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Jeon Jungkook es el empleado de mayor confianza para el jefe de la mafia Park,

pero este nunca esperaría que su mano derecha follara a su hijo en secreto, aún
sabiendo que es su mayor adoración.

Mafia Park; Kookmin

One Shot

Smut

Jungkook top; Jimin Dom Bottom

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Mafia Park O.S - CherrySweet


18-23 minutos

El sonido de ramas crujiendo y constantes pisadas apresuradas resonaban por


los alrededores del casi silencioso lugar. Los árboles tapaban parte importante
de la luz proveniente de las farolas y el lodo en sus zapatos comenzaba a
endurecerse con el paso del tiempo.

Pasó uno de sus brazos por la extensión de su frente para intentar borrar todo
rastro de sudor y marcas de tierra en la piel. Su cabello se removía inquieto por
el viento y las hojas que yacían caídas abajo los árboles podrían atribuir que era
bastante fuerte.

Sus manos estaban ubicadas a los costados de su cangurera; las armas que
portaba estaban perfectamente acomodadas y chocaban constantemente contra
su pelvis al momento de acelerar los pasos.

Al visualizar la mansión frente a él, caminó tranquilo hacia los guardias que se
encontraban en la entrada vigilando en todo momento. Luego de identificarlo
como uno de los trabajadores de ese lugar, bajaron las pistolas de sus manos y
se hicieron a un lado para dejarlo pasar.
─El jefe Park está esperando por ti, los demás ya están en la sala, es mejor
que te apresures ─dictó uno de los guardias con la mandíbula apretada y el
ceño fruncido.

Jungkook entró sin responder ante eso; no era necesario, su jefe muchas
veces lo mandaba a realizar trabajos aparte de todos los demás, si Jeon lo
consideraba su trabajador de confianza, pues él iba a tratar de hacerlo lo mejor
posible. No querría saber las consecuencias si fallaba.

Entró a la sala de reuniones tratando de no llamar la atención, y lo logró, a no


ser por unos cuantos que lo miraban de forma arrogante.

El señor Park le indicó con la cabeza que se sentase en el único asiento vacío
de la sala para luego retomar su plática junto a unos cuantos planos y armas
sobre la mesa.

Su cabeza trataba de entender cada estrategia de Park, incluso tratando de leer


entre líneas todo lo que mencionaba. Hablaba con tanta firmeza, con tanta
autoridad, que comprendía perfectamente porqué aquel hombre era temido en
muchas partes del país, además de ser buscado en cada rincón del mismo por
los policías más capacitados.

Jungkook lo entendía. Cuando decidió trabajar para él sabía en lo que se


estaba metiendo; todas esas mierdas ilegales como drogas, armas, asesinatos;
no eran ningún juego. El dinero era mas que una maravillosa recompensa para
todos en ese lugar y él estaba más que a gusto con eso. En los meses que
llevaba ahí, no había tenido ningún problema con su jefe o alguno de sus
compañeros. Es por eso que cuando se topó con aquel chiquillo dentro de la
casa, no sabía que estaría metiéndose en un problema muy grande.

El hijo de Park era jodidamente astuto, manipulador, arrogante, entre muchas


cosas más. Él había cometido el estúpido error de meterse con el niño sin saber
que con el que había follado tan malditamente bueno, era el hijo de su jefe.

El revolcón que se dieron esa noche fue suficiente para que Park Jimin
estuviese tan encaprichado con tener alguna clase de relación con su persona y
él no quería pensar en todo lo que sufriría si el Park mayor se enterase.

Precisamente fue por el que abarcaba sus pensamientos que toda


concentración que tenía en su jefe se vio perdida y ahora tenían alguna clase de
batalla de miradas.
Pero ¿quién podría culpar a Jungkook si el de cabellos rosados era tan
malditamente caliente, seductor y hermoso? Dios, era imposible no caer por tal
chiquillo. Sus labios tinturados de brillante color cereza, húmedos a causa de
pasar constantemente su lengua sobre ellos; su piel lechosa resaltaba por las
tenues luces del lugar y las curvas en su cuerpo se veían tan etéreas que lo
único en lo que podía pensar era en cómo sus dedos se quedarían impresos si
apretara con fuerza en ese lugar.

Diablos, ni siquiera debería estar imaginando aquello si no quería que además


de tener una erección, volver a caer en sus juegos.

Jimin sonrió juguetonamente al ver que el azabache no despegaba la mirada de


él. Lo consideraba tan jodidamente sexy que no podía evitar desviar sus
pensamientos a las miles de cosas que podría hacer en una cama y con ellos
dos solos.

El ambiente se sentía extrañamente acogedor, pero sin duda el aura que


rodeaba a Park Jimin y a Jeon Jungkook no era más que pura tensión sexual.
Era como si sus cuerpos tuvieran alguna clase de imán, pues sentían atraerse al
otro constantemente.

El pelirosado juraba que si su padre seguía hablando de temas que a él


realmente no le interesaban, entonces tendría que salir de aquella sala por un
incidente o alguna otra excusa que se le ocurriera.

Y justo cuando creyó tener el pretexto perfecto, todos los hombres en el lugar
ya estaban poniéndose de pie y despidiéndose de su padre con una reverencia.

Jungkook, siendo uno de éstos, se encaminó rápidamente hacia la salida sin


querer darle otra mirada al pelirrojo. Consideraba que su presencia era un
verdadero peligro para él. Y no se equivocaba.

Luego de lavar adecuadamente su rostro y refrescarse, decidió que ir a dormir


era la idea más prudente en ese momento. Se encaminó hacia la habitación en
la que residía, pues el señor Park acostumbraba tener viviendo a sus empleados
en la casa que estaba justo al lado, pero siempre estando conectado a la suya
para mantener el control.

Toda tranquilidad con la que caminaba se vio afectada cuando unas calurosas
manos lo tomaron por la camisa que portaba y lo arrastraron por los solitarios
pasillos.
El más alto se tranquilizó cuando escuchó una muy conocida risita ser omitida
junto a los pasos cuidadosos que daban. En cada cierto tiempo, el travieso
rostro de Jimin le miraba con el dedo índice pegado a sus labios, haciéndole
señas de silencio mientras se reía bajito.

Se dejó guiar hasta donde originalmente iba, pues sabía que él pequeño era tan
testarudo que decirle que no era adecuado verse a escondidas y de esa
manera, sería totalmente en vano.

Una vez que el menor llegó a su habitación, cerró la puerta con llave y tomó el
cuello de Jungkook entre sus labios, absorbiendo con fuerza la zona hasta
dejarla rojiza. Soltó un quejido cuando el otro trató de alejarlo de su piel.

─Vamos, te he dicho que no hagas eso ─Jeon tomó sus muñecas e hizo fuerza
para apartarlo del lugar.

Jimin se alejó de él, pero la socarrona sonrisa seguía en su lugar. ─No


parecías muy disgustado esa noche ─mordió su labio intentando que se viese
más rojo. ─si no lo recuerdas, puedo ayudarte con ello ─dijo seductoramente y
acercándose a su rostro.

Jungkook se sentía casi asfixiado, el dulce aroma a caramelo que se


desprendía de la piel del más pequeño lo estaba tentando demasiado. La
manera en la que ahora las manos del otro se paseaban por su abdomen,
encima de la tela y bajaban hasta la orilla de su pantalón, hacían que sus dedos
picasen por querer ayudarlo.

─No debemos ─negó mirando hacia la ventana de su habitación. Únicamente


podía apreciar a Jimin por la luz de la luna, y joder que eso era un gran
beneficio, pues la manera en la que los orbes del de cabellos carmesí se
reflejaban, hacían ver a su cara como toda una bella obra de arte.

El pelirosa volvió a reír por la negativa, porque a pesar de que las palabras de
Jungkook fueran en contra de las suyas, él podía notar cómo su cuerpo
temblaba con anticipación al momento de que su mano se paseaba
superficialmente sobre su erección.

─¿Vas a negarlo otra vez? ¿Acaso eres un chico bueno ahora, hyung? ─se
burló cuando el azabache sostuvo bruscamente su muñeca y la mantenía algo
alejada de su miembro.
─Te dije que no podemos hacer esto, tu padre va a matarme. ─cerró los ojos
con fuerza al sentir los labios de su acompañarse sobre su lóbulo izquierdo y se
esforzó por no temblar cuando jaló de ella con sensualidad.

─Al que menos debes temerle ahora es a mi padre, Jungkookie ─susurró con
voz calmada. Pudo decir que amó la manera en la que el mencionado se
estremeció por el aliento sobre su piel y en lo caliente que se había vuelto el
lugar. ─tú sabes mejor que nadie lo peligroso que puedo volverme si no consigo
lo que quiero ─le sonrió, pero no había nada de tranquilidad en ese gesto.

Jungkook luchaba por resistirse, de verdad que ese niño era todo una tentación,
tan peligroso como las consecuencias que traía consigo.

─Me encantas tanto ─murmuró el pelirosa sosteniendo el rostro opuesto entre


sus manos y transportando sus labios al mismo.

El contacto de sus bocas se sintió tan intenso, corrientes eléctricas recorrieron


cada rincón de sus cuerpos y la necesidad por más contacto los carcomía en un
arriesgado juego de excitación.

Jungkook tomó la estrecha cintura en sus brazos e hizo que el estómago del
contrario se pegara más al suyo. El combate por el control dio presencia al
momento en el que el mayor de ambos decidió poner una mordida entre el
abrasador beso.

Jimin lo sintió como una competencia, y al momento en el que sus manos se


colaron por el cabello negro del contrario, su lengua se abrió paso en los labios
entreabiertos del mismo cuando obtuvo el permiso de hacerlo. Se permitió
explorar los alrededores con libertad, no importándole que la saliva de ambos
estuviese cayendo a los costados de su mandíbula y que parte de ello se hiciera
camino por los costados de su garganta.

El más bajo jadeó cuando el azabache lo tomó en brazos, levantándolo por el


culo y transportando la boca a su húmedo cuello.

Mientras Jungkook se concentraba en dejar diferentes tipos de mordidas y


marcas moradas en su piel, el camino que hizo para llegar a la cama se hizo
más corto, por lo que antes de que el azabache depositara el cuerpo del menor
ahí, éste se removió de sus brazos haciendo que el otro lo bajara.

─Te haré pasarlo tan bien, Kookie. Incluso mejor que aquella vez. ─mencionó
besando su firme mandíbula con una sonrisa y empujándolo hasta que fue él
quien estuvo recostado sobre la cama.
Jeon respiró hondo sintiendo como el blando material se adaptaba a su
espalda y su boca se mantenía algo abierta para tratar de recuperar el aire que
había perdido en la feroz unión de bocas.

No quería decir algo al respecto, Jimin había logrado seducirlo hasta quedar de
nuevo en esa situación y no era como si a él le molestara. No cuando ahora lo
tenía a horcajadas sobre su regazo y moviendo su cadera de lado a lado encima
de su sobresaliente problemita.

─Relájate, cariño. ─se inclinó a besar sus clavículas con ternura y sin detener
los movimientos de su pelvis, incluso sólo lograba aumentar más el ritmo.

Jungkook gruñó de manera repentina cuando el pelirosa llevó su culo


fuertemente hacia atrás para simular una embestida con su propio miembro. Era
tan malditamente provocador.

Jimin comenzó a desabotonar su camisa con algo de paciencia, como si no


tuviese a alguien esperando por él y con una dolorosa erección apretada en sus
pantalones. El movimiento de su pelvis contra el suyo se había detenido para
más concentración en sus acciones y la espera se estaba volviendo una tortura
para el mayor de ambos.

─M-más rápido ─susurró colando los dedos en la cintura del contrario y así
hacer que retomara sus movimientos, pero de inmediato sus manos fueron
retiradas de ahí.

─No. Tienes que esperar a que termine de sacarte toda la ropa ─dictó
continuando con sus acciones y manteniendo su ceño fruncido.

A pesar de que Jungkook lo encontró adorable, no pudo evitar retorcerse


ligeramente en la cama cuando en un intento de embestir hacia arriba, de nuevo
fue parado de toda acción y regañado otra vez por el menor.

Jimin se quitó la ropa de la misma manera que el azabache, a diferencia de


que él se había quedado únicamente con su bóxer. Se apartó un poco del
caliente cuerpo para situarse a un costado y así poder terminar con su labor.

Sintió cierta satisfacción al ver a Jungkook de esa manera, con él teniendo el


control. Eso le encantó.

Cuando quedó completamente desnudo, llevó dos de sus dedos a la boca del
mayor, indicándole que los chupara. Una sonrisa se coló en sus labios cuando
éste le obedeció y succionó hasta llegar a sus nudillos.
─Bien hecho, hyung ─acarició los sudorosos cabellos del contrario con la mano
intacta para luego apoyarse sobre la misma en el pecho debajo de él. Puso su
peso en esa mano para lograr levantarse con sus rodillas y llevar los dedos
ensalivados a su culo.

Mordió su labio con fuerza cuando comenzó a tocar la línea entre sus nalgas.
Suspiró tembloroso cuando uno de sus dedos logró meterse en su agujero de
manera pausada y sintiendo cómo la abertura de su entrada se dilataba más
cuando procedió a meter el segundo.

El azabache tenía la boca seca ante todo lo que estaba viendo, su mano yacía
en su pene masturbándose, mientras sentía que en cualquier momento se iba a
correr. No quería hacer más que pasear sus dedos en cada rincón de esa piel
que juraba estar hecha de porcelana.

─¿P-puedo tocar? ─preguntó nervioso. No solía ser tan dócil con nadie, pero
Jimin era un caso completamente diferente.

El pelirosa asintió rápidamente ante su pedido mientras seguía jugueteando


con su ano, preparándolo y gimiendo bajito.

Jungkook extendió su mano desocupada hasta llegar a uno de los tentadores y


rosados pezones. Recorrió con lentitud el botón y a los alrededores también,
haciendo círculos imaginarios y aplastándolos de vez en cuando.

Los sonidos que emitía el menor se hacían cada vez mayores y no pararon a
pesar de que el azabache quitó su mano de aquel lugar para dirigirla hasta su
cintura y acariciar de ella lentamente.

Luego de pocos minutos haciendo lo mismo, el placer que Jimin se estaba


dando con los dedos comenzó a bajar y sentía que éstos ya no eran lo
suficientemente grandes para lo que él realmente quería.

Joderse tan duro hasta delirar.

Por eso no se quejó cuando el pelinegro lo volvió a colocar sentado sobre su


regazo, ni mucho menos cuando tomó su desatendido miembro entre sus
dedos.

Sacó los dedos de su orificio con un sonido húmedo, para luego acomodarse
mejor sobre Jungkook. El azabache apretaba su falo con ímpetu y él sentía
como su respiración incrementaba al paso de los segundos.
Decidió apoyarse del pecho ajeno nuevamente con una de sus manos para
lograr levantar su pelvis y con la otra tomó el miembro que anhelaba,
acomodándolo sobre su preparada entrada.

Sintió como la caliente erección del azabache palpitaba entre sus dedos, las
venas se mostraban orgullosamente sobresalientes, la excitación que se colaba
en su cuerpo hacía que sus piernas temblaran con anticipación y la imagen del
pene debajo de su culo pedía a gritos que se follara con dureza.

Frotó el glande alrededor de su entrada por puro jugueteo y la posicionó


correctamente para empezar a insertarlo en el lugar.

El gemido tembloroso que emitió pudo escucharse como eco por toda la
habitación. El deseo y bochorno se sentía en cada esquina del lugar. La lucha
constante de ambos por querer tomar aire con rapidez y el goce que yacía en
sus cuerpos, eran otro más de los motivos por los cuales querían repetir aquella
ocasión. Una y otra vez.

Jimin apretó con fuerza el lugar donde se sostenía, provocando que medias
lunas aparecieran en el pecho del azabache y ocupó ese momento para bajar
un poco más en el pene del mismo.

─A-ah ─mordió su lengua con algo de fuerza tratando de opacar todo sonido
vergonzoso proveniente de su boca. Consideró dejar caer su cuerpo de golpe
sobre el lugar, pero el placer que omitía el introducir el falo de Jungkook con
lentitud y dejar que él sintiera como iba abriendo sus paredes centímetro a
centímetro, era sin duda, más tentador.

El pelirosa boqueó cuando las bolas del contrario chocaron contra sus nalgas y
no sentía más que satisfacción en percibirlo tan grande dentro de su interior.

─Mierda, eres tan sexy ─Jungkook le gruñó intentando distraerlo y que así
pudiese acostumbrarse más rápido.

Aquellas palabras provocaron una atractiva y dulce sonrisa en los labios color
fresa del esperado. El sudor en su frente causaba que varias mechas de su
cabello se pegaran en la zona, pero eso no le restaba a verse tan apetecible,
sino, todo lo contrario.

─Lo sé ─respondió vanidoso. El brillo de sus ojos podría ser a causa de la


poca iluminación en el lugar o por el puro placer. La segunda opción sonaba
más razonable.
Sin esperar algún otro tipo de comentario, llevó su cabeza hacia atrás
manteniendo los ojos cerrados y comenzó un calmado vaivén con la cintura.
Disfrutó sentir como el pene en su interior se coordinaba con los movimientos
que dirigía de adelante hacia atrás. Era tan bueno percibir la manera en la que
se arrastraba por sus apretadas paredes y la maravillosa fricción quemándole
por dentro. Tan íntimo, tan excitante.

Jungkook gruñía ante la tranquilidad que emitía el otro, quería que acelerara
sus acciones para que él pudiese follarlo con intensidad; queriendo dejarlo
adolorido y con ganas de más.

Intentó poner otra vez sus manos sobre la cintura del menor, pero al momento
de topar con la ardiente piel, sus manos fueron aprisionadas sobre el colchón, a
ambos lados de su cabeza.

─No tienes permitido tocarme por ahora, yo mandaré todos los movimientos,
¿bien? ─le dijo con firmeza.

Otra sonrisa satisfecha surgió en su labios cuando el otro asintió. Se permitió


cambiar la dirección de su vaivén a subir y bajar sobre el miembro de Jungkook.

Jimin gimió fuerte cuando en medio de todas las embestidas que él mismo se
estaba dando, la punta del pene llegó a rozar contra su próstata. Lloriqueó
cuando se folló con vehemencia en esa misma zona y empezaba a sentirse
agotado por estar montando a Jungkook tanto rato. Su cuerpo se encontraba
tembloroso y su propio miembro pedía de regreso la atención que había perdido
por parte de la mano del azabache. Sentía que estaba tan cerca; ver el sexy y
sudoroso cuerpo bajo el suyo aceleraba más su deseo por llegar al límite.

Su pene rebotaba contra ambos estómagos cada que subía y bajaba para
encontrarse con la base del falo contrario. Sostenía con fuerza las manos del
mismo contra las suyas y sabía que no duraría mucho de esa manera si ya
estaba arremetiendo con potencia contra su punto dulce.

Se inclinó para alcanzar los labios del mayor y hacer que sus bocas se
comieran entre sí. No tardó mucho en convertirse en una mezcla de choques de
dientes y lenguas; los mordiscos eran parte importante del juego y se permitían
gemir libremente sobre la boca del otro.

Jimin le permitió a Jungkook embestir su cuerpo desde esa posición y sin dejar
que su pene saliera. Los golpes en su interior aumentaron de tal manera en la
que se vio afectado más y en unos cuantos minutos después, el viscoso semen
bañó tanto el interior del pelirosa, como el estómago de ambos. Sus gemidos
fueron opacados por la boca del otro y compartieron un último beso antes de
separarse.

Luego de que el azabache saliera de él, giró el cuerpo del menor para
acostarlo a un lado del suyo y se quedó viendo fascinadamente cómo el mismo
respiraba de manera entrecortada.

Ahora, ambos se encontraban temblorosos, sudorosos y complacidos.

─Fue genial, ¿cierto? ─habló el menor con los ojos cerrados y una bonita
sonrisa cansada.

─Ujum ─respondió Jungkook sin despegar la mirada del sonrojado rostro frente
a él.

Jimin aprovechó la distracción momentánea del contrario para recostarse sobre


su pecho y pasar su brazo en la cintura del mismo. ─No te pasará nada, ¿sabes
eso, no?

Jeon tragó saliva de manera sigilosa. Llevó una mano al cabello de Jimin para
acariciarlo y tratar de no verse preocupado por lo que acababa de hacer.

─Soy capaz de manipular a mi padre, sabes que me quiere demasiado ─le


tranquilizó con voz baja al notar el silencio que el otro había formado.

─Lo sé, pero no puedo evitar pensar que en cualquier momento nos descubrirá
─confesó con un suspiro.

Jimin negó ligeramente y subió su rostro para dejar varios besitos sobre la
mandíbula de Jungkook.

─Si seguimos teniendo este tipo de encuentros secretos no tiene por qué
enterarse ─le sonrió lindamente ─además... ─prosiguió, deslizando sus dedos
en el abdomen del azabache ─si lo hiciera, yo me encargaría de que no te
tocase ningún solo cabello. Ya sabes, yo soy el que en realidad manda.

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