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FELICIDAD (eudaimonía): Es el bien supremo del ser humano, su fin último (télos), que alcanza
por medio de la virtud. De todas, la actividad que mayor felicidad proporciona a los seres humanos
es la que estimula la racionalidad, de modo que, para Aristóteles, la sabiduría, la ciencia y la
prudencia son las cualidades que nos acercan a ella, o dicho de otro modo, el cultivo de las virtudes
éticas y de las virtudes dianoéticas. Para ser felices, en tanto que animales sociales (zoon politikón),
debemos unir sabiamente la virtud de elegir con prudencia el término medio entre extremos
viciosos, con lo que también mejoraríamos la convivencia en la polis, y las virtudes de la
contemplación teórica, que la misma polis nos debe permitir desarrollar.
SUSTANCIA (ousía): La sustancia (del latín sub-stare, “lo que subyace”) es el ser propiamente
dicho, lo que posee existencia independiente. Aristóteles distingue dos tipos de sustancia: la
sustancia primera, que es el ente material concreto, y la sustancia segunda, que es la especie o el
género al que pertenece ese ente material. En la teoría aristotélica, la sustancia segunda o la forma
(morphé) no existe separada de la sustancia primera, estrechamente relacionada con la materia
(hyle), al formar parte de un único elemento indivisible (synolon). Si bien la sustancia segunda
constituye la esencia de la cosa, la verdaderamente real, la sustancia en sentido estricto, es la
sustancia primera, que es el ente tangible. Además, Aristóteles incorpora en el concepto de
sustancia las ideas de cambio y desarrollo: la sustancia primera está sometida a un proceso de
perfeccionamiento, guiado por su propia finalidad (télos).
CAUSA: Para Aristóteles, causa es todo principio del ser, todo factor del que depende la existencia
de un ente. Para entender cualquier ente debemos fijarnos en cuatro aspectos fundamentales (sus
cuatro causas): la causa material o aquello de lo que está hecho, la causa formal o aquello que es, la
causa eficiente o aquello que lo ha producido y la causa final o aquello para lo que existe. El
filósofo pone el ejemplo de una escultura. En una escultura del dios Zeus, la causa material podría
ser el bronce o la piedra, la causa formal que es una representación del dios, la causa eficiente el
escultor, y la causa final el motivo de su existencia: embellecer la ciudad. Además, podemos dividir
las causas en: intrínsecas, si forman parte del mismo ser, como la causa material y la causa formal; y
extrínsecas, si son externas a él, como la causa eficiente y la causa final, aunque la clasificación de
esta última no está exenta de controversia, puesto que en los seres vivos la causa final (télos) es
intrínseca.
POTENCIA-ACTO: Este par de conceptos le permite a Aristóteles explicar la posibilidad del
cambio en la sustancia y resolver así el problema planteado por Parménides sobre la imposibilidad
de la mutabilidad del ser. El ser en potencia (dynamis) es el conjunto de posibilidades de la
sustancia para llegar a ser algo distinto de lo que es, mientras que el ser en acto (energeia) es el ser
absoluto, tal y como se presenta en un momento determinado. Cada sustancia encierra un conjunto
de potencialidades propio de su naturaleza. Por eso una semilla es potencialmente una planta, pero
no podrá convertirse en un caballo. Según esta teoría, el cambio es posible porque lo que está en
potencia pasa a estar en acto, o dicho de otro modo, por la actualización de potencias.