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Interpretaciones sobre la Revolución Francesa - Análisis historiográfico

Albert Soboul
“La burguesía se hubiera avenido sin duda a un compromiso que la hubiera asociado al poder, a imagen de la
oligarquía inglesa del siglo XVIII. La aristocracia se negó a ello obstinadamente. Todo compromiso chocaba
con el feudalismo: las masas campesinas no podían tolerar su mantenimiento, ni la nobleza en su conjunto
pensar en una supresión que significaba su decadencia. La burguesía constituyente se consagró durante largo
tiempo a buscar un compromiso político con la aristocracia, sobre la base del compromiso económico y
social que constituía la redención de los derechos feudales decretada en principio durante la noche del 4 de
agosto y organizada por la ley del 15 de marzo de 1790. La resistencia obstinada de la masa de pequeños
nobles que vivían en gran parte de la renta de la tierra, la voluntad decidida y agresiva de los campesinos de
acabar con todas las supervivencias feudales, pudieron más que la política de compromiso y de conciliación.
Para vencer, la burguesía debió decidirse por la alianza con las masas populares. Las masas populares
llevaban todo el peso del Antiguo Régimen: se les había hecho insoportable.
Las masas populares urbanas, artesanos y comerciantes, oficiales y aprendices, asalariados a domicilio y, en
menor medida, obreros de las manufacturas, fueron lanzados a la revuelta por el empeoramiento de sus
condiciones de existencia, puestas de manifiesto por los trabajos de C. E. Labrousse. De 1726-1741 a 1785-
1789 la persistente alza de precios produjo un aumento del coste de la vida del 62%. La parte del pan
constituía la mitad del presupuesto proletario medio: las variaciones estacionales de los precios del grano la
hicieron subir hasta el 88% en 1789. El alza de precios respetaba a las clases acomodadas, abrumaba a las
pobres. El alza nominal media de los salarios del 22% no llegó a compensar la de los precios: como de
costumbre, los salarios siguieron a los precios, pero sin alcanzarlos; más exactamente, el salario real sufrió
una baja del 25% aproximadamente. (…) Más que a la reivindicación de la libertad, las masas populares
urbanas fueron sensibles a la del pan cotidiano: ante todo les preocupaba la subsistencia. A la libertad
económica opusieron el derecho a la vida, más precisamente la tasación y la reglamentación. A la igualdad
de derechos que la burguesía reclamaba frente a la aristocracia, opusieron la «igualdad de goces »
Sin embargo, las masas campesinas constituían lo esencial de la población francesa, sin duda de 22 a 23
millones de hombres sobre un total aproximado de 25 . En 1789, la gran mayoría de los campesinos eran
hombres libres desde hacía tiempo, la servidumbre no persistía más que en algunas pocas regiones, sobre
todo en el Nivernais y en el Franco Condado. No por ello el campo estaba menos dominado por las
relaciones de producción feudales, como lo atestiguan los censos señoriales y los diezmos eclesiásticos. (…)
Añadamos al odio hacia los feudales el hambre de tierra que amenaza al campesino, agudizada aún más por
la expansión demográfica que caracterizó al siglo XVIII. Mientras que unos ciento treinta mil miembros del
clero se repartían, muy desigualmente desde luego, el 10% de las tierras, y la nobleza, que representaba
cerca de trescientas cincuenta mil personas, un 20%, al tiempo que la burguesía poseía por sí sola el 30% de
la propiedad territorial, la parte correspondiente a los 22 o 23 millones de campesinos era tan sólo del
35%[66] . Nunca insistiremos bastante en la importancia de la cuestión campesina en el centro de la
revolución burguesa: para Gramsci, el jacobinismo, que constituye la esencia misma de la Revolución
francesa, se caracteriza por la alianza de la burguesía revolucionaria y de las masas campesinas.
Estas profundas aspiraciones dan cuenta de las luchas sociales y políticas bajo la Revolución, de sus
vicisitudes y de su progreso: desde 1789 hasta 1793, asistimos a un ahondamiento de la lucha de la
burguesía contra la aristocracia, marcado por el papel creciente de las capas medias y las masas populares,
no a un cambio de naturaleza de las luchas sociales. En este sentido, no se puede hablar de un «cambio de
frente» de la burguesía tras la caída de Robespierre: tanto antes como después del 9 termidor, la aristocracia,
que no había depuesto las armas, continuaba siendo el enemigo principal. La Revolución francesa constituye
«un bloque»: antifeudal y burgués a través de sus diversos avatares.”

Extraído de: Lefevbre Georges (1939) 1789 Revolución Francesa disponible en:
https://adultosmayores.unr.edu.ar/wp-content/uploads/2020/05/Georges-Lefebvre-1789-La-revolucion-
Francesa.pdf

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