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¡¡¡Hola!!!

Este es el pdf al español versión Taekook de la saga de


Calluvia de Alessandra. Quiero dejar en claro que yo no soy la autora
de este libro, yo solo adapté este libro al Taekook. Doy todos los
créditos correspondientes a la autora principal y a los traductores.
Espero disfruten la historia que solo ha sido adaptada y traducida con
fines de entretenimiento. Ustedes ya conocen a la autora principal
Alessandra, y si tienen la posibilidad de apoyarla en sus proyectos
pues háganlo.

Adaptación al Taekook de la Saga de Calluvia - #0,5 A tu servicio

Adaptación sin fines de lucro


SINOPSIS

Él es un hombre poderoso que toma decisiones que dan forma al mundo.


Jungkook es solo un sirviente del placer. Algo para usar. Un juguete. No tienen
nada en común, dos hombres de mundos diferentes. Se suponía que el acuerdo
entre ellos nunca se convertiría en algo más que en algo conveniente para su
cliente y un simple trabajo para Jungkook. La atracción y los sentimientos no
deberían haber nacido. Pero, ¿qué sucede si se rompen las reglas y Jungkook se
vuelve irremediablemente adicto a su cliente?
CAPITULO 1

La mansión era hermosa, enorme y algo intimidante.


Jungkook miró fijamente sus altas puertas, respiró hondo y luego presionó el
timbre. Aquí no pasa nada.
—Diga su nombre y el motivo de su visita —dijo una agradable voz femenina a
través del intercomunicador.
—Jungkook —dijo, secándose las manos sudorosas en los pantalones. —Soy el
sirviente de placer que el maestro Taehyung ha pedido.
Las puertas se abrieron con un clic.
—El Maestro está en su oficina. Primer piso, segunda puerta a la izquierda.
Jungkook siguió las instrucciones. Apenas notó el lujoso entorno, todos sus
esfuerzos se centraron en mantener la calma.
Podía hacerlo.
Él podía.
Era un sirviente de placer experimentado. Había estudiado para esto. Era solo
un trabajo. Como cualquier otro.
Está bien, no como cualquier otro. Su nuevo empleador era un hombre. El
género del empleador no era un problema en sí mismo: como la mayoría de los
calluvianos, Jungkook era bisexual.
El problema era... que nunca había asumido el papel pasivo con los hombres.
La idea simplemente no le atraía. Siempre fue el activo, ya fuera con mujeres o
con hombres. Por eso siempre rechazaba las ofertas de trabajo de los empleadores
masculinos.

Hasta ahora.
Joder, qué lío. No se había metido en un lío tan grande en los veintiséis años
de su vida.
La cuestión era que, normalmente, Jungkook habría rechazado el trabajo en
cuanto se enteró que su posible empleador era un hombre. Pero sería
extremadamente tonto rechazar una oferta de trabajo cuando el posible
empleador era miembro del Consejo. No podía insultar exactamente a un Gran
Maestro del Consejo. Eso sería más que estúpido. Suicida, si creía en los rumores.
Los amigos de Jungkook dijeron que debería sentirse halagado de que un
hombre tan poderoso lo hubiese elegido. Porque aparentemente es un honor.
Claro. Es un honor tener la polla de un hombre poderoso en el culo.
Una risa cosquilleó en la garganta de Jungkook, extremadamente inapropiada
considerando que no encontraba esta situación para nada divertida. Joder, solo
podía esperar ser un sirviente de placer tan horrible que lo despedirían en un día.
Ese era el plan actual de Jungkook. Tenía que funcionar. No quería ser el juguete
sexual de otro hombre, sin importar lo poderoso que fuera ese hombre. No era un
pasivo. No tenía un hueso sumiso en su cuerpo. Era un activo, y uno excelente, se
decía a sí mismo.
Se detuvo frente a la segunda puerta a la izquierda, respiró hondo de nuevo y
llamó.
—Entra —dijo una profunda voz masculina.
Jungkook hizo lo que se le dijo.
Cerró la puerta y luego se arrodilló, con los ojos fijos en el suelo. —Maestro —
dijo respetuosamente. Al menos esperaba que sonara respetuoso en lugar de
arrogante. Jungkook sabía que tendía a sobre compensar cuando estaba nervioso.

Escuchó pasos. Entonces, un par de zapatos negros brillantes aparecieron en


su línea de visión. Pantalones grises. Túnicas negras pesadas. Jungkook no podía
ver nada más, porque se suponía que no debía mirar hacia arriba sin que le dieran
permiso. Los sirvientes de placer ocupaban un lugar tan bajo en la jerarquía del
Alto Hronthar que no se les permitía mirar a un Gran Maestro sin tener permiso
explícito.
Una mano grande y cálida tocó su barbilla y levantó su cara. —Puedes mirarme.
Jungkook exhaló y levantó la mirada.
Se encontró mirando a un hombre alto, de edad no identificable. El hombre
era bastante joven para ser un maestro. ¿Treinta y cinco o cuarenta tal vez? No
era de ninguna manera fornido, pero sus hombros eran amplios y había indicios
de un cuerpo en forma debajo de esa túnica negra. El maestro Kim no era un
hombre poco atractivo, aunque su rostro era demasiado afilado y anguloso para
ser considerado guapo. Su cabello rojo era tan oscuro que parecía casi negro en
la tenue luz, un rastrojo de barba oscura cubría su fuerte mandíbula. Los agudos
ojos marrones estudiaban a Jungkook con detenimiento. Era un hombre
sorprendente, para ser honesto. Obviamente, no era el tipo que solía buscar
Jungkook –emitía un aire de mando que prácticamente gritaba que era un
activo– pero aun así le encendía. Jungkook tenía ojos y sexy es sexy.
—Levántate— dijo el Maestro.
Jungkook se puso de pie.
— Desnúdate.
Jungkook se humedeció los labios. Obligándose a mantener sus dedos firmes,
hizo lo que le dijo y se quitó la túnica. Estaba desnudo debajo, por supuesto. Los
sirvientes de placer siempre lo estaban.

Los ojos oscuros del Maestro lo recorrieron desapasionadamente.


—Date la vuelta.
Jungkook se volvió.
Había una pintura en la pared. Representaba algo abstracto y feo. Jungkook
no estaba seguro qué se suponía que debía estar mirando. El arte podía ser así de
extraño.
—¿Por qué estás tan nervioso?
Reprimiendo el impulso de negarlo, sabía que no tenía ninguna esperanza de
engañar a un telépata tan poderoso, Jungkook dijo: —Usted es mi primer
empleador masculino. —pero el hombre probablemente ya lo sabía. Los Maestros
podían acceder a toda la información sobre los sirvientes de placer, incluido su
historial laboral. El Maestro Kim no pudo haber pasado por alto que Jungkook
no había tenido un solo Maestro masculino en los cinco años desde que se había
convertido en un sirviente de placer.
—Date la vuelta.
Jungkook se volteó.
El maestro Kim lo estudió, su mirada calculadora.
—¿Por qué elegiste ser un sirviente de placer si tienes miedo de tu trabajo?
Jungkook casi se echó a reír. Los Iniciados que no eran reclamados por un
Maestro, con su apariencia no tenían muchas opciones sobre la carrera que
desean seguir. O más bien, se les animó encarecidamente a elegir esta carrera. Y,
francamente, hasta ahora, a Jungkook no le había importado su trabajo. Es muy
bien pagado y el sexo era divertido; por lo general, no le importaba complacer a
las Maestras que lo habían empleado.

Pero esto era diferente.


—No tengo miedo de mi trabajo, —dijo —Estoy un poco nervioso por mi falta
de experiencia con los hombres— Como pasivo con los hombres, añadió
mentalmente. Se había acostado con bastantes hombres en el pasado, pero eso
había sido bajo sus términos.
Los labios del Maestro se tensaron. —Acabo de hojear tu expediente… no sabía
acerca de tu falta de experiencia. Eso complica las cosas.
La esperanza estalló en su interior.
—Todavía puede elegir otro sirviente, —dijo Jungkook, tratando de no parecer
demasiado esperanzado. —Alguien con más experiencia con los hombres.
La mirada del Maestro Kim lo recorrió desde la cabeza hasta los pies.
Jungkook se humedeció los labios, tan consciente de su desnudez como nunca
lo había estado en su vida. A los sirvientes de placer se les enseñó a no
avergonzarse de sus cuerpos. A Jungkook generalmente no le importaba que la
gente lo mirara. Sabía que era objetivamente guapo. Todos los sirvientes de placer
lo eran, y él no era la excepción. Era bastante alto y estaba en muy buena forma,
su cuerpo tonificado. A la gente parecía gustarle la combinación de ojos verdes
sensuales y cabello castaño desordenado con reflejos dorados. Sus labios rojo
cereza de forma fina también atrajeron la atención: a las mujeres les encantaba
cuando se las comía y a los hombres les encantaba tener los labios de Jungkook
alrededor de sus pollas antes de que los follara. Pero ahora Jungkook no podía
dejar de preguntarse en qué medida su aspecto sería capaz de atraer a un hombre
que quería follarlo.
Por primera vez en su vida, deseó ser feo.

—Eso no será necesario, —dijo finalmente el Maestro Taehyung. —Tú servirás.


Qué bien.
—Solo me preocupa no poder brindarle un servicio a la altura de sus estándares
habituales. —dijo Jungkook, eligiendo sus palabras con cuidado. No podía
permitirse ofender a este hombre.
Los labios del maestro Taehyung se curvaron. —Mis estándares son bajos.
Todo lo que necesito es un agujero apretado alrededor de mi polla.
Jungkook se habría atragantado si hubiese estado bebiendo.
Tal como estaba, se quedó mirando el rostro impasible de ese hombre, incapaz
de creer que esas palabras realmente habían salido de su boca.
¿Qué se suponía que tenía que decir a eso?
—¿Sabes cómo prepararte? —dijo el Maestro, —Esa es la única habilidad
relevante que necesitarás.
Jungkook odiaba el calor que le subía a la cara. Joder, ni siquiera era del tipo
que se sonrojaba, pero se sentía tan mal ubicado aquí. Él era un hombre. Él era el
que cogía. No estaba acostumbrado a que lo trataran como un agujero.
—Se cómo hacerlo, —dijo con voz rígida, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Pero han pasado años desde mi formación y no pude practicar exactamente con
mis antiguos empleadores.
—Entonces tendrás que practicar. Te necesitaré a mi entera disposición en
todo momento, siempre listo para mí. No quiero perder el tiempo preparándote.
Jungkook se mordió el interior de la mejilla, luchando por mantener una
expresión impasible.

—No lo entiendo, Maestro. ¿Cuál es la urgencia?


El maestro Taehyung apartó la mirada. —Soy un Absorbedor.
Jungkook frunció el ceño, tratando de recordar el conocimiento medio
olvidado que le habían inculcado cuando era un Iniciado. Correcto, muchos de
los Maestros tenían dones especiales. Los Absorbedores eran telépatas que
podían sentir y experimentar los impulsos sexuales de otras personas. El don era
considerado uno de los dones más inconvenientes que podría tener un telépata.
Rara vez era útil, y los Maestros que tenían este talento normalmente no lo
anunciaban.
Pero ahora tenía sentido por qué el Maestro Taehyung necesitaría un sirviente
de placer a su entera disposición: probablemente estaba sexualmente frustrado
todo el tiempo debido a su don.
—Mi don es inconveniente, —dijo el Maestro, como si leyera sus pensamientos
—Me distrae de mi trabajo; por eso necesito los servicios de un sirviente de placer.
Soy un hombre ocupado. No tengo ni la paciencia ni el tiempo para perder con el
sexo. Te usaré a menudo, pero debe tomarme la menor cantidad de tiempo
posible. Necesito eficiencia. Para eso, tendrás que estar preparado en todo
momento. ¿Está claro?
Jungkook asintió entrecortadamente. Todavía le asombraba cómo este
hombre podía hablar de sexo, sexo muy frecuente, en términos tan secos, como si
estuviera hablando de una tarea desagradable. Pero, de nuevo, si el Maestro
Taehyung era un Absorbedor, probablemente lo había visto todo y el sexo
simplemente lo había cansado y aburrido.
—Se te dará libre acceso a mi casa, —Taehyung continuó diciendo. —Me
acompañarás en mis viajes de trabajo si dejo el Alto Hronthar por más de unos
días. Mantén tu comunicador contigo en todo momento. Si llamo, corre.

Qué hijo de puta más mandón.


—Sí, Maestro— dijo Jungkook con una voz cuidadosamente uniforme.
—Se te pagará el triple de la tarifa estándar que reciben los sirvientes de placer.
Jungkook se animó. ¿Triple? A los sirvientes de placer se les pagaba muy bien,
y el triple de la tarifa significaría que finalmente podría comprar el aerocoche por
el que había estado babeando durante un tiempo. De alguna manera lo hizo
reconsiderar su plan para ser despedido.
—Creo que es justo, considerando la frecuencia con la que necesitaré tus
servicios, es probable que esté más adolorido de lo habitual. Pero estoy seguro de
que te sentirás aliviado al saber que no tendrás que hacer nada fuera de tu zona
de confort. Soy un hombre de deseos simples.
Jungkook casi se echó a reír. ¿Nada fuera de su zona de confort? Ser jodido por
el culo no estaba exactamente dentro de su zona de confort. Pero racionalmente,
sabía que el Maestro Taehyung estaba siendo completamente razonable. Algunos
Maestros eran bastardos retorcidos que se divertían humillando y lastimando a
sus sirvientes. Demonios, el anterior Maestro de Jungkook era uno de ellos.
Jungkook se estremeció un poco al recordar a la Maestra Thena. Ella estaba
metida en una mierda realmente inquietante de la que ni siquiera le había
advertido antes de firmar el contrato. El Maestro Taehyung no podía ser peor de
lo que había sido ella, a pesar del sexo anal. Lo que pedía el Maestro Taehyung
parecía bastante sencillo. Podía aguantar un incómodo sexo anal antes de que el
Maestro Taehyung inevitablemente se diera cuenta de que Jungkook apestaba en
eso y lo despidiera.

En realidad, no era gran cosa. En lo que respecta a los empleadores


masculinos, parecía que Jungkook había tenido suerte.
Taehyung regresó a su escritorio.
—Lee el contrato y fírmalo. —dijo, señalando con la cabeza el datapad sobre la
mesa.
Jungkook se acercó al escritorio, tomó el datapad y hojeó el contrato. Podía
sentir la impaciencia y la agitación irradiando del otro hombre. También podía
sentir su mirada pesada sobre su cuerpo desnudo.
Nunca había sido tan consciente de su cuerpo en toda su vida.
No seas idiota, se dijo Jungkook, exasperado con su inusual timidez. El
hombre probablemente ni siquiera lo estaba mirando. Lo estaba imaginando.
Jungkook firmó el contrato electrónicamente.
—Está hecho. —dijo y se dio la vuelta.
El maestro Taehyung estaba junto a la ventana, de espaldas a Jungkook.
—El lubricante está en el cajón superior de mi escritorio, —dijo. —Prepárate.
Jungkook miró fijamente su espalda.
Solo... ¿Solo así? No es que hubiera estado esperando flores y besos, pero la
total falta de interés de este hombre por él era extraña. Y bastante insultante, para
ser honesto.
Pero no dijo nada.
El maestro Taehyung era el empleador. Jungkook era solo un sirviente.
Jungkook probablemente ni siquiera se registró como persona para un Maestro
de tan alto rango. A veces ese hecho hizo que Jungkook se sintiera frustrado y
enojado, pero no era un idiota. Claro, apestaba que no hubiera sido considerado
lo suficientemente bueno como para convertirse en aprendiz de Maestro, pero no
era como si fuera un esclavo impotente. Siempre podía romper el contrato con su
empleador si se sentía incómodo, si existía una razón seria para ello. No ser
tratado como un igual no se consideraba una razón seria. Los miembros de la
rama de servicio de la Orden simplemente no eran iguales a los Maestros. Ellos
eran ciudadanos de segunda clase. Así era como era.
Jungkook sacó el lubricante del cajón y miró a su alrededor. Había un gran sofá
de cuero en un rincón junto a la chimenea. Caminó hasta allí y se preparó
apresuradamente, su rostro cálido por la vergüenza y la humillación. Joder, esto
era tan degradante. Era un hombre que se preparaba para la polla de otro
hombre. Su propia polla era mayormente suave, no había nada remotamente
excitante en la situación. El maestro Taehyung era un hombre objetivamente
atractivo, pero a Jungkook no le gustaba que lo follaran en absoluto. No esperaba
disfrutar de esto para nada. Era solo un trabajo. Cuanto antes terminara, antes le
pagarían. Si el Maestro Taehyung trataba esto como una tarea desagradable, no
había ninguna razón por la que Jungkook no pudiera hacer lo mismo. Unos pocos
minutos de sexo terrible no eran nada que temer. No iba a doler físicamente. Lo
único que dolería sería su orgullo y masculinidad.
—Estoy listo— dijo, sacando los dedos de sí mismo. Se inclinó sobre el
reposabrazos del sofá y esperó, mirando el fuego que bailaba alegremente en la
chimenea.
Piensa en otra cosa. Cierra los ojos y piensa en el dulce aerocoche que vas a
comprar.
Se oyeron pasos detrás de él.
Luego se oyó el sonido de una cremallera al abrirse.
Jungkook se mordió el labio inferior.
Dedos firmes agarraron su cadera.

Jungkook cerró los ojos cuando un objeto grueso y contundente presionó


contra su abertura resbaladiza. Una polla. Con un lento empujón, el hombre
estaba dentro de él. Completamente dentro de él. Y luego se quedó quieto,
dejándolo adaptarse.
Jungkook respiró. Dentro y fuera.
Maldito infierno. Había tenido consoladores por supuesto, todos los sirvientes
de placer los usaban durante el entrenamiento. Pero o había olvidado cómo se
habían sentido o la polla del maestro Taehyung era mucho más grande que los
consoladores.
Tenía una polla dentro de él. La polla de otro hombre.
Está bien. Estaba bien. Solo necesitaba disociarse y tratarlo como el pequeño
inconveniente que era. No era gran cosa. Era solo un acto físico. Como una lucha
de brazos. De verdad, ¿cuál era la diferencia entre una polla moviéndose dentro
de un agujero y una lucha de brazos? Muy poca. No significaba nada…
Los ojos de Jungkook se abrieron cuando el maestro Taehyung comenzó a
moverse.
Mierda. De acuerdo, era un poco diferente a la lucha de brazos. Era... Era una
polla moviéndose en su culo. Empujando. Follando en él. No dolía. Cualquier
pequeña incomodidad que había sentido al principio ahora se había ido. Los
sonidos húmedos eran algo mortificantes, aunque racionalmente Jungkook sabía
que era el lubricante natural que exudaba la polla del Maestro Taehyung. Todavía
sonaba como si él estuviera mojado. Como un retroceso, un hombre calluviano
cuyos genes se parecían más a sus primitivos antepasados. O una mujer.
—Te estás excitando. —señaló el maestro Taehyung, moviéndose dentro de él
metódicamente.
—¿Qué? —Jungkook se rió a medias, porque era ridículo…

Excepto que se estaba excitando. Sin ninguna maldita razón.


—Es una reacción natural al estímulo, —dijo el maestro Taehyung. Ni siquiera
sonaba sin aliento, el bastardo. —Tu canal anal es una zona erógena. Las
terminaciones nerviosas en su interior están conectadas para dar placer si se
estimulan adecuadamente.
—¿Podemos por favor no hablar de esto? —Jungkook gruñó, con la cara
caliente. —Solo sigue adelante.
—Cuidado con tu tono —dijo el Maestro Taehyung, de alguna manera sin sonar
impresionado a pesar de que su polla estaba enterrada en el culo de Jungkook.
—Sólo siga adelante, Maestro.
Casi había esperado ser castigado por su insolencia, pero podía sentir algo
parecido a diversión emanando del hombre detrás de él.
—Muy bien. —dijo el Maestro Taehyung, agarrando su cadera con más fuerza.
Sus embestidas se volvieron más rápidas, más profundas, su polla taladrándolo.
Jungkook jadeó, con los ojos muy abiertos mientras miraba sin ver la
chimenea. Pronto, el sonido de piel golpeando contra piel fue el único sonido en
la habitación. La polla en él parecía volverse más dura con cada minuto,
provocando una extraña sensación de insatisfacción cada vez que salía. Joder, se
sentía... Se sentía...
Oh dioses.
Jungkook se sintió traicionado por su propio cuerpo. No le gustaba ser jodido
en absoluto; le gustaba follar, maldita sea. No le gustaba que lo follaran hombres
extraños. Y, sin embargo, aquí estaba, apenas reprimiendo los decepcionados
gemidos cada vez que la polla se le escapaba. Era extraño, nunca le había gustado
mucho el juego anal cuando fue follado por un consolador durante su
entrenamiento. Pero parecía que una verdadera polla unida a un hombre que
sabía lo que estaba haciendo marcaba la diferencia.
De repente, se le ocurrió a Jungkook que el talento de Absorción del Maestro
Taehyung probablemente lo ayudó a sentir lo que era agradable para Jungkook.
Bueno, eso era hacer trampa.
—No tienes que hacerlo bueno para mí. —refunfuñó Jungkook.
—¿Quieres sufrir por esto?
—Bueno, no… ah… pero no necesito disfrutar esto… ah… para que me paguen
por ello.
El Maestro Taehyung abrió sus nalgas con los dedos y sacó la polla, dejando
solo la cabeza adentro.
Jungkook se tragó un ruido de protesta. Joder, ¿por qué se sentía tan vacío?
Había estado bien sin una polla en él toda su vida.
—No lo hago por tu bien. —dijo el Maestro, provocando la entrada resbaladiza
de Jungkook con su polla. —Soy un Absorbedor. Cuanto más agradable sea el acto
para ti, más agradable será para mí y menos tiempo me llevará llegar. Es más
eficiente de esa manera.
Eficiente. Muy bien, eso tenía sentido.
—Bien. —dijo Jungkook, tratando de mantener las caderas quietas y no
empujar hacia atrás en la polla. Tenía su orgullo, maldita sea. El hecho de que su
empleador lo obligara a disfrutar de esto físicamente no significaba que de
repente se volviera una puta. Esto era solo un trabajo.
—Tan terco. —murmuró el Maestro Taehyung, y finalmente empujó hacia él.
Un gemido salió de los labios de Jungkook antes de que pudiera detenerlo.
Joder, ¿cómo se siente esto tan bien?

El hombre finalmente comenzó a follarlo de verdad, su ritmo aumentaba, cada


vez más rápido, el sonido húmedo inconfundible de una polla moviéndose dentro
de un agujero. Jungkook nunca se había sentido más avergonzado y excitado en
su vida.
—Toca tu pene. —ordenó el Maestro, su voz un poco sin aliento, pero por lo
demás perfectamente en control.
Jungkook hizo lo que le dijo, acariciándolo con fuerza y rapidez al compás de
las embestidas del hombre. Oh mierda, ahí. Joder, muy bien. Ah ...
Se corrió con un pequeño gemido estrangulado, apretando alrededor de la
polla dentro de él. Su placer pareció empujar al Maestro al límite, quien se
estremeció y se derramó profundamente dentro de Jungkook.
Mierda.
Maldito infierno.
Otro hombre acababa de correrse en su trasero. Dentro de él.
Jungkook miró la chimenea con los ojos muy abiertos y aturdidos, incapaz de
creer que realmente hubiera sucedido. Incapaz de creer cuánto lo había
disfrutado.
El Maestro Taehyung dejó escapar un suspiro de satisfacción y se retiró.
Jungkook se estremeció, la sensación era extraña. Su agujero se sentía
adolorido y ardiente, pero también vagamente vacío, lo cual no era una sensación
cómoda.
—Puedes retirarte.
Jungkook se vistió apresuradamente y salió de la habitación, con las piernas
temblorosas y la cara muy cálida.
CAPITULO 2

Diez días después, Jungkook estaba sentado en la cama de su habitación en la


casa del maestro Taehyung, tratando de concentrarse en el video chat con Jieun,
la hermosa aprendiz con la que había estado coqueteando durante un tiempo.
Pero no importaba lo hermosa que fuera Jieun o lo interesante que fuera la
historia que le estaba contando, él simplemente no podía concentrarse.
El tapón en su culo lo distraía mucho, casi tanto como la idea de que habían
pasado horas desde la última vez que atendió a su Maestro. Probablemente lo
llamarían pronto. No quería que Jieun escuchara eso. Aunque ella sabía que él
era un sirviente de placer, Jungkook no le había dicho que había estado sirviendo
a un Maestro masculino. No estaba seguro de lo bien que se lo tomaría. Tal vez
no sería un problema para ella, pero joder, sería tan humillante si la mujer que le
gustaba se enterara de que Jungkook estaba hablando con ella con un tapón en el
culo porque su empleador le ordenó que lo usara para mantenerse preparado en
todo momento para su polla.
El maestro Taehyung no había exagerado cuando le dijo que usaría los
servicios de Jungkook con frecuencia. Su segunda vez había ocurrido cinco horas
después de su primera vez teniendo sexo. Aunque llamar al eficiente e impersonal
acto “sexo” parecía en gran medida inexacto. El maestro Taehyung simplemente
lo inclinó sobre su escritorio y lo usó de la misma manera sensata, apenas tocando
el cuerpo de Jungkook. A su Maestro le gustaba la eficiencia. Y la frecuencia. El
“sexo” generalmente ocurría tres veces al día, a veces más a menudo si el Maestro
Taehyung estaba más cerca de otras personas.
La peor parte fue que, a pesar de la manera impersonal que adoptó su Maestro,
de alguna manera logró hacer que Jungkook disfrutara el acto, el acto de tomar
una polla por el culo.
Jungkook sintió que su rostro se calentaba, su agujero se cerraba alrededor del
tapón involuntariamente. Hizo una mueca ante la sensación. El tapón no estaba
tan mal, solo un poco incómodo, a veces en el buen sentido. No lo odiaba, pero
tampoco lo amaba, al menos no de la forma en que su cuerpo traidor parecía amar
de manera extraña la gruesa polla de su Maestro. La polla del Maestro Taehyung
era dura pero la textura era suave y cómoda y ...
De todos modos. Habían pasado tres horas y media desde la última vez.
Probablemente debería terminar su conversación con Jieun antes de que lo
convocaran. Eso haría las cosas incómodas.
—Uh, tengo que irme. —dijo Jungkook distraídamente.
El rostro de Jieun decayó.
Hace diez días, la confirmación de que una mujer tan hermosa estaba
interesada en él habría enviado a Jungkook a la luna, pero ahora parecía que no
podía apreciarlo adecuadamente, demasiado distraído por la perspectiva de ser
follado pronto.
Jungkook suspiró y se dejó caer en su cama una vez que se despidieron.
No le gustó. No le gustaba que su cuerpo se hubiera acostumbrado tanto a ser
follado que ahora en realidad… lo esperaba un poco. Jungkook deseaba poder
separarse del acto, tratarlo como solo un trabajo; era un trabajo, después de todo.
Pero no pudo. Por mucho que lo intentara, parecía que no podía separarse e
ignorar la polla que le metían dentro cada pocas horas. Ya estaba acostumbrado.
Acostumbrado al punto de que no tener una polla en él había comenzado a
sentirse raro. Jungkook supuso que era cierto que uno podía acostumbrarse a
cualquier cosa, incluso a ser el juguete de un hombre frío e insensible.
Considerando todo, podría haber sido peor. Mucho peor. Yugyeom, un
compañero sirviente de placer de su edad, estaba actualmente sirviendo a un viejo
Maestro que parecía lo suficientemente mayor para ser su abuelo. Puaj. Teniendo
en cuenta cuánto tiempo vivían los Calluvians y cuán lentamente envejecían,
Jungkook ni siquiera quería pensar en la edad del Maestro de Yugyeom. Al menos
el Maestro de Jungkook era relativamente joven y viril y… no estaba mal a la vista.
No es que Jungkook hubiera visto mucho al Maestro Taehyung: el hombre ni
siquiera se desnudó, simplemente lo inclinaba y sacaba su polla. Realmente
trataba el sexo como una tarea desagradable que estaba impaciente por terminar.
Como si fuera una señal, sonó su comunicador.
Jungkook se sentó de un tirón y respondió.
—Mi oficina. —dijo el Maestro Taehyung antes de desconectarse.
Jungkook se puso de pie y bajó las escaleras, tratando de ignorar el hecho de
que su polla ya estaba un poco dura. Llamó a la puerta de la oficina del Maestro
antes de entrar.
—¿Me querías, Maestro? —dijo, mirando al hombre sentado detrás del
escritorio. El Maestro Taehyung parecía estar trabajando, con la mirada fija en
los holodatos que tenía delante.
—Sí. —dijo el Maestro, sin siquiera mirarlo. —Ven aquí. Usa tu boca.
A Jungkook le dio un vuelco el estómago. Hasta ahora, su empleador nunca le
había pedido esto, prefiriendo simplemente follarlo por detrás. Jungkook había
chupado bastantes pollas cuando se enganchó con hombres, y no tenía reparos
en hacer una mamada. Así que esto debería haber sido un alivio.
Entonces, ¿por qué no lo fue? ¿De dónde venía esta... decepción? No podía
estar decepcionado porque no iba a ser jodido esta vez, ¿verdad? ¿Verdad?
Sacudiendo el inquietante pensamiento, Jungkook se acercó al hombre mayor
y se arrodilló frente a él.
Desabrochó los pantalones del Maestro Taehyung y sacó su ya dura polla.
Oh.
Jungkook se humedeció los labios. Nunca la había visto tan de cerca. Era una
gran polla, si era honesto. Deseó tener una polla así de bonita. No es que su propia
polla fuera pequeña, no lo era, pero esta era...
—Sigue adelante. —dijo una voz tranquila.
Jungkook siguió adelante. Comenzó lamiendo la polla como una paleta
gigante, acostumbrándose a su sabor y tacto.
Miraba al Maestro Taehyung de vez en cuando, pero el bastardo frío ni siquiera
había dejado de leer algo en su datapad mientras Jungkook le chupaba la polla,
lo cual era... un poco insultante. Cabreó a Jungkook, así que él redobló sus
esfuerzos, decidido a obtener una reacción.
La parte de chupar la polla al menos estaba bien. La polla del maestro
Taehyung sabía bien. Era bonita y grande, pero no intimidante. Era de un tamaño
perfecto, muy bien formada también. Jungkook tarareó alrededor de la polla en
su boca, moviendo su cabeza arriba y abajo a lo largo del Maestro, sus ruidos eran
el único sonido en la habitación. Miró hacia arriba y vio que el Maestro Taehyung
lo estaba mirando ahora, aunque volvió a mirar su datapad tan pronto como
Jungkook miró hacia arriba.
Antes de que Jungkook pudiera pensar en ello, alguien llamó a la puerta.
—Entra. —dijo el Maestro Taehyung.
Los ojos de Jungkook se agrandaron. Trató de soltar la polla, pero una pesada
mano en su cabeza se lo impidió. —Sigue chupando. —murmuró Taehyung, su
atención en el recién llegado.
Jungkook lo miró indignado, su cuerpo se puso caliente por la vergüenza y por
algún otro sentimiento que no podía nombrar. Pero hizo lo que le dijo y volvió a
chupar, tratando de desconectarse de la conversación entre el Maestro Taehyung
y el otro Maestro, el Maestro Zaid.
Joder, ¿cómo debe verse, de rodillas frente a la silla del Maestro Taehyung,
chupándole la polla en presencia de otro hombre? Nunca se había sentido tan
cosificado. Se sintió como un objeto. Un calentador de pollas.
—Lindo. —comentó el Maestro Zaid distraídamente, y Jungkook tardó un
momento en darse cuenta de que estaba hablando de él. —¿Quieres compartir,
Taehyung? Me vendría bien una boca alrededor de mi polla, también.
Jungkook se tensó. Estrictamente hablando, un Maestro podía compartir los
servicios de su sirviente con otro: no estaba prohibido por el contrato.
Estaba bien. Todo estaría bien. No había ninguna razón para que su estómago
se revolviera así. ¿Qué diferencia hacia realmente? Una polla era una polla.
Pero no importaba lo que se dijera a sí mismo, la pequeña y estúpida parte de
él que alguna vez había soñado con ser elegido por un Maestro como Aprendiz
rehuía a la idea de ser una cosa tan insignificante que su Maestro podría
simplemente prestársela a otro. Fue jodidamente estúpido e irracional; Jungkook
lo sabía. Pero eso no cambió cómo se sentía.
El Maestro Taehyung enterró los dedos en el cabello de Jungkook y tiró
ligeramente, haciéndolo mirar hacia arriba. Los ojos oscuros lo estudiaron
intensamente, los dedos acariciando el bulto de su propia polla a través de la
mejilla de Jungkook.
—¿Debería prestarte al Maestro Zaid? —Taehyung dijo con voz tranquila y
casual, como si estuviera debatiéndolo, pero su expresión era aguda. Había algo
en esos ojos marrones que le hizo pensar a Jungkook que no era tan indiferente
ante la idea como parecía.
Jungkook quería decir que no. Quería hacerlo, pero sabía que en realidad no
era una pregunta. Había renunciado a su derecho a decir sí o no. Además, si decía
eso, el Maestro Zaid probablemente se ofendería, y era infame en el Alto Hronthar
por su crueldad y malvado sentido del humor. No lo querrías como tu enemigo.
Así que permitió que sus instintos lo guiaran: dejó que la polla de Taehyung se
deslizara fuera de su boca y presionó su mejilla contra ella, mirando a su Maestro
por debajo de sus pestañas bajas. Arrastró sus labios contra la longitud que
goteaba. Quiero tu polla, Maestro, pensó tan fuerte como pudo, esperando que
pudiera ser capaz de captar sus pensamientos. Solo la tuya.
Las fosas nasales del maestro Taehyung se ensancharon.
Empujó su polla de nuevo en la boca de espera de Jungkook.
—Yo mismo necesito sus servicios, Zaid. —dijo, enterrando los dedos en el
cabello de Jungkook y empujándolo sobre su polla. Su oscura mirada permaneció
en Jungkook, sin dedicar ni una sola mirada al Maestro Zaid.

El Maestro Zaid dijo algo, pero Jungkook ya ni siquiera podía oírlo, sus ojos se
encontraron impotentes con los de su Maestro mientras usaban su boca a fondo.
Joder, había algo tan descarado, tan sucio en esto.
Jungkook cerró los ojos, perdiéndose en la sensación de una polla moviéndose
dentro de su boca, estirando sus labios ampliamente. Se desconectó por completo
de la conversación en la habitación, concentrándose solo en los dedos del Maestro
Taehyung acariciando ociosamente su cabello mientras le follaba la boca. Se
sintió... Se sintió bien. No recordaba la última vez que alguien lo tocó con tanta
dulzura. Como todo el mundo en el Alto Hronthar, era un huérfano sin familia, y
aunque tenía algunos amigos, en realidad no eran del tipo que acariciaban. Ser
tocado de esta manera... sentir dedos fuertes rastrillar su cuero cabelludo... se
sentía tan malditamente agradable. Tan placentero. Tan diferente de las Maestras
–querían que él las tocara a ellas, y rara vez eran muy cariñosas.
Jungkook apenas notó que el Maestro Zaid se iba, todos sus sentidos se
concentraron en los dedos en su cabello y la polla en su boca. Se sintió cálido.
Muy cálido.
—Sube aquí. —dijo el maestro Taehyung. —Quiero correrme en tu culo.
Asquerosamente ansioso, Jungkook se quitó la túnica y se subió al regazo del
hombre.
Ojos oscuros recorrieron su cuerpo desnudo, ilegibles pero intensos,
deteniéndose en su dura polla. A su Maestro sólo le tomó un momento sacar el
tapón de su culo y reemplazarlo con su polla.
La boca de Jungkook se abrió en un gemido silencioso mientras se llenaba
hasta el borde, la polla en él lo estiraba tan malditamente bien.
Tal vez ser el sirviente del placer de este hombre no era tan malo, después de
todo.
Fue su último pensamiento durante mucho tiempo.
CAPITULO 3

Jungkook no estaba seguro de lo que decía sobre él que no recordaba la última


vez que había dormido en su apartamento. Había pasado un mes desde que
comenzó a atender al Maestro Taehyung, y honestamente luchó por recordar la
última vez que había pasado más de unas pocas horas al día en su apartamento
en el Distrito Uno. La mansión del Maestro Taehyung en el distrito de los
Maestros era el lugar donde pasaba la mayor parte de su tiempo ahora, por lo que
tenía sentido trasladar algunas de sus cosas a su habitación allí. Por conveniencia,
por supuesto. Simplemente no era práctico dejar sus cosas en su apartamento y
volver constantemente si necesitaba algo.
Además, al maestro Taehyung no parecía que le importara o importarle un
carajo lo que estaba haciendo Jungkook, siempre que lo atendiera bien y con
frecuencia. Y Jungkook definitivamente lo atendió bien y con frecuencia.
Su plan para conseguir que lo despidieran estaba olvidado hace mucho tiempo.
El trabajo estaba... bien. Esa fue la palabra, sí.
—Ah, ah, ahí. —gimió en la alfombra mientras la polla del Maestro Taehyung
entraba y salía de él.
Estaban en el suelo de la sala de estar. No llegaron al dormitorio; el Maestro
Taehyung lo había reclamado en el momento en que llegó a casa, luciendo
visiblemente agitado. Era algo bueno que Jungkook todavía estuviera lubricado y
estirado por su follada anterior, ni siquiera necesitaba usar el tapón en estos días,
así que todo lo que había necesitado era que su Maestro sacara su polla y le
levantara la túnica.
Una mano firme le apretó la nuca, presionando el rostro de Jungkook con más
fuerza contra la alfombra exuberante. La dura polla dentro de él empujaba hacia
adentro y hacia afuera, el cuerpo del Maestro Taehyung era sólido y pesado
encima de él. Se sentía, dioses, indescriptible. El grosor en él, la firmeza de esa
polla estirándolo, el peso de este hombre encima de él. Se sentía tan cosificado,
pero tan, tan bueno. Los gemidos agudos salían de su boca con cada embestida,
le dolía la polla, las bolas le pesaban entre las piernas mientras el Maestro
Taehyung lo follaba con fuerza.
—Te encanta esto. —dijo el Maestro en una voz tan baja que sonó como un
gruñido. Apretó el cuello de Jungkook y dejó de empujar. —Admítelo.
—Me encanta. —balbuceó Jungkook, incoherente con la necesidad de ser
jodido, más profundo, más. —Muévete, vamos.
—Ruégame.
Hace un mes, se habría resistido. Se habría burlado. Hace un mes no había sido
tan adicto a este sentimiento.
—Por favor, —dijo Jungkook, tratando de empalarse en la polla. —Por favor
dámelo, Maestro. Por favor, por favor, por favor.
Y el Maestro Taehyung se lo dio.
Su peso estaba completamente encima de Jungkook ahora, empujó hacia su
agujero descuidado y comenzó a follarlo fuerte y rápido.
Y Jungkook lo perdió por completo, gimiendo de pura felicidad. Sí, sí, sí…
Se corrió con tanta fuerza que vio estrellas, y luego se corrió de nuevo cuando
sintió a su Maestro correrse también, o al menos así lo sintió. Suspiró de felicidad,
el bucle de placer telepático casi demasiado. Últimamente había estado
sucediendo con más frecuencia, el placer del Maestro Taehyung sangraba a través
de sus escudos mentales.
O tal vez eran los escudos mentales de Jungkook los que se estaban
comprometiendo. Tal vez se había comenzado a sentir demasiado cómodo con
este hombre y había bajado la guardia.
El pensamiento fue un poco alarmante, pero no lo suficiente como para
penetrar a través de la niebla de felicidad en la mente de Jungkook.
Apenas detuvo un gemido cuando el Maestro Taehyung comenzó a salir de él.
Siempre odió esa parte. Lo dejó sintiéndose vagamente vacío y equivocado. Sin
mencionar que tan pronto como el Maestro le sacó la polla, las funciones
cerebrales superiores de Jungkook regresaron y comenzó a sentirse avergonzado
por la forma en que se había comportado. Como la peor puta de pollas. Joder,
¿qué le estaba pasando?
—No sé por qué te haces esto. —dijo el maestro Taehyung rodando fuera de él,
quedando sobre su espalda y suspirando de satisfacción.
Jungkook también rodó sobre su espalda y miró al techo.
—¿Hacer qué?
—Sentirte avergonzado por la respuesta natural de tu cuerpo hacia mí.
Jungkook hizo una mueca, sus mejillas estaban calientes. No había nada
jodidamente natural en la forma en que se convirtió en una puta por la polla de
su empleador.
—Es simplemente extraño. —dijo, pasando una mano por su cabello
desordenado. —No solía gustarme que me follaran. Hasta ti. Pero ahora estoy
todo... —se encogió de hombros, incapaz de decirlo. —Es raro.
El maestro Taehyung se apoyó en un codo y puso una mano en la barbilla de
Jungkook, obligándolo a volver la cabeza hacia él.
Jungkook lo hizo, de mala gana.
Los ojos marrones oscuros lo estaban estudiando de una manera que hizo que
Jungkook se sintiera incómodo. Transparente.
—¿Por qué encuentras degradante estar en el extremo receptor del sexo con
penetración? Es solo sexo. No te hace menos solo porque no juegas un papel
dominante.
Jungkook se burló, incapaz de sostener su mirada. —Fácil para ti decirlo. ¿Por
qué no me dejas follarte entonces?
El maestro Taehyung se encogió de hombros.
—Lo probé cuando era joven y no lo encontré tan agradable. Pero tú sí lo haces.
Mucho.
Jungkook lo miró con desgana y se mordió el interior de la mejilla. —No soy...
—se calló, odiándose un poco a sí mismo por su incapacidad para mentirle a este
hombre. —Siempre quise ser elegido por un Maestro —dijo en voz baja, fijando
sus ojos en el hombro del Maestro Taehyung. —Como Aprendiz, obviamente. Soy
un telépata de clase 4, bastante fuerte. Mis instructores dijeron que los Iniciados
como yo generalmente eran elegidos. Pensé que era lo suficientemente bueno —
sonrió, esperando que no pareciera demasiado amargo. —Pero no lo era. Ningún
maestro me eligió como Aprendiz, así que terminé en el departamento de servicio.
—volvió a mirar al techo. —Cuando el Coordinador sugirió que me iría bien como
sirviente de placer, me pareció una broma, ¿sabes? Pasar de mis ambiciones de
ser un Maestro algún día a ser un juguete para varios Maestros. Fue muy...
descorazonador, supongo —Jungkook rió entre dientes. —No quería ser un
sirviente de placer.
Pero resultó que mis talentos eran limitados incluso como sirviente. No tenía
aptitud para ningún otro trabajo en el departamento de servicios. Así que al final
no tuve más remedio que convertirme en un sirviente de placer.
También existía la opción de dejar el Alto Hronthar por completo e irse a vivir
con los forasteros, pero esa opción había sido demasiado abrumadora. Los
Iniciados no reclamados no se vieron obligados a permanecer en la Orden, pero
irse significaba cortar todos los lazos con su antigua vida. A Jungkook no le
agradaba la perspectiva de que le borraran los recuerdos y no volver a ver a sus
amigos de aquí nunca más.
—Así que sí. —dijo Jungkook con una sonrisa torcida. —No es como si tuviera
muchas otras opciones. Y el trabajo no es tan malo. Es solo sexo. Soy bueno en el
sexo. Pero me hice la promesa de que mantendría cierto grado de control, incluso
si es una ilusión, que nunca… —se interrumpió, sintiéndose profundamente
incómodo. Ya había dicho más de lo que jamás le había dicho a nadie.
—Ya veo.
Cuando Jungkook finalmente encontró el coraje para mirarlo, la mirada del
Maestro Taehyung estaba fija en él con una expresión extraña y suave que
Jungkook no podía leer del todo.
—No deberías ser un sirviente de placer si no quieres serlo. —dijo al fin.
Jungkook soltó una carcajada. —Hablando como miembro privilegiado del
Consejo. No es tan simple, Maestro.
—Taehyung.
Cuando Jungkook lo miró sin comprender, el Maestro aclaró:
—Puedes llamarme Taehyung.

Jungkook solo pudo mirarlo, aturdido e inseguro de cómo responder a eso. Era
inaudito que un sirviente de placer llamara a un Maestro, y mucho menos a un
Gran Maestro del Consejo, por su nombre. Diablos, a los sirvientes de placer no
se les permitía levantar la vista hacia un Maestro sin un permiso explícito. Esto
fue completamente sin precedentes.
Le hacía sentir... como una persona. No solo un sirviente sin talento que solo
era lo suficientemente bueno para ser un juguete sexual. Una persona.
Antes de que Jungkook pudiera detenerse, se inclinó y presionó sus labios
contra los de su Maestro. Sintió que Taehyung se tensaba un poco, y luego una
mano se enterró en el cabello de Jungkook y Taehyung le devolvió el beso.
Oh.
Jungkook nunca había sido muy aficionado a los besos. Vio poco sentido en
eso. ¿Qué tenía de sexy intercambiar saliva y probar lo que fuera que la otra
persona había comido recientemente?
Pero dioses, la forma segura y serena en que Taehyung besó fue increíblemente
satisfactoria. Fue directo a la polla de Jungkook. Le hizo gimotear y abrir más la
boca, deseando que la lengua fuera más profunda. Mierda…
Envolviendo sus brazos alrededor de su Maestro, Jungkook lo colocó encima
de él y abrió las piernas. Parecía lo más natural del mundo encontrar la polla
endurecida de Taehyung y alinearla con su entrada. Jungkook estaba un poco
dolorido y ni siquiera estaba completamente duro todavía, pero no le importaba:
quería a este hombre dentro de él, ahora.
Gimió en la boca de Taehyung cuando consiguió lo que quería.
Sí, sí, por favor.
CAPITULO 4

Besar era una cosa pequeña. No debería haber cambiado nada.


Pero lo hizo.
Hizo que el sexo fuera menos impersonal. Más íntimo. Hizo que Jungkook se
diera cuenta de que la lujuria y el deseo no eran lo mismo. Cuando miró a
Taehyung, quería. Quería tocar y ser tocado. Besar y ser besado. El deseo lo hizo
ansioso por el regreso de Taehyung. El deseo le hizo sentir un hormigueo en el
interior cuando los labios de Taehyung se curvaron en una sonrisa, y Jungkook
solo podía besarlo de nuevo. Una y otra vez y otra vez y otra vez. Y una vez más.
El deseo era un pequeño monstruo horrible dentro de él que parecía anhelar
más cuanto más Jungkook lo alimentaba.
Así que siguió alimentándolo. Porque no estaba seguro de qué pasaría si se
detenía.

~*~

Había una regla según la cual los instructores de Jungkook siempre le


advirtieron: No apegarse a su empleador. Todo sirviente del placer sabía lo
importante que era esa regla. Jungkook también lo hizo. Siempre se había
burlado cuando escuchó historias de sirvientes de placer que se enamoraban de
sus empleadores. Idiotas, había pensado de ellos.
Y ahora…
Jungkook era lo suficientemente consciente de sí mismo como para darse
cuenta de que se estaba obsesionando un poco. Un poco apegado. Era consciente
de que Taehyung le agradaba más de lo que le habían gustado todos sus
empleadores anteriores juntos. Taehyung simplemente lo hizo sentir… bien.
Taehyung no lo trataba como una cosa. A Jungkook le gustó la forma en que
Taehyung lo miraba, sus ojos oscuros atentos y concentrados. Le gustó la forma
en que Taehyung lo tocó: asertivo pero gentil. A Jungkook le gustaba pasar
tiempo con él, le gustaba compartir comidas con él, le gustaba despedirse de él
con un beso y esperarlo en casa. Incluso le gustaba verlo trabajar.
Sabía que estaba pisando aguas peligrosas, pero aún confiaba en que lo tenía
bajo control. Lo hizo totalmente.
Realmente.

~*~

Jungkook miró su reloj y frunció los labios. Ya era medianoche.


Estrictamente hablando, Taehyung no le había dicho que lo esperara, porque
era muy probable que esta sesión del Consejo fuera larga, pero Jungkook había
decidido esperarlo de todos modos. Su Maestro generalmente estaba excitado
después de pasar horas en lugares cerrados con varias docenas de personas, lo
que inevitablemente lo hizo absorber algunos de sus impulsos sexuales. Taehyung
lo iba a necesitar.
Jungkook bostezó y miró con nostalgia la cama.
La cama de Taehyung.
Rara vez tenían sexo en la cama y, en las raras ocasiones en que lo hacían,
Jungkook nunca se había quedado en esa cama después del sexo. Pero sabía que
el colchón era suave y cómodo. Acostarse solo por un momento no estaría de más,
¿verdad?
Jungkook se estiró en la cama con un suspiro de satisfacción.
Las frías sábanas se sentían increíbles contra su piel desnuda.

Se puso boca abajo y apretó la cara contra la almohada. Olía muy bien.
Jungkook respiró profundamente, y luego una y otra vez, antes de darse cuenta
de que lo que estaba inhalando con tanta avidez era el aroma de Taehyung. Su
loción para después del afeitado.
Jungkook hizo una pausa y luego tomó otra respiración culpable. Solo olía
bien, ¿de acuerdo?
—Pensé que ya te habrías ido.
Jungkook se ruborizó, se volvió de espaldas y se sentó rápidamente. —¿Quieres
que me vaya? Pensé que me necesitarías… mis servicios esta noche, pero si estás
cansado, me iré.
Taehyung dejó caer su túnica negra sobre la silla y negó con la cabeza. —Estoy
cansado, pero esta noche estaba sentado al lado del Maestro Ervis y... —hizo una
mueca. —Digamos que el hombre piensa en el sexo con demasiada frecuencia
para una persona de 127 años.
Riendo, Jungkook se puso de pie. —Ven aquí, déjame ayudarte a desnudarte.
—desabotonó la camisa de Taehyung sin prisa mientras Taehyung solo lo miraba
con ojos oscuros.
—¿Qué? —Jungkook dijo, una sonrisa tirando de sus labios. Taehyung se
encogió de hombros y no dijo nada, todavía mirándolo.
Sintiéndose extrañamente nervioso, Jungkook terminó de desnudarlo y lo
empujó hacia la cama.
Era la primera vez que Jungkook veía a su Maestro completamente desnudo.
Era hermoso: todo músculo liso sin ser demasiado fornido. Taehyung se
recostó contra las almohadas, mirándolo con los ojos entrecerrados mientras
Jungkook deslizaba sus labios por su cuerpo, besando sus pectorales, sus duros
abdominales, antes de finalmente llevarse su rígida polla a la boca.

—Mírame. —ordenó Taehyung. —Mantén tus ojos en mí.


Jungkook hizo lo que le dijo, sosteniendo la mirada de su Maestro mientras
chupaba su polla. Se sentía insoportablemente íntimo. E increíblemente
excitante. Jungkook se encontró empujando su polla contra el colchón mientras
Taehyung disfrutaba de su boca.
Después, se quedó dormido allí mismo, saciado y contento, con el sabor de su
Maestro aún en sus labios.
Se despertó de costado, sintiéndose muy cálido y bien. Le tomó un momento
darse cuenta de que el peso en su cintura era el brazo de Taehyung. La dureza
familiar estaba presionada contra su trasero, pero Taehyung parecía lo
suficientemente contento como para abrazarlo.
Jungkook tarareó, disfrutando de lo bueno que era sentir esa piel desnuda
contra su piel desnuda. —Deberíamos hacer esto en la cama más a menudo. —
murmuró, entrelazando sus dedos con los de Taehyung.
—Deberíamos. —coincidió Taehyung, chupando moretones en su cuello.
Jungkook sonrió, volvió la cabeza y frotó los labios contra la mejilla sin afeitar
de Taehyung. Taehyung unió sus bocas y Jungkook le devolvió el beso con avidez,
sin importarle el aliento matutino. Joder, este hombre.
Era la mejor mañana que había tenido en mucho tiempo.
~*~

No fue la última.
Jungkook no estaba seguro de cómo había sucedido, pero después de esa
noche, pasó la mayoría de las noches en la cama de Taehyung. Realmente nunca
hablaron de eso, pero seguía sucediendo una y otra vez. Taehyung no parecía
tener prisa por echarlo de la cama después del sexo, y Jungkook se sentía
demasiado perezoso para irse cuando podía quedarse en los brazos de Taehyung
e intercambiar besos perezosos hasta que ambos se durmieron.
A veces se despertaba en medio de la noche y simplemente disfrutaba de cómo
los brazos de Taehyung se sentían a su alrededor, sólidos y cálidos. A él le gustó.
Le gustaba escuchar la respiración uniforme de Taehyung. Le gustaba quedarse
dormido con el sonido. Fue como la mejor canción de cuna del mundo.
Las campanas de advertencia estaban comenzando a sonar en el fondo de su
mente, pero Jungkook las ignoró, enterrando su rostro contra el pecho de
Taehyung y dejando que los latidos constantes de Taehyung le volvieran a dormir.

~*~

El tiempo pasó de forma extraña. A veces, los meses parecían pasar a la


velocidad de la luz y, a veces, el tiempo parecía arrastrarse al paso de un caracol.
El tiempo tendía a retrasarse cuando Taehyung estaba lejos del Alto Hronthar,
aunque últimamente se llevaba a Jungkook con él en todos sus viajes fuera del
planeta, sin importar lo corto que fuera el viaje.
A Jungkook le encantó. Sabía que estos viajes eran por negocios, pero aun así
se sentían como vacaciones, especialmente cuando Taehyung lo llevó al
paradisíaco planeta Neone. Después de que el negocio de Taehyung concluyó,
pasaron varios días holgazaneando en la hermosa playa y teniendo sexo todo el
tiempo.
La arena era molesta, pero a Jungkook no le importaba.
Se sentía como si estuviera sonriendo todo el tiempo.
~*~

Jungkook llevaba siete meses trabajando para Taehyung cuando el tema surgió
por primera vez.

—¿Qué opinas sobre una fusión? —Taehyung murmuró, rompiendo el cordial


silencio que se había apoderado de ellos después del sexo.
Jungkook abrió los ojos, aunque no pudo ver mucho, ya que su rostro estaba
enterrado contra el costado de su Maestro. Él se rió entre dientes.
—¿Es una pregunta hipotética?
Taehyung guardó silencio y pasó los dedos por el brazo desnudo de Jungkook
flojamente.
—¿Quieres que lo sea? —dijo al fin.
Jungkook se humedeció los labios secos y se apartó un poco para mirarlo a los
ojos. —¿Hablas en serio? —él susurró.
La mirada de Taehyung se mantuvo firme. —No te estoy presionando. —dijo.
—No está en nuestro contrato. Puedes, y debes, decir que no si no quieres hacerlo.
Los riesgos no son pequeños. Soy un telépata de clase 5, y eso significa...
—Quiero intentarlo. —espetó Jungkook, un poco avergonzado por su propio
entusiasmo, pero demasiado asustado de que Taehyung se retractara de su oferta
antes de que pudiera acceder. Una fusión telepática era el acto más íntimo en el
que podía participar su especie. La gente decía que era más íntimo y más
agradable que el sexo. Jungkook no estaba seguro de creerlo, pero siempre había
sentido curiosidad por ello. El problema era que las fusiones telepáticas solo
podían ser practicadas por un Maestro capacitado. Los sirvientes de placer no
entrenados como él tenían estrictamente prohibido practicarlas, por una buena
razón.
Una fusión telepática era básicamente un acto de desnudar tu mente a la de
otro. Un telépata de alto nivel con malas intenciones podría hacerte cualquier
cosa durante la fusión, incluso hacer que tu corazón se detenga. No ayudó que se
supiera que las fusiones telepáticas eran altamente adictivas si había una alta
compatibilidad mental. Supuestamente se sentían muy, muy bien.
—¿Está seguro? —Taehyung dijo, poniendo sus dedos justo debajo de la oreja
izquierda de Jungkook, donde estaba ubicado su punto telepático. Aunque su
rostro estaba casi impasible, había hambre en sus ojos ahora, profunda y
depredadora. Era obvio que lo deseaba desesperadamente. Era un poco
conmovedor que todavía quisiera asegurarse de que Jungkook realmente lo
quisiera.
Jungkook asintió. —Estoy seguro. —dijo con una leve sonrisa, su estómago
lleno de mariposas. Joder, la mera idea de tener a este hombre tan
profundamente dentro de él que podría sentirlo dentro de su mente era ... tan
aterradora como estimulante.
Taehyung lo miró un momento antes de negar con la cabeza y apartar la mano.
—No estás listo todavía.
Jungkook frunció el ceño. —¿Por qué no?
Sonriendo un poco, Taehyung tocó el labio inferior de Jungkook con el pulgar.
—No te pongas de mal humor. Es por tu propio bien. Piensa en ello al menos
durante unos días. No quiero presionarte para que lo hagas. —algo cambió en su
expresión. —Francamente, está muy mal visto hacerlo con un sirviente del placer
que no está certificado en placer mental. Se supone que debo contratar a otro
sirviente para algo como esto.
El estómago de Jungkook se revolvió. —Puedo hacerlo. —dijo rápidamente,
apretando su brazo alrededor de la cintura de Taehyung. —¡Quiero hacerlo!
Taehyung negó con la cabeza. —Tres días. Te lo volveré a preguntar en tres
días, y si aún lo quieres, lo haremos.
—No veo ningún sentido en esperar. —dijo Jungkook, sintiéndose mucho más
decepcionado de lo que probablemente debería haberse sentido. —Mi respuesta
no cambiará. Nada cambiará en tres días.

—Jungkook.
Suspirando, Jungkook se acurrucó en su bíceps. —Bien. —dijo, tratando de no
fruncir el ceño visiblemente. No estaba de mal humor, maldita sea. Era un
hombre adulto. —Tres días.
Parecía que el tiempo se arrastraba para siempre, y al final del tercer día,
Jungkook sintió ganas de golpear a alguien. Preferiblemente a sí mismo, para
poner algo de sentido en su cabeza.
Había terminado estando tanto en lo correcto como en lo horriblemente
equivocado: su opinión no había cambiado, pero sería incorrecto decir que nada
había cambiado. Con cada día que pasaba, se sentía más nervioso e impaciente,
irracionalmente paranoico de que Taehyung cambiara de opinión y decidiera
emplear los servicios de un sirviente profesional del placer mental en lugar de
decidirse por él.
No es que fuera de su incumbencia si su Maestro decidiera hacerlo. Por
supuesto que no lo era. Jungkook lo entendía. Lo hacía totalmente. Pero no hizo
nada para borrar el feroz y feo impulso de envolver a Taehyung y gruñir ...
Joder, estos pensamientos posesivos lo asustaban. Era una suerte que
Jungkook, en general, no pensara demasiado en las cosas o perdiera el sueño por
ello. Su forma favorita de lidiar con las emociones inconvenientes era
generalmente ignorarlas hasta que se iban. Así que hizo todo lo posible por
ignorar esos pensamientos estúpidos. No querían decir nada. Lo único que
querían decir era que podría haberse encariñado un poco. Un poquito. Un
poquito muy pequeñito. Tan pequeñito que no valía la pena estresarse.
Claro.
Al caer la tarde del tercer día, Jungkook estaba preparado. Algunos dirían
incluso que estaba demasiado preparado. Literalmente estaba temblando de
impaciencia. Aunque había dejado de usar tapones hace meses, se había puesto
uno dentro esa tarde. No creía que pudiera esperar un solo momento después de
la llegada de Taehyung a casa.
Quería a su Maestro dentro de él. Quería que tocara su núcleo telepático, lo
acariciara con el suyo, hasta que estaba en todas partes. En cada una de sus
células. Dentro de él.
Joder, ¿por qué pensar en eso lo excitaba? Ni siquiera había experimentado
una fusión telepática; ¿por qué estaba tan convencido de que se sentiría increíble?
Era la forma más invasiva de contacto telepático. Debería haber estado asustado.
O al menos aprensivo. No excitado de forma inapropiada.
Y, sin embargo, Jungkook lucía una erección completa cuando llegó Taehyung.
Su Maestro se detuvo en la puerta de su dormitorio, su mirada se agudizó al ver
la forma agitada y sonrojada de Jungkook en su cama. Su forma muy desnuda.
Con la mirada fija en él, Taehyung dejó caer su túnica negra al suelo,
quedándose solo con su camisa y pantalones negros.
Joder, estaba tan caliente. Su cuerpo alto y en forma, su rostro anguloso y sus
intensos ojos marrones.
La polla de Jungkook palpitaba, dolorosamente dura.
—Es una cálida bienvenida. —murmuró Taehyung.
Jungkook ni siquiera podía obligarse a coquetear. Mirándolo a los ojos, abrió
las piernas de forma desenfrenada y lentamente sacó el tapón de su agujero.
Joder, una parte de él, una parte muy distante de él, no podía creer su
comportamiento desvergonzado. Si alguien le hubiera dicho hace siete meses que
estaría abriendo las piernas con tanto entusiasmo por otro hombre como el peor
tipo de zorra por polla, los habría golpeado.

Sin embargo, aquí estaba. Excitado y ansioso por la polla de otro hombre,
encontrándolo con un tapón en su trasero como una puta bien entrenada.
Jungkook se estremeció, abriendo más los muslos, perversamente disfrutando
de lo cachondo que se sentía, disfrutando del deseo que podía leer en los ojos de
Taehyung. Se sentía sexy. Deseable. Fue una sensación embriagadora.
—Entra en mí. —dijo, mirando de los ojos de Taehyung al bulto notable en la
parte delantera de sus pantalones. —Te quiero dentro de mí cuando nos fusiones.
La garganta de Taehyung se movió. —No creo que sea una buena idea. —dijo.
—Podría perder el control de esa manera. Podría lastimarte.
No importa.
Jungkook se tragó las estúpidas palabras y dijo algo sólo un poco menos
estúpido. —Confío en ti.
La mirada de Taehyung pareció oscurecerse. —No seas tonto. —dijo, pero ya
estaba avanzando.
Cuando el cuerpo desnudo de Taehyung se posó sobre él, Jungkook gimió de
felicidad. Su gemido se volvió agudo cuando la polla de Taehyung entró en él con
un fuerte empujón. Sí, sí, por favor. Dioses, era la mejor maldita sensación del
mundo: la forma en que estaba estirado hasta su límite, la forma en que la polla
de Taehyung se frotaba contra las sensibles paredes de su agujero. No podía tener
suficiente. Seguramente nada podría sentirse mejor que esto.
Él estaba equivocado.
Sus ojos se abrieron de golpe cuando la mente de Taehyung se deslizó dentro
de la suya. No había palabras para describir este sentimiento. Gimió cuando
sintió a Taehyung profundizando cada vez más, frotándose contra su propio
núcleo, amplificando el placer que sentía. De repente pudo verse a sí mismo a
través de los ojos de Taehyung: su rostro enrojecido, sus labios rojos abiertos en
un gemido silencioso, sus ojos vidriosos, sus caderas moviéndose hacia atrás
enfrentarse a las embestidas de Taehyung, empalándose con avidez en su polla.
Se veía obsceno. Parecía algo salido de una porno. También podía sentir lo bien
que se sentía follar en su estrecho y resbaladizo agujero, lo borracho que se
sentía al ver a Jungkook desmoronarse sobre su polla, bajo su toque, debajo de
él, hermoso, un niño tan hermoso.
Jungkook lo miró débilmente, deseando sentirse ofendido. —No soy un niño.
—se las arregló para decir antes de tirar de Taehyung hacia abajo, arrastrándolo
a un beso codicioso. Joder, él quería consumirlo, tenerlo dentro de él en cada una
de las posibles maneras. Cuanto más profundo lo tenía, más insaciable se sintió.
Honestamente, estaba empezando a asustarlo.
Incluso cuando se corrió, todavía quería más, a pesar de tener el mejor y más
intenso orgasmo de su vida.
—Quédate en mí. —exigió, jadeando, con las piernas envueltas con fuerza
alrededor de las caderas de Taehyung y su núcleo telepático latiendo de
satisfacción.
Taehyung se quedó.
CAPITULO 5

—¡Deja de mirar tu reloj! Vamos, ¿qué te pasa?


Jungkook apartó la mirada de su reloj y le dio a Yulia una sonrisa lánguida. —
Estoy bien. —dijo, obligándose a parecer comprometido e interesado en lo que
sea que sus amigos estuvieran discutiendo.
Era su día libre. Realmente necesitaba deshacerse del hábito de mirar el
tiempo. Taehyung había dicho que hoy no lo necesitaría.
Pero en lugar de tranquilizarlo, la idea hizo que se le encogiera el estómago.
¿Taehyung se estaba cansando de él?
—Oye, Jungkook —dijo Yugyeom, sacándolo de sus pensamientos.
Fue un alivio. No le gustaba la dirección de sus pensamientos últimamente, no
le gustaba lo obsesivos que se habían vuelto. Lo necesitado que se había vuelto.
—¿Qué? —dijo, cambiando su mirada hacia el otro sirviente de placer.
Yugyeom tenía una expresión curiosa en su rostro. —Entonces, ¿ya encontraste
un nuevo trabajo?
Jungkook parpadeó. —¿Qué?
Yugyeom le lanzó una mirada de desconcierto y frunció el ceño. —¿Un nuevo
trabajo? ¿No ha pasado casi un año desde que empezaste a trabajar para el
Maestro Taehyung? Tu contrato debería terminar pronto, ¿verdad?

Jungkook lo miró fijamente.


Cierto.
Contrato.
¿Cómo pudo haberlo olvidado? Para ser justos, no había trabajado para el
mismo empleador tanto tiempo antes; los Maestros tendía a aburrirse fácilmente
con los sirvientes de placer y la mayoría de los contratos terminaban después de
unos meses. El tiempo más largo que Jungkook había estado empleado antes era
de seis meses. Nunca había durado un año, por lo que la regla de que un sirviente
de placer debe cambiar de Maestro después de un año no había sido relevante
para él. Se había olvidado por completo, para ser honesto.
Hasta ahora.
Con el estómago retorciéndose en un nudo tenso e incómodo, Jungkook se
lamió los labios secos.
—Todavía no. —se escuchó decir, su tono inexpresivo.
Pero, afortunadamente, Yugyeom no parecía haber notado nada extraño.
—El Maestro Sawn está rescindiendo mi contrato, así que también estoy
buscando un nuevo empleador —dijo Yugyeom. —¿Quizás puedas presentarme
en buenos términos con el maestro Taehyung?
Jungkook apretó los puños debajo de la mesa. Él tuvo que sofocar activamente
el impulso de mostrarle los dientes a Yugyeom como un animal salvaje y decirle
que se fuera a la mierda.
Mierda, ¿qué le pasaba? Su amigo no había dicho nada malo. Yugyeom tenía
razón. Había pasado un año. Jungkook debería estar buscando un nuevo
empleador y Taehyung debería estar buscando un nuevo sirviente. De hecho, era
muy posible que su Maestro ya hubiera encontrado un nuevo sirviente. ¿Por qué
Taehyung le daría un día libre hoy de repente? Tal vez quería entrevistar a un
posible sirviente de placer sin que Jungkook estuviera allí. Tal vez incluso quería
probar con otro sirviente de placer.
—Hombre, ¿qué te pasa? —dijo Yugyeom, mirándolo con recelo. —Tu aura
telepática es una especie de...
—Estoy bien. —Jungkook soltó, golpeando sus escudos mentales y tratando de
desenredar el nudo venenoso en su estómago.
Respira. Respira, maldita sea. No eres dueño de él. Es solo tu empleador.
Empleador. Quien pronto ni siquiera será tu empleador.
Jungkook repitió ese mantra de camino a casa, de camino a la casa de su
empleador.
Repitió ese mantra mientras entraba a la casa, odiándose a sí mismo por
siquiera tener que repetirlo.
Era solo un hábito, se dijo. Simplemente se había acostumbrado a Taehyung,
a sus besos, a su cuerpo encima de él, a su polla dentro de él. Se había
acostumbrado a sentirse cómodo y relajado. Era natural que la intimidad física
frecuente y los orgasmos alucinantes, junto con las frecuentes fusiones
telepáticas, hubieran creado una especie de apego. Sabía que se había vuelto un
poco apegado durante el año pasado. No era gran cosa. Podría superarlo.
Lo superaría.
No era un problema. Se negó a ser uno de esos cuentos de advertencia que
todos escucharon como aprendices.
—¿Jungkook?
Jungkook se detuvo en seco antes de que su cabeza girara hacia el sonido de la
voz de Taehyung.

Barrió su mirada sobre su alta figura, odiándose a sí mismo por buscar


cualquier signo de sexo.
No encontró ninguno. Taehyung parecía su yo normal y seguro de sí mismo.
No estaba usando su túnica, vestido solo con pantalones negros y un suéter gris
oscuro de aspecto suave que abrazó sus anchos hombros y su cuerpo delgado y
musculoso. Los ojos marrones lo miraban con algo inidentificable en ellos.
—Pareces perturbado. —dijo Taehyung, acercándose.
Antes de que Jungkook pudiera detenerse, su presencia telepática ya se
extendía con avidez y tocaba la de su Maestro.
La expresión de Taehyung no cambió, pero su aura telepática se agudizó,
volviéndose inquisitiva. Envolvió a Jungkook, casi tan familiar como la suya
después de meses de intimidad.
Jungkook apenas pudo detener un gemido, su polla ya se estaba endureciendo
y sus dedos se movían nerviosamente mientras extendía la mano para tocarlo,
pasarlas por el cabello de Taehyung, sobre ese pecho musculoso, luego deslizarse
debajo del suéter. Involuntariamente, sus labios se separaron, queriendo besos y
luego una lengua entre ellos, algo para chupar, para encontrar una salida para el
deseo que palpitaba bajo su piel. Quería consumir a este hombre. O más bien,
quería ser consumido por él.
Solo tu empleador, se recordó a sí mismo bruscamente, molesto. Molesto y
muy perturbado. Aunque había sido muy consciente del deseo cada vez más
fuerte que había comenzado a sentir por su Maestro, este borde desesperado y
necesitado nunca había sido más perturbador. Se acabó el año.
Se acabó el año.
—Ha pasado un año. —espetó Jungkook cuando su Maestro puso sus manos
en la cintura de Jungkook y lo acercó a él. Sus pensamientos ya se estaban
nublando, sus labios temblaban de impaciencia. Besos. Quería besos. Quería la
boca de Taehyung sobre él.
Taehyung le dirigió una mirada fija que Jungkook no pudo leer.
—Así es. —dijo, su tono neutral.
—¿Has encontrado ya otro sirviente de placer? —Jungkook dijo, tratando de
mantener su voz igual de neutral, y en absoluto como si el ácido se comiera su
carne desde adentro.
Los ojos marrones lo miraron de una manera que parecía evaluadora. —
¿Quieres que encuentre uno?
Jungkook parpadeó un par de veces, perdido. —¿Importa lo que quiero? Es la
regla. Los Maestros no pueden tener el mismo sirviente de placer durante más de
un año. —ni siquiera estaba seguro de por qué existía esta regla en el Alto
Hronthar… aunque, lo recordaba ahora que lo pensaba. Podía recordar
vagamente una historia de hace unos siglos sobre una sirvienta de placer que se
enamoró de su Maestro y luego mató al aprendiz del Maestro por celos. La regla
se había implementado para desalentar a los sirvientes de placer de apegarse
demasiado a sus Maestros.
—La regla. —repitió Taehyung, sin dejar de mirarlo con extrañeza. —No estoy
preguntando por la regla. Te pregunto si quieres que encuentre un nuevo
sirviente.
—Yo... no entiendo. —dijo Jungkook.
¿Fue esto algún tipo de prueba?
Taehyung suspiró y dio un paso atrás, un destello de emoción cruzó sus ojos
oscuros. Juntó los brazos a la espalda y miró a Jungkook con una expresión
indescifrable.
—Las reglas existen por una razón. Pero pueden romperse. De hecho, se
rompen todo el tiempo sin ninguna consecuencia por parte de ciertos Maestros.

—¿De verdad? —Jungkook dijo, sus cejas juntas. —¿Por quién? Nunca antes lo
había escuchado.
—Min había mantenido el mismo sirviente de placer durante años antes de
finalmente despedirlo hace algún tiempo.
—¿Min? —Jungkook repitió, aturdido. —¿Te refieres al Gran Maestro Yoongi?
—cuando Taehyung asintió, Jungkook lo miró fijamente. —¿Por qué? ¿Se... se
encariñó con su sirviente de placer? —era repugnante lo mucho que quería que
Taehyung lo confirmara, para confirmar que a veces los Maestros también se
apegaba a los sirvientes de placer humildes.
Pero para su decepción, Taehyung negó con la cabeza y curvó los labios.
—Para nada. Sospecho firmemente que la única razón por la que Min mantuvo
a ese sirviente durante tanto tiempo fue por el gran parecido del sirviente con su
Aprendiz. Se lo folló porque no podía follar con su aprendiz.
—No puedes saber eso. —refunfuñó Jungkook, tratando de esconder su
decepción.
La sonrisa de Taehyung se volvió irónica. —Créeme, lo hago. He estado en la
misma habitación con Min y su Aprendiz con la suficiente frecuencia como para
saber exactamente lo que el Gran Maestro Supremo de la Orden siente por su
Aprendiz.
Jungkook se rió. —Tu don debe ser muy extraño cuando interactúas con otros
Maestros. ¿Cómo puedes mirarlos a los ojos cuando puedes sentir todos sus
pensamientos e impulsos sucios?
Taehyung se encogió de hombros, pero sus ojos se reían. —A veces puede ser
un desafío mantener la cara seria. —admitió antes de que su mirada se volviera
seria de nuevo. —Como puedes ver, hay precedentes de Maestros que rompen esa
regla.

El corazón de Jungkook dio un brinco. ¿Taehyung realmente estaba


ofreciendo…?
Abrió la boca para decir que, por supuesto, quería quedarse, pero no quería
parecer demasiado ansioso. Demasiado apegado. Demasiado patético.
Cuando el silencio se prolongó, Taehyung volvió a hablar.
—También hay otra opción —dijo. —Una mejor opción para ti. Puedo asignarte
otro trabajo.
Por un momento, Jungkook estuvo seguro de que lo había oído mal. ¿Qué?
Debe haberlo dicho en voz alta, porque Taehyung respondió: —Es muy inusual,
sí. Normalmente, los sirvientes no pueden cambiar su campo de trabajo una vez
que se les asigna. De hecho, sería una infracción más grave de las reglas que
mantenerte como mi sirviente. Pero puede hacerse.
Jungkook negó con la cabeza, aturdido. —No soy... no soy bueno en nada más.
Fallé mis pruebas de aptitud. —Hubiera sido humillante decirle eso a cualquier
otra persona, pero Taehyung ya lo sabía.
Los ojos de su Maestro se suavizaron un poco. —Es posible que no tengas
aptitud para campos especializados, pero aún puedes trabajar en algunos trabajos
de oficina que no requieren una aptitud en particular. De hecho, el antiguo
monasterio del Alto Hronthar necesita un empleado de oficina en este momento.
Le he preguntado hoy. El trabajo es tuyo si lo quieres.
¿Así de simple era todo?
Jungkook no podía razonarlo objetivamente. Los sirvientes no solo cambiaban
su campo de trabajo de esa manera. No era posible hacerlo. Los sirvientes de
placer no se convirtieron en empleados respetables en el monasterio. Era... Era...

Con la visión repentinamente borrosa, Jungkook le dio la espalda a Taehyung


y parpadeó para eliminar la humedad.
—Estás molesto. —dijo Taehyung.
Jungkook lo sintió acercarse y poner sus manos sobre sus hombros.
La necesidad de hundirse en este hombre y sentir sus brazos alrededor de él
era tan fuerte que Jungkook tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no
hacerlo.
—No. —se atragantó con una risa. Aunque no estaba siendo del todo sincero.
Fue perturbador saber que todo lo que se necesitaba para cambiar la vida de uno
de manera tan drástica eran las conexiones correctas. El hombre correcto.
No fue culpa de Taehyung, por supuesto. Fue el sistema corrupto. Lo que
Taehyung le estaba ofreciendo estaba más allá de lo maravilloso. Taehyung había
sido maravilloso con él.
Había sido tan maravilloso que Jungkook no podía imaginar dejarlo.
Jungkook se mordió el labio con fuerza, el pensamiento hizo que sus entrañas
dolieran. Ese era el centro del problema, ¿no?
A pesar de la increíble oportunidad que le estaba ofreciendo Taehyung, parte
de él, la parte estúpida, se sintió presa del pánico y opresión en el pecho ante la
idea de no ser su sirviente de placer nunca más. Al pensar en Taehyung
reemplazándolo por alguien más.
Tenía tantas ganas de quedarse que estaba desafiando toda razón y lógica. Él
sabía que era muy tonto. Sabía que se le estaba ofreciendo la oportunidad de su
vida.
Sin embargo, no cambió el hecho de que quería darse la vuelta, hundir la cara
en el cuello de Taehyung y no soltarlo nunca.
Idiota. ¿Cuándo exactamente había caído tan mal por él?
Fue solo un enamoramiento. Tenía que serlo. No podía ser otra cosa, porque
los altos y poderosos Grandes Maestros del Consejo no se enamoraban de sus
sirvientes de placer. Como mostró el ejemplo del Maestro Min, los sirvientes de
placer eran solo herramientas para satisfacer los deseos de los Maestros cuando
no podían tener a alguien a quien realmente querían.
—Gracias. —dijo Jungkook. Su voz ni siquiera sonaba como la suya. —¿Cuando
empiezo? ¿Debo ir primero con el Coordinador?
Detrás de él, Taehyung guardó silencio por un momento antes de decir: —
Puedes irte ahora mismo, si quieres. Llamaré al Coordinador.
Jungkook cerró los ojos, su corazón en algún lugar de su estómago. —Gracias.
—dijo de nuevo, dándose la vuelta. Di que quieres que me quede, suplicó algo en
él mientras miraba a Taehyung a los ojos. Una palabra y me quedaré.
La mirada de Taehyung era ilegible. Él no dijo nada.
Más tarde, Jungkook se lo agradecería.
Pero eso sería más tarde.

~*~

Taehyung ni siquiera vino a despedirlo.


Jungkook empacó sus cosas lo más lentamente que pudo, esperando contra
toda esperanza que Taehyung apareciera. Pero no se lo veía por ninguna parte, y
Jungkook ya no podía holgazanear sin parecer ridículo y patético.
—Vaya, no me extraña que necesitaras ayuda. —dijo Yugyeom, mirando sus
maletas.

Jungkook miró sus maletas y se encogió. Hasta ese día, no se había dado cuenta
de la cantidad de cosas que había trasladado a la casa de Taehyung. Fue una
especie de revelación. Y una deprimente.
—Me sorprende que el Maestro Taehyung te haya permitido mover tantas
cosas a su casa. —dijo Yugyeom, agarrando algunas bolsas y dirigiéndose a la
cámara de teletransportación más cercana.
Jungkook no dijo nada. Agarró el resto de las bolsas y siguió a Yugyeom
lentamente, reprimiendo violentamente el impulso de mirar hacia atrás, a la casa.
Yugyeom siguió parloteando, sin inmutarse por su silencio.
—Todavía no puedo creer que el maestro Taehyung te esté consiguiendo otro
trabajo. —se rió entre dientes y le dio una palmada en el hombro a Jungkook —
¿Le chupaste la polla tan bien? O tal vez…
—Cállate. —dijo Jungkook, sin mirarlo. —Por favor.
Yugyeom se calló.
Jungkook podía sentir su mirada inquisitiva sobre él, pero afortunadamente
permaneció callado.
Todavía guardaron silencio cuando llegaron al antiguo apartamento de
Jungkook. Luego, Jungkook pasó unos buenos veinte minutos buscando las llaves
de su apartamento mientras Yugyeom esperaba pacientemente. Probablemente
era dolorosamente obvio que había dejado de regresar al apartamento hacía
mucho tiempo.
Por fin, Jungkook logró encontrar las llaves en el fondo de una de sus maletas.
—¡Aquí están! —dijo demasiado alto, evitando la mirada de Yugyeom, y abrió
la puerta.

Entró y miró a su alrededor, sintiendo... no estaba seguro qué. Se sentía


entumecido, y había una cualidad surrealista en todo el asunto, como si no
pudiera ser real que estaba mudándose de regreso a este lugar. El hecho de vivir
aquí. No parecía real que nunca… que nunca ...
—Eh, ¿estás bien, hombre? —Yugyeom dijo, su voz incómoda.
Jungkook nunca pensó que sonreír pudiera ser doloroso. Hizo que le dolieran
los músculos de la cara. —Claro —dijo.
A juzgar por la mirada dudosa de Yugyeom, no se lo creía.
Jungkook se volvió.
—Hogar, dulce hogar. —dijo, odiando lo falso que era su tono de voz, odiándose
a sí mismo por ser un patético tonto que quería darse la vuelta y correr de regreso
a la casa de Taehyung y rogarle que lo dejara quedarse, como un cachorro
pateado pidiendo atención y afecto a su dueño. Algo en él anhelaba hacerlo, al
diablo con su orgullo.
Suficiente. Se había encariñado un poco.
Pasaría.
Tenía que hacerlo.
CAPITULO 6

Trabajar como oficinista en el monasterio fue sorprendentemente interesante.


A Jungkook le gustó el trabajo. Fue reconfortante ver a tantos forasteros todo el
tiempo, y fue un desafío interesante mantener la pretensión de que el monasterio
era todo lo que había en el Alto Hronthar, como si el asentamiento principal de la
Orden no estuviera ubicado en las Montañas Kavalchi.
Trabajó en estrecha colaboración con Irene, la secretaria del Gran Maestro, y
ella fue muy amable y solidaria, lo que realmente ayudó a Jungkook a adaptarse
rápidamente al nuevo entorno.
Veía muchos Maestros y Maestros Mayores todo el tiempo en su nuevo lugar
de trabajo.
Sin embargo, no todos. Algunos.
Así que sí, el trabajo estuvo bien. Todo estuvo bien. Él tenía una ocupación
bastante interesante y respetable. Ya no tenía que tener sexo con gente si no
quería. Lo cual era genial en teoría, excepto que no había sentido la menor
inclinación a salir y echar un polvo. Fue probablemente bueno también.
Probablemente tenía sentido que, con todos los cambios recientes en su vida, la
perspectiva de salir a echar un polvo se sintiera como una tarea. Tan pronto como
conociera a alguien atractivo, su libido volvería, Jungkook estaba seguro de ello.
—¿Está el Maestro en su oficina?
La voz lo sobresaltó tanto que Jungkook se estremeció.

Levantando la mirada, se encontró mirando a un joven sorprendentemente


hermoso con una túnica azul de aprendiz. El cabello dorado oscuro enmarcaba
un rostro exquisito con bonitos ojos violetas. Los labios rosados impecables se
doblaron en una sonrisa educada. —Entonces, ¿el Maestro ya ha regresado?
Jungkook frunció el ceño. —¿Maestro? ¿Te refieres al Gran Maestro Min?
El joven asintió, exudando leve impaciencia. —¿Eres nuevo? Soy Jimin. —dijo,
tocando el dethrenyte púrpura en su garganta. La joya preciosa brillaba
tenuemente, emanando una marca telepática familiar. La marca del Gran
Maestro.
¡Ah! Así que este era el infame Aprendiz del Gran Maestro de la Orden. Con
quien se rumoreaba mucho que el Gran Maestro mantenía una relación sexual a
pesar de que estaba muy en contra de las reglas.
Jungkook casi resopla ante sus propios pensamientos. En teoría, un Gran
Maestro generalmente no estaba por encima de la ley, pero en la práctica, él era
la ley. El Maestro Min Yoongi se había convertido recientemente en Gran
Maestro, y el más joven de la historia, pero había ejercido un enorme poder en la
Orden mucho antes de eso. El hombre asustaba a Jungkook, para ser honesto.
Había todo tipo de rumores sobre él, uno más salvaje que otro, y Jungkook no
estaba seguro de a cuál de ellos creer.
Al mirar el rostro deslumbrante de Jimin, Jungkook se inclinó a creer el rumor
de que el estimado Gran Maestro se estaba tirando a su propio Aprendiz. Este
rostro tentaría a un santo.
O un monje.
Las cejas de Jungkook se fruncieron cuando se dio cuenta de repente que Jimin
no provocaba nada en él. Si bien encontró a Jimin hermoso objetivamente, no
sintió ningún deseo real de follarlo. extraño. Jimin era exactamente su tipo, a
Jungkook siempre le había gustado ver a alguien joven y bonito debajo de él. Pero
ahora le costaba imaginar follándose a este tipo, sin importar lo increíblemente
atractivo que fuera.

Jungkook dijo con retraso: —Su Excelencia aún no ha regresado de su viaje.


Jimin suspiró, se dejó caer en la silla y sacó un cuaderno de datos de su bolsillo,
claramente con la intención de esperar a su Maestro.
Jungkook desvió la mirada hacia su computadora y la miró sin comprender.
Hace un año, habría hecho todo lo posible por meterse en los pantalones de
Jimin. ¿Por qué no sintió ni un ápice de interés ahora?
Tal vez simplemente no tenía ganas de echar un polvo. Además, habría sido
estúpido intentar coquetear con el… lo que sea que Jimin fuera para el Gran
Maestro.
Hace un año, no te habría importado, dijo una voz en el fondo de su mente.
Tu negación está envejeciendo, maldito cobarde.
Jimin se aclaró la garganta. —¿Estás bien?
Jungkook lo miró y trató de sonreír. —Seguro. ¿Por qué lo preguntas?
Jimin fijó sus ojos violetas en él para evaluarlo y se encogió de hombros. —
Tengo una fuerte empatía y no pude evitar sentir algunas de tus emociones. En
mi defensa, los estás proyectando con mucha fuerza.
Mierda.
—Lo siento. —murmuró Jungkook, haciendo todo lo posible por reforzar sus
escudos mentales, pero nunca había sido particularmente bueno para proteger
sus emociones.
—No te disculpes. —dijo Jimin, mirándolo con curiosidad. —¿Estás realmente
bien? Pareces… —se interrumpió, algo parecido a una incomodidad apareciendo
en su rostro. —Pareces... eres infeliz. Anhelas algo, algo que crees que no puedes
tener.
Jungkook abrió la boca para decirle que se ocupara de sus propios asuntos,
pero la cerró cuando vio la mirada de Jimin. Había simpatía en ello, y también
comprensión.
Jimin bajó los ojos y sonrió con tristeza, mirándose las manos. —
Definitivamente puedo relacionarme... ¿Al menos le dijiste cómo te sientes?
Jungkook tenía la garganta apretada. —No. —dijo con voz áspera. ―¿Tú qué
tal?
Jimin soltó una carcajada sin mirarlo. —Algo así. Le dije que lo quiero. Sé que
me quiere de vuelta. Pero dijo que no será “un esclavo de sus impulsos básicos” o
alguna mierda como esa. Y ese fue el final. —levantó la mirada, sus ojos violetas
llenos de fuego. —Lo odio, pero al menos sé que me quiere. Si no lo confrontaba,
no sabría ni siquiera eso. Y eso es algo. —le dio a Jungkook una mirada fija. —
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que la
incertidumbre.
Jungkook solo lo miró, sintiéndose perdido.
Pero antes de que pudiera decir algo, la cabeza de Jimin se giró hacia la
cámara-T cercana. Una sonrisa tiró de sus labios, tan hermosa que casi dolía
mirarlo. Era difícil de creer que la sonrisa estuviera dirigida al hombre severo y
sin emociones que se dirigía hacia ellos.

—Su Excelencia. —dijo Jungkook, incorporándose apresuradamente. Pero no


debería haberse molestado: el Gran Maestro ni siquiera lo miró, sus profundos
ojos azules fijos en su Aprendiz.
—Maestro. —murmuró Jimin. El término respetuoso sonaba extrañamente
como un término cariñoso.
El Gran Maestro no dijo nada, su rostro en blanco no traicionó ninguna
emoción, pero Jungkook realmente podía sentir la presencia telepática del
Maestro Min extendiéndose y rozando la de su Aprendiz, envolviéndolo de una
manera bastante propietaria. Jimin se sonrojó y sus ojos se pusieron vidriosos.
Sintiéndose fuera de lugar e incómodo, como si hubiera presenciado algo que
no debería haber visto, Jungkook volvió a mirar su computadora. No volvió a
levantar los ojos hasta que el Gran Maestro y su Aprendiz se marcharon juntos.
Las marcas telepáticas residuales que permanecieron en la habitación incluso
después de que se fueron, la innegable intimidad entre el Maestro y su Aprendiz,
hicieron que algo en su interior le doliera. Jungkook se estremeció y se rodeó con
los brazos. Sintió frío. Hacía frío en el antiguo monasterio. Probablemente haya
que ajustar de nuevo el aire acondicionado.
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que
la incertidumbre.
Jungkook suspiró, pasando una mano por su cabello. Se estaba haciendo
demasiado largo, casi tocando su cuello. Él debería probablemente cortarlo.
Había sido un poco vago en cortarse el pelo el año pasado porque... porque...
El recuerdo de unos dedos largos y fuertes que se enhebraban en su cabello
pasó a la vanguardia de su mente.

Jungkook apretó los dientes y gimió silenciosamente de frustración. No


importa cuánto trató de no pensar en eso... sobre él… fracasó. No importaba lo
ocupado que estuviera en su nuevo lugar de trabajo, no importaba cuántos nuevos
conocidos hiciera, esos pensamientos seguían regresando y su respiración se
atascaba en su garganta cada vez que veía las túnicas negras de Maestros en su
visión periférica.
Joder, ¿por qué no podía seguir adelante? Se suponía que ya había seguido
adelante con su vida. Al principio había tratado de decirse a sí mismo que se había
encaprichado un poco. Luego se había convencido a medias de que simplemente
era adicto a las fusiones telepáticas y por eso estaba tan obsesionado. Pero el
sanador mental que había visto discretamente hace unos días lo había
desengañado de esa noción. No le pasaba nada, ni física ni mentalmente. No
debería haberse sentido tan… tan insatisfecho con su vida. Tenía un buen trabajo
que no implicaba poner su boca en los genitales de alguien, un bonito
apartamento pequeño, y de hecho tenía tiempo por las noches para pasar el rato
con sus amigos. La vida era buena.
Corrección: la vida debería haberse sentido bien. Se sentía... no deprimido
exactamente, pero sentía que faltaba algo. Algo esencial que estaba esperando.
Algo que completaría su vida. Ese algo obstinadamente seguía tomando la
forma de cierto hombre en su mente, sin importar cuánto tratara Jungkook de no
pensar en él. El anhelo en su pecho que había seguido llamando obstinadamente
“querer” durante el año pasado era como un vacío, pozo hambriento ahora,
ansioso de ser llenado.
Ya no podía negarlo: lo extrañaba. Lo extrañaba. Maldita sea. Era más que solo
querer. Se había estado engañando a sí mismo durante meses. Echaba de menos
a Kim. Estos sentimientos... no iban a pasar.
Y no tenía ni puta idea de qué hacer al respecto.
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que
la incertidumbre.
—Ya ni siquiera te reconozco. —se quejó Yugyeom esa noche mientras pasaban
el rato en su pub favorito. —¿Qué te ha puesto tan deprimido?
—No estoy deprimido. —dijo Jungkook a medias, mirando alrededor del pub
sin mucho interés. —Sólo estoy pensando.
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que
la incertidumbre.
—Bien. —dijo Yugyeom. —Has estado raro desde que dejaste de trabajar para
el Maestro Kim.
Yulia resopló desde el otro lado de Jungkook. —Lo has entendido todo mal. Ha
sido extraño desde que comenzó a trabajar para el Maestro Kim.
—No lo he hecho. —dijo Jungkook con indiferencia.
—Sí, no estas totalmente deprimido. —dijo Yugyeom, intercambiando una
mirada con Yulia antes de volver a mirar a Jungkook. —Vamos, derrámalo. ¿No
somos tus amigos?
—¿Puede un sirviente tener una relación con un Maestro? —Jungkook soltó
antes de que pudiera detenerse.
Esperaba miradas de desconcierto, pero Yugyeom dio un puñetazo al aire. —
¡Por fin! —dijo con una sonrisa antes de volverse hacia Yulia. —Paga. Perdiste.
Gimiendo, Yulia tocó su chip contra el de Yugyeom, claramente transfiriendo
créditos.

Jungkook los miró confundido. —¿Qué carajos?


Poniendo los ojos en blanco, Yulia suspiró. —¿No pudiste tener esta epifanía
hace cinco días? Me acabas de hacer perder dos mil créditos.
Cuando Jungkook continuó mirándolos confundido, su expresión se suavizó.
—Hemos estado esperando que hables con nosotros al respecto.
—¿Sobre qué?
Yugyeom resopló. —Sobre el hecho de que estás suspirando por tu ex-
empleador. Vamos, ¿pensaste que éramos tan ciegos? No fue difícil sumar dos
más dos. Parecía que alguien murió cuando te mudaste de su casa.
—Hemos estado tratando de insinuarlo delicadamente por un tiempo. —dijo
Yulia, ignorando el bufido de Yugyeom y murmuro '¿delicadamente?'. —Pero
parecía que no estabas listo para hablar de eso, así que esperamos. Algunos de
nosotros somos buenos amigos. —lo último fue dicho con una mirada penetrante
a Yugyeom, quien solo sonrió y se encogió de hombros.
Jungkook miró fijamente la superficie marrón de su cerveza, sin saber qué
decir.
—En cuanto a tu pregunta, —dijo Yulia. —Investigué un poco...
—Te refieres a chismes. —interrumpió Yugyeom.
—Investigué un poco. —dijo Yulia con énfasis en la palabra. ―Y sí, hay
sirvientes en relación con Maestros. Es bastante raro y no se anuncia, pero en
realidad no está prohibido por las reglas de la Orden. —ella sonrió. —Así que
puedes follarte totalmente a tu Maestro o incluso tener hijos con él si quieres.

Jungkook casi se echó a reír. No era exactamente una cuestión de lo que quería.
¿Kim quería lo mismo? Lo dudaba. Si lo hiciera, no lo habría dejado ir tan
fácilmente. ¿O lo haría?
Habla con él. Puede que no funcione, pero al menos lo sabrías. Es mejor que
la incertidumbre.
Jungkook se bebió la cerveza de un trago.
Que se joda. Estaba tan harto de esto. Harto de su propia indecisión,
inseguridad y sí, harto de su abatimiento. Este no era él. Siempre se había
enorgullecido de tener confianza y ser decidido. ¿Y qué si se sintiera
completamente fuera de su alcance en esta situación? ¿Qué era lo peor que podía
ocurrir? Le romperían el corazón y estaría completamente humillado, pero Jimin
tenía razón: al menos lo haría tener un cierre real en lugar de esta incertidumbre.
Él lo soportaría y eventualmente se repondría. Siempre lo hizo.
Sintiéndose mucho mejor ahora que había tomado la decisión, Jungkook se
puso de pie.
—¿A dónde vas? —dijeron sus amigos.
Jungkook soltó una risita. —A hacer el ridículo, probablemente.
Y antes de que sus amigos pudieran hacerle más preguntas, se marchó.
Era una noche fría, pero apenas podía sentirlo.
Ni siquiera recordaba cómo había llegado al distrito de Maestros. Antes de
darse cuenta, se encontró de pie frente a la familiar mansión. Observó su
majestuosa fachada, sintiendo una fuerte sensación de deja vú. Hace poco más de
un año, se había parado frente a esta casa, sintiéndose nervioso e inseguro así,
aunque por razones completamente diferentes. Se sentía como si hubiera sido
una vida diferente. Un él diferente.

Quizás lo había sido.


Jungkook respiró hondo y apretó el timbre.
—Diga su nombre y el motivo de su presencia. —dijo la IA.
Jungkook tragó. —Jungkook. —dijo —Por favor, dígale al Maestro Kim que me
gustaría hablar con él, si está solo.
La idea repentina de que Kim no estuviera solo le hizo sentir náuseas. No
estaba seguro de cómo reaccionaría si veía a Kim con otro sirviente de placer.
Aunque sabía cómo reaccionaría: se daría la vuelta y se iría, porque esa sería la
respuesta a la pregunta que quería hacer. Si Jungkook era tan fácil de reemplazar,
ni siquiera valía la pena hacer la pregunta.
—Un momento, por favor. —dijo la IA antes de quedarse en silencio.
Los segundos se arrastraron, insoportablemente lento.
Por fin, la puerta se abrió con un clic.
—El maestro Kim está en su oficina. —dijo la IA.
Jungkook se dirigió hacia él, algo de la tensión disminuyó en él cuando entró
en la familiar casa. Todavía podía sentir su propia marca telepática por todas
partes, mezclada con la de Kim, y era increíblemente reconfortante. Se sintió muy
hogareño, a pesar de que sabía que no debía permitirse sentirse así.
Empujó la puerta de la oficina de Kim para abrirla.
Kim no estaba sentado en su silla habitual. Estaba parado junto a su escritorio,
apoyado casualmente contra él. Pero su postura casual era una extraña
contradicción con la tensión que exudaba. Llevaba un suéter gris y pantalones
negros, le faltaba la túnica. Su cabello rojo oscuro brillaba a la luz del fuego, sus
ojos oscuros eran difíciles de leer en la habitación tenuemente iluminada.
Jungkook bebió de él: el poder, la virilidad, el absoluto Kim. Apenas podía
evitar que su telepatía se acercara a él con avidez, por miedo a que la rechazaran.
No debería haberlo hecho.
Un momento después, sintió la presencia telepática de Kim tocarlo,
suavemente al principio, luego más intensamente, deslizándose dentro de él.
Jungkook abrió la boca y lo dejó entrar. Joder, se sentía tan bien. Lo extrañaba.
Te extrañé, pensó con fuerza. Tan malditamente tanto.
Kim debió haber captado el pensamiento, porque se estaba moviendo, y luego
estaba allí, frente a él. Jungkook cayó en sus brazos, escondiendo su rostro contra
el hombro de Kim con un suspiro de felicidad, y lo abrazó con fuerza, su cuerpo
tratando de fusionarse con el de Kim, enterarse en él y nunca separarse.
—¿Qué te tomó tanto tiempo? —Kim dijo, acariciando su sien.
Jungkook frunció el ceño y abrió los ojos de golpe. —¿Qué? —él dijo,
retrocediendo un poco para ver el rostro de Kim.
Kim había arqueado las cejas y ¿había diversión en sus ojos? —¿De verdad
pensaste que habíamos terminado solo porque dejaste de trabajar para mí?
Jungkook solo pudo abrir la boca y cerrarla. Probablemente lucía estúpido.
Ciertamente se sentía estúpido.
La expresión de Kim se suavizó. Acunó la cara de Jungkook con sus manos,
haciendo que Jungkook se estremeciera y se inclinara hacia su toque.

—Me dijiste que aceptaste mi oferta de trabajo porque tenías demasiado miedo
de rechazar a un Maestro Mayor del Consejo —dijo Kim, mirándolo
intensamente. —Te dejé ir porque tenías que volver a mí por tu propia voluntad.
El desequilibrio de poder en nuestra relación no habría funcionado a largo plazo.
Necesitaba estar seguro de que realmente quieres estar aquí. Tenías que elegir ser
mío. —un brillo de satisfacción apareció en sus ojos. —Sabía que lo harías.
—Maldito arrogante. —gruñó Jungkook, pero su corazón no estaba realmente
en ello. Estaba demasiado feliz para estar enojado. Pero necesitaba saber algo. —
No contrataste a otro sirviente de placer, ¿verdad? —sus brazos se apretaron
alrededor de Kim. —Porque no estoy compartiendo.
—¿Por qué iba a pagar por una mascota sexual cara cuando puedo tenerte
gratis?
Jungkook miró hacia abajo y le dio un puñetazo en el costado sin entusiasmo.
Sabía que Kim estaba bromeando. Obviamente.
No debió haber logrado ocultar su incertidumbre, porque Kim hizo una pausa.
Inclinó la cara de Jungkook hacia arriba y le hizo mirarlo con ojos oscuros serios.
—Eres la única persona que quiero en mi cama, en mi casa y en mi vida. A nadie
más.
La visión de Jungkook se volvió un poco borrosa de repente.
—Bien— dijo con fiereza y aplastó sus bocas, incapaz de luchar más contra el
hambre en él, su cuerpo lanzándose hacia Kim, cada fibra, cada parte. Quería
fusionarse, treparlo, sentir su piel. Jungkook gimió alrededor de la lengua de Kim,
agarrándose a sus anchos hombros.
Tuvieron sexo allí mismo, en el escritorio de Kim, follando en seco como
adolescentes, incapaces de besarse lo suficientemente profundo o lo
suficientemente fuerte. Jungkook ya no era capaz de hablar, por lo que se abrió a
Kim, ofreciéndole sus pensamientos y emociones y exigiéndole lo mismo a
cambio. Te extrañé, no podía dejar de pensar en ti, no quiero a nadie más, creo
que te amo, te necesito, te adoro, te quiero a ti, solo a ti.
Ya no estaba seguro de qué pensamientos le pertenecían a Kim y cuáles le
pertenecían a él. No importaba. Podía sentir que Kim sentía lo mismo por él.
Estaban en la misma página. Querían lo mismo: el uno al otro.
Y eso era lo único que importaba. Descubrirían todo lo demás más tarde.
—Me voy a mudar de nuevo. —declaró Jungkook cuando su respiración se
estabilizó después de su orgasmo. Besó a Kim en su mejilla sin afeitar, y luego
otra vez, porque quería y porque podía. —Realmente extrañé nuestra cama.
Kim resopló. —Supongo que tendré que aguantarte acaparando todas las
mantas de nuevo.
Sonriendo, Jungkook le frotó la nariz. —Lo harás, y te encantará.
—Lo hará. —dijo Kim, mirándolo fijamente, antes de cargarlo de repente sobre
su hombro como un saco de grano.
—¡Oye!
Haciendo caso omiso del graznido indignado de Jungkook, lo llevó al
dormitorio.
A su cama.
Fin

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