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1.2 CLASIFICACIÓN
CLASIFICACIÓN MICROBIANA
COMPLEJIDAD
AGENTE ETIOLÓGICO
a) Contusas: producidas por objetos duros, sin filo y con bordes romos. La lesión es
estrellada e irregular. Hay dolor y formación de hematomas
c) Punzantes: producidas por objetos con punta sin filo. La lesión es dolorosa y la
hemorragia es escasa. Son peligrosas porque pueden ser profundas, perforar vísceras y
provocar hemorragias internas. Su mayor gravedad, es la probabilidad de contaminación
con microorganismos del grupo de los anaerobios (Clostridium), en particular el
Clostridium tetani
e) Lacerantes: producidas por objetos de bordes dentados como serruchos o latas. Hay
desgarramiento de tejidos y los bordes de heridas son irregulares.
PRESENTACIÓN
a) Abrasivas: se producen por fricción de una superficie dura e irregular sobre la piel.
Tienen distintos grados de profundidad. Son contaminadas o infectadas que arrastran
tierra y piedras.
b) Netas: tienen bordes regulares como incisiones quirúrgicas o heridas cortantes. Tienen
bordes simétricos con el lado opuesto por lo que al afrontarlos coinciden. Buena
cicatrización.
d) Heridas con pérdida de tejido o sustancia: heridas que han perdido parte importante de
tejido por lo que no se pueden suturar.
Piel intacta con área localizada de eritema que no blanquea o con cambios en la sensibilidad, la
temperatura o la consistencia que pueden preceder a los cambios visuales. LA decoloración
café o púrpura puede indicar lesiones profundas. Zona persistente de enrojecimiento cutáneo
(sin solución de continuidad en la piel) que no desaparece cuando se alivia la presión. Suele
ocurrir sobre una prominencia ósea.
Lesión por presión de etapa 2. Pérdida de piel que no abarca el grosor completo, pero
expone la dermis. Pérdida parcial del grosor cutáneo que expone la dermis. El lecho de la
herida es viable, rosado o rojo, húmedo y también puede verse en forma de vesícula intacta
llena de líquido o rota. se presenta en la clínica como abrasión, ampolla o cráter superficial.
No son visibles ni el tejido adiposo subcutáneo ni los tejidos profundos. No hay tejido de
desgranulación, desprendimiento de piel, ni escara. Este tipo de lesión con frecuencia es
resultado de un microambiente adverso y el cizallamiento de la piel sobre la pelvis o el talón.
Esta etapa no debe emplearse para describir lesiones cutáneas asociadas con humedad
(LCAH), incluyendo dermatitis por incontinencia, dermatitis intertriginosa, lesión cutánea
asociada con adhesivo médico o traumática (desgarros, quemaduras, abrasiones).
Lesión por presión de etapa 3. Pérdida del total del grosor de la piel.
Lesión cutánea en la que el tejido adiposo es visible debajo de la úlcera y suele encontrarse
tejido de desgranulación, así como engrosamiento de los bordes. Pueden verse
desprendimiento de tejido o escaras. La profundidad del daño tisular varía con la ubicación de
la lesión; las áreas con grosor adiposo considerable pueden desarrollar lesiones profundas.
Pueden formarse cavitaciones o túneles. No se expone la fascia, músculos, tendones, cartílago
ni hueso. En caso de que el tejido dañado o la escara cubran la extensión de la pérdida tisular,
la lesión es no estadificable. Se pierde un área de espesor completo de piel; la lesión se
extiende a través de la epidermis y expone los tejidos subcutáneos; se presenta como un
cráter profundo con o sin debilitamiento y túneles en el tejido adyacente
Lesión por presión de etapa 4. Pérdida de piel de grosor completo. Lesión de piel con pérdida
total del grosor y exposición visible o palpable de fascia, músculo, ligamento, cartílago o hueso
dentro de la úlcera. Puede verse desprendimiento de tejido, escaras o engrosamiento de
bordes; puede presentarse cavitación o formación de túneles. La profundidad cambia de
acuerdo con la ubicación anatómica. Se pierde un área de espesor completo de piel y tejido
subcutáneo, lo que expone músculo, hueso o ambos; se presenta como un cráter profundo
que puede incluir tejido con necrosis, descamación o escara. Con frecuencia, se crean túneles y
debilitamiento del tejido. En caso de que el tejido dañado o la escara cubran la extensión de la
pérdida tisular, la lesión es no estadificable.
Lesiones por presión no estadificables. Pérdida de tejido de grosor completo oculta. Lesiones
de tejido de grosor completo en las que no puede determinarse la extensión de la lesión
porque un tejido o escara cubre el sitio. Si se retira el tejido o escara, se revela una lesión de
etapa 3 o 4. La escara estable (p. ej., seca, adherida, intacta y sin eritema o fluctuante) en talón
o miembro isquémico no debe reblandecerse ni retirarse.
Lesión por presión de tejido profundo. Decoloración persistente no blanqueble de color rojo,
café o púrpura. Piel intacta o lesionada con región de decoloración no blanqueable color rojo
intenso, café o púrpura, o separación de epidermis que revela un fondo de lesión oscuro o
vesícula llena de sangre. El dolor y el cambio de temperatura suelen preceder al cambio de
coloración. La decoloración puede tener aspecto diferente en la piel oscura. Este tipo de lesión
es consecuencia de presión intensa o prolongada y fuerzas de cizallamiento en la unión de
hueso y músculo. La herida puede evolucionar de manera rápida para revelar la extensión real
o puede sanar sin pérdida de tejido. Si se observa tejido necrosado, subcutáneo, de
desgranulación, fascia, músculo o cualquier otra estructura subyacente, es indicación de una
lesión por presión de grosor completo (no estadificable, en etapa 3 o 4). No utilice esta
clasificación para describir enfermedades vasculares, traumáticas, neuropáticas o dérmicas.
Una vez que se notan indicios de una úlcera por presión, se requiere intervención
enérgica para evitar los múltiples riesgos asociados con este deterioro de la integridad
cutánea. El tratamiento depende del estado de la úlcera por presión identificado por
los siguientes signos:
Hiperemia. El enrojecimiento de la piel se presenta con rapidez y puede desaparecer
pronto si se elimina la presión. No hay solución de continuidad y los tejidos
subyacentes permanecen suaves. Es útil aliviar la presión mediante el uso de una
esponja adhesiva; es recomendable proteger la piel con un apósito o parche de
hidrocoloides naturales (DuoDerm® o Tegasorb®) antes de aplicar el adhesivo.
Isquemia. Se presenta enrojecimiento de la piel después de 6 h de presión continua y
suele acompañarse de edema e induración. Pueden requerirse varios días para que
esta zona recupere su color normal, tiempo en el cual tal vez aparezca una ampolla
en la epidermis. La piel debe protegerse con un apósito de hidrogel, que contiene
agua y mitiga las molestias locales. Si hay una solución de continuidad, debe
limpiarse todos los días con solución salina normal o el producto sugerido por el
centro de atención.
Necrosis. La presión continua durante más de 6 h puede causar ulceración con una
base necrótica. Este tipo de lesión requiere un apósito transparente que proteja frente
a bacterias, pero que sea permeable a oxígeno y vapor de agua. Es esencial la
irrigación abundante durante los cambios de apósito. A veces se usan antibióticos
tópicos. El alivio completo puede tardar de semanas a meses.
Daños en tejidos profundos. Si la presión no se alivia, la necrosis se extenderá a
través de la fascia y tal vez hasta el hueso. Con frecuencia, hay una escara, que es
una costra coagulada gruesa, y la destrucción ósea e infección son posibles. A
menos que se elimine la escara, el tejido subyacente continúa degradándose, por lo
que el desbridamiento es esencial
EXPLORACIÓN FÍSICA
Superficie de la piel. Se explora toda la superficie de la piel de la cabeza a los
pies, incluyendo detrás de las orejas, dentro de los pliegues cutáneos, bajo las
mamas y entre los dedos de los pies. El baño y los masajes son buenas
oportunidades para inspeccionar la piel durante la atención del paciente. Se toma
registro de nevos, desgarros, equimosis, cambio de color y cualquier otro dato
anómalo. Debe tenerse presente que las zonas de presión pueden ser difíciles de
detectar en las personas de piel oscura.
Lesiones. Se describe cualquier lesión de manera tan específica como sea posible
en cuanto a color (p. ej., púrpura, negra, hipopigmentada), configuración (p. ej.,
lineal, separada, confluente, anular), tamaño (p. ej., profundidad y diámetro),
secreción y tipo.
Algunos términos utilizados para describir los tipos de lesiones son:
Mácula. Pequeña mancha o despigmentación no palpable.
Pápula. Cambio de color < 0.5 cm de diámetro con elevación palpable.
Placa. Grupo de pápulas.
Nódulo. Lesión de 0.5-1 cm de diámetro con elevación palpable; puede presentar
cambio de color.
Tumor. Lesión > 1 cm con elevación palpable; puede haber cambio de color.
Roncha. Elevación palpable roja o blanca de tamaño variable.
Vesícula. Lesión < 0.5 cm de diámetro que contiene líquido y tiene elevación
palpable.
Ampolla. Lesión > 0.5 cm de diámetro que contiene líquido y tiene elevación
palpable.
Pústula. Lesión que contiene líquido purulento; de tamaño variable y elevación
palpable.
Fisura. Surco en la piel.
Úlcera. Depresión abierta en la piel, de tamaño variable.
Manchas mongólicas. Debe tenerse presente que numerosas personas con
ancestros africanos, asiáticos o nativos estadounidenses tienen manchas
mongólicas. Éstas son zonas oscuras irregulares (parecidas a equimosis) en nalgas
o espalda baja y con menor frecuencia en brazos, abdomen o muslos.
Turgencia cutánea. Se examina la turgencia pellizcando con delicadeza diversas
zonas de la piel. La turgencia tiende a ser deficiente en casi todos los adultos
mayores; sin embargo, la reducción de la turgencia asociada con la edad es menor
en esternón y frente, por lo que son zonas adecuadas para valorarla.
Tolerancia a la presión. Se valora la tolerancia a la presión inspeccionando un
punto de presión después de que el paciente ha estado en la misma posición
durante media hora; si hay enrojecimiento, debe programarse el cambio de
posición de ese paciente cada media hora. Si no hay enrojecimiento, se permite
que el paciente permanezca en la misma posición durante 1 h y se inspecciona; si no hay
enrojecimiento, se aumenta el tiempo en intervalos de media hora hasta un
máximo de 2 h.
Temperatura. Se obtiene una valoración de la temperatura de la piel tocando
distintas zonas con el dorso de la mano. Se toma nota de la frialdad y diferencias
de temperatura entre las extremidades.
Las queratosis, también llamadas queratosis actínicas o solares, son lesiones
pequeñas de color claro, por lo general gris o pardo, en zonas expuestas de la piel. Es
posible que se acumule queratina en estas lesiones, por lo que se forma una lesión
cutánea con una base ligeramente enrojecida y con aumento de volumen. La vigilancia de
enfermería precisa en busca de cambios en las lesiones queratósicas es vital porque estas
lesiones pueden ser precancerosas.
Queratosis seborreica
Las queratosis seborreicas son proyecciones oscuras parecidas a verrugas en la piel
Es frecuente que los adultos mayores tengan estas lesiones en diversas
partes del cuerpo. Pueden ser tan pequeñas como la cabeza de un alfiler o grandes
como una moneda mediana. Tienden a crecer y a multiplicarse con la edad. En las
zonas sebáceas de tronco, cara y cuello y en personas con piel grasosa, las lesiones
lucen oscuras y aceitosas, y en zonas menos sebáceas tienen aspecto seco y color
claro Aunque estas lesiones son benignas, la evaluación médica es importante para
diferenciarlas de lesiones precancerosas.
Cáncer de piel
Existen tres tipos principales de cáncer de piel que son frecuentes en la edad
avanzada: carcinoma basocelular, carcinoma espinocelular y melanoma.
El carcinoma basocelular, la forma más frecuente de cáncer de piel, crece con lentitud y
produce metástasis de manera infrecuente. Entre los factores de riesgo para su desarrollo
están la edad avanzada y la exposición al sol, la radiación ultravioleta y la terapéutica.
Dolor - Probe to Bone (alto riesgo de de osteomielitis) - Nuevas zonas de lesión- Calor-
Eritema, edema, exudado purulento
UPP
Presión externa prolongada (influye más el tiempo que la intensidad)
Inmovilidad o movilidad escasa.
Exposición continuada de la piel a humedad.
Trastornos circulatorios que puedan provocar mala perfusión periférica.
Edemas.
Déficit nutricional (hipoproteinemia, carencias vitamínicas).
Anemia.
Deshidratación.
Percepción sensorial disminuida.
Incontinencia (es el más importante porque puede provocar maceración de la piel y elevar el
riesgo de contaminación e infección).
Vasculares:
Estados de shock (estancamiento).
Arteriosclerosis (deficiente irrigación por la degeneración arterial).
Ausencia de reflejos vasomotores (shock medular).
Alteraciones de la microcirculación (diabetes).
Nerviosas:
Parálisis (posición determinada, aumenta la presión local y la estasis venosa, lo que favorece la
hipoxia y la isquemia).
Espasticidad (permite que la presión actúe con más intensidad en articulaciones deformadas).
Pérdida de sensibilidad (en un individuo sano los síntomas iniciales de isquemia son sensación
de acorchamiento y hormigueo; cuando la isquemia es profunda dará lugar a dolor,
provocando el cambio de postura, pero si no hay sensibilidad, no se perciben
las molestias).
Otras:
Senilidad (mayor tendencia al decúbito y más fatiga con el ejercicio).
Agentes farmacológicos: corticoterapia (adelgazamiento tisular, disminuye su resistencia e
inhibe la cicatrización) y quimioterapia antineoplásica (reduce la capacidad inmunitaria).
Alteraciones cutáneas (la piel en mal estado por maceración, mala higiene, traumatismo o
trastornos vasculares favorece la aparición de úlceras)