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EL VIRREYN ATO
DEL RIO DE LA PLATA
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I NT R o n u c a ÓN
En la historiografía sobre la época colonial hisp ano ­
americana. siem pre ocu pó un lugar p r e p o n d e r a n te la
exposición del m o v im ie n t o em ancipador de la tutela
de España .1 Escribir la historia era una tarea e m i n e n t e ­
m e n te "política", p uesto q u e se consideraba la jase h e ­
roica de la rebelión antiespañola como la hora en «¡ue
las nuevas repúblicas nacieron com o naciones, y con
m ucha frecuencia detrás de la apasionada c'vocación del
pasado revolucionario se ocultaba asim ismo una piote.sta
contra el caos político y la depresión de los tiem p o s t¡ut
siguieron a la em ancipación. Eos deberes im p u esto s pot
la herencia espiritual de la revolución de i n d e p e n d a n ia,
el colorido especifico de la política interior de los países
rectores y, en m u y p r i m e r te rm in o , el gran e je m p lo de
la historiografía europea del siglo X I X y de com ienzos
del X X favorecieron el p r e d o m in io de la escuela liberal*
to n grandes n o m b re s co m o los de B u s ta m a n te , Macke-

* C f. ln* fre h a s en W llf li's » A . C .. HLa^tits jvd f i cf / i


nic Amttici, N u e v a Y o rk . 19-12. S á n c h e z A i o n s o . B , j t la
hi taría tipañola t hispanofí’ndisena. M a d r id , 1 9 5 2 . t. I I I . títu lo nv 9 'V 6
sqq. H c m p k k f y s . R . H ., Tht Histo'togrtfhy y tk* Sp**ük Ant’H-zn
Rtrolutiortt, e n : RtUdom, t. I , r d . p or f l C o m ita to I n t r m d i S c ie n c e
S tor., X C on firm o I n t r m . d e C ie n c ia * H istér ica » . R e m a 1 9 5 5 . p. 2 0 ,

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o MANFRED KOSSOK
EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 9

u n a , M e d in a , A m u n á te g u i, M itr e , etc. Salvo algunos


p r im e ro s in te n to s p o r e x p lic a r las c o n e xio n e s sociales G il M u n illa : 8 “L a em ancipación es, en esencia, la re­
y eco n ó m ica s e n tr e la época co lo n ia l y la de e m a n c ip a ­ v o lu ció n burguesa am ericana” y, com o tal, consecuen­
c ió n (c o m o , p o r e je m p lo , los de A lb e r d i) , se hizo e v i­ cia de la “creciente im portancia de la burguesía am eri­
cana”. E n lo q u e respecta a los diversos países que
d e n te la te n d e n c ia a in v e stig a r las raíces esp irituales
fo rm a n H ispanoam érica, dicho problem a no ha sido
y p o lític a s de la tra n sic ió n e n tr e la co lonia y la lib e r­
analizado y expuesto en sus condiciones históricas sino
tad, y la censura r e v o lu c io n a ria apareció m ás b ien com o
al n iv e l de las definiciones generales, com o bien se de­
u n d o n de los g ra n d e s e je m p lo s n o rte a m eric a n o s y fr a n ­
m ostró p o r el curso y los resultados del Congreso de
ceses q u e c o m o p u n t o c u lm in a n te y fin a l de la p ro p ia
H istoriadores celebrado en M a d rid en 194S,h y que se
e v o lu c ió n . ‘
ocupó en especial de las “causas y el carácter de la
L a h isto rio g ra fía d e l p r e s e n te se caracteriza, p o r lo 1 e v o lu ció n de in d ep e n d e n c ia ”.
c o n tra rio , p o r u n a c re c ie n te d iso lu c ió n de la “im agen Pero la fo rm a ció n y crecim ien to de una clase desti­
h istó ric a a n tig u a ’, y la b ú s q u e d a de n u e v o s h o rizo n te s nada a hacer una revo lu ció n es siem pre fru to de u n
en la in te r p r e ta c ió n d e l pasado h isp a n o a m e ric a n o ha largo proceso, q u e a m e n u d o es casi im posible recons­
c o n tr ib u id o a d e sp e ja r el c a m in o para u n a m ás a cen ­ tr u ir en sus an teced en tes ocultos: de esta m anera, tam ­
tu a d a c o n sid e ra c ió n de los m o m e n to s sociales y ec o n ó ­ b ién el m o v im ie n to de in d ep e n d e n c ia hispanoam erica­
m ic o s de la e v o lu c ió n .2 E n lo c o n c e r n ie n te a la e m a n ­ na se presen ta com o cu lm in a c ió n po lítica de una trans­
c ip a c ió n y a su s p e r ío d o s p re c u rso re s, n o se trata con fo rm a c ió n económ ica y social q u e había echado hondas
e llo d e u n a “so cio lo g ía de la r e v o lu c ió n ” e n abstracto maíces en el seno de la sociedad colonial. E n los capí­
s in o de p la n te a r s e a n te to d o u n a c u e stió n m ás im p o r ­ tu lo s q u e se leerán a c o n tin u a c ió n hem os in ten ta d o
ta n te : h a sta q u é p u n t o , y m ás allá de la e x iste n c ia de ofrecer u n cuadro general de los rasgos fu n d a m e n ta le s
se rie s causales de o r d e n p o lític o y e s p ir itu a l, la r e b e ­ de la estru c tu ra social y económ ica del V irreinato del
lió n d e H is p a n o a m é r ic a fo r m ó u n a p a r te orgánica del R ío de la P lata para pla n tea rn o s, en u n e je m p lo con­
m o v im ie n to u n iv e r s a l de e m a n c ip a c ió n b u rg u e sa de creto, el proble7na de cuáles eran las p o sibilidades y
los siglos X V I I I y X I X . A l p r o p o n e r su “teo ría de la persp ectiva s q u e —en el m arco del sistei7ia colonial
E m a n c ip a c ió n ” escrib e el h isto r ia d o r e sp a ñ o l O cta vio esp a ñ o l— se ofrecían para la liberación de elem entos

3 Teoría de la Emancipación, en Historia de España, estudios pu­


2 En cuanto a los resultados a que debería aspirar una historia social
blicados en la Revista Arbor, Madrid 1953, p. 455 sqq.
y económica de la época colonial, cf. R. K o n e t z k e , Probleme und For-
4 Congreso Hispanoamericano de Historia. Causas y caracteres de la
schungsstand der Sozialgeschichte Hispanoamerikas wáhrend der Kolonial-
independencia hispanoamericana, Madrid 1953. Cf. asimismo M. S. A l p e -
zeit (Problemas y estado actual de la investigación sobre la historia social r o v ic h , V. I. E r m o l a e v , I. P. L a v r e t s k ii , S. I. S e m io n o v , Las Guerras
de Hispanoamérica en la época colonial), en: Communicazioni3 t. V II, de Independencia de las Colonias españolas en América (1810-1826),
del Com itato Intern. di Scienze Stor., X Congreso Intern. de Ciencias traducción castellana edit. por Cuadernos de Cultura, Buenos Aires 1958.
Históricas, Rom a 1955, p. 35 sqq.

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MANFRED K O S S O K
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sociales burgueses y capaces de ser ú tile s a la e m a n c i­


pación burguesa, e lem en to s q u e al tom ai conciencia de
su pro p ia im portancia p o lític a y al estrechar fila s en
el m o m e n to histórico de 1S10 llegaron a u n a categoiica
negación del rég im en colonial. I

COLONIZACIÓN ESPAÑOLA DEL RIO


DE LA PLATA

Según una expresión de Ricardo Levene, la Argentina, a


diferencia del resto de Hispanoamérica, no fue conquistada sino
colonizada. Con tal delimitación del concepto, Levene subraya
conscientemente los fundamentos peculiares del dominio colonial
español en el Rio de la Plata, cuyas particularidades también
influirían y encauzarían el proceso de la emancipación en su
etapa preparatoria del siglo xvm. Como para las demás regiones
del imperio hispanoamericano, también en la Argentina puede
apreciarse una evidente continuidad desde la época de la conquis­
ta hasta la emancipación, si bien los contextos históricos son dife­
rentes de los que podría hacer presumir la interpretación de
Salvador de Madariaga .1 Una comparación con el resto del impe­
rio colonial nos permitiría definir las particularidades de la colo­
nización del Río de la Plata, pero para ello deberemos atenemos
al doble criterio que se expondrá a continuación.
En la tarea de juzgar un régimen colonial, inmediatamente
se plantea el problema del carácter de su colonización y, a la
vez, el de la estructura del sistema colonial. Se trata de dos as­
pectos diversos de un mismo proceso y, en última instancia, el
carácter de la colonización imprime su sello a la estructura del
sistema resultante, si bien no debe olvidarse que la interrelación
concreta de ambos factores sólo podrá apreciarse en un campo
de acción relativamente extenso, que puede alcanzar una impor­
tancia de vastos alcances en la dirección que terminará por asu­
mir la evolución de una colonia determinada.

1 The Fallof the Spanish American E spire (Caída del imperio espa­
ñol en Am érica), Nueva York 1948. Entre otras cosas, Madariaga mani­
fiesta que el separatismo “democrático” de los conquistadores debe
interpretarse como legítimo precedente de la emancipación de 1810.

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12 MANFRED K O S S O K
EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
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De acuerdo con su carácter histórico —entendido como to­


talidad de los impulsos tanto objetivos como subjetivos que in­ fa lle c im ie n to ° ^ p aS arS C P ° r a l t o u n c r e c i e n t e
tervinieron—•, la colonización española fue un movimiento^ del en la lntensidad de la conquista. Al mismo tiem­
feudalismo tardío, de expansión y colonización," que se volcó en po desde el punto de vista del poder central, el aspecto de la
diferentes oleadas sobre el continente americano, desde Cali­ onizacion efectiva cedía gradualmente su lugar a una tarea
fornia hasta Bío-Bío. La etapa inaugural se extendió de 1492 a rio” rfedo" dea“ iento”> ‘al establecimiento de un “cordón sanita-
1510, años durante los que se llevó ,a cabo la ocupación de las rZ - u V laJ CT petenCÍa indeseable de otros países. Chap-
man ha llamado la atención sobre el esfuerzo potencial del
Grandes Antillas. Tan breve lapso fue suficiente para proveer
aspecto defensivo (que el llama: “offensive offensive” - “defen-
a los conquistadores de las experiencias necesarias para conti­ sive offensive - defensive defensive” ) y ya debe concedérsele
nuar Ja obra emprendida, para establecer la dirección funda­ importancia para sus comienzos precursores a fines del siglo xvi
menta] de la futura política colonial y para estabilizar tanto en si bien las situaciones diferían considerablemente en las distintas
lo económico como en lo político los puntos de apoyo conquis­ zonas fronterizas, como lo índica ya una comparación entre Florida
tados, que así brindaron una base segura desde donde partir a y Norte de México, dos términos opuestos.
la conquista de tierra firme .3 Después de un preludio en el Mientras que el carácter de la colonización solamente era
istmo de Panamá, la conquista de los imperios azteca e inca, determinado desde la metrópoli —por lo cual actuó sin modifi­
como así también de los territorios intermedios, formó el'conte­ caciones en todas las fases de la Conquista—, la estructura
nido de la segunda etapa, que se extendió de 1510 hasta 1535. misma del sistema poseía, como correctivo esencia], una índole
Con la segunda conquista de Tenochtitlan por Cortés y con mucho más compleja. A la consolidación de la estructura del
la ocupación de Cajamarca y del Cuzco por Pizarro comenzó la sistema colonial español, es decir, a la totalidad de los elementos
etapa de prosperidad de la Conquista, cuya primera crisis se económico-sociales, político-administrativos, cultural-espirituales y
presentó con la desvastadora revolución de los precios .4 Desde étnicos que determinaron forma y contenido del régimen colo­
1535, aproximadamente, y hasta el último cuarto del siglo xvi, nial, también contribuyeron —por encima del carácter de la'
es posible situar la tercera etapa, caracterizada por repetidos in­ colonización— las circunstancias concretas preexistentes, ya fue­
tentos de incorporar las “zonas marginales”, entre las cuales tam ­ ran de carácter geográfico, económico, social o de otro tipo, que
bién figura la del Plata. Estos movimientos surgieron y,a en bue­ reaccionaron activamente frente a la invasión europea. Entre
na parte de la propia fuerza expansiva de los nuevos centros de esa amplísima escala de reacciones figuran, por ejemplo, tanto
las exigencias particulares de la economía de plantaciones tro­
2 M . K o s s o k y W. M a r k o v , Konspekt iiber das spanische Kolonial-
picales (o subtropicales) como quizás la heroica resistencia de
system (Ojeada general al sistema colonial español) en: Wiss. Zeitschr., los indígenas a ser explotados por los “dioses blancos”, y tam­
año 45, 1955/56, Gesellsch. u sprachwiss. Reihe, cuad. 2 y 3, p. 126. bién los efectos —que últimamente suelen subrayarse, sobre
W. M a r k o v , Bemerkungen zur geschichtlichen Stellung der Siedlungs- todo por parte de los indigenistas 6— del contacto social y cultural:
kolonie (Anotaciones sobre la situación histórica de la colonia de coloni­ por encima de la mezcla de razas (mestizaje), dicho contacto
zación) en: Vom M ittelalter zur N euzeit (D e la Edad M edia a la M o ­
derna), ed. por H. Kretzschmar, Berlín 1957, p. 318 sqq. creó las p o s ib ilid a d e s efectivas de una “Reconquista” india.7
3 N. M e z a V i l l a l o b o s , Significado del período 1493-1508 en el
Desde el punto de vista de una correlación tan sumamente com-
proceso de la Conquista, en: Rev. Chilena de H istoria y Geografía, San­
tiago de Chile 1947, n 1? 110. • ~ 5 C h . C h a p m a n , Colonial Hispanic America: a history, Nueva York
4 E. J. H a m ilto n , Spanish Am erican Treasure and the Price Revo- 1938, p. 92 sq.
lutton in Europe, Cambridge (Mass.) 1934. Cf. asimismo G. L u z a t t o , 6 E . V a l c a r c e l , R uta cultural del Perú, M é x ic o 1946.
á to n a economica dell’etá moderna e contemporánea, P adua 1955 • I 7 F. M o r a l e s P a d r ó n , Fisonomía de la conquista indiana, S e v illa
p. 199 sqq. ’ r ’ 1953, p. 153 9q q .

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E L VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
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plicada, y a partir de características comunes de tipo primario y
Uneral, se hace posible desmembrar el sistema colonial español y estatales 1 en los centros de gravedad de México y Lima fue un
en diversos sectores en cuanto a lo estructural y tipológico, si indicio de la eliminación parcial del elemento capitalista dentro dí
bien en algún caso aislado su recíproca delimitación no sera la colonizacion, en la medida en que dicho elemento no se identi
todo lo exacta que fuera de desear. _ , cara inmediatamente con el fisco estatal. No debe despreciarse
la acción de los impulsos capitalistas12 en la expansión trans
A los ojos de los conquistadores y según la expectativa del atlantica, pero sus efectos más amplios repercutieron en el ámbito
Estado absolutista, los poderosos imperios de incas y aztecas cons­ de las Indias Occidentales (con inclusión de la región costera
tituían meramente el “tipo ideal” de un objeto de colonizacion, venezolana y centroamericana). Tras la-rápida declinación de la
juzgado con criterios de valoración predominantemente feudales. fiebre del oro de Cibao y de Río Hayna, se impusieron los esfuer
En esos imperios podía cumplirse con mayor facilidad y con zos por convertir a las islas en vastas plantaciones. También re­
máximo provecho la p ro fe s ió n de fe de los conquistadores: sulta característico que, a medida que progresaba con éxito la
“Para servir a Dios y al rey; para llevar la luz a quienes viven conquista de tierra firme, fueron declinando gradualmente en las
en las tinieblas, y también par,a ganar riquezas, lo que buscan islas las primeras tentativas, a pesar del generoso apoyo que les
todos los hombres” (Bernal D íaz). En la organización económica brindaba la Corona y de la protección eclesiástica.13 En contraste
y social altamente desarrollada de los imperios inca y azteca, los con la política colonial anglofrancesa de la época del mercanti­
colonizadores hallaron toda una serie de puntos de apoyo que lismo, España solo desarrollo en forma embrionaria el tipo de la
facilitaron la transferencia del orden social feudal a los dominios colonia de plantaciones, y hubo que esperar hasta la segunda
de ultramar .8 Toda seguridad de convertir una conquista transito­ mitad del siglo xvm para que se hiciera visible algún cambio.
ria en duradera penetración colonizadora descansaba en el presu­ Es posible que, dentro del ámbito general de la expansión
puesto de que existía una población autóctona cuyo nivel de desa­ española, la colonización del Río de la Plata represente un “caso
rrollo permitía su integración, con el mínimo de fricciones, en el fi onterizo , y en medida aun mayor que las Indias Occidentales.
nuevo orden social. Dentro de las condiciones de la colonización A la misma conclusión nos lleva igualmente el análisis contem­
a través de señores feudales, la posesión territorial (con inclusión plativo de los procesos internos argentinos.
de las minas) sólo alcanzaba su verdadero valor al asignárseles al De acuerdo con su configuración natural, el territorio del Río
mismo tiempo la facultad de disponer de mano de obra servil en de la Plata ofrecía las mejores condiciones para el desarrollo de
número adecuado .3 Este problema cardinal de la colonización es­ una libre colonización agraria, sobre todo si se considera la “gran
pañola fue resuelto recurriendo al sistema de repartimientos y en­ cantidad de praderas que se encuentran en estado natural” y la
comiendas.10 '
Acerca de la relación entre la iniciativa privada y la estatal en
Tanto para el futuro de las colonias como de la metrópoli, la Hispanoamérica, cf. S. Z a v a l a , Ensayos sobre la colonización española en
casi exclusiva concentración de las iniciativas coloniales privadas América, Buenos Aires 1944, p. 123 sq. De allí surgen reparos esenciales
a la tesis de la omnipotencia del Estado español (cf. J. B e c k e r , La política
8 F. K a t z , Die sozialokonomischen Verháltnisse bei den A zteken i. española en las Indias, M adrid 1920).
15. u. 16. Jahrh. (Condiciones económicosociales entre los aztecas en los 12 A modo de resumen del estado actual de la investigación, véase
ss. X V y X V I ) . H. H. D i s s e l h o f f , Geschichte der altamerikanischen R. K o n e t z k e , Der welthistorische M oment der Entdeckung Amerikas
(Im portancia histórica mundial del descubrimiento de América) , en; His-
K ulturen (Historia de las antiguas culturas americanas), M u n i c h 1 9 5 3 ,
v. s o b r e to d o p . 1 1 2 sq ., 1 6 0 sq ., 3 1 0 sq .
torische Zeitschr. 182/2, oct. de 1956, p. 279 sqq. V. M a g a l h á e s Go-
d i n h o , Les grandes découvertes, Coimbra 1953.
0 K o s s o k - M a r k o v , Konspekt, 2? p a r t e , p . 236. M arkov, Bemer- 13 Cf. R e la c ió n ... por A l o n s o d e P o r a d o (1527) en: Colección
kungen, p. 319. de documentos in é d ito s.. . de U ltram ar (D .I.U .), Madrid 1 8 8 5 ..., t. I,
10 S . Z a v a l a , La encomienda indiana, Madrid 1 9 3 5 . p. 4 2 8 sqq.

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K O S S O K
m a n f r e d
e l v ir r e in a t o d e l r ío d e l a p l a t a
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c to u n s ta a c ia de que ' « m ‘^ X p o d r í a de- a los auspicios políticos que habían inspirado la empresa Pn™
tiempo antes, Portugal había decidido intensificar \ T r T
S ÍT VSM S“oñ del Brasil, desde Pernamhuco y hasta
el sur, merced a la creación de capitanías hereditarias, “ a mST
tor autónomo, cuyos i5P hfjbiera estado más lejos de
el trabajo y la tierra , .P esDañol El libre emigrante calil­ doza se le encomendaba la misión de “conquistar v ™ W i
las concepciones del i n m i g r a n ^ ¿ de poblacion tíerras y provincias del Rio de Solís, t a m l L llagado” P liS
pesino, amenazado en su contingentes de la Con- donde ya estuvo Sebastián Caboto. . 21 Con esa int-p • -
eP„ su país de origen - no “ ^ p i r a d a , principal- nevó a cabo la fundación de Buenos Aires, en m e d " m “ £
quista, y las tentativas en este t o c a ^ apre. de tribus de indios nómades, que pronto se resistieron a ser d o rS
mente por los dominicos (Las Casas]
nados por los españoles. Al cabo de poco tiempo el destino de esa
ci,able. . . , Rí j ia piata ocurrieron nueva colomzacion en la “tierra del hambre” 22 quedaba sellado.
Tas Drimeras incursiones hacia el Kio ae id 17
Impulsados tanto por la falta de alimentos como por el espejismo
de la M ontana de la Plata, en los dominios del “Rey Blanco”
los españoles llegaron hasta Asunción, que, a partir de 1541 y
¡fue e r r a d a Ya e ,«15>02 y j ¡nt ent ó el pr!mer
p ío de la Plata. En 1 5 1 b , Juan ^ «M ar dulce” y, poco des- como consecuencia del abandono de Buenos Aires, debía conver­
tirse en centro de la Conquista.2* Como “agro del mundo” ,24
’f o L f b ^ d e ^ o n » a la Paraguay ofrecía condiciones más favorables para una coloniza-
S i c t ó n de Magallanes. AI ealor de los acontecim.en.os de cion.
5 £ f c o y del Perú, surgieron innumerable, leyendas “ ¿ « las su­ Si bien los españoles solamente consideraron a Asunción como
puestas riquezas que existían en las margenes de ese ™ “ P l etapa indispensable en su camino hacia la Sierra de la Plata, el
¡a” y ellas constituyeron el mas poderoso incentivo para su ex sentido más hondo de la fundación de esa ciudad se encuentra
en otro plano. A medida que se desvanecía la ilusión de conquis­
Pl0 ACpartir de 1 5 2 4 , el Río de la Plata fue el objetivo de viajes tar nuevas tierras del oro, los españoles se consagraban con éxito
independientes de descubrimiento, pero la verdadera torna de creciente a la agricultura. Favorecido por las condiciones geográfi­
posesión precursora de una colonización se debió a la expedición cas y teniendo a su disposición abundante mano de obra indíge­
encabezada por Pedro de Mendoza .19 Los preparativos y el des­ na, pronto se inició un notable auge económico.23 Tal “prosperi­
pliegue de la expedición superaron todo lo conocido hasta en­ dad” desató una renovada expansión colonizadora que, siguiendo
tonces: no solamente correspondía ello a las esperanzas de los
conquistadores, de la Corona y de los comerciantes alem anes que 1 0n n ? C a p i s t r a n o de A b r e u , Capítulos de Historia colonial (1500­
en muy primer lugar participaban con su capital, sino tam bién 1800), Sao Paulo 1954, p. 91 sqq. C h . E. N o w e l l , A History of Por­
tugal, Nueva^York 1952, p. 97 sqq. C. M a l h e ir o D ía s (E d.), Historia
14 K . M a r x , Das Kapital, B e r lín 1 9 4 9 , t. III, p. 8 0 5 . da colonizacüo portuguesa do Brasil, O porto 1921-1924, t. I II , p. 97-164.
21 R u b i o , op. cit.
15 lbídem , p . 7 2 6 , 7 4 1 .
10 C. H. H a r in g , The Spanish Empire in America, Nueva York 2“ L e v e n e , Argentinien. 400 ]ahre Geschichte und Entwicklung
1 9 4 7 ,_ p . 2 2 2 sq q . (L a Argentina. Su historia y desarrollo a través de 4 siglos), Essen 1939,
p. 24. '
17 J. M . R u b i o , Conquista y colonización del Plata (Historia de
23 R u b i o , op. cit.
América, e d . A . B a l l e s t e r o s B e r e t t a , t. 8 ) , B a r c e l o n a 1 9 4 2 .
. 21 O . Q u e l l e , Geschichte von Iberoamerika (Historia de Iberoamé­
18 lbídem., p. 3 7 sq . E. d e G a n d ía , Historia crítica de los mitos de rica), Leipzig 1949, p. 104.
la conquista americana, B u e n o s A ir e 9 1 9 2 9 , p. 1 5 4 s q q . 25 lbídem , p. 105.
18 R u b io , op. cit., p. 9 2 . ‘

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E L VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA
19
el rumbo natural del comercio, se dirigió hacia el sur. Al decrecer
la aportación de españoles europeos, fueron criollos y mestizos-0 doza (1559), Tucumán (1565), Córdoba (1573) Salta Í15R^
los portadores de esa expansión que, a lo largo del Paraguay, el La Rioja (1591), Jujuy (1593). U582)’
Paraná y el Plata, pasando por Santa Fe (15/3), llevó a la se­ Con la nueva fund.ación de Buenos Aires en el sur y la fun­
gunda fundación de Buenos Aires.-7 Semejante vuelco h a c ia e l dación de Jujuy en el norte argentino, se cerró el ciclo de la colo
Atlántico, con miras a establecer un contacto directo con España, mzación del Río de la Plata, cuya significación particular trata
entrañó para Paraguay y el litoral ribereño un alejamiento del remos de fijar en las consideraciones que se leerán a continuación
Perú cuyas c o n se c u e n c ia s solo podrían apieciaise mucho m Lis 1. Ya desde los primeros comienzos se puso de relieve, en las
tendencias económicas y sociales del territorio que más tarde per­
tarde. tenecería al Virreinato del Río de la Plata, un notable dualismo-
Además, el afincamiento en el Río de la Plata no correspon­ por una parte el Litoral, o sea “la costa”, en el sentido más am­
día únicamente a la política .antiaislacionista de la aristocracia plio del término ; por otra parte el Norte, es decir, el territorio
criolla paraguaya: el movimiento favorecía también las elementa­ comprendido en el interior del triángulo Mendoza-Jujuy-Cór-
les necesidades económicas de los centros de colonización al este doba. La distribución geográfica de la tarea colonizadora echó ya
de los Andes, desde Mendoza hasta Tucumán, centros que de­ las bases para esa evolución antagónica. Más aún, en opinión de
bían su existencia a una corriente de colonización totalmente dis­ V. G. Quesada, hasta debería verse en la implantación del domi­
tinta .28 nio español en el Río de la Plata una “colisión entre 1.a aristo­
Mientras la penetración a lo largo del Plata-Paraná-Paraguay cracia del norte con la democracia de la costa” .31 '
se limitaba a una estrecha faja ribereña de colonización esporá­ 2. También en el Río de la Plata, como motivo impulsor del
dica, y que no se adentraba en los vastos territorios adyacentes, movimiento material de expansión, .actuó la fiebre del oro y ace­
las legiones situadas al oeste y al sudoeste del Chaco se encontra­ leró la toma de posesión, pero lo cierto es que no alcanzó mayor
ron en la esfera de irradiación ele Perú y de Chile .-9 A las pri- importancia en la determinación de los fundamentos económicos
meiris t e n t a ti v a s de Rojas, Heredia y Francisco de Mendoza de la colonia. A diferencia de los centros de gravedad del régi­
(1543-1546), que desde su comienzo tropezaron con una enco­ men colonial, en los territorios situados al sur del Potosí la agri­
nada resistencia indígena, siguió en 1550 una colonización siste­ cultura no desempeñó una función secundaria y de mero com­
mática por el lado peruano (Núñez cíe Prado). Este movimiento plemento —junto a una extremada preferencia por la minería—
se entrecruzó a veces con la contracorriente desde Chile ,30 y el sino que constituyó la condición sine qua non para el afianza­
litigio colonial así surgido entre Lima y Santiago de Chile sólo miento de condiciones duraderas de predominio 32 Por ello volvió
tuvo solución en 1563, en beneficio de la primera, con la incor­ a perder la Corona todo interés en un fomento intensivo puesto
poración de la futura provincia de Tucum án a la jurisdicción que, desde el punto de vista del efecto utilitario específicamente
de la Audiencia de Charcas. Entre las principales fundaciones de financiero y económico, tales regiones se consideraron como “te­
carácter permanente se cuentan Santiago del Estero (1553), M en- rritorios inútiles” para la metrópoli. En este aspecto, el interés
colonial de España por el Río de la Plata se vio tan desilusionado
_ 26 Levene, op. cit., p . 26. C. P e r e y r a , Historia' de América espa­ como, por ejemplo, el de Inglaterra en cuanto al rendimiento
ñola, t. IV: Las Repúblicas del Plata, Madrid 1927, p. 75 sq. económico de América del Norte.
27 P e r e y r a , op. cit., p . 91 s q q .
~S. R - L e v i l l i e r , La Argentina en el siglo X V I. Descubrimiento y 31 V. G. Q u e s a d a , La evolución económico-social de la época colo­
población del Norte argentino por españoles del Perú, Buenos Aires 1 9 4 3 . nial en ambas Américas, Buenos Aires 1914, p. 34.
29 R u b i o , op. cit., p . 4 4 8 sq. 32 R u b io , op. cit., p. 96 sq. R . L e v e n e , Historia Argentina, Buenos
30 F. Soldévila, Historia de España, Barcelona 1954, t. III, p. 387.
Aires 1928, t. I, p. 132. "

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20 m a n f k b o k o s s o k
E L VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 21
, miin;dades autóctonas altamente organiza-
3 No exisüan comunidad destino político jeros37 (en su mayoría portugueses, más tarde italianos), que su­
das del tipo de los imperiosi m Y ^ ento del soberano o peró con mucho el porcentaje habitual. Al mismo tiempo fue
t a t o podido, a e c to * » » ¡ l del e!tra,„ superior. A creciendo la importancia propia del elemento criollo, frente a un
con la extirpación, o bienna istadores con razas indias número cada vez más reducido de españoles de la metrópoli. Así
cambio de ello, tropezaron los q de ofrecer resls. se observo ya en 1585: En la actualidad, estas provincias nece­
nómades, y por ® — completamente al ataque sitan ante todo hombres venidos de España, porque ya quedan
pocos de los antiguos conquistadores. La generación siguiente
(gente de mancebos), tanto criollos como mestizos, es muy nu­
merosa y crece día a d í a .. , ” 38 De esta manera, la base de la
población colonial de origen europeo, por comparación con la
^ a r ^ f ” « r d e fr Ps r p ^ | autóctona, fue incomparablemente más amplia que en otras re­
giones de Hispanoamérica, pero también es cierto que esos coloni­
Í b k figuraban entre los pilares fundamentales de la pirámide zadores se apartaron cada vez más de la influencia de la me­
de la sociedad feudal hispananoamericana, cuyo caracter colonial trópoli.
se expresó principalmente en el hecho de que una aristocracia 5. Como consecuencia, la evolución propiamente peculiar de
política y económicamente poderosa, de proveniencia europea, se la colonia del Plata se redujo —sin olvidar la subsistencia al me­
levantó sobre una masa de indios semilibres o esclavizados. A nos parcial de la diferencia evolutiva ya señalada entre el litoral
diferencia de ello, la provincia de la Plata apenas ofrecio a conti­ y el interior— a un apego menos marcado a la estructura feudal
nuación algún aliciente para una inmigración forzada, y sola­ de la economía y de la sociedad, sobre todo si la comparamos con
mente quedaron en el Río de la Plata algunos contingentes de la la mayor parte del resto del imperio colonial. No faltaron repe­
corriente principal, la que se encauzaba hacia México y Lima. Se tidos intento de adaptarse al esquema tradicional, de recuperar
trataba además de una inmigración particular: en su mayoría, un supuesto tiempo perdido, pero los resultados jamás respon­
no se trataba de frustrados “caballeros de fortuna’'3j sino, al me­ dieron a las esperanzas concebidas. Como ejemplo clásico podría
nos en potencia, de “genuinos inmigrantes” y de portadores de mencionarse el desarrollo fallido del sistema de encomiendas,39
una “colonización” 38 propiamente dicha. Un factor no menos que ofrecía un seguro criterio para apreciar la “restauración del
importante fue la participación relativamente elevada de extran- feudalismo ” 40 en los dominios de ultramar. Es característico que
el numero de indios encom endados fuera en aumento hacia el
33 R u b io , op. cit., passim. interior, y que haya alcanzado su cuota máxima en la región del
84 C f. L. C h a v e z O r o z c o , Historia económica y social de México, Tucumán. Con la oferta deficiente de mano de obra indígena,
México 1938, p. 29. J. C . M a r iá te g ifi, Siete ensayos de interpretación
de la realidad peruana, Lima 1944, p. 8 sq., 35 sqq. también tuvo que esfumarse gradualmente el prejuicio habitual
ss En este sentido emplea la expresión J. B. A l b e r d i , Estudios eco- de los conquistadores contra toda actividad “indigna de su condi-
nomicos.' Interpretación económica de la historia y política argentina y
sudamericana, Buenos Aires 1916, p. 105. C f. igualmente M a r i Át e g u i , 87 Ya en las expediciones de descubrimiento habían participado in­
op. cit., p. 8. numerables extranjeros. Cf. S o l d é v i l a , op. cit., p. 338. Q u e l l e , op. cit-,
88. R. L e v e n e , Investigaciones acerca de la historia económica del p. 102. ‘ ~
virreinato del Plata, Buenos Aires 1927, t. I, p. 178. Cf. al respecto los 3S J. A. G a r c ía , La ciudad indiana. Buenos Aires desde 1600 hasta
principios tipologicos ( “four-fold-division”) que propone R. B i l d e n , Race mediados del siglo ’K .V III, Buenos Aires 1900, p. 78 sq.
89 Véanse datos estadísticos en: Historia de la Nación Argentina
ni l Í T n J l n nu , T , W!th Speci.al Retre n c e s to the Developm ent desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862 (H.N.A.), ed.
referencia ni A ** UTfi ^ Cl0nes raciales en Latinoamérica, con especial por R, L e v e n e , Buenos Aires 1 9 3 6 . . t. IV , p. 519.
1 ncia al desarrollo de la cultura indígena), Univ. of Virginia 1931.
40 G a r c í a , op. cit., p. 100.

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KO S S O K E L V IRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
MANFRÉD 23
22

Con la prosperidad del algodón” , la explotación de los indios


C¡6„ ”« , pero lo cierto es que ^ J g ó antes y en supero la medida de lo soportable. “En Tucumán, la rueca se
dicíonales, impuesta pot 1 ■ d Buenos Aires que en las convirtió en símbolo de la esclavitud y fue objeto de un odio
forma más duradera en a ^ n0 surgi4 ninguna
implacable ” .47 Repetidas veces se produjeron graves desórdenes
provincias interiores, b n la zon como los que priva-
contra el régimen español, pero no fueron tanto estos actos de­
nobleza colonial de ca?a c te p* * ecesidadj ese arraigo incompleto sesperados los que terminaron por desquiciar la economía, sino
ron en Méxicja-O-Cn-Xima• favorables para su de­ m ás bien el creciente aniquilamiento de indios.4S A fines del si<do
Sí feudal entrañaba c m n to m « . de tipo
xvii comenzó a decaer el cultivo del algodón, que cedió gradual­
“ T í n t l i s ’ta“ 7 b t n de transformaeidn an.ifeu- mente ante la cria lanar, ® pues esta prometía igual beneficio
d " ' « arrastró al comienzo en forma harto rudimentaria. con menores gastos, inversiones y mano de obra, es decir, con
Hasta bien avanzado el siglo xvii, el centro de gravedad de la menores riesgos.
e c o n o m ía colonial se encontraba en el norte, y _ d e d Aunque en foim a menos marcada, también las provincias de
]¿s r a s a o s j n á s .característicos de la colomza.cion feudal en el r ia t Cuyo (M en d o za-S an Juan) y de Córdoba llegaron a una espe-
S £ £ 3 £ agrícola de la zona continuó os cultivos q u y* cialización semejante en su agricultura La agricultura cuyana,
en la época precolombina habían desarrollado las t bus de indios merced a un sistema de irrigación natural, producía principal­
d e n ta rio s (principalmente los diaguitas)_ bajo t.nflnencta ■nca.- mente cereales, vino y aguardiente: especialmente el comercio
ca.43 En el curso de la colomzacion española, Tucum án de estos dos últimos productos se mantuvo particularmente activo
virtió en uno de los principales centros algodoneros de toda t i - entre Buenos Aires y Potosí. En Córdoba, la explotación intensiva
panoamérica: “El algodón forma la base sobre la cua descansan de parcelas intermedias (granjas) produjo principalmente lo ne­
su comercio, sus finanzas, sus encomiendas, en una palabra, tocL cesario para satisfacer el mercado local, mientras que en el inter­
su economía” .44 El cultivo y elaboración del oro blanco por cambio con el Perú solamente alcanzó cierta importancia la cría
los indios encomendados bastaron pronto para cubrir las nece­ de ganado mular.
sidades de los colonos, y el comienzo de la exportación a los cen­ En conjunto, y ya en el siglo xvi, los territorios interiores situa­
tros mineros del Alto Perú (en el cerro de Potosí) dio impulso dos al este de los Andes evidenciaban un desarrollo económico
a una próspera expansión de los cultivos.4'' A falta de reemsos notable dentro de las condiciones hispanoamericanas, así como
suficientes en metales preciosos, el algodón hasta llegó a reem pla­ una distribución de cultivos que favorecía el intercambio inter­
zar el dinero metálico (1 vara de lienzo = 4 reales). Pero la regional. Por hallarse estas provincias geográficamente aisladas
expansión de las exportaciones se vio limitada por la com petencia de Chile y del Alto Perú, su centro distribuidor natural era la
que Ies opuso Lima, y por ello —como ya subrayamos— la segun­ propia “costa”, es decir, Buenos Aires y sus contornos inmediatos.
da fundación de Buenos Aires y la apertura de su puerto repre­ La m etrópoli desconoció las posibilidades comerciales que de ello
sentaban para Tucumán un asunto de interés inm ediato .40
se derivaban, y se opuso con todos los medios a su alcance a la

« H. N. A., IV, p. 507.


42 Q u e s a d a en cuanto al “dem ocratism o” político y económ ico de 47 H .N .A ., IV , p. 363.
los criollos (op. cit., p. 31). 4S M . M c ír n e r , T h e political and economic actii’ities oj the Jesuits
43 H .N .A., IV , p. 358 sq. in the La Plata región. T h e Hapsburg Era (Actividades políticas y econó.-
44 Ibídem , p. 362 sq. m icas de los jesuítas en la región del Plata. Época de los Habsburgo),
4j H acia 1600, la exportación alcanzaba a unos 100.000 pesos. Estocolm o 1953, p. 47. L e v e n e , op. cit., p. 196.
40 L e v e n e , Investigaciones, t. I, p. 202. P. G h a u n u , A u x origines 4<J H .N .A ., IV , p. 364 sqq.
de l Argenhne coloniale, en: Cahiers des A nnales 4, P arís 1949, p. 133.

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24 * m a n f r e d k o s s o k

E L VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA 25

lógica económica de la colonia del Río de la Plata. De esta


manera surgió el “problema de Buenos Aires . , , Como consecuencia de la fluctuación de la población india y de
También la nueva fundación de la ciudad (1581) se debatió la falta de un proletariado criollo-mestizo, solamente les quedó
durante mucho tiempo bajo el signo de una “miseria colectiva^, la introducción de esclavos negros como último recurso. No fue
f u e n t e de p e r m a n e n t e s llamamientos a la ayuda de la üorona. una economía de plantaciones, sino la necesidad —puesto que
Estas quejas, periódicamente repetidas, se referían a: “en ella (la ciudad) no hay ni labriegos ni trabajadores que cul­
tiven la tierra 5 lo que llevo al tráfico de esclavos: por lo
a) Envío de nuevos colonos, cuya importancia se consideraba demás, éste no alcanzó en ningún momento la amplitud deseada.
ante todo como vital para la estabilización militar de la coloniza­
A manera de reverso de este dilema económico, desde los
ción frente a las incursiones de los indios.52 comienzos existía en los colonos cierto desprecio por la posesión
b) Concesión de franquicias impositivas, para que al menos de tierras .50 Para que se cumpliera la normal relación recíproca
pudieran satisfacerse las necesidades financieras más imperiosas entre expansión del mercado o demanda de productos agrícolas,
de la administración de la ciudad / 3 por una parte, y renta creciente del suelo por la otra, faltaba
c) Admisión del comercio con Guinea y con el Brasil, como como imprescindible intermediario el productor feudalmente su­
remedio para contrarrestar la catastrófica escasez de mano de bordinado. El dominio sobre hombres y tierras perdía su impor­
obra 54 mediante la creciente importación de negros .55 tancia exclusiva para la integración del individuo dentro de la
d) Eliminación general de todas las trabas comerciales jG que jerarquía social de la colonia. Y bien, ante el continuado influjo
se opusieran a la exportación de productos de la tierra. de ese desprecio por la actividad agrícola, la explotación gana­
Para la crítica situación económica del litoral, son particular­ dera 00 se presentó como un equivalente plenamente compatible
mente reveladoras las exigencias planteadas en los apartados c) con el código del honor feudal. La única riqueza del Río de la
y d). A despecho de condiciones objetivas que señalaban otro Plata, y que inesperadamente se había reproducido en su desem­
rumbo, los colonos intentaron desesperadamente al comienzo evitar bocadura, la constituía el “ganado cimarrón”, cuyo verdadero
la obligación de “tener que trabajar con sus propias manos . valor sólo podía realizarse a través del comercio de cueros, sebo,
cuernos, crines, etc. En un principio este comercio más bien que
50 C H H aring, Trade and navigation between Spain and the una fuente de beneficios comerciales, fue una verdadera cuestión
Indies in the times of the Hapsburgs (Comercio y navegación entre España cié vida o muerte. Desde el primer momento, el destino de Bue­
y las Indias en tiempos de los Habsburgo), Cam bridge, Mass. 1918, p. 14U. nos Aires y de su “campaña” quedó indisolublemente unido al
51 Cf. ejemplos en R. L e v i l l i e r , Correspondencia de la Ciudad (te desarrollo del comercio. “El destino de la metrópoli, de sus rela­
Buenos Aires con los Reyes de España, t. I, Buenos Aires 1915.
ciones de guerra o de paz con otras potencias, pasaba a segundo
52 Ibídem. . , . ,
53 R . L e v i l l i e r , Antecedentes de la política económica en el R io de término apenas se hablaba de una nueva ventaja comercial o de
la Plata. Libro I. Régimen fiscal. Madrid 1915, t. I, p. 36 sqq.
51 Cf. los datos preliminares de A. F. Z i m m e r m a n n , T h e land policy 58 De una petición de 1677, véase G a r c ía , op. cit., p. 61. Frente
of Argentina (Política agraria en la A rgen tin a ), en: Hisp. Am. Hist. Rcv., a estos datos, puede compararse la muy diversa posición inicial de la
t. XXV, febrero de 1 9 4 5 , n? 1, p. 3 sqq. R. H. M a r f a n y , E l indio en la esclavitud en las colonias portuguesas de América (G. F r e y r e , The Mas-
colonización de Buenos Aires, Buenos Aires 1 9 4 0 . ters and the Slaves. A S tudy in the Development of Brazilian Civilizatinn
55 Véanse documentos en L e v i l l i e r , Correspondencia. Acerca de — Am os y esclavos: estudio del desarrollo de la civilización brasileña—,
los comienzos del tráfico de esclavos, cf. D ocum entos para la H istoria Nueva York 1956, p. X X V III passim).
Argentina (D.H.A.), t. VII, Buenos Airees 1915. In troducción, p. 59 R. L e v e n e , Estudios económicos acerca del virreinato del Río de
XLVII sqq. la Plata, Buenos Aires 1915, p. 59.
6G L e v i l l i e r , Correspondencia, t. II. fi0 Desde los comienzos hasta 1800, cf. H.N.A., IV, 1, p. 367 sqq.
57 E. A. C o n i , Agricultura, comercio e industria coloniales (siglos
J. A. P il l a d o , Orígenes del ganado argentino, Buenos Aires 1909.
X V I - X V I I I ) , Buenos Aires 1942.

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m a n f r e d k o s s o k
26
EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA
alguna temida restricción».01 Esta ley fundamental contribuyo 27
vig o ro sam en te a acelerar el momento de la emancipación.
El movimiento comercial inicial, como consecuencia de las intenor y del n o rte a una ilimitada explotación por parte del
comercio de Lima”.6- Pero esa integración, que así se procuraba
limitadas concesiones de la Corona, se desarrollo por muy modes­ imponer por la fuerza, no tuvo éxito. Para no verse librados por
tos cauces. Ello no obstante, era inconfundible la tendencia que, completo a la dictadura económica de los monopolistas estable­
por encima de Mendoza, Córdoba y Tucuman, absorbía también cidos en Lima, las provincias interiores se vieron obligadas a ex­
a Potosí hacia el ciclo económico que asi surgía y señalaba los plotar mejor sus propios recursos agrícolas y sobre todo sus propias
contornos de una zona de intereses económicos que abarcaba manufacturas. Situadas en medio del campo de tensión del cíe
desde los Andes hasta el Atlántico .62 Contra esa posibilidad se económico Buenos Aires-Lima, y cada vez más aisladas de ambos
levantó el veto de la oligarquía comercial de Lima • cuyos esfuer-, polos, ya fuera por restricciones o por prácticas comerciales de
zos tendieron a aprovechar económicamente la favorable regla j extremo monopolio, aquellas provincias aprovecharon las circuns­
mentación administrativa de 1563. Resultado de esta energic../ tancias paia, ‘a centuar su autarquía económica
intervención fue el establecimiento, en 1622, de la barrera a d u a | Pero, como pronto se demostró en la práctica, resultó imposible-1
ñera de Córdoba, la aduana seca.04 _ 1 estrangular por completo el tráfico bonaerense, pues ni siquiera
El argumento decisivo de Lima para aniquilar la competencia el recargo aduanero del 50 % fue suficiente para que Buenos
atlántica fue el temor de una no fiscalizada exportación de me­ Aires dejara a Lima dueña del campo.cs Si bien la inmigración
tales preciosos a través de Buenos Aires.85 La reglamentación] continuó siendo insuficiente, como testimonio del perpetuo° “esta­
de 1622 tuvo vastas consecuencias, la prim era de las cuales fue el do de pobreza y de miseria , las restricciones no consiguieron
golpe asestado al tránsito de mercaderías por Buenos Aires. A impedir un gradual renacimiento y liberación de la economía,
pesar de las protestas que se levantaron contra ese bloqueo inte­ proceso favorecido por motivos de índole peculiar:
rior,60 en 1623 se impuso — como continuación de esa línea la La anexión de Portugal a España (1580) borró de hecho la
prohibición del tránsito de metales preciosos: sin hablar de la ya ya ficticia línea de Tordesillas. Con la anuencia de la Corona
incipiente deflación, la medida amenazaba con condenar la eco­ española, los portugueses franquearon en Brasil, hacia el norte
nomía del litoral a la simple explotación de los recursos naturales. y el sudoeste, las antiguas fronteras .69 Como consecuencia de las
Pero fue aún mayor el golpe que soportaron las provincias irrupciones de los bandeirantes surgió una zona de contacto que
interiores. En la medida en que dichas provincias necesitaban de iba desde Santa Catalina hasta Concepción, y que primitiva­
la importación de mercancías — cuyo valor excedía considerable­ mente estuvo al cuidado de las reducciones jesuíticas.70 Más
mente el de sus propias exportaciones—, dicha im portación debía importante que la territorial fue la expansión comercial que para­
llevarse a cabo desde Lima, para “someter así a los m ercados del lelamente realizaron los portugueses,71 que así quebrantaron desde
Buenos Aires el monopolio comercial español en América del Sur.
Mientras, por regla general, los comerciantes sevillanos seguían
01 L e v e n e , Estudios, p. 10. , . .
C2 E n G a r c í a , op. cit., p. 246 sq. se h a lla rá u n a estadística sobre
el primitivo comercio colonial. 07 L e v e n e , Investigaciones, t. I, p. 224. .
03 P ara los anos 1600 y 1601, cf. Colección (le docum entos inédi­ GS lb íd em , p. 230 sq.
t o s . . . de Am érica y Oceanía ( D .I.A .) , M ad rid 1 8 6 4 . . . , t. 18, p. 298; fi!) C a p i s t r a n o d e A b r e u , p. 283 sqq.
t. 19, p. 185. 70 M ü r n e r , op. cit., p. 89 sq., 96 sq., passim. F r e y r e , op. cit., p. 37,
04 H a r i n g , T rade, p. 142. passitn.
P. C h a u n u , D u Potosí á Buenos A ires: une route clandestino de 71 A. P i f f e r C a n a b r a v a , O comércio portugués no Rio da Pratd\
l’argent. Fin du X V I o, début du X V I I c siécle, e n : C a h ie r des A nnales, (1580-1640), Lisboa 1944. O tro cuadro de conjunto se hallará en B e c u
00 L e v i l l i e r , A ntecedentes, p. 409 sq., 413 sq. Z o r r a q u í n , Orígenes del comercio rio piálense, 1580 a 1620, Buenos
p. 154 sqq. Aires 1947.

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EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
28 29
_ de L is b o a p a r.
^ í .G u a y a q u i l- G a ll a o - L im a ,

t
. rut3 Portobelo-P^an; es
on innumerables
dirigirse directamente al Rí0 de
e r a n ]o s tejidos, que en no p OCOs
El siglo XVII sólo dio los primeros pasos en esta dirección Una
verdadera ruptura del proceso se produjo en el siglo xvm ' cuan­
do una política colonial española reformada desde su misma base
P l a ta : su Pnnc11 T ~ n > Al comienzo, el cargamento principal
salió al encuentro, en medida hasta entonces desconocida, de las
* el que retornaban ^ •» * * ^ fu e.',a p l T
lle g al,Atu vreslr”
o q u egir”
g ara'«
n_ potencialidades económicas individuales de América. Gracias
posibilidades ^ acción ec o n ó m iCa. “ L isb o a y P o rtu g al, a tal transformación, las colonias contaron con la posibilidad de
liberar elementos evolutivos nuevos, o que sólo habían permane­
tizar la ^ ar' ^ ¡ d ¡eron im pulso a ese in te rc a m b io su brepticio,
como también brasu, ^ ]as tclas d e E u r o p a , los p o rtu g u eses
cido en embrión. La guerra de la sucesión de España señaló la
cesura exterior del comienzo de esa política que, a pesar de ini­
Lisboa sigue comerc B rasil p ro p o rc io n a a B u en o s Aires
ciarse con un cambio general de signos, pronto llevaría a conse­
p ro v e e n a A m e r ic a p o d r í a m o s s o r p r e n d e r n o s , f r e n t e a ta le s
Pivv~— «cfíhlCS 1 - . — cuencias mucho más graves en contra de la metrópoli.
azúcar yy comestiw
azúcar |¿ lienos A¡res
Aires fuera
fuera en en sus sus comienzos
comienzos una

-
comes.tID‘ una
circunstancias, d e q ^ ^ n
ciudad se m ip o r u0 Como inadecuados procuró la
¡n s u fic ¡e n te s
Con métodos a desarrollo, pero sin cambiar en nada
metrópoli contener Aircs” Fracasó así la propuesta fusión
el “p ro b ie m a de “ ^ situado al Csfe de los Andes, al tiempo
con el P e n i del dificuitades a su proceso gradual de asimi-
que se oponían ^ ^ ^ ge hubiera llegado a cierta

£S£ ¿ “ ¿ r « i t enelo económico,


n loeits social
no p a ra una arRcntino. La integración perturbada
L Í Í “ a convertirse por un tiempo en forzada desintegración «
c„m interior , el litoral. Buenos Aires, como futum met opo
comercial, halló su nuevo h i n , c l a » i en el intercam bio colon,al
dHas potencias económicas europeas que, siguiendo el ejemplo
de Portugal, se lanzaron a socavar los c,miemos económicos de
imperio español. En la medida en que las necesidades del litor
se identificaban con los intereses de las potencias anticspanolas,
por fuera este sector de Hispanoamérica tuvo que evadirse eco-
nómicament’c —y desde un punto de vista maico. a^ic-n c c
cial— del marco del restante imperio colonial español.

72 H aring , Trade, p. 115 s q q ., L u z a t t o , op. cit., p . 2 0 7 .


73 B r a u d e l , op. cit., p . 157. .,
74 Para el caso paralelo de Asunción ef. H. Wilhei.my, SüdaineJ
im Spiegel seiner Stadtc (América del Su r reflejada en sus ciu >
Hamburgo 1952, p. 227 sq.

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NUEVOS ASPECTOS DE LA POLÍTICA COLONIAL
ESPAÑOLA EN EL SIGLO X V III

Los prolegómenos y el curso mismo de la guerra de Sucesión


sirvieron para poner de relieve en toda su magnitud la decaden­
cia interna y exterior del poder español. Junto con los pilares
europeos de ese “predominio español” ya agonizante, también
amenazaban con derrumbarse sus posesiones de ultramar. “España
llega a la conclusión de que, en el juego <Je los grandes aconteci­
mientos históricos, los dados están definitivamente echados, y en
su contra ” .1 Decididamente favorecido por la intervención de una
dinastía inspirada en el modelo francés, un destacado grupo de
políticos reformistas comenzó a contrarrestar el inminente agota­
miento de las últimas posibilidades. “Así entró en acción la Espa­
ña renovadora ” .2
%
A los ojos de muchos críticos de la época, la “decadencia es­
pañola” — sentida como desastre nacional— revestía esencialmen­
te los rasgos de una categoría económica, y su correctivo debía
hallarse por lo tanto en una regeneración de la economía. Tam ­
bién para España comenzó un “Siglo de Oro de la literatura
económica ” ,3 al tiempo que con la economía política se revelaba
una ciencia “que investiga las causas y los recursos mediante los
cuales se acrecienta la riqueza pública, para distribuirse luego

1 R. M e n É n d e z P id a l , Die Spanier in der Geschichte (Los españo­


les en la historia), M unich 1955, p. 152. Cf. además las observaciones
prelim inares de B r u c u e r a , Histoire contemporaine d’Espagne, 17S9-1950,
París 1953.
2 Ib id ., p. 151.
3 R. L e v e n e , Estudios, p. 9. Cf. asimismo L u z a t t o , op. cit., t. II,
p. 64 sqq.

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32
m a n f r e d K O S S O K

e n tre las clases de la sociedad” .4 Lo nuevo „ e l v ir r e in a t o d e l r io d e l a p l a t a 33


m ovim iento renovador no era Y Característico del
circunstancia histórica * “ tico. Pero, con relación al vuelco de 1789, resulta adecuado
xv n t, fueron m ad u ra n d o por ’etapTs ta7 Z d ú T el siSl° recordar una diferencia fundamental: en la segunda mitad del
siglo xvm, la situación de Francia se caracterizaba por el hecho
subjetivas p a ra u n a total “renovación de E s p S a ^ A de que, en política interior, la alianza de intereses entre absolu­
de variaciones realm ente im portantes de detalle,' el p r o e e ^ ! ° tismo y burguesía se disolvía cada vez más, con lo que la burgue­
orm ° P ?«?. constitutiva de la línea de evolución o T r ^ ' sía —salvo en sus estratos superiores— se pasaba al campo de la
m ente prevalec.ó en buena parte del resto de E uropa •’ gM l' oposición 'antifeudal.10 En política exterior, no fue menor el gol­
L a política española adoptó ya con Felipe V un nuevo mmi, pe que sufrió la corona francesa al perder la posibilidad, con la
pero este solo alcanzó su p u n to de culm inación con el reinado d°é aplastante derrota de 1763, de contrarrestar la creciente oposición
C arlos I I I , que dio su nom bre al m om ento histórico en que más mediante un suficiente acrecentamiento de los beneficios colonia­
a las claras se m anifestó el m ovim iento reform ador. Tam bién en les. En España, la situación era otra: hasta la época de la Revo­
la península ibérica el “despotism o ilustrado” intentó resolver la lución Francesa, la burguesía se mantuvo allí más débil en lo
económico, más sometida a tutelaje político y, por lo tanto, más
crisis del an tig u o régim en — solución que p a ra las clases domi­
obligada a buscar apoyo en el despotismo ilustrado .11 No existió
nantes e ra cuestión de vida o m uerte— p o r el cam ino de la evolu­
un conflicto abierto entre el “orden” y la “revolución”, de mane­
ción. D etrás de esa crisis a p u n ta b a ya “la em ancipación de la ra que la iniciativa en la implantación de reformas correspondió
burguesía del p o d e r feudal ” ,7 de u n a burguesía “cada vez más casi exclusivamente a la nobleza liberal, y se inspiró en la consigna:
fu erte en n ú m ero y en capacidad política, que toma conciencia “ ¡ Todo para el pueblo, pero no por el pueblo!”
de su fuerza y considera que la form a del antiguo régimen no Junto a ello, la Corona podía dejarse arrancar concesiones con
arm oniza ya con sus propias y reales posibilidades de gobernar ” .8 facilidad tanto mayor cuanto que, a costa de sus posesiones colo­
Sin re n u n c ia r p a ra n a d a a su categoría de clase feudal, el despo­ niales económicamente poco explotadas, contaba siempre con la
tism o ilu strad o com enzó a acercarse a la burguesía, puesto que la posibilidad de desarmar el antagonismo fundamental entre nobleza
liberación de elem entos evolutivos burgueses-capitalistas garanti­ y burguesía, entre el orden feudal de la sociedad y del Estado y la
zaba u n a rela tiv a estabilización de la m onarquía feudal .9 Igual­ difusión de las formas capitalistas. “Dado que la burguesía espa­
m en te en F ra n cia , allende los Pirineos, la bancarrota económica ñola contaba en las colonias con un mercado asegurado, se con­
del régim en feudal se ad elan tó algunas décadas a su fracaso polí- formó durante un tiempo con que en la metropoli prevalecieran
las condiciones feudales ” .12 Desde el comienzo, el punto central
4 J. C a n g a A r g u e l l e s ,, Diccionario de Hacienda, Londres 1827, de la actividad económica de la burguesía comercial espina
t. III, p. 7. . . . dorsal al mismo tiempo de toda la burguesía española no corres­
5 C f . V. R o d r í g u e z C a s a d o , Política interior de Carlos I I I , en: pondió al mercado interno, sino al exterior, o sea al colonial ame­
Simancas. Estudios de historia moderna. Valladolid 1950, I, p. 130.
ricano. Con esta dislocación del centro de gravedad, y más alia
M e n é n d e z P i d a l , op. cit., p. 152. .
6 V . V . B i r i ú k o v i c h , B . F. P o r s h n e v , S . D. S k a z k i n , Novata
Istoria (H istoria M o d e rn a ), t. I: 1640-1789, Moscú 1951, p. 443 sq. 10 A . S o b o u l , Klassen und Klassenkámpfe in derFranzosischen Re-
G. L e f e b v r e , L a R évo lu tio n Frangaise, París, 1951. (Peuples et Civih- volution (Clases y luchas de clases en la Revolución Francesa) , en.
sation, X III), p. 82 sqq. R . M o u s n i e r , E. L a b r o u s s e , M . B o u l o i s e a u , M a r k o v , op. cit., p. 50 sqq. . . . . , .. j*)
L e X V I I e Siécle (Histoire Genérale des Civilisations, ed. por M . C r o u z e t , 11 J . M . H e r r e r o , Notas sobre la ideología del burgués español d

t. V ), París 1953, p. 174- sq., 187 sq. siglo X I I I , en: An. de Estud. Am, IX , 1952, p. 297 - 326. ^
7 W. M a r k o v (Ed.), Jakobiner u n d Sansculotten (Jacobinos y 12 N . N . K o s o r e s , El problema agrario en la revolución resP“n
de 1820-1823, en Voprosi Istorii (Cuestiones Históricas), Moscú, m
“S a n s c u lo tte s ”) , Berlín 1956, Observación Preliminar, p. VII.
8 R o d r íg u e z C a sa d o , op. cit., p. 125.
de 1955, n<? 3, p. 119.
0 B i r i ú k o v i c h , op. cit.j p . 4 4 5 . .

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MANFRED K O S S O K
34

EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA


d e u n a p r o s p e r id a d tr a n s ito r ia , la b u r g u e s ía a c e p tó u n a h ip o te c a 35
c u y a s f u n e s ta s r e p e r c u s io n e s se h a r í a n s e n tir d e s p u é s d e l a p é r d i d a
d e la s c o l o n i a s , c u a n d o e s a m i s m a b u r g u e s í a s e v i o r e d u c i d a a lo s la industria es de poco provecho, porque la mujer, los hijos e
s o lo s r e c u r s o s d e l m e r c a d o e s p a ñ o l . P a r a las^ c o l o n i a s , e n c a m b i o , hijas del labriego, de no trabajar en alguna manufactura, llesan
esa concentración de la perspectiva entrano consecuencias favo- a constituir un peso que, por inevitable que sea, oprime al jorna­
lero y empuja al campesino a la ociosidad” “Los productos
r a b ie s , p u e s to q u e c o n la in te n s if ic a c ió n d e l a p o l í t i c a r e f o r m i s t a
t a m b i é n s e e c h a r o n la s b a s e s d e s u f u t u r a e m a n c i p a c i ó n .
manufacturados de una nación constituyen el más seguro baró­
metro para juzgar del progreso o decadencia de un Estado: por
La más clara expresión del fundamento económico del nuevo
él se regulan la prosperidad y el número de sus habitantes” .18
ru m b o adoptado por los Borbones es la que hallamos en Pedro
Campomanes creyó que se alcanzaría ese objetivo merced a una
Rodríguez Campomanes, “el más grande inspirador de las ideas organización corporativa del trabajo, si bien tampoco se engañó
de una renovación social y económica que haya tenido la España en cuanto a la influencia negativa del gremialismo y de su ten­
del siglo xvni” .13 Como ministro de Carlos III, Campomanes dencia “aletargadora” al monopolio. 19 Por otra parte, debía evi­
divulgó su vasto programa de reformas en dos trabajos especia­ tarse todo influjo de los comerciantes sobre los productores, por­
lizados: “Fomento de la industria popular” (1774) y “Educación que “a éstos los burgueses y jefes de empresas pueden convertirlos
popular” (1775)14; en ellos, sin parar mientes en los prejuicios en simples jornaleros, que luego manejan a su arbitrio” .20 A pesar
de la clase feudal, se dedicaba a analizar la realidad española. de que Campomanes se guiaba por el ejemplo de Holanda, Ingla­
En contra de la concepción tradicional, explicaba Campomanes terra y otros Estados progresistas, no aprobaba ni el camino “re­
que debía liberarse a la actividad productiva del menosprecio volucionario” ni el “conservador” para disolver el sistema feudal
medieval ( “oficios bajos” ) : lejos de ser denigrante, se revelaba de producción ,21 es decir, los dos únicos caminos por los cuales
como imprescindible atributo del bienestar y el poderío de un se hubiera cumplido, también en España, el proceso de acumu­
Estado.15 Campomanes no se limitaba a rehabilitar la agricultura lación original de capital. Muchas de las tesis que sostenía Cam­
tal como lo deseaban los fisiócratas, sino que exaltaba sobre todo pomanes se convirtieron en artículos de fe de las nuevas “Socie­
la producción manufacturera: “La agricultura sin la artesanía no dades económicas de amigos del país”, “en las que se debatían
es suficiente para sostener a un Estado y para hacerlo florecer. y buscaban soluciones para los grandes problemas de la agricul­
También es necesario mantener unidas las fres ramas de la agri­ tura, la industria y el comercio” .22
cultura, la ganadería y la industria ” .10 La exigencia de una “in­ Con esta búsqueda enérgica de nuevas soluciones para viejos
dustria popular” se basaba en la concepción de que debía ser problemas, también salieron a luz las preocupaciones coloniales
posible emplear a todo español en una tarea productiva, para de España. Después del derrumbe catastrófico de un “Siglo de
transformar así al país en un inmenso taller. “L a agricultura sin Oro” proverbial en una Edad de Cobre de permanente inflación,
también la expansión en ultramar se transformó, de honrosa ha­
13 A l t a m i r a , op. cit., p. 175.
zaña y proeza del honor nacional y religioso, en objeto de criticas
t vq/ 4 Dúcui-so sobre el fom ento de la industria popular, Hamburgo y de la más enconada desaprobación. Según se leía en la Restau-
1794. Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fom ento,
í!p £ a f) °S 1 Y 111 dC ^ Colección de las mejores obras 17 Ibid., párr. I, p. 12 .
18 Ibid., párr. X X I, p. 144.
flp ¿ \ j nduS. t, TÍa.popular, P á r r . XXI, p. 144, 149. Acerca del problema 19 Ibid., párr. X V , p. 90 sq.
de h o n o ífp T ’l t r aC0t,/ ldad ind«strial de los prejuicios del código 20 Ibid., párr. X V I, p. 99.
d e lT L f f ’f b S^ CHEZ A g e s ta > E l P a sa m ie n to político del 21 K. M a r x , Das Kapital, Berlín 1949, t. III, p. 366 sq. _
p S sqq J Madnd 1953’ Cap- 1115 H°nra y deshonra legal,
22 R . L e v e n e , La política económica de España en América y la
Revolución de 1810, Buenos Aires 1914, p . 30. C f. R. M. d e L abra , Las
J<i Industria popular, p. 12 sq. sociedades económicas de amigos del país, M adrid 1903.

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36 M A N F R E D K O S S O R

ración política de Sancho de M oneada (1619) : “L a


EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 37
España se originó en el descubrimiento de América” j° ^ reza de
vieron de compartir semejante pesimismo los teóricos 5stu'
del siglo xm, puesto que asignaron a las colonias un W impulso a la producción. Como dice Campomanes, el mercado
natural de España para la colocación de sus mercancías manufac­
vilegio en el proceso de regeneración del imperio espa~ i Pri' turadas son las colonias, cuyas posibilidades deben explotarse mer­
acuerdo con la concepción de los “economistas de Indias” 23 i? ced a una liberalización del comercio de ultramar26; al mismo
ña debía encontrar precisamente en la reorganización e ’ - !?a" tiempo la metrópoli, a la manera de una Holanda ibérica, debería
y política del viejo sistema colonial los medios que llevaría10011^ convertirse en puente comercial entre Europa y América, merced
resurgimiento de la metrópoli. Todos los autores princinaK a ,Un a una red de factorías distribuidas por todo el continente europeo.
de Ustáriz y Ulloa hasta Rubacalva, W ard y Antúñez y Acev H El objetivo político de ese nuevo sistema comercial consistía en
basaron su juicio en criterios com pletam ente nuevos, con lo °’ la creación de un indisoluble vínculo recíproco entre la metrópoli
la valoración feudal de América — divulgada en los" siglos xvi^ y sus colonias.27
Los pensamientos fundamentales de la nueva concepción colo­
xvn— cedió su lugar a una concepción m ercantilista y m anufa/ nial, teóricamente enunciados y en buena parte puestos en prác­
turero-capitalista, de cuño holandés o anglofrancés. En adelante tica bajo los Borbones, podrían resumirse de la siguiente manera:
lo que determinaba la valoración de las posesiones coloniales no 1. Los teóricos coloniales partieron de distintas posiciones y
era únicamente su contribución en metales preciosos para el fisco llegaron a soluciones diversas, pero objetivo común de todos ellos
y las necesidades suntuarias del estrato feudal superior, sino tam­ era el transformar las posesiones transatlánticas, de “objeto de la
bién la función de la colonia como posible m ercado de expansión gran política económica” 28 de terceras potencias, en Fuente de
para la industria nacional, y como productora de materias primas Juvencia económica para la metrópoli. Sólo una "‘reconquista
para la metrópoli. A pesar de que, según la versión oficial, His­ económica” de las propias colonias podía garantizar la revivifi­
panoamericana no era ya una colonia, sino parte constitutiva y en cación económica y política de todo el ámbito español.29
igualdad de derechos del Im perio español ,24 los proyectos de los 2. Junto central de las discusiones fue el sistema comercial
“economistas de Indias” sirvieron para ahondar aún más la de­ establecido bajo los Habsburgo,30 sometido a una crítica funda­
pendencia económica y política de Am érica respecto de la así mental en la que sirvió como principal argumento la crónica intru­
llamada madre patria. sión económica que representaba un desenfrenado contrabando:
ello bastaba para demostrar lo poco satisfactorias que eran las
Campomanes suscitó la cuestión de la fu tu ra modalidad de prácticas empleadas hasta ese momento. Todas las proposiciones
las relaciones entre la metrópoli y sus colonias en un contexto se pronunciaban en contra del establecimiento privilegiado de un
típico de la nueva teoría colonial .25 El ausre aerícola e industrial
' 1 • O O
estaña determinado por la capacidad del comercio para colocar 20 Educación popular, párr. X IX : Del comercio exterior, y del que
los productos con rapidez y provecho, lo que a su vez daría nuevo de España se hace a Indias en particular, p. 319 sqq.
2T PÉREZ M U Ñ O Z , op. cit., p. 227. _
2 8 H . H a u s h e r r , Wirtschaftsgeschichte der Neuzeit vom Ende des
23 L e v e n e , La Política de España, p. 40. 14 bis zur Hóhe des 19. Jahrhunderts (Historia económica de los tiempos
^ ^ K o s s o k , Neuere L iteratur zur K olonialzeit Hispanoatnerikas modernos, desde el siglo X I V hasta el apogeo del X I X ) , Weimar 1954,
(Nuevos escritos acerca de la época colonial hispanoam ericana), en: p. 239. .
2D p ara ia intromisión extranjera en la economía colonial española,
¿eitschr. für Geschichtswissenschaft, año IV , B erlín 1956, cuad. 6, p. 1329,
n. 16. cf. H a r i n g , Trade, p. 115 sq., 215 sq., passim. P e r e y r a , op. cit., t. I I:
El Imperio español, p. 255 sqq.
j tj 5 í* ^®REZ M uñoz, L a idea de A m érica en Cam pom anes (en: An. so B. d e U l l o a , Rétablissement des manufactures et du commerc*
ae E st Am t. X, 1953, p. 209 - 164). dem uestra, basándose en fuentes d’Espagne, Amsterdam-París 1753, parte 2, cap. XIV, p. 92 sqq.
ujáy. j como inéditas, la extrao rd in aria significación que tam- si U l l o a , op. cit., caps. XV, XVI, p. 110 sqq.
e a Campomanes como teórico colonial.

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M a N F R é d k o § s ó it

«puerto único” (Sevilla-C adiz), e ib a n desde sugestione, E L V IRREINATO D E L RÍO DE LA PLATA 39

flexibilizar el tráfico de convoyes h a s ta la p ropuesta de o ^


liberalizara incondicionalm ente el com ercio co lo n ial.^ que Se 4. Con los esfuerzos tendientes a restablecer relaciones eco­
nómicas normales entre la metrópoli y sus colonias —relaciones
3. T oda reform a p ro fu n d a del com ercio colonial teñí
que en el siglo xvn habían sido trabadas casi por completo—,
fuerza que plantearse el p ro b lem a de si se ju stificaba la existe ^ volvió a plantearse el problema de la “falta de preparación” eco­
de las viejas prácticas im positivas .33 D e ac u erd o con las nu^ la nómica de España, lo cual, dentro del sistema capitalista e indus­
ideas, esa orientación fin an ciera ta n a rb itra ria com o absurda *** trial del siglo x v i i i , le impedía combatir con éxito la competencia
solamente dictada p o r el interés del E sta d o feu d al, significaba k extranjera. Ulloa estimó el volumen anual de importaciones de
ruina de toda iniciativa b u rg u esa en m a te ria económica. “La toda Hispanoamérica en unas 11.500 ton., y sostuvo que era per­
causa principal de la ru in a de las m a n u fa c tu ra s y de sus empre­ fectamente posible que “España por sí sola, con los productos de
sarios” —aseguraba U lloa — 34 “ es el elevado precio de venta de sus manufacturas, satisficiera el consumo de todas sus posesiones
nuestros tejidos j su encarecim iento no p e rm ite que los empresa­ americanas ” .38 Mas para ello no se requeriría aumentar la fre­
cuencia del tránsito de navios sino, ante todo, “prohibir termi­
rios puedan com petir con los tejidos e x tra n je ro s. . . ” L a superio­
nantemente todos los productos extranjeros para el conjunto de
ridad de los extranjeros resu ltab a de q ue “ellos estaban en situa­ América” : de esa manera, por medio de una fuerza extraeconó-
ción de aum entar los im puestos en la fo rm a q ue consideraran más mica, el mercado quedaría protegido hasta que la manufactura
favorable p ara sus m an u fa ctu ras ” .35 A dem ás de U lloa, también española hubiese triunfado definitivamente .39 Con tal proteccio­
Ustáriz, W ard y C am pom anes c o n trib u y ero n a dem ostrar que nismo, defendido por Ulloa y por otros economistas, no sólo se
el volumen de la econom ía y del in te rc a m b io es el que debe contemplaban los intereses fiscales del Estado sino también los
regular el establecim iento de im puestos, y no a l revés. Igual pro­ anhelos de los fabricantes españoles, y especialmente bajo Car­
clamación de los intereses de la eco n o m ía b u rg u esa com o suprema los I I I inspiró en forma decisiva la elaboración de las leyes de
razón de Estado se expresó en las quejas, c a d a vez m ás numerosas comercio .40 En la misma península ibérica desempeñó el protec­
en el siglo xvm , contra la e x tra o rd in a ria m e n te im p o p u lar alca­ cionismo su función, como “recurso artificial para fabricar fabri­
cantes . . ., para abreviar por la fuerza el período de transición
bala .36 En explícita com paración con In g la te rra , H o la n d a y Fran­
entre los métodos anticuados de producción y los modernos ” .41
cia, Ustáriz describió la a lc a b a la y otros trib u to s afines como
Semejante proteccionismo comercial e industrial, como con­
“una de las causas fu n d am en tales de la d e c a d e n c ia en las m anu­
trapartida de la m oderna teoría colonial,42 impuso al imperio
facturas y el com ercio ” .37 M u c h o an tes de q u e se publicara T h e colonial una carga funesta, puesto que la aparición de cualquier
W e a lt o f N a tio n s , de A dam S m ith, B e rn a rd o W a rd defendía en su ram a de la m anufactura im portaba una competencia desleal a los
“Proyecto económico” la tesis d e q u e la riq u e z a de u n Estado ojos de la burguesía m etropolitana y también de la Corona. La
depende de la m edida en que p e rm ite q ue sus burgueses se enri­ nueva política económica confirió nuevo sentido a las leyes que,
quezcan, puesto que el tra b a jo es la fu e n te d e to d a riqueza. desde tiempos de la Conquista, prohibían la producción y expor-

32 C am pom anes, Educación popular, p. 366. P e re z M uñoz, op 38 U lloa, op. cit., cap. XVIII, p. 159.
cit., p. 241, 245. , so Ibid L, cap. XVII, P. 151. .
33 Cf. P e r e y r a , op. cit., t. II, p. 278 sqq. J- B o u r g o i n g , Tablea 40 Cf. datos y documentos en R. A n t u ñ e z y A c e v e d o , Memorias
de l’Espagne moderne, París 1803, t. 2, p. 4 sqq. históricas sobre la legislación y gobierno del comercio de los españoles con
34 U l l o a , op. cit., cap. III, p . 2 7 . sus colonias en las Indias Occidentales, Madrid 1797.
30 Ibid., p. 28. •. 41 K. M a r x , Das Kapital, Berlín 1947, t. I, cap. 24, p. 796 sq.
36 U l l o a , op. cit., parte 1, cap. IV, p. 42 sq. U s t á r i z , op- c > 42 ibid., cap. 25, p. 805.
cap. XCIV, p. 434, sq.
37 U s t á r i z , 0p. d t p . 4.3 4 ,

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jianfred k o s s o k
40 EL VIRREINATO DEL IUO DE LA PLATA 41

. que debían producirse en España m ism a«


tación de bien 4 ^ prim era yez a piicación efectiva. Hast; La evolución de la legislación de comercio, que recorrió diver­
■sta
mejor dicho, ^ restricciones se extendían prmcipalmentite sas etapas hasta el mismo estallido del movimiento emancipa­
fines del siglo de Ja agricultUra (vino, olivos, etc.) « dor 48 podrá servirnos como inequívoco testimonio de las inten­
a las r a m a s n ^ cQmercio intercolonial. E n el siglo x v i i i ciones económicas últimas del despotismo y de su afán reformador.
y sobre todo ir ^ todo de m edidas que im pidieran el Sur. Dicha legislación fue en esencia “una p ú b l i c a reacción contra
en c a m b i o , se factura colonial. Con este criterio se con- el sistema de restricciones de los siglos anteriores , y e io co­
gimiento de u ^ com erc¡0 de M a n ila 45 y, en 1786, la elimi- mienzo el Tratado de Utrecht, de funestas consecuencias para
siguió estrangu sobre estím ulo de los empresarios indus- la situación política y colonial de España. Con el Pre™
“asiento”, la burguesía inglesa conquisto gigantesco mercado
u n
nación del en el Reglamento de los recién instalados inten- v asestó un golpe definitivo a otros competidores, sobre todo a
tnales, Francia en Fa Jugna por conquistar el comercio sudamericano.
denteS', pyoo-erar las repercusiones de tales reformas en el En 1720, en una España ya algo repuesta de las peores
Sena innial repercusiones que en parte habían anticipado los das de la guerra, se divulgó el “Proyecto para Galeones y Flotas
i m p e r i o colon , F q en p a rte ellos se apresuraron a del Perú y°Nueva España ” .30 En tal renovación y reorganización
“economistas ¿ p Qdría decirse que no hubo sector de del sistema de flotas,™ privó tanto el afán de
Í ^ T S d a l que no se sintiera rozado por ellas. E structura admi- necesidad, mucho más urgente de reanudar vmc" losJ “ '“ ?v a te

¿ ía t iv a , Iglesia y sistem ^de


tención de la ¿ r o ñ a de impulsar a la burguesia
" “ ° n6mÍCa ^ S0CÍa1'"
1 ^ “ intereses — * Tras ^ r ^ e m a c r .
43 TTaring oj). Cit•) p» 125 SCJQ»
S X ¿ . ( d e prohibición)
S L m a T n o t « ”e“ fa“ r de los 1lUm kte^navios
lares, que no podían cultivar cier^ s P ^ . C olonial P eriod, H arrisburg,
(B. W Diffie, Latin-A m encan C iviliza ro n C o l o n i a ^ &^ dejaron de ser obl.gatonas; las « e n d ió .
Pa„ 1947, p. 347) . A pesar de ^ e m uchas ley j .sm0 hispan0”
carse, su mera existencia sirvió como sím bolo a J de ^ luchas segímhis necesidades del mercado, aP,odo el conjunto de Hispano-!
y desempeñó un papel preponderante en a P ^ ^ p. 61.
emancipadoras. (Memorias del general M il r, e n 1’ A n. de Est.
E . O . A c e v e d o , Conceptos políticos de S im ó n B o lw a , • ¿ genuina. p a c i ó n « — — óm a^
Am., V III, 1951, p. 225. A. C. W ilg u s, R ea d in g s m L a tín A m sentido de los principios defendidos por w ar y 1
Civilization, Nueva York 1946, College O u tlin e Series, p . sq q ; ^
« Obsérvese el aplauso con que acogió la m e d id a U s tá r iz , op. •> 48 In extenso en R. L evene , Estudios.
cap. XLIV, p. 160- 63. Cf. asimismo W . M a rk o v y M K o s s o k ^ ^
Stellung der Philippinen in der spanischen C h in a p o litu ( Erkes
f» Í S a ’ v . V n. 8, p. 20 sqq. Cf. ^
Filipinas en la política, española frente a C h in a ), e n : re stsc / 51 Ibid., doc. n? 18, p. 93.s q q . A c e t T b b ie rs de l’Abbé Beliardi
de F rancia en el siglo xvm cf. P. ^REt^ ^ ^ VEspagne au milieu du
(e n p r e p a r a c ió n ) . _ . . g er_
et les relations commerciales de a , contemporaine, París
« L. E. Fischer, The Intendant system in S p a n ish America,, X V I I I - siécle, en: Revue d’histoire moderne et con y
keley 1 9 29, p . 15. y j ^ 1902-1903, t. IV, p. 657 sqq. hicieran ver a todos los
47 C f., a m a n e r a d e r e s u m e n , E . R avignani e n : H .N - •> j uCCió n 52 Se recomendaba a los intendent q , * ^ p . 110).
fabricantes las ventajas del mercado colonial ( U s tá r iz , op , F
p. 2 9 - 6 5 . L o s a u t o r e s d e l a r t í c u l o c i t a d o e n n u e s t r a r e f0 rm a s
(n . 4) p a s a n p o r a lt o l a s ig n if i c a c i ó n d e l a n u e v a p o l í t i c a c
co m o p u n to d e p a r t i d a e s e n c ia l d e l a e m a n c i p a c i ó n .

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m a n f r e d k o s s o k
42

rite pudo apreciarse en las leyes de 1764 a 1778, que ab


É L VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 43
las trabas más senas: *er0n
En 1764 y 1765, en prim er lugar, se acrecentó co n sid eré
esperar a 1778 para que se produjera el vuelco fundamental.58
mente la frecuencia del trafico de registros y se p e rm itiere ^ e' “Se trataba de un decreto realmente constructivo, por el espíritu
“correos marítimos”, que tam bién podía utilizar el comercio • que lo animaba y los objetivos que se proponía: modificar deci­
vado- por último, las Indias Occidentales quedaron abiertas . didamente la política económica de la metrópoli frente a la colo­
el comercio libre .58 En realidad, “comercio libre” significabf í* nia, que ahora se orientaba hacia un liberalismo sin trabas. Entre
supresión de los privilegios de que anteriorm ente gozaban Sevill ese decreto y el libre comercio sólo mediaba una distancia fácil
y Cádiz 54 frente al resto de la burguesía española que si h de franquear” .59 En realidad, esa distancia se franqueó rápida-'
hozaba teóricamente de iguales derechos, no había podido saca" ¡ mente: en 1795, Hispanoamérica pudo entablar relaciones comer­
tantas ventajas inmediatas del comercio colonial; en adelante J¡ ciales con otras colonias; en 1796 se permitió el intercambio con
movimiento económico, artificialm ente lim itado a Andalucía ’Co las potencias llamadas neutrales.00
Por mucho que, en lo puramente exterior, las leyes de 1795
menzó a extenderse al resto de E sp añ a .55 E n 1768' se suprimieron y 1796 se revelen como culminación del camino iniciado en 1778,
las trabas que, desde tiempos de Carlos V, habían limitado el lo cierto es que las circunstancias concretas de su promulgación
tráfico intercolonial,5®y asi se allanó el cam ino p ara una revivifi­ señalan un cambio en la situación de gran importancia histórica:
cación del comercio pacífico de cabotaje entre N ueva España En el último cuarto del siglo xvm, la política colonial espa­
Nueva Granada, Perú y Chile. T eniendo en cuenta considera­ ñola evidenciaba todos los rasgos de una dialéctica que, en sus
ciones tanto económicas como políticas, en 1778 se llevó a cabo efectos, debía llevar al fracaso de esa misma política. Hasta
__con la promulgación del célebre “R eglam ento p ara el comercio después de 1770 y aun de 1780, fue ante todo el interés económico
libre de España á Indias”— 57 la abolición de los últimos restos y político de la metrópoli lo que determinó la índole y el alcance
de la práctica comercial de los H absburgo. de los esfuerzos de reforma en el imperio colonial. Pero el inte­
rés propio del estrato superior —y económicamente poderoso—
Las disposiciones del R eglam ento de 1778 tuvieron consecuen­ de la población colonial sólo podía hallar su beneficio directo
cias revolucionarias para el im perio colonial. A pesar de la gra­ en una congruencia entre ambos círculos de intereses: una situa­
dual liberación realizada a p a rtir de 1713, el volum en del inter­ ción que estaba lejos de ser lo regular. Lo cierto es que, en forma
cambio sólo creció al principio m uy pau sad am en te: hubo que paulatina, la relación de fuerzas se inclinó visiblemente en favor
de la población colonial, a lo cual contribuyó no poco la aguda
53 D.H.A., V, doc. no 36, 37, 41. disyuntiva frente a la cual, a partir de 1792, se encontró la metró-
54 H aring, Trade, cap. I : T h e Seville M onopoly, p. 3 sqq. En lo
estadístico y metodológico, es indispensable la o b ra o rig in a d a en el círculo 5S E n C C a l v o , Alíales históricos de la Revolución de la América
de los Anales, de H. y P. C h a u n u , Séville et V A tlantique , París 1955. latina, París-M adrid 1864, t. I, p. CVII, se leen los siguientes datos sobre
(Del estudio propuesto, en 8 tomos, ya están listos los tom os I - V . ) el comercio de la colonia con la metropoli.
55 Para la serie de bancarrotas que, com o co nsecuencia, se registra­ Año Export. en Fres. Import. en Fres.
ron en Cádiz, cf. W. R o s c h e r , K olonien, K olonialpolitik und Auswan- 1753 116.300.000 55.600.000
derung (Colonias, política colonial y em igración) , L eip zig 1885 p. 169, 1778 79.100.000 19.500.000
n. 3. Pero, a la larga, tam bién C ádiz ap ro v ech ó de la p ro sp erid a d genreal 1784 321.800.000 108.300.000
del comercio. ( C a m p o m a n e s , Educación popular, p. 357 sq.) 1800 342.500.000 296.000.000
50 D.H.A., V, doc n* 51. , U n buen trecho detrás de Francia, Inglaterra y d e l a m i s m a Holanda,
5y Reglamento y aranceles Reales para el comercio libre de España España com partía con D inam arca (!) los puestos 4? y 5* dentro del comer­
a Indias, M adrid, 12 de octubre de 1778 (D.H.A., V I , doc. n<? 1 ). Infor- cio colonial m undial (cf. L u z a t t o , op. cit., II, p. 31 sq.,.
n 7 resumen de los aspectos in te rn acio n ale s d e la p o lítica borbonica. B9 L e v e n e , Estudios, p. 99.
. e L annoy y H. V an der L in d en ,. Histoire de l’epansion colonial des eo D.H.A., V II, doc. n<> 100, p. 100.
peupies européens, t. I: Portugal et Espagne, París 1907, p. 329 sqq.

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m a N f r e d k o s s o k

44 E L VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 45


lírica exterior. El libre com ercio con otras colonias
poli en su P°J traies», m ero sinónim o de u n a verdadera liber- minaron de qué manera se cosechó lo sembrado. La estructura
y con Estados favoreció ex traordinariam ente a la burguesía de Nueva España poco tenía en común con las condiciones de
tad de comer , Ja m etrópoli tuvo q u e sancionarla por las Indias Occidentales, Perú era muy diferente de Venezuela,
colonial y, “ a¿ erta rebelión. etc. Los elementos burgueses hallaron el suelo más favorable para
temor a una j politica com ercial, sino todo el conjunto del su crecimiento en el núcleo de la región del Plata: “Buenos Aires
escondía en su seno los fermentos revolucionarios más activos de
r e n ta d o por las reform as h ab ía alcanzado u n punto en
sistema ““ P así desatadas iban a volverse en c o n tra de sus toda Hispanoamérica ” .63
que las rea -j espirituales. A ño tras año, a l régimen
Ínf ^ l T l e escaparon las riendas del com ercio, h a sta que la
crisis política posterior a 1805/06 p roclam ó el colapso in-
íranea cr k con su p ro p ia m a n o h a b ía echado los
mínente. P socie d a d ” ,61 se h a lló in c a p a z d e encauzar
^ e v d u c l que ya sólo obedecía a sus p ro p ia s leyes. Inspirada
una e\oi , 7 ja nueva orientación de la política colo-
^ “quidó el aislacionismo de hecho del p e rio d o d e los H absbur-
“ V m nsform ó a H ispanoam énca (a n te todo co m o objeto) en
o it'e intevrante del com ercio m u n d ial, q u e entonces se fijaba
en nuevas formas con la revolución ind u strial m angueada por

IngEsK™ elco de la situación n o se p ro d u jo n i p o r “incapacidad”


ni por los “errores”, cualesquiera q ue ellos fu e ra n , d e la dinastía
reinante, sino que era inevitable resu ltad o h istórico de la crisis
del antiguo régimen y dentro de las circu n stan cias validas para
España En el caso de otros Estados (F ra n c ia o P o rtu g a l, p o r ejem­
plo), el mismo problema se plan teo en fo rm a diferen te. s inne
gable la relación directa entre política re fo rm a d o ra y m ovim iento
de emancipación, pero no debe exagerarse a m o d o d e esquem a
en sus consecuencias. Com o lo d e m o stra ría m ás ta rd e e ^curso
diferenciado del m ovim iento, u n a p o lítica s u s te n ta d a en idénticos
principios se había aplicado a realidades desiguales. Q u e se cum
plieran o esquivaran las posibilidades p ro m e tid a s p o r las reform as
fue algo que dependió por com pleto de las p ecu liarid ad es histo
ricas de las distintas regiones del im perio colonial. E llas deter

61 B. M o s e s , Spain’s Declining Power in S o u th A m erica, 1730-1806¡


63 R . L e v e n e , La Revolución de Mayo y V ariara Moreno, Buenos
Berkeley 1919. * .
En cuanto a su significación para América, cf. D i f f i e , op. ci > A ires 1925, t. I I , p. 89.
Mounier, op. cit., p. 181. T. S. A s h t o n , A n E conom ic H istory oj w
gland, The 18 th Century, Londres 1955, p. 156 sqq. ,

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CAUSAS DE LA CREACIÓN DEL VIRREINATO

Después clcl establecimiento del dominio colonial español en


el Río de la Plata, el segundo punto decisivo de la evolución lo
constituyó la creación de un Virreinato independiente, con Buenos
Aires por capital. En la historia de la colonia del Río de la Plata,
los acontecimientos de 1776 y de 1810 se presentan ligados por
una relación de causa a efecto. “Puede decirse que la historia
argentina propiamente dicha se inicia con la creación del Virrei­
nato. Esa medida significaba que la metrópoli reconocía nuestra
importancia como colonia, pues nos colocaba a la altura de Mé­
xico y de Lima, los grandes centros de la expansión española en
América; ella señala también el comienzo de nuestra existencia
independiente en lo industrial y lo comercial, y es el origen de
nuestra existencia nacional tanto en sus aspectos morales como
en los materiales” .1 Al cumplir ese acto, “el de mayor importancia
de la legislación colonial española de las últimas décadas del
siglo x v i i i ” ,2 la Corona respondió a la necesidad urgente de poner
fin a la creciente desintegración económica y política en el sur
de su imperio colonial. Es verdad que dicha misión figuraba
entre las atribuciones del Virreinato del Perú, pero Lima se había
revelado cada vez menos capaz de cumplir tal función. Frente
al marcado interés extranjero en las posesiones españolas del Ca­
ribe y de América Central, se había creado ya un Virreinato de
Nueva Granada ,3 cuyo derecho a laexistencia se había demostrado
brillantemente al rechazar a Vernoon frente a Cartagena de las
Indias. Desde aquel momento podía preverse ya un paso análogo
en el sur.

1 “La Nación” (Edición del centenario, 1810-1910), Buenos Aires:


J. deV e d ia , Resumen histórico, p. 25.
2 M oseSj op. cit., p. 158.
3 Ibid., p. 49 sq.

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48 M A N F R E D K O S S O K

Elcurso de las in in te rru m p id a s g u e rra s com erci 1


E L V IRREIN A TO D E L RÍO DE LA PLA T A 49
a p artir de 1700, se vio e n v u e lta E sp a ñ a , y p r i n c i p a d Cn que
los ingleses, atestigua q ue las p o ten cias rivales tenían a • C°ntra
“se dedicaron en tal medida al contrabando, que ha cesado nues­
de estabilizar, m ed ia n te p u n to s de apoyo estratégicos s mtención tro comercio con los españoles y se han reducido mucho los ingre­
siones de hegem onía com ercial m e ra m e n te form uladas US Prcten~ sos de nuestras arcas fiscales” .6 Después de que, en 1680 y con
zadas. E n este aspecto, los rivales de E sp a ñ a alcanzaro° ^ rf?ali' la fundación de la colonia del Sacramento, 7 los portugueses se
yores éxitos en el n o rte del im p e rio colonial. A dem á* ma' hubieran reservado la iniciativa en la lucha por la Banda O rien­
ello, tam bién en el sur se rev e laro n dos p u n to s n e u rá ljj todo tal, los gobernadores de Buenos Aires intentaron, con mayor o me­
defensa c o n tra posibles a ta q u e s enem igos escap ab a com pw ’ °Uya nor éxito, decidir el conflicto en favor de España. Cuando la
te a la ó rb ita de u n a acció n m ilita r e m p re n d id a desde Li amen' incorporación de Portugal a la “Gran Alianza” significó la denun­
conflicto a lre d e d o r d e la C o lo n ia del S acram en to , y la clnia: el cia del tratado de compensación firmado en 1701, España con­
am enaza a la costa p a ta g ó n ic a y a sus islas dependientes, siguió ocupar la fortaleza desde 1706 a 1715. La cláusula de
entrega contenida en el T ratado de U trecht pudo aminorarse en
vinas, hasta el cabo de H o rn o s. U n a situ ació n cada vez más ' sus efectos con la fundación de un baluarte sim ilar: Montevideo.
tica, en p erju icio de E s p a ñ a , fu e el m o m e n to decisivo que inspTr' De tal m anera equilibradas las fuerzas, se hizo ante todo discu­
la creación de u n c u erp o a d m in is tra tiv o q u e asegurara, mediante tible el predominio inm ediato de Portugal en la Banda Oriental.
la m ovilización de sus p ro p ia s fuerzas, la autodefensa v dP Bajo la presión de una renovada ola de expansión portuguesa
• • r • • a '3 ^
posible, u n m o v n m e n to ofensivo e n esas regiones.4 — que transgredió la línea de Tordesillas desde el Amazonas hasta
Las enérgicas m ed id a s d e s tin a d a s a p ro te g e r el territorio ame­ el Javarí y desde M atto Grosso hasta Guaporé— , se llegó al acuer­
do de trueque de 1750: a cambio de la entrega de las Siete M i­
nazado d e m u e stra n q u e , p rin c ip a lm e n te b a jo C arlos I I I , resurgió
siones, España se aseguraba la posesión de la Banda Oriental, con
la libertad d e m o v im ien to s d e E s p a ñ a en su política exterior, y inclusión de Colonia (arts. X I I I a X V I ) ,s mas lo cierto es que
que en la concepción e stra té g ic a de los políticos reformistas ya no ninguna de ambas partes lo consideró como la últim a palabra.
tenían c a b id a los así lla m a d o s “ te rrito rio s in ú tile s”, como puertas A parte los grandes lincamientos políticos, cuyos criterios guia­
de acceso de p o ten c ias e x tra n je ra s . P a r a la C o ro n a, no se trataba ban toda solución del problem a de Colonia, u n fallo en favor
tan to de p re se rv a r los ta n ta s veces m e n c io n a d o s “ legítimos dere­ de España respondía igualm ente a los intereses vitales de la ciudad
chos” , com o de p ro te g e r sólidos in tereses económ icos. El virrey de Buenos Aires. H acia m ediados del siglo xvm , la pam pa no
p e ru an o A m a t y J u n ie n t p u so e n g u a rd ia a la C orona contra los había sido aún com pletam ente conquistada ni p ara la ganadería
“ enem igos p o rtu g u e se s q u e se h a n a lia d o con Inglaterra, bajo ni p ara la agricultura, y las fronteras de los indios llegaban casi
hasta la cam paña que rodeaba a Buenos Aires. ‘‘Los indios y el
cuya pro tecció n h a n c o m e tid o y c o m e te n diversas maquinaciones
desierto hacían de Buenos Aires u na ciudad sin territorio ” .9 R e­
e insolencias. . . L os p o rtu g u e s e s n o r e p a r a n en m edios para pe^
ducida a esos escasos kilómetros de campo, la ciudad veía en esa
n e tra r en la reg ió n q u e p e rte n e c e a S u M a je s ta d C a tó lic a . . . y asi
se esfuerzan p o r c o lo n iz a r las in m e d ia c io n e s d e R io ran e,^ G In fo rm e del virrey D. N i c o l á s d e A r r e d o n d o . . . en 1795. (Col.
im p la n ta r allí su g a n a d e r ía , p a r a d e e sta m a n e ra proveer com A n g e l i S j 4 , p . 6 .)
7 C a p is t r a n o de A dreu, op. cit., p . 287.
d a m e n te a las n ec esid ad e s d e R ío d e J a n e ir o . . . E n un 8 T ra ta d o firm a d o en M a d rid , a 13 de enero de 1750, para deter­
reservado del v irre y A r r e d o n d o a c e rc a d e l p ro b le m a ro ^ m inar los lím ites de los estados pertenecientes a las Coronas de España
se lee q u e los p o rtu g u e se s, d e sd e su e s ta b le c im ie n to en esa y Portugal, en A sia y A)7iérica (C ol. A n g e l i s , 4, p s . 3 - 1 4 ) . Cf. asimismo
P. R e n o u v i n ( e d .), H istoire des relations internacionales, t. I I I : Le\
tem ps m odernes, I I . D e L o u is X I V á 1789 (a u to r G. Z e l l e r ) , París
1955, p . 320.
4 H.N.A., IV , 1, p. 6 6 - 83. , ron una intro- 0 P e re y ra , op. cit-, IV, p. 126,
5 M. A mat y J u n ie n t , M e m o r ia de G o bierno, ■ ^ y 640.
ducción por V. R. C asado y F. P érez E mbid , Sevil a >

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m A N F RE D K O S S O K
o
«1
>-
50 '
E L VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA
aWly > tran sflu v ia l que se ex ten d ía h acia el R í0 q
, c .-s *
«tierra de n ¿ d a p a ra la exp lotación gan ad era— el e
- f - r S * « e sp e tó n . T o d a v ía en el prim er provincia y sus amenazadas fronteras, sino también de conquistar
n a tu ra l d e i0 Q V10 d e l
tíVf " E s c r i b i ó Acárete du Biscay10 a la B anda O riental corrí la isla de San Gabriel y la Colonia del Sacramento, con intención
siglo xvn , • ente por “salvajes”, nuentras que hacia 1730 , de destruirla hasta sus cimientos. . . ” 14 El éxito de la ofensiva
S f t d e «taneias de 30.000 caberas de ganado, y
española fue tanto más sorprendente cuanto que, en la defensa
de la Banda Oriental, Portugal pudo contar con el apoyo de
inCOO y 100-000 cabezas (?) " T om ando en cuenta estas p ets.
S s de evolución, la toma de contacto con los portugueses Inglaterra.
U na vez despejado el terreno —tanto en lo militar como por
S o r e s u l t a b a deseable en la esfera puram ente com ercial. “¿Qué vía diplomática— en el flanco sudoriental del imperio colonial
sería de Buenos Aires y de los siüos que se proveen en la Banda español, se pudo llegar a firmar el tratado de San Lorenzo
Oriental si los portugueses consiguieran sen tar sus reales en la isla (1777).15 Es característico que, además de darse solución a la
de San Gabriel?” Y, aguzando el problem a, Carlos Pereyra res­ cuestión de las pretensiones territoriales, también se hallara en
ponde de la siguiente m anera: “Buenos Aires se h a b ría convertido él un pasaje especial dedicado a la represión del contrabando
en una colonia de la Colonia del Sacram ento” .12 (art. X V II) : “Todo súbdito de una u otra nación que lleve
El conflicto colonial llegó a su p u nto cu lm inante y decisiva a cabo actividades de contrabando con súbditos de la otra nación,
resolución con los choques, arm ados o no, que se prolongaron será castigado en su persona y en sus bienes según las leyes pre­
de 1761 hasta 1777: “Además de la ocupación de Colonia, los vistas por la nación a la que pertenece ” .16 Aun reconociendo que
puedan objetarse los resultados prácticos de semejantes convenios,
españoles y colonos de la región del P la ta aspiraban a extender la
lo cierto es que el tratado de San Lorenzo •—refrendado en San
soberanía del rey de España hasta la provincia de R ío Grande-
Ildefonso, el l 9 de octubre de 1777, en todos sus aspectos esencia­
los portugueses, en cambio, luchaban por m an te n er su indisputada' les__ alcanzó verdadera significación histórica. Los aconteci­
soberanía en la zona del Río G rande y p o r exten d erla hacia el mientos de 1776 y 1777 obligaron a los portugueses a aceptar
sur, expansión cuyo objetivo era establecer p o r tie rra u n vínculo el Río Grande como límite tradicional, y con ello la Banda Orien­
con la Colonia del Sacramento, como tam bién d o m in a r las fértiles tal se sustrajo definitivamente al dominio portugués. Es ue un
tierras que hoy hacen la riqueza de la R epública del U ruguay” .13 hecho que en nada pudo alterar las posteriores pretensiones del
Poco después de 1770, cada uno de am bos bandos disponía de Imperio del Brasil. Si no se reanudaron las acciones inmediata­
unos 1000 hombres, contingente ex traordinario p a ra las condi- mente después de 1777, también se debió al h e c h o de que la
cioses por entonces imperantes en A m érica del Sur, y, en abril creación del V irreinato del Río de la Plata, que originariamente
de 1776, la Corona concedió al fu tu ro virrey C evallos todos los era algo provisional y enderezado a reforzar las acciones de orden
medios necesarios “para que el gobernador de Buenos Aires estu­ m ilitar, se declaró en ese momento como algo definitivo.
viera en situación, no solamente de defen d er con éxito aquella Es indudable que la coincidencia temporal del establecimiento
del V irreinato con el vuelco en el conflicto colonial ha contribuido
° A c á r e t e d u B is c a y , Relation des voyages dans la riviére de la
14 E M B a r b a , Don Pedro de Cevallos, Gobernador de Buenos Aires
nata et au-dela aux tenes de Pérou, París 1632
y V irrey del R ío de la Plata, L a P lata 1937, p. 174. P ara el curso de la
“ Dif™> op. cit., p . 331.
13 cít- IV’sq>p- 165‘ .
expedición de Cevallos, véase el resumen de H .N .A., IV , 1, P- H - sqq.,
donde tam bién se h allarán m uchas instancias documentales.
la r i v a l i - '1 que, h a s t a 1777, o f r e c ió
^ a s a lte rn a tiv a s 15 T ratado prelim inar sobre los lím ites de los estados pertenecientes
u n aná!¡c>'<¡ menos p a r a A m é r i c a —
lsP a n o P o r t u Su e s a r e q u i e r e n — p o r l o a las Coronas de España y Portugal, en la América «¡eriditud, ajustado
Que a H i í n a n f 1^>a' a-tlV0 P°lltlca c o l o n i a l i b é r i c a . Puesto q u e en lo y concluido en San Lorenzo, a 11 de octubre de 1777. ( o - 1
d e Freyre el Dr rfsPec*-f no c o n t a m o s c o n e s t u d i o s de l a t a l l a d e l IV , p p . 4 -1 5 .)
lógicos, có m o lo s de” ^ Sm r e s ? l v e r > a l g u n o s p r i m e r o s i n t e n t o s s o c io - 16 Ib id ., p. 1 1 .
• -H agu, t o d a v í a no r e s u l t a r o n c o n v i n c e n t e s .

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52 MANFRED K O S S O K.

a que, en la exposición h istó rica ulterio r, se exaee EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA 53
cia de ese fac to r de po lítica e x te rio r en las d ecisio n e?? Ia
C o n tra esta ten d en cia p ro testó y a V icente G O
peruanochileno. Por el lado de Francia, los
tiempos m ás recientes, y gracias a u n in gente m a 't e r i a T ^ ^ !' ese sentido tuvieron éxito tras la fundación en 1 6 9 8 délal C
del acervo del A rchivo G e n e ral de las In d ias ( S e v i l M ^ n t í pagnie de la M er du S u d « que en el fondo era el órgano de fe
Gil M u n illa 18 p u d o d e m o stra r en fo rm a convincente 1 • ° ctavio clase comerciante de La Rochelle y de St Malo* Aundespues
que tam bién h a b ía ejercido la “ cuestión del Pacífico» a lnfluencia de que se hubiera denunciado el sistema de asien había
In g lterra, el interés c o m e rc ia l francés - q u e £ £
O bjeto de la así lla m a d a cuestión del Pacífico fUero i recibido sanción e s ta ta l- no cejo a pesar de las protestos mg
lidades p o r el p red o m in io en la P a tag o n ia , en el archipi'l riva’ las,*4 si bien Franeia, en su intento de poner pie en las Malvinas,
yacente de las M alv in as y en el cabo de Hornos, cu ai fue pronto suplantada por Inglaterra. .
estratégico se a c e n tu a b a con la po sib ilid ad de intensifica/0] Va'°r
sito m arítim o e n tre el A tlá n tic o S u r y el Pacífico y
O riente.19 E n lo geográfico, y a p e sa r de las reclamaciones t? °
cas, tales puntos en litigio e sca p a b a n p o r com pleto a la esfera°d'
influencia española, q u e en el P la ta term in a b a en la frontera con
los indios, al sur de B uenos A ires, C ó rd o b a , M endoza, y en Chile
en Bío-Bío o, a lo sum o, en C hiloé. D espués del fracaso econó­
mico del in te n to de M ag allan es, fu ero n los viajes de corsario de nidad que pudiera presentarse y que p » m = ü « a P^
D ra k e 20 los que p o r p rim e ra vez lla m a ro n la atención de la
C orona sobre el extrem o m e rid io n a l de A m érica del Sur. Pronto
se desperdigaron los proyectos, concebidos en el terror de los Inglaterra estaba d i j u . s u a P ^ e g e r J a
prim eros m om entos, ten d ie n te s a colonizar y asegurar la “tierra
del fuego” a p a rtir de C hile. P a re c id a reacción, e igualmente
infructuosa, p rovocaron las te n ta tiv a s de colonizacion de los ho­
e S W í s£ — --
landeses a to d o lo largo d e la costa, desde Brasil hasta Chile.-1 22 A B V I P 489 La i m p o r t a n c ia principal de dicha W a a o n
22 A.B., \ l , P- ^ ^ “PomDaenie des Indes ’ (1 /1 9 ). ra ra
Si hasta bien e n tra d o el siglo x v n sólo se trató de maniobras fue su carácter de precursora de la V° mP noamérica (hasta Lima
la Com pañía del Sur, la costa p a c ^ j f ’^ n l a ruta a la India,
esporádicas y sin repercusiones d u ra d e ra s, lo cierto es que a co y Guayaquil) era al m i s m o . t i e m p o ePn la costa del Pacífico,
mienzos del siglo x v m ya h a b ía co m enzado ,a alterarse la re ación En cuanto al contacto com ■ í r f ;a;eí et maritimes entre la
cf E. W. D a h lg r e n , Les relatwns íom m frcim íi < ^
de fuerzas en algunos p u n to s esenciales. E n su calidad ele France e t les c S te s d e r O c é a n P a c ^ u ^ ar { G e u h ¡c h i e v a n A m e r ic a ,
ñeros de “asiento” , F ra n c ia e In g la te rra in te n ta b a n abrirse ani^ 23 según c t e s U m o n w d e R o B ^ T S O N ! de Amér.ca
comercial del sur, p a ra e n tra r en c o n ta c to directo con e me Leipzig 1777), el comercio de St. M a o ílo“ ^ 152sqq.
ít II. P. 470). Cf. asimismo R e n o d v in -Z el p’ ^ fcW/e
' 24 L a c o n tr e b a n d e e t d e la H o la n d e , e t par-
17 V. G. Q uesada , V irreinato del R ío de la Plata, Buen m a lg r é le s p r o t e s t a t i o n s d e I A *
dessus les plaintes perpétuelles du g w e r n w e n te s p a
¡ a u ssi v a in es q u e
,
1881, p. 38. . , . ñoi ¿e 1770,
i h z s s s l ís s
18 O. G il M u n illa , M alvinas. E l conflicto a n g o-esp
en: An. de Est. Am., 1947, ps. 267 a 442. la Bibli°teca - v ss£
10 Cf. P. Groussa Cj L es lie s M alouines, en: Ana es
I (A.B.), Buenos Aires 1910, p. 401 sqq.
20 P ereyra, op. cit., II, p. 342.
21 W lL H E L M Y , op. c it; p . 1 8 .

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M a í í f R £ d R O S S O K

54 EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 55


u nara el comercio de nuestros súbditos». Por iniciativa
f a v o r a b le s Par* * se raalizó el primer intento de ocupar las islas de! sig o xvm, España demostró ser incapaz de realizar una política
de Anson, en h colocado como puerto de escala pará colonial de largo alcance, cuando esa política exigía ante todo
"*»é cabo de Hornos'? ! p r las co“ p S sacrificios iniciales. Todo traslado del centro de gravedad hacia el
¥ ^'internacionales de fines de la década de 1750 y comienzos interior se hacía a costa de la fuerza de reacción exterior, y al
aones intem idieron al comienzo que el éxito fuera completo. contrario. Si ambos aspectos llegaban a concidir —caso que
u l 1 1764 comenzó la reacción española y, tras apelar al se presentó a comienzos del siglo xix—, el aparato del poder
español, tan sólidamente afianzado en apariencia, amenazaba con
“Parto de familia” (1761), alcanzo en prim er lugar a las
desmoronarse. En el caso concreto de la Patagonia y de las Mal­
Krcer francesas: en 1767 consiguió la evacuación de la colo­
vinas, los españoles se contentaron con la restauración del status
a conflicto oo„ Inglaterra (1770/71), j» ,
ante bellum , y de la colonia planeada sólo quedó un sitio de
L e culminó con la decisión de la C orona española “de deportación: “Los españoles, que no vieron las extraordinarias
expulsar 5a los ingleses de su base en Puerto E g m o n t . ^ inten. ventajas que ofrece la isla y que, por lo demás, poco se preocu­
ción que sólo se realizaría en 1774 paban por la agricultura en el resto de América, utilizaron esa
Una vez que, de este modo, la Corona hubiese contrarrestado isla como lugar de destierro para delincuentes.. . ” 29
el agudo peligro de que ese vacío colonial atrajese a potencias Al lado del factor exterior del peligro de invasión portugués?,
extranjeras, planteó la exigencia de que a p a rtir de Buenos Aires francesa o inglesa, también se mostraron activas fuerzas interioren
se llevara ’a cabo la colonización de la costa patagónica, “para —menos evidentes pero no menos significativas— que contribu­
impedir que otras naciones se establezcan en alguno de sus puntos, yeron a desligar la región del Río de la Plata de la jurisdicción
desde donde podrían penetrar hacia P erú y C hile. . . ” 28 Con del Perú. Los primeros atisbos serios se observan ya a partir de
ese objeto, en 1778, varias familias de campesinos fueron embar­ la segunda mitad del siglo xvm, y lo más notable es que fue el
cadas hacia Sin Fondo y San Julián, provistas de lo más necesario interior, sobre todo el Alto Perú, el que abogó por su incorpora­
y hasta acompañadas por esclavos. El experim ento no tuvo éxito, ción a Buenos Aires, a la vez que prestaba apoyo permanente
por los motivos que el virrey Vertiz dio a conocer en su decreto a las iniciativas que de allí partían en igual sentido. Quienes pro­
sobre supresión de las colonias (1783) : falta de dinero y las cir­ pugnaban —ya fuera en Lima o en Madrid— la idea de unifi­
cación, se remitían en primer lugar a las transformaciones econó­
cunstancias geográficas adversas, que no perm itían u n desarrollo
micas que, sobre todo desde comienzos del siglo xvm, se habían
normal del comercio y la industria. Puesto que “los ingleses o
producido en la región que iba de Buenos ires hasta Potosí, al
cualesquiera otroc enemigos de España” jam ás podrían poner pie incremento de la población, etc., todo lo cual exigía el estable­
allí donde los mismos españoles no habían podido hacerlo, era cimiento de una forma de administración más adecuada.
absurdo mantener bases “que son una pesada carga p ara el fisco
A comienzos de 1771, el fiscal de la Audiencia de Charcas
real a la vez que son absolutamente inútiles p a ra las intenciones
expuso los pensamientos fundamentales de ese tribunal, cuya ju­
políticas del gobierno” (!). En otras palab ras: en el últim o cuarto risdicción se extendía a la mayor parte de los territorios interiores,
en un voluminoso memorial: 30
26 G. A n so V j A. v o ya g e a r o u n d t h e w o r l d i n t h e y e a r s 1 7 4 0 - 1 7 4 4 . . ■>
Londres 1776, A.B., V I, p. 498. Entre 1748 y 1776, ¡ la obra mencionada 29 De una “Descripción de la isla oriental de Falkland, 1831’ (Ar­
se reeditó quince veces!
chivo del Estado de Bremen. Firm a: C 20. b. 1. b ). _ ,
Real orden del 24 de agosto de 1770 (A. B., V I, D o c u m e n ts
30 Memorial ajustado del expediente obrado sobre restablectmient
relattfs aux iles M a lo u in e s, doc. n<? 7 , p. 5 59 ). .
o creación de Audiencia Pretorial en la Capital de Buenos tres e
• nfomie del Virrey Vértiz, p ara que se ab a n d o n en los establecí-
J a G° sta Patagónica, M ontevideo, 22 de febr. de 1783. (Col. N. A., IV , 1, p. 66 sq.).
'INCELIS, v, p. 122).

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ANFRED k o s s o k
M
56
E L VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 57
«orincipal motivo que impidió un b u en gobierno de estas
' P ncias (Tucumán, Paraguay, Buenos Aires, Cuyo) fUe. Buenos Aires alejado 982 leguas del centro del gobierno, en Lima,
CUT C andes distancias que las separaban d e la suprem a auto- el tiempo y la distancia aconsejaban reducir las consultas a los
J ? ¡ m a v también de esta A udiencia de C h a rc as. . Ta¡ casos más importantes. Por otra parte, como el gobierno bonae­
- n no solamente dio lugar a arb itra rie d a d es en la adm ¡. rense dependía en m edida cada vez mayor de los subsidios de la
situación ^ ]as Ieyes, etc., sino que tam b ié n se descuida- capital, la situación de esas provincias se tom aba dudosa. Creo que
nlSt?os d e r e c h o s financieros de la Corona, a p esar de los adelantos fue para subsanar tales deficiencias por lo que la Corona procedió
a crear en Buenos Aires un nuevo Virreinato, que abarcaba estas
Tranzados en el número de pobladores, el com ercio y la indus_
provincias y tam bién las de Cuyo y toda la jurisdicción de la
" ¿ a Nadie ignora “ q u e la ciudad de Buenos Aires, de a c u e r d o
Audiencia de Charcas. Esa medida del gobierno recibió su im­
c o n su situación, las circunstancias y otras consideraciones expues­
pulso decisivo al imponerse el plan de vengarse de las ofensas
tas es la más adecuada para que en ella se establezca u n V irrei­ de los portugueses ” .35
nato con una Real A u d ie n c ia , a los cuales se su b o rd in a rá n las De acuerdo con las circunstancias específicas en que surgió el
provincias de P a ra g u a y , T ucum án y C u y o ” .32 E n u n a Cédula V irreinato, doble fue la misión que se encomendó al virrey Pedro
del 3 de noviembre de 1773, dirigida al virrey del P erú , la Corona de Cevallos. El principal interés de la Corona, en su política
solicitaba información suficiente “sobre la u tilid a d y n e c e s id a d exterior, sólo podía satisfacerse mediante una amplia reorganiza­
que aconsejan la creación de la nueva A u d ien cia, com o tam bién ción de la colonia. No bastaban para ello meras modificaciones
de las ventajas que de allí habrán de derivarse p a ra el bienestar formales en la estructura administrativa, sino que era necesario
general y para el de mis súbditos en esos dom inios ” .33 E n o p in ió n acrecentar decisivamente la fuerza económica de la región, con
del virrey, un paso semejante sería p a ra el sur — con su “ comercio, el fin de asegurar los recursos más indispensables para su defensa
población y progresos incom parablem ente m ayores” que, p o r ejem­ y, por encima de ello, para resolver la situación en un beneficio
colonial p ara la m etrópoli. Ese fue el objetivo último de todas
plo, los de Santa Fe de Bogotá— “algo ta n ú til com o necesario” .
las m edidas im plantadas por Cevallos, que también señaló el
Pero, atento a los intereses de los com erciantes de L im a, A m at no
rum bo que luego seguirían los siguientes virreyes. _
pensaba tanto en Buenos Aires com o en S a n tia g o de C hile al A causa de las peculiaridades estructurales que ya hemos seña­
aconsejar la medida. Pero no fue esa ob jeció n geográfica la lado p ara la colonia del Plata, su reorganización económica debió
decisiva, sino el hecho de “que A m at co n sid erab a inevitable la realizarse sobre u na base m ucho más variada que la predominante
creación, en una u otra forma, de u n n u ev o V irre in a to ” .34 en las colonias centrales de México (Nueva España) y del eru.
De esta manera, los resultados de la investigación de historia­ T an to en M éxico como en Perú, el resurgimiento economico de
dores tanto argentinos como españoles c o n firm a n la apreciación la segunda m itad del siglo se operó principalmente gracias a la
que hizo Gregorio Funes, ya en 1817, a cerca d e q u e la creación intensificación y expansión de la minería, cuyas exportaciones
e Virreinato del Río de la P lata h a b ía resp o n d id o a la coinci­ entre 1750 y 1800 hasta llegaron a superar la producción total
dencia de factores internos y exteriores: “L a ex ten sió n del V irrei­ entre 1493 y 1700.36 H asta la época de la emancipación, tanto
nato e Perú no permitía, ni que las leyes re p rim ie ra n los delitos la agricultura como la industria se m antuvieron en según o p ano
Signo de que se pertenecía a la aristocracia criolla de exico, eco
infl10 ^ ^Ue ^uerza p ú b lica .alcanzara la necesaria nóm icam ente saturada, era poseer un lugar en el uerpo e
ucncia sobre un normal funcionam iento d el E stad o . E n un
35 G. F u n e s , Ensayo de la historia civil del Paraguay, Buenos Aires
32 l b
J d-' p' 89' ■ ‘ T u c u m á n , t. I I I , Buenos Aires 1817, p. 196. efe Fmbire
H [ bld-> P- 90. 3G H u m b o ld t, op. cit., t. IV , p. 137. H a rin g , T h e Spamsh L m p u e
I ,bLl.d-’ p- 9:¿-
-Ibtd. p. 95.
in A m erica, N u ev a Y ork 1947, p. 220.

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m a n f r e d k o s s o k

58 E L V IR R E IN A T O D E L RIO DE LA PLA TA 59

37 'lo en línea, en e l C onsulado de V eracruz


seg u n d a
Minería y, ^ ]a nueva d istribución territo rial, el Alto rentes de los porteños, se desempeñaron más bien como objeto que
Si bien, de acu d a a B u e n 0 s Aires, con lo q u e la m inería como sujeto en la etapa evolutiva inaugurada con la era de la
Perú con Ph0t°“nPpapel muy im portante ,38 todo acrecentam iento revolución industrial.40
desempeña n en esta p a rte del co n tin en te debió Las diferentes regiones del Virreinato reaccionaron de muy
I cnhre bases mercantiles p ara co n tar con a lg u n a perspec- diversa m anera frente a la evolución cumplida entre 1776 y 1810.
1 í í c to- además del ritm o general de la econom ía, tam bién P a ra las provincias interiores en sentido estricto (Mendoza-
üva de exi . c dependían del tráfico ta n to intercolo- C órdoba-T ucum án-Jujuy), esos años significaron en parte un
E n 'e . P lata la M etró p o li no percibía período de depresión económica, y aun de decadencia en algunas
ante todo sus réditos en una Casa de M oneda, sino en u n a Casa ram as de la economía. Situadas directamente en la esfera de
irradiación del comercio bonaerense, las recíprocas relaciones eco­
nómicas con el L itoral llegaron sin embargo a un grado de depen­
dC Tal^coricentración en el equilibrio de la b a la n z a comercial
dencia, de m odo que ya en la época colonial se esbozaron los
exigía, a su vez, el predominio económico de Buenos A ires sobre
futuros contornos de las Provincias U nidas del Río de la Plata.
el interior, que dependía de la zona litoral. Pero ese predom inio O tra fue la evolución en Paraguay y en el Alto Perú. Principal­
e c o n ó m i c o tenía que alim entar por fuerza las pretensiones de
m ente en tiempos de Cevallos se multiplicaron los esfuerzos por
hegemonía política de los porteños. D etrás de esa p e c u lia r situa­ estrechar los vínculos tanto económicos como políticos de los
ción de Buenos Aires no se ocultaba ú n icam en te u n fenóm eno distritos m ineros del Alto Perú con el resto de la región del
de oposición territorial, pues ante todo se expresaba en ella un Plata, pero fracasaron tanto como habían fracasado los esfuer­
proceso altamente significativo p ara el fu tu ro del im p e rio colonial: zos análogos provenientes de Lim a. E n lo geográfico, según
en lo concerniente al sur de H ispanoam érica, Buenos A ires desem­ el pasado histórico colonial y tam bién de acuerdo con la
peñó la función de interm ediario del creciente debilitam iento estructura social y económicas, el Alto Perú se desprendía dema­
burgués de la sociedad colonial, puesto que allí e n c o n tró su ver­ siado del m arco del V irreinato,41 de m anera que los treinta años
dadera patria el comercio como in stru m en to de d o m in ació n eco­ de adm inistración com ún y de consciente defensa contra Lima
nómica de la burguesía colonial. P recisam ente el “c a rá c te r de no fueron suficientes p ara suscitar una verdadera comunidad de
empresa comercial” formó la esencia de lo q u e R ic a rd o Levene
—duramente atacado por historiadores de o rien tació n federalista— 40 V isto a través del cristal de los historiadores federalistas, he aquí
describió como “misión revolucionaria del p u e rto de Buenos Aires com o se p resentó ese hecho h istó rico : “E l p u erto de Buenos Aires h a e
m ostrado ser lo m enos arg en tin o posible: es él quien h a sustentado 1a im­
y territorios adyacentes” .3® E n ello se basó tam b ié n , en últim o p o rtació n de leyes y costum bres y m odas extranjeras, antihispanistas, anti­
término, el innegable adelanto histórico del lito ral respecto de las hispanoam ericanas, con el solo y exclusivo objeto de desnatur izar a país
provincias interiores, porque los provincianos, en esto m u y dife- y a rru in a r a las provincias, en ta n to que no se p erjudique su dominaci
sobre las m is m a s.. . E l p u erto de Buenos Aires siempre se contrapone a la
ciu d ad de C ó rd o b a del T u cu m án , incom parablem ente mas grande que
elpvar m!nería °^rec^a una de las oportunidades más propicias para Buenos A ires, p o r la m ism a razón que T oledo, L a H aya o e n e c i a son
.i r i-Se •S°j-re.j s masas puesto que, una vez llegado a la clase minera, superiores, sin d u d a alg u n a a N ew -Y ork o Chicago. El va or e
m c ia s ,mJ V1-U0 n° s.°^amente 8e encontraba en una categoría aparte ciu d ad está en lo que ella rep resen ta en la tradición, en el arte, en a
cit., p. 484 sq*?1162^ 5m0 tamkién por sus privilegios legales ( D i f f i e , op. lización.” E ste ejem plo d e noble tradicionalism o aristocrático ren e
38 D * arribism o de la costa es consecuente, consigo mismo al descri ir a rev
in o re s favao rezc^v’^ Tdenan^ ° los T r ib unales, G o b ern a d o res y Corre- ción de m ayo de 1810 com o “ dem agogia p o rteñ a” ( F r a n c i s c o V . s i l v a .
del estado San t u f ramo f e m ineros, fu n d a m e n to de fe lic id a d y riqueza E l Libertador Bolívar y el deán Funes en la p o l í t i c a argentina ( ev
p. 35). D Ildefonso’ 19 de oct. de 1776. (D. H. V., III , doc. n* 9, de la historia argentina) . M a d rid s. d. (B. A ., X X I I ) , p. 5 , )•
41 C o r o n a B a r a t e c h , op. cit., p. 106.
Levene, Investigaciones, t. I, p. 28.

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MANFRÉD k o s s o r

60 E L VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA


61
, j ,,mentar un sentim iento de co h esió n nacion al. La
intereses y tunoa Be](rrano 42 _ prom o v id a p or la ju n ta revo- fin de la época colonial, el sistema de mitas y encomiendas formó
postenor olensiv ^ ^ com ienzo de las iu c h a s d e indepen. la base del latifundio cnollomestizo,40 a la vez que se hallaba
lucionana de o ^ A]tipIano COm o r eiv in d ic a ció n d el “dere­ prácticamente ausente un estrato burgués de la sociedad. En pro­
o d e posesión”, pero sufrió el m ism o fracaso que el
porción directa con el desarrollo y adelanto evolutivo de Buenos
cho histonco k - nQ £ n esos a - oSj eI an tag o n ism o económ ico Aires, creció también la repulsa de la aristocracia de Asunción
c o n tra a ta q u im p 0 n e r u n a irre v o c a b le s e p a ra c ió n p o lític a .
frente a esos “retoños” advenedizos del Plata. El terreno así pre­
parado sirvió en 1810/11 para la propaganda del jacobino en
reveló en P a ^ a y . D espués de 16H Í m iniatura Rodríguez Francia. - ”
L cP lo separó administrativam ente de Buenos Aires y se Bajo auspicios m uy diferentes se desarrollaron las relaciones
íoTnvó del contacto directo con el A tlántico, el país cayó en un entre Buenos Aires y su puesto de avanzada de Montevideo. Como
estado p e n n a n e n t e de depresión/* que dio m ayor im pulso a la ya lo había informado a la Corona el virrey peruano Amat, la
t e n d e n c i a a mantenerse en una au tarq u ía de econom ía feudal. razón últim a del éxito frecuente de los portugueses en la Banda
Ni el reducido comercio fronterizo con los portugueses ni el im­ O riental debía buscarse en el hecho de que se habían encontrado
portarte cultivo de la yerba m ate 44 — que ocupó el lugar de la allí con u na región no asegurada por fuertes ni por colonizaciones.
a r r u i n a d a vinicultura— consiguieron superar ese creciente aisla­ Según el principio de que la colonización es lo único que asegura
miento. Aun en plena era de reformas, P a rag u a y fue la única un dominio efectivo ,47 y en vista de las grandes ventajas naturales,
de las provincias del Virreinato que no extrajo el m ínim o prove­ después de 1770 se inició una transformación radical. Paralela­
cho de la nueva orientación de la política com ercial y económica. m ente al desarrollo de la agricultura y la ganadería, también se
m ultiplicaron los puestos fortificados 48 que, aunque insuficientes
Las causas principales de ese relativo estancam iento p o d rían bus­
para el núm ero de pobladores, aseguraron la colonización del inte­
carse en su carácter 45 acentuadam ente m ilitar, de colonia fronte­
rior de la región y contribuyeron a su defensa militar. Montevideo
riza, y en esos 150 años durante los cuales la o rd en de las misiones
conoció un desarrollo de las dimensiones del que, medio siglo
había trabado toda iniciativa económica n o eclesiástica. H asta el antes, había cumplido Buenos Aires. Al caducar los términos
municipales con la expansión económica y política de la zona
42 H . H e r r in g , A history of L a tín A m eric a fro m th e beginnings to colonizada, el antiguo fuerte se convirtió gradualmente en futuro
the present, Nueva York 1956, o. 274 sq. com petidor de Buenos Aires. U n punto de apoyo, al que aun
43 W i l h e l m y , op. cit., p . 228 s q q . en 1765 se atribuía una existencia de hambre ,49 llegó a ser el
44 Debemos mirar aquellos copiosos Yerbales como unas ricas minas
centro del “m ás precioso joyel de la Real Corona de nuestro
mas apreciables por su segura reproducción que no las de Plata y Oro:
Las de este metal no tendrían aliento para trabajar los Peones Chilenos Soberano ” ,50 con un volumen de exportación de cueros sin curtir
sin el Mate, o infusión caliente de nuestra Yerba: Por ella desembolsan calculado (1795) en 1,6 a 1,8 (?) millones. Montevideo obtuvo
anualmente las Provincias de aquel Reyno, las del Virreynato de Buenos si a la vez que Bs. Aires su propia administración aduanera.
casi
Aires, y gran parte del de Lima 850.000 pesos fuertes en metálico. . . (M.
L a s t a r r ia , Colonias Orientales del R ío P araguay o d e la P la ta , D. H. A.,
III, p. 186). El número de animales parece haber sido en 1800, de unos 46 Ibid., p. 173, sq.
2 millones de ganado vacuno y medio millón de caballos ( F . d e A z a r a , 2 ?a yS»dAM n 7 2 ) '. C a lo ñ e . [ i m i , | W | <” «
Un viaje a Sudamérica en los años 1781-1810, p. 389). Raynal estimó los (1781), Santa Lucía (1781), San José (1783), Minas (1783), Pando
ingresos anuales de la Corona, de 1748 a 1753, en 8.8 millones de libras, (1787), Rocha (1793), Meló (1795), etc.
¿in contar 300 quintales de lana —200.000 libras— y 150.000 cueros —3,2 4 9 C o r o n a B a r a t e c h , op. cit., p. 83, n. i.
mi ones e libras . (Histoire philosophiaue et p o litiq u e des établissem ents
et du^om m erce des européens dans les 'd eu x lu d e s , Ginebra 1770, t. II, S Mo™eA'd e !v itPr«y19D0: M e * .
dro Meló de Portugal y Villena. .. en 1795. ( • >
45 D. H. A , m 5 p . 175.

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MANFRED k o s s o k
62
EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
63
Eí rápido surgimiento de Montevideo despertó la asombrada
, J L d ó n de su¡ propios habitantes, pero tam bién la envidia de m ente dirigido por monopolistas españoles o inspirado por sus
i ,te rc ia n te s de Buenos Aires, poco favorecidos p o r semejante intereses— lo que indirectamente alentaba la iniciativa comercial
evolución Poco después de 1790 comenzaron los esfuerzos del de los negociantes y terratenientes criollos. No fue por casualidad
M o n t e v i d e o por sustraerse al tutelaje de los porteños, esfuerzos/ por lo que, en los críticos años de 1806 y 1807, princioalmente los
ue pronto revistieron formas definidas. Buenos Aires se convirtió habitantes de M ontevideo se revelaron como “malos patriotas
p a r a Montevideo en símbolo de una indigna dependencia, tal todavía peores súbditos y españoles sólo de nombre, traidores a!
como Lima lo había sido para aquella ciudad. L a rivalidad c04 Rey y a la Nación ” ,56 por cuanto en su efímera condición de
“colonia inglesa” 57 aprovecharon sin escrúpulos todas ías venta­
mercial entre ambas ciudades herm anas llegó a su culm inación
jas derivadas del decreto de Beresford .58 Desde el mismo punto
en 1799, con la petición que presentaron a la C orona “los apode­
de vista debe juzgarse el apoyo inesperadamente enérgico que se
rados del comercio y de los terratenientes de M ontevideo” .62 Di­
ofreció a Elío, el gobernador rebelde que pretendió defender una
cha petición, que sólo en 1802 y después de su presentación en posición contra Liniers y ganarla para Fernando V II.
Madrid fue sometida al Consulado bonaerense p a ra su aprobación,
E n resumen, y teniendo la vista fija en los acontecimientos
contenía serias quejas contra Buenos Aires. E n nom bre del “bien­ de 1810, la función histórica del Virreinato del Río de la Plata
estar del pueblo” y de una “justa libertad”, la oligarquía econó­ puede determ inarse por el hecho de que se convirtió en recipiente
mica de Montevideo protestaba contra la com petencia de su constitucional de un proceso de transformación económica, social
hermana mayor y formulaba su aspiración de ten er su propio y política, cuya intensidad y efectos reguló en su aplicación, pro­
Consulado. Según sus palabras, M ontevideo se h a lla b a oprim ida gresiva o regresiva, a todas las regiones de la nueva división admi­
por su dependencia de Buenos Aires, cuya tiran ía am enazaba con nistrativa. “Respecto de los trescientos años de época colonial,
esclavizarla y convertirla así en víctim a de u n “verd ad ero des­ el V irreinato representó lo mismo que luego significaría la era
potismo” 58; los apoderados atestiguaban asim ism o “ la tiranía constitucional para la época de la emancipación: el período de
y animadversión con que el m encionado tribunal contem pla nues­ la organización. . . H asta podría decirse, tal vez, que la Revolu- i
tros progresos, ventajas y bienestar” . L a causa de tales preten­ ción surgió del período virreinal como Minerva, con todas sus
siones de hegemonía despótica debía buscarse en la envidia ue arm as, de la cabeza de Júpiter ” .59 El período de transición se
desarrolló en el P lata bajo el signo de la actividad de la burguesía
uenos Aires ante la competencia, por lo que todos los medios
comercial y del latifundio económicamente ligado con ella. Los
es parecen buenos con tal de oprim ir el com ercio m ontevideano.64
momentos principales en que se reflejaron la amplitud y carácter
' 1Cn. ]r^casó ese intento de proclam ación de independencia de dicha transición fu ero n : conquista de la independencia comer­
arnmpCia ° * ®anc*a Oriental, se trató de todos m odos de un cial y económica frente a L im a; creciente antagonismo entre
aue 3 tamen*e significativo. E n la serie de esfuerzos ganadería y agricultura; particularidades en el desarrollo del sec­
comercio HlT™ ^ 0tra vez tendencia de M o n tev id eo a un tor m anufacturero-industrial, y transformaciones en la estructura
a dudas el "eJ autonomo>65 la Petición de 1799 señaló sin lugar social de la población del V irreinato.
no era precisamp^f30^ ' ? 1'?' ^ ue P°dem os p reg u n ta rn o s es si
P mente la falta del discutido C onsulado - n o r m a l - 56 Ib id ., p. 185.
52 D Tí A * I7 T T
57 H . N . A., IV , 1, p. 310.
68 D . H . A., V I I , doc. n? 228, p. 373 sqq.
53 d.' h! a ’ v i i í c' , £ 106- p' 161 - i 7 o.
59 L e v e n e , E studios, p. 39, 41.
54 lb< p. 164 sq-
. 55 R . l ¿ e L l. .
nano Moreno, Bueno* Aires 1925™ ° R ev o lu ció n d e M a y ° V M a '

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IV

RIVALIDAD CO M ERCIA L ENTRE BUENOS AIRES


Y LIM A

El curso de la enconada lucha económica de ambos emporios


por imponerse en el mercado que iba desde los Andes al Atlán­
tico 1 es quizás el barómetro más sensible y fidedigno sobre la
transferencia, gradual pero constante, del centro de gravedad
económico hacia la costa atlántica. También en este aspecto trajo
el siglo xvni una solución definitiva de la situación en favor de
Buenos Aires, a lo cual contribuyó con alcance decisivo la mayor
valoración estratégica y comercial de la región del Plata que
entrañó su inclusión en el sistema de asientos. Más aún qae su
transitorio asociado francés, fue Inglaterra la que aprovechó las
oportunidades que se le ofrecían en el Plata. Gracias al Asiento
de 1713,2 Inglaterra logró dos privilegios que directamente concer­
nían a Buenos Aires: todos los esclavos destinados a satisfacer la
demanda del litoral y del interior (aun de Perú y de Chile) de­
bían ser introducidos por Buenos Aires 3 y, además de eso, para
conservación, salud y cuidado de ios esclavos que momentánea- ^
mente se hallasen en cuarentena, era lícito a la So u th Sea Com- ¡
paiiy adquirir tierras, cultivarlas y construir en ellas, para utili-

1 C f . el panoram a general que, a modo de introducción, trae G.


C é s p e d e s DEL C a s t i l l o , Lim a y
Buenos Aires. Repercusiones económicas
y políticas de la creación del virreinato del Plata. Sevilla . arÍ , .a
oposición similar, aunque menos m arcada, entre Lima y Santiago e i
le, cf. J. W o l f f , Chilenische Opposition gegen die W irtschaftspohtik des
Vizekonigreich.es Perú, (Oposición chilena a la política económica del ot-
rreinato del P erú). 1778-1810, en V ierteljahrschnft fur Sozial - und Wirts-
chaftgeschichte, t. 43, cuad. 2, junio de 1956. .
2 Cf. D H . A. V II . p. L V I. R e n o u v i n - Z e l l e r , op. cit., p. y /•
3 Según el art.’ IX del Convenio, 400 de los 1200 negros previstos
clebían pasar por Buenos Aires,

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MANFRED k o s s o k

66 ‘
EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 67
, ac u e rd o co n las n e c e s id a d e s d e l t r á f ic o d e esclav0 s<
zarlas a s id c aci a lte rn a tiv a s e n las r e la c io n e s a n g l o e Sp a ñ olas ,
A ¿especho de ^ y Qtra pretensiones t e r r ito r i^ tuales restricciones de tipo monopolista. A petición del Consulado,
com pam a re a n ^ c o n tr a t o ,J y d e e s ta m a n e r a B u e n o s A irP el virrey Andonaegui promulgó un edicto en contra del comercio
por toda la d u ^ ^ g r a n d e f a c t o r í a c o m e r Cia l d e I n g later^ bonaerense, pues era intolerable “que por ese puerto se enviaran
se m antuvo t ^ a g e n te s d e u n a n a c i ó n r iv a l, q u e habi mercancías a Europa, en lugar de respetar la costumbre tradicio­
nal de enviarlas por los puertos de Panamá y Portobelo, para así
en A m erica c o m e rc iaIes m á s d is t in g u id o s y fre c u e n ta d o s'
fomentar el comercio de esa ruta ” .9 *
“ ' l a m c io r o p o r tu n id a d p a r a c o n o c e r la s itu a c ió n in t e m ’
| Contra esa “arbitrariedad de Lima” protestaron formalmente
provincias, de o b s e rv a r su s n e c e s id a d e s c o n s ta n t e s o tran-
¡ los comerciantes de Buenos Aires ante la Corona, en 1750, a través
v de im p o rta r las m e r c a d e r ía s q u e c o n m a y o r p rovecho í de su apoderado Domingo de Marcoleto. En la voluminosa Peti­
a T ? n i n tr o d u c i r s e en e lla s ” .0 D e e s a m a n e r a g r a d u a l volvió ción 10 se enumeraban todos los puntos de fricción con Lima, y
F . L i r s e el L ito ra l e n d e p ó s ito d e lo s t e r r i t o r i o s in te rio re s q ue que hoy nos sirven para atestiguar que, mucho antes de la fun­
alcanzaban h a sta Asunción, P o to s í, M e n d o z a y el m is m o S antiago dación del Virreinato, Buenos Aires no escatimaba esfuerzos para
7 C h ile 7 E sa p ro m in e n c ia a l c a n z a d a p o r e l t r a f i c o ile g a l desató lograr la igualdad comercial con Lima. En una declaración de 31
„ n a nueva o la d e p ro te sta s p o r p a r t e d e l a C o r o n a y d e l virrey puntos, Marcoleto procuraba convencer a la Corona de las des­
del P erú S i la C o ro n a in te n tó p o r lo m e n o s o t o r g a r p arecid as ventajas económicas de la ruta Cádiz-Panamá-Callao: los comer­
franquicias al com ercio o fic ia l ,8 c o n lo q u e la s p r o te s t a s h u b ie ra n ciantes de Lima habían antepuesto siempre su propio bienestar
carecido de o b jeto , en c a m b io L i m a se e m p e c i n a b a e n las habi-
al bienestar general, y de ahí que se opusieran al comercio de
Buenos Aires (Punto 4 ). A continuación se ofrecían ilustrativos
informes acerca de la especialización monopolista de los “podero­
i Real Cédula Al G overnador de Buenos A ires d iciéndole la forma
sos mercaderes” en diversas ramas (hierro, cera, papel, etc.), y de
en que a dehacer la asignación de T ie rra s p a ra la C o m p a n ia de Inglaterra
mieda sembrar y fabricar casas p a ra la co nservación d e los factores y de
su influencia en la determinación de los precios (Punto 8). Tales
S p s S . l e . d d Asiento de N egros, 9 d e oct. d e 1716. (D . H . A„ V, comerciantes alentaban a su vez el contrabando, puesto que com­
doc. n? 5, p. 11 a 13). praban las mercancías sumamente baratas de holandeses, ingleses,
5 D. H. A., V, doc. n? 19, 25, 26. etc. “por intermedio de un esclavo o de alguna persona de baja
6 R obertsoN j op. cit., p. 472. P uesto q u e d e esa fu en te ideal de condición” . Ante tal estado de cosas, y “teniendo en cuenta las
beneficios solamente podía aprovechar u n círcu lo ce rra d o de monopolistas, desventajas e imprevisibles daños que acarrearía su aplicación
no debe sorprendemos la indignación de la b u rg u esía co m ercial ya en de­ (de la ley de 1749) para el comercio de España y de Amer e ,
cadencia. (Cf. A n d e r s o n , A n historical a n d chro n o lo g ica l deduction o] el gobernador de Buenos Aires no se había creído obbgado a
the origi of com m erce.. . of the B ritish E m p ire , L o n d re s 1787, t. II ,
p. 53 sq.; y también U l l o a , R establissem ent, 2 “ p a rte , cap . V , p. 27 sq.).
obedecer la orden del virrey! ■> Detrás de esa colision de amago,
7 R a y n a l , op. cit., t. I I , p. 273. .
nismos comerciales también se ocultaba un « rd a d e o asp
8 Por ejemplo en 1716, 1722, 1725. (C f. L e v e n e , I n v e s ti g a c io n e s , político. “L a m adrastra de la región del Plata no fue E sp aw
II, p. 4 sq.). La función de Buenos A ires p o d ría co m p a ra rse ta l vez con a S o el P e r » .. . El prim er grito de independencia en el Plata
del puerto libre danés de Santo T om ás. E n los reg istro s aduaneros con­
servados en el Dansk Risarkivet (C o p en h a g u e) se le en valiosas informa­
ciones sobre el contacto comercial con el c o n tin e n te am erica n o . E l extrae 9 D. H . A., V I, p- 146. Domingo de Marcó­
lo N ueva representación que hace a S. M . una orden
to alfabético para 1789 ( V estind. R egnska b er; T a g eta g e B , reol. 42 t v) leto, apoderado de la ciudad de Buenos " ’ hayan arribado a ju
onsigna una reexportación de 161 esclavos, p o r u n v a lo r de 36.225 a ? del Virrey de Lim a sobre extracción e & ¿ ¡p ¿ y Chile, 13 de
en un volumen total de 63.344 adr. 90 s. E n cam b io , e n el A l p h a b e ^ puerto con facultad de internarlos en los R * yn « d e l* >
comí™ ° VerIndkom ™ og U dfrte W h a re p a ra 1790, en la p a rtid a V I, « abril de 1750. (D. H. A., V. doc. n* 35, p. 145 ^
cosas^orrUna ° j 0ta de exP °rtaci° n de 138.163 a d r. 38 s., i q u e entre o 11 Auto del Governador de Buenos vi» • l
esponden a 668 negros, por un valor de 133.600 adr,!

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>fc

68 m a n f r e d k o s s o k

n r e c u r s o r y símbolo a la v e z - no iba d i r i g i d o contra España, EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA


69
—precuRo y m0vimiento separatista. . . nos ofrece Un
S r T p S r ^ - comprender el desarrollo r e v o l u c i o n é se abriera dicho p u erto ...” La ruina de Lima provenía del
p u n to
Se t r a t a enr r e a l i d a d, de1 _ ___ rn n p y n r n v o m rcrv
un proceso conexo cuyo A* _
curso, de gran inmenso volumen de mercancías extranjeras que se introducían
h o n d u r a y e x t e n s i ó n , abarca todo el siglo xvn y termina e n e J por Buenos Aires, y que para colmo eran vendidas a precios ex­
nonaur* y debemos continuar el pensamiento de traordinariamente bajos.10 Disposición, alcance, oportunidad y
virreinato . ^ro y « t . W ? H a s t a b ie n ___7* pruebas de la Petición —que entre otras autoridades se remite
/ ‘‘pne— ;qué significa entonces “Lima” ? H asta bien avanzado
r í¿ a ¡ o x^rsiT -C onsul£do fue un mero organo ejecutivo de a citas de Veitia Linage, Ustáriz y de la misma Biblia— carac­
Sevilla v de Cádiz, como punto de partida y de apoyo de la terizan ese documento como una tentativa por debilitar los posi­
bles argumentos de quienes preconizaban la creación de un cuarto
o lig a rq u ía comercial andaluza para la explotación de la región;
Virreinato. Tanto menos éxito debía tener su intento, cuanto
m e r i d i o n a l de H i s p a n o a m é r i c a . En el fondo, toda protesta contra^/
que el virrey peruano —al que se dirigía la petición— era él mis­
las prácticas limeñas entrañaba un ataque al tutelaje ejercido por ino defensor de la planeada separación y desautorizó la actitud
quienes usufructuaban en forma inmediata el monopolio español del Consulado ante la Corona.
del comercio. Aunque sea erróneo, en última instancia, el a t r i b u i r Al constituirse el Virreinato del Rio de la Plata, la protesta
pura y exclusivamente tal complicación a intereses criollo-espa­ peruana perdió su último punto de apoyo, puesto que en adelante
ñoles divergentes en la esfera comercial, deberá observarse que, los intereses de la administración colonial —oficialmente protegi­
casi con los mismos argumentos que adujo Lim a contra Buenos dos desde Madrid— se confundían con los del progreso comercial
Aires, “en nombre del Rey y de la Nación”, bajó también a la lid de Buenos Aires. Cevallos no ceió en sus esfuerzos por disolver
el ala monopolista del Consulado bonaerense — siguiendo inspi­ los últimos vínculos entre Lima y el Plata, para así completar la
raciones de Cádiz y cuando Buenos Aires había sido ya “descu­ separación territorial-administrativa mediante la autonomía eco­
bierta” por el capitalismo comercial de la metrópoli— en contra nómica. Bajo tales auspicios se proclamó la liberalización interina
'del comercio de Buenos Aires con las provincias interiores, en
de las pujantes aspiraciones de libre comercio. '¡octubre de 1777: “Después de examinada la petición a mí pre­
La incorporación de la región del Plata al tráfico de registros sentada por el ilustre Cabildo en nombre de la ciudad de Buenos
y al correo marítimo13 fueron piedras miliares en el camino que Aires, he considerado la libertad del comercio tanto activo como
condujo a la primacía comercial de Buenos Aires. Alrededor pasivo entre estas provincias y ciudades, tanto de los bienes que
de 1760 14 y poco antes de la misma fundación del Virreinato, ellas mismas producen como de los que estos puertos reciben desde
Lima renovó todavía sus esfuerzos para im pedir esa evolución. España por los navios de permiso, como una consecuencia nece­
En este aspecto, la medida más importante del Consulado fue saria de la creación y constitución del V irreinato.. .” 17 Además
una “Consulta y Representación”,15 presentada en 1774, en la de la petición del Cabildo —no del todo inobjetable en lo jurí­
que se esbozaba un “cuadro histórico del comercio de Buenos dico—, Cevallos podía citar una serie de antecedentes que, des­
Aires”, tendiente & demostrar “que dicho comercio fue siempre de 1721 a 1776,18 parecían preparar el empleo tan liberal que
peligroso al del Perú, y no menos peligroso para los derechos rea­
les, por lo cual aun nuestros Reyes Católicos se opusieron a que 17 D H V , I I I , doc. 16, p. 41 sq. La decisión del Cabildo de
Buenos Aires de intervenir igualmente en favor del libre transito se tomo
12 L e v e n e , Estudios, p . 29 sq. el 29 de julio de 1777, con intención de “mandar abrir la ínternaci n p
13 D. H. A., V I, doc. n"? 43, p. 204 sq.
comerciar como a n u a m e n t e * hacía con .1 Per» . h
14 ............. - -^ prohibición de dicho comercio pudo verificarse sin orden de S. M.
Manifiesto para el Rey Nuestro Señor que Dios guarde. Contiene 18 L e v e n e clasifica los asi llamados antecedentes de este auto ®
el Estado que tubo el comercio de el P erú .. . 1762 ( L e v e n e , Investiga­ nueve categorías (op. cit., p. 31 - 36). Cf. asinusmo Estadios, p. 43 4b,
ciones, t. II,-p. 8 sq.).
15 D. H. A., V, doc. n 1? 65, p. 311-353.
como también H. N. A., IV, 1, p. 413 -11 .

C , ™
m a n f r e d k o s s o k

70 "
él Vi r r e i n a t o d e l r ío d e l a p l a t a
, u .o fie sus atribuciones. Cevallos defendió antp i
, é| hacia a provisional en una “Representación” , *
f r “ 2 h Í “ oSo, del 7 de noviembre de 1777.» No a través de Buenos Aires sería siempre el más seguro, y sus cre-
V cientes ingresos aduaneros aportarían al Real Fisco un provecho
ese escrito - m á s b.en un tratad o de econonua p „ l¡ ,;¿ todavía insospechado. '
2 1 los dictados del despotismo ilustrado que justificación servil El “A uto de internación libre” de Cevallos, de 1777, no fue
S T e l m o - en que no s e muestre com o se ib a n realizando paso una m edida aislada, sino (|uc se completo con toda una serie de
¡ p a s o , en la p r á c tic a c o lo n ia l b o r b o m c a , la s i d e a s l i b e r a l e s d e los disposiciones menos importantes. Ya antes de la liberalización del
te ó r ic o s c o l o n i a l e s : , . ^ _ comercio interior se había prohibido la exportación de metales
Cevallos demostraba a la Corona que, u n a vez reconquistado preciosos de Potosí a Lima, en conocimiento de que “desde el
el centro del contrabando, la Colonia del S acram en to , perdía distrito del V irreinato. . . que produce oro y plata (o sea desde
! toda fuerza uno de los principales argum entos con q ue L im a “ha Potosí) se exportan cantidades considerables a la Ciudad de los
i presionado a los comerciantes y burgueses de esta c iu d a d ” . Si el Reyes, con intención de fundirlas en la Moneda de dicha ciudad,
Consulado sigue obstinándose en su ac titu d hostil, ello no repre­ en perjuicio de la establecida en la Villa Imperial de Potosí.. 20
senta la opinión de toda Lim a, sino que es u n a m aquinación L a C orona aprobó ese acto de boycot, “en vista de las grandes
“de 6 6 7 personas, que además de riquezas gozan de patronos malversaciones que se han cometido con dichos metales preciosos,
influyentes y de buenas relaciones, y los ap ro v e c h a n p a ra movili­ con intención de sacarlos a estas provincias y llevarlos a la Mone­
zar a los comerciantes de m enor c u a n tía ”, a p e sar de que éstos da de L im a” . T a n to el Consulado como el virrey de Lima conde­
tengan poco o ningún interés en el com ercio e x te rio r; ello no naron la prohibición de exportar plata en bruto como violación de
las prerrogativas de la Corona, y consiguieron que ésta impusiera
obstante, su dependencia de los principales les obliga a firmar
un recargo de 1 % y aun 1 / i por ciento al oro y la plata expor­
todos los manifiestos, peticiones y dem ás, cuyos objetivos les son
tados por vía Buenos Aires o Montevideo.21 Los comerciantes
ajenos. Con igual energía fustigaba Cevallos los abusos del comer­ y el C abildo de Buenos Aires consideraron esa concesión como
ció de “repartimiento” de los corregidores, q u e n o solam ente ofre­ reconocim iento encubierto de la hegemonía de Lima, reacciona­
cían a los indianos mercancías inútiles, sino ad em ás sum am ente ron en consecuencia y, de todos modos, en 1792 lograron que se
encarecidas. Allí había que buscar el origen de m uchos desórde- redujera el recargo.22
¡ nes y de muchos actos desesperados c o n tra el rég im en colonial. A la prohibición de exportar metales preciosos a Lima siguió
Contra estas y otras anomalías se establecía a h o ra , continúa la liberación del puerto de Buenos Aires para la importación de
Cevallos, el libre comercio entre Buenos A ires y el in te rio r hasta azogue destinado a Potosí, que así quedaba totalm ente indepen­
e Perú, según los principios del derecho de gentes. L a v ara de diente de las im portaciones directas desde Huancavelica, situada
paño, que importada por Lim a costaba -de 20 ¡a 25 pesos, podía en la costa del Pacífico. Y a en los siglos xvi y xvn había habido
° te° e[S,e ^esc*e Buenos Aires a 5 pesos; en el lienzo, la diferencia proyectos enderezados a superar de esta m anera las exorbitantes
a ■m- 1 9ecia entre 8 a 10: 2 a 3 pesos; en el g a n a d o m ular, 40
20 D . H . A., V I, doc. n 1? 3, p. 133 sqq. D. H . V ., I I I , doc. n<? 25,
• -a f pesos> etc> M ientras la ru ta p o r el C,abo de H ornos
p. 69 sq.
sien o intransitable, peligrosa y d em asiad o c a ra , el camino 21 N o m inalm ente, el recargo se destinaba a am ortizar las deudas que,
con objeto de p re p a ra r la expedición co n tra los portugueses, Buenos íres
h a b ía co n traíd o con L im a. . ,
Cevallos pidiendo ? U6 -f Exmo. Sr. Don Pedro de 22 “ E n ju n io de 1784, p ro testab a el C abildo contra esa real orden,
dido a instancia de la rí n n ^ Permiso interino que ha conce- la im p u g n a tam b ién el com ercio de Buenos Aires reunido en Jun^ genera ,
tos comerciables tanto r!^ i buenos Aires para que internen sus efec- cuyos ap o d erad o s, R odríguez d e la V ega, Sancho de L arrea y ar n e
®n Limitación alguna cpt 'UI como industriosos a los Pueblos del Perú S arratea, elevan rep resen tació n al V irrey pidiendo suspenda su ap icacion.
Leyes Patricias, y Realp<¡ n",) ,erec^os de Gentes, y consentimiento de las (H . N . A., IV , 1, p. 4 2 1 ).
y Keales Cedu1^ (British Museum : add. mas. 13980).

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m a n f r e d k o s s o k

ÉL VIRREINATO DEL RIO DÉ LA PLATA 7á


n
áficas V monopolistas entre Potosí y HuancaveliCa
tr a b a s S ^ a i^ aI0n ante el veto de L im a/* Sobre la bas> n a d a d e sp re c ia b le p a r a la ec o n o m ía colonial, el reem plazo de la
pero siempre fraca_ ^ Ceva]]oSj J.a Corona decidió “que p ro d u c c ió n n a t u r a l to d a v ía d iv u lg a d a en las zonas m arginales y la
de IaS “ í a Í ^ A lm a d é n a las m in a s de Potosí y a 1as estab iliza ció n d e u n sistem a m o n e ta rio q u e d e ja b a m uch o que
el envío de azog n u e y o V ir r e in a to de Buenos Aires se h ag a d e s e a r .27 A- pi------
e s a r d—e la f a lta d—e valores —~ estadísticos uiuujk.i.auic;
inobjetables,
restantes provm ^ A ¡re s )j e n v is ta d e los n u e v o s riesgos W d e l g r a n nn /im
ú m pe ro
r n nPd e nd PecrrP tn ?s m
reto in a IPb enderezados ^a im pedir,£- fijaL
oficiales '
' o d e lim ita r el trá fic o p riv a d o d el oro y la p l a t a 28 se desprende
P°r “ “ J E ? s e im p o n en p o r L im a y q u e se d e a c o n o c e r a am bos
y gastos que se ¿ s e n ta n tes d e la C a s a d e C o n t r a ta c ió n q ue
que — e x c e p tu a d o s los d ere ch o s rec lam a d o s p o r la C o ro n a— u n
Virreyes y a los rep rese n , ^ ^ d ^ ^ ^ ^ ^quc co n s id e ra b le p o r c e n ta je de ta l co m ercio de m etales p recio so s 28
Vu*~/~ « porten cíe u a u u están ib a a p a r a r a los b olsillos d e co m ercian tes, usureros y especula­
loss nnavios
lo a v io s ^^transportar
qu P a z o g u e . .. .- ”24
t a r azogue. ” 2 4 _ Después de 11 77 99 00 ,, ll aa iinm .
do res, c o n lo q u e se ac eleró la fo rm a ció n de cap itales en la
a u to r iz a d o s a i ¡ntaies, y dio a la A duana un benefi-
co lo n ia.
p0T 10” d e 175000 pesos (1789).25
T a m b ié n el co m e rc io in te rio r lib e raliz ad o tu v o repercusiones
C1° L o r a l i z a c i ó n del comercio interior, estrangulam iento del
p ro te c c io n is ta s en c o n tra d e L im a p o r c u a n to — a u n excluyendo
tráfico de metales preciosos, importación de azogue y otras dis- los e n c a re c im ie n to s h a b itu a le s en el sistem a m o n o p o lista—• to d a
tr ° < de pareja intención lim itaran en lo futuro toda in­ o tr a serie d e c irc u n s ta n c ia s releg ó a a q u e lla ciu d a d a segundo
fluencia e c o n ó m i c a proveniente de Lim a al cam po de acción té rm in o . E l g e n e r a l e n c a re c im ie n to de las m e rc ad e rías europeas
cubierto por la competencia normal en el comercio. Pero con e n H is p a n o a m é r ic a se h iz o se n tir en L im a (ju n to con M éxico)
ello Buenos Aires había logrado algo m á s que asegurarse la c o n m á x im a in te n s id a d ,30 m ie n tra s q u e n o fu e ta n sensible en
igualdad de derechos comerciales puesto que, de hecho, el nuevo B u en o s A ire s ; a d e m á s , los g asto s d e tra n sp o rte a trav é s de P a n a m á
curso de la economía entrañaba repercusiones proteccionistas en o d e l C a b o d e H o r n o s 31 e n c a re c ía n las im p o rta cio n e s m u c h o m ás
favor del Virreinato. Si bien tam poco en la segunda m itad del q u e su e n t r a d a d ir e c ta p o r B u e n o s A ires. P o r ú ltim o , ta m b ié n
siglo xvm Potosí logró recuperar su antigua posición de privilegio se ría n e c e s a rio to m a r e n c o n sid e ra c ió n el m o v im ien to com ercial
frente a Nueva España, el encauzamiento de los m etales precio­
sos20 del Alto Perú hacia el Río de la P lata significó un estímulo 27 Cf. H. N. A., IV , I, p. 333 - 335. L evene, Investigaciones, t. II,

P' 1728" d ° H . A., V I, doc. n<> 43, 69, 71, 73, 74, 75, 79, 82, 83 (Petición
23 H. N. A , IV, 1, P. 422. , . de 1783, de u n a licencia de exportación de 335.000 pesos), 140, 149, etc.
u M. J. d e A v a l a , Diccionario de G obierno. . . A rticu lo : Azogue, En 1783 se volvió a encarecer al virrey que atendiera a la limitación — pre­
doc. n1? 60: Ordenanza del 10 de marzo de 1778, p. 147. Ello no entraña­ vista en el art. 47 dq los Reglamentos de 1778 (D. H. A., V i,, doc. n ,
ba, desde luego, la suspensión total del com ercio de azogue en tre Huan- p. 33 ) _ de 1000 pesos por tonelada de cargamento. Ibid., doc. n- so,
cavelica y Potosí: “Para ocurrir a los daños que se o rig in a b an de vender p. 252 sq). . . ,
a subidos precios los (azugues) que se conducían de G u an cav clica al Cerro 20 Ch. A. F i s c h e r , Beitradge zur genaueren Kenntnis der spa.nisch.en
de Potosí: Resolvió S. M. que así estos como los de A lm ad én se dieren Besitzungen in Am erika (Contribuciones para un meÍ0\ c° nocln^ ien,to, ^ l
por ahora a 60 pesos el quintal. . ( Or dena nza del 26 de m arzo de 1779, las posesiones españolas en Am érica) , Dresden 1802, p. 8 sq. asan
Ibid., doc. n? 61, p. 147). En cuanto a las can tid ad es en que se consumía en el registro aduanero oficial, calculó en 5.058.882 pesos la ap o rta ció n de
azogue, cf. A. d e U l l o a , Noticias Am ericanas. . . M a d rid 1772, p. 233 V irreinato a E spaña en el año 1796; de tal cantidad, ¡ corresF' . .
sq., 271 sq. Sobre la importancia de la provisión desde A lm a d én : H a r i n g , oro (am onedado o no) 1.425.701 pesos y a la plata (en igua es c
Trade, p. 158, passim. '
2.556.304 pesos! . 0„ ^
25 Alrededor del doble de los beneficios de H u an c av e lic a (C f. Hum* 30 Según F i s c h e r (op. cit., p. 162) alcanzaba en Lima *
boldt, °P■ cit., t. II, p. 182). 31 A lrededor del 1 2 % . (Ibid., p. 162). Con el agregado de
26 S o e t b e e r ( Edelmetallproduktion , G o t h a 1 8 7 9 , p . 1 0 7 s q .) estimó otras cargas fiscales, el valor de importación no oficia' P ^
1789: 26.679.960 pesos, se elevó al precio oficial de 42.099.álá p ■
176n7fiCn IOn “ S de plata de Potosí en unos 83.000 kg. p a ra los anos
1761-1780, y en 98.000 kg. para 1781-1800.

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m a n f r e d k o s s o k
EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA 75
74

t a «i rontinente americano. U na vez term inadas las luchas v in c u la c ió n económica mucho más estrecha con el litoral Tod
f “ Í „ C' p r i m i t i v a s 13 colonias de Nueva Inglaterra asimilación de regiones que, originariamente, poco o nada tenían
de mdepen , de ¡dez hasta entonces deseo-
en común debía fomentar la aparición de un mercado interno
mfflr L . m T f c T o n d k i o n = s am ericanas» y que también que era a su vez uno de los requisitos esenciales para la consoli­
S n tu ó la actividad del comercio m arítimo La colon,zación del dación de la burguesía colonial. De todas maneras, y tal como
“Oeste” no había franqueado todavía el Mississipi, y la costa lo m uestran las constantes discusiones que se sucedieron hasta
atlántica seguía siendo el centro de gravedad de la economía; 1810 acerca de las reglamentaciones aduaneras internas 38 en
ñor consiguiente, también mantuvo su onentacion atlantica el vigor, los progresos en esa dirección solo pueden considerarse como
intercambio que, principalmente desde Boston,83 se extendía hacia primeros pasos rudimentarios. Ello no obstante, a partir de 1 7 7 8
la América Española, y cuyos puntos centrales de atracción eran __ s e g ú n la reconstrucción de Levene basada en los Libros de

las Indias Occidentales34 y la región del Río de la Plata. En 18051 Alcabala— ,3U e l comercio interior señaló una marcada tendencia
llegaron a Montevideo 22 naves norteamericanas, 11 de las cuales a s c e n d e n t e , y alcanzó en 1 8 0 0 un volumen que aumentaba 2 0

transportaban esclavos; en 1806 fueron 30, y 20 con un carga­ veces la estimación oficial de 1 7 7 3 . En detalle, los ingresos de
mento de 2500 esclavos.85 Tal fue la base económica de la eviden­ la Alcabala crecieron en la siguiente forma:
te atención diplomática que a partir de 1797, consagraron los 1773 ............................................. 2502 pesos
Estados Unidos a esos países, “los menos conocidos y m ás intere­ 1776 .................................... 2266„
santes que haya sobre la tierra” ( J e f f e r s o n ) .3,! A su vez seme­ 1778 ............................................ 7414 „
1779 ............................................. 13078 „
jante concentración del comercio interam ericano sólo podía traer 1780 ............................................. 20428 „
ventajas para el litoral del Virreinato del Río de la P lata.3' 1785 ............................................. 31329 „
Es indudable que la iniciativa personal del prim er virrey 1790 ............................................. 28137 „
—capaz de abrir nuevos rumbos y tam bién de in te rp re ta r con 1795 ............................................. 32975 „
acierto los signos de la época tal como se lo enseñaban la Petición
1800 ........................ 46390 »

del Cabildo y la clase mercantil de Buenos Aires— aceleró la


irrupción de factores objetivos que tendían a cerrar el interior
frente al Perú y, como complemento forzoso, a llevarlo a una

32 A. B. Efimov, Bosquejo de historia de los EE . U U ., M oscú 1955,


p. SCW' - RHa g a llo , Le origini della grande industria contem pora-
1953j p- 253 " » • J- D - H ic k s , T h e Federal Union,
Cambridge (Mass) 1952, p. 216 sqq.
fuerzos ^esde B°stoni antes de 1810, se intensificaron los es­
recorrieron k m ? " Í m Gab° de Hornos- E ntre 1788 y 1796, 26 veleros
comeron la costa chüena; entre 1797 y 1804, ascendieron a 226.
York 1948 n 104 -„N’ Seography 0{ the U n ited S ta tes, N ueva
36 P. Ghanu / * ' Indian trade-
l’économie sud-amértrJlíí *ei}\ative des E tats-U nis pour s’em parer de
_ ,36 A. P. W hitakp »’ n o ,C ahlers des A n n ales. . . , p. 163.
Baltimore 1941. ’ and the i n d e p e n d e n c e of L a tin A m e r i c a ,
Es ' •
de Büenos Aire5C‘e^ tl“ que, por ejemplo, en la lista de exportaciones 88 L e v e n e , Investigaciones, t. I I , P- 40 stW-’ ^ ^
cobra chileno (Fischer, op c i T ^ ^ Una p artid a de 2549 quintales de 39 H . N . A ., IV , I , p. 419.

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V

A N TA G O N ISM O E N T R E LA GANADERÍA
Y LA A G R IC U L T U R A

L a dependencia colonial y el atraso de Hispanoam érica le


asignaban — en el sistema de distribución geográfica de tareas
dentro del mercado m undial— la función de un proveedor de
materias primas y m ercado de colocación de productos m anufac­
turados.1 Sem ejante transform ación de Hispanoam érica en objeto
de atracción para los intereses europeos —y ante todo para los
anglofranceses— fue inaugurado en lo esencial por la política
económica de los Borbones. Salvo en lo concerniente a la mine­
ría, siempre explotada desde los comienzos mismos de la Con­
quista, la evolución de la economía colonial se caracterizó en la
segunda m itad del siglo xvm por una acentuada orientación mo-
nocultural de las diversas partes de Hispanoam érica. En las
Indias O ccidentales, desapareció el campesino libre negro o m u­
lato — que vivía principalm ente del tabaco y de la ganadería
ante la creciente dem anda de los llamados productos coloniales,
tales como el azúcar, el algodón y el café, que desde 1750 domi­
nab an el cuadro de la economía. N ueva G ranada alcanzó su
segunda y verdadera prosperidad del cacao después de la funda­
ción de la C om pañía de C aracas que, como la sociedad comercial
española de m ayor éxito en el siglo xvm , arrebato su piim acía
al “com ercio interm ediario” holandés. N ueva España y el Perú
asistían a u n nuevo florecim iento de su m inería, y la rem ota
Chile exportaba a E u ro p a su prim er cobre en cantidades dignas

i Según los datos de un “Tablean général du commerce de l’Europe


avec l’Afrique, les Indes Orientales et l’Amérique” de 1787 (en L u za tto ,
op. cit., p. 30), la importación europea alcanzaba los valores siguientes:^
Africa 70 mili, de libras; América del Sur, 132 mili.; Indias Or. 155 nuil.,
América del Norte 189 mili.; Antillas 260 mili.

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MANFRED k o s s o k

78 E L V IR R E IN A TO DEL RIO DE LA PLATA


79
• '« P arag u ay exportaba, com o antes, la yerba
viajeros y escritores m al inform ados” .*» M ucho más divuleada
¡£o” S ° P“ » satisfacer las « cesWades d ° ™ M c a s d e S u d a n ¿ e aquella fabulosa potencia ganadera” fue una escasez “aue
nca. llegó a convertirse en u n peligro p ara Buenos Aires y para Z
En Jo co n c ern ie n te al V irretnato del R í o d e la P la ta , esa f u n , habitantes” .4 ‘ "
Cián correspondió a la ganadería. L a riqueza d e l V irrein ato J ¿ Podrá ser casualidad que precisam ente en el siglo xvin o sea
L a en la ganadería. S in desconocer e l v a lo r a lc a n z ad o p o r d J cu an d o se p ro d u jo el vuelco en la economía, tales quejas supera
iintas m a n u fa c tu ra s y por la a g ric u ltu ra . . . lo cierto es que J ran todo lo an terio rm en te conocido en núm ero e insistencia?
p r o g r e s o de la ganadería constituye la fu e n te de su b ien estar y ]J Sólo entonces a d q u iriero n los cueros p ara Buenos Aires todo su
m edida de su importancia económ ica” ( R . L e v e n e ) . J valor, como codiciado p roducto de exportación. “La ciudad no
Con rara unanimidad se atestigua la riq u eza g a n a d e ra de las producía n i oro ni p la ta . . . Su m oneda internacional eran los
llanuras del Plata en todas las descripciones contem poráneas cueros, cuyos precios se m antuvieron firmes y constantes a lo largo
tanto en relatos de viajes como en obras h istó ricas; las discrepan­ de todo el p erio d o . 1 am bien se acrecentaron las oportunidades
cias sólo comienzan en los intentos de estim ación, cuyo resultado de los estancieros p a ra ex p o rtar cuando se concedió el asiento
suele depender más de la fantasía del a u to r q u e de sus disposi­ a F rancia y a In g la te rra .6 T ales oportunidades no podían apro­
ciones para la matemática. P o d rían servir com o n o rm a las obras vecharse sin u n a p ro fu n d a m odificación del sistema de explotación
de Félix de Azara sobre la historia y situ a c ió n de la región del hasta entonces em p lead o y, sin em bargo, amenazaron con dar el
golpe de gracia a u n a to ta l extirpación del ganado.
Plata, que por su riqueza de m ateriales y p o r su e x a ctitu d son
A fines de 1709 — u n a vez que se hubo comprobado que,
una fuente de primer orden p a ra to d a te n ta tiv a d e reconstruir
como consecuencia de la creciente persecución, era necesario ir
la historia de la sociedad colonial” .2
a buscar el g a n a d o “ a m ás de 200 leguas de distancia”__, el
La explotación de esa riqueza viva, p o r c u y a conservación Cabildo presentó u n a q u e ja al G obernador en contra de los de
durante mucho tiempo no se hizo p rá c tic a m e n te n a d a , se cum plía C órdoha y de S an J u a n , ¡ que incursionaban en la región bonae­
de una manera por completo irracional, q u e m u y p ro n to reveló rense p a ra ro b a r g a n a d o ! 7 P o r encim a de ello, el Cabildo recla­
los límites de esa fuente de bienestar en a p a rie n c ia inagotable. m aba la to ta lid a d d e la P a m p a y del Chaco contra todo intento
mata a ganado con el único o b jeto de o b te n e r el cuero, los que, p a ra b u sc ar allí anim ales, llevaran a cabo los habitantes
cuernos y el sebo, o bien, en el caso de los caballos, únicam ente de S a n ta Fe, S an J u a n , M endoza, T ucum án o Santiago del
ÍT* 3 Apenas el núm ero de m a ta n z a s se a c e rc a ra a l grado Estero; a ello se agregó la propuesta de suspender por cuatro
,ucci° n l°s anim ales q u e v iv ía n en la c a m p a ñ a de años to d a concesión del “ derecho de vaquear” . Según el censo
• 05 ,re^’ 0 . en superara, la c iu d a d c o rría p e lig ro de eli- ganadero de 1713,s en las estancias situadas al norte de la ciudad
bildo Um^a ” £lueza- P or ello se re p ite n en las A c ta s del Ca- había a lre d ed o r de 18.000 cabezas, en las del sur unas 13.450.
v a mpr, <lUe^as con.tra sacrificio in d isc rim in a d o d e anim ales, Las cuotas de posesión alcan zab an a 300, 500, 1500, 2000, 3000
Rómuln 7aK T C0” Ju^a espectro d e u n a n iq u ila m ie n to total, o 4000 cabezas, o sea u n a c a n tid a d sum am ente m oderada para
para poner pn ^ ^a ” n(^.ue G a n d ía se b a sa ro n en esos hechos
contemporánea*! 'Ink * de la m a y o r p a rte d e las noticias ,, - * Historia de la C iudad de Buenos Aires , Buenos Aires 1936, t. I
(1536-1715), p. 418.
te- “La antiffu K • Pa ra *so g a n a d e ro d e las rib e ras del Pla- t‘ J f>id., p. 418.
colmadas de ^ esunc^ n de q u e las p a m p a s a rg e n tin a s estaban G a r c ía , op. cit., p. 144.
0 na o vacuno no d e ja de ser u n a e x a g era ció n de Z a b a l a - G a n d í a , op. cit., p. 411,
¡ Ib id ., p. 408. '
Ib id ., p. 416 sqq.
T0RRE REVELL0, en: H' N- A-, IV, 1, p . 574.

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80 M A N F R E D K O S S O K

E L VIRREINATO DEL RIO r.E LA PLATA


fines del siglo xvrn y comienzos del xix. El latifundio m 81

ya en las 2000 a 3000 cabezas, m ientras que a un Po m^nzaba abandonen y se trasladen a la tierra laborable que desde ™
menos de 1000 no se le consideraba “digno” de * °r de dación, delimitó la ciudad” .^ E1 artículo 7 disponía, en vista
cuenta. en del hecho de que “muchos, sin poseer el terreno necesario para
Es difícil precisar hasta qué p u n to las circunstanci , una estancia, se han apoderado de buen número de cabezas de
deras del litoral se hallaban am enazadas p o r u n verdaderc>S ganado” , que nadie “podrá poseer estancias ni ser ganadero si
de exterminio. H asta se presenta la sospecha de q ue ° c^el^ ro no posee por lo menos, y de acuerdo con la primitiva distribución
insistentes manifestaciones, los estancieros se prop on ían e n ° n- SUS de la ciudad, un terreno de 3000 varas de ancho y 1 legua y me­
lugar, mantener el apoyo ilim itado de la legislación c ? rUBer dia de extensión” .13 De ahí se desprendía la prohibición “de que
protegidos por el Estado, en efecto, se aseguraban u n m ejor se subdividan los terrenos de pastoreo existentes mediante título
de partida para sus negocios de exportación. E n realidad1^ 0 de herencia, venta o cualquier otro modo de expropiación”
guna otra rama de la actividad agrícola o in d u strial, sin e ’ mn' (art. 8 ).
el mismo comercio, fue alentada en form a ta n intensa g°^Ptuar E n estos artículos se pone de relieve la mentalidad económica
dicional como la ganadería. E n la región del P la ta , la ¡ j a n a í ^ ' dom inante, en la cual se basaba igualmente la concepción del
constituía la rama de la producción en q ue el elem ento criollo d ? latifundio. T al como lo demuestran decretos posteriores de parejo
contenido, sólo se concedía a los cultivos el área más imprescindi­
desarrollarse, desde el punto de vista económ ico, con m áxim a libe
ble y, en lo posible, se procuraba que no excediera de los limites
tad. En la larga serie de disposiciones del gobierno colonial destina'
del siglo xvi. Disposiciones legales anticuadas servían para este­
das a alentar y proteger la ganadería, u n a de las m ás instructivas rilizar toda u n a ram a de la economía y, por otra parte, los estan­
por su amplitud es el decreto del g o b e rn a d o r D iego de Salas del cieros se em peñaban en conceder a sus posesiones un carácter de
25 de agosto de 1775.9 Este decreto se inspiraba en las sugestiones mayorazgo, con el fin de evitar toda subdivisión y expropiación
- q u e en algunos pasajes transcribía tex tu a lm e n te — de u n a “ Tunta y, m uy principalm ente, toda transformación de los pastoreos en
• 'Hacendados” 10 y, además de las m edidas de ru tin a (fiscaliza­ tierra cultivable.14 A su vez, las disposiciones en cuanto al mínimo
ción de sacrificios y del comercio de cueros, protección de animales de extensión de las estancias ponen de manifiesto la tendencia
jovenes, represión del abigeato y del c o n tra b an d o , e tc .), disponía que en el Río de la Plata, y sobre todo por el camino de la gana­
en su articulo 6 11: En vista de los m anifiestos inconvenientes dería, llevó a la creación de latifundios. Por ello, los coloniza­
expuestos por el apoderado de los estancieros, y que surgen de dores llegados durante el siglo xvm solicitaron ante todo el usu­
^ msta^acjón de chacras en los cam pos destinados a fructo del derecho de vaquear, para así reunir el ganado necesario
bcn pm°5 °r T ^ exÍJ°’ en cum plim ienlo de las leyes que prohi-
mencionaH1 6 2 0 ^UC Se ^ eve a ca^ ° su separación, y que los 12 Esta distinción surgía de la costumbre ^etíieval ^tribuir tie­
mencionados chacareros que p osean c a m p o s de pastoreo . . los rras en el momento de fundarse una ciudad eo °™a_ ‘ p vpnEOuí El ré-
p. 79 - 100, W i l h e l m y , op. cit., p. 83 sqq.. M. J . ts . . >
gim en de la tierra en la A m érica española, anto ° ™ ' 1 ej camp0 de
venta de ganado aíenn'-^*6 ^ don Diego de Salas, prohibiendo: la 13 Bando, loe. cit., p. 28. D e a c u e r d o con e s te calculo, e l ca p
campaña^ a fin de evít ^ Permanencia de mercachifles y pulperos en las pastoreo más reducido debía cubrir unos , ’ • verederos de una
ción de chacras en lo- ts 6 corniercj° de productos robados; la implanta­ 14 . ,y que quando por razón de ser muchos lo, ^
bas últimas; la entrada6*™?-5] estlnados a estancias y la subdivisión de sola suerte de Estancia, sea preciso repartirla en re , ^ ^ ^ demás en
r n e tos derivados v 1*° Sa ganado sin permiso especial y demás que se adjudique; a uno solo con cargo de que e* V ^ien entendido
y ‘" " " " i 6- 25 de aso!to d t dinero (!) i otra. Especie, la pane que bastante
Li2l posterior H" * * j ,
que quando así no puede ser por pobreza■* ha de vender precisa-
a ^a *0s documentos •eíltre estanciero y hacendado no aparece que concurra en el heredero á quien s eadjudique se r ^ p 28
Bando, loe. cit., p C2 7°niales- - mente a un solo sujeto, y hacerse la dibision

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m a n f r e d k o s s o k
82
E L VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
83
para una estancia.- ^ ^ c a m p a n a de Bueno
Aíres se consideraban ya como “em presas p e q u e ñ a s” las están
dera influencia en la legislación económica de la administración
que cubrían de 4 a 5 leguas cuadradas. Según el testim onio T
colonial:
Diego
go de
uc Alvear,16 que se refiere a la B anda O rie n ta l, Jas
las posesio
posesio6 Respondiendo a frecuentes quejas sobre una aguda escasez de
nes de 4 a 6 leguas cuadradas se c o n tab an allí e n tre “las /'
animales, el Cabildo dispuso un examen a fondo de la situación.
comunes: pero las hay tam bién mayores, de 8, 10 y h a sta 15 E n opinión del Cabildo, la decadencia de la ganadería respondía
leguas, como las de los Alzayba, V iana, A guirre, G arcía y otro a cinco causas diversas21: 1) Ataques y depredaciones de los
terratenientes... Existen estancias de 20, 30 y 40.000 cabezas d^ indios, que en los últimos años habían robado unas 200.000 cabe­
ganado, y hasta hay algunas de 80 a 100.000 cabezas” . ' zas de ganado; 2) Sequía, que había impulsado a las manadas
La correlación entre ganadería y latifu n d io tuvo p o r conse­ hacia la frontera; 3) Preponderancia de “vagabundos”, cuyo único
cuencia que éste adquiriera influjo e im p o rta n c ia d e n tro de las medio de vida era el robo de animales; 4) Multiplicación de
características de la economía colonial en la m ism a m edida en perros cim arrones que, por vivir de carne de animales muertos,
in c u r s io n a b a n cada vez más entre los ganados: 5) Alejamiento
que se expandía la ganadería, puesto que to d a concesión del
de las pasturas a causa de la difusión de la agricultura. “Para
derecho de vaquear solía ir acom pañada de la concesión territo
la sociedad, la ganadería en chacras (o sea para el cultivo de
nal correspondiente.17 La imposición de la p ro p ie d a d privada
determ indos terrenos) no es menos perjudicial que las siembras
en terrenos libres y en ganado * tuvo que restringirse a n te todo
en las estancias: se tra ta de dos cosas totalmente distintas y que
a una región delimitada, en form a relativ am en te firm e por la no pueden prosperar sin la debida separación -.22 Los hacendados
mdT COn 10 que la c r e d “ “ « M í v W n * la exigieron por últim o que se fundara una organización profesional
(M esta) p a ra u n a m ejor defensa de sus intereses. Semejante
S ^ c S t e P conaf ° ^ SCnSlbIe aUment° £n d P reci° del Sliel°-19
deI xvn, la posesión í " ? Sltua" on del S1g lc> x vi y comienzos asociación del latifundio ganadero, según el modelo de laimetro-
elementos determina t* Se convirtió en u n o de los poli, sólo se había impuesto en una región hispanoamericana,
jerarquía de clases d e ^ j incorP°ración del in d ividuo a la en N ueva E sp añ a .23 En el Plata, la concentración y dirección
En 1790 P i e d a d colonial.2® centralizada de los intereses ganaderos amenazaba ahogar
todavía más al sector agrícola. Ello no obstante e vn -
prender la m edida^n^™ 11 controversias que nos p erm iten com-
n que los estancieros podían a lc a n z ar verda- dondo aprobó en principio, en 1792 la creacon de un -G rrn.»
de H acendados ” ,24 habida cuenta de su impomnci p
15 \cerca
dd s u p e r i n ^ arre.gl° y resguardo de la 21 H. N . A., IV, 1, p. 380 sqq.
a r a d o de llegar de EsDañ» escribe L e v e n e : “ L os colo-
II n o V° pedía ’ 5° ° acostum b rad o s h a s ta en to n ces al J - Ib id ., p. 381. . r „ jo referente a la
23 Cf. H a r in g , T h e Spanish E m p trt p . -■56 ■ R¡st
« CamP° S Para estancias” (■Investigado- m etrópoli: J. F. K le i n , T h e M esta. A S tudy m S ^ k b to
N ueva Y ork 1920. , «icruientes resolu-
el m ' j 3" h P- 3,5 Sq ) - 24 A u to del virrey A rredondo en el que tora ^ ^ Us inlroduci-
0 , T ^ del ¡ aZ H - N. A., IV , í p* 3 6 f la P la ta ’ M a d rid 1930; cf. ciones: su p rim ir la exacción del medio rea . hacendados criadores
p. 315. S nado argentino Bu*™ P* 8, com o ta m b ié n R . P illa d o ,
das p a ra el ab a sto ; que se form en ju n tas P'lr\¡ , g uenos Aires, para que
18 En lo „ ■ ’ re* 1909>P- U ‘ A lvear, op. cit., de ganado en todos los partidos de la campa' , formalicen el gremio
mterrelar'' ncerniente a c
nom bren d ip u tad o s que asistan a la ju n ta g ¡unta a los que tea-
-126. 10n tnlre «^nadería T í a . ? ’ Jjállanse a b u n d a n te s d a to s sobre la con su correspondiente reglam ento: se convoq ^ ¿ e 1792 (D.H.A.,
III Leven* r ...... "dl° en C^ v ERA> 0p. cit., II. p.
gan haciendas p ero no cam po propio. ^ , repetir que ca<^a estan
I I I , doc. n'.- 33; p. 140 - 145). El virrey vuelve a
ciero debe poseer m ás de 0,5 x 1.5 leguas.
** ^AWN° ’ "^he Spanish Em pire, p. 258.

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MANFRED K O S S O K
84 EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA
85
“bienestar de la ciudad de Buenos Aires” y de la significad' mente divulgado y hasta apreciado por todos—, semejantes “in­
de la ganadería para la economía del pueblo, como única ra °° te rm e d ia rio s ” 29 desempeñaban un papel de primer orden, porque
de la actividad que produce “tanto para el comercio como no solamente introducían en el comercio los cueros “libres de
la manutención de los habitantes”. E ntre las funciones de u impuesto”, sino que deprimían todavía más los precios oficiales,
gremio figuraba, por ejemplo, el ocuparse de las “m uchas perso ya de suyo bajos .30 Para contrarrestarlo, dispuso el virrey que los
ñas que, sin tener su propio campo, viven con su ganado en 1°' propietarios m arcaran sus cueros (art. 3) y que se estableciera
tierras que se extienden entre una y otra estancia”, como tambié^ una estricta fiscalización de dicho comercio (art. 7 a 10) mediante
de otros habitantes que “como arrendatarios, y con pretexto de la concesión de licencias, investigaciones y encuestas de orden
ser labriegos”,_ ocupan tierras cuyos propietarios son dudosos estadístico. La clase comerciante protestó enérgicamente contra
desconocidos.25 0 tal m uestra de desconfianza de la administración colonial, impues­
Para decirlo con otras palabras: m ucho antes de la emanci ta en nombre de los estancieros. Los debates alrededor del vere­
pación, el latifundio obtuvo de la adm inistración colonial toda dicto virreinal de 1791 continuaron, con alternativas diversas,
la oportunidad necesaria para una am plia “lim pieza del terreno” hasta 1797,31 cuando el virrey volvió a hacer suyo, y en forma
En la distribución de diferencias de posesión triunfó, natural­ definitiva, el punto de vista de los estancieros.
mente, el derecho del económicamente más fuerte “del nartidn D etrás de ese conflicto se ocultaba algo más que una disputa
más influyentes”, como lo dijo M anuel M . C ervera 2» en relación acerca de la aceptación o rechazo de una ley de la administración
con la provincia de Santa Fe. De tal m anera, ya en la época colonial. Por prim era vez se rebelaba el “comercio” contra una
medida de tipo proteccionista en favor de los estancieros. No se
e“ ¿ “ m d e ahrabHdoC0l0nÍZaC¡Ó - P'a la ’ “ habia imPuest« trataba de una crítica fundamental basada en oposiciones y anta­
p o , a r iz a d 6 n d = ,a gonismos de clases que, de acuerdo con el esquema del antiguo
régimen, hubieran podido clasificarse como “nobleza” y “burgue­
de m o petir n del C abild° ’ del 12 de marzo sía” . En últim a instancia, ambos grupos estaban unidos por su
marco de 1791) c o ^ t r T d ^ W Í T U° ( d d 9 de común interés en el incremento de la exportación: lo único que
Oriental del Rí0 de la Plata” * * í g an ad ° Cn la Banda se discutía era su participación en los beneficios. Toda protección
mo se confirmaba a la Ra a n. . mas de que en el título mis- de la ganadería que, por encima de su fomento de la producción,
Aires, la onda de rpa "n 3 ental como hinterland de Buenos
también conexiones ern01^ • Csatada Por dicho decreto ocultaba 20 Recordem os que en el art. 3 del bando del gobernador Diego de
creto se dirigía en m-;™"0? 11035 sumamente significativas. El de­ Salas, del 25 de agosto de 1775, se imponía la expulsión e t °®
ganado a sus lerítimnc n Uf f 1 contra ^as personas “que roban el cachifles, sobre todo de los extran jero s.. . y de los pulperos.. • ,P ° ^
difusión en el país alienta las faenas clandestinas y e come i -j e
clandestino?! e a n l l 65 ° qUC sacr^ a n para su comer­ ductos robados” D. H. V ., V . 1, doc. * 5. p. 26). En « g sentido s
los, más allá de las esta S6 f ncuentra en los cam pos realen- expide el “ Correo de Com ercio” del 18 de agosto de 1810 VD. A. ,
001110 Propiedad del rev” 28C1pS f)^lvadas> Y que debe considerarse p. 182 sq .). reales el precio
n e comercio clandestino — general- 30 E n diversos docum entos se estima como de 4 a U KCOno.
25
p. 144. de cada cuero. (Cf. en p articu lar: Rason de los cuer°*' ** * p ie[ Execu-
26 *• ‘‘ff- cido, en esta ciudad, a varios individuos por o en 0 ^ :unio de
27 ClL> !I* P- 108. tor, don G regorio Ramos M exía, asaver. 8 de oct. e
' faenao„i ?y Arrede 1783. D. H. A., I I I , doc. n» 20, p. 82 sqq.). r„rt st¡gacio-
81 Su enum eración in extenso se encontrara en ® a .,
del Brasil. 9 1Stn° l*eil>po los como -0* Cn . ban d a orien tal del R ío de » « , I I I , p. 78 - 83. De acuerdo con este texto, también en.
28 Ibid 1^91 (D H^Á 05 P ^ ^ 'b id o s con los portugueses
•i P- 476. v • " • A -, V I, doc. n 1? 202, p. 474 - 4 8 3 ). IV , 1, p. 38 sqq.

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86 MANFRED K O S S O K

E L VIRREINATO DEL RÍo DE LA PLATA


87
alcanzara también a la esfera com ercial: regulación de preci0
impuestos a Ist exportación, fiscalización del com ercio y rccar^o* m aba detalladamente sobre los métodos de elaboración la disno-
de todo tipo que pesaran sobre él, podía exponer a d u ra prueba sición de las fábricas38 y principalmente los beneficios que podían
la alianza económica que unía a estancieros y comerciantes. esperarse, llegó pronto a manos del virrey Cevallos. Tal inicia­
año 1792 vio el comienzo de un proceso que, al regular la relación tiva de Sevilla contó con la aprobación de la Corona,39 mediante
de fuerzas económicas en favor del latifundio, sólo m aduraría en una resolución de la Suprema Junta de Estado, y por lo que pare­
las circunstancias de la posemancipación.32 ce no tardó en dar sus frutos: la Compañía Marítima fundada
Con intención de preparar el terreno p a ra u n a fu tu ra “Junta en 1789, al concluir un acuerdo sobre instalación de saladeros en
para la defensa de los hacendados”, el jefe de la A duana, Án°-el Buenos Aires, aludió expresamente a “las experiencias que diver­
de Izquierdo, publicó ciertos datos — vivam ente criticados por sas personas han realizado anteriormente en Buenos Aires”.40 En
los comerciantes— acerca del volum en oficial (y cálculos del 1793, la Corona eximió de todo recargo la exportación e impor­
tación de carne salada, tanto en el comercio con la metrópoli
clandestino) para la exportación de cueros sin curtir. H asta la
como en el tráfico intercolonial.41
época en que se promulgó el libre com ercio entre m etrópoli y
colonia (1778), se afirma que el volum en de la exportación oficial Los esfuerzos de la metrópoli por activar la producción de
carne salada despertaron en los estancieros el consiguiente interés.
se mantuvo en las 150.000 piezas, y que su núm ero subió pronto
De acuerdo con las estimaciones de una Petíción de 1794, el
a las 800.000.33 De acuerdo con los datos de Izquierdo, el volu­
volumen de sacrificios alcanzaba en el Virreinato a unas 600.000
men global por año, de 1779 a 1795, alcanzó de 800.000 a 1 mi­ cabezas, de las que sólo 150.000 estaban destinadas a satisfacer
llón de cueros.34 Basándose en el registro ad u a n ero p a ra 1796, la propia dem anda; si el resto se ponía a disposición de los sala­
Fischer asigna ese mismo valor a la exportación de dicho año, deros y establecimientos de preparación de carne ahumada, ello
con lo que podría establecerse entre M ontevideo y Buenos Aires entrañaría un beneficio suplementario de 800.000 pesos.4’ A los
una relación de 1 : 3. Dentro del comercio colonial, el año 1796 mismos datos aludía aún, en 1802, el Telégrafo Mercantil (órgano
- f Un, ano 0 Prosperidad”, y por ello resulta notable que en oficial del comercio), que calculaba el máximo volumen exporta­
la ^ caílzar?, Por Pr™ era vez la cuota lím ite que, en tiempo de ble en 1.800.000 quintales, con un valor de 7,7 mili, de pesos.
ncipacion, solo podría superarse m uy gradualm ente.36 Pero en realidad, el volumen de la exportación se mantuvo —de
de la Pía*0 Uf ltar val°ración de la riqueza n a tu ra l del Río 1792 a 1796, por ejemplo— en los 40.000 quintales43: de todo
sino nara a mera e.x Portación de cueros, cuernos, sebo, etc., ello se desprende que, hasta 1810, la industrialización de los pro­
cuanto a si ta carne, que se consideraba inútil en ductos del país no había ido más allá de unos primeros pasos
ya en 177a ren<í™ iento comercial, la Sociedad de Sevilla editó bastante modestos. Las principales dificultades que se oponía
J- 1 - na lsertación sobre la m anera, reglas y beneficios a una expansión de las exportaciones eran la crónica escasez d
de la producción de m ano de obra especializada y, muy en particular, e a p
carne salada” . 37 Ese escrito, en que se infor-
T he
-1852, Cambridge o,ac^C aspects ° f Argentine Federalism, 1820 38 P ara la erección de Factorías con ^ hubiere
33 H. Nr A TT7 ." 3 1946= P- 30 sqq. que deven establecerse en sitios comodos e , esclavos que sirvan
desagües p ara Ríos o p ara el M ar;. para compre de esclavos q
379V á la m atanza, s a la d u r a ;... (ibid. p. 4 1 °).
Ca'M^ ‘ * ^ CÍt > P ® ^‘^ 3 cueros vacunos y 43.752 de 39 D. H . A., V I, doc. n<? 33, p. 177 sqq-
j , " todavía, en lftOQ i ✓ n 40 D . H . A., V I, doc. n* 183, p. 443 sqq., n<> 197, P- * 44
cuem de dlc- de 1821, c a í c l r r 1 ®remen Thornquist, en una nota 41 D. H . A., V II, doc. n? 22, 32 sq.
| vacunos y 128.105 eaui * a ®xPo rtación de Montevideo en 312.612 42 H . N. A., IV , 1, P- 387 sq.
D' H -A , V ,docT 9 9 Z ™ T¿ ¡ )aatsarchiv: C' 20- b' h b )- -*3 Ibid., p. 388.

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m a n f r e d k o s s o k e l v i r r e i n a t o d e l r ío d e l a p l a t a 89
88

, , 44 Alrededor de un quinto de los costos de producción 'n d u s t r i a propia del cuero, es lo que se desprende de una Petición
correspondía a ese elemento indispensable. Pero, hasta 1&10, la de 1801.50 D e acuerdo con sus términos, también había que im­
sal figuraba entre los productos mas estimados en Buenos Aires, itar de los Estados Unidos una media docena de curtidores,
nuesto que su fuente principal, las llamadas Salinas Grandes, se ^ara que se establecieran en Buenos Aires. El Consulado aprobó
encontraban fuera de la zona colonizada, y cada expedición que P oropuesta, y hasta solicitó que se enviaran a Europa algunos
se dirigiera a ellas requería cuidadosos preparativos de orden mili­ ^jreros jó v en es, que retornarían de allí con la necesaria capacita-
tar 45 Los productores dependían así d el resultado de cada expe­ ■' C u a n d o estalló el movimiento de emancipación, la industria
dición, lo cual tenía efectos muy negativos en la^ fijación de los d e s c u r t i d o de cueros se encontraba todavía más en sus comienzos

precios y en la situación de la oferta.40 Como principales consu­ la p r o d u c c i ó n de carne salada, y el escaso desarrollo de estas
midores de las partidas de sal se mencionaban los saladeros, pana­ dos ramas de la industria —que contaron sin embargo con la
s i b i li d a d d e aprovechar directamente el florecimiento del sector
derías y pulperías. Gracias a la creciente frecuencia de las expe­
diciones a las Salinas y otros lugares de origen, la situación mejoró ^nás protegido d e la economía— permite que nos formemos una
hacia 1800, hasta tal punto que el antiguo precio, de 10 a 15 primera idea del elemento manufacturero en la época colonial.
pesos por fanega, descendió hasta unos 5 ó 6 pesos.47 “Eso llevó Mientras que, de 1776 hasta 1810 y a pesar de todos los
a la fundación de innumerables saladeros, que estaban en manos retrocesos reales o aparentes, la ganadería señaló una tendencia
de particulares” .48 claramente ascendente, la agricultura se halló ante una situación
La mencionada “Disertación” sevillana de 1778, además de v e r d a d e r a m e n t e d e miseria, que sólo por sus dimensiones se dife­
alentar la salazón de carnes, también dio impulso a la industria renciaba de las condiciones de los siglos xvi y xvn. El relativo
del cuero y a la instalación de “curtiembres”, que tropezaban con estancamiento de la producción agrícola podrá parecer tanto mas
condiciones aún más desfavorables que las que presidieron el sorprendente, cuanto que la Corona, inspirada en las opimones
desarrollo de los saladeros. A propuesta del director (de nacio­ fisiocráticas d c las Sociedades de amigos del país, P™ m u l So t ° d a
nalidad inglesa) de la Real Curtiduría de Sevilla, la Corona resol­ una serie de leyes en las que daba expresión a su e m p e n o por
vió —en 1789— “enviar algunas personas a Buenos Aires que, fomentar la agricultura ” .51 Pero en tales leyes no se p e rs e g u a
en e ugar mismo, enseñen los métodos correctos para curtir un fomento general de la agricultura, smo mas bien el incremento
y preparar los cueros, y compren luego los que resulten más de a q u e l l o s productos que pudieran ofrecer materia prima en
forma inmediata a las manufacturas de la metropoli. Segúne
S in T ¿ ° S Pa‘,a SU elab°ración en las fábricas (de la Corona ) ” .49
art. 43 del reglamento de comercio de 1/78, entie los P
comicnzos^dél úe\o x.x “ ,echaban todavía de mcnos> a agrarios exentos de ciertos impuestos f i g u r a b a n , jun o al alaodon
s -, los requisitos indispensables para una
el azúcar y el café, el lie n » y el cáñamo»’ En 1777 se h a to
recomendado ya al virrey Cevallos que alen ai a p ,
45 Representadón^ Cabildo’riP' p95 P.assim- de los dos últimos, como materia prima básica para a ^
ran las circunstancias q u e h1rf,n • ®uenos Aires, cn la que se enume-
oct- de 1776 (D H V TT ,lmposiblc una expedición a las Salinas. 30 tura textil española .’’8 Pero el volumen tota c esos y
46 Cf., además n í; • i t * ' n’ 3’ P- 17 sq .). productos agrarios de fácil exportación, por serco íc .
que abastecen de este a r tic ú b t1 .n abll-d ° S° brC dist«bución de sal a los Europa en calidad dc estimulantes o de matena prima, p
m * ?7°c‘ U3> P- 424 sq) Y UUh2aC1Ón dc su Producto. 1791 (D.H.A.,

n" 117’ P- ^ “ 8, P- 430, 437; doc. , 50 H. N. A.. IV , 1, p. 389 sq.


405 sqq » T i ! T t cione¡‘ n >p- 90- r>1 V a l l f , I b f . r l u c f . a , op. cit., p . 1 5 8 sqq.
52 D. H. A„ V I, d o c . n<? 1. p. 31.
n 17° ’ P‘ 39'■ Cf' igualmente doc. n1? 178, p.
53 R a v i g n a n i , cn: H. N. A., IV, 1.

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m a n f r e d k o s s o k
90
E L VIRREINATO DEL R Ío DE LA PLATA
91
suponer que su desarrollo se m antuv o m uy poi debajo del cjg j
cereales.54 Pero una expansión exagerada de los cultivos cereafe* es que, contando con una reserva gigantesca de tierras aún inex-
ros no contemplaba las intenciones de la m etrópoli que, m ediam ' plotadas, tanto el virrey como el Cabildo debieran adoptar medi­
reformas agrarias ,55 tam bién se esforzaba en esa época por com* das p a ra im pedir el encarecimiento de los granos, la especulación
y las am enazas del hambre. Únicamente la necesidad de asegurar
batir la agonía del campesinado español. L as condiciones de
los m edios más elementales de subsistencia decidió por último
dependencia colonial excluyeron, hasta p o r vía legal, que en últi
a las autoridades a ofrecer un mínimo de protección legal al labra­
ma instancia imponía el interés político y económ ico de España'
dor, frente al ím petu expansivo de los estancieros. Asi el ya men­
toda posibilidad de que la agricultura alcanzara un desarrollo cionado gobernador Diego de Salas dispuso, en 1777, que por lo
que rebasara las exigencias inm ediatas del m ercado local. ' menos en el m om ento de la siembra y de la cosecha los ganados
Tal como lo muestra el uso lingüístico del período colonial la se recogieran en las estancias, para evitar que arruinaran los cul­
masa de los labradores, muchos de los cuales eran tam bién arren tivos .58 T am bién el virrey Vértiz se vio obligado a parecidas
datarios,56 se contaban entre la “gente p obre ” , 57 a la cual consa­ concesiones parciales, si bien la sorprendente periodicidad de los
graba sus principales cuidados la au to rid ad local, es decir el edictos 59 — por lo general repetición verbal unos de otros— no
Cabildo. De la numerosa serie de leyes y peticiones que, directa hace sino dem ostrar la escasa atención que les prestaban los
e indirectamente, se referían a la situación de los labradores así estancieros: éstos, por su parte, no vacilaban en reclamar también
como al latifundio de producción cerealista, es posible deducir para sí la fuerza legal de la administración colonial. Con edictos
los más diversos factores que, en cada caso, tuvieron un efecto en uno u otro sentido, las autoridades se encontraban asi entre
negativo sobre la agricultura: dos fuegos, y ambos bandos se atrincheraban en leyes que, en
1. En primer lugar, y como causa principalísim a del estran- no pocas oportunidades, se invalidaban recíprocamente. Mientras
g u W n t o de la agricultura, debe verse la preferencia por las que el labriego veía en la ley una garantía de su existencia misma,
oportumdades de exportación que ofrecía la ganadería. En el el estanciero podía imponerla como instrumento para consolidar
c o X m Uar 0 deI XVIIÍ y comienzos del xix, el perm anente un predom inio asegurado ya en la práctica, de modo que no resul­
taba difícil adivinar por quién se inclinaría la balanza.
íes^ u e J S' anCierOS 7 labradores a d quirió proporciones ta-
2. Con toda regularidad, y antes de cada cosecha, se presen­
LoIIadoín i f C°mPararse con eI P ^ c e so que se había desa­
rrollado en la misma España en los siglos xv y xvi. Lo paradójico taban quejas sobre la escasez de los brazos necesarios. Precia-
m ente esa falta crónica de mano de obra a go que no
tanciada de la indimria*nStrUCt*Va- ^ resPecto an ó n im a “N o ticia circuns- el latifundio feudal de Nueva España o del eru ue un
iateresantes l t J T b r e VÍrre?nat °. ** » de la P lata, con vicios fundam entales de la agricultura del Rio de la Plata. ^ ^
ductos, consumos precio* rr> j 3’ artes> oficios, m an u factu ras, pro- tuando regiones marginales como Paraguay o e . to
* « y m a r í t i T s '¡ Z Z Z S F T ’ de m ercader- s y frutos, fletes terres-
III, doc. n» 4, pp. 13 - R Provincias y p artid o s” . S. de. (D .H .V .,
38 Bando del T h en ien te _de R e y mandando«recogíw lo* ganados de
mentó benigno y los esPecto de Ju ju y se dice: Sigue el tem pera-
grar una cosecha cuantiosa a °\ ?stan m °liendo con la esperanza de lo- las chacras. . . 3 de julio de 1777 (D. H. •> • • .• estadia de
59
- Bando del Vwirrey V- ertiz
u au u v «V* --- reglamentando
- . . el r - d »^ . _ de ^ 1778
cereales y el maíz, se m enrinnt t ZU?a ,' ^ ara C ochabam ba, adem ás de los usan aa la
as (Provincias) del Perú” l a^8°d ó n , “ y así se estraen para ganados, por los perjuicios que causan la aagri«.u
g m u utuu .- - • - —■
• 241: cf. asimismo doc. n' 39- P- -
55 R- L eo.v P’ > (D . H . V , I, doc i -
wav. í í í ' (Politlca T p ’robUmn°llttk ¿grarproblem in Spanien unter n 1? 77, p.• 300
300 ssqq .)) -. .... i otras posibilidades de traer ¡n-
W9- ' l e r n a s agrarios en la España de Carlos 111), Mu- »" L a C orona impidió, por lo demas. i- Vertiz ordenan-
56 Cf. D . H a tv j dios a Buenos Aires como trab a jad o re s hanoo «c. ^
do que nadie ad m ita a su servicio los i • ^ de agosto de 1780
3, 3- 39' 157.
(D- H - V , II, doc ^ fomento de Sem enteras. 20 de Junio' de y Paraguay y si alguien los tuviese ya. lo
(D . H. V., I, doc. n? 78, p. 302 sq.).

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92 MANFRED KOSSOK

E L VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA


93
existía un número suficiente de siervos indios como para que
poco a poco, se los retirara de la encomienda o del repartimiento los peones en ellos ocupados, como también los indios, mulatos
y, en calidad de gañanes,01 se los incorporara al “peonaje”. Tam­ y negros libres, puedan ir a las chacras para el recogimiento de
poco la inmigración, muy limitada en su número, pudo ser una las sementeras” .04 Todo peón que se negara a obedecer recibía
solución satisfactoria. Los recién llegados, en su mayoría extran­ 100 palos, y los mismos dueños de las obras que ocultaran alguna
jeros capaces de naturalizarse, solían emplearse en el comercio deserción deberían pagar una multa de 25 pesos. Una ley análoga
o en la industria, mientras que la fracción colonizadora de] ele­ se promulgó en 1779, “porque los labriegos no pueden encontrar
mento español especulaba con la adquisición de una estancia • los peones para la cosecha” .05 Pero ni ese trabajo periódicamente
restantes elementos de la resaca europea vivían por lo general compulsivo ni otros recursos, como por ejemplo la movilización
“sin trabajar ni aprender oficio útil a la República”,02 y no con­ de la “Casa de Corrección”, consiguieron modificar tal estado de
sideraban que la vida de un español en la Colonia se redujera cosas, como lo muestran ciertas peticiones de 1783, en las que
a ser chacarero y a tener quizás a sus órdenes a uno o dos esclavos. nuevamente se presentan quejas sobre una “escasez de brazos” .86
Puesto que, a fines del siglo xvm, no existía todavía un prole­ Otra posibilidad de contrarrestar la escasez crónica de mano
tariado agrario bien desarrollado —indiomestizo o bien criollo_- de obra era la de utilizar negros esclavos, una vez que la abolición
como factor social de valor apreciable, y como tampoco los servi­ del sistema de asientos (1789) 07 también hubiese liberado para
cios de los rancheros bastaban para extender la producción, la el Plata el tráfico de negros, “con el fin de proveer a la agricul­
administración recurrió como último expediente a la fuerza extra- tura de dicho Virreinato de los brazos que requiere para su
economica. n la versión oficial de los documentos contempo­ expansión y fomento ” .08 Diego de Alvear describió a los esclavos
ráneos semejante encajamiento de mano de obra recibió el título negros “como los únicos jornaleros que hay en esta parte del mun­
do; (y son) sumamente necesarios para las estancias y el cultivo de
monr r u Vaga,bundos”’ cuy°s antecedentes legales se re-
los campos” 09; y el propio Miguel Lastarria, que en principio
Lo ¡ S j f a M S° “ l“ “ n' ien” s mismos de la época colonial.»
se oponía al tráfico de esclavos,70 tuvo que conceder que sin ellos
c ^ ó t t b‘ f qUe.,an,b,é'1 “ d Plata la colonial, (los negros) hubieran aumentado en nuestras colonias las difi­
apm ciS de l ?mlCa,J 1UV0 una “ « " « c i ó n decisiva en la cultades que traban al Estado. . . ” Después de promulgado el
K L T i í » é t £ ! Ier . ? do-, ro- en eI Vi™ na,° dcl Rí° de libre comercio, la introducción llegó entre 1792 a 1795 a 2689
ver el problema Ot ^ uales. no fueron suficientes para resol- esclavos,71 y se afirma que a comienzos del siglo xix alcanzó un
la o í J ^ Z l ^ T ™ 01110 dC la extra°rdinaria escasez en volumen (anual) de 2500.72 En Buenos Aires, el precio de cada 1
de suspender otras lahr, ■ ° en,contramos en la frecuente práctica esclavo era de “250 a 260 pesos comprado en el barco y, para los
a la campaña los brazos*Hh ep0°? ^ COsecha’ Para P°der enviar
Vértiz ordenó * C0mienz0s de 1777, el virrey 64 Bando del Virrey Vertiz tomando una serie de disposiciones a fin
m r 105 homos de ladrillos, “a fin de que todos de remediar la escasez de brazos para el recogimiento de las semen eras,
de enero de 1779 (D. H. V., I, doc. n? 52, p. 254).
Buenos Aires 1948^’ lTs sqq.°&r^ coloniza“ ón española en América, 65 Ibid., doc. n 9 68, pp. 283 - 285.
60 D. H. A., IV, doc. n« 16, pp. 3 9 -4 6 ; n? 17, pp. 4° ; 51' r v m
67 Cf. D. L. M o h n a r i , en: D. H. A. V II, Introducción, p.
trab^arbl°- ''Cn° S de ^uropeormozos011301” 5’ P u in ta s’ Ranchos y Casas
desci-inríó" 1 j Prfn<^en oficio, que dupj ’. que ^ accn más que estarse sin sqq.
Aires e l í1 J ,circunstancia9 n ** “u a la RePÚblica. . .” (Breve «8 D. H. A., V II, doc., n? 1, p. 3.
actualidad*S ,alv’iJas Y el modo fáciT d e ^ la província cle Buenos 70 D. h ’. A .f lI I ^ p . 158 sq. (. . . el Comercio de Negros es un mal
- > m - ■*“ * ¡” p' “ necesario. . .).
‘ TZKE>doc. 17 , 59, passim. 71 H. N. A., IV , 1, p. 283. , TV
72 D. H. A., III, p. 316. Cf. nota 35 de capitulo IV.

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m a n f r e d k o s s o k
94 e l v ir r e in a t o del r ío d e l a p l a t a
95

rlrmás, según ias u w » - - - ; — / ,73/ pero


las ecircunstancias , d. ic h o /p recio no m
7 " —' solami
ám ente tos e idénticas virtudes que sus patrones, con los mismos prejuicios
a u m e n ta b a junto con e l alejam iento d e la costa, sino q u e tambié
v la míisma m en talid ad ” .77 Si la presión legal o económica hacía
mostraba en general una tendencia ascendente.™ - ^ p o s ib le la existencia a un proletario que vivía al estilo antiguo
El precio de los esclavos basta p o r si solo p a ra explicar por (o sea, gracias a la protección del Defensor de pobres), entonces
qué su utilización no se im puso p a ra la a g ric u ltu ra . A un después nrovechaba la discrepancia entre oferta y demanda para vender
de la toma de posesión de A nabón y de F e rn a n d o Póo, Se llegó lo más caro posible la fuerza de sus brazos. Para contrarrestarlo,
a la conclusión de que era ilusoria la esp eran za de sobrepujar a netidas veces se im pusieron jornales máximos para épocas de
los intermediarios extranjeros, y en los últim os años del dominio cosecha. “A los m ejores peones no se les dé más de 4 reales por
español su propia participación en el com ercio de esclavos apenas día y a I°s m uchachos 2 reales. . . ”78 Pero, a despecho de tales
alcanzaba a un quinto del to tal.75 El tráfico ex tran jero seguía disposiciones oficiales, hacia 1790 el nivel de jornales había llega­
dictando los altos precios de im portación, y las indicaciones del do más o menos al doble, de 6 a 8 reales.
virrey Arredondo, referentes a que “u n a vez hecho el gasto, se 3 L a incapacidad general del terrateniente campesino para
tendrá jornaleros gratis para lo fu tu ro ”,70 n o halló m u ch o eco. Por hacer frente — y sin hablar de la compra de esclavos— al redu­
consiguiente, la mayor parte de los esclavos introducidos por cido desembolso que suponía la contratación de jornaleros libres,
Buenos Aires se dirigieron a las m inas del P erú, a C hile o bien era consecuencia de la falta de capital tan difundida en la agri­
a las plantaciones de algodón y de azúcar del in te rio r; alrededor cultura, y que a su vez era resultado de la estrechez del mercado
del 20 ó 30 % se quedaron en la costa. Este resto tra b a jó princi­ local Faltaba a los labradores una constante expansión del mer­
palmente en las estancias que, con m enos m an o de obra y con cado como el m ás fuerte acicate para extender su producción
y como el m edio más seguro de incrementar los propios bene­
una inversión relativamente m enor de cap ital, obtuvieron más
ficios L a fiscalización del comercio de cereales y la regulación
beneficios que los labradores con las exigencias dc la agricultura
intensiva. de los precios estaba en manos del Cabildo que, de acuerdo con
los principios del “justo precio ” ,79 se dejaba guiar únicamente por
Tal alejamiento de la m ano de obra servil obligó a los labra­ las necesidades locales. M edidas habituales, tendientes a asegura
dores, en casos de necesidad, a recurrir a los jorn alero s criollos, un precio lo m ás bajo y constante que uera posi >
o bien a los negros y mulatos libres. A un en su m iserable condi­ fijación de precios obligatorios para los cereales la harina o el
ción, d peón criollo se sentía m uy superior a los “hom bres de pan 80 y tam bién la prohibición estricta de expir ar ^Liciones
co or . Contrapartida del poor w hite de la A m érica del Norte, niñeante cantidad de cereal o de harina.** Tales proh bicione
e proletario criollo se presentaba como asp iran te m enos dotado de exportación se aplicaron tanto al comercio exterior como a
a a c ase dominante, “lleno de pretensiones, con los mismos defec- interior, el que se dirigía a Córdoba o a Montevi eo. ^
La política comercial y de precios del Ia
" n i , d=c. 4, p. 16). principios legales y económicos de sabor■« l e v a | a cr¡s¡s en
práctica lo contrario de lo que se esp , labradores sólo
™ L V - m '.p' ' 316 . lugar de superada. U n número considerable de labradores
esclavos en HUnaní. '*• ^ cerca de la esclavitud y el com ercio de
obras clásicas de o°*menj a ’ consúltense en p rim er lu g a r — adem ás de las
úve Data on Neam S c e l le — los trab ajo s de J . F. K in g , Descrip-
77 lb id ., p. 60.
en: The Toum ** Irnportation R eco rd s a n d Bills ofi 78 D. H . V ., I, doc. n<> 39, p. 223.
23.0- Del m i n u t o , v 8” X X V I I I > W ash in g to n 1943, pp. 204 - 79 D. H . A., IV , doft. no 57, passim.
lh}d., XXIX, 1944 Dn 7 /,ro Hlstory in C o n tin en ta l Spa n ish Am erica,
80 D. H . A., IV , doc. n<? 57, 59 passim.
rica: a Select B i b i i o n n y T h e N eS ro in C o n tin en ta l Spanish Arrie-
559. M 'ography, en; Hisp. Am, H ist. R ev., XXIV, PP- 547- 81 D. H . V ., I, doc. n 9 24, 29, 30, passim.

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J1ANFRED k o s s o k
ir
96 E L V IR R EIN A TO DEL RIO DE LA PLATA
97 ,$
oudo mantener su propiedad m ediante créditos, y se vio obliSad M ie n tra s el Cabildo, con apoyo y anuencia del virrey, procu­
a vender su cosecha antes de levantarla o bien en el raba aplicar un sistema paternalista medieval para corregir vicios
mismo de la recolección y a los precios m as desfavorables ,«2 fundam entales del sistema colonial, ganaba terreno —en contra
ñor lo general apenas compensaban los costos de producción * de esa concepción oficial— la propaganda en favor de un libre
Cuando la escasez general de cereales y de h a rin a hubo alcanzado comercio de granos. Como lo demostró el curso de las controver­
su punto culminante, los “acaparadores, logreros y monopolistas» sias no se tratab a tanto de remediar la miseria del país como de
desarrollaron un activo m ercado negro, que dio al traste con todas s e r v i r a los intereses de los latifundistas cerealeros ansiosos de

las regulaciones de precios en m om entos en que los productores exportar, de los molineros y otros comerciantes dedicados al co­
para asegurar las nuevas siembras, debían recurrir a nuevos cré­ mercio de granos y de harina. Después de algunas primeras tenJ
ditos oficiales o privados: en 1777 declaró el C abildo que “para tativas, que fracasaron en 1788, 58 peticionantes presentaron a la,
C o ro n a , en 1793, u na “Representación de los Labradores” .89 En,
llevar a cabo la siembra, se consideraba necesario proveer a los
ella se quejaban ante todo por el bajo precio de los cereales: en
vecinos pobres, consagrados a tales tareas en los campos de ]a
años malos llegan a ser de 10 a 16 reales por fanega, y sola-;
ciudad, todo el trigo de que se pueda disponer, o bien su valor mente en períodos extraordinarios alcanzan a ser de 50 a 60 reales,
en dinero, para que ellos lo com pren” . . . S4 T a l estado de cosas con los que apenas se cubren los costos de producción. La causa
terminó por colocar a Buenos Aires bajo la dependencia de la principal de la miseria era, en opinión de los peticionantes. la ;
importación de maíz y harina chilenos ,85 que a veces alcanzó un p r o h i b i c i ó n de exportar aunque sólo fuera a Montevideo, al Para- .
volumen anual de 20.000 quintales. E n 1790, a petición del Ca­ auay o a la H abana, mientras que en la Metrópoli, y para fomentar
bildo, el virrey Arredondo volvió a disponer la entrega de 2000 la a g r i c u l t u r a , se perm itía la exportación desde 1765.90 Aprove­
pesos para la compra de trigo, “con objeto de a y u d a r a los labra­ chando con habilidad la crítica situación provocada por la guerra,
dores pobres de su región en las siembras de la prim avera próxi­ la petición fue presentada en 1798' por segunda vez. Mientras
ma” .86 Finalmente, al Cabildo no le quedó otro recurso que insta­ algunos miembros del Cabildo eran ya partidarios de una libera-
lar un depósito de cereales, y la detallada discusión de dicho pro­ lización parcial, el partido opuesto abogó con firmeza por el status
yecto 87 puso de relieve una vez m ás la m ag n itu d de la miseria quo. A instancias de este grupo, el regidor decano presento la
agrícola en que se debatía la colonia en sus últim os tiempos siguiente demostración, muy instructiva para nosotros . as> n
como tal.88 cesidades de la ciudad alcanzan a 70 000 fanegas, ^ de a ’
paña a 14.000; p ara U t o J » en t a »
82 Acuerdo del Cabildo sobre varios asuntos: diversiones, lotería,
trigos, etc. 18 de enero de 1786 (D. H. V., I, doc., n<? 28, p. 19^ sq).
83 García,op. cit., p. 62.
S i S S í S i , P?
sumían de 2 a 6 fanegas, a lo snmo 10, para la stembra. Calca
84 Acuerdo... 1777 (D. H. V., I, doc. n? 4, p. 18).
223)-
85 Bando del Virrey Cevallos. . . 1777 (D. H. V., I, doc. n? 39, p---- »» C f. H . N . A., IV , 1, P. 395. E l.docum ento de .c íe m n c a » 1 » -
, , . . Oficio de S. E. por el que determina que suplan del Ramo de liará en : D . H . A., IV , doc. n? 91, P- á b /. „«flipr20s de 1810 en
Lahrl^08 <^eD^ nta Fe 2.000 pesos para fomentar comprar trigo para °s 90 Sobre la significación de esta ley para los ^ n, l 26, del
favor de u n libre com ercio, cf. asimismo. • • >
255-257)* 22 de juli° de 1790 (D' H ‘ A>’IIIj d° C‘ n<?
año 1803, p. 465, 531.
91 H . N. A., IV , 1, p- 398. oréstamos de trigo de
88 s t ’ d°C' tí> 8° ’ PP' 275 ‘ 291 • 92 Estos datos coincidían tam bién con pf i A lV) doc. n 9 93>
1805- S p ri/V a i unc‘° n este alm acén o d epósito, cf. igualm ente, par® 1805, que alcanzaron a 2 , 5 , 6 , 8 y 10 aneg'
el depósito d e ^ u ^ 111116?*05 P réstam09 de trigos hechos a labradores P
375-378)! 8 Aires Para sembrar. 1805 (Ib id ., doc. n* 93, PP-
375 sq q .).

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98 E L V IRREIN A TO DEL RÍO UE LA I'LATA
99
lando un rendimiento de la cosecha de 1j 10, quedaban a(,„
S í » t o g a s como reserva, y con ello se ehm m aba toda nece­ n0 se conocían tierras “libres” , cuya ocupación quedaba exclusi­
d a d de fomentar la exportarán, que solo seivm a para dar ala, vamente librada a la iniciativa del colono. Desde el principio el
total del suelo, con todos^ los bienes que pudieran encontrarse
a la esp ecu lación . _
encima y por debajo de él, quedó incorporado a la Corona de
Con la derrota de las dos ofensivas mas energicas en favor del Castilla. De “sus posesiones” concedía a los conquistadores y he­
Hhre comercio de granos, la cuestión quedaba definitivamente rederos la Corona —o sus representantes— las codiciadas “mer­
S u elta por la negativa. H asta último m om ento el Cabildo y el cedes de tierra” , con todas las prerrogativas de un título de pose­
virrey se mantuvieron fíeles al viejo sistema de monopolio que, sión feudal .96 En la medida en que la tierra por colonizar no se
al trabar la expansión del mercado, im pedía tam bién que la asignaba como “ejido” a las comunidades, se la mantenía como
agricultura progresara en forma p u jan te .98 “tierra de realengo” , reserva de tierras públicas, en manos de la
° 4. Mientras los defensores del libre comercio de granos creían Corona. Junto a la venta de empleos públicos,97 la gradual expro­
que la equiparación comercial de estancieros y labradores bastaría piación del realengo 08 figuraba entre las principales fuentes de
para solucionar el miserable estado de la agricultura, se alzaban ingresos imprevistos con que contaba el fisco. Fueron puntos
ya voces que subrayaban que el fondo m ism o del problem a debía de vista predom inantem ente financieros, por consiguiente, los que
buscarse en el predominio del latifundista y de la econom ía exten­ determinaron la “segunda reforma agraria” ,99 según el decreto
siva sobre los que cultivaban parcelas m edias y pequeñas. Tales del 15 de octubre de 1754. La revisión de los títulos de propiedad,
críticos de la distribución colonial del suelo se apoyaban en tesis leios de entrañar u na genuina reforma, tendía solamente a descu­
de carácter fisiocrático y aludían a las reform as agrarias de Carlos brir usurpadores, que hubieran “omitido” pagar el correspon­
III en España, que ellos deseaban ver extendidas a las colonias. diente tributo. Gracias al “ derecho de composición” ,100 no solo
contaba el latifundista con la posibilidad de fijar derechos de
Vemos así que uno de los reformadores m ás im portantes declaró
posesión bastante turbios, sino también de “redondead sus pose­
que también en el caso de las colonias “el bienestar de la sociedad
siones, siempre que estuviese dispuesto a pagar en cantidad su-
reposa en primer lugar en el cultivo del suelo y en la útil actividad
de sos miembros, que representan la verdadera potencia y sólida
flC1 A iecolono económicamente débil, y que debía vivir fuera del
riqueza de toda nación; estos dos órdenes de actividades merecen
círculo ocupado por la aristocracia criolla, el ^ te m a íeuda
la mayor atención. . . ” 94 S i bien las reform as borbónicas — a pe­
de apropiación de la tierra no le permitía mucha ^ d de
sar de algunas medidas destinadas a proteger al arren d atario y al
movimientos, como tam poco le daba muchas opor un ^
pequeño propietario— nada m odificaron en la esencia del lati­
elevarse socialmente. Aquel que, desde un P™ ° col 0ni-
fundio, la exigencia de que se adoptaran m edidas probadas ya
ciero, no estuviese a la altura de la tieria a ier a p ^ aiacj¿n
en Ja metrópoli entrañaba una crítica de principio sobre la distri- zación ,101 d e b í a contentarse como último recurso co *
ucion de la propiedad, hasta entonces inspirada en puntos de hacia la frontera de los indios. Pero ni siquiera un salto hacia
vista de una economía puramente feudal.
hak^eS<k k*S ,com'enzos de Ia Conquista, la legislación colonial
cap. VI, p. 80 sq. J. M. O ts "fanto" D o m in g o T w G .
feud' 1 d e b id a m e n te la consolidación del latifundio América española durante el periodo c ' •
• i erencia de la América inglesa, en H is p a n o a m é ric a 96 Col. K , doc. n1
o n e t z k e ? 60, 83 90. passi . m
®t En lo tocante a Buenos Aires, c f . G a r c ía, op. cit-, F
93 Cf ]D TT a cía tlt____ F.mbire. p . -3° sc*‘
H a r i n g , T hue Spanish Empire .lQ5
~_
M Valle IbaÍ lu^c e a’, ^op. cit., p . 1 6 0 . P- 387 «»• op. cit.i
O ts El régimen de la Tierra, p .
C a p d e q u í,
p. 161
OI sq. —9 p. iou. R o d r í g u e z C a sa d o ,
Bayle, op. cit., p . 80-97. ( -j
" ExKn!*“ “ K •« trata la distribución de tierras en B a y le, op. cit., Véase la estadística en G a r c í a , °P- •• P'

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m a n f r e d k o s s o k
100
É l Vir r e in a t o d e l r io d e l a
plata
d desierto” garantizaba al “guardián de fronteras” hi;panoam • i ói
cano su autonomía economica o personal: siempre se movía te'*‘ económicas, sociales y políticas que, concentrará « ,
camente, en territorio reclamado por la propiedad feudal ' ^ habrían quebrantado la estructura del hinterland i i enerSlas>
que su situación era ilegal y su propiedad insegura” •102 ’ Cn tiva objetiva de ser devuelto a la colonia, como peón o ^ 0'
consecuencia de ello, pronto advertía el colonizador que en ^ 0 gaucho, no podía alentar al colono oprimido a dirigirse a l a f r T
rorma, seguí»
y otra forma, seguía soiucuuu
sometido a ya icy colonial.
la ley coiomai. “Tl arde o'
o tem ^ tera, para vivir allí ya fuese como “desesperado” o como “vaso”
runa persona influyente cerca del virrey o dpi
no, alguna del gobernad^ “El desposeído cruza la frontera buscando tierra libre, en la que
vendría a despojarlo de los frutos de su vida, tan heroica y aeitad^ pueda levantar su hogar y encontrar un refugio seguro cansado
en medio de indios y de vagabundos, para tom ar en propiedad 3 * ya de sus vagabundeos por las estancias y harto de una vida de
terreno que el desposeído había valorizado ” .103 No era un ‘ ^ m iserias... En la época española no podía realizar su ideal
que el colono de fronteras podía atreverse a correr t a n J ^ 0 porque el rey no perm itía una nueva distribución de tierras y, por
, i • •i • , . Ldiico mas
cuanto que la coincidencia c a r a c te r ís tic a para H ispanoam érica- lo tanto, provocaba una situación llena de dificultades v de
entre posesión feudal y derecho de vecindad 104 sólo ofrecía un pobreza ” .107 '
perspectiva para la “colonización extralegal” : la de que, asimilado T al situación era la que, ya antes de 1810 y en forma más
al indio bravo , fuera eliminado de la sociedad colonial sin o menos pronunciada, se desprendía de los argumentos de algu­
ninguna posibilidad de compensación futura p ara sí mismo o nara nos críticos del problema agrario. Refiriéndose a las circunstan­
™ t e d í e n t e . Todavía en 1780, todo aquel que se estable cias en la Banda Oriental, señaló Diego de Alvear que los estan­
aera mas alia de la linea de fortines estaba am enazado “con la cieros se había apropiado de tierras gigantescas, “mientras las
pena de muerte en la forma en que se acostum bra y se ejecuta hacían declarar tierras desiertas”, puesto que en ellas sólo se
encontraba diseminado uno que otro rancho. Pero semejante
del e n e m ij o ^ o írC 7 deSert° reS * u e SG P a sa n a O » método de explotación de tierras ya no estaba de acuerdo con los
tiempos: “Hoy en día sería muy aconsejable que tan grandes
jw d íí d e ^ o l l f COndlclones de un territorio interior feudal, no extensiones, que jamás podrá aprovechar un solo vecino, se divi­
de campesinos Yh nmg,U.na m o vin S f r o n t i e r 100 como frontera dan en parcelas más pequeñas y más adecuadas, para distribuirlas
mayor parte dr H 7 pucstos a Pasar a la ofensiva: en la entre los restantes (pobladores). Con esa medida se favorecerían
ñero, que preparaba 6Sa fu? ción correspondió al misio- tanto la agricultura como la ganadería, y también el Estado sacaría
para el sistema feudal Cn? todavia hbre y a sus habitantes provecho ” .108
del período colonial ? ° r tod° ell° ’ a lo Iarg° En 1784, Ju an de Sagasti 109 presentó al virrey un voluminoso
una válvula de escane v j frontera no cumplió la misión de expediente en el que, a partir de las instrucciones de 1754, subra­
P y e un refugio p ara todas las fuerzas
yaba las perjudiciales consecuencias del latifundo para la vida
£ p. 70. económica colonial. En tres razones se basaba Sagasti para recha­
2 J ¡* . P- 26. zar toda extensión ilimitada del latifundio:
a) Sobre la base de series geométricas y aritméticas referentes
105 Ba?do dei V íto 5V S<3; . a las variaciones en el precio del suelo, procuraba demostrar
que haya residid *2 i ’ ' ^ sta^ ece la pena de muerte
' R ÁDhH' V" '• d“ a»VOaÓ”? r3ÓS),,,‘ M e l“ - 3
107 G a rc ía , op. cit., p . 260.
16 sq' W «ko v* B em Ut¿ °n modern L atin America, 108 A. B„ I, P. 315. ,
colonización) n^ sko'-onie (A b u ’-nt ™erkunS en zur geschichtlichen Ste- 109 Año de 1787 Expediente sobre el arreglo y re sg u a rd o
m actón), p. 322 UApuntaciones a la posición histórica de la paña del V irreynato, en: L evene, Investigaciones, t. II, PP-

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j í A N F R E D KOSSÓK
102 E L V IR R E IN A TO DEL RIO DE LA PLATA
103
míe la expropiación de tierras en parcelas dem asiado extensas sólo
pierden todos los derechos, para que las tierras sean entregadas
podría perjudicar los intereses financieros estatales.
a algún otro en las mismas condiciones” (art. 4).
b) El otorgar grandes extensiones sena dañoso ta n to en senti­
b) A los “pobres de cualquier casta” se les distribuirá una
do mundano como espiritual, puesto que p e rtu rb a ría el desarrollo parcela de 1 legua m arítim a (art. 5 ), con imposición de las mis­
de la agricultura y del comercio. E n un latifundio d e 25, 50 ó 100 mas condiciones especificadas en el artículo 4.
leguas cuadradas, la mayor parte perm anece sin h a b ita r ni cultivar
c) L a distribución de tierras se cumplirá con la siguiente orde­
y, además, tal posesión engendra en los propietarios “ ¡la idea n a c ió n : indios, españoles y mestizos de todo tipo “que sean libres
soberbia de que cada uno de ellos es u n vasallo feudal, y el q ue v vivan como pobres” , y entre los demás súbditos “que quieran
hov es uno cualquiera m añana podrá ser un g ra n señor!” c o n s a g r a r s e al cultivo d e l campo o a la ganadería” (art. 6).
c) En último término, el latifundio chocaba tam bién contra d ) Ju n to con los colonos, también deberán establecerse los
la voluntad del soberano, considerando que los bienes raíces sólo artesanos necesarios, “a saber, herrero y carpintero; y también el
alcanzan genuino estado legal a través de la edificación y del cul­ sastre el zapatero, el barbero, el tendero y el hostelero: estas
tivo.110 En las concesiones de tierras debían considerarse única­ familias seguirán, naturalm ente, a los primeros y principales pro­
mente las más indispensables, pues el m érito y la necesidad son ductores” (art. 11). _
siempre los criterios más seguros. Adem ás del fom ento de la agricultura y la ganadería, Lastarria
A estas propuestas aludía tam bién en 1805 M iguel L astarria.111 introducía u n a am pliación, es decir, la implantación del cultivo
El autor de las “Colonias orientales’’ p lan te ab a a n te todo el pro­ del índigo, la caña de azúcar, el algodón, el café y el tabaco,
blema agrario como defensa de las fronteras c o n tra el Brasil, y adem ás de distribuirse las correspondientes licencias de exporta­
dentro de las exigencias de un proceso económ ico co n ju n to de las ción p a ra E spaña, el Africa y Asia _(!)m Además, mediante el
colonias. En opinión de Las tam a , tan to la experiencia anglofran- establecim iento de ingenios y la distribución de esclavos > e
cesa como la portuguesa ensenaba que el o to rg am ien to gratuito obreros indígenas, debía permitirse a los españoles el desarropo
c¿e tierras a todo hombre ansioso de colonizar era el único recurso de una econom ía de plantaciones; era necesario liberar a los indí­
cap^z de asegurar el florecimiento económ ico de la colonización; genas de su situación de inferioridad y concederles iguales e
chos que a los españoles, porque la a c ti v id a d por cuenta propa
<x.lí surgió la fuerza expansiva de los portugueses en Río
. también España —como lo dem uestra el ejem plo de es el único estím ulo p a ra u n trabajo intenso. Por e lo en
M ontevideo- podría servarse con éxito de tal m éto d o .112 Yendo L astarria tam bién fustigaba los restos del sistema e .
partic '. Lastarria proponía las siguientes recom endaciones: nes jesuíticas y de las encomiendas, porque am mante
indios en u n a dependencia feudal.
en su k |k ü fu n d io existente debía conservarse sin m odificaciones
Publicado con aprobación oficial del v irre y , el
todo dUn cuanc*° l°s títulos de posesión no fu e ra n del
A gricultura, In d u stria y C o m e r c io ” definía la
sición” nara r* I aunclue fuera necesario recu rrir a la “com po-
“el arte de cultivar el suelo con el m e jo r ^ la
tivar esas posesW » , ^ condición indispensable sería “cul- m áxim o provecho” , p a ra lo cual kbonosa el goce
s } poblarlas con g a n a d o ; de no hacerse así, se
tierra, proteged al trabajo, asegurad a ^ Abitantes de
110 Cf Ordena - del resultado de sus esfuerzos, y avergonz
quistas y pacificaciones Para ^os nuev°s d escu b rim ien to s, con- todo el globo, porque ninguno de ellos sera nu> íefc q «
Principalmente art M íí, d í 1573 ( Go1- K o n e t z k e , doc. n9
p. t / 7 ) .
“ J * V *V
iUía,t p.
«7. 113 Ib id ., p. 245 sqq., 159 sqq. .
11 * Ib id ., p. 25tt sqq.

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m a n f r e d k o s s o k
104

otros” 1ID En 1806, el enviado com ercial de San J u a n a firmó


que a pesar de innumerables expropiaciones, h a b ía a ú n muchas
tierras sin colonizar porque su distribución no era totalm ente
gratuita. .
Esta protesta y otras de parecido tenor atestig u an u n a notable
multiplicación de las críticas sobre las deficiencias del ordena­
VI
miento feudal de la propiedad, m as lo cierto es que no lograron
imponer un vuelco decisivo en las condiciones im perantes hasta
1810. A pesar de ello, no es de despreciar el in flu jo q ue ese estado A R T E SA N ÍA Y MANUFACTURA A FINES
de ánimo pudo alcanzar en la política ag ra ria del fu tu ro gobierno D E LA ÉPOCA COLONIAL
revolucionario y en sus puntos m edulares: elim inación del régi­
men de mayorazgo, confiscación de terrenos sin cultivar, concesión
“No hay n a d a más insoportable para la industria popular que
gratuita de tierras públicas, otorgam iento de créditos y fomento
el adm itir corporaciones y privilegios especiales: ellos dividen al
de la colonización campesina m ediante la inm igración.
pueblo en pequeños grupos, que en muchos casos se sustraen a las
leyes normales. Si estos métodos se repiten con demasiada frecuen­
cia, son de tem er consecuencias perjudiciales para la difusión y
estabilidad de las m an u fa ctu ras.. . Las restricciones, a las que
se somete todo tipo de m anufactura con la creación de corpora­
ciones, engendran trabas capitales para la industria nacional; allí
encontram os u n a de las causas principales de su atraso en España,
lo que (a su vez) da origen al monoplio de las corporaciones -1
En estas palabras de Campomanes se resume la política econó­
mica ele íos Borbones, política que en la metrópoli perseguía la
“libertad del tra b a jo ” m ediante una gradual eliminación de cor­
poraciones,2 con lo que se lograría un desarrollo sin obstáculos
de las m anufacturas. De la “libertad” que así se procama a
— y que en trañ ab a u na liberación de la iniciativa economica de
la burguesía— , resultaba inseparable la valoración tanto socia
como política de la clase m edia; de ahí que proclamara a orona,
en 1783, que “no solamente la manufactura, sino también i
demás profesiones e industrias, como las de herreros, sastres,
teros, carpinteros y otros artesanos, son de esta .
y honorables; que su ejercicio no deshonra ni a a a __
quienes las e je rce n . . . ” 3 Con todo ello a menos “
quedaba el cam ino expedito para los puestos on

1 C a m p o m a n e s, In d u stria popular, párr. W P'


2 A l t a m i r a , op. cü ., t. IV , párr. 800, pp. 138-140. ^
3 Ib id ., p árr. 798, p. 128.
UU L ev en e> investigaciones, t. I I , p. 124,

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m a n f r e d k o s s o k É L VIRREIN ATO DEL r io d é l a PLATA
106 107

n municipio y aun para conseguir la “hidalguía” De tal modo, artesanos y “otras personas de baja condición” llegaran a ser
7t a m p o c o España quedaba excluida de la crisis de la industria c o r r e g i d o r e s , alcaldes, alguaciles o funcionarios de esa misma

' c o r p o r a t i v a 4 que, en toda Europa, era una de las características C o rona.7 Considerando que precisamente en las ramas de la pro­
| d e l antiguo régimen. Pero, ¿resulta posible trasladar sin más co­ ducción industrial burguesa comenzaban a borrarse los límites
mentario las valoraciones vigentes en la m etrópoli a las colonias entre subordinados y clase dominante, temía la Corona que por
que de ellas dependían? ese camino se viera amenazado “desde abajo” el predominio de la
También la producción industrial del imperio colonial, sin m inoría española.8 Por eso se descartó con tanta rapidez la polí­
exceptuar el Virreinato del Río de la Plata, era presa de una crisis tica de mestización que en un principio se había alentado.0
cuyas causas, curso y repercusiones, sin embargo, se diferenciaban i La consecuencia de esas constantes restricciones —sobre todo
en muchos aspectos de los hechos paralelos de que era teatro la en las prim eras décadas del régimen colonial, cuando la adqui­
metrópoli. Levene caracteriza en general dicha crisis como “deca­ sición de tierras y de la “carta de hidalguía” no tropezaba con
dencia de las primeras industrias nacionales ” ,0 juicio de conjunto muchas dificultades— fue una “huida de clase” general del esta­
que se hace insostenible ante un análisis más detallado de ciertas mento artesanal, cuyas previsibles consecuencias para la situación
ramas de la producción y de algunos grupos profesionales. de las colonias españolas no pudieron evitar ni las medidas de
Si intentamos valorar las posibilidades que se ofrecían a la fuerza 10 ni las concesiones a expensas de los indefensos indíge­
burguesía colonial para transformar o quebrar el ciclo de produc­ nas.11 En cierto modo, el problema se resolvió por sí solo, a medi­
ción de raigambre feudal, deberemos partir, por una parte, del da que se impuso una clasificación social entre la aristocracia
hecho de que aún a fines del siglo x v iii la trabazón feudal del sec­ terrateniente y la masa de los colonizadores.12 Lo cierto es que
tor artesanal era incomparablemente más firme que en la metró­ la artesanía contaba muy poco en la estructura económica y social
poli y, por otra parte, las colonias se hallaban expuestas en forma de la colonia, como se desprende con toda evidencia del hecho de
mucho más intensa a influencias exteriores de índole económica. que, en el tenue estrato superior de españoles europeos, zaheridos
Bajo la acción de impulsos contrapuestos, y en parte m utuam ente más tarde con los nombres de “cachupines”, “chapetones y
excluyentes, la evolución de la m anufactura y de la industria “godos”, m uy pocos estaban establecidos como artesanos^ activi­
revistió un carácter sumamente complejo, que a m enudo hace dad reservada casi exclusivamente a los criollos, mestizos, m a
imposible el reducir dicha evolución a una norm a común. tos, indios, negros y extranjeros.14 _ _
La producción artesanal, cuyos comienzos se rem ontan a la El carácter eminentemente feudal de la conquista espano
Conquista, se estructuró en sus elementos fundam entales según había impuesto, con m ayor intensidad que en la miaña SP ’
e eJemP*° Ia metrópoli,6 pero muy pronto se adaptó a las “el predominio incondicional de la agricultura so re a
con íciones peculiares de la Colonia con modificaciones esenciales.
1j colonial español no ofrecía mucho m argen para el 7 C f . C o l. K o netzke, d o c . n ? 1 4 2 , p . 2 1 4 ; n ? 2 1 7 , p . 3 0 9 , n* 301,
iel riW ° j ^ v°S ^ama^os “oficios mecánicos” . De acuerdo con P- 4 3 2 ; 3 8 7 , p . 5 2 3 ; n» 4 5 9 , p . 6 0 3 .
térra °n°r ^euc^ ’ hombre de verdad empezaba en el 8 Ibid., d o c . n1? 2 1 7 , p . 3 0 9 . ., ,,,arrol¡o de la
9 R . K o n e t z k e , El m estizaje y su importancia en 1947.
íimnedían ni’ mientrf.sclue trabajo, la actividad burguesa, si no población hispanoam ericana durante la época J o í n ’ Gobierno del
S i , 05 el alcanzar una más alta posición ™ C o l. K o n e t z k e , d o c . n * 1 9 6 , P . 2 9 0 . J . M a t i z o , O >
Con frecuencia se quejó la Corona de que comerciantes, Perú, Buenos Aires 1 9 1 0 , p . 2 1 1 s q . qqa p . 457.
11 Ib id ., d o c . 30, p. 6 7 ; n9 214, p. »
5 ?arbaoall°. op. cit., p. 14 SQtJ 12 O t s C a p d e q u í , E l Estado, p . 33.
P -1 3 3 . 13 R o b e r t s o n , op. cit.
ROZC0’ °P- cit., p . 5 3 , sq. 14 O t s C a p d e q u í , El Estado, p . 3 1 .

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e l v ir r e in a t o del RÍO DE la PLATA
MA NF RÉ D k o s s o i í 109
108
\ refugio de la libertad ” ,2'1 pero - p o r lo menos hasta comienzos
«mía de la aldea sobre la ciudad” .15 En Hispanoam érica, la
del siglo x v iii semejante interpretación es una versión burgue­
Ciudad” (ciudad o villa)16 desempeñó una función muy distinta j
sa de sus tendencias, en un principio fuertemente feudales y
a la de su predecesora europea: en su seno no se desarrollaba
s e p a r a t i s t a s como, por ejemplo, l o demostró aún en el primer
ante todo la actividad comercial y artesanal, sino que era en
tercio del siglo xvin la revuelta de los “comuneros” de Asunción.25
primer lugar el centro urbano de colonización y su estructura, A d e s p e c h o de ocasionales “Cabildos abiertos” que nada tenían en
según las leyes de la Corona, se sustentaba en el latifundio feudal,
c o m ú n con u n a genuina “asamblea popular” ,26 la compra de
es decir, en la aristocracia colonial.17 “Esos mismos señores que p u e s t o s públicos, l a fiscalización del poder central y la consolida­
(en la ciudad) construyen grandes casas, poseen arm as y caballos, ción de una aristocracia urbana 27 cuya fuerza económica residía
son los encomenderos o Ips propietarios de las grandes extensiones en el latifundio feudal, impidieron toda genuina democratización.
rurales, los que explotan la riqueza agrícola y la m ano de obra S ó lo las transformaciones estructurales, tanto sociales como eco­
indígena”.18 A diferencia de la squatter frontier del Oeste n ó m i c a s , de fines de l a época colonial —que ofrecieron nuevas
neoinglés, la colonización de superficie del ám bito hispanoameri­ perspectivas al latifundio y lo liberaron en cierto modo de la
cano __aprovechando conscientemente las experiencias de la Re­ t r a b a z ó n feudal, al tiempo que vigorizaban la burguesía colonial—
conquista 19— se basaba en un sistema insular de puntos de apoyo c o n v i r t i e r o n gradualm ente al Cabildo, como “tipo dominante de
urbanos,20 a partir de los cuales se penetraría en las tierras cir­ la organización política y social” ,28 en una tribuna del partido
cundantes. Hasta la concepción de la m ano de obra indígena, en a n t i c o l o n i a l , en el sentido de un movimiento burgués de eman-
reducciones y pueblos, se guió por dicho esquem a.21 L a estructura
y la función del municipio colonial favorecieron su posición autár- C1P En ^ a lucha por la autonomía económica y política de la
quica, relativamente independiente aun de los órganos colocados burguesía colonial m anufacturera —que en el poder buscaba su
por encima de é l22: esa posición jam ás se sacrificó a los esfuerzos incorporación a la todopoderosa aristocracia terrateniente- desem­
de centralización, ni siquiera después de la im plantación del siste­ peñó un papel preponderante la o r g a n iz a c i ó n colorativa de la
ma de intendencias 23 Para el historiador liberal, el m unicipio y el A artesanía y del comercio. Merced a su Posición ^ d e ^ t o d o
Cabildo serán siempre “la cuna de la em ancipación” y “el último el imperio colonial, las ciudades de exico y ^ ^
a la cabeza y m ostraron una diferenciación e s u p culmi_
Bosquejo de economía política del feudalismo
15 B. F. P o r s h n e v , todo com parable con los criterios europeos.ndustria y de la arte-
(en ruso), Moscú 1956, p. 17. Cf. asimismo p. 80 sqq. nante en la organización corporativa e & disminución
16 K ossok'-M arkov,Konspekt, Parte II, p. 230.
op. cit.,
17 B a y l e , p . 55 sq q . sania se alcanzó en el siglo xvn, cuan
Hispanoamérica septentrional media. Período colo­
18 S. Z a v a l a , y
Révolutionargentme, 1810-1816. París , P
nial. México 1953, p. 75. 21 J p O te r o , La
19 SoLDEVILA,Op. cit; t. III, p. 391.
X P P .4 3 3 ^ 5 2 . H , THe SpanisHEmpire, P-
a r in o
20 Cf. una instructiva exposición cartográfica en: A. C. W i l g u s ,
LatínAmerica inmaps, Ruta
Nueva York, 1947, p. 96. E. V a lc á r c e l, 172.
cutural del Perú, México 1945, valora polémicamente el problema — des- 27 B ay le , op. cit., pp. 1 1 1 -1 53> 2 8 5 - 300.
6 6- v'sla indigenista—, con referencia a que “la colonizacion 38 H a rin g , op. cit.,
S
p. 159.
, L os gremios m meexxic
uaan
nos. La organización
en ís as e los españoles siempre amenazó la asimilación indígena, en M . C a r r e r a s ttaamm pp aa , w
29 s - i qc4
lugar de lo contrario. gremial
™ en „N «ueva
. . . España, 1521-1.86
— . ^Teem poráneos, cf. F. L EW M J
. ^CtJco o L las S uccio n es como “medio civilizador” , cf. B ayle,
• 30 A cerca de los valores europeos conte p ^ ^ grernios en las ciu
op. cu., p . ooo - ó85. ki, Lincam ientos de la política s o c t a , (en ruso), Moscú >
22 Ibid., pp. 621 -644. dades de Europa O ccidental en los ss.
nishL £ ; o . FÍ58HER’ ^ Intendant System>P- 12‘ H a rin g , The Spa* p. 71 sqq.

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m a n f r e d k o s s o k el v ir r e in a t o del RÍO d e la pla ta
110
U1

del trafico con la metrópoli mejoraron considerablemente las Con qUía comercial de México o de Lima hacia las veces de un agente
diciones del mercado para los productores locales,3! a la vez que ‘ del capitalista industrial de allende el Océano que, a través de ¿
los obstáculos que, natural o artificialmente, se oponían a las comu­ Casa de Contratación de Sevilla 3* enviaba sus productos a £
nicaciones entre las diversas partes del imperio colonial trababan colonias y, con ello, interesaba el nervio vital de la producción
toda posible competencia. ^ ^ local.
La elaboración y promulgación de las “ordenanzas de gremios” 2. Los gremios entablaron entre sí una lucha enconada en su
podían surgir de la iniciativa de los mismos artesanos, a través afán por incorporarse a la escala de rangos jerárquicos, puesto
de los Cabildos, o bien por intervención directa de la administra­ que de su posición dentro de la jerarquía industrial dependía
ción colonial, pero en cualquiera de estos casos se requería igual­ igualmente su influencia social. Todo artesanado gremial “se
mente la aprobación del virrey o de la instancia que lo represen­ e n c u e n tra de esta m anera rígidamente separado de los demás
tase.12 Como documentos de una legislación del trabajo de validez «rremios, posee sus propios usos y sus peculiares distinciones pro­
general, dichas ordenanzas figuran entre los testimonios históri- fesionales” .36 Es característico que a la cabeza de la jerarquía
cosociales más instructivos de toda la era colonial. D e acuerdo se encontraran los orfebres y plateros que, produciendo en forma
con la exposición ya mencionada de Ricardo Konetzke, son tres inmediata p ara las necesidades suntuarias de la clase dominante
los aspectos esenciales de la concepción social de la artesanía (con inclusión de la Iglesia), corporizaban el más feudal y exclu­
colonial: sivo de todos los gremios. Basándose en las listas de pasajeros del
1. Desde un punto de vista económico, social y político, los Archivo General de las Indias, José Torre Revello señaló como
gremios ocupaban una posición interm edia en la estructura social particularm ente notable “que, desde los comienzos de la coloni­
del sistema colonial. En su anhelo de im poner en todo lo posible zación, los plateros españoles pasaron a América en gran nú­
sus pretensiones de exclusividad, procuraban establecer una clara mero ” ,37 a pesar de que en un principio se prohibió en las
distinción frente a los de “abajo”, la “gente b a ja ” , entre la cual colonias el ejercicio de esa profesión .53 El “Nobilísimo Arte de
se contaban tanto los artesanos no organizados (o que despre­ la Platería” gozaba de todo privilegio, como no solamente lo
ciaban toda organización) como la m ayor parte de los peones y demuestran los honores conferidos,39 sino también y muy en parti­
jornaleros y otros ‘"pobres” . Con energía no m enor, aunque invo­ cular su influencia en la economía local.40 Además de orfebres
luntaria, se enfrentaban los gremios con los de “arriba” , en prim er y plateros, tam bién figuraban en la cúspide de la burguesía arte­
lugar con la aristocracia y también con la alta burguesía .33 Si la sanal algunas otras “ artes liberales”, tales como pintores, escul­
nobleza terrateniente formaba la intangible “élite” política, en tores, doradores y grabadores: principalmente al servicio de
.ur^ues^a comercial, organizada en sus Consulados, per- Iglesia, form aban un grupo no muy numeroso y que, en su reper­
“ ,a a ^™nPetencia inmediata y peligrosa, y en sus manos cusión económica, no ponían en peligro la primacía e os
Frpnt!» C i • 1Car s_ens*^emente el m ercado p a ra la artesanía, anteriores. Esa misma jerarquía pasaba luego por los armeros, se-
en ^ 1Cf taci° n c' aram ente anticapitalista de los gremios
y e a manufactura colonial en particular ,34 la oligar- 85 Ib id ., p. 62.
36 K onetzke, Las ordenanzas de gremios, p. 438.
32 Kox¡ lnvesligacwnts> t. II. 37 J. T orre R evello, E l gremio de plateros en1 .
la historia social 0T^ enanzas de gremios com o d ocum entos para tales, Buenos Aires 1932. Publ. del Instituto de Investigado
vista Internacional de durante la época colonial, e n : Re- n9 L X I, p. 10 sq.
18, pp. 429 ^431 IOl° gla’ M ad rid > V , ab ril-ju n io de 1947, 38 Ib id ., A péndice, doc. n 9 3, p. 'V sq.
Ibid., p. 437! 39 K o n e t z k e , Las ordenanzas de gremios, p. 44 .
C hávez O rozco, op. Cit ¡ p . 56 4U H a r in g , T h e Spanish Em pire, p. 270,

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E L V IR R E IN A T O D EL RÍO DE LA PLATA 113
m a n f r e d k o s s o k
112
hre todo de aquellos que satisfacían las necesidades más
deros, lenceros) hasta llegar a los “oficios bajos” como, por ejem. nii°s> so £ n 1676, los Estatutos de los Tejedores de Los Ángeles
nlo, el de zapatero. generales^ jQS m ulatos, negros y esclavos el rango de maestro,
3 En el esfue™ por no perder en easo alguno la conexión pegaban ^ Audiencia competente se declaró en favor de que
con el estrato superior hispanocrioUo se engendro la d,fundid, mientras q^ a j m -t¡era a ios mulatos, porque en tal caso “las mer-
S l J ó n del seno de los grem,os de la población no español, al menos ven(jer^n a precios más bajos, puesto que se trata de
S t a s de color” ), para evitar as. toda afinidad con las clases cancías se^ mocjestas en su vida y en sus ropas, de donde se des­
socialmente •'inferiores” . C o m o es natural, la exclusión se m p o . personas ^ contentarán con menor salario y ganancia, lo cual
S T n máximo rigor en la cúspide de la jerarquía. T odo gremio dará en beneficio del bienestar general de la sociedad” .46
nrocuraba en lo posible una selección social de sus miembros, con T 1 tocante a la estructura social y étnica, se hace posible
el objeto de elevar su p o s i c i ó n y valoración en la sociedad” . « En m brar la artesanía colonial en varias categorías:
las “Ordenanzas para el gremio de batihojas , de 1599, se dispo­ deSIT\C T ns o-remios aristocráticamente levantados, en primer lugar
nía “que en el mencionado gremio no debía admitirse como , = míe desde el maestro hasta el aprendiz eran todos
maestro a ningún mestizo, indio, negro o m ulato, los tales podran Si P oí puros y excluían a cuantos no fueran criollos; b) la
trabajar como obreros en casa de algún m aestro probado ( ! ) ”.« ‘ blanco p ’ gremios intermedios, que concedían ya a los
También para los pintores de México valía la prescripción de que masa principal de los p ¡biudad de rendir el examen
mestizos y aun a los i n d i o s ^ P ^ ^ ^ ^ ^ se
«ningún pintor presentará a un aprendiz que no sea español ” .43
Según el ordenamiento gremial de 1584, los tejedores de seda de de maestro, Q zambos, al menos como aprendices
la ™ kma ciudad excluyeron de su seno a todos los negros y mula­ ocuparan muíatos n g despreciados por los criollos,
tos, “aunque sean libres” ,44 mientras que otras profesiones —los u oficiales; c) los otic J 4 mulatos Se lee ya en los
sombrereros, por ejemplo— no admitieron en su estatuto tales se veían forzados ^ re^ r ¿ éxico (1565) q u e “como hay
restricciones.45 Estatutos de los üurtidore ¡ ñoles, negros e indios como
pocos curtidores, se adnnüra alos espar.oles, ^ ^
Esa tendencia a monopolizar gremios enteros, o bien el rango de maestros” .47 Considerando que t « t a t a ^ ^ ^ onodmien_
maestro, en manos de los criollos se inspiró en prim er térm ino en la
minaba la “gente baja no p ejercer ninguna influencia
intención de mantener a la población indomestiza o negroide to en el orden local, como tampoc J comprensible que
como depósito de mano de obra, al tiempo que se lim itaba la económica o política digna de men^ / USQ ]a organización en
“competencia sucia” de la muy desarrollada artesanía indígena. fuera en esa esfera donde menos de ^ sociedad colo-
A pesar de una aprobación en principio, fueron consideraciones gremios. La estructuración de ciases p> y - distnbución social
económicas las que llevaron repetidas veces a la administración nial favoreció la aparición de unai P» aflnes, con lo que
colonial a oponerse a un enquistamiento extrem ado de los gre- del trabajo” dentro de las ramas a b a ja ra n para
se llegó a que, por ejemplo, los zap clientes del mismo
41 K o n e t z k e , Las ordenanzas de gremios, p. 437. la población española, los artesan p er0 los gremios no
42 Cf. Legislación del Trabajo en los siglos X V I , X V I I y X V I I I ,
origen, los negros para los ne§r°?’ i¡ffro de una competencia
ed. por el Departamento autónomo del T rabajo (de M éxico) 1938, p. 82.
43 F. L o r e n z o t d e l B a r r io , El trabajo en M éxico durante la época
perdían de vista en tales casos el peli*
colonial. Ordenanzas de gremios en Nueva España, M éxico 1920, p. 25.
(Cit. en K o n e t z k e , Las ordenanzas de gremios, p. 4 4 4 ).
44 Ordenanzas sobre el arte de la seda, 1584 (Legislación del T ra­
« K o n e tz k e ,
47 L o r e n z o t ,
La.sordenanzasd*Jrev™°
op cit-, P- 1 2 0 ( c u .
K o n e t z k e , Las ordenan-as,

bajo, p. 57).
4j Ordenanzas relativas al gremio de sombrereros, 1592 (Ib id ., P-
64 sq.).
P- 447).
48 K o n e tz k e , Lasordenan-as S
, ¿e gremios, P- 448 sq‘

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el v ir r e in a t o d e l r io d e l a p l a t a 115
M A N F R E D k o s s o k
114
• „ rim b io duradero, que gradualmente equilibró el tran-
, . , v va en 1589 se prohibió estrictam ente a determinados Prod¿ 3 re’traso del Litoral.
artesanos españoles que com praran mercancías a los indios, así s , -itpríal estadístico con que contamos para 1778, así como
Z r Z t n u e volvieran a expropiarlas por cuenta propia.*» Ni siquiera ,Ttos parciales de los años 1806 a 1810,60 se desprende /
¿ j o xvin habían superado los gremios su tendencia al enqu¡s. de los cía nQ que(jaba a la zaga del resto del Virreinato,;
Amiento V la monopolización, como lo dem uestran los Estatutos que B ueno, ,lemás colonias, en lo referente a las actividades:
de los Plateros de México ,80 de 1746, y de los de Guatema- y aUnÍ l e s v artesanales. En el cálculo de población de 1778,j
c o m e r c ia y ^ ^ q q q n 0mbres, se mencionan mas d e 60 pro-
la 61 de 1776.
’ En el ám bito más estrecho del V irreinato del Río de la Plata, y con ^ “ tintas en cada una de las cuales se han registrado!
v com parado con el esquema anterior, generalm ente válido para Í S s0nde tres ciudadanos. Entre las más nombradas = c e n -:
H ispanoam érica, la situación y estructura del sector industrial ^ de tre s 250 C arpintero - 194; Sastre - 91; Carretero - Si;
Zapatero - V _ _ M Barbero _ 5 3 . Car.
revela sensibles diferencias. En lo tocante al litoral, y en prim er
lugar a la provincia de Buenos Aires, la artesanía se desarrolló al H n r n C r 0 H 4?; P’a nadero - 39; Resero - 34; Calafa-
e r r e r o -

principio en form a co n sid erab lem en te m ás lenta


. que en otras ° OT
" 5 E¿ n uUna
n a clasificación según los elementos étnicos
regiones. “La vida en el Río de la Plata fue siempre en la época narte lala ausencia
una1 narte ausencia de
de ese
esegran
gran estrato
estrato intermedio¡
íntermedi _
colonial una empresa ardua y sin esplendor, una lucha declarada - •ende •por rn ____ ^ lo
unaelp que se apoyaba la ^artesanía
p ^ n í a de
de Perú
Perú oo d&
de)
indiomestiZo,_ en el que s p m casos excepcionales,
contra la malicia de los indígenas y con la escasez de recursos.
La falta de metales preciosos, en los que una ciencia social apenas Nueva España, y P Pntre “blancos” y “de color” . Las
se habla de una distinción e n tre ^ blan ^ ^
incipiente veia toda la riqueza, contribuyó no poco a subrayar
profesiones arriba menc. - ^ mulatos, negros, mesü-
ese aspecto desolado y desconsolador. Puesto que el metal de españoles (con inclusión de e x tra n je ro s ^ _ ^ ^ ^ ^ 5;
plata aparecía únicamente en el nom bre de nuestro río epónimo,
zos e indio;
esta región fue pronto olvidada por E spaña. . . Y de la misma
Carpintero
manera la artesanía suntuaria fue la menos favorecida ” .52 Ese
tero - 66, 1 ^
vacío económico relativo se vio colmado tanto p o r el territorio 2, 3; Platero - 4-8, 2, U, i, u , Q 0 ;'p anadero ... .
interior, cuya artesanía hasta llegó a producir p ara el tráfico inter­
colonial/ 3 como también por la considerable producción artesanal
de las reducciones jesuíticas,64 y no en últim o térm ino por el activo
intercambio, legal o no, con el Brasil .55 Con los progresos econó­
micos y el incremento de la población, en el curso del siglo xvm se en el P lata la total ausencia de una orga___ _____
*9 Col. K o netzke , doc. n<? 455, p. 600.
50 Ordenanzas de el nobilísimo arte de la platería... 1746. Orde­ 5G D. H. A., XI, J o b íS ó Í %£
nanza 36 (Legislación del Trabajo, p. 149). Buenos Aires ( 1778>- Z6]1f i f m Padrones compleméntanos^ y
51 Cf. T orre R evello, op. cit., Apéndice, doc. n? 11, p. XLV (Que C am paña de Buenos A ires»(* ) 1810). Censo d
no pueda poner Obrador el que no fuere Español, y de las calidades que dad de Buenos A ires (1806 1807, 1809 y 1 /
requieren Oficios de tanta confianza...). Campaña de Montevideo ( 17 J " l bradores, comerciantes Y P
“ F. M árquez M iranda, Ensayo sobre los artífices de la platería 57 No se toman en cuenta los law* ^ ¡nformaclones poster
en el Buenos Aires colonial. Buenos Aires 1933. Fac. de Fil. y Letras, 88 Ello sólo es posible p a » Pmuiatos, etc. r¡bución
n e g ro s ,

Publicaciones del Instituto de Investig. Históricas, n* LXII, p. 11­ no hay especificación de hlsPan0 1 números acerca de la
59 Tampoco se dice nada en e s t o s n
2 h 'T á X Í T S
8 A. B., I, p. 383 sq
'■ "■ ”■ 13°- en maestros, oficiales, aprendices y o

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m a n f r e d k o s s o k
116
EL v ir r e in a t o d e l r ío d e l a . p l a t a
117
aue sólo sirve para subrayar u na vez m ás en qué escasa medida
el inmigrante español — que no se establecía como terrateniente—, p ro v is io n a l de su gremio, pero todos los esfuerzos fracasaron
tendía a considerar la falta o encarecim iento de m ano de obra cuando se trató de lograr de la Corona y del virrey una aproba­
explotable como un acicate p ara buscar en la industria un equi­ ción f o r m a l del estatuto, inspirado en el modelo de los gremios
valente de aquella actividad. Si bien — como sobre todo lo ha d e C á d iz y de Sevilla.04 T al fracaso, lejos de ser una mera
n e g l i g e n c i a de las instituciones burocráticas, era resultado de cir­
subrayado Torre Revello60— la ausencia de ordenanzas gremiales
c u n s t a n c i a s que calaban mucho más hondo, como lo muestran
fijas y sancionadas por la adm inistración colonial no es un testi­
los d r a m á tic o s acontecimiento que rodearon la creación de un
monio contra la existencia de una corporación de artesanías, no
g re m io de zapateros:
por ello debemos dejar de com probar que la relativa liberalidad
de la producción industrial contribuyó en m ucho a reducir el ° Si queremos formarnos una idea de la situación industrial
d u r a n t e la Colonia, las prolongadas controversias (que duraron
peligro de una anquilosis y enquistam iento feudales de ese sector
ños) .sobre el status legal de los zapateros nos resultarán mucho
de la economía; pero ello redujo al mismo tiem po su capacidad
más i n s t r u c t i v a s que la lucha de peticiones de los plateros, preci­
para resistir la influencia de los intereses capitalistas. La mejor
samente porque la zapatería, como “manufactura normal”, no
demostración de la im portancia de dicho factor la hallam os en la
n n r o v e c h a b a de ninguna posición de privilegio. Las pnmeras
lucha que, en la época del V irreinato, se entabló con el objeto m a n i f e s t a c i o n e s documentales en favor de una organización cor-
de imponer también allí las ordenanzas de grem ios: desatado nnrat;ua d e los fabricantes de zapatos se remontan al ano 1 7 3 o .
tanto desde “arriba” como desde “ab ajo ”, el conflicto dio expre­ p antes de que se promulgara el bando de 1 7 8 0 , mas de
sión a perspectivas opuestas de evolución de la artesanía colonial.
En 1780, el virrey Vértiz publicó un b ando G1 en que convo­
caba a todos los artesanos, con intención de organizarlos en gremios Í r depende precisamente de
con reglamentación propia. El bando se refería en particular a
como deber el fomento de a m u , importante que
treinta profesiones, entre otras a los relojeros, plateros, carpin­
instituciones que de ellas se
teros, sastres, zapateros, curtidores, pero alcanzaba asimismo a
esta inesperada alusión a consig ^ número de súbditos”
“todos los demás que ejercen artesanía de igual natu raleza” . Eran capitalista era la referencia ina eiercian el oficio sin
ante todo los plateros los que, por m edio de la protección estatal,
que, en desmedro de losJ er¿ d" s m “ ui-encia inspiraba una peti-
aspiraban a que se reconociera como grem io, y con estatutos fijos, conocerlo suficientemente. L a mi o ^ ^ ser mas
una corporación de plateros que de hecho existía ya.02 Para los ción de 1788, en la que se su ra^ buscan oficiales, reúnen
plateros, la política económica del virrey h a b ía significado una que simples remendones, instalan > 6S ^ momen-
era de prosperidad general, a causa de la creciente im portación aprendices y ofrecen al público sos e n g e n te ^ ^
de plata peruana y del consiguiente increm ento en las necesidades ti, el proyecto entraba en su etapa deosiva, y )
suntuarias de los estratos sociales superiores; adem ás, sus activi-
. a<^es no estaban expuestas al peligro de la com petencia extran­ . OQ
«4 T orre R evello, op. cit-, P- - •
jera. Sólo en 1788 G3 consiguieron los plateros u n r e c o n o c i m i e n t o
f>5 Ibicl., p. 25. ai<runos artesanos de
C6 E x p ed ien te form ado i r e p o * » ™ '" oficio. bw> 1”
ci op- cit-> P- 25• zap atería sobre c,oe ,e e s t a b a n ; * V’
artesano? ríl C- , , eí Vertiz ordenando que comparezcan todos los reelas y constituciones que 9C *
XV ’
(D H V T
B J
CIU<*a<* Para reducirlos a gremios. 31 de julio de 1780
doc- n9 76> p- 299, sq.).
I, doc. n<> 17, pp. 106 - 120).
fi7 Ib id > P' 109‘ . . t n p. 153. *
“ 8M^ A',M ' op■ , u " p- 62 «8 L e v e n e , Investigaciones, t. r

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m a n f r e d k o s s o k E L VIRREINATO DEL RÍo DE LA PLATA
118 119

objeto de la atención del Cabildo, del virrey y de la misma ban un tercio del número total de zapateros. Con la oposición
Corona. de ¡os “hombres de color , en 1793, llegamos a uno de los momen­
La primera colision entre los intereses de la administración tos culminantes de la lucha de clases en el Virreinato del Río
colonial y de los artesanos se produjo al discutirse si debían admi­ de la Plata antes del estallido del movimiento emancipador. En
tirse extranjeros en el gremio y si podían llegar a ocupar en él contra del punto de vista feudal de que “la jerarquía es necesaria
puestos directivos.69 En contra de los defensores de un proteccio­ en la tierra, y que todos los miembros de la sociedad no pueden
nismo extremo, declaró el Cabildo que la exclusión de extranjeros disfrutar de iguales privilegios.. exigían los negros y mulatos,73
trae “un perjuicio a la sociedad” y que sólo debía cuidarse de que con patética invocación de los principios divulgados desde Madrid,
los forasteros se casaran y afincaran “porque de esta manera se que se les concediera plena igualdad de derechos o bien que
puebla la tierra'’. También se opuso el Cabildo a que se excluyera se les permitiera formar su propio gremio. Enredada en sus
a los esclavos,70 con el peregrino pretexto de que muchas familias mismos teoremas, la Corona esquivó la primera solución, pero
que vivían del salario de sus esclavos, se verían así despojadas de permitió la creación de un gremio especial, al cual pertenecían
55 mulatos y negros como maestros autónomos (1796).74 Tal deci­
su medio de subsistencia (!) .71 Mientras el Cabildo, con el apoyo
sión de la Corona no fue del agrado de los artesanos criollos, a
del virrey y de la metrópoli, se mostraba así capaz de resolver en
los que no interesaba tanto la total exclusión de los “de color*’
un sentido liberal, al menos en parte, un problema de tanta
como su subordinación. En vista de la amenazante fluctuación
actualidad en el Plata (el de los extranjeros), la poco satisfac­
de mano de obra, los maestros “de primera clase” juzgaron que la
toria solución en lo concerniente a mulatos y negros, aun a los
separación era perjudicial, “pues casi todos los oficiales proceden
que eran libres, llevó a un vuelco sorprendente:
de aquella casta” .70
En el reglamento gremial de 1791 se im plantaba un “sistema A despecho de las oposiciones sociales que así salían a luz, una
de dos clases” 72: a la primera pertenecían todos los “hombres de misma aspiración unía a las dos fracciones en conflicto: ambas
color blanco , pero en ella también se incluían los indios que procuraban conjurar una crisis inminente mediante métodos que,
—como lo demuestran las estadísticas— constituían una minoría totalmente superados en Europa, también agonizaban en las res­
insignificante; en la ‘‘segunda clase” figuraban las “castas de tantes colonias. Tampoco contra la fuerza explosiva del movi­
co or . Contra esta postergación levantaron la más enérgica pro­ miento de libre comercio podían ayudar las trabas gremiales de
testa mulatos y negros, los que —según el censo de 1778— forma- sabor medieval, y en el momento mismo en que ambos partidos
CO Tt « ,,
consideraban que sus esperanzas habían sido en cieno modo satis­
E
tituriñv A’ a0T£anlzac'°n
e*P°s;cion detallada del curso del conflicto se hallará en:
del trabajo en Buenos Aires colonial. Cons­
titución de un gremio. La Plata 1944.
fechas, el Cabildo mismo desató contra ellos un ataque inesperado.
Como autoridad competente, no es que el Cabildo se hubiese
opuesto desde el comienzo al establecimiento de gremios, pero al
futuro , ! ^ eit*'0 ’íf siemejante valoración era el de proteger en lo
menos había sabido darle una interpretación tan liberal, que ele­
alcanzaban en
71 W T t 1 P.
• k traba;¡os obliS*torios, que también a ellos
o
d e cosech a ( B a r b a , cit., P . 4 4 ) .
en las manufacturad o . e®P*eo de esclavos como jornaleros (sobre todo
mentos primordiales del proyecto original habían terminadopor
desaparecer. Las consideraciones liberales alcanzaron su p o-
temprano en la ' Sa . Sado en toda H ispanoam érica: “Desde
una clase de esclavn/1^ Ei isla (Puerto Rico) comenzó a desarrollarse 7S Lo notable es que, si nos basamos en la petición social en comun,
de esclavos y los oficial™ h T 08 i ? Sta c' ase se originó cuando los dueños
brando jornal utilizan^* i _erno comenzaron a em plear negros co-
(L. D. DíAZ Sole r ti - ,° .e “ ueño los salarios para beneficio propio” .
de
no existía esa oposición entre mulatos y negros que suele con* ra
mo constante. (S. B a g ú , Estructura social la colonia.
ria comparada de América Latina. Buenos Aires 195-, p- )•
1 8 9 0 ), Madrid 1953 p ° 1*55^* esclavitud negra en Puerto Rico (1 4 9 3 - 74 B a r d a , op. cit., p. 97 sq.
7‘ B arba, 0p. cit ¡p n ^ 75 Ibid., p. 99.

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120 M A N F R E D K O S S O K
el v ir r e in a t o d e l r io d e
121
minio decisivo gracias a la acción de C om elio Saavedra n '
ingleses y alemanes, de Silesia)81 que superó todas las
terrateniente y respetado com erciante al mismo tiem po per° proporciones
1799 fue regidor y en 1810 presidente de la J u n ta R e v o l ^ e° cono ciclas hasta entonces. En los siglos xvi
ría.76 De un liberalismo m oderado tan to p o r su origen c o ^ 10113' -—legal o d e g a l - había tendido principalmente a satisfaTeTks
necesidades del estrato social superior, mientras la masa de k
temperamento, podría considerársele el prototipo del°nf° P°r
población dependía de la fuerza productiva de la manufactura
revolucionario criollo. Con las consignas de los reform j tUro
local; pero a h o ra se produjo un vuelco: el capitalismo europeo
españoles, y casi con las mismas palabras, argum entó S a 3 ^
comenzó a penetrar en el mercado colonial en toda su extensión
ante el más alto cuerpo colegiado de la ciudad que la ad V- f a
con lo que atacaba las raíces mismas de la manufactura textil de
de gremios ponía en peligi'o los derechos del hom bre, a u m e m ^ 0
la Am érica Española. Ya en 1782 exigió el gobernador de Quito
la miseria, ponía trabas a la industria, im pedía el aum ento d &1 que se suprim iera la importación en un 75 %, y se doblaran sus
población, etc. 77 Si se deseaba que floreciese la industria a t impuestos, p a ra salvar de la ruina la producción autóctona de
todo había que suprimir los gremios,78 puesto que la libertad del paños.82 Las devastadoras consecuencias del comercio liberalizado
trabajo y el derecho a tra b a ja r constituyen los atributos más sa sirvieron u n a vez más de argumento al virrey peruano Croix,
grados e imperecederos de la especie h u m an a. D e tal manera" en 1789, p a ra sus ya desesperadas protestas (tanto económicas
Saavedra exhortaba al Cabildo a no tolerar el grem io de zaua’ como de política financiera) contra la separación de Lima del
teros ni otro gremio alguno, y el C abildo — a pesar de las deses' V irreinato del R ío de la Plata, por cuanto la región del Plata
peradas peticiones de los artesanos— aprobó la tesis de Saavedra “se h a revelado com o una colonia de meros comerciantes”.83 Ya
y recordó la disolución de los gremios que T u rg o t h a b ía impuesto ante la am enaza de u n a abierta rebelión comunicó a la Corona el
en Francia (!). Los gremios, en su in ten to de constituirse en el virrey Abascal y Sousa que, desde 1778, se había producido una
ta, fueron vencidos y enterrados p o r el principio de la libertad decadencia general en la elaboración de la lana, “como conse­
de trabajo. Habían desaparecido aún antes de que estallara la cuencia de la m ejor calidad y bajo precio del paño español co­
o lic ió n ... y} podríam os agregar nosotros, con ellos desa­ rriente” .84 Los talleres altoperuanos del Virreinato del Río de la
qUe Ublem podido ser u n obstáculo im portante, en Plata contaron siempre, en épocas de perturbaciones intemacio-
y o economico, p a ra el m ovim iento revolucionario.
81 Cf. las listas de im portación en F i s c h e r , op. cit., p. 53 «j;» 61
de la i^°n JaS « í 15 determ inadas ram as artesanas sq., 84 sq., passim. A pesar de algunas tentativas aisladas (como, po ^
v a lra n ? 'm°ia ^ ^ cr*s*s ^ interior era m ucho m ás general la de H M e ie r ) , a ú n carecemos de una valoraaon de conjunto de los

t t s s r de grave c°“ cia p - * * * » intereses económ icos alem anes (sobre todo de las ciu a
Prusia, de S ajo n ia ) en la em ancipación de la America esp
de 1806-07, en las “ H am burgischen A ddress-C om toi^M cinchte^

. „ rtjr

y en coitpctv!°!i ^ comerc*° colonial provocó, a p a rtir de 1778 ticias com erciales d e H am b u rg o ) se informo con re» canital mercantil
dominaba en Europa ^ ^ “p r?sPe rid a d . dcl algodón” 80 que { situación su d am erican a. L as m anifiestas intenciones diputación
P , una invasión de tejidos (en su mayoría j se ponen de relieve en lo que sigue: el 9 de octu re Comerciar con
del com ercio h am b u rg u és protestó contra la_p Holanda y (Norte)
76 p f I Buenos Aires y con M ontevideo. “ M ientras Ing a e5 ^ burg0 única ciu-
19l0> p. 3 sqq NZA’ La J unta Gubernativa de 1810. Buenos Aires ¡ América h ac en allí sus negocios, ¿ tendrá que se • ¡{ambuTguen-
77 Cf al • • dad que q u ed e e x c lu id a ...? ” (Protoc. D efin a n Cominera,
78 Sobre las^tendenrhf r ! ’ ^ nv. est'Saeiones, t. II, p. 158 sqq. sis, Bibl. Comercial de H am burgo, Sig. H. •
Partes d(¿ imperio colonínl t ^ a^zai^oras que también actuaron en otras 82 H . N . A ., IV , 1, p. 403.
79 L ev en e, I n T Z l ’ -
“ J6 1 ** "»•
° p ' cit- P- 391 «í- 8a H . N . A ., IV , 1, pp. 155 - 164.
8* M . d e O d r i o z o l a (E d .) ,
1 872, t. I I , P . 28.
Docum
entos histár¡cos del Perú, L1®3
h

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M A N F RE D K O S S O K
1 22 E L V IR R E IN A TO DEL RÍO DE LA PL a t a
123
nales —como, por ejemplo, de 1796 a 1802— que suprimían o telares y 1500 obreros, mientras que Puebla ocupaba en 1809
por lo menos reducían la importación, con las mejores oportuni
a 1200 tejedores de algodon é Pero, poco antes de que e!ta
dades para colocar sus propios productos. H acia la misma época'
liara el movimiento emancipador, se produjo un sensible r e t r ' l t
informa el diputado comercial por C atam arca que en su región se
T an promisorios atisbos — que por lo demás no tenían paralelo
fabrican paños de la mejor calidad, “así como franela fina de ni en el Perú ni en el P l a t a - no sirvieron de modelo a toda la
algodón, que en duración supera a la española. . . tanto q ue hasta región m erced a alguna incipiente transformación industrial de
los clérigos se visten con esa franela negra” .85 “ *
las colonias, sino que fueron sofocados por la repercusión a dis­
El problema cardinal de la crisis m anufacturera de Hispano tancia de un proceso análogo que ya hacía tiempo se había desa­
américa en general, y del Virreinato del Río de la P la ta en parti­ rrollado en Europa. _
cular, no se agotó en manera alguna con el empobrecimiento de Con ello se determ inaba igualmente el radio de acción permi­
algunas ramas o con la agonía total del sistema de gremios sino tido al desarrollo y consolidación de la burguesía colonial. Con
que existían más bien circunstancias especiales que provenían ex cep ció n del sector pequeñoburgués de la manufactura, la posi­
del carácter colonial de las regiones en cuestión. E n prim er lugar bilidad de evolución de la burguesía colonial se vio limitada a la
el estancamiento y aun el retroceso del sector industrial era con­ esfera comercial, de m anera que tanto económica como históri­
secuencia, pura y exclusivamente, del creciente alud de m ercade­ c a m e n te se le señaló el papel de comprador y asociado menor de
rías extranjeras, que regulaban cada vez más en el m ercado colo­ los intereses económicos del capital extranjero.90
nial las relaciones entre oferta y dem anda. M ientras que en Euro­
pa la decadencia de la artesanía se debió al surgim iento de la
propia manufactura nacional, que lo compensó con creces, no
existía en las colonias ningún factor de im portancia comparable.
Los únicos atisbos m anufacturero-capitalistas que apu n tab an al
porvenir a pesar de su raquitismo feudal y de sus superposicio­
nes - eran los llamados “obrajes”,86 que en su m ayoría se habían
especializado en la elaboración de paños, telas de algodón, lienzo,
etc., y que habían alcanzado un desarrollo m ás favorable en
aquellas regiones en que la m ano de obra indígena era m ás venta­
josa por su abundancia y su precio.87 A lrededor de 1800, Alexan-
er von Humboldt calculó el valor de la producción m anufactu­
rera de Nueva España en unos 7 a & millones de pesos,88 de los
que la parte del león correspondía a la producción textil; N ueva
España contaba con un total de 20 obrajes y de 300 trapiches.
Ln los obrajes de Querétaro, en 1793, estaban en actividad 215
89 Ibid., p. 260 sq. H is p a n o a m é ric a del estado
90 “La liberación de la mayor Paf e W P ^ reg¡ón al comer-
«o ? N‘ A” IV’ !’. p - 404> *q- colonial, en las primeras décadas del sig o > breve auge de in-
los obrajes^cf1 C háv r ^ ° S de Producción m anufacturero-capitalista en cio internacional y a las inversiones ex nr¡ncipalmente en las Pro;
87 p , ChaVEZ, ° r ozco, op. cit., pp. 3 1 -5 0 .
versiones de la década de 1820 se concen N£S U n id a s , Dep.«j-
op. cit., p. 27 sqqtUaC1°n ^el obrero en los obrajes, cf. V iñas y M ey ., vincias Unidas del Río de la Plata-. • ( - Nueva York, 195 >
Econ. and Soc. Aff., Foreign Capital m Latín Ammca,
88 H um boldt, 0p. cit., t. IV, p. 260.
p. 3, Cit. en inglés en el original: N. del i-j

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V II

A P A R IC IÓ N de un p a r t id o r e v o l u c io n a r io
CRIOLLO-BURGUÉS °

En consonancia con la evolución económica general, el movi­


miento de la población del Virreinato del Río de la Plata eviden­
ciaba una tendencia marcadamente ascendente, y ello valia tanto
para las provincias litorales como para el interior y hasta la
frontera con el Perú. Si bien los datos estadísticos discrepan con­
siderablemente en puntos de detalle, es posible reconstruir la
evolución, al menos en sus lincamientos generales:
a) B u e n o s A ire s, c iu d a d y cam paña
De acuerdo con los datos generalmente aceptados de Conco-
lorcorvo,1 en 1770 la ciudad contaba con más de 23.000 habitan­
tes, de los cuales eran:
Españoles ................................................... 1854
C riollos ....................................................... 1785
E x tr a n je r o s ................................................ ^56
M ujeres .....................................................
N iños .......................................................... ¡?-|85
E jército, Iglesia, Cautivos ................... 5 /1 -
Esclavos .....................................................
Indios y Negros libres ....................... ut)1
Según el censo de 1778,2 había en la ciudad alrededor d
37.000 habitantes, de los cuales
ESPA Ñ O LES M ULA TO S NEGROS MESTIZOS -

Ciudad .............. 15.719 3.153 4.115 674


Campaña ............ 9.732 1.020______ «630
0 --------- 0
— ------------------- 4745 o /4 2.08/
25.451 4.173 '

1 C o r o n a B a r a t e c h , op. cit., p. '6 . contenidos en


2 D. H. A., X II, doc. n* 7. Comparado, con fe, d a t . ^
D. H. A. XI, contiene algunas vanacione <•

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MANFRED k o s s o k E L VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
126 127

Pn anos 1788 y 1790, se afirma que la población de la c) E l In terio r


• Aad llegó respectivamente; a los 33.522 y 32.271 habitantes.
T L calculó en 178.293 habitantes la población total de la
A pesar del considerable impulso de la zona litoral, el creci­
miento de las provincias interiores no quedó a la zaga. Poco antes
nrovincia de Buenos Aires, de los cuales 40.000 vivían en la ciudad
de la fundación del Virreinato (1773), en la provincia de Tucu-
'tma v 32 168 en su campaña. Las mismas cifras figuraban en
jjján —punto de mayor densidad del interior— vivían alrededor
eTcálculo de lSlO ,3 si bien sólo participaron en él 16 de los 20
de 100.000 almas. Para 1776 se mencionan6: 34.969 españoles,
barrios de la ciudad. 35.324 indios (!), 55.711 negros. Dieciséis años más tarde, la
población llegaba en total a 167.354 habitantes,7 de los cuales
d is t r i t o espa ñ o les NEGROS Y IN D IO S Y vivían en:
M ULATOS M E S T IZ O S EX TRA N JER O S
Y CRIOLLOS
Salta ................................ 22.389 Córdoba .................... 40.000
--- Santiago del Estero . . 32.500 Catamarca .................. 20.390
1 543 31 4
T ucum án ....................... La Rioja .................... 10.000
2 1308 914 20 38
Jujuy ......................... 19.266
4 1284 912 — 46
5 2744 1005 — 88
6 1525 668 — 26 Para 1809 ofrece Ángel Rosenblat8 el desconcertante resul­
8 1825 1285 — 92 tado de 234.087, con las siguientes cifras parciales:
10 702 251 9 14
11 1103 132 35 10 C órdoba...................... 60.000
Salta ................................ 26.270
12 1231 679 10 9 Catamarca .................. 24.300
Santiago del Estero . . 40.500
13 1604 1094 — 40
T ucum án ....................... 35.900 La Rioja .................... 10.000
14 1637 833 — 47
J u j u y ................................ 12.278
15 1404 495 — 31
17 1406 645 — 13
18 1397 446 — 18 La provincia de Cuyo, lindante con el sur de Tucumán y pasa­
19 141 — — 5 je obligado entre Buenos Aires y C h i l e , evidencia un crecim1^ o
20 689 197 73 ---- menos vigoroso de la población. Según date» e ,
9834 españoles y criollos; 35.975 indios y mestizos; 25.548 negros
Tomando como base el número promedio, el resultado para
toda la ciudad sería de unos 42.000 habitantes. En otras estima- y mulatos.9 Diffie10 calcula la po-
E1 historiador norteamericano B. ■ , mincidía
ciones, tanto contemporáneas como posteriores, se mencionan blación total en 1820 (en qne la r e g * adnnnnnada enm ato
cifras que van de 44.000 a 55.000 habitantes.4
b) Montevideo 5 D. H . A., X II, doc. n? 52.
6 H. N. A., IV , 1, P.518. do a T Hacnke.
El resultado del censo de 1780 daba un total de 10.404 habi­ 7 C o r o n a B a r a t e c h , op. cit., p- 81, gu
tantes para la ciudad y sus contornos, de los cuales eran españoles 8 R o s e n b l a t , La Población, t. 1. „ T. rB en cam bio, las
. 9 H. N. A., IV , 1, P- 519. E n f r e n t e a datos
y cno os. 410; indios: 247; negros y mulatos: 2747. En 1813, cifras son mucho menores (op. cit., P- *** V irre in a to , cf. H. N. A.,
el numero de habitantes llegaba a 13.937. sobre Paraguay, las Misiones y demás pa es sqq-; R o s e n b l a t ,
IV, 1, p. 519 sqq.; C o r o n a B a r a t e c h ,op. cit., p-
°p. cit., t. I, p. 199 sqq., 205 sqq.
* p n H - A > X I1» PP- 3 5 6 -3 8 9 .
Corona Baratech, 0p. cit., p. 79 sq. 10 D i f f i e , op. cit., p- 449.

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j 28 m a n f r e d k o s s o k
E L VIRREIN ATO DEL RIO DE LA PLATA
1 29

con el antiguo territorio virreinal) en 2.526.0000 habitantes, de


ESTRATO
los cuales11: espa ñ o les c r io l l o s in d io s m e s t iz o s

Audiencia Buenos Aires .................... 655.000 1.155.000


Audiencia Charcas ............................. 92.000 154.000 1. Clero ............................ Alto clero Bajo clero
Intendencia Potosí ............................. 85.000 230.000 2. Capitalistas,
Intendencia La Paz ........................... 169.000 231.000 Com erciantes,
Intendencia C och ab am b a.................. 164.000 271.000 Empresarios
Región de las m isio n es....................... — 220.000 3. Poseedores de m inas . x X
4. T erratenientes ............ X X
En tal conglomerado de población resaltaban las más diversas C apitalistas in d u stria­
5.
clases y grupos de clase que, fáciles de delim itar de acuerdo con les .............. ....................
sus posiciones y ambiciones de orden económico, social y político 6. Artesanos (m aestros) X X

servían de base a la estructura social de la Colonia. Pero ante 7. A rtesanos (oficiales) . X X

8. Jornaleros en la m i­
todo debemos recordar que, en un momento de transformación nería y en la industria X X
económica, esa pirámide social no mostraba ninguna firmeza y 9. L abradores com unes . X X
exclusividad que fueran comparables con las condiciones europeas, 10 . Servidum bre .............. X X

y los límites entre los distintos niveles se confundían tanto más,


cuanto más se acercaba uno a la base de la pirám ide. Lo que Si llevamos a cabo análoga tentativa para el Virreinato del
caracterizaba además a los diversos estratos de la estructura social Río de la P lata (con exclusión deliberada de los territorios que
era la constante correlación entre diferenciación social y étnica, luego serían de Bolivia y Paraguay), podremos observar —en la
como enfáticamente subraya Diffie 12: esta últim a surgía siempre medida en que lo perm itan los detalles ofrecidos por las fuentes
de que disponemos— variaciones muy significativas en los acentos,
de la primera, y antes se consideraba la propiedad que la raza
a la que se perteneciera. Sólo la incipiente liberación de las formas como tam bién en la sucesión y composición de la serie:
tupieses de producción pudo borrar paulatinam ente aquella corre-
ación. La limpieza de sangre” perdió su im portancia como sinó­ ESPAÑOLES C R IO L L O S IN D IO S M EST IZO S
ESTRATO
nimo de clase dominante”, si bien el “blanco” proletarizado
( español caído en la clase común” ) siguió gozando por ley y por
1. Estancieros,
costumbre de ciertos privilegios esenciales que lo elevaban por
H acendados ................... x
encuna de los de color” y le impedían toda afinidad política 2. Com erciantes ................ x x
o espiritual con ellos.13 3. Clero . . .......................... x x
t i ^ í f T <^ rozco 14 intentó bosquejar una estructura esquemá- 4. Empresarios 15 .............. x
5 . Pequeña burguesía:
colnní i S p,n " c,Pa^es categorías sociales de fines de la época a) M ercachifles, pulpe­
serie siguiente- (basándose principalmente en México) a la ros, panaderos, m a­
tarifes 16 ................... x x
b) Artesanos ( m a e s - x
tros, oficiales) . . . x x
datos, en el terrftr.r^T no *nd¡a e india; de acuerdo con estos
habitantes. espues sería la A rgentina sólo vivían 1 .810.000 . . tikico: saladores
,f> Dueños de obrajes, fabricantes de ge aün ,_ . etc
‘«as pudientes, dueños de astilleros de buques de - cr;0Uos) for-
13 Cf. d / h ^ V ^ V ^ ^ SC); C h Á v e z O r o z c o , op. cit., p. 22 sqq- 10 Según el cálculo de 1778, los 184 pulperos .todos cno ,
u C hávez Cw Í d o c' n9 PP- 1 - 6.
Rozco, op. cit.t pp. 23 . 25 . fiaban el grupo profesional más numeroso.

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E L V IR R E IN A T O D EL R Ío DE LA ^
m a n f r e d k o s s o k
130
poseen, la relación entre españoles y criollo, formal)a
E S PA Ñ O L E S C R IO L L O S IN D IO S M E S T IZ O S A i r e s el cuadro siguiente: “a en Buenos
estrato

6. Labradores y arrenda­ D IS T R IT O N* espa ñ o les


CRIOLLOS
total
tarios .............. ............
7. Estratos proletarios: 1 ' 35 132
x 133 543
a) Ciudad 1 7 ............... X 2 1175 1308
b) Campaña ............... x X 4 345 434
359 1284
5 844 2744
6 178 464
Si bien tampoco en el Plata puede eliminarse la m asa de la 1525
8 448 1377 1825
población colonial como factor social en la m aduración del movi­ 10 63 169 702
miento de emancipación,18 la form ación de los frentes de 1810 11 58 1045 1103
recayó principalmente en las minorías dirigentes. P or ejemplo 12 116 373 1231
del mismo Buenos Aires puede reconstruirse con m áxim a facilidad 13 225 403 1604
14 353 167 1637
ese proceso, del cual surgieron tres grupos claram ente delimitados, 15 65 422 1404
precisamente porque en dicha ciudad alcanzó su m ás clara expre­ 17 104 402 406
sión la dinámica social de los tiempos que precedieron inm ediata­ 18 119 373 1397
mente a la jom ada em ancipadora: 19 v 17 124 1141
_
20 35 654 689
Como en el resto de H ispanoam érica, la fuerza ejecutiva colo­
nial —enderezada a regular el sistema de subordinación entre El prin cip al sostén político y de organización del predominio
colonia y metrópoli— estaba en m anos de un grupo relativam ente español se h a lla b a en prim er lugar en la fiscalización del aparato
poco numeroso de españoles nativos. L a decisiva influencia polí­ estatal y adm inistrativo, al que pertenecían en particular el Virrey,
tica de dicha minoría, cuya hegem onía garantizaba la perpetua­ los intendentes, la A udiencia y, no en último término, el Cabildo,
ción del régimen colonial, dem uestra lo poco que, a fines de la puesto que sólo en 1809 se reconocio la paridad en la distribución
época colonial, quedaba aún de la antigua igualdad de derechos de los cargos de regidores de la administración de la ciudad. El
entre españoles y criollos.18 A unque las estadísticas p erm itan re­ principal in stru m e n to p a ra asegurar la pretensión de hegemonía
construir hasta cierto punto el núm ero de los españoles, ello no económ ica de los españoles nativos fue el Consulado, que se creo
nos ilustra mayormente acerca de su irpportancia real, puesto que, en 1794.21 E n el m om ento de su creación estaba formado en su
como es natural, el concepto de “español” ab a rc a b a a todas las m ayoría p o r “com erciantes monopolistas, que defendían en primer
personas en cuestión, ya fuesen artesanos, pequeños com erciantes, lugar sus propios intereses personales y que en parte eran
etc. En agosto de 1810, y según los datos m uy incom pletos que se mismos intereses de sus socios de Cádiz, cuyos repr^entantes
m uchos de dichos com erciantes. En el seno e onsu
17 Número de familias en 1778: 97 criollos, 11 mulatos, 2 negros, desencadenó así u n a lu ch a enconada entre esta ire^ °
mestizos, 5 indios, 2 extranjeros. polista y la de aquellos m iem bros que defendían os i
, . , ^ d e Gandía, La intervención del pueblo en los orígenes de
‘a independencia argentina, en: Revista de las Indias, Bogotá 1950, n«? 113, V irrein ato ” .22
i l a te s i s d e M a r f a n y , ¿D ónde está el pueblo?, 20 D. H. A., X II, p. 356 sqq. Lascifras totales difieren segúnq
Buenos Aires 1 9 4 8 . L e v e n e , La Revolución de M ayo, t . II, p . 3 1 8 sq.
Iraní A i • „etallada exposición que trae R. K o n e t z k e , La condición se incluyan o no mujeres y niños. , « „ 75 sq.; nQ36, 37­
1950 n? 5* ^ ^ causas de la independencia, en: Est. Am. Sevilla 21D. H. A., V II, doc. n* 34, p. 47 sq-; n* 35, p.
22 H. N. A., IV, 1, p. 490.

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M A N F R E D K O S S O K
132
E X V IR R E IN A T O DEL R io DE LA PLATA
133
En comparación con Lim a o con M éxico, q ue hasta la eman
cipación se mantuvieron como firmes baluartes del sistema colo' como leemos en un testigo contemporáneo26• “ o ' -u-,
nial, la influencia europea tuvo que contentarse en el Plata Co ' des d e elevarse legaron los españoles a sus propiosh!L? M •
una base mucho más restringida. El V irreinato sólo cayó en 177» clérigo, abogado, m ilitar hasta el grado de teniente- quien E
—o, mejor dicho, en 1793, con la creación del C onsulado— dentro a coronel era un hom bre de suerte. ¿Quiénes eJ si fJa
del radio de acción más directo de la burguesía com ercial española prim ero^ y segundos alcaldes? lx )S españoles. Los americanos
cuya hegemonía, por lo demás, en ningún m om ento dejó de ser sólo podían ocupar, aquí y alia, el puesto de regidor, defensor de
pobres y otros por el estilo, pero nuestros padres se reservaban
puesta en duda por los ya afianzados intereses económicos de
siempre la conducción” . Los primeros atisbos de semejante oposi­
criollos y extranjeros. Sus reveses se extendieron al plano político
ción se rem ontan al siglo xvn,27 " pero
i sólo^ en el
—— ^ xvin el
ci contraste
cunirasie
con los acontecimientos de 1806 y 1807, que llevaron a que en i _
de generaciones se ttransformó
r T n c m r m A pm n n a _i
en una pugna de clases, cuyo reflejo
Buenos Aires se estableciera el prim er virrey criollo. L a exalta­ subjetivo term inó por igualar al “americano” con el “español” y,
ción de Liniers significó ya el preludio de la em ancipación. El por últim o, lo colocó por encima de élf
nuevo virrey sólo tomó en cuenta en su gobierno los intereses de Fue u na característica de todo el ámbito hispanoamericano ese
Buenos Aires, y no los de M adrid, por lo que no resulta extraño estrecho contacto entre latifundio y burguesía, fundado —como
que la fracción proespañola del Cabildo atacase su política como ya lo señalamos— en una comunidad de principios e intereses
engendro “de verdaderos conjurados contra el rey y contra la económicos que, tam bién después, aseguró casi sin incidentes su
patria”.23 Cuando, a comienzos de 1809, el p a rtid o europeo pro­ coexistencia política en el movimiento emancipador. Así leemos
curó corregir ese vuelco indeseable de la situación m ediante una en M ariátegui 28: “En muchos casos, en lugar de llevar a un
^revolución pacífica” * tropezó con la resistencia arm ad a de los conflicto entre nobleza latifundista y burguesía mercantil, la revo­
patricios , o sea de la milicia ciudadana pu ram en te criolla, cuya lución am ericana engendró su colaboración, ya fuera porque la
aparición por cuenta propia entrañó la crisis política del sistema aristocracia hubiera adoptado ideas liberales o bien, con frecuen­
colonial en el Plata. cia m ucho m ayor, porque sólo viese en la revolución un movimien­
con m otriz y directora del m ovim iento de oposición que,
to tendiente a liberarla de la Corona española”. La ^Revolución
„ , . re co“ lun de criollo”, atacaba los atributos políticos clásica de Francia, en cambio, tuvo su origen en el po eno e
una burguesía que había llegado ya a su madurez y se en rente a
,C laexistencia c°l°nial, residía en los grandes te-
con u na aristocracia decadente, aferrada^ a sus privi egios , en
d Doderfn P (CSt,anaeros> hacendados) y en los com erciantes. Con H ispanoam érica, la recién nacida conciencia naciona an e e
1776 a lñlf)011^11110^ ^UC ^e^ eron a Ia evolución cum plida desde predom inio extranjero se sobrepuso a los conflictos in e™°s
históricamp t .asumieron 1gualm ente la pretensión de encauzar provocó, en las posiciones relativas de las clases, un esp
y cuyo desenlaceSf u p T S ^ i"” Prcceso 3u e abarcó varias décadas, que no podría compararse con la caída del antiguo reQ
proporción i v enla separación d e la m etrópoli. En
Europa. . . , tí™™ en
criollo creció la ™ ^ Potencia económica del estrato superior L a elaboración de semejante compromiso — era
^ nciencia de su postergación política.25 Tal
muchas revoluciones coloniales desde 17
23 Cf num * - • i i o .n No era del todo infunda-
denles de la I n d e f c S i ? ° cument °s relativos á los Antece- 26 C o r o n a B a r a t e c h , op. cit., P- ^¿ca d e q u e las oposiciones
*• 1= doc. no 13, pp. . M í a^ epÚblica ^ g e n tin a , Buenos Aires 1912, d a , p o r c o n s i g u i e n t e , l a te s is d e R a y n , ‘ j „ r ja rev o lu ció n ,
24 H. N. A y n «,* P- 90’ n? 16> PP- 181 sq.; passim. e n t r e c r io l lo s y e s p a ñ o l e s t e r m i n a r í a n p o r e n g

25 K o n e t z k e ^’0b } m ' 27 D i f f i e , op. cit., p . 4 8 6 .


°P■ cit. p. 52. 28 M a r i á t f . g u i , op. cit., P- 4 7 sq.
20 S o b o u l , op. cit., P , 59-

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m a n f r e d k o s s o k E L V IR R E IN A TO D EL RÍO DE LA PLATA
134 135

tanto más posible en el Plata cuanto que, en esta región de la En cuarto lugar, despues de pulperos, zapateros y carpinteros«
América Española, no existía una aristocracia feudal tan firme­ seguían 136 mercaderes y 52 comerciantes, siendo estos últimos los
mente arraigada como en México o en Lima. De acuerdo con únicos que podrían figurar en la burguesía comercial, en el sen
su origen, eran rarísimos los casos en que el estanciero o hacen­ tido de una clase de poderío económico.^ Basado en sus propias
dado criollo aprovechase como un parásito los privilegios confe­ observaciones, M illau incorporó a la oligarquía dominante en la
ridos o arrebatados en los siglos xvi ó xvn: se trataba más bien ciudad —junto a los titulares de altos puestos en el ejército y en
de un self m ade m an semiburgués, producto de las m uchas crisis la administración— a las muchas familias que, merced al comercio
del siglo siguiente. Aun cuando alegara títulos legales de orden y a la agricultura, habían llegado a la opulencia y a la posesión de
feudal, su existencia dependía de las leyes de un m ercado m un­ grandes extensiones de tierra; tales familias “emparentadas entre
dial de tipo capitalista. Según la información de Francisco sí son las que gozan de mayor estimación, y constantemente se
M illau30: “Entre las familias más destacadas de esta ciudad no les agregan nuevos burgueses y amigos, dedicados al comercio en
existe hasta el presente nadie que, como en el resto de América, bien del p a ís . . . ” 36 De allí surgió la fama de la ciudad como
haya sido distinguido con la dignidad del título” . Sólo vivían “Galicia am ericana” y su proverbial “europeización”. “No existe
en la ciudad cinco miembros de la “Orden de Carlos I I I ”, tres otro pueblo en América que, en sus usos y costumbres, tanto re­
de ellos españoles,31 y cuando Liniers fue declarado “conde de cuerde a los puertos de Andalucía, en la península: la indumen­
Buenos Aires”, como recompensa a sus méritos en la defensa taria el lenguaje y los vicios son casi idénticos; en igual grado
contra los ingleses, protestó el Cabildo por esa imposición de un de perfección y de cultura se encuentran la sociedad y el trato
tutelaje “feudal”. Otro rasgo característico es que esa m area de entre los hombres” .37
aburguesamiento alcanzara también a la Iglesia. Si bien todo el Así como Céspedes del Castillo, también C. Corona Baratech
elemento eclesiástico colonial se distinguió siempre por su poderío describe la de los comerciantes “como clase dominante... cuya
económico y por su extraordinaria iniciativa en ese campo,32 en preponderancia era absoluta en lo económico, lo social y lo poli­
el Plata el usufructo de títulos feudales sobre tierras quedaba muy t i c é De tal modo, sería difícil exagerar la importancia del pro­
por debajo de su actividad comercial, que alcanzaba a todas las ceso de creciente comercialización que, a partir de 17/b, se opere
le crecióme
ramas. “Podría decirse que tanto los clérigos como los funciona­ en la sociedad colonial. Millau descubre empero elJato., de A,u,l
o b serv ació n sobre la tendencia a 'empa-
rios (la burocracia de la Corona) eran poderosos en la m edida en de dicho proceso, con su
que participaban en el comercio. No se recuerda a ningún sacer­
dote rico que no comocerciara, como tampoco a funcionarios pú­ 34 O cupados casi exclusivamente _en los extranjeros
blicos que, directa o indirectamente, como intermediarios o por 35 En buena parte de la burguesía habí pe ^ ^
cohecho, no derivaran del comercio sus mayores ingresos” .33 De acuerdo con los datos incompletos 6 ^4 ingleses. 27 norte-
vían 247 portugueses, 1 1 2 italianos, ocupados en el comercio, 18o
En el censo de 1778 hallamos valores aproximados para calcu- americanos, etc. De ese número, 84 es anota que eran terrate-
ar c número de burgueses exclusivamente dedicados alcomercio. en la artesanía, 7 en la manufactura; de 18Q9< cf ib¡dem las
mentes (cf. D. H. A., X II, pp. 121 " ^ peUgrosos, poicamente ha-
estadísticas,
blando, eran pp. 270- 304. losComo
considerados los causa de
portugueses^causa ^ e ^su ^mentalidad
^ J^
ed R° v e'CripClÓn de la Pr°ñ n cia del Río de laPlata (1772)
e a . K. K o n e t z k e , BuenosAires 1947, p . 4 4 .
día” y de su todopoderoso influjo *n‘ ^nsay°c¡°).
Caillet-Bois,
R evello ° NA BARATECH. °P- C!í-> P- 106. según referencias de T o r r e peligrosos fueron los franceses (c • * *guenos Aires 19*29, P* s
32 a t Río de la Plata y la Revolución Francesa, Buenos
rqq. ’ y el estado en M éxico, México 1927, p. 31 30
ou \M/ f iirl l1 aa hu , nop.
h cit., P*
p. -43 sq. p .inctas del Río i ' la Pkta
3T F . B o r r e r o , Descripción de las
33DEL C a,tilw >, op. c¡Li p , 5i
(1789-1801), Buenos Aires 19H , P-

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E L VIR R E IN A TO DEL RÍo DE L a

136
M A N F R E D K O S S O K 137
mentó social de retardo - y que fue funesto para todo ri < w
'rentarse” entre los criollos distinguidos, observación que merece hispanoam ericano— actuó mucho más débilmente en ,
apreciarse en su justo contexto historico. Cierto es que en el P lata se devoción.40 E l estrato criollo superior „ S " » 'Z V
nos presenta en toda su pureza el tipo del “burgués colonial” hispa­ del día ni u n a v an an te colonial de la Grande Peur ni
noamericano, pero también es cierto que la nueva burguesía, lejos T e r r e u r pequenoburguesa de cuño jacobino, tal como se dio el
aún de consolidarse, todavía no se había em ancipado definitiva­ caso en M éxico, en Perú o en las Antillas. De tal manera se
mente, en su conjunto, del feudalismo, como ya lo habían hecho com pensaron las peculiaridades de la colonización española en el
por ejemplo los sectores más avanzados de sus modelos europeos.88 Rio dc la P lata impuestas por su aparente atraso y su posición
Eran excepcionales las personalidades del tipo de T om ás Romero, m arginal—- en u n a m edida que apenas habrían podido esperar
traficante de esclavos, empresario y perceptor dc impuestos, todo los portavoces y beneficiarios de la emancipación. !
en uno, y que emprendía negocios calculados en cientos de miles. En su quintaesencia económica, el programa del partido revo­
Muchos comerciantes aspiraban a invertir en tierras sus ganancias lucionario criollo se reducía a la imposición del libre comercio.
comerciales, a armonizar el mercantilismo con la estancia, a ser En ese p u n to llegaban a su máxima divergencia los intereses colo­
mercaderes y terratenientes al mismo tiempo, p ara aum entar así niales dc E spaña y los del incipiente nacionalismo criolloburgués,
en todos los aspectos su “prestigio” social. E n cambio la perspec­ intereses cad a vez más irreconciliables. “En aquella época, comer­
tiva de una actividad de m anufactura capitalista sólo existía, den­ ciar significaba luchar por el progreso económico de la colonia y,
tro del marco impuesto por el sistema colonial, p a ra una m inoría por consiguiente, m ejorar las perspectivas de un vuelco social
cada vez menos importante, y que por consiguiente no lograba y político en su organización” .41
imponer su voz cuando se trataba de defender intereses burgueses; El curso dc las controversias acerca de la total liberalización
pero ello no significa sino que el núcleo mas revolucionario de del comercio colonial quedó indisolublemente unido a la acción
todo partido burgués de emancipación, la burguesía m anufactu­ dc dos personalidades históricas descollantes: Manuel Belgrano
rera, no contaba en la Colonia con u n a im portancia propia y (1770-1820)42 y M ariano Moreno (1778-1811); ambos, como
específica. inspiradores de la inm inente revolución, evidenciaron el alto gra­
A despecho de toda aspiración de independencia, esa concep­ do de m adurez política de las fuerzas por ellos representadas.
ción algo retrógrada de la economía preparaba el terreno para M anuel Belgrano, “adalid de la independencia, símbolo de
cierto conservatismo latente, y agobiaba a la burguesía con una la libertad, genio del bien, personificación de las virtudes ciuda­
hipoteca negativa en favor de los terratenientes. P a ra u n a y otra danas” (B. M itre ), contó en sus funciones como secretan
ala de la coalición de clases criollas, sin excepcioncs, la empresa Consulado (desde 1794) con la oportunidad de exponer
de la emancipación se reducía a adueñarse del poder político, con “ M em orias" anuales, tesis fundamentales sobre la‘ “ £
la necesaria liberalización y autonom ía en lo económico, mas sin nóm ica del V irreinato.-» La evolución personal de Belgrano, d
franquear las barreras sociales trazadas por el régim en colonial.80
La ventaja histórica de las clases qué sucedieron en el poder a la
minoría colonial derrocada en el Plata consistió en que ese mo-
op.R
M ariá tegu i ,
L.
ceitv.,olup.ció46ndsqq.
La eIndCepende• ncia.E
h
En
nssa
ay
yo
odeinterpretación
4U Acerca del problema de la rev,°J““ n B^ co ,’ op. cit., P- 24

histórica,M éxico 1953, p. 11Lossq.,pr70im rosinglesesenBuenosAires,17 '


V illo rO j
(op■
.

ñor In
8 H a b ría q u e p r e s ta r a te n c ió n a la s e x p lic a c io n e s d e S o b o u l
J L i;,.;' , s q ‘ P ; ' * **!•) a c e r c a d e la s d i v e r g e n t e s a s p i r a c i o n e s s o c i a le s y
In 6 a V1Cja- ^ " nueva” b u r g u e s í a e n F r a n c i a , y precisamente
« O. C. B a tto lla , esqq. *
1830, Buenos A ires 1928, p. 68. .Aiuaciontl deManuel Begrano,
h i s n a n n a J L ^ Ue a r r ° ^ n s0 ^ r e *a s c o m p l i c a d a s r e l a c i o n e s e n t r e l a s c la s e s ™ R . L e v e n e , La obra económica y educación»
“ • U,EV' E> <*• p - 48 « i - . . Buenos Aires 1920. , , . mentar la agricultura, anima
de l’indétm Je* a C a b r e * a > r - R o n z e , Etudes sur l’histoire « 1796: M ed io s generales de fomentar « *
ae l mdépendence de l’Amérique latine, París 1954, p. 29.

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1

E L VIRREIN ATO DEL RÍo DE LA PLATA


m a n f r e d k o s s o k .
138 139

reformador a revolucionario, justifica ampliam ente la afirmación nias, P °rclue “t.odaS l3S nacionf s civilizadas se empeñan en que
sus m aterias prim as n o salgan del país para ser elaboradas”.4» Es
c o n te m p o rá n e a“de que todo criollo que haya estado en España
b a s ta n te característico que este trastrueque — sumamente peligro­
se convierte en su mortal enemigo”.44 En las mismas fuentes, en
España y en otros países europeos, había estudiado Belgrano la so para España— de doctrinas aprobadas oficialmente sólo hallara
uv e s c a s o e c o entre los conciudadanos de Belgrano.
doctrina económica liberal, junto con los principios políticos de
m En 1809 llegó a su punto culminante la lucha en tomo del libre
la Revolución Francesa. Entre los precedentes ideológicos que
c o m e r c i o . Al cabo de largas y enconadas controversias, el Cabildo,
c o n más frecuencia citaba figuran Campomanes, Smith, Quesney,
1 virrey y el mismo Consulado se declararon dispuestos a libera­
Condorcet, Dupont de Nemours y autoridades italianas tales como
lizar en parte el intercambio con Inglaterra 49 Contra tal amenaza
Galiani, Genovesi, Filangeri.45 En 1796 publicó una obra tradu­
de que se desm antelara oficialmente el monopolio comercial espa-
cida del francés, F u n d a m en to s científicos de la P o lítica y de la
Econom
ía, en cuyas páginas se leía, por ejem plo: “C uanto más
" 1 alzó su protesta el plenipotenciario del Consulado de Cádiz,
M iguel F ernández de Agüero, quien alegó impedimentos legales
se acerca un Estado a la absoluta libertad, tanto en su comercio vieor la ruina inminente de la flota mercante española y la
interior como exterior, tanto más se aproxima a un constante en 1 ¿ ecadencia de los centros manufactureros del interior.50 Ade­
bienestar; apenas surgen trabas, su progreso hacia el bienestar se más con sorprendente perspicacia, Agüero profetizó que la miseria
toma lento e indeciso”.46 La decidida intervención de Belgrano T ciu dades interesadas despertaría odio y rivalidad frente a
en favor de un comercio libre, sobre todo con Inglaterra,47 ha Rnpnos Aires. Advertía a continuación que la libre admisión del
relegado a un injusto olvido sus esfuerzos para alentar la produc­
com ercio inglés “destruirá en pocos años los vínculos que nos
ción industrial-manufacturera. En el impulso de “buscar las ense­
ñanzas de Europa”, de enriquecer al individuo “para que también
UnCEna contra de esta intervención, tan inesperada como influ­
su patria se enriquezca”, Belgrano fue el primero y el único que
volvió los p r i n c i p i o s de la In d u stria p o p u la r de Campomanes en yente, M ariano
contra de la misma España. Iniciados los debates en torno a la “ " ó n ^ c o ¿ >« * » > « i—
introducción de curtidurías, Belgrano aprovechó el proyecto para
imponer decididamente el fomento de m anufacturas en las colo­ dos en acrecentar la exportación. d aís sería
En su opinión, la única PoUt‘“ . ¿ cultivadores,
la que reportara beneficios a sus propietarios y
industria, proteger el comercio de un país agricultor; 1797: Utilidades
que resultarán á esta provincia y á la península del cultivo del lino y
cáñamo; 1798: El origen de la felicidad de estas provincias es la reunión 48 H .N .A ., I V , 1, p . 3 9 0 . a n te c e d e n te s d e la d e c isió n , b a sa d a
49 E n cu an to a los complicados a situación del V
de los comerciantes y de los hacendados, a la par del premio y la ilustra­
ción en general. Cf. asimismo M u s e o M i t r e , D ocum entos del Archivo en consideraciones políticas y económicas acerca
de Belgrano, Buenos Aires 1913. B. M i t r e , Historia de Belgrano, Buenos rreinato, cf. L e v e n e , op. cit , p. 2° 8 b r i o s a s que tenemos cuyaprm a
Aires 1887-1891. 50 “ E sta Provincia de sus hilados y t e x i d o s con lo q
44 C o r o n a B a r a t e c h , op. cit., p . 1 1 9 . pal y acaso ú n ica riqueza, coinsiste ,en ^ jM daran, o a qu P . ^
45 Al lado de los teóricos ingleses y franceses, también los mercan ti- abastecen este Reyno y el de m anufacturas Inglesa . . . galta
listas y fisiócratas italianos (cf. N . R o d o l ic ó , Storia degli Ita lia n i, Flo­ p o dran venderlos a la Pa r , Cordova, Santiago de „ NEj
rencia 1954, p. 446, 452; L u z a t t o , op. cit., II, p. 188 sp.) ejercieron suerte espera a las Provincias de Oor ^ ^ de ^
notable influencia en la doctrina económica del Plata. En ese momento de este V irreynato, Pugno, e hacendados
la colonia italiana ocupaba en Buenos Aires el segundo lugar, después op. cit., p. 2 1 2 ). ... . . . gue el apoderado . D Balta.
6 a P0**-11®11653, (D.H.A., XII, p, 270 sqq., con los datos de 1809). 51 M . M o r e n o , R ePjes?n p , ' i ¿¡rigió al E xm o .S r. 1 J
.. R e v e n e , La Revolución de M ayo, p . 1 9 7 , n o t a 1. de las cam panas del Río Buenos Aires 187 ,
47 Ibid., p . 204. sar H idalgo de Cisneros (18Uy;,

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E L V IR R E IN A T O D E L r Íq DE LA PLATA
m a n f r e d K O S S O K
i 40 141

Y únicamente el libre intercambio con Inglaterra perm itiría sanear en


las arcas fiscales y reanimar tanto la im portación como la expor­ no las alusiones del delegado gaduano a la decadencia queMore- ~
tación (p. 5). Como “representante de 20.000 hacendados y la­ nazaba a la producción m anufacturera - y que, ramo
bradores”, manifestaba M oreno que ni el Cabildo ni el C o n sulado 5?- demostrado las discusiones en el seno del Cabildo, no m n S ' l
se preocupaban por fom entar la agricultura, sin la cual ningún d e m a g o g i a , sino m ención de u n hecho innegable—, a la vez que

Estado sobrevive. Como ataque personal a los m onopolistas ( “san­ c o n t r a a t a c a b a con la manifestación de que no puede estar bien

guijuelas del Estado” ), leíase allí que su proteccionism o sólo aspi­ una clase m ercan til que sólo es capaz de movilizar a herreros y
raba a elevar el precio de los artículos de contrabando que cons­ zapateros (ps. 69-71). A diferencia de Belgrano, Moreno no veía
tituían su comercio (pp. 14- 16). N o eran necesarios nuevos im ­ para la región del P la ta otras perspectivas de evolución que las
puestos, sino la apertura de los puertos, p a ra co n ju ra r la crisis de d e r i v a d a s del sector agrícola. 1
la agricultura merced a la exportación de cueros, sebo y cereales M oreno llegaba a l meollo de sus consideraciones al discutir
(!,p p . 2 4 -2 6 ). la identidad de los intereses político y económico de la población
Apoyándose en Filangieri, el “apóstol de la econom ía política”, c o lo n ia l. N u ev am en te apoyado en consignas anticolonialistas
en Smith y en las resoluciones de las Cortes en cu an to a la igual­ __que en p a rte c ita verbalm ente— de Filangieri, Moreno procura­
dad de derechos de las colonias, M oreno advertía sobre los peligros ba dem ostrar q ue solam ente el florecimiento económico y una
de considerar únicamente a América como objeto de u n a explo­ genuina ig u ald a d d e derechos podrían poner freno a las tendencias
tación mercantil unilateral (p. 31 sq.). E n ello estriba precisa­ separatistas de la C olonia. “El peso de la dependencia sólo se
mente la culpa histórica de Cádiz, lo que tam bién im pide que el tom a insoportable p a ra los hombres cuando está unido al agobio
Sr. Fernández de Agüero tome posición en la causa de la p a ­ de la m iseria y de la opresión” (p. 73), Con ello rozaba Moreno
tria (!). “Fue un monopolio tiránico el que usurparon los m er­ los lím ites q u e h a sta la m etrópoli más ávida de reformas estaba
caderes de Cádiz, para comerciar con A m érica con exclusión de obligada a respetar.54 _
los demás pueblos de E spaña. . . Cádiz siempre alzó el estandarte M as lo cierto es que ni la Corona “despótica ni las Cortes
en contra del bienestar de los demás p u e b lo s .. . ” (ps. 49, 51). “liberales” estaban dispuestas a renunciar a la tutela del imperio
¿Por que causa, se preguntaba M oreno, se oponen tan to al libre colonial; a u n q u e v a ria ra n los métodos, no se modificaba la esencia
comercio, si de todas maneras las nueve décim as partes de las del status colonial.55 L o m ás probable es que, al gozar de nueva
mercaderías negociadas en la región del Plata no son de origen libertad, la avidez financiera de los burgueses metTOP°
español?53 Con frases de notable sigor lapidario, que revelaban frente a la C olonia recuperase el tiempo perdí o, > co pe .

acuprHn T k ' Ca Consulado es tan to más n o tab le cu an to que, de


terratenípntpc6- ,e r? ento 1793) tam bién p o d ían in g resar en él los AÑ O PRO D U CTO S ESPA Ñ O LES P— * « £ «
V II n 4-fl'i ’ a k* cornercia n te9, em presarios y arm ad o res (D .H .A ., 1778 2.968 (3 % de un- 5.849 l *
tierras o «nfcül ■ . P° SEer para ell° de 80°0 a 12.000 pesos en 1779 20.723 puesto) v
reno que como C? Ulya ®nte’ C ontra esta trab a o lig árq u ica protestó M o- 1785 22.305
ala ¡ ¿ ¿ d T S a Í K Í . e^ us^ t a de R ousseau y com o cabecilla del 1790 19.562 ™ ,47
fue expulsado dp SU ProPaSanda d u ran te la R evolución h a s ta que 1795 117.702 ,,
(R. G a ille t-B o is en ^ í r '\ i ° * P°Tr reacci° n del elem ento conservador. 1800 8.084 .the fall of th
the Spanish American fíe* u r ’ XíiP‘ ^ s q ’ ^ ' ®P- R o b e r t s o n , Rise of 04 R. H. H u m p h re y s, Econom ic asp*c México, diciembre
. * N“™ Vork-Londres 1925, p. 142 « ,,.)• American E m pire > e n : R evista de Historia e . >
importaciones (en 468 e tasas adcaneras y relación de las d e 1950, n v 30, p. 454 sq. ¡b comercio en las Cortes en
P- 27 s p .) : ' eran *as siguientes (L e v e n e , Estudios,
x 55 Cf. el curso de los debates sobre libre
V a l l e I b e r l u c e a , op. cit., p. 120 sqq.

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^ -.i

EL VIRREINATO DEL Rio DE La plata


m a n f r e d k o s s o k 143
142
impuestos excesivos m erced a la libertad del com erá ■
con creces todo lo que había evitado hasta entonces la desidia Sin la cual es imposible progresar y aun existir, que d e l T ^ ’
feudal del absolutista poder central. ¿erarse c o m o fu n d a m e n to de todos los intereses del Estado Z n
“Hoy en día —concluía M oreno— el que m ira con recelo el te de v id a d e la a g ric u ltu ra de la artesanía, de las fábric* d i
comercio con la Gran Bretaña no puede ser un buen español”,** lo m a n u fa c tu r a y d e la in d u s tr ia J.60 1 ae la
cual viene a apoyar la tesis, defendida por R. H . Hum phreys, ¡ Así respondía el “T ercer Estado” del Río de la Plata ¡a qiue-
de la importancia de la expansión comercial europea como fac­ nes preguntaban p o r la justificación de su existencia! A la conso-
tor desencadenante del movimiento de m d e p e n d e n o ^ lidación económ ica y social, unida a la conciencia del propio
Ante la evidente agonía política de fines de 1809, se echa de valor, pronto siguió el despertar espiritual, hasta que una rebelión
ver que la reacción de la administración colonial ante estos ataques abierta traspuso la línea divisoria entre colonia y libertad. Con
de los terratenientes criollos y de la burguesía aliada con ellos fue ello se cerró el ciclo que, una vez más y a manera de conclusión,
tan típica como ineficaz. A pesar de la m ás estricta prohibición, queremos resum ir en los puntos siguientes:
pronto circularon algunos ejemplares de la “R epresentación” ; 1. Si fue precisam ente en el Río de la Plata donde el partido
una vez traducido al portugués por el célebre economista José da revolucionario form uló el programa de la emancipación, “un
Silva el tratado de M oreno se convirtió en catecismo del partido programa sustentado en la burguesía”,61 en su forma más pura
librecambista brasileño,58 y por fin pudo ser publicado en Lon­ y de más am plias repercusiones, ello se debió ante todo a que en
dres, en 1811.59 , esta región de la A m érica Española el sistema feudal no había
Entretanto, en Buenos Aires, la agitación seguía el rum bo que echado ta n hondas raíces como correlativo de la dependencia
había pronosticado M oreno: como una de ssu prim eras medidas, colonial y, p o r consiguiente, se hallaba mucho más superado que
la Junta de Gobierno del 25 de mayo de 1810 puso en practica sus en México o en el P erú a fines de la época colonial. No fue el
propuestas, que el derrocado régimen colonial había rechazado y encomendero, celoso de su autonomía feudal, sino el comerciante
silenciado. ( y el estanciero (que dependía de la función de intenne °
En lo futuro, el principal objetivo de los “patriotas fue ofre­ anterior) los que presidieron la fundación de la co orna y e ™
cer a los ciudadanos todos los medios para enriquecerse, como mieron sus características, sobre todo en lo concemien
único y seguro recurso para colmar las arcas del E stado; consi­ de avanzada, el litoral. Si bien la tesis de Bagú, ^ 62 Darece
derar como la mayor riqueza del m undo la que produce el suelo feudalismo fue superado por el “capitalismo cooni , per¿),
gracias a cultivos adecuados; compensar el peso insoportable de difícilmente aplicable a toda Hispanoamérica IP°1 re£erente a|
representa u n p u n to de vista metódico que, caracterís-
56 Al calor de los acontecimientos de 1 8 0 6 / 0 7 surgió el proyecto de Plata, tiende al menos a señalar el momen Qtra parte, la
Bernardo de Y riarte: “Sobre el riesgo de que perdam os las Americas, y
sistema que deberíamos adoptar para la conservación, evitando sigan e tico de la evolución. Allí, antes que en_ jQS Cementos de
ejemplo de las Colonias Angloamericanas” (British M useum , Eagerton población colonial tom ó en sus propias elementos algo
Ms. 3 8 3 ) . Allí se afirmaba que lo único capaz de evitar la pérdida de las comercio capitalista de la colonizacion esp tran sg red ió , con
colonias seria la implantación de u na plena igualdad de derechos entr® disimulados pero realm ente xistentes y c° extranjero, el radio de
españoles y criollos. U n intercambio vigorizado y de recíproca ig u a ld a d
aseguraría la lealtad de las co lo n ia s... ¡y las protegería del principal la ley o contra ella, pero siempre con apoy colonial,
enemigo, Inglaterra! acción que le señalaban la metropo y
57 H u m p h r e y s , op. cit., p. 4 4 6 : “El colapso del Im perio hispano­
americano fue simplemente ( ¡ lo que nos parece expresado en form a de­
masiado absoluta!) una expresión de la expansión com ercial de E uropa, 69 Ib id ., p . 2 4 4 s q .
y en particular de Inglaterra.” 61 Gil M unilla , L a Teoría, p. •
68 L e v e n e , La Revolución de M ayo, t . I , p . 2 4 0 s q . 62 B agó, E structura social, p. 4 .

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M A N F R É D K O S S O I l
E L V IR R E IN A T O D E L RÍO DE LA P l a TA
144 145

En el siglo xvm se dio el paso decisivo p a ra la liberación Al verse d esalo jad a en lo económico, España intentó •
dc las energías económicosociales, que socavarían y term inarían las previsibles consecuencias políticas de ese hecho a c u m T T
por eliminar el estado colonial. Los reform as borbónicas, dictadas restricciones de tipo m onopolista, con las qne É b « S S f f
en un principio por el interés de la m etrópoli, trasplantaron al nar el cam in o p a ra que la pred.ca en favor del librecambio „
Nuevo M undo la crisis del antiguo régim en, pero al m ism o tiem po imposible de a callar, se convirnera en franca propaganda sep’a i
echaron las bases de una gradual expansión de la burguesía en sus tista: tal proceso dem ostro que, en lo económico, la colonia ya
formas sociales y de producción, aunque sin liberarla todavía del estaba p e rd id a p a ra la m etrópoli mucho antes de 1810, y que la
atraso colonial. Ju n to con las consecuencias económ icas de 1778 revolución no representó más que un reconocimiento político
quedaban planteadas las premisas de 1810. de sem ejante estado de cosas. 1 ’
3. L a substancia progresista de las reform as coloniales encon­ 5. L a g a n a d e ría y el comercio, como factores determinantes
tró en el Río de la Plata el suelo m ás propicio. Después de la de la econom ía del P lata, no sólo determinaron su estructuración
creación del Virreinato, y en muchos aspectos d e consideración, social, sino q ue tam b ién plasm aron el carácter de las clases domi­
el centro de gravedad en lo político y en lo económ ico empezó a nantes de origen criollo, que se opusieron cada vez más a la
trasladarse de México y de L im a hacia Buenos A ires: u n proceso m inoría de p roveniencia europea.
que señalaba el triunfo del capitalism o com ercial sobre las formas T a n to en lo económ ico como en lo político, el centro de gra­
tradicionales de la economía colonial. El absoluto predom inio de vedad d e n tro del estrato criollo superior correspondía al sector
Lima y de México, en los siglos xvi y xvii , se cum plió bajo el terrateniente, q ue a p a rtir de 1776 se constituyó en factor predo­
signo de un feudalismo colonial en toda su integridad. Buenos m inante de la e stru c tu ra económica y social del Virreinato.
Aires aprovechó en cambio, como “colonia de m eros com ercian­ A pesar de los m oldes legales de orden feudal, tal desarrollo del
tes”, la decadencia de ese sistema que h ab ía hecho la grandeza latifundio n o asum ió el carácter de una “reacción feudal o bien
de México y de Lima. E n ese mismo aspecto se im puso igual­ de u n a “refeudalización” , como la que en Europa sena o a an
mente la primacía comercial de Buenos Aires frente a Lim a. En carrota histórica de la aristocracia. El predominio e m
contra de cuanto esperaba la Corona, los m onopolistas estable­ los estancieros eran fru to de u na evolución progresis a e .
cidos en Buenos Aires no lograron com pensar la explosividad eco­ mía, lo que p o r fuerza llevó a que también en e p una
nómica de semejante vuelco en la situación.
dicha fracción de las clases dominantes asPir^se, , paralelos
4. El auge económico del V irreinato no aum entó únicam ente función progresista. E n flagrante contraste con o q ¿e ]a
su capacidad p ara absorber m ercaderías europeas, sino que tam ­ europeos, los terratenientes no fueron vic „ convir-
bién lo transformó en un proveedor de m aterias prim as p a ra las
em ancipación sino que, como “burguesía .
crecientes necesidades de una E uropa en plena revolución indus­ tieron en colum na dorsal del m o v im ie n to , fueron sus po
trial. La penetración m anufacturera de E spaña era demasiado
superficial como para que hubiera podido aprovechar por cuenta primeros beneficiarios. , n e c e s id a d al

propia la riqueza de la provincia del P lata, p a ra despertar así un 6. L a evolución de la burguesía se a ap ^ ^ vez obedecía
genuino ínteres economico recíproco. Fue ese eslabón de la cadena marco im puesto p o r la orientación aSr*c° ’ rcado mundial. C°n
el que debilitó en cambio el influjo económico extranjero, princi­ a las necesidades de m aterias primas e , 0 bien por a
palmente anglonorteamericano, y por consiguiente el comercio su vuelco u n ila te ra l h acia la esfera e a . cQn ¡a produce1^
directo de Inglaterra con Buenos Aires y M ontevideo — sin pasar incapacidad de reu n ir el capital com ^ 0portunida
por Cádiz— se reforzó en proporción directa con su crecimiento m anufacturera, la burguesía colonial P ^ futura revoluci •
economico. convertirse en el único nervio a siempre a los m
Puesto que el cap ital comercial se su

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E L V IR R E IN A T O D E L r ío d e LA PLATA
147
m a n f r e d k o s s o k
146 ra de haber desarrollado esas premisas y razones con mayor ampli­
a d que cualquier otra parte de Hispanoamérica. “Buenos Aires
ses primarios del sector productor, la ausencia - o m ejor dicho la „ fue s o l a m e n t e el centro conductor de la revolución en el Virrei­
decadencia— de la m anufactura colonial lo obligo a depender nato del Río de la Plata. También se puso a la cabeza de la
del latifundio. Este compromiso de clases inevitable dentro de América española en el momento histórico de 1810... A diferen-
las condiciones coloniales, pero cuyo efecto tenía que ser de retar­ ia de los restantes centros revolucionarios de la América española,
do— impidió que la emancipación económica y política fuese Buenos Aires no triunfaron los conatos contrarrevolucionarios, y
también acompañada por una revolución social. Por cierto que tal desde Buenos Aires como desde Caracas— irradió la Revolución
reserva no invalida el concepto de “revolución burguesa” en su más allá de las fronteras del Virreinato y llegó hasta el Ecuador”.86
aplicación a Hispanoamérica, y sobre todo a la región del Plata,
entre 1810 y 1824 63 pero, sobre la base de nuevas investigaciones
de detalle, requiere una mayor precisión y delimitación de las
normas que, con alcance demasiado esquemático, se habían deri­
vado de la constelación de modelos europeos: de esta manera
podremos hacer plena justicia al fenómeno de la revolución
colonial.
7. Tal como lo documentaron el curso y el contenido de la
agitación que, tanto en lo economico como en política general,
llevó a cabo la oposición en vísperas del estallido revolucionario,
las ideas de los burgueses criollos estaban muy a la altura de su
tiempo. La calurosa acogida dispensada a doctrinas europeas y
norteamericanas, desde Raynal y Adam Smith hasta Paine y
Bentham, no era un simple movimiento de reflejo sino que, “como
argumentación para justificar apriorismos sociales”,04 dio expre­
sión adecuada a una legítima aspiración social. “El ritmo del
fenómeno capitalista desempeñó en la conquista de la indepen­
dencia una función que, si no tan clara y evidente, fue sin duda
más profunda y decisiva que el eco de la filosofía y de los enciclo­
pedistas. .. Los iniciadores, los conductores c ideólogos de esa
revolución no se anticiparon a las premisas y razones económicas l
de dicho acontecimiento, pero tampoco pasaron por encima de
ellos”.05 Buenos Aires, como corazón del Virreinato, pudo agra­
f
I
decer a la peculiaridad de su pasado colonial la ventaja históri- .. c f
•‘■'..UG-
03 Ya en el Congreso de Madrid, en 1 9 4 8 , se subrayaron las grandes
diferencias locales en cuanto al curso y al carácter del movimiento. Espe­
cialmente en lo que se refiere a la situación en el Perú, cf. G. P a c h e c o
V é l e z , La emancipación del Perú y la revolución burguesa del siglo
X V III, en Mercurio Peruano, año 3 9 , nov. de 1 9 5 4 , p. 8 3 2 sqq.
01 G il M u n il l a , op. cit., p . 4 5 8 . co L evene, La Revolución da Moyo, t. ¡P “
O5 M a r i Át e g u i , op. cit., p . 10 sq,

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"i . ■

ÍN D IC E

Pin.
Introducción ................................................................................‘ ~

j ___ Colonización española del Río de la Plata u

jj Nuevos aspectos de política colonial española en el


siglo X V I I I ............................................................ 31
j j j __Causas de la creación del Virreinato ...................... 47

.j y __ R ivalidad com ercial entre Buenos Aires y Lima . . . 65


A
,
Y
Y
v .
_Antagonismo
o
entre la ganadería y la agricultura ___ 76

' y j __A rtesanía y m an u factu ra a fines de la época colonial 105


i
y i l — A parición de u n partido revolucionario criollo-burgués 125

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