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Curso: Psicopatología

Caso 1: Análisis de los procesos psicologicos alterados


María G. Es una joven de 29 años de clase socioeconómica media, trabaja de administrativa en una
multinacional, aunque actualmente, desde hace cuatro meses, mantiene una interrupción laboral
transitoria. Vive sola en un estudio de alquiler desde que se separó de su pareja hace un año
Orientada en el tiempo y en el espacio y con aspecto adecuado (aparente buen cuidado de sí
misma). Durante la entrevista, se sienta en una postura decaída, distantes de la terapeuta, habla
con voz apagada y muestra una fuerte labilidad emocional, por la que constantemente pide
disculpas (“lo siento mucho, no puedo hablar de ello sin ponerme fatal, lo siento…”). Cuando se le
pregunta por el motivo de su consulta, refiere “estoy en un pozo del que no sé cómo salir, me
siento muerta en vida”. Este sentimiento le acompaña desde hace aproximadamente un año y
medio, en relación con conflictos en su pareja, de la que finalmente acabó separándose por
iniciativa de él. “durante seis meses estuve intentándolo todo para que nuestra relación saliera
adelante”. A partir de la ruptura se sintió “hundida”, se encerró en su casa, no cogía el teléfono
porque no sabía cómo explicárselo a su familia y amigos, manteniendo, sin embargo, su actividad
laboral, aunque con dificultades, hasta hace aproximadamente cuatro meses, cuando, con motivo
de su aniversario, llamó a su expareja y percibió “nada más que frialdad por su parte. Desde
entonces, prácticamente no sale de casa, llora constantemente, no siente ganas de nada – “sólo
de morirme”-, no puede evitar darle vueltas a los errores que cometió en su relación, a qué hizo
mal para que su relación fracasara; “algunas veces no entiendo por qué ocurrió, otras pienso que
es normal: cómo me iba a querer”.

Continuando con la exploración de síntomas, encontramos que el estado de ánimo triste y la falta
de motivación se acompañan de un estado de irritabilidad manifiesto en sus relaciones
interpersonales casi constantemente: se siente molesta por cualquier comentario de los demás
cuando intentan animarla, pero también cuando siente que los otros “evitan el tema y no quieren
hablar de ello”. Reacciona con rabia hacia sus amigos, todos con pareja, y se siente incomprendida
por ellos cuando la invitan a salir. Aunque se siente apoyada por ellos, también percibe un mayor
aislamiento progresivo. Explorando el deseo de morir que manifiesta, refiere que a veces le
encantaría dormirse y no volver a despertar. En ocasiones incluso ha pensado en quitarse la vida,
“pero me da demasiado miedo el dolor y, además, creo que no está bien, no podría hacerlo”. Las
dificultades laborales se relacionaban con problemas de concentración, que se mantienen,
provocados, en parte, por pensamientos intrusivos sobre qué hará él o dónde estará en ese
momento. En cuanto a los síntomas fisiológicos, presentó insomnio de iniciación (entre dos y tres
horas) en el período de conflictos con su pareja y en el mes posterior. Estos problemas para
dormir han reaparecido en los últimos meses. En este mismo período, ha notado que come más de
lo habitual, lo que le ha hecho ganar peso. Se siente peor con ese aumento de peso, si bien no
presenta distorsión alguna de la imagen corporal, ni ningún otro síntoma propio de los trastornos
alimentarios. Siente una casi permanente sensación de inquietud, que en ocasiones ha venido
acompañada de vómitos espontáneos después de las comidas. Su autoestima se encuentra
claramente deteriorada: refiere que con él se sentía segura y su vida tenía un sentido. Ahora sin él
siente que no es nadie. Siente que con esta ruptura ha decepcionado a su familia, ha sido un golpe
para todos, y piensa que, aunque no se lo digan, la ven como la fracasada de la familia.
Curso: Psicopatología

En cuanto a la respuesta emocional, verbaliza especialmente sentimientos de tristeza, fracaso,


desesperanza, vacío, culpa y un intenso autodesprecio. Con respecto a su ex pareja, encuentra
dificultades para describir lo que siente por él: “sólo ganas de llorar y que le quiero”. En la tercera
sesión, comienza a referir sentimientos de rabia por el daño que le ha hecho, sintiéndose a la vez
culpable por esa emoción. Analizando parámetros asociados a la sintomatología, María describe
cómo sus peores momentos coinciden con las ocasiones en las que ha intentado comunicarse con
él “sin ninguna respuesta por su parte” y aquellas situaciones sociales en las que, forzándose a
salir, se encuentra sola sin él y no sabe cómo reaccionar. Ha comenzado a evitar estas situaciones
especialmente durante los últimos cuatro meses. María plantea como problema principal que no
puede vivir sin él, añadiendo, en segundo lugar, la incapacidad para concentrarse y trabajar en
este momento y, relacionado con ello, los problemas económicos empeorados por la situación de
ruptura. El estilo de afrontamiento es pasivo, centrado en la emoción y rumiativo, dando vueltas
constantemente a las razones por las que su pareja no funcionó y fue un “absoluto fracaso”. Su
modo de relacionarse es sumiso, y manifiesta una excesiva dependencia con respecto a sus más
allegados. A este respecto, se puede inferir, a partir del discurso de la paciente, la imposibilidad de
sentirse valioso sin el apoyo de personas importantes del entorno. Sus problemas de
concentración y la intensidad de su respuesta emocional le dificultan enormemente resolver
cualquier problema por pequeño que sea, lo cual no hace sino favorecer su sensación de
indefensión.

Revisando antecedentes personales y familiares de la paciente, no se encuentran problemas


psicológicos previos (” en mi casa todos somos muy felices, bueno, lo éramos hasta esto”). María
nunca se había sentido así, tampoco ha presentado épocas de una especial activación o euforia
que hagan pensar en un trastorno bipolar. Consultó previamente con un terapeuta cuando
comenzó a tener problemas en la relación, “pero no me sirvió para arreglar mi relación, que era lo
que yo quería”. Durante el período de conflictos con su pareja estuvo tomando ansiolíticos
pautados por su médico de atención primaria, que introdujo un antidepresivo ante la ruptura.
Percibió una leve mejoría en su ánimo, sin cambios en la sintomatología a los seis meses del inicio
del tratamiento farmacológico, cuando le pidió a su médico que le retirara la medicación, lo que se
realizó de forma paulatina. No notó empeoramiento posterior relacionado con el abandono de la
medicación. Explorando la demanda, ante la pregunta de por qué consulta en este momento,
María describe cómo en los últimos cuatro meses ha sentido que “se quedaba sin vida” y no
quiere seguir así.

Realizar

1. Determine que procesos psicopatológicos alterados presenta el caso (conductual,


cognitivos y afectivo)
2. Factores causales del problema
3. Identificar factores mantenedores

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