su esposa Doña Ysabel Maria de Vrive y Sandobal una canilla
de un brazo de San Felis Martir, guarnecida en plata con quatro her­
mosos christales. Es reliquia ynsigne con autentica y facultad para resar
del Santo y celebrar Misa en su honor. 111
No ha sido menos piadosa y liberal para con este Conbento la Se­
flora Doña Micaela de Sandobal, madre de dicha Doña Ysabel y biuda
del Señor Don J oseph de Vrive, Oydor que fue de esta Real Audienzia.
Pues nos dio para la Capilla mayor de la Yglesia una rica alfonbra, y
para el Coro un gueso entero de nuestra Benerable Madre Doña Mari­
na de Escobar. Que lo huvo de un Religioso grave de la Conpañia de
Jesus que allandose presente (en Valladolid a la traslacion de el cuerpo
de nuestra Benerable Madre[)]. Oculto esta reliquia (si asi se puede lla­
mar) y pasando a este Reyno se la regalo a dicha Señora Doña Micaela.
Acompañemos con la piedad y liberalidad de estas nobles Señoras
la de la Reverenda Madre Maria Ana de San Mi gu el Alias Santoyo,
Dignissima Abbadesa del Conbento de Regina Celi, que no contenta
con la caridad que nos hazia de ospedarnos en su Conbento, nos dio
un Copan de plata con la copa y patena sobredoradas. Y es el mayor y
m�jor que al presente tenemos y el primero en que se coloco nuestro

1111
Ms. hamas.
111 Aqui Ysabel Antonia ha escrito una nota en la margen izquierda: Nota, aunque aqui se
dis1' que in. autentica de la reliquia de San Felis e.1· con .facultad para desir Misa y rezar del Santo,
1•xa11tmandola con cuidado el Ordinario allo no tener tal facultad.

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94 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

amoroso Dueño Sacramentado, quando benimos al Conbento. Porque


hasta que se dedico la Y glesia no dieron los Se flores fundadores el que
referimos en el folio 115.
Y en este, sigu iendo nuestro asunto, diremos lo obligadas que es­
tamos al Doctor Don Andres de Verrio y Saldivar, Presbitero de este
Arsobispado y ynsigne bienechor de este Conbento. Que quando estava
el Coro con solo las paredes desnudas, nos dio para su adorno un her­
moso retablo, dorado y enbutido de finos christales, con muchos
arbontantes de bronze bien dorados y en medio un nicho grande con
tres trasparentes bidrieras y el respaldo [p. 124] de espejos, en el qual
esta el Monte Calvario con un bellissimo Crusifixo y a sus lados su
Santissima Madre Dolorosa y el dicipulo amado con la Madalena abra­
zada 112 de la Santa Cruz.
Todas son ymagenes de bulto, hermossicimas y ricamente vesti­
das, con las diademas y potenzias de plata sobredorada. En lo demas
del retablo estan distribuidos (de elegante pincel) los demas pasos de
la pasion de nuestro amoroso Redentor.
Y solo el cuerpo de en medio cupo entre las dos rejas de el Coro
Alto. Y los otros se colocaron en la pared del respaldo sobre repiza,
que se hizo a este yntento y coste dicho Cavallero, que no conten­
tandose con lo referido nos envio todo el adorno perteneciente a la
mesa del Altar; mateles con ricos encaxes, palia bordada y frontales
de todos colores, echos a toda costa, y otras dos mesitas para los lados,
con sus frontales, mateles y palias correspondientes, aumentando la
dadiva con quatro liezos grandes de picel, el uno de San Juan
Ebangelista, los dos de San Geronimo y Santa Rosa de V itervo y el
quarto de la ystoria de Abigael.
Aconpaño en la piedad a este devoto Sacerdote su hermana, Dofí.a
Francisca de Verrio y Saldivar, que ha mas de regalarnos un hermoso
Niño Jesus de marfil en una primorosa cuna de christal, vistio de rica
tela a nuestra Madre Santa Erigida
El Sefí.or Doctor Castillo, Prebendado de esta Catedral, nos dono
seis curiosos blandones de bronze, tambien dorados que parese de este
metal, y un Arcangel I i:; San Miguel con los tres Reyes de marfil del
alto de una quarta.
El Bachiller Don Ygnasio de Guvia, Presbitero de este Arsobispado,
nos dio un hermoso Crusifixo en el paso de la yspirazion. Su Cruz es
de ebano con cantoneras de plata guarnecidas de piedras de Buemia.

11'.! Ms. abraz.ade. Probablemente por influencia del próximo de.


i i:i Ms. Armn ul.
g

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 95

Y a los lados de ella estan la Santisima Madre Dolorosa y el Santo


Ebangelista con nuestra Madre Santa Brigida y muchos Santos Patriar­
cas y Santas Virgenes, esculpidos de hermoso pincel, en un curioso 114
y primoroso balda- [p. 125] quin dorado y adornado de Serafines, que
sirve de docel al Divino Señor.
El Doctor y Maestro Don Juan de la Mota, Cura del Sagrario de
esta Catedral, dio a esta Comunidad un Niño Jesus, ricamente vesti­
do, en una vrna dorada con tres bidrieras. Y fue el esposo con que
profezaron todas las primeras Religiosas. Y oy esta en el Altar del res­
paldo del Coro alto. Y en el Altar mayor de la Yglesia ay otro Niño
grande y muy hermoso, que nos dio Doña Josepha de Buendia, viuda
de el Factor de Veracruz.
A estos Niños y a los <lemas que ay en el Conbento haze mucha
bentaja en la hermosura y grazia uno de cera, que nos dono el Padre
San Christobal, Religioso de la Copmpañia de Jesus y Procurador de
las Misiones de Philipinas, para donde estava de paso (en esta Corte),
quando, sin conocernos ni tener la menor relazion con nin guna Reli­
giosa, nos embio este Niño, al mismo tiempo que deseavamos tener
uno de su tamaño. Porque los que avia en Casa no eran proporciona­
dos a la Señora del nacimiento, por lo que fue rezivido con la mayor
alegria y general aclamasion.
Es un yman de los corazones, porque a mas de su rara hermosura
y perfecion tiene el pechito abierto y patente el corazon, que esta mos­
trando con la mano derecha.
Su Magestad gobierne la nuestra para seguir con brevedad la
relazion de nuestros bienechores, entre quienes tiene no pequeña parte
el Capitan Don Manuel de Adaco, besino de esta ciudad y Dueño del
banco del apartado, que con generosa devocion dio para nuestra
Yglesia una Custodia grande de plata sobredorada, que sirve para el
trono en las fiestas grandes, porque es la mejor que tenemos.
Y pasando adelante su caridad nos dio para conprar la<s> vida
de nuestra Señora, que se bendia en catarse quadros de pincel con
marcos dorados, concurriendo a mas de esto con otras limosnas para
la obra grande que se hizo en el Conbento y prestando al gunas cantida­
[p. 126] des para el mismo efecto, a que concurrieron al gu nos
Cavalleros, y entre ellos Don Francisco de Echebeste, vesino y del co­
mercio de esta ciudad, que nos enbigo el refectorio. Y en su falleci­
miento nos mando dos mil pesos, que se aplicaron para el trono de
plata de que ablaremos adelante.

111
Ms. corioso, asimilación.

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96 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

CAPITVLO NOVENO [XV]

En que se trata de los Altares de la Yglesia y de mas ymagenes del Conbento


y de las personas que las dieron

Para seguir la relazion de las personas que se han esmerado en favo­


recernos y hazernos caridad, comensaremos por las que han echo los
Altares de la Yglesia, siguiendo el horden de su situasion. En el lado
del Ebangelio es el primero, el de nuestra Señora de Aranzazo, que
hizo Don Domingo Serralde, como queda referido en el folio 113. El
se gu ndo es de nuestro Señor Crusificado. Y lo costeo y adorno con
todo lo necezario a la mesa del Altar el Señor Doctor y Maestro Don
Francisco Nabarijo, Maestreescuela de esta metropolitana Yglesia. El
terzero es dedicado a nuestro Padre SanJoaquin. Y lo hizo el Conbento
con ayuda de al gunos bienechores, como caseta del libro de rezivos y
gastos.
En el lado de la Epistola son quatro los Altares. El primero dedico
a nuestra Señora de Montes Claros Don Manuel Muñas de Castañeda,
vesino y del comerzio de esta ciudad, quien merese especial y onorifica
menzion. Pues a mas de la piadosa liberalidad conque ha enrriquesido
este Altar donandole dos lamparas, una pequeña que harde [p. 127]
continuamente delante de nuestro amoroso Dueño Sacramentado, y
la otra mas grande y de moda con ocho arbontantes para luzes.
Y cuidando continuamente de su cera y Culto, probellendolo I I:,
de frontales, palias, manteles viso para el Sagrario, en que esta el
Divinissimo todo el año, por cuyo motivo cerco este Altar con una her­
mosa reja, que sirve de mesa de Comulgar. Y la adorno con manteles
necezarios, a este efecto fundando una Capellania perpetua, de tres
mil pesos, para que todos los savados del año diga el Capellan Misa
(en dicho Altar), ha onor de nuestra Señora. Y de no poder desirla la
pague con el estipendio de seis reales, como al presente lo haze, el
que la gasa a mas de lo referido (permitase esta digresion para desaogo
de nuestra gratitud).
Es tal la devosion que dicho Cavallero tiene a esta Comunidad,
que desde que venimos al Conbento haze Oficio de Mayordomo con
tanta puntualidad y esadtitud,116 como si ynteresara mucho en ello, de
lo que esta tan lejos. Que no contento con hazerlo de balde nos ha

115�jemplo del fenómeno del yeúmo, común en toda América Lltina.


11º
A continuación aparece el grupo ad en lugar de ac, posiblemente por influencia de
palabras como a.dmimción, admitir, etc.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 97

suplido muchas cantidades. Y al principio de la fundasion nos fiava


todas las probiciones, hasta que comodamente se le podian pagar, y
todo con tam buena ley y caridad, que le pareze que rezive merced en
hazernosla. Nuestro Divino Esposo se lo pague todo.
Bolviendo al asunto; el segundo Altar del lado de la Epistola dedi­
co a la Purissima Consepcion, con titulo de nuestra Señora de la
Porteria, el Señor Licenciado Don Juan del Villar, Canonigo de la Ca­
tedral de esta Corte. El terLero es de nuestra Señora del Rosario, a
devosion de Don Pedro de Lituriondo, vesino y del comercio de esta
ciudad, que a mas de dar todo lo necezario para la mesa y adorno de
dicho Altar lo enrriquesio con una hermosa lampara de plata
sobredorada a trechos. Y quando muria nos dejo mil pesos, que se apli­
caron para el trono de plata, que apuntamos en el capitulo pasado.
El quarto y vltimo Altar es dedicado a Señor San Joseph. Y lo cos­
teo el Bachiller Don Ga-[p. 128] briel de Ribera, Presbitero de este
Arsobispado y Capellan del Conbento de Santa Ygnes.
En el capitulo 12 apuntamos la caridad de un yndio Casique y
pricipal. Y en este hablaremos de proposito de las ymagenes que nos
dejo en testamento, quando muria (que fue estando nuestras Reve­
rendas Madres fundadoras en el Conbento de Regina). Y son las si­
guientes; una de nuestro amoroso Dueño Crusificado en el pazo de la
yspirazion y esta colocada en la Sachristia de fuera sobre la puerta del
tornillo. Otra del mismo Señor en el paso de la humildad y pacienzia,
que esta en el Antecoro alto, y otra, tambien de su Divina Magestad,
con la Cruz acuestas.
Las tres son de la estatura de un hombre corpulento. Y esta ulti­
ma esta colocada en el Antecoro bajo y tiene a sus lados una de nues­
tra Señora de los Dolores (hermos[i]sima y de estatura perfecta) y otra
de San Juan Ebangelista de la misma estatura, que dono el dicho
Casique, [que] yremos refiriendo; una de Christo (nuestra vida) muer­
to y en el Santo sepulcro, que esta en el Claustro bajo, y otra del Santo
buen ladran colocada en el mismo lugar. Todas son efigies de bulto y
muy hermosas. Las mas de ellas trajeron sus nicho[s] y tabernaculos
dorados con sus guarniciones de talla, tambien doradas con quatro
Angeles de hermoso pincel, del alto de una bara con las ynsignias de
la Sagrada Pazion en las manos.
Las de este noble yndio fueron mas abiertas que las de muchos
españoles. Y su generosidad mereze la estimacion que hizo nuestro
Soberano Redentor. Del cornadillo que ofresio al Templo aquella po­
bre biuda y la de este Casique, aconpaño en la piedad a su consorte,
donando al Conbento las ymagenes que avian quedado en su casa, que
son una de la Purisima Concepcion y otra de Señor San Joseph.

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98 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Las dos son de hermosa taya. 117 Y la ultima esta colocada en un


nicho, que se labro en la pared a este proposito en el segundo descanzo
de la escalera. Y en los. primeros años estuvo en la Yglesia, con [p.129]
las otras que acavamos de referir, hasta que con el discurso del tiempo
se fueron haziendo los Altares, por cuya razon emos tratado de ellas
en esta lugar, dejando otras muchas de taya y de pincel, que han dado
al Conbento diferentes personas, que si se huvieran de referir,
consumirían el tiempo y la paziencia los que leyeren esta relazion, que
concluiremos con apuntar la hermosura de nuestra Señora de la
Coledad, que esta al bajar la escalera.
Y la dono al Conbento Qunta con el Niño pasionero que es tan
hermoso como su Santissima Madre) una Señora, que fallezio estando
nuestras Madres fundadoras en Regina. Bendita sea la amorosa
Probidenzia de nuestro Soberano Dueño, que mobio los coraz[on]es
de sus fieles, para que nos probellecen con tanta liberalidad, que al
presente no ay pie<n>za del Conbento (esecto 118 las celdas) que no
este adornada de sagradas ymagenes de pincel _119 y escultura.

CAPITVLO DECIMO [XVI]

En que se trata de las alayas que ha echo el Conbento y de las que han traido
las Religiosas

Habiendo tratado en los tres capítulos anteriores ha este de las alayas,


que han donado al Conbento sus devotos y bienechores, restanos decir
las que han traído las Religiosas, que han profesado en el. Y las que el
mismo Conbento ha echo, hasta este año de 1756, siendo su Dignisima
Abbadesa nuestra muy Reverenda Madre Theresa Brigida de J esus, de
quien emos echo tantas beses onorifica menzion en esta ystoria, a quien
esta fundazion deve tanto, como por el discurso de este libro puede
rastrearse, aunque no queda escrita la terzera parte de los sudores y
trabajos que ha costado a su ynfatigable celo la concecucion del [p. 130]
aumento Espiritual y temporal de este Conbento, esmerandose (con
yndecible desbelo) en el Culto Divino, para cuyo fin hizo un trono de
plata, que se compone de sinco gradas con su respaldo, en cuyo remate
esta una ymagen de nuestra Señora con quatro Angeles a los lados.
Y en medio tiene un hermoso espejo y en la superficie del una
corona ynperial, tambien de plata, que queda encima de la Custodia.

l li �jemplo de yeísmo.
118
Otra vez la escritora utiliza el grupo el en lugar de pt.
11 ii
Ms. pilud.

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98 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Las dos son de hermosa taya. 117 Y la ultima esta colocada en un


nicho, que se labro en la pared a este proposito en el segundo descanzo
de la escalera. Y en los. primeros años estuvo en la Yglesia, con [p.129]
las otras que acavamos de referir, hasta que con el discurso del tiempo
se fueron haziendo los Altares, por cuya razon emos tratado de ellas
en esta lugar, dejando otras muchas de taya y de pincel, que han dado
al Conbento diferentes personas, que si se huvieran de referir,
consumirían el tiempo y la paziencia los que leyeren esta relazion, que
concluiremos con apuntar la hermosura de nuestra Señora de la
Coledad, que esta al bajar la escalera.
Y la dono al Conbento Qunta con el Niño pasionero que es tan
hermoso como su Santissima Madre) una Señora, que fallezio estando
nuestras Madres fundadoras en Regina. Bendita sea la amorosa
Probidenzia de nuestro Soberano Dueño, que mobio los coraz[on]es
de sus fieles, para que nos probellecen con tanta liberalidad, que al
presente no ay pie<n>za del Conbento (esecto 118 las celdas) que no
este adornada de sagradas ymagenes de pincel _119 y escultura.

CAPITVLO DECIMO [XVI]

En que se trata de las alayas que ha echo el Conbento y de las que han traido
las Religiosas

Habiendo tratado en los tres capítulos anteriores ha este de las alayas,


que han donado al Conbento sus devotos y bienechores, restanos decir
las que han traído las Religiosas, que han profesado en el. Y las que el
mismo Conbento ha echo, hasta este año de 1756, siendo su Dignisima
Abbadesa nuestra muy Reverenda Madre Theresa Brigida de J esus, de
quien emos echo tantas beses onorifica menzion en esta ystoria, a quien
esta fundazion deve tanto, como por el discurso de este libro puede
rastrearse, aunque no queda escrita la terzera parte de los sudores y
trabajos que ha costado a su ynfatigable celo la concecucion del [p. 130]
aumento Espiritual y temporal de este Conbento, esmerandose (con
yndecible desbelo) en el Culto Divino, para cuyo fin hizo un trono de
plata, que se compone de sinco gradas con su respaldo, en cuyo remate
esta una ymagen de nuestra Señora con quatro Angeles a los lados.
Y en medio tiene un hermoso espejo y en la superficie del una
corona ynperial, tambien de plata, que queda encima de la Custodia.

l li �jemplo de yeísmo.
118
Otra vez la escritora utiliza el grupo el en lugar de pt.
11 ii
Ms. pilud.

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SANTA BRÍGIDA DE. MÉXICO 99

Sirve de pedestal a dicho trono una hermosa sotabanca de la misma


materia. Y a los lados tiene dos mesitas de una bara de alto, en que se
ponen nuestras Santas Madres Erigida y Catarina. Y lo enrriqueseh
seis tibores (de una terzia de alto), que sirven de pies a los ramilletes
de flores y docena y media de blandones. Que los seis son de una bara de
alto y los otros dose proporcionados al alto de las gradas. El frontal es
tambien de plata como todo lo referido y tiene en medio las armas de
la Religion sobredoradas. I de la misma manera es la senefa. 120
Se pone este trono debajo de un rico docel de terziopelo carmesi,
guarnecido de galones de fina plata. Y la cortina con que se cubre la
Custodia es de rica y hermosa tela. Y ha costado todo cerca de nueve
mil pesos, la mitad de lii:n osnas y alajas de Sachristia de al gunas Reli­
giosas, y la otra mitad a costa del Conbento, que tambien conpro un
candil, y gual con el que referimos en el folio 123.
Y tres Calicez de plata con sus platillos y binageras de lo mismo,
de que es tambien la Paz, y dos candeleros arandelas de las que se
ponen en las belas de mano.
Los ciriales y baras del palio se hizieron con la plata que trajo ( del
servicio de su casa) la Hermana Maria de San Antonio. Y solo se
recervaron sin deshacer 121 una fuente con su salva y dos candeleros
que sucisten en la Sachristia, y para concluir lo que ha echo el Con­
bento, a solicitud de nuestra Madre Abbadesa, dejando a parte los
muchos y ricos ternos y hornamentos, Alvas, manteles, sin gu los y
hamitos, palias y <lemas cosas necezarias para celebrar con decenzia
los Divinos Oficios, de que por la misericordia de Dios esta abundan­
temente probeida la Sachristia.
Referiremos solamente los seis obalos que se hizieron para colocar
las muchas reliquias de guesos de Santos, que trajeron nuestras Madres
fundadoras de España, y un quadri- [p. 131] to de tres quartas de alto,
en que se puso un corazon de J esus, primorosamente bordado �e mano
de las Reverendas Madres de nuestro Conbento de Victoria, quienes
lo regalaron a este el año prosimo pasado. Y esta en el Coro con di­
chos obalos, que son de madera y talla dorada con hermosas y traspa­
rentes bidrieras.
Y les hazen hermosa simetria ( en la pared del respaldo del dicho
Coro) dos pulidos nichos, tambien con bidrieras y marcos dorados, en
que estan nuestras Santas Madres Erigida y Catarina, que son de ves-

1 0
� Probablemente cenefa. Banda de adorno puesta al borde de algo, de prendas de tela
como toallas o pañuelos, o alrededor de techos, muros, pisos, etc.; suele constituir en un
motivo o dib�jo repetido indefinidamente. (M.M.).
1�1 Ms. decacer.

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100 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

tidos con coronas y resplandores de plata, de que son tambien sus


yncignios y se sacan a la Yglesia en sus fiestas.
La efigie de la primera trajeron de Victoria nuestras Madres fun­
dadoras, como digimos en el folio 104, y la se gunda hizo y vistio rica­
mente el Conbento, como tambien a nuestra Señora, la que esta de
Abbadesa en el Coro, con baculo de plata en la una mano, y en la otra
nuestra Santa Regla.
Dexamos por ebitar proligidad otras ymagenes, como son la del
Niño Esposo y del Santo Angel de la Casa, que esta en el primer des­
canzo de la escalera, de hermos[i]simo pincel, de que es tambien un
quadro, que esta sobre la puerta de la Y glesia, en que esta nuestra
Benerable Madre Doña Marina de Escobar escriviendo nuestra Regla,
y nuestro Divino Salvador dictandocela en el traje y fi gura que tuvo en
el mundo.
Y no referimos el quadro, que esta sobre la puerta del quarto del
torno, que es de nuestras Santas Madres Brigida y Catarina, que tambien
lo hizo el Conbento, como la casa del Confesor mayor, que en ella y en
acavar y redificar el mismo Conbento se han consumido mas de vein­
te y tres mil pesos, por pazar ha referir las alajas que han traido las
Religiosas, para cuya ynteligenzia se a de advertir que cosiderando
(prudentemente) nuestras Madres fundadoras, la falta de medios que
regularmente ay en los principios de qualquiera fundacion, entabla­
ron en esta una costumbre que dura hasta oy. Y es que cada Religiosa
que profesa de Coro y de Velo negro da una alaja moderada para la
Sachristia, conforme a su posibilidad.
Asentado este pricipio seguiremos nuestra historia con el horden
conforme a la antigu edad de las Religiosas, que las han traido, y es
como se si gu e:
La Madre Maria Eulalia de corazon deJesus, un yncenzario de plata
con su nabeta. [p. 132] las Madres MariaJosepha de la Santisima Trini­
dad y Paula Josepha del Santisimo Sacramento dos Calicez con binage­
ras y platillos de plata sobredorados, y el de la ultima con canpañilla.
La Madre Barbara Guadalupe de San Augustin tres sillas para la
Yglesia de madera muy esquisita y bien labrada, foradas en tela de
oro con flecos de lo mismo.
La Madre Benita Francisca de Señor San Joseph 122 una Custodia
pequeña de plata sobredorada, que esta de aciento en el Sagrario y se
saca los juebes para la Misa de renobacion.
La Madre Francisca Martina de la Natividad un asetre de plata.

122 Probablemente la segunda copista de esta crónica.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 101

La Madre Antonia Marina de la Encarnacion un gu ion bordado


con la Cruz y bara de plata.
La Madre Juana Rita de la Cruz dio la Cruz grande de plata de
que es tambien su mastil y el Santo Christo de ella sobredorado.
La Hermana Ysabel Antonia de Señor San Mi gu el 123 un Caliz con
su platillo, vinageras y campanilla, todo de plata sobredorado.
Las demas Religiosas han dado la limosna en reales, que se han
aplicado para cosas de la Sachristia de las que quedan referidas, con­
que queda concluida esta materia que emos reduzido a la mayor bre­
vedad que se ha podido, dejando <dejando> de decir muchas cosas
por no canzar a los que la leyeren. Con arta mortificasion de nuestra
gratitud que quisiera difundirse mas para descargo de su obligacion,
que se esplayara en el capitulo sigu iente.

CAPilVLO DECIMOPRIMERO [XVII]

En que se trata de la muerte y entierro de los Señores fundadores y de su sobrina

Llego el tiempo en que el Supremo Dueño de todo lo criado tenia


determinado llevarse para si a nuestros amados Padres y fundadores,
los Señores Don Joseph Francisco de A guirre y Doña Gertrudis Roldan
y Maldonado. Y para que su muerte fuera en esta ciudad, hordeno su
amorosa Probidenzia que dejando la asienda vinieran ha ella, con la
ocazion que aqui diremos.
Enferma gravemente a principios de el año de 17 48 la Madre [p.
133] Francisca de Santa Gertrudis (de quien tantas veses emos echo
mension), y noticiosos de ello dichos Señores (que la amavan tierna­
mente), se pusieron luego en camino para asistirla mas de cerca y te­
ner el consuelo de que la Señora fundadora la visitara muchas veses
en su cama, entrando para este fin bien a menudo en el Conbento.
Porque aunque no tenia licenzia de su Santidad, mas que para entrar
una ves cada mes, diocela en esta ocazion para que entrara las veses
que gustase, el Señor Dean, Doctor Don Alanzo Moreno, que a la cazan
hera nuestro Vicario por estar la Yglesia en cede vacante.
Pero como no puede la yndustria humana enbarazar la ordenazion
Divina, aunque los Señores fundadores se esmeraron en solicitar la
salud de su sobrina haziendo junta de los mejores Medicas, que se
empeñaron en su curazion, se fue agravando. De manera que el dia

12:i Se menciona la escritora a sí misma por última y llamándose Hermana (y no Madre)


por humildad.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 101

La Madre Antonia Marina de la Encarnacion un gu ion bordado


con la Cruz y bara de plata.
La Madre Juana Rita de la Cruz dio la Cruz grande de plata de
que es tambien su mastil y el Santo Christo de ella sobredorado.
La Hermana Ysabel Antonia de Señor San Mi gu el 123 un Caliz con
su platillo, vinageras y campanilla, todo de plata sobredorado.
Las demas Religiosas han dado la limosna en reales, que se han
aplicado para cosas de la Sachristia de las que quedan referidas, con­
que queda concluida esta materia que emos reduzido a la mayor bre­
vedad que se ha podido, dejando <dejando> de decir muchas cosas
por no canzar a los que la leyeren. Con arta mortificasion de nuestra
gratitud que quisiera difundirse mas para descargo de su obligacion,
que se esplayara en el capitulo sigu iente.

CAPilVLO DECIMOPRIMERO [XVII]

En que se trata de la muerte y entierro de los Señores fundadores y de su sobrina

Llego el tiempo en que el Supremo Dueño de todo lo criado tenia


determinado llevarse para si a nuestros amados Padres y fundadores,
los Señores Don Joseph Francisco de A guirre y Doña Gertrudis Roldan
y Maldonado. Y para que su muerte fuera en esta ciudad, hordeno su
amorosa Probidenzia que dejando la asienda vinieran ha ella, con la
ocazion que aqui diremos.
Enferma gravemente a principios de el año de 17 48 la Madre [p.
133] Francisca de Santa Gertrudis (de quien tantas veses emos echo
mension), y noticiosos de ello dichos Señores (que la amavan tierna­
mente), se pusieron luego en camino para asistirla mas de cerca y te­
ner el consuelo de que la Señora fundadora la visitara muchas veses
en su cama, entrando para este fin bien a menudo en el Conbento.
Porque aunque no tenia licenzia de su Santidad, mas que para entrar
una ves cada mes, diocela en esta ocazion para que entrara las veses
que gustase, el Señor Dean, Doctor Don Alanzo Moreno, que a la cazan
hera nuestro Vicario por estar la Yglesia en cede vacante.
Pero como no puede la yndustria humana enbarazar la ordenazion
Divina, aunque los Señores fundadores se esmeraron en solicitar la
salud de su sobrina haziendo junta de los mejores Medicas, que se
empeñaron en su curazion, se fue agravando. De manera que el dia

12:i Se menciona la escritora a sí misma por última y llamándose Hermana (y no Madre)


por humildad.

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102 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

20 de marzo del referido año dio su espíritu al Señor que la crío,


dejandonos ha todas al pazo <que> lastimadas y doloridas por averla
perdido, embidiosas de su dichosa muerte.
Pues haviendo sido en su vida tan nimiamente temerosa, que
formava gravísimo escrupu]o aun de lo que no era ynperfeccion, 124 por
cuya causa handava continuamente ynquieta y afligida, sin dejar de
confesarse quantas veses podía y haziendo para cada comunion dos o
tres reconsiliaciones.
Algunos días antes de su felis muerte le concedía nuestro Señor
tanta quietud y cerenidad de concienzia, que causava admirazion a to­
das las que la conocíamos . Ha esto se le junto una grande conformi­
dad y resignasion con la boluntad de Dios. Pues haviendo estado al
prinsipio de su enfermedad algo desconcolada por ver que se le
acavaba la vida en la flor de su edad (pues solo contava de ella 23 años),
en los ultimas días todas sus palabras eran enderezadas a la
bienabentoranza que esperava y nosotros podemos cre[e]r piadosamen­
te que la gasa. Porque ha mas de que fue de ynocente vida, muria con
todos los Santos Sacramentos y con tanto conocimiento y tan en sus
sentidos, que medio quarto de ora antes de que espirara, le dio las
grazias al Medico del cuidado con que la avía asís- [p. 134] tido,
despidiendose del como que no lo avía de bolver a ver.
Y ynmediatamente le comenzaron a decir la recomendazion del
alma, a que respondía ella hasta que dio la suya a su Criador el mismo
dia, que hizo tres años de la dedicasion de nuestra Yglesia, como nos
lo dijo ella el dia antecedente con estas formales palabras: "Mañana
que se cunplen tres años de la dedicasion de nuestra Yglesia, se le
dedicara a Dios el templo de mi alma, ofreciendole la primera que
tomo el Santo Havito en esta fundazion."
Y pocas oras antes de morir procurando una Religiosa animarla
para aquel transe, le respondio con alegria: "En dando yo mi quentesita
a Dios", dando ha entender que en pasando la estreches de este pazo,
no tenia otra cosa que temer. Y berdaderamente podia yr con tal con­
fianza, quien avia sido tan obserbante Religiosa. Que vivia pendiente
aun de los apises mas menudos de nuestra Santa Regla, por cuya razon
merezia mayores alabanza, que las que puede darle la cortedad de
nuestra pluma y permite la brevedad de esta ystoria y nos parese lo
poco que queda referido de las virtudes de esta Religiosa haxeno del
asunto de este capitulo, por ser tan conjunta a los Señores fundado­
res, quienes despues de aver honrrado su cuerpo haziendole un
solegne entierro con asistenzia de todas las Religiosas.

l'.!I Ms. ynper/escion (metátesis).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 103

Se quedaron de hasiento en esta ciudad sin tratar de bolver a la


asienda con gran consuelo de esta su Comunidad, que se conplasia
de tenerlos tan cerca. Aunque muy presto se nos conbirtieron los go­
zos en lagrimas. Porque haviendo ydo la Señora fundadora (el dia 23
de septiembre del mismo año) ha visitar la milagrosa ymagen de
nuestra Señora de Guadalupe 125 y estando en su Santo Templo re­
zando ha coros (con dos conpañeras que llevava) el Santisimo Rosa­
rio, le asalto un adsidente tan repentino, que luego le quito la vida
sin dar tiempo a que se le administrase mas Sacramento que el de la
Santa uncion, aunque nos quedo de consuelo en tan repentino y fuer­
te golpe, que el dia antes se avia confesado con el destino de yr ha
comulgar a dicho Santuario.
Y pareciendole a su Confesor que el estar mucho tiempo en ayu­
nas le podia hazer mal a la salud, 126 le aconsejo que comulgase aqui y
que el dia siguiente fuera desayunada al Santuario. Todo lo executo a
la letra, porque era humildisima. Y en todas sus ad- [p. 135] siones y
palabras podia cer exemplo y modelos de Señoras. Pues siendo del
caracter que emos visto y abastada de riquesas y bienes temporales
era su bestido y trato tan honesto 127 y llano como el de qualquiera
muger de mas baja esfera.
Y en los ultimas años de su vida se avia puesto pa[ra] su devocion
el Abito de nuestra Madre Santa Brigida. Su vida era tan recogida y
devota, que todos sus paseos y diverciones eran las rejas de los mu­
chos Conbentos de Religiosas que ay en esta ciudad.
Su caridad [era] tan estremada, que a mas de las muchas limosnas
que hazia, corava por sus propias manos a todos los pobrecitos, yndios
y Gañones de sus haziendas. Y sobre todo le consagro a Dios la mayor
parte de su caudal fundando este monasterio, obra berdaderamente
grande y digna de retribocion eterno.
Muria como avernos 128 dicho, o por mejor decir, fue a rezevir el
premio de sus grandes virtudes, entre nueve y dies de la mañana del
dia 23 de septiembre de 1748. Y fue sepultada al lado del Ebangelio
en el Presbiterio de esta su Yglesia, con asistenzia de la Real Audienzia
y ambos Cabildos, eclesiastigo y cecular, con mucho de la nobleza de
esta Corte y todas las Comunidades Religiosas, asistiendo la nuestra
en el Coro bajo (avierta la reja) con belas en las manos y lagrimas en
los ojos por la perdida de una Madre tan piadosa y hamable.

12�
Ms. Guadalepe.
121;
Ms. sulud.
127
Ms. honeste.
12
1-1 Generalmente escribe emos, pero algunas veces utiliza esta forma antigua.

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l 04 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Fue amortajada con el Habito de nuestra Religion, con Belo Ne­


gro y corona, que todo se le embio de este su Conbento como era
devido. Y se le hizieron los sufragios corespondientes a la obligazion
que le tenemos.
No dejo mas dispocision testamentaria que un poder, que tenia
dado al Señor fundador, quien sintio tanto la aucenzia de tan amable
conpañera que luego se rindio a la cama para no lebantarse de ella,
con una grande yndispocision de estomago y otros adsidentes peno­
sos, que sufrio con grande pacienzia, resignacion y conformidad con
la boluntad Divina, hasta la noche del dia dos de diciembre del referi­
do año, que entrego su espirito en manos de aquel Señor, que lo crio
para tanta gloria sulla, dejando a esta Comunidad sin su amparo,
buerfana de Padre y Madre y con el dolor y sen- [p. 136] timiento que
puede conciderarse.
Pues los perdimos en tan poco tiempo, que podemos decir, que
tras la herida nos dio el cauterio nuestro Supremo Dueño, cuyos se­
cretos juicios al pazo que ynbestigables son siempre enderezados (de
su ynfinita misericordia) a nuestro mayor vien el de este noble y pia­
doso Cavallero, podemos cre[e]r que es eterno, en quanto permite una
Fee humana y moral sertidumbre.
Pues a mas de su christiana y birtuosa vida echo el cella a sus bue­
nas obras con la de esta fundazion, que eternizara su memoria en nues­
tro devido agradecimiento. Y muria en su entero juisio con todos los
Santos Sacramentos de la Yglesia. Enterrase al lado de la Epistola en
el Presbiterio de esta que edifico, con la misma ponpa y asistenzia de
tribunales y Comunidades que la Señora, su concorte, haziendo esta
Comunidad los mismos sufragios y sentimiento que hizo por la dicha
Señora, y asistiendo asi mismo en el Coro bajo con luses encendidas,
mientras lo sepultaron, que fue en la mañana del dia sinco de dicho
mes por aver estado el antecedente ocupado en celebrar los años de
la Reyna nuestra Señora.
Dejo por unico heredero suyo, y de la Señora su esposa, ha su so­
brino Don Pedro Antonio de Mendibil y Aguirre, hijo de su hermana
Doña Francisca Antonia de Aguirre, y natural de la ciudad de Victoria,
de donde avia benido llamado de dicho Señor, quien lo nombro por
Patron de este Conbento, con facultad de nombrar subcesores.
Y fue admitido de esta Santa Comunidad con grande gusto y
conplazenzia por tener bien conosida su generosidad y relebantes pren­
das. Y se le dio pocesion solegne del Patronato con repique de canpanas
la tarde del dia 18 de marzo del año de 1749. Y el dia siguiente asistio,
como tal Patron, a la fiesta del Señor San J oseph, en la qual se estreno
un rico terno de tela blanca, con flores abelfadas de hermosos colores,

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 105

que se hizo de un vestido que fue de la Señora fundadora. Y despues de


su muerte lo dio al Conbento para dicho fin el Señor Patron, quien cos­
teo los galones y demas [p. 137] recados, donandonos tambien el miste­
rio del Nacimiento de nuestro Divino Redentor, que era de dicha Seño­
ra y es hermos[i]simo, ex[e]cto el Niño, en cuyo lugar se ha sustituido el
que tiene el pechito habierto y referimos en el folio 125.
Mas bolviendo a nuestro Patron no nos parese pasar en cilenzio la
gratitud y piedad que ha manifestado para con los Señores sus tios y
nuestros amados fundadores, haziendoles labrar en piedra marmol
unos honrrosos y honorificas epitafios, que coloco debajo de las esta­
tuas de dichos Señores, que estan en dos nichos y guales en el Presbi­
terio de esta su Yglesia desde que la[s] fabricaron; la del Señor funda­
dor al lado del Ebangelio, y la de la Señora al de la Epistola, aunque
sus cuerpos descanzan juntos en el lado del Ebangelio.
Porque aunque el Señor fundador se enterro en el lado de la
Epistola, como queda referido, lo traslado al de el Ebangelio el Señor
Patron su sobrino, quando puso los epitafios, que fue el año de 1753.
Y aunque el epitafio de la Señora clise que descanza en el lado de la
Epistola, se a de entender de su estatua, que su cuerpo no esta ni ha
estado nunca alli. Porque quando murio, mando el Senor fundador
que la sepultaran al lado del Ebangelio, como se executo y queda refe­
rido. Y haviendo fallecido a los dos meses y pocos dias despues dicho
Señor, no pudo enterrarse en el mismo sepulcro, como queria el Se­
ñor su sobrino. Porque lo contradijo el Señor Dean (que como havemos
dicho era nuestro Vicario) afirmando que, si se abria el sepulcro de la
Señora fundadora, no permitiria que viniera su Cabildo [a] hazer el
entierro, porque se podian apestar con la corruzion del cuerpo, que
tan poco tiempo antes se avia sepultado.
Sintio esto mucho el Señor Patron teniendolo por desaire. Y para
enmendarlo, no contentandose con trasladar el cuerpo del Señor su
tio y [ p. 138] nuestro fundador, hizo esculpir en la lapide de la Seño­
ra el error, que acavamos de referir. Y lo espresamos con tanta clari­
dad, porque con el discurso del tiempo no oscuresca la verdad, que
afirmamos como testigos oculares de todo y benga ha perderse en el
Conbento la memoria de el lugar, donde descanza la Señora fundado­
ra, creyendo el engaño de la lapide, que 129 si para el bulgo puede pazar
en el Conbento no es razon que se ygnore. Pues para que, en los tiem­
pos benideros, se allen notisias de lo acaesido en los nuestros, to­
mamos este trabajo que prose gu iremos, con la ayuda de Dios, en el
capitulo si gu iente.

12!1
Ms. qui.

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106 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

CAPITVLO DECIMOSEGUNDO [XVIII]

En que se trata de la muerte de 'la Muy Reverenda Madre fundadora Juana


Petronila del Patrocinio y demas sucezos de este Conbento

En procecuzion de nuestro yntento, seguiremos la cerie del tiempo en


que acaesieron los sucezos que nos restan de referir.
El año de 1748 a 16 de agosto partio de esta ciudad para la
Veracruz el Bachiller Don Diego Ruys Puente (primer Confesor ma­
yor de este Conbento, como tantas veses emos repetido en el discurso
de esta ystoria), con el destino de pazar a la Corte de Madrid ha pre­
tender plaza de Prevendado de la Catedral de esta ciudad, que hasta
ora no ha coseguido.
Y aunque antes de aucentarse de esta Corte pretendio que este
Conbento le esperaze dos años, sin tomar en su lugar otro Confesor
dejandole corriente la Capellania, se le nego con madura concide­
razion. Y solo se le concedio, que no se berificase bacante su Capellania
asta tres dias despues de que se hiziera a la vela el navio, en que
enbarcase.
Por esta razon resolvio el Conbento nombrar un Confesor t:rn se­
gundo. Y como a tal se le dio el titulo al Bachiller Don Juan Lopes [p.
139] Pardo, que comenzo ha exercer este empl[e]o el mismo dia que
salia de esta ciudad el dicho Bachiller Don Diego. Y permanese hasta
oy con ynfatigable tezon.
Siguiendo el nuestro diremos como el dia 11 de h�nero del año de
1749 m se eligio por Confesor mayor al Señor Doctor Don Miguel Ga­
llo de Pardiñas (Canonigo de la Catedral de esta ciudad), de quien hizi­
mos menzion en el folio 122 y adelante ablaremos mas difusamente.
Que aora nos lleva la atenzion (siguiendo el horden que propusi­
mos) el cencible golpe que rezivio esta Comunidad el dia 21 de junio
del año de 1750 con el fallezimiento de la Muy Reverenda Madre Jua­
na Petronila del Patrocinio, se gunda fundadora de este Conbento y su
primera Priora, Munitora, Consultora y Maestra de Nobicias, titulas
que aun el menor de ellos la haze acre[e]dora de mayores elogios, que
los que puede alcazar ha darle la cortedad y rudeza de nuestra pluma.

i:io Nota al margen por otra mano, probablemente la de Madre Rosalía, quien escribió
la última parte en tiempo moderno: obséniese aquí que el "Conbento" hizo nombramiento
de segundo Confesor.
1:11
En el margen: Notese.

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SANTA BRÍGIDA DE Mf:XICO 107

Aunque por no defraudar en todo (a las que no lograron la dicha


de conocerla) de la notizia de sus grandes virtudes, apuntaremos bre­
vemente al gu nas de las muchas, que observamos por aver tenido la
fortuna (que no mereciamos) de gosar de su magesterio y educazion.
Fue esta exemplar Religiosa natural de la ciudad de Victoria, en
donde nazio de nobles padres el dia primero de agosto del año de
1684. Y tomo el Santo Habito de nuestra Sagrada Religion en nuestro
Conbento de la misma ciudad de edad de 13 años el dia 25 de marzo
de 1697. Y hizo su profecion el de 1700 ha 5 de agosto.
Y sirvio a la Santa Religion en dicho Conben.to en todos los Ofi­
cios de ella ( execto el de Abbadesa) sin tener un trinio de descanzo,
no ostante la delicadeza de su salud que desde niña la afligia, con con­
tinuos bagidos de cabeza y otras penosas enfermedades, con que sue­
le nuestro Señor probar de ordinario la pacienzia de sus escogidas. Y
[p. 140] prueva de que la fue esta su fiel esposa, fue el tezon de su
obcerbanzia Regular.
Pues, en medio de sus muchos adcidentes, era necezario que se
ynterpusiera la obedienzia, para que adflogara algun tanto en la cegu ela
de la Comunidad. Y muchas veses era menester sacarla del Coro quasi
en brazos, porque no podia salir por su pie. Baste dezir para prueva de
su mucha virtud que siendo tan delicada de salud, como emos visto, la
nombro la Comunidad de Victoria, para que enprendiera una
peregrinazion tan larga y peligrosa por mar y tierra, como la que hizo
para esta fundazion, ar[i]esgando con prudente acuerdo la vida de una
Religiosa tan ynportante por no privarnos de sus buenos exemplos.
El que dio de humildad fue tan raro, que para prueva de ella pon­
dremos aqui lo que su Reberenzia misma nos refirio en ocazion opor­
tuna para animarnos, quando por nuestra dicha estavamos debajo de
su diciplina y enceñanza.
Y fue que, siendo su Reberenzia Nobizia, no acertava hazer sierta
labor, que le enceñavan, por cuya causa le dio su Maestra una bofeta­
da. Y su Reberenzia sin turbarse y con prontitud le bolvio la otra
megilla, para que la hiriese, de que asombrada la Maestra no prosi gu io
en el castigo.
Y como no se avia de asonbrar de ver en su Nobizia una adcion
tan admirable, aunque por su modestia y humildad la pretendía dis­
minuir y apocar, añadiendo quando nos lo canto, que como era chica
y avia oydo, que era consejo del Ebangelio, lo avia echo con sinplicidad
de niña, como si en esto no se ynclullera su mayor alabanza.
Y en la de su obedienzia podemos desir, que era tan siega como
pronta, sin que se le viera jamas ni la mas leve señal de repugnanzia, a
lo que conosia ser del gusto de la Prelada aun en las cosas mas contra-

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108 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

rias a su genio. Y era su ordinario decir en qualquiera ocurrenzia: "Si


lo ha dicho nuestra Madre, bamos".
Pero que mucho que tuviera [p. 141] tal rendimiento a la Prelada
quien obedezia a sus Nobicias, pues sucedio 132 muchas veses que conpa­
decidas estas del quebranto de su salud, le rogavan que tomara algun
alivio, como que se sentara quando estava de rodillas y cosas semejan­
tes. Y no pudiendo recabarlo de su rara mortificasion apelavan a su obe­
dienzia, diciendo que se lo mandavan, a que respondia pronto con la
execusion, diciendo con grazia: "Si vuesa caridad lo manda, que se haga".
Su pobreza era tal, que tocava la ralla de nimia. Y en la astinenzia
y mortificasion de sentidos fue singularisima y su cilenzio estremado,
de que pudieramos decir mucho, si no temieramos alargar demasiado
este capitulo.
Solo diremos que fue tal la exadtitud de su obcervanzia Regular, que
en todo el tiempo que la tratamos obcervandola con cuidado, no le ad­
vertimos ni aun la menor falta de Regla, que es la mayor prueva de sus
eroicas virtudes, con que merezio el que el Divino Esposo le avisara, que
estava cerca su venida, para que saliera ha recevirlo, como haora beremos:
Estando esta felis Religiosa en su celda (un año antes de su dicho­
sa muerte) oyo una vos que le dezia: "Disponte que presto has de mo­
rir". Asustase algun tanto y poniendose de rodillas ayo segunda ves la
misma vos, que le repetía las mismas palabras. Entonzes postrada en
tierra se ofrezio con humildad y recignacion en las manos de Dios,
para que hiziese de su vida a su boluntad.
Y despues, dandole quenta de ello al Confesor (que a la cazon lo
era el Señor Gallo), hizo una confesion general de toda su vida,
preparandose con mayor bigilanzia para rezevir al Esposo, quien al
mismo tiempo (para mas perfecionarla) le agravo los asidentes habi­
tuales, de manera que no podia dar un pazo, sin que la ayudaran so­
pesando- [p. 142] la de los brazos.
Y con este trabajo bajava a comulgar todos los dias, lebantandose
para esto antes de las seis de la mañana. No ostante los grandes des­
velos que padezia, que juntos con su mucha debilidad y flaquesa le
trabucaron la razon, de manera que la circuspesion y madures de su
grave cordura se conbirtio en un desconcertado delirio, a que ayudo
no poco una caída, que dio de la cama por concervar una luable cos­
tumbre que tenia desde niña, y era que en oyendo las dose de la no­
che se postrava en la tierra ha rezar el "Te Deum laudamos" en
hazimiento de grazias del Nasimiento de nuestro Soberano Redentor,
devozion que en los ultimas años de su vida le fue de grande penali-

13
:z Ms. secedio.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 109

dad. Porque como ya tenia perdido el tacto y estava a oscuras, no


acertava ha bolverse a la cama. Y era menester al gu nas veses que
despues de andar mucho tiempo perdida por la celda, la socorriera la
Religiosa que havitava en la ynmediata.
Al principio de este delirio y antes de que se declarase por tal, se
le administraron (por borden del Medico) los Santos Sacramentos, que
rezivio con exemplar devosion. Y crellendo todas que estava en los
ultimas terminas de la vida, le duro quatro meses 133 despues aumen­
tadosele cada dia mas la demenzia, por los secretos y ynbestigables
juicios de Dios.
Que por no yncurrir en el atrevimiento de escudriñarlos pasare­
mos (mas con lagrimas que con tinta) ha referir su muerte, que fue
como queda dicho el año de 1750 a 21 de junio entre una y dos de la
mañana, dia de San Luis Gonzaga, de quien viviendo fue muy devota
y a quien himito dedicandos[e] a Dios desde la nines.
Si vien esta exemplar Religiosa tuvo la fortuna de servir al Señor
mu<n>chos mas años, pues contava de su edad 66 quando le entrego
su espirito dejando a esta Comunidad privada de sus buenos exemplos
[p. 143] y amable conpañia.
Se enterro su cuerpo el dia 22 del mismo mes con el dolor y senti­
miento que puede conciderarze de tales sircustancias. Y que a nosotros
nos suspende la pluma al pazo, que nuestra obligazion quisiera
desaogarse en espreciones de su agradecimiento, si la brevedad que pro­
metimos no nos estimulara ha pazar adelante, dando noticia de lo
acaesido en el año de 1751, en que pazo ha mejor vida el dia 5 de octu­
bre la Hermana Maria de San Antonio, 134 Religiosa de Belo Blanco, que
siendo viuda y de abanzada edad troco la comodidad y regalo de su
casa por la estreches del Claustro Religioso, trayendo al Conbento to­
das las alajas y demas homenaje de su casa, en tiempo que estavamos
bien necesitadas de todo lo necezario, de que nos probello esta buena
viuda, que tambien trajo el dote doblado.
Y solo vivio en la Religion seis años. Y al cavo de ellos, rezividos
todos los Santos Sacramentos de la Yglesia, entrego su espiritu al Se­
ñor (de 71 años de edad) el referido dia 5 de octubre.
Y el 22 del mismo mes y año quiso su Magestad probar la pacienzia
y resignacion de esta Comunidad, quitandole ynopinadamente al Se­
ñor Confesor Don Mi guel Gallo, con un adsidente tan repentino, que
en pocos minutos le acavo la vida temporal para colocarlo en la eter­
na, como piadosamente podemos ere[e]r.

,:n Ms. mes.


1:11
Se menciona su nombre en el Libro de ingresos, p. 3.

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110 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Porque allnque fue su muerte tan acelerada, que solo tuvo tiempo
de apretar la mano al Padre Don Juan Pardo, que por Divina
dispocizion estava en conberzazion con su Merced, quando le dio el
adcidente, razon porque pudo adsolverlo y darle la Santa Vncion, que
llevaron de este Conbento con la mayor brevedad.
Y luego que la rezivio, espiro, entre ocho y nueve de la mañana.
Era su chris- [p. 144] tiana y ajustada vida una continua preparazion
para la muerte, ocupando continuamente todo el tiempo que le sobrava
del Coro en los Confesionarios de las Religiosas y en el nuestro.
A mas de los dias de Confesion de Regla espendia 133 muchas oras
entrando en el todos los dias del año a las sinco y media de la mañana
ha reconsiliar a las Religiosas, para que, por falta de este medio, no
dejasen la Comunion cotidiana, que avia establecido en esta Comuni­
dad y duro el tiempo de su vida.
Tal era su devozion con el Divinissimo Sacramento, que, porque
en nuestra Y glesia se manifestara los juebes, pagava todos ellos las
Misas de renobazion. Y clava todas las belas de cera, que tocava en
todas las funciones y entierros a que asistia. Y nos salia desir con grazia,
que no faltava de ellos, porque no perdieramos la vela.
La llama de su caridad era tan grande que espendio en socorrer
nececidades su rico patrimonio y la renta, que le clava la Y glesia, sin
recervar para si mas que lo muy precizo.
Ya dejamos dicho en el capitulo "I 4 el vien que rezivio este
Conbento de su liberal mano. Restamos referir el amor y caridad con
que nos asistio, no perdonando a trabajo ni fatiga por contentar y dar
gusto aun a la mas pequeña de esta Comunidad, con que se da ha
entender bastantemente el sentimiento, que haria nuestra gratitud por
su perdida, y en la manera que podemos reconpenzarnos tantos
benefisios con hazer muchos sufragios y oraziones por su Alma, que
en Paz descanse.
En el sigu iente año de 1752, el dia 5 de henero, ocupo su lugar el
Señor Doctor y Maestro Don Francisco Antonio Fernandes de Ballejo,
Prebendado de esta Santa Y glesia, que por su mucha literatura y gran­
des partes enjugo en al guna manera las lagrimas, que por el Seúor
Gallo se vertian. Y permaneze hasta oy desenpeñando su ministerio,
conforme a la espectacion que de sus raras [p. 145] prendas se tenia, y
mostrando su desinteres en no tomar estipendio por los Oficios de
Semana Santa y demas Misas, que canta en las funciones, acresentando
este benefisio con al gunas limosnas, que ha espendido su liberalidad

i :FJ Expender, gastar, hacer expensas y gastos. Es del latín expendere (Diccionario de Aulo­

rúl,ules ).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 111

en nuestras obras, como costa del libro de resivos de este Conbento.


Nuestro Señor se lo pague todo y le de mucha vida para consuelo de
esta Comunidad.

CAPITI'LO DECIMOTERCERO [XIX]

En que se da notizia de la vida y muerte de la Reverenda Madre Maria


Thomasa de San Francisco, quarta fundadora de este Conbento

Aunque en el folio 69 de esta ystoria se refiere (con yndibidualidad)


quienes fueron las Reverendas Madres fundadoras, sus nombres y los
de sus padres, es muy justo, que de cada una en particular se de a la
posteridad notizia de sus especiales virtudes y circusctansias de su
muerte. Y haviendo acaesido en este tiempo la de la Reverenda Ma­
dre Maria Thomasa de San Francisco siguese el referir su vida, aun­
que sea con la brevedad que obserbamos.
Nasio la Reverenda Madre Maria Thomasa por casualidad en la
ciudad de Victoria, mejor diremos por ordenasion de la Divina
Probidenzia, que, como la destinava para los fines que adelante
beremos, dispuso que estando en las entrañas de su madre en los Pai­
ses Bajos de Flandes, de donde era natural dicha Señora. Le fue forcozo
a su padre, el Marques de Gauna, trasportarse con su familia a su Pa­
tria, la ciudad de Victoria, para dar or- [p. 146] den en las cosas de su
casa y asienda y cunplir el testamento de su padre, que poco antes
avia fallesido.
Y estando entendiendo en esto dio la Señora Marquesa a luz a
nuestra Reverenda Madre Maria Thomasa a 29 de diciembre de 1699.
Y siendole presiso al Marques bolverse a Flandes a [e ]xercer su
empleo de Gobernador de Gauna comensaron los trabajos de su recien
nasida hija. Porque no allandose hama de leche que quisiera dejar su
Patria y hazer el dilatado camino que ay hasta Flandes, era forcoso
que la niña se quedara en Victoria, lo que no permitia el cariño de la
Señora Marquesa, que como madre no queria apartarla de si.
Y para esto yntento quitarle el pecho y sustentarla con caldo y otros
manjares, que se dan a los niños en mayor edad que la que tenia
entonses nuestra niña, que por no llegar a los dos meses le era
ynposible pasarlos.
Y asi enpeso a desfalleser, de modo que, conosiendolo el Marques,
se resolvía a dejarla en su propia casa al cuidado del Administrador
de su asienda, que lo podia tener de la niña por estar casado con una
muger de mucho juisio, que la podía criar en toda virtud conforme a

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 111

en nuestras obras, como costa del libro de resivos de este Conbento.


Nuestro Señor se lo pague todo y le de mucha vida para consuelo de
esta Comunidad.

CAPITI'LO DECIMOTERCERO [XIX]

En que se da notizia de la vida y muerte de la Reverenda Madre Maria


Thomasa de San Francisco, quarta fundadora de este Conbento

Aunque en el folio 69 de esta ystoria se refiere (con yndibidualidad)


quienes fueron las Reverendas Madres fundadoras, sus nombres y los
de sus padres, es muy justo, que de cada una en particular se de a la
posteridad notizia de sus especiales virtudes y circusctansias de su
muerte. Y haviendo acaesido en este tiempo la de la Reverenda Ma­
dre Maria Thomasa de San Francisco siguese el referir su vida, aun­
que sea con la brevedad que obserbamos.
Nasio la Reverenda Madre Maria Thomasa por casualidad en la
ciudad de Victoria, mejor diremos por ordenasion de la Divina
Probidenzia, que, como la destinava para los fines que adelante
beremos, dispuso que estando en las entrañas de su madre en los Pai­
ses Bajos de Flandes, de donde era natural dicha Señora. Le fue forcozo
a su padre, el Marques de Gauna, trasportarse con su familia a su Pa­
tria, la ciudad de Victoria, para dar or- [p. 146] den en las cosas de su
casa y asienda y cunplir el testamento de su padre, que poco antes
avia fallesido.
Y estando entendiendo en esto dio la Señora Marquesa a luz a
nuestra Reverenda Madre Maria Thomasa a 29 de diciembre de 1699.
Y siendole presiso al Marques bolverse a Flandes a [e ]xercer su
empleo de Gobernador de Gauna comensaron los trabajos de su recien
nasida hija. Porque no allandose hama de leche que quisiera dejar su
Patria y hazer el dilatado camino que ay hasta Flandes, era forcoso
que la niña se quedara en Victoria, lo que no permitia el cariño de la
Señora Marquesa, que como madre no queria apartarla de si.
Y para esto yntento quitarle el pecho y sustentarla con caldo y otros
manjares, que se dan a los niños en mayor edad que la que tenia
entonses nuestra niña, que por no llegar a los dos meses le era
ynposible pasarlos.
Y asi enpeso a desfalleser, de modo que, conosiendolo el Marques,
se resolvía a dejarla en su propia casa al cuidado del Administrador
de su asienda, que lo podia tener de la niña por estar casado con una
muger de mucho juisio, que la podía criar en toda virtud conforme a

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112 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

los designios del Marques, que eran de que se ynclinase a ser Reli­
giosa de nuestra Horden, que fue el fin principal por que la dejo en
Victoria.
Y lo logro sin dificultad por el buen yndole de la niña, que siendo
de una candides colunbina y criandose con la adbertenzia de que avía
quedado allí para ser Religiosa nuestra, no pensava ni deseaba otra
cosa. Pero antes de que lo lograse le acaesio un trabajo, que le duro
toda su vida.
Y fue que, siendo de edad de tres o quatro años, se arrimo un día
a ver jugar a las bolas. Y no reparando en el peligro se aserco tanto,
que sin adbertirlo le dieron con una de ellas tan fiero golpe en el
quadril, que le desencaxaron el hueso y hirieron ta[n] malamente, que
despues [p. 147] de muy largas y penosas coraziones quedo coja para
siempre, sin que batieran humanas diligenzias, que solo servían de
mortificarla y aumentarle los dolores, que los padesio tales, que fue
este uno de los mayores trabajos que tuvo.
Aunque no fue solo, como beremos en el discurso de esta breve
relacion, que por no alargarla pasamos a referir su yngreso, que fue
en nuestro Conbento de la ciudad de Victoria en 22 de abril de 1709 a
los 9 [años] y tres meses de su edad.
Que siendo tan tierna y teniendo tan poca malisia, como 136 emos
dicho, ya se deja entender 137 la pureza de su Alma que procuro conser­
var toda su vida, siendo tan temerosa de concienzia que escrupulisaba
de cosas menudisimas, de manera que handaba en una continua
ynquietud por confesarse.
Y era la primera que acudía al confesionario siempre que lo avía.
Y quando no, consultava sus dudas con qualquiera Religiosa, aunque
fuese una niña recien Profesa, lo que le costo tantas mortificasiones que
fue este uno de sus mayores trabajos. Pero era tanta su humildad que lo
llevaba no solo con pacienzia sino con tan grande alegria, que muchas
beses nos persuadíamos a que buscava de proposito ocasiones, para
que la mortificasen. Porque fue tan estremado en el despresio de si
misma y mal tratamiento de su persona, que muchas veses p[r]obocava
a risa, con que contentaba el deseo que tenia de ser despreciada y
abatida.
Con esta virtud, rais y fundamento de todas se dispuso para su
Profesion, que hizo en 30 días del mes de diciembre de 1715 años. Y
creciendo (con la mayor obligasion) sus virtudes la hizieron digna de
ser elegida para quarta fundadora de este Conbento [p. 148] en cuya

136 Ms. come.


137 Ms. enlerder.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 113

empresa paso a mas de los trabajos que fueron comunes a todas las
Reverendas Madres fundadoras. Y quedan referidos en el discurso de
esta ystoria los de la enfermedad de su pierna que teniendo baldada y
los huesos fuera de su lugar, ya se deja entender los dolores e
yncomodidades que padeseria en tan dilatado camino, aunque los lle­
vaba con mucha Paz 138 y grande silenzio, en cuya virtud fue estremada,
de manera que aun en las recreasiones se le oyan muy pocas palabras
con que tenia edificado este Conbento, en el que fue primera Supriora,
Depositaria -y Cantora de Coro y tercera Consultora.
Este y el primero exercio hasta los dos años antes de su muerte en
que, creciendo la nimiedad de sus escrupulos, le perturbaron la razon,
trabajo que le duro hasta los ultimas dias de su vida. 139 Y lo fue muy
grande asi para su Reverenda como para toda la Comunidad, que sentia
el verla padecer los aprietos en que la ponia la delicadeza de su con­
cienzia y los temores de la muerte, que eran los que la sacaban de juisio.
Pero como nuestro buen Dios es tan piadoso, permitio que en
los vltimos dias de su vida se le quitaran los escrupulos y temores, de
manera que su Reverenda misma se admiraba de la cerenidad de su
concienzia. Y todas lo tomamos por pronostico de que se acercava
su muerte, que fue el dia 11 de septiembre de 1760, a las seis y
quarto de la tarde, al mismo tiempo que la Comunidad cantaba en
el Coro la Salve de nuestra Señora, que por costitusion cantamos
despues de Conpletas, haviendo resivido dies dias antes los Santos Sa­
cramentos de Veatico y estrema V ncion, con entero conosimiento y
grande jubilo de su Alma, [p. 149] que mostraba en la esterior alegria.
Esta manifesto mas el dia antes de su fallecimiento despidiendose
de las Religiosas con un apretado abrazo, que, rebosando en goso con
una apasible alegria, daba a cada una, diciendoles que las llebava en
su corazon todas señas de su futura bienabenturanza. Y el dia siguien­
te, a la ora que emos dicho, llamando al Señor Confesor que la asistia,
se reconsilio brevemente. Y al acabarla de adsolver dando una peque­
ña boqueada sin hazer otro estremo ni mobimiento, dio su Espiritu al
que para tanta gloria sulla lo avia criado, quedando 140 su cuerpo tan
sin horror que causaba admirasion a las que la mirabamos, mas hermo­
sa que lo havia sido en vida, con un senblante tan apasible y alagueño
que clava a entender la pureza del Alma de que fue deposito.

1311
La palabra paz interlineada.
i:i!l Aunque fue depositaria, título que indica que tenía a su cargo asuntos de secretaria,
no creemos que fuera ella la primera copista, por razones de su salud, sino mús bien la ma­
dre Maria Catalina.
110
Ms. do de quedando sobrepuesto.

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114 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Sepultaronla el dia siguiente a las sinco de la tarde. Y fue la pri­


mera que estreno los sepulcros, en prueba de como ensalza Dios a los
humildes, porque con aver muchos años que se deseaban hazer dichos
sepulcros (por lo yncomodas que estan las sepulturas subterraneas).
Siempre se ofrecian dificultades i enbarazos <que> sin saber como
se allaron bencidos. Y se puso en execucion la obra, de manera que
quedaron perfectamente acabados, pocos meses antes de que fallesiese
la Reverenda Madre Maria Thomasa. Con que se conose, que la Divi­
na Probidenzia lo dispuso asi para dar esta honrra en la muerte y que
no fuese pisada despues de ella, la que en la 141 vida deseava estar a
los pies de todas, anelando a ser tan despreciada y abatida que paresia
que estava sedienta de despresios, escogiendo para si el ultimo lugar
siempre que no le era forcozo precidir.
Y aun esto lo hazia con tan poca autoridad y tanta llanesa, que
paresia una de las menores de la Comunidad, la que por la dignidad
de fundadora era acre[ e ]dora de los mayores respectos y por sus
[p. 150] virtudes digna de benerazion y alabanza.
La corta [alabanza] que le hemos dado en esta breve relacion,
servira para alentar los animas de las benideras ( que no tuvieron la
fortuna de conocerla) a himitar sus virtudes, por las quales cre[e]mos
piadosamente que esta gosando de aquel eterno bien que era el blan­
co 142 a que aspiraban sus deseos. Sea el Señor Bendito por todo y nos
de su Grazia para seguir tan buenos exemplos, como los que nos dio
esta su humilde Esposa, que por no ser faciles de referir en pocas pa­
labras pondremos fin a este capitulo.

CAPllVLO DECIMOCUARTO [XX]

En que se trata del nasimiento, ynfancia y yngreso en la Religion de la Reve­


renda Madre Maria Catharina de la Consepcion, terzera fundadora de este
Conbento, y del fervor con que la sirvio los 30 años que estuvo en el Conbento
de Victoria 143

Desde el año de 1760, en que fallecio la Reverenda Madre Maria


Thomasa de San Francisco, no ha acaesido cosa especial que anotar
en este libro, hasta este precente año de 1764, en que quiso el Sobera-

1 11 Ms. la interlineado.
1 1� Blanco tachado.
IH La monja Maria Catharina recibe tres capítulos (25 páginas) por su biografía. Cree­

mos que füe ella la copista de la parte A de la crónica. C/ nota 12.

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114 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Sepultaronla el dia siguiente a las sinco de la tarde. Y fue la pri­


mera que estreno los sepulcros, en prueba de como ensalza Dios a los
humildes, porque con aver muchos años que se deseaban hazer dichos
sepulcros (por lo yncomodas que estan las sepulturas subterraneas).
Siempre se ofrecian dificultades i enbarazos <que> sin saber como
se allaron bencidos. Y se puso en execucion la obra, de manera que
quedaron perfectamente acabados, pocos meses antes de que fallesiese
la Reverenda Madre Maria Thomasa. Con que se conose, que la Divi­
na Probidenzia lo dispuso asi para dar esta honrra en la muerte y que
no fuese pisada despues de ella, la que en la 141 vida deseava estar a
los pies de todas, anelando a ser tan despreciada y abatida que paresia
que estava sedienta de despresios, escogiendo para si el ultimo lugar
siempre que no le era forcozo precidir.
Y aun esto lo hazia con tan poca autoridad y tanta llanesa, que
paresia una de las menores de la Comunidad, la que por la dignidad
de fundadora era acre[ e ]dora de los mayores respectos y por sus
[p. 150] virtudes digna de benerazion y alabanza.
La corta [alabanza] que le hemos dado en esta breve relacion,
servira para alentar los animas de las benideras ( que no tuvieron la
fortuna de conocerla) a himitar sus virtudes, por las quales cre[e]mos
piadosamente que esta gosando de aquel eterno bien que era el blan­
co 142 a que aspiraban sus deseos. Sea el Señor Bendito por todo y nos
de su Grazia para seguir tan buenos exemplos, como los que nos dio
esta su humilde Esposa, que por no ser faciles de referir en pocas pa­
labras pondremos fin a este capitulo.

CAPllVLO DECIMOCUARTO [XX]

En que se trata del nasimiento, ynfancia y yngreso en la Religion de la Reve­


renda Madre Maria Catharina de la Consepcion, terzera fundadora de este
Conbento, y del fervor con que la sirvio los 30 años que estuvo en el Conbento
de Victoria 143

Desde el año de 1760, en que fallecio la Reverenda Madre Maria


Thomasa de San Francisco, no ha acaesido cosa especial que anotar
en este libro, hasta este precente año de 1764, en que quiso el Sobera-

1 11 Ms. la interlineado.
1 1� Blanco tachado.
IH La monja Maria Catharina recibe tres capítulos (25 páginas) por su biografía. Cree­

mos que füe ella la copista de la parte A de la crónica. C/ nota 12.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 115

no y Vnibersal Dueño por sus ynescrutables juicios afligir y mortificar


a esta Comunidad, quitandole una de las mas principales colugnas que
la sostenian, para colocarla en su Real y Celestial Alcazar (como pia­
dosamente cre[e]mos).
Esta fue la Reverenda Madre Maria Catharina de la Consepcion,
terzera fundadora de este Conbento, cuya vida escreviremos aqui mas
con lagrimas que con tinta, procurando ceñirnos en su narrazion a la
mayor brevedad, por no faltar al orden que hasta aqui hemos
obcerbado. Aunque sea a costa de reprimir (con biolenzia) los afectos,
con que quisiera esplallarse nuestro amor para desaogo de nuestra gra­
titud a lo que le devimos, en lo mucho que trabajo por el aumento de
este Conbento y [p. 151] consuelo de cada una de sus Religiosas, que
aunque lloraramos lagrimas 144 de sangre por aberla perdido no
satisfariamos bastantemente a nuestra obligacion. Y para cumplir con
ella en alguna manera y no alargar demasiado este capitulo lo
debidiremos en tres, tratando solamente en este desde su nacimiento
asta que fue nombrada para fundadora de este Conbento.
Comensando de su Patria que, como caseta del folio 69 de esta
ystoria, fue la Villa de la Puebla de Arganzon en la probinzia de Castilla
la Bieja y sus padres Don Bacilio de Ondona, Caballero del Habito de
Santiago y su esposa DoñaJosepha de Arana, hambos de señalada no­
bleza y piedad y abundantes de bienes de fortuna.
Tubieron estos Caballeros quatro hijos barones de muy loables y
Christianas costumbres y una sola hija, que fue la Reverenda Madre
Maria Catharina, que nacio el dia 8 de diciembre de 1693 y fue
bautisada el dia 14 del mismo mes, poniendole por nombre Maria
Consepcion. Y quando thomo el Habito le añadieron el de Catharina
por devocion a nuestra Madre Santa Catharina de Suecia.
Fue la primogenita de sus padres. Y por esto y por las grazias na­
turales y gratis datas de que fue adornada, la hamaban tiernamente,
en especial su padre que se esmeraba en acariciarla y darle gusto en
todo con tanto estremo, que su madre con discreta prudenzia temia,
que el demasiado regalo y blandura con que se criaba podia engendrar
engreymiento y malos s_iniestros en la docilidad de su buen genio y
bellissimo yndole, como regularmente sucede en semejantes crianzas.
Pero la Probidenzia Divina, que la tenia destinada para tan altos
fines de su mayor Gloria, la preservo no solo en el Alma (disponiendo
que se conservase en una sinplicidad de paloma, agena de toda malisia
pecaminosa) sino tambien en el cuerpo librandola de dos ebidentes
peligros de la vida, en que la puso o la bivesa y fogocidad de su genio,

111
Ms. liJ?:Timas.

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116 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

o la embidia del comun enemigo, que barruntando la guerra que le


abia de acer nuestra niña en edad 145 proyecta, quiso atajarle los pasos
quitandole la vida, o baldandola de modo que se ynposibilitara para
hazer esta fundacion.
El primero fue, siendo su Reverenda [p. 152] de edad de tres años,
que bajando la escalera de su casa en compañia de su madre y de otra
Señora, que la llebavan de sus manos, se les safo 146 de ellas (sin saver
como) y dio de ojos sobre un montan de cal viva, que por casualidad
estaba al pie de dicha escalera. Ya se deja entender el sentimiento con
que acudieron a lebantarla. Y mas quando la vieron que tenia los ojos
atestados de cal, procuraron linpiarselos con presteza aplicandole
bariedad de medicamentos, que todos fueron en bano.
Porque ynflamandosele cada dia mas llego a perder la vista, sin
que huviera en la humana medicina esperanzas de que la recuperara
con nin gun remedio, por lo que afligidos sus padres acudieron a los
Divinos. Y asiendo una promesa a Santa Luzia fueron a belas en su
Santuario, llebando consigo a su amada hija, que sin mas diligenzia
quedo enteramente sana y sin lecion alguna en la vista, teniendolo
todos por manifiesto milagro.
No fue menor el, que, de alli a dos o tres años, obro la Divina
Omnipotencia para conservar su vida en el caso si guiente:
Bajaba un dia sola la referida escalera, y pisando en bago roda
por ella y callendo de golpe en un caso de cobre, que estaba al fin. Se
ronpio con su bordo ensima de la seja una profunda herida, para cuya
curazion fue menester darle puntos, despues de aberla lebantado como
muerta, echa un lago de sangre, que le restrañaron con dificultad y
gastando muchos dias la medicina en su cura. Pero fue el Señor servi­
do, que quedara enteramente sana y sin ninguna lescion. Aunque para
memoria del benefisio tuvo la señal, hasta que muria manifestando
en ella lo grande y peligroso de la herida.
Ya en tan tiernos años no tenia su Reverenda ociosas la rara vive­
za, capacidad y conprencion, con que el Señor la doto, aprobechandose
de estos talentos para aprender con perfecion no solo los misterios y
obligaciones de Christiana, sino tamvien las abilidades que a su cali­
dad conbenian. Especialmente en le[e]r y escrivir fue tan eminente,
que ninguno que bera su letra se podia persuadir a que era de muger,
porque se abentajaba al mejor escrivano, grazia con que sirvio mucho
a la Religion y le duro hasta el fin de su vida. 147
115 Ms. sobre la palabra niña está interlineado en edad.
116 Zafarse; librarse de una persona, un trabajo u otra cosa molestos (M.M.).
1'17 Esta información sobre los talentos de la madre Maria Catalina nos inspira a creer
que aquí tenemos a la copista de la primera parte de la crónica.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 117

No contaba de ella mas de 14 años, quando se acavo la de su ama­


do padre, [p. 153] que la dejo como 148 a sus otros hijos bajo la tutela
de un Sacerdote, hermano de su madre, que por sus muchas
sircusctanzias y meritas era Comisario de la Ynquisicion de Logroño.
Este amaba a su sobrina no menos que sus padres, porque a mas
de la estreches del deudo, sus bellas prendas y amabilidad de su genio
la hazian acre[e]dora de toda estimacion, razon porque no pensaban
en apartarla de si. Pero Dios, que la tenia escogida para propagar nues­
tra Religion, dispuso que, al tiempo de cumplir nuestra Reverenda
Madre los 15 años, fuera a su casa desde la ciudad de Victoria un Ca­
ballero, deudo suyo, que tratandola como tal le pregunto, si quería
ser Religiosa. Y respondiendole que si, le comenzo a alabar nuestro
Ystituto y la grande obcerbanzia de nuestro Conbento de Victoria.
Pero su Reberenzia que no sabia lo que eran 149 Monjas, porque no
las ay en la Puebla, ni tenia mas notizia de ellas, que la que le daba su
amante padre, quando acariciandola en su niñes le desia: "As de ser
una Monja muy acomodada, porque te e de poner una grande renta,
para que no necesites de nada", y añadía que "bien as de cantar en el
Coro, pareceras un Angel", aludiendo a la admirable vos que el Señor
le dio, y le duro hasta los 70 años, sin engruesarcele ni mudarse en
nada su exelente metal que era tan superior, que berdaderamente
paresia un Angel. Y mobia a devocion a quantos la escuchaban, que
no fueron pocos. Porque fue esta una de las grazias, con que sirvio
mas a la Religion ( en el Coro) especialmente en este Conbento, como
se dira adelante.
Aora oyo con frialdad al Caballero, quien, concluido el negocio a
que avia ydo, se bolvio a Victoria. Y en la primera ocazion que se le
ofrecio hablar con la Madre Abbadesa de nuestro Conbento, la ynformo
de las sircusctazias de nuestra Madre Maria Catharina, de manera que
la Madre Abbadesa quedo codiciosa de poce[e]r tal thezoro. Y mu­
riendo de alli a pocos dias una Religiosa, le escrivio una carta a su tio
el Comisario diciendole que, si la Señorita quería ser Religiosa, podia
benir luego, porque avia lugar.
Quedo preocupado el Comisario con la propuesta, porque estava
lejos de tal designio. Y llamando a su sobrina le mostro la carta,
diciendola: "Esta mas es para ti que para mi, ¿ que te parese, quieres
ser Monja?" Respondiole con [p. 154] protitud que si, a que replico el
tio: "No a de ser asi. Que tu no as bisto Monjas, ni sabes como son.
Yras a Victoria y beras los Conbentos, y en el que te agradare lo seras."

1'111 Ms. como interlineado sobre a sus.


l-l\l
Ms. eras.

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1 18 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Deseaba el tia que en caso de ser Religiosa lo fuera en las Domini­


cas, de cuyos Religiosos era muy amigo. Y por esto, quando vino su so­
brina a Victoria, que fue dentro de pocos dias, lo primero que hizieron
fue llebarla al Conbento de Santa Cruz, que es de dicha Orden, donde
la esperaban sus Religiosas con bibos deceos de ynclinarla a su Ystituto.
Asi por lo que ganaban en la pocecion de tal joya, como porque estaba
su Orden beneficiado del Comisario, que apetezia lo mismo y deseaban
conplacerlo, para cuyo fin le hizieron quantas caricias les sugerio 150 su
buen deseo proponiendole muchos partidos de conbenienzia, esforzan­
do (aun los Religiosos[)] la mayor eloquenzia para persuadirla.
Pero todo fue en vano, porque a nuestra Madre Maria Catharina
no le daba gusto nada de lo que la 151 decian, manifestando en todo
una gran displicenzia, que reconosida por sus ynteresados, la llebaron
al Conbento de Santa Clara, donde tenia hermanas aquel Caballero,
su deudo, de quien ar[r]iba hizimos menzion. Y aora la tenia ospedada
en su casa por esta recomendacion y las circusctanzias de la pretendi­
da. Hizieron las Madres Claras por ganarla los mismos esfuerzos que
las Dominicas, pero esperimentaron la misma sequedad, sin sacar la
menor esperanza de conseguirlo.
Con esto la llebaron por ultimo a nuestro Conbento. Y luego que
entro en el Locutorio y bio en el a nuestra Madre Theresa Brigida de
J esus, se bolvio alborozada a su madre y <lemas Señoras, que la acom­
pañaban, diciendolas 152 con grande goso: "En este Conbento, donde
esta esta Mongita tan bonita, tengo de serlo yo."
Y decia su Reverenda, quando referia este pasaje, que avia
esperimentado en si los mismos efectos, que pudiera causarle la vista
de un Angel, porque tal le avia paresido. Y se a de adbertir, que no
solo no era la Madre Maria Catharina ponderativa, sino que miraba
mucho en medir sus palabras, ajustandolas a la berdad por no dismi­
nuirla, ni aun en una silaba.
Era entonces nuestra Madre Abbadesa de pocos años acompaña­
dos de hermosura y grazia, con que la enrriquesio [la] naturaleza. Pero
no era esto bastante, para que solo el verla [p. 155] ocasionara en el
corazon de la Madre Maria Catharina una mudanza tal como 153 esta
que es de las reserbadas a solo la Omnipotenzia de Dios. Y es que su
Magestad con su admirable Probidenzia para la concecosion de sus
deci[g]nios en esta fundacion yba ya disponiendo los medios.

1
''º Ms. segerio.
1; 1 Ejemplo de laísmo.
1�,2 Otro <:iemplo de laísmo.
n:i Ms. mo en como sobrepuesto.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 119

Ordeno que por este fueran desde luego estas dos Madres un
corazon y una Alma en propagar su mayor Gloria en el Zelo y aumen­
to de nuestra Religion, donde se trato del yngreso de la Madre Maria
Catharina en ella con tanta eficasia, que a los ocho dias de llegada a
Victoria le dieron el Habito a los 11 [dias] de abril del año de 1709,
siendo su Reverenda de edad de 15 años y quatro meses y de buena
salud y fuerzas, que aconpañadas de una grande viveza y habilidad
para todo ayudada de su natural docil y afable y de tan rara
yngenuidad, 154 que se puede decir, con propiedad de su Reverenda lo
que dijo Christo de N atanael, porque verdaderamente,no se allaba en
su Reverenda dobles ni engaño, con que desde luego gano las
boluntades de todas.
Y comenzo a bolar en el servisio de Dios y de la Religion profe­
sando en ella a 29 de abril de 171 O años. Y sin tener un ysctante ocio­
sos sus grandes talentos, la comensaron a ocupar en los Oficios de
mayor trabajo y confianza, sin dejarle un trinio de descanzo. Antes, si
por al gun adcidente faltava al guna Oficiala, le suplia el Oficio sin fal­
tar al suyo.
Y le acaecio en una ocasion servir por muchos meses dos Oficios
de los mas trabajosos y en medio de esto ayudar continuamente a las
Hermanas de Belo Blanco ha amasar el pan y demas Oficios humil­
des, sin faltar, de la labor de manos en que fue primorosa especial­
mente en bordar, que lo hazia a dos [f]azes con tanta destreza como
los ytalianos, sin faltar del Coro sirviendolo no solo con la melodia de
su vos sino tambien en lo resada.
Porque leya y pronunciaba el latin con tanta eleganzia como el
mejor Estudiante, y haziendo tambien las ceremonias del Oficio Divi­
no arreglandose a nuestras costituciones que parecian naturales en su
Reverenda, por la modestia, devocion y conpostlJra con que las hazia
sin turbarse ni embarasarze en nada.
Porque Dios, que la abia escogido para po- [p. 156] nernosla por
exemplar 155 y modelo, le dio dispocicion y grazia para todo, con tan
grande vocacion a todas las obcerbanzias de nuestro Ystituto que parecía
aber nacido en la Re[li]gion, pues para servirla parecía yncansable.
Tal era su fervor y la robustes de su salud, pues en 30 años que
estuvo en aquel Conbento, no tuvo mas emfermedad que unas
terzianas, 156 con que podía libremente soltar las belas a su estremada

1.;i Ms. yngenuidid.


1
La r en exemplar tachada.
��,

rn; Terciana; especie de calentura intermitente, que repite al tercer dia, de donde tomó
el nombre. Lat. Febris lerciono. "Había entrado un Soldado á curarse unas tercianas" (Diccio-
11ario de Autoridades).

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120 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

humildad y grande caridad para con Dios y el proximo, que fueron


las dos a las con que se remonto en el Servicio de la Divina Magestad
y de la Comunidad, que atendiendo a sus meritas y virtudes la nom­
bro para terzera fundadora de este Conbento, aunque en el trabajo
fue la primera, como beremos en el capitulo si guiente.

CAPITVLO DECIMOQUINTO [XXI]

En que se da una breve notizia de lo que trabajo en la fundacion de este Conben­


to su terzera fundadora la Reverenda Madre Mana Catharina de la Concepcion y
de las tres principales virtudes en que se señalo

Salio de la ciudad de Victoria con sus compañeras nuestra Madre Maria


Catharina. Y como queda referido en el folio 72 de este libro, termino
su primera jornada en la misma casa, de donde salio para thomar el
Habito, comiendo en ella con sus hermanos despues de 30 años de
haberlos dejado. Y antes de pasar adelante, sera bien que digamos
como, ynclinando 157 su oreja a la vos del Señor, olvido su pueblo y la
casa de sus padres, adbirtiendo de paso que este olvido no fue natu­
ral, como se esperimenta en algunas personas que por ser secas y du­
ras de corazon, olvidan con facilidad lo que no supieron amar,
ynbirtiendo el horden de la naturaleza. Porque nuestra Madre Maria
Catharina era de un corazon blando y amoroso, aun para los estraños,
y para los suyos tan tierno (que como confeso su Reverenda a
persuacion de una Religiosa, que sobre ello la ynportunaba[)], quando
le dieron la notizia de la muerte de su madre, (que fue a los dos meses
despues que su Reverenda thomo el Habito) sintio tan grande dolor,
como si le arrancaran el corazon, por la lastima que le daba el consi­
derar, que quedavan sus hermanitos en tan tierna edad sin padre ni
madre, y que esta avia muerto en la flor de ella.
Con que queda entendido, que sin muchos [p. 157] bencimientos
no podia alcanzar una tan grande adnegacion como la que espe­
rimentamos en 21 años (que por nuestra dicha la tratamos) que en
todos ellos no supimos de su boca los parientes que tenia, porque nun­
ca los thomaba en ella ni a sus padres y hermanos, si no era pre­
guntada. Y entonzes respondía satisfaciendo a la pregunta con pocas
palabras, mudando la conbersacion.
Y quando alguna Religiosa hablava en la recreacion de sus deu­
dos, no podía su Reverenda dicimular lo mal que le parezian seme-
1"7 La se undan en ynclinando está entre líneas.
g

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120 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

humildad y grande caridad para con Dios y el proximo, que fueron


las dos a las con que se remonto en el Servicio de la Divina Magestad
y de la Comunidad, que atendiendo a sus meritas y virtudes la nom­
bro para terzera fundadora de este Conbento, aunque en el trabajo
fue la primera, como beremos en el capitulo si guiente.

CAPITVLO DECIMOQUINTO [XXI]

En que se da una breve notizia de lo que trabajo en la fundacion de este Conben­


to su terzera fundadora la Reverenda Madre Mana Catharina de la Concepcion y
de las tres principales virtudes en que se señalo

Salio de la ciudad de Victoria con sus compañeras nuestra Madre Maria


Catharina. Y como queda referido en el folio 72 de este libro, termino
su primera jornada en la misma casa, de donde salio para thomar el
Habito, comiendo en ella con sus hermanos despues de 30 años de
haberlos dejado. Y antes de pasar adelante, sera bien que digamos
como, ynclinando 157 su oreja a la vos del Señor, olvido su pueblo y la
casa de sus padres, adbirtiendo de paso que este olvido no fue natu­
ral, como se esperimenta en algunas personas que por ser secas y du­
ras de corazon, olvidan con facilidad lo que no supieron amar,
ynbirtiendo el horden de la naturaleza. Porque nuestra Madre Maria
Catharina era de un corazon blando y amoroso, aun para los estraños,
y para los suyos tan tierno (que como confeso su Reverenda a
persuacion de una Religiosa, que sobre ello la ynportunaba[)], quando
le dieron la notizia de la muerte de su madre, (que fue a los dos meses
despues que su Reverenda thomo el Habito) sintio tan grande dolor,
como si le arrancaran el corazon, por la lastima que le daba el consi­
derar, que quedavan sus hermanitos en tan tierna edad sin padre ni
madre, y que esta avia muerto en la flor de ella.
Con que queda entendido, que sin muchos [p. 157] bencimientos
no podia alcanzar una tan grande adnegacion como la que espe­
rimentamos en 21 años (que por nuestra dicha la tratamos) que en
todos ellos no supimos de su boca los parientes que tenia, porque nun­
ca los thomaba en ella ni a sus padres y hermanos, si no era pre­
guntada. Y entonzes respondía satisfaciendo a la pregunta con pocas
palabras, mudando la conbersacion.
Y quando alguna Religiosa hablava en la recreacion de sus deu­
dos, no podía su Reverenda dicimular lo mal que le parezian seme-
1"7 La se undan en ynclinando está entre líneas.
g

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 121

jantes conbersaciones, mostrando con displicenzia lo que sentia, el que


no estuvieran mas despegadas de la carne y sangre. Y su Reverenda lo
estaba tanto, que no escrivia a sus hermanos, si no respondiendo a las
pocas cartas que de ellos resivia. Y esto con tanta 158 repugnanzia que
era menester que le ystaran, porque se yba el navio. Y aun entonzes se
escusaba de hazerlo con que no sabia que decirles.
Y es que avia sabido decazirse de ellos para vnirse con Dios, como
lo conprueba el caso si guiente:
Decenbarco en el puerto de la Veracruz el menor de sus herma­
nos, llamado Don Carlos de Ondona, que era Flotista y benia por so­
brecarga de un navio muy ynterezado, que para espender sus generas
traya el destino de bajar a esta ciudad y demorarse en ella por tiempo
de quatro años, pensaban nuestros ynterezados que se alegraria mu­
cho de esto nuestra Madre Maria Catharina y dandole uno el parabien,
respondio con enfado: "Por sierto, que no tengo nin gun gusto de ello."
Sorprendido el Sugeto le replico: "Es posible." Y su Reverenda se rati­
fico diciendo con energia: "Si Señor, que no quiero yo aqui nin guno
' de los mios, ni quiero herias, como ellos se salven no deseo otra cosa."
Sigu iose a pocos dias la desgrazia de morir en el puerto dicho Don
Carlos con pocas oras de enfermedad, el mismo dia que tenia dispuesto
el salir para Mexico, dejando en Cadiz a su muger moza con dos hijos
pequeños. A todos lastimo esta notizia. Y quando se pensaba el modo
con que avia de darsele a la Madre Maria Catharina, bino a tornillo de
la Sachristia una persona de caracter. Y sin reparar en que podia to­
carle, le canto el sucezo. Y he aqui que la que era 159 tan conpasiva que
al oir qualquiera desdicha de los que no conozia, le salian las lagrimas
a los ojos.
Aora, sin darse por entendida de que era su hermano, prosiguio
la conbersacion hasta que se despidio el Sugeto. Y despues, en las ocu­
paciones del Oficio hasta que tocando al Coro, se fue a el sin que nin­
gu na conociera el que le avian dado la pildora. Por eso, en saliendo
del Coro, quiso nuestra Madre Abbadesa prebenirla para no darle la
notizia de repente 160 diciendole que avia sabido que estaba su herma­
no enfermo, a lo que respondio con cerenidad su Reverenda: "Para
que es handar con [p. 158] retruecano (este era su dicho ordinario
quando le querian ocultar la verdad) para que es andar con
retruecanos, si ya se muria, que me lo ha dicho fulano".

158 La n en tanta está sobrepuesta.


1"!1 Ms. quera.
160 Ms. derrepente.

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122 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Y prosigu io pidiendo que lo encomendaran a Dios por caridad,


sin dar mas· muestras de sentimiento, que es raro exemplo para
confucion de las que despues de muchos años de Religion no asertamos
ha apartar a los nuestros de la memoria.
Beamos aora como exercio las demas virtudes nuestra Madre Maria
Catharina entretegidas con sus ynfatigables tareas y para formar algu n
juicio de lo mucho que trabajo en la fundacion de este Conbento .
Se a de adbertir, que de las seis Compañeras que salieron de Victo­
ria, nuestra Madre T heresa Erigida benia por Presidenta de la fundacion,
siendo despues elegida Abbadesa. Y no era razon que la permitie­
ran exercitarse en los Oficios humildes y mecanicos, que son
yndispensables en una Comunidad que carese de Masas de servisio.
Las Madres Juana Petronila y Maria T homasa estaban ynposibi­
litadas de hazerlo, como dijimos en la relacion de sus vidas. La prime­
ra por sus continuados achaques, la se gunda por el ynpedimento de
la pierna. La Madre Maria Francisca, a pocos días de aber salido
de Victoria, enfermo gravemente, y lo estuvo por siete años continuos.
Y la Hermana Jacinta tenia arto que hazer con su casina, con que vino
a cargar todo el peso de las aciendas 161 domesticas sobre nuestra Ma­
dre Maria Catharina.
Y por esta razon, quando binieron a Regina, en los ocho meses
subcequentes tuvo el trabajo diario de despertar a sus compañeras,
llebando 162 luz al nobiciado, para que se lebantaran a la Orazion de la
mañana, sin que nin gu n dia acaesiera la contingenzia de dormirse a
la ora de las quatro, que es señal del cuidado y vigilanzia con que se
desbelava en cumplir sus obligaciones, como se bera en los Oficios que
le fio la obedienzia, que como caseta del folio 93 de esta ystoria, en la
primera elecion canonica que se yso en Regina la nombraron
Sachristana, Torriera y Portera mayor.
El primero Oficio empeso a [e]xercer desde luego, cuidando de ba­
jar todos los dias a darle chocolate al Confesor mayor, que benia a de­
cirnos la Misa de prima, cociendo los ornamentos, barriendo los Coros
y conponiendolos con todas las demas cosas pertenecientes a su minis­
terio, en quanto permitía la estreches del ospicio benidas al Conbento.
Exercio el Oficio de Tornera y Portera por espacio de quatro me­
ses, sin dejar la Sachristia, en tiempo que, por durar la obra del
Conbento y no haver Locutorio, era necezario abrir muchas veses [p.
159] la puerta. Y en la Sachristia [era] ynsoportable el trabajo por la
.-1 �Jicacion de la Yglesia y los muchos Habitas y Profesiones que se

io1 "fachado.
lti'.! La n entre líneas.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 123

juntaron. Pues avia dia que profesava una a la maüana y a la tarde


thomaba otra el Habito siguiendose el jubileo.
Y la Semana Santa en que a mas de hazer Cantora su Reverenda,
en todos los Oficios de ella, juebes y biernes Santo canto las tres la­
mentaciones segu idas. Y era para Alabar a Dios her la presteza, con
que acudia a la Sachristia y al torno, quando la llamaban de alguna de
estas partes estando el el Coro, bolviendose a el con la misma ligere­
za I(i:I porque corria como si fuera una niña de dies años.
Y esta costumbre obcervo asta los setenta de su edad, por la eficasia
y puntualidad con que queria asistir a todo, que hombros menos ro­
bustos huvieran desmallado con tanto peso. Pasada la Pazqua pusie­
ron en el torno por segunda a la que profeso en Regina. Y su Reve­
renda quedo solo con la Sachristia, pero que Sachristia.
Una Sachristia destituida 164 de todo lo necezario y sin nin gu na
conbenienzia donde no avia mas que un caxon pequeño y una mala
mesa, que servia para poner los Calizes, recoger los recados, encarru­
jar y cortar los ornamentos. Y para lo postrero cargaba con ella hasta
la sala de labor por no faltar de alli teniendo el trabajo de bajarla
despues de visperas para bolver a subirla el dia si guiente en despa­
chando abajo.
Y no era este el mayor exercisio, que por la humedad de los
quartos, que estaban enladrillados y no tenian ni una alacena, el vino
y la plata se guardaba en las tribunas, el terno de tela en la roperia y
la colgadura en el Cla[u]stro de ariba haviendo de acudir a cada una
de estas distanzias siempre que se ofrecia, que no era pocas bezes por
la razon que apuntamos arriba de los muchos Habitas y Profeciones
que se daban, en que era nuestra Madre Maria Catharina la que ento­
naba el "Te Deum laudamus" 165 el "Veni Creatur Espiritus" y lo <lemas
que se canta en semejantes actos, acudiendo a bestir a la Nobizia
handando en una continua ajitacion de una parte a otra.
Por eso asistia a la obra, mientras comian las Guardas o faltaban
de ella por qualquiera otro adcidente. Y si emfermava la Tornera, su
Reverenda era la que suplia para abrir la puerta haziendo lo mismo
en el locutorio, quando faltaba la [Locutora], para decirlo en una pa­
labra, no avía cosa de trabajo en que no [p. 160] fuera la primera y
esto aun siendo Priora y de la abanzada edad a que llego, la bimos
muchas veses (no sin confucion nuestra) correr a tocar la campana
quando la Sachristana segunda no estaba pronta.

1 li:�
La z tachada.
ltil
Ms. dislil11ÚÚ1.
1t,.·, Ms. tnlewnlrmdamw, y sin comillas.

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124 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Tantas fuerzas le clava el Espiritu, que el vltimo año, estando muy


agravada del achaque de que muria, la topamos mas de dos veses re­
picando a un tiempo las dos campanas. Con esta adtibidad en el servi­
cio de Dios y de la Religion dejo la Sachristia en beinte y un años, que
la servio con los aumentos y conbenienzias que al presente gasa
abastesida sobradamente de todo lo nezezario al Culto Divino y co­
modidad de sus subcezoras, 166 que deben seguir el exemplo y aprectar
con beneracion los sudores de la que con vigilante cuidado la puso en
tan felis estado.
Y no piense nadie, que tenia en este tiempo la Madre Maria
Catharina la robustes que en Victoria, porque desde que vino al Reyno
hasta que muria, padecio un biolento y continuado esterico, que como
sabemos las esperimentadas en esta materia, solo el es bastante para
desfallecer a la mas fuerte, si el Espiritu no la fortaleze, como lo hazia
con su Reverenda.
Que solo la grazia le podia comunicar tanto esfuerso, como se vera
mas claramente en lo que nos resta por decir en la relacion de sus em­
pleos (mejor diriamos cargas) refiriendolos juntos por desenbarasarnos
de este asunto para especificar algo de sus virtudes si guiendo el or­
den, con que se los dio la obedienzia.
Y espresando el año, que fue el de 48 de este siglo, en que hasiendose
a 6 de junio la primera elecion canonica en este Conbento fue nombrada
la Madre Maria Catharina Priora y Consultora, sin exonerarla de la
Sachristia. Y en el mismo trinio, por muerte de la Madre Juana Petronila,
la hizieron Munitora continuandola en estos quatro Oficios por espacio
de 16 años, hasta quatro meses antes de su fallecimiento, que haziendose
elecion nombraron otra Priora y Sachristana. Y hizieron a su Reverenda
Portera y Tornera mayor. Beamos aora como estos cargos le fueron de
mayor trabajo que de autoridad.
Pues de esta estuvo tan lejos su humildad, que solo se conosia que
era Priora, en que ocupaba la silla en Coro y refectorio. Porque en lo
demas se trataba con tanta modestia y llaneza, como si fuera la menor
de la Casa añadiendose a las tareas de su trabajo el de recogerse muy
tarde por vicitar las celdas, despues que todas las Religiosas se avian
recogido, fatigandose por ser la primera en el Coro con tanta eficasia,
que si le acaesia que estandose labando los pies daban las sinco, sin
enjugarse bien y sin ponerse las calzas [p. 161] se metia los sapatos y
se yba al Coro, manteniendose con este desabrigo (aun en tiempo de
mucho fria) hasta despues de las dies de la noche que se recogia.

166 Ms. sebcezoras.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 125

Y lo mismo asia si a las quatro de la mañana le cogia la campana


sin acabarse de vestir. Aunque esto fue pocas veses, porque su Reve­
renda era la que re gularmente despertaba 167 a la llamadora. Quando
por casualidad se dormia, prueba todo de la vigilanzía con que se
desbelava en el Servicio de Dios y del grande amor de su Magestad,
que ardia en su pecho, como lo confirmara mejor el que tuvo al
proximo de quien no concentia que se mormurara en su precenzia
aun en cosas muy ligeras y sabidas atajando a la primera palabra la
conbersacion, diciendo con ceria ponderazion: "No mormuremos del
prox1mo".
Y si acaesia que le referían alguna cosa redicula, en que era
ynposible dejar de reírse, bolvia luego 168 sobre si y dandose golpes en
el pecho repetia: "J esus, que mala hembra que soi, Señor perdoname
por tu misericordia".
Y lo mismo hazia quando por razon de su Oficio y llebada del Zelo
de la obcerbanzia, reprendía [a] alguna Religiosa con demaciada
energia y al gun ardimiento, a que le ayudava su conplexion colerica y
sanguinea que solo en tales circusctanzias la manifestava. Y luego que
se le quitaba de delante la delinquente, se bolvia su Reverenda a su
acostumbrada cerenidad, preguntando a las que se havian allado
precentes, si avía faltado a la caridad. Porque su Reverenda lo hazia
solo porque se enmendase, que savia Dios, que deseaba el vien de su
Alma y el de la Religion.
Y si reconocía que las culpadas daban al gu na muestra de
conprencion y a repentimiento, luego se conpadecia y procurava con
nuestra Madre Abbadesa, que les remitiese o minorase la penitenzia
que merecían. Y las consolava con buenas razones y con darles a tiem­
po oportuno algun alivio o regalillo.
Tal era su caridad que, como una Madre amorosa, miraba con cui­
dado los senblantes de las RelÍgiosas. Y quando veya alguna melancolia
o descolorida, la llamava a parte 169 y le preguntaba que era lo que
sentia, si estava emferma o tenia al guna aflicion, apretandola con ca­
riflo hasta que llanamente le confesaba la verdad.
Y entonses su Reverenda le procurava el alivio, siendo en todas las
cosas la Procuradora general de todas las Religiosas con tanta y gualdad
que a cada una le parezia, que ella sola era la pribilegiada, porque le
clava al gu na cosa a la que estaba necesitada, le encargava que no lo
supieran las otras, porque no tuvieran sentimiento.

lfii Ms. di.spertaba.


lfiK Ms. !luego.
ltiii
Ms. a Aparte.

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126 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE. LAS NIEVES

Y para decirlo en una palabra era el cirineo y paño de lagrimas de


todas aliviandolas aun en cosas muy menudas y de trabajo para su Re­
verenda. Por eso, desde que venimos al Conbento hasta que la hizieron
Priora, canto todas las calendas que les pertenecían [p. 162] a tres Re­
ligiosas, que tenían dificultad en cantar por aorrarles la mortificacion
de que lo hizieran desbelandose tanto, por escusar el que se yncomo­
daran. Que en su vltima emfermedad fue una de las mayores mortifi­
caciones que tuvo, el que la asistieran en las cosas yndispenzables, que
en las que no eran de esta calidad no lo consentía, ynportunando a nues­
tra Madre Abbadesa con suplicas y lagrimas, para que la dejaran sola
de noche, porque no tuvieran el trabajo de helarla.
Y sinco oras antes de morirse reparo en que estaban en pie las
que la asistían por istarlo la Prelada. Y con una vos lastimera pidio que
se sentavan, porque tenia unas entrañas y un corazon tan conpasivo
para con el proximo, que no podía oyr trabajo, pobreza ni emfermedad
sin esclamar lastimada: "Balgame Dios, y quien pudiera remediarlo
Señor, socorrelo por tu Misericordia."
Y en las calamidades publicas se contristava, de manera que era
necezario consularla con que asi lo hordenava Dios. Y entonzes clamava
a su Magestad por el remedio atribullendo el asote comun a castigo
de sus pecados.
Pero esto pertenese a su humildad de quien hablaremos aora pro­
testando que de jamas de referir muchas cosas, porque si se huvieran
de escrivir todas las que notamos en su justificado proceder, no cabrían
en este libro.
Enpesemos por el propio conocimiento que es el fundamento de
todas las virtudes. Y en la Madre Maria Catharina fue tan solido que
se tenia por grande pecadora, afirmando de si que era la muger mas
mala que avía en el mundo. Por eso handava siempre temorosa del
juisio de Dios. Y salia repetir con sentimiento que sera aquella quenta:
"Ay Señor, si me salvare, que tremendo es tu juysio."
Y quando al guna Religiosa por estar apacionada o por no saver lo
que se hazia, la tratava con poco respecto, como fuera en cosa que
tocara solo en desprecio de su persona y no dagnificara la obcervanzia,
se quedava tan serena como si no hablaran con su Reverenda.
Y acaesio no pocas veses que admirada una Religiosa de su
toleransia le preguntava por que consentía que la trataran asi, siendo
Priora, a que respondía con mansedumbre: "Mucho mas meresco yo,
dejemos eso, que mas sufrió Jesuchristo."
Con este conocimiento estava tan lejos de disculparse, que de todo
se echava a si la culpa diciendo que su ynprudenzia y mala condicion
era la causa de todo lo malo que se hazia, y que su Reverenda tenia la

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 127

culpa por el mal modo con que adbertia las faltas. Y con esto quedavan
sepultadas las que eran en ynjuria de su persona, sin que se volviera
acordar de ellas, [p. 163] sino para 170 benificiar a quien se las hazia.
Y tenia echo tan bajo consecto de si, que con averle fiado el Señor
los talentos que quedan referidos y de que ay perpetuos monumentos
en los borradores, que se guardan en el deposito, en los propositos
que se le hazen a nuestra Señora el dia de su presentacion al Templo
y en la tabla de las obligaciones que esta en el Antecoro, que todo es
de su letra 171 le paresia que en nada asertava.
Y quando hazia alguna obra de manos, pre guntaba muchas veses
si estaria mejor de otra manera. Y siempre quedava disgustada de sus
labores, porque su mayor gusto eran los Oficios humildes. Por eso siem­
pre que podia, no se le caya la escoba de las manos, barriendo no solo
los Coros y Sachristia sino tambien lo demas de la Casa hasta linpiar
los caños.
Y esta era su recreasion, quando hiva con todas a la gu erta, que
mientras nos divertiamos con las flores, su Reverenda linpiava las
targeas mostrando especial complacenzia en semejantes exercisios.
Y aunque nosotras la tendriamos grande en referir muy por me­
nor todas sus virtudas, no lo permite la vrevedad con que escrivimos.
Y en lo que se ha dicho de estas dos, que la vna es Reyna y la otra raza
y fundamento de las demas, se puede conoser el grado en que tuvo
las otras. Pero no omitiremos el tratar de su castidad y pureza por
haverla acreditado Dios (despues de su muerte) con un caso raro.
Y fue que queriendola amortajar al mudarle la camisa, no adbir­
tieron en que por ser la advertura grande, podia por ella registarse el
cadaver, pero aqui lo admirable del prodigio que dejo asombradas a
tres Religiosas que asistian a este ministerio, lebantando la difunta su
mano diestra asio con ella los dos cavos de la adbertura. Y serrandola
sobre el pecho la estuvo teniendo hasta que acavaron de vestirla, en­
ceñandonos con esto (despues de muerta) el recato que <levemos tener
en una materia tan delicada, que el mas legero ambiente la empaña.
Por eso su Reverenda aborrecia tan de veras el visio contrario, que
con tener tan grande caridad del proximo como emos visto, que se
lastimaba sobremanera de sus trabajo[s], de los que eran originados
por aver yncurrido en este visio. No solo no se conpadecia, sino que
haziendo un grande estremo bolvia a un lado el rostro y escupia
tratandolos de sucios.

i;o Ms. pare.


i;i Otra alusión a la capacidad de escribir de esta monja, lo que indica que füe ella ,..
copista de la parte A de la crónica.

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128 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Tal era la pureza que su Reverenda guardava en todas sus adciones


y palabras, que nunca se le noto [p. 164] el menor descuido en esta
materia, antes la zelava con tanta nimiedad, que no consentia que en
las recreaciones se hablase de disposorios, ni de partos, ni se tocase
en punto perteneciente a la propagacion de los hombres ni de los ani­
males. Y en oyendo que se tratava de esto, lebantava la voz y desia con
enojo y severidad: "Hablemos de otra cosa, que nuestras conberzaciones
no han de ser de eso sino de Dios, como lo clise nuestra Santa Regla."
Sobre esto fue gracioso el pasaje, que se le ofrecio con un Sacer­
dote anciano y de vida exemplar, que asistia de Sobreestante en la obra
del Conbento. Y con ocacion de enbigarse la Sachristia trabava largas
platicas con nuestra Madre Maria Catharina, que gustava de oyrlo por
su grande sinceridad.
�n dia Te .toc-0 la especie de sierto matrimonio, que se avia dicuelto
pocos años antes. Y a pocas razones dijo que avia sido matrimonio
rato. Entonses su Reverenda poniendose en pie con su natural pronti­
tud le dijo con mucha grazia y con algun enfado: "Dejeme vsted que
entiendo yo de rato ni de raton."
Y bolviendole la espalda lo dejo adbertido para no hablarle mas
de semejantes materias, y a nosotras vien enseñadas del recato que
<levemos tener. El Señor nos de grazia para ymitar tan raros exemplos
y para concluir su narracion en el capitulo siguiente.

CAPilVLO DECIMOSEXTO [XXII]

En que se prosigue la materia del pasado y se da notizia de la muerte y vltima


enfermedad de la Muy Reverenda Madre fundadora Maria Catharina de la
Consepcion

Haviendo corrido la Reverenda Madre Maria Catharina por espasio


de 70 años en se guimiento del Divino Esposo, con ta[n] velases pasos
como emos visto, quiso 172 su Magestad purificarla, como a el oro en el
crisol, de una larga y penosa emfermedad, para que en ella resplan­
deciesen con mayores brillos los quilates de sus acendradas virtudes.
Y para esto ordeno su Divina Probidenzia, que a mediado el año
de 1763 se le aumentase el achaque de estomago, que padesia desde
seis años antes, con tanta fortaleza en el Espiritu que en todo este tiem­
po no afloxo un punto en la sequela Regu lar ni en sus continuadas
tareas sin querer admitir mas alivio que alguna contrapurga y tal qual

172 Ms. quisu.

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128 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Tal era la pureza que su Reverenda guardava en todas sus adciones


y palabras, que nunca se le noto [p. 164] el menor descuido en esta
materia, antes la zelava con tanta nimiedad, que no consentia que en
las recreaciones se hablase de disposorios, ni de partos, ni se tocase
en punto perteneciente a la propagacion de los hombres ni de los ani­
males. Y en oyendo que se tratava de esto, lebantava la voz y desia con
enojo y severidad: "Hablemos de otra cosa, que nuestras conberzaciones
no han de ser de eso sino de Dios, como lo clise nuestra Santa Regla."
Sobre esto fue gracioso el pasaje, que se le ofrecio con un Sacer­
dote anciano y de vida exemplar, que asistia de Sobreestante en la obra
del Conbento. Y con ocacion de enbigarse la Sachristia trabava largas
platicas con nuestra Madre Maria Catharina, que gustava de oyrlo por
su grande sinceridad.
�n dia Te .toc-0 la especie de sierto matrimonio, que se avia dicuelto
pocos años antes. Y a pocas razones dijo que avia sido matrimonio
rato. Entonses su Reverenda poniendose en pie con su natural pronti­
tud le dijo con mucha grazia y con algun enfado: "Dejeme vsted que
entiendo yo de rato ni de raton."
Y bolviendole la espalda lo dejo adbertido para no hablarle mas
de semejantes materias, y a nosotras vien enseñadas del recato que
<levemos tener. El Señor nos de grazia para ymitar tan raros exemplos
y para concluir su narracion en el capitulo siguiente.

CAPilVLO DECIMOSEXTO [XXII]

En que se prosigue la materia del pasado y se da notizia de la muerte y vltima


enfermedad de la Muy Reverenda Madre fundadora Maria Catharina de la
Consepcion

Haviendo corrido la Reverenda Madre Maria Catharina por espasio


de 70 años en se guimiento del Divino Esposo, con ta[n] velases pasos
como emos visto, quiso 172 su Magestad purificarla, como a el oro en el
crisol, de una larga y penosa emfermedad, para que en ella resplan­
deciesen con mayores brillos los quilates de sus acendradas virtudes.
Y para esto ordeno su Divina Probidenzia, que a mediado el año
de 1763 se le aumentase el achaque de estomago, que padesia desde
seis años antes, con tanta fortaleza en el Espiritu que en todo este tiem­
po no afloxo un punto en la sequela Regu lar ni en sus continuadas
tareas sin querer admitir mas alivio que alguna contrapurga y tal qual

172 Ms. quisu.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 129

medi- [p. 165] camento casero, hasta que llego a estar tan estenµada
que no pudiendo dicimular la gravedad de su dolencia.
Se rindio (a persuacion de las Religiosas y por orden de la Prelada)
a her al Medico y quedarse en la emfermeria ( el dia 26 de nobiembre
del referido año) donde padecio por tiempo de dies meses, lo que no
es facil de esplicar en pocas palabras. Porque a mas de que los medi­
camentos le yrritavan, el achaque en ves de aliviarla se le hizo un tu­
mor en la puente del pecho, que paresiendole[s] a los Medicas y
Sirujanos que con abrírsela sanaria facilmente.
Le hizieron la operacion, que no sirvio sino para darle en que
mereser a la paciente, que sufrio los rigores y efectos de la cirujia has­
ta el vltimo dia de su vida con tanta pacienzia, que en lugar de quexarse
disminuya su trabajo diciendo que no era grande el dolor que sentia,
aunque se le apretaban con pre guntas (por no faltar a la verdad).
Confesaba llanamente el grande tormento que padesia, no solo
en la herida del pecho sino en otros dolores que le ocasionaba la prin­
cipal dolenzia, y en dos llagas que al fin de sus dias le hizo en el lado
derecho la continuacion de estar acostada sobre el. Y quando las emfer­
meras no podian curarla sin lagrimas, a su Reverenda no se le oya el
menor "ay"
Tal era _el amor con que padesia por Christo, de culla 173 Sagrada
pacion fue muy devota, en particular de las sinco precios[i]simas lla­
gas que resivio en la Santa Cruz. 174 Y parese que en premio de esta
devocion le consedio su Magestad el que en alguna manera lo himitara
en el padeser, que nos lo haze mas berocimil el que ni para morir se le
aliviaron los dolores, como sucede a todos los que llegan a este transe.
Antes a su Reverenda le sobrebino, dos dias antes, un bemente y
estraordinario dolor en la cabeza, que le mortificava mas en el serco
de ella, con que parese quiso el Señor darle a gustar del tormento,
que su Magestad padesio en la coronacion de espinas.
Pues para no apartar nuestra paciente de su memoria, este, ni los
demas tormentos, hazia que le leyeran todos los dias al gun paso de la
Sagrada pacion, mostrando grande ternura y conpacion al oirlo ala­
bando al Señor con amorosos afectos y ensendidas xaculatorias, que
mostraban bien el fuego de caridad que ardia en su pecho. Que era
tal que no contentandose con lo que padecia de mano del Señor,
thomaba por la suya resias diciplinas, lebantandose para ello de la
cama, despues de que la avian vntado y echo barios medicamento[s],

m Otro �jemplo de yeísmo.


171
Estas cinco llagas de jesús se representan en los cinco redondeles �jos puestos en la
cruz blanca sobre el velo del hábito de las monjas brígidas.

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130 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

como lo afirman contestes al gunas Religiosas, que [p. 166] por casua­
lidad oyeron los golpes. Porque su Reverenda lo hazia con tanto secre­
to que esperaba a que la Comunidad se fuera a Maitines. Y enbiando
a ellos a las emfermeras despedia a la[s] Hermanas, con pretesto de
que quena recogerse.
Y ya que emos tocado el punto de su rara mortificasion, no pasa­
remos en cilenzio la que exercio tomando quantos medicamentos le
ordenaba el Medico, aunque fueran muy asperos y le hizieran (ebidente
daño, respondiendo a las que querian persuadirle que los dejara: "El
Medico que lo entiendo ha mandado que se aga asi."
Lo mismo observava en la comida, que con padeser tan suma
ynapetensia que el comer le era de grandisimo tormento, comia lo
que le daba la emferrilera, haziendose grande biolensia y ofreciendole
a Dios este trabajo. Aunque no era menor el que le ocasionaba la sed,
que es yntolerable en los que padesen el achaque de que adolesia su
Reverenda, quien la sufrio con tan grande costanzia y mortificasion,
que nunca exedio de la vevida que el Medico le permitia. Antes mu­
chas veses no la thomava toda, diciendo a la que se la ministraba: "De­
jemos este trago por amor de Dios."
Que esta palabra no se le caia de la boca, claro yndisio de la actua­
lidad 175 con que handaba en la Divina presenzia, haziendo todas las
cosas en Dios y por Dios, que a no ser asi no huviera podido llebar
con tan grande pacienzia y conformidad) 176 las dos mayores
mortificasiones que tuvo en el discurso de los dies vltimos meses de su
vida, originadas de su mucha humildad y del grande amor y fervor,
con que servia a la Religion procurando con ynfatigable tesan su ma­
yor obserbanzia.
Esto la tenia como en una prenza en la estrecha Clausura de la
celda. Y quando le clava (al guna legera) tregua su achaque, se aparesia
en el Coro, como 1 77 lo hizo la vispera y dia de la Purificasion que oficio
la terzia y visperas cantadas. Y anduvo en 1 78 la Prosecion sobresalien­
do entre todas su vos. Pero queriendo comer en refectorio le faltaron
las fuerzas. Y fue nesezario que la subieran a la celda con arto senti­
miento suyo y de toda la Comunidad, que deseava tener el consuelo
de que la presidiese en todos sus actos.
Lo mismo le sucedio el domingo de Ramos y jueves Santo, que
haviendo asistido a todos los Oficios con yntento de yr al refectorio, la

ir, Ms. rmlualidad.


176 Este largo paréntesis puede haberse añadido después.
177 co en como interlineado.
1711 <'n interlineado.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 131

obligo la flaquesa a retirarse a la celda, de donde solo la Divina grazia


le podia dar esfuerzo para salir, como lo executo el [p. 167] dia de la
elecion (que fue a catarse de mayo) asistiendo a todas las funciones de
ella hasta comer en el refectorio, acompañando 179 (a la tarde) a los
Señores que entraron a la visita de Clausura y por presecto del Señor
Confesor mayor canto (con grande mortificasion y repugnanzia) unas
coplitas, que fueron termino de su admirable vos, porque no resano
mas en esta vida, aunque, c0mo piadosamente cre[e]mos, entonara sin
sezar en la eterna, con el Coro de las Sagradas virgenes que si guen al
ymmaculado cordero.
El dia que se dieron los Oficios (que fue a 20 del mismo mes), asistio
su Reverenda a oir le[e]r la tabla, en que, como se dijo en el capitulo
pasado, le cupo el Oficio de Portera y Tornera mayor y a que llevada de
su grande fervor, como si estuviera muy sana, se bajo a entregar la
Sachristia que dejaba. Y de alli se fue al torno, donde estuvo hasta las
sinco de la tarde, que se bolvio a la celda para no bolver a salir de ella.
Porque con el aire destemplado que corria aquella tarde se costipo.
Y le entro una calenturilla que puso en cuidado al Medico, quien,
permitiendolo Dios por sus secretos juicios, siendo de los mas asertados
que ay en esta ciudad y uno de los que conponen su protomedicato,
no llego a conoser el origen de los achaque[s] de nuestra Madre Maria
Catharina.
Con que en ves de curarla la emfermaba mas, como sucedio en la
ocasion de que bamos tratando. Que la calentura originada del res­
friado le paresia ectica, 180 como diremos adelante, bolviendo aora al
tormento que padesio su Reverenda por espasio de quatro meses en
el potro de la cama sin lebantarse de ella, sino tal qual tarde que se
vestia con arto trabajo y no menor resignacion en la Divina boluntad,
respondiendo (con mucha paz) a las que se lastimaban de su padeser:
"Si Dios asi lo quiere que emos de aser, no ay sino pacienzia y confor­
marnos con su Santisima boluntad."
Y bolviendose al Señor le desia: "Aqui me tiene Vuestra Magestad,
suya soi, haga Vuestra Magestad de mi lo que fuera servido." Y con
esto no aflojaba un punto en zelar la observansia. Y que todas las co­
sas se hizieran conforme a razon de manera que quatro dias antes de
morir, embio a una de las que la asistian ha tocar la canpanilla de Co­
munidad para quitar la recreacion de la noche, porque conosio que se
pasava el tiempo, con que no dudamos de afirmar que hasta el vltimo
haliento la camio el Zelo de la Casa de su Padre.

9
17 Ms. acumpañando.
itio Debe ser septica; portadora de gérmenes infecciosos (M.M.).

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132 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

[p. 168] Pero el mayor torcedor para su Reverenda fue su rara hu­
mildad, que con el bajo consecto que tenia de si, le apretaba la cuerda
de mancha que esclamaba (con lagrimas): "Bendito sea Dios, quando
pense yo que avia de llegar a este estado, en que no puedo servir de
nada, y de todas maneras soi tan grabosa a la Comunidad," y bol­
viendose a su Magestad con una amorosa quexa le disia: "Señor, hasta
quando e de estar dando que hazer, tan ynutil, sin servir de nada."
Por esto qualquier servisio que le hazian le servia de grande
mortificasion, diciendo que era demasiado para lo que su Reverenda
meresia, que no servia mas que de dar cosijo. Y que a ser a la Comuni­
dad la que estava tan lejos de cansarse, <que> handaban todas a por­
fia para servirla.
Y se tenia por afortunada la que podia darle al gun alivio, porque
cada una tenia hinculados los suyos en la conservacion de una vida tan
hamable y nesesaria para todas, que handaban azoradas y afligidas con
el temor de que la avian de perder muy presto, por las señales
estraordinarias que pronosticaban la sercania de su dichoso transito y
se esperimentavan cada dia con asombro, porque a mas de las que se
han observado que atesede[n] a la muerte de las otras Religiosas, que
son tocarse por si solas las campanas de la torre y oyr la Comunidad
desde el Coro alto golpes como de clavar el caxon en el bajo.
En la [muerte] de la Madre Maria Catharina comensaron los presa­
gios, desde que se le descompuso el estomago, que como queda referi­
do fue seis años antes, en cuyo discurso oian sus pasos las, que la
ayudavan en la Sachristia estando su Reverenda ausente. Y les sucedio
mas de una ves que por estar seguras de que no avia de yr alli [a] aque­
lla ora, se ponian a hazer alguna cosa que no querrian que la supiera.
Y luego oyan de ynprobiso sus pasos con tanta ebidensia, que asus­
tadas escondian lo que tenian entre manos, porque no las cogiera con
el vrto en ellas. Y luego hallaban (con mayor asombro) que su Reve­
renda eslava en la sala de labor y en la Sachristia no; avia entrado otra
alguna, para cuya haberiguacion hazian (con prestesa) esquisitas pes­
quisas, las que repitieron con mayor exacion en una ocasion, que vie­
ron entrar por la puerta una Religiosa, que se les desaparesio luego.
Mas que esto esperimento una Religiosa, que [p. 169] asistio en la
Sachristia los mismos años que su Reverenda, porque allandose sola
en el quarto principal, oyo claramente los pasos de la Madre Maria
Catharina, que se encaminaban a los otros quartos. Y creyendo que
era su Reverenda le comenso ha abiar en vos alta, avisandole que estava
alli, y lo que asia.
Y en lugar de respuesta oyo en dichos quartos ruydo como de que
trasteaban. Con esto se confirmo en el juisio, de que era su Reverenda. Y

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 133

Hendo alla para ayudarla, allo dos aposentos serrados hasta las bentanas,
y abriendo no allo alma biviente. Y llendose de alli a la guerta allo a la
Madre Maria Catharina en su ordinario exer[ci]sio de linpiar las tarjeas.
(Fue esto al prinsipio de los seis años) en cuyo tiempo fueron
ynumerables las veses, que dicha Religiosa esperimento semejantes
ruidos. Porque allandose sola en el plancheador oya los pasos y trasie­
go de trastes en el quarto de adentro, y otras veses en el principal
abrir y serrar los caxones estando las dos puertas serradas y la Comu­
nidad en el Coro.
Y esto era con tanta continuasion, que muchas veses, en lugar de
asustarse, se enfadava, sospechando que seria al gun Duende que
pretendia ynquietarla. Porque el grande amor que tenia a la Madre
Maria Catharina no le clava lugar a pensar, en que serian anuncios de
su muerte, aunque esperimentaba con ebidenzia, que todas eran re­
presentaciones de su persona.
Y con mayor bivesa el año cabal antes de su muerte que estando
su Reverenda en el Coro resando Sesta con la Comunidad, la referida
Religiosa ( que se avia quedado encarrujando) oyo los pasos, que se
encaminaban al quarto principal y ynmediatamente thomar las llaves,
abrir la puerta, el tornillo y caxon por donde se dan los ornamentos,
poner los Calises y xicarlas sobre la mesa con los otros trasiegos co­
rrespondientes, a recoger los recados de las Misas, con tanta claridad,
que formo juisio de que nuestra Madre Maria Catharina havia bajado,
llamada del Sachristia para alguna cosa presisa y quedadose a thomar
los ornamentos. Y llendo a verla hallo que estaba el quarto serrado y
las llaves gu ardadas en su lugar, lo que esperimento en adelante tan­
tas veses, que si se huvieran de escrivir fuera nesezario otro libro.
Por este mismo tiempo estando otra Religiosa (con la Comunidad)
en el examen de medio dia. Abrio los ojos que tenia serrado[s] y vio en
medio del Coro, tendida como muerta y con las manos juntas sobre el
pecho, a tina Religiosa que no conosio.
[p. 170] A la misma le sucedio otro dia que por aver llamado a la
Comunidad abrio el Coro a las quatro de la mañana, y se allo en el a
una Religiosa puesta de rodillas delante del Altar, a cuya vista despa­
borida le bolvio las espaldas.
El disernir como se obran estas cosas, y quien las obra, pertenese
a los theologos y a nosotras el referirlas llana y sinzeramente,
adbirtiendo que estamos tan lejos de hazer misterios, donde no los ay,
que con grande dificultad damos asenzo a semejantes viciones.
Pero estas fueron tan notorias y tienen tantos y tan abonados
testigo[s], que seria grosera desatencion poner en ellas la menor duda,
como no la ay en averse tocado por si solas las campanas repetidas

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134 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

veses, siendo la mas notable a seis de febrero de este año de 64, a las
dos y media de la mañana, estando el tiempo sereno si[n] ayre ni rui­
do de hanimales en la asotea.
Dio siete o ocho campanadas la esquila gran[de]. La noche ante­
cedente no pudieron moberla entre muchas Religiosas (que se empe­
ñaron a ello por estar enrredada y ser necezario, quando esto le susede,
que suba un hombre al campanario para desatorarla[)].
En el mismo mes ymmediatamente a que apagaron la luz despues
de leido el punto para la Orazion de la mañana, sintieron tres Religio­
sas, que estavan en la reja ynmediata a la puerta, que entraba en el
Coro una Religiosa que pasando por entre todas asta la misma reja,
obligo a la que estava pegada a ella, a que se apartara para hazerle
lugar. Y sintiendo que se le ponia cave si crello, que era alguna de las
que no se lebantaban a las quatro por emfermas y queria a escuzas de
las Preladas, si le hazia notable daño.
El mismo juisio formo la que estava quasi en la misma puerta, pero
picandole la curiosidad de saver quien era, se estuvo en sentinela es­
perando a que entrara alguna luz por las bentanas para reconoserla.
Pero con la luz vio frustradas todas sus diligenzias, porque no havia en
el Coro ninguna mas de las, que estaban antes de que mataran la luz,
cresiendo con esta desengaño el deseo de aberi guar la causa.
Y aunque la jusgaba sobrenatural, repitio las diligenzias en los dias
subcequente[s], en que esperimentaron con asombro lo mismo que el
primero. Pero la que en este le hizo lugar para que se yncara, no la
espero el segundo, porque en sintiendo los pasos corrio despaborida
a lo mas retirado del Coro.
La terzera que estaba en la reja no hizo la menor de- [p. 171] mos­
tracion, ni dejo su puesto, dando por razon que desde luego avia cono­
sido, que eran los pasos de la Madre Maria Catharina. Y creido que,
como su Reverenda era tan obserbante y en la ocazion por estar emfer­
ma, no podia asistir en el Coro, benia su Angel de Guarda a representar
su persona.
A fines de mayo, estando la Comunidad en Maitines, oyo los gol­
pes del Coro bajo, y pocos dias despues en la caxa del Nacimiento
(que esta a espaldas de las sillas del Coro ysquierdo) sonar unos
golpesitos como de quien llama con tiento, que duraron todo el tiem­
po que se resaron los Laudes y sufragios, que alabados acudieron las
Religiosas a essaminar la causa con luzes en Nacimiento y lo demas
del Coro. Pero no allaron cosa que pudiera causar el referido ruydo
que se repitio otro dia antes de las tres de la tarde.
Era la ymagen de nuestra Señora (que esta en dicho misterio) el
himan del corazon de nuestra Madre Maria Catharina. Y por eso to-

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 135

das las noches en quitandose la recreasion se hiva su Reverenda [a]


aquel rincon. Y se mantenia de rodillas delante del Sagrado misterio
hasta que daban las ocho que se hiba a su silla para comensar los
Maytines. Y lo mismo executava los dias de fiesta, mientras llegaba la
ora de desir Visperas, porque no perdia ocasion de saludar con ar­
dientes afectos y amorosas xaculatorias a la Soberana Señora y Divina
Madre, por cuya razon atribuimos el referido ruido (como todos los
demas) a pronostico fatal de la sercania de su muerte. Y aunque su
Reverenda ygnoraba todo esto, <y> toda su vida havia sido una con­
tinua preparacion para salir a encontrar al Esposo.
En estos vltimos meses no sezava de sebar 181 su lampara, para que
diera mayores resplandores con el oleo de todas las virtudes, sin que le
fuera ynpedimento la gravedad de sus achaques, entre los quales
conservava la distribucion de sus devociones con tanto tezon, que
queriendole persuadir una Religiosa a que no se lastimara la cabeza,
que tenia tan delicada, le respondio con eficasia y ardimento: "No lo e
de dejar aunque me muera."
Y asi lo cunplio, porque la noche antecedente a su fallecimiento
reparo la misma Religiosa, que su Reverenda hablava entre si. Y
preguntandole lo que hazia, respondio que resando el Rosario, por­
que aquel dia no avia havido tiempo para hazerlo.
Con esta prebencion no solo resivio la notizia de su muerte con
resignacion, sino con deseos y anzias de que llegara, ynsignuole al
Medico (el dia 18 de mar.w de 64) que si el dia siguiente no tenia 182
alguna mejoria, seria presiso [p. 172] el que le administrasen el
Santisimo Beatico. Y su Reverenda ysto a que se lo dieran luego. Y lo
resivio el mismo dia con grande entereza, reberenzia y afecto, que el
verla ynfundia devocion y ternura a todas las que (con doloroso llan­
to) nos allamos precentes.
Pidio perdon (con humilde sumicion) a nuestra Madre Abbadesa y
despues a la Comunidad, rematando con una esortacion que podia
hazer temblar a la mas descuidada de su salvasion, porque entre otras
razones dijo que adbirtieramos que nos abiamos de ver en el mismo
paso en que estaba su Reverenda, quien se yba fervorizando tanto con
el Zelo de la honrra de Dios y de nuestro bien que fue nesezario que el
Señor Confesor le atajara las palabras prosiguiendo el acto de Sacra­
mentaria.
Aunque no fue sola esta ves la que lo exersio con su Reverenda,
por lebantandose de la cama al segundo dia anduvo por el Conbento

1111 Cebar la lámpara; echarle azéite (Diccionario de Autoridades).


1112 Ms. tenea.

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136 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

(como se ha dicho) hasta que se costipo, el dia que se dieron los Ofi­
cios. Y deslumbrado el Medico hizo el desatino de hazerle tomar to­
das las bebidas enfriadas con niebe, con que le cresio el resfriado y se
le serro el pecho, por lo qual le ordeno segunda ves el Sagrado Beatico
a primero de junio y la estrema Vncion a ocho.
Ambos Sacramentos resivio con singular devocion y reberenzia,
respondiendo a todo lo que desia el Ministro, con mucha humildad y
no menos edificasion de la Comunidad, que la asistia con copiosas
lagrimas. Y desde este dia se persuadio su Reverenda, a que tendrian
fin los suyos muy presto, con esto pidiendo una Toca, Belo y Corona.
Se lo prendio con sus propias manos en la cabeza. Y llamando a la
Ropera se la dio con la Cogulla, diciendo que con aquello la havian
de amortajar para enterrarla, que lo guardase junto para quando
llegara el caso.
Y a la Sachristana le adbirtio las belas que avia de dar para la Co­
munidad y para los Sacerdotes, con todas las <lemas cosas tocantes al
entierro de las Religiosas, adbirtiendole aun las mas menudas
circusctanzias.
Y lo mismo a la Cantora de Coro, diciendole lo que havian de can­
tar a el entrar con su cuerpo en el Coro. Y todo con tanta entereza
como si no hablara de si, procurando cada dia vnirse mas estrecha­
mente con su Divino Esposo y deseando con amorosas ansias su benida.
Asi paso hasta seis de septiembre, que por estar muy agravada le
administraron terzera ves el Santisimo Beatico y la estrema Vncion,
cresiendo en su Reverenda las admirables dispocisiones con que lo
resivio las otras, pidiendo perdon a la Comunidad con pocas palabras
[p. 173] pero con mucha humildad y sumision rematando con desir:
"Y que no se aquerden de mi sino para cumplir lo que ofresimos en la
Profecion."
El dia trese de dicho mes pidio que le llevaran las ymagenes del
Señor de la cologna de nuestra Madre Santa Brigida, que estuvieron
em frente de su cama hasta que espiro. A 16 le dio al Medico las grazias
de la caridad con que la avia asistido, despidiendose del con su acos­
tumbrada entereza de que quedo muy edificado y conpungido,
haziendo misterio (no sin fundamento) el que haviendo estado su Re­
verenda (al pareser de el) tantas beses en el vltimo estremo, no avia
echo semejante demostracion hasta la presente.
La tarde de esta dia (que fue domingo) pidio su Reverenda que,
presente la Comunidad, le dexeran la recomendacion del Alma. Que
ayo respondiendo a la Letania con tanta atenzion, que como el Señor
Confesor seguia por el Breviario el Orden de la Yglesia en la
ynvocasion de los Santos, no se acordo de nuestra Madre Santa Brigida.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 137

Y nombrando a Santa Maria Magdalena alargo el brazo la pasiente (y


con su natural vivesa) tocandolo con la mano le dijo: "Nuestra Madre
Santa Brigida", mostrando en esto no solo la Paz y tranquilidad de su
Alma en tan tremendo transe, sino tambien la grade devocion que
como berdadera Hija avia tenido siempre a nuestra Madre Santa
Brigida, a quien como le fue semejante en las virtudes y laboriosa de
la vida quiso el Señor se le asimilara en la muerte que fue (como clisen
las leciones de su Oficio) a los setenta años cumplido[s] de su edad de
achaque de estomago, haviendo estado un año doliente.
Las tres circuscta ..,ias concurrieron en la muerte de la Madre
Maria Catharina con ia de ser en martes, dia dedicado por la Santa
Yglesia para que nuestra Religion rese semanariamente de nuestra
Santa Madre, aunque para que se berificara la postera bivio sobrena­
tural quatro dias.
Se gun el sentir del Medico que afirmava (con aseberasion) <des>
desde el antecedente viernes no podia llegar al mediodia, porque des­
de este la topaba sin pulsos y quando el siguiente la allava viva no
sabiendo a que atribuirlo, desia que nuestras oraziones la tenian
padeciendo en esta vida.
Y verdaderamante que es ynesplicable lo que padesio en estos dias
por las razones que apuntamos al principio de este capitulo, tratando
de la devocion que tuvo a la Sagrada pacion de nuestro Soberano Re­
dentor, con quien parese estava tan vnida, que viendola una Religiosa
en uno de estos dias con los ojos serrados y sin mobimiento, pensan­
do que estaba en algun parasismo se llego a la cama y le dijo en voz
baja: [p. 174] "Ecce sponsus venit". Y entonses su Reverenda, abrien­
do los ojos, respondio (con grande alegria): "Benga ennorabuena que
lo estoi deseando." Y lu[e]go con un amoroso y tierno suspiro añadio:
"Ay amado mio y quanto tarda", volviendose a quedar en cilencioso
recogimiento.
Asi se mantuvo hasta el referido martes 18 de septiembre que serca
de las quatro de la tarde dijo a las que le asistian, que le aliñasen la
cama, que era ya ora de que ent[ r]ara el Señor Confesor. Y echa esta
diligenzia dio borden que le avisaran. Y entrando luego le pregunto si
queria algu na cosa y su Reverenda por señas le dio a entender que
nada le ynquietava, con que prosedio a desirle la recomendacion del
Alma, y en la se gunda orazion al desir: "Miserere Domine Gemitu",
ynbocando el nombre de J esus dio señales de que su Alma desanparaba
el cuerpo, con que dandole la bela bendita la thomo con su propia
mano y la tuvo en ella hasta las quatro y quarto de la tarde en que
entrego su Espirito (con grande Paz y tranquilidad) en manos de aquel
Señor, que para tanta Gloria suya la havia criado.

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138 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Y no pasaremos en cilenzio la particularidad que se noto. Y fue


que, estando tan hierta 183 como se ponen todos en llevando a este
transe, su Reverenda, dos oras antes de morir, entra en su calor natu­
ral. Y se le pusieron todos sus miembros y carnes tan suabes y flexibles
como si estuviera con entera salud. Y esta flexibilidad y baldura le duro
hasta que la sepultaron, con admiracion de quantas la tocaban y en
particular las que la amortajaron, que afirman que manejaban el cuer­
po con tanta docilidad, como si estuviera animado, obserbando que
haviendo quedado ( quando espiro) con el rostro desemejado ( como se
esperimenta en todos los cadaberes).
Lo mismo fue bajarla de la cama y tenderla en el suelo. Que
subitamente bolvio a su natural hermosura con un senblante cariñoso,
humilde y agradesido, como lo tenia en vida, conserbandose en la mis­
ma forma hasta la sepultura, sin despedir mal olor, causando devosion
y ternura en quantos la vieron. Que admirados de la apasibilidad de
su rostro lo tomaban por testimonio de su eterna felicidad.
Sepultaronla 184 el dia siguiente a las sinco de la tarde en el primer
sepulcro del lado del Ebangelio pegado a la cratícula de comulgar, y
al lado derecha de su compañera, la Reverenda Madre Maria Thomasa
de San Francisco. Y dejo tan buen olor de si, que al gunos de los Sacer­
dotes que asistieron a su entierro <pidieron a su entierro> pidieron
con repetidas suplicas, que les die- [p. 175] ran al guna cosa de las que
havia vsado su Reverenda para guardarla por reliquia.
Y para satisfaser su devocion les dieron las medallas de su Rosario
y al gunas estampas que tenia en los breviarios, repartiendose las demas
entre las Religiosas. Que se tenia por dichosa la que llegaba a conse­
guir alguna prenda sulla.
Y fue tan grande la mosion que causo en los seglares la breve
notizia que se dio de sus virtudes en las cartas, que se escrivieron a los
Hermanos de la Orden. Que acudieron muchos que no lo eran a pe­
dir que les hizieran esta grazia, por lo que en breve tiempo se dieron
dose cartas de Hermandad. Y se huvieran dado muchas mas, si nues­
tra Madre Abbadesa no huviera serrado la puerta a los Pretendientes,
por ser ya muy cresido el numero de los dichos Hermanos.
Y no pasaremos en silenzio lo que pudo ser contingenzia y parese
misterio. Y fue al otro dia del entierro, bajando las Religiosas a la guerta
allaron que un rosal, de los que havia en ella, estava tupido de rosas y
botones, con mas abundanzia que se fuera en la primabera, cosa que

11i::1 Hie.rta puede ser abierta. Abierto, ta; vale también desembarazado, patente, llano,
espacioso y libre de qualesquier embarazos y tropiezos (Diccionario de Autoridades).
1111 Ms. supullaronla.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 139

no se avia visto otra ves en el mes de septiembre, por ser en la fuerza


de las a guas, que destruyen las rosas de Castilla. Y aunque en nuestra
gu erta se han visto rara ves en henero y febrero, ha sido una o dos,
por lo que admiradas de lo que parese mas que casualidad, dejamos a
la piedad de quien lo leyere su difinicion. Pues solo pretendemos dar
a la posteridad al guna notizia de sus virtudes, de las que les se ha re­
ferido la menor parte, con arto sentimiento nuestro que quisieramos
esplallarnos, espesificando cada una de por si, para que nuestras
benideras alentadas con tan raros exemplos aspiren a su himitacion.
Y porque su Reverenda (por su grande humildad) no consintio que
la retratara el pinsel, aunque se hizieron los mayores esfuerzos para
persuadirselo, suplira esta falta lo tosco de la pluma, terminando sus
borrones con el diseño de su fisionomia:
Fue su Reverenda de estatura proporcionada, abultada de carnes,
el rostro redondo, el senblante modesto con afavilidad, el color blan­
co y rosado, la frente espaciosa, las sejas poco pobladas, y entre una y
otra una rosa encarnada. Y sobre la ysquierda la señal de la herida
que siendo niña se dio rodando la escalera, los ojos garzos vivos y her­
mosos, la nariz derecha y bien proporcionada, la boca mediana, los
lavios de carmin, la barba partida que le agrasiaba mucho.
En la qual contestura se mantuvo sin arugarsele el rostro ni
encorbarsele el cuerpo con grande agilidad y espedicion en sus pasos
y demas adciones naturales hasta que fallecio, que fue quando conta­
ba 70 años, nuebe meses y dies dias de edad y 55 años, 5 meses y 7
dias de Religion.

CAPI'TVLO DECIMOSEPTIMO [XXIII]

En que se trata del nacimiento y ynfa[n]cia, yngreso en la Religi,o[n] y progresos


en ella, mientras vivia en el Santo Conbento de Victoria nuestra Muy Reve­
renda Madre Theresa Brigida de jesus primera fundadora y Abbadesa de este
Conbento

Aun [n]o avia esta Comunidad enjugado las lagrimas, que vertia a fuer­
za del dolor de verse privada del magisterio y direcion de su terzera
fundadora, la Muy Reverenda Madre Maria Catharina de la Con­
cepcion, quando con mayor golpe la hirio (en lo mas sencible) aquel
Señor que, gloriandose de ver padecer (con pacienzia) a sus escogi­
dos, les remunera la toleranzia de unos trabajos con embiarles otros
mayores para aumentarles el merito y la Corona, cuyo conocimiento
solo puede servirnos de consuelo en el fallecimiento de nuestra Muy

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 139

no se avia visto otra ves en el mes de septiembre, por ser en la fuerza


de las a guas, que destruyen las rosas de Castilla. Y aunque en nuestra
gu erta se han visto rara ves en henero y febrero, ha sido una o dos,
por lo que admiradas de lo que parese mas que casualidad, dejamos a
la piedad de quien lo leyere su difinicion. Pues solo pretendemos dar
a la posteridad al guna notizia de sus virtudes, de las que les se ha re­
ferido la menor parte, con arto sentimiento nuestro que quisieramos
esplallarnos, espesificando cada una de por si, para que nuestras
benideras alentadas con tan raros exemplos aspiren a su himitacion.
Y porque su Reverenda (por su grande humildad) no consintio que
la retratara el pinsel, aunque se hizieron los mayores esfuerzos para
persuadirselo, suplira esta falta lo tosco de la pluma, terminando sus
borrones con el diseño de su fisionomia:
Fue su Reverenda de estatura proporcionada, abultada de carnes,
el rostro redondo, el senblante modesto con afavilidad, el color blan­
co y rosado, la frente espaciosa, las sejas poco pobladas, y entre una y
otra una rosa encarnada. Y sobre la ysquierda la señal de la herida
que siendo niña se dio rodando la escalera, los ojos garzos vivos y her­
mosos, la nariz derecha y bien proporcionada, la boca mediana, los
lavios de carmin, la barba partida que le agrasiaba mucho.
En la qual contestura se mantuvo sin arugarsele el rostro ni
encorbarsele el cuerpo con grande agilidad y espedicion en sus pasos
y demas adciones naturales hasta que fallecio, que fue quando conta­
ba 70 años, nuebe meses y dies dias de edad y 55 años, 5 meses y 7
dias de Religion.

CAPI'TVLO DECIMOSEPTIMO [XXIII]

En que se trata del nacimiento y ynfa[n]cia, yngreso en la Religi,o[n] y progresos


en ella, mientras vivia en el Santo Conbento de Victoria nuestra Muy Reve­
renda Madre Theresa Brigida de jesus primera fundadora y Abbadesa de este
Conbento

Aun [n]o avia esta Comunidad enjugado las lagrimas, que vertia a fuer­
za del dolor de verse privada del magisterio y direcion de su terzera
fundadora, la Muy Reverenda Madre Maria Catharina de la Con­
cepcion, quando con mayor golpe la hirio (en lo mas sencible) aquel
Señor que, gloriandose de ver padecer (con pacienzia) a sus escogi­
dos, les remunera la toleranzia de unos trabajos con embiarles otros
mayores para aumentarles el merito y la Corona, cuyo conocimiento
solo puede servirnos de consuelo en el fallecimiento de nuestra Muy

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140 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Reverenda Madre Abbadesa y primera fundadora, Theresa Brigida


Eduarda de Jesus, de quien tantas veses emos echo honorifica mencion
en el discurso de esta ystoria.
Como baza fundamental del Espiritual edificio de este Conbento
y primer moble (despues de Dios) de todos sus aumentos Espirituales y
temporales, como beremos en la breve relacion de su larga y laboriosa
vida, que pretendemos dejar en el archivo de este Conbento para per­
petuar nuestro agradecimiento en nuestras benideras con la notizia
de el reconocimiento, que <leven tener a quien, por plantar nuestra
Religion en este nuebo mundo, no homitio trabajo, fatiga ni desbelo,
hasta que con el vltimo haliento entrego su Alma (al que para tanta
gloria suya y vien nuestro) la avia criado, dejandonos vivos los exemplos
de sus grandes virtudes como adelante se <lira.
Y en esta capitulo trataremos de su nacimiento, ynfanzia, yngreso
en la Religion y de sus [p. 177] padres y Patria. Esta fue la ciudad de
Victoria, como coscta del folio 69, en donde nazio el dia 13 de octubre
de 1685. Sus padres fueron Don Joseph de Sarria y Paternina, Caba­
llero del Horden de Santiago y su esposa Doña Mariana de Enarra
Atodo y Ysasi, 185 hanbos enparentados con la mayor nobleza de las
tres probinzias de Viscaya, Alaba y Guipusc[o]a, y por consi guiente de
muchos Señores Grandes de España, Cosejeros, Capitanes, Genera­
les, titulos y mayorasgos, y aun de Santos Canonisados como San
Ygnasio de Loyola y San Francisco Xavier y de ynumerable[s] Siervas
de Dios, que han floresido en barias Religiones, especialmente en la
nuestra, que si huvieramos de referir sus nombres y virtudes no cu­
pieran en tan corto bolumen, porque son bastantes a llenar muchos.
Y solo haremos un breve yncinuacion de la mas ymmediata a nues­
tra Madre Abbadesa, por aver sido hermana de su abuelo paterno y
haver pronosticado lo que su Reverenda avia de honrrar su Casa y nues­
tra Religion. Esta fue la Reverenda Madre Francisca, que en el siglo se
llamo Doña Francisca de Sarria. Y hignoramos el sobrenombre que
se puso, quando thomo el Santo Habito en nuestra Sagrada Religion,
que fue en el Conbento de la ciudad de Victoria, en donde asta oy se
conserva fresca la memoria de sus grandes virtudes. Y especialmente
de una admirable pacienzia y resignacion con que tolero por muchos
años una emfermedad, de las que no estan sugetas a las reglas de la
medicina por ser hordenadas de la Divina Probidenzia para exercisio
y merecimiento del pacien[te]. Y asi lo conocia la Madre Francisca.
Pues con ser tales su[s] dolores que dejo el hueso del espinaso en la

1115 En el capítulo siete de la crónica se llaman los padres don.Joseph de Sarria I>-aternina

y Liques y doña Maria Ana Thomasa de Ynarra y Atodo, cf Sifvert (1992: 81, 82).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 141

cama, estaba tan lejos de dar la menor muest[r ]a de sentimiento, que


a todas horas la allaban con una boca de risa, cuya alegria mantuvo
hasta la muerte.
Al prinsipio de esta penosa emfermedad hizieron sus deudos jun­
ta de los Medicos mas peritos trayendolos hasta de la Corte. Y haviendo
sido todos de parecer de que sanaria thomando los baños de Arnedillo,
aprestaron sus parientes todas las cosas necezarias para llebarla a ellos.
Y sacando licenzia del Obispo dieron la notizia a la Madre Francisca,
la qual respondio (muy sentida de que huvieran yntentado tal cosa)
que queria morirse antes [p. 178] que salir de su Clausura, digna res­
puesta de una Religiosa que por lo que trae de enceñanza, no hemos
querido pasarla en cilenzio.
Estando pues su Reverenda en el Ministerio del torno nazio nues­
tra Madre Abbadesa, al tiempo que sus padres hanelaban a que fuera
baron, por haverles nacido antes otras tres hijas, con que se deja en­
tender el desconsuelo con que resivieron la quarta. No osctante fue el
Escudero a dar notizia a la Madre Francisca del feliz alumbramiento
de su Señora. Y como no desia lo que havia nacido se lo pregunto su
Reverenda, a que respondio con un suspiro diciendo: "Eso es lo malo,
Madre, que ha nasido una niña".
Entonzes la Madre Francisca con tono de enfado (bien estraño 186
de su mansedumbre y alegria) le replico: "Eso se me a de desir a mi,
baya que esa niña ha de ser la honrra de todo el linaje. Digales a sus
padres que la crien con cuidado."
Y aunque no la diferenciaron de su[s] hermanas en la educacion,
fue esta en todas correspondiente a su nobleza y circusctanzias. Las de
nuestra Madre Abbadesa eran tan abentajadas, porque la doto Dios
de una rara capacidad, grande memoria y agudesa de yngenio. Con
que sin trabajo aprendio la gramatica, ha escrivir y contar con perfecion
y las <lemas abilidades correspondientes ha una Señora de su calidad,
que adornadas del numen poetico con que hazia elegantes versos y de
una discreta afabilidad la hizieron acre[e]dora de todo el cariño de sus
padres y deudos, esmerandose en hamarla con mas particularidad
su padre, quien con discreta ponderacion repetia muchas veses: "Que
lastima que esta no sea Eduardo, que fuera un grande hombre," repun­
tando por desgrazia la que para nuestra Religion fue fortuna. Porque
no siendo Eduardo fue en ella una grande muger, como se vera en
desenbarazandonos de su niñes, en la que dio no pocas muestras de la
tierna devocion que tuvo desde la cuna al nacimiento y ynfanzia de nues­
tro Soberano Redentor.

IK6
Ms. eslrano.

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142 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Por eso quando apenas contaba seis años de edad queriendole cor­
tar el pelo porque adolecia de unas (mortales) biruelas. Y defen­
diendolo su Reverenda con muchas lagrimas, porque lo tenia muy agra­
ciado. Se balieron de la Beata de nuestro Conbento para que
suponiendo un recado de la Madre Abbadesa le significara de su par­
te, que nececitava del pelo para hazerle [p. 179] una cabellera al Niño
Jesus, a que respondio pronta nuestra niña: "Para el Niño Jesus, si,
que me corten luego, espere vsted la llebara."
Con tal generosidad pago al Divino Niño las primacias del encen­
dido amor, con que le sirvio hasta el vltimo haliento de su vida, acion
que le premio su Magestad, no solo con conserbarle la vida del
pestilencia! contagio, que en aquella ocacion la quito a muchos, sino
que le restitullo milagrosamente la vista, que, al parecer del Medico y
demas personas que la asistian, havia perdido. Porque le cargaron tan­
tas biruelas en los ojos, que en muchos dias no pudieron conse guir
que los abriera por mas medicamentos que le aplicaron, hasta que,
acudiendo sus padres a los Divinos con repetidas ofrendas y prome­
sas, los abrio de ynproviso tan claros y hermos[os], como si no huviera
padesido ningu n mal atribullendolo todos ha ebidente milagro.
No fue menor el que obro la Divina Probidenzia (4 años despues)
para conserbarle la vida en ebidente riesgo de perderla. Porque estan­
do su Reverenda jugando a las matatenas con otra niña de su edad, al
tiempo que ynclino la cabeza para echarlas, le disparo una pistola un
deudo suyo (de pocos años y menos cordura), con que no adbirtiendo
en lo que hazia, pasaron las balas por encima de la espalda de nuestra
Madre con tanta ynmediacion, que sintio en ella el fuego de los tacos y
polvor ': rie manera que callo en tierra sin sentido. Y crellendo su ma­
dre que estaba herida de muerte, al registrarla la allo sin ninguna lexion.
Este pasaje referia su Reverenda muchas veses ponderando la
Probidenzia del Señor en hordenar que bajara por casualidad la cabeza
al tiempo, que ha no haverlo echo asi se la huvieran traspasado las balas.
Ya en este tiempo la havia llamado su Divina Magestad con par­
ticular y sencible mocion, para que le sirviese en nuestra Religion, a
lo que se puede ynferir de lo que oymos a su Reverenda en diver­
sas 187 ocasiones.
Dijonos en una, que quando le dio la gana de entrar Monja, le
sobrevino tal copia de lagrimas que no haviendo podido reprimirlas,
havian puesto en cuidado a sus padres y a toda la familia, que, pen­
sando que le havia asaltado al gu n dolor o otro ynfortunio, no sesaban

1117 Ms. deversas.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 143

de ynportunarla, para que les declarase la causa de su llanto. Y que su


Reverenda (con ser tan [p. 180] pequeñita[)] havia tenido adbertenzia
para encubrirla, aunque le hizieron grandes ysctanzias para que la
manifestara teniendola oculta mucho tiempo en el secreto de su pe­
cho, fiandoselo solamente a una de sus hermanas, que por amarla mas
que a las otras, se manifestaban mutuamente los corazones.
De lo dicho se colige lo particular de su vocacion y de que fue en
la edad de siete o ocho años, de lo que aora diremos.
Tenia su Reverenda 11, quando baca una plaza en nuestro
Conbento de la ciudad de Victoria. Y nos contava, que havia echo re­
petidas ysctanzias (con muchas lagrimas) a su padre, para que fuera a
pedir que la admitiesen. Y que no lo avía querido hazer dando por
razon el que era muy pequeña, de que tuvo su Reverenda no poco
sentimiento, manifestandolo en repetidas quexas, de que haviendo tan­
to tiempo que se lo rogava, no havia querido darle gusto, de donde se
deduse que aviendo rogado mucho tiempo y calladolo no poco,
nesesariamente emos de confesar, que la llamo el Señor tres o quatro
aüos antes de que llagara a los 11.
Logro por fin el cumplimiento de sus deseos el mismo dia que
cumplio los 14, que fue a los 13 de octubre de 1699 años. Y desde
luego gano las boluntades de todas las Religiosas, asi por el fervor con
que se aplico a se guir la sequela de la Comunidad, como por sus raros
thalentos y habilidades con que mostro desde luego lo vtil que le havia
de ser de todos modos:
Era muy primorosa en todo genero de labor de manos, que hazia
con mucha curiosidad y prestesa, con que le quedava tiempo para ma­
n�jar el pincel. Y en los tres años que estuvo en el Nobiciado aprendio
de una Religiosa (que tenia esta habilidad) a pintar perfectamente, con
lo que sirvio no poco a la Religion. 188 Porque a mas de que asía todos
los dibujos para los bordados, hizo algunos quadros de muy devotas y
agraciadas pinturas de barios Santos. Y retoco todos los que por anti­
guos estaban maltratados.
Echa su Profecion a 16 de octubre del año de 1701 comensaron
las Preladas a ocuparla en los Oficios de mayor confianza sin dejarle
un trinio de descanso. Porque los [p. 181] sirvio todos con el desenpeüo
y obcerbanzia correspondiente a sus raros thalentos y grandes virtu-

188 Esta información sobre la habilidad de la madre abadesa de saber pintar, nos hace
ercer que fue ella quien pintaba, en la segunda hqja de la crónica, el escudo de la orden
hrigidina, con una corona en la parte de encima y sus cuatro cuarteles de colores plata, oro,
azul y rojo, con la inscripción siguiente: HAEC SUNT ARMA MILITIAE ET RELIGIONl'­
NOSTRAE, en tinta rqja. C{ la reproducción en la tapa anterior de la tesis de doctorado de
Sifrert ( 1992).

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144 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

des, de que trataremos en el capi[tu]lo si guiente, ynsinuando en este


como por ellas se hizo acre[e]dora ha obtener la carga de la P relacia.
Siendo elegida por Abbadesa a los 44 años de su edad, en cuyo
empleo brillaron mas los quilates de su prudenzia, balor y discrecion,
con que acabo un pleito, que tenia el Conbento de Santa Clara de la
misma ciudad de Victoria con el nuestro, que aunque la causa que
mobio el litigio era de poca monta, no lo eran los gastos y desazones.
Porque despues de haver handado por los tribunales de España
en 4 años que duro, se apelo a Roma. Y fue el Confesor mayor a se­
gu irlo ha espensas del Conbento, que siendo las facultades de este tan
cortas se deja ynferir la estreches que padeceria[n] las Religiosas, quie­
nes allaron su remedio en el asierto de su elecion. Porque nuestra Ma­
dre aplico desde luego (con la mayor eficasia) toda su actividad y vivesa
para finalizar litigio tan perjudicial, escriviendo de su propio puño mu­
chas cartas al Secretario de la Curia y al Cardenal protector, con lo
que consi guio que dichos Señores se ynterezaran en que se concluyera
con una conpocicion desente y decora, a pesar del dicho Confesor que
despues de haver promovido lo mantenia por sus fines particulares.
Y hiendo acabado se declaro, escriviendo a nuestra Madre Abba­
desa, que el tenia puestas varias pretenciones en la Curia, y que para
conseguirlas necesitava de detenerse en Roma, a lo menos otro año,
en cuyo tiempo le avia de hazer todos los gastos el Conbento, como se
los avia echo todo el tiempo que duro el pleito. A esta propocicion le
respondio su Reverenda (con generosa resolucion), que no havia razon
para que el Conbento le costeara sus pretenciones. Y que asi tuviera
entendido, que si no se benia luego desde aquel dia, no le corria la
renta que gosaba como Confesor, y que se traeria otro en su lugar. De
que resulto [p. 182] que no creyendo dicho Señor Confesor el que su
Reverenda executaralo que de dia, le respondio con mucho enfado y
desabrimiento que hiziera lo que quisiera, que el no podia salir de Roma.
Pero luego que su Reverenda resivio esta carta la presento al Se­
ñor Obispo de Calaorra, pidiendole que diera por baco el Confesona­
rio y aprobara para su Ministerio al sugeto que su Reverenda le
presentava.
Todo lo consedio su Yllustrisima. Y con esto quedo el Conbento
libre de la bejacion de tantos gastos y disgustos, cuyo benefisio devio
al balor y cosctanzia con que nuestra Madre resistio la buel 189 del refe­
rido Confesor, quien, por faltarle las facultades para mantenerse en
Roma, dio la buelta ha España. Y procuro con enpeños bolver a la

IH!l Puede ser huelga del verbo holgar. Cessar en el trab�jo, suspender la labór, o no te­
ner que hacer (Diccionario de Autoridades).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 145

buena conbenienzia que havia tenido en el Conbento. Pero su Reve­


renda atendio mas al vien de este que a los respectos humanos.
Con esto acabo su trinio sin dejar deudas que pagar a su subcesora.
Y a los seis años fue elegida para primera fundadora de este Conbento,
teniendo su Reverenda de edad 54 [años] menos 5 meses, prueba de
su grande virtud y raras circusctanzia[s] pues le fio la Religion una
enpresa tan ardua y de tanta 190 Gloria de Dios, en que avia tan
ynsuperables dificultades, que ha hombre[s] menos robustos huvieran
derrocado como beremos adelante.

CAPITVLO DECIMOCTAVO [XXIV]

En que se prosiguen los sucesos de la vida de nuestra Muy Reverenda Madre


Abba.desa y primera fundadora y se da una vreve notizia de sus virtudes

Haviendo nuestra Muy Reverenda Madre Theresa Brigida Eduarda de


J esus servido al Conbento de Victoria con el esmero que emos visto
por espasio de 40 años y los dos vltimos trineos en los Oficios de
Sachristana y Tornera mayor dejandolo edificado con sus buenos
exemplos y grandes virtudes. Salio del el dia 18 de mayo de 1739 años,
acaudillando la humilde y Religiosa esquadra de sus compañeras lleban
en sus manos (por divisa y ynsignia de su Apostolico Magisterio) una
hermosa y devota efigie del Niño Jesus, que fue su unico alivio en las
fatigas del camino y el yris que cerenaba las tempestades de las
contradiciones y amarguras, [p. 183] que le sobrevenia[n] a cada paso.
Y porque esta Sagrada ymagen fue el yman de su corazon y sentro
de sus obsequios, hasta que con el vltimo aliento entrego su espirito
(como piadosamente cre[e]mos) en manos de su original, no sera
di grecion dar aqui una breve notizia de ella.
Trajola al Conbento de Victoria con otras alajas una Señora viuda
y muy ilustre, que dejando sus grandes mayorasgos se ofresio al Señor
con todo lo libre en nuestra Religion, siendo en ella exemplar de to­
das las virtudes sin admitir exencion en la obcervanzia regular. Y solo
la tuvo en no dejar de cuidar del aseo de este Divino Niño, a quien
llamaba su Peregrinito por tener las yncignias de tal y averselo traydo
de Italia un Soldado, que era su deudo.
Y podemos congeturar que fue alla de la China. Porque su mate­
ria es de marfil dada ensima la encarnacion con tal primor, que solo en
la peana que esta sin ella se le conose la materia de que fue formada.

l!Hi
Las últimas letras la en tanta sobrepuestas.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 145

buena conbenienzia que havia tenido en el Conbento. Pero su Reve­


renda atendio mas al vien de este que a los respectos humanos.
Con esto acabo su trinio sin dejar deudas que pagar a su subcesora.
Y a los seis años fue elegida para primera fundadora de este Conbento,
teniendo su Reverenda de edad 54 [años] menos 5 meses, prueba de
su grande virtud y raras circusctanzia[s] pues le fio la Religion una
enpresa tan ardua y de tanta 190 Gloria de Dios, en que avia tan
ynsuperables dificultades, que ha hombre[s] menos robustos huvieran
derrocado como beremos adelante.

CAPITVLO DECIMOCTAVO [XXIV]

En que se prosiguen los sucesos de la vida de nuestra Muy Reverenda Madre


Abba.desa y primera fundadora y se da una vreve notizia de sus virtudes

Haviendo nuestra Muy Reverenda Madre Theresa Brigida Eduarda de


J esus servido al Conbento de Victoria con el esmero que emos visto
por espasio de 40 años y los dos vltimos trineos en los Oficios de
Sachristana y Tornera mayor dejandolo edificado con sus buenos
exemplos y grandes virtudes. Salio del el dia 18 de mayo de 1739 años,
acaudillando la humilde y Religiosa esquadra de sus compañeras lleban
en sus manos (por divisa y ynsignia de su Apostolico Magisterio) una
hermosa y devota efigie del Niño Jesus, que fue su unico alivio en las
fatigas del camino y el yris que cerenaba las tempestades de las
contradiciones y amarguras, [p. 183] que le sobrevenia[n] a cada paso.
Y porque esta Sagrada ymagen fue el yman de su corazon y sentro
de sus obsequios, hasta que con el vltimo aliento entrego su espirito
(como piadosamente cre[e]mos) en manos de su original, no sera
di grecion dar aqui una breve notizia de ella.
Trajola al Conbento de Victoria con otras alajas una Señora viuda
y muy ilustre, que dejando sus grandes mayorasgos se ofresio al Señor
con todo lo libre en nuestra Religion, siendo en ella exemplar de to­
das las virtudes sin admitir exencion en la obcervanzia regular. Y solo
la tuvo en no dejar de cuidar del aseo de este Divino Niño, a quien
llamaba su Peregrinito por tener las yncignias de tal y averselo traydo
de Italia un Soldado, que era su deudo.
Y podemos congeturar que fue alla de la China. Porque su mate­
ria es de marfil dada ensima la encarnacion con tal primor, que solo en
la peana que esta sin ella se le conose la materia de que fue formada.

l!Hi
Las últimas letras la en tanta sobrepuestas.

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146 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Porque tiene unidos los piesitos a la misma peana, como que todo se
labro de una pieza.
Su estatura fue de poco mas de un palmo. Tiene en la mano dere­
cha un bordan de Peregrino con su calabasito pendiente y en la
ysquierda un mundo. Esta bestido con tunica talar esclavina y sombre­
ro caido a la espalda. El rostro lo tiene muy agraciado con mages­
tuosidad, el color encendido y los ojos asules, el pelo rojo y en la cabeza
una diadema de plata sobredorada, con tres esmeraldas. Y de la misma
materia es el bordan y calabazo, que aunque de Victoria lo trajo de
madera, aqui se lo hizo con ricos vestidos y una peana de plata nues­
tra Madre Abbadesa, a quien con licenzia de la Prelada de Victoria se
lo dejo encomendado la Religiosa viuda quando muria, que fue pocos
años despues de que nuestra Madre thomo el Habito.
Y desde entonses se encargo su Reverenda de su adorno, siendo
todo el blanco 191 de sus amores, razon porque lo eligio para t[r]aerlo
consigo a esta fundacion sin apartarlo de si, hasta que lo coloco en el
Altar principal del Coro de este Conbento, como triunfante y bencedor
de todas las dificultades que opuso el comun enemigo para la
consecucion de tan grande obra.
Que porque se refieren largamente desde el capitulo octavo hasta
el duodesimo de este libro, no las repetimos aquí 192 contentandonos
con ynsinuar, como todos los golpes de pesadumbres, cuidados y ne­
gocios descargaba sobre nuestra Madre, como cabeza del cuerpo
místico de sus compañeras. Que a no tener un corazon tan magnanimo,
fortalecido de la Divina gracia huviera desfallecido con el peso de tan­
tas tribulaciones. Pero estas le servian de estimulo para exercitar con
mas perfecion las virtudes que ya refiero.
Luego que su Reverenda hizo en su Profecion los tres ecenciales
votos de la Religion, se aplico con la mayor exacion a cumplirlos, como
lo conprueba un papel escrito de su mano, que se le allo despues de
muerta, colgado al cuello dentro de una bolsita de badana, tan gasta­
do y rotos los dobleses que dan a conocer su antiguedad, el qual tras­
ladado a la letra clise asi:
[p. 184] "Jesus, Maria,Joseph, Brigida, Catarina, Franciscos Xavier
y Asis. Yo, Sor Theresa Brigida Eduarda de J esus, hago Profecion y

l!II
Metaphoricamente significa el o�jéto a que se dirígen nuestros afectos, o el fin a
que se caminan con reflexión nuestras acciónes, o nuestros pensamientos (Diccionario de Au­
toridades).
1'12 La estatuita del niño Jesús peregrino se menciona en la página 82 de la crónica,

capítulo ocho, y fue la que la abadesa tenía en su mano, haciéndo la señal de la cruz, cuando
encontraron el enemigo inglés durante su viaje marítimo en el año de 1743. Cf Sitvert
(1992:98).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 147

prometo obedienzia a Dios, nuestro Señor, a su Santisima Madre, a


nuestra Madre Santa Brigida y al Obispo de Calaorra y la Calsada y
a la que fuere y es Prelada de este Mon_asterio de Santa Maria Magda­
lena, de vivir sin propio en pobreza, obedienzia y castidad, se gun la
Regla de nuestra Madre Santa Brigida, reformada por nuestra
benerable Madre y Señora Doña Marina de Escobar.
Y mas propongo de no querer ni amar en esta vida cosa al guna
tanto como a Dios, nuestro Señor, y le rindo mi boluntad con toda
sencilles y sinplicidad de corazon.
Y es mi boluntad espresa desde este ysctante hasta el vltimo de mi
vida de obcerbar su Santa ley y de no admitir cosa, que sea contra los
tres votos que tengo ofresidos y de guardarlos con su ayuda y de
qualquier pensamiento, que por tentacion, o mi mala ynclinacion, me
biniere contra la Fee, esperanza y caridad y todas las que fueren contra
su Divina ley, en la qual deseo vivir y morir con la perfecion que me
fuere posible.
Que desde oy en adelante todo lo que se me ofresiere a mi
ymaginacion, que de mil leguas fuere contra mi Dios y Señor, lo detes­
to, aborresco y no consiento, ni en lo que aqui no espreso ni escrivo.
Pero save su Magestad, me deseo ber libre de ello. Y se lo suplico hu­
mildemente por quienes y por sus meritas de mi Señor Jesuchristo y de
su Madre Santisima, la virgen Maria mi Señora, y de todos los Santos, y
en especial mis Patronos Santos de mis nombres y los Santos Franciscos
Borja Xavier y Asis y Estanislao Cosca y mi Madre Santa Catharina.
Y si asta aqui he yncurrido en alguna culpa o pena, que por ellas
meresca, confio en su Divina Magestad, me ha de perdonar y librar,
pues es mi deseo y boluntad espresa y determinada de no hazer nin­
guna cosa yndiferente o buena, sino solo por servirle a su Divina
Magestad, agradarle y no ofenderle.
Y desde luego para siempre digo, que este es mi deseo y boluntad
y no admito pensamiento en contra con la ayuda de la Divina Señora.
Y suplico a nuestro Señor me la conseda por los meritas de su sangre
precios[i]sima. Y digo que me pesa en el Alma de averle ofendido y de
que no me pese mas, por ser su Magestad quien es y desde aqui en
adelante antes morir que pecar. Amen, amen, amen. Theresa Brigida
Eduarda de Jesus, yndigna esclava de mi 193 Jesus y de su Santisima Ma­
dre mi Señora, cuyo patrocinio espero para cumplir con lo prometido."
Hasta aqui el papel que da bastantes muestras del fervoroso amor
con que procurava servir al Señor y el deseo que tenia de no faltar a lo
que havia ofresido en los Santos votos. Beamos aora como lbs cumplio.

l!l'.l
Ms. me.

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148 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Fue tan estremada en la pobreza, que en mas de 26 años, que pa­


saron desde que salio de Victoria hasta que Dios se la llebo, no hizo
otra cosa de bestidos para si, mas que [p. 185] un solo Habito a
persuaciones, ruegos y ysctanzia de su amada y ynceparable compa­
ñera la Reverenda Madre Maria Catharina de la Consepcion, que
esforso la mayor energia para persuadirle, que no era credito de la
Comunidad en que en las visitas del Virrey y en las eleciones la viera
la gente que entraba en el Conbento con un Habito tan remendado.
Hizolo por este motibo. Y solo se lo ponia el dia, en que havia las
dichas ocurrenzias y quando se quitaba el que saco de Victoria para
remendarlo. Y asi lo dejo tan yntacto como si lo acabaran de aser. Y la
enterraron con los mismos vestidos que saco de Victoria. Y es de
adbertir que de alla no trajo mas que lo muy presiso; un solo Habito
para la cama y otro para de dia, los quales conservo hasta la muerte,
como queda dicho.
Porque su pobresa era yngeniosa para conserbarlos a fuerza de re­
miendos, que les echaba con sus propios manos con mucho aseo y cu­
riosidad, porque le ofendio mucho el desaseo y poca linpiesa. Y asi
solia desir, que la falta de esto era hazer poco apresio de lo Sagrado
de nuestro Santo Habito.
No admitia ni aun por 194 nececidad la menor execion en la comi­
da. Y si al guna ves le ponian en el refectorio al guna cosa, que no se
servia a la Comunidad, no solo no lo comia, sino que le clava una aspera
reprencion a la que se la havia puesto.
En los capitulas semanarios encomendaba encaresidamente la San­
ta pobreza, reprendiendo con acrimonia a las que faltaban a la perfecion
de esta virtud, tan amada de su Reverenda, que si huvieramos de refe­
rir la nimiedad con que la obcervaba, gastariamos mucho papel.
Baste desir que fue menester sacar sapatos nuebos para amorta­
jarla, porque estaban yndecente de despedasados los que traya pues­
tos, quando se rindio a la cama.
De su castidad a mas de que no le vimos en el tiempo que la trata­
mos adcion, palabra ni obra que no respirase pureza. Dijo en el sermon
de sus honrras el Señor Confesor mayor del Conbento, en cuyas ma­
nos murio despues de averla confesado cerca de 14 años, que en la
pureza virginal se avia y gualado a los Angeles, y que se podia desir de
su Reverenda lo que de Santa Maria Magdalena de Paz, es que
haviendo padesido toda su vida terribles tentaciones ygnoraba el modo.
Su obedienzia a los Prelados y Confesores fue tan siega, que aun­
que con la larga esperienzia que tenia en materia de Gobierno,

l!ll
Ms. per.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 149

conosiera que no eran acertados su[s] dictamenes. Los obedezia sin


replica y con prontitud, sometiendose en todas las diferenzias que se
ofrecían a la boluntad de sus Prelado[s], protestandolo repetidas veses
como lo testifican barios papeles escritos de su puño, que se aliaron
despues de su muerte.
Pero la virtud que podemos llamar propia de su Reverenda es la
de la Religion. Porque perteneciendo a esta admirable virtud todo el
Culto interior y esterior que se puede dar en la tierra a la Divina
Magestad, su Reverenda fue tan fervorosa y puntual en tributarle los
debidos obsequios como aora beremos.
En el sitado sermon de sus [p. 186] honrras se dijo que pasaban
de siento y sinquenta las genufleciones que asia cada dia, pero eran
tantas las que pasaban de dicho numero, que las que fuimos testigos
oculares de ellas no dudamos a firmar que llegaban a trescientas. Por­
que a quantas ymag�nes, lienzos y estampas ay en la escalera, Claus­
tros y dormitorios, que son muchas, les doblaba ambas rodillas, bezaba
la tierra y les resaba lo que solo Dios y su Reverenda saben (porque
fue estremada en encubrir 195 sus debociones y los secretos de su abra­
zado corazon).
Y acabada su orazion bolvia a bezar la tierra, y puesta en pie hazia
una profunda reberenzia con la cabeza. Y pasaba [a] aser lo mismo
con el Santo que se seguia a pocos pasos. Muchas veses subia de la
celda quando tocaban a recreacion, y en el poco trecho que ay desde
dicha celda a la sala de Capitulo gastaba todo el tiempo de la recreacion
en las genufleciones y oraziones referidas, a cada una de las estampas
que ay en dicho tramo, no solo en el dormitorio sino tambien en las
puertas de las celdas, que cada una tiene dos o tres.
Y lo mas admirable es que no conosia el tiempo que tardaba en
este exercicio. Y reprendía a la Laborera porque quitaba la recreacion
en el mismo ysctante que avian tocado a ella, afirmando que su Reve­
renda avia salido de su celda al toque de la campanilla y que no le
havian dado tiempo para llegar a la sala.
A nosotras nos falta para referir por menor el que su Reverenda
gastaba en tan fervorosas oraziones pero para que se pueda conocer
algo pondremos aqui un papel que se allo escrito de su letra en el
diurno que tenia en la celda y clise asi:
''Jesus, Maria, Joseph y Brigida. Lo que acostumbro rezar son las
tres partes del Rosario en decentes tiempos del dia, o todo entero se­
guido, las llagas de nuestro Señor, otras tres veses saludarlas al
Santísimo Nacimiento su antífona y otras debociones, a la sangre de

19
� Ms. encubril.

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150 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

nuestro Señor Jesuchristo, credo y antifona, a la Santisima Trignidad


su antifona, a nuestra Señora los siete gosos, las Aves Marias de Santa
Metilde, otras siete Aves Marias con el higno <e>Staba[t] Mater Do­
lorosa, el Oficio de su Santisima Asuncion que es solamente tres
oraziones con Padre nuestro y Ave Maria, a nuestro Padre San Joaquin
otro Oficio semejante, saludando sus tres especiales Exelencias, a Se­
ñor San Joseph una orazion con que se gana yndulgenzia, con su
antifona, a nuestra Madre Santa Brigida y Madre Santa Catharina con
la renobacion de los votos, dos o mas o una, si no se puede mas cada
dia, a San Mi gu el Archa[n]gel, San Raphael y mi Santo Angel de la
guarda, tres veses si puedo cada [p. 187] dia, y si no una, Santos de mi
devocion a quien[es] tengo aplicadas por barias personas y principal
por mis nececidades Espirituales po[r] yntercezores.
Son San Pedro y San Pablo, San Juan Bautista, San Juan Eban­
gelista, San Marcos, San Bartolome, San Bias y otros, Santa Ynes, San­
ta Engrasia, Santa Prisca, Santa Barbara, los que me salen de mes, los
del año asi los mios como los que saco para otros, la Salve las veses
que puedo que tambien son para mis obligaciones particulares y
nececidades por las Benditas Animas de nocturno, algunos responsos,
los versos de San Gregario.
Y de esto se deja si no ay tiempo o estoi mala o floja, que es lo mas
sierto. Lo que tengo de conmutacion y no dejo sin escrupulo es el Ro­
sario. Porque una parte es por conmutacion de otras cosas que salia
hazer y la diciplina del sabado que vsted me traspaso al lunes, ez que
en todo (como debo) hare lo que mi Padre me mandare."
De aqui se puede ynferir quantas oras quitaria al sueño para cum­
plir con estas devociones, la que tenia sobre si todas las ocupaciones
del Gobierno de una fundacion. Pero de estas mismas se balia para
dar a sus devociones el tiempo que necesitaban para el descanso, no
permitiendo (si no quando estaba a echa cosa) el que la Madre Priora
la aliviara en el trabajo de visitar las celdas despues de acostadas las
Religiosas, acosctandose su Reverenda mas de una ora despues.
Y a las dose de la noche se lebantaba yndefectiblemente. Y arrodi­
llada delante de la cama desia el Gloria in Excelsio 196 y otras oraziones
en adcimiento de Glorias del Nacimiento de nuestro Soberano Reden­
tor, de cuyo misterio fue tiernamente henamorada, esmerandose sin­
gularmente en su culto.
Aunque en todas las cosas que tocaban al Divino fue admirable,
porque a mas de las alajas y ornamentos (cortados y cosidos de su mano)
que referimos en el capitulo 16 de este libro, procuro su devocion otras

l!ki
Ms. y�necelsio.

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Claustro del convento de Santa Brígida.
Fototeca del Instituto de Investigaciones Estéticas, VNAM

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Iglesia del convento de Santa Brígida. Acuarela del siglo XIX, firmada M. L.
Fototeca del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM

Crucifijo que trajeron de Espafia las monjas fundadoras

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 151

muchas de que aremos relacion en capitulo aparte, despues de que con­


cluyamos su laboriosa vida.
Pero en lo que mas resplandecía su devocion fue en la conpostura,
atenzion y reberenzia, con que resava el Oficio Divino, [le]llendo siem­
pre por letra, sin dejarlo si no en caso de emfermedad grave y por
mandado del Confesor. Estando en el Coro y refectorio con tanta mo­
destia que quando entraba alguna Religiosa tarde, no lo adbertia y la
dejaba estar de rodillas, hasta que la Madre Priora se lo avisaba. Tan
emfrenado como esto traya la vista, aunque no fueron [p. 188] menos
mortificados los demas sentidos de su Reverenda.
A pocos años despues de su Profecion hizo proposito de no bever
cosa nebada ni a gu as conpuestas. Y lo gu ardo toda su vida con tal ri­
gor que solo quando el Medico se lo ordenaba en caso de nececidad
vrgente, thomaba un poco de limonate meneandolo antes con la cu­
chara hasta que se desguaxaba. Y era para alabar a Dios ver que quando
avia refresco de Comunidad asistio a el su Reverenda, mirando con
especial gusto como lo tomaban las otras y preguntandoles si estaba
bueno sin querer su Reverenda ni aun probarlo, pero que mucho si en
todos los ayunos de pan y agu a y otros de su devocion se astenia de
thomar tabaco, gu ardando en la celda la caxa de polvos desde la no­
che antes del ayuno hasta el dia despues del, que en tomando el cho­
colate embiaba por ella.
No mortificaba menos el tacto 197 castigandolo 198 con asperas
diciplinas y otras penitenzia[s] que ocultaba con prudente sagasidad.
Quando ya estaba tan quebrantada que necesitaba de que le ayudasen
para subir a la cama, vio una Religiosa que tenia sobre el pecho una
cruz de metal del tamaño de un geme cubierta de puas. Y admitiendolo
su Reverenda dijo a la Religiosa que aquella cruz la traya, porque se la
havia dado el Confesor que le dio el Habito, diciendole que era de
una Sierva de Dios, pero que no se la ponía sino por el rebes, dejando
las puas para fuera. Esto dijo su Reverenda por ocultar su mortificacion.
Y caso que lo hiziera asi no podía menos que lastimarle mucho asi por
su peso como por puesta a rais de las carnes, se ajustaba ensima de
ella el jugon.
Dejamos otras muchas mortificaciones que le obcerbamos, algu ­
nas de las quales se beran en los propositos que hizo en los vltimos
exercicios de San Ygnasio, que tuvo tres años menos dos meses antes
de su fallecimiento. Y despues del se allaron escritos de su mano del
tenor si gu iente:

l!I?
Ms. tachado.
l!lK
Ms. gastigandolo.

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152 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

"Propositos que, con la ayuda de Dios nuestro Señor y yntercezion


de su Santisima Madre y de mi Madre Santa Brigida, Señores San
Joseph, San Joaquin y Santa Ana, hago en estos exercicios, 199 bispera
de la Purissima Concepcion. Primero procurar tener la orazion con
cuidado y no como asta aqui. Se gundo trabajar en moderar la pacion
de desinclinacion, asi en el ynterior como en lo esterior con las que
no congenian y abiar bien de eza. Tenero trabajar por consegu ir la
virtud de la humildad. Quarto en quanto pudiere actuar mis obras y
hazerlas por amor de Dios nuestro Señor, y no por otros fines y para
esto procurar mas precenzia de nuestro Señor, en todo lo [p. 189] que
hiziere y en lo que su Magestad sabe.
Digo y es mi boluntad que no consiento por mas tentada que sea.
Y quiero morir antes que ofenderle, Amen. Procurare por lo menos
cada dia hazer un bencimiento por amor de Jesus, mi bien y Señor,
otro por su Santisima Madre y otro por el Santo Angel de mi guarda,
como de callar alguna palabra que se me ofresca desir por gusto o
conplacenzia propia o de pacienzia o algun gustillo mortificandome
por amor de Dios. Y buelvo a prometer a nuestro Señor (con su ayu­
da) de no consentir ni querer cosa que le ofenda, ni en adcion, ni en
pensamiento, ni en palabra y de obedecer en esto a mi Confesor. Por­
que es mi voluntad morir antes de pecar, Amen, Amen."
Por aqui se conose la cosctanzia con que su Reverenda corrio por
el camino de las virtudes, acabando su larga jornada con el mismo
bigor que la comenzo, como beremos en el capitulo siguiente.

CAPilVLO DECIMONOVENO[XXV]

En que se refiere la vltima emfermedad y muerte de nuestra Muy Reverenda


Madre Abbadesa su entierro y honrras y fama postuma

Habiendo nuestra Madre Abbadesa llegado a los 77 años de su edad


con la misma salud y fuerzas corporales, que tenia (quando por nues­
tra fortuna) vino a este Reyno, quiso el Señor purificarla dandole en
los tres vltimos años de su vida tantos trabajos ynteriores y esteriores,
que solo su Magestad, que la puso en tan amarga Cruz, pudo darle
esfuerzo para tolerar tan horribles tormentos.
Porque a mas de que en el ynterior padesia una total desolacion
con grandes sequedades, escrupulos, temores y desconsuelos, en lo
esterior tuvo todo este tiempo agudissimos dolores de piedra, no solo

l!l!I Ms. exercicion.

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152 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

"Propositos que, con la ayuda de Dios nuestro Señor y yntercezion


de su Santisima Madre y de mi Madre Santa Brigida, Señores San
Joseph, San Joaquin y Santa Ana, hago en estos exercicios, 199 bispera
de la Purissima Concepcion. Primero procurar tener la orazion con
cuidado y no como asta aqui. Se gundo trabajar en moderar la pacion
de desinclinacion, asi en el ynterior como en lo esterior con las que
no congenian y abiar bien de eza. Tenero trabajar por consegu ir la
virtud de la humildad. Quarto en quanto pudiere actuar mis obras y
hazerlas por amor de Dios nuestro Señor, y no por otros fines y para
esto procurar mas precenzia de nuestro Señor, en todo lo [p. 189] que
hiziere y en lo que su Magestad sabe.
Digo y es mi boluntad que no consiento por mas tentada que sea.
Y quiero morir antes que ofenderle, Amen. Procurare por lo menos
cada dia hazer un bencimiento por amor de Jesus, mi bien y Señor,
otro por su Santisima Madre y otro por el Santo Angel de mi guarda,
como de callar alguna palabra que se me ofresca desir por gusto o
conplacenzia propia o de pacienzia o algun gustillo mortificandome
por amor de Dios. Y buelvo a prometer a nuestro Señor (con su ayu­
da) de no consentir ni querer cosa que le ofenda, ni en adcion, ni en
pensamiento, ni en palabra y de obedecer en esto a mi Confesor. Por­
que es mi voluntad morir antes de pecar, Amen, Amen."
Por aqui se conose la cosctanzia con que su Reverenda corrio por
el camino de las virtudes, acabando su larga jornada con el mismo
bigor que la comenzo, como beremos en el capitulo siguiente.

CAPilVLO DECIMONOVENO[XXV]

En que se refiere la vltima emfermedad y muerte de nuestra Muy Reverenda


Madre Abbadesa su entierro y honrras y fama postuma

Habiendo nuestra Madre Abbadesa llegado a los 77 años de su edad


con la misma salud y fuerzas corporales, que tenia (quando por nues­
tra fortuna) vino a este Reyno, quiso el Señor purificarla dandole en
los tres vltimos años de su vida tantos trabajos ynteriores y esteriores,
que solo su Magestad, que la puso en tan amarga Cruz, pudo darle
esfuerzo para tolerar tan horribles tormentos.
Porque a mas de que en el ynterior padesia una total desolacion
con grandes sequedades, escrupulos, temores y desconsuelos, en lo
esterior tuvo todo este tiempo agudissimos dolores de piedra, no solo

l!l!I Ms. exercicion.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 153

en los riñones y bias ordinarias sino tambien en los yntestinos y mus­


los. Y estos eran de manera que se esplicaba con desir que los sentia
como si con cordeles se los apretaran fuertemente. A esto acompaña­
ba un continuado dolor de cabeza con total ynapetenzia a la comida y
suma debilidad en las piernas, de modo que la preciso a tomar una
muleta para sostenerse. Y muchas veses era necezaria que otra la ayu­
da- [p. 190] ra dandola 200 la mano, porque la behemenzia de los dolo­
res le ymposibilitaba las axciones.
En este lastimoso estado no dejaba un punto la sequela de la Co­
munidad especialmente en el Coro con tanto teson, que nuebe meses
antes de su fallecimiento biendola las Religiosas sumamente apreta­
º
da 2 1 de los dolores y que quasi desfallecia, le rogaron con ysctancia
que se estuviera en la celda y que no fuera al Coro. Pero no pudieron
recabarlo de su fervor escusandose de que no podia condesender por
ser dia de la presentacion de nuestra Señora.
Y con esto se presento su Reverenda en el Coro antes de las dos
de la tarde para resar la ora con la Comunidad y hinmediatamente
cantar 202 las Visperas, que en todas ellas tuvo a la Comunidad sobre­
saltada por las mutaciones que le obcerbaban en el semblante, ocasio­
nadas de lo que ya refiero.
Luego 203 que se acabaron las Visperas se fue a la celda y echo por
la orina dos piedras, que la una era mayor que un piñon y la otra poco
menos.
De aqui se puede formar al gun consecto del sufrimiento con que
padesia sin admitir medicamentos sino tal qual y es alguna purga. Y
del vigor de su agigantado Espirito pues en este tiempo era quando
practicava los exercicios que referimos en el capitulo pasado, de don­
de se ynfiere que las sequedades y desolaciones que padesia la acerca­
ban mas al sumo bien corriendo como sierva herida a saciar su sed en
las fuentes del Salvador.
Con este tenor llego hasta el dia 13 de agosto del año de 1765,
que lebantandose a oyr la primera Misa al bolver del Coro le dio un
mortal desmayo, de modo que fue nesezario llebarla en brazos a la
cama, donde a fuerza de fomentos bolvio a sus sentidos sin acordarse
de nada de lo que le paso en aquel ynterbalo. Luego se llamo al Medico
quien le ordeno que no se lebantara de la cama y le reseto al gunos
cordiales por no admitir lo exausto del sugeto remedios mayores.

200 Otro ejemplo de laísmo.


201 Ms. apretata.
202 Ms. cartar.
203 Ms. lugo.

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154 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Con esto se recobro un poco y el dia de nuestro Padre San J oaquin


( que aquel año fue 18 de agosto[)] y no pudiendo sufrir su fervorosa
devocion para con el Santo el quedarse sin Misa, recabo del Medico y
Confesor el que le permitieran bestirse y que en brazos de las Religio­
sas fuera [a] oyr la cantada. Hizose asi y estuvo en toda ella liquidando
en lagrimas los afectos de su corazon. Y quando la bolvian a la celda le
dio un adcidente tan mortal, que pensamos no saliera del.
Pero luego que la subieron a la cama bolvio en si, pero tan que­
brantada que por orden del [p. 191] Medico le administraran (el dia
23 de dicho mes) el Santisimo Beatico. Resiviolo con una devocion tierna
y amorosa, pidiendo con mucha humildad perdon a la Comunidad,
quien se desasia en lagrimas, porque todas la hamabamos sintiendo la
falta que nos havia de hazer al paso, que su Reverenda no descuidaba
un punto en cumplir con las obligaciones de su Ofisio procurando des­
de la cama todas las cosas conducentes al gobierno Espiritual y
economico del Conbento y que se no faltase en nada al Culto Divino.
Por eso dandole la Tornera un recado de parte de un Coronel,
sobrino de su Reverenda, que con sus Soldados y Oficiales havia
autorisado la fiesta de nuestra Madre Santa Catharina. 204 Y aora le
embiaba a preguntar si se le ofresia mandarle al guna cosa, a lo que 205
respondio su Reverenda: "Digale que lo que quiero es que no deje de
benir a la fiesta de nuestra Madre Santa Brigida, aunque yo me aya
muerto, que no por eso se a de dejar de hazer con la solegnidad que
siempre ni faltare en nada al Culto Divino".
Asi lo hazia su Reverenda cumpliendo con sus acostumbradas de­
vociones sin homitir ninguna, hasta el mismo dia en que murio. Y las
Oraciones que no sabia de memoria asia que se las leyeran como tambien
las meditaciones del Padre Vycoa 206 sobre los pasos de la pacion.
El dia 6 de septiembre le dieron la estrema vncion que resivio con
entero conosimiento, admirable resignacion, paz y tranquilidad que
mantuvo hasta el fin, no osctante la acerbidad de los dolores que apre­
tando el Señor las cuerdas a sus tormentos. Cresieron de manera que
la mañana del ocho del mismo mes, dia de la Natividad de nuestra
Señora, la obligaron a esclamar con las palabras si guientes: "No se yo
que para morir puedan ser mayores los dolores, Señor, bagase tu
Santísima boluntad."
Esta misma mañana, que fue la vltima de su vida, resivio la Sagrada
Comunion. Y a las dos de la tarde hizo que la Comunidad fuera al Coro

2íH Debe de ser la fiesta de Santa Brígida, que adelante se dice.


w" Ms. a lo que interlineado.
206 Ms. tachado.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 155

a rezar la ora de nuestra Señora, cosctumbre que yntrodujo su Reveren­


da (desde en principio) en todas las festibidades de esta gran Reyna. Y
aora, que le era ynpocible asistir a ella, reso con 4 Religiosas (que que­
daron acompañandola) el Rosario de nuestra Madre Santa Brigida. Y
como por momentos se yba acabando, entro el Confesor antes de las
sinco. Y haviendola reconciliado le dijo la recomendacion del Alma res­
pondiendo a ella su Reverenda. Y en las palabras de las Oraziones en
que se pide a Dios misericordia, se daba golpes en el pecho con grande
quietud, yndicio de la atencion y cerinidad con que las aya.
A las siete de la noche le dio un parassismo y acudiendo el 207 Con­
fesor a [a]usiliarla bolvio a los sentidos. Y hiendo que estaba toda la
Comunidad en su celda se acordo que aquella ora [p. 192] nos
juntabamos en ella para resar la Nobena de la Natividad de nuestra
Señora, porque avia establecido su Reverenda el que antes de
Ma[i]tines se resase en el Coro todos los años. Y como este estaba ya
su Reverenda en el estado, que emos visto, por no faltar de ella hizo
que resaramos en su celda y este, que era el vltimo dia, lo tuvo tan
presente que adbirtiendo que estabamos juntas nos dijo: "Bamos con
esa Nobena", y santiguandose reso a coros con la Comunidad las Aves
Marias de ella, repitiendo (en vos baja) las Oraziones con la que ofresia.
A las 9 de la misma noche le pregunto a una Religiosa que, que
oras eran y respondiendole que las 9 dijo su Reverenda: "Pues ya para
las dies esta esto acabado."
Y asi fue, porque dies minutos antes de dicha ora comensaron los
dos Confesores del Conbento a ausiliarla y su Reverenda abrio los ojos
tan vivos y resplandecientes como dos estrellas. Entonzes, tomando una
Religiosa la ymagen del Niño Jesus, de que ablabamos en el capitulo
pasado (y la tenia en la celda desde que resivio el Santisimo Beatico), se
la puso delante. Y su Reverenda ftjo en ella la vista, hasta que al tiempo
de espirar serro los ojos, dejando a las Religiosas persuadidas de que le
abian asistido en aquel transe todos los Santos sus Patronos, a quienes
tan frequentemente ynbocava ynplorando su asistenzia. Y por ella no la
atemorisaba la vista de los espiritus malignos, como se bera en lo que ya
refiero a las 8 de la maña[na] del dia en que muria (que fue domingo).
Obcerbaron las Religiosa[s] que la asistian, que hiva su Reverenda
sacando del pecho las medallas que tenia colgadas del cuello y que
tomaba una por una en ademan de mostrarlas. Con esto se llego la
Emfermera a la cama y le pregunto si querria al guna cosa, a lo que
respondio su Reverenda con grande paz: "Echa a gua Bendita a los pies
de la cama para que se hallan los enemigos".

:?o7 Ms. en.

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156 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Hizolo con prontitud diciendole a su Reverenda: "Madre, echo


mas". Y su Reverenda con la misma cerenidad que antes respon dio:
"Ya esta", de donde se ynfiere que bulleron del agu a Bendita y que su
Reverenda no los temia pues no la sobresaltaba su vista conserbando
la cerenidad en el semblante hasta que, a los 5 minutos antes de las
1 O, entrego su dichosa Alma en manos del, que para tanta gloria suya
la havia criado, dia de la Natividad de nuestra Señora de quien fue
cordialmente devota. Y en viendo alguna ymagen de nuestro Padre
San J oaquin con su Santisima Hija en los brazos se desacia en tiernos
afectos, diciendo que no se avia de pintar al Santo de otra manera.
Bien se lo pago la Santisima Señora sacandola en su dia de este mise­
rable destierro en que vivio 80 años menos 35 dias.
No ay palabras para escrivir el sentimiento que tuvo esta Comuni­
dad al verse privada de tal Madre. Y por eso lo [p. 193] pasaremos en
cilenzio dejandolo 208 a la concideracion de quien leyere esta ystoria,
pues en todo el discurso de ella aliara suficientes motivos para el exe­
civo dolor que esperimentamos, aunque nos sirvio de lenitivo el caso
siguiente:
Tres oras despues que espiro su Reverenda cortandole la Ropera
las vñas de las manos, le pico casualmente con la punta de las texeras
la yema de un dedo. Y luego le broto la sangre tan caliente como si
estuviera viva. Y fue necezario restrañarsela limpiandosela barias veses
con un lienzo. Pero no paro aqui el prodigio porque despues de las 4
de la mañana y mas de seis oras despues de que su Reverenda avia
fallecido, notiziosa del caso una Religiosa enferma le preto el dedo y
broto la sangre de la misma manera que antes. Y ella la recogio en un
pañuelo para aplicarsela a su dolenzia.
No es nuestra yntencion calificar por milagroso el caso, pues esto
toca a la Santa Y glesia y a nosotras solo el referir cencillamente la ver­
dad. Y por no faltar a ella pondremos aqui un capitulo de una carta,
que escrivio a nuestra Reverenda Madre Precidenta y quinta fundadora
Maria Francisca de J esus un Sacerdote de especial virtud y grandes le­
tras, que ha sido muchos años Prepocito y Rector regente de estudios
de una de las muchas exemplares congregaciones del Oratorio de San
Phelipe 209 Reri que ay en este Reyno como 40 legu as disctante de esta
º
Corte, 21 a quien se le dio aviso de la muerte de nuestra Madre

208 Ms. lo en dejandolo interlineado.


2119 Ms. Phelepe.
210 Aquí hay una estrella detrás de la palabra Corle y al margen a la izquierda una nota
escrita verticalmente por toda la página, por la misma autora Ysabel Antonia: este sacerdote
ti.Je el padre don Joseph Antonio Ramos de Castilla del Oratorio de San Miguel el Grande
donde murió el año de 1771.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 157

Abbadesa por tener contracto de Hermanidad con este Conbento. Y


en respuesta clise entre muchas rasones de consuelo y alabanzas de la
difunta las clausulas siguientes:
"Digo a Vuestra Reverenda para su mayor consuelo, que el dia 23
del mes pasado en que le aplique 211 la vltima Misa de las tres de mi
obligacion, me preocupo un regosijo ynterior bien estraño que piado­
samente le congeture efecto de su eterna poseida dicha. Y con quasi
el mismo he proseguido en mis diarios mementos de difuntos que hago
por las <lemas de nuestras muertas Hermanas, acaso seria y no lo son
sus muchas solidas virtudes."
Hasta aqui el capitulo de la citada carta su fecha de 6 de octubre
del referido año de 65 que aunque se guarda en el archivo de este
Conbento es digna de que toda ella se trasladase a este lugar pero lo
omitimos por ebitar proligidad, pasando a referir la solegnidad con
que se hizo el entierro conbidando para el a muchos Sacerdotes y per­
sonas de distincion, para cuyo efecto se ymprimieron, a caseta del
Conbento, mas de 300 cartas y esquelas que firmaron las Reverendas
Madres Priora y Supriora con el sobrino de nuestra difunta Madre,
Don Mi gu el de Porcel y Manrrique, primer Coronel del regimiento
de la America y el Señor Confesor mayor de el Conbento Doctor y
Maestro Don Francisco Antonio Fernandes de Ballejo, y en la
autualidad su Vicario Visitador por la cede<d> de vacante.
Y a las 6 de la mañana del martes dia 1 O del referido mes de sep­
tiembre bajo la Comunidad (procecionalmente con- [p. 194] forme a
nuestras costituciones) de la celda abacial a el Coro bajo el benerable
cuerpo, para que vinieran las Comunidades de las Sagradas Religio­
nes que ay en esta ciudad ha contarle responsos quedandose [a] asistir
al entierro. A las del Santo Domingo, San Francisco, San Diego y San
Augustin conbido nuestro Conbento con la limosna de 12 pesos y me­
dio, y a los Colegialitos de San Juan de Letran con la mitad de dicho
cantidad.
La Comunidad de nuestra Señora de la Merced bino de gratis por
la Hermandad que tiene con esta. La de San Juan de Dios y la de los
Belemitas binieron de Oficio, sin que les avisacen, por la beneracion y
cariño que tenian a nuestra amada difunta, que con su discrecion
y buen estilo se avia ganado las boluntades de quantos la conocian, y
asi fue unibersal el sentimiento.
Y muchos de los Hermanos del Conbento le dixeron duplicadas
las Misas. Y huvo Sacerdote que por las tres de su obligacion le aplico
un nobenario. Y fue tanta la gente que acudio a la Yglesia que no cabia

'.!I I Ms. apliqui e.


qu

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158 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

en ella, por lo que se hizo necezario poner Soldados de guardia, para


ebitar los desordenes que ocasiona la multitud en tales ocurrenzias.
A las 9 comenso la musica 212 una vigilia solegnissima, a que se
siguio la Misa de cuerpo presente, que canto el Confesor se gu ndo por
estar el mayor en el cuerpo de el duelo acompañando al Coronel so­
brino de nuestra Madre y al Maestre de campo y Gobernador de
Canpeche Don Christobal de Sayas, que tambien era su deudo.
Acabada la Misa entro a hazer el Ofisio de la sepultura el Señor
Arcediano de la Catedral, Doctor Don Ygnasio Seballos, con Cruz y Si­
riales y 23 Sacerdotes con sobrepelises y siguiendo en todo el ritual ro­
mano 4 Capellanes de Coro cargando sobre sus hombros el cuerpo. Lo
sacaron del Coro llendo delante los otros Sacerdotes cantando con mu­
cha grabadad y pausa, porque no cantro nada la Comunidad que les pre­
cedia yendo la Reverenda Madre Priora a la mano derecha del Preste.
En esta forma dieron buelta al Claustro principal haziendo una
breve pausa en sus quatro angulas. Y bolviendo al Coro lo pusieron
sobre la mesa de donde lo havian tomado prosigu iendo con el Ofisio
de la sepultura. Pero al tiempo de clabar el caxon fueron tales los
soyo<c>sos de al gunas Religiosas que el Señor Arcediano embio (con
un Sacerdote) a desir a la Madre Priora que hiziera que la Comunidad
se fuera del Coro, a lo qual respondio su Reverenda que saldrian las
que no podian contener el llanto, pero que la Comunidad no havia de
desanRarar el cuerpo hasta que quedara sepultado, y asi se hizo.
Al segundo dia, que fue 12 del referido mes, bino el Señor Vicario
Visitador acompañado del Secretario del Cabildo y estando sentados a
la reja [p. 195] del Coro bajo se junto en el azon de campana todo el
Conbento. Y su Señoria nos hizo una discreta platica ystimulandonos a
la obcerbanzia con los exemplos de nuestra difunta Madre. Y luego hizo
que el Secretario leyera el decreto en que su Señoria nombrava por
Precidenta hasta cumplirse el trineo a la Reverenda Madre Priora que
lo era nuestra Madre fundadora Maria Francisca de Jesus. Y al oirla nom­
brar ynclinamos todas la cabeza en muestras de obedecer. Y luego se
entono el Tedeun Laudamos y se repicaron las campanas. Y pasando su
Reverenda al lugar de la Abbadesa fuimos todas dandole la obediencia.
Y el dia sigu iente nombro su Reverenda la Priora areglandose al
ceremonial. Y dispuso el que se le hizieran honrras solegnes a nuestra
Madre Abbadesa conbidando para el Sermon al referido Señor Vica­
rio, quien aunque con especial conplacenzia se encargo del, sus mu­
chas ocupaciones no le dejaban tiempo para hazerlo. Y por esta causa

:ll:l Ms. misica.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 159

se difirio hasta el dia 22 de abril de 1766 años la funcion funebre,


que se hizo con el mayor lucimiento, ymprimiendo conbites como se
hizo para el entierro, con que fue ygual la concurrenzia de la gente
granada y la necesidad de que la guardia de Granaderos ( que trajo el
Coronel) ympidiera la entrada a la plebella. Porque se avía estrechado
la Yglesia con la tumba 213 que se puso en medio de ella adornada con
16 achas y cirios, ardiendo al mismo tiempo las belas en todos los Al­
tares y en las manos de las Religiosas, que cubiertas con Belos y pues­
tas en horden asistíamos en el Coro bajo haviendo corrido el Belo de
la reja y quitado el rayo.
Y a las 9 y quarto de la mañana se comenso la bigilia, que duro
mas de una ora. Y luego se siguio la Misa, que canto el mismo Señor
Arcediano que hizo el entierro sirviendole de Ministros dos Doctores.
Y acabada se comenso el Sermon en que por espacio de una ora hizo
el dotissimo Orador patentes al discreto las mas solidas virtudes de
nuestra difunta Madre, como se puede her en dicho Sermon quando
se de a la prensa, como pretendemos para satisfacer en parte algo de
lo mucho que debemos al cuidado y diligenzia con que nuestra amada
Madre Abbadesa procuro los aumentos del Conbento.
Pues a mas de lo que habemos dicho y diremos en el capitulo si­
gu iente quando su Reverenda paso a mejor vida, dejo esistentes beinte
mil pesos de haorros; los nuebe mil entalegados en el deposito, seis
mil ynpuestos sobre las casas contigu as y pertenecientes a este
Conbento [p. 196] y sinco mil que estaba debiendo el Señor Patron de
la renta anual, que como tal Patron paga al Conbento, quien reconosido
a la obligacion que tiene a tan ynconparable Madre no contento con
las demostraciones que habemos referido para perpetuo recuerdo.
Se colgo en una pared de la sala de labor la muleta, que sostenía a
su Reverenda. Y enfrente su retrato sacado por un dibujo que
conserbaba el Pintor, que sinco años antes la avía retratado, a peticion
de un Caballero, que para embiar dicho retrato al Conbento de Victo­
ria se empeño para que el Señor Confesor le mandara a su Peverenda
el que se permitiera retratar, porque de otra manera no se podía reca­
bar de su humildad. Y fue este uno de los mayores sacrificios de su
obedienzia. Tambien se puso en su sepulcro una lamina de plomo en
que esta grabado un epitafio que declara su nombre y <lemas
circusctanzias. Dicho sepulcro es el de en medio de los tres que estan
pegados a la cratícula de Comulgar encima del de la Madre Maria
Catharina de la Concepcion. Ambas descansen en Paz. Amen.

21 :i Ms. con la tumba sobrepuesto.

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160 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

CAPITVLO VIGESIMO [XXVI]

En que se trata del estado en que dejo nuestra Muy Reverenda Madre Abbadesa
y primer[aj fundadora, las cosas del Conbento y de las alajas que dieron a el
en el tiempo de su Gobierno diferentes 214 vienechores

Haviendo concluido en el capitulo anterior la sucinta relacion de las


virtudes y muerte de nuestra Muy Reverenda Madre Abbadesa y pri­
mera fundadora nos ha paresido necezario referir en este muy por
estenzo lo que aumento (su cuidado y economica diligenzia) asi la fa­
brica del Conbento como tambien las alajas para su adorno, en que
tuvo la mayor parte la Yglesia.
Porque aunque en el capitulo 16 de este libro quedan referidas las
que avia echo su Reverenda hasta el año de 1755 en los 10 años que
pasaron hasta el de 65 en que fallesio hizo las siguientes (que no es
razon pasarlas en cilenzio quando pretendemos que con su notizia "ie
perpetue en este Conbento el agradeciminto de lo que deve a tan soli­
cita y amorosa Madre que hanelando siempre al Culto Divino) manci->
fabricar un rico tabernaculo de plata para depositar en el, el jut·,·es
Santo al Divinissimo Sacramento.
Tiene como [p. 197] una bara de alto y se compone de quatro co­
lugnas, en cuyos remates estan las ymagenes de los Santos quatro Doc­
tores del alto de un geme 215 (y un poco mas grandes en el frontis) la
del Archangel San Miguel, todas de plata masiza. Tiene delante una
hermosa bidriera y dos a los lados. Dentro del cuelga un pabellon de
tiza de plata con flores de oro y sedas de colores, que lo hazen muy
bistoso. Esta guarnesido con flecos de oro como tambien otro pabellon
mas grande <le tela carmesi con flores de oro, que se pone arriba del
referido tabernaculo sobre el trono de plata, de que tratamos en el ca­
pitulo sitado, al qual, a mas de los candeleros que alli se espresa11, le
añadio nuestra Madre otra dosena proporcionados 216 a las gra<b-;, y
media [dosena] de blandones grandes para el Altar portatil, en yue se
celebran los Oficios juebes y viernes Santo.
A mas de esto hizo su Reverenda un yncenzario grande (que sirve
en las fiestas) con su nabeta mui esquisita, porque es de madreperla
guarnesida de plata con su cuchara de lo mismo y un pichel <le plata

�11
Ms. deferentes.
21•• Xeme; la distancia, que hai desde la extremidad del dedo pulgar a la del d1·do índi­
ce, que sirve de medida. Viene del latino Semis, o Semipes (Diráonrniu de Autoruiru/,--. -
�11•
Ms. t;1chado.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 161

(que tiene mas de una terzia) para dar agua [...] manos al Sacerdo­
te que celebra en las solegnidades. Y para la del Corpus mando hazer
dos faroles de plata con hermosos hidrias.
Y aunque en los folios 126 y 128 digimos que los Altares de nues­
tra Señora de Aranzazu y de Señor San J oseph los costearon los
vienechores que alli se espresan. Haviendose deslucido con el curso
del tiempo y no ciendo de la moda ni acomodados al tamaño de los
arcos, eran lunares que afeaban la Yglesia, por culla razon nuestra
Madre Abbadesa mando labrar otros mucho mas pulidos y hermosos
bajo de la misma adbocacion que tenian antes, añadiendoles quatro
efigies grandes (de talla) a cada uno. Y le echo a nuestra Señora de
Aranzazu una bidriera que costo 100 pesos y mucho mas las del nicho
de Señor San J oseph, sobre cuyo retablo se puso un lienzo del patrocinio
con marco dorado que llega< s > hasta la bobeda, y otro de la Purissima
Concepcion, ygual en todo al que acabamos de referir, encima del Altar
de nuestro Padre San J oaquin que los dos y el retablo de Señor San
Joseph cosctaron como 1500 pesos, de los quales dio de limosna 340
el Señor Arzobispo Don Manuel Ruvio que de Dios gose.
Y aunque en el folio 121 se clise que no havia dado su Yllustrisima
ninguna alaja a este Conbento, despues del referido año de 55 nos
dono un primoroso relicario de plata, echo en forma de Custodia que
tiene dos terzia..; de alto y en medio una cera de Agnus con su bidriera
y en el circulo .res nichos con guesos de diferentes 217 Santos, cuyas
autenticas se guardan [p. 198] en el archivo de este Conbento. Y las
enbio a el su ' llustrisima con dos ymagenes de nuestra Señora de
Guadalope 218 t chas de pasta de reliquias de Santos. Y para que estu­
vieran con decenzia les mando hazer nuestra Madre Abbadesa dos
obalos de plata de mas de media vara de alto con sus bidrieras.
Y para acompañar el relicario mando hazer otro en todo ygual al
que embio su Yllustrissima. Y uno un poco mas mediano en que se
coloca una reliquia de nuestra Madre Santa Brigida, que nos trajo de
Roma guarnecida en plata de filigrana el Padre Francisco Seballos, Pro­
feso de la Sagrada conpañia de J esus.
Y para concluir con las alajas con que su Reverenda enrriquesio la
Yglesia, dejando los tizues de oro que mando pintar para el Altar ma­
yor y otras muchas cosa[s] que por no alargar demasiado este capitulo
se omiten. Referiremos solamente la primorosa Cruz de christal, que
con su peana de lo mismo llena de guesos de Santos Martires y las

�17 M s. deférenles.
�18
Ms. G1uidalepe.

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162 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

cantoneras de plata sobredoradas le regalo a su Reverenda (con la na­


beta que queda referida) una Señora amiga sulla. Y para acegurar la
del peligro que corria de queb[r]arse en manos de los Sachristanes
la hizo nuestra Madre enbutir en plata, de modo que solo por la cara
se leve el christal y sirve en el Altar mayor, quando se pone el trono.
Bamos aora al Conbento, que a mas de que amplifico su fabrica
metiendo para su servisio los dos quartos, que servian de locutorio, y
haziendo una celda mas de las que avia, dose cepulcros en el Coro
bajo y en el alto la cilleria y thomando de la Casa contigua tres piezas
altas y dos bajas acomodadas esta[s] para un decente locutorio, de aque­
llas se metio la una adentro y las otras con escalera a la porteria de
fuera. Sirven a los Confesores quando ay emfermas de peligro.
Cuido tambien su Reverenda del adorno y decenzia de las
ymagenes colocando en un nicho, que hizo abrir en la escalera, una
hermos[i]sima ymagen de talla con adbocacion de nuestra Señora de
la luz, que embio al Conbento la Señora Marquesa de Salvatiera, Doña
Maria de Eguaraz, sin mas adorno que el que saco de las manos del
Escultor. Y su Reverenda, a mas de adornarla con perlas y encaxes, le
hizo resplandor de plata y al Niño potenzias sobredoradas, y les puso
una hermosa bidriera.
Tanbien procuro su Reverenda las 14 estaciones de la Via Sacra,
que son de elegante pincel y costaron 28 pesos, las quales hizo poner
en el Claustro de arriba entremedias de los 13 hermosos quadros del
Apostolado que estan en el. Y los dono al Conbento nuestro Confesor
mayor, el Señor Doctor y Maestro Don Francisco Antonio Fernandes
de Ballejo, de quien tantas veses emos echo mencion. Y aora [p. 199]
la basemos brevemente de las demas alajas, que en el tiempo del Go­
bierno de nuestra Madre nos dieron diferentes sugetos.
Ya tocamos arriba la liberalidad de la Señora Marquesa de
Salvatiera quien, a mas de la ymagen que queda referida, nos embio
otra del Serafico Padre San Francisco, cuya estatura es de mas de tres
quartas y su materia de marfil sobre una hermosa peana de ebano guar­
necida de plata, que se coloco en el Coro bajo. Y en el alto una Cruz
embutida de christales, que con la peana que es de lo mismo tendra
cerca de una bara. Y es tambien dadiba de dicha Señora, con el San
Francisco pequeño que esta en el torno, y otras cosas que por menu­
das no se refieren. Y son muestras del buen afecto que nos profeza a
que le bivimos muy agradecidas.
Y no lo estamos menos a nuestro ynsigne vienechor Don Manuel
Muñas de Castañeda, de cuya liberalidad tratamos en el capitulo 15.
Y en este yncinuaremos como continuando su caridad en favorecer­
nos, nos dono dos abalas de plata de mas de una bara de alto con la

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 163

ymagen de nuestra Madre Santa Brigida el uno, y el otro con la de


nuestra Madre Santa Catharina, de elegante pincel con hermosas
bidrieras. Y no contento su buen afecto con esto nos embio un Niño
J esus de marfil, ricamente vestido con el mundo, potenzias y peana
de plata, y un Santo Crusifixo tambien de marfil con la Cruz de ebano,
clavos y cantoneras de plata.
Y para concluir con esta relacion la haremos del hermos[i]simo
rostro de nuestro Soberano Redentor, que, dentro de una caxa dorada
adornada de flores con su bidriera, nos dejo en testamento Doña
Angela Maria de Baldes y Portugal.
Y del hermoso quadro en que estan los Señores San Joaquin y Santa
Ana enceñando a le[e]r a su Santisima Hija, y es dadiba de Doña Ysabel
de Vrive y Sandobal, de quien se hizo mencion en el folio 123. Esta
colocado en la entrada de la sala de capitulo.
Y en el Altar de dicha sala un Niño Jesus de mas de tres quartas
en adcion de que duerme recostado sobre una peña, a que esta unido
por ser todo labrado de un mismo tronco. Es muy agraciado y lo embio
al Conbento una Señora anciana del Colegio de las niñas, con la
relacion de que, queriendo darlo a al guna Casa de Religion de las
muchas que ay en esta ciudad, echo suertes. Y saliendo a esta lo bolvio
a sortear otras dos veses con deseo de que le cupiera a la enceñanza.
Pero todas tres veses le salio Santa Brigida, con lo que conosio que era
la boluntad del Santisimo Niño el venirse a Casa.
En el mismo tiempo nos mando una buena muger todo el Sagra­
do Misterio del Nacimiento en una vrna dorada con su bidriera.
[p. 200] La lamina de la Asumpcion de nuestra Señora, que esta
en el Antecoro con marco de ebano, se la traxeron con una alfonbra
encarnada a la Hermana Barbara de San Au gustin por [la] muerte de
su madre. Y por la misma causa heredo la Hermana Antonia de la
Encarnacion un quadro de una bara en que esta pintada nuestra Se­
ñora de la Luz y dos laminas con marcos de ebano, la una de nuestra
Sefi.ora de Guadalupe y la otra de la Asunpcion, que estan en el paso
que ay de la escalera al dormitorio y en la pared de emfrente. Les
hazen cimetria dos lienzos con los seis Santos Doctores, tres en cada
uno, que con el quadro de Señor San Miguel, que esta en el Claustro
principal, y el de nuestra Señora de la Luz, que esta en la porteria,
dono a este Conbento Doña Peregrina Frisero.
Con esto tenemos concluido la relacion del estado en que lo dejo
nuestra Muy Reverenda Madre Abbadesa y primera fundadora, quien
trabajo no poco en que quedara este libro en el archivo de este
Conbento. Porque haviendolo embiado del de Victoria su Benemerita
Abbadesa, la Reverenda Madre Maria Alfonsa de San Bernardo, escrito

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164 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

con todo lo que en el se contiene desde el principio hasta la primera


jornada, que hizieron nuestras Madres fundadoras ha la Puebla de
Arganzon. Y haviendose maltratado en el camino lo hizo enquadernar
de nuebo nuestra Madre Abbadesa Theresa Brigida. Y siguio la relacion
de sus jornadas y trabajos hasta la Veracruz, dandomela a mi, la
ynfraescrita, para que la trasladara y prosiguiera como Depositaria,
que era en aquella zazon.
Y haviendome mantenido en el Ofisio hasta este precente año,
vltimo del octavo trineo de nuestra fundacion, me ha parecido decla­
rar como lo contiene este libro, desde que salieron nuestras Madres
fundadoras de la ciudad de Veracruz hasta este capitulo. Lo he escrito
(la mayor parte) como testigo ocular, por haver thomado el Santo Ha­
bito en el Conbento de Regina quatro meses despues de que se hos­
pedaron en el sus Reverendas, de cuya boca supe lo que les acaesio
antes que biniera yo a su amabilissima conpañia.
Y lo que no esta de mi letra lo escrivio, dictandoselo yo, la Religio­
sa que a la zazon era mi compañera, quien traslado (a la letra) muchas
foxas de las que vinieron escritas de V ictoria, y se lo avian quitado al
libro, porque no las vieran 219 afuera quando se dio a enquadernar,
como queda dicho. Y por ser asi verdad lo firmo en 13 de septiembre
de 1766 años. Ysabel Antonia de Señor San Miguel. 22º

CAPilVLO VIGESIMOPRIMERO [XXVII]

En que se da noticia de los aumentos que ha tenido el Convento en el Goviemo


de nuestra Muy Reverenda Madre fundadora Maria Fransisca de Jesus y de
la muerte del Patron 221

Aunque el año de 1766 di por concluida (en el capitulo passado) la


relacion de esta fundacion, por varios motivos que me persuadian a
no poder prose guirla no siendo el menor el quebranto de mi salud
que con ebidencia me asercaba al fin de mis dias, los que nuestro Se­
ñor (por. sus secretos juizios) ha sido servido de alargarme hasta el pre-

:!I!l
La nen vieran sobrepuesta.
22º Aquí termina la tercera escritora, también autora. En esta su última página nos ex­
plica varios detalles acerca de la génesis de la crónica.
221 Este capítulo lo escribe la cuarta escritora y autora, Ines Joachina de Señor San

.Joseph. Se ve que la ortografía ya se empieza a modernizar y establecer. �jemplos: veinte (en


lugar de beinte), noticia (en lugar de notizia), ha (por lo anticuado a), Convento (en lugar de
Conbento), pero govierno (por gobierno) como lo escribió perfectamente la autora Ysabel
Antonia, passado con doble s, etc.

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164 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

con todo lo que en el se contiene desde el principio hasta la primera


jornada, que hizieron nuestras Madres fundadoras ha la Puebla de
Arganzon. Y haviendose maltratado en el camino lo hizo enquadernar
de nuebo nuestra Madre Abbadesa Theresa Brigida. Y siguio la relacion
de sus jornadas y trabajos hasta la Veracruz, dandomela a mi, la
ynfraescrita, para que la trasladara y prosiguiera como Depositaria,
que era en aquella zazon.
Y haviendome mantenido en el Ofisio hasta este precente año,
vltimo del octavo trineo de nuestra fundacion, me ha parecido decla­
rar como lo contiene este libro, desde que salieron nuestras Madres
fundadoras de la ciudad de Veracruz hasta este capitulo. Lo he escrito
(la mayor parte) como testigo ocular, por haver thomado el Santo Ha­
bito en el Conbento de Regina quatro meses despues de que se hos­
pedaron en el sus Reverendas, de cuya boca supe lo que les acaesio
antes que biniera yo a su amabilissima conpañia.
Y lo que no esta de mi letra lo escrivio, dictandoselo yo, la Religio­
sa que a la zazon era mi compañera, quien traslado (a la letra) muchas
foxas de las que vinieron escritas de V ictoria, y se lo avian quitado al
libro, porque no las vieran 219 afuera quando se dio a enquadernar,
como queda dicho. Y por ser asi verdad lo firmo en 13 de septiembre
de 1766 años. Ysabel Antonia de Señor San Miguel. 22º

CAPilVLO VIGESIMOPRIMERO [XXVII]

En que se da noticia de los aumentos que ha tenido el Convento en el Goviemo


de nuestra Muy Reverenda Madre fundadora Maria Fransisca de Jesus y de
la muerte del Patron 221

Aunque el año de 1766 di por concluida (en el capitulo passado) la


relacion de esta fundacion, por varios motivos que me persuadian a
no poder prose guirla no siendo el menor el quebranto de mi salud
que con ebidencia me asercaba al fin de mis dias, los que nuestro Se­
ñor (por. sus secretos juizios) ha sido servido de alargarme hasta el pre-

:!I!l
La nen vieran sobrepuesta.
22º Aquí termina la tercera escritora, también autora. En esta su última página nos ex­
plica varios detalles acerca de la génesis de la crónica.
221 Este capítulo lo escribe la cuarta escritora y autora, Ines Joachina de Señor San

.Joseph. Se ve que la ortografía ya se empieza a modernizar y establecer. �jemplos: veinte (en


lugar de beinte), noticia (en lugar de notizia), ha (por lo anticuado a), Convento (en lugar de
Conbento), pero govierno (por gobierno) como lo escribió perfectamente la autora Ysabel
Antonia, passado con doble s, etc.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 165

sente año de 73, en que me hallo con el mismo Oficio de Depositaria


y con precepto de quien puede ponermelo para que la siga.
Y en cumplimiento de su obediencia daremos noticia en este capi­
tulo ele los aumentos que ha tenido el Convento, y de las alajas con
que lo ha adornado su quinta fundadora y se gu nda Abbadesa, nuestra
Muy Reverenda Madre Maria Fransisca de Jesus. Y tambien de las que
le han donado varios bienechores en el tiempo de su asertado
Govierno, desde que fallezio nuestra Reverenda Madre Theresa
Brigida, que en Paz descanse.
Que como queda referido en el capitulo 25, folio 195, le subsedio
en el Govierno con titulo de Presidenta, ha[s]ta que se acabara el trie­
nio, el que cumplido el año de 67 fue electa canonicamente por
Abbadesa y reelegida el de 70. Y deviendosele de justicia el primer lu­
gar a lo Espiritual no pasaremos en silencio el que luego que su Reve­
renda obtubo el Govierno, probeyo de dos Capellanes 222 asignando a
cada uno el estipendio de 100 pesos annuales, para que alternandose
por semanas digan la Missa de terzia� a la hora que prescribe la Santa
Regla, y atendiendo a esta añadio el terser Confessor con estipendio
de 150 pesos en cada un año.
Despues acudio su Reverenda ha 223 ase gurar el mas minimo re­
gistro de la Clausura haziendo lebantar las tapias una vara mas y
hechando rejas a las bentanas de la Sachristia, dormitorios y roperia,
no olvidandose del Culto Divino y [p. 202] adorno de la Yglesia, para
cuyo efecto mando hazer las alajas siguientes:
U na Custodia con el sol de oro, en que estan engastados mil ocho­
sientos y doze diamantes, la basamenta y pie de plata sobredorada
con ciento y doze esmeraldas y ciento y nueve rubies en la basamenta,
y en el pie ciento y sesenta y ocho piedras abrillantadas de distintos
colores. El valor de toda ella es de nueve mil quinientos setenta pesos
y cinco reales. Los ocho mil ciento ocho pesos y un real se pagaron de
los ahorros del Convento entrando en cuenta algu nas alajitas de oro,
diamantes y esmeraldas, que traxeron algunas Religiosas en su
yngreso. Y se fueron juntando (desde el principio de la fundacion)
para el efecto, Los mil quatrocientos sesenta y dos pesos y quatro
reales restantes dio de limosna al Convento el Maestro que la labro
que fue Don Adrian Ximenes.

222 Aquí en el manuscrito hay una nota, escrita en la margen izquierda por Rosalía del
Patrocinio de Nuestra Señora, añadida después de 1944: véase aquí el prinsipio de 3o Confesor
y Cappelan de Altar.
223 Todavía no se ha establecido la diferencia de ortografia entre a y ha.

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166 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Un Coponsito pequeño para la Comunion del jueves Santo y dar


el Viatico a las enfermas, es de plata sobredorado por d_entro y toda la
patena. Un Caliz con vinageras, platillo y campanilla de plata sobredo­
rado. Un relicario de plata con el pie de christal guarnecido con ella,
ygual en tamaño y echura al que referimos en el capitulo pasado, que
mando hazer nuestra Muy Reverenda Madre T heresa Brigida para co­
locar la reliquia de nuestra Madre Santa Brigida. Y en este se puso un
pedazo de la foca de Maria Santisima, nuestra Señora, que tambien
traxo de Roma embutida en un relicarito de plata de filigrana el mis­
mo Padre Zevallos, quien la regalo a un Cavallero particular. Y este la
dono al Convento.
Tambien esloco nuestra Madre en el Coro una carta de nuestra
venerable Madre Doña de Escobar, que traxo nuestra Madre T heresa
del Convento de Victoria. 224 Y despues de sus dias la mando adornar
nuestra Madre Maria Fransisca con vidriera y marco dorado.
Y porque hasta ahora se ponian los ramilletes en el trono sobre pies
de palo, mando hazer su Reverenda veinte tivores 225 de plata, con que
ha quedado todo el completo de este metal, y porque en las celebrida­
des de Ordenes y eleccion nos beiamos presizadas a pedir prestado
un dozel, hizo su Reverenda uno de Prinseza encarnada con flores blan­
cas, que costo serca de 24 pesos.
Tambien compro un rico viso 226 bordado para el Sagrario. Y por­
que no es fazil referir por menor todos los ornamentos con que ha
enriquecido la Sachristia passaremos a dar una brebe noticia de las
preseas que en su tiempo han donado diferentes bienechores, comen­
zando por la mas presiosa y estimable por ser una gota de la
presiosissima sangre de nuestro Señor Jesu Christo, que, quajada so­
bre un pedasito de lienzo [p. 203] y puesto en un pequeño relicario,
dono al Convento con su autentica Don Joseph de Cuvas. Y esta en 227
el Coro colgado a los pies del Santo Christo del Altar principal baxo
de la llave que sierra la vidriera.
Tambien se coloco en el Coro un hermosissimo Niño Jesus, rica­
mente bestido en traje de Pastor con sombrero de terziopelo bordado
de perlas, callado de plata sobredorada en la mano ziniestra y en la
diestra un canastito tambien de plata con los instrumentos de la passion
todo del mismo metal.

22•1 Esta carta existe todavía en el actual convento de Tláhuac.


2:1,; Tivor= tibor; cierta vasUa grande de barro cocido o de porcelana, decorada (M.M.).
226 Viso: cuadro pequeño de tela bordada con que en al nos sitios cubren las puertas
gu
del sagrario (M.M.).
n7 Tachado.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 167

Dentro de una urna dorada con quatro vidrieras y adornada con


quatro arcos de flores de carturina, 228 que forman un jardin, en que
hai varias ovejitas de canutillo de plata y a los lados quatro ramilletes,
dos de plata mazisa puestos en tivores de lo mismo. Y otros dos de
flores colocados tambien en tivores de plata y puestos sobre dos
bufetitos de la misma materia.
Y trajo este Divino Pastor 7 bestidos de diferentes colores, uno bor­
dado de perlas y los otros, unos recamados de oro y plata y otros de
ricas telas. Esta adornado con perlas en manos y garganta y con sintillos
y jollita de diamantes y esmeraldas, pendiente de una cadena de oro.
Es presea que dejo (en su muerte) a este Convento un devoto Saserdote
de la Congregacion de el Oratorio de San Phelipe Neri y mui devoto de
nuestra Venerable Madre, Doña Marina de Escobar, llamado Don
Cayetano Alvares, quien tambien nos dejo 100 pesos para que con sus
reditos se digan tres Missas rezadas con la pitanza de un peso. La una
en la dominica del Divino Pastor y las otras dos en los dias de los
dulsissimos nombres de Jesus y Maria.
Y años antes antes nos havia dotado con la misma congrua de 100
pesos para que se cantase una Missa en la ynfraoctaba del Corpus. Y
lo apuntamos aqui para que nuestras subsesoras no se olviden de gra­
tifi�ar su buen afecto encomendandolo a Dios aunque su Santa vida
nos dejo moral sertidumbre de que le esta gozando.
Como tambien nos persuadimos a que le esta acompañando el
Lisenciado Don Juan del V illar ( de quien hizimos mencion en el capi­
tulo 15, folio 127), que fallecio el año de 1772 siendo Thesorero de su
Y glesia. Y mando en su testamento para la nuestra las alajas si guien­
tes, con la condicion de que no han de servir mas que en el Altar de
nuestra Señora de la porteria, que costeo su devocion como diximos
en el capitulo citado.
Es, ha saber, un Santo Cruzifixo de marfil de una terzia de alto, su
corona de plata, la Cruz de evano, enbutidas en ella las insignias de la
pasion de marfil. Un platillo, campanilla y vina- [p. 204] geras de pla­
ta y otras dichas de christal, un Caliz y su patenada plata con el pie de
christal; en su caxa su purificador y cucharita. Un ornamento de razo
liso blanco, bordado en Ytalia, de oro y sedas con todos su[s] abios.
U nos corporales dobles de cambrai fino, guarnezidos con encaxes de
Flandes. Una Alba de cambrai guarnezida con encaxes anchos y an­
gostos finos. Un Amito de lo mismo y un manotejo. Un Missal y un

w; Debe ser cartulina; material consistente en papel grueso o cartón delgado, flexible y
más suave y de mejor calidad que el llamado corrientemente cartón (M.M.).

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168 CRÓNIC A DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Singulo de liston de tela de plata con sus flecos. Un mantel de Altar


de cambray guarnecido de encaxe fino y su cubierta de tafetan. La
Santisima Señora le pague la devocion con que cuido de su Culto.
La Señora amiga de nuestra Madre Theresa Brigida de que habla­
mos en el folio 198, ha mas de lo que alli dijimos dio a este Convento
una ymagen de nuestro Señor Jesu Christo en el paso de su flagelacion,
del tamaño de una terzia, y sobre la peana al lado diestro una figu ra
pequeña en accion de sostenerlo que significa su Divinidad.
Es todo de alavastro y de mucha devocion por su grande hermo­
sura. No lo es menos una ymagen de pinzel de Santa Gertrudis, como
de tres quartas de alto con vidriera y marco dorado, que tambien dono
dicha Señora, con una carta del Virrey Señor Don Juan de Palaphos y
Mendoza a la qual le hecho nuestra Madre marco y vidriera y la colo­
co en el Coro, como en la sala de lavar un Santo Cruzifixo de metal,
que dejo a este Convento una Señora con la recomendacion de haver
sido del Venerable Siervo de Dios, Fray Antonio Margil de J esus.
Tambien otra Señora nos dejo una ymagen de talla de Señor San
J oseph de media vara de alto, que con el nicho que es dorado con una
hermosa vidriera. Tiene mas de una vara. La varita del Santo, su dia­
dema y la del Niño es de plata. Otro Niño de poco mas de media vara
nos embio una pobre Lavandera con la relacion de que haviendolo 229
sorteado tres vezes para saber a que Convento lo havia de dar, todas
tres le salio al nuestro. Devia de querer el Santo Niño que lo
adornaramos porque vino mostrando en su bestido la pobreza de quien
lo embio. Y luego le hizo nuestra Madre potencias de plata y dos
bestidos, uno de tela para las fiestas y otro de seda para cada dia.
Tambien compro su Reverenda 2 abalas grandes de elegante pinsel y
marcos dorados, uno de San Antonio Abad y otro de Santa Gertrudis.
Otras muchas cosas se omiten por no alargar demaciado este ca­
pitulo, que concluiremos con dar una breve noticia de la muerte de
nuestro Patron, Don Pedro Antonio de Mendivil y A guirre, que fue en
la ciudad de Thescoco el dia 12 de diziembre de 1 770 años. Y aunque
se le agravaron sus achaques con la aseleracion, recibio to- [p. 205]
dos los Santos Sacramentos con mucha devocion y ternura, haziendo
fervorosissimos actos, con que acabo como un Aposto!. Que assi se ex­
plican los que se hallaron presentes.
Dejo el patronato a su hermano Don Manuel Antonio de Mendivil
y Aguirre, 230 a quien tenia encomendado (con el mayor encarezimiento)

229Tachado.
230 Don Pedro Antonio y su hermano Don Manuel Antonio (de Mendívil y Aguirre)
eran ambos sobrinos del fundador, Joseph Francisco de Aguirre. Lo eran también Juaquín y

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 169

el que en qualquiera distancia que le cojiera la muerte, trajera su cuer­


po a darle sepultura en nuestra Yglesia, por la gran devocion que te­
nia a nuestra Madre Santa Brigida, la que, pareze, quiso pagarsela
como se bera en lo que ahora diremos.
No pudo dicho Señor Don Manuel cumplir la voluntad de su di­
funto hermano, porque no le parecía conveniente partirse con el cuer­
po para esta ciudad, dejando en la de Thescoco a la Señora viuda sin
acompañarla en tan sensible pena. Y assi resolvía selebrar el funeral
en el Convento de San Fransisco de la misma ciudad, depositando en
el el cada ver, hasta que se pudiera trasladar a nuestra Y glesia.
Y sin prebenirlo dicho Señor Patron ni la Comunidad se dispusie­
ron las cosas de manera que el dia 27 de mayo del año de 71 entre
ocho y nueve de la noche, hora en que en todos los Conventos de nues­
tra Horden se rezan los Maytines de la traslacion del cuerpo de nues­
tra Madre Santa Brigida, se hizo en nuestra Yglesia la de nuestro
Patron, sepultandolo en dicha hora (a puerta serrada) en el sepulchro
que para el y sus sussesores labraron los Señores sus tíos al lado de la
Epistola.
Y el dia siguiente se le canto una vigilia y Missa, aunque esta no
pudo ser, de Requien por celebrar nosotras, como queda dicho, la
traslacion del cuerpo de nuestra Madre Santa Brigida. A todo asistía
(haviendo dado la limosna para la Missa) el Señor su hermano y
sussesor en el patronato, del que havia tomado posession el dia 23 del
mismo mes y año en la forma siguiente:
Despues de haver corrido las generales de presentarse a el Señor
Arzobispo, dar traslado a la Comunidad y admitidolo esta, vino a la
Yglesia ( entre dies y onze de la mañana) acompañado del Secretario
del Señor Arzobispo, en donde lo a guardaban todos los Señores
Confessores y Capellanes del Convento el que junto a son de campa­
na esperaba en el Coro bajo. Y llegando a su reja el Secretario leyo en
voz alta el titulo a que siguio el repique de campanas. Y en ínter lleva­
ron el referido Secretario y los otros 231 Señores al Señor Patron, al
Presviterio y sentaron en su silla (que para el efecto estaba prebenida).
Y despues de un breve instante fueron con su Merced a la puerta de
la Y glesia. Y dandole sus llaves hizo la ceremonia de abrirla y serrarla
con que se finalizo la funcion.

su hermano Agustín (de Mendívil y Aguirre), los que acompañaron a las madres fundadoras
de Vitoria hasta México. Se puede conjeturar por eso que los cuatro eran hermanos.
231 Ms. otros interlineado.

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1 70 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

CAPil"VLO VIGESIMOSEGUNDO [XXVIII]

En que se trata del nacimiento, ynfancia, yngreso en la Religion y progresos en


ella, mientras vivio en el Convento de Victoria nuestra Muy Reverenda Ma­
dre Maria Francisca deJhesus, quinta fundadora y Abbadesa de este Convento
y como fue electa para la fundacion del 232

Haviendo corrido 18 años del fallecimiento de nuestra Muy Reveren­


da Madre Abbadesa y primera fundadora, Theresa Brigida de
Jhesus, 23:1 y haviendo en todo este tiempo logrado del acertado
govierno, zelo y prudencia de nuestra Muy Reverenda Madre Abbadesa
Maria Francisca de Jhesus, quien como Madre amorosa y vigilante pro­
curaba en todo nuestro bien Espiritual y temporal, al tiempo que nos
prometíamos gozarla por mas años segun el estado de su salud. Por­
que al parecer se hallaba con mas fuerzas y vigor que quando masa,
pero el Señor que es el Dueño de todo, quiso acrisolamos y afligirnos
quitandonos en pocos días la unica fundadora y columna que nos havia
quedado, en quien todas teníamos vinculados nuestro amor y consue­
lo que por ser la ultima de nuestras Madres fundadoras.
Parece se havia refundido en su Reverenda todo el amor y
veneracion que tubimos a las otras nuestras difuntas Madres. Y assi
para desahogo de nuestro reconocimiento, amor y lealtad y para noti­
cia de las venideras diremos algo de su Zelo, virtud, Govierno y demas
prendas naturales de que el Señor la doto, aunque siempre quedare­
mos cortas, pues nunca podríamos expresar los exemplos que nos dio
y el amor que le devimos.
Nacio nuestra Muy Reverenda Madre Abbadesa en un lugar de la
provincia de Alaba, llamado Vsquino, el día 4 de octubre del año de
1712. Fueron sus padres Don Pedro de [p. 207] Thellaeche y Doña
Maria Martinez de Murguia, 234 ambos de distinguida nobleza y aun-

2 :12 Aquí empieza la parte E de la crónica. La autora escribe las páginas 206-230. Con
respecto a lo que se sabe acerca de la redacción de esta parte, coinciden la letra y los datos
biográficos con una monja que nació en 1747 en la ciudad de México. Se llama María Antonia
de San Pedro, entró en la comunidad en 1770, profesó en 1771 y murió en 1822. Podemos
suponer que aquí tenemos a la cronista de la parte E.
2:n Sólo doce años después de la muerte de Theresa Brigida, es decir en el año de 1777,
murió la 'hermana J asinta de Santa Barbara, la sexta de las fundadoras del primer convento
brigidino en México. Su muerte no se menciona hasta en el capítulo 31, p. 225. Quizás por
ser ella sólo hermana de velo blanco y no madre de velo negro.
:ni En el capítulo VII de la crónica sus nombres se escriben: don Pedro Teleche y doña
Maria Martines de Murgia vesinos de el lugar de Sarria en el valle de Suia (véase Sifvert
1992:82).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 171

que no de erecido caudal. Pero tenian lo suficiente para mantenerse


con la decencia que requeria su calidad.
Su madre se distinguio mucho en el amor para con la niña mas que
con los otros sus hijos. Y tenemos por verosimil 235 que dicha Señora
tubo algun sueño o revelacion de que havia de ser Monja, porque desde
que nacio la llamo siempre "mi hija la Monja". Y siendo ya la niña de
cinco años le dio a su madre la emfermedad de la muerte. Y estando ya
mui cercana a morir llamo a sus padres (que aun vivian) y tomandolos
de la mano les pidio palabra de que havian de meter Monja a su hija.
Y que para esto le dixesen de su parte a su hermano, Don Domingo
Martinez de Murguia que estaba de Flotista en Cadiz, que le diese la
dote porque su marido no podria darsela por tener otros hijos. Y repli­
cando sus padres que la niña era mui chica y que assi no le podian dar
la palabra de hacerlo. Porque si en creciendo la niña no queria ser Monja
no se le podia forzar, a que repitio la Señora: "Yo se que si guerra, yo
se que si guerra. Diganle a mi hermano que haga lo que le pido."
Por este motivo se le quedo el nombre de Monja para los de su casa,
de modo que siendo ya de treze años fue el Flotista a ver a sus padres.
Estos tomaron a su nieta de la mano y le dijeron: "Esta es la que has de
meter Monja". A que respondio: "Como ella quiera". "Yo prompto
estoi", entonzes nuestra Madre dixo a su tio. "Yo no deseo otra cosa".
Y examinandola el tio de su vocacion hallo que era verdadera. Y
preguntandole en que Convento queria, dixo: "Como yo sea Monja
aunque sea el mas estrecho Y nstituto." Y haviendo elegido el nuestro
procuraron muchas personas quitarle la vocacion, diciendo que era
mui aspero nuestro Y nstituto y mucha la abstracion que en el se
professaba. Y le añadieron muchas cosas que no son ciertas, pero su
Reverenda se mantubo siempre firme y constante.
De modo que hizo ynstancia para que la llevasen a la ciudad de
Victoria a poner su pretencion. Y den- [p. 208] tro de ocho meses,
haviendo muerto una Religiosa en nuestro Convento, la Señora su tia,
en cuya casa estaba, pidio a las Madres que fuese preferida su sobrina
a las otras Señoritas que tambien pretendian dicho lugar. Y no fue
menester mucho para ganar las voluntades, porque desde que la co­
nocieron se prendaron de su modestia, buen natural virtud, y <lemas
prendas naturales que reconocieron en la pretendente.
Y assi dispusieron con la mayor brevedad su yngreso, que fue el
dia 15 de febrero de 1729 años, teniendo de edad 16 años y 4 meses.
Y decia su Reverenda que al vestirla nuestro Santo Habito havia sido
tal el gozo de su Alma, que no lo pudo contener, por lo que le dixo la

:ff; "fachado.

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1 72 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Madre Abbadesa: "Niña, que te ha sucedido, que tan contenta estas".


A que respondio nuestra Madre: "Lo estoi porque he conseguido lo
que tanto deseaba".
En el discurso de su noviciado dio bastantes muestras de su virtud
por lo que se grangeo el amor de toda la Comunidad. Experimentada
esta de la docilidad de su genio y de las virtudes que le veian practi­
car, pronosticaron lo que havia de ser en lo de adelante.
Y assi con universal complacencia el año de 1730, dia 16 de febre­
ro, le dieron la Profession, la que hizo en manos de nuestra Madre
Theresa Brigida de Jhesus. que era actual Abbadesa. Y entonzes na­
die pensara que esta nueva Professanta havia de venir en su compañia
a la fundacion y que le havia de subceder en el enpleo de Abbadesa de
este Convento. Pues en aquel tiempo ni remotamente havia luzes ni
en mucho tiempo despues de que se hioese esta fundacion.
Luego que profeso comenzo a sen1 ir a la Religion en los Oficios
que la ocupaba y en <en> la labor de manos trabajando el talco con
gran primor por la avilidad que tenia para hacer esto.Juntamente ayu­
daba a las Hermanas de Velo blanco a el amasijo del pan, procurando
aliviarlas en este trabajo sin faltar por esto a nada del Coro ni a las
demas distribucciones en que fue exactissima, procurando [p. 209] ser
la primera en todos los actos de Comunidad. Y por esso siempre que
podia, antes que se empezase a tocar la canpana, se entraba a el Coro
para visitar al Santisimo y prepararse p:1ra las Divinas Alabanzas.
A los quatro años de haver professado muria la Madre Theresa
del Santisimo Sacramento, que fue su Maestra y reciprocamente se
havian amado mucho. Y ya se deja e11tender el sentimiento que le
causaria esta separacion. Pero sin emb;irgo de esta pena quiso, para
manifestar mas el amor y cariño que le tubo siempre, amortajar su
cuerpo. Y al tiempo de prenderle la tor:a teniendo la cabeza de la di­
funta arrimada al pecho como si estubi�ra viva, levanto el brazo dere­
cho y se lo echo al cuello a nuestra M ':ldre. La otra Religiosa que la
acompañaba, al ver semejante accion se asusto, de manera que se salio
de la celda y desde la puerta le gritab�: a su Reverenda: "¿Que haces,
Maria Francisca, que haces?". Y nuestra Madre, con gran serenidad,
le respondio: "Buelve aca, pues ¿que tiene esto?" 236
Y quando su Reverenda nos lo contaba nos extremeciamos al oyr
el pasaje, pero su Reverenda lo reíeria como si fuera cosa comun que
acaeciera a cada paso.

rn, Este signo de interrogación existe en el manmcrito, como también en esta parte hay
cierta puntuación (aunque no con mayúscula detrás del punto) y tendencias de dividir el
texto en partes menores. Esta autora w;a tambien guiones de esta manera: =

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 173

Haviendo edificado aquel Convento con su virtud y Religiosidad


por espacio de diez años, se movio, como queda referido en el folio
72 de este libro, la fundacion de este nuestro Convento y estando se­
ñalada ya otra Religiosa para quinta fundadora, el Señor movio los
corazones de modo que dejando a la otra, elegieron a nuestra Madre
como que su Magestad la tenia ya escojida para empresa tan ardua.
Los quatro años que estubieron nuestras Madres fundadoras hos­
pedadas en el Convento de Descalzas de la primera Concepcion de la
ciudad de Cadiz, se grangeo el amor de todas aquellas Religiosas por
lo edificadas que estaban por su virtud y Religiosidad. Y como no te­
nia mas de 26 años de edad la llamaban el Benjamín de la fundacion.
A poco tiempo de haver estado en dicho Convento emfermo gra­
vemente de dolor de costado, despues saranpion y ul- [p. 210] tima­
mente una fuerte sofocacion de pecho, tal que juzgaron los Medicas y
sus compañeras que allí quedaba, por lo que afligidas las Religiosas
Descalzas que les dalia mucho que su huespeda, a quien tanto amavan,
se les muriese. Y assi solo libraban su consuelo en pedir Oraciones
para que el Señor le concediese la salud y la vida.
Llegando un dia a aquel torno una Sierva de Dios que por su
gran virtud era venerada de toda la ciudad y encargandole mucho
aquellas Religiosas que pidiese a Dios el que no muriera nuestra Ma­
dre Maria Francisca. Dixo la Sierva de Dios: "No se aflixan ustedes,
que no ha de morir aqui por que la tiene el Señor escojida para la
fundacion de Mexico. Y alli ha de padecer muchos trabajos y aflic­
ciones." La experiencia mostro la verdad de Vaticinio, como adelan­
te se dira.
Salidas que fueron de la ciudad de Cadiz en el discurso de la
navegacion tambien padecía bastante, pero mucho mas quando des­
embarco en el puerto de Veracruz. Por que la mudanza del clima le
agravo sus emfermedades, especialmente la sofocacion de pecho, por
lo que creyo que le co[n]fiese la muerte en el Convento de Regina,
donde estaban hospedadas. Este le afligía sobre manera pareciendole
que quedaría allí enterrado su cuerpo, separada en todo de sus com­
pañeras.
Pero el Señor le concedía el que recobrandose al gun tanto pudiese
venir con todas a este nuestro Convento. Llegada que fue aqui excla­
mo: "Ahora Señor, llevame quando tu quieras porque ya he consegui­
do el venir con las demas." Aqui le siguieron sus emfermedades de
manera que mas de una vez se lleno la Comunidad de sobresalto, cre­
yendo que indefectiblemente perdía prenda tan amable.
Pero como nuestro Señor la guardaba para P relada la sano casi
milagrosamente y sin embargo aun antes de estar perfectamente bue-

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174 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

na, exercio los Oficios de Tornera y Portera mayor y dos años y dos
meses el de Maestra de Navicias, que para este efecto la quitaron del
torno por haverse emfermado gravemente la Maestra actual, que lo
era la Madre Juana Petronila. Despues bolvio por muchos años al Ofi­
cio de Portera y Tornera. Fue Consultora perpetua y el de Priora
exercio año y 4 meses, el que dejo porque entro de Presidenta por
haver muerto nuestra Madre fundadora T heresa Brigida de Jhesus.
Y haviendose concluido el trienio en la eleccion fue electa
Abbadesa, cuyo cargo obtubo 18 años con entera satis- [p. 211] faccion
de todos. Pues parecia haver sido echa para el mando y nacida para el
Govierno. Y con tan grande amor y humanidad que aun siendo su
Reverenda de genio serio se mudo de tal modo, que despues era toda
dulzura y suavidad con no poca admiracion nuestra, que haviamos ex­
perimentado lo contrario.

CAPilVLO VIGESIMOTERCERO [XXIX]

En que se prosiguen los sucessos de la vida de nuestra Muy Reverenda Madre


Abbadesa y fundadora. Y se da una breve noticia de sus virtudes

Luego que nuestra Madre hizo en su Profession los tres essenciales vo­
tos de la Religion, se aplico con la mayor exactitud a cumplirlos, como
lo conprueban los grandes exemplos que nos dio y varios propositos
escritos de su pufio, que se hallaron despues de su muerte. Su obedien­
cia fue estremada, pues no solo obedecía a sus Prelados y Preladas con
grande promptitud, pero aun a sus Hijas y Subditas, siendo Prelada,
con tanta sumission que nos causaba admiracion. Y esto no solo en cosas
de poca ymportancia sino aun las dificultosas y contrarias a su genio.
Al Sefior Confesor mayor obedecía, quando Prelada, ciegamente,
siendo assi que por esta causa se le originaron muchas vezes grandes
mortificaciones y dezasones, dentro y fuera del Convento, por lo que
todas estabamos persuadidas que sin duda le tenia echo voto de obe­
diencia, por el cuidado tan grande que tenia en no faltar en nada de
quanto le ordenava. Y si assi obedecia al que estaba en lugar de Dios
como obedecería a los preceptos y mandados de su Magestad, en que
fue exactissima procurando siempre lo mas perfecto y agradable a sus
Divinos ojos.
Su pobreza fue estremada pues era menester a fuerza de ruegos
hacerla vestir de nuevo. Porque a puros remiendos mantenía muchos
afias la ropa precisa. Y en sus emfermedades sentia mucho qualquiera
cosa que se hiciera para su alivio en todas materias. En la castidad

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174 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

na, exercio los Oficios de Tornera y Portera mayor y dos años y dos
meses el de Maestra de Navicias, que para este efecto la quitaron del
torno por haverse emfermado gravemente la Maestra actual, que lo
era la Madre Juana Petronila. Despues bolvio por muchos años al Ofi­
cio de Portera y Tornera. Fue Consultora perpetua y el de Priora
exercio año y 4 meses, el que dejo porque entro de Presidenta por
haver muerto nuestra Madre fundadora T heresa Brigida de Jhesus.
Y haviendose concluido el trienio en la eleccion fue electa
Abbadesa, cuyo cargo obtubo 18 años con entera satis- [p. 211] faccion
de todos. Pues parecia haver sido echa para el mando y nacida para el
Govierno. Y con tan grande amor y humanidad que aun siendo su
Reverenda de genio serio se mudo de tal modo, que despues era toda
dulzura y suavidad con no poca admiracion nuestra, que haviamos ex­
perimentado lo contrario.

CAPilVLO VIGESIMOTERCERO [XXIX]

En que se prosiguen los sucessos de la vida de nuestra Muy Reverenda Madre


Abbadesa y fundadora. Y se da una breve noticia de sus virtudes

Luego que nuestra Madre hizo en su Profession los tres essenciales vo­
tos de la Religion, se aplico con la mayor exactitud a cumplirlos, como
lo conprueban los grandes exemplos que nos dio y varios propositos
escritos de su pufio, que se hallaron despues de su muerte. Su obedien­
cia fue estremada, pues no solo obedecía a sus Prelados y Preladas con
grande promptitud, pero aun a sus Hijas y Subditas, siendo Prelada,
con tanta sumission que nos causaba admiracion. Y esto no solo en cosas
de poca ymportancia sino aun las dificultosas y contrarias a su genio.
Al Sefior Confesor mayor obedecía, quando Prelada, ciegamente,
siendo assi que por esta causa se le originaron muchas vezes grandes
mortificaciones y dezasones, dentro y fuera del Convento, por lo que
todas estabamos persuadidas que sin duda le tenia echo voto de obe­
diencia, por el cuidado tan grande que tenia en no faltar en nada de
quanto le ordenava. Y si assi obedecia al que estaba en lugar de Dios
como obedecería a los preceptos y mandados de su Magestad, en que
fue exactissima procurando siempre lo mas perfecto y agradable a sus
Divinos ojos.
Su pobreza fue estremada pues era menester a fuerza de ruegos
hacerla vestir de nuevo. Porque a puros remiendos mantenía muchos
afias la ropa precisa. Y en sus emfermedades sentia mucho qualquiera
cosa que se hiciera para su alivio en todas materias. En la castidad

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 175

parecía un Angel, pues jamas en todo el tiempo que la tratamos no se


le noto accion, palabra ni obra que no respirase pureza. Y le clava en
rostro si los de fuera decían al guna cosa del vicio contrario.-,
De la virtud de la Religion dio varios exemplos, pues a mas de que
[p. 212] zelava tanto el Culto Divino su Reverenda siempre estaba
tributandole varios obsequios, como lo comprueban los apuntes que
se hallaron. Y ellos muestran con evidencia que vivía en continua pre­
sencia de Dios. Y se puede decir con verdad que a cada respiracion
repetía una fervorosa jaculatoria a nuestro Señor y a nuestra Señora,
de quien fue devotissima, especialmente en el misterio de su primera
Concepcion y en el paso de su soledad a la que esta en la escalera.
Le tenia encomendados todos sus negocios propios y de la Comu­
nidad y allí pasaba muchos ratos del dia y de la noche, tributandole
aquellos obsequios, que su devocion le dictaba. En uno de sus apuntes
dice assi: "Yo te ofresco, Señora, no faltar a todas las devociones que
en obsequio tuyo tengo establecidas con el mayor afecto que pudiere,
especialmente el voto que te tengo echo. Y te pido Madre piadosissima
me favorescas para executarlo todo."
No sabemos que voto fuesse este, que le tenia echo a nuestra Se­
ñora, porque era exactissima en ocultar las cosas de su ynterior. Lo
que si observabamos que ni aun estando emferma omitía sus devocio­
nes diarias. Y que en todas las festividades de nuestra Señora se pre­
paraba nueve días antes con muchos y mui tiernos obsequios y
mortificaciones, especialmente para la Natividad de nuestra Señora.
A mas de los acostumbrados hacia en los 9 días el ajuarito, que
assi le llamaba de la ropita de la Niña. Este se componía de lo si guien­
te: Por camisita 33 Misas y en los nueve días las gotas de cera en los
brazos; por mantillas 33 disciplinas y nueve Rosarios de quinze miste­
rios; por faxa 33 horas de cilicio y tres comuniones; por gargantilla 33
actos de amor de Dios y 33 Ave Marias; por pulseras 33 actos de hu­
mildad y otras tantas "Ave Maris Stellas"; por pañuelito 33 actos de
contricion y otras tantas antiphonas "Nativitas tua"; por colchonsito
33 Salves y otras tantas horas de agenjos; por sabanitas 33 actos de
Fee y otras tantas el himno "O Gloriosa Virginum"; por almohada 33
actos de esperanza y otras tantas la antiphona "Jota Pulchra"; por dijes
33 actos de conformidad con la voluntad de Dios y otro tanto la
antiphona "Sub tuum presidium"; por cuna 33 actos de conocimiento
propio y otras tantas la antiphona "Sancta Maria Sucurre Miseris".
Assi mismo las quinze pradas antes de la Assumpcion de nuestra
Señora, nin gun año las omitía, como ningun dia dejo de rezar el Ro­
sario de quinze misterios. Y luego que entro de Presidenta establecía
su Reverenda que en todas las octavas de nuestra Señora se canten,

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176 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

como has- [p. 213] ta ahora se observa, cinco Ave Marias a las cinco
letras del Divisimo nombre de Maria antes de tocar a silencio en la
sala de lavor.
Fue tambien devotissima de los Santos Angeles y particularmente
del Archangel Señor San Mi guel. No se pasaba dia sin que le tributara
algun obsequio. De nuestras Santas Madres fue tambien mui grande
el amor y devocion con que las amaba y obsequiaba. Y a otros muchos
Santos y Santas que para cada uno de los de su especial devocion tenia
repartidas las horas del dia y de la noche, para que la acompañasen y
favoreciessen en todas sus necessidades y peli gros velando y durmien­
do, que assi lo dice el papel que se le hallo.
Y haviendo muerto su Reverenda a los dos y media de la madru­
gada buscamos que Santos tenia para esa hora. Y hallamos que eran
San Francisco Xavier y Santa Margarita virgen y Maria. En el Coro era
raro el exemplo que nos clava con su fervor y el silencio, compostura y
puntualidad y devocion con que estaba.
En la charidad para con Dios fue eminentissima. Siempre estaba
haciendo actos de amor de Dios y le dolian mucho las ofensas que se
hacian contra su Magestad y contra la Yglesia, pues fue mucha parte
para consumirla las noticias que vinieron de que en el Ymperio ivan
extin guiendo las Religiones, por cuya causa fueron muchos los desve­
los y lagrimas. Y por ello hacia continuas plegarias y mortificaciones.
No fue menor su charidad para con los proximos, porque le dolian
mucho las necessidades que padecian. Las Espirituales procuraba re­
mediar con oraciones y las corporales con limosnas. Su prudencia y
sufrimiento fue admirable, que si se pudieran referir muchos casos,
havia bastante que decir en el particular.
En la observancia y gu arda de nuestra Santa Regla fue exactissima,
cumpliendo puntualmente no solo lo esencial de ella sino aun lo mas
minimo. Su silencio fue admirable en todo tiempo y lugar, como lo
prescribe nuestra Santa Regla. Y en tantos años como la tratamos mui
rara vez se lo oyo levantar la voz, porque solamente pidiendo el caso
por urgente reprehencion lo ha- [p. 214] cia. Su mortificacion fue tan
rara que jamas dixo si estaba dulce o amargo, bien o mal sazonado, lo
que comia, ni nunca pidio lo que apetecia sino que comia lo que se
daba. Y si de esta iva algo bueno le echava azivar 237 que para esso
siempre tenia prevencion.
Y desde que tomo nuestro Santo Abito se acostumbro a comer solo
por conservar la vida, sin tomarle jamas gusto a lo que comia. De con-

237
Azivar = Acibar, acibarar; echar acibar en algu na cosa para ponerla amarga. Viene
de la palabra Acibar. Lat. Aloe quid inspergere (Diccionario de Autoridades).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 177

tinuo traia en la boca cabalonga 238 o agenjos, especialmente los vier­


nes. Y en estos dias y en los nueve de las Navenas de nuestra Señora y
otros de su devocion se echaba, por ymitar a nuestra Madre Santa
Brigida, gotas de cera ardiendo en los brazos. Y luego se refregaba las
ampollas para hacer mas dolorosa la llaga.
Hasta entrar en los setenta años de su edad no dejo nin gu n dia la
disciplina a las quatro de la mañana. Y muchos dias eran tres las que
tomaba. Y los cilicios traia por muchas horas a ymitacion de Santa Rosa
de Santa Maria. Era su cama completa de visarros y soquetitos des­
igu ales y esto no lo percivio nin guna hasta despues de su muerte, que
entonzes se le hallaron. Y asperissimos cilicios y cordeles llenos de nu­
dos con que atormentaba su cuerpo.
En los primeros años de Religion se dio con tanto rigor a la peni­
tencia, que perdio la color. Y llego a confessar a su Padre Espiritual
que dos vezes penso sofocarse en aquel tiempo, por lo apretado que
tenia los cordeles. En todo lugar que estubiera hallaba yndustria su
fervor para mortificarse.
El desprecio de si misma era tan grande que en sus acciones y pa­
labras se conocia. Y algunas vezes que reflexaba en la estimacion y apre­
cio que sus Hijas y los de fuera que la conocian le hacian a su persona,
clamaba a su amado Jhesus y le decia enternecida: "Señor, ¿Que es
esto que haces conmigo? ¿Que me quieres pagar en esta vida, lo nada
que yo e echo? No Señor, no Señor".
Estaba admirada y solia decirnos con frequencia, que siendo su Re­
verenda una pobresilla sin capazidad ni talentos la havian elegido y re­
elegido tantas vezes por Prelada. Nosotras le deciamos que por Provi­
dencia Divina le havia el Señor conservado la vida para que lo fuesse.
Pero como su mas regalada y querida virtud fue la humildad a ymitacion
de su Santo Patrono de baptismo San Francisco de Assis, qualquiera
honrra que se le hacia le afligia sobremanera teniendose por indigna.
Y desde los primeros años de Religiosa se impuso en la abnegacion
[p. 215] de si misma y desprecio de su persona. Y por eso en las
mortificaciones que se le ofrecieron antes de ser Prelada, y en el tiempo
que lo fue, las llevaba con tanta resignacion, que solo a las de su con­
fianza nos decia con grande Paz y serenidad: "Bien me pronostico aquella
Sierva de Dios de la ciudad de Cadiz, que me tenia nuestro Señor guar­
dados muchos trabajos en Mexico." Todo lo tolero su Reverenda con
grande paciencia y resignacion que nos edificaba al ver su sufrimiento.

m Cabalonga = Haba de San Ignacio. Cierto arbusto logoniáceo de Filipinas que tiene
flores blancas de olor de jazmín y cuyas semillas contienen estricnina y se emplean en medi­
cina (M.M.).

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178 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

CAPI'TVLO VIGESIMOCUARTO [XXX]

De la ultima emfermedad, muerte, entierro y honrras de nuestra Madre Maria


Francisca de jhesus

Acercandose ya a los 70 años de su edad quiso nuestro Señor purifi­


carla mas, augmentandole la sofocacion del pecho que havia padeci­
do. Y tambien experimentava unos fuertes dolores especialmente en
las piernas, aunque no por esso afloxo un punto de la sequela Re gular
ni en sus diarias devociones y mortificaciones.
Y parece que nuestro Señor, con el crisol de la emfermedad, quiso
que resplandeciesen mas sus virtudes, pues estando bastantemente
aquejada con la continuacion de sus emfermedades y mas del ahogo
del pecho, que este era tal, que a las mañanas, quando se le metía el
desayuno, la hallaban de manera que parecía estaba agonizando se­
gun lo que le hervía el pecho. Temerosas las Religiosas de que no le
susediese alguna cosa o la ahogase aquel material que le ocacionaba
este estrepito, le suplicabamos que admitiese alguna que durmiese en
su celda por si se le ofrecía algo. Pero jamas quiso dar esta molestia a
nin guna, que nos era de bastante desconsuelo por el cuidado con que
todas nos acostabamos temiendo no hallarla muerta.
Y era tal su fervor, que aun estando de este modo quería todos los
días levantarse a las quatro de la mañana a la oracion y fue necessario
se lo mandara el Señor Confesor. Mas como tan obediente a sus pre­
ceptos se rindio a la obediencia. Pero los días de Comunion no lo escuso
hasta su ultima emfermedad. Pues el jueves 25 de septiembre se le­
vanto a comulgar con bastante trabajo, como nos lo dijo a al gunas. Y
eran tales los dolores que por si sola no podía levantarse, quando se
sentaba. Y era menester ayudarla para que lo pudiera hacer. Assi paso
. .
Jueves y viernes.
Y el sabado 27 amanecía ya tal que aunque se vistio, o por mejor
decir, la vistieron por darle [p. 216] este consuelo, porque era su ansia
irse a oyr la Misa de Prima. Y para sosegarla un poco la Emfermera le
dixo que iría a la Misa de Tercia, aunque esta bien conocía que no
estaba su Reverenda en positura de salir. Y antes que fuera hora se
procuro que viniera el Medico, para que diciendole este que no era
posible el que saliera, desistiese de este yntento.
Venido que fue el Medico dipuso nuestro Señor, para mayor pena
nuestra, que se le taparon los ojos. Pues conociendole todas la fiebre
tan a guda que tenia, el no se la conocía y dixo que estaba sin calentu­
ra. Y solo ordeno que la sangraran del brazo para que tubiera al gun

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 179

desahogo en el pecho. En efecto se sangro y a penas paso una hora


quando se le salto sin haver havido motivo para ello. Porque la fuerza
de la sangre que rebentaba por salir broto con tal ympetu, que el Abito,
saya y toda su ropa se le empapo. Y creimos que esto le sirviera a su
Reverenda de al gun beneficio por la fiebre que conociamos tenia.
Pero no fue assi, pues ya para la tarde fue menester meterla en la
cama y se le hicieron varios medicamentos caseros. La noche la paso
mui mala. Y a la mañana que vino el Medico ya le conocio la fiebre
tan grande y que era maligna. Con esto entro en cuidado y bolvio a la
tarde en la que la hallo tan agravada que al instante la mando dispo­
ner. Y se le administraron los Santos Sacramentos, los que recivio con
gran tranquilidad y mucho fervor. Al otro dia 29 viendola que por ins­
tantes se agravaba mas, se dispuso hubiese junta de Medicas, pero nin­
gu no dio esperanzas de su vida por lo a gudo y maligno de la fiebre.
Sin embargo le ordenaron varios medicamentos y causticas que
estos al principio, quando le ampollaron, nos clavan al guna esperanza
por lo mucho que le purgaban, pero presto la perdimos por que la
fiebre no le bajaba, antes iva subiendo hasta el ultimo grado. Y ya el
dia 1 de octubre por la tarde se le administro la Santa V ncion. Y a la
noche se le dijo la recomendacion de la Alma con assistencia de toda
la Comunidad, la que se deshacia en lagrimas por la perdida de una
Madre tan amante y zelosa de la observancia.
En el resto de la noche le dieron varios parasismos hasta las dos y
media de la mañana, que con gran Paz y tranquilidad entrego su Alma
al Señor que la crio, a los 71 años menos dos dias de su edad, siendo
la ultima [p. 21 7] palabra que hablo su Reverenda: "Vengan todas las
tropas celestiales".
No ay vozes con que explicar el sentimiento de toda esta Comuni­
dad por ni havia quien tubiera animo para vestirla al verla difunta y
ya sin el consuelo de poder oyr sus palabras, con que nos regia y go­
vernaba. A la verdad fue este paso sumamente doloroso, pues como
ya no quedaba ninguna de nuestras Madres fundadoras, se redoblo
mas nuestra pena por la horfanidad en que quedabamos de tan
ynsignes Madres.
Su entierro se hizo con la mayor solemnidad. Para esto se convi­
daron a muchos Sacardotes y personas de distincion, por que se
ymprimieron mas de 300 cartas y esquelas que firmaron la Madre Prio­
ra, el sobrino de nuestra difunta Madre, Don J oseph Ygnacio Ortiz de
Salinas y el Sef1or Confesor mayor del Convento, Doctor Don Gregario
de Omaña y el Señor Patron, Don Manuel de Mendivil y Aguirre.
El dia 3 a las 6 de la mañana del referido mes de octubre, bajo la
Comunidad processionalmente, conforme a nuestras constituciones,

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180 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

de la celda Abadesal al Coro bajo el venerable cadaver, para que vinie­


ran las Comunidades de las Sagradas Religiones a cantarle responsos
y quedarse a assistir a el entierro. A las de Santo Domingo, San Fran­
cisco, San Diego y San Augu stin convido este Convento con la limosna
de 12 pesos 4 reales. La Comunidad de nuestra Señora de la Merced
vino de gratis, por la Hermandad que tiene con esta. La de los Padres
Betlehemitas vino de Oficio, por la veneracion y cariño que tenia a
nuestra amada difunta Madre, el Reverendisimo Padre General Fray
Juan Angel de San Ygnacio.
Fue tanto el concurso de gente que no cabia en nuestra Yglesia,
por lo que fue forzoso poner Soldados de guardia para evitar los des­
ordenes que acaciana la multitud en tales ocurrencias.
A las 9 comenzo la Capilla de la Cathedral una vigilia solem­
nissima, a que se siguio la Misa de cuerpo presente, la que canto
uno de los Padres Capellanes, por que el Señor Confesor estaba en
el cuerpo del duelo.
Acabada la Misa entro a hacer el Oficio de la sepultura el Señor
Dean Doctor Don Gregario Meoño con Cruz y Ciriales y muchos Se­
ñores Sacerdotes con sobrepelliz. 239 Quatro Capellanes del Coro de
Cathedral cargaron el cuerpo [p. 218] y lo sacaron del Coro, yendo
delante los otros Sacerdotes cantando con mucha gravedad y pausa,
por que no canto nada la Comunidad. Esta les presidio en esta forma:
Dieron buelta al Claustro principal haciendo una breve pausa en sus
quatro angulas y bolviendo al Coro lo pusieron sobre la mesa de don­
de lo havian tomado.
Y se prosiguio con el Oficio de la sepultura. Pero al tiempo de cla­
var el cajon fueron tales los sollosos de la Comunidad, que a todo el
concurso le dio gran lastima su sepulchro. Es el ultimo de arriba de
los tres que estan pegados a la Craticula, enzima del de nuestra Muy
Reverenda Madre Abbadesa Theresa Brigida de Jhesus, su antecessorá.
Ambas descanzen en Paz.
El dia 6 del mismo mes de octubre nombro el Señor Arzobispo
Presidenta que acabase el trienio, pues solo havian pasado cerca de
onze meses de la eleccion. Se dispusieron las honrras para el dia 4 de
diciembre, convidando para el Sermon al Señor Bachiller Don Ma­
nuel Games, tercer Confesor del Conbento, quien con especial com­
placencia se encargo del, dicho dia 4 desde bien temprano hasta la
hora que comenzo la vigilia. Pago esta Comunidad muchas Misas de a

:i:iii Vestidura de tela blanca fina de mangas anchas, que se ponen sobre la sotana los
que celebran o ayudan en las funciones de iglesia, legos o eclesiásticos (M.M.).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 181

peso. Y otros muchos Eclestiasticos la dijeron sin estipendio por solo


afecto que le tenian a su Reverenda.
La funcion funebre se hizo con el mayor lucimiento y con la mis­
ma pompa que el funeral. Tambien se ymprimieron cartas para convi­
dar a la gente mas granada de la ciudad y a todas las Religiones. Y
para ympedir el que entrara la plebe se pusieron Soldados de guar­
dia. En el medio de la Yglesia se puso la tumba con 16 achas y otros
tantos cirios, ardiendo al mismo tiempo las velas en todos los Altares y
en las manos de las Religiosas, que cubiertas con velo y puestas en
orden assistiamos en el Coro bajo, estando corrido el velo de la reja y
quitado el rayo.
A las 9 de la mañana comenzo la vigilia que duro mas de una hora,
siendo la Capilla de la Cathedral la que la canto. El Señor Confesor
mayor, Doctor Don Gregario Omaña, que entonzes se hallaba
T hesorero de esta Santa Yglesia, despues fue Chantre y Arcediano y
en el dia es Obispo de la ciudad de Antequera, valle de Oaxaca, este
Señor, por estar en el cuerpo del duelo, no canto la Misa. Pero convi­
damos al Señor Doctoral Doctor Don Ygnacio Bey e de Cisneros.
Acabada la Misa comenzo el Sermon en que por espacio de una
hora hizo el Orador pa- [p. 219] tentes al discreto auditorio las mas
solidas virtudes de nuestra difunta Madre. Y al oirselas referir todas
nos bañabamos en lagrimas. Con los ultimas responsos se dio fin a
las honrras, mas no a nuestro sentimiento. Conservamos para nues­
tro consuelo dos retratos de su Reverenda, un bosquejo 240 pare­
cidisimo a su original que esta en el archivo enzima de la ventana y
el otro en la sala de labor.
Y por que no podemos dejar en silencio las demas alhajas que au­
mento en el tiempo de su Govierno, fuera de las que se expresan en el
capitulo 27, nos ha parecido expresarlas aqui, y son las siguientes:
Quatro acheros de plata y los dos pedestales de los ciriales de la
misma materia, los quales tubieron de costo 7997 pesos 4 reales.
Tambien mando hacer su Reverenda la vara de plata con Cruz de lo
mismo, para el estandarte que sirve en los Habitas, que con cinco va­
ras de tela para las caidas flueco 241 y galon, ymporto todo 225 pesos 2
reales. Tambien hizo su Reverenda un Terno bordado sobre gama de
plata para las fiestas de nuestras Santas Madres. Mando hacer dos
yncensarios de moda, quedando el viejo que antes servia. Costaron 46
pesos 6 reales. Tambien hizo la peana del Santo Niño Esposo de plata,
y de la misma materia las dos de las Santas Madres, que estan en el

21º Dib�jo hecho sólo con los tratos fundamentales y sin precisión (M.M.).
211 Ahorafleco (M.M.).

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182 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Coro. En el coloco su Reverenda una ymagen muí hermosa de la pri­


mera Concepcion, que dio la Señora Marqueza de Salvatierra. Y nues­
tra Madre le mando hacer su corona de plata sobredorada. El nicho
en que esta colocada lo costeo el Doctor Don Manuel de la Borda. Y
otras menudencias que hizo su Reverenda assi en la Yglesia y Sachristia
como en las <lemas oficinas del Convento, que por evitar prolixidad
no se expresan.
Pero lo dicho es suficiente para manifestar el cuidado y esmero
assi del Culto Divino como de lo <lemas que era necessario en el Con­
vento, por lo que le vivimos muí agradecidas y deseamos que las veni­
deras vivan en este reconocimiento. Y con esto concluiremos la relacion
del estado en que dejo este Convento nuestra difunta Madre Abbadesa
Maria Francisca de Jhesus, que en Paz descanze.
Deseamos tambien que se perpetue en la memoria de todas, ya
que arriba hicimos mension de nuestro ynsigne bienechor, el Doctor
Don Manuel de la Borda, como este buen Sacerdote, dos años antes
que muriese nuestra Madre Maria Francisca, dio de limosna quinien­
tos pesos en cada un [p. 220] año. Y lo sigu io dando los ocho años
si guientes, hasta que Dios se lo llevo. Fabrico la hermosa Capilla que
tenemos en la huerta con todo el adorno que tiene. Dio la colgadura
de damasco con galones de oro, la con que se cubre el Altar mayor los
dias de nuestras Santas Madres.
Enlozo el patio que llamamos de la Sachristia y le hizo su pila en
medio. Levanto la pila que esta en medio del jardín para que se pu­
siesen cañones a fin de que se repartiera el a gua para que sin trabajo
de acarreo se regaran los arreates.
En las mas de las oficinas echo vidrieras. Evigo de nuevo con ta­
blones el piso del Torno. Todo esto hizo en vida de nuestra Madre
Maria Francisca y despues que muria su Reverenda, si guio dando los
500 pesos. Y nos hizo los baños, las necessarias de arriba y de abajo, la
emfermeria y para esta un armario 242 grande de madera. Metio el pe­
dazo de la cozina y le hizo el brazero y boveda que tiene. Hizo tejados
a las ventanas de las celdas para el res guardo del sol y de las lluvias.
Tambien costeo el que se metiera un quarto, que estaba afuera, enzi­
ma de la portería que servia para los Padres. Y se hicieron los tres
quartitos que estan en el Coro.
Tambien costeo la obra de la eleccion que le cojio en Mexico, qui­
to el caracol que estaba en el locutorio. Y subia para el quarto de arri­
ba y le puso escalera mas cornada para que con menos trabajo se baja-

212 Ms. almario.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 183

ra y subiera. Y otras varias cosas nos costeo que no fueron pocas, hasta
que nuestro Señor se lo llevo el dia 3 de octubre del año de 1791, a
darle el premio de su ynsigne charidad como esperamos, de la bon­
dad de Dios que le habra pagado los muchos benificios que nos hizo.
Tambien deseamos quede para perpetua memoria lo mucho que
trabajo y ayudo en la fundacion y despues a nuestras Madres fundado­
ras la Reverenda Madre Ysabel Antonia de Señor San Miguel. Nacio
esta Religiosa en la hazienda de Pomaguaro [en Patzcuaro] en el Obis­
pado de Michoacan el dia 11 de henero del año de 1715. Fueron sus
padres Don J oseph de Villaseñor y Ortega y su madre Doña Ynacencia
[Paula] Ortiz Cortez, ambos de distinguida nobleza. Su padre fue so­
brino del Exelentisimo e Yllustrisimo Señor Don Juan de Ortega, pri­
mero Obispo de Michoacan y despues Virrey y Arzobispo de Mexico.
[p. 221] Merecio la niña mas amor y ternura que los otros hijos,
por haver sido la primera que tubieron sus padres. Estos le dieron una
educacion mui Christiana y hasta lo[s] 20 años se mantubo sin pensa­
miento alguno de ser Monja. Pero el Señor, que ya la tenia escogida
para que lo fuera, le dio un desengaño con la muerte de una prima
suya, que en la flor de su edad en pocos dias se desaparecio de una
fiebre aguda. Como las dos se amaban tanto y la difunta era mui ale­
gre y graciosa y se mantubo en su misma alegria en los primeros dias
de su emfermedad, viendola de esta manera no creian los de su casa
ni la emferma que se havia de morir. Pero de repente se agravo de tal
modo, que se puso como un tronco y a poco muria.
Esto la conpungio de manera que luego determino el entrar en
Religion y que fuera de la mas estrecha. Para este efecto emprendio el
viaje de Paztquaro 243 hasta esta ciudad con vivissimos deseos de verse
en el Claustro Religioso. Y para esto puso su pretencion en el Con­
vento anti gu o de Santa T heresa. Y aunque a las Religiosas les agrada­
ba la pretendenta por su gran capazidad y prendas y le daban espe­
ranzas ciertas de su admission, nuestro Señor, que ya la tenia escogida
para este Convento, permitio su Magestad 244 que por dos vezes que
hubo vacante fueron otras admitidas.
Viendo que no lo conseguia determino volverse a Paztguaro. Pero
su Confesor le dijo que primero hiciese una Novena al Santo Christo
renovado que se venera en aquella Y glesia. Y le pidiera que les
ynspirara a ambos lo que fuera mas conveniente. Luego puso por obra

213 Metátesis por Pátuuaro.


211 nuestro Señor[. . .] permilio su Magestad, �jemplo de anacoluto, es decir que la estructura
oracional no se desarrolle lógicamente, o no se concluye el razonamiento (véase Sifvert
1992:53).

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184 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

con el mayor fervor la dicha Novena. El dia que la acabo fue a dar cuen­
ta a su Confesor. Este le dijo: 245 "El dia de ayer entraron en esta ciudad
las fundadoras de una Religion estrechissima, con que parece que el
Señor de Santa Theresa te ha oydo. Ve al convento de Regina, que alli
estan hospedadas, y pon tu pretencion", decia su Reverendo que como
si nuestro Señor se lo huviera dicho, assi fue el gozo que sintio.
Y a las dos dias fue al Convento de Regina y estubo con nuestras
Madres fundadoras, las que luego la admitieron con mucha benevo­
lencia. Porque conocieron sus grandes prendas y capacidad de [p.222]
que Dios la doto. Y deseavan que fuera la primera que tomara nuestro
Santo Habito. Pero por ser preciso el atender a una prima hermana
de la Señora fundadora, 246 despues de ella lo tomo la Madre Ysabel el
dia 5 de henero del año de 1744.
Desde el noviciado comenzo a servir a la Religion. Pues aunque
estaba separada el noviciado, las Madres siempre la ocupaban en lo
que se ofrecia de escrivir y coser. Y como era tanto el Zelo de la obser­
vancia que desde Novicia tubo, las otras Novicias, sus compañeras, se
recataban de hacer en su presencia qualquiera cosa menos arreglada. Y
casi le tenian el mismo respecto que a la Madre Maestra. Con el mismo
tezon y fervor que empezo su noviciado lo concluyo. Y le sirvio de gran
mortificacion a los grandes deseos que tenia de profesar el no poderlo
hacer a su tiempo por no estar dedicada nuestra Y glesia. Y por este
motivo no hizo su profession hasta el dia 26 de marzo del año de 45.
A pocos dias de haver professado la sacaron del noviciado para
ponerla de 2a Sachristana, 2a Depositaria y Guarda de hombres. 247
Hizo estos Oficios con el mayor esmero y a todos clava cumplimiento
procurando siempre no faltar a la sequela Religiosa. Y desde entonzes
zelaba el que las demas acudiessen promptas al toque de la canpana.
En la primera eleccion que se celebro en este Convento, el año de
48, la hicieron Depositaria mayor quedando tambien en el Oficio de
2a Sachristana. Que este lo exercio hasta el año de 54 y en el de De­
positaria continuo hasta la muerte, excepto 3 trienios en que por ser
Priora descanzo de este Oficio. Fue la primera Subpriora criolla y sin
embargo de que actualmente era Depositaria mayor no faltaba ni al
Coro ni a la sala de lavar. Porque solo despues de V isperas se ocupaba
en las cosas del deposito, porque si se ofrecia entre dia, embiava a su
compañera para no faltar del Coro ni de otro acto de Comunidad.

215
Este le dijo[. ..}, decia su Reverendo, también ejemplo de anacoluto.
216Debe haber sido la sobrina del fundador, Francisca Antonia de Santa Gertrudis, que
entró en la comunidad el 25 de octubre de 1743.
217 Guarda
de hombres; monja que acompaña a los hombres que visitan un convento,
para cuidar de que sea observada la debida compostura (M.M.).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 185

Quando cumplio los 5 años del Abito, que ya tubo voto, la hicieron
Consultora. Y lo fue perpetua hasta que murio.
Quando fallecio nuestra Reverenda Madre T heresa Brigida [p. 223]
de Jhesus, que entro de Presidenta nuestra Madre Maria Francisca de
Jhesus, que era actual Priora, nombro de Priora al dia siguiente a la
Madre Ysabel. Y no ay palabras con que ponderar la exactitud con
que cumplio con este Oficio. Porque como era tan grande su Zelo pro­
curaba la observancia en todas y que no se faltase ni en un apice a
todo lo que ordena nuestra Santa Regla. Y como su Reverenda no solo
de Priora sino desde que tomo el Santo Abito siguio con tanto tezon el
cumplimiento de todas sus obligaciones que no faltaba en lo mas
mínimo, porque toda su vida fue observantissima y assi de Priora iva
adelante con su exemplo. Y en todo siguio las huellas de nuestras Ma­
dres fundadoras y cumplio con el Oficio se gun vio el como sus Reve-
rendas lo havian exercido.
Nuestro Señor la doto de grandes talentos y capacidad y por esso,
desde que professo, ayudo no solo en lo material de las obras que ha­
cia sino tambien en los negocios que se ofrecían. Porque como eran
patentes sus talentos nuestras Madres le tomaban parecer conociendo
que siempre era acertado y enderezado al Servicio de Dios y de la
Religion, porque jamas se noto en su Reverenda que, por complacer a
alguna criatura, diera dictamen en contra de lo que juzgaba era en
Dios y por Dios, aunque se le originara por ello algunas contradiciones
y dis gustos.
Estos los llevo siempre con tanta serenidad que daban bien a mostrar
su humildad en semejantes lanzes. Pues nunca dio muestras de senti­
miento, aunque conociera que era en desprecio de su persona, y si al gu­
na vez se ofrecía por algun motivo el que refiriera algun pasaje a alguna
de las de su confianza, nunca se le oyo que dijese de las personas ningu­
na palabra ofensiva, porque su virtud fue mui solida y mui estable.
Pues las devociones que tenia nunca las omitía, ni por ocupacion
ni por emfermedad, y mucho menos las que le obligaban por nuestra
Santa Regla. Y estando ya gravemente emferma de diarrea y man­
dandole el Medico que comie- [p. 224] ra de carne y dejara el ayuno,
no se pudo conse guir. Y quando solo le faltaba poco mas de un mes
para morir y estaba ya mui postrada, se esforw a hacer la Vispera de
la Assumpcion de nuestra Señora el ayuno a pan y agu a.
Todas esperabamos, se gun la vimos, que le diera algun accidente,
mas por yntercession de su proctetor 248 y Abogado, San Gregario el
Magno, salio con bien aunque con mucho trabajo por la suma devilidad

2111 Metátesis por protector.

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186 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

que tenia a este Santo. Le tubo especial devocion y diariamente le pedia


le alcanzase las fuerzas necessarias para cumplir con los preceptos de
la Yglesia y de nuestra Santa Regla hasta la muerte, lo que el Santo le
concedio. Pues no se rindio a la cama hasta que el Medico la mando
disponer, que fue el dia 11 de septiembre.
Porque hallandola tan agravada aquella mañana y que aun estaba
en pie, temio no se accidentara, de manera que le parara en algun deli­
quio que le acabara presto. Y assi fue forzoso el que se acostara para
administrarle los Santos Sacramentos, los que recivio con gran fervor y
devocion de su Espiritu. Y desde este dia hasta la vispera de su muerte
comulgo todos los dias, porque pidio al Señor Confesor le diera este
consuelo. Y como dicen, sacaba fuerzas de flaqueza para pasar sin to­
mar nada en la noche por no privarse de este alimiento Divino.
El dia 23 del referido mes de septiembre entrego su Alma al Se­
ñor a las seis de la mañana, a los sesenta y siete años y ocho meses de
su edad y de Religion 38 años, ocho meses y diez y nueve dias, dejan­
do a toda esta Comunidad bastantemente penada por su falta, pero
con grande esperanza de que nuestro Señor le havia de premiar lo
mucho que trabajo en este Convento y las virtudes heroicas que exercito
en toda su Religiosa vida y el gran Zelo que tuvo de la observancia,
por lo que hasta oy dia lamentamos su falta.
Pórque perdio esta Comunidad, en la Madre Ysabel, una gran
colomna que la sostenia con su exemplo, Zelo y vigilancia, pues fue
un vivo retrato en todo de nuestras Madres fundadoras.

CAPilVLO VIGESIMOQUINTO [XXXI]

En que se da una breve noticia de las virtudes de la Hermana Jazintd


de Santa Barvara

N acio esta Religiosa en el lugar de Zurbito en el condado de Trebiño


el dia 11 de septiembre del año de 1702. Fueron sus padres Don Juan
Baptista de Migu el y Doña Josepha de Caray, ambos de distinguida
nobleza. Su padre era familiar de la ynquicission de Logroño.
Siendo de muy tierna edad le falto el abrigo de su madre. Pero su
abuela paterna le dio una educacion muí Christiana. Y juntamente le
hizo aprender todo lo necessario a una niña bien nacida. Siendo ya de
catorze o quinze años le dio nuestro Señor vivos deseos de ser Religio­
sa Brigida. Su padre, por ver si era verdadera su vocacion, se hacia
desentendido a las instancias que le hacia, a que la llevase a nuestro
Convento de la ciudad de Victoria a poner su pretencion.

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186 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

que tenia a este Santo. Le tubo especial devocion y diariamente le pedia


le alcanzase las fuerzas necessarias para cumplir con los preceptos de
la Yglesia y de nuestra Santa Regla hasta la muerte, lo que el Santo le
concedio. Pues no se rindio a la cama hasta que el Medico la mando
disponer, que fue el dia 11 de septiembre.
Porque hallandola tan agravada aquella mañana y que aun estaba
en pie, temio no se accidentara, de manera que le parara en algun deli­
quio que le acabara presto. Y assi fue forzoso el que se acostara para
administrarle los Santos Sacramentos, los que recivio con gran fervor y
devocion de su Espiritu. Y desde este dia hasta la vispera de su muerte
comulgo todos los dias, porque pidio al Señor Confesor le diera este
consuelo. Y como dicen, sacaba fuerzas de flaqueza para pasar sin to­
mar nada en la noche por no privarse de este alimiento Divino.
El dia 23 del referido mes de septiembre entrego su Alma al Se­
ñor a las seis de la mañana, a los sesenta y siete años y ocho meses de
su edad y de Religion 38 años, ocho meses y diez y nueve dias, dejan­
do a toda esta Comunidad bastantemente penada por su falta, pero
con grande esperanza de que nuestro Señor le havia de premiar lo
mucho que trabajo en este Convento y las virtudes heroicas que exercito
en toda su Religiosa vida y el gran Zelo que tuvo de la observancia,
por lo que hasta oy dia lamentamos su falta.
Pórque perdio esta Comunidad, en la Madre Ysabel, una gran
colomna que la sostenia con su exemplo, Zelo y vigilancia, pues fue
un vivo retrato en todo de nuestras Madres fundadoras.

CAPilVLO VIGESIMOQUINTO [XXXI]

En que se da una breve noticia de las virtudes de la Hermana Jazintd


de Santa Barvara

N acio esta Religiosa en el lugar de Zurbito en el condado de Trebiño


el dia 11 de septiembre del año de 1702. Fueron sus padres Don Juan
Baptista de Migu el y Doña Josepha de Caray, ambos de distinguida
nobleza. Su padre era familiar de la ynquicission de Logroño.
Siendo de muy tierna edad le falto el abrigo de su madre. Pero su
abuela paterna le dio una educacion muí Christiana. Y juntamente le
hizo aprender todo lo necessario a una niña bien nacida. Siendo ya de
catorze o quinze años le dio nuestro Señor vivos deseos de ser Religio­
sa Brigida. Su padre, por ver si era verdadera su vocacion, se hacia
desentendido a las instancias que le hacia, a que la llevase a nuestro
Convento de la ciudad de Victoria a poner su pretencion.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 187

Assi la tubo entretenida hasta que fue a tomar el Habito una pri­
ma hermana suya . Y con este motivo estubo con las Madres y les
manifesto sus deseos. Les gu sto tanto a las Religiosas, que dentro de
pocos meses se le proporciono el que la recivieran por haver muerto
una Religiosa de Velo Blanco.
Tomo nuestro Santo Habito el dia 14 de henero del año de 1726,
siendo de edad de 23 años y 4 meses y profeso en 16 de henero de
1727. Luego que recivio el Santo Habito, comenzo a trabajar en servi­
cio del Convento y de las emfermas con mucha exactitud y esmero y
con mucho amor y charidad y grande alegria, porque era de un genio
mui amable y chistoso y juntamente mui vivo.
Y assi se mantuvo hasta que muria. Y por su genio vivo y prompto
se le originaron al gunas mortificaciones que despues le servian de bas­
tante tormento. Porque se afligia y lloraba, viendo no se podia venzer.
No porque dijese palabra picante o descompuesta, que [p. 226] en esso
era mui mirada y de una conciencia mui timida, sino que no se podia
contener en decir lo que primero se le ponia a su promptitud. Y en
esto tubo mucho que venzerse. 249 Mas por su amabilidad era mui ama­
da de todas, por lo que la eligieron para 6a fundadora de este Con­
vento. Y assi en el viaje como en el Convento de Regina trabajo mu­
cho. Pues como sola hacia todas las cosas de su Ministerio se le doblava
el trabajo. Y a mas de lo que le pertenecia de casina y demas quehace­
res que les toca a las de Velo Blanco, tambien hacia los Oficios de las
de Velo Negro, porque exercitaba los de Provisora, Emfermera y
Refectolera.
Y despues de venida a este Convento continuo en ellos hasta que
professaron las primeras que tomaron el Habito, que entonzes la exi­
mieron de la emfermeria y refectorio, dejandola de Provisora por
espacio de otros quatro años. Y desde que vinieron al Convento fue
perpetua Hortelana hasta poco antes de su muerte. Pues la continua­
ban en este Oficio porque ahorraba mucho al Convento con el cuida­
do que tenia de la hortaliza que cojia mucha, y otros fructos que a
fuerza de su trabajo y cultivo se lograban en la huerta, porque tenia
especial gracia para ello.
No dejo de hacer semana de casina hasta que estubo ya en una
edad mui avanzada y se emfermo de un brazo. Y aunque la exonera­
ron no por esso se eximio de ir todos los dias a ayudar a sus compa­
ñeras y alibiarlas en quanto podia. Tampoco dejo de barrer todas las
semanas la Casa, lo que le costaba gran trabajo, y iva a labar los lunes.
A las emfermas assistia con todo lo que podia.

:irn Tachado.

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188 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

En todo esto se exercito hasta quatro meses antes de su muerte. Y


no porque se ocupaba en las obras de Martha dejaba las de Maria.
Pues acudia a la Oracion, al examen de conciencia, [p. 227] a Visperas,
Completas y Maitines y a las Misas de Comunidad aun estando de
Semanera se gunda, que se daba priesa para tener tiempo de acudir a
la Tercia. Lo mismo hacia quando era dia de barrer la Casa. Los dias
de fiesta oia quantas podia.
Fue devotissima del Santisimo Sacramento. A mas de las estacio­
nes y visitas que le hacia, acostumbraba diariamente hacer 50 genu­
flexiones postrandose hasta la tierra para adorarlo. Del Santo Niño
Jhesus tambien fue devotissima. Quando estaba de cozina a todas nos
edificaba el ver la devocion y ternura con que para todo lo llamaba
para que le ayudara. Y si se le subia algu na olla o sucedia al gu na otra
cosa de las que suelen acaecer en los trabajos queaseres de la casina,
le decia al Niño: "Santo Niño, mira lo que has echo".
Y imnumerables vezes nos admiramos, pues lo que se havia derra­
mado en la lumbre, o en el suelo, sin saber quien lo ponia, se veia otra
vez en la olla o en la casuela en donde antes estaba, en lo que conoce la
Fee con que llamaba al Santo Niño, pues de esta manera la ayudaba.
Tambien fue devotissima de nuestra Señora. Diariamente rezaba
alguna Navena de sus festividades, assi que acabava una, comenzaba
otra, como tambien el Rosario de quinze misterios y otras varias devo­
ciones que le tributava a nuestra Señora. A otros muchos Santos les
tenia especial devocion, de modo que hasta siete Novenas salia estar
haciendo a un tiempo a sus Santos devotos. A las Animas del Purga­
torio les tenia mucha devocion ofreciendo por ellas todo su trabajo
corporal. Y por las muchas yndulgencias que tienen concedidas los
versos de San Gregario, a favor de ellas diariamente se los rezaba.
Y todo quanto hacia, lo ofrecia por todas las Animas. Era
estremadamente humilde y qualquiera cosa que se le hiciera, clava mil
agradecimientos. Y sufria con bastante paciencia los deprecias que se
le hacian en algunas ocaciones, diciendo que mucho mas merecia por­
que tenia mui [p. 228] bajo concepto de si.
En la pobreza tambien fue exactissima y no solo la gu ardaba en su
persona, sino que procuraba que nada se desperdiciara, zelando esto
mismo en sus compañeras y en todas las demas, recogiendo lo que
encontraba para que no se malperdiera. Pues qualquiera pedazo de
pan que viera lo llavaba para los pobres. Y lo mismo hacia si veia al gun
cabito de vela u otra cosa semejante, lo ponia en donde fuera de pro­
vecho, para evitar el desperdicio y cuidar de la Santa pobreza.
De la misma manera guardaba los otros votos, assi de la pureza como
de la obediencia. Pues jamas repugno a nada de lo que se le mandava.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 189

En la paciencia tambien fue ad11J.irable. Porque no solo tolero los 4 me­


ses que le duro la emfermedad, de que muria, sino que un año antes
ya le comenzo tan fuerte desgano de comer, que le sacaba las lagrimas
a los ojos el hacerse fuerLa para tomar los alimentos necessarios. Y
era menester que a puros tragos de agua pasara alguna cosa, lo que
nos causaba bastante lastima viendo el trabajo que le costaba.
Desde fines de junio empezo la hidropesia a sacar la cara. Y el
mes si guiente de julio ya le crecieron sus indispocissiones, de manera
que se quedo en la emfermeria, lo que le sirvio de bastante
mortificacion, porque no podia trabajar en sus Ministerios. Pero sin
embargo de que estaba tan ympossibilit!1da para estos exercicios y que
se le iva inchando la cara y el medio cuerpo, en lo que podia les ayu­
daba a las Roperas a coser camisas, que era lo que mas podia hacer,
aunque con harto trabajo.
Pero como era enemiga de la ociosidad, siempre estaba ocupada
ya cosiendo o ya rezando, procurando todo el tiempo de su
emfermedad guardar la Santa Regla en todo lo que le permitia lo pe­
noso de su mal y las no escusadas contextaciones, que son forzosas en
una emferma que esta reducida a su celda. Pero sin embargo de estos
embarazos assi que tocaban la campana para la Oracion se recojia a
tenerla y no queria contextar sino a lo mui preciso. Y de la misma
manera [p. 229] gu ardaba el silencio especialmente el mas riguroso
del despues de Maitines hasta las quatro de la mañana. Que a las que
la velaban les daba exemplo mirando que solo lo mui necessario y for­
zoso les hablava y esto lo hacia brevemente.
Dos vezes se le administro el Santissimo Viatico. Y la segunda vez,
que fue el dia 16 de noviembre, tres dias antes de su muerte, lo recivio
aun con mas fervor que la primera. Y pidio perdon a la Comunidad
con muchas lagrimas y sentimiento que a todas nos enternecio. Se fue
agravando, de modo que el dia 18 de dicho mes a las diez de la noche
entrego su Espiritu en manos de su Criador, a los 75 años, dos meses
y siete dias de su edad, en el año de 1777, dejandonos a todas bastan­
temente apesaradas por faltarnos su amable compañia.
Seis años despues de enterrada se hallo su cuerpo tan entero como
si lo acabaron de enterrar, porque ni aun la ropa se le havia podrido,
señal cierta de su eterna bienaventura. Su Confessor, despues de su
muerte, refirio algunas cosas sobrenaturales que le pasaron en la Ora­
cion, las quales como ya ha pasado tiempo, se han borrado de la
memoria. Y solo se nos acuerda el que un mes y diez dias antes de su
muerte, dia de nuestra Santa Brigida, a 8 de octubre, en cuyo tiempo ya
estaba encarnada, porque su emfermedad ya iva adelante y no podia
ya moverse de la cama. Pero el deseo que tenia de recivir en tal dia a

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190 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

nuestro Señor se lo facilito su Magestad de esta manera; disperto a las


tres de la mañana y vio su celda tan llena de luz que creyo havia ama­
necido y que entraba la luz por las rendijas de la ventana, pues
distinguia las estampas y todo lo que estaba en su celda con cuya luz
pudo tomar su ropa y vestirse, porque el Señor le dio fuerzas para
ello. Ella no sabia que hora era, mas quando ayo las 4 de la mañana,
hallandose con tanto vigor y fuerzas, abrio la puerta para decirle a la
llamadora dijese a nuestra Madre que le diera licencia para bajar a
comulgar. Su Reverenda fue a su celda a verla, porque le causo nove­
dad el que estando tan mala pudiera haverse levantado, quando era
necessario, que para todo la ayudaran porque estaba immoble.
[Pág 230] Pero viendo nuestra Madre que estaba ya vestida y con
alientos, le concedio la licencia. De facto bajo con tanta ligereza la es­
calera, que parecia no era ella. Y haviendo recivido a nuestro Señor,
dado gracias y oido Misa, se bolvio a poner como antes estaba. Y fue
menester que entre dos con mucho trabajo la subieran mui poco a
poco, en lo que se conoce que el Señor le infundio aquellos alientos
para premiarle el fervoroso deseo que tenia de recivirlo aquel dia. Por­
que como era dia tan ocupado no se havia dispuesto el que entrara el
Señor Confesor a darle la Comunion, lo que a todas nos dejo admira­
das y alabando las misericordias del Señor que quiso regalar y conso­
lar a su sierva. Su Magestad sea alabado por todo. Amen.

ULTIMO CAPilVLO

[p. 232] J.[esús] M.[aría] J.[osé] y B.[rígida] 25º


Mixcoac, 19 de marzo de 1944.

Habiendo celebrado con todo el esplendor posible el 2o centenario


de la fundación de nuestra santa Orden en la República, se nos ha
exitado vivo y muy justo deseo de continuar la historia de esta Comu­
nidad, siquiera sea tan someramente como lo permiten los largos lap­
sos de tiempo que nos separan de lo que hasta aquí hay escrito. Con
este fin y para consuelo de las Religiosas presentes y venideras copia-

2"º Como se verá en esta última parte de la crónica, escrita entre 1944 y 1952, después de
una larga pausa de 170 años, se ha modernizado la ortografia. Por supuesto se conservan los
acentos en las formas verbales: fué,fuí, vió, dió. Las "Nuevas Normas de Prosodia y Ortografía"
publicadas en 1 de Enero de 1959 establecen como norma general que no se acentúe ningún
monosílabo y que, por tanto, dejen de acentuarse "fue, fui, vio, dio" que antes se acentuaban
(M.M.) Esta última parte la queremos incluir en la edición, si no por el interés lingüístico, sí
por el histórico, como que aquí se refieren los acontecimientos de la exclaustración.

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190 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

nuestro Señor se lo facilito su Magestad de esta manera; disperto a las


tres de la mañana y vio su celda tan llena de luz que creyo havia ama­
necido y que entraba la luz por las rendijas de la ventana, pues
distinguia las estampas y todo lo que estaba en su celda con cuya luz
pudo tomar su ropa y vestirse, porque el Señor le dio fuerzas para
ello. Ella no sabia que hora era, mas quando ayo las 4 de la mañana,
hallandose con tanto vigor y fuerzas, abrio la puerta para decirle a la
llamadora dijese a nuestra Madre que le diera licencia para bajar a
comulgar. Su Reverenda fue a su celda a verla, porque le causo nove­
dad el que estando tan mala pudiera haverse levantado, quando era
necessario, que para todo la ayudaran porque estaba immoble.
[Pág 230] Pero viendo nuestra Madre que estaba ya vestida y con
alientos, le concedio la licencia. De facto bajo con tanta ligereza la es­
calera, que parecia no era ella. Y haviendo recivido a nuestro Señor,
dado gracias y oido Misa, se bolvio a poner como antes estaba. Y fue
menester que entre dos con mucho trabajo la subieran mui poco a
poco, en lo que se conoce que el Señor le infundio aquellos alientos
para premiarle el fervoroso deseo que tenia de recivirlo aquel dia. Por­
que como era dia tan ocupado no se havia dispuesto el que entrara el
Señor Confesor a darle la Comunion, lo que a todas nos dejo admira­
das y alabando las misericordias del Señor que quiso regalar y conso­
lar a su sierva. Su Magestad sea alabado por todo. Amen.

ULTIMO CAPilVLO

[p. 232] J.[esús] M.[aría] J.[osé] y B.[rígida] 25º


Mixcoac, 19 de marzo de 1944.

Habiendo celebrado con todo el esplendor posible el 2o centenario


de la fundación de nuestra santa Orden en la República, se nos ha
exitado vivo y muy justo deseo de continuar la historia de esta Comu­
nidad, siquiera sea tan someramente como lo permiten los largos lap­
sos de tiempo que nos separan de lo que hasta aquí hay escrito. Con
este fin y para consuelo de las Religiosas presentes y venideras copia-

2"º Como se verá en esta última parte de la crónica, escrita entre 1944 y 1952, después de
una larga pausa de 170 años, se ha modernizado la ortografia. Por supuesto se conservan los
acentos en las formas verbales: fué,fuí, vió, dió. Las "Nuevas Normas de Prosodia y Ortografía"
publicadas en 1 de Enero de 1959 establecen como norma general que no se acentúe ningún
monosílabo y que, por tanto, dejen de acentuarse "fue, fui, vio, dio" que antes se acentuaban
(M.M.) Esta última parte la queremos incluir en la edición, si no por el interés lingüístico, sí
por el histórico, como que aquí se refieren los acontecimientos de la exclaustración.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 191

mos aquí un manuscrito antigu o que parece ser letra de la Madre Lui­
sa de los Ríos que entró al Convento de edad de 20 años en el de
1854 con el nombre de Luisa de la Madre de Dios. Dicho manuscrito
copiado a la letra es como sigue:
"J. M. J. y B.
["] Comenzaba el año de 1861, año de tristísima memoria, en que
por fin, desatándose la tormenta que ya amenazaba años atrás, vino a
cubrir de negras nubes el cielo de los Claustros... iAy!, [i] quién me
diera espresiones (si es que las hay bastante enérgicas) para manifes­
tar los sentimientos de mi corazón al traer a la memoria acon­
te<n>cimientos tan amargos que no hacen más que nublar mis ojos y
aturdir mi cabeza!
Pero, en fin, haré lo que pueda, fiada en que la pluma de Usted,
que es bastante espedita, pondrá en arreglo los malforjados apuntes que
yo le de.
Como decía, a principios de enero del mencionado 61, entre ocho
y nueve de la noche, penetraron en la clausura ocho hombres con el
objeto (según dijeron) de buscar un tesoro que, según su imaginación,
estaba escondido al pié de una escalera. Con tal motivo rompieron en
las tres escaleras que existían en el Convento, y aunque no lograron
encontrar nada, se hicieron pedazos los corazones de las Religiosas,
de las que se apoderó un terror inesplicable hasta apresurar la muer­
te de una Leguita que tenían enferma.
Este fué como el preludio de los grandes y amargos acontecimientos
por que teníamos que pasar, y de los que libró nuestro Señor a la mencio­
nada Leguita, pues en el mismo mes tuvo la dicha de volar al cielo (como
lo esperamos de la misericordia de nuestro Señor) el dia 11. Entre tan­
to, las noticias no podían ser más funestas, y sin embargo, las Religiosas
permanecían no queriendo creer lo que no querían que sucediera.
Pero la hora había sonado en los decretos del Señor, y el día 13 de
febrero de 1861 (de eterna memoria) se presentaron a la casa del Ca­
pellán [p. 233] con el pretexto de tomar el punto. Esto pasaba a las 8
de la noche, hora en que tranquilamente comenzaban a rezar maiti­
nes, los que concluidos, se recogieron a descansar. Pero iay! ... cual
sería el susto... el pesar y terror pánico que se apoderó de los corazo­
nes de estas Religiosas, cuando a las 12 de la noche tuvieron la amar­
gura de enterarse que había llegado la hora de abandonar su "Paraiso",
su Convento. P ues los comisionados estaban a la puerta intimando que
por grado o por fuerza habían de salir de aquel asilo de paz, de quie­
tud y de felicidad.
Lo que pasó por el alma de cada una nadie será capaz de descri­
birlo, sino es Aquel que siendo dueño de los corazones es también tes-

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192 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

tigo de sus sentimientos. Yo no podré hacer más que narrar los acon­
tecimientos con la verdad, brevedad y sencillez que pueda.
Reunida que estuvo la Comunidad en el coro bajo renovamos nues­
tros santos votos prometiendo a nuestro Dulce Dueño, ayudadas de su
gracia, ser fieles hasta la muerte; y devorando el más profundo dolor
en el más conpleto silencio, se formó una procesión respetable, hasta
el punto de no oirse un suspiro, un sollozo, ni la más ligera voz, y esto
aun de los cuarenta hombres que servían de escolta. [ ¿] Adonde las
llevarán? Nada saben... van como ovejas al matadero, sin exalar un
balido. Aquí pudiera decir algo de lo que pasó en nuestras almas, pero
siendo más fácil comprenderlo que esplicarlo me remito al inteligente
conocedor de las sensaciones del corazón en casos tan excepcionales
como el que vamos tratando.
A la puerta nos esperaban los guallines en los que mal acomodadas
caminamos hasta el Convento de San Juan de la Penitencia; y al encon­
trar con Religiosas respiramos, pues al abandonar nuestro hogar, el do­
lor, susto y la duda suspendieron nuestra respiración. Algunos momentos
más encontramos almas que, además de comprendernos, nos prestaron
sus caritativos servicios hasta donde los alcanzaban sus cortísimos re­
cursos. Y esto por espacio de cuatro días que transcurrieron desde la
madrugada del 14 hasta la prima noche del 17 del mismo febrero, que
en coches particulares nos pasaron [p. 234] a la casa de Ejercicios de
Belén (hoy cárcel pública) en donde permanecimos desde esta fecha
hasta el 26 de agosto del mismo año de 61, en que permitió nuestro
Señor mover los corazones y que nos volvieran a nuestro Convento.
iCuanto quisiera decir de este acontecimiento tan notable! Pero
los recuerdos son tan conmovedores que apenas podré dar estos lige­
ros apuntes, y dejarlo todo a la consideración del que los tiene que
poner en orden.
Una esperanza era la que abrigaba nuestro corazón; que no se ocu­
paran de las que con toda voluntad se habían refugiado en los claus­
tros deseando desaparecer para siempre de la memoria del mundo
para ocuparse exclusivamente de su único necesario. Pero Dios lo de­
cretaba de otro modo por sus altos fines. Así fué que transcurriendo el
tiempo de 61 a 63 entre temores y esperanzas, el 25 de febrero de 63
se publicó la orden de completa exclaustración.
Decir lo que sintieron estas Religios·as es imposible describir, 251 y
menos lo que cada una tuvo que sufrir, pues las más tuvieron que
mendi < n > gar el pan ageno tres meses desde principios de marzo a

2''1
Decir [. . .] es imposible describir, otro �jemplo de anacoluto; es decir, que la frase se
pierde y no se desarrolla lógic.imente. Cf Sifvert, 1992:53.

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SANTA BRÍGIDA DE. MÉXICO 193

los primeros de junio del mencionado 63, pues unas no tenían fami­
lia, y por esta razón tuvieron que acogerse a la caridad, de la que no
tuvieron que quejarse en esta vez, pues las familias más distingu idas
de la Capital se mostraron ansiosas por albergar en sus casas a las
pobres de Jesucristo. De estas en particular quisiera mencionar a la
nunca bien alabada familia Escandón, que tantos favores le debe esta
Comunidad que no sería posible numerarlos ni agradecerlos.
Bien sabido es que el Imperio que comenzó en dicho año nos pro­
porcionó una tregu a de reposo en nuestro dulce asilo de paz, nuestro
Convento, pero caido este el año de 1867, desde luego volvieron a
dar la orden de exclaustración, y tuvimos que dar un tierno "adios"
a aquella mansión de paz y de consuelo. Desperdigadas aquí y acullá
nos hemos encontrado como el pez fuera del agua, sin consuelo, sin
abrigo y sin descanso sobre la tierra, esperando, isí! que llegará una
hora en que acabe nuestra peregrinación, y con ella los amargos sufri­
mientos de la vida.
Mas esa tendencia innata que todos tenemos de buscar la felici­
dad, según las ideas y las inclinaciones de cada persona, nos hace es­
tar aspirando a cierto método de vida, de retiro y soledad, por lo cual,
animadas por al guna persona que nos aseguraba haber al guna seguri­
dad, nos reunimos en una casa de la Calle de los Arcos de Belén, en
donde apenas estuvimos un año escaso, pues los enemigos de nuestro
repo- [p. 235] so nos persiguían hasta el último rincón solo por arre­
batarnos la tranquilidad. Y en esta lucha hemos permanecido hasta
la época presente, aspirando siempre al lleno de nuestra vocación
en la soledad, buscando a solo Dios, y sufriendo el susto y el sobresalto
del que tiene siempre suspendida sobre su cabeza la mano vengadora
que la castiga.
Todo sea para gloria de Dios a quien pedimos con toda la efusión
de nuestro corazón sea glorifiado en nuestros trabajos y halla miseri­
cordia de los que nos los proporcionan. Amen."

Marzo de 1952

Las pocas noticias que a la fecha se han podido recoger formarán, no


la historia, sino el esqueleto de la historia de la Comunidad en los
años subsigu ientes al 1880.
La Muy Reverenda Madre Rosalía del Patrocinio, que había entra­
do en la Comunidad en 1825, fungía de Abadesa cuando sucedió la
exclaustración en 1867, habiendo muerto la Reverenda Madre Rosalía
8 años después, es decir en 1875. Después de vivir en los Arcos de Be­
lén las que formaban el pequeño nucleo de la Comunidad, se traslada-

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194 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

ron a la casa no 3 de la calle de Chavarria, donde se formó de nuevo


la Comunidad bajo la presidencia de la Reverenda Madre María del
Carmen Adalid, que fué colocada en ese puesto por el Yllustrísimo
Señor Arzobispo Don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos. Esto
ocurría por los años de 1880.
Se tiene noticia de que formaban la Comunidad las Madres María
del Carmen Adalid, Madre T heresa del Corazón de María, Madre
Marina de la Torre, Madre Soledad Ysabel del Espíritu Santo, Ma­
dre María Luisa de la Madre de Dios y Madre Ygnacia de la Visitación.
También salieron la Madre Loreto Barreda y la Madre Josefa. Pero
estas no volvieron a reunirse a la Comunidad, ya que la Madre Josefa
permaneció en su casa y la Madre Loreto fundó una Comunidad en la
T laxpana que llegó a contar con trece Religiosas. Una de ellas en com­
pañía de un Padre Felipense dieron principio a la Comunidad de las
Madres Adoratrices, hoy tan floreciente.
De las mismas Religiosas de la Madre Loreto se pasó a esta nues­
tra Comunidad con licencia y orden del Yllustrísimo Señor Labastida,
la Madre Dolores del Redentor Rangel que entregó aquí dotes sufi­
cientes para que se abriera el noviciado.
A partir del año de 1869 tuvieron las Religiosas que comer el pan
de la caridad, pues eran pocas las que tenían sus familias en la Capital.
Siendo Arzobispo el Señor Don Pelagio Antonio de Labastida y
Dávalos, y Vicario de Religiosas el Yllustre Señor Próspero María Alarcón
tuvieron a bien disgregar la Comunidad que tenía la Madre Loreto en
la T laxpana, y que trataba de trasladar al rancho de San Borja. Así fué
como se efectuó el cambio de la Madre Dolores Rangel a nuestra Co­
munidad, que gobernaba la Madre María del Carmen, por supuesto con
su conveniente renovación de votos por mandado de dichos Señores.
De las novicias que había con la Madre Loreto fueron las cuatro
que, después de algunos meses de estar en sus casas, vinieron a empe­
zar de nuevo su noviciado bajo la presidencia de la misma Madre Ma­
ría del Carmen, entrando en el la Madre María de la [p.236] Luz
Sandoval, la Madre Dolores Basurto, y ocho días después la Madre
Catalina Rebollar y la Madre Ysabel Contreras.
Todas tomaron el Santo Hábito en la casa no 3 de Chavarria, en el
orden que quedan enumeradas, siendo Confesor Mayor el Señor Ca­
nónigo Don Vito Cruz. Y aun estaba en el jovenado la Madre Ysabel
cuando entró la Madre Concepción Benitez y en seguida la Madre.
Asunción Resindiz. De allí se trasladaron a la calle de la Santísima casa
propia del Señor Licenciado Don Francisco Gómez Pérez, quien des­
pués tomó a su cargo los asuntos económicos de la Comunidad, tenién­
dolos en sus manos hasta su fallecimiento ocurrido 40 años después.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 195

Habiendo sido la primera expulsión en tiempo del Señor Presi­


dente Benito Juárez fué rescatado nuestro Convento por el Señor Don
Vicente Escandón, quien lo puso a disposición del Excelentísimo Señor
Arzobispo Don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos. Su Excelencia
lo entregó el año de 1879 a los Reverendos Padres Jesuitas, siendo
Superior el Reverendo Padre José Abgola, el cual lo confió al Reve­
rendo Padre Nilde. Y este lo dividió reservando sólo una parte para su
Comunidad y entregando el resto a las Madres Josefinas. Estas fueron
arrojadas de el en el año de 1915 por el Obrero Mundial. A partir de
esta fecha corrió varios peripecias el convento, hasta que por fin fué
derruido para ampliar la actual avenida de San Juan de Letrán.
Permaneció la Comunidad en la casa de la Santísima un corto tiem­
po como dos años, y allí murió la Muy Reverenda Madre María del Car­
men el día 21 de mayo de 1892. En seguida el Ylustre Señor Arzobispo
Próspero María Alarcón procedió a la elección de Abadesa resultando
electa la Muy Reverenda Madre Soledad del Espíritu Santo. En este tiem­
po comenzaron a recibir hermanitas de velo blanco, a lo que siempre se
había opuesto la Reverenda Madre Carmelita. Quedó como Priora la
Reverenda Madre Josefa, que por fin murió en casa de su hermana.
El Señor Licenciado Limón arregló la compra de una casa en
Tacubaya por $ [pesos] 14.000.00, habiendo donado la Señora
Marqueza de Guadalupe Anita Rencón Gallardo$ 7.000.00. Al mismo
tiempo el Señor Don Vicente Escandón regaló una buena parte de te­
rreno que unió la casa que tenía frente a la llamada Calle Nueva con
el antes Callejón del Aguila. Como la casa era muy reducida se tuvo
que proceder luego a fabricar. Por el lado sur que daba a la calle de
Linares quedó la sacristía, el presbi�erio que sé aumentó a la capilla,
adelantando al norte el hueco de la escalera con el cuarto ayuda de la
sacristía, el refectorio, la provisoria y cocina.
En dirección al poniente se hicieron lavaderos y siete celdas. Todo
este trabajo lo vigiló la Reverenda Madre Luisita, que según sabemos
quedó como negrita por las fuertes y continuas asoleadas en la direc­
ción de los albañiles, en la que era ayudada por el mayordomo Antonio
y Doña Concha, de quienes solo los nombres han quedado en recuer­
do. Habiendo durado los trabajos de la obra dos años escasos se calcu­
la que fué la bendición solemne de toda la casa a fines de 1897. La
hizo el ya entonces Arwbispo Don Prospero María Alarcón. Todo fué
alegría y regocijo. Comió el Señor Arzobispo en compañía del fami­
liar, habiendo dispuesto los platillos la Muy Reverenda Madre Abade­
sa Soledad del Espíritu Santo, que tenía gran habilidad para ello.
Gozaron algún tiempo con relativa paz de la vida de comunidad;
pero como siem- [p. 23 7] pre corrían rumores de persecución, había

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196 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

que estar alerta. Y así fué que cierto día avisaron los Reverendos Pa­
dres Pasionistas que estaba nuestra Comunidad en la lista de las de­
nunciadas, y tuvieron que salir varias, habiéndose abrigado siete Ma­
dres en la casa de "la Condesa" propiedad de la bondadosísima
señora Dolores Escandón. Esta casa era conocido albergue de la Co­
munidad, pues estuvo toda ella, formada de diecisiete Religiosas, abri­
gada allí, y por algún tiempo cuando fué la exclaustración de Don Be­
nito J uárez, 1847.
Después de dos o tres semanas regresaron todas a casa y se volvió
a establecer la vida de comunidad. Aunque los rumores nunca se disi­
paron del todo, produciendo al gunas salidas, aunque cortas, y no de
toda la Comunidad.
En el año de 1903 estaba formada la Comunidad como sigue: Muy
Reverenda Madre Soledad del Espíritu Santo, Abadesa. Muy Reveren­
da Madre Luisa de la Madre de Dios, Priora. Reverenda Madre María
de la Luz de los Santos Ángeles, Subpriora y Sacristana mayor, Reve­
renda Madre Concepción de la Preciosa Sangre, Maestra, Reverendas
Madres Teresa, Catalina María Dolores, Asunción e Ysabel, las dos en­
fermeras, María del Carmen, María de los Angeles. Clara y Brígida;
Hermanas Josefa, María de Jesús, Magdalena y Rosario.
En este año de 1903, viernes 30 de octubre, venciendo dificulta­
des sin cuanto salió la fundación para Chiapas, apoyada por el Exce­
lentísimo y Reverendísimo Señor entonces Obispo Don Francisco
Orozco y Giménez y llevando por fundadora a la Muy Reverenda Ma­
dre Luisa Ríos de la Madre de Dios, quien llevó por compañeras a las
Madres Concepción, Clara y Brígida y a la Hermana Josefa de San
Ricardo, quienes tuviero_n que sufrir muchísimo en esta travesía que
hicieron en parte hasta en carreta y en parte en la espalda de los
chamulas por aquellas serranías que no admitían vehículo alguno.
Nos cuentan que un día se desvió un chamula con la carga que
llevaba, y era nada menos que la entonces joven Madre Clara. Ya se
deja comprender la angustia de ese día, sin poder darle alcance a aquel
hombre, ni saber que iba a ser de la pobre Madre. Todo era aflicción y
fervorosa oración, hasta que ya en la tarde pudieron volver a reunirse,
y prose gu ir el siguiente día su camino para Chiapas.
No pudieron permanecer allá más de un año poco más o menos,
pues dicen que aquella gente estaba por conquistar. Sólo entró una
señorita de alguna edad, y viendo que no podían prosperar allá se
cambiaron a Puebla bajo la protección del Excelentísimo y Reverendí­
simo Señor Arzobispo, Don Ramón Ybarra. A la fecha se han aumen­
tado notablemente a <a> fuerza de privaciones y mucho trabajo y son
muy queridas de todas las clases sociales.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 197

Por ahora son 24. Tuvieron una época de dificultades por haber
recibido una Madre Josefina que dió muchos dolores de cabeza a la
Muy [p. 238] Reverenda Madre Clara, pues las Madres Luisita y Con­
cepción ya habían muerto. Ultimamente entró la hermana de la Reve­
renda Madre Clara la que, aunque de 75 años pero llevó buen capi­
tal, 2 :í 2 pues luego pudieron agrandar su oratorio en 7 metros, según
nos lo avisó oportunamente la misma Reverenda Madre Clara.
Una vez terminada y bendecida la casa de Tacubaya gozaron las
Religiosas por algún tiempo de relativa paz en la vida de comunidad,
pero como siempre corrían rumores de persecusión. Había que estar
alerta, y así fué que cierto día avisaron los Reverendos Padres
Pasionistas que estaba nuestra Comunidad en la lista de las denuncia­
das, y como ya se dijo se refugiaron algunas en la casa de la Condesa.
Parece conveniente poner alguno que otro rasgo sobresaliente de
las Religiosas que formaban la Comunidad en 1903 antes de la sepa­
ración. La Muy Reverenda Madre A. Soledad Ynés del Espíritu Santo
fué un alma verdaderamente limpia, pues se sabe que cuando tomó el
Santo Hábito en el Convento, un protestante que fué por curiosidad a
la ceremonia y la veía desde el coro alto, dió testimonio que al impo­
nerle el anillo a la Novicia bajó una paloma en ademán de colocárselo
en el dedo. Prodigio que ocasionó la conversión de dicho señor.
Una profunda humildad y gran silencio en las penas fué también
notable en esta Religiosa, ya que tuvo mucho que padecer en los vein­
te años que gobernó la Comunidad. Cuando dejó el cargo se la veía,
con edificación, ser la primera en besar la mano a la nueva superiora,
a quien llevaba más de cincuenta años de ventaja en la edad.
Tres años antes de su muerte, al despedirse en la noche, tropezó
con un petate, 25:� cayó y se dislocó una pierna en tal forma que no vol­
vió a dar un paso, y fué necesario que en adelante en sillón de ruedas
se le llevara al coro para la misa, comunión y confesiones. Con inalte­
rable paciencia sufrió todos los tres años hasta el 22 de diciembre de
1913 en que el Señor fué senrido llamarla para Sí con una muerte que
fué solo un suspiro que la pasó a la eternidad bienaventurada, como
fundadamente esperamos, pues sus confesores estuvieron de acuerdo
en decir que nunca perdió la gracia bautismal a pesar de sus 86 años
de vida.
Compañera de noviciado y de trabajos, hasta 1903 fué de la ante­
rior la Muy Reverenda Madre Luisa de la Madre de Dios, de carácter

�-,� la que, aunque de 75 años pero llevó buen capital; otro �jemplo de anacoluto.
�--,� Del azteca petlatl. Estera de palma; en los países cálidos se usa para dormir sobre
ella(M.M.).

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198 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

alegre y amigo de complacer, muy abnegada en los trabajos por la Co­


munidad, pues como ya se dijo antes, ella dirigió la obra de repara­
ción y construcción que hubo de hacerse en la casa de Tacubaya; ella
dirigía a los albañiles y al maestro, los hacía rezar al comenzar el tra­
bajo diciéndoles: "Vamos, hijos, a encomendarnos a Dios".
Los sábados los obsequiaba con algún regalito, y con su amabili­
dad logró tenerlos tan empeñosos, que la familia Escandón, cuando
fué a ver el trabajo y supo el tiempo en que se había hecho, decían:
"Aquí no hay duda que han trabajado los ángeles. De otro modo sería
imposible hacer tanto en tan poco tiempo."
[p. 239] También fué muy querida de los bienhechores de la Co­
munidad, pues su carácter festivo y su gran virtud le atraían las sim­
patías de todo mundo. Cuando fué Maestra de Navicias las gu iaba ale­
gremente por los caminos del espíritu. Con razón la escogió Nuestro
Señor para fundar la se gunda Comunidad dedicada a su servicio. Des­
pués de trabajar mucho por la gloria de Jesús y María, a quienes ama­
ba tiernamente, murió en Puebla al amanecer del 21 de noviembra de
191 7, a los 83 años de edad.
V iene en se gu ida la Muy Reverenda Madre María de la Luz de los
Santos Angeles, cuando la separación. Subpriora. Religiosa muy es­
merada y cumplidísima en el oficio de Sacristana que por largos años
desempeñó, haciendo desde trabajos propios del sexso fuerte, hasta
las más delicadas labores femeniles. Siempre muy ordenada, aseada y
activa en el desempeño de su hermoso oficio. Cuando fué nombrada
Priora tuvo mucho en que ejercitar la paciencia, que la tenía grande,
pues llegó la Comunidad a un estado de penuria muy marcado, ya que
los dotes, que después de la exclaustración y refundición dió el Gobier­
no a las Religiosas, se fueron extingu iendo con la muerte de estas.
En varios trienios fungió de Abadesa. Y en medio de todo siempre
estaba ocupada en algo útil, aun cuando llegó a los 90 años. Cuanto
más avanzaba en edad, más se le notaba el rendimiento a la santa obe­
diencia, la gran prudencia que siempre la adornó y un trato fino y
l)eno de caridad para todas. El último año de su vida lo pasó postrada
en cama, donde recibía diariamente la Sagrada Comunión y varias ve­
ces los últimos Sacramentos. Por fin fué servido el Señor de llevarla
para Sí el 15 de diciembre de 1948.
Madre María Dolores Brígida de Jesús. Aunque de más edad que
la anterior, es en el orden del tiempo la que tiene el sigu iente lugar en
estas memorias. De familia, se puede decir, levítica, tenía un carácter
tímido; siempre muy callada, aunque graciosa en sus dichos. Sus habi­
lidades femeninas eran de exquisito gusto, por lo cual casi siempre
tenía el cargo de laborera.

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 199

Su educación y trato eran muy delicados, así como su salud que


no soportaba austeridades. Fué en varios trienios Subpriora. Murió a
los 73 años, con la grande pena para ella, de estar en casa ajena, pues
se encontraba la Comunidad en la casita de las muñecas, donde la
hospedeaba su constante bienhechora, la familia Escandón.
En seguida tenemos a la Reverenda Madre Catalina de la Cruz que
fué una constante mártir de las enfermedades. Su carácter alegre y
travieso la hacía suportar las penas con aparente serenidad aunque su
alma estuviera llena de tribulación. Cuando su Director Espiritual de
largos años tuvo que irse para España, nos [p. 240] contó nuestra her­
mana que había ido a desahogar su pena con el gato, pues no tenía a
mano otro ser a quien se la pudiera contar.
Muy cariñosa con las novicias se privaba con gusto de los alivios
alimenticios que como enferma tenía, para obsequiar a "las palomas",
como ella las llamaba. Grandemente devota del Santísimo Sacramento
lo visitaba con una frecuencia notable siempre que sus males se lo per­
mitían. En su oficio de florera encontraba sus delicias, pues se esmera­
ba en los adornos florales para el altar llegando a tener varios juegos
según las festividades. Decía que de su cuenta ni un granito de polvo
consentiría en las flores de Nuestro Amo. 31 años fué su vida de Comu­
nidad, y purificada con sus continuas enfermedades murió de angina
de pecho el 27 de julio de 1918, de 59 años.
La última de las cuatro que abrieron el noviciado fué la Madre
Ysabel de San Luis Gonzaga. Su distintivo era la puntualidad en la
santa observancia. Desde joven tuvo salud delicada y los últimos 16
años de su vida los pasó en cama, atacada de una parálisis que la fué
imposibilitando poco a poco. Pero allí en la cama tenía su horario que
seguía con toda puntualidad. Hacía anualmente sus ejercicios espiri­
tuales y usaba sus cilicios y disciplinas con toda exactitud.
El último año quiso, durante sus ejercicios, alimentarse casi con tes
de hojas de naranjo, lo que le causó grande aumento en su enferme­
dad. Pues se le paralizó de tal manera la garganta, que en 17 días no
pudo pasar ni una sola gota de agua. Temiendo el sacerdote que la ayu­
daba que no pudiera pasar la Santa Comunión, se resistía a llevarsela,
pero ella decía con perfecta tranquilidad: "El sí pasa. El sí pasa".
Por fin, después de haber recibido a su Amado por última vez y
rodeada de todas sus hermanas, voló al cielo, como lo creemos, y dió a
entender la hermosa luz que bañó su semblante que apareció sonrosa­
do y risueño a los pocos minutos después de su muerte. Ocurrió esta
el 8 de mayo de 1906, contando 45 años de edad.
Toca ahora hacer una memoria, aunque ligera, de la Muy Reve­
renda Madre Concepción Benítez que había entrado en 1889. Y 14

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200 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

afws después la escogió Nuestro Seflor para fuerte apoyo de la funda­


ción en Chiapas y después en Puebla.
Como hija de español tenía un carácter recto y enérgico; muy acti­
va e inteligente desempeñaba los oficios que le asignaba la obediencia
con toda puntualidad, aunque siempre procurando ocultar sus dotes
de inteligencia por algunos medios, a veces risibles, por su humildad.
Delicada de salud padecía la llamada "punzada de clavo" que la hizo
sufrir muchísimo.
Maestra de Novicias después de la Reverenda Madre Luisita for­
mó a las Madres Clara y Brígida en el molde que las necesitaba para
la fundación de que ella personalmente debía ser el eje para gloria de
Dios. Venciendo muchas dificultades y arrostrando mil peligros y tra­
bé�jos, sostenida por la gracia de Dios y por su carácter resuelto y fir­
me a toda prueba, pudo sostener a su vez en tan dificil empresa al
pequeflo grupo que arrancó de esta Comunidad para formar la hoy
floreciente Comunidad de Puebla.
Murió santamente el 4 de febrero de 1924. Fué muy llorada por
sus hijas. La sucedió en [p. 241] el gobierno de la Comunidad la Muy
Reverenda Madre Elena del Salvador, que a la fecha ha celebrado ya
sus bodas de plata como Abadesa.
La Madre Asunción Resíndiz ingresó el año de 1891. Joven ardien­
te y muy activa desempeñaba con ardor las tareas que le señalaba la
obediencia. Muy pronto fué victima de las enfermadades. Padecía mu­
cho del estómago, pero no por eso faltaba al rezo del coro y demás
menesteres, mientras podía mantenerse en pie. Siendo segunda
sacristana cumplía con todo empeño, hasta que por fin tuvo que ren­
dirse a la cama donde estuvo 9 años, sumamente molestada por un
tumor que se le estaba formando, y a cuya extracción siempre se negó
por amor a la modestia. Allí mismo, acostada boca arriba, ayudaba
constantemente a la ropería, hacía sus ejercicios espirituales y demás
prácticas piadosas con todo fervor.
Después de estos nueve años, y ya declarado el tumor, que le fué
creciendo hasta pesar 11 kilos, pudo tomar parte en la vida de Comu­
nidad y asistir a la mayor parte de sus actos. Por fin, cuando ya conta­
ba 60 años de edad y viendo el eminente peligro de muerte en que la
ponía con creciente frecuencia el volumen que cargaba, se resolvió a
la operación, preparándose a ella como a una muerte segura, con sus
ejercicios espirituales y el arreglo de todas sus cosas. Pidió perdón a
toda la Comunidad, renovó sus santos votos fervorosamente y salió para
el Sanatorio de la señora Lupe Escandón de Escandón.
La pobrecita de Lupe, que fué quien la hizo resolverse, estaba muy
afligida y mandó pedir oraciones a todas las Comunidades. La opera-

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 201

ción tuvo un éxito feliz, y es fama que al terminarla le dijo al Doctor:


"[i] A vivir otros sesenta!" Y parece que así será, pues cuenta ya 90 de
edad y 24 de operada. [i] Todo para gloria de Dios!
Según queda espresado, en 1903 quedó la Comunidad reducida
al número de 8 coristas y 3 hermanitas Legas. De este pequeño núme­
ro murió la Madre Ysabe) el 8 de marzo de 1906. En 1904 entró la
Hermana Juana de Nuestra Señora del Refugio para Hermana Lega,
y en 28 de mayo de 1906 entró para corista la Madre Rosalía del Pa­
trocinio de Nuestra Señora, 254 y en 16 de septiembre del mismo año
la Madre Guadalupe del Corazón de Jesús, siendo Superiora la Reve­
renda Madre Soledad que gobernó hasta el mes de julio de 191O. El
16 de septiembre de 1908 entró para corista la hermana Teresa del
Corazón de María.
El 31 de julio de 191O fué nombrada Superiora con título de Pre­
sidenta la Madre Rosalía que desde luego tropezó con grandes dificul­
tades por encontrarse la Comunidad tan deficiente y en suma pobre­
za, y además los ánimos poco dispuesto[s] a recibir la dirección de una
persona tan joven y tan nueva en la Comunidad. El año sigu iente fué
ya electa por votos para Abadesa y aunque con dificultad sigu ió diri­
giendo la Comunidad con relativa paz. El día 22 de diciembre de 1913
murió la Madre Soledad.
[p. 242] Y al año de haber sido nombrada Superiora la Madre
Rosalía, tropezando con mil de dificultades, se estableció la clausura,
que no habían llegado a tener las Religiosas desde su salida del Con­
vento. Por la persecución Carrancista y por los altos juicios de Dios, el
14 de agosto de 1914 fué dispersada la Comunidad.
Tomando el hilo de estos recuerdos para grabar en estas líneas
algo que esplique las diversas dispersiones de la Comunidad, princi­
piaremos por el año de 191O, en que dejó el cargo de Superiora la
Muy Reverenda Madre Soledad después de haber dirigido la Comu­
nidad por 20 años.
En este mismo año dió principio la revolución maderista; abdicó
el poder el Presidente Don Porfirio Diaz y comenzó la inquietud en el
país. Por nuestra parte dimos principio a la mejor observancia luchan­
do heróicamente por establecer la clausura. No era cosa fácil cuando
nos encontrábamos sin recursos económicos, y, por otra parte, igno­
rantes por completo en la práctica de un punto tan importante, pues
a partir de la esclaustración dispuesta por Don Benito Juárez en 1857,
no había sido posible cumplir con este punto, ya que las Religiosas

2,;,, Aquí tenemos a la sexta y última cronista, cuya autoría ha sido corroborada por la
abadesa, madre María del Carmen, durante nuestras conversaciones en mayo de 1987.

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202 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

tuvieron que andar de casa en casa, donde las personas caritativas les
ofrecían hospitalidad.
Y raras veces estuvo reunida la Comunidad, a tal grado que solo
por el impulso del Excelentísimo y Reverendísimo Señor Arwbispo, Don
Próspero María Alarcón, se pudo abrir el noviciado, formándolo desde
luego las cuatro señoritas que ingresaron para ser después la Muy Re­
verenda Madre María de la Luz Sandoval, la Reverenda Madre Dolores
Basurto, la Madre Catalina Rebollar y la Madre Ysabel de San Luis.
En 191O, tratamos de hacer las obras materiales para dar a la casa
de Tacubaya forma de clausura, y a pesar de la oposición de algunas
Religiosas, las lástimas de los sirvientes y la suma pobreza, ayudadas
de la Divina Providencia que se valió del Señor Canónigo Don Rafael
Salinas, nos concedió el Señor que el 26 de febrero de 1911 el Señor
Canónigo Don Melesio Rodríguez, Vicario entonces de Religiosas,
acompañado del Padre Confesor Don Jesús Franco, el Señor Presbíte­
ro Don Pedro Barna y el Señor Presbítero Don José Martínez Gofay, a
las 5 de la tarde, en medio del jardín. Y después de una hermosa plá­
tica entonara la bendición de la tan deseada clausura. Es cierto que
hasta un año después, y habiendo perdonado el bondadoso Señor Sa­
linas un buen resto de los gastos, pudimos liquidar cuentas.
En el mismo año de 1911 en que España celebró su magno Con­
greso Eucarístico, accediendo a la invitación que hizo a todos los paises,
para que se honrara a Jesús Sacramentado, con todo entusiasmo y en
medio de nuestra pobreza, celebramos el Jueves de Corpus con solemne
procesión por toda la casa, sus correspondientes altares, tres Sacerdotes,
cantos y santa alegría. Desde esa fecha solo un año o dos se ha omitido
tan significativa procesión por estar muy repartida la Comunidad.
Entre tanto se guía propagándose la inquietud a causa -de los le­
vantamientos armados que se registraban en el país, y por esta fecha,
1912, nos avisaron que estábamos denunciadas como Comunidad.
Nuestra Muy Reverenda Madre Soledad acudió a la bondadosa Seño­
ra Dolores Escandón de Rubín, pues en lo [que] entonces era "la casa
de Guardia" esa caritativa familia había alber- [p. 243] gado hasta quin­
ce Religiosas. Con la misma voluntad ofrecieron su casa en esta oca­
sión, pero por favor de Dios no fué necesario aceptarla, y renaciendo
la paz en la Comunidad nos pudimos dedicar a celebrar el mes de
mayo con la solemnidad posible, ayudadas de nuestro bondadoso Pa­
dre Capellán Presbítero Don Miguel Cejudo. Casi a diario platica en
el rosario cantado, bendición con el Santísimo, y como fruto, estable­
cer la práctica del rosario diariamente, pues antes solo se rezaba en
particular. A fines de este año, el 22 de diciembre, tuvimos que la­
mentar la muerte repentina de nuestra querida Madre Soledad, cuan-

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 203

do estaba ya arreglado el nacimiento que hubo que cubrir con velo


morado para las exequias.
En febrero de 1913 fué la decena trágica con los correspondientes
sustos, grande saldo de muertos y terrible escacez de medios para la
vida, pues aunque se tuviera algo de papel moneda, no se conseguía
algo que comprar. Pasó la tristemente celebre decena trágica, y espe­
rábamos que con la desastrosa muerte del Presidente Madero volvería
la paz; pero no fué así.
Continuaron los levamientos armados, especialmente por el norte
del país, con su negro acompañamiento de crímenes y represalias.
Como el peligro de algún atropellamiento se acercaba más y más, tu­
vimos que seguir el ejemplo de otras Comunidades. Y el día 7 de agosto
de 1914 salió la primera Religiosa, Muy Reverenda Madre María de la
Luz, para refugiarse en casa de su tía Cholita.
Como esta Reverenda Madre era la que nos prestaba el apoyo hu­
mano más potente por ser de más esperiencia, de más edad y grande
calma y acierto para resolver dificultades, su separación nos acabó
de sobresaltar, pues además de los atropellos que acostumbran las tro­
pas en esos casos, teníamos la amenaza de la confiscación de la casa
en que nos había dado abrigo el Señor.
Al fondo de la casa se había levantado una pared divisoria para guar­
dar las imágenes y utencilios del oratorio, pero esto no defendía al
personal, y hubo que se guir acomodando a las Religiosas, ya con sus
familias, ya con alguna buena amistad, en especial la de la bondadosísima
Señora Escandón. Por fin, el 14 de agosto de 1914 salimos de nuestra
querida casita las cinco que quedábamos, saliendo en coche cerrado que
facilitó la misma Lolita Escandón para refugiamos en una vivienda don­
de nos proporcionó todo lo necesario, y hasta su servidumbre.
Ynmediatamente mandó el Señor Licenciado Gómez Pérez se pusiera
una familia que ocupara el frente de nuestra casa, y la Divina Providen­
cia nos proporcionó al Señor Esteban Brito y Consuelito, su esposa, que
con gusto y generosidad se fueron a exponer a todos los peligros que
podían correr.
Como recuerdo de aquellos amargos días transcribo un parrafito
que encuentro en las memorias: "Agosto 16. Solo quiero enumerar a
Jesús todo lo que ha desbaratado la clausura establecida con tantos
sacrificios; la laborería arreglada con tantas penas y amarguras; la nue­
va celda que apenas se estrenó; el toque de silencio apenas estableci­
do; las penitencias acabadas de iniciar; la luz eléctrica que solo tenía
unos meses iniciada, estrenada 255 ... [p. 244] Y todo lo ha dispersado

2 ,n Ms. estrenada añadido debajo de la palabra iniciada.

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204 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA. SEÑORA. DE LAS NIEVES

como un niño dispersa sus jugu etes, cuando está cansado de ellos ...
Ojalá que pronto los reuna para complacerse de nuevo en su pose­
sión... ojalá."
Pronto teníamos que volver 2 o 3 a la casa, pues las Religiosas dis­
persas tenían necesidades que solo desde allí se les podían socorrer.
Tuvimos para suavizar tantas penas, el consuelo de contribuir el acer­
camiento del Señor Brito a los Santos Sacramentos, pues el 4 de di­
ciembre se llegó a recibir a Jesús Sacramentado, lo que nos llenó de
santa alegría. Bendito sea Dios.
1915. Para la cuaresma de este año no pudimos esconder en el
centro de la casa sus Religiosas dando principio a al gunos trabajos aje­
nos para cubrir muchos gastos. Pues las pérdidas económicas fueron
muchas debido a los continuos cambios de papel moneda, ya que cada
partido que lograba imponerse tenía los propios, que invalidaban los
del partido vencido. Así fué como, a pesar de la constante oposición
del Señor Licenciado, tuvo la bondad el Señor Bezares de entregar su
capital de$ 15.000.00 sabiendo que al sigu iente día los pesos valdrían
un centavo.
1916. En febrero de este año obligadas por el hambre y por la per­
secución, fué preciso hacer nueva repartición de las Religiosas, que
por turnos se habían refugiado en la casa de Tacubaya.
191 7. Para grande consuelo y auxilio de la Comunidad nos dió
Nuestro Señor en este año al Señor Probítero Don Cipriano Blanco.
Desde este Jueves Santo hasta el año en que murió, 36 años después,
siempre nos acompañó los Jueves Santos para la bendición de la cera
y solemne hora santa, y los Jueves de Corpus con su octava 256 para la
solemne y entusiasta procesión. Como se daba cuenta en este año que
por la mucha pobreza nunca comíamos carne, un domingo que fué a
celebrar la santa misa, como lo hacía a costumbre, llegó con un bulto
de bistec debajo del abrigo. Otro llegó quemándose con un manojo de
elotes 257 que acababa de comprar en la esquina. Así nos ayudaba en
todo lo que podía con inmensa caridad. En el cielo estará recogiendo
el premio. E[n] P[az] D[escanse].
1918. Para fines de septiembre estaba reunida casi toda la Comu­
nidad, ya que en el año anterior había muerto la Madre Ygnacia de la
Visitación dejándonos grandes ejemplos de muchas virtudes; su res­
peto y cariño a la Superiora era notable. La compadecía mucho por
las penas tan graves por que pasaba la Comunidad. Como solo cada

256 Espacio de ocho días que dura la celebración de una fiesta o conmemoración reli­
giosa. La octava del Corpus (M.M.).
r,7 Mazorca tierna de maíz cocida, que come la gente del pueblo (M.M.).

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SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO 205

quince días se podía calentar un hornito, las gorditas de maiz que se


hacían venían a ponerse como piedra, y la bendita y anciana Madre
recogía su parte diariamente, las despedazaba con una piedra y en
una cazuelita con agua las llevaba a la boca de la olla, que hervía en la
cocina. Y a la hora de comer las tenía listas para la refección. Tenía
una llaga en un pié, pero no dudaba en estar 5 o 1 O minutos antes de
la hora del toque, de pié en el corredor esperando entrar con puntua­
lidad. Dios la habrá premiado ya.
Todo este año de 1918, lleno<s> de temor por la persecución con­
tra los Sacerdotes apenas podía el Padre Blanco darnos la Sagrada
Comunión. La misa solo los días festivos. Pero en los fines de octubre
le dió bronconeumonia, y hasta de este beneficio nos vimos privadas.
[p. 245, última página de la Crónica] Por la Divina Misericordia mejo­
ró, y ya en diciembre pudo seguir favoricéndonos.
1919. En el 8 de enero pudimos principiar los santos ejercicios,
de que teníamos tanta necesidad. Nos los dió el Muy Reverendo Pa­
dre Juan Scamuzi, entrando a la casa el 7 por la tarde, y no saliendo
de allí hasta el 17 al medio día. Se levantaba a las 3 para hacer su
oración, y a las 4 ya estaba preparando los puntos de la nuestra en el
coro. Fueron unos días de cielo, bendito sea el Señor.
Para el 24 de febrero organizó el Señor Vicario de Religiosas Ca­
nónigo Don Felipe Pineda nuestra solemne y general renovación de
votos, ya que antes no se acostumbraba en la Comunidad. Celebró el
Santo Sacrificio, nos dió una hermosa plática, y a la hora de la comu­
nión renovamos fervorosamente los compromisos contraidos con el
Divino Amante, quedando nuestras almas llenas de alegría celestial.

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II

RESTAURACIÓN Y EXPANSIÓN DE LA ORDEN DEL SALVADOR

A partir de 1867, las monjas brígidas vivieron en diferentes casas pri­


vadas. En 1886 empezaron de nuevo a recibir novicias y en 1895 se
transladaron a Tacubaya, a una casa regalada por don V icente
Escandón. Pero en 1914 con motivo de la Revolución maderista ini­
ciada en 191O se vieron obligadas a vivir nuevamente dispersas.
En 1935 se instalaron en una casa en Mixcoac en donde permane­
cieron hasta que en 1966 la orden adquirió un terreno en la colonia
T láhuac en donde empezó a edificarse un convento que fue inaugura­
do el 18 de febrero de 1970, quedando así restablecido el Convento
de Nuestra Señora de las Nieves de la orden de Santa Brígida de Méxi­
co. Actualmente en la República Mexicana existen además del de
T láhuac, los conventos de Puebla, Pue. (1907); en Baja California el
de Tecate fundado en 1975 y el de Tijuana en 1988. Esta orden se ha
extendido en 1997 al Perú en la región llamada Huaraz Ancach. Así
mismo existe de la llamada nueva rama sueca, iniciada en Roma, Ita­
lia, por un sueca llamada Elisabeth Hessenblad en 1911. De la casa
matriz romana salieron fundaciones a Suecia, por ejemplo el conven­
to de Djursholm (1923), el nuevo convento de Vadstena (1935) y el de
Falun (1967).
De esta nueva rama hay en México cuatro monasterios que son el
de Tacámbaro, Mich. (1953), San Pedro de los Pinos, México, D. F.
( 1979), La Paz, Baja California (1984) y el de Colima, Col., estableci­
do el 25 de marzo de 1995.

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111

NÓMINA DE LAS MONJAS DEL CONVENT O DE NUESTRA SEÑORA


DE LAS NIEVES DE MÉXICO. ORDEN DE SANTA BRÍGIDA

Antonia Marina de la Encamación (XVI: 132). Madre.


Antonia de la Encamación {XXVI:200). Hermana.
Asunción del Santí�imo Sacramento (Ult. cap.:237) Madre (y enfer­
mera en 1903) nació el 17 de noviembre de 1872, natural de
Querétaro, hija de don Francisco Resindiz y de doña Luisa Ugalde,
ella de San Juan del Río, él de Querétaro. Entró el 19 de octubre
de 1890 y profesó el 12 de noviembre de 1891. (Era la madre que
tuvo el tumor y se operó.). Pasó a Puebla en 1929 y allí murió el
31 de diciembre de 1952.
Agustina de nuestra Señora del Rosario (Ult cap.:237). Hermana de
velo blanco, nació el 10 de febrero de 1873, natural de Chapan­
tongo, hija de don Bartolo Trejo y de doña Rosa Santiago, del mis­
mo pueblo. Entró el 29 de marzo de 1894, profesó el 30 de abril
de 1895 y salió del convento el 3 de noviembre de 1918.
Bárbara Guadalupe de San Agustín (XVI:132). Madre.
Bárbara de San Agustín {XXVI:200). Hermana.
Benita Francisca de Señor San Joseph (XVI:132). Madre, probablemen­
te la segunda copista de la Crónica (la parte B, p. 54-94), nació el
28 de marzo de 1730, hija de don T homas Rezio y de doña María
Yfrexo, México. Entró en la comunidad brigidina el 28 de marzo
de 1745 a la edad de 15 años; profesó el 3 de mayo de 1746, con
dote de 4000 pesos; murió el 8 de julio de 1759.
Brígida de Jesús Sacramentado (Ult. cap.:237). Madre, nació el 2 de
junio de 1872 en la ciudad de México, hija de don Eutimio Rubiños
y de doña Soledad Peña, naturales de la misma ciudad. Entró el
18 de diciembre de 1900 y profesó el 8 de marzo de 1902. Salió a
Chiapas el viernes 30 de octubre de 1903 y a Puebla el 21 de no­
viembre de 1907, llegó el 30.
Clara del Divino Salvador (Ult. cap.: 237). Madre, nació el 10 de mar­
zo de 1878, de Tacubaya de México, hija de don Agapito Cortez y

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210 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

de doña Cerapia Vásquez de Tacubaya. Entró el 23 de julio de 1900


y profesó el 5 de agosto de 1901. Salió a Chiapas en 1903 y a Pue­
bla el 30 de noviembre de 1907. Murió en los años setenta.
Concepción Benítez del Corazón de Jesús (después de la Preciosa San­
gre (Ult. cap.: 237). Madre, maestra, nació el 9 de marzo de 1863,
en San Luis de la Paz, Guanajuato, hija de don Gregario Benítez,
de Galicia, España, y de doña Estefania de Larena, de San Luis
Potosí. Entró el 9 de abril de 1888 y profesó el 3 de mayo de 1889.
Fue una de las compañeras de la nueva fundación en Chiapas. Sa­
lió el viernes 30 de octubre de 1903 y para Puebla el 21 de no­
viembre de 1907. Murió el 4 de febrero de 1924.
Dolores Brígida de Jesús (Ult. cap.: 236, allí llamada Dolores Basurto).
Madre, nació el 3 de diciembre de 1853, de Aculco, Estado de Méxi­
co, hija de don Esteban Basurto y de doña Herenlana Basurto, de
Aculco. Entró el 15 de octubre de 1886 y profesó el 26 de noviem­
bre de 1887. Salió de la Comunidad de la Madre Loreto y entró en
la de la Madre María del Carmen. Murió el 1 de marzo de 1926.
Dolores del Redentor Rangel (Ult.cap.:235). Madre que pasó de la co­
munidad de la Madre Loreto a la antigua, original, y entregó a
ésta dotes suficientes para abrir el noviciado de nuevo.
Francisca Antonia de Santa Gertrudis (XVII:133). Doña, sobrina del
fundador don Joseph de Aguirre. Nació el 25 de octubre de 1724,
hija de don Pedro Antonio de Mendívil y Olmos y de doña Fran­
cisca Antonia de Aguirre (hermana del fundador), naturales de
Vitoria, España. Hizo el largo viaje de Vitoria a México con las
madres fundadoras. Entró en la comunidad el 25 de octubre de
1743; profesó el 15 de noviembre de 1744 con nombramiento del
Patrón y murió el 20 de marzo de 1748.
Francisca Martina de la Natividad (XVI: 132). Madre de coro y velo ne­
gro, nació el 9 de febrero de 1716, hija de don Juan Antonio
Polanco y de doña Ynes de Sebilla. Entró el 12 de septiembre de
1745, salió a libertad el 28 de julio de 1746 y profesó el 18 de sep­
tiembre de 1746 con nombramiento del Patrón. Murió el dia 22
de julio de 1757.
Guadalupe del Corazón de Jesús (Ult. cap. :241). Madre, entró el 16
de septiembre de 1906.
Jazinta de Santa Bárbara (XXI:225). Hermana de velo blanco, sexta de
las seis fundadoras, que antes de ser monja se llamó Jasinta de Mi­
guel, hUa de don Juan Bautista de Mi guel y de doña Francisca de
\1i gu el Garai Qosepha de Garay), ambos de distin guida nobleza,
vecinos de Zurbita (Zurbito), Treviño. Nació el 11 de septiembre
de 1 702, tomó el hábito el 14 de enero de 1726 y profesó el 16 de

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NÓMINA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES 211

enero de 1727. Ejercitaba los oficios de provisora, enfermera y


refectolera. Murió el 18 de noviembre de 1777. Su biografía se
encuentra en la Crónica, cap. XXXI p. 225-230.
Josefa (Ult. cap. :235). Madre priora que salió de la comunidad para
permanecer en su casa. Murió en casa de su hermana.
Josefa de San Ricardo (Ult. cap.:237). Hermana, nació el 21 de abril
de 1881, natural del pueblo de San Ángel, hija de don Nazario
Tapia y de doña Asunción del Olmo, natural de San Ángel ella, y
él de la ciudad de México. Entró el 21 de noviembre de 1901 y el
viernes 30 de octubre de 1903 fue una de las compañeras de la
fundación en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Luego se fue­
ron a Puebla, el 21 de noviembre de 1907, llegando el 30.
Josefina (Ult. cap.:238). Madre, que entró en la comunidad de Puebla.
Juana Petronila del Patrocinio (XVIII:139). Madre, segunda fundadora
del convento brigidino en México y su primera priora, munitora,
consultora y maestra de novicias. Antes de ser monja se llamó Jua­
na Petronila de Landasuri y Aris, hija de don Juan Bautista de
Landasuri y de doña Juana de Aris y Tobar, vecinos de Vitoria, Es­
paña. Nació el 1 de agosto de 1684, tomó el hábito el 25 de marzo
de 1697, hizo su profesión el 5 de agosto de 1700 y murió el 21 de
junio de 1750. Su biografía se encuentra en la Crónica, cap. XVIII:
p. 139-145.
Juana Rita de la Cruz (XVI:132). Madre de coro y velo negro, nació el
9 de enero de 1718, hija de don Manuel Sanchez Garzia y de doña
Melchora de Narbaez. Entró el 12 de diciembre de 1745, salió a
libertad el 13 de octubre de 1746 y profesó en 27 de diciembre de
1746 con dote de 4000 pesos. Murió el 21 de septiembre de 1778.
Juana de Nuestra Señora del Refugio (Ult.cap.:241). Hermana, entró
en 1904.
Loreto Barreda, Loreto de Jesús Sacramentado (Ult.cap.:235). Madre,
nació el 14 de mayo de 1836 en México, hija de don Antonio
Barreda y de doña Josefa Miramón, ambos de esta misma ciudad.
Entró el 2 de julio de 1854, salió a libertad el 25 de mayo de 1855
y profesó el 4 de julio de 1855. Salió de la comunidad para fundar
una nueva en T laxpana con 13 monjas; una de ellas, la madre Ma­
ría del Carmen Adalid (véase este nombre), en compañía de un
padre felipense fundaron las "Madres Adoratrices" (las brigidas
sacramentarias). Murió el 1 O de abril de 1896.
Luisa Ríos de la Madre de Dios (Ult. cap.:237). Véase María Luisa de
la Madre de Dios.
Magdalena de Nuestra Señora de las Nieves (Ult.cap.:237). Hermana
de velo blanco, nació el 31 de agosto de 1870, natural de San Pe-

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212 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

dro Atzapazaltongo, hija de don José Miranda y de doña Gregaria


Gil, del mismo pueblo. Entró el 9 de mayo de 1894, profesó el 19
de junio de 1895 y murió el 8 de marzo de 1924.
Margarita María del Santísimo Sacramento (se menciona en el Libro
de Ingresos). Madre, nació el 27 de abril de 1956 en Poza Rica,
Veracruz, hija de don Migu el Martínez y de doña Josefina Zúñiga.
Entró el 1 de enero de 1984, tomó el hábito el 21 de noviembre
de 1984, hizo su profesión temporal el 21 de noviembre de 1986 y
la profesión perpetua el 26 de noviembre de 1989. Electa abadesa
en septiembre de 1995.
María Ana de los Ángeles (del Libro de Ingresos). Madre, hija de don
Pedro Priego y de doña Rosa Saravia y Velarde, vecinos de la ciudad
de México. Nació el 28 de octubre de 1734, entró el 28 de octubre de
174 7, salió a libertad el 17 de diciembre de 1750 y profesó el 3
de henero de 1751 con dote de 4000 pesos. Fue la primera abadesa
criolla, de la ciudad de México, "hija de las Madres fundadoras".
(Se conserva un retrato de ella). Murió el 29 de junio de 1798.
María Ana de San Migu el Alias Santoyo (XIV:123). Madre y abadesa
de Regina Coelli al tiempo de la salida del convento de las monjas
brígidas en 1744.
María Antonia de San Pedro (quinta cronista de la Crónica, escribió
las p. 206-230, la parte E. Escribió también en el Libro de Ingre­
sos, lo último en el año de 1822). Madre, nació el 14 de junio de
1747, hija de don Juan Fernández y de doña Michaela de Mora.
Entró el 20 de mayo de 1770, salió a libertad el 17 de abril de
1771 y profesó el 26 de mayo de 1771 con nombramiento del Pa­
trón. (Fue una de las siete madres, ella con título de consultora,
que firmaron el documento que se encuentra en el Archivo Gene­
ral de la Nación, escrito por ella, del 17 de marzo de 1812. V éase
Apéndice.). Murió el 25 de diciembre de 1822 a la edad de 76
años y siete meses.
María Catalina de la Santa Cruz (Ult.cap.:237). Madre, nació el 19 de
febrero de 1859, hija de don José Rebollar y de doña María de la
Luz Barrete, naturales de Chitla. Entró el 19 de octubre de 1886,
profesó el 1O de diciembre de 1886 y murió el 27 de julio de 1918.
Catalina Rebollar (Ult. cap.: 236). Madre que salió de la comunidad
de la Madre Loreto y entró en la de la Madre María del Carmen.
María Catharina de la Concepción (XX:150). Madre, la tercera de las
seis fundadoras (y posiblemente la primera cronista, de la parte
A, p. 1-53); anteriormente se llamó María Consepsion de Ondona
y Arana, hija de don Basilio de Ondona, caballero del hábito de
Santiago, y de doña María Josepha de Arana, vecinos de Arganzón,

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NÓMINA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES 213

España. Nació el 8 de diciembre de 1693, tomó el hábito el 11 de


abril de 1709 y profesó el 29 de abril de 171O. Fue priora, consul­
tora y sacristana. Después de la muerte deJuana Petronila fue tam­
bién munitora; todos estos oficios los ejerció durante 16 años. Cua­
tro meses antes de su fallecimiento fue portera y tornera mayor.
Murió el 18 de septiembre de 1764. Su biografía se encuentra en
la Crónica, cap. XX-XXII, p. 150-175.
María Eulalia de Corazón de Jesús (XVI: 131). Madre.
María Francisca de Jesús (XXV: 195). Madre, quinta de las seis funda­
doras y segunda abadesa de la comunidad brigidina en México,
que anteriormente se llamó María Francisca de Teleche Martínes
de Murgia, hija de don Pedro Teleche (T hellaeche) y de doña Ma­
ría Martines (Martínez) de Murgia (Murguía) , vecinos de Sarría
en el valle de Suia, Álava, en un lugar llamado Vsquino, España.
Nació el 4 de octubre de 1712; ingresó el 15 de febrero de 1729;
profesó el 16 de febrero 1730 y murió el 2 de octubre de 1783. Su
biografía se encuentra en la Crónica, cap. XXVIII-XXX, p. 206-220.
María Francisca del Patrocinio. Madre de coro y velo negro (una de las
madres que firmaron el documento del 17 de marzo de 1812, con
título de consultora; véase Apéndice). Nació el 12 de octubre de
1748, hija de don Manuel Francisco de Castro y de doña María
Luisa de los Ríos, México. Entró el 24 de abril de 1774, salió a
libertad el 12 de marzo de 1775 y profesó el 30 de abril de 1775
con nombramiento del Patrón. Murió el 1 de junio de 1824, a la
edad de 75 años y ocho meses.
María Josefa Antonia de la Purificación. Madre de velo negro (una de
las madres, con título de consultora, que firmaron el documento
del 17 de marzo de 1812; véase Apéndice). Nació el 15 de junio
de 1739, hija de don Antonio Pompa y doñaJuana María Briones,
vecinos de la Villa de León. Entró el 21 de febrero de 1748, salió a
libertad el 2 de julio de 1755 y profesó el 13 de julio de 1755 con
dote de 4000 pesos. Murió el 24 de marzo de 1818, a la edad de
79 años, menos tres meses.
MaríaJosepha Luisa de Nuestra Señora de Guadalupe. Madre de coro
y velo negro (una de las siete madres que firmaron el documento
del 17 de marzo de 1812; véase Apéndice). Nació el 11 de sep­
tiembre de 1761, hija de donJuan de Dios Palazios y Morales y de
doña MaríaJosepha Romero y Piño. Entró el 15 de agosto de 1781,
salió a libertad el 16 de julio de 1782 y profesó el 28 de agosto de
1782 con nombramiento del Patrón. Murió el 3 de marzo de 1829.
María Josepha de Santa Catharina de Suesia (del Libro de Ingresos).
(XIV:123). Madre de coro y velo negro, nació el 10 de febrero de

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214 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

1745, vecina del pueblo de San Martín y natural de la hacienda y


molino de San Juan y Santiago Atoyac, hija de don Francisco Igna­
cio de Lardizábal y Elorsa, ya difunto, y de doña María Isabel de Vrive
y Sandobal, natural de México. Entró el 20 de enero de 1765, sa­
lió a libertad el 30 de diciembre de 1765 y profesó el 26 de enero
de 1766 con nombramiento del Patrón. Fue abadesa entre 1793 y
1795, y entre 1800 y 1807, año de su muerte. Murió el 30 de ene­
ro de 1807.
María Josepha Juliana de la Santísima Trinidad (XVI:132). Madre de
velo negro, nació el 31 de octubre de 1714, hija de don Bernabé
Serrano y de doña María Monteros de México. Entró el 1O de fe­
brero de 1744, salió a libertad el 18 de febrero de 1745 y profesó
el 21 de mayo de 1745 con nombramiento del Patrón. Murió el 13
de diciembre de 1799.
María Luisa de la Madre de Dios (Ult.cap.:235). Madre, nació el 2 de
junio de 1834, hija de don Carlos de los Ríos, natural de Puebla, y
de doña Francisca Galán, natural de Cholula. Entró el 2 de julio
de 1854, salió a libertad el 26 de mayo de 1855 y profesó el 8 de
julio de 1855. Fue priora. Salió a fundar en San Cristobal, Chiapas,
el viernes 30 de octubre de 1903. Vigiló el trabajo de los lavaderos
y las siete celdas en lacubaya. Murió en Puebla el 21 de noviem­
bre de 1917 a los 83 años y 5 meses de edad. Escribió un manus­
crito en 1861, copiado en 1944 por la madre Rosalía. Véase Luisa
Ríos de la Madre de Dios (Ult.cap.:237).
María Thoniasa de San Gabriel (véase fotografía). Madre de coro y
velo negro. Nació el 1 de febrero de 1744 en el pueblo de
Tizayucan, hija de don Francisco Xavier de Durán y doña Ygnasia
Lopes de Cardenas, ambos vecinos del referido pueblo de Tizayu­
can. Entró en 17 de enero de 1762, salió a libertad el 13 de enero
de 1763 y profesó el 23 de enero de 1763 con dote de 4000 pesos.
El cuadro de su retrato se encuentra en el museo de la Pinacoteca
Virreinal en México, D. F. Fue priora y una de las siete madres en
total, que signaron el documento del 17 de marzo de 1812. (Véase
Apéndice.) Murió el 16 de octubre de 1821.
María Thomasa de San Francisco (XVIV:145). Madre, cuarta de las seis
fundadoras que antes de ser monja se llamó María Thomasa Vrtado
de Mendosa y Bulon, hija de don Agustin de Mendosa y de doña
María Godoleva de Bulon, residentes en los Países Bajos de
Flandes, marqués de Gauna y teniente de capitán general de los
ejércitos de su majestad� nació el 29 de diciembre de 1699, tomó
el hábito el 22 de abril de 1709, hizo su profesión el 30 de diciem­
bre de 1715. Fue primera superiora, depositaria, cantora de coro

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NÓMINA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES 215

y tercera consultora. Murió el 11 de septiembre de 1760. Su bio­


grafía se encuentra en la Crónica, cap. XVIV, p. 145-150.
María Ygnacia del Espíritu Santo (véase fotografía). Madre, religiosa
de coro y velo negro. Nació el 29 de Septiembre de 1750 en Méxi­
co, hija de don Antonio de la Torre y de doña María Ana de
Zepeda. Entró el 29 de junio de 1768, salió a libertad el 14 de
junio de 1769 y profesó el 26 de julio de 1769 con dote de 4000
pesos (según el Libro de Ingresos). El cuadro de su retrato se en­
cuentra en el Museo Nacional del Virreinato de Tepotzotlán. En
este cuadro se pone como fecha de su profesión el 8 de octubre de
1768. Murió el 17 de febrero de 1792 a la edad de 41 años y 17
días. (Entonces debe haber nacido el 1 de febrero de 1751.)
María Ygnasia del Salvador. Madre de coro y velo negro, de México
( consultora y una de las madres que firmaron el documento del
17 de marzo de 1812; véase Apéndice), nació el 4 de febrero de
1751, hija de don Marcos de Estrada y de doña Ana Mancilla. En­
tró el 19 de julio de 1778, salió a libertad el 20 de junio de 1779 y
profesó el 26 de julio de 1779 con nombramiento del Patrón. Mu­
rió el 20 de febrero de 1822.
María de Jesús de los Dolores (Ult. cap.: 237). Hermana, nació el 8
de abril de 1857, natural de la Hacienda de San Tadeo, estado de
Aguascalientes, hija de don José María Revuelta, de Guadalajara,
y de doña Juana Velasco, de Zacatecas. Entró el 8 de marzo de
1894, profesó el 14 de marzo de 1895 y murió el 14 de marzo
de 1918.
María de San Antonio (XVI:130). Hermana de velo blanco, nació el 12
de diziembre de 1680, hija de don Pedro de Benaben y doña Ma­
ría de Nabarrete, españoles, de Vitoria. Entró el 18 de abril de
1745 (viuda de 65 años}, salió a libertad el 12 de febrero de 1746 y
profesó el 18 de mayo de 1746 con dote de 4 000 pesos. Murió el
5 de octubre de 1751.
María de la Luz de los Santos Ángeles (Ult. cap.:235-236). Madre, na­
tural de México, nació el 15 de noviembre de 1858, hija de don
José María Sandoval, de México, y de doña María Petra Velasco de
San Andrés, de Tlascuapan. Entró el 15 de octubre de 1866, pro­
fesó el 21 de noviembre de 1887. Después de salir de la comuni­
dad de la Madre Loreto vino a empezar de nuevo su noviciado
bajo la Madre María del Carmen, en la comunidad original. Salió
de la comunidad el 7 de ago�to para refugiarse en casa de su tía
Cholita. Murió el 15 de diciembre de 1948.
María de los Ángeles de Señor San José (Ult. cap.:237). Madre, nació
el 9 de noviembre de 1865, natural de Ecuandureo, hija de don

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216 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Ramón Díaz y de doña Amada Castellanos, naturales de Ecuan­


dureo. Entró el 19 de enero de 1897, profesó el 24 de enero de
1898 y murió el 9 de marzo de 1924.
María del Carmen (Ult. cap.:235). Madre que gobernaba la comuni­
dad original. Murió el 21 de mayo de 1892.
María del Carmen de Señor San Gabriel (Ult. cap.:237). Madre, nació
el 23 de marzo de 1873, natural de Lagos de Moreno, Jalisco, hija
de don Manuel Muñoz y doña Justa Mireles, naturales de Lagos.
Entró el 14 de abril de 1898 y profesó el 3 de mayo de 1899. Salió
a Puebla el 20 de marzo de 1930.
María del Carmen Adalid, María del Carmen Josefa de Señor San Ga­
briel (Ult. cap.:235). Madre, nació el 9 de marzo de 1821 en Méxi­
co, hija de don Francisco Adalid, natural y del comercio de esta
capital y de doña María de Jesús Miranda, también mexicana. En­
tró el 13 de abril de 1845, salió a libertad el 26 de marzo de 1846 y
profesó el 3 de mayo de 1846. Fue colocada en el puesto de presi­
denta por el arzobispo don Pelagio Antonio de Labastiada y Dávalos
por los años de 1880. Fundó con un padre felipense una nueva co­
munidad, en T lalnepantla, llamada las Madres Adoratrices, hoy son
las Adoratrices Sacramentarias de Vida Apostólica (activa), que vi­
ven en la Villa de Guadalupe, México D.F. Murió el 21 de mayo
de 1892 a la edad de 71 años, 2 meses y 11 días.
María del Carmen del Espíritu Santo ( del Libro de Ingresos, donde
ella escribe varias páginas). Madre, abadesa en los años 1970 has­
ta septiembre de 1995. Nació el 24 de septiembre de 1934 en
Monterrey, Nuevo León, hija de don Anselmo Ayala y de doña
María del Carmen Cantú. 1
Marina de Escobar (XIV:123) doña, ( 1554-1633) fundadora de la Or­
den de Santa Brígida en España. El primer convento se fundó en
Valladolid en 1637, ciudad natal de Marina de Escobar. (Se con­
serva en México una carta escrita por ella.)
Marina de la Torre (Ult. cap.:235). Madre, por los años de 1880.
Paula Josepha del Santisimo Sacramento (XVI:132). Madre.
Rosalía del Patrocinio (Ult. cap.:235). Madre, entró en la comunidad
en 1825. Fungía de abadesa cuando sucedió la exclaustración en
1867. Murió en 1875.
Rosalía del Patrocinio de Nuestra Señora (Ult. cap.:241). Madre, na­
ció el 1O de agosto de 1879, natural de Pacueco, estado de Za-

1
Agradecemos mucho a la madre María del Carmen por su ayuda a identificar a mu­
chas monjas y por explicarnos muchos términos y costumbres del convento. Esto se realizó
durante los años de 1987 v 1997.

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NÓMINA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES 21 7

catecas, hija legitima de los señores don Miguel Chávez y de doña


María Brava Sanchez, naturales de Fresnillo. Entró para corista el
28 de mayo de 1906, según dice ella misma. (En el Libro de In­
gresos ponen la fecha 15 de septiembre de 1906 para su entrada.)
Profesó el 24 de septiembre de 1907. Fue nombrada superiora
con título de presidenta el 31 de julio de 1910. El año siguiente
fue electa abadesa. Fue la sexta cronista, autora del último capítu­
lo de la Crónica, p. 232-245, escritas entre 1944 y 1952. Pasó a la
Comunidad de Tacámbaro, Michoacán, el 26 de septiembre de
1958. Murió el 17 de octubre de 1974, en Tacámbaro, a la edad
de 95 años, 3 meses y 11 días.
Rosario (Ult. cap.:237), véase A gustina.
Soledad Ysabel del Espíritu Santo (Ult.cap.:235). Madre, nació el 2 de
noviembre de 1827, natural de Toluca, hija de donjuan Fonseca y
de doña María Inés Alarcón, de Toluca. Entró el 2 de agosto de
1854, salió a libertad el 23 de junio de 1855 y profesó el 2 de sep­
tiembre de 1855. Fue electa abadesa en 1892 por el arzobispo Prós­
pero María Alarcón. Murió el 22 de diciembre de 1913.
Teresa (Ult. Cap.:237). Madre en 1903.
Teresa del Corazón de María (Ult. cap.:241). Hermana, entró para co­
rista el 16 de septiembre de 1908.
Theresa Brígida Eduarda de Jesús María (XVI:129). Primera fundado­
ra y presidenta de las seis monjas fundadoras y primera abadesa
de la comunidad en México; antes de ser monja se llamó T heresa
Brigida Eduarda de Sarria y Atodo, hija de don Joseph de Sarria
Paternina y Liques, caballero del orden de Santiago, señor de la
villa de Erenchum y de la Torre de Ascarsa, y de doña María Ana
Thomasa de Ynarra Atodo y Ysasi, vecinos de Vitoria, España. Na­
ció el 13 de octubre de 1685, tomó el hábito el 13 de septiembre
de 1699, profesó el 16 de septiembre de 1701 y murió el 8 de sep­
tiembre de 1765. Su biografía se encuentra en Crónica, cap. XXIII­
XXVI, p. 176-200, escritas por Ysabel Antonia, tercera cronista-au­
tora.
T heresa del Corazón de María (Ult.cap.:235). Madre, por los años de
1880.
Thereza de Santísimo Sacramento (XXVIII:209). Madre, maestra de
María Francisca de Jesús.
Ygnacia de la Visitación (Ult.cap.:235). Madre, por los años de 1880.
Murió en 1917.
Ynés Joaquina de Señor San Joseph (la cuarta de las cronistas, escri­
bió la parte D, p. 201-205.). Madre de coro y velo negro. Nació el
20 de mar.lo de 1744 en México, hija de don Pedro Antonio

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218 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Zerruto y de doña Ana de Naba y Mota. Entró el 16 de octubre de


1760, salió a libertad el 16 de noviembre de 1761 y profesó el 22
de noviembre de 1761 con nombramiento del Patrón. Fue abade­
sa y la primera de las siete madres que firmaron el documento del
17 de marzo de 1812. (Véase Apéndice.). Murió el 5 de julio de
1823 de edad de 79 años, tres meses y 15 días.
Ysabel Antonia de Señor San Mi guel (XVI:132). Madre, autora de más
de cien páginas de la Crónica (la parte C, p. 94-200), hija de don
Joseph de Villaseñor y Ortega y de doña Inocencia Paula Ortiz
Cortez, de la hacienda de Pomaguaro, Pátzcuaro, Michoacán, am­
bos de distin guida nobleza. Su padre fue sobrino del señor don
Juan de Ortega, primero fue obispo de Michoacán y después vi­
rrey y arzobispo de México. Ysabel Antonia nació el 11 de enero
de 1715, entró el 4 de enero de 1744 y profesó el 26 de marzo de
1745, con dote de 4 000 pesos. Fue segunda sacristana, segu nda
depositaria y guarda de hombres y depositaria mayor. Fue la pri­
mera subpriora criolla. Murió el 23 de septiembre de 1782. Su bio­
grafía se encuentra en Crónica, cap. XXX, p. 220-224.
Ysabel de San Luis Gonzaga (Ult. cap.:237). Madre (y enfermera en
1903), nació el 23 de mayo de 1862 en Durango, hija de don José
Contreras Ariola y de doña Juana García, ambos de Durango. En­
tró el 15 de octubre de 1886, profesó el 19 de diciembre de 1887
y murió el 8 de marzo de 1906, de 45 años de edad, menos 4 días.
Ysabel Contreras de San Luis (Ult. cap.:236). Madre, que salió de la
comunidad de la Madre Loreto y entró en la de la Madre María
del Carmen.

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IV

APÉNDICE DOCUMENTAL

DOCUMENTO l

Sobre el otorgarmiento dado por los señores de Aguirre para tres señores espa­
ñoles de arreglar las licencias en España y unos extractos de las capitulaciones
[Expediente 2]

En el Conuento de Sancta Maria Magdalena, Orden de la recoleccion


de nuestra Madre Santa Brigida extramuros de la mui noble y mui leal
ciudad de Victoria en esta provincia de Alava en estos Reinos de Espana
a onze de maio año de mill setecientos y treinta y nueve de el nacimien­
to de nuestro Redemptor Jesucristo, ante mi el Escribano de su Magestad
de el numero y Aiuntamiento de la ciudad de Vitoria y testigos,
parezieron los Señores Don Joan Joachin Hurtado de Mendoza Zuñiga
Virrientes y Recolalde, Señor de las casas de Mendoza la Puente tras la
Viña y lugares solariegos de Vrrialde y Martioda, hermandad de los
Guetos, Villas de Verganzo y Zerranos del Higar, Don Pedro Antonio de
Mendivil y Olmos y Don Joachin Dionicio de Mendivil y A gu irre,
Presuitero Canonigo de la insigne Iglesia Colegial de Santa Maria de la
dicha ciudad de Vitoria, vezinos de ella en nombre y en virtud del po­
der a su favor, otorgado en la ciudad de Mexico por los Señores Don
Joseph Francisco de Aguirre, Cavallero de el orden de Calatrava del
Concejo de su Magestad, su Oydor juvilado en la Real Audiencia de la
Nueva Espana de la dicha ciudad de Mexico y del supremo de las
Indias, y Dona Gertrudis Antonia Roldan y Maldonado, su muger,
sujeta de dicho poder en la enunciada ciudad de Mexico, en veinte y
quatro de diziembre del ano pasado de mill setecientos y treinta y cin­
co, por testimonio de Joseph Manuel de Paz, Escribano de su Magestad
y theniente de vno de los [ ... ] de camara en dicha Real Audiencia; y
aquerdo que el thenor de dicho poder es el que se sigue:
Poder [a las personas que en España ponen en marcha la salida de las
monjas]

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220 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE u\S NIEVES

En la ciudad de Mexico a veinte y quatro de diciembre de mili


setecientos y treinta y cinco, ante mi el Escribano y testigos, el Señor
Lizenciado Don J oseph Francisco de Agu irre, Cauallero de el Orden
de Calatrava de el Concejo de su Magestad su Oydor en la Real Au­
diencia de Nueva España, y la Señora Doña Gertrudis Antonia Roldan
y Maldonado, su lexitima muger, con licenzia que pidio y por el Señor
su marido le fue concedida en mi precenzia, de que doy fee y de co­
nocerles, dijeron que por quanto a la expresa dadiva otorgante, la li­
beral y siempre franca mano del Altisimo, nuestro gran Dios y Señor,
ha sido seruida de conzederle abundantes bienes temporales, de que
ha dado y da a su Divina Magestad infinitas gracias, deseando em­
plearlos en obras que sean de su superior agrado y gratulacion.
Teniendo entendido lo mucho que se le agrada en eregirle Tem­
plos y consagrarle Virgenes, que continuamente en sus Monasterios le
Alaven y Vendigan en la tierra, como lo hacen los Angeles y los Santos en
los Alcazares Celestes, ha deliverado la misma Señora Otorgante, coadiu­
vada del Pió y Catholico dictamen de el Señor Oydor su marido, el con­
duzir a este Reino Religiosas de la gran Madre Santa Brigida, de cuio
instituto no hai fundazion alguna en todo el; a cuio fin se capitulara a
su tiempo lo conveniente con las Señoras Religiosas de la ciudad de Vi­
toria en la provincia de Alava, de donde desea vengan las fundadoras.
Y respecto de que por pasar a dar principio a obra tan Piadosa y
del Servicio de Dios nuestro Señor, tiene entendido que la primera
diligenzia debe ser impetrar las superiores lizenzias de nuestro
Catholico Monarcha, el Señor Don Phelipe quinto, nuestro Señor (que
Dios prospere con augmento de maiores Reinos y Señorios) y de nues­
tro Santisimo Padre Clemente duodecimo, Pontifize Romano (que Dios
guarde). Han resuelto acudir a impetrarlas, y poniendolo en efecto
ambos Señores, marido y muger, de vn aquerdo y conformidad, otor­
gan su Poder cumplido bastante en derecho el que se requiere y es
nesesario, en primer lugar a Don J oan J oachin Hurtado de Mendoza,
Señor de las casas de Mendoza Vrrialdu Martioda, hermandad de los
Guettos, Villas de Verganzo y Zerranos del Higar, en se gundo a Don
Pedro Antonio de Mendivil [y Olmos] y en terser a Don J oachin de
Mendiuil, Canonigo de la insigne Iglesia Colegial, vezinos de la ciu­
dad de Vitoria, a todos tres juntos y a cada vno · insolidum con i gual
facultad, para que lo que el vno comensare, prosiga y fenesca el otro
de los mencionados especialmente en nombre de los Señores Otor­
gantes; y representando sus mismas perzonas, parescan por si o sus
substitutos ante el Rey nuestro Señor en su Real y supremo Consejo
üe las Indias, o en otros y en los demas tribunales y jusgados
ecleciasticos y seculares que nececiten; y que conforme a derecho,

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APÉNDICE DOCUMENTAL 221

devan e impetren a su Magestad las expresadas licenzias, y ante su San­


tidad en su Curia Romana, Sacras congregaciones y demas que se re­
quiera; y en su razon hagan pedimientos, suplicas e instancias, precenten
escriptos, memoriales, testimonios, informes, ynformaciones y otros
recaudos, hagan citaciones, requerimentos, protestas, alegatos, respues­
tas y recuzaciones, con los juramentos y solemnidades que por derecho
se requieran, de que se aparten si les pareciere conveniente; pidan
terminos, pruevas y todo lo demas que importare, hasta que consigan
las referidas licencias de que pidan y saquen Reales Cedulas, provi­
ciones, Bulas, breves testimonios y otros despachos que para hacer
dicha fundazion se requieran, cuia execuzion y averiguazion pidan se co­
meta al Exelentisimo Señor Virrey y Illustrisimo Señor ArLObispo que es
o fuere de esta metropoli, para que se haga con las diligenzias que se
tuvieren por precizas y necesarias y con amplia facultad, para que con­
tando ser competentes las que los Señores Otorgantes para la dotazion,
fundazion del Convento y alimentos de Religiosas, y se gun lo que so­
bre su ereccion y patronato se capitulare, se pase luego a erigir y fun­
dar, sin que se nececite de nuevo ocurro, a cuio fin hagan todos los
actos, agencias y diligenzias judiciales y extrajudiciales que tubieren
por convenientes y que harían o podrían hacer los Señores Otorgan­
tes siendo precentes, sin que por falta de poder, clausula, o periodo, 0
circunstancia o requisito, sea el que fuere, se omita pedimiento,
diligenzia ni otra cosa concluiente a esta materia, porque todo el po­
der que nececiten, ese les dan sin limitazion alguna (... ) y lo firmaron,
siendo testigos el Lizenziado Don Pedro Manuel Enrriquez, Abogado
de la Real Audiencia de Nueva España, Salvador Lopez de Elorza y
J oan J oseph de Paz, vezinos de esta ciudad. Lizenziado Don Ioseph
Francisco de Aguirre. Doña Gertrudis Antonia de Roldan. Ante mi
J oseph Manuel de Paz.
Sacase en veinte y quatro de abril de mill setecientos treinta y seis
de pedimiento de los Señores Otorgantes, y ha en dos foxas la primada
del sello quanto por testimonio de verdad lo signe. Duplicado. J oseph
Manuel de Paz, Escribano Real.
Comprobacion. Damos fee que Joseph Manuel de Paz, de quien
parece signado y firmado este poder, es Escribano de su Magestad y
theniente de uno de los[... ] de camara en la Real Audiencia de Nueva
Espafla, fiel y legal, y como tal lo usa y exerce y a los authos testimo­
nios e instrumentos que authoriza se les da entera fee y credito judi­
cial y extrajudicialmente. Fecho en Mexico a veinte y seis de abril de
mill setecientos treinta y seis lo signe. J oseph de Retes Escribano Real
y Receptor. Lo signo Francisco Antonio de Paredes Escribano Real y
Receptor. Lo signo Hipolito de Monjon, Escribano Real y Receptor.

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222 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Prosi gu e
Y usando del preincerto poder que confesaron no esta revocado
ni limitado y tener aceptado, y siendo nesesario, aceptandolo de nue­
vo de la vna parte y de la otra las Señoras Madre Abadesa y Religiozas
profesas de Choro y Velo negro de este Convento dicho, que juntas y
congregadas se hallan en la reja y locutorio del, a son de campana,
como lo tienen de constumbre para tratar conferir y resolver las cosas
tocantes al Servicio de Dios, nuestro Señor, de la Sacratisima Virgen y
Madre de Dios, conzeuida sin mancha de pecado original, nuestra
Madre Santa Brigida, y extencion de su Sagrada Religion, bien y utili­
dad de este dicho Conventto, nombradamente las Madres Alfonza de
San Bernardo, Abadesa, Maria Francisca de la Asumpcion, Priora,
Maria Zezilia del Salvador, supriora, Antonia de la Concepcion, Juana
de la V isitazion, Maria Theresa de San Joseph, Theresa de Jesus, Jua­
na Petronila del Patrocinio, Theresa Brigida Eduarda de Jesus, Maria
Catharina de la Concepcion, Maria Florentina del Nacimiento, Ma­
ria Thomasa de San Francisco,Juana Ignacia de San Miguel, Geronima
Antonia de Santo Domingo, Joachina Isavel de Jhesus, Maria Thereza
de Santa Brigida, Maria Josepha de Santo Thomas, Maria Antonia de
San Ignacio, Maria Francisca de Jhesus, Maria Luija del Rosario,
Thereza de la Vicitazion, Maria Ventura de SanJoseph, Maria Thereza
de la Presentazion y Antonia Margarita de la Esclavitud. 1
( ... )
Los dichos Señores Don Joseph Francisco de A guirre y Doña
Gertrudis Antonia Roldan y Maldonado, su muger, hauiendo deter­
minado mutuamente emplear sus quantiosos caudales en llevar y
transplantar la Religion de nuestra Madre Santa Brigida, segun y como
viue en estos Reinos de España, a lo recoleto, a aquel nuevo mundo y
principalmente en la dicha ciudad y Corte de Mexico, costeando di­
chos Señores a sus expensas todos y qualesquiera gastos precizos para
la ereccion de vn nuevo Convento con los alimentos y con prisa sufi­
ciente para la manutenzion del numero de Religiosas arreglado a las
constituciones de dicha Religion.
Y que para el efecto salieren de este Convento seis Religiosas fun­
dadoras, cinco de Choro y Velo negro y vna de Velo blanco en confor­
midad de dichos estatutos, practica y constumbre de dicha Sagrada

1
Ésta es toda la comunidad del convento de Vitoria, entre los nombres de las mo�jas
se notan los de cinco de las fundadoras venideras, a saber: Juana Petronila del Patrocinio,
Theresa Brigida Eduarda de Jesus, Maria Catharina de la Concepcion, Maria Thomasa de
San Francisco, Maria Francisca de Jhesus. (La sexta fundadora fue la hermana Jazinta
de Santa Barbara, de velo blanco.)

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APÉNDICE. DOCUMENTAL 223

Religion, para que con el buen espíritu, doctrina y exemplo de las fun­
dadoras se crien nuevas y fertiles plantas que Alaven a Dios, estiendan
y augmenten su Sagrada Religion, para lo que por parte de dichos
Señores fundadores se ocurrio a la clemencia y benignidad de nuestro
Santísimo Padre Clemente por la Divina misericordia Papa duodecimo,
suplicando con el maior rendimiento y profunda humildad que admi­
tiendo su buen Zelo y deseo se dignase su Veatitud Santísima conce­
der su permiso y lizencia para la dicha fundazion.
Y haviendo admitido a dicha suplica por sus Bulas y letras Appos­
tolicas, expedidas en dos de maio de el año pasado de mili setecientos
y treinta y ocho, fue seruido conceder su lizencia para la ereccion y
fundazion de el dicho nuevo Convento en la ciudad de Mexico.

Extracto de las capitulaciones:

ltem despues de obtenidas las dichas lizencias se las fabricara vn Con­


vento, proporcionado a su instituto de recoleccion, en esta ciudad de
Mexico que se compondra de Iglesia, Sacristia, Choro, dormitorio, sala
de trauajo, refectorio, aposentos y las demas oficinas necesarias, cuia
fabrica podra subir a quarenta mili pesos; y quando importare mayor
suma, se obligaran hasta la cantidad de cinquenta mili, no compre­
hendiendose en estas los cien mili de la dotacion; lo qual se efectuara
immediatamente que se tengan las lizencias nesesarias, advirtiendo que
en los sobredichos cinquenta mili pesos se deven incluir las alajas y
ornamentos Sagrados nesesarios para el Culto Divino.
ltem se deven obligar las dichas Religiosas y todas las otras que por
tiempo fueren a reconocer por Patronos y fundadores a los sobredichos
Señores Don J oseph Francisco de A guirre y Doña Gertrudis Antonia
Roldan y Maldonado, y muriendo el vno, al otro, y despues de la muer­
te de todos, a sus subsesores por siempre, en conformidad de la nomina
que dichos Patronos haran, dandoles todos los honores, priuilegios y
otras preheminencias que les son deuidas como a tales Patronos.
ltem que estos y sus subsesores haran de nombrar perpetuamente
las quince Religiosas que deueran entrar en dicho Convento en la for­
ma arriva expresada, exeptuando las que deveran venir a fundar de la
referida ciudad de Vittoria, respecto de que ahora nombran a estas y
las han por nombradas, y las que faltazen, hasta el numero de quinze,
seran nombradas despues que huuiere[n] llegado a esta capital las re­
feridas Religiosas.
ltem que immediatamente que muera al gu na de las sobredichas
Religiosas que deveran entrar en dicho Convento, o que salga en el

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224 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

año de su noviciado, o por enfermedad o por otra qualquiera causa,


la Madre Abbadesa que por tiempo fuere deua participarlo a los di­
chos fundadores, por que pasen a nombrar otras a su arvitrio, que
sea propria y capaz y este siempre completo el numero de las quinze
dichas, sin que en esto se les deva poner el mas leve impedimiento
en tiempo alguno, pues siempre deveran estar al nombramiento que
haran y no en otra forma.
Item que precisamente esten obligadas las dichas Religiosas y toda
la Communidad a aplicar la mitad del año el merito de las oraciones
que tienen obligazion de rezar por las Almas de dichos fundadores,
sus padres, abuelos y parientes.
Item que el dia del titulo con que se titulare el Convento, el dia de
Santa Brigida, San J oseph y Santa Gertrudis, estos quatro dias se devan
celebrar solemnemente con Misa y Panegirico, los dias de Santa Brigida
y titular del Convento, todo el merito se deve aplicar por las Almas de
los fundadores y asistiendo a las funciones de los sobredichos tres dias
se les deva dar lugar y asiento con su vela encendida y la paz, pero no
el dia de Santa Brigida, a fin de que la novilissima ciudad pueda asis­
tir a la fiesta.
ltem respecto de que las cosas de este mundo no son estables, pue­
de suceder que vengan a diminucion y rebajarse las rentas de los cin­
co mill pesos. Y en caso de que se disminuia la renta, se deven enten­
der respectivamente los nombramientos, computandose el desquento,
a fin de que se nombren las Religiosas que se podran mantener con el
reciduo que quedare de los dichos cinco mill pesos.
Item que las dichas Religiosas devan estar sujetas al Ordinario
Eclesiastico de esta ciudad, sin que sea nesesaria otra lizencia vltra­
marina de Superioridad al guna para su ingreso y profesion solemne
en el Monasterio.
Item que tengan vn Cappelan maior y Confesor, y que este tenga
obligacion de decir la Misa todo el año y confesar a dichas Religiosas,
siempre y quando fuere menester, y que las Misas que celebrare todos
los domingos y fiestas de precepto deua aplicar por las Almas de los
fundadores, sus padres [y] abuelos. Y los dias de trauajo la podra apli­
car por quien le paresiere. Deuera tambien tener obligacion de admi­
nistrar los Santos Sacramentos a las Religiosas, y a todos los demas a
que estan obligados los Capellanes de semejantes Conventos; el qual
deuera ser nombrado por los sobredichos Patronos, y que se le deue
dar, ademas de la casa correspondiente vecina a dicho Convento, el
salario de quatrocientos pesos annu[ari]os, los quales se deueran sa­
car de los cinco mill pesos arriba expresados.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 225

ltem deue hauer vn Sacristan con el salario que pareciere conve­


niente a la Madre Abbadesa, pagandose a este como a los demas
Semientes que fueren nesezarios de los mismos cinco mill pesos arriua
mencionados.
ltem en la lizencia, que se sacara de su Santidad para la dicha
fundazion, se deve hacer instancia sobre que se digne de conceder fa­
cultad para que la fundadora pueda entrar en el dicho Convento vna
vez al mes durante todo el tiempo de su vida, y tambien por que pueda,
si quisiere, en caso de hallarse en capacidad, entrar y tomar el Hauito
de Religiosa, sin que para esto se le pueda pedir ni pretender cosa al­
guna, como ni tampoco se les deve pedir a las que dichos Patronos
nombraren. Y con solo su nombramiento deuen ser reciuidas y se deven
vestir y hacer la profecion solemne sin propinas ni al gun otro gasto.
Item como tales Patronos deuen tener la sepultura en la Capilla
maior a la parte del Evangelio, donde, si les pareciere, deueran ente­
rrar sus cuerpos. Y en caso de que muriesen antes de concluirse la
fabrica, puedan trasladar sus huesos alli sin gasto al gu no del Conven­
to; y que lo mismo se deva entender en quanto a los demas Patronos,
sus subcecores y parientes; y que los familiares y domesticas se entie­
rren en el cuerpo de la Iglesia.
ltem que se deuan poner las armas de los dichos fundadores, tanto
en el colateral 2 del Altar maior y sitio de su entierro <de su entie­
rro> quanto en la fachada general y en otros lugares que convendra y
fuere gusto de ellos, de modo que, aunque se mude el Convento de
dichas Religiosas a otra persona de esta ciudad del paraje en que por
ahora se hara y fabricara, siempre se entienda con esta condizion.
ltem por quanto dichos Señores fundadores consideran por precizos
y necesarios los gastos de la conduczion de dichas Religiosas desde la
sobredicha ciudad de V itoria hasta esta capital, las quales podran ser
seis, las cinco de Velo negro y Coro y la otra de Velo blanco, y que estas
puedan traer vna o dos de las sobrinas del dicho fundador que se ha­
llan en la dicha ciudad de V itoria y que tengan Vocazion de ser Reli­
giosas, las quales desde ahora se dan por nombradas en el numero
de las quinze. Y immediatamente que se tenga noticia de hauerse
obtenido las licenzias, se remitiran en primera ocacion quatro mill
pesos excelentes de plata, cuia suma se concidera por suficiente has­
ta el puerto y ciudad de la Veracruz, desde donde se dara providencia
por los dichos fundadores para la conduccion de las mismas hasta esta
capital.

2 Ms. coraleral.

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226 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

ltem que la renta de los sobredichos cinco mili pesos deua empesar
a correr desde el dia en que tomaran posecion de el dicho Convento
sin que hasta el dicho tiempo puedan pretender cosa al gu na de los
expresados fundadores. 3 Y finalmente, en caso de que no se haga (]o
que Dios no quiera) la dicha fundazidn por esta instruczion ni por el
poder que se embia ni otros instrumentos, se <leva entender que los
dichos fundadores en ningu n tiempo quedan obligados para esta ni
otra fundazion ni para otra cosa alguna.
Fecho en Mexico en veinte y tres de diziembre del año de mili
setecientos y treinta y cinco. Don J oseph Francisco de A guirre. Doña
Gertrudis Antonia Roldan. Conquerda con su original.

DOCUMENTO 2

Acerca de la demanda de la abadesa y comunidad del convento brigidino


de Valladolid y el triunfo de las madres vitorianas
[Expediente sin número, p. 13 y ss.]

Y hauiendo llegado lo referido 4 a noticia de la Madre Abbadesa y Re­


ligiosas de el Convento de Nuestra Señora de los Angeles de la misma
Orden y recoleccion de nuestra Madre Santa Erigida de la ciudad de
Valladolid, se ocurrio ante los Señores de dicho Real y supremo Con­
cejo de Indias, contradiciendo la referida fundazion por decir no se
poder efectuar sin licencia y permizo de dicho Convento de Nuestra
Señora de los Angeles y su Prelada; y por dichos Señores se mando
ocurriesen al Tribunal que correspondia. Y en su execuzion, por la
dicha Madre Abbadesa y Religiosas de el referido Convento de nues­
tra Señora de los Angeles de Valladolid, se comparecio ante el
Eminentisimo y Reverendísimo Señor Don Siluio Valenti Gonzaga,
Presuitero Cardenal de la Santa Yglesia Romana, Nuncio y Colector
Appostolico en estos Reinos de España, manifestando que este dicho
Convento de Santa Maria Magdalena no podia aceptar y capitular
fundacion alguna sin concentimiento y permizo del referido de nues­
tra Señora de los Angeles de Valladolid y su Prelada, por hauer salido

:i Ésta debe ser una de las razones por las cuales las monjas tenían prisa para tomar
posesión de su propio convento. Cf la crónica (XI: 167-8) donde se dice que la renta no
empieza a correr hasta que las monjas hayan tomado posesión de la iglesia, hecho que no tuvo
lugar hasta un año más tarde.
1 Lo referido es el hecho de que las mo�jas brígidas de Vitoria hicieran una nueva fun-
9ación en México. Consiste en un certificado signado el 10 de mayo de 1739 por Eugenio
Angel de Herrasu (en la crónica escrito Erraso; VII:700), secretario.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 227

de el a fundar este otro Convento y ser de su filiacion. Y hauiendo


sido citadas otras Santa Madre Abbadesa y Religiosas de este referido
Convento de Santa Maria Magdalena, salieron a la causa, proponien­
do la posecion en que se hallauan de capitular y fundar y hauer salido
de el fundadoras para otros Conventos como son el de Lasarte y
Ascoitia, ambos de la mui Real y mui leal provincia de Guipuscoa sin
licencia, permizo ni consentimiento de la Prelada, Religiosas y Con­
vento de nuestra Señora de los Angeles de la ciudad de Valladolid, y
otras razones que por vno y otro se dedujeron en su vista.
En doze de marzo pasado de este año presente 5 por dicho
Exelentisimo Reverendísimo Señor Nuncio Appostolico se dio auto
mandando se llevase a efecto lo paccionado y éstipulado por este di­
cho Convento de Santa Maria Magdalena en razon de la nueva fundazion
en la ciudad de Mexico, recervado su derecho a salvo a la Prelada y Re­
ligiosas del mencionado Convento de Valladolid para que lo deduxese
en otro Juicio; por quien se interpuso apelacion del citado auto; y
hauiendo sido admitido solo en el efecto debolutiuo con termino de
quatre meses, por la misma Abbadesa, Religiosas y Convento de nues­
tra Señora de los Angeles se llevaron los autos por vía de fuerza al Real
y Supremo Concejo de Castilla; y en su vista por los Señores de el en
veinte y ocho de abril pasado de este año se dio auto declarando que el
Señor Cardenal Nuncio de su Santidad no hauia hecho ni hacia fuer­
za; y por su Eminencia en dos de este presente mes de maio se expidio
carta executoria, refrendada de Don Fernando Grande, por el Secre­
tario y para la execuzion del auto expresado, proveido en doze de mar­
zo por dicho Eminentísimo y Reverendísimo Señor.
De ser cierto lo relacionado y constar de la citada executoria, que
me ha sido exhiuida por las Señoras Madre Abbadesa y Religiosas de
este referido Convento, a quien se la volví, doy fee y a ella en lo
nesesario me remito.
Y en seis de abril pasado de este presente año, por parte de di­
chas Señoras, Madre Abadesa y Religiosas de este Convento de Santa
Maria Magdalena, se solicito y consi guio de el Illustrisimo Señor Don
Joseph de Ospejo y Cisneros, Cauallero de el orden de Santiago, Obis­
po de este Obispado de Calahorra y la Calzada como de Superior
lexitimo y subdelegado de su Santidad, para este efecto y a quien estan
sujettas, licencia y facultad para poner en execuzion lo estipulado y
tratado en razon de la dicha nueva fundazion de la ciudad de Mexico,
se gun y en la forma que esta expresado como parece de el despacho y

� El año es 1739, vécl.se Vll:497.

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228 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

licencia, firmado de su Señoría Zuma y refrendado de Don Francisco


Anttonio de Bustamente, su Secretario de Camara.

DOCUMENTO 3

La ceremonia de la recepción de las monjas Brígidas en el convento de Regina


Coelli en la ciudad de México• [Expediente 4]

Yo Pedro Antonio Rodríguez, Notario oficial maior de la Secretaria de


Camara y Gobierno del Illustrisimo y Excelentísimo Señor Don Juan
Antonio de Vizarron y Eguiarreta, Arzobispo de la Santa Y glesia me­
tropolitana de Mexico y su Arzobispado del Consejo de su Magestad,
mi Señor, certifico, doi fee y testimonio de verdad, como oi día
miercoles quatro de septiembre del corriente año de mil setecientos
quarenta y tres, siendo como las once oras de la mañana, poco mas o
menos, y allandose dicho Excelentísimo Señor en la portería interior
del Sagrado Conbento de Nuestra Señora de Regina Coeli, de su
ovediencia y jurisdizion, le fue dada la noticia de como las Reuerendas
Madres de la nueba fundacion de Santa Brigida, Hijas del Monasterio
de la ciudad de Victoria en los Reinos de Castilla, acabauan de llegar a
la puerta de dicho Combento, conducidas desde el Santuario de Nues­
tra Señora de Guadalupe, en donde auia[n] pernoctado.
Y luego al punto salio su Excelencia a reciuirlas asta la calle fuera
de la puerta principal exterior del citado Combentto. Y aiudando a
que se desembarazasen dichas Reverendas Madres de los forlones en
que venían, las introdujo en su Clausura, en cuia expresada interior
portería estauan esperando su ingreso las mui Reverendas Madres Pre­
sidenta, Vicaria, Definidoras, con todo el resto de su Comunidad, ves­
tidas con Manto y Velo, con Cruz y Ciriales y con velas encendidas en
las manos y formadas en modo procesional.
A 1 punto mismo que fueron entrando en dicha Clausura, se entono por
ellas el Te Deum Laudamus, y presidiendo dicho Señor Excelentisimo,
asociado de los Señores Doctor Don Antonio Joseph de Velasco y
Tejada, Canonigo Doctoral de dicha Santa Y glesia, y el Lizenciado Don
Bernardo Manuel de Valdiuieso, medio Racionero de ella, fueron con­
ducidas dichas Señoras Religiosas Brigidas con sus Madrinas, que lo
heran (a mas de la Señora Doña Gertrudis Roldan, su Patrona u fun­
dadora) las Señoras mugeres de los Señores Ministros Togados de esta

• Este documento fue encontrado por Glorinela González Franco.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 229

Real Audiencia, asta el Coro bajo en la que apenas entraron, ceso el


canto de las Religiosas y comenzaron los Musicos de la Capilla de la
Santa Yglesia Cathedral, que se allauan en la de dicho Combento
zentonar solemnemente y con instrumentos el mismo Te Deum.
Y hecha la Adoracion al Santissimo Sacramento, tomo asiento di­
cho Señor Excelentisimo y los Señores dos Asistentes en tres sillas que
se aliaban vajo de sitial al lado y contiguo al Comulgatorio, ejecutan­
do lo proprio la Comunidad de dicho Combento en dos filas de ban­
cas, una enfrente de otra, haciendo Coro. Y las Reverendas Madres
fundadoras Erigidas se sentaron tambien en vnos cojines que estauan
en medio, puestos en el suelo immediato a la reja de dicho Coro bajo.
Y finalizado por la Musica el mencionado Psalmo, el Señor Doctor
Don Franzisco Xauier Gomez de Cerbantes, Preuendado de dicha San­
ta Yglesia Cathedral, Prouisor y Vicario General, reuestido con capa
plubial y asistido de los Capellanes del Combento con sobrepellizes
canto la Oracion correspondiente en el Altar maior, con que se termi­
no este acto.
Y despues, leuantandose la mui Reverenda Madre Theresa Erigida
dejesus, primera fundadora, llego con su Madrina adonde estaua sen­
tado dicho Señor Excelentísimo. Y hauiendo incado de rodillas y des­
cubierto el rostro le presto la deuida ovediencia, lo que subcesiuamente
ejecutaron, por su orden y en la misma conformidad, Sor Petronila
del Patrocinio, Sor Maria Catharina de la Concepcion, Sor Maria
Thomasa de San Franzisco, Sor Maria Francisca de Jesus, todas de Velo
negro, y la Hermana Jasinta de Santa Barbara, profesa de Velo blanco.
Y aceptando su Excelencia Yllustrisima la citada ovediencia pres­
tada en sus manos (las que le vesaron), bendijo a todas y a cada una de
las referidas Religiosas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Y en vozes inteligibles les señalo por terminas de su Clausura
no solamente la viuienda que les esta por aora destinada, sino el re­
cinto todo del espresado Combento, segun y en la propria forma que
sirue de Clausura a las Religiosas de el. Y para que conste, de mandato
vernal de dicho Señor Excelentísimo, doi la presente en la ciudad de
Mexico en dicho dia, mes y año, siendo testigos el Señor Don Joseph
de A guirre del Consejo de su Magestad y del supremo de Indias, fun­
dador y Patrono, el Doctor Don Juan de Dios Lozano, Cura de la Pa­
rroquia de la Santa Veracruz de esta ciudad y el Bachiller Don Phelix
de Villanueba Arlanzon y Guemez, Cura del partido de Pilcaia, pre­
sentes. En ttestimonio de verdad lo firme. Pedro Anttonio Rodríguez.
N ottario oficial maior del Govierno.

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230 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

DOCUMENTO 4

La carta de despedida escrita por Theresa Brigida a la abadesa de Regina


Coelli, entregada a la portera menor a la puga muy de madrugada en viernes
el 27 de noviembre de 1744 [Expediente 7]

J esus, Maria, Joseph, Brigida. 6


Mui Reverenda Madre Abbadesa Maria
Ana Francisca de San Migu el.

Mi mas amada Madre y Señora esttimada, no canso a Vuestra Reve­


renda en manifesttarla los mottibos que nos asistten para thomar la
resoluzion que oi ttomamos, de pasar a nuestro Combento, pues su
gran comprension de Vuestra Reverenda los ttiene bien conozidos y
premedittados. Lo que thodas conmigo senttimos es no dar a Vuestra
Reverenda, y a thoda estta Santa Comunidad, mil agradezidos y
thiernos abrazos, que los damos mui de corazon, y las mas rendidas
grazias por ttanttos fabores y buen ospedaje que an echo a esttas po­
bres recolettas y mui Hijas y Serbidoras de Vuestra Reverenda Maes­
tra mui amada, que estaran siempre en nuestro corazon, y me maria
para Serbif a Vuestra Reverenda y a ttodas nuestras amadas Herma­
nas y Señoras.
Lo que senttimos es bernos prezisadas a dar a Vuestra Reverenda,
mi Maestra, el susto de la salida, sin darle partte como debieramos.
Pero como su amor de Vuestra Reverenda no podria dissimular el
aparttamientto y thalbez ympidiria la fuga, considerandola ya prezissa
despues de mas de cattorze meses, que si la amable compañia de Vues­
tra Reverenda y demas Señoras, y en espezial las amigas, nos los an
echo sino corttos mui llebaderos con sus exzesiuos fabores y finezas,
las que si attendiendo a nuestra propia conoenienzia y gu sto y amor
que las ttenemos y mui partticular a mi Madre querida nos pudieran
serbir de remara que dettubiesen.
Sino consideraramos nos a ttraido nuestro Soberano Dueño,
librandonos de thanttos riesgos, a emplantar su Santo ynsttittutto y
aumenttar Cassa en que sea Serbido su Magestad Dibina, añadiendo a
las muchas en que es Hadorado en estta ziudad con ttantto esmero,
como por esperienzia lo hemos practticado en estta, en que por nues­
tra dicha enttramos, y adonde emos thenido thanto que aprender, con

6 Empiezan siempre las monjas sus cartas con la enumeracion de estos nombres; apare­
cen también en el Libro de Ingresos.

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Retrato de la madre María Ignacia del Espíritu Santo (1750-1792)
Museo Nacional del Virreinato, Tepotzotlán, Estado de México

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Disponible en: www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/348/cronica_convento.html
Retrato de la madre María Ana de los Ángeles ( 1734-1798), primera abadesa
mexicana. Colección particular

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Disponible en: www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/348/cronica_convento.html
Cálices del siglo XVIII, pertenecientes al convento de Santa Brígida.
Colección particular

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Escultura de la Virgen María que trajeron las monjas brígidas de Vitoria, España.
Colección particular

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APÉNDICE DOCUMENTAL 231

la mucha edificacion y exenplos que en Vuestra Reverenda y thodas


nuestras queridas Madres y Maestras amadas emos thenido.
Ora, Vuestra Reverenda Madre mia, que aqui no deja correr la plu­
ma la thernura de los ojos, ni se como espresar mi recontento afectto
a mi Maestra amada, a mi Madre San Juan, 7 a quien Vuestra Reveren­
da clara un abrazo de partte de ttodas, a la Madre Vicaria, Señoras
Difinidoras, Madres Sacristtanas pasadas y presenttes, nuestras queri­
das vezinas, Madre San Andres y a thodas nuestras faborezedoras, ami­
gas y Señoras, a mi Madre Pettra de San Josep, a quien mi Maestra
consolara, que la considero por la ausenzia de su Hijita, a ttodas qui­
siera nombrar, porque a ttodas Bebamos en nuestro corazon, y que
dire de mi querida Madre Abbadesa del Sacramentto y sus Hijas, la
Madre Clara y Dolores, diralas mi Madre mil cositas, que yo ya no quie­
ro cansar a mi Maestra y Señora, ni me deja el senttimientto de alejar­
nos, que separarse nuestro afectto nu[n ]ca sera.
Y asi esttimaremos mi Madre nos emple[e] y mande como a sus
Hijas, que lo somos mui afecttas, y sera para nosotras el complazer a
mi Maestra amada el mas esttimable empleo, y a ttoda estta Santa y
mui Benerada Comunidad, en cuia vnion deseamos que nuestro So­
berano Dueño guarde a Vuestra Reverenda para nuestro amparo por
muchos años que deseo, y le suplico a su Magestad deseos de Vuestra
Reverenda. Recoletas de nuestra Madre Santa Brigida, Horden del
Salbador. Mexico, nobiembre 27 del 744.
Mui Reverenda Madre Abbadesa, besa las manos de Vuestra Reve­
renda su mas faborezida Serbidora que la ama. Theresa Brigida de
Jhesus, Abbadesa.

DOCUMENTO 5

Carta de la madre Theresa Erigida al arzobispo, escrita el 2 7 de noviembre de


1744, el mismo día que la carta anterior [Documento 4, Expediente 7]

Jesus, Maria, Joseph, Brigida. Excelentisimo e Yllustrisimo Señor.

Señor Exelentisimo mi Padre y Prelado, Benditto sea nuestro Señor


que nos a conzedido el alibio y salud de Vuestra Exelencia Yllustrisima.
Su Dibina Magestad, por su ynfinitta misericordia nos de el consuelo
que sea por muchos años, como emos menestter para nuestro anparo,

7 Debe ser la madre Antonia de San Juan, la ex abadesa (IX: 111).

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232 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

como conttinuamente lo pedimos y rogaremos a su Magestad, como


es de nuestra obligazion reconozida y aun combenienzia propia, pues
de thener than amoroso Padre y Prelado esperamos thodas nuestras
dichas y azierttos.
Espero en la venignidad de Vuestra Exelencia apruebe la dettermi­
nazion que oi thomamos de pasar a nuestro Combentto, o por mejor
dezir, y es asi al de Vuestra Exelencia Yllustrisima en Virttud de la venia
y lezenzia que pedi a Vuestra Exelencia aze al gunos meses. Pues como
esttos se ban pasando, y cada dia con menos esperanzas de lograr sea
prestto respectto esttar la Yglesia y Cassa en disposizion, y que aun no
logramos se nos de por el fundador dia ftjo señalado, sino que en ttodos
lo ba difiriendo. Y con el seguro que de estta resolubzion que emos
thomado no le a de pesar ni thener dis gusto, y mucho menos la Seño­
ra fundadora, 8 que de estto esttamos zierttas.
Y que asi se ebittan muchos gasttos y bulla, en la que nos aliamos
mal las pobres recolettas, y ottros mottibos, que por no repettirlos a
Vuestra Exelencia Yllustrisima no espreso y dejo a la gran comprension
de Vuestra Exelencia Yllustrisima, a la que no ai para que molesttarle,
quando el Piadoso Zelo de Padre y Prelado los ttendra Vuestra
Exelencia Yllustrisima premedittados. Y que esttas Madres de estte
Santo Combento conozen las razones que nos asistten y no se daran
por agrabiadas, aunque si senttidas por lo mucho que nos faborezen.
Y es asi, Padre y Señor y mi Prelado, que a las Señoras Relixiosas
debemos thantto, que aun de ottra manera seria mui senttido el
aparttamientto; que oi, con el fabor de Dios nuestro Señor, determi­
namos, con la Bendizion de Vuestra Exelencia Yllustrisima, adonde
esperamos venga Vuestra Exelencia Yllustrisima a e�harnosla, lo que
pedimos rendidas a los pies de Vuestra Exelencia como sus mas hu­
mildes subdittas y faborezidas Hijas, que en estte su nuebo Claustro
de Vuestra Exelencia, y Coro, multtipliquemos nuestras suplicas a su
Magestad Sacramentado, que esperamos mande Vuestra Exelencia co­
locar luego para nuestro consuelo y maior onrra y gloria de su
Magestad Soberana, a quien inzesanttemente pediremos por la
ymporttantte vida de Vuestra Exelencia, que dilate por muchos afias,
como emos menester de estte de Vuestra Exelencia Yllustrisima.
Recolettas de nuestra Madre Santa Brigida, Horden del Salbador.
Mexico nobiembre 27 de 744. Exelentisimo Yllustrisimo Señor y Pre­
lado, besa los pies de Vuestra Exelencia Yllustrisima con la maior con­
fianza. Su subdita rendida Theresa Brigida de Jhesus.

8
Ms. funda, fundadora.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 233

DOCUMENTO 6*

Carta de Don Francisco Ximenes Caro al arzobispo, describiendo la situación


y el estado en gue se halla el nuevo convento el 28 de noviembre de 1744*
[Expediente sin número]

Excelentísimo Señor. Mi Señor: En cumplimiento de lo mandado por


Vuestra Excelencia Ilustrísima en su precedente decreto: Dada noticia
a los señores don José Francisco de Aguirre, Oidor jubilado de esta
Real Audiencia del Consejo de su Majestad en el de Indias, y doña
Gertrudis Roldan y Maldonado su esposa, fundadores patronos del
nuevo convento de Santa Brígida, y concedida e impartida la absolu­
ción a las reverendas madres fundadoras que la pidieron y recibieron
con toda humildad y rendimiento.
Pasé, como Vuestra Excelencia Ilustrísima lo ordena, en compañía
de don Pedro Mendívil y Aguirre, con asistencia de los maestros de la
obra, que lo son actualmente alarife Bernardino Orduña, cantero Juan
de Orduña y carpintero don Juan de Orduña y carpintero don Juan de
Audelo, a reconocer y hacer exacta vista de ojos de todo lo que Vues­
tra Excelencia Ilustrísima previene, sin dejar cosa alguna por inspec­
cionar e inquerir, y de conformidad con los expresados hallo que el
nuevo convento tiene el estado siguiente:
Por lo tocante a su material obra, a reserva tan sólo de los cuartos
que han de servir a uso, y vivienda contigua pero no comunicable al
convento, para capellán o capellanes está todo acabado y concluído, y
a la verdad con medidas, diseño y estructura que manifiesta la magna­
nimidad y extensísima efusión de costo con que se ha ejecutado, y,
comúnmente hablando, sólo falta la perfección, solado, remates, en­
jugo y últimas proporciones para su uso en todo lo bajo, por cuya ra­
zón resulta que necesitándose practicar todavía algún tiempo en di­
cho convento bajo por los alarifes, carpinteros y otros operarios que
actualmente lo van preparando a todo esfuerzo, y en número de más
de sesenta hombres, no podrá consignarse por ahora, y aún por el
término de dos o tres meses, al manejo y servicio de dichas señoras
religiosas, pues aunque algunas de las oficinas de dichos bajos, como
refectorio, sala de profundis y cocina pudieran ya servir, como los trán­
sitos de corredores y manejo de otras piezas no están aún corrientes,

• Este documento fue encontrado por Glorinela González Franco. Nosotros no lo encon­
tramos, por cuya razón reproduciremos aquí la transcripción modernizada hecha por ella. Sólo
hemos intervenido en cuanto a la puntuación y la repartición en apartados menores.

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234 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

se hacen por ahora inservibles, por lo cual es preciso, si se ha de consig­


nar portería a las reverendas madres, dar otro ingreso a los trabajado­
res, para que así se acelere y se disponga cuanto antes el uso de todo.
Y habiendo pasado a reconocer y registrar menudamente los altos
del dicho convento, encontramos lo primero estar la escalera perfec­
tamente concluída y de uso, los corredores, ambulatorios, noviciado,
enfermería, coro alto y más de treinta celdas en toda perfección y ap­
titud, para desde luego habitarse sin recelo al guno, por haber mucho
tiempo que se finalizó su avio, y a reserva tan sólo de la precaución
que se necesita, y hoy se causa o debe causarse, para quitar al gunos
registros de los que dan y toman sujeción hacia lo descubierto de pa­
tios bajos, por donde han de andar los trabajadores. No necesita de
otra prevención ulterior sino la de que la enfermeria, que es muy
capaz y luminosa, sirva de interino refectorio, y de cocina una pieza
que le es contigua, y en lo demás arbitrado, el modo de hacer
incomunicable lo bajo con lo alto a reserva de lo que es porteria.
Soy de parecer que pueden trasladarse las dichas madres, sin ne­
cesitarse más que de corto tiempo, y como promete el alarife maestro
de obra, sólo quince días, para ponerlo en capacidad de recibirlas, re­
corriendo todo por al gunas menudencias que aún faltan, como cerro­
jos, picaportes, y cerraduras donde se necesitan, fábrica del nuevo
fogón para la cocina, prevención como va dicho en los registros, y le­
vantar algunos pedazos de tapia en las azoteas, que quiten toda
comunicabilidad aún de las casas conti guas de los señores patronos,
que son las únicas que alindan con este nuevo convento.
En cuanto a iglesia, se halla su obra material y el natural adorno
de su primorosa estructura en suelos, bóvedas y paredes totalmente
perfecta, sus altares y especialmente el mayor actualmente labrando,
por cuya razón y porque el tránsito al dicho convento bajo por los obre­
ros no puede facilitarse por ahora, y tan presto por otra parte, que
por el que ministra el bajo de dicha iglesia, por estar sus confesiona­
rios todavía abiertos, se habrá de tolerar algún tiempo más que por
alli sea su entrada, hasta que se disponga oportunamente por otra par­
te, cuya demora no podrá ser muy larga, en cuyos supuestos soy de
parecer, que por lo que toca a lo formal del convento, se les puede
consignar y entregar todo lo alto con el uso de la escalera y de la
porteria, y brevemente puede reducirse a practicable y servible, ce­
rrando los arcos que por junto a las escaleras dan ingreso a los patios
bajos, con tapias altas enteras que absolutamente quiten toda comuni­
cación y dejen franqueza para declarar ri gurosa clausura en toda aque­
lla parte de convento, que reputada suficiente y congruente se les en­
tregase y se les consignase por luego.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 235

Y en lo tocante al consumo de tiempo que pueda necesitarse para la


preparación de lo consignable, soy de sentir, y los maestros lo afianzan
con total seguridad y conformidad, que dentro de quince días o a lo mas
tres semanas, podía Vuestra Excelencia Ilustrísima calcular esta materia
en estado de practicarse la translación en la forma que Vuestra Exce­
lencia Ilustrísima lo dispusiere y tuviere por conveniente. México y no­
viembre 28 de 1744. Don Francisco Jiménez Caro, Visitador General.

DOCUMENTO 7

Decreto del arzobispo y algunas de las declaraciones juridicas que se hicieron


despues de la salida de las monjas Brigidas del convento de Regina Coelli
[Expediente sin número]

Mexico 24 de diziembre de 1744.

Por quantto no ha podido hacersenos creyble que el exabrrupto


comettido por las Reverendas Madres de Santa Brigida de salirse sin
lizencia ningu na de la Clausura del Comuento de Regina Coeli que les
estaua ase gurada, y pasarse a las casas de la morada de los Señores fun­
dadores de el nuebo Comuento que se les destina, pueda ser parto vnico
de su mera voluntariedad, sin que algun inf{l]uxo o influxos aian tenido
partte, y mucha, en animarlas a este violento y desarreglado movimiento,
y siendo esta materia tan delicada como precautelada en todos dere­
chos con las penas de censuras y excomunion, en que todos los partici­
pes de semejante resolucion, sin duda alguna, ynciden por el mismo
hecho, combiniendo enmendar en el concepto publico y purificar con
escarmiento el mal exemplo que se a dado por dichas Religiosas, y por
los que hubieren delinquido en ser sus fautores, supuesto que ya la
vondad Diuina ha permitido que se trasladasen de hecho a su nuebo
Comuento, en la partte que a sido reputada por suficientte para gu ar­
da de la Clausura, y que se hallan en ella desde el dia veintte y uno
del corriente diciembre, reputando por nezesaria la mas exacta
aberigu acion de las causas e ympulsos que movieron a dichas Madres,
asi en lo interior de sus animas como en lo exterior, por el fomentto
que pudo darseles, ayuda, consejo, opinion o dictamen para executarlo,
mandamos que nuestro Prouisor y Vicario General passe a formar exac­
to processo de ello y que, segu n ministraren las diligencias, siga el curso
de esta verificacion, tomando las declaraciones que tubiere por opor­
tunas y nezesarias, assi de las dichas Reuerendas Madres Profesas como
de la mui Reuerenda Madre Abbadesa y Porttera maior, y otras de las

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236 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

de Regina Coelli que puedan conducir al asumpto, y reciuiendolas assi


mismo a Don Pedro Mendiuil y Aguirre, con licencia de los Señores fun­
dadores sus tios, y <lemas personas que ayan concurrido, o con el hecho
de coadyubarlas a la salida, o en la mera casualidad de hallarse presenttes,
para que verificandose con toda pureza este hecho, y reconocidas las raizes
y origen de semejante desorden, podamos proceder con toda claridad y
descubrimientto, a lo que por derecho y Sagrados Canones ha lugar.

Por mandado de Su Exelencia Illustrisimo, mi Señor.


Doctor Leonardo de la Terralla, Secretario.
Mexico y henero 2 de 1745 años.

Visto el superior decreto de su Exelencia Yllustrisima que prece­


de, guardese, cumplase y executese, y en su execuzion y cumplimien­
to estamos prompto a parar a practicar las diligenzias y proceder a la
formazion del proc<_;so que en el se previene, haziendose todas las re­
feridas diligenzias por ante el Rosario ofizial mayor de este juzgado.
Aucto proueyo el Señor Don Franzisco Xavier Gomez de Cervantes,
Juez, Prouisor y Vicario General de este Arzobispado y lo rubrico.
Antte my, Antonio Perez Purcheno, Notario Mayor del Santo Of ficio.

Declarazion de la Madre Abadesa:

En la ciudad de Mexico, en dos dias del mes de henero de mill


setezientos quarenta y cinco años, en conformidad del prevenido y
mandado por el decreto de la foxa antecedente, el Señor Doctor Don
Franzisco Xavier Gomez de Servantes, Prevendado de esta Santa Igle­
sia Cathedral, Juez Prouisor y Vicario General.
Para la aberiguazion del hecho que se refiere en el superior decre­
to que precede de su Exelencia Yllustrisima mi Señor, estando en la
rexa y contaduria de este Sagrado Comvento de nuestra Señora de
la Natividad Regina Zeli, y presenta la muy Reverenda Madre Mariana
de San Miguel, Abadesa actual, de que doy fee conozco, por ante mi,
el Secretario oficial mayor le reziuio juramento que hizo por Dios nues­
tro Señor, la señal de la Santa Cruz y su Sagrada Profesion en forma
segun derecho, so cuio cargo prometio de dezir verdad en lo que
supiere y fuere preguntada, siendolo al thenor del zitado decreto de
su Exelencia Yllustrisima.
Dixo que lo que vnicamente saue y puede dezir es que, estando el
dia viernes, que se cqntaron veinte y siete de noviembre del año
proximo pasado de quarenta y quatro, en Choro con su Comunidad,

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APÉNDICE DOCUMENTAL 237

poco antes de las seis de la mañana, subio a la bera[n]da vna de las


Porteras menores, que lo es la Madre Ana J osepha de Santa Rosalia,
dando vozes y alaridos. Y preguntandole la Reverenda Madre Decla­
rante que era lo que le hauia sucedido, respondio que hauian vajado
todas las Reverendas Madres Brigidas. Y una de ellas la hauia abraza­
do y detenido mientras todas se salieron para la calle, dejandole la
llaue de la ospederia en que estaua[n] y vna carta para la Reverenda
Madre Declarante (que es la que ella tiene).
Y que asimismo dijo despues dicha Reverenda Madre que quien
hauia entrado a la Porteria, luego que esta se haurio, como se obser­
vaba, para que entrase la burra de que tomaba leche vna de dichas
Señoras Brigidas, fue Don Manuel Senarro, el que venia con armas,
por lo que yncontinenti dicha muy Reverenda Madre Declarante, en
cumplimiento de su obligazion, dio quenta a su Exelencia Yllustrisima,
y que despues solo ha oydo dezir que dichas Señoras Religiosas se fue­
ron en casa de los Señores Patronos, pero que no saue el fomento que
para ello tubieron o si tubieron opinion, consexo o dictamen de al gu ­
na otra persona, y que lo que tiene dicho es la verdad. So cargo del
juramento fecho en que sea, firmo y ratifico. Declaro ser de hedad de
quarenta años y lo firmo con dicho Señor Prouisor, de que doy fee.
Doctor Cervantes. Maria Anna de San Miguel, Abbadesa.
Ante mi, Francisco Somoza, N ottario official maior.

Declarazion de la Madre Ana Josepha de Santa Rosalia, Portera menor:

Yncontinenti. Em prosecuzion de estas diligenzias y en conformidad


de la zita que por la declarazion antecedente se haze a la Madre Por­
tera Ana J osepha de Santa Rosalia, se le hizo comparezer, y estando
presente se le reziuio juramento que hizo por Dios nuestro Señor y la
señal de la Santa Cruz y su Sagrada Profesion en forma de derecho, so
cuio cargo pregu ntada.
Dixo que lo que paso en el asunto de lo que se le pre gunta es el que
hauiendo vajado en el dia que se refiere y zita que se le haze, temprano,
como lo obserbaua habrir la puerta para que entrase la burra de que
tomaba lleche vna de las Religiosas Brigidas que estauan ospedadas en
este Combento de Rexina, y estando la Declarante esperando a que tra­
jesen, como trahijian 9 todos los dias la dicha burra, llego el mozo que
seruia a dichas Madres Brigidas, y le dio vn papel, diziendo que lo man-

!l La forma trahUian probablemente por influencia de la forma anterior en la misma

línea trajesen.

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238 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

clase a la muy Reverenda Madre Abadesa de dichas Religiosas Brigidas,


el que le mando con la moza que hauia vajado [a] abrir la puerta.
Y en poco rrato entraron a la porteria dos hombres de que solo
conozio al vno que lo es Don Manuel Senarro, y al otro no conoze ni
saue quien sea. Pues aun para el mas pleno conozimiento de dicho
Senarro le pregunto si era el a Antonio, el Mandadero de este Combento,
que llego ymmediatamente a la portería, a que luego vajaron dichas
Religiosas Brigidas, viniendo por delante con la Nouicia Rozas 10 la Re­
verenda Madre Abadesa, quien, echando mano a quitar como quito la
aldabilla de la puerta, le dio a la Religiosa Declarante la llaue del
Comventito de su ospederia y una carta para la Reverenda Madre Aba­
desa de este Comvento, diziendole Madre Anna: "Esto es fuerza hacer­
lo assi"; y que conoziendo ya que el animo de dichas Religiosas era el
yrse, les dijo se esperasen mientras avisaría a la Reverenda Madre Aba­
desa, lo que no pudo hazer, porque estando como estaua, sola, la detubo
con el motiuo de abrazarla vna de las Religiosas, llamada la Madre Maria
Cathalina de la Conzepzion.
Y que asi se salieron con los referidos hombres, que el que venia
con dicho Senarro era vno de capa encarnada y petuca, delgado y alto
cuerpo, que traya vn espadín y dos pistolas. Y luego que se salieron
subio dando vozes a ahauisar y entregar la carta a la Reverenda Madre
Abadesa que estaua en Choro con su Comunidad. Que no saue ni ha
sauido si para lo dicho tubieron al gun consexo, opinion o dictamen
dichas Madres Brigidas, o mas ayuda que la del referido Senarro y el
que le acompaño, por hauer sido todo con gran secreto, ni saue otra
cosa mas que lo dicho, que es la verdad. So cargo del juramento que
fecho tiene en que sea, firmo y ratifico. Declaro ser de hedad de vein­
te y zinco años y lo firmo con dicho Señor Prouisor, de que doy fee.
Doctor Cervantes. Ana Josepha de Santa Rosalia.
Ante mi, Francisco Somoza, Nottario official mayor.

Declarazion de Antonio Hernandez, Mandadero:

E luego yncontinenti dicho ora, mes y año para la averiguazion (del


Comvento de Regina) sobre el contenido de estos autos y en confor­
midad de la zita fecha por la antecedente declarazion, el referido Se-

10 La novicia Rosas debe ser Josepha Joachina de los Dolores, de velo negro, h�ja de
don Manuel Rodríguez de la Rosa y doña Rosa Maria Polanco, probablemante llamada Ro­
sas por causa de los nombres de sus padres. Esta novicia entró el 26 de enero de 1744 y salió
de la comunidad por falta de salud, cf la crónica (IX:263).

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APÉNDICE DOCUMENTAL 239

ñor Provisor hizo comparezer ante si a vn hombre que estando pre­


sente dijo llamarse Antonio Hernandez, ser mestizo, vezino de esta
ciudad , de estado soltero, de Mandadero de este Comvento de Regina
Zeli, del qual fue reciuido, por ante mi el infraescrito Notario ofizial
mayor, juramento que hizo por Dios nuestro Señor y la señal de la
Santa Cruz en forma y segun derecho, so cuio cargo prometio de dezir
verdad en lo que supiere y fuere pregu ntado y siendolo a el thenor
del referido contenido de estos autos y zita que le esta fecha.
Dixo que la otra cita que se le haze por la Madre Portera Anna
J osepha de Santa Rosalia es cierta, como en su declarazion refiere di­
cha Religiosa. Pues, es verdad que, hauiendo venido el Declarante el
dia veinte y siete de noviembre del año proximo pasado, que a lo que
se puede acordar fue viernes, a asistir, como lo obserua, a los manda­
dos que se ofrezen a la porteria, serian como las seis de la mañana
poco antes, la hallo avierta, y entrando allo en ella de partes de aden­
tro de la Clausura sola a la dicha Portera Ana J osepha de Santa Rosalia,
y de partes de afuera de el portan dos hombres, de los quales solo
conozio a el vno, que es Don Manuel Senarro, y al otro no conoze, y
solo vio ser vn hombre alto, delgado de capa encamada, sombrero de
tres picos y un espadin a la mano, y que asimismo estaua en dicha
porteria vn yndiuiduo que sirue a dicho Don Manuel Senarro.
Y a poco rato vio bajar a la Reverenda Madre Abadesa de las Se­
ñoras Religiosas Brigidas con vna Nouizia de la mano, y que quitando
con violenzia la aldabilla del portonzitto se salio para afuera con dicha
Nouicia y demas sus Religiosas que la venian si guiendo, sin que, ni
por los gritos que daua, suplicas que les hizo dicha Madre Portera de
que se experase mientras abisaria a la Reverenda Madre Abadesa, las
pudiese contener, ni menos pudiese dar aviso como pretendia, por­
que mientras dichas Religiosas se salian, vna de ellas mismas tubo abra­
zada a dicha Madre Portera.
Y que asi que estubieron fuera de la Clausura, el dicho Senarro
desde la puerta hizo seña con el canto de la capa a vnos cocheros que
estauan ymmediatos con tres forlones prevenidos y estos llegaron con
toda priesa. Y en ellos se embarcaron las referidas Religiosas, y en el
primero, que fue con el que entro la mui Reverenda Madre Abadesa,
conozio el testigo por la libre[a] ser el de Don Juan Martinez de Soria,
Escriuano de Govierno. Que los otros dos forlones no saue, ni ha
savido, de quien eran, y solo si vio que los cocheros de ellos traiyan
libreas azules.
Y que, viendo que ya se yvan dichas Religiosas Brigidas, el Decla­
rante fue siguiendo los forlones, los que yvan res guardando a pie y
pegados a ellos el dicho Senarro y su compañero, que no vio fuese

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240 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

otra persona al gu na, y que huiyeron y fueron derechos a dar a la casa


de los Señores Patronos, en cuyo patio vio el Declarante se desembar­
caron las referidas Religiosas; y assi que vida esto, se reboluio para
este Comvento de Regina a dar, como dio, aviso de donde hauian ydo
y quedadose las espresadas Religiosas Brigidas, las que no saue si para
esto tubieron algun consexo o dictamen, ni el motiuo por que lo
hizieron, ni lo ha oydo dezir tampoco, ni le consta mas que lo dicho,
que es lo que vnicamente saue y la verdad. So cargo del juramento
fecho en que sea, firmo y ratifico. Declaro ser de hedad de mas de
veinte años. No firmo, porque dijo no sauer escriuir. Hizolo el Señor
Prouisor, de que doy fee.
Doctor Cervantes
Ante mi, Francisco Somoza, Nottario official maior.

Declaracion de la mui Reverenda Madre Abbadesa de Santa Erigida, en que


se incluien las de las Madres Priora, Supriora y Porteras:

En la ciudad de Mexico, en quatro dias del mes de henero de mill sete­


cientos quarenta y cinco años. En prosecusion de estas diligencias del
Señor Provisor y Vicario General de este Arzobispado, hauiendo pasa­
do a estte Convento nuebo de Nuestra Señora de Santa Maria de las
Nieves de Religiosas recoletas del Orden del Salvador, y estando en vna
de sus oficinas presente la mui Reverenda Madre Theresa Brigida de
Jhesus, Abbadesa de este dicho Conuento, a la que doi fee conosco.
Para efecto de tomarle su declaracion, en orden al contenido de es­
tos autos por ante mi el infrascripto Notario official maior, se le reciuio
juramento que hizo por Dios nuestro Señor y la señal de la Santa Cruz
de su Sagrada Prefeccion, so cuio cargo prometio decir verdad. Y sien­
do preguntada segun el contexto del superior decreto de su Exelencia
Yllustrissima que consta y va citado en estos autos, dixo que el motivo
que tubo para hauerse passado con su Comunidad del Conuento de
Regina Coeli, donde se les hospedo en el interim que se perfeccionaba
este de su Sagrado ynstituto, (fuera de otros mui especiales que no
expressa por no deverse dar al papel)11 fue el veer que hauiendo ya mas
de vn año largo y otros meses, que por todo hicieron quince, que hauian
venido y llegado a esta capital con aquel anelo de plantear la fundacion
de su Sagrado ynstituto y Religion en esta ciudad, a lo que fueron traidas

11 Podría ser que lo que no se anota en el papel tenga algo que ver con el hecho de que
no empiece a correr la renta de los cinco mil pesos de los fundadores antes de que las mon­
jas hayan tomado posesión de su convento.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 241

con instancias, y que los plazos que fueron distintos que se les pusieron,
se hauian passado, informadas de estar ya por lo alto interior lo mas y
casi todo lo por al que dice a Clausura de este su Conuento hauitable, 12
cuia noticia tubieron la Reverenda Madre Declarante y <lemas sus Reli­
giosas aun por los mismos Señores Patronos.
Por esto y de conosiendo que aunque en el Sagrado Conuento de
Regina donde estaban, por lo exemplar de sus Religiossas no tenian
otro incomodo mas que el de serle precisso a esta Comunidad y las
que le componen, aun por los mismos fauores y estimacion que
deuieron a aquellas Señoras, el irse cada día familiarizando mas y mas,
siendo precisso para esto contravenir en algun modo a las
dispocissiones de la Santa Regla que la muy Reverenda Madre Decla­
rante y su Sagrada Comunidad profesan, por serles precisso omitir
algunos de sus exercissios, y para lo de silencio y <lemas no tener aque­
lla correspondiente quietud y total retiro que se requiere.
Y a mas de esto padecían el desconsuelo de no poder excusarse a
la vista y aun por política a tal qual comunicassion de las muchas
seglaras que ai en aquella Clausura, de que unas entran y otras salen.
Y assi experimentada de que no podía alli cumplirse cavalmente
en lo que es tocante y correspondiente a la Religion que profesa, vivía
sumamente mortificada y sentida de veer la retardacion que hauia o
iba hauiendo en llegar con efecto a plantear su fundacion, a que fue­
ron venidas. Y por esto se precisso a (con el asumpto de dar a su
Exelencia Yllustrissima el Reverendissimo y Exelentissimo Señor Ar­
zobispo los días del Señor San Juan el año proximo passado) escriuirle
cersiorandole, emformandole de estos y los <lemas motivos que no
expressa, y por ellos pidiendole en obsequio del Santo Sagrado Baso
el que le permitiesse su venir para vn día passarse callanditas a este
Conuento, cuia venia tubo la muy Reverenda Madre Declarante, la muy
Reverenda Madre Priora y <lemas Officiales por otorgada tacitamente,
pues la respuesta fue solamente el que decia su Exelencia Yllustrissima
que estaba bien; y que aunque despues aca se les ha dicho, por el Se­
ñor Visitador de este Arzobispado, no hauer otorgado tal pegmisso, pues
antes se les hauia negado, quando en vna visita de su Exelencia
Yllustrissima les hauia dicho que para el dia de la Concepcion vendría
a decir el día cierto de su venida a este Convento.
No oieron tal, y assi lo han despuesto a dicho Provisor, digo Visita­
dor, porque a hauer entendido tal exprecion no se huuieron mouido
hasta nuebo orden de su Exelencia Illustrissima, pero que en inteli­
gencia del tacito consentimiento, fundadas en esta presumpta y cada

11 Ms. hauttable interlineado.

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242 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

dia mas ynstimulada de su conuen[ien]cia, pensando que no fuesse


disgusto de su Exelencia Yllustrissima, sino antes el que lo llevasse a
bien, por las razones dichas y mediante lo referido.
Y cierta de que no quebrantaban Clausura (porque aunque no la
profeza[n], como Religiosas deuen observarla), respecto a estarles
consedido por su Santidad permisso hasta estar en pocession de este su
Conuento, y sobre todo sin anima de dar que decir al publico, ni que
sentir a su Exelencia Yllustrissima, ni a los Señores Patrones, ni menos
de faltar a la obediencia que deben, se resolvía, con buen fin y sin otro
animo mas que el expressado, a el echo de su transporte con su Co­
munidad a este su Convento, sin que para ello tubiessen dictamen,
consejo, ni otro enstimolo mas que el de conciencia.
Y que assimismo deue expressar y declarar que esto tambien se lo
tenían ya preuenido con algunas expresiones a la Señora Patrona, a
quien su misma sobrina con mas particularidad y claridad se lo dio
a entender vna ves diciendole: "No se enojara Vuestra Merced si nos
vamos a su cassa?" A que respondio: "Por que? Antes lo tendria a mu­
cho gusto." Y por todo lo dicho y principalissimamente experimen­
tando y bien reconosiendo que hauiendo entrado algunas Novicias,
estas no se podian criar, educar, e ir instruiendose, como se deue, y
que aun las mismas Novicias sentian esto y estaban inquietas y como
violentas, executo lo dicho de la resolucion de su transporte. En que,
como tiene ya mandado a decir a su Exelencia Yllustrissima como su
Prelado a quien venera y deue obedecer, en todo que ha errado no ha
ido con intencion, sino antes pensando haria bien, y que en ello no
daba dis gusto a su Exelencia Yllustrissima, ni a los Señores Pationos
(como lleva pensado). Y assi, en este supuesto y que lo echo fue vna
mera cinceridad, pide por si y las <lemas Reverendas Madres Priora,
Supriora y Porteras, que se hallan presentes, humildemente perdon a
dicho Señor Yllustrissimo y Exelentissimo de el dis gusto que se le ha
causado, y de este y los <lemas hierros que puedan hauer cometido en
lo echo, experando como experan de su benigno paternal y pastoral
amor, el que se digne otorgarles la gracia del perdon que imploran.
Y estto fue lo que declaro y dijo ser la verdad, so cargo del juramen­
to fecho en que se ratifico. Y lo firmo con dicho Señor Provisor,
firmandolo tambien las mui Reverendas Madres Priora, Supriora y Por­
teras, quienes entendidas de esta declaracion la reproducen por ser toda
verídica y ciertas y no tener que añadir ni quitar a ella, y de ello doi fee.
Doctor Cervantes. Theresa Brigida de Jhesus, Abbadesa. Juana
Petronila de el Patrozinio, Priora. Maria Thomasa Brigida de San Fran­
cisco. Maria Cathalina de la Concepzion. Maria Franzisca de Jesus.
Ante mi, Francisco Somoza, Nottario official maior.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 243

Declarazion de Don Pedro Mendiuil de Aguirre:

Yncontinenti en dicho dia mes y año: 13 hauiendo pasado de orden de


dicho Señor Prouisor a la casa que es de la morada de el Señor
Lizenciado Don J oseph Francisco de A gu irre, Cauallero del Orden de
Calatraua, Oydor que fue de la Real Audienzia de esta Corte, del
Consexo de su Magestad del Real y Supremo de Yndias, y estando con
la Señora Doña Gertrudis Antonio Roldan, esposa de dicho Señor, el
que expreso hallarse ausente de esta Corte, dadole recaudo politico y
hechole sauer el contenido del decreto de su Exelencia Yllustrissima
el Arzobispo mi Señor. retornando dicho recaudo con la mayor
atenzion a sus respectos.
Dixo se executase lo mandado por su Exelencia Yllustrissima. Y assi
procedi a el exsamen de Don Pedro Mendiuil de Agu irre, su sobrino, a
quien doy fee conozco, y de quien preuiamente rezeui juramento que
hizo por Dios nuestro Señor y la señal de la Santa Cruz en toda forma
de derecho, so cuio cargo prometio de dezir verdad en lo que supiere y
le fuere pre guntado y siendolo al thenor del suprazitado decreto.
Dixo que lo que para le consta puede declarar y dezir es, que es­
tando la mañana de el dia veinte y siete de noviembre de el año
proximo pasado todavia recoxidos en cama los Señores sus tios y el
Declarante en la suya aunque despierto, sin hauerse todauia vestido,
como a las seis oras de aquella mañana, entraron a su quarto azelerados
todos los de la fa[mi]lia diziendo que las Religiosas de Santa Brigida
estauan en el patio y subiendo para arriua, con cuya noticia tomo el
Declarante con azelerazion su ropa y suspendiendo el auiso a los Se­
ñores sus tios, por la pesadumbre que esto inferia les causaria, hasta
sauer la caus� del arrojo.
Casi a mfdio vestir salio, y zierto de hauerse entrado ya en el Ora­
torio dichas Religiosas despues de saludarlas, y tomada razon de los
motiuos que dijeron hauer tenido para ello, que fueron el de las
ymcommodidades que pasauan en el Comvento Re guina, el no poder
obseruar puntualmente su ynstituto y Regla, ni menos educar confor­
me a ella a las ya entradas Nouizias, y por esto y tener algunos ynformes
de estar ya lo alto del ynterior de su Comvento, si no acauado, a lo me­
nos hauitable; esto hauia sido la causa de su violenzia, ynstimuladas de
su misma conzienzia, y que asi se venian ya a viuir a dicho su Combento.
Con cuya razon entro luego a dar aviso e ynformar a los Señores
sus tios de lo hacaezido y de lo que motibauan dichas Religiosas para

13 Ms. ano.

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244 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

ello. Y dichos sus tios con esta noticia, le ordenaron pasase como paso
yncontinenti a dar de ello quenta a su Exelencia Illustrissima,
serciorandole de el repentino e ynnopinado acaezimiento que coxio
tan desprevenidos a dichos Señores sus tios como al Declarante. Como
que nunca pudiera pensarse tal cosa, y como que ni la mas minima
razon o suspecha hauian tenido para poderlo ynferir, pues tan fuera
estauan de todo esto que ni avn con el motiuo de hauer ydo el Decla­
rante dos dias antes a Regu ina a despedirse (por estar para yrse a las
haziendas) de dichas Religiosas Bri guidas, estas no le expresaron cosa
al guna, y avn estrañaron, aquel dia que vinieron, el que el Declarante
no se hubiera todavia ydo, juzgandolo ya en camino.
Y asi es zierto que a todos les coxio sin noticia ni la menor
prevenzion, que no saue si tubieron para esto dichas Religiosas otro
motiuo mas que los referidos, y que solo se le expreso al Declarante la
Reverenda Madre Abadesa que de lo hecho no tenia escrupolo ningu­
no, ni tomaria agua vendicta para ello, pues lo hauia consultado con
hombres doctos que no la quiso preguntar ni con zerteza a ya sauido
quienes sean estos suxetos y solo ynfiere, por la prontitud con que vino
a verlas y segun el recaudo que las trajo de parte del Señor Birrey de
este Reyno su Mayordomo, aplaudiendo de azierto su resolucion, el que
su Exelencia dicho Señor Birrey tubiese preuiamente noticia y conoze
influxo patrozinarse, lo que le persuade tambien a creher ser assi.
Otros antecedentes <que> hauian precedido en varias expresio­
nes que a el mismo Declarante hauia hecho dicho Exelentissimo Se­
ñor Birrey en orden a manifestarle el gran deseo con que anelaba se
acelerase la conclusion de la fabrica del Convento para que se pasasen
a el dichas Religiosas. Y tambien lo persuade a lo dicho el hauer sauido
de publico y notorio que los que fueron conductores en el transpor­
te de dichas Religiosas fueron Don Manuel Senarro, su compañero 14
Don Narziso Barguin Montecuesta, y con ellos venia el escrivano de
Govierno Don Juan Martinez de Soria. Y que vno de los tres forlones
en que vinieron dichas Religiosas fue el de dicho Don Juan Martinez,
y que los otros dos el vno de Don Francisco Paulin Cauezon, vezino
del comerzio de esta ciudad, y el otro del Lizenziado Don Baltasar
Rodri gu ez Medrana, Abogado de esta Real Audienzia; zircunstanzias
todas que juntas con hauer visto el grande empeño con que dicho Se­
ñor Birrey procuro azelerar despues la perfeccion de los altos interio­
res del Convento para que pasasen a el las Religiosas, le hazen per­
suadir a lo dicho, como otras que tiene le hazen tambien ynferir puede
hauer concurrido con dictamen para la temeraria resoluzion de di-

11 Ms. companero.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 245

chas Religiosas el Señor Lizenziado Don Franzisco Antonio de


Chauarri, 15 Oydor de esta dicha Real Audienzia, aun que de positiuo
no lo saue, ni otra cosa mas de lo que lleua dicho, so cargo del jura­
mento fecho en que sea, firmo y ratifico. Declaro ser de hedad de veinte
y ocho años y lo firmo, de que doy fee.
Pedro Antonio Mendiuil
Ante mi, Francisco Somoza, Nottario official maior.
(. . .)

[Declaración de don Manuel Senarro]:

En la ziudad de Mexico a veinte dias de el mes de henero de mill


setezientos quarenta y zinco años, en prosecuzion de estas deligenzias
y en conformidad de las zitas que se le hazen en las declaraziones an­
tecedentes, se procedio a el examen de Don Manuel de Senarro, vezino
y de el comerzio de esta Corte, a el que doy fee conozco; de quien
estando presente se le reziuio, por ante mi el ynfrascripto Notario
ofizial mayor, juramento que hizo por Dios nuestro Señor y la señal 16
de la Santa Cruz en forma y segun derecho, so cuio cargo prometio
dezir verdad en lo que fuere preguntado y siendolo al thenor del con­
tenido en estos autos, segun dichas zitas, y con que motiuo, orden o
ynfhrxo de quien concurrio a el hecho que en estos dichos autos se
refiere y que personas le acompañaron a ello.
Oixo que hauiendo embiado a llamar al Declarante la muy Reve­
renda Madre Abadesa Theresa Brigida de Jhesus e ydo el que declara
a sauer lo que se le ofrezia, le dijo que a las seis de la mañana del dia
veinte y siete de <de> nouienbre, pusiera tres forlones en la porteria
del Comvento de Reguina para yr con su Comunidad a la cassa de el
Señor su fundador por combenir asi a la practica de su ynstituto y Re­
gla, a que hauian venido de España, pues aviendo pasado mas de seis 17
años 18 desde que salieron de su Convento de la ziudad de Victoria, no
se hauia establezido su fundazion.
Y despues le aseguro que tenia lizenzia de su Exelentissimo y
Yllustrissimo Prelado y le encargo el secreto natural, expresandole que
se valia del que declara por ser de su entera satisfacion y anti guo

i;, Debe ser el señor don Francisco de Echabarri, natural de Vitoria y mencionado en la
crónica (IX: 11 ).
16 Ms. senal.
17 Debe ser cinco años. Las monjas salieron de España el 18 de mayo de 1739 y aban­
donaron el convento de Regina el 27 de noviembre de 1744.
18 Ms. anm.

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246 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

conozimiento, que en esta atenzion condescendio el que declara, por


tener por verdad ynfalible discurriendo ser del agrado de Dios y ser
lizito al Declarante, respecto a dicha lizenzia que la dicha muy Reve­
renda Madre Abadesa le aseguro que tenia, y mas a vista de ser Perso­
na de gran talento y virtud y Señora de notoria nobleza, que saue el
que declara por hauer conozido a su padre y hermanos en dicha ciu­
dad de Victoria, y por ser las otras Señoras Religiosas tambien de vir­
tud y de grande explendor.
En esta suposizion puso los tres forlones, a las seis de la mañana
de dicho dia veinte y siete, en la porteria. Y con su auio salio dicha
Abadesa y sus Religiosas con los rostros encubiertos con los Velos. Y
entraron en los forlones a cortina[s] zerradas de lados y vidrios, y asi
fueron clauo a clauo y el que responde y Don Narziso de Montecuestas,
quien al presente se halla ausente de esta Corte y quien el Declarante,
encargando el secreto natural, le dijo como a la media noche antes
de aquel dia, que si le queria acompañar, ase gu randole lo arriua
espresado; y mediante ello condescendio dicho Don N arziso y fue con
el Declarante con capa de grana, su peluca y espadin; que no le acom­
paño otra persona alguna, ni para ello tubo mas orden ni motiuo que
lo referido, ni saue que dichas Religiosas tampoco tubiesen otra cau­
sa- mas que la expresada, ni ynfluxo o dictamen de alguna persona.
Y que hauiendo llegado dichas Religiosas a la casa de el Señor fun­
dador, apeadas en la escalera, dandole las gracias la Reverenda Madre
Abadesa, le entrego vna carta zerrada suplicandole a el Declarante la
llevase y pusiese luego, como lo executo prontamente, en manos de el
Señor Doctor Don Franzisco Ximenes Caro, Visitador General de este
Arzobispado; entregando dicha carta a vno de los Criados de dicho
Señor Visitador, por dezir estar dicho retenido en cama, por lo qual y
porque a el mismo siempre llego el Capellan de dichas Señoras Reli­
giosas Brigu idas, el que este, viendo que estaua esperando la respues­
ta, dixo al Declarante que ya no tenia que esperar, y asi se fue.
Y no ha sauido mas resulta asta la presente. Que esto es quanto
saue y puede dezir, y la verdad, so cargo del juramento que tiene fe­
cho en que sea, firmo y ratifico. Declaro ser de hedad de quarenta y
siete años y lo firmo con dicho Señor Prouisor, de que doy fee.
Doctor Cervantes. Manuel de Senarro.
Ante mi, Francisco Somoza, Nottario official maior.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 247

DOCUMENTO 8 19

Sobre la petición que hicieron Don Francisco de Cordoua Vzllafranca y su es­


posa Doña Ynes de Ycita en el año de 1672, de fundar un convento de Reli-
giosas Erigidas provenientes de Valladolid, España"

La Reyna Gouernadora. 20

Presidente y oydores de la Audiencia Real de la ciudad de Mexico de


la l'fueva España. Por parte de Don Francisco de Cordoua Villafranca,
contador del Tribunal de Cuentas de esa Ciudad, y de Doña Ynes de Ycita
su rpuger, se me a representado que, por el mayor Seruizio de Dios
nuestro Señor, estan con intento de fundar y dotar un Monasterio de
Religiosas de la Orden de Santa Brigida y su recoleccion en esa Ciu­
dad de Mexico, por hallarse sin herederos, forcosos que los puedan,
ni deuan heredar, para cuya fundación señalauan desde luego las ca­
sas en que viuen, que valían mas de setenta mill pesos.
Y son capazes para fabricar en ellas el dicho Combento, el qual se
obligauan a labrar a su costa, con Yglesia, Choro, Sachristia, dormito­
rios, sala de labor, labatorios y las <lemas ofizinas necesarias. Y que
adornaran de ornamentos, con toda decencia, la Yglesia con tres Alta­
res, el mayor y dos colaterales. Y daran todo lo necesario para el
Seruizio del Culto Divino, a su costa.
Y que las dichas casas las pondran en forma de Combento, para
que, luego que lleguen las Religiosas, que han de yr del de Nuestra
Señora de los Angeles de Santa Brigida de la ciudad de Valladolid en
estos Reynos (que es la Cassa Matriz de la Religion), puedan tratar de
Seruir a Dios. Y que asimismo hazen donacion a este nuebo Combento
de veinte y dos mill pesos, que dize le deue la Caja Real de esa ciudad,
para que le siruan de dotacion, y se le despacho preuilegio. Y juro en
su cabeza. Situandolos sobre la dicha caxa, para que procede la renta

• Del archivo General de la Nación, Reales cédulas duplicadas, volumen 30, expediente
20, fqja 25. Desde hace diez años, este documento lo creímos inexistente o perdido, por lo
que nos es un gran gusto reproducirlo aquí.
19
Reproducimos aquí otros tres documentos, dos encontrados en el Archivo General
de la Nación, en la ciudad de México, en 1997, y una carta escrita por la madre Marina de
Escobar el 12 de octubre de 1632. En la transcripción de estos textos se sigu en los mismos
principios de edición que en la del manuscrito de la crónica misma. Presentamos cada docu­
mento con una aclaración nuestra, en cursiva.
20 La reina entonces debe haber sido Mariana de Austria, madre de Carlos 11, encarga­
da del gobierno durante la minoría de edad del rey. Carlos II vivió entre 1661 y 1700 y el
documento se escribió el 1 de febrero de 1672.

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248 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

de ellos perpetuamente, para el sustento de las Religiosas y para las


demas cargas que tubiere, lo qual ofrezen hazer en recompensa del
Patronato del dicho Combento, que pretenden tener el y su muger,
por su vida, y despues de ellos las personas que nombraren.
Y que solo haya de hauer veinte y quatro Religiosas y quatro o seis
Legas para su Seruizio, sin que nunca pueda hauer en el, ni reciuirse,
mas Religiosas por nin guna causa ni razon que sea, ajustandose en
esto a la Regla y Instituto de la dicha Religion.
Y para que se les obligase al cumplimiento de todo, habian otorga­
do poder a Fray Juan de Montemayor, de la Orden de San Francisco, el
qual de acuerdo y consentimiento de la Abadesa, Priora y demas Reli­
giosas del dicho Combento de Nuestra Señora de los Angeles de la ciu­
dad de Valladolid, y con lizencias espresas del Ordinario eclesiastico de
ella, hauian otorgado las escripturas de dotacion y fundazion que
presentauan supperiormente, que para que obra tan piadosa y que a de
reduntar tan en Seruizio de Dios, nuestro Señor, y consuelo de los vezinos
y naturales de esa ciudad y prouincia, tenga el efecto que combiene.
Y desean fuese seruida de concederles lizencia, para que se haga y
execute la dicha fundacion en la forma y con las calidades, condiziones
y preuenziones, que se contienen y declaran en las escripturas referi­
das, y que para ello se les diesen los despachos que fuesen nezesarios.
Y hauiendose visto en el consexo de las Indias con los papeles to­
cantes a esto, y lo que sobre ello pidio el fiscal del, ha parecido
mandaros ( como por la presente lo hago) informeis lo que se os
ofreziere acerca de esta fundazion, diciendo si de ella podian resultar
al gu nos yncombenientes a la causa publica o a terceros, y si la cassa y
demas bienes que ofrezen el dicho Don Francisco de Cordoua
Villafranca y su muger son equivalentes para el sustento de las Reli­
giosas, con que pretenden hazer esta fundacion y para la obra del
Combento y demas cosas, de que necesitan para su conseruacion, ha­
ciendo este informe con toda distinzion y claridad, para que visto en
el consexo se prouea lo que mas combenga.
Fecha en Madrid a primero de hebrero de mili y seiscientos y se-
tenta y dos años.

Yo la Reyna
Por mandato de su Magestad
Francisco B de Madrigal
A la Audiencia de Mexico que informe lo que se le ofreciere de la
fundazion, que el Contador Don Francisco de Cordoua Villafranca y
su muger pretenden hazer en la ciudad de Mexico de un Combento
de Religiosas de la Orden de Santa Brigida.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 249

DOCUMENT09

Acerca de una imagen de Cristo crucificado, que había sido ultrajada y que se
entregó a la Comunidad Brigidina en marzo de l 812•

Don Bernardo Ruiz de Malina, Presbítero, Secretario del Numero del


Secreto de este Santo Oficio de la Inquisicion de Mexico, y toda la
Nueba España.
Certifico: Que de algunos años a esta parte se halla en este Santo
Oficio una ymagen de Cristo crucificado, de madera, del tamaño de
media vara, con corona de espinas, cendal que cubre la honestidad,
sostenido con un cordon fi gu rado y dorado, cruz redonda, color
verdioso, nudosa, y doradas las cortaduras y peana de maque 21 negro,
que con ella tiene de alto poco menos de vara.
La qual, por haver sido ultrajada, conculcada y dilacer[a]da, por
la infernal furia de un herege formal, se mando retocar, resanar, y co­
locar en uno de sus Altares, con el fin piadoso de entregarla a una
comunidad de Religiosas recoletas. Y que asi mismo, por Auto de este
tribunal, proveido en diez y ocho de diziembre del año proximo pasa­
do, se mando, que dicha santa ymagen se paso al Convento de Santa
Brigida de esta Capital, con encargo a la Reverenda Madre Prelada y
Comunidad, para que la coloquen en el Coro en un lugar decente
y publico, en donde las Religiosas con su notoria virtud le tributen sus
Cultos y veneracion en desagravio de la Magestad de Dios ofendida,
con tan sacriles ultrages.
Como todo mas largamente consta de los Autos de la materia, for­
mados en junio del año de setecientos ochenta y nuebe. Y expediente
siempre haverse hecho un Santo Cristo para la sala general a que me
refiero, de que certifico y firmo. 1 O de marzo de 812.
Señor Doctor Juan Joseph Angel Gazano, Canonigo Penitenciario
de esta Santa Yglesia.
La adjunta certificacion, que con esta acompaño a Usted, de orden
del tribunal, le instruira del destino que ha dado a la Santa ymagen de
Cristo crucificado, colocada en uno de sus Altares, por haver sido ultra­
jada y conculcada con la mas inhumana fiereza de un hereje formal. Y

• Archivo General de la Nación, Inquisición, volumen 1453, expediente 9, fc�jas 49-51.


Aquí se encuentran las firmas de dos de las cronistas y una página escrita por una de ellas,
María Antonia de San Pedro, consultora. El doci.Imento está firmado por cinco monjas más.
Afortunadamente hemos podido identificar a todas las siete monjas. (El crucifijo se guarda
en México, véase fotografía.)
21 Madera.

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250 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

teniendo presente la insinuacion, que Usted le hizo en el dia veinte y


dos del proximo mes pasado, ha venido en destinarla para ese Conven­
to <de Santo> de Santa Brigida, y me manda remitir a Usted la dicha
Santa ymagen, como lo executo, para que, juntamente con la
certificacion, la entregue a la Reverenda Madre Prelada y Venerable Co­
munidad de Santa Brigida, a fin de que la coloquen, como en ella se
previene. Y que de haverse asi executado, ponga Usted razon a
continuacion de esta, y la devuelba para la constancia en su expediente.
Dios guarde a Usted muchos años. Ynquisicion de Mexico, 10 de
marzo de 1812.
Don Bernardo Ruiz de Malina. Señorio.
En cumplimiento de lo acordado por el Santo Tribunal de la fe,
en esta fecha he entregado formalmente a la Reverenda Madre Aba­
desa y Comunidad de este Convento de Santa Brigida el Crucifixo,
que relaciona la presente, y en adjunta la certificacion dada por la Co­
munidad. Mexico y marzo 17 de 1812.
Jose Gazano.

[Esta parte está escrita por la madre María Antonia de San Pedro, consultora
y quinta cronista]

Recivimos del Santo Tribunal de la Ynquissicion, por mano de Nues­


tro Padre el Señor Penitenciario Doctor Don Joseph Angel Gazano,
una ymagen de Cristo nuestro Señor crucificado, de madera, del ta­
maño de media vara, corona de espinas, cendal que cubre su Sagrada
honestidad, sostenido con un cardan figu rado y dorado, cruz redon­
da, color verdioso, nudosa, doradas las cortaduras, peana de ma gu e
negro, y que con ella tiene de alto poco menos de vara, cuya Sagrada
ymagen nos han echo favor, por dicha nuestra, de traerla a este Con­
vento de recoletas de nuestra Madre Santa Brigida. Y queda colocada
en el nicho principal del Altar del Coro, para que sea adorada y vene­
rada de toda esta Comunidad y desagraviada de los ultrajes y Sacrile­
gios que contra su Divina Magestad se han ejecutado. Y para que conste
lo firmamos en 17 de marzo de 1812 años.
YnesJoaquina de Señor Sanjase, Abbadesa. 22

22
La cuarta cronista de la crónica, de las páginas 201-205. Nació el 20 de marzo de 1744,
hUa de Don Pedro Antonio Zerruto y de doña Ana de Naba y Mota. Entró el 16 de octubre de
1760, salió a libertad el 16 de noviembre de 1761, profesó el 22 de noviembre de 1761 con
nombramiento del Patron. Murió el 5 de julio de 1823, de edad de 79 años, tres meses y
15 días.

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APÉNDICE DOCUMENTAL 251

Maria Tomasa de San Gabriel, Priora. 23


MariaJosepha de Nuestra Señora de Guadalupe. 24
MariaJosefa Antonia de la Purificacion, Consultora. 25
Maria Antonia de San Pedro, Consultora. 26
Maria Francisca del Patrocinio, Consultora. 27
Maria Ygnasia del Salvador, Consultora. 28

DOCUMENTO l 0

Carta en original, escrita por Doña Marina de Escobar


(introductora de la orden brigidina en España), el 12 de octubre de 1632*

Nuestro Señor sea en el alma de Vsted y de su santisimo y divino amor.


Señor mio, beso a Vsted las manos mil heces por la merced que
me a echo con su carta. Que la estimo en lo que es rracon. Y suplico a
nuestro Señor le sea a Vsted el premio de toda la merced que me ace
y le guarde y de muy buen acierto en todas las cosas a su mayor gloria y
serbicio.
Y e tenido particular consuelo en el [fav ]or de que Vsted y el Se­
ñor DonJeronimo de Gera sean tan primos y tan amigos, que aunque

"' Desafortunadamente no conocemos al destinatario. La carta está b�jo la custodia de


las monjas brígidas.
23 Nació el 1 de febrero de 1744, del Pueblo de Tezayucan, hija de don Francisco Xavier
de Duran y doña Ignasia Lopes de Cardenas. Entró en 17 de henero de 1762, salió a liber­
tad el 13 de henero de 1763, profesó el 23 de henero de 1763 con dote de 4000 pesos.
Murió el 16 de octubre de 1821. (Su retrato se encuentra en el museo de la Pinacoteca
Virreinal en México D.F.
21 Nació el 11 de septiembre de 1761, Mexico, hija de don Juan de Dios Palazios y

Morales y de doña Maria J osepha Romero y Pino. Entró el 15 de agosto de 1781, salió a
livertad el 16 de julio de 1782, profesó el 28 de agosto de 1782 con nombramiento del
Patron. Murió el 3 de marzo de 1829.
2'; Nació el 15 de junio de 1739, hija de don Antonio Ponpa y doña Juana Maria Briones,

becinos de la Villa de Leon. Entró en 21 de febrero de 1748, salió ha libertad el 2 de julio de


1755, profesó el 13 de julio de 1755 con dote de 4000 pesos. Murió el 24 de marzo de 1818
de edad de 79 años menos 3 mezes.
26 Nació el 14 de junio de 1747, Mexico, hija de donjuan Fernandez y Doña Michaela

de Mora. Entró el 20 de mayo de 1770, salió a libertad el 17 de abril de 1771, profesó el 26 de


mayo de 1771 con nombramiento del Patron. Murió el 25 de diciembre de 1822 de edad
de 76 años y siete meses. (Fue la quinta cronista, escribió las páginas 206-230.)
27 Nació el 12 de octubre de 1748, Mexico, hija de don Manuel Francisco de Castro y
doña Maria Luisa de los Ríos. Entró en 24 de abril de 1774, salió a libertad el 12 de marzo de
1775, profesó el 30 de abril de 1775 con nombramiento del Patron. Murió el 1 de junio
de 1824, de edad de 75 años y ocho meses.
211 Nació el 4 de febrero de 1751, Mexico, hija de don Marcos de Estrada y de doña Ana
Mancilla. Entró el 19 de julio de 1778, salió a libertad el 20 de junio de 1779, profesó el 26
<le julio de 1779 con nombramiento del Patron. Murió el 20 de febrero de 1822.

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252 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

sienpre abra sido eso, oy mas y mas en al gunas cosas, gracias a Dios. Y
a Vsted me guarde muchos años con la salud y aumentos de su dibina
gracia que deseo.
A mi Señora Doña Mariana beso las manos muchas heces. Y supli­
co a su merced me perdone este atrebimiento de serbir a su merced
con eza cajhita de rrosarios para Vstedes y esos mis señores niños, que
por estar benditas y ser de muy grande debocion y estima, mas de lo
que podre decir, y tocados a grandes rreliquias, me atrevo a ynbiarlos
a su merced. Y quisiera que fueran de piedras preciosas, pero su balor
prencipal es mucho mayor sin coparacion. Gracias a Dios que de tan­
tas maneras nos ace misericordias.
De Balladolid a doce de octubre del año 1632.
d[e] Marina d[e] Escobar. 29

29 Ms + dmarina + descobar.

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FUENT ES

ARCHIVOS CONSULTADOS

AGN Archivo General de la Nación (Bienes Nacionales)


AHCSB Archivo Histórico del Convento de Santa Brígida de México
AHCV Archivo Histórico del Colegio de las Vizcaínas
BUA Biblioteca de la Universidad de Austin, Texas

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ÍNDICE ONOMÁSTICO*

Abgola,José, padre jesuita 195 Ayala y Cantú, María del Carmen, véa­
Abreo, Pantaleón de,arzobispo 61 se Espíritu Santo,Maria del Carmen,
Acuña,Juan de,marqués de Casafuerte madre
13 Azcárate y U stóriz,J oaquina, monja 19
Adalid, Francisco 216 Azcoitia, Guipúzcoa 24,42, 44,227
Adalid y Miranda, María del Carmen, Azlor y Echevers,María Ignacia de 11,19
madre, véase Señor San Gabriel,
María del CarmenJosefa de Baeza, María de 67
Aguirre, Francisca Antonia de 16,104, Balcazar, Domingo, oidor 67
210 Barcia,ilustrísimo señor 33
Aguirre, José Francisco de, oidor 12, Barna,Pedro,presbítero 202
13, 16,17,24,31,32,33,34,35,37, Barreda,Antonio 211
64,67,101,210,219,220,221,222, Barreda y Miramón, Loreto, véase Je-
223,226,229,233,243 sús Sacramentado, Loreto de
Aguirre Zuaznabar,Tomás 8 Barrete,María de la Luz 212
Alarcón, María Inés 217 Basurto,Esteban 21 O
Alarcón, Próspero María, arzobispo Basurto,Herenlana 21O
194,195,202,217 Basurto y Basurto, Dolores,véaseJesús,
Alcántara, marqueses de 55 María, Dolores Brígida de,madre
Aldaco, Manuel de 1O,11,95 Bedoia, Pedro de, fiscal 67,92
�varez,Cayetano,sacerdote 167 Bedolla, Pedro de, véase Bedoia, Pe­
Angeles, María Ana de los,madre 212 dro de
Añoa, Francisco de, obispo y arzobispo Benaben,Pedro de 215
40 Benaben y Navarrete, María de, véase
Antillón, Isidro Antonio de 5 San Antonio, María de, hermana
Arana.Josefa de 47,115,212 Benítez,Gregorio 21 O
Aránzazu, nuestra señora de 86 Benitez y Larena Concepción 194,199,
Arias de Revina,Joaquín,inquisidor 91 210
Aris y Tobar.Juana de 47,211 Beramendi, María Lucía, monja 20
Asbaje,Juana de 8 Berrio y Saldivar,Andrés de,presbítero
Asbaje y Vargas Machuca,Pedro Manuel 94
de 8 Berrio y Saldivar, Francisca de 94
Asunción, María Francisca de la,madre Berrios,señoras 70
priora 222 Betolaza,doctor 85
Audelo,Juan de, carpintero 233 Beye de Cisneros,Ignacio,doctor 181
Ayala, Anselmo 216 Bezares, señor 204

*Por Amaya Garritz.

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258 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Blanco, Cipriano,presbítero 204 Corazón de Jesús, Guadalupe del, ma­


Bonstet,Ana Teresa,madre 20 dre 201,210
Borda, Manuel de la,doctor 182 Corazón de Jesús, María Eulalia del,
Briones,.Juana María 213 madre 100,213
Brito, Esteban 203, 204 Corazón de María, Teresa del, herma­
Buendia,.Josefa de 95 na 201,217
Bueno Basori, Pedro 10 Corazón de María, Teresa del, madre
Bulón, María Godoleva de 47,214 194,217
Burgos, María.Josefa, monja 19 Córdova y Villafranca, Francisco de 24,
Bustamante,Catalina 6 25,247,248
Bustamante, Francisco Antonio de, se­ Cortés,Agapito 209
cretario 228 Cortés y Vázquez, Clara, véase Divino
Salvador,Clara del,madre
Cruz,Catalina de la,madre 199
Cabriada, María.Josefa, monja 20 Cruz,Juana Inés de la,sor,véase Asbaje,
Campo, Clemente del, oidor 67 Juana de
Cantú, María del Carmen 216 Cruz, Juana Rita de la, madre 1O1,211
Castellanos,Amada 216 Cruz,Vito, canónigo 194
Castillo,doctor prebendado 94 Cueto y Castro, María 67
Castro, Manuel Francisco de 213
Castro, Pedro de, marqués de Gracia Díaz, Porfirio,presidente 201
89,92,251 Díaz, Ramón 216
Castro y de los Ríos,María Francisca de, Díaz y Castellanos, María de los Ánge­
véase Patrocinio, María Francisca les, véase Señor San José, María de
del, madre los Ángeles de
Cejudo,Migu el,presbítero 202 Díez de Navarro, Luis,arquitecto 19
Cepeda,María Ana de 215 Divino Salvador,Clara del,madre 209
Cevallos, Ignacio,arcediano 158,161 Dolores, María de Jesús de los, herma-
Chavarri, Francisco Antonio de, licen- na 215
ciado oidor 245 Durán, Francisco Javier de 214
Chavarría y Valero,.Juan de 8 Durán y Cárdenas, María lomasa de,
Chávez, Migu el 216 véase San Gabriel, María Tomasa
Chávez y Sánchez, Rosalía, véase Patro­ de,madre
cinio de Nuestra Señora, Rosalía,
madre cronista
Clemente XII 220 Echabarri, Francisco Antonio de, oidor
Cofradía de Nuestra Señora de Arán­ decano 65,91,245
zazu 9,20 Echeverría y Ochoteco, María Estiben,
Colegio de San Ignacio de Loyola,Viz­ monja 19
caínas 12, 20 Echeveste, Francisco de,vecino 1O, 95
Concepción,Antonia de la,madre 222 E guaraz, María de, marquesa de Sal­
Concepción, María Catalina de la, ma­ vatierra 162
dre fundadora 25,26,27,50,67,71, Enarra Atondo e Isasi, Mariana de 140
79,114,115,117,118,119,120,121, Encarnación, Antonia de la, hermana
122, 123, 124, 128, 131, 132, 133, 163,209
134,137,212,222,229,238,242 Encamación, Antonia Marina de la, ma-
Contreras Ariola, José 218 dre 101,209
Contreras y García,Isabel,véase San Luis Enríquez,Pedro Manuel,licenciado 221
de Gonzaga,Isabel Contreras de Erraso, Eugenio Ángel de 49,226
Corazón de Jesús, Concepción Benítez Escandón de Rubín, Dolores 196, 202,
del 210 203

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ÍNDICE ONOMÁSTICO 259

Escandón, Lupe Escandón de 200 Gera,Jerónimo de 251


Escandón,Vicente 25,193,195,198,199 Gil,Gregoria . 212
Esclavitud, Antonia Margarita de la, Gómez de Cervantes, Francisco Javier,
madre 222 doctor, obispo 67, 219, 221, 229,
Escobar, Marina de, madre 12, 23, 24, 236,238,240,242,246
31, 32, 79, 93, 100, 147, 167, 216, Gómez Pérez, Francisco,licenciado 194
247,251,252 Gonzaga, Silverio Valente,cardenal 44
Espejo y Cisneros,José de, obispo 227 Guvia, Ignacio de, presbítero 94
Espíritu Santo, María del Carmen del,
madre 216 Hallo, Navarra 19
Espíritu Santo, María Ignacia del, ma­ Hemández, Antonio 238, 239
dre 215 Herrasu, Eugenio Ángel de 226
Espíritu Santo,Soledad Inés del,madre Hesselblad, Elisabeth 25
197 Hurtado de Mendoza,Agustín,marqués
Espíritu Santo, Soledad Isabel del, ma­ de Gauna 47, 214
dre 194,217 Hurtado de Mendoza, Juan, señor de
Espíritu Santo, Soledad, madre abade­ Martioda 37
sa 195, 196 Hurtado de Mendoza y Bulón,María To­
Estrada, Marcos de 215 masa, véase San Francisco, María
Estrada y Mancilla,María Ignacia de,véa- Tomasa de,madre fundadora
se Salvador,María Ignacia del,madre Hurtado de Mendoza Zúñiga Virrientes
y Recolalde,Juan Joaquín 219, 220
Fagoaga, Francisco de 1 O
Felipe V, rey 220
Femández de Castro, María 67 Ibarra, Francisco de 5
Femández de Vallejo, Francisco Anto- Ibarra, Ramón, arzobispo 196
nio,prebendado l lO, 157, 162 Isabel la Católica 6
Femández,Juan 212
Femández,Justino, historiador 18
Femández y Mora, María Antonia,véa- Jerusalén, Ignacio 11
se San Pedro,María Antonia de, ma­ Jesús,Joaquina Isabel de, madre 222
dre cronista Jesús,María Dolores Brígida de,madre
Femández Zepillo, María Isabel, monja 194,198,202,210
19 Jesús, María Francisca de, madre fun­
Fonseca,Juan 217 dadora 47, 67,71, 164, 170, 178,
Fonseca y Alarcón, Soledad Isabel, véa­ 182,185,213,217,222,229,242
se Espíritu Santo,Soledad Isabel del, Jesús María,Teresa Brígida Ed11arda de,
madre madre fundadora 16,25, 26, 46, 49,
Franco,Jesús, padre 202 52, 67, 69, 71, 73, 74, 98, 118, 122,
Frisero, Peregrina 163 139, 140, 145, 146, 147, 164, 165,
Fuenclara, conde de, virrey 16, 69, 77, 166, 168, 170, 172, 174, 180, 185,
78,83,85 217,222,229,231,232,240,24�.245
Jesús Sacramentado, Brígida de, madre
Galán, Francisca 214 209
Gallo de Pardiñas, Miguel Bentura, ca- Jesús Sacramentado, Loreto de, madre
nónigo 92,106,108,109 211
Gamboa, Francisco Xavier 11 Jesús, Teresa de, madre 222
Gamez, Manuel, bachiller 180 Jiménez,Adrián de 165
García,Juana 218 Jiménez Caro, Francisco, doctor canó­
Gazano, Juan José Ángel, canónigo nigo 65, 66, 67, 70, 74, 76, 77, 78,
249,250 79,80,81,83,85,233,235,246

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260 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

.Josefa Joaquina de los Dolores, novicia Martínez de Murguia, María 47, 170,
238 213
.Josefa Joaquina de los Dolores, madre Martínez de Soria,.Juan,escribano 239,
72 244
.Josefina,madre 211 Martínez Gofay,José,presbítero 202
Josefina, madre 211 Martínez,Migu el 212
.Juárez,Benito 25,195,196,201 Martínez y Pua,padres capellanes de su
majestad 53,54
Labastida y Dávalos, Pelagio Antonio Martínez y Zúñiga, María Margarita,
de,arzobispo 194,195,216 véase Santísimo Sacramento,Marga­
Lanciego y Eguilaz,José de 9 rita María del,madre
Landazuri de Aris y Tovar,Juana Petro­ Meave,Ambrosio de 1O,11
nila de, véase Patrocinio, Juana Pe­ Medinasidonia,duquesa de 53
tronila del, madre fundadora Medinas,patronos de la capilla de los 70
Landazuri,Juan Bautista de 47, 211 Melgarejo,Ambrosio de,oidor 67
Lardizábal y Elorza,Antonio de,obispo Mena,José de,fray 33,35,37
10 Mendívil Aguirre,familia 14
Lardizabal y Elorza, Francisco Ignacio Mendívil y Aguirre,Agustín de 50
de 93,214 Mendívil y Aguirre,Joaquín Dionisio de
Lardizabal y Urive, María Josefa,véase 50,219,220
Santa Catarina de Suecia, María Jo­ Mendívil y Aguirre, Manuel Antonio
sefa de,madre de 168,179
Larena, Estefanía de 21O Mendívil y Aguirre, Pedro Antonio de
Lasarte, Guipúzcoa 24, 40,42,44,227 18, 46, 62, 63, 104, 168, 233, 236,
Legazpi,Melchor 5 243,245
Lesaca,Navarra 19 Mendívil y de Aguirre, Francisca Anto­
Lituriondo, Pedro de, vecino y del co- nia de, véase Santa Gertrudis, Fran­
mercio 97 cisca Antonia de,hermana
Lobera,María de 67 Mendívil y Olmos, Pedro Antonio de
López de Cárdenas, Ignacia 214 16,37,210,219,220
Lopez de Elorza,Salvador 221 Mendoza,Juan de 40,41
López de Legazpi Gorrochategui, Mi­ Meoño,Gregorio,deán 180
guel 7 Miguel Garay,Francisca o Josefa de 47,
Lorravaquio, Domingo de 8 186,210
Lorravaquio Muñoz, María Magdalena Migu el.Juan Bautista de 47,186,210
de,sor 7 Miguel y Garay,Jacinta de,véase Santa
Lozano,Juan,doctor cura 63,229 Bárbara,Jacinta de,hermana funda­
dora
Madero, Francisco l.,presidente 203 Miramón,Josefa 211
Madrid,José,oidor 67 Miranda,José 212
Madrigal, Francisco B. de 248 Miranda, María de Jesús 216
Malo y Villa Vicencio,Pedro,oidor 67 Miranda y Gil,Magdalena,véase Nues­
Mancilla,Ana 215 tra Señora de las Nieves,Magdalena
Margil de Jesús,Antonio,fray 168 de,hermana
María Catalina de la Concepción, ma- Mireles,Justa 216
dre fundadora, 16,47,247 Molina,cardenal de, eminentísimo 53, 55
María Luisa de la Madre de Dios, ma­ Monjon, Hipólito de,escribano 221
dre,191,194,196,197,211,213,214 Montecuesta,Narciso Barguin 244,246
María del Carmen, madre, 201 Monteros,María 214
Martínez de Murguia, Domingo 171 Mora,Micaela de 212

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ÍNDICE ONOMÁSTICO 261

Moreno,Alonso,doctor deán 84,1O1 Padilla, Antonia de, condesa de Revi­


Mota,Juan de la,rura 95,250 llagigedo 91
Muñoz de Castañeda, Manuel, vecino y Palacios y Morales,Juan de Dios 213
del comercio 96, 162 Palacios y Romero, María Josefa Luisa,
Muñoz,Isabel 8 véase Nuestra Señora de Guadalupe,
Muñoz, Manuel 216 María Josefa Luisa de,madre
Muñoz y Mireles, María del Carmen, Palafox y Mendoza,Juan de,virrey 168
véase Señor San Gabriel, María del Pamplona,Navarra 19,20,254
Carmen de,madre Paredes de Nava,Castilla la Vieja 24
Paredes, Francisco Antonio de, escriba-
Nabarijo, Francisco,doctor 85,96 no 221
Nabarrete,María de véase San Antonio, Patrocinio de Nuestra Señora, Rosalía
María de, hermana del,madre cronista 26, 27,193,201,
Nacimiento, María Florentina del, ma­ 216
dre 222 Patrocinio,Juana Petronila del, madre
Narvaez, Melchora de 211 fundadora 16, 25, 46, 47, 67, 71,
Natividad,Francisca Martina de la,ma- 106,174,211,213,222,229,242
dre 100,210 Patrocinio, María Francisca del, madre
Nava y Mota,Ana de 217 213,251
Nilde, padre jesuita 195 Paulin Cavezón, Francisco 244
Nuestra Señora de tl Rosario Señor San Peña,Soledad 209
joseph y San Francisco de Paula, navío, Pérez Purcheno, Antonio,-notario 236
58 Pineda,Felipe,canónigo 205
Nuestra Señora de Guadalupe, María Polanco,Juan Antonio 21O
Josefa de, 251 Polanco,Rosa María 238
Nuestra Señora de Guadalupe, María Polanco y Sevilla, Francisca Martina,
Josefa Luisa 213 véase Natividad, Francisca Martina
Nuestra Señora de las Nieves, Magda­ de la,madre
lena de,hermana 211 Pompa,Antonio 213
Nuestra Señora del Refugio,Juana de, Pompa y Briones, María Josefa, véase
hermana 201,211 Purificación, María Josefa Antonia
Nuestra Señora del Rosario, Agustina de la,madre
de, hermana 209 Porcel y Manrique, Mi gu el de, coronel
Núñez de Miranda,Antonio,padre 8 157
Preciosa Sangre,Concepción de la,ma­
Olmo,Asunción del 211 dre 196,210
Omaña,Gregorio de,doctor 179,181 Presentación,María Teresa de la,madre
Oñate,Juan de 5 222
Ondona, Basilio de 115,212 Priego, Pedro 212
Ondona, Manuel de 51 Priego y Saravia, María Ana, véase Án­
Ondona y Arana, Carlos de 121 geles,María Ana de los,madre
Ondona y Arana, Manuel de 50 Purificación, María Josefa Antonia de
Ondona y Arana,María Concepción de, la, 213,251
véase María Catalina de la Concep­
ción, madre fundadora Rangel, Dolores, véase Redenlor Ran­
Orduña, Bemardino, alarife 19,233 gel, Dolores de
Orduña,Juan de 19,233 Rebollar,José 212
Ortega.Juan de,virrey arzobispo 183,218 Rebollar y Barrete,María Catalina,véa­
Ortiz Cortés, Inocencia Paula 183,218 se Santa Cruz, María Catalina de la,
Ortiz de Salinas, José Ignacio 179 madre

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262 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Redentor Rangel, Dolores del, madre Ruiz de Molina, Bernardo, presbítero


194,210 249,250
Regina Coelli, convento de 15, 17, 65, Ruiz de Zenzano y Orozco,Andrés 33
212,228,236 Ruiz Puente, Diego, bachiller 66, 70,
Resendiz, Francisco 209 73,106
Resendiz y U galde, Asunción, véase
Santísimo Sacramento,Asunción del, Sáenz Rico,Gaspar 62,65
madre Salamanca,Martín de 14
Resindiz,Asunción, madre 194, 200 Salamanca,Onésimo de,obispo 40
Retes, José de, escribano 221 Salanca, Martín de 51
Revuelta, José María 215 Salcedo, Luis de,arzobispo 15,55
Revuelta y Velasco, María de Jesús, véa­ Salinas,Rafael,canónigo 202
se Dolores,María de Jesús de los,her­ Salvador,Elena del,madre 200
mana Salvador, María Cecilia del, madre su-
Rezio,lomás 209 periora 222
Rezio y Yfrexo, Benita Francisca, véase Salvador,María Ignacia del,madre 215,
Señor San José,Benita Francisca de, 251
madre cronista San Agustín,Bárbara de,hermana 163,
Ribas,María de 67 209
Ribera,Gabriel de,presbítero 97 San A gu stín, Bárbara Guadalupe de,
Rincón Gallardo, Anita, marquesa de madre 100,209
Guadalupe 195 San Antonio, María de, hermana 99,
Ríos, Carlos de los 214 109,215
Ríos, Luisa de los, véase María Luisa de San Bernardo,María Alfonsa de,madre
la, Madre de Dios, madre abadesa 51,163,222
Ríos y Galán, Luisa 211 San Francisco,María Tomasa de,madre
Rivera,Migu el José de Rivera,arquitec­ fundadora 25, 47, 67,71, 111, 114,
to 10 214,222,229,242
Robalcabar,Alexo de,intendente de Ma­ San Gabriel, María lomasa de, madre
rina 58 214,251
Rodrí gu ez de la Rosa, Manuel 238 San Ignacio, Juan Ángel de,fray,padre
Rodríguez Medrano, Baltasar, licencia­ general 180
do 244 San Ignacio, María Antonia de, madre
Rodrí gu ez, Melesio, canónigo 202 222
Rodríguez, Pedro Antonio,notario 228, San.José, María Teresa de,madre 222
229 San José,María Ventura de,madre 222
Roldán y Maldonado, Gertrudis Anto­ San José, Petra de,madre 231
nia 12,13,16,17,24,31,37,67,69, San Juan, Antonia de, madre abadesa
71, 101, 219, 220, 221, 222, 223, 68,231
226,228,233,243 San Luis,Gonzaga,Isabel Contreras de,
Romero y Piño, María Josefa 213 madre 194,199,218
Roncal,Navarra 20 San Luis, Isabel de,madre 202
Rosalía del Patrocinio de Nuestra Seño- San Miguel alias Santoyo,María Ana de,
ra,cronista 165 madre 75,93,212
Rosario,María Luija del,madre 222 San Miguel,Juana Ignacia de,madre 222
Rosas,novicia 238 San Miguel, María Ana Francisca de,
Rubiños, Eutimio 209 madre 230
Rubiños y Peña,Brígida,véase Jesús Sa­ San Migu el,Mariana de,madre abade­
cramentado, Brígida de,madre sa 236,237,252
Rubio de Salinas, Manuel José,arzobis­ San Pedro, María Antonia de, madre
po 11,92 cronista 27,212,250,251

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ÍNDICE ONOMÁSTICO 263

San Ricardo,Josefa de, hermana 196, Saravia y Velarde,Rosa 212


211 Sarria Patemina y Liques,José de 46,
Sánchez de N arváez,Juana Rita, véase 140,217
Cmz,Juana Rita de la,madre Sarria y Atondo, Francisco Luis de 48
Sánchez García, Manuel 21 1 Sarria y Atondo,Teresa Brígida Eduar­
Sánchez, María Brava 217 da de,véase Jesús María,Teresa Brí­
Sandoval,José María 215 gida Eduarda,madre fundadora
Sandoval,Micaela de 93 Sartolo Colmenares, María Ignacia,
Sandoval y Velasco, María de la Luz, monja 19
véase Santos Ángeles, María de la Sauzedilla,condesa de 55
Luz de los,madre Scamizi,Juan,padre 205
Santa Ana,A gustina de,madre 70 Senarro,Manuel de 237,239,244,245,
Santa Bárbara,Jacinta de,hermana fun­ 246
dadora 16,25,47,67,71,122,186, Señor San Gabriel, María del Carmen
210,229 Josefa de,madre 194,195,211,212,
Santa Brígida, María Teresa de, madre 215,216,218
222 Señor San José, Benita Francisca de,
Santa Brígida,orden de 20 madre cronista 26,27, I 00,209
Santa Catarina de Suecia, María Josefa Señor San José,Inés Joaquina de,madre
de,madre 213 cronista 27,164,217,250
Santa Catarina, hija de Santa Brígida, Señor San José, María de los Ángeles
abadesa 23 de,madre 215
Santa Cruz, María Catalina de la, ma­ Señor San Miguel, Isabel Antonia de,
dre 194,202,212 madre cronista 26, 27, 101, 164,
Santa Gertrudis, Francisca Antonia de, 217,218
hermana 16,48,74,21 O Serralde, Domingo 86,96
Santa Gertrudis, Francisca Antonia de, Serrano,Bemabé 214
madre 101 Serrano y Monteros,María Teresa,véa­
Santa Rosalía, Ana Josefa de, madre se Santísima Trinidad, María Josefa
237,238,239 Juliana de la,madre
Santiago,Rosa 209 Sevilla, Inés de 21O
Santísima Trinidad, María Josefa de la, Somoza, Francisco, notario 237, 238,
madre 100 240,242,245,246
Santísima Trinidad, María Josefa Julia­ Surbano, Melchor de, capitán 12, 13,
na de la, 214 24,64,86,87
Santísimo Sacramento, Asunción del,
madre 209
Santísimo Sacramento,Margarita María Tapia,Nazario 211
del, 212 Tapia y Olmo,Josefa, véase San Ricar­
Santísimo Sacramento,Paula Josefa del, do,Josefa de
madre 100,216 Teleche o Tellaeche Martínez de Mur­
Santísimo Sacramento,Teresa del, ma­ guía,María Francisca de 16,47,170,
dre 172,217 213
Santo Domingo,Gerónima Antonia de, Teleche o Tellaeche,Pedro de 47,170,
madre 222 213
Santo Tomás, María Josefa de, madre Tellaeche, Pedro de, véase Teleche o
222 Tellaeche,Pedro de
Santos Ángeles, María de la Luz de los, T éllezJiménez,Maiia Tomasa,monja 19
madre 194,196,198,202,203,215 Teresa,madre 217
Santoyo, María Ana, véase San Miguel Terralla, Leonardo de la 236
alias Santoyo, María Ana de,madre Terreros,Ana de 66

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264 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Terreros, María de 66 Villanueva, Félix de,bachiller 63


Torre, Antonio de la 215 Villar,Juan del,licenciado canónigo 97,
Torre, Marina de la,madre 194,216 167
'forre y Cepeda,María Ignacia de la,véa- Villaseñor Lomelín, Juana 8
se Espíritu Santo, María Ignacia del Villaseñor y Ortega, José de 183,218
Torres Cuadrado,Ana María,monja 19 Villaseñor y Ortiz, Isabel Antonia, véa-
'frejo, Bartolo 209 se Señor San Migu el, Isabel Antonia
Trejo y Santiago, A gustina, véase Nues­ de,madre cronista
tra Señora del Rosario,A gustina de, Visitación, Juana de la,madre 222
hermana Visitación, María Ignacia de la, madre
194,204,217
Visitación, Teresa de la,madre 222
U galde, Luisa 209 Vitoria,Álava 12,13,14,16,17,24,25,
Ugarte,Juan de 5 26,31,38,39,40,44,45,46,50,51,
Urbano VUI,papa 24,39 52,53,5�57,65,71,79,80,92,99,
Urdaneta,Andrés de,fray 5 100, 104, 107, 111, 112, 114, 117,
Urdiñola, Francisco de 5,7,11 118, 119, 120, 122, 124, 139, 140,
Urdiñola, Isabel de 7 143, 144, 145, 146, 148, 159, 163,
Urive, José de, oidor 93 164, 166, 169, 170, 171, 186, 210,
Urive y Sandoval, María Isabel de 93, 211, 215, 217, 219, 220, 222, 225,
163,214 226,228,245,246
Urrutia Salazar, Manuel 8 Vizarrón y E guiarreta,Juan Antonio de,
Urtazún, María Á gu eda,monja 20 virrey arzobispo 1 O, 11, 16, 17, 63,
Valdebieso, Bernardo de 70 71,88,228
Valdés y Portugal,Ángela María de 163
Valdivieso, Bernardo Manuel de, licen- Yfrexo, María 209
ciado 228 Ynarra Atondo e Isasi,Tomasa de 217
Valenti Gonzaga, Silvio,cardenal 226 Ynarra y Atondo,María Ana Tomasa de
Valladolid, Castilla la Vieja 24 46
Valle,Tomás del,fray 55 Ypensa, Manuel de, eminencia 44,46
Vázquez, Serapia 210 Yta y Parra, Bartolomé de, doctor 84
Velasco, Juan Antonio de, doctor canó- Yzita,Jesús (Ynes) de 24,247
nigo 67,70
Velasco, Juana 215
Velasco, María Petra 215 Zayas,Cristóbal de, gobernador 158
Velasco y Gorraez,Ana de 67 Zerruto, Pedro Antonio 217
Velasco y Tejada,Antonio José de,doc­ Zerruto y Nava, Inés Joaquina, véase
tor canónigo 228 Señor San José, Inés Joaquina de,
Vélez, Lorenzo, fray 85 madre cronista
Villanueva Arlanzon y Güemez, Félix Zumárraga, Juan de, fray 6
de,cura 229 Zúñiga, Josefina 212

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ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

ADVERTENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

l. CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA


DE LAS NIEVES. SANTA BRÍGIDA DE MÉXICO . . . . . . . . . . . . . . 31

Capitvlo primero [VII] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31


De la fundación que salio de Vitoria para el Convento, que en
la grande civdad de Mexico fundaron los ilustres Señores el
Señor Don J oseph Francisco de Aguirre, Cavallero del Orden
de Calatrava, del Consejo de su . magestad y su Oydor en la
Real Audiencia de la Corte de Mexico y la Señora su esposa.
Doña Getrudis Antonia Roldan y Maldonado

Capitvlo se gundo [VIII] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50


De lo que acaesio a las Reverendas Madres fundadoras desde
que salieron de la Puebla de Arganson y las jornadas que
ysieron asta llegar al Santuario de Nuestra Señora de
Guadalupe estramuros de esta ciudad

Capitvlo tercero [IX] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65


De la llegada de nuestras Reverendas Madres fundadoras a
Guadalupe, su entrada en esta ciudad y lo acaesido en el tiem-
po que estubieron én el Conbento de Regína Celi

Capitvlo cuarto [X] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73


En que se trata de la salida de nuestras Madres fundadoras
del Conbento de Regina y detenzion en casa de los Señores
fundadores

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266 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Capitvlo quinto [XI] .. . . . . . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .... . 79


De como thomaron nuestras Reverendas Madres fundado-
ras posecion del Conbento y del estado en que lo aliaron

Capitvlo sexto [XII] ..... . ... . .............. . . . ....... . 84


De la dedicasion de la iglesia

Capitvlo septimo [XIII] . .. . . .... . .. . . .......... . .. . . . . . 88


En que se trata de las alajas que han dado al Conbento per­
sonas de distinsion y carácter

Capitvlo octavo [XIV] . . ..... . . . .. . ... . ....... . ...... . . 92


En que se prosi gu e la materia de el pasado

Capitvlo noveno (XV] . ... . .. . . .... . . . ......... . . . . .. . . 96


En que se trata de los Altares de la Yglesia y de mas ymagenes
del Conbento y las personas que las dieron

Capitvlo decimo (XVI] ......... : ............... . ..... . . 98


En que se trata de las alayas que ha echo el Conbento y las
que han traido las Religiosas

Capitvlo decimoprimero (XVII]... . .... . ........ . ... . .... 1O1


En que trata de la muerte y entierro de los Señores funda­
dores y de su sobrina

Capitvlo decimosegundo (XVIII] . . .... . .. . ... . . ... . .. . . . . 106


En que se trata de la muerte de Muy Reverenda Madre fun­
dadora Juana Petronila del Patrocinio y demás sucezos de
este Conbento

Capitvlo decimotercero (XIX] ..... . . . .. . . . ..... . . . . . .... 111


En que se da notizia de . la vida y muerte de la Reverenda
Madre Maria Thomasa de San Francisco, quarta fundadora
de este Conbento

Capitvlo decimocuarto (XX] .. . ... . . . ... . . . . ....... . . . . . 114


En que se trata del nasimiento, ynfancia y yngreso en la Re­
ligion de la reverenda Madre Maria Catharina de la
Consepcion, terzera fundadora de este Conbento, y del fer-
vor con que la sirvio los 30 años que estuvo en el Conbento
de Victoria

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ÍNDICE GENERAL 267

Capitvlo decimoquinto [XXI] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120


En que se da una breve notizia de lo que trabajo en la fun­
dación de este Conbento su terzera fundadora la Reverenda
Madre Maria Catharina de la Concepción y de las tres prin­
cipales virtudes en que se señalo

Capitvlo decimosexto [XXII] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128


En que se prosigue la materia del pasado y se da notizia de
la muerte y vltima emfermedad de la Muy Reverenda Ma-
dre fundadora María Catharina de la Consepcion

Capitvlo decimoseptimo [XXIII] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139


En que se trata del nacimiento y ynf{a]ncia, yngreso en la
Relig[ o]n y progresos en ella, mientras vivia en el Santo
Conbento de Victoria nuestra Muy Reverenda Madre Theresa
Brigida de J esus primera fundadora y Abbadesa de este
Conbento

Capitvlo decimoctavo [XXIV] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145


En que se prosiguen los sucesos de la vida de nuestra Muy
Reverenda Madre Abbadesa y primera fundadora y se da una
vreve notizia de sus virtudes

Capitvlo decimonoveno [XXV] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152


En que se refiere la vltima enfermedad y muerte de nuestra
Muy Reverenda Madre Abbadesa su entierro y honrras y
fama postuma

Capitvlo vigesimo [XXVI] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160


En que se trata del estado en que dejo nuestra Muy Reve­
renda Madre Abbadesa y primer[a] fundadora, las cosas del
Conbento y de las alajas que dieron a el en el tiempo de su
Gobierno diferentes vienechores

Capitvlo vigesimoprimero [XXVII] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164


En que se da noticia de los aumentos que ha tenido el Con­
vento en el Gobierno de nuestra Muy Reverenda Madre fun­
dadora Maria Fransisca de J esus y de la muerte del Patron

Capitvlo vigesimosegundo [XXVIII] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170


En que se trata del nacimiento, ynfancia, yngreso en la
religion y progresos de ella, mientras vivio en el Convento

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268 CRÓNICA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

de V ictoria nuestra muy Reverenda Madre Maria Francisca


de Jhesus, quinta fundadora y Abbadesa de este Convento y
como fue electa para la fundación del

Capitvlo vigesimotercero [XXIX] ............. . ...... . .... 174


En que se prosiguen los sucessos de la vida de nuestra Muy
Reverenda Madre Abbadesa y fundadora.Y se da una breve
noticia de su virtudes

Capitvlo vigesimocuarto [XXX] .... . .................. . .. 178


De la ultima enfermedad, muerte, entierro y honrras de
nuestra Madre Maria Francisca de Jhesus

Capitvlo vigesimoquinto [XXXI] ....... . ..... . . ... . . . . ... 186


En que se da una breve noticia de las virtudes de la Herma-
na Jazinta de Santa Barvara

Ultimo capitvlo ....................................... 190

11. RFsrAURACIÓN Y EXPANSIÓN DE 1A ORDEN DEL SALVADOR . . 207

111. NÓMINA DE LAS MONJAS DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑO-


RA DE LAS NIEVES DE MÉXICO.ORDEN DE SANTA BRÍGIDA ... 209

N.APÉNDICE DOCUMENTAL ............................. 219

Documento 1 ........... . ..... . ...... . ............... 219


Sobre el otorgamiento dado por los señores de A guirre
para tres señores españoles de arreglar las licencias en Es­
paña y unos extractos de las capitulaciones

Documento 2 . . .... . . .... . . . . . . . . ... . . . .. . .... . ..... . 226


Acerca de la demanda de la abadesa y comunidad del con­
vento brigidino de Valladolid y el triunfo de las madres
vitorianas

Documento 3 ............ . . .. . . . . . . . . ... . . .. . ... . .... 228


La ceremonia de la recepción de las monjas Brígidas en el
convento de Regina Coelli en la ciudad de México

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ÍNDICE GENERAL 269

Documento 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230
La carta de despedida escrita por Theresa Brigida a la aba­
desa de Regina Coelli, entregada a la portera menor a la
puga muy de madrugada en viernes el 27 de noviembre de
1744

Documento 5 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
Carta de la madre Theresa Brigida al arzobispo, escrita el
27 de noviembre de 1744, el mismo dia que la carta anterior

Documento 6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
Carta de Don Francisco Ximenes Caro al arzobispo, descri­
biendo la situación y el estado en gue se halla el nuevo con­
vento el 28 de noviembre de 1744

Documento 7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
Decreto del arzobispo y algunas de las declaraciones juridicas
que se hicieron despues de la salida de las monjas Brigidas
del convento de Regina Coelli

Documento 8 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247
Sobre la petición que hicieron Don Francisco de Cordoua
Villafranca y su esposa Doña Ines de Icita en el año de 1672,
de fundar un convento de Religiosas Brigidas provenientes
de Valladolid, España

Documento 9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
Acerca de una imagen de Cristo crucificado, que había sido
ultrajada y que se entregó a la Comunidad Brigidina en mar­
zo de 1812

Documento 10 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Carta en original, escrita por Doña Marina de Escobar
(introductora de la orden brigidina en España), el 12 de oc-
tubre de 1632

FUENTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253

ÍNDICE ONOMÁSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257

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E que conocemos
L REIAJO DE LA tlJNDACIÓN DEL CONVENTO
como Santa Brígida, cuya iglesia se dedicó a Nuestra
Señora de las Nieves, está contenido en la hermosa
crónica que publicamos. Sus páginas están escritas por
mujeres que habiendo profesado de monjas fueron
nombradas cronistas sucesivamente.
Cada cronista nos dejó la información del periodo
histórico que le tocó reseñar, lo hizo con la claridad
del que habla con la prístina verdad, con honradez,
con la sencillez de quien no busca la perfección literaria
ni la exaltación de su pluma, y sólo expone la realidad
de los hechos que conoce y que ama. Al hacerlo nos van
dando un bosquejo de sí mismas que sólo llega a eso:
a bosquejo, porque su personalidad total queda oculta
tras sus votos de obediencia y virtud de la humildad. Así,
podemos decir de ellas, que son mujeres que se sienten
realizadas en su vida monástica, que la valoran
apasionadamente, sólo pretenden con sus escritos que
la posteridad conozca lo que ha sido esa institución, de
las que ellas eran parte; que los trabajos y sufrimientos
de las fundadoras, así como la generosidad de sus
patronos valieron la pena, porque extendieron su orden
para glorificar a Dios en estas tierras, abriéndolas
a las novohispanas.

Jll�ll,l ll�l l ll ll
ISBN 961-36-1961-X

Acuarela del siglo x1x, firmada M.L.


Diseño: Fabiola Corona

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