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¡ O L Í T I C A N A C I O N A L Y P O L Í T I C A
I N T E R N A C I O N A L
DEL I M P I R I O
Coafereacra pronunciada por el ^amarada
DEL IMPERIO
POR
EA DEL IMPERIO
como í mpe-
, como no sea en ©i con
Si por Imperio entendemos, como queda expuesto, un
orden universal inspirado en imperativos del espíritu y
realizados por la acción heroica, no nos es lícito hablar
de imperio británico. En 1938, dirigiéndome a un públi-
co obrero, procedente en gran parte de! socialismo nor-
Í4
teño, dije: EI marxismo ha difundido arteramente una
concepción tosca y materialista del imperialismo. Para
Lenin, en su terminología neomarxisía, imperialismo és ia
etapa final del capitalismo, es decir, !a etapa de ios
grandes monopolios, las concentraciones de! capital, la
rivalidad rapaz de ios financieros, la lucha por ¡os mer-
cados y e! reparto sangriento de la colonia. En este sen-
tido puede hablarse del imperialismo yanqui, y no es una
5
cosa muy superior a todo esto el imperialismo británico/
son
é punto de la
zada por io de Id ación i
América del Norte. Pero sin
nes a la historia, quiero citar —como
y
Nada como la
presión de
de los
sanitaria; el problema de! ísmo, como
t la moral británica
ano por
caso
Estos datos, provenientes de publicaciones oficiales
inglesas o de organismos afectos a Inglaterra, son bien
elocuentes. Inglaterra ejerce sobre la producción mun-
dial do quinina un control casi absoluto. Con la quinina
se han amasado muy sólidos capitales. Pero ia quinina
de control inglés no va, sino en parte deliberadamente mí-
nima, a aliviar la epidemia indo^tánica. Un pueblo pa-
lúdico es siempre un pueblo sumiso. Liquidar el paludis-
mo en la India, o reducirlo (pues su completa elimina-
ción sería imposible), equivale a liquidar también la do-
minación inglesa.
Y en esta inasistencia médica, deliberada e inhuma-
na, extensiva —con el paludismo— a otras muchas do-
lencias, se basa una buena parte del predominio britá-
nico sobre la gran colonia enferma. La política sanitaria
africana, en cambio, es muy distinta. El negro no posee
la conciencia histórica que el indio, ni ¡a acucia la rebel-
día nacionalista. El negro es, además, el bracero indis-
pensable, la insustituible mano de obra en ¡as explota-
ciones. La población negra es, en absoluto y en propor-
ción, muy inferior a la india. Un bracero indio, agotado
o muerto por el paludismo, es sustituíble siempre. Miles
de nuevos obreros palúdicos esperan su turno para lle-
nar durante diez años un puesto en el trabajo. Pero el
negro no es igualmente sustituíble. Estas razones econó-
micas coinciden con una superior política sanitaria en el
continente negro. Y, sin embargo, allí las dificultades son
mayores. Como dice el holandés Van Seidam, "el con-
,,
tinente negro debía ser llamado el continente palúdíCO
(Chininum, Amsterdam, 1925, p. 19). Pero no importa que
las dificultades sean mayores en la quinización del ne-
gro que en la de! indio. Inglaterra vence estas dificulta-
des, porque también son mayores los beneficios.
en - i
no impero por la tuerza y el espíritu. O simplemente, no
su prepotencia sin retroceder ante ios
aún. l i f t é
fundamentos e¡ derecho natura!. -
Inglaterra no defiende un orden definido y propio de
ideales, capaz de una proyección sim-
plemente, la democracia como instrumento político para
impedir la unidad del pdís sometido. Le falta e.sta esen-
cial condición df poder la de ser
una
rak, de Mesopotamia,
Por estas razones, que dejo simplemente esbozadas,.
pues entrar detalladamente en el análisis de la Com-
monwealth no es el objeto de esta conferencia, no puedo
entender como Imperio el conjunto de países que Inglate-
rra dirige.
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Con todo ello, y aún proclamando la espléndida ca-
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LA POSICION DE ESPAÑA
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España
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POLITICA INTERIOR
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re na a contraste, no queda
pañolas, el nacionalsocialismo' ha
Porque la trama
Sólo un país de! pasado y la solera imperial de Es-
paña puede tener el gesto de saludar con objetividad y
fraterna-.admiración —sin humillación y sin envidia— el
ademán imperial de otro pueblo. Nos sumamos a ese
gesto ciertos españoles: los que reconocemos que Ale-
mania lucha hoy por ¡a dignidad del mundo. Las armas
alemanas no defienden hoy solamente la existencia de
un pueblo, o la reivindicación, como dice la Geopolítica
alemana, de un espacio vital. Defienden algo más que
eso. Defienden incluso algo más que la cultura alema-
na y el nacionalismo de señera ascendencia fichteana.
Al margen de su voluntad concreta de victoria, Alema-
nia defiende, de hecho, la dignidad de la vida europea,
la posibilidad de un arte, de una poesía, de una acti-
vidad intelectual que no esté limitada en el horizonte del
materialismo histórico.
'•¿•i í.'Jf,
-—en
han aplaudido a Eisenhower y Monfgo
de la heroica defensa
visto las caras de los
sonrisa de satisfacción y de esperanza
de la
Y esta es o no
ir
día a día los
sustraerse a la , co m o
no se a
cósmica.
Hacia la i
los dos polos del derrotismo español. El polo revanchis-
ta del marxismo. Y el polo atildado de aquel dandismo...
Concluyo.
En 1933, en 1935, el nacionalsindicalismo clamaba por
los destinos universales de España. Quiero citar sólo vo-
ces ilustres. En el Imperio se plenifican los pueblos, decía
José-Antonio Primo de Rivera. España, potencia de Impe-
rio, precisaba Ramiro Ledesma. Por aquellas fechas el
nacionalsindicalismo anhelaba el poder para trasmutar
—con limpia dialéctica— en política imperial la política
nacional.
una
vieja y nueva
Esa juventud,
na rá
erudito. N o es