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9.

LAS SOCIEDADES INDÍGENAS FRENTE AL NUEVO ORDEN


F. E. Mallon

El siglo XIX es el de las oportunidades frustradas para las sociedades indígenas. Frente
a la posibilidad de crear un nuevo orden postcolonial, los grupos imaginaron distintas
alternativas desde la integración, ciudadanía y nacionalidad compartidas, hasta
autonomías negociadas. Sin embargo, en casi todo el continente el fin de siglo
significaría exclusión y represión.
En el caso del Cono Sur –Chile en el occidente de los Andes y Argentina en su
litoral atlántico-, las relaciones español-indígena se oscilaron entre la interdependencia
económica y guerra latente. En Chile se dio una sociedad relativamente pobre, con una
agricultura extensiva, informal y autosuficiente, en donde las fronteras de las
propiedades estaban protegidas por inquilinos; se agrega a esto el gran poderío militar
de los mapuches, que a finales del siglo XVII habían firmado el Pacto de Quilín con la
Corona, que reconocía un territorio autónomo entre los ríos Bío-Bío y Toltén. En la
frontera misma se dieron intercambios.
Buenos Aires hasta bien entrado el siglo XVIII siguió siendo el último corredor
comercial organizado de las minas de Potosí. No había motivo para conquistar a los
indígenas, con quienes se mantenía relaciones pacíficas de intercambio. Entre este siglo
y comienzos del XIX se daría una etnogénesis, como es la “araucanización de la
pampas”, donde los mapuche se expanden económica, demográfica y lingüísticamente.
Lo que tienen en común estas sociedades indígenas es que se llega a una
correlación de fuerzas fronteriza, gracias a lo cual criollos e indígenas mantienen
relaciones de intercambio e interdependencia. Esto genera a lo largo del s.XVIII y
primera mitad del XIX una economía indígena próspera y pujante, generando linajes en
los mapuche y diferenciación en la sociedad. Así, el siglo XIX plantea el problema de la
demanda de autonomía y nación de estas sociedades, y tanto el Estado chileno como el
argentino buscarán la solución en la “pacificación” entre 1880 y 1883 en las pampas y
la Araucanía.
Esto contrasta con Los Andes y México, donde precisamente el objetivo era el
conquistar a las sociedades indígenas (fuerza de trabajo y el arreglo clásico de
“república de indios” y república de españoles”). Este arreglo entra en crisis en el siglo
XVIII. En las serranías peruanas y bolivianas las autoridades étnicas serían menos
efectivas como mediadoras, considerando el contexto de los Borbones. En la meseta
mexicana el problema se plantea por el aumento demográfico y la diversificación –y por
tanto competencia- en el plano económico.
Respecto al pacto colonial indígenas-españoles, en México la llegada de los
españoles coincide con una rebelión generalizada contra los aztecas, donde los
españoles “ocuparon” y utilizaron en su favor la estructura imperial desde su centro;
sería diferente en la periferia del imperio, en donde sí habría violencia, despojos y
agravios directos a la sociedad indígena. En Perú, en cambio, la capital virreinal fue
Lima y no Cuzco que era la capital precolombina, lo que favoreció en parte la
mediación de las autoridades étnicas. Sin embargo, en el s.XVIII ya se estaba
deshilachando dramáticamente este pacto.
Los conflictos en torno a la independencia reflejaron estas diferencias en el
equilibrio de fuerzas. En los Andes en 1780 y 1782 estalla la Guerra Civil Andina, en
donde Tupac Amaru en Perú y Tupac Katari en Bolivia reclaman autoridad como
descendientes legítimos del linaje andino, y con objeto de reorganizar la sociedad bajo
principios andinos; esta rebelión fue masacrada y el resultado fue la reafirmación del
sentimiento conservador y realsta. En México contrasta la crisis de 1810, en donde se da
un movimiento popular liderado por los curas realistas Miguel Hidalgo y José María
Morenos; la fuerza de este movimiento habrían sido las comunidades indígenas y
mestizas de la zona central (Guadalajara, Guerrero, Bajío). Multiétnica y multiclasista,
será una guerra de guerrilas en pos en un liberalismo radical, hasta el siglo XIX.
Resumiendo: el Cono Sur en sus relaciones fronterizas en Chile y las pampas
argentinas tienen en común la supervivencia de poblaciones indígenas importantes, que
no obedecían al poder estatal central. Por el otro lado, ninguno de esos países tenía la
apremiante necesidad de subyugarlos y sólo avanzado el siglo XIX, en base a las nuevas
tecnologías armamentísticas y mayor potencialidad de esos territorios; 1850 a años 80,
ambos Estados liberales y centralizadores finalmente los subyugarían.
En contraste, los centros de poder precolombino y colonial tendrían que
repensarse en cuanto a la redefinir la posición de la comunidad indígenas, y la
separación étnica de la “república de indios” y la de “españoles”. Sería esto el centro
mismo de los intentos de consolidar los Estados liberales modernizantes.

EL ESTADO LIBERAL FRENTE A LAS POBLACIONES INDÍGENAS: EL CASO


MEXICANO

El caso mexicano sobresale por el éxito del proyecto liberal, el cual a mediados del XIX
logra romper con el poder económico de la Iglesia católica e instala en 1870 un régimen
liberal hegemónico, a pesar de los conflictos internos, y logra una estabilidad y
prosperidad económica sin precedentes. Se establece un anticorporativismo desde el
Estado liberal a la Iglesia, el ejército y las comunidades indígenas (desprecio por su
colectivismo y su religiosidad). Sin embargo, la derrota de los conservadores se logra
gracias al apoyo de esas comunidades.
Desde la independencia, surge en la región central una cultura política popular,
federalista, basada en las comunidades y una alianza federalista entre campesinos y
caciques populistas. Algunos indígenas, como los de Puebla y Guerrero, aceptan aliarse
con el liberalismo con la esperanza de que el federalismo les brindara autonomía
política y que la privatización de las tierras los beneficiaría. El liberalismo allí se
expresará como movimiento popular, y serian un componente importante en la derrota
de las fuerzas imperiales y conservadoras.
Pero también existió la tendencia opuesta: grupos indígenas de las periferias –
Norte y extremo Sur-. Éstos se alían con los conservadores e imperiales de
Maximiliano. La autonomía existiría dentro de un proyecto conservador y monarquista.
La relación entre el Estado liberal mexicano modernizante en expansión y las
comunidades indígenas se expresa en el dialogo conflictivo por: 1) la propiedad agrícola
comunal, y 2) la organización y descentralización del poder político. Cuando fue posible
generar alianzas, se concreta en la autonomía municipal; cuando no, fue a través de
líderes étnicos, religiosos o conservadores (resistencia y represión).
En las últimas décadas del XIX casi todo el territorio estaba pacificado. En el
centro se generaba exitosamente la mediación Estado-comunidades, a través de los
caciques populares locales. En Chihuahua se había terminado la guerra contra los
apaches gracias a un acuerdo con los colonos de tierras mientras defendieran la frontera
contra los indígenas.

PERÚ: DE REPÚBLICA INDÍGENA A NACIÓN NEOCOLONIAL


En 1887 desde Tarma, Emiliano Carvallo –Comisionado Especial del Supremo
Gobierno de Andrés Cáceres- manda a Lima el proyecto de ley sobre las tierras de
comunidad que le habían encargado. Cáceres fue victorioso en 1886 en la guerra civil
post Guerra del Pacífico (1879-84), pero los montoneros campesinos e indígenas que
fueron la resistencia al ejército chileno seguían movilizados, y por tanto Carvallo busca
un acuerdo.
En dicha ley sugería poner fin a la propiedad indígena comunal en todo el país, y
privatizar las tierras, repartiéndolas, de manera de maximizar los beneficios con las
tierras sobrantes que se irían a remate. Es similar a la Ley Lerdo mexicaba de 1856,
pero: 1) Carvallo la sugiere en 1889, tres décadas más tarde, y 2) no se aplica. El
contraste con México es claro, en donde éste es activista en la transformación, mientras
Perú no se atreve a transformar las relaciones rurales; esto se puede explicar a partir de
la construcción diferente del liberalismo: México con un liberalismo radical y
revolucionario de la revolución de 1855, apoyado de los movimiento populares
federalistas del centro; en Perú, una posibilidad similar surge en la Guerra del Pacífico,
pero Cáceres no es capaz de aprovechar esta coyuntura para construir una nueva alianza
política, ya que era arriesgado romper con la autonomía de la comunidades frente a la
posibilidad de desatar un movimiento revolucionario. El resultado desde 1895 fue una
“recolonización” de las relaciones Estado-comunidades.
Se reproduce la “república de indios”, pero como fragmentación, asilamiento y
exclusión en una sociedad supuestamente nacional. Nicolás de Piérola sería el
presidente que reprimiera a sangre y fuego a los indígenas, y que junto a su sucesor en
la llamada República Aristocrática establecerían el alfabetismo como requisito para
sufragar,

CHILE: ESTADO CENTRALISTA Y LA GUERRA A MUERTE


Entre el Bío-Bío y Toltén una guerra de desgaste convulsiona a la zona mapuche entre
1859 y 1861. De un lado estaban las fuerzas que apoyaban al presidente Manuel Montt,
y del otro algunos jefes liberales que habían sobrevivido a la represión de la Revolución
del 59, en la que varios sectores de la sociedad se habían sublevado en contra la política
centralista y autoritaria del monttismo. Entre ellos José María de la Cruz, jefe máximo
de la insurrección, y Bernardino Pradel con bastante influencia en los caciques
mapuche. Una alianza de linajes mapuche también frenó la “infiltración” de colonos
chilenos que arrebatan tierras de forma ilícitas. Para 1862 la guerrilla había acabado, y
ya no existían colonias chilenas en la Aruacanía y ahora demandaban protección al
gobierno.
Los 50 son el último desafío de centralización del Estado. En 1852 se funda la
provincia de Arauco, primer gobierno regional dentro de la Araucanía, lo que sería
reflejo de la combinación de infiltración y centralización. Ante esto se generan alianzas
de federalistas con indígenas. Y entre 1857-61 está la crisis del modelo exportador de
trigo, y en donde surge la “necesidad” de cambio desde la elite de hacer un cambio, y el
abrir la frontera sería la opción.
El nuevo presidente Joaquín Pérez se reúne con 13 caciques mapuche en
Santiago en abril de 1862, junto a Bernardino Pradel. Éste último le presenta su
propuesta, y que es que se cree una provincia indígena en la Araucanía y que ésta se
divina en departamentos administrados por caciques (pagados por el Estado), con
jóvenes guerros (pagados por el Eº), y la compra-venta de tierra y comercio regidas por
leyes para evitar fraudes. Era ello una especie de autonomía negociada, en donde la base
sería la coalición. Pero en el Chile de 1862 no sería viable ni aceptable.
Para explicar, se recalca que la propuesta provenía de uno de los jefes
montoneros de la revolución anti-centralista de 1859, y el diálogo fue mediado por estos
conflictos. Además era inaceptable crear una provincia administradas por los caciques,
ya que eso significaría la vuelta legal de la tierras a los indígenas. A fin de cuentas, la
expansión fronteriza estaba ocurriendo y seguiría ocurriendo por los colonos que
buscaban riquezas y tierras. Finalmente, Pérez mandaría a Cornelio Saavedra a dirigir
el avance al Sur del Bío-Bío, culminando en diciembre de 1862 con la nueva del viejo
fuerte de Angol, primera entrada postcolonial en territorio mapuche, desapareciendo así
la posibilidad de colación y autonomía indígena.

ARGENTINA: LA FRONTERA SE VUELVE DESIERTO


1870: la Sociedad Rural Argentina hizo un llamado al gobierno para solucionar de una
vez el “problema indígena”. En 1880 el general Julio A. Roca abriría paso en la
Patagonia, subyugando y exterminado a los araucanos y tehuelches que aun habitaban
las pampas del Norte del río Negro. Chile y Argentina coordinas sus últimas campañas
en co contra de los indígenas para evitar que bandas de derrotadas de un lado se pasaran
al otro. En Argentina los pocos indígenas sobreviviente eran puestos en resguardos
especiales; en Chile se opta por la reducción: reducción de la tierra, y de la definición de
linaje y parentesco (dividir para gobernar). En ambos, el resultado era un ”otro” salvaje
sin derecho a ciudadanía.
La campaña del general Roca supone la ocupación de desiertos, pero se sabe que
las Pampas eran espacios ocupados por población mixta, indígenas, gauchos semi-
independiente y colonos. Entre 1870-1820 se desarrolla una sociedad de intercambio
pacífico en as cercanías de la ciudad. Sin embargo, entre 1800-25 se desestabilizaría:
para los indígenas con la llegada de grupos mapuche desde Chile presionaría los
recursos; para los criollos el libre comercio con Inglaterra incrementaría la demanda de
cueros, cuando el ganado cimarrón se estaba acabando, y ser da una expansión
ganadera. Por tanto, ya para 1820 el conflicto tenía su centro en reclamar territorio
desde ambas partes.
Juan Manuel de Rosas, en 1825 como gobernador de la provincia de Bs Aires
negocia e primer tratado con un grupo de caciques pampas, estableciendo un sistema de
rentas anuales. Los caciques aceptaran debían asociarse con un estanciero, logrando atar
así a ciertos grupos indígenas al sistema del caudillismo, utilizando a los guerreros de
ellos en sus guerras en contra de la rebelión.
Rosas entre 1830-52, utiliza el sistema de alianzas territoriales desde el
caudillismo para dominar desde Bs Aires buena parte del litoral e interior argentino. De
los 25 mil indígenas de las pampas, muchos establecieron alianzas a través de las rentas
anuales. Pero cuando en 1852, cuando el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza
derrotó a Rosas con ayuda de grupos mapuche chilenos, la cuestión indígena vuelva a
vincularse al problema de la unificación nacional. Eso indígenas fueron vistos por los
aliados de Urquiza como fuente de inestabilidad, y los indígenas rosistas como la causa
principal de “barbarie” del sistema anterior. Esta imagen recibe apoyo con el cierre de
las pulperías en 1860-70, con lo que lo indígenas debieron buscar surtirse de lo que
necesitaban con la guerra y los malones. El ganado así conseguido se enviaba por
contrabando a Chile; además, durante la guerra con Paraguay (1865-71), los indígenas
atacaron nuevamente y con relativa impunidad a Bs Aires.
Así en 1870 se establece la conquista del desierto. Los intelectuales y políticos
post-rosistas se dedicaron a civilizar, educar y poblar el país, destruyendo los vestigios
del caudillismo. Y víctimas serían los indígenas de las pampas, existencia negada aun
antes de que se erradicaran o exterminaran. Así la conquista militar se expresó en la
construcción de ferrocarriles y expansión de la economía ganadera y agrícola, junto ala
inversión británica y la inmigración europea, con un boom económico sin procedente
para Argentina.
SOCIEDADES INDÍGENAS SE ENFRENTAN AL SIGLO XX: MÉXICO, PERÚ Y
EL CONO SUR
En Chile y Argentina la derrota de los mapuche en 1882 abrió la inversión y
colonización de los bosques y tierras agrícolas, con enormes territorios de colonización
entre 1880-1920. Ya para 1907 Santiago y Valdivia estaban conectados por un
ferrocarril.
En Argentina, la escasa presencia de indígenas en las pampas después de 1880
los expulsa exitosamente de la vida nacional. En Chile el pueblo mapuche logra, a pesar
de estar sumidos en reducciones y despojos, logra reconstruir sus prácticos culturales y
religiosas; se suma una importante intelectualidad mapuche urbana que realiza una serie
de intentos de organización y participación política con los gobiernos de turno.
Pero al comprar México y Perú con el Cono Sur, resaltan más las semejanzas.
En Chile y Argentina, un Estado en consolidación utiliza un ejército venido de un
contexto internacional para combatir al enemigo interno. La derrota militar de los
indígenas significa su definición de poblaciones no ciudadanas; y de la mano, la
romantización del araucano guerrero, y el gaucho argentino.
A inicios del XX, ni México ni Perú podían romantizar a los indígenas, pues no
habían sido marginados ni demográfica ni políticamente. En México, sin embargo, la
Revolución de 1910 permite una política de integración o incorporación del
campesinado indígena, con lo cual hay una eventual desaparición del “problema”, en
concordancia también con la trayectoria histórica de la multietnicidad (política de
mestizaje).
En Perú la legislación indigenista se crea a partir de Augusto B. Leguía, en una
lógica de reconstrucción neocolonial de separación entre criollos e indígenas. Así en la
Constitución de 1920 se establece el derecho legal de tierras comunales para los
indígenas, además una Sección de Asuntos Indígenas en el Min. De Fomento,
restableciend una política proteccionista del Estado a los indígenas.

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