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2 Relaciones del mapuche con la

sociedad nacional chilena

por Wilson Cantoni

Grupos étnicos autóctonos

Los grupos étnicos autóctonos que viven hoy día en Chile son
los siguientes:

Norte (provincias de Tarapacá, Antofagasta y Atacama, o en


el llamado «Norte Grande»): grupos aymarás, quechuas
y atácamenos, que según datos de la Dirección General
de Estadística y Censo (censo poblacional de 1960) formarían
un conjunto de 21 500 personas.

Sur (provincias de Arauco, Bio Bio, Malleco, Cautín, Valdivia,


Osorno y Llanquihue, que abarcan la región de «la Frontera»
y la región de «los Lagos») : grupos mapuches que, conside-
rando sólo los ubicados en áreas rurales, formarían una
población de aproximadamente 400 000 personas, según las
estimaciones más recientes de la Dirección de Asuntos Indí-
genas. Según la misma fuente, habría aproximadamente unos
100 000 mapuches viviendo en áreas urbanas, particularmen-
te en las ciudades de Santiago, Concepción, Valparaíso,
Temuco y Valdivia.

Extremo sur (provincia de Magallanes) : grupos m u y reducidos,


en períodofinalde extinción, de alacalufes, jaganes y onas.
El censo señalado registra 47 alacalufes y 34 jaganes.

Isla de Pascua: de los 3 000 habitantes de la isla, las informaciones


m á s recientes y fidedignas en poder de la Dirección de

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Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

Asuntos Indígenas indican que sólo unos 1 500 podrían ser


considerados c o m o pertenecientes al grupo autóctono 1 .

Los mapuches

Legislación indígena y política tradicional de integración

L a integración típica del indígena latinoamericano es producida


por la expansión del sistema productivo y de la frontera agrícola,
mediante la reestructuración de la propiedad rural y la constitu-
ción del latifundio, lo que determina el sometimiento manu milita-
ri del indígena, la ocupación y pérdida de sus tierras, su transfor-
mación en m a n o de obra disponible y barata, su segregación
en reducciones o reservas, etc. (Rossenblat, 1954) 2 . Tal proceso,
particularmente valedero para el período posterior a la indepen-
dencia de las metrópolis ibéricas, es la prolongación adaptada
del tipo de integración esclavista del período colonial, que si bien
supera la esclavitud de hecho del indígena, mantiene un marco
m u y próximo de dominación y arbitrio sobre su persona, sus
intereses y su personalidad cultural. E n síntesis, la integración
de los grupos autóctonos constituye un aspecto de la formación
nacional de las sociedades latinoamericanas y representa, cuando
no su eliminación física, la transformación de sus sociedades
originarias en los estratos m á s subalternos de la estratificación
de clase implantada, así c o m o la destrucción de sus culturas
autónomas o su transformación en subculturas dependientes o
de enclave.
L a integración del mapuche no constituye una excepción
al caso general señalado. Limitándonos al período de vida nacio-
nal independiente y examinando la política del Estado chileno

1. C o m o es habitual en materia de estadística sobre grupos indígenas, las cifras poblacionales


presentadas son aproximativas. Cabe destacar que aproximadamente 40 000 mapuches
viven en Argentina, particularmente en la provincia de Neuquén. N o se presentan
estimaciones sobre los huiliches, que se concentran especialmente en la región de los
Lagos, por carencia de información consistente. Además, este grupo debe de haber
experimentado un acentuado proceso de fusión con los mapuches. Según estimaciones
de la Dirección de Asuntos Indígenas, los grupos autóctonos del Norte Grande superarían
en m u c h o las 21 500 personas consignadas en el último censo.
2. Para una abundante bibliografía sobre el tema, desde el periodo colonial hasta nuestros
días, véase Lipschutz, (1956).

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Relaciones de! mapuche con la sociedad nacional chilena

que se expresa en la legislación sobre el indígena, se advierte


que las metas permanentes de la política de integración tradicio-
nalmente adoptada son el sometimiento del mapuche, la ocupa-
ción de sus tierras para efectos de colonización y de formación
de la gran propiedad latifundista, la división y disolución de
las comunidades y la desaparición de su etnia (raza y cultura)
diferenciada '.

La extinción de los «pueblos de indios». E n la región central,


donde el dominio español primero se consolidó y desde donde
partió para la conquista del resto del territorio, la integración
del indígena representó básicamente su conversión en m a n o de
obra sumisa a la gran propiedad señorial. L a independencia
ya encuentra una gran mayoría de población campesina mestiza,
empleada en fundos y haciendas c o m o inquilinos y peones (Lips-
chutz, op. cit.). Los proceres liberales de la independencia implan-
tan una legislación de plena igualdad jurídica y ciudadana entre
indígenas y no indígenas (que va de 1813 a 1852) que busca
el deslinde y el remate de los «pueblos de indios» y de los
terrenos indígenas sobrantes y la plena asimilación del mapuche
a la sociedad nacional (su traspaso a «villas formales», su educa-
ción, su participación igualitaria, etc.) 2 . Tal legislación corres-
ponde al cuadro de la expansión agrícola de la época, derivada
de la reconquista del mercado del Perú y de la adquisición
de nuevos mercados externos: Argentina, luego California, m á s
tarde Australia (CIDA-Chile, 1966). Bajo el régimen de igualdad
jurídica, en pocas décadas se cumple el proceso de absorción
de las tierras y de la m a n o de obra indígena sobrante en la
estructura territorial y laboral de la gran propiedad. C o m o resul-
tado, el mapuche prácticamente desaparece en la masa del inquili-
naje, adquiriendo, c o m o afirma Jara (op. cit.) el estado social
genérico para el bajo mestizo. Comparando las metas y resultados
de la política de integración adoptada, se evidencia que las metas
sólo se cumplen en lo que interesa a las clases no indígenas
dominantes, puesto que esa política de inspiración liberal da

1. Para la redacción de esta parte se utiliza Lipschutz (op. cit.); Jara (1956), y particular-
mente, Cantoni (1969).
2. Tal legislación se aplica a las «tierras de paz», o sea, de Copiapó al Bio Bio. Al sur del
Bio Bio se mantenía inaccesible la zona de resistencia indígena.

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Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

armas legales iguales a competidores de fuerza económica y


política absolutamente desiguales. E s por eso que los grupos
conservadores en Chile defienden hasta hoy día tal régimen jurídi-
co y tal política de «pulverización liberal» de las comunidades
indígenas.

Conquista y segregación. L a conquista de la zona de resisten-


cia indígena va desde los mediados hasta las postrimerías del
siglo xix. L a expansión hacia el sur es impulsada por los estímulos
económicos externos indicados, por el aumento interno de la
demanda de productos agropecuarios y por la determinación
de afirmar la soberanía nacional, de m o d o efectivo, sobre el
territorio comprendido de Concepción a Valdivia1. L a política
de expansión sureña se concreta en dos líneas de acción profunda-
mente relacionadas: medidas de colonización y la guerra de
conquista de la Araucania. E n 1859 se inicia la campaña militar.
A pesar de los modernos recursos desplegados (ferrocarriles,
artillería, etc.) la llamada «pacificación» se demoró hasta 1883,
con la caída del último baluarte araucano de Villarica. Durante
ese período de ocupación militar y de implantación agresiva
del latifundio, se abandona el régimen anterior de plena igualdad
jurídica y se establece la incapacidad relativa del indígena, m e -
diante la tutela proteccionista del Estado en lo que se refiere
a disposición de sus tierras. Sin embargo, ello no significa ningún
cambio sustancial de la política de integración. El movimiento
de colonización se realizó mediante dos procesos simultáneos:
la colonización dirigida por el Estado y la colonización espontá-
nea, o de los llamados «particulares». Los dos tipos de coloniza-
ción estaban unificados por metas esenciales comunes : el desalojo
del mapuche de sus tierras y la ocupación intensiva y regular
de sus antiguos territorios. Este acuerdo fundamental de intereses,
entre el Estado y los particulares que implantaban el latifundio,
es el que establece la continuidad histórica de la política tradicio-
nal de integración2. Sin embargo, la colonización espontánea
de los particulares significaba u n rush de acaparamiento de las

1. Lo que abarca actualmente parte de la provincia de Concepción, las provincias de Bio


Bio, Malleco, Arauco. Cautín y parte de la provincia de Valdivia.
2. Vencidos los proceres más liberales de la independencia, desde 1830 la política del
Estado (Ejecutivo y Parlamento) estaba bajo el dominio conservador, donde la oligarquía
terrateniente era magna pars.

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Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

tierras indígenas que impedía la colonización estatal dirigida


y sobre todo retardaba el sometimiento militar, puesto que los
fraudes, atropellos, asesinatos y masacres cometidos contra el
mapuche lo impulsaban a continuar su resistencia en levantamien-
tos sucesivos. Tal situación obliga al Estado a desarrollar una
política semejante a la política indígena de la Corona española,
afirmando su «derecho expedito» sobre las tierras conquistadas
e intentando contener los excesos del «particular fraudulento».
Para anticiparse al acaparamiento de los particulares y para
atraer al indígena a u n acuerdo necesario a su «política de
pacificación», el Estado pasa a comprar, a precios irrisorios,
las tierras ocupadas, buscando evitar que volviesen masivamente,
por el fraude o la violencia, a las m a n o s de los particulares.
Nace de ahí una larga actividad legislativa de «protección al
territorio indígena», no por ser indígena sino por ser fiscal,
que se ve obligada a establecer la incapacidad jurídica del m a p u -
che en la enajenación de sus terrenos, a no ser bajo la tutela
del Estado y de acuerdo a los intereses de su política de conjunto.
Tal política toma cuerpo, de m o d o m á s definitivo y completo,
en 1866, en plenafiebreacaparadora mediante una ley de coloni-
zación que ordena vender en subasta pública las tierras fiscales
actuales o futuras, reservando áreas para la fundación de pobla-
ciones, para colonos y para la subsistencia vital del indígena.
Los grupos mapuches serán radicados en los terrenos que estén
ocupando en forma efectiva y continua por el plazo de un año,
de los cuales pasarán a ser dueños legales mediante la donación
de un título de merced concedido a nombre de la República. L a
extensión del derecho de propiedad es hecha tanto a título indivi-
dual c o m o a título comunitario. El reconocimiento del derecho
comunitario de propiedad no representa u n cambio de la política
de integración, ni busca la conservación de la etnia mapuche.
Puesto que la organización social del mapuche no contenía ni
el concepto ni la n o r m a de la propiedad privada del suelo,
la legislación tuvo que ajustarse a esa realidad, particularmente
porque interesaba al Estado, en pleno esfuerzo de sometimiento
y tratativa con el indígena, utilizar la ascendencia y liderazgo
de los caciques, lo que sería imposible con la desorganización
de la base social de ese liderazgo. Por lo demás, la propiedad
indígena es establecida c o m o medida táctica y transitoria. L a
ley no sólo autoriza la venta de la propiedad indígena legalmente

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Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

constituida, sino que permite la división de la comunidad median-


te pedido de una octava parte de los comuneros. Era el camino
ampliamente abierto a la absorción de la nueva propiedad indíge-
na por la propiedad particular. Sin embargo, la actividad radica-
dora, es decir, la segregación del mapuche en reducciones, no
se ejecuta. Sólo a partir de 1884 empiezan efectivamente a otorgar-
se, con ritmo lento e irregular, los títulos de merced. Mientras
tanto, avanza la implantación agresiva del latifundio. L a legisla-
ción se atiene a prohibiciones o permisos periódicos de compra
de tierras indígenas y, a partir de 1883, surgen en ella disposiciones
relativas a las provincias m á s sureñas: Valdivia, Llanquihue,
Chiloé y el territorio de Magallanes. Ocupada, en definitiva, la
región clásica de la resistencia indígena, elflujode la colonización
y de la expansión del latifundio se vuelca hacia las regiones
señaladas, donde el mapuche y demás grupos autóctonos habían
sido reducidos desde el período colonial. Este último ciclo de
colonización y ocupación de tierras indígenas repite, en lo esen-
cial, lo que pasó en la Frontera. H a y que hacer notar, sin
embargo, que en la incorporación de la región natural la ocupa-
ción ilegal de terrenos alcanzó todavía mayor magnitud, debido
a la presencia dominante de la colonización espontánea y al
carácter dado a la política de colonización del Estado. Esta
fue delegada a compañías colonizadoras, a quienes el Estado
remató, cedió o dio en arriendo enormes extensiones (sólo la
Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego usufructuaba 600 000
hectáreas). Dichas empresas no realizaron ninguna obra de colo-
nización permanente, dieron origen a numerosas disputas sobre
títulos y malversaciones y contribuyeron poderosamente a la
formación de clanes y latifundios regionales (CIDA-Chile, op.
cit., p. 8). El despojo, los atropellos y crímenes contra la población
indígena se hicieron en forma libre y directa, frecuentemente
con el auxilio de los representantes de la ley. Dichos procedimien-
tos, que alcanzaron posteriormente a pequeños propietarios y
colonos chilenos continuaron en las primeras décadas del siglo
xx, puesto que la implantación agresiva del latifundio en las
regiones m á s australes persistió hasta, aproximadamente, 1920.
L a postergación deliberada de las medidas de radicación
establecidas en 1866, el incumplimiento sistemático de las prohibi-
ciones ordenadas a los notarios sobre enajenación de terrenos
indígenas, la lenta actividad radicadora desarrollada, etc., consti-

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Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

tuyen una política de desgaste destinada a disminuir la población


mapuche a ser radicada. U n número desconocido de mapuches
quedó al margen de la radicación y fue desplazado definitivamente
de sus terrenos, muchos de ellos emigraron hacia la Argentina,
precediendo a la inmigración posterior de colonos chilenos expul-
sados por extranjeros y por las empresas colonizadoras. E n 45
años de actividad radicadora (1884-1929), fueron concedidos
aproximadamente 3 078 títulos de merced, que corresponden a
un número igual de reducciones, abarcando 475 423 hectáreas
y alcanzando 77 751 personas, con un promedio de 6,1 hectáreas
por persona. L a distribución regional de esos valores presenta
grandes variaciones, debido al grado de la resistencia ofrecida,
densidad de la población autóctona originaria, carácter dominan-
te de la colonización, disponibilidad de las tierras, etc. E n las
zonas al norte de la provincia de Cautín (Arauco, Bio Bio,
Malleco) se radicó sólo el 20 por 100 del total radicado y el
indígena sufrió un desalojo generalizado. L o mismo pasó de
m o d o aún m á s acentuado en la región de los Lagos, donde
se radicó el 10 por 100 del total radicado. E n la provincia
de Cautín, en que se concentró la resistencia mapuche, se radicó
el 70 por 100 del total radicado1. Aunque sucesivas leyes y
decretos manden dar tierras c o m o colonos a indígenas que no
fueron legalmente radicados y que fueron desalojados por remates
de terrenosfiscales,los organismos del Estado dieron cumplimien-
to a tales órdenes. E n contrapartida, considerando las líneas
de la política de colonización dirigida por el Estado, se verifica
que la venta o cesión de grandes cabidas de tierras fiscales
fue mucho m á s amplia que la entrega de parcelas menores a
colonos. Las 289 000 hectáreas entregadas a 5 362 familias de
colonos dan un promedio aproximado de 54 hectáreas por familia,
lo que es m u y distinto del límite (de ventas de tierras) de 500
hectáreas establecido en 1866, de la ausencia de límites determina-
da en 1874 y del límite de 20 000 hectáreas ordenado en 1904.
El estímulo legal a la concentración de la tierra aumenta notable-
mente de 1866 a 1904. A d e m á s , solamente a fines del siglo xix

I. Datos de U . Labbé Zabicueta (1956). A partir de tales datos y considerando un promedio


de seis personas por familia, se puede estimar que se radicaron aproximadamente
13 000 familias mapuches con un promedio aproximado de 36 hectáreas por familia.
La distribución regional de hectáreas por persona va desde 9,2 en Valdivia, hasta
3,7 en Arauco.

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Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

se activa la labor radicadora del mapuche y se procede a una


entrega significativa de tierras a colonos nacionales, después
que las leyes de 1866 y 1874 produjeron sus efectos. Si se agregan
los remates, arriendos y concesiones de tierras hechos masivamen-
te entre 1903 y 1906 para las regiones australes, se explica por
qué, c o m o resultado de la expansión hacia el sur, la propiedad
agrícola chilena se concentró en las m a n o s de u n grupo reducido
de hacendados.
Este es el marco fundamental de la inserción del mapuche
en la sociedad nacional, durante el período republicano. E n
situaciones de escaso desarrollo de las fuerzas productivas, la
tierra es la principal fuente de generación de riqueza y la distribu-
ción de la propiedad territorial determina el grado en que las
personas tienen acceso a los bienes económicos, al poder y a
la participación social en general. Por lo tanto, es dable concluir
que las posibilidades estructurales de participación del mapuche
en la sociedad nacional, dictadas por las características de su
inserción obligada en esa sociedad, correspondieron a las posibili-
dades de u n pueblo militarmente vencido y transformado en
un estrato segregado, desposeído y subalterno.

La meta central de la división de las comunidades. Realizada


la ocupación y colonización de los antiguos territorios indígenas,
se abre un período de desarrollo institucionalmente m á s ordenado
de esas regiones y de consolidación y expansión relativamente
legal del latifundio. A partir de entonces la preocupación funda-
mental del Estado y de la legislación pasa a ser la extinción
de la propiedad específicamente indígena (comunitaria y bajo
tutelafiscal)que se lograra constituir en el período de radicación.
Tal preocupación se concretiza en la meta, ahora permanente,
de la división de las comunidades. Las decisiones administrativas
de tutelafiscalpasan del ejecutivo a tribunales judiciales, que
se vuelven independientes y especializados, siempre con la atribu-
ción básica de hacer el traspaso de la propiedad indígena diferen-
ciada a la propiedad individual del derecho c o m ú n .
Los títulos de merced n o crearon la comunidad indígena,
pero dieron origen a la propiedad indígena comunitaria legalmen-
te constituida, lo que representó la posibilidad legal de reorga-
nización y permanencia de la comunidad mapuche. Ahora bien,
la comunidad reorganizada —bajo tutela proteccionista fiscal

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Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

cuanto a la enajenación de sus terrenos— opera c o m o factor


de conservación de las tierras indígenas en m a n o s indígenas y
c o m o factor de conservación relativa de su cultura diferenciada.
Le ley de 1866 no sólo admitía la división de la comunidad, sino
que la estimulaba decisivamente, ordenando la división a pedido
de una octava parte de los comuneros. Se creyó que, en las
condiciones de privación del mapuche asociadas a las agudas
presiones de demanda de tierra, aquel fuerte estímulo divisionista
permitiría la rápida disolución de la propiedad comunitaria indí-
gena en propiedad individual de derecho c o m ú n . N o obstante,
el mapuche, repitiendo un hecho general en la incorporación
nacional de poblaciones indígenas latinoamericanas, conservó
firmemente sus comunidades indivisas y se aferró a ellas, puesto
que eran la última protección a sus tierras siempre amenazadas
y a su personalidad cultural siempre —o cada vez m á s — despre-
ciada. Tal hecho contrarió frontalmente la política de integración
indígena adoptada desde los comienzos de la vida nacional inde-
pendiente. Tal política se asienta, en primer lugar, en la concentra-
ción de la propiedad agrícola, lo que exige la libre circulación
comercial de las tierras indígenas y el desplazamiento (cuando
necesario) del indígena de pequeño productor autónomo a depen-
diente del latifundio. Desde que el mapuche se negó a dividir
sus comunidades legales, la tutela del Estado dada a los territorios
indígenas, por serfiscales,cambió de función principal, pasando
a operar c o m o protección relativa a la propiedad indígena en
cuanto propiedad indígena comunitaria y autónoma. Por lo tanto,
los intereses de la gran propiedad, una vez superada la situación
de emergencia del período de conquista y radicación pasan a
presionar contra el régimen legal proteccionista y a favor de
la división de las comunidades, paso previo necesario a la libre
circulación de los terrenos mapuches. E n segundo lugar, en lo
que se refiere a sus motivaciones culturales centrales, la política
tradicional de integración siempre tuvo por meta la desaparición
de la etnia mapuche c o m o raza y cultura diferenciadas. Junto
a sus demás condicionantes, esa política siempre consideró a
las razas y culturas autóctonas c o m o inferiores, conservando
así una tradición arraigada desde los tiempos coloniales. D e
ahí que siempre se descartó el pluralismo étnico c o m o meta
de integración nacional, puesto que amenazaría la pretendida
homogeneidad superior de la raza y de la cultura dominante,

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Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

de origen europeo. U n a prueba histórica de ello reside en el


hecho de que jamás se pensó en hacer del mapuche, antes o
después de sometido, u n elemento significativo de la colonización
dirigida por el Estado, lo que le habría asegurado una participa-
ción m á s igualitaria y menos conflictiva en la sociedad nacional.
Al revés, se prefirió aislar y segregar en reducciones la población
mapuche sobrante, al mismo tiempo que las leyes de colonización
sólo admitían emigrantes de Europa o de Estados Unidos de
América, vetando así la entrada de pueblos asiáticos o africanos.
Ahora bien, la permanencia de la comunidad mapuche legalmente
constituida y reorganizada es la matriz de la permanencia de
su diferenciación étnica, es decir, la fuente generadora de la
conservación relativa del mapuche c o m o minoría nacional. E n
consecuencia, el prejuicio étnico latente en la política tradicional
de integración presiona en el sentido de la división de la comuni-
dad, buscando la desaparición del mapuche c o m o minoría nacio-
nal étnicamente diferenciada.
Finalmente, cabe mencionar la justificación de la división
de las comunidades al nivel de la ideología del desarrollo y
de la ascensión social, particularmente empleada después que
el proceso de minifundización pasó a deteriorar seriamente la
situación económica del mapuche. Sobre los hechos reales del
estancamiento o la regresión económica del indígena y de los
roces internos producidos por el proceso de minifundización,
al que se agrega la inseguridad sobre la posesión definitiva de
las parcelas atribuidas c o m o goce familiar dentro de la comuni-
dad, la justificación señalada atribuye todos esos problemas a
la propiedad comunitaria, afirmando que sólo la propiedad priva-
da da la seguridad y el estímulo necesarios al esfuerzo de supera-
ción y desarrollo personal y social. Para ese punto de vista,
el «problema indígena» es el problema creado por la comunidad
indivisa y la solución del problema es la división de la comunidad.
Sin embargo, el carácter parcial del argumento se evidencia en
el hecho de que la sola división de la comunidad representa,
primero, la consagración legal del minifundio (lo que no es
ninguna solución al problema económico del indígena) y, segun-
do, la puerta abierta a la pérdida de su tierra (su descenso
e inmersión en el subproletariado rural, dependiente del latifun-
dio, o en las posiciones más inferiorizadas del proletariado urba-
no). D e ahí que la solución del «problema indígena» mediante

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Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

la sola división de la comunidad es la solución del problema


desde el solo punto de vista de los intereses de los terratenientes.
Resumiendo, los intereses de la gran propiedad, el prejuicio
étnico y la ideología individualista-competitiva del desarrollo
se unifican y refuerzan mutuamente en la meta tradicional de
integración del mapuche mediante la disolución de su comunidad.
Del m i s m o m o d o , la defensa colectiva contra la proletarización
y la protección de la personalidad cultural discriminada se refuer-
zan y unifican en la resistencia del mapuche a dividir su comuni-
dad legalmente constituida y reorganizada.

Quiebra del Estado netamente oligárquico y el acuerdo de


1931. El período caracterizado por la meta principal de división
de las comunidades va desde la ley de 1927 hasta la ley de
1961, todavía vigente. A u n q u e desde 1913 se enunciara la necesi-
dad de una «constitución definitiva de la propiedad indígena»,
sólo en 1927 se tomó la primera decisión sobre la materia.
Las razones de este atraso y de las vicisitudes posteriores de
la legislación indígena se deben a dos causales básicas. L a primera
consiste en que la promulgación de una ley general sobre la
división de las comunidades involucraba la cuestión previa del
deslinde y la delimitación definitiva entre propiedad particular
y propiedad fiscal, es decir, el saneamiento de los títulos de
dominio sobre el antiguo territorio indígena. L a segunda se rela-
ciona con las transformaciones operadas en la estructura de
poder y las tensiones y los acuerdos entre las clases o los sectores
de clase que pasaron a participar del c o m a n d o del aparato del
Estado. L a expansión hacia el sur dio origen a un sector terrate-
niente sureño diversificado, desvinculado de la vieja aristocracia
castellana-vasca de la región central, que competía con ella por
el poder. El crecimiento urbano y el desarrollo productivo del
país iban creando nuevos estratos medios y populares, excluidos
de la representación y de las decisiones políticas. C o n la conquista
de las provincias salitreras del norte (guerra del Pacífico) y los
comienzos de la industrialización, surge un importante grupo
salitrero vinculado a u n nuevo sector financiero en el comercio
de importación-exportación (el sector financiero tradicional esta-
ba vinculado a la aristocracia terrateniente de la zona central
y a capitales ingleses) aprovechando la pugna entre los capitales
ingleses y norteamericanos; el grupo salitrero señalado se une

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Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

a estos últimos y establece una alianza con los terratenientes


del sur y con las clases medias y populares indicadas. Tal alianza
obtiene el triunfo en las elecciones de 1920, con Arturo Alessandri,
lo que marca el fin del Estado netamente oligárquico en Chile
y del control completo que sobre el aparato estatal ejercía la
oligarquía terrateniente de la zona central. Las reformas puestas
en marcha por el nuevo Gobierno, particularmente las de carácter
social (códigos del trabajo, impuestos sobre la propiedad agrícola,
previsión, sindicalización, etc.) fueron combatidos por las fuerzas
conservadoras que tenían el control del Parlamento. N o se puede
ahora hacer la historia de los enfrentamientos de clase de la
década de 1920-1930, que fue un período de grandes tensiones
e inestabilidad política. E n lo que interesa a este informe, importa
señalar la emergencia de un sector militar que, en alianza con
las clases medias y populares urbanas, interviene en la contingen-
cia política y presiona por la realización de las reformas m á s
significativas. Este bloque, el m á s progresista de la combinación
de fuerzas representadas en el nuevo pacto de poder, no permitió
a los terratenientes (incluso a los sureños participantes del pacto)
la libertad de movimiento deseada por ellos.
A u n q u e sin fuerza para cambiar sustancialmente la estructu-
ra agrícola central en la gran propiedad, aquel bloque presiona
para contrarrestar el acelerado curso anterior de la concentración
territorial y favorecer el desarrollo de una capa media en el
c a m p o . Ello se concreta en las medidas de saneamiento de los
títulos de dominio de la propiedad austral y en la fundación
de la Caja de Colonización Agrícola, que tiene c o m o objetivo
«una mejor distribución de la tierra, colonizando terrenos no
incorporados a la producción y dividiendo las grandes extensiones
no cultivadas». E n 1925 se dicta u n decreto con fuerza de ley
sobre delimitación de las tierrasfiscalesque defiende efectivamen-
te esas tierras y protege los intereses territoriales de los indíge-
nas, al establecer que el hecho de registrar los límites de una
propiedad no significa que el particular sea su dueño legal.
E n 1927, dentro de la misma orientación señalada, se dicta
la primera ley sobre la división de las comunidades. Esta ley
es radical en dos sentidos. Primero, crea u n Tribunal Especial
que procederá a la división de todas las comunidades con título
de merced, independientemente de la voluntad de los comuneros,
estableciendo una protección legal mínima para evitar que el

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Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

indígena sea manifiestamente engañado o constreñido en la enaje-


nación posterior de sus terrenos. Segundo, ordena que, previa-
mente a la división, el tribunal proceda a restituir «sin forma
de juicio» la totalidad de los terrenos comprendidos en el título
de merced y los que hubiesen sido usurpados. Los indígenas
de las comunidades sin título de merced serán considerados
colonos nacionales.
L a ley de 1927 evidencia que, después de la quiebra del
Estado oligárquico, la política indígena de las nuevas clases medias
y populares en alianza con sectores militares progresistas mantie-
ne la meta de la división de las comunidades, lo que la vincula
a la política tradicional de integración. Sin embargo, hay u n
hecho nuevo que la distingue de esa política: a la vez que
se destruye la propiedad comunitaria, se intenta, efectivamente,
crear una propiedad particular indígena, mediante la restitución
administrativa y rápida de la totalidad de los terrenos usurpados,
la consideración de los mapuches no radicados c o m o colonos
nacionales y la constitución expedita de la nueva propiedad
en el terreno mismo (lejos de los tribunales, notarios y procedi-
mientos judiciales, que siempre habían perjudicado al mapuche).
Pero los terratenientes se opusieron al Tribunal Especial,
porque se negaban a devolver los terrenos usurpados y porque
daban una intensa batalla para imponer una ley de saneamiento
de los títulos de propiedad conforme a sus intereses. Los m a p u -
ches se opusieron a las sentencias del Tribunal, debido principal-
mente a que las parcelas adjudicadas eran de reducida extensión,
tendiendo a aceptarlas en los casos en que constituyeron unidades
económicamente viables. Pero en conjunto, debido a su desorgani-
zación, no alcanzaron a formular una política propia y fueron
frecuentemente manipulados por los terratenientes y los partidos
conservadores. E n la abundante legislación, reflejo de la inestabili-
dad del período de 1925-1930, se cruzan las leyes y decretos
sobre saneamiento de títulos de propiedad austral y sobre división
de la propiedad indígena. E n lo esencial, tal legislación expresa
la escalada victoriosa de los intereses de la gran propiedad,
permitida por el debilitamiento de los sectores progresistas, que
culmina en la crisis de 1929-1930, a partir de la cual los capitales
norteamericanos se vinculan con la vieja derecha, lo que abre
un nuevo período de estabilización conservadora. A través de
sucesivas leyes y decretos, el conjunto de los terratenientes alcanza

239
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

a imponer sus intereses, sea frente a los derechos legales del


Fisco en la constitución definitiva de la propiedad austral, sea
frente a los derechos legales de los indígenas, reteniendo así
las tierras usurpadas. Se puede, finalmente, dictar la ley definitiva
sobre la disolución de la propiedad indígena, lo que se hace
con el decreto de junio de 1931, que deroga 18 decretos y leyes
anteriores (que vienen desde 1853) y establece el texto legal
que va a tener vigencia hasta 1961. D e acuerdo a sus disposiciones,
fruto del acuerdo final producido, se establece y advierte que:

1. E n lo que se refiere a la restitución de tierras usurpadas


al mapuche, gana siempre el particular, o porque su título
de dominio prevalece, o porque, cuando tiene preeminencia
el título de merced, los terrenos que han de restituirse al
indígena pueden ser declarados de utilidad social, expropia-
dos por el Estado y conservados por el particular.
2. L a división de las comunidades se hará mediante la petición
de un tercio de los comuneros, no imponiéndose el criterio
de la disolución forzosa debido a la resistencia del mapuche,
al que se agrega el estancamiento agrícola del período y
la .inexistencia de fuertes presiones sobre la tierra (además
de la posición de los sectores progresistas, los cuales, dado
que no iban a restituir las tierras usurpadas, se resistían
a apoyar los terratenientes en la división obligatoria de las
comunidades). La división de las comunidades quedó a cargo
de Juzgados de Letras de Indios, que reemplazan al Tribunal
Especial, medida esa notoriamente resistida por los mapuches
para quienes la procesualística tradicional de los tribunales
siempre significó la dilación permanente de sus reclamos
y la postergación indefinida de decisiones. Terminada la
división de una comunidad, los adjudicatorios podrán enaje-
nar sus predios en caso de «utilidad o necesidad manifiesta»,
con autorización del Juez de Indios (que deberá cerciorarse
de que el indígena presta libremente su consentimiento a
la transacción). Pasados diez años de la promulgación de
la ley, todos los indígenas podrán disponer libremente de
sus propiedades de acuerdo a las leyes comunes. Mientras
tanto los comuneros, de c o m ú n acuerdo, podrán gravar o
enajenar el terreno comprendido en el título de merced.
3. Término de las actividades de la comisión radicadora, si

240
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

bien existían todavía miles de indígenas esperando radicación,


particularmente en las provincias m á s sureñas.
4. Los miembros de las comunidades que, con o sin título de
merced, iban a ser desalojados por efecto de las nuevas dispo-
siciones legales, serían radicados c o m o colonos en forma que
se estableciera por reglamento. Ahora bien, este reglamento
jamás se dictó. Las comunidades que tuvieron su antiguo
derecho preterido por el derecho reciente del particular usur-
pador, así c o m o aquellas afectadas que no lograron alcanzar
el título de merced, fueron sencillamente privadas de sus
tierras y sus miembros se las arreglaron c o m o pudieron.
Este hecho aclara el significado general de la ley definitiva
de 1931 sobre la «constitución de la propiedad indígena».
Por una parte, cesan las radicaciones y se despoja al indígena
de tierras que ya eran legalmente suyas. Por otra, se anuncia
y autoriza la entrada (como colono) del mapuche desalojado
en la propiedad particular, que la legislación reiteradamente
afirma ser el medio principal de su progreso y asimilación
a la sociedad nacional, pero no se cumple ni se hace efectiva
la medida. E n resumidas palabras, se procede y se busca
la disolución de la propiedad comunitaria a la vez que no
se permite u obstaculiza la formación de una propiedad
privada indígena económicamente viable.

El congelamiento del problema indígena. L a situación legal


establecida en 1931 se mantuvo estable m á s de treinta años
y, en lo esencial, es la vigente hasta hoy día. L a solución dada
no fue satisfactoria ni desde el punto de vista de la política
tradicional de integración, ni desde el punto de vista de los
mapuches. A u n q u e los terratenientes tengan asegurada la defensa
de sus intereses fundamentales y a pesar de todas las disposiciones
legales tomadas para despejar el camino hacia la disolución
de las comunidades indivisibles, el mapuche conservó mayorita-
riamente sus comunidades indivisas. Desde el punto de vista
del indígena, la solución fue altamente insatisfactoria, porque
desalojó un número no conocido de sus tierras, consagró las
usurpaciones hechas y la estrechez de los terrenos y estableció
fuertes estímulos a la enajenación de su propiedad. E n síntesis,
porque no ofreció una alternativa económicamente productiva
ni de propiedad comunitaria ni de propiedad privada.

241
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

Desde la perspectiva de los intereses del desarrollo y de


la integración nacional, la solución fue igualmente insatisfactoria,
debido a que se conservaron y acumularon tensiones territoriales
y étnicas porque se mantuvo la población campesina indígena
aislada del desarrollo productivo, en situación de estancamiento
y regresión económica. Desde los tres puntos de vista considera-
dos, los acuerdos de 1931 fueron una postergación de la solución
definitiva. N o obstante, esa postergación representó la solución
posible del problema indígena, dentro del tipo general de sociedad
y de poder, de estructura agraria y de organización social del
mapuche, que se mantuvieron relativamente estables hasta el
advenimiento del Gobierno Popular, en 1970. Tal postergación
permanente —o la imposibilidad de una solución definitiva, cual-
quiera que sean los intereses considerados— configura el congela-
miento histórico del problema indígena.
El Frente Popular: intento frustrado deformación de coopera-
tivas indígenas. El período entre 1932-1938, bajo un gobierno
conservador, es de contención y represión campesina. L a Sociedad
Nacional de Agricultura prohibe en la práctica la sindicalización
en el c a m p o y se produce la matanza de Ranquil (1934), cuando
cientos de campesinos son aplastados por la fuerza pública.
Esta situación se explica porque no se dictó el reglamento ordena-
do por la ley indígena de 1931.
D e 1938 a 1948 es el período del Frente Popular, formado
por radicales, socialistas, comunistas y democráticos. Es otra
vez la alianza entre sectores medios y populares urbanos y el
sector terrateniente del sur, que alcanza la victoria electoral.
El Gobierno del Frente Popular es un gobierno reformista, bajo
la conducción política de capas medias modernizadoras, que
echa las bases del desarrollo industrial del país y amplía la
participación de los estratos medios y populares urbanos. Sin
embargo, el nuevo esquema de poder es obligado a pactar con
la derecha la preservación de la estructura agraria basada en
la gran propiedad (Affonso et al, 1970). Dentro de esa inmovili-
dad impuesta a las relaciones sociales fundamentales en el campo,
se reabre la discusión sobre la suerte de la propiedad indígena.
Las acciones pueden resumirse en tres etapas. E n la primera,
de ofensiva del sector terrateniente sureño, el Ejecutivo propone,
en 1942- un proyecto de «liquidación» de las comunidades y
de su división obligatoria y rápida. E n la segunda etapa, parla-

242
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

mentarios progresistas representantes de los sectores populares


y medios, refunden el proyecto. Aceptan la división de las comuni-
dades, pero transforman la comunidad dividida en una asociación
cooperativa libre, bajo el nombre de «cooperativa de indígenas»,
que serían orientadas y asistidas por una Central de Cooperativas
y de Crédito de los Indígenas. El sector terrateniente veta ese
intento de descongelar el problema indígena mediante una alter-
nativa viable de propiedad particular asociada, que colocaría
los mapuches a la cabeza de un movimiento de renovación social
en el campo. Por otra parte, la desorganización y desorientación
del mapuche no permitió ningún esclarecimiento de la masa
indígena sobre el significado real de las dos «soluciones definiti-
vas» en pugna. Tanto es así que los terratenientes, comerciantes
y conservadores en general, pudieron encauzar a favor suyo
la alarma provocada entre los mapuches por la noticia de la
liquidación de las comunidades (primera versión del proyecto),
incluso mediante la acción de líderes y asociaciones indígenas
bajo su control. E n la tercera etapa, caracterizada por un impasse,
dado el equilibrio relativo de las fuerzas que se enfrentaban,
el Gobierno se disocia del proyecto en discusión y m a n d a a una
comisión a estudiar el asunto. Le llega una tercera versión del
proyecto que, aparte de algunas medidas nominales y paliativas,
no altera nada de la legislación vigente. L a iniciativa no prospera
y todo vuelve al punto cero. E n 1947 el Ejecutivo envía a la
Cámara un proyecto proponiendo crear una Corporación de
Asuntos Indígenas, con la finalidad de fomentar, organizar y
dirigir la producción agrícola y ganadera. L a proposición tampo-
co tiene tramitación legislativa.
Para entender por qué ni siquiera esa solución de transacción
es aceptada, baste señalar que el Gobierno va virando a la
derecha, a través de la alianza de los radicales con la derecha,
lo que genera la ley de Defensa de la Democracia y la represión
del movimiento popular. El saldo concreto del período son leyes
de prórroga de la tutelafiscalsobre la propiedad indígena, estable-
cida provisionalmente en 1931, «mientras no se haga la reforma
general de la ley de indios vigente».
El populismo indígena de Ibáñez. La tendencia política general
del período subsiguiente se expresa en una creciente polarización
entre la derecha y la izquierda. E n la base de tal tendencia
está el estancamiento de la economía y una fuerte inflación.

243
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

L a inflación es atribuible a las causas estructurales del estanca-


miento económico y de la dependencia externa y se relaciona
particularmente con el estancamiento, todavía m á s acentuado,
del sector agrícola. El efecto de tal situación económica en los
niveles de vida es el incremento de las tensiones sociales, que
empujan hacia la polarización referida. Después del giro de los
radicales hacia la derecha, en 1947-1948 (vuelco encuadrado en
las presiones internacionales derivadas de la «guerra fría») y
del aplastamiento de partidos y organizaciones populares, o se
implantaba una dictadura prolongada o se llegaba a alguna
forma de acuerdo. Este acuerdo, provisional e inestable, fue
representado por la elección de Ibáñez, mediante un populismo
aliado a la derecha, que dura aproximadamente un año. Después
de este corto período el Gobierno es obligado a someterse progre-
sivamente a los intereses conservadores, que dan la tónica al
restante de su mandato. E n el acuerdo que asegura la victoria
de Ibáñez están representados, por una parte, la derecha tradicio-
nal, el sectorfinancieroasociado a los intereses norteamericanos
y el sector terrateniente del sur, ahora integrado en el partido
¡bañista, el Partido Agrario Laborista (donde hay el m á s variado
espectro de colores políticos). Por otra parte, Ibáñez recupera
la movilización campesina efectuada después de la victoria del
Frente Popular y cuenta con el apoyo del Partido Socialista
Popular. D a d a la composición del Gobierno y las presiones
que hacen fracasar su intento de mediación populista, no se
altera el cuadro general del poder económico y la estructura
agraria centrada en la gran propiedad permanece intocada. E n
contrapartida, se permite una lenta reagrupación de los sindicatos
en la Central Única de Trabajadores, que se constituye en 1953,
se deroga la ley de Defensa de la Democracia y al final los
partidos de izquierda vuelven a la legalidad. También es de
1958 la reforma electoral que instituye la cédula única, destinada
principalmente a proteger la libertad de voto de los campesinos
y a limitar el control tradicional de los terratenientes sobre
el voto de sus dependientes y empleados. Dentro de este cuadro
de política general conservadora, pero de reagrupación del movi-
miento popular, no se podía tomar ninguna medida de fondo
en favor de los mapuches, pero sí se pudo desarrollar una media-
ción populista, es decir, el populismo indígena de Ibáñez. Venan-
cio Coñuepan, mapuche y líder de la Corporación Araucana,

244
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

ocupa el Ministerio de Tierras y Colonización. El hecho de


que un mapuche fuera titular del Ministerio del cual dependían
inmediatamente sus reivindicaciones, despertó en la masa indíge-
na esperanzas generalizadas. Además, el nombramiento represen-
tó un símbolo de valorización de la raza mapuche que impresionó
a la población indígena, siempre en lucha contra la imagen
menospreciada de sí misma, factores esos que movilizaron su
apoyo a Ibáñez. Sin embargo, ni los terratenientes participantes
del Gobierno permitirían un descongelamiento del programa de
la propiedad indígena a favor de los intereses de los mapuches,
ni el nuevo ministro tenía ningún programa coherente en este
sentido, dada la mediación conciliadora que ejercía entre una
masa indígena políticamente manipulada y las estructuras regio-
nales y nacionales de poder establecidas1. L a actividad ministerial
de Coñuepan se reduce a dos decretos absolutamente intrascen-
dentes y al anuncio de un plan de desarrollo agrícola y ganadero
de los suelos indígenas, de lo cual no se tuvo m á s noticia.
E n 1953 se nombra otro ministro de Tierras y Colonización,
y Coñuepan pasa a Director de la Dirección de Asuntos Indíge-
nas, nueva división creada dentro del m i s m o Ministerio, encarga-
da de centralizar las actividades en la materia y asesorar al
Presidente en el cumplimiento de la ley de 1931 2 . A d e m á s , la
Dirección tendrá a su cargo «la debida organización de las c o m u -
nidades», sin definirse en qué consiste tal organización, y «podrá

1. La Corporación Araucana fue fundada en T e m u c o en 1938, con el respaldo del Partido


Conservador, agrupando varias asociaciones preexistentes. Su caudillo principal, Venan-
cio Coñuepan, era hacendado. Sus dirigentes tendían siempre a estar del lado de los
partidos victoriosos y la Corporación alcanzó el auge de su influencia bajo la presidencia
de Ibáñez, disolviéndose después por disputas internas y por el término de las prebendas
necesarias a su política de clientela. Durante el gobierno señalado, la Corporación
obtuvo dos diputados, dos gobernadores de Cautín, dos alcaldes, 12 regidores en la
zona de la Frontera, varios inspectores en los Juzgados de Indios y funcionarios en
diversas reparticiones públicas del país. (Carlos Huayquimir Rain, Arauco de ayer
v de hoy, Santiago, 1966.) Sin embargo, la Corporación Araucana fue un instrumento
de cohesión del mapuche en el período de Ibáñez y jugó un papel decisivo en la
paralización de las divisiones. Por otra parte, ni la Corporación, ni Coñuepan, ni
Ibáñez tuvieron fuerza para proceder a la restitución de los terrenos indígenas usurpados.
2. D a d a la intensidad de los conflictos y el hecho de que los intereses de los ocupantes
ilegales de tierras fiscales e indígenas no podían ser atendidos de m o d o completo
y definitivo en la legislación, las normas legales establecidas en 1931 sobre el saneamiento
de títulos de la propiedad austral y sobre la propiedad indígena delegaban poder
de decisión final al Presidente de la República. Tal hecho era particularmente acentuado
en lo que a propiedad indígena se refiere, materia en la cual dependía sobre todo
del Presidente el cumplimiento o no cumplimiento de la legislación establecida.

245
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

constituir cooperativas, sociedades o asociaciones de carácter


económico», pero sin consignarse recursos humanos y financieros
para ello.
T o d o indica que el surgimiento de la Dirección de Asuntos
Indígenas fue producto de la utilización de una necesidad adminis-
trativa (unificación de un servicio especializado), en términos
de un acuerdo político entre Ibáñez y Coñuepan. El Gobierno
no podía dar solución al problema económico y social de la
propiedad indígena, debido a la fuerte presencia en él del sector
terrateniente y conservador en general. Pero Ibáñez podría, con-
servado el statu quo, asegurarse el apoyo electoral de la población
mapuche, mediante el freno de las presiones para la división de
las comunidades y la aplicación de una política de clientela.
Es así c o m o se entrega la dirección de esa política indígena
al caudillo mapuche m á s reputado. L a Dirección de Asuntos
Indígenas pasa a controlar los Juzgados de Indios, contiene
las presiones divisionistas, atiende las solicitudes inmediatas del
mapuche (tramitación de procesos, ordenación de derechos patri-
moniales, etc.) y favorece la Corporación Araucana (empleos,
facilidades, etc.). Coñuepan, ejecutor del acuerdo, consolidaba
su liderato personalista y a la vez controlaba la masa indígena,
impidiendo la formulación de reivindicaciones de mayor profun-
didad. Al menos en su política indígena, Ibáñez pudo ser populista
hasta el final de su mandato. Para completar el análisis del
período presidencial considerado, cabe mencionar dos iniciativas.
La primera, es un proyecto de un solo artículo presentado por
diputados conservadores, que evidencia lo que sería la solución
ideal del «problema indígena» desde el punto de vista de los
terratenientes. El artículo único declara sometidas al imperio
de la ley c o m ú n las propiedades indígenas y deroga toda legisla-
ción de excepción existente presente y pasada. Esto es, se propone
el vacío legal total y el caos.
L a iniciativa, debido a la resistencia del Ejecutivo, no prospe-
ró. L a contraofensiva conservadora a la política indígena de
Ibáñez, que se expresa en ese proyecto y en una tenaz campaña
de prensa, se manifiesta también en la Corte Suprema, que
solicita un informe sobre la materia al fiscal de la Corte de
Apelaciones de T e m u c o . El informe evacuado propone «la divi-
sión, por todos los medios, de las actuales comunidades indíge-
nas» a que procedería, de oficio, el juez de indios respectivo.

246
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

Las presiones para la división de las comunidades por vía de


la Corte Suprema tampoco dieron resultado. N o obstante, es
dable observar que la mentalidad jurídica tradicional, formada
en el cauce del derecho romano de propiedad privada, del presti-
gio social de la aristocracia terrateniente y en la creencia de
la superioridad intrínseca de la «raza y de la cultura blancas»
dominantes, fue siempre un instrumento privilegiado de formula-
ción y ejercicio de la política tradicional de integración.
La legislación actual y la línea de solución limitada y selectiva.
E n la disputa electoral siguiente, la opción se presenta claramente
entre derecha e izquierda. J. Alessandri, candidato de la derecha,
obtiene la primera mayoría y S. Allende, abanderado de la izquier-
da, obtiene la segunda, con una diferencia de sólo 30 000 votos.
Alessandri contó con la derecha agraria en su conjunto, con
los sectoresfinancierose industriales (norteamericano y nacional)
y obtuvo el respaldo de los nuevos estratos medios y de la
masa urbana marginada y desorganizada de las grandes ciudades.
Su gobierno practica una política de privatización y logra u n
cierto equilibrio entre la participación del sector agrario y del
sector industrial en el aparato y en el crédito del Estado. E n
relación a la situación agraria, el estancamiento de la producción
agrícola y el aumento de las tensiones sociales en el c a m p o
obligaron al Gobierno a preocuparse del problema. Pero, por
otra parte, la presencia de la derecha agraria en el poder sólo
permite medidas m u y limitadas, que tienden a reproducir las
mismas situaciones y estructuras que deberían ser modificadas.
C o n el objeto de proceder a un experimento de reforma
agraria, se reorganiza la Caja de Colonización Agrícola. Contra-
riando el sistema de igualdad mantenido anteriormente por la
Caja en la atribución de tierras, se pasa a distribuir lotes y
parcelas mayores de una unidad económica familiar y huertos
menores que esa unidad, que sólo dan un aporte suplementario
a la subsistencia. Los primeros son destinados frecuentemente a
miembros de las clases medias urbanas y los últimos a trabajado-
res rurales. E n consecuencia, se mantienen las relaciones tradicio-
nales de arrendamiento y trabajo asalariado. E n 1962 se dicta
una «ley de reforma agraria» para ampliar el experimento realiza-
do, creándose la Corporación de la Reforma Agraria y el Instituto
de Desarrollo Agropecuario. Se fomenta la división de latifundios
bajo la dirección de sus propios propietarios y en caso de expro-

247
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

piación de grandes propiedades inexplotadas o mal explotadas,


las expropiaciones se indemnizarán previamente. Sobre el ritmo
de la aplicación de esa reforma agraria baste señalar que en
el bienio 1963-1964 sólo 1 066 familias recibieron 781 parcelas
y 285 huertos, realizándose 8,6 por 100 del modesto programa
proyectado. Las metas que dan racionalidad a ese tipo de reforma
agraria son la búsqueda de una modernización tecnológica y
empresarial (aumento de la producción y productividad) y una
democratización parcial (creación o fortalecimiento de u n estrato
medio en el campo) tendientes a atenuar los puntos de estrangula-
miento productivo y las tensiones sociales, pero que no alteren
sustancialmente la posición del sector terrateniente en la estructu-
ra nacional de poder económico y político y que no despierten
un movimiento autónomo de participación en el conjunto del
campesinado. Dentro de esa política general, asociada y adaptada
a las metas tradicionales de la política de integración del mapuche,
se inserta la nueva ley indígena dictada en 1961, todavía en
vigencia al redactarse este informe.
L a meta central de la ley es la activación de las divisiones.
Por tanto : a) se pone término a la interferencia del Ejecutivo
en los Juzgados de Indios, que pasan ahora a ser tribunales
independientes e integrados al Poder Judicial, para impedir que
los intereses o acuerdos políticos frenaran las divisiones; b)
se restablecen cinco Juzgados de Indios, con el personal técnico
necesario ; las particiones hechas ya no se podrán anular ni prescin-
dir de ellas; c) se prohibe en forma permanente la enajenación
de inmuebles, derechos o acciones en las comunidades indivisibles
a favor de no indígenas, puesto que esas enajenaciones ocasionan
disputas jurídicamente insolubles, vician los nuevos títulos de do-
minio y obstaculizan la formación ordenada de la propiedad par-
ticular indígena que se quiere crear.
C o n relación a los intereses de los terratenientes y de los
ocupantes ilegales en general de tierras indígenas, ellos están
asegurados de la siguiente manera: a) se mantienen las mismas
disposiciones consagradas en 1931 en cuanto a la restitución
de tierras usurpadas; además, todas las usurpaciones «acto o
contrato de mera tenencia» hechas hasta 1946 son declaradas
objeto de expropiación por «utilidad pública» o «interés general»,
es decir, los terrenos no volverán a los indígenas perjudicados;
b) se suspende el fallo de restitución a los indígenas de terrenos

248
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

usupados (título de dominio particular, superpuesto a los títulos


de merced, que no pudieron ser aprobados de acuerdo a la
ley de constitución de la propiedad austral), cuyo saneamiento
definitivo depende todavía de aprobación presidencial. Vale decir,
se conserva la postergación indefinida de las decisiones sobre
restitución de los terrenos usurpados, postergación que se arrastra
por m á s de treinta años; c) se mantiene íntegro el derecho
patrimonial discriminatorio establecido en 1931, mediante el cual
los terrenos restituidos o por restituirse a los indígenas pueden
ser conservados en poder de los ocupantes, siempre que el Presi-
dente estime que ello es de utilidad general en virtud de mejoras
realizadas, y autorice su expropiación1. El concepto de utili-
dad pública o general se refiere obviamente a un interés o nece-
sidad social y colectiva y no se justifica cuando se aplica en
beneficio de una sola persona, o sea, el ocupante ilegal de te-
rrenos indígenas, a no ser que se presuponga que el interés
particular del no indígena es socialmente superior al interés parti-
cular del indígena. Ahora bien, dado que en igualdad de condicio-
nes la capacidad de iniciativa y de producción del campesino
indígena y del no indígena son iguales y c o m o el derecho patrimo-
nial discriminatorio no se aplica al resto del campesinado chileno,
queda en evidencia que la motivación y el contenido de tal
derecho son claramente racistas2.
E n relación con la forma de división de las comunidades,
se mantuvo también el criterio establecido en 1931, o sea, que
se procederá a la división cuando sea solicitada por un tercio
de los comuneros. Si bien el quorum de u n tercio es obviamente
antidemocrático, tratándose de una materia vital para el indígena,

1. Entre las mejoras suficientes para solicitar expropiación se incluyen «roces, limpias
y destronques», que no constituyen ninguna prueba o garantía de una actividad productiva
continua o superior a la que podría ser desarrollada por el mapuche.
2. L a ley también autoriza al Presidente para, a su criterio, expropiar terrenos ocupados
por indígenas (con o sin título de merced) que deban ser entregados a particulares
que obtuvieran el reconocimiento de sus títulos de dominio sobre ellos, a fin de que
continúen en poder de los indígenas. Esa disposición, enteramente contradictoria con
la regla general del derecho patrimonial discriminatorio sistemáticamente aplicada, existe
para solucionar los casos en que el desalojo de mapuches puede adquirir características
de problema social grave, debido a la magnitud de las tierras que han de desocuparse,
el número y la resistencia de los indígenas afectados, etc. Sin embargo, tal disposición
no fue aplicada bajo la administración de Alessandri ni de Freí, a pesar de la existencia
de conflictos de gran envergadura, que involucraban miles de hectáreas c o m o , por
ejemplo, aquellos suscitados entre comunidades mapuches y compañías madereras, o
los de la zona de San Juan de la Costa, en la provincia de Osorno.

249
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

no se aplicó la «solución definitiva» de los terratenientes y de


la mentalidad jurídica tradicional (división obligatoria), debido
a la secular resistencia del mapuche a tal medida, al fortalecimien-
to de las fuerzas de izquierda y porque el c o m a n d o conservador
m á s modernizado se inclina a una solución alternativa acorde
con su política agraria general. Tal solución, que evita los conflic-
tos sociales m á s agudos y se vuelve hacia la modernización de
la estructura agraria, se manifiesta en las nuevas disposiciones le-
gales que tienden a estabilizar la situación social del mapuche y
a crear, entre ellos, una capa m á s próspera de pequeños propieta-
rios individuales. L a ley establece que: se pueden enajenar accio-
nes o derechos en las comunidades a favor de otros indígenas;
las hijuelas derivadas de la división de una comunidad pueden
ser gravadas o enajenadas de inmediato a favor de otro indígena;
las hijuelas derivadas de las división de una comunidad no pueden
exceder de una unidad económica definida c o m o «la superficie
del suelo suficiente para que viva y prospere el dueño y su
familia» y no podrán subdividirse tales hijuelas sino cuando
las subdivisiones puedan formar unidades económicas ; dividida
una comunidad, los adjudicatarios sólo podrán gravar o enajenar
sus hijuelas a un no indígena después de quince años, exceptuán-
dose las instituciones estatales o con representación del Estado;
se establece la concesión de créditos por el Banco del Estado,
pagaderos en seis años, para lo que se autoriza al Presidente
a poner a disposición del Banco «las cantidades que anualmente
se puedan consultar para tal efecto» en el presupuesto nacional;
durante el plazo de quince años en que las hijuelas producto
de la división no puedan ser enajenadas a no indígenas, los
Jueces de Indios podrán autorizar su arriendo, comodato o explo-
tación a favor de terceros no indígenas. Por otra parte, los
Juzgados de Indios aumentan notoriamente su injerencia en la
vida interna de las comunidades para solucionar conflictos deriva-
dos del desajuste entre la propiedad legal colectiva de la tierra
y la realidad de la unidad productiva familiar autónoma, pero
sobre todo para intentar solucionar los roces entre familias produ-
cidos por el proceso permanente y prolongado de minifundiza-
ción, que origina un gran número de pequeños problemas entre
los comuneros.
Analizando el conjunto de las disposiciones señaladas, es
dable concluir que:

250
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

1 ) Se tiende a la estabilización legal de la situación existen-


te. Por una parte, se conservan las medidas discriminatorias rela-
tivas a la restitución de tierras y se mantiene a la masa de la po-
blación mapuche estancada en las relaciones improductivas del
minifundio, lo que corresponde al estancamiento histórico de las
relaciones sociales en el c a m p o y se preservan las bases de la es-
tructura agraria centrada en la gran propiedad. Por otra parte, se
atiende a las reivindicaciones mínimas de la población (división
de la comunidad a petición de un tercio de los comuneros, prohi-
bición de enajenación de terrenos comunitarios a beneficio de no
indígenas, arbitraje del Juez de Indios sobre los conflictos y roces
internos de las comunidades, etc.), lo que permite mantener esa
población inmovilizada y realizar la ordenación jurídica de las
comunidades (empadronamientos, deslindes, rectificaciones),
paso previo necesario a la activación de las divisiones. Importa
señalar que esas medidas que atienden a las reivindicaciones m í -
nimas de la población mapuche y protegen los intereses de la po-
lítica divisionista corresponden exactamente a la estabilización y
consagración legal del minifundio indígena y del consiguiente es-
tancamiento económico y social.
2) Mediante la activación de las divisiones, concesión de
créditos y las medidas de reagrupación de la propiedad entre
los indígenas, se estimula la emergencia y el desarrollo de u n
estrato medio de pequeños propietarios individuales mapuches.
Las disposiciones que facilitan la enajenación de la propiedad
entre indígenas (en las comunidades indivisibles y divididas) sólo
favorecen a aquellos pocos de mayor capacidad económica, que
son exactamente los únicos que pueden beneficiarse del crédito
bancario ofrecido, dado que ese crédito es concedido en condicio-
nes comerciales corrientes. L a reagrupación progresiva de las
propiedades y los mecanismos de asistencia y crédito permitirían
formar la capa media señalada que, si bien reducida, tendería
a operar c o m o grupo integrado al orden económico, político
y cultural existente, funcionando así c o m o amortiguador o neutra-
lizador de las tensiones entre el conjunto marginado de la pobla-
ción mapuche y las estructuras locales y regionales de poder.
Vale decir que se observa una inflexión histórica de la política
tradicional de integración, al menos en su formulación legislativa.
Ella busca ahora alcanzar lo esencial de sus metas generales
a través de los propios indígenas, no solamente aprovechándose

251
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

de la desorientación o división del mapuche en torno a líderes


o asociaciones contingentes, sino también utilizando de m o d o
orgánico los efectos sociales de la implantación de una estratifica-
ción de clases en la población indígena.
3) Aparte del estrato medio señalado, el resto, o sea la
gran mayoría de la masa indígena, permanece estanca o regresiva.
Esta regresión o imovilismo tienden a operar en algunas direccio-
nes principales. Primero, asociados a la activación de las divisio-
nes, llevan a la propiedad dividida desprovista de poder competiti-
vo, a pasar gradualmente a ser propiedad no indígena y permiten
la reagrupación interna de la propiedad indígena, favoreciendo
el desarrollo del estrato de pequeños propietarios individuales
mapuches, prósperos e integrados. Segundo, el estancamiento
y la minifundización de las comunidades indivisas o divididas
permiten e imponen: a) la emigración y el abandono de la
comunidad, particularmente por los jóvenes ; los que se quedan
definitivamente en el área urbana tienden a incitar a la emigra-
ción; b) la utilización vantajosa de las tierras indígenas mediante
arriendos, aparcerías, comodatos, etc.; c) la generación de la
fuente estructural de la m a n o de obra excedente (necesaria a
la conexión latifundio-minifundio), mediante los mapuches que
se «apatronan» o se vuelven trabajadores que alternan trabajo
propio con trabajo asalariado, lo que permite la conservación
de bajos niveles de salario e ingreso ; d) la captación y transferen-
cia de ingresos (monetarios y en especie) de las unidades producti-
vas familiares indígenas a empresas no indígenas, mediante proce-
sos expoliativos de comercialización y crédito.
C o m o se advierte, la nueva política indígena, configurada
en la ley actual, es una expresión particular de la nueva política
agraria general, diseñada por el gobierno conservador de Jorge
Alessandri. C o m o expresión particular de la política general m o -
dernizadora de la estructura tradicional latifundista, la nueva
política indígena intenta descongelar de m o d o limitado, selectivo
y clasista el «problema mapuche», mediante la emergencia y
la consolidación de una reducida capa media de pequeños propie-
tarios individulaes y la estabilización del estancamiento económi-
co y del inmovilismo social impuestos a la gran mayoría del
campesinado indígena.
Ahora bien, la eficacia de tal política, dentro de los paráme-
tros que ella misma establece, depende en primer lugar de las

252
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

facilidades y los estímulos ofrecidos a la formación y el desarrollo


del estrato medio de agricultores mapuches. Sin embargo, los
créditos concedidos fueron exiguos y no se implantaron los servi-
cios de asistencia técnica previstos1. E n consecuencia, la eficacia
de la nueva política se encontró seriamente perjudicada. T a m p o c o
era de esperar que dadas las características citadas de la reforma
agraria del gobierno de Alessandri, la nueva política indígena
se aplicara con m á s vigor o intensidad. T a m p o c o el gobierno
demócrata-cristiano, que le sucedió, dispuesto a una modificación
m á s efectiva de la estructura agraria, cambió significativamente
la situación señalada, puesto que el mapuche quedó al margen
de la reforma agraria emprendida 2 .
E n conclusión, se puede afirmar que con la vigencia y la
aplicación de la ley actual, se mantuvo en lo esencial el congela-
miento histórico del problema mapuche; en otras palabras, se
mantuvo el congelamiento histórico de la actuación social del
mapuche en la sociedad chilena, representado, en primer lugar,
por el estancamiento o la regresión de las relaciones de propiedad
y de la situación económica de la gran mayoría del campesinado
indígena.

Situación social
L a situación social del mapuche es el producto histórico
de la política de integración analizada, que determinó las condi-
ciones por las cuales fue obligado a insertarse y a participar
en la sociedad nacional.

Gravitación poblacional. Pese a grandes divergencias entre


los cronistas de la época, los historiadores actuales tienden a

1. Según el informe de la Dirección de Asuntos Indígenas, en 1963-1968 se otorgaron


por intermedio del Consejo Regional del Banco del Estado (Temuco), 3 162 créditos
(alcanzando aproximadamente al 5 por 100 de las familias campesinas mapuches) con
un promedio de 834 escudos por préstamo. Durante el período señalado, una pareja
de bueyes de trabajo no valía menos de 2 000 escudos. Por otra parte, no se instaló
el Centro de Capacitación Agrícola Regional, que la ley autorizara abrir en Temuco,
para impartir enseñanza agrícola y ganadera, ofrecer servicios de extensión y asistencia
agropecuaria, fomentar cooperativas de pequeños productores, etc.
2. El examen del período del Gobierno de Frei, particularmente del proyecto de modificación
de la ley indígena que envió al Parlamento y que no alcanzó a convertirse en norma
legal, será objeto de un segundo informe. Ese segundo informe se centrará en el análisis
de la nueva política de integración adoptada por el Gobierno Popular presidido por
Allende.

253
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

estimar que la población mapuche al iniciarse la conquista espa-


ñola era de aproximadamente un millón de personas. Según
el censo de 1813, relativo sólo a la región central, o «tierras de
paz», la población indígena sobrante en esa región alcanzaría al
décimo de la población global de 556 000 habitantes, constitu-
yéndose así en u n grupo de aproximadamente 55 000 personas.
N o hay informaciónfidedignasobre el número de mapuches que
vivan en la zona de la resistencia indígena, mientras ésta mantu-
vo su autonomía. Después de la conquista republicana de esa re-
gión, se estimaba, alrededor de 1890, que el conjunto de la pobla-
ción mapuche en Chile sería de 50 000 personas. N o obstante, el
censo de 1907 da una cantidad de 101 000 mapuches. Los censos
de 1920 y de 1940 aumentan ese número a 105 000 y 115 000 per-
sonas, repectivamente. El censo de 1952 arroja un número de
130 000. Las subestimaciones implícitas en tales recuentos se evi-
dencian cuando, en 1963, fundándose en un censo parcial de co-
munidades y proyecciones sobre totales disponibles, la Dirección
de Asuntos Indígenas estimó que el total de la población m a p u -
che, viviendo en comunidades (con o sin título de merced) alcan-
zaría aproximadamente 350 000 personas. Por esa fecha se esti-
m a b a en aproximadamente 50 000 los mapuches que vivían y tra-
bajaban en ciudades. Actualmente, en 1971-1972, la misma Di-
rección estima en 400 000 el número de mapuches rurales y en
100 000 el de los urbanos, particularmente concentrados en gran-
des ciudades c o m o Santiago, Temuco, Valparaíso y Concepción.
Sin entrar ahora en el examen de la autenticidad de tales valores
y aceptándolos c o m o aproximadamente reales, es dable con-
cluir que :

1. L a población mapuche está en rápido crecimiento.


2. El conjunto de la población mapuche (rural y urbana) alcanza
aproximadamente el 5 por 100 del total de la población del
país, o sea, no presenta gravitación nacional de importancia.
D e ahí que la situación social del mapuche sea, desde el
punto de vista numérico, la de una minoría nacional, aunque
en crecimiento rápido.
3. L a población rural mapuche debe representar aproximada-
mente el 15 por 100 de la población rural del país, es decir,
ya pasa a tener significación relativa en el total.
4. Considerando las provincias de Cautín, Malleco, Bío-Bío,

254
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

Arauco, Valparaíso, Osorno y Llanquihue, la población rural


mapuche representa el 40 por 100 de la población rural
de tales provincias, lo que aumenta notoriamente su significa-
ción relativa en el total.
5. E n las provincias de Cautín y Malleco, la población rural
mapuche representa, respectivamente, el 76 por 100 y el 89
por 100 de la población rural1. Vale decir que, en la pobla-
ción rural de esas provincias, la situación social del mapuche
es la situación de la gran mayoría, notoriamente en lo que a
la implantación y el desarrollo de la reforma agraria se re-
fiere, Malleco es una provincia relativamente pobre y estan-
cada. Pero Cautín, donde se localizó m á s del 50 por 100 de
los mapuches radicados en reducciones, está entre las provin-
cias de mayor importancia agropecuaria del país.

Situación socioeconómica
Concentración de la tierra. El informe C I D A - C H I L E de 1966,
fundado en el censo agropecuario de 1964-65 y en datos poblacio-
nales de la Dirección de Asuntos Indígenas, presenta los siguientes
valores 2 :
1. Frontera (provincias de Concepción, Arauco, Bio Bio, Malle-
co y Cautín). Las explotaciones subfamiliares representan
el 62 por 100 del total de explotaciones y detienen el 2,3
por 100 de la tierra arable, mientras que las explotaciones
multifamiliares grandes representan el 4 por 100 del número
total de explotaciones y detienen el 61 por 100 de la tierra
arable.
2. Los Lagos (provincias de Valdivia, Osorno, Llanquihue y
Chiloé). Las explotaciones subfamiliares y familiares repre-

1. Los porcentajes presentados en las conclusiones 4 y 5 se basan en datos sobre población


mapuche de la Dirección de Asuntos Indígenas, de 1963, y en el Censo de Población
de 1960. Las variaciones que puedan presentar actualmente no invalidan las conclusiones
referidas, sino que deberán reforzadas.
2. N o se utilizan ahora directamente los datos del censo señalado porque ellos incluyen
las reducciones mapuches entre las explotaciones medianas y grandes, a pesar de que
en la realidad están constituidas por agrupación de pequeñas unidades familiares, que
en la clasificación del informe indicado corresponden a explotaciones subfamiliares
y familiares. Las explotaciones subfamiliares son aquellas insuficientes para satisfacer
las necesidades mínimas de una familia y para permitir la utilización productiva de
su trabajo durante todo el año. Las explotaciones familiares son las que atienden
las dos condiciones. Las multifamiliares, que exigen trabajo asalariado permanente,
se subdividen en medianas y grandes.

255
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

sentan el 73,7 por 100 del total de explotaciones y disponen


de menos del 10 por 100 de la superficie agrícola, mientras
que las explotaciones multifamiliares grandes representan el
3,9 por 100 del total de explotaciones y disponen del 65,4 por
100 de la superficie agrícola.
3. Cautín es la provincia que presenta la mayor población
mapuche y de m á s densidad. Comparando las 5 613 explota-
ciones no mapuches estimadas que ocupan 1 072 614 hectá-
reas, con las 34 000 hijuelas mapuches estimadas que ocupan
343 365 hectáreas, se verifica que los no mapuches detienen
el 14 por 100 del total de explotaciones y ocupan tres cuartas
partes de las tierras, mientras que los mapuches detienen
el 86 por 100 del total de explotaciones y ocupan la cuarta
parte de las tierras.

Los grupos mapuches


El sector rural. El sector más importante de la población
mapuche es el sector rural, ya sea por constituir aproximadamente
tres cuartas partes de esa población ya sea por representar la
matriz de la diferenciación y resistencia étnica. L a división del
sector rural de la población mapuche variará según el criterio
que se considere. Si se adopta el criterio de la tenencia de
la tierra, c o m o lo hace A . Saavedra 1 , se tendrá:
Comuneros.—Todos aquellos que viven en «reducciones» organi-
zadas en torno a una tenencia colectiva de la tierra, tengan
o no título de merced. Existe divergencia sobre el número
exacto de las reducciones que obtuvieron título de merced.
Según Labbé, este número fue de 3 078, del cual 773 comuni-
dades compartían la tierra, lo que daría un total actual
de 2 305 comunidades con título, con una población aproxi-
m a d a actual de 300 000 personas2. N o se dispone de datos
sobre el número de comunidades sin título de merced. Saave-
1. Alejandro Saavedra, La Cuestión Mapuche, I C I R A , Santiago, 1971, analiza datos recogi-
dos en 1966. Para los efectos de este escueto análisis de la situación económica del
mapuche, la clasificación de los grupos rurales según la tenencia de la tierra es la
más indicada. E n adelante, todas las citas de Saavedra se refieren al trabajo mencionado.
2. E n los recuentos hechos por la Dirección de Asuntos Indígenas en 1966 y 1969 ese
número desciende a 2 961 y 2 885 comunidades con títulos de merced, respectivamente.
Sin embargo, no se terminaron de m o d o fehaciente tales recuentos. E n documentos
actuales (1971-1972) del Ministerio de Agricultura se siguen utilizando las cifras citadas
de Labbé.

256
Relaciones del mapuche con ¡a sociedad nacional chilena

dra, fundándose en informaciones de la Dirección de Asuntos


Indígenas de 1966, calcula cerca de 200, con una población
de alrededor de 15 000 personas.
Ex comuneros.—Todos los que viven en reducciones divididas.
Utilizando la cifra de 773 comunidades divididas, se puede
estimar que esas divisiones se originaron de 13 a 14 000
pequeños propietarios (en su gran mayoría minifundistas)
cuyas familias Saavedra estima que forman un grupo de
76 000 personas 1.
Trabajadores agrícolas.—Son los mapuches que (generalmente
por haber perdido o enajenado sus tierras) salieron de
sus comunidades o de las hijuelas divididas y se transforma-
ron en inquilinos o peones Este grupo tendría peores niveles
y condiciones de vida que el resto de la población mapuche
y en sus condiciones laborales frecuentemente recibirían un
trato racista. A base de observaciones en el terreno hechas
en 1965-1966, Saavedra estima que al menos una familia
de cada dos reducciones se habría incorporado a ese grupo,
lo que daría un total aproximado de 1 500 familias.
Comuneros y ex comuneros que venden su trabajo.—Además de
los tres grupos precedentes, creemos conveniente diferenciar
este cuarto grupo, que Saavedra considera incluido en los
grupos de comuneros y ex comuneros. Este grupo abarca
las familias que alternan o dividen trabajo independiente
y propio, en sus unidades familiares, con trabajo asalariado.
Aunque conservan la tenencia de comuneros o ex comuneros,
presionados por el proceso de minifundización, son obligados
a «apatronarse» estacionalmente, incorporándose aislada-
mente al sector campesino de los «afuerinos» o aceptando,
en grupo, los contratos de «enganche». U n a parte de la
m a n o de obra familiar puede dedicarse permanentemente
a trabajo asalariado externo, con las características preceden-
tes señaladas. N o se dispone de informaciones estadísticas
sobre el número de componentes de este grupo ; sin embargo,

1. Si se prefiere el enfoque etnológico, la comunidad sería básicamente definida no c o m o


una unidad territorial legalmente establecida en términos de una tenencia colectiva,
pero sí c o m o una determinada ordenación y agrupación de familias racial y culturalmente
diferenciadas. En este caso, los miembros de las comunidades divididas continuarían
siendo considerados comuneros, es decir, participantes de la comunidad étnica mapuche,
en cuanto conservasen la diferenciación señalada.

257
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

tiene una importancia relativa dentro de la población rural


mapuche. E n una muestra de 46 familias, Saavedra encontró
que un 36 por 100 de ellas vendía fuerza de trabajo fuera
de la comunidad y que en 26 por 100 de ellas eso se hacía
en forma permanente.
El sector urbano. El excedente estructural de m a n o de obra,
generado por una economía de subsistencia estancada o regresiva,
provoca no sólo el proceso de proletarización rural señalado
en el grupo anterior, sino que también da origen a una constante
emigración hacia pueblos y ciudades, generando una proletariza-
ción urbana del mapuche que alcanza particularmente a los
más jóvenes. N o hay datos precisos sobre ese movimiento migra-
torio. El informe C I D A - C H I L E estima que sería del orden del
20 por 100. Sin embargo, es dable suponer que esta proporción
haya aumentado en los últimos años. U n a parte de los migrantes
va a vivir en pueblos dentro de sus respectivas provincias. Otra
parte se dirige a grandes ciudades, incorporándose también al
trabajo en las minas de carbón. Las estimaciones sobre el número
de la población urbana mapuche han aumentado rápidamente
en los últimos años. L a Dirección de Asuntos Indígenas la estima
actualmente en 100 000, pero algunos dirigentes de asociaciones
mapuches se inclinan a aceptar números mayores. Cualquiera
que sea su número exacto, tal población puede ser dividida
en los dos siguientes grupos:
Trabajadores pertenecientes a los estratos más bajos del proleta-
riado.—La gran mayoría de los mapuches urbanos se localizan
en los estratos más bajos de las clases trabajadoras urbanas,
es decir, en los de menores ingresos, menor organización,
niveles de vida m á s bajos, menos estabilidad en el empleo,
menor escolaridad, etc. Según un estudio realizado a partir
de datos del censo de 1960 (Núñez, citado por Saavedra),
la población mapuche migrada y localizada en Santiago
presenta las siguientes características: el 75,14 por 100 son
analfabetos; grupo de edad m á s numeroso: dieciocho a
treinta años; 63,6 por 100 de la población es económicamente
activa; de este grupo económicamente activo, el 72,2 por
100 trabaja en servicios personales; de este último grupo,
el 82 por 100 son mujeres, el resto que no trabaja en servicios
personales (empleos domésticos, camareros, lavandería, jar-
dinería, etc.), se compone de panaderos, repartidores de

258
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

almacén, encargados de fuentes de soda, obreros industriales


y carabineros. L a mayoría de las mujeres trabaja c o m o
empleadas domésticas y la mayoría de los hombres c o m o
panaderos.
Miembros de las capas medias.—Por lo general, provienen de
familias campesinas mapuches en mejor situación económica,
que pudieron hacer estudios secundarios y que son maestros
primarios, empleados públicos, funcionarios de empresas
privadas, pequeños comerciantes, etc. Constituyen una pe-
queña minoría en la población mapuche urbana, a la cual
se puede agregar algunas pocas decenas de mapuches que
hicieron estudios superiores y se desempeñan c o m o profesio-
nales y técnicosl.

La comunidad mapuche. Desde el punto de vista económico,


la comunidad no opera c o m o una empresa colectiva o c o m ú n .
Aunque en las comunidades indivisas la tenencia legal de la
tierra es colectiva (título de merced), la forma real de explotación
y tenencia es familiar2. La unidad económica es la unidad produc-
tiva familiar y no la comunidad. Las decisiones económicas
sobre la producción, la comercialización y la apropiación del
producto son familiares y no colectivas, no existiendo un sistema
formalizado de sanciones que obligue a decisiones de grupo.
Este es un rasgo c o m ú n alas comunidades mapuches. Sin embar-
go, existen aspectos de cooperación y solidaridad en sus relaciones
económicas, derivadas de : a) instituciones tradicionales de inter-
cambio y complementación de m a n o de obra y recursos, c o m o
el «mingaco» y la « m a n o vuelta»; b) necesidades de acciones
comunes en las relaciones con el exterior, c o m o defensa colectiva
de la tierra contra usurpaciones, solicitación de créditos, decisio-
nes económicas concertadas, presentación de peticiones y juicios,
etcétera.

1. Es de interés dejar constancia del grupo de los «ausentes», es decir, de los mapuches
o sus descendientes que se encuentran viviendo y trabajando fuera de las comunidades
pero que tienen derecho en ellas. L a gran mayoría de tos ausentes son mapuches
urbanos. Existen varios tipos de ausentes. D e acuerdo a la relación económica que
mantienen con sus familias residentes en la comunidad, los principales tipos serían
el que auxilia a su familia, el que es socio de ella y el que explota su m a n o de
obra.
2. La tierra es heredada en el marco familiar, repartiéndose entre los hijos varones y
mujeres.

259
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

La intensidad con que se presentan tales rasgos de colectivis-


m o varía m u c h o , desde un alto grado de cooperación grupal
hasta su ausencia completa. Ello depende de la medida en que
se dispone o no de los factores productivos fundamentales, básica-
mente de la tierra. U n a dotación de tierra y demás factores
económicos que aseguren niveles aceptables de ingreso tienden
a mantener la comunidad en armonía, indivisa y con una acentua-
da presencia de rasgos colectivistas. L a escasez de los terrenos
lleva a los roces insolubles, a la división de la comunidad, a
la desaparición de las acciones solidarias y comunes. El tipo
de actividad económica puede favorecer o no la presencia de
acciones y decisiones solidarias, en la medida en que el factor
productivo fundamental sea o no escaso. Considerando la tenen-
cia legal colectiva de la tierra, la realidad de la unidad productiva
familiar y el carácter defensivo de las relaciones con el exterior,
es dable afirmar que, de m o d o m u y general, en la situación
económica actual de la comunidad mapuche existe una tensión
y una búsqueda constante de equilibrio entre rasgos individualis-
tas y colectivistas.

Actividades económicas. Las comunidades mapuches se dedi-


can principalmente a la agricultura y a la ganadería. E n los
terrenos ondulados predomina el cereal, particularmente el trigo,
que ocupa la mayor parte de las tierras de cultivo. Las vegas
y llanuras se dedican a hortalizas y legumbres (patatas, frijoles,
arvejas, etc.). L a producción frutal m á s importante es la de
manzanas .(utilizadas principalmente para hacer «chicha»). La
actividad ganadera se centraliza especialmente en ganado menor,
c o m o el ovino y el porcino, además de la avicultura. A d e m á s ,
la industria artesanal y casera de tejidos (alfombras, ponchos,
frazadas, etc.), de aleación de metales (plata) y de cestería, es
otra fuente de ingresos (CIDA-Chile, 1966) x .
Saavedra propone una distinción de las comunidades, según
la predominancia de un tipo de actividad productiva, que es
útil para su caracterización económica. Pasamos a sintetizar los
datos que ofrece al respecto:

1. Las memorias y los informes de la Dirección de Asuntos Indígenas, de I N D A B , C O R F O .


etc., concuerdan en indicar c o m o las principales actividades económicas de las comunida-
des el cultivo de cereales, la ganadería y las artesanías.

260
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

1. Comunidades principalmente agrícolas. L a principal fuente


de ingresos proviene de la agricultura, además de recurrirse
a la venta de trabajo y a la artesanía de mercado.
2. Comunidades principalmente pecuarias. L a principal fuente
de ingresos deriva de la actividad pecuaria, que es la m á s
importante en cuanto al uso de la tierra y al tiempo que
sólo dedica. Tales comunidades, situadas preferencialmente
en la zona cordillerana o costera, tienen escasas tierras dispo-
nibles para la agricultura.
3. Comunidades principalmente dedicadas a la recolección. L a
fuente de ingresos m á s importante es la explotación de recur-
sos forestales: madera y carbón. Se puede agregar la recolec-
ción de piñones y cochayuyo, mariscos, pesca, etc. La recolec-
ción se combina con actividades pecuarias, artesanales, un
poco de agricultura y venta de m a n o de obra.
4. Comunidades principalmente artesanales. L a actividad básica
de las unidades productivas familiares es la producción de
artesanías para el mercado, además de la agricultura y la
ganadería en escala menor. Tales comunidades se encuentran
ubicadas cerca de los centros de comercialización, o con
fácil acceso a ellos.
5. Comunidades con actividades económicas múltiples. Los ingre-
sos derivan de una combinación de distintas actividades eco-
nómicas, sin hincapié especial en ninguna de ellas. Existe
producción agrícola (generalmente de autoconsumo), pecua-
ria, artesanal, recolectora, etc. y las unidades productivas
familiares alternan sus actividades, cada cierto tiempo, entre
ellas. E n general tales comunidades no poseen tierras aptas
para el cultivo y/o bueyes y capital para explotarlas.
Las comunidades varían m u c h o en cuanto a su tamaño,
densidad poblacional y aislamiento geográfico. U n a tabulación
hecha en I C I R A , en 1966, de datos sobre 453 reducciones censa-
das por la Dirección de Asuntos Indígenas, arroja las siguientes
cifras: a) m á s de la mitad de las comunidades oscilan entre
100 a 500 hectáreas. Aproximadamente una tercera parte tiene
menos de 100 hectáreas. El resto oscila entre 500 y 5 000 hectáreas,
con contados casos de m á s de 5 000 hectáreas ; b) la gran mayoría
de las comunidades tienen una población de menos de 200 perso-
nas (93 por 100) y menos de 45 familias por comunidad (97
por 100).

261
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

Tipo de economía. Para la caracterización del tipo de econo-


mía mapuche, continuamos utilizando, básicamente, datos e in-
formaciones de Saavedra 1 .
Economía de «.pequeños productores rurales». El hecho de
que la unidad productiva real sea la familia hace del productor
mapuche un «pequeño propietario» y de la economía mapuche
una economía de pequeños productores. La unidad económica
familiar funciona utilizando la fuerza de trabajo de los miembros
del núcleo familiar y, menos frecuentemente, de la familia extensa.
A la unidad económica familiar aportan recursos tanto el hombre
c o m o la mujer. U n a vez constituida la familia, los recursos
son administrados por el hombre, quien toma las decisiones
sobre la producción, los negocios, la venta de la fuerza de trabajo,
etcétera. Sin embargo, la mujer no pierde derecho a las tierras
que hubiera aportado, lo que le da una posición de relativa igual-
dad en la economía familiar. Desde los siete años los niños están
incorporados al proceso productivo, dedicándose al pastoreo
y al auxilio en las demás actividades realizadas. C o m o un indica-
dor del carácter de una economía de pequeños productores,
el estudio de la utilización de m a n o de obra extrafamiliar realiza-
do en 46 familias da los siguientes resultados: 60,9 por 100
de ellas no utilizaba sólo m a n o de obra extrafamiliar, ni ocasional
ni permanente; 21,1 por 100 utilizaba sólo m a n o de obra externa
estacional; 13,1 por 100 recurría al «mingaco» y sólo 4,3 por
100 empleaba m a n o de obra extrafamiliar de m o d o permanente.
Escasez y concentración de recursos. El pequeño productor

1. El estudio de Saavedra se basa en el análisis de los datos de 453 reducciones censadas


por la Dirección de Asuntos Indígenas y tabuladas en I C I R A en 1966, así c o m o
en una investigación sobre el terreno, abarcando 18 reducciones. Las 453 reducciones
no constituyen una muestra estadística ni intencionada del universo de las comunidades
mapuches. Sin embargo, representan una muestra relativamente representativa, en la
medida en que abarcan los diferentes sectores del área que va desde Bio Bio hasta
Osorno, en que el censo se realizó por varios equipos simultáneos que trabajaron
sin una línea sistemática de elección de reducciones y en que las comunidades censadas
representan más del 15 por 100 del total de comunidades.
La investigación sobre el terreno seleccionó una muestra intencionada de 18 reducciones
(a través de un conjunto de variables que intentaban «cubrir» un universo en gran
medida desconocido), con un estudio inntensivo de 46 familias seleccionadas de acuerdo
a su nivel económico. A d e m á s , de las 453 reducciones se seleccionó una muestra intencio-
nada de 20 reducciones, buscando que correspondieran a las estudiadas en el terreno,
de las cuales se seleccionaron 775 familias de acuerdo a su nivel económico.
D e esos antecedentes es dable concluir que los datos e informaciones resultantes represen-
tarán, en el peor de los casos, hipótesis m u y fidedignas de trabajo.

262
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

mapuche dispone de escasos recursos económicos, sean tierra,


animales de trabajo o implementos 1 . E n relación a la tierra,
el estudio de 775 familias (de 20 reducciones) evidencia que
41,7 por 100 de ellas tienen desde ninguna tierra hasta 4 hectáreas;
60,9 por 100 tiene menos de 10 hectáreas y sólo 14,2 por 100
tiene m á s de 33,5 hectáreas. A d e m á s es frecuente el caso en
que las familias que disponen de m á s tierras pertenezcan a reduc-
ciones de tierras de mala calidad, no aptas ni para la agricultura
ni para la ganadería. Existe una acentuada diferencia entre las
dotaciones de tierra de que disponen las familias y parece existir
una tendencia a la concentración de tierras en las comunidades.
Aplicando el índice de Gini a las reducciones señaladas se
encontró que dos de ellas presentan u n índice alto de concentra-
ción, 14 un índice mediano y sólo 4 un índice bajo. La mayoría
de las familias no tiene bueyes, que es el único animal de trabajo
usado para labores agrícolas. E n las 775 familias señaladas,
el 67 por 100 no tenía ningún buey; el 4,8 por 100 tenía u n o ;
el 22,8 por 100 tenía 2 y el 5,4 por 100 tenía tres o m á s .
E n 450 reducciones, el 40,8 por 100 de familias tenía un promedio
de bueyes por familia inferior a uno, teniéndose en cuenta que
entre esas 450 reducciones se incluyen las que tienen especializa-
ción agropecuaria. El «stock agropecuario» promedio por familia,
de un total de 645 familias, fue de un valor equivalente a aproxi-
madamente tres bueyes, o a 25 ovinos, o a 11 cerdos. Sin embargo,
ese promedio disfraza una estratificación interna y la mayoría
de las familias tiene muchos menos animales que el promedio.
Bajo nivel de ingresos. Independientemente de la composición
del producto, la producción total de las unidades económicas
familiares es baja. E n 46 familias estudiadas, sólo el 6,5 por
100 alcanzó un producto neto anual superior a un valor equivalen-
te a 15 000 kilos de trigo, o sea un valor superior a 3 000
escudos de 1966 2 . El producto medio per capita fue el equivalente
a 247 escudos de 1966. L a fuente de ingresos m á s importante
del pequeño productor mapuche es la producción de su unidad
económica. D e 46 familias estudiadas, el 63 por 100 obtuvo

1. Posee derecho al goce del pedazo de tierra que le corresponde en la comunidad,


que puede usar libremente para la explotación familiar. Para arrendarlo o darle «a
medias» y particularmente para venderlo al no mapuche, necesita autorización legal
específica del Juez de Indios de su área.
2. U n kilo de trigo equivalía a 0,20 escudos de 1966.

263
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

m á s del 70 por 100 del ingreso neto anual de sus actividades


productivas y sólo el 47 por 100 lo obtuvo exclusivamente de
su producción, lo que indica la importancia que tienen otras
fuentes de ingresos, tales c o m o la venta de m a n o de obra, los
negocios, etc. E n estas 46 familias el ingreso neto anual osciló
entre 720 y 7 100 escudos de 1966: el 58,7 por 100 tuvo ingresos
netos anuales entre 800 y 2 400 escudos y el ingreso medio
anual fue de 1 884 escudos. Sin embargo, esos ingresos medios
—pese a ser bajos— ocultan una distribución piramidal no consi-
derada en la muestra y el ingreso medio de la mayoría debe
ser m u c h o m á s bajo. (Tanto es así que el Informe C I D A señala
un ingreso medio anual aproximado de 650 escudos de 1966.)
Posiblemente, la mayoría de los pequeños productores mapuches
tendrían un ingreso per capita anual cercano a los 1 000 kilos
de trigo (200 escudos de 1966), que es sumamente bajo.
Desigualdad de ingresos y consumo. Las cifras anteriores
indican desigualdad en la concentración de la tierra, en la distribu-
ción de los recursos económicos y en la capacidad productiva
de las unidades familiares. La muestra de 46 familias (18 reduccio-
nes) fue dividida en tres niveles de ingresos (superior, medio
e inferior), considerando el ingreso neto total anual de las unida-
des familiares. Si bien esa distribución en niveles no es representa-
tiva de la población rural considerada, puesto que se eligieron
deliberadamente familias de los tres niveles, el estudio de la
relación ingresos-consumo en tales familias arroja resultados de
bastante interés para la caracterización de la situación económica
del mapuche. El nivel superior abarca las familias que tuvieron
un ingreso neto total equivalente a m á s de 10 000 kilos de trigo,
con un ingreso per capita equivalente a casi 3 000 kilos de trigo.
Esas familias tienen en general las mejores tierras de la comunidad
y en mayor cantidad que el resto. Tienen bueyes y un «stock
pecuario» (conjunto de distintos animales) relativamente alto.
Analizando la relación ingreso-consumo, en sólo un caso de
ese nivel superior se produjo desahorro. La tendencia general
fue la generación de un excedente económico, que en algunos
casos superó los 10 000 kilos de trigo. El nivel medio abarca
las familias con ingreso neto total anual equivalente a un valor
de 6 000 a 10 000 kilos de trigo, con u n per capita medio equiva-
lente a 1 490 kilos de trigo. El consumo total medio per capita
fue equivalente a 1 338 kilos de trigo. D a d o el relativo equilibrio

264
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

entre ingresos y consumo, la tendencia general de las familias


del nivel medio es fluctuar entre un proceso de desahorro y
la generación de excedentes económicos. El nivel inferior se
compone de familias cuyo ingreso anual es inferior al equivalente
a 6 000 kilos de trigo con un ingreso medio per capita equivalente
a 768 kilos de trigo. Por otra parte, el consumo per capita
medio es equivalente a 1 279 kilos de trigo. C o m o se evidencia,
la relación ingresos-consumo en el nivel inferior expresa un proce-
so de desahorro y endeudamiento, que es la tendencia típica
de este grupo. Comparando los promedios de ingresos entre
los tres niveles, se verifica que el nivel alto tiene u n ingreso
per capita medio el doble m á s alto que el mediano y tres
veces más alto que el nivel inferior, lo que indicaría una acentuada
desigualdad interna. El consumo per capita parece aumentar
de acuerdo con el nivel de ingresos, aunque de m o d o menos
acentuado.
T o m a n d o 613 familias (de la muestra de 20 reducciones)
de las 453 censadas por la Dirección de Asuntos Indígenas y
suponiendo que una producción agropecuaria familiar anual de
menos de 2 000 kilos de trigo correspondiera a un nivel inferior,
de 2 000 a 5 000 Hilos de trigo correspondiera a un nivel medio
y de m á s de 5 000 kilos correspondiera a un nivel superiorl,
se alcanzó el siguiente resultado: 62,3 por 100 de las 613 familias
se sitúa en el nivel inferior, 24,2 por 100 en el nivel medio
y 13,5 por 100 en el grupo alto. Suponiendo que a una producción
agropecuaria m á s alta corresponda un «ingreso probable» m á s
alto, los valores precedentes indican que en la población mapuche
deben existir desigualdades económicas relativamente acentuadas
y que tal desigualdad reviste una forma piramidal. Estudiando
este perfil de desigualdad económica en cada una de las 15
comunidades donde se localizan las 613 familias, se encontró
que en 14 de ellas existían los tres niveles mencionados y que
en 9 la desigualdad mantenía el tipo piramidal (la mayoría de
las familias en el nivel bajo y la minoría en el nivel alto).

1. Los datos sobre producción en las 613 comunidades censadas no incluyen actividades
de recolección o artesanía. El estudio de las 46 familias evidenció un promedio de
producción agropecuaria por familia equivalente a 6 797 kilos de trigo, mientras que
el promedio de las 613 familias encuestadas por la Dirección fue de 3 273, porque
en el estudio de las 46 familias se seleccionó intencionalmente una proporción mayor
de familias de ingresos superiores. En atención a esa rebaja del promedio se rebajaron
los valores que dividen los tres estratos en el conjunto de las 613 familias.

265
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

Economía de subsistencia incorporada al mercado. L a econo-


mía mapuche, con excepción de un reducido grupo de ingresos
más altos, es una economía de subsistencia, en el sentido de
que no genera un excedente real capaz de producir su desarrollo.
Considerando el grupo mayoritario de bajos ingresos, es una
economía de subsistencia en proceso de deterioro, que genera
desahorro y endeudamiento. Sin embargo, una economía de sub-
sistencia no tiene necesariamente que ser una economía exclusiva
de autoconsumo. E n el caso mapuche, la producción de las
unidades familiares se dirige simultáneamente hacia el autoconsu-
m o y hacia la comercialización, no existiendo prácticamente uni-
dades familiares que operen exclusivamente en la producción
hacia el autoconsumo. Ello porque las pautas de consumo inclu-
yen necesariamente productos de mercado (sal, grasa, azúcar,
ropa, medicamentos, mate, etc.) porque la producción propia
no alcanza a cubrir la pauta mínima de consumo o de recursos
económicos necesarios a la propia producción, debido a especiali-
zaciones productivas dirigidas necesariamente hacia el mercado,
etcétera.
Considerando el porcentaje del producto bruto anual consu-
mido por la familia, el estudio de 46 familias indicó que en el
45,6 por 100 de ellas el acento se encuentra en la producción para
la comercialización, en 28,3 por 100 existe equilibrio entre la co-
mercialización y el autoconsumo y sólo en 26,1 por 100 el acento
se encuentra en el autoconsumo. L a composición del producto
está directamente relacionada con la orientación hacia el merca-
do. Así c o m o que la producción pecuaria, de recolección y ex-
tracción y la artesanía están significativamente orientados hacia
el mercado. Del mismo m o d o , hay una parte de la producción
pecuaria (aves), agrícola (huerta) y artesanal (ropa, calcetines,
etcétera) destinadas exclusivamente al autoconsumo, que repre-
senta un valor pequeño en el producto total.
L a comercialización de los productos agrícolas toma la doble
forma de venta o pago de mediería de tierras y arriendo de bue-
yes. El producto que m á s se comercializa es el trigo, seguido
de la avena, la cebada, patatas y cierta cantidad de guisantes.
El arriendo de bueyes se paga generalmente con trigo y el pago
de la «media» se efectúa con el producto de la siembra (trigo,
patatas, avena, etc.). E n la generalidad de los casos, ni la venta
de productos agrícolas ni el pago de servicios mediante tales

266
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

productos genera un excedente real, es decir, no significa que


la venta de productos o el pago de los servicios se hace después
de satisfechas las necesidades del consumo familiar. Al revés,
la venta o el intercambio de productos agrícolas corresponde
a la necesidad de obtener ciertos ingresos en dinero o de pago
de servicios urgentes para la subsistencia. Sólo una minoría de
productores mapuches puede reservar la producción agrícola ne-
cesaria al autoconsumo familiar y vender lo que excede de las
necesidades de ese autoconsumo. La mayoría está obligada a
vender parte de la producción agrícola necesaria al autoconsumo,
apremiada por la urgencia de comprar otros productos, aun
sabiendo que en los últimos meses del año le van a faltar los
productos vendidos (período que se acostumbra llamar «tiempo
de la hambruna»). La situación de privación y apremio en que
se encuentra esa mayoría, cuando necesita obtener productos
vitalmente necesarios para la subsistencia y para las nuevas siem-
bras (semillas,etc.),la obliga a aceptar formas de comercialización
y contrato altamente desventajosas. El mapuche, en algunas par-
tes, puede vender su trigo a la E C A (Empresa Fiscal de Comercia-
lización Agrícola), que paga los precios vigentes en el mercado.
Pero, en muchos casos, aun existiendo este poder comprador,
no vende su trigo a la E C A , o porque ya ha contraído compromiso
previo de venta, o porque tiene que esperar algunos días el
pago. En este último caso, generalmente prefiere vender el trigo
a comerciantes particulares que le pagan inmediatamente, dismi-
nuyendo el precio en un 30 a 40 por 100, porque debe volver
rápidamente con el dinero, o particularmente porque, c o m o fruto
de su experiencia anterior con los chilenos, desconfía de todo
pago diferido. Otra alternativa es vender el producto en su propia
comunidad, a comerciantes o intermediarios que pasan con ca-
miones, que también disminuyen el precio de 30 a 50 por 100
de su valor real de mercado. Pasados unos meses en que el
mapuche vendió sus productos, especialmente el trigo, a partir
de octubre generalmente comienza a faltarle para el consumo.
Debe entonces acudir al mercado (ciudad o pueblo de la zona)
donde solicitará «trigo cambiado o prestado». La operación de
«trigo cambiado» la realiza con comerciantes que son prestamistas
y que, para cederle el trigo o el producto pedido, le cobran
un interés de m á s de 50 por 100, al que se agrega, cuando
el mapuche tiene bueyes o animales de valía, un documento

267
Las relaciones interétnicas' en Bolina y Chile

en que tales bienes entran c o m o garantía de pago, camino fácil


para que el comerciante se adueñe de ellos. Otra solución es
la «venta en yerba». El indígena, presionado por la falta de
alimentos, vende por anticipado, a un precio inferior a la mitad
de su valor real, su producción futura. L a venta anticipada
de la producción se efectúa con comerciantes, prestamistas y
personas que trabajan en los fundos cercanos a la comunidad
(administradores, mayordomos, inquilinos, a veces los dueños
del fundo). Los guisantes y las patatas se venden a comerciantes
(los guisantes generalmente en la forma de «venta en yerba»)
y cuando la proximidad geográfica lo facilita, directamente a
particulares de las ciudades o pueblos que funcionan c o m o mer-
cado.
La producción pecuaria es generalmente, orientada hacia
la venta aparte de los animales de corral dirigidos hacia el
autoconsumo. Ello debido a que no puede por sí sola atender
al consumo de subsistencia y lo que es importante porque
la producción pecuaria, dentro de los recursos existentes, propor-
ciona ingresos monetarios relativamente m á s altos y de m o d o
m á s fácil. E n la mayoría de los casos, el comprador-intermediario
viene a las comunidades, donde los animales son vendidos al
contado y al «bulto» (animal «de pie» es decir, vivo y al ojo,
o sin pesar previamente). El mapuche se guía por los precios
que están pagando en otras partes, pero generalmente se trata
de los mismos vendedores o éstos están de acuerdo en los precios.
También en la comercialización de productos agropecuarios se
practica la venta anticipada, vendiéndose las crías antes de nacer
a un precio m u y inferior. Las aves son, en general, comerciadas
directamente en los pueblos o ciudades donde alcanzan un precio
mejor.
La parte de la producción artesanal y de la actividad reco-
lectora que va al autoconsumo es pequeña. Parte de la produc-
ción artesanal es comprada por comerciantes que vienen a las co-
munidades, ofreciendo precios más bajos y parte es llevada a las
ciudades-mercado (Temuco, Cañete, etc.) donde es comprada
por comerciantes o particulares, en pequeñas ferias que se for-
m a n a la llegada de los buses rurales o entregada a tiendas donde
estaba comprometida. E n esa comercialización se aplican los clá-
sicos procedimientos de regateo para deprimir los precios y la
posición de vendedor del mapuche es debilitada por su urgencia

268
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

en vender los productos. L o mismo en relación a las actividades


recolectoras.
E n conclusión, la economía mapuche está fuertemente orien-
tada hacia el mercado, a la vez que las relaciones de mercado
que presenta son, para la gran mayoría de los casos, relaciones
de subsistencia.
Relaciones de mercado y excedentes económicos. Los merca-
dos locales a que está incorporada la economía de subsistencia
de los pequeños productores mapuches forman una cadena estra-
tificada de relaciones económicas, en la cual los estratos de
arriba detentan un poder de presión siempre superior a los estra-
tos de abajo. N o se va ahora, dado el carácter limitado de
este informe, a analizar la composición y el funcionamiento
de esos mercados locales, ni su articulación con estructuras regio-
nales y nacionales, inclusivas.
Baste señalar que la gran mayoría de los pequeños producto-
res mapuches forma el estrato m á s débil de esa cadena. Ello
se evidenció en las indicaciones precedentes sobre la escasez
de recursos económicos de que disponen, el pequeño volumen
de su producción y las formas de comercialización a que están
obligados, caracterizadas en la gran mayoría de los casos por
la urgencia en vender sus productos. A u n q u e esa situación sea
c o m ú n a pequeños productores no indígenas, el mapuche sufre,
además un debilitamiento de su posición en el mercado derivado
de factores socioculturales específicos, entre los cuales se destaca
la discriminación racial. El comerciante y el intermediario no
indígena tienen a su disposición los estereotipos raciales descalifi-
cadores del mapuche, que pueden ser utilizados para justificar
procedimientos espoliativos o de sobreexplotación en las relacio-
nes de mercado. Ahora bien, c o m o consecuencia de la situación
indicada, las relaciones de mercado operan c o m o factor de capta-
ción y transferencia de excedentes de las unidades productivas
familiares indígenas hacia posiciones o empresas de mayor poder
económico.
Saavedra, distinguiendo el excedente interno (diferencia entre
producto neto de la unidad productiva y la parte de este producto
que se destina al autoconsumo) del excedente total (capacidad
de ahorro e inversión de la unidad productiva representada por
la diferencia entre el ingreso neto total y el consumo total para

269
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

delimitado período), llega a varias conclusiones1 de las cuales


se pueden destacar las siguientes: a) prácticamente todas las
unidades familiares producen algún excedente interno, lo que
no indica el desarrollo de la economía mapuche sino sólo su
orientación hacia el mercado. Se vende o comercia parte de
los productos, notoriamente en el caso de la producción de
énfasis agrícola, no porque haya niveles altos de producción
sino porque se deprime el consumo autoproducido para obtener
ingresos en dinero y otros productos; b) sólo una minoría de
las unidades familiares genera un excedente total significativo2.
Aproximadamente la mitad de las unidades familiares no generan
excedente total y se encuentran en proceso de desahorro y endeu-
damiento. Vale decir que se encuentran en retroceso económico,
acentuando su posición de dependencia en el mercado y en
las relaciones sociales en general; c) el deterioro económico
de un sector tan considerable de la economía mapuche se debe
no sólo a las condiciones generales de minifundización, sino
también a las relaciones de mercado, que sirven a la apropiación
de parte importante del excedente interno de las unidades familia-
res (transferencia de excedentes mediante la pérdida de parte del
valor de los productos del mapuche: venta a precio inferior
al del mercado y compra a precio superior). Tal tipo de relaciones
comerciales deprime los excedentes internos y la capacidad de
generación de excedentes totales, lo que a su vez debilita la
posición del mapuche en las relaciones de mercado, implantando
así una causación circular en el proceso de regresión económica.

Deterioro del ajuste del mapuche a la sociedad chilena. Conoci-


dos algunos rasgos definitorios de la situación económica del
mapuche rural, conviene relacionar tal situación con las relaciones
de tenencia de la tierra legalmente establecidas para la propiedad
indígena e intentar obtener, de ese m o d o , una visión de conjunto
del ajuste económico del mapuche a la sociedad chilena, dentro
de las condiciones concretas de su inserción en ella. El primer
hecho fundamental que caracteriza esa inserción es la pérdida

1. Basadas principalmente en el estudio de las 46 familias de la muestra indicada.


2. Parece haber coincidencia entre producción principalmente pecuaria, mayor nivel produc-
tivo y m á s altos ingresos. L o que repetiría una tendencia general en la agricultura,
según la cual la producción pecuaria tiende a generar mayores ingresos que la producción
agrícola.

270
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

de sus tierras originarias y su segregación en reducciones o reser-


vas, concediéndoles terrenos estrictamente necesarios a su subsis-
tencia1. Vale decir que la condición económica general de inser-
ción del mapuche en la sociedad chilena fue el establecimiento
de una economía de subsistencia limitada y aislada. L a segrega-
ción del mapuche en reducciones, por una parte, se realizó m e -
diante el otorgamiento legal de una forma de tenencia colectiva
de la tierra y, por otra parte, impulsó y obligó a una reorganiza-
ción de las actividades productivas y de las relaciones económicas
en la comunidad.
El otorgamiento del título de «merced» en la forma de
tenencia colectiva de la tierra fue el reconocimiento legal de
la forma de tenencia real del mapuche, que no conocía el concepto
ni la práctica de la propiedad individual y estrictamente privada
del suelo, dado que para él la tierra era el valor fundamental
de uso del grupo y no u n valor de cambio personal. C o m o
se señaló en páginas anteriores, la concesión del título de
propiedad colectiva, extendido a nombre del cacique, no ex-
presaba el propósito de conservación legal de la forma tradicio-
nal de tenencia indígena, sino que representaba un recurso táctico,
expedito y provisional de la política de conquista, pacificación
y sometimiento del mapuche, particularmente mediante la utiliza-
ción de sus líderes naturales y el acuerdo progresivo con ellos.
Tanto es así que la ley de 1866, base de toda actividad radicadora
efectuada, ofrece facilidades a la enajenación de las tierras indíge-
nas y permite la división de la comunidad a petición de una
octava parte de los comuneros. Dadas las condiciones de econo-
mía de subsistencia impuestas al mapuche (que establecían condi-
ciones de minifundio improductivo en muchas áreas, desde el
acto de radicación), se esperaba que las presiones de todo tipo
derivadas de la implantación agresiva del latifundio y las relacio-
nes desventajosas de "mercado serían suficientes para disolver
la propiedad comunitaria indígena y traerla al «imperio de la
ley común», es decir, a la propiedad privada del no mapuche.
Sobre el problema de la reorganización económica de la
comunidad tradicional, hace falta un examen sistemático de la

1. Según oficio de] Ministerio de Relaciones Exteriores al Gobernador de Lebú de 1874.


no se podría asignar a un mapuche más de 40 o 50 cuadras, puesto que «los legisladores
han querido conceder al indígena el terreno preciso a la satisfacción de sus necesidades».

271
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

bibliografía histórica disponible (que no se pudo realizar a los


efectos de este informe) e investigaciones suplementarias. N o
obstante, es dable puntualizar lo siguiente: la radicación en reduc-
ciones limitó drásticamente la cantidad de tierras disponibles
a grupos que antes contaban con vastos territorios y que se
mantenían mediante u n conjunto equilibrado de varias activida-
des económicas : cultivo de cereales y hortalizas, pastoreo, recolec-
ción, caza y pesca. L a pérdida de tales tierras, particularmente
de las tierras comunes de pastoreo y recolección, obligó de m o d o
general a un cultivo m á s permanente y especializado de productos
agrícolas, con posibilidades m u y limitadas de crianza. La explota-
ción obligada de productos agrícolas, dentro de cabidas m u y
estrechas de terreno, presiona hacia el abandono de actividades
económicas colectivas y hacia el usufructo familiar de la tierra,
mediante asignación interna de terrenos a las familias, que pueden
arrendar o prestar tierra para cultivo a medias (véase, entre
otros, García, 1967). Si bien este proceso ha actuado con mayor
o menor intensidad según las distintas áreas de radicación y
aunque las unidades productivas familiares siempre operan en
el mayor conjunto posible de actividades económicas, es valedero
afirmar que la segregación y radicación del mapuche en el sistema
de reducciones impulsó y consolidó la tenencia y el usufructo
familiar de la tierra, estableciendo la familia c o m o la unidad
productiva real. Dentro del proceso de pérdida de tierras, de
reorientación de las actividades productivas y de radicación en
las reducciones, la asignación familiar de terrenos hecha por
los caciques y legitimada por el consenso comunitario resultó
en la distribución de tierras m á s equilibrada de la existente
en cualquier otra área del país, aspecto que merece destacarse
(CIDA-Chile, op. cit., p. 88).
L a segregación en reducciones, la forma legal de tenencia
colectiva de la tierra y la realidad de la unidad productiva familiar
son los parámetros centrales que determinan el marco del ajuste
económico encontrado por el mapuche en la sociedad nacional
chilena y en sus subestructuras regionales y locales.
El primer hecho sobresaliente dentro de este marco es el
desajuste entre la tenencia legal colectiva de la tierra, por una
parte, y la realidad de la unidad productiva familiar, por otra.
Tal hecho puede ser interpretado desde perspectivas radicalmente
distintas, según sea considerado desde el punto de vista de los

272
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

intereses del mapuche, o desde el punto de vista de los intereses


de la política tradicional de integración.
Desde este último punto de vista, el desajuste señalado tuvo
funcionalidad en el período inicial de radicación. Pero en la
medida en que el mapuche se resistió a dividir sus comunidades
y debido al conjunto de motivos que impidieron la división
obligada de la propiedad legalmente comunitaria en favor del
indígena, tal desajuste se transformó en el obstáculo central
a la realización plena de aquella política (véanse p. 228 a 253).
Así es c o m o la política tradicional de integración, puesta en
práctica hasta 1970, considera que la causa fundamental del
estancamiento y atraso económicos del mapuche es la contradic-
ción entre la propiedad legal comunitaria y las unidades producti-
vas familiares autónomas, debido a que impide la certitud legal
de posesión particular de un terreno, no estimula a quien lo
explota a trabajarlo c o m o bien definitivamente suyo, obstaculiza
el despliegue de la iniciativa personal y genera disputas en la
asignación y el usufructo de la tierra.

Desde el punto de vista de los intereses del mapuche, el desajus-


te mencionado operó exactamente c o m o el ajuste económico
posible y m á s ventajoso en sus relaciones con la sociedad chilena,
dentro de las condiciones en que se insertó en ella. Por otra
parte, el mapuche fue impulsado al usufructo y tenencia familiar
de la tierra, con todos los rasgos individualistas derivados, puesto
que no tenía m á s fuerza para oponerse a la segregación en
reducciones y cambiar las condiciones impuestas a la radicación.
N o obstante, por otra parte, podía conservar relativamente sus
comunidades indivisas (manteniendo y respaldando la tenencia
legal colectiva), que era el principal recurso de que disponía
para defender su posición de pequeño productor autónomo, en-
frentar de m o d o unido los problemas de su economía familiar
de subsistencia, particularmente los derivados de las relaciones
con un exterior hostil (presiones legales o ilegales hacia la enajena-
ción de sus terrenos y los actos de usurpación) y evitar, en
resumen, su descenso económico y social a la situación de campe-
sino sin tierra. Así es c o m o el mapuche transforma una solución
meramente táctica y provisional de la política tradicional de
integración en la forma específica de su ajuste económico a
la sociedad nacional chilena, operando su economía de subsisten-

273
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

cia mediante unidades familiares autónomas pero manteniendo


la forma legal de tenencia colectiva de la tierra.
Ahora bien, considerando el conjunto de la población rural
mapuche, tal ajuste siempre tuvo u n carácter defensivo, que
buscaba esencialmente mantener las condiciones económicas de
su inserción en la sociedad nacional chilena1. Puesto que el
ajuste encontrado no pudo cambiar esas condiciones, tampoco
pudo impedir con eficacia los resultados económicos generales
de su funcionamiento. Tales resultados determinan el deterioro
progresivo de la situación económica del mapuche y, por tanto,
el deterioro progresivo de su ajuste económico en la sociedad
chilena. Los factores que impulsan el debilitamiento histórico
de la situación económica del mapuche —derivados de las condi-
ciones originarias de su inserción subordinada en esa sociedad—
pueden resumirse, en líneas generales, en el proceso de minifundi-
zación progresiva y en el proceso de transferencia de excedentes
internos mediante las relaciones de mercado, procesos obviamente
interrelacionados.
El proceso de minifundización —si destacamos el aspecto
de la cabida de tierra— se manifiesta en el achicamiento de
los terrenos explotados por la mayoría de las unidades familiares.
Ello se debe a la sucesión hereditaria («la familia crece pero
la tierra n o estira»), a las enajenaciones y las usurpaciones.
Se estima que de las «tierras indígenas», derivadas de un título
de merced o título gratuito de dominio, a) se enajenaron aproxi-
madamente 100 000 hectáreas a no indígenas (compraventa, título
preferente, expropiación y compra de derechos en comunidades,
procedimientos todos amparados por la ley pero que involucran,
c o m o en los casos de título preferente y expropiación, una clara

1. La naturaleza defensiva del ajuste tiene un aspecto indirecto y otro directo. Este último
es el representado por la resistencia del mapuche a dividir las comunidades, a utilizar
las disposiciones proteccionistas de la legislación indígena, a defender sus derechos
contra las usurpaciones, etc. L a defensa indirecta se deriva de la naturaleza misma
de la legislación indígena, que jamás tuvo por meta prioritaria la formación de una
propiedad indígena económicamente viable y capaz de permitir el desarrollo de la
economía mapuche. Basta recordar — c o m o hemos visto anteriormente— que las normas
legales que resultarán en protección relativa a la propiedad indígena surgen primero
c o m o subproducto de la necesidad de ordenación legal de los derechos patrimoniales
de los comuneros c o m o medida previa a la división de las comunidades, en el periodo
en que la meta fundamental de la legislación es exactamente esa división. El carácter
propiamente pasivo y desvalido de la defensa indirecta se manifiesta en las disposiciones
sobre la restitución de tierras usurpadas: reconocimiento legal de las usurpaciones,
derecho patrimonial discriminatorio, postergación indefinida de decisiones, etc.

274
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

discriminación patrimonial contra el mapuche y representan m u -


chas veces el sencillo reconocimiento legal de usurpación; y
b) se usurparon aproximadamente 50 000 hectáreas (simple ocu-
pación material sin título, adquisición viciosa fraudulenta m e -
diante escrituras públicas n o autorizadas por los Juzgados de
Letras de Indios, superposición parcial o total de títulos n o
solucionados legalmente) (Gobierno de la Unidad Popular, 1971).
Sobre el incremento de la población rural mapuche ya se presenta-
ron en apartado anterior algunos datos que indican su rápido
crecimiento demográfico y las fuertes presiones de la sucesión
hereditaria sobre la cabida de la tierra. C o m o consecuencia de
la acción de los tres elementos señalados se advierte el deterioro
de la relación hombre-tierra en las siguientes cifras aproximativas :
según datos de Labbé Zabicueta (1956), durante el período de
radicación—1884 a 1925— el promedio de hectáreas por persona
era de 6,1 (con oscilaciones entre 9,2 en Valdivia y 3,7 en Arauco).
Según datos de la Dirección de Asuntos Indígenas ese promedio,
en 1963, bajó a 1,8 (con oscilaciones entre 6,2 en Osorno y
1,0 en Malleco y Llanquihue). Según estimaciones de 1971, de
la exposición del Ministro de Agricultura ante la C á m a r a de
Diputados, la relación hombre-tierra fluctúa actualmente entre
0,9 y 1,4 c o m o promedios provinciales, teniéndose presente que
en muchas zonas el promedio oscila entre 0,4 y 0,6. Para evaluar
debidamente esa pérdida de dotación de tierra, es necesario hacer
notar que sólo una parte de la superficie ocupada por el mapuche
ofrece condiciones reales de cultivo. Es así c o m o , de acuerdo
a datos de la Dirección de Asuntos Indígenas relativos a 1968,
de 226 241 hectáreas ocupadas por comunidades en Cautín, sólo
31 373 constituyen superficie cultivada. L a disminución de la
cabida de tierra obliga a una explotación permanente y excesiva
de los terrenos, con la consecuente pérdida de calidad de los
suelos. Los informes del Instituto de Desarrollo Agropecuario
y de otras instituciones de asistencia técnica testimonian el e m p o -
brecimiento de la tierra y la incapacidad de la gran mayoría
de las unidades familiares mapuches para conservar la calidad
de los suelos, combatir la erosión, formar empastadas artificiales,
etcétera. Las pérdidas en dotación de tierra y en calidad del suelo
disminuyen la capacidad de la unidad económica familiar para
generar excedentes internos y excedentes totales, debilitando pro-
gresivamente su posición competitiva en el mercado.

275
Las relaciones interétnicas en Botnia y Chile

Sobre las relaciones de mercado, no se dispone de datos


comparativos para evaluar el deterioro histórico del consumo
autoproducido y de la transferencia de excedentes internos. Es
dable suponer que, antes del período de radicación y durante
una parte considerable de este período (teniendo en cuenta acen-
tuadas variaciones regionales), el deterioro general de la situación
económica del mapuche se debió principalmente al desalojo,
a usurpaciones y enajenaciones fraudulentas de tierra, derivadas
de la implantación agresiva de la propiedad latifundista. Ahora
bien, efectuado el proceso de radicación y relativamente consoli-
dadas las condiciones generales descritas de inserción del mapuche
en la sociedad chilena (siempre considerando las diferencias tem-
porales de radicación en las diferentes áreas), es dable suponer
que se abrió el período económico relativamente m á s favorable
al conjunto de la población mapuche. Ello porque contaba con
la dotación promedio de tierra, la m á s alta que alcanzó después
de radicado y los suelos debían estar relativamente mejor conser-
vados lo que permitiría una mayor producción para el autocon-
sumo y mayores excedentes internos para las relaciones de merca-
do. O , en otras palabras, permitiría la obtención de los excedentes
internos necesarios a las relaciones de mercado con menor depre-
sión del consumo autoproducido. L o que implicaría no sólo
una posición competitiva m á s fuerte en el mercado (menor urgen-
cia en vender los productos) sino también una mayor independen-
cia relativa frente al mercado (mayor volumen y diversidad de
la producción autoconsumida, al que se agregan las menores
presiones aculturativas en la época para «civilizar la pauta de
consumo», el menor desarrollo regional y un aislamiento relativa-
mente mayor de las comunidades, etc.). E n ese período, pese
a diferencias regionales o locales acentuadas, en la mayoría de
las unidades económicas familiares existiría un relativo equilibrio
entre ingresos y consumo, dentro de los niveles de vida modestos
y limitados de una economía campesina de subsistencia. Esa
mayoría estaría situada aproximadamente en el grupo de situación
económica mediana del estudio de Saavedra, mientras que sólo
una minoría de las familias se encontraría en situación de desaho-
rro, endeudamiento y regresión económica.
A partir de esa situación, hipotética pero valederamente
concebida, la situación económica del mapuche se deteriora pro-
gresivamente, debido a la acción regular y constante, sea de

276
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

los factores que disminuyen directamente la dotación y la produc-


tividad de la tierra, sea de las relaciones de mercado. Tanto
las relaciones de mercado a que está sometido el mapuche (pérdi-
da regular de una parte del valor del producto) c o m o la disminu-
ción en la dotación y calidad de la tierra son suficientes, cada
una per se, para deprimir la capacidad de generación de exceden-
tes internos y de excedentes totales. Actuando en conjunto y
reforzándose mutuamente, ambos elementos determinarán el de-
terioro progresivo e inevitable de la situación económica de
la expresiva mayoría de las unidades familiares mapuches. Es
dable suponer que, a medida que avanza ese deterioro, aumenta
la importancia de las relaciones de mercado c o m o factor debilita-
dor de la economía mapuche. Ello porque, a medida que disminu-
yen el volumen y la diversidad de los productos, tiene que dismi-
nuir el consumo autoproducido para obtener los excedentes inter-
nos necesarios a la adquisición de un número creciente de produc-
tos de mercado, lo que aumenta la dependencia respecto de
las relaciones de mercado. Esa depresión progresiva del consumo
autoproducido (determinada por la baja de la producción y
la menor capacidad de generar excedentes internos) asociada
a una mayor dependencia del mercado, alcanza un nivel en
que se tiene que vender incluso la producción necesaria a la
subsistencia vital y al reinicio de un nuevo ciclo productivo
para obtener productos del mercado 1 . Ello significa una gran
urgencia en vender los productos necesarios a la obtención de
bienes y servicios del mercado y una gran urgencia en comprar
esos mismos productos para la subsistencia vital y el reinicio
del ciclo productivo, lo que debilita notoriamente, a su vez,
la posición competitiva en el mercado y obliga a aceptar las
condiciones impuestas de infraprecio, sobreprecio o de interés
excesivo. Vale decir que, a medida que aumenta el deterioro
económico de las unidades productivas familiares, aumenta n o
sólo la dependencia del mercado, sino también las posibilida-
des de captación y transferencia y de «excedentes internos»,

1. Se podría decir que se alcanzó el excedente interno del hambre, lo que obviamente
trastroca el concepto normal de excedente. E n tal situación, el concepto de excedente
interno es utilizado solamente c o m o recurso analítico útil a la comprensión de una
economía de subsistencia en deterioro, integrada con relaciones de mercado y dominada
por ellas.

277
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

o mejor, de captación y transferencia del valor del trabajo produ-


cido por el mapuche 1 .
El avance del deterioro económico alcanza la situación de
regresión económica, cuando a pesar de la depresión de los
niveles de vida hasta los límites estrictos de subsistencia, el ingreso
total producido por la unidad familiar es menor que su consumo
total, lo que se expresa en el desahorro y endeudamiento de
la unidad económica. Según el estudio de Saavedra, con datos
recogidos en el terreno en 1966, la mayoría de las familias m a p u -
ches deben de estar en esa situación (62,3 por 100 de las familias)
mientras que 24,2 por 100 se situaría en un nivel medio (relativo
equilibrio entre ingresos y consumo) y sólo 13,5 por 100 de
ellas generaría un excedente productivo real. Esta evaluación
tiende a ser confirmada por otros estudios de menor amplitud 2 ,
así c o m o por observadores de terreno y funcionarios de la Direc-
ción de Asuntos Indígenas. Los porcentajes señalados indican
que el avance del proceso de deterioro económico debe de haber
cambiado substancialmente el perfil de distribución de ingresos
y la situación económica en la población rural mapuche, rebajan-
do la mayoría de las familias de una situación media de relativo
equilibrio entre ingresos y consumo (estancamiento típico de
una economía de subsistencia) a una situación de regresión,
desahorro, privación y endeudamiento). E n la hipótesis más opti-
mista, la mayoría de las familias oscilaría entre una situación
de estancamiento y la regresión económica 3. Este descenso histó-
rico de la situación económica media del mapuche se realizó en
beneficio de la economía no mapuche y, en grado m u c h o menor,
en beneficio de un reducido grupo interno de familias mapuches
de más altos ingresos.
El marco de deterioro del ajuste económico del mapuche

1. El proceso descrito, c o m o situación actual, se aplica particularmente a las comunidades


principalmente agrícolas. N o obstante, c o m o proceso histórico de deterioro económico,
se aplica al conjunto de la población rural mapuche.
2. Estudios de algunas áreas tienden a confirmar esa conclusión. Véanse Sierens Dereymac-
ker y Silva Fuenzalida (1964).
3. Saavedra (p. 61) señala que si en tiempos anteriores el «nivel inferior» (situación de
desahorrol constituía un verdadero «estrato marginal» de personas incapaces —viudez,
enfermedad, etc.—, en la actualidad es un sector bastante numeroso y «normal». N o
obstante, Saavedra no presenta una explicación del proceso de ajuste y deterioro económi-
co de la situación del mapuche, tal c o m o se intenta realizar ahora, ni se refiere a
la hipótesis según la cual a medida que avanza aquel deterioro crece la importancia
de las relaciones de mercado c o m o factor debilitador de la economía mapuche.

278
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

en la sociedad chilena genera varios tipos de acciones reactivas


y reajustes estructurales espontáneos que, en lo que se refiere
a la población rural, no alcanzan a modificar las condiciones
generales de su inserción en la sociedad regional y nacional,
en la mayoría de los casos, las empeoran.
E n primer lugar, están las acciones que afectan directamente
el ajuste encontrado entre la unidad productiva familiar autóno-
m a y la forma legal de propiedad colectiva de la tierra, que
se expresan en los roces y conflictos entre comuneros y en la
división de las comunidades.
Debido a la disminución progresiva de la cabida de la tierra
poseída en usufructo por las unidades familiares, se generan
tensiones internas en las comunidades, en forma de roces y
disputas sobre asignación de derechos y goces sobre terrenos
que menguan y se fragmentan. (La sucesión hereditaria entre
hombres y mujeres permite que una familia tenga derechos en
m á s de una comunidad, puesto que para casarse el mapuche
busca cónyuges en una comunidad distinta de la suya. A d e m á s ,
en las tensiones mencionadas participan también «ausentes» de
la comunidad, que tienen o juzgan tener derechos en ella.) Según
los funcionarios de los Juzgados de Indios, los juicios entre
indígenas son m á s numerosos que los juicios entre indígenas
y particulares (lo que es resultado de la situación de tutela
en que se encuentran). L a gran mayoría de los juicios entre
indígenas se refiere a reclamos por alteración de derechos y
goces (lo que es resultado de las tensiones internas creadas por
la minifundización progresiva). A u n q u e los juzgados no llevaban
estadísticas sobre la materia, un recuento que hice en el juzgado
de Nueva Imperial, provincia de Cautín, arroja los siguientes
valores, para el período 1962-1967: total de juicios tramitados,
1 465; total de juicios entre particulares e indígenas, 192; total
de juicios entre indígenas, 1 273 ; porcentaje de reclamos sobre
alteración de derechos y goces del total de juicios entre indígenas ;
69,7 por 100 (Cantoni, 1969). Los reclamos por alteración de
derechos y goces, producidos por el marco de minifundización,
son insolubles en este marco 1 .

1. Observadores prejuiciados deducen del número de juicios entre indígenas el amor del
mapuche por los pleitos, donde darían expresión a «impulsos bélicos reprimidos» y
a un supuesto «individualismo característico de su idiosincracia racial» (Labbé Zubicueta,
1956).

279
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

La política tradicional de integración, que generó estructural-


mente tales roces y conflictos internos, los utiliza para presionar
hacia la división de las comunidades. Es así c o m o los Juzgados
de Indios, instrumento legal específico de esa política, ejercen
una acción sistemática de persuasión en este sentido. L a partición
legal de las comunidades es la quiebra jurídica del ajuste económi-
co encontrado por el mapuche en la sociedad chilena y representa
la realización de la meta permanente de la legislación indígena.
C o m o la división de las comunidades es el resultado de la disminu-
ción aguda de la cabida de tierra, de la escasez de recursos
económicos y de disputas insalvables sobre la asignación de
derechos y goces1, es dable concluir que el cumplimiento de
la política tradicional de integración exige el deterioro de la
situación económica del mapuche y se realiza mediante ese dete-
rioro. U n a prueba de ello consiste en comparar la dotación
de tierra entre comunidades indivisibles y divididas. Según los
datos señalados de Labbé, el promedio de hectáreas por persona
radicada desde 1884 a 1929 fue de 4,1 hectáreas. D e acuerdo
a la misma fuente, desde 1931 a 1949 se dividieron 793 reduccio-
nes, con una superficie de 126 748 hectáreas, produciendo 13 778
hijuelas, con un promedio de 9 hectáreas por hijuela. Estimando
seis personas por familia, el promedio por persona sería de
1,5 hectáreas. Según datos de la Dirección de Asuntos Indígenas,
de 1968, en la provincia de Cautín existían 1 530 comunidades
no divididas, con un promedio de 2,09 hectáreas por persona
y existían, en la misma provincia, 443 comunidades divididas,
con un promedio de 1,56 hectáreas por persona. D e acuerdo
a informaciones de la Corte de Apelaciones de Temuco (Gobierno
de la Unidad Popular, 1971) 2 , desde 1961 a 1971 ingresaron
en los cinco Juzgados de Letras de Indios 1 362 causas sobre di-
visión de comunidades, de las cuales se dictaron 126 sentencias de
división abarcando un total de 7 864,18 hectáreas divididas. Supo-

1. El informe C I D A también considera que existe interés en la división de la comunidad


cuando la tierra es excesivamente escasa, cuando su usufructo está mal distribuido
y cuando, en consecuencia, se forman grupos de disputa.
2. El actual Gobierno solicitó a la Corte referida la elaboración de estadísticas sobre
la labor realizada por los Juzgados de Indios y por primera vez se dispone de algunos
datos de conjunto sobre causas de restitución y división. L a Corte de Apelaciones
de Temuco funciona c o m o segunda instancia de los Juzgados Indios de Temuco,
Pitrufquén, Nueva Imperial (provincia de Cautín), L a Unión (provincia de Osorno)
y Victoria (provincia de Malleco).

280
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

niendo un promedio de 83 personas por reducción (ICIRA, 1966,


citado por Saavedra), se verifica que el promedio de hectáreas
por persona en las divisiones efectuadas fue de 0,75 hectáreas,
(oscilando entre 1,16 en la jurisdicción del Juzgado de Nueva
Imperial y 0,19 en la del Juzgado de Victoria). Compárese este
promedio estimado de 0,75 hectáreas con el promedio actual
estimado para las comunidades indivisas que oscilaría entre 0,9
y 1,4 hectáreas. (Exposición mencionada del Ministerio de Agri-
cultura.) Suponiendo el promedio de 83 personas por reducción
y de seis personas por familia, las 126 divisiones de 1961-1971
afectarían a 10 458 personas, produciendo 1 743 hijuelas, con
un promedio por hijuela de 4,5 hectáreas, que es exactamente
la mitad de las 9 hectáreas por hijuela de las divisiones producidas
durante 1931-1949, según los datos de Labbé Zabicueta. Pese
al carácter aproximado de esas cifras, ellas evidencian fehaciente-
mente que: a) el proceso de minifundización y de pérdida en
la dotación de tierra avanza implacablemente para el conjunto
de la población rural mapuche, afectando tanto las comunidades
no divididas c o m o las legalmente divididas; b) la división de
las comunidades está claramente asociada a las situaciones m á s
agudas de minifundización y de deterioro de la posición de
pequeño productor independiente del mapuche; c) a pesar de
que el número de fallos de división y la superficie de tierra
dividida en el decenio 1961-1971 representa cantidades pequeñas,
el número de 1 362 causas sobre división ingresadas en los juzga-
dos, en tal período, representa una cantidad apreciable del total
de comunidades, alcanzando a m á s de un tercio de ellas.
Ello no significa que haya un consenso para dividir m á s
de un tercio de las comunidades, pero sí que aproximadamente
el tercio de los comuneros de m á s del tercio del total de comunida-
des estaría interesado en la división durante el decenio menciona-
do (desde que la ley actual permite una causa de división a
petición de un tercio de los comuneros y suponiendo que en
cada comunidad afectada se haya generado una sola causa de
división).
Ahora bien, considerando las cifras presentadas sobre roces
y tensiones internas y sobre la división de las comunidades,
se advierte que el deterioro de la situación económica de las
unidades productivas familiares produce un marco creciente de
inseguridad y de conflicto sobre la asignación de derechos y

281
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

goces, y genera fuertes presiones hacia la quiebra de la tenencia


colectiva legal de la tierra. Por otra parte, la mayoría de los
comuneros continúa oponiéndose a la división de las comunida-
des, lo que se comprueba considerando que de 1 362 causas
divisorias entre 1961-1971, solamente se alcanzó a dictar 126
sentencias de división. Vale decir que el ajuste específico encontra-
do por el mapuche en la sociedad chilena no sólo se deteriora
económicamente si no que una parte significativa de los comune-
ros se debate entre impulsos contradictorios en cuanto al régimen
de propiedad. Tales impulsos contradictorios —síntoma agudo
de la crisis del ajuste, referido y sin solución dentro del marco
del deterioro de la situación económica— debilitan la cohesión
grupal y ponen serios obstáculos a la acción unida de las comuni-
dades afectadas en sus relaciones con el exterior, dividiendo
los intereses y atomizando las voluntades. Cuando los factores
disociativos vencen en definitiva los factores de solidaridad, en
situaciones de deterioro económico grave, se produce la división
y la desintegración legal de la comunidad. E n esas condiciones,
la participación de la comunidad representa, en la gran mayoría
de los casos, el reconocimiento legal de la situación de minifundi-
zación y deterioro económico agudo. Es decir, representa el
reconocimiento legal de la pérdida de la posición de pequeño
productor autónomo y equivale prácticamente a una patente
de pobreza 1 . E n conclusión, es dable afirmar que la «solución
jurídica» de la crisis del ajuste económico del mapuche mediante
la quiebra de la tenencia colectiva legal de la tierra representa,
c o m o norma general, el desmejoramiento neto de las condicio-
nes económicas originarias de su inserción en la sociedad chi-
lena.
Otras formas de reajuste provocadas por el deterioro de
la situación económica son las que se expresan en el proceso
de proletarización del mapuche. A medida que la unidad
productiva y familiar no alcanza m á s a proveer el sustento ni
a ocupar de m o d o permanente la capacidad de trabajo de los
miembros de la familia, ella tiende obviamente a subemplear

1. A d e m á s , si la repartición de la comunidad termina con los roces y conflictos legales


sobre la posesión de los terrenos, no termina con muchos de los roces y conflictos
reales derivados de la disputa de recursos escasos. L a situación de los ex comuneros
de Malleco es una prueba de ello. E n esa provincia tuve la oportunidad de ver varios
juicios de división en que había que repartir 5 hectáreas entre más de 30 familias.

282
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

y a expulsar m a n o de obra, generando el proceso de proletariza-


ción de la población activa mapuche.
C o m o se indicó anteriormente, el proceso de proletarización
del mapuche rural da origen al grupo de las familias semidepen-
dientes, que dividen o alternan m a n o de obra entre trabajo
propio en la unidad familiar y trabajo asalariado («jornaleros»
y «trateros» que generalmente engrosan lasfilasde los «afueri-
nos») y al grupo de los que, habiendo enajenado en definitiva
sus microminifundios, se transformaron completamente en traba-
jadores agrícolas asalariados. D e la muestra de 46 familias estu-
diadas en 1966 por Saavedra, 17 habían vendido fuerza de trabajo
fuera de las comunidades durante el último año, 12 de ellas
en forma permanente. Ello indica la importancia que el proceso
de proletarización asume en la vida económica de las comunida-
des, sea en la forma de semiproletarización (cuando se alterna
m a n o de obra entre trabajo propio y asalariado), sea en la
forma de subproletarización (cuando una parte de la m a n o de
obra se desvía definitivamente hacia la actividad de afuerino,
desplazándose continuamente en busca de trabajo). D e cualquier
m o d o , las distintas etapas o formas del proceso de proletarización
rural del mapuche significan u n claro deterioro de su situación
originaria de pequeño productor autónomo en una economía
de subsistencia.

El proceso de proletarización rural del mapuche lo hace


descender (parcial o totalmente) hacia la capa m á s miserable
del campesinado, es decir, a la capa que necesita vender su
fuerza de trabajo pero que no está incorporada establemente
a relaciones de trabajo asalariado. Por otra parte, «apatronarse»
para el mapuche es siempre u n valor fuertemente negativo, no
sólo por la caída económica que conlleva, sino también debido
a la actitud de hostilidad que manifiesta hacia los dueños de
fundos, en quienes ve al usurpador pasado o actual de sus
tierras.
Considerando esos factores, se comprende por qué la migra-
ción hacia la ciudad es una salida importante para el excedente
estructural de m a n o de obra, particularmente para las generacio-
nes jóvenes. La migración hacia las ciudades es parte del proceso
de proletarización del mapuche, pues c o m o se indicó en apartado
precedente, la gran mayoría de los migrantes se incorporan a

283
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

los estratos m á s bajos del proletariado urbano 1 . El ingreso


al ambiente urbano e industrial abre sin duda un horizonte
mayor de expectativas y posibilidades. Sin embargo —no conside-
rando el desarrollo futuro de esa nueva situación— el acto de
incorporación a los estratos m á s subalternos del proletariado
urbano representa, desde el punto de vista económico, un descen-
so de la situación anterior de pequeño productor agrícola indepen-
diente.
El proceso de proletarización es un reajuste estructural que
intenta solucionar el problema del desempleo generado por el
deterioro económico de la economía mapuche. Considerado en
conjunto y en sus efectos, tal proceso presiona contra el
ajuste económico tradicional del mapuche en la sociedad chilena,
puesto que presiona contra la tenencia legal colectiva de la tierra.
A medida que miembros de las comunidades indivisas pasan
a depender del trabajo asalariado rural fuera de la economía
de subsistencia de las comunidades, sus intereses particulares
empiezan a predominar sobre los intereses colectivos propios
de esa economía de subsistencia. Ello se acentúa en el caso
de los dueños privados de hijuelas producidas por divisiones
de las comunidades y culminan en el caso de los que se incorporan
al trabajo asalariado urbano, que forman la mayoría de los
«ausentes» con derechos en las comunidades. C o n una intensidad
que crece de acuerdo a la gradación señalada, los factores disocia-
tivos individualistas pasan a predominar sobre los factores de
solidaridad comunitaria, generando presiones hacia la división
de las comunidades. Tales presiones son particularmente fuertes
por parte de los «ausentes» urbanos, que ya no tienen ninguna
vida económica en c o m ú n con la comunidad y que sólo conservan
vínculos económicos con su familia y con sus derechos perso-
nales2.
Los juicios sobre restitución de terrenos usurpados constitu-

1. N o hay estudios sobre posibles discriminaciones laborales contra el trabajador urbano


mapuche, asociadas a su origen étnico.
2. El solo vínculo con sus derechos personales presiona hacia la división de la comunidad.
Sin embargo, ese vínculo está asociado al vínculo económico con la familia. L a mayoría
de los ausentes —el proletariado mapuche urbano de bajos ingresos— auxilia cuando
puede a su familia y su vínculo económico principal con la comunidad es su derecho
en ella. La minoría de los ausentes está formada por los mapuches urbanos que se
sitúan en los primeros peldaños de las capas medias. El vínculo económico de esa
minoría con la comunidad consiste principalmente en las relaciones que mantienen

284
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

yen también una de las acciones reactivas del mapuche contra


el deterioro de su situación económica. Y a se dejó constancia
del carácter precario de ese tipo de acción, lo que se evidencia
en la estadística al respecto ofrecida por la Corte de Apelaciones
de Temuco. Durante el decenio 1961-1971 ingresaron en los
cinco juzgados de letras de indios 1 434 causas sobre restitución
de terrenos. D e ellas, 352 se fallaron a favor de los mapuches,
ordenando restituir 3 338 hectáreas, pero sólo fueron efectivamen-
te restituidas 1 443. Las cifras anteriores son suficientes para
caracterizar las disposiciones discriminatorias relativas al derecho
patrimonial indígena, así c o m o la tramitación engorrosa de los
juzgados y la postergación indefinida de la toma de decisiones.
C o m o resultado de la precariedad de los recursos legales
de que puede disponer, el mapuche empezó a presionar directa-
mente por la tierra, mediante la toma de fundos, para lograr
la restitución de terrenos considerados usurpados. Limitándonos
al período anterior a la implantación del Gobierno Popular,
sólo se dispone de información sistematizada con relación a
los años de 1960-1961. L a investigación El movimiento campesino
chileno (Affonso et ai, 1970) indica que, entre 1960-1961, todas
las tomas de fundos hechas por pequeños productores agrícolas
fueron realizadas por mapuches, alcanzando un número de 14
y concentrándose en las provincias de Arauco y Malleco*.
Después de 1966 las tomas continuaron, c o m o se advierte
en las noticias de prensa. El resultado práctico de tal tipo de
acción, que desborda los límites legales y configura un alto
grado de conflicto en el c a m p o , debe haber sido m u y pequeño,
dado que era política de los gobiernos anteriores n o atender
ningún reclamo basado en la toma de predios agrícolas. Sin
embargo, los resultados ejemplarizadores de esas acciones directas
no son de despreciar, puesto que establecen la continuidad de
tales acciones en el período señalado, con la gran movilización
del mapuche de comienzos de 1971.
Es difícil evaluar en qué medida las acciones para la restitu-

con sus familias: c o m o socio de ellas o c o m o explotador de la m a n o de obra familiar.


Tales relaciones individualistas tienden a presionar fuertemente hacia la división de
la comunidad.
1. L a concentración en Arauco y Malleco se explica por la fuerte presencia en esas
provincias de la Federación (Sindical) Campesina e Indígena, hoy día Confederación
Nacional Ranquil.

285
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

ción de terrenos usurpados contribuyen a la conservación del


ajuste tradicional del mapuche en la sociedad chilena, porque
en esa restitución están interesados tanto los que conservan la
tenencia legal colectiva de la tierra c o m o los propietarios de
hijuelas individuales producidas por las divisiones. L a restitución
de los terrenos usurpados es, sin duda, la materia que m á s
unifica a los mapuches, pero se puede querer la devolución
sea para dividir sea para conservar la comunidad indivisa. N o
obstante, a medida que se pasa a acciones c o m o la toma de
fundos (que bajo los gobiernos anteriores involucraban siempre
la posibilidad o el hecho de duros enfrentamientos con carabine-
ros), es dable suponer que tal tipo de conducta tienda a conservar
la tenencia legal colectiva de la tierra y a fortalecer los vínculos
de solidaridad grupal, porque su propia naturaleza exige u n
alto grado de unión y de interpenetración de propósitos y volun-
tades.
Resta considerar un hecho fundamental, en relación al ajuste
económico encontrado por el mapuche en la sociedad chilena.
Ello consiste en que, a pesar de todas las presiones legales y
del grave deterioro de su situación económica, la expresiva m a y o -
ría conservó sus comunidades indivisas. E n la raíz de ese hecho
está la defensa colectiva de la posición del pequeño productor
autónomo, al que se agrega el papel desempeñado por factores
culturales.
E n conclusión es dable afirmar que, si bien el ajuste económi-
co del mapuche se encuentra seriamente amenazado por el dete-
rioro de su situación c o m o pequeño productor autónomo en
una economía de subsistencia (lo que da viabilidad a la política
tradicional de integración), ese ajuste no se rompió todavía para
la mayor parte de las comunidades (lo que representa el punto
de partida para la reorientación del proceso de integración del
mapuche en la sociedad chilena).

La estratificación
La estratificación interna. C o m o se evidenció en los apartados
anteriores sobre concentración de recursos y desigualdades de
ingresos, existe una estratificación económica interna en las co-
munidades que tienden a presentar la forma piramidal señalada.
Por lo tanto, la población rural mapuche n o es homogénea

286
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

desde el punto de vista económico y coexisten en ella tres estratos


diferenciados en cuanto a ingresos, consumo, niveles de vida,
capacidad de generar excedentes, etc. Esa diferenciación, sin
embargo, puede revestir un carácter temporal, cuando por ejem-
plo una familia de nivel medio tiene una buena cosecha y alcanza
un volumen de producción o ingreso propios de las familias
de nivel alto, lo que nos induce a considerar, aunque m u y escueta-
mente, el problema de la naturaleza y de la génesis de la estratifi-
cación económica en las comunidades mapuches. L a diferencia-
ción de volumen de producción, de ingresos, de capacidad de
generar excedentes, etc., entre pequeños productos de una econo-
mía de subsistencias, expresa una diferenciación de recursos eco-
nómicos entre ellos que, si bien da origen a los estratos señalados,
no expresa una dominación económica necesaria de u n estrato
superior sobre uno inferior. Tal hecho se evidenciaba con mayor
claridad en situaciones anteriores de la economía del mapuche,
cuando la expresiva mayoría de las unidades productivas familia-
res se situaba en el nivel medio típico de una economía de
subsistencia (es decir, el nivel de equilibrio entre ingresos y
consumo) y sólo una minoría se encontraba en una situación
de desahorro, formando un estrato inferior no normal, produci-
do por enfermedad, viudez, desastres naturales, desaparición de
la familia, etc. E n la actualidad, producido por el deterioro
de la situación económica del mapuche, se acentuó la diferencia-
ción entre los estratos (pasando a ser normal la existencia de
un amplio estrato inferior en situación de regresión y «desaho-
rro») pero aún así subsiste la naturaleza de la estratificación
señalada. Para la mayoría de los casos, la estratificación económi-
ca continúa representando una diferenciación acentuada entre
los estratos pero no una dominación necesaria entre ellos, porque
la diferenciación es producida básicamente por una dotación
desigual de recursos económicos y no por la apropiación sistemá-
tica, por parte de u n estrato, de los excedentes y de la fuerza
de trabajo de las unidades productivas familiares que componen
los otros estratos1. Tanto es así que Saavedra, corroborando
esa interpretación, señala que no existen conflictos de clase gene-

1. Conviene recordar que la apropiación y transferencia de «excedentes internos» se hace


mediante relaciones de mercado establecidas básicamente con comerciantes no mapuches,
a la vez que la venta de la fuerza de trabajo del mapuche se efectúa básicamente
fuera de las comunidades.

287
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

ralizados entre los estratos que forman la población rural m a -


puche.
E n cuanto a la generación del estrato alto, autores c o m o
Lipschutz, Ximena Bunster, Saavedra, destacan que es producto,
en parte considerable, de las relaciones que mantuvo con la
sociedad mayor. Durante el proceso de conquista y colonización,
españoles y chilenos tuvieron necesidad de entenderse con los
caciques «principales» y grupos internos que favorecieron su
política. Tales personas y grupos, que servían c o m o conducto
de relación y acuerdo, pudieron disponer de esos canales
de interacción para preservar o ampliar su dotación de recursos
económicos. E n la actualidad, las familias del estrato m á s alto
mantienen m á s relaciones con el exterior que los otros estratos :
apoyo político, compadrazgo, entendimiento o amistad con jue-
ces, funcionarios, carabineros, etc., beneficiándose económica-
mente de esas relaciones (sean o no los miembros de este estrato
alto descendiente de las familias de los antiguos caciques). E n
consecuencia de su mayor dotación de recursos y de sus mejores
relaciones con el exterior, las familias del estrato alto son las
únicas que alcanzan a producir excedentes económicos suscepti-
bles de inversión. A partir de tal situación, las unidades producti-
vas familiares de ese estrato comienzan a emplear m a n o de
obra asalariada y pueden realizar operaciones comerciales que
les permiten apoderarse de los «excedentes internos» de otras
unidades familiares mapuches. Vale decir que, exactamente en
la medida en que las unidades económicas familiares del estrato
alto superan los límites de una economía de subsistencia, empieza
a generarse un proceso de estratificación de nuevo tipo, basado
en relaciones típicas de dominación de clase (lo que significa
que tiende a dejar de operar c o m o unidades económicas de
subsistencia para pasar a operar c o m o unidades capitalistas)1.
N o hay investigaciones o datos seguros sobre la amplitud
o intensidad que reviste ese proceso de cambio de la naturaleza
social de la estratificación interna. N o obstante, c o m o ya se

1. A la vez, este estrato alto tiende a modernizar su pauta tradicional de consumo y


a chilenizar su estilo de vida (habitación, vestuario, etc.). Teniendo en consideración
tales factores, Saavedra afirma, correctamente, que este estrato alto se transforma en
una «pequeña burguesía mapuche». Sin embargo, a lo largo de su análisis, utiliza
a veces el concepto de estratificación de m o d o ambiguo, no distinguiendo los dos
tipos de estratificación señalados al considerar distintos períodos y situaciones.

288
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

dejó constancia en base a los antecedentes examinados, es dable


afirmar que la estratificación (interna) típica de clase es todavía
una realidad minoritaria en la población rural mapuche que
continúa estratificándose fundamentalmente en términos de dife-
renciación de recursos económicos dentro de una economía de
subsistencia. Es conveniente resaltar ese hecho, que es de gran
importancia para una reorientación económica del proceso de
integración del mapuche.
El desarrollo de la estratificación interna de clase en la
población rural mapuche depende básicamente del avance del
deterioro de su situación económica, que debilita y desorganiza
su economía de subsistencia. L a desorganización de la economía
de subsistencia significa, en términos de los fundamentos econó-
micos de la estratificación interna, que el reducido estrato de
m á s altos ingresos supera el nivel de la economía de subsistencia
y que la mayoría de las unidades productivas familiares descien-
den de ese nivel, engrosando el estrato en situación de desahorro
y acelerando el proceso de proletarización. El estrato de m á s
altos ingresos pasa a disponer, por una parte, de un creciente
excedente estructural de m a n o de obra y de crecientes facilidades
de captación del excedente interno de las unidades familiares
en situación de desahorro, por medio de relaciones comerciales.
Por otra, el m i s m o estrato es el único que puede beneficiarse,
sea de los créditos ofrecidos por instituciones fiscales, sea de
las disposiciones legales que permiten la enajenación y la reagru-
pación de la propiedad territorial entre los mapuches. Tal c o m o
se señaló anteriormente, la legislación indígena vigente busca
realizar las metas de la política tradicional de integración median-
te la activación del proceso de estratificación de clase dentro
de la población rural mapuche. Ello porque permite la reagrupa-
ción interna de la propiedad territorial y ofrece créditos comercia-
les corrientes, a la vez que no actúa sobre los factores que
impulsan el proceso de minifundización ni sobre las relaciones
comerciales expoliativas que deterioran la economía de subsisten-
cia de la gran mayoría de las familias.
Procedería preguntar por qué, considerando el avanzado
estado de deterioro de la situación económica media del mapuche,
la estratificación interna de clase no ha avanzado de forma
paralela y permanece c o m o un hecho minoritario. L a respuesta
a la pregunta debe residir, entre otros, en los siguientes hechos:

289
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

en primer lugar, en lo que se refiere a las relaciones comerciales,


la economía de subsistencia del mapuche es una economía de
pequeños productores autónomos que se orienta fuertemente
hacia el mercado externo a las comunidades de m o d o directo.
Vale decir que las relaciones comerciales de las unidades familia-
res n o pasan previamente por una organización administrativa
económica de la comunidad o entre las comunidades, que estuvie-
ra bajo el control del estrato de m á s altos ingresos. E n otras
palabras, este estrato no dispone de un aparato que lo transforme
en intermediario obligado en las relaciones comerciales de los
demás estratos con el mercado externo. Ello significa que, para
la apropiación de los «excedentes internos» de los demás estratos,
el estrato de m á s altos ingresos tiene que competir con los
comerciantes no mapuches, puesto que no dispone de un mecanis-
m o grupal que le permita la captación previa y privilegiada
de esos excedentes. Así se comprende por qué, a medida que
avanza el deterioro de la situación económica del mapuche,
y que las relaciones comerciales aumentan su función debilitadora
de la economía de subsistencia, el estrato mapuche de m á s altos
ingresos no puede beneficiarse prioritariamente y monopólica-
mente, c o m o estrato, de tal deterioro y debilitamiento, que son
aprovechados principalmente por la cadena de los comerciantes
no mapuches. Tal hecho explica, en cuanto a las relaciones
comerciales, el atraso del proceso de estratificación interna de
clase en relación al proceso de deterioro de la economía de
subsistencia.
Los factores que impulsan la minifundización, tales c o m o
las enajenaciones y usurpaciones de terrenos y la sucesión heredi-
taria, también favorecen el avance de la estratificación interna
de clase en la medida en que disminuyen la dotación de tierra
y debilitan la base de la economía de subsistencia, activando
particularmente el proceso de proletarización. Sin embargo, la
acción de tales factores (aparte de la sucesión hereditaria) fue
históricamente contrarrestada por el mantenimiento mayoritario
de la tenencia legal colectiva de la tierra. E n la medida en
que la tenencia legal colectiva de la tierra sirvió c o m o defensa
de la posición del pequeño productor autónomo y le evitó el
descenso a la posición de campesino sin tierra, también sirvió
c o m o defensa contra el avance de la estratificación interna de
clase. E n ese sentido, es dable afirmar que el ajuste específico

290
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

encontrado por el mapuche en sus relaciones con la sociedad


chilena opera también c o m o elemento explicativo del atraso del
proceso de estratificación interna de clase en relación al proceso
de deterioro de la economía de subsistencia del mapuche, en
lo que a la pérdida de la tierra se refiere. Se puede considerar
que la organización de una economía de subsistencia de pequeños
productores, orientada hacia el mercado «externo» a través de
relaciones comerciales directas, bajo una tenencia legal colectiva
de la tierra, son las características centrales del ajuste económico
encontrado por la población rural mapuche en sus relaciones
con la sociedad chilena. Ahora bien, resumiendo los dos aspectos
señalados, es dable afirmar que las características centrales de
ese ajuste funcionaron, dentro del proceso general de deterioro
de aquella economía, c o m o dique de contención estructural relati-
va del proceso de estratificación interna de clase1. E n consecuen-
cia, se impone la conclusión general de que la estratificación
interna verificada en la población rural mapuche (sea en el sentido
de diferenciación en la dotación de recursos económicos, sea
en el sentido de estratificación típica de clase) es esencialmente
el producto de las relaciones de esa población con la sociedad
inclusiva, durante los tres períodos de la «historia republicana»
del mapuche : conquista y radicación, ajuste económico encontra-
do y deterioro de ese ajuste.

El liderazgo. Desde el punto de vista de la estratificación


social, el liderazgo importa c o m o expresión de la capacidad
de poder, es decir de la capacidad de determinar la conducta
y el destino de las personas.
Considerando la nota central definitoria del poder, o sea
la capacidad de imponer las decisiones por la fuerza, durante
el proceso de colonización, conquista y segregación el poder

1. En este marco de conjunto se debe situar el papel del estrato de m á s altos ingresos
c o m o promotor de la estratificación interna y de la política tradicional de colonización
e integración dependiente. Saavedra señala correctamente que esa política siempre buscó
utilizar un sector mapuche para que desempeñara un papel de puente de penetración y do-
minio. Pero tiende a superestimar tal papel, afirmando, por ejemplo: «Es precisamente
¡a separación y discriminación positiva de un grupo de mapuches, c o m o aliado de los
grupos dominantes en la estructura de colonización, lo que genera la estratificación inter-
na... la estructura de colonización necesita de una «pequeña burguesía» mapuche para
convertir el resto en fuerza de trabajo o reducirlo a una economía de subsistencia, arre-
batándole las tierras» (p. 104). C o m o derivan del análisis precedente, esas afirmaciones
necesitan ser situadas históricamente y relativizadas.

291
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

pasó de los grupos mapuches hacia la sociedad chilena. L a pérdida


de la autodeterminación grupal se expresa directamente en la
pérdida y transferencia de poder. Ello se manifiesta en la extinción
progresiva del liderazgo tradicional y en el surgimiento de nuevos
líderes, determinados por las relaciones del mapuche con la socie-
dad mayor y por los cambios verificados en esas relaciones.
Durante ese proceso de transformación, el liderazgo tradicional
que se extingue y el nuevo liderazgo que emerge se fundan,
básicamente, en la otra nota definitoria del poder, o sea, la
persuasión, el consenso y la adhesión cultural, así c o m o en
la capacidad de intermediación con la sociedad mayor.
D e acuerdo con Lipschutz, la estructura colonial presionó
en el sentido de la transformación del «jefismo» de la época
prehispánica, que no implicaba dominación política, hacia un
«señorialismo» que contenía rasgos de liderato hereditario1. El
hecho perfectamente conocido es que tanto españoles c o m o chile-
nos siempre identificaran al cacique con el control de determinado
territorio y de sus habitantes, tendiendo a privilegiar a los caciques
siempre que fuesen útiles a sus propósitos de sometimiento y
dominación. D e ahí resultó que, vencida la resistencia armada
y superada la opción militar, las relaciones con la sociedad
mayor colonial o republicana sirvieron al mantenimiento o al
refuerzo relativo del liderazgo tradicional. Pero ese mantenimien-
to o refuerzo, derivados específicamente del proceso de inserción
dependiente en la sociedad chilena, estaban condicionados a
la pérdida del poder de decisión interna y automática de los
grupos mapuches. Por lo tanto, a la larga, la inserción en la
vida de las «reducciones» debilitó progresivamente el liderazgo
tradicional de los caciques y sus descendientes (los «caciquillos»),
puesto que las fuentes y los centros de poder impositivo y legal
se situaron fuera de la comunidad «reducida» (o comunidad so-

1. Pese a la existencia de «jefes civiles» de carácter hereditario, el liderazgo militar siempre


fue electivo. La inexistencia de una organización social inclusiva que abarcara permanen-
temente a todos los grupos y especialmente el hecho de que la reunión de esos grupos
para la resistencia armada siempre se hizo bajo un liderazgo democrático, constituyen
una de las claves centrales para explicar por qué la resistencia ofrecida por el mapuche
fue muchísimo más larga y eficaz que la presentada por sociedades prehispánícas m u c h o
más desarrolladas e integradas, c o m o las de México y Perú, pero basadas en una
estructura interna de dominación. En ese caso, vencida la capa dominante, las capas
dominadas pasan con m u c h a m á s facilidad de una hacia otra forma de dominación.
E n la situación social del mapuche, la resistencia a los invasores pudo asumir el carácter
de una «guerra popular».

292
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

metida, que es lo que significa el verbo reducir). Es así c o m o ac-


tualmente, cuando subsisten, los «caciquillos» tienen su autori-
dad institucional interna limitada a cuestiones rituales y ceremo-
niales. D e m o d o general, el liderazgo tradicional hereditario tien-
de rápidamente a desaparecer.
Ahora bien, el carácter defensivo y frecuentemente tensional
de las relaciones de las comunidades reducidas con los centros
locales o regionales de la sociedad chilena impulsa en el sentido
del surgimiento de nuevos líderes, de acuerdo a su capacidad
de formular, presentar y defender las reivindicaciones grupales
frente a aquellos centros. Aparece así u n nuevo tipo de dirigente,
es decir, un liderazgo real, legitimado por el desempeño y el con-
senso espontáneo.
Las posibilidades de acción de este nuevo tipo de liderazgo
están naturalmente limitadas por las condiciones generales de
participación en la sociedad chilena. E n la medida en que los
dirigentes basados en el desempeño y en el consenso espontáneo
no visualizan la posibilidad y los medios de cambiar aquellas
condiciones, su acción tiende a limitarse, en lo esencial, a defender
el ajuste económico encontrado por el mapuche en aquella socie-
dad. E n consecuencia, a medida que ese ajuste se deteriora,
se deterioran también las posibilidades reales de acción del nuevo
tipo de liderazgo, que pasa a depender cada vez m á s del apoyo
de grupos externos y se presenta internamente cada vez m á s
dividido, expresando las tensiones hacia la indivisión o división
de las comunidades.
El deterioro de la situación económica se asocia al hecho
de que el mapuche, si bien tiene una conciencia étnica de sus
problemas c o m o mapuche, no presenta una conciencia política
de sus problemas c o m o productor y c o m o ciudadano dentro
de la estratificación general de clase. Ello establece el marco
que permite la manipulación electoral de los grupos rurales m a p u -
ches y la neutralización de la voluntad política que podría surgir
de los conflictos objetivos que mantienen con la sociedad local
y regional. Es así c o m o por largos años los partidos conservado-
res, directamente responsables de la situación estructural del
mapuche en la sociedad chilena, controlaron el voto de la mayoría
de los miembros de las comunidades, negociando de forma directa
y atomizada con sus líderes locales y regionales, del viejo o
del nuevo tipo.

293
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

Las varias asociaciones mapuches urbanas, que surgen y


desaparecen a lo largo de las últimas cuatro décadas, pueden
ser consideradas c o m o una derivación del marco estructural seña-
lado. Esas asociaciones, liderizadas en general por mapuches
urbanos que lograron alcanzar posiciones de clase media, pueden
ser divididas en asociaciones confinesprincipalmente electorales
o con fines principalmente indigenistas. D a d a la inexistencia
de una organización general efectivamente representativa de las
bases rurales1, los líderes de esas asociaciones urbanas, si bien
representaron sectores rurales m u y localizados y limitados, tendie-
ron casi siempre a arrogarse la representación de los intereses
y de los puntos de vista de las comunidades y del mapuche
en general durante los períodos de elecciones o de debates parla-
mentarios sobre cambios en la legislación indígena. Tal hecho,
particularmente valedero para las asociaciones de fines básica-
mente electorales, permitió y permite todavía justificar progra-
m a s políticos o normas legales adoptadas en nombre de una
participación y de un consentimiento del mapuche que realmente
no se verifican. E n este sentido, tales asociaciones fueron tradicio-
nalmente utilizadas c o m o u n instrumento de manipulación políti-
ca del mapuche. Las asociaciones definalidadpredominantemen-
te indigenistas, o los líderes auténticamente indigenistas eventual-
mente existentes en cualquiera de las asociaciones urbanas, tuvie-
ron una acción de características m á s positivas, intentando escla-
recer, organizar y dar asistencia al mapuche. A pesar de sus
intenciones altruistas, la labor de esos líderes, por regla general,
también se desarrolló dentro de la aceptación de las condiciones
estructurales establecidas a la participación del mapuche en la
sociedad nacional, ni se propuso cambiar este marco estructural.
Por una parte, su acción se limita a pequeños grupos o áreas
m u y localizadas, teniendo c o m o bases de apoyo, en la mayoría
de los casos, centros y actividades religiosas de naturaleza educati-
vo-misional o distintos organismos asistenciales y filantrópicos.
U n rasgo sobresaliente y c o m ú n a la mentalidad y a la actividad
de esas asociaciones y líderes indigenistas es el énfasis prioritario
dado a la escolarización y a la educación formal del mapuche.

1. La excepción parcial m á s importante, durante el período considerado, fue la representada


por la Corporación Araucana de V . Coñuepan, analizada anteriormente ( (p. 244).

294
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

Desde este punto de vista, la causa principal de su estado de


atraso y privación sería su ignorancia y marginación del sistema
educativo. Este enfoque, típico de la orientación de clase media
de sus portadores, tiende a transformar la educación en un
instrumento ideológico que, confundiendo u n efecto social con
su causa, disfraza la dominación de clase impuesta históricamente
al mapuche y no cuestiona las condiciones estructurales de su
participación subalterna en la sociedad chilena. Por otra parte,
los líderes indigenistas señalados siempre buscaron combatir la
autodesmoralización del mapuche, que se produce en la medida
en que él internaliza los estereotipos raciales discriminatorios
de su propia persona. E n este sentido, valorizan la historia del
mapuche, esclarecen a sus hermanos de raza que tienen cualidades
innatas iguales a los demás grupos étnicos con que se relacionan
y apelan al esfuerzo personal c o m o camino de superación. C o m o
se advierte, incluso esta actividad meritoria de orientación del
mapuche no afecta a las condiciones estructurales de su participa-
ción en la sociedad chilena. A d e m á s , la propia acción antidiscri-
minatoria de este tipo de acción indigenista se encuentra limitada
por su incapacidad teórica de relacionar la estratificación interét-
nica con la estratificación de clase, lo que le impide formular
un programa socialmente coherente de remoción del trato discri-
minatorio y de afirmación del mapuche c o m o situación de clase
dentro de la sociedad nacional. Es así c o m o , al cabo de una
vida de dedicación a su tarea, muchos de los líderes indigenistas
referidos se sienten perplejos y frustrados, incapaces de compren-
der la realidad contra la cual lucharan sin ningún éxito socialmen-
te significativo.
E n resumidas cuentas, es dable afirmar que el liderazgo
urbano producido hasta 1970 es, tomado en conjunto, u n lideraz-
go de pequeña clase media conservadora del statu quo, desvincu-
lado de cualquier organización general de los grupos rurales
mapuches, o fue manipulado directamente por los partidos pro-
motores de la política tradicional de integración o se orientó
por una ideología justificadora de tal política.
A partir de la década del 60 se advierte el comienzo de
un proceso de reorientación del liderazgo indígena, que se va
acentuando a medida que avanza la década. Tal proceso se
relaciona con el significativo desarrollo del movimiento de organi-
zación campesina verificado en el país y con medidas de reforma

295
Las relaciones interétnicas en Bolina y Chile

agraria del Gobierno anterior. La eliminación de las trabas legales


a la sindicalización rural permite una rápida expansión de los
sindicatos campesinos. El hecho de que la reforma agraria del
Gobierno demócrata cristiano no alcanzara a los mapuches limitó
en m u c h o el avance de la organización sindical entre ellos, puesto
que el sindicato campesino era el principal instrumento de movili-
zación hacia la reforma agraria. N o obstante, la Confederación
Campesina e Indígena Ranquil, de orientación de izquierda, avan-
zó significativamente en algunas áreas mapuches, principalmente
en la provincia de Arauco. Por otra parte, el Instituto Nacional
de Desarrollo Agropecuario ( I N D A P ) , organismo de asistencia
técnica y crediticia para pequeños propietarios, pasó a operar
en diversas áreas rurales indígenas a través de la creación de
comités campesinos. Por fin hay que registrar las acciones de
toma de fundos y corridas de cerco realizadas por varias comuni-
dades (señaladas m á s arriba), así c o m o la presencia de organiza-
ciones de la llamada ultraizquierda en las áreas mapuches m á s
conflictivas, fenómeno que se acentúa en los últimos años de
la década. Tales hechos generan una nueva situación para el
liderazgo indígena, que podría ser caracterizada, sumariamente,
por los siguientes rasgos.
E n primer lugar, los líderes locales basados en el desempeño
y en el consenso espontáneo puede relacionarse, por primera
vez, con organizaciones de trabajadores e instituciones fiscales
de carácter nacional y de actividad continua y permanente en
las bases indígenas. Ello permite un proceso de formalización,
institucionalización y capacitación del liderazgo local, que es
elegido de acuerdo al desempeño, pero que se articula progresiva-
mente con un programa y actividades nacionales, lo que permite
empezar a poner fin a la automatización y segregación organiza-
toria del mapuche, uno de los fundamentos de su desorientación
social y manipulación política. A medida que crece la organi-
zación laboral del mapuche y que se incorpora efectivamente a la
reforma agraria y sus nuevas instituciones (de acuerdo al progra-
m a agrario del Gobierno actual), el proceso de institucionaliza-
ción de un liderazgo mapuche nacionalmente legitimado y defini-
do tiende naturalmente a consolidarse.
E n segundo lugar, c o m o resultado de la movilización, la
organización y el cambio de conducción indicados, por primera
vez se abren al mapuche posibilidades socialmente significativas

296
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

de una toma de conciencia, sea de su situación real de clase,


sea de proyectos políticos distintos para la solución de sus proble-
mas económicos y culturales. L o que importa destacar es que,
por primera vez desde su inserción obligada en la sociedad chile-
na, el mapuche rural puede empezar a asumir una conciencia
m á s objetiva de sus problemas c o m o productor, lo que le permiti-
rá relacionar su nueva conciencia de clase con su vieja conciencia
étnica, alcanzando así una visión de conjunto de su situación
social real en la sociedad chilena. L a doble inflexión —al nivel
de la organización y al nivel de la conciencia— tiende a implantar
una nueva etapa en el proceso de integración del mapuche.

Situación de estratificación de clase de tipo colonial. E n las seccio-


nes precedentes se evidenció c ó m o la inserción del mapuche
en la sociedad chilena representó su transformación de pueblo
libre en clase dependiente y dominada. Desde el punto de vista
de las características de su inserción en el sistema productivo, el
proceso de sometimiento del mapuche lo transformó en miembro
de las distintas capas que forman la clase de los trabajadores
campesinos sin tierra (zonas del mapuche dominado durante
el período colonial) o lo transformó en una capa de la clase
de los pequeños productores agrícolas de economía de subsisten-
cia (zona de resistencia indígena o del mapuche dominado durante
el período republicano). T o m a n d o el segundo caso —objeto espe-
cífico de este informe— se demostró c ó m o la posición objetiva
de clase del mapuche en la estructura de producción agraria
se presenta actualmente c o m o la posición de pequeños producto-
res en proceso de deterioro, lo que se evidencia por los procesos
de minifundización, desahorro y proletarización.
Desde el punto de vista de las posiciones ocupadas en el
sistema productivo, los problemas de participación del mapuche
tienen la misma génesis y la misma determinación estructural
que los problemas de todas las personas que ocupan las mismas
posiciones de clase. E n este sentido fundamental no existe un
«problema mapuche» aislado y autónomo, que se autogenera
y que se desarrolla independientemente de las relaciones de clase
existentes en la sociedad chilena. Ello significa que no sólo los
problemas de participación del mapuche son determinados por
las relaciones de clase que mantiene en esa sociedad, sino que
la solución de sus problemas depende de la solución de los

297
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

problemas generales de participación existentes en la sociedad


chilena, determinados por las mismas relaciones. Este hecho
establece —para mal y para bien— una solidaridad de destino
social entre mapuches y chilenos.
Sin embargo, la situación del mapuche en la estratificación
de clase presenta una forma peculiar que se suele llamar de
estratificación interétnica, representada por la existencia de discri-
minación racial en su contra. Supera los límites de este informe
una discusión teórica sobre el problema, que recoja y analice
los puntos de vista de autores que trataron del asunto. Para
nuestros objetivos inmediatos, es suficiente señalar los siguientes
aspectos aclaratorios de la posición adoptada en este trabajo
en cuanto al problema. U n a estructura de clases, c o m o conjunto
articulado de las posiciones ocupadas en el sistema productivo,
es en sí misma un sistema de estratificación, es decir, un sistema
de distribución desigual de recursos y oportunidades (recursos
para satisfacer y crear necesidades humanas y oportunidades
para participar en el patrimonio de bienes y servicios generados
por la existencia en sociedad y, por lo tanto, para desarrollar
y enriquecer la personalidad y la calidad misma de la vida).
C o m o sistema general de estratificación, una estructura de clases
representa siempre un sistema de discriminación ejercido en la
práctica social, que es justificado (de m o d o socialmente formaliza-
d o o no) por el subsistema normativo que forma parte del
sistema general de estratificación de clase, subsistema ese que
corresponde, en el plano de la conciencia social, a la naturaleza
y al grado de la discriminación que se verifica en la práctica.
El subsistema normativo socializa a las personas de acuerdo
a su interpretación (o interpretación dominante) de la estructura
de clases existente y busca asegurar que acepten las desigualdades
económicas, políticas y culturales derivadas de ella1. Vale decir
que el subsistema normativo correspondiente a u n sistema general
de estratificación de clase legitima ese sistema y reproduce el
tipo de conciencia social y de personalidad necesarias a su funcio-
namiento.

1. Sin embargo, un sistema de estratificación de clase puede generar distintos subsistemas


normativos, en la medida en que clases afectadas por las desigualdades y discriminaciones
establecidas alcanzan una interpretación y una conciencia social divergente de su situación
y destino estructural de clase, que pasa a orientar la acción de sus miembros y da
origen a subsistemas normativos de oposición al dominante.

298
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

L a legitimación que corresponde al sistema de estratificación


de clase capitalista moderno es de tipo liberal : afirma la soberanía
popular c o m o fuente del poder y de la organización de la sociedad
y justifica las desigualdades de clase en términos de desempeño
y logro, es decir, c o m o derivados de diferencias de capacidad
y esfuerzo individual. Esa legitimación fue institucionalmente
consagrada y formalizada desde la implantación del régimen
republicano en Chile y constituye, desde esta fecha, la conciencia
social oficialmente dominante en la orientación del aparato legal
y educativo. Las variaciones en la aplicación práctica de esa
legitimación corresponden a etapas de mayor o menor discrimina-
ción real de clase a lo largo del período. A pesar de las consignas
sobre la necesidad de cristianizar los indígenas y de atraerlos
a los beneficios de la civilización, el sometimiento militar del
mapuche se basó en la legitimación propia de las guerras de
conquista, o sea, la fuerza. Pero el ejercicio del poder desnudo
de la fuerza, desde que entra en contradicción con las normas
internas propias al grupo que lo ejecuta, necesita siempre justifi-
carse de alguna forma. Es así c o m o los conquistadores españoles
— c o m o todos los grupos blancos vencedores en las guerras de
conquista y reparto colonial del m u n d o — desarrollaron justifica-
ciones descalificadoras del mapuche y de los pueblos autóctonos
americanos dominados, que les permitieron, en sus relaciones
con ellos, justificar la violación de sus propios códigos normativos
de convivencia social y de moralidad h u m a n a . Para los españoles
del período colonial, esa tarea de degradación normativa era
relativamente m á s fácil, puesto que la legitimación de la estratifi-
cación de clase en las monarquías absolutas se basaba en el
derecho divino y hereditario de los grupos y clases dominantes
y en la atribución de calidades humanas distintas a las personas
según su distinta posición de clase. Es así c o m o , en el período
colonial, había poca distancia entre las discriminaciones reales
de clase practicadas contra los pueblos indígenas y las explicacio-
nes socialmente dominantes que las legitimaban. Para decirlo
en otras palabras, había relativa coincidencia entre la sociedad
legal y la sociedad real, en la medida en que la discriminación
contra el indígena era normativamente institucionalizada de m o d o
formal y explícito. Durante el período republicano, las justifica-
ciones descalificadoras del mapuche se chocan contra la legitima-
ción liberal institucionalmente dominante, contradicción que se

299
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

acentúa a medida que la rígida estratificación de clase del capita-


lismo agrario del siglo xix se abre relativamente con la quiebra
del Estado oligárquico en la década de 1920, con el ascenso
social de capas medias y con los avances del movimiento popular
en general. Así, las justificaciones discriminatorias del mapuche
desaparecen de los textos legales y de la vida pública ostensiva
y formalizada, transformándose en un problema "privado" y
limitándose a la práctica social. C o m o no puede ser justificada
por la forma de legitimación dominante, la discriminación contra
el mapuche pasa a ser oficialmente inexistente y, en este sentido,
aumenta la distancia entre la sociedad legal y la sociedad reaL
L a conquista militar de las tierras indígenas y la masacre
de las poblaciones autóctonas es una discriminación de clase
de tipo colonial, es decir general, que elimina o transforma
todos los grupos de un pueblo libre en miembros de una clase
dominada (sea en el sentido de servidumbre colonial directa,
sea en el sentido de que las decisiones centrales sobre la vida
de u n o escapan a su control). E n consecuencia, la justificación
normativa de esa discriminación general también debe ser general,
descalificando la naturaleza h u m a n a m i s m a del discriminado,
independientemente de su posición social o de su desempeño
personal concreto. L a discriminación racial del mapuche y de
los demás grupos indígenas cumple exactamente esa función,
puesto que lo descalifica c o m o un ser h u m a n o naturalmente
inferior, una especie de subhumanidad a la cual no se aplican
los valores y normas civilizadas y cristianas. Desde la perspectiva
de la conciencia y de la justificación racialmente discriminadora,
las personas se estratifican en primer lugar según pertenezcan
a razas consideradas c o m o inferiores o superiores, respectiva-
mente, de la posición de clase que presenten. D e ahí viene la
llamada estratificación interétnica, en la cual las razas considera-
das inferiores siempre ocupan naturalmente las posiciones infe-
riores.
A partir de tales consideraciones, es dable afirmar que la
estratificación interétnica no es una forma de estratificación nece-
sariamente peculiar de la relación entre grupos étnicos distintos,
ni es una estratificación específicamente limitada al área valorati-
va, ni coexiste sencillamente con la estratificación de clase, etc.,
puntos de vista que se sustentan en trabajos especializados sobre
el tema. A nuestro juicio, la estratificación interétnica sería la

300
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

forma que asume la estratificación general de clase cuando discri-


mina económica, política y culturalmente a todo un grupo étnico
(a todo un pueblo diferenciado c o m o raza y c o m o cultura).
E n otras palabras, sería la forma típicamente colonial de la
estratificación de clase. Si consideramos la estratificación interét-
nica c o m o el conjunto de justificaciones racialmente descalificado-
ras (prejuicios, estereotipos, proyecciones, etc.), queda claro que
la estratificación de clase de tipo colonial encierra una doble
legitimación, una de tipo casta, aplicada al grupo étnico conside-
rado c o m o inferior, y otra de tipo liberal, o de clase capitalista
en sentido moderno, aplicada al grupo étnico considerado supe-
rior, pero ambas legitimaciones forman parte de un sólo sistema
general de estratificación. Si consideramos la estratificación inte-
rétnica c o m o práctica discriminatoria efectiva, se verifica que
los grupos étnicos racialmente discriminados ocupan u ocuparán,
en conjunto, las posiciones de clase m á s inferiorizadas, dependien-
tes y subalternas. Vale decir que su m á s aguda desvalorización
en el subsistema normativo corresponde, justifica y expresa una
discriminación económica, política y cultural m á s aguda y amplia
que la impuesta normalmente por el sistema de estratificación
de clase a los otros grupos étnicos n o discriminados racialmente.
E n este sentido, la práctica social discriminatoria expresa la
existencia (presente o pasada) de una discriminación general
de clase m á s acentuada. Por otra parte, las justificaciones racial-
mente descalificadoras no sólo reflejan la discriminación de clase
ya efectuada sino que también tienen u n papel estratificador
activo en sí mismas, en la medida en que impulsan, legitiman
y dan continuidad a la conducta racialmente discriminatoria
(reproducen socialmente esa conducta).
E n los sistemas de estratificación de clase que presentan
la doble legitimación señalada, las relaciones entre los grupos
étnicos presentan una característica particular en lo que se refiere
a la percepción y a la conciencia de las relaciones de clase.
E n las relaciones que mantienen entre sí, los miembros de los
grupos étnicos perciben la estratificación de la sociedad, en primer
lugar, c o m o el antagonismo entre tipos de hombres y no c o m o
el antagonismo entre clases sociales. N o hay duda de que, en
las situaciones de estratificación de clase de tipo colonial, las
relaciones de clase pasan necesariamente por la mediación étnica,
sea al nivel de las discriminaciones de clase efectivamente efectua-

301
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

das, sea al nivel de la conciencia que interpreta esas discriminacio-


nes 1 . E n este sentido, la conciencia inmediata que percibe e
interpreta los antagonismos de clase c o m o antagonismos entre
tipos de hombres, expresa una verdad y una realidad social
que no pueden ser eludidas. Sin embargo, la no superación
de esa conciencia inmediata (mediante la percepción de la causali-
dad y la funcionalidad estructural de la doble legitimación y
de los elementos estratificadores generales que afectan a todos
los grupos étnicos dentro de un sólo sistema general de estratifica-
ción) opera c o m o factor conservador de la estratificación de
clase de tipo colonial. E n otras palabras, la conciencia étnica
inmediata es una conciencia parcial, que no logra comprender
y superar en conjunto el sistema de estratificación de clase que
la produce. E n este sentido, la conciencia étnica limitada a sí
m i s m a tiende a ser (como toda conciencia parcial) una conciencia
deformadora, cualquiera que sea la autenticidad de su verdad
inmediata2.
La estratificación de clase del tipo señalado se presenta
en su m á x i m o de intensidad dicotómica y de rigidez en los
períodos de enfrentamiento armado y de tensiones violentas entre
los grupos étnicos involucrados en la situación colonial. A medida
que las relaciones de tipo colonial entre los grupos étnicos se
desarrollan m á s pacíficamente y adquieren su normalidad institu-
cional (admitiendo inclusive mejoría en la posición relativa de
clase del grupo étnico discriminado), la doble legitimación y
las discriminaciones efectivas pueden atenuarse relativamente.
E n ese caso, tiende a implantarse una situación de ambigüedad
valorativa, en que el grupo étnico socialmente discriminado puede
ser evaluado según una u otra legitimación, siendo lo m á s frecuen-
te que lo sea de acuerdo a una mezcla híbrida y circunstancial
de ambas. Pero lo que importa destacar es que, siempre que
resurgen conflictos entre los grupos étnicos potencialmente anta-

1. F. Fannon (1961, cap. I) escribe que cuando se percibe el contexto colonial en su


aspecto inmediato, lo evidente es que se trata de un m u n d o dividido, en primer lugar,
por el hecho de pertenecer o no a tal raza. El m u n d o colonial es un m u n d o maniqueo
cortado en dos y habitado por dos especies diferentes. Por ello, antes de hablar de
clase dirigente hay que hablar de especie dirigente. El carácter total de la explotación
colonial se evidencia en el hecho de que se declara al colonizado c o m o el mal en
sí mismo, c o m o deformador o destructor de los valores, depositario ciego de fuerzas
maléficas, que hay que extirpar o controlar rígidamente.
2. La conciencia de clase que alcanza a comprender en conjunto el sistema de estratificación

302
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

gónicos, los sectores y personas afectadas del grupo étnico social-


mente dominante tienden a orientarse por la vieja legitimación
descalificadora y aplicarla en la práctica, aunque lo hagan de
forma velada y bajo disfraces variados.
Dentro de la normalidad institucional de las relaciones inte-
rétnicas de tipo colonial, puede que sectores del grupo étnico
discriminado alcancen posiciones superiores de clase en el sistema
productivo y superiores en el sentido económico general (ingreso,
nivel de vida, etc.) y que, además, tengan asimiladas las
formas y los contenidos básicos de socialización y de cultura
del grupo étnico socialmente dominante. Ello no impide que
aquellos sectores continúen siendo parcialmente discriminados,
particularmente en el m o d o híbrido y circunstancial señalado.
Los que consideran que las relaciones de clase se limitan
y se expresan sólo en las relaciones económicas, ven en ese
hecho la prueba de que las relaciones de clase no explican la
discriminación racial y el prejuicio étnico1. A nuestro juicio,
tal hecho prueba que las relaciones de clase se manifiestan en
las relaciones económicas, culturales y políticas, estructurándolas
en un sistema general de estratificación de clase, que es, esencial-
mente y en sí m i s m o , u n sistema de discriminación. Mientras
subsista tal sistema, subsistirán asideros objetivos (de práctica
social, de códigos normativos, de pautas represivas de formación
de la personalidad, etc.) para la persistencia de la conducta
racialmente discriminatoria. Sin embargo, a medida que un grupo
étnico discriminado eleva su posición económica de clase y aban-
dona su diferenciación cultural anterior (es decir, prueba en
la práctica que es igual al grupo que lo considera inferior) se
debilita socialmente la legitimación que lo descalifica, puesto
que se revela cada vez m á s su naturaleza irracional, arbitraria
e injusta.
U n último hecho a señalar es que la existencia de una
legitimación racialmente discriminadora, por parte de un grupo

de clase de tipo colonial no anula la conciencia étnica señalada, mientras persista


la realidad que la genera, pero sí la relativiza y relaciona con la totalidad de los
factores que la producen. La conciencia étnica limitada a sí misma no puede expresar
la verdad de la conciencia de clase, pero la conciencia de clase puede expresar la
verdad de la conciencia étnica.
1. El fenómeno indicado también tiende a desorientar a los «materialistas vulgares», que
lo justifican c o m o «sobrevivencias culturales» pero que no alcanzan a explicar racional-
mente esas sobrevivencias desde el punto de vista de su génesis y continuidad estructural.

303
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

étnico socialmente dominante, genera la existencia de una legiti-


mación defensiva, simétrica y antagónica, por parte del grupo
discriminado. Vale decir que, en una situación de estratificación
de clase del tipo colonial descrito, además de la presencia simultá-
nea de dos tipos de legitimación, la legitimación tipo casta se
presenta dicotomizada en dos legitimaciones que se enfrentan
y se excluyen en los mismos términos.
Las características de la inserción y de la participación del
mapuche en la sociedad chilena se hizo mediante el establecimien-
to de un sistema de estratificación de clase de tipo colonial.
E n secciones precedentes de este informe se describieron las
discriminaciones generales de clase practicadas contra el m a p u -
che, c o m o todo un pueblo, por la política tradicional de coloniza-
ción e integración dependiente y forzada (desalojo de sus tierras,
destrucción de su cultura, pérdida de la autodeterminación).
Vencida la etapa de sometimiento militar y de radicación espacial-
mente segregada en reducciones, también se presentarán antece-
dentes sobre el deterioro de conjunto del ajuste obtenido por
el mapuche en sus relaciones económicas con las estructuras
locales y regionales de la sociedad chilena, así c o m o sobre su
desorganización y manipulación política.
Cabe ahora examinar el desarrollo de su integración de
tipo colonial al nivel de las relaciones socioculturales.

Las relaciones socioculturales

Contradicción entre la teoría y la práctica. Chile se considera


un país de democracia racial, es decir, u n país donde los factores
raciales no cuentan ni tienen significación en las relaciones socia-
les entre miembros de los distintos grupos étnicos. Desde el
punto de vista de la política tradicional de integración practicada
hasta 1970 por los poderes del Estado y por los organismos
gubernamentales, no existía el problema de la integración del
mapuche c o m o problema específico de integración. Desde este
punto de vista, todo pasaba c o m o si el mapuche estuviese cultural-
mente asimilado e indentificado con la sociedad nacional chilena
y sus problemas de participación se reducían directamente a
los problemas generales de la marginalidad campesina, destacán-
dose su atraso educativo. L a única causa específica atribuida
explícitamente a su situación de marginalidad era la resistencia

304
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

a pasar sus tierras al «imperio de la ley c o m ú n » y su porfía


en conservar las comunidades indivisas. Vale decir que la opinión
pública dominante y la política tradicional de integración del
Estado siempre negaron la naturaleza colonial de las relaciones
interétnicas establecidas con el mapuche y la especificidad corres-
pondiente de sus problemas de integración.
Tal c o m o se señaló en páginas precedentes, a medida que
la legitimación liberal de la organización de la sociedad se institu-
cionaliza c o m o legitimación dominante durante el período repu-
blicano, las justificaciones y disposiciones racialmente discrimina-
torias desaparecen del área legal y de la vida pública formalizada.
Los chilenos se enorgullecen, con razón, del vigor y de la estabili-
dad de sus instituciones democrático-representativas y, en ese
sentido, suelen llamarse los ingleses de América del Sur. Pero
a la vez, dentro de u n contexto nacional de evidente mezcla
racial y de líneas de separación de clase bien marcadas, los
chilenos de clase media hacia arriba también se enorgullecen
de una supuesta homogeneidad racial y de una pretendida pureza
de raza, lo que denota la persistencia de prácticas racialmente
discriminatoriasl. Efectivamente, es u n hecho reconocido en pri-
vado por los mismos chilenos la existencia generalizada de actitu-
des y conductas discriminadoras del mapuche, particularmente
en las zonas de mayor concentración indígena, donde los descen-
dientes de colonos alemanes, franceses e ingleses buscan preservar
su fisonomía étnica distinta y donde son considerados c o m o
una especie de aristocracia racial y cultural.
C o m o consecuencia de la fuerte contradicción entre la legiti-
mación liberal dominante y la práctica de instituciones democráti-
co-representativas, poruña parte, y la legitimación descalificadora
y la práctica discriminatoria contra el indígena, por otra, el
tema de la discriminación racial se volvió en Chile una «vexata
questio». C o m o toda cuestión vergonzosa, está congelada por

1. En conversación con altos funcionarios de la División de Asuntos Indígenas, bajo el go-


bierno anterior, ellos elogiaron largamente la homogeneidad racial de Chile en compara-
ción con la mezcla racial inferior de Brasil. E n 1972, el presidente de la Comisión de
Agricultura y el vicepresidente del Senado, liderizó la posición conservadora-demócrata-
cristiana ante el proyecto de nueva legislación indígena del Gobierno Popular. Funda-
mentando, en discurso escrito y ampliamente divulgado, las casi doscientas enmiendas
presentadas por la oposición al proyecto, el senador referido afirma que la homogenei-
dad racial fue y continúa siendo un importante factor del progreso nacional chileno.

305
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

un pacto de silencio, se actúa c o m o si no existiera y se espera


de las personas bien educadas que no hablen de ella.
Es así c o m o , en el área de la Universidad, hasta 1970,
el problema mapuche no ganó gravitación académica o importan-
cia científica, es decir, no se presentó c o m o problema social
(hay trabajos netamente personales de interesados en el c a m p o ,
frecuentemente extranjeros). N o existe ningún estudio sistemático
publicado sobre el problema de la discriminación racial. Los
gobiernos anteriores venían últimamente beneficiándose larga-
mente de la cooperación internacional para proyectos de desarro-
llo y de integración. Sin embargo, ningún gobierno hasta 1970
solicitó la colaboración de las Naciones Unidas para proyectos
de desarrollo e integración del mapuche. Incluso en el área
de las organizaciones de trabajadores y del movimiento popular,
hasta 1970 no ganó cuerpo el debate sobre el problema del
mapuche c o m o minoría nacional, es decir, no se enfrentó realmen-
te la especificidad de los problemas de participación del mapuche
en la sociedad chilena. C o m o trasfondo del contexto general
señalado, se desarrolla, c o m o parte de la ideología nacional,
la valorización del mapuche que luchó fieramente por su indepen-
dencia y libertad c o m o símbolo del primer chileno. Ello se advier-
te en los nombres de héroes indígenas dados a calles, estadios,
clubes y ciudades. Son los héroes cantados por Alonso de Ercilla
en la Araucana, los que lucharon contra la dominación colonial
española, del mismo m o d o que los chilenos lo hicieron posterior-
mente. Pero de los héroes mapuches que lucharon contra la
dominación republicana no se conocen, en general, siquiera los
nombres. Así la ideología nacional republicana también se dicoto-
miza, valorizando un período de la lucha por la autodetermina-
ción del mapuche, e ignorando el otro, lo que permite exaltar
e identificarse con el mapuche históricamente muerto (el mapuche
colonial) y discriminar en la práctica el mapuche históricamente
vivo (el mapuche republicano, o de hoy día). A pesar de su
inconsistencia estructural, esa dicotomía sirve para aplacar la
mala conciencia nacional con relación al mapuche y la exaltación
señalada siempre se saca a relucir en declaraciones, textos y
discursos. Para decirlo en otras palabras, la dicotomía sirve
c o m o instrumento de evasión y compensación ideológica de la
contradicción verificada entre la teoría y la práctica social, en
las relaciones con el mapuche.

306
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

Descalificación simétrica y antagónica. Las relaciones interétnicas


del tipo colonial descrito desarrollaron legitimaciones descalifica-
doras simétricas y antagónicas, que se expresan en estereotipos
rígidos y deformantes de las relaciones humanas entre chilenos
y mapuches. Desde los tiempos de la conquista colonial española,
se aplican contra el mapuche las justificaciones prejuiciosas atri-
buidas a todos los grupos autóctonos americanos: racialmente
inferior, poco inteligente, huraño, taimado, flojo, ladrón, borra-
cho, sucio, adverso a los valores de la civilización, etc. Defensiva-
mente y c o m o producto de sus experiencias históricas con españo-
les y chilenos, el mapuche desarrolló el estereotipo del huinca.
Huinca significa extranjero, todo lo que no es mapuche y m á s
específicamente el cristiano español o chileno.

El concepto indígena del huinca, por quien tenía odio secular, era la representación
de todo lo m a l o , de todo lo abominable y vil, el embustero, el ladrón de
mujeres y niños, el q u e se apodera de sus tierras y sus bienes. (Universidad
de Chile, citado por Saavedra.)

Percepción actual del discriminado. C o m o se dejó constancia,


no existen trabajos o investigaciones sistemáticamente realizadas
y publicadas sobre la discriminación racial en Chile, que tengan
entre sus objetivos específicos el estudio de la presencia y de
la práctica de las legitimaciones étnicamente descalificadoras ' .
Eso quiere decir que falta u n conocimiento consistente, amplio
y actualizado del problema. N o obstante, resultados parciales
de una investigación realizada en 1966 por u n equipo bajo m i
dirección, en la provincia de Cautín, sobre c ó m o el mapuche
percibe su situación social, define sus obstáculos a la integración
y visualiza el camino de remoción de tales obstáculos, ofrecen
informaciones de interés para la materia2.

1. Sin embargo, desde hace aproximadamente un año, empezaron a salir en la prensa


artículos sobre el problema, generalmente presentando el testimonio de estudiantes
y profesionales mapuches urbanos sobre la discriminación experimentada por ellos.
U n a disposición legal reciente, sobre el cambio de nombres, permitió a un cierto
número de mapuches y mestizos utilizar de nuevo la vieja práctica de cambiar apellidos
mapuches por apellidos chilenos, lo que motivó debates entre grupos indigenistas,
así como entrevistas y artículos en la prensa. Vale decir que se empieza a romper,
de alguna forma, la cortina de silencio sobre el problema.
2. La investigación fue auspiciada por el entonces departamento de Sociología Rural
del Instituto de Investigaciones y Capacitación en Reforma Agraria (ICIRA). Por no

307
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

A partir de 515 entrevistas efectuadas, las respuestas sobre


percepción y experiencia del trato discriminatorio arrojan los
siguientes resultados : la gran mayoría de los mapuches y mestizos
entrevistados considera que el mapuche es discriminado por ser
mapuche, con el siguiente detalle:
a) 82 por 100 de los 78 mapuches adultos entrevistados
afirma que el mapuche es despreciado y tratado c o m o inferior
por ser mapuche. N o menos del 75 por 100 de ellos sustenta
esa opinión independientemente de que vivan en la ciudad o
en el c a m p o , o en situación económica regular o mala (no se
pudo considerar la situación económica buena dado el número
reducido de casos).
b) 80 por 100 de los 139 adolescentes y jóvenes mapuches
y mestizos entrevistados (alumnos urbanos de grado medio) afir-
m a que el mapuche es despreciado y tratado c o m o inferior por
el hecho de ser mapuche. N o menos del 75 por 100 de ellos
presenta esa opinión independientemente de su condición racial
(de mapuche o de mestizo), o de su situación económica (buena,
regular o mala).
c) 92,8 por 100 de los adolescentes y jóvenes mapuches
y mestizos entrevistados afirma que presenció alguna forma de
tratamiento discriminatorio contra el mapuche. N o menos de
83,5 por 100 de ellos presenta ese testimonio independientemente
de su condición racial o situación económica.

disponer del conocimiento previo de la distribución de una dimensión significativa


del universo que permitiese una muestra probabilística (a lo que se agrega la precariedad
del financiamiento obtenido) se construyó una muestra intencional numéricamente equili-
brada entre condición racial (mapuches y mestizos), localización urbana y rural, estratifi-
cación económica (situación buena, regular y mala), sexo y edad (niños, jóvenes y
adultos). Para captar la diversidad de aspectos geográficos, económicos, de diferenciación
y de conflictos étnicos, etc., la zona rural fue dividida en tres áreas: de la Costa.
Central y Cordillera. C o m o área urbana se tomó la ciudad de T e m u c o , capital de
la provincia. A d e m á s de observación directa, entrevistas con informantes estratégicos,
observaciones en el terreno, algunas autobiografías, etc., se realizaron un total de
515 entrevistas (80 preguntas cerradas y abiertas). Las entrevistas fueron hechas por
un equipo entrenado de tres profesores primarios mapuches, utilizando el idioma m a p u -
che. Se tomó un grupo de control de 73 profesores primarios chilenos. Debido a
la ausencia de apoyo institucional, el procesamiento de los datos de la investigación
quedó paralizado. Posteriormente, con la colaboración del Proyecto sobre Marginalidad
en América Latina, de la Fundación Ford y de la Escuela de Sociología de la Universidad
de Chile, se pudo, durante aproximadamente un año, trabajar en la codificación de
preguntas abiertas, tabulación y análisis preliminar y parcial de algunos temas. Finalmen-
te, pasados tres años, se pretende retomar el análisis de los datos dentro del programa
de investigación agraria de E L A S - F L A C S O .

308
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

d) 78,4 por 100 de los 208 niños m a p u c h e s y mestizos


entrevistados (alumnos de grado primario) afirma q u e presenció
o tuvo noticia de alguna forma de tratamiento discriminatorio
contra el m a p u c h e . N o m e n o s de 74,7 por 100 de ellos mantiene
ese testimonio independientemente de su condición racial, locali-
zación urbana o rural y situación económica regular o mala
(no se consideró la situación económica buena d a d o el n ú m e r o
reducido de casos).
e) 47,7 por 100 de los 73 profesores primarios chilenos
entrevistados (grupo de control) considera q u e tienen razón las
personas que atribuyen cualidades inferiores al m a p u c h e 1 . El
porcentaje de los q u e sustentan esa opinión n o varía t o m a n d o
la localización urbana o rural en conjunto, pero varía significati-
vamente entre las diferentes zonas rurales consideradas.
Conclusiones. Según la percepción ampliamente dominante
entre los entrevistados, en las relaciones entre m a p u c h e s y chilenos
el m a p u c h e es despreciado y tratado c o m o inferior por ser m a p u -
che, es decir, es discriminado en general c o m o grupo racial.
Esa percepción es compartida por los entrevistados en cuanto
m i e m b r o s del grupo racial discriminado, independientemente de
las variables objetivas de condición social, edad, localización
urbano-rural y situación económica. L a percepción señalada co-
rresponde a la percepción de u n grupo discriminado dentro de
una situación de estratificación de clase de tipo colonial. P o r
lo tanto, es indicativa de la persistencia de la situación social
del m a p u c h e c o m o «situación colonial», así c o m o de la especifici-
dad de sus problemas de integración.

Conflictos de integración estructurales. Según la percepción de los


entrevistados, la discriminación contra el m a p u c h e sería m a y o r
en la ciudad q u e en el c a m p o y alcanzaría m á s a los situados
en condición económica regular que a los de condición económica
mala, c o n el siguiente detalle:
a) 96 por 100 de los m a p u c h e s adultos urbanos afirman
que el m a p u c h e es despreciado y tratado c o m o inferior por

1. 48,2 por 100 de 15 profesores primarios mapuches y mestizos (entrevistados junto


al grupo de control) consideró que tienen razón las personas que atribuyen cualidades
inferiores al mapuche.

309
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

ser mapuche, mientras que 75,9 por 100 de los rurales tienen
la m i s m a opinión.
b) 89,1 por 100 de los mapuches adultos en situación econó-
mica regular afirman que el mapuche es despreciado y tratado
c o m o inferior por ser mapuche, mientras que 78,6 por 100 de
los que se hallan en situación económica regular tienen esa
m i s m a opinión.
c) 84,3 por 100 de los niños mapuches y mestizos en situa-
ción económica regular afirman haber presenciado o tenido noti-
cia de alguna forma de tratamiento discriminatorio contra el
m a p u c h e , mientras que 74,7 por 100 de los que se hallan en situa-
ción económica mala dan el m i s m o testimonio.
d) Entre los niños mapuches urbanos, 94,5 por 100 de
los que están en situación económica regular y 85,9 por 100
de los que están en situación económica mala afirman haber
presenciado o tenido noticia de alguna forma de tratamiento
discriminatorio contra el mapuche, mientras que entre los niños
mapuches rurales, 76,5 por 100 de los que están en situación
económica regular y 69,2 por 100 de los que tienen situación
económica mala, dan el m i s m o testimonio.
é) 69,1 por 100 de los niños mapuches y mestizos urbanos
y 54,2 por 100 de los rurales afirman haber sufrido personalmente
alguna forma de discriminación racial.
A u n q u e el procesamiento de los datos sea parcial o incomple-
to, los porcentajes presentados representan tendencias claramente
indicativas de impasses estructurales en el proceso de integración
del mapuche. O mejor dicho, representan tendencias indicativas
de conflictos estructurales propios del proceso de integración
de grupos étnicos en situaciones de estratificación de clase de
tipo colonial. El proceso de integración de u n grupo étnicamente
diferenciado, en u n sistema de estratificación de clase que no
lo discrimina racialmente, se concluye cuando el grupo abandona
su diferenciación cultural (asimila la nueva cultura) y se eleva
en la estratificación de clase existente (pasa a beneficiarse de
un m i s m o sistema de privilegios y de los honores correspondien-
tes). El proceso de integración se agota prácticamente con la
asimilación cultural y con la elevación en la estratificación de
clase porque el grupo que se integra es evaluado por el m i s m o
sistema de legitimación del grupo que lo incorpora. El desempeño
en el uso material e instrumental de la nueva cultura y en

310
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

la utilización de la estratificación de clase es juzgado por el


m i s m o código de valores y normas del grupo mayor e inclusivo.
E n resumidas cuentas, se trata de u n proceso de integración
entre iguales, en que la asimilación material de la cultura, el
avance en la estratificación de clase y la identificación valorativa
son líneas que se refuerzan mutuamente. Ahora bien, el proceso
de integración de un grupo étnicamente diferenciado en u n siste-
m a de estratificación de clase que los discrimina racialmente
no se concluye con la asimilación cultural y con la elevación
en la estratificación de clase, puesto que la identificación valorati-
va n o puede completarse jamás. A u n q u e el grupo integrado
sea y trate de ser exactamente igual en todas las dimensiones
posibles de la cultura y aunque un sector de él se considere
elevado en la estratificación de clase, los miembros del grupo
racialmente diferenciado continúan siendo descalificados en su
m i s m a naturaleza h u m a n a , su conducta social es evaluada por
un código distinto de valores y normas, y no reciben de m o d o
igualitario la aceptación y los honores correspondientes a su
elevación en el sistema de privilegios de clase establecido. E n
ese proceso de integración entre n o iguales, el avance en la
asimilación material e instrumental de la cultura y el ascenso
en la estratificación de clase refuerzan la asimilación valorativa
en el sentido de que impulsan la socialización y la internalización
de los valores y normas propios de la legitimación institucional-
mente dominante de la sociedad y de la vida, es decir, en la
medida en que realizan la asimilación valorativa de la legitimación
vigente para los grupos no racialmente discriminados. Pero exac-
tamente en la medida en que se efectúa realmente esa última
asimilación (los miembros del grupo racialmente discriminado
internalizan el código normativo fundamental del grupo discrimi-
nador) y en que su ascenso en la estratificación de clase prueba
que son realmente iguales (de acuerdo a u n m i s m o sistema de
oportunidades de clase), explota la crisis de identidad cultural,
o sea la crisis valorativa central correspondiente a ese proceso
de integración. E n las sociedades nacionales modernas, la crisis
de identidad cultural significa crisis de identidad nacional. E n
la situación indicada, los miembros del grupo discriminado n o
pueden necesariamente aceptar la descalificación racial, puesto
que de aceptarla desgarrarían la propia economía de su personali-
dad y sus valores básicos de orientación. D e ahí que n o pueden

311
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

transferir la lealtad de su grupo o pueblo de origen a la sociedad


nacional que los descalifica c o m o seres humanos, ni identificarse
plenamente con ella. Por otra parte, no pueden dejar de ser
lo que son, personas socializadas y culturalizadas de acuerdo
a esa misma sociedad y relacionadas con ella por todos los
vínculos que determinan su realidad de seres sociales concretos.
Esta contradicción estructural, insoluble en el marco integrativo
de situaciones de estratificación de clase de tipo colonial y de
doble legitimación, genera la crisis de identidad nacional1. Esta
crisis —ambivalencia entre identidades excluyentes y búsqueda
de una identidad no conflictiva y gratificadora— presenta u n
proceso complejo y dramático de maduración, de expresión y
de desenlace. Puede ir desde el ocultamiento y la vergüenza
de la identidad descalificada, pasar (como en el caso de ciertos
negros norteamericanos) por la necesidad de creación de una
nueva cultura que fundamente una nueva identidad elegida, hasta
la valorización de la identidad discriminada dentro de una lucha
contra el sistema general de discriminación de clase que produce
y conserva, social y psíquicamente, la descalificación racial. Vol-
viendo a los datos que motivaron las consideraciones precedentes,
es dable puntualizar lo siguiente:
Conclusiones. L a percepción de los entrevistados, según la
cual la discriminación contra el mapuche sería mayor en la
ciudad que en el c a m p o y alcanzaría m á s a los situados en
posición económica regular que en posición económica mala,
es indicativa de la existencia de conflictos estructurales en el
proceso de integración nacional del mapuche. E n otras palabras,
es indicativa de que el proceso de integración del mapuche,
realizado en una situación de estratificación de clase de tipo
colonial, genera las contradicciones asimilativas correspondientes
a ese tipo de situación y de proceso. Así es c o m o , en la medida

1. E n un sistema o en situaciones de estratificación de clase de tipo colonial rígido n o


se plantea la crisis de identidad señalada, en la medida en que existe una segregación
cultural infranqueable y el grupo étnico discriminado tiende a conservar su propia
cultura e identidad grupal. E n ese caso, ni existen condiciones ni se propone la integración
en una identidad nacional c o m ú n . L a crisis se plantea en las relaciones interétnicas
(o específicamente interraciales) de sociedades cuyo sistema de estratificación de clase
presenta situaciones de estratificación de clase de tipo colonial abiertas, es decir, que
permiten asimilación cultural y elevación en la estratificación de clase al grupo racial-
mente discriminado.

312
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

en que el mapuche abandona o atenúa su diferenciación cultural


y asciende en la posición de clase, condiciones básicas para
su integración en la sociedad chilena concretamente (en la fecha
de la investigación) y para su aceptación c o m o chileno, pasa
a percibirse y a sentirse c o m o m á s discriminado. Ello debe generar
problemas correspondientes en el establecimiento y la elección
de su identidad nacional.

La autoidentification como mapuche. E n la investigación señalada,


los entrevistados respondieron a la pregunta : «Si pudieras elegir
libremente, ¿te gustaría haber nacido mapuche o n o mapuche?».
Del análisis parcial de las respuestas, considerando sólo
los mapuches (hijos de padre y madre mapuche), es dable puntua-
lizar los siguientes hechos:
— D o s tercios de la población estudiada preferirían haber
nacido mapuche y un tercio haber nacido no mapuche. L o que
indica que la opción libre sobre la identidad deseada debe cortar
significativamente el conjunto real de la población mapuche exis-
tente.
—El sólo hecho de vivir en la ciudad o en el c a m p o no
influye significativamente en la opción señalada, ya sea para
el grupo de niños, ya sea para el grupo de adultos. L o que
indica, al revés de lo que sería dable suponer, que el hecho
de salir de la vida de comunidad rural (matriz de la diferenciación
étnica) no determina por sí sólo ningún abandono significativo
de la autoidentificación c o m o mapuche. L o que tiende a confir-
mar, claramente, las consideraciones anteriores sobre la existencia
de impasses estructurales en el proceso de integración del mapuche
(cuadro 1). L a localización urbano-rural asociada a la estratifica-
ción económica pasa a ser significativa para el grupo de niños.
La variable situación económica no tiene influencia signifi-
cativa en la opción sobre identidad en el área rural. Ello puede
ser en parte explicado por dos factores, relacionados entre sí:
La influencia general de la vida en comunidad debe prevalecer
sobre la estratificación económica;
L a estratificación económica dominante en las comunidades es
de diferenciación en la dotación de recursos y de ingresos
y no de tipo de dominación de clase (cuadro 1).

313
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

C U A D R O 1. Identificación libre como mapuches (porcentajes).

r 2 3

Grupos Rurales Urbanos Area rural Area urbana

Situación Situación Situación Situación


económica económica económica económica
mala regular mala regular

Niños 47,5 42,5 48,5 41 33,5 52,5


Jóvenes 64,0 66,5 50
Adultos 88 95,0 91 87,5 100 85

1. El grupo de adolescentes y jóvenes entrevistados vive en situación urbana

— E n el área rural, el hecho de vivir en zonas distintas influye


significativamente en la opción sobre identidad, para niños y
para adultos. L a autoidentificación c o m o mapuche, en el caso
de los niños, aumenta expresivamente al pasar de la zona Central
a la de la Costa y de ésta a la Cordillera. E n el caso de los
adultos, la autoidentificación aumenta significativamente al pasar
de la Costa a la zona Central y a la de Cordillera, equilibrándose
en esas dos últimas. Por lo que se pudo observar en el terreno,
tal hecho estaría asociado a la conservación mayor o menor
de la diferenciación étnica, pero ese factor debe estar asociado
a la situación económica. Así, la zona Central, que presenta
simultáneamente conservación de la cultura mapuche y acentuada
pobreza, presenta el menor porcentaje de autoidentificación c o m o
mapuche entre los niños (28 por 100) y el mayor entre los
adultos (95 por 100);
— L a situación económica tiene influencia significativa en el
área urbana, para los tres grupos de edad (cuadro 1). E n el
cuadro presentado llaman la atención dos hechos:
Contrariamente a lo que sería dable suponer, los niños en situa-
ción económica regular se autoidentifican 'como mapuches
en grado significativamente mayor que los situados en situa-
ción mala;
La variable edad tiene una influencia decisiva en la opción sobre
identidad mapuche o no mapuche. Este último hecho se
verifica en las otras dos tabulaciones presentadas, es decir,
es valedero para la localización rural o urbana (cruzada
o no con situación económica). D e todas las variables exami-

314
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

nadas en el análisis parcial efectuado, la edad es la que


divide m á s intensamente la opción señalada (lo m i s m o pasa
en el grupo de mestizos). Según las tabulaciones, se advierte
que la autoidentifícación libre c o m o mapuche es siempre
minoritaria entre los niños (con la sola excepción de los
urbanos en situación económica regular) y es siempre amplia-
mente mayoritaria entre los adultos, con una situación inter-
media entre los adolescentes y jóvenes.
A primera vista, podría atribuirse el hecho señalado a que,
durante el período medio de 20-30 años que separa a los niños
de los adultos, hubiera ocurrido un avance general del proceso
de asimilación cultural, particularmente mediante el avance de
la escolarización del mapuche, que alcanzara especialmente a
los grupos m á s jóvenes. Admitiéndose la existencia de ese avance,
¿cómo explicar el hecho de que la autoidentifícación c o m o m a p u -
che crece significativamente en el grupo de adolescente y jóvenes,
los cuales, según tal raciocinio, deberían manifestar con mayor
intensidad los efectos de la asimilación cultural y de la socializa-
ción escolar c o m o chilenos? L a explicación, sin duda, andará
por otro camino. D e acuerdo al testimonio de informantes estraté-
gicos y a la codificación efectuada de preguntas abiertas, todo
indica que el avance de la autoidentifícación c o m o mapuche
de la infancia hacia la edad adulta se explica principalmente
por cambios en la percepción e interpretación de los obstáculos
de integración, producidos en el paso de una a otra etapa de vida
y de experiencia social. D a d o que n o se pudo complementar
el análisis de los datos disponibles, se indicarán tan sólo líneas
generales del raciocinio que nos parece explicar los porcentajes
presentados.
Existe una tendencia hacia la autoidentifícación c o m o m a p u -
che que nace de la permanencia de la diferenciación étnica y
de las tradiciones grupales. A partir de esa realidad originaria,
en la medida en que el mapuche intensifica sus relaciones con
la sociedad regional y nacional chilena se genera u n movimiento
espontáneo de autoidentifícación c o m o chileno, es decir, hacia
la aceptación y valorización de la identidad nacional chilena.
Este movimiento deriva de la asimilación cultural en general
efectivamente realizada, de las condiciones objetivas de vida (paso
a la vida urbana y elevación en la estratificación de clase),
de la conciencia de la superioridad en tecnología, organización,

315
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

conocimientos, etc., de la sociedad chilena. Ahora bien, en la


medida en que ese movimiento espontáneo hacía la identidad
nacional chilena choca con la barrera de la discriminación racial,
se produce un giro defensivo de repliegue, es decir, se produce
una identificación por reacción con la identidad étnica mapuche,
identidad que valoriza la condición h u m a n a del discriminado y
que n o acepta y niega la descalificación esencial hecha a su per-
sona. Esta identificación por reacción sería importante para ex-
plicar el hecho de que la localización urbano-rural no es signi-
ficativa para la opción sobre identidad.
L a identificación por reacción deriva de la percepción y
de la experiencia de la discriminación racial, pero no se relaciona
de m o d o meramente cuantitativo con ellas. D e ser así, n o explica-
ría la distribución de las opciones sobre identidad entre los
grupos de edad considerados. Conviene recordar que los porcen-
tajes sobre percepción de la existencia del trato discriminatorio
son, en general, m u y aproximados entre los tres grupos de edad.
A d e m á s , siempre n o menos de 75 por 100 de los miembros
de los tres grupos afirman la existencia de la discriminación
racial contra el mapuche, cualquiera que sea su localización
urbano-rural o su condición económica. Si la relación considerada
fuera tan sólo cuantitativa y directa, no podría haber ningún
grupo de edad con un porcentaje de autoidentificación c o m o
mapuche inferior a 75 por 100, lo que n o sucede con los niños
y jóvenes. Vale decir que entre la identificación por reacción
y la percepción de la discriminación existe la interpretación de
esa percepción, o, en otras palabras, existe la mediación de
la conciencia que interpreta la discriminación percibida1.
E n el grupo de niños, la interpretación de la percepción
discriminatoria tiende a hacerse en los términos personales y
de experiencia m á s o menos inmediata, propios de la etapa
infantil del proceso de socialización, cuando n o se alcanzó a
superar definitivamente la indiferenciación entre el ego y el alter
y entre el plano natural y el plano de la construcción y coordina-

1. La amplitud, consistencia y formas de la conciencia que realiza esa mediación interpretati-


va (particularmente las relaciones entre conciencia étnica y conciencia de clase) se
quedan c o m o u n problema abierto. Sólo se puede, por ahora, puntualizar tendencias
tipos del proceso, que expresan, obviamente, la situación y la conciencia social concreta-
mente existentes en la fecha en que se realizó la investigación (1966).

316
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

ción social. E n esta etapa, caracterizada por el egocentrismo,


el niño se somete m á s o menos pasivamente a las presiones
de su ambiente, puesto que no dispone todavía de una efectiva
autonomía racional y moral. (Piaget, 1957, cap. V , y 1960, cap. I,
III y IV).
Los niños mapuche son influidos por la socialización familiar
y grupal (cuando viven en comunidad) hacia la identidad étnica
mapuche. También presentan una alta percepción del tratamiento
discriminatorio contra el mapuche. Por otra parte, son influidos
por la socialización escolar hacia la identidad nacional chilena
y, sobre todo, comparan la situación del mapuche con las situacio-
nes del chileno en general, de acuerdo a la experiencia inmediata
de su contorno concreto de vida. El resultado de tal comparación
es la evidencia diaria de que el mapuche es m á s pobre e ignorante,
pasa privaciones, tiene menos recursos y poder, es despreciado,
etcétera. L a conciencia que interpreta esta situación objetiva e in-
mediata de inferioridad del mapuche, así c o m o la discriminación
que lo victima, es la conciencia presocial que caracteriza la eta-
pa infantil. Por lo tanto, la situación objetiva de inferioridad y
la discriminación racial pueden ser percibidas c o m o hechos gene-
rales en el sentido de que son hechos particulares que se repiten,
pero no son interpretados c o m o hechos generales en el sentido
de que son generados y determinados por una causalidad de
orden social. Dentro de las limitaciones de esa conciencia interpre-
tativa, se percibe una relación de hecho entre ser pobre, ser
despreciado y ser mapuche, que se repite caso a caso, pero
que no se puede entender ni explicar. Esta evidencia ciega impacta
la conciencia pasiva y desarmada del niño, con mayor intensidad
que las influencias tendientes a la autoidentificación c o m o m a p u -
che recibidas de la socialización familiar y grupal. Así, c o m o
una negación y un rechazo de su situación y de su experiencia
personal c o m o mapuche, m á s de la mitad del conjunto de niños
estudiados declara que les gustaría haber nacido no mapuche,
incluso en el área rural, donde viven sometidos a las influencias
socializadoras m á s generales y permanentes de la comunidad
indígena1.

1. Así, se explicaría por qué en la zona rural central, de clara conservación de rasgos
y tradiciones culturales mapuches pero de gran privación y pobreza, los niños presentan
el menor porcentaje verificado de autoidentificación libre c o m o mapuche. Esa «relación

317
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

E n la adolescencia, el desarrollo de la etapa superior de


la inteligencia (reversibilidad operatoria del pensamiento, capaci-
dad de formulación de relaciones generales, etc., que definen
los atributos del llamado «pensamiento formal») permite la con-
ciencia de sí, a partir de la cual el proceso de socialización
entra en la etapa de organización consciente de las relaciones
sociales. Sólo entonces se puede hablar de proceso de socialización
c o m o intervención activa y consciente del yo en la comprensión
y elaboración de conductas grupales y en el compromiso con
valores. Para el adolescente, nociones c o m o justicia, lealtad y
deber, dejan de ser obligaciones naturales para volverse problemas
de conciencia racional y moral. Vale decir que a partir de esa
etapa el adolescente mapuche puede interpretar la situación de
su grupo étnico de origen c o m o una situación social y puede
interpretar su percepción de la discriminación contra el mapuche
desde una causalidad y una perspectiva social. Rota, así, la
«relación natural» de la etapa anterior, la toma de conciencia
social del adolescente mapuche abre el problema de su opción
consciente entre la identidad c o m o mapuche o c o m o chileno.
Desde el punto de vista de su interpretación consciente,
el adolescente tiene que definirse sobre la naturaleza social de
la situación de inferioridad del mapuche y de la discriminación.
C o m o resultado de la conciencia (racional y moral) y de la
perspectiva histórica adquirida, él tiende en general a considerar
que el pueblo mapuche fue víctima de una injusticia histórica
y que la discriminación es arbitraria e injusta. Sin embargo,
la interpretación del carácter social de tales hechos tiende también
a diversificarse de acuerdo a la conciencia social correspondiente
a la posición de clase ocupada. Vale decir que, alcanzado el

natural» establecida entre ser pobre, ser despreciado y ser mapuche, también explicaría
el bajo porcentaje de esa autoidentifícación entre los niños urbanos en situación económi-
ca mala, que también vivían en visible situación de penuria. Para explicar por qué
los niños urbanos en situación económica regular presentan el más alto porcentaje
de la autoidentifícación señalada (son el único grupo en que una leve mayoría declara
que le gustaría haber nacido mapuche), hay que tomar en cuenta no sólo su mejor
situación económica (que atenúa el resultado de la «relación natural» indicada) sino
también su mayor sensibilidad a la discriminación racial, producida por el avance
en la culturalización c o m o chileno (vida urbana) asociado al ascenso en la posición
de clase (situación económica regular). Es de interés hacer notar que la autoidentifícación
libre c o m o mapuche es significativamente mayor entre los niños urbanos en situación
económica regular, comparativamente a los rurales en la misma situación. Sin embargo,
el peso relativo de los dos factores señalados permanece c o m o un problema abierto.

318
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena'

nivel de interpretación efectivamente social, la interpretación pasa


a ser influida por la orientación y las experiencias sociales asocia-
das a la situación económica regular y mala 1 .
Es así c o m o los adolescentes y jóvenes en situación económi-
ca mala tienden a autoidentificarse c o m o mapuches en proporción
significativamente mayor que los que están en situación económi-
ca regular. (Lo m i s m o pasa entre los adultos urbanos y se observa
una tendencia similar entre los adultos rurales.) L a orientación
correspondiente a posiciones de clase media tiende a comprender
y a justificar la estratificación social y la situación concreta
de las personas en términos de su capacidad y esfuerzo personal,
no aceptando la existencia de relaciones sociales estructuralmente
antagónicas o excluyentes2. Para esa interpretación individualísti-
camente orientada, todas las situaciones de injusticia social pue-
den ser solucionadas mediante el esclarecimiento y la educación
de las personas y el esfuerzo personal de superación. Desde
el punto de vista de esa orientación, pudo haber una injusticia
histórica contra el pueblo mapuche (despojo de tierras, usurpacio-
nes y violencias), pero no sólo esa injusticia se relativiza por
la necesidad de incorporarlo a la civilización, sino que la situación
actual del mapuche no representa una injusticia social, es decir,
una injusticia determinada por las características de las relaciones
sociales a que el mapuche está sometido en la sociedad chilena.
Para esa conciencia interpretativa, la situación objetiva de inferio-
ridad del mapuche es el resultado de su atraso educativo, de
la fijación en sus tradiciones antiguas, de su aislamiento c o m o
grupo étnico diferenciado, en síntesis, de su asimilación cultural
incompleta en la sociedad chilena, lo que limita sus posibilidades
competitivas y debilita su capacidad de esfuerzo y superación
personal. Vale decir que la responsabilidad fundamental de la
situación objetiva de inferioridad del mapuche es, en último
análisis, del propio mapuche. Desde este punto de vista, aunque
el mapuche no sea inferior racialmente, surge c o m o culturalmente

1. Es dable suponer que los adolescentes y jóvenes del grupo considerado tenían un
nivel relativamente homogéneo de asimilación cultural derivada del ambiente urbano
y del grado de escolaridad, puesto que todos vivían en la ciudad de T e m u c o y asistían
a escuelas de grado medio.
2. Particularmente en situaciones políticas de clase media conservadora, que era la situación
dominante en la provincia de Cautín cuando se realizó la investigación.

319
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

inferior y la tarea de superar tal inferioridad es, básicamente,


una tarea personal. U n a vez aceptado que la situación de inferiori-
dad social objetiva del mapuche se justifica en términos de atraso
de civilización y de responsabilidad personal, los adolescentes
y jóvenes mapuches tienden a interpretar su percepción del trato
discriminatorio bajo el m i s m o punto de vista: la discriminación
surge c o m o un hecho no necesariamente social y general, que
alcanzaría a todos los mapuches, pero sí c o m o un hecho personal
relacionado al atraso económico y cultural de cada mapuche
afectado. Por lo tanto, su lucha contra la discriminación se
identifica con el esfuerzo por la asimilación de la cultura nacional
y con su lucha por la ascensión individual en la estratificación
de clase. E n consecuencia, los adolescentes mapuches que aceptan
y se guían por la orientación social correspondiente a la posición
de clase media tienden a formular su proyecto de vida adulta
en términos de una autoidentificación socialmente coincidente
con la identidad nacional chilena. Los adolescentes y jóvenes
mapuches en situación económica regular son sensibilizados e
influidos por la orientación de clase descrita, no sólo porque
corresponde a las experiencias de su posición de clase a título ge-
neral, sino particularmente porque, c o m o cualquier persona discri-
minada, tienen hambre y sed de posición social y valorizan extra-
ordinariamente los logros y ascensos sociales obtenidos. L a impor-
tancia de esa orientación en los adolescentes y jóvenes en situación
económica regular se advierte en que la mitad de ellos no acepta
la identidad mapuche y opta por la identidad nacional chilena,
en circunstancias de que ellos mismos presentan un alto porcenta-
je de percepción afirmativa del tratamiento discriminatorio contra
el mapuche.
L a orientación señalada también debe influir en los adoles-
centes y jóvenes en situación económica mala, puesto que era
la forma de orientación dominante en el ambiente escolar de
T e m u c o y de toda la provincia de Cautín, cuando se realizó
la investigación. Es así c o m o un tercio de aquellos adolescentes
y jóvenes se decide por la identidad nacional chilena. Sin embargo,
los adolescentes y jóvenes en situación económica mala se autoi-
dentifican libremente c o m o mapuche en grado significativamente
mayor que los que están en situación económica regular. Ello
porque, en ese caso, la influencia de la orientación social de
clase media es contrarrestada por las experiencias propias a

320
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

una posición de clase inferior. Mientras la experiencia social


más aguda y sensibilizadora del adolescente mapuche de clase
media debe ser la experiencia de la discriminación, el adolescente
mapuche de los estratos m á s pobres será naturalmente sensible
a la discriminación, pero dentro del contexto de una experiencia
m á s amplia y fundamental, o sea, la experiencia de la privación
económica, de la dificultad en la lucha por la existencia, de
la inmovilidad social. E n la situación económica regular, las
experiencias derivadas de la posición de clase sirven de asidero
y tienden a reforzar la orientación de clase media individualística-
mente orientada, cuando el adolescente mapuche compara su
situación personal y la de su familia con la situación desmedrada
del conjunto de los mapuches. E n la situación económica mala,
las experiencias derivadas de la posición de clase niegan y tienden
a debilitar el carácter individualista de la orientación de clase
media. Cuando el adolescente mapuche en mala situación econó-
mica compara su situación personal y la de su familia con la
situación de la gran mayoría de los mapuches, encuentra en
ellas la misma miseria, la misma vida sacrificada, el m i s m o
trabajo sin compensación justa, la misma inutilidad de los esfuer-
zos por progresar, el m i s m o m u n d o social cerrado y sin futuro
discernible. L a identidad de situación percibida empieza a volver-
se en contra de la orientación individualista de la ideología de
clase media: el mapuche no es el principal responsable de la
situación de inferioridad en que se encuentra, pues trabaja y
se esfuerza, sin éxito, para superarla; además, no tiene oportuni-
dades, en conjunto, de educarse y aunque se eduque y viva
c o m o chileno continúa siendo despreciado c o m o mapuche. A
partir de esa nueva interpretación de la situación general del
mapuche, cambia también la interpretación de la discriminación,
que tiende a surgir c o m o u n hecho que alcanza al mapuche
en general, del cual no se puede fugar, que n o depende del
mérito o del esfuerzo personal demostrado. Para decirlo en otras
palabras, las experiencias de privación e inmovilidad social del
mapuche, en la ausencia de una conciencia de clase coherente
y articulada, sólo puede expresarse en los términos de la concien-
cia étnica disponible. Es así c o m o las experiencias de privación
económica e inmovilidad social tienden a reforzar la interpreta-
ción de la discriminación c o m o hecho específicamente racial,
general e inevitable, lo que pasa a explicar y a justificar, a

321
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

los ojos de los propios mapuches, su situación objetiva de inferio-


ridad. A la vez, la interpretación de la discriminación c o m o
hecho general e inevitable polariza la conciencia social del m a p u -
che c o m o conciencia étnica (su situación es inferior porque el
mapuche es discriminado) grupalmente orientada (los problemas
y el destino del mapuche son comunes y no se arreglan con
soluciones aisladas y personales). Desde la perspectiva de esa
conciencia interpretativa, el adolescente mapuche concluye que
la injusticia social contra su pueblo no es solamente la injusticia
histórica de u n pasado lejano, sino la injusticia de la historia dia-
ria de su propia vida. E n la medida en que se rebela contra esa
injusticia y considera que no podrá personalmente eludir la discri-
minación descalificadora, el adolescente mapuche rechaza la iden-
tidad nacional chilena y asume la identidad mapuche *. Es decir,
formula su proyecto de vida adulta en términos de una identifica-
ción con su pueblo discriminado, legitimando su inconformismo
personal mediante una identidad étnica que expresa la no asimila-
ción valorativa y el inconformismo de una minoría nacional.
Es dable suponer que, durante el proceso de reorientación del
yo hacia la autonomía racional y moral, que caracteriza la adoles-
cencia y la juventud, los adolescentes y jóvenes mapuches se
debatan entre las dos conciencias interpretativas señaladas, predo-
minando la conciencia social étnicamente formulada en los de
situación económica mala y dividiéndose aquéllos que están en
situación económica regular entre las dos orientaciones2.

1. Para el adolescente orientado por una conciencia individualista de clase media, la


percepción y la experiencia de la discriminación es un estímulo para autoidentifícarse
c o m o chileno, lo que le parece un camino central para escapar a la discriminación
y superarla. Para el adolescente orientado por una conciencia inmediata de clase trabaja-
dora étnicamente formulada y grupalmente orientada, la percepción y la experiencia
de la discriminación es un estímulo para autoidentifícarse c o m o mapuche, puesto que
juzga inútil intentar eludir personalmente la discriminación y considera mejor enfrentar-
la en grupo.
2. La juventud, c o m o etapa de transición y c o m o estilo tensional de existencia, es siempre
un periodo conflictivo. Sin embargo, la tensión entre la dependencia experimentada
y la autonomía aspirada debe ser particularmente aguda en situaciones de discriminación.
Así, un grupo de estudiantes mapuches de la sede regional de la Universidad de Chile
en T e m u c o (situación económica regular) se negó a ser entrevistado, mediante argumenta-
ción escrita y contradictoria, en la cual sólo quedaba claro que no querían hablar
del asunto. L a propia socialización infantil presenta aspectos dramáticos, tal c o m o
se evidenció en la realización de las entrevistas y en la codificación de preguntas
abiertas.

322
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

Ahora bien, en el grupo de adultos urbanos la autoidentifica-


tion c o m o mapuche es ampliamente mayoritaria, sea en la situa-
ción económica mala, sea en la regular. Ello indica que, en
el paso de la adolescencia a la vida adulta, existe una expresiva
consolidación de la conciencia social étnicamente formulada y
polarizada, independientemente de la posición económica de cla-
se. Tal hecho se explicaría solamente por el siguiente raciocinio:
independientemente de las experiencias sociales fundamentales
derivadas de la posición económica de clase, la experiencia social
consolidada de la vida adulta confirma ampliamente que la discri-
minación contra el mapuche es u n hecho general, que n o depende
del grado de asimilación cultural o de ascenso en la estratificación
de clase. L a experiencia práctica a lo largo de la vida negó
lo que la ideología asimilacionista individualista de clase media
afirma. Desvelada, así, la contradicción entre la teoría y la prácti-
ca social, el discriminado se desolidariza de su antigua orientación
y se vuelve mayoritariamente hacia la conciencia social étnicamen-
te formulada y colectivamente orientada, es decir, a la vieja
identidad originaria que lo dignifica c o m o persona. Es así c o m o
un 85 por 100 de los adultos urbanos en situación económica
regular optaron por la identidad mapuche. Si, dentro de este
hecho general, agregamos las experiencias sociales básicas deriva-
das de la posición económica mala, la opción por la identidad
mapuche tiende a ser absoluta (el 100 por 100 de los adultos
urbanos en la situación señalada optaron por la identidad m a p u -
che).

Conclusiones. El proceso de integración de un grupo étnico


diferenciado en una sociedad nacional inclusiva alcanza su culmi-
nación y se realiza plenamente cuando, además de la asimilación
de la cultura material y de esquemas instrumentales de acción,
los miembros o descendientes de aquel grupo aceptan libremente
y se identifican con la identidad nacional de su nueva sociedad.
Ello significa que tales personas se sienten aceptadas c o m o m i e m -
bros iguales y de pleno derecho en la práctica social de la
colectividad considerada, m á s allá de los códigos legales y de
las declaraciones socialmente formalizadas. Desde este punto de
vista, es dable afirmar que el proceso de integración del mapuche
en la sociedad chilena es parcial e incompleto, presentando con-
tradicciones integrativas propias de las situaciones de estratifica-

323
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

ción de clase de tipo colonial. Basándose en los resultados parcia-


les de la investigación indicada, es dable puntualizar que:
1. El conjunto de la población mapuche debe estar significa-
tivamente dividido en lo que se refiere a la aceptación de la
identidad nacional chilena, lo que contradice los supuestos de
la política tradicional de integración y de la política escolar
adoptada.
2. Tal hecho no puede ser solamente imputado a deficien-
cias o atrasos en el proceso de asimilación cultural y a la conserva-
ción objetiva de la diferenciación étnica originaria, porque el
avance en la asimilación cultural y en la participación de clase
no es acompañado por un abandono correspondiente de la autoi-
dentificación c o m o mapuche. A l revés, todo indica que el movi-
miento espontáneo hacia la autoidentificación c o m o chileno, deri-
vado del avance de la asimilación cultural y clasista, es contrarres-
tado por una identificación por reacción con la identidad m a p u -
che, derivada de la percepción de la existencia de una discrimina-
ción contra el mapuche por ser mapuche, independientemente
de su culturalización, desempeño y condiciones sociales de exis-
tencia. Vale decir que se verifica, en el proceso de integración del
mapuche en la sociedad nacional chilena, el doble movimiento
de asimilación-rechazo característico de las situaciones de estrati-
ficación de clase de tipo colonial.
3. L a identificación por reacción es claramente visible en
el paso de una a otra de las edades fundamentales de la vida,
asumiendo expresión nacional y moral a partir del nivel de
la socialización consciente (adolescencia). Es así c o m o se advierte
el doble movimiento de asimilación-rechazo durante el ciclo gene-
racional: en la infancia predomina la opción por la identidad
nacional chilena, los adolescentes y jóvenes tienden a dividirse
entre la identidad chilena y la mapuche, los adultos se vuelven
ampliamente hacia la identidad mapuche. A partir de la adoles-
cencia, las experiencias de privación y de inmovilidad social,
derivadas de la situación económica mala, refuerzan significativa-
mente la identificación por reacción con la identidad mapuche.
4. L a identificación por reacción referida no es u n fenóme-
no de psicopatología ni puede ser enfocada con las categorías
de la psicología individual, puesto que es una acción defensiva
de tipo colectivo y se expresa mediante una conciencia social
étnicamente formulada y grupalmente orientada, que traduce

324
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

las experiencias generales de clase del mapuche en la forma


permitida por esa conciencia.
5. Cualquiera que sea el grado en que el mapuche pueda
ser considerado una minoría nacional desde el punto de vista
de la conservación de su cultura originaria, las conclusiones
precedentes indican que el mapuche es una minoría nacional
no integrada desde el punto de vista de lo esencial de la integra-
ción valorativa, es decir, desde el punto de vista de la aceptación
plena y libre de la identidad nacional chilena. Esta constatación
constituye un punto de partida decisivo para la reorientación
de la política cultural tradicionalmente adoptada en relación
al grupo autóctono m á s importante de la sociedad chilena.

Naturaleza social de la cultura mapuche. Dentro de las diversas


perspectivas en que la cultura puede ser enfocada, lo que importa
ahora es destacar, en líneas m u y escuetas y generales, las transfor-
maciones del significado social de la cultura mapuche determina-
das por la inserción y participación del mapuche en la estratifica-
ción de clase de la sociedad chilena.
L a conquista del territorio indígena, el sometimiento del
mapuche y su inserción en la sociedad chilena representó su
transformación histórica de pueblo libre en clase dominada y
dependiente. Pero ello n o significa que la cultura anterior del
mapuche se transformó automáticamente en una subcultura de
clase, puesto que conservó rasgos fundamentales de su especifici-
dad anterior de cultura autónoma y diferenciada. L a inserción
del mapuche en la estratificación de clase de la estructura agraria
chilena se hizo mediante su segregación en las reducciones, sujetas
a una legislación patrimonial y administrativa específica. Vale
decir que la incorporación del mapuche en la situación de clase
de los pequeños propietarios agrícolas asumió características dis-
tintas. Sobre la base de su incorporación específica en la situación
de clase de los pequeños propietarios, el mapuche realizó su
ajuste económico específico en la sociedad regional chilena (eco-
nomía de unidades productivas familiares autónomas bajo tenen-
cia legal colectiva de la tierra), consolidó la comunidad legalmente
constituida y reorganizó su cultura originaria, adaptándola a
la nueva situación.
Si se toma el concepto de cultura desde el punto de vista
de la organización social básica (relaciones de propiedad y estruc-

325
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

tura de autoridad, de control y de sanción), el sistema de reduccio-


nes significó la transformación de la cultura mapuche en una
subcultura dependiente de la sociedad inclusiva, en la exacta
medida en que representó la transformación de la sociedad m a p u -
che autónoma en un grupo subordinado a las autoridades y
organismos nacionales chilenos. Ahora bien, si se toma el concep-
to de cultura c o m o el producto organizado y transmitido de
relaciones sociales, la inserción del mapuche en el sistema de
reducciones representó la conservación (reorganizada) de una
cultura mapuche distinta, específicamente diferenciada de las
otras subculturas de clase existentes en el país. Entre los rasgos
que caracterizan la especificidad de la cultura mapuche se pueden
destacar: el idioma, la organización familiar, el chamanismo
y los líderes médico-religiosos, las ceremonias rituales, la creencia
en espíritus de la naturaleza, los hábitos alimentarios, el vestuario,
la artesanía, las manifestaciones artísticas, la historia y la identidad
grupal específica, etc. (véanse, entre otros, Bunster, 1964; Corona-
do Castillo, 1971). Así se conservó una etnía mapuche, c o m o
raza y cultura diferenciadas. C o m o elemento de refuerzo de
la conservación de la cultura orginaria, las vicisitudes dramáticas
del proceso de incorporación y participación del mapuche en
la sociedad chilena desarrollaran elementos característicos de
una cultura de resistencia. Esos elementos culturales derivados
de las experiencias de relación con los chilenos (pérdida y
usurpación de tierras, tratamiento discriminatorio, etc.), se
configuran en una conciencia y en conductas étnicas defensivas,
que valorizan y refuerzan la cohesión y la identidad grupal
mapuche.
Resumiendo, es dable afirmar que la inserción en el sistema
de reducciones representó:
á) L a pérdida de la autonomía política de la antigua organi-
zación social de los grupos mapuches, lo que equivale a la
pérdida de la autonomía de la cultura originaria mapuche para
desarrollarse de acuerdo a su dinámica estructural anterior. D e
ahí en adelante, la vida de la cultura mapuche dependerá, en
último análisis, de las condiciones de participación del mapuche
en la estratificación de clase de la sociedad chilena y de las
transformaciones verificadas en aquellas condiciones y en esa
estratificación. E n este sentido sería una subcultura.
b) Las condiciones específicas en que los grupos mapuches

326
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

fueron insertados en la estratificación de clase de la estructura


rural chilena permitieron la conservación de la cultura mapuche
anterior (relativamente reorganizada). E n ese sentido, la cultura
mapuche se preservó c o m o cultura de enclave (cultura especí-
ficamente distinta de las demás subculturas de clase) reforza-
da por elementos característicos de una cultura de resistencia
étnica.
c) C o m o cultura de enclave, pero particularmente c o m o
cultura de resistencia étnica, la cultura mapuche conservada tien-
de a aislarse de la sociedad y de la cultura nacional, puesto
que ni la cultura de enclave ni la conciencia étnica de la cultura
de resistencia visualizan con claridad las relaciones generales
de clase en que el mapuche está insertado, tendiendo a percibirlo
c o m o un pueblo distinto y dominado al margen de aquellas
relaciones.
Establecidos así los límites y la naturaleza social de la cultura
mapuche producidos por las condiciones de su inserción en la
sociedad chilena del período republicano, cabe destacar las trans-
formaciones verificadas en aquella cultura por el progresivo aisla-
miento del mapuche, por el avance del proceso de asimilación
y por el deterioro de su situación económica.
El desarrollo regional (caminos, sistemas de comunicaciones
en general), la extensión de las instituciones y los servicios nacio-
nales (particularmente el sistema escolar), la integración económi-
ca, etc., ponen término al aislamiento geográfico y social del
mapuche, modifican sus pautas culturales y sus esquemas de
referencia y acentúan la orientación de su economía de subsisten-
cia hacia el mercado. L a consecuencia de ese proceso es el
avance de la asimilación cultural en general y el debilitamiento
de la cultura específica de enclave. Ese debilitamiento es obvia-
mente m á s acentuado en las zonas m á s integradas a los centros
urbanos, en las generaciones ascendientes, en los que emigran
hacia la ciudad, en los que se elevan en la estratificación de
clase. Sin embargo, el debilitamiento de la cultura de enclave
no conduce necesariamente al debilitamiento de las características
de la cultura de resistencia y de la cohesión e identidad grupal.
El deterioro de la situación económica media del pequeño produc-
tor agrícola mapuche, en la medida en que determina la desorgani-
zación de la vida de la comunidad (roces y conflictos por la
disputa de terrenos, división, proletarización, estratificación inter-

327
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

na de clase, etc.) debilita la cohesión grupal y la conciencia


étnica defensiva. Es así c o m o en situaciones de aguda privación
económica y de desintegración de la conciencia étnica defensiva,
las personas y los grupos afectados pueden internalizar en cierto
grado los estereotipos descalificadores del mapuche, desarrollan-
do conductas y contenidos de conciencia característicos de una
cultura normativamente dominada (es decir, de una cultura que
aceptó alguna descalificación esencial de sus portadores). Tales
conductas y contenidos conflictivos de conciencia también pueden
presentarse en personas o grupos urbanos ampliamente culturali-
zados c o m o chilenos (particularmente los de situación económica
regular), que se orientan por la ideología de clase media asimila-
cionista individualista, que buscan olvidar su condición racial
de mapuche y eludir el problema de la discriminación. Vale
decir que la existencia de conductas y de contenidos de conciencia
característicos de una cultura dominada depende fundamental-
mente de la desintegración de la conciencia étnica defensiva
sin su sustitución por una conciencia coherente de clase.
N o obstante, dentro del cuadro general de debilitamiento
de la cultura de enclave, el debilitamiento de la conciencia étnica
defensiva y de la cultura normativa de resistencia es una realidad
minoritaria. Considerando la población rural, en páginas prece-
dentes se señaló que esa población aumenta significativamente
su densidad numérica; que el mapuche no rompió, a pesar del
deterioro de su situación económica, el ajuste económico específi-
co que encontró en la sociedad chilena y la expresiva mayoría
de las comunidades continúa indivisa; que persistieron después
de la radicación las usurpaciones ilegales o legales de sus tierras ;
que se mantuvo alta la percepción por el mapuche de que es
discriminado racialmente, puesto al margen del progreso nacional
y despreciado c o m o grupo étnico distinto. Esos factores conducen
a la conservación de la cohesión grupal y de la conciencia étnica
defensiva. Es así c o m o , a pesar del debilitamiento de la cultura
originaria de enclave y del deterioro de su situación económica,
se preservaron mayoritariamente los elementos de la cultura de
resistencia y la autoidentificación c o m o mapuche.
E n cuanto a los sectores urbanos, donde prácticamente desa-
parece la cultura de enclave, la percepción de la discriminación
c o m o fenómeno racial general que permanece a pesar de la cultu-
ralización c o m o chileno y de la elevación en las posiciones de cla-

328
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

se, tiende a provocar u n a identificación por reacción mayoritaria


con la identidad histórico-grupal m a p u c h e y el mantenimiento
de la conciencia étnica defensiva. L o que prueba que la conciencia
étnica defensiva puede existir sin el apoyo material y directo
de la cultura originaria de enclave, desde que persista la discrimi-
nación que la genera. Así, se desarrollaron conductas y contenidos
de conciencia característicos de una cultura de resistencia específi-
camente urbana, que puede sustentarse en la existencia todavía
presente de u n a cultura originaria diferenciada, pero q u e se
alimenta, sobre todo, de la autoidentificación con la iden-
tidad histórico-grupal m a p u c h e y con los valores q u e ella pre-
senta.
Resumiendo, es dable afirmar que al ir llegando a término
del aislamiento geográfico y social del m a p u c h e y al avanzar
su asimilación cultural y clasista, dentro del marco de conserva-
ción de los factores que generaron la conciencia étnica defensiva,
se produce:
a) El debilitamiento general de la cultura de enclave;
b) El desarrollo (minoritario) de conductas y contenidos
de conciencia característicos de una cultura normativamente d o -
minada, mediante la desintegración de la conciencia étnica defen-
siva (sin que sea substituida por una conciencia de clase coherente
y articulada al nivel del funcionamiento de conjunto del sistema
general de estratificación). Ese tipo de desintegración de la con-
ciencia étnica defensiva puede ser provocado por el deterioro
agudo de la situación económica y la desorganización de la
vida en comunidad, o por la tentativa de eludir la discriminación
mediante la aceptación de una ideología de clase media asimilacio-
nista e individualísticamente orientada;
c) L a conservación mayoritaria de la cultura normativa de
resistencia en la población rural, que puede reforzar la cultura
existente de enclave (pero n o necesariamente) pero q u e tiende
siempre a reforzar la cohesión y la identidad grupal m a p u c h e ;
d) El desarrollo de u n a cultura normativa de resistencia
urbana, sustentada fundamentalmente por la identificación por
reacción con la identidad histórico grupal m a p u c h e ;
é) Resumiendo las conclusiones anteriores, es dable afirmar
que, durante el período histórico considerado (desde la radicación
en reducciones hasta los días actuales), la cultura m a p u c h e tiende
a pasar de u n a naturaleza social predominante de cultura de

329
Las relaciones interétnicas en Bolivia y Chile

enclave a una naturaleza social predominante de cultura normati-


va de resistencia1.
Finalmente, es de interés destacar factores indicativos de
una reorientación de la cultura normativa de resistencia del m a p u -
che, provocados por el proceso de reforma agraria y por el
movimiento de organización laboral y política del campesinado
chileno. E n páginas precedentes se señaló la emergencia de un
nuevo tipo de liderazgo en las comunidades, vinculado a organiza-
ciones nacionales de trabajadores y a las instituciones ejecutoras
de la reforma agraria. Este hecho, que empezó de m o d o relativa-
mente débil durante el Gobierno anterior (puesto que el mapuche
quedó al margen de la reforma agraria efectiva en aquel período),
marca el comienzo de un proceso de participación organizacional
y política que tiende a poner término a la desorientación y
manipulación tradicional del mapuche. A la vez, se verifica la
emergencia de un sector de estudiantado mapuche urbano c o m -
prometido con el movimiento de transformación nacional. C o n
la implantación del Gobierno Popular y dentro de la movilización
campesina general subsiguiente, el campesinado mapuche realizó
su primera movilización masiva desde su derrota militar definitiva
en las postrimerías del siglo xix, reocupando terrenos usurpados
y dando origen a nuevas organizaciones creadas desde las bases
y efectivamente representativas. Es así c ó m o la solución de los
problemas del mapuche pasó a tener prioridad importante en
la pauta de reforma agraria del Gobierno actual. Se activó su
incorporación a la organización sindical, a los consejos campesi-
nos y a las unidades productivas reformadas, se tomaron medi-
das administrativas y rápidas para la restitución de los terrenos
usurpados, se envió al Parlamento el proyecto de una nueva ley
indígena (elaborado y discutido en las bases por la Confedera-
ción Nacional de las Asociaciones Mapuches) que cambia subs-
tantivamente la política tradicional de integración 2.

1. L a presencia relativa y la distribución real de la cultura de enclave, de la cultura


normativa de resistencia y de los elementos de una cultura normativa dominada es
materia para investigar, puesto que faltan informaciones exactas al respecto.
2. Mientras los juzgados de letras de indios recuperaron 1 43J hectáreas de terrenos usurpa-
dos durante diez años (1961-1970), el Gobierno actual, mediante procedimientos admi-
nistrativos o de avenimiento, recuperó en tres meses (1971) un total de 35 000 hectáreas
usurpadas. Durante el año de 1971 fueron recuperadas m á s de 68 000 hectáreas usurpa-
das.

330
Relaciones del mapuche con la sociedad nacional chilena

Este proceso de autorrepresentación del mapuche lo pone


en la vanguardia de la lucha de los grupos autóctonos latinoameri-
canos por la participación igualitaria en la sociedad nacional.
Ahora bien, vinculada a tal proceso, se advierte una reorientación
de la cultura de resistencia del mapuche, que comienza a percibir
las relaciones generales de clase en que el indígena está insertado.
Vale decir que la conciencia étnica defensiva se sitúa dentro
de una conciencia general de clase y empieza a poner fin a
su aislamiento cognitivo y normativo de la sociedad nacional,
así c o m o a sus hasta entonces insolubles ambivalencias y conflic-
tos en relación a ella. Esta incorporación normativa de la sociedad
nacional, mediante una conciencia étnica definida en términos
generales de clase, abre el camino a la plena integración valorativa
con una sociedad chilena transformada, sobre la base de igualda-
des fundamentales de participación social y dignificación h u m a n a
aseguradas a todos.

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