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Diferencia entre trabajo, ocupación y labor.

En el uso cotidiano, el vocablo trabajo es empleado en forma intercambiable con otros,


como ocupación y labor. A continuación procuraremos delimitar su significado para que resulten
más claras sus diferencias con esos otros conceptos, que a veces los implican y otras veces
están subsumidos en él como parte de su significación.
Ocupación no es sinónimo de trabajo, aunque en el uso cotidiano resultan hasta cierto
punto intercambiables: cuando nos preguntan sobre nuestra ocupación, respondemos
informando sobre el trabajo que realizamos. Incluso las definiciones lexicográficas que proveen
los diccionarios establecen una diferencia entre el trabajo y ocupación, adjudicando a esta
última el concepto de dignidad. Ocupación conlleva, por tanto, una connotación valorativa que
la aproxima al goce: una ocupación es un trabajo el cual disfrutamos, dignificado, mientras que
el trabajo en sí implica la cuota de sufrimiento.
Podríamos establecer una distinción entre trabajo, tarea y ocupación en los siguientes
términos: el trabajo es la acción que persigue a un fin, siendo este fin la realización de una
tarea. Así tarea es la obra que debe llevarse a cabo en un tiempo determinado, mientras que
ocupación es la cantidad de trabajo impuesto o necesario para producir algo, medible a partir
del tiempo que ello insume.
Toda ocupación está relacionada con el conjunto de expectativas del rol. Por ello no
podemos hablar de una ocupación en abstracto sino en cuanto relacionada con un conjunto de
expectativas tanto internas como externas, relacionadas con ella.
Hablamos de actividad laboral como sinónimo de trabajo, lo cual es correcto ya que
labor es el vocablo latino para nombrar trabajo, tal cual aparecen en las lenguas latinas como el
italiano.
En el concepto labor caben dos distinciones:
· Labores ordinarias, aquellas que se realizan todos los días.
· Labores especiales, aquellas que se realizan debes en cuando, o raramente.

El trabajo en un sentido estricto es el conjunto de tareas dirigidas hacia un fin.


Cualquiera sea la índole del trabajo que desarrollemos, Schlemenson, establece que en
cuanto sus contenidos se presentan elementos de dos tipos:
· Prescriptos: Son los que están constituidos por las normas, datos, procedimientos,
instrucciones, etc, ante los cuales el trabajador no tiene posibilidad de elección.

· Discrecionales: Se vinculan con la libertad del trabajador para optar entre distintos
métodos o caminos que permiten llegar a la mejor solución del problema planteado.

El trabajo se distingue de otras actividades individuales del hombre, por ejemplo, el juego. Si
bien en ambos se evidencia que una de las satisfacciones principales están relacionadas con el
dominio, en el juego el placer esta centrado en la actividad misma, que a su vez es el fin. En
cambio en el trabajo, si bien la satisfacción forma parte de su fin, éste último no es una
actividad misma sino el logro del cumplimiento de la tarea.

HACIA UN CONCEPTO DE TRABAJO.

Hoy la idea de trabajo, encierra, una paradoja que gira alrededor de dos conceptos
opuestos: por un lado el placer y la satisfacción en el logro de la obra, y por el otro, el esfuerzo
y sacrificio que implican poder encontrar las condiciones tanto internas como externas para
llevarlas a cabo.
El trabajo encierra tres tipos de satisfacciones: económica o material, intrínseca o
simbólica, y una satisfacción social. La alta calidad en el trabajo se consigue sólo si el
trabajador puede obtener los tres resultados psicológicos implicados en la satisfacción
intrínseca o simbólica:

· Si puede considerar al trabajo como algo importante y que vale la pena.


· Si el trabajador advierte que puede ser responsable de lo que hace.
· Si puede reconocer que su actividad es satisfactoria.

Este carácter satisfactorio de la actividad laboral puede encontrar sus razón de ser en
una gratificación sublimada, o también en una necesidad de dominar el entorno para asegurar
la autopreservación de la persona.
Sobre el primer punto fue S. Freud quien ha insistido especialmente, habiendo
destacado el trabajo como una actividad donde se canaliza la pulsión sexual hacia un fin
productivo y socialmente aceptable. Implica, por consiguiente, la renuncia a los instintos y una
orientación guiada predominantemente por el principio de realidad.
Sobre la segunda cuestión, autores como Hendrick opinan que el placer del trabajo
radica en la posibilidad de dominar el ambiente natural, cubriendo de este modo el instinto de
autoconservación del individuo, el citado autor refiere a un principio de trabajo. Tal actividad es
llevada a cabo por las funciones del Yo, y la gratificación radica en la obtención de un beneficio
por medio de la acción.
Por su parte Erik Erikson, ha desarrollado la idea que la actividad laboral es un hito
importante en el curso del ciclo vital humano y en el desarrollo de la personalidad, que
adquiere especial significación en la edad adulta. Esta etapa de la existencia humana está
signada por el par antiético generatividad versus estancamiento, donde generatividad significa
no sólo la posibilidad engendrar hijos sino también la de producir en el sentido amplio del
término, lo que incluye la actividad laboral, entendida ésta como la actividad productora de
ideas, servicios o manufacturas.
El trabajo requiere e implica un equilibrio entre deseo y deber. Este equilibrio permite el
dominio sobre la naturaleza condicionando el nivel de vida, y exige una disciplina y un esfuerzo
que lo oriente intencionalmente hacia la realización de un proyecto.
Existe una estrecha relación entre trabajo y cultura. Hasta podría decirse que la
evolución cultural de la humanidad se ha desplegado a través de la evolución del trabajo. Las
situaciones laborales se caracterizan por normas, rituales, costumbres y exigencias muy
complejas.
Siendo el trabajo una actividad social por excelencia, es típico de las personas realizar
su trabajo por alguna razón: se trabaja por un conjunto numeroso de expectativas y exigencias
sociales que pueden ser conscientes o inconscientes, manifiestas o encubiertas.
El significado del trabajo es altamente complejo y depende de la integración de la
identidad laboral de la persona y la correspondiente realidad.
Tal integración esta constituida por la historia personal y familiar, deseos, preferencias, y
las posibilidades personales en interacciones activas/pasivas con el medio. La intervención de
los mitos y valoraciones frente al trabajo, tanto familiares como socioculturales van a determinar
el estilo personal de trabajar, que esta íntimamente relacionado con las maneras de acceder a
los conocimientos laborales e interpersonales en un contexto sociocultural.
Desde el punto de vista fenomenológico, entendemos que la persona va construyendo
su personalidad laboral a través de sentimientos, actitudes y posibilidades que se ponen en
juego en el acto de trabajar. La ausencia o pérdida de trabajo despierta sentimientos de
desolación y pérdida de identidad, acompañados de desarraigo cultural.

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