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La actividad física ha sido definida por la OMS como todo aquel movimiento del cuerpo
producido por los músculos esqueléticos que demanda un gasto de energía. Cuando hablamos
de actividad física nos referimos a los movimientos que realizamos al caminar, andar en bicicleta,
practicar deportes, así como aquellos durante las actividades laborales, de juego, al realizar
tareas domésticas, transportarnos y en actividades recreativas.
El ejercicio físico es un tipo de actividad física, pero nos referimos a ese término cuando
consideramos que los movimientos sean estructurados y se repitan con el fin de mejorar o
mantener alguna aptitud física.
Puedo ser activo/a físicamente y no realizar ejercicio físico, por ejemplo si me mantengo en
movimiento gran parte del día, entre transportarme hacia el trabajo, paseos, estando en mi casa,
etc. Asimismo, puedo hacer ejercicio físico y sin embargo ser una persona sedentaria o inactiva
físicamente si, por ejemplo: una o dos veces a la semana realizo ejercicio por una hora, pero el
resto del tiempo durante las horas de trabajo, ocio, actividades del hogar, y otras, permanezco
sentado/a.
Existe un amplio consenso entre profesionales acerca de los beneficios, tanto físicos como
psicológicos, que se obtienen al realizar actividad física en forma regular. En relación con la salud
física, muchas de las enfermedades que hoy se encuentran entre las 10 principales causas de
muerte pueden prevenirse o mejorar su curso si mantenemos una vida activa de forma regular.
Por ejemplo, la actividad física disminuye el riesgo de padecer cardiopatías e infartos, y de morir
por accidentes cerebrovasculares; ayuda a prevenir la diabetes, mantener un peso saludable y
prevenir la obesidad; también reduce el riesgo de padecer hipertensión y algunos tipos de
cánceres como el de mama y colon.
La actividad física insuficiente, es decir, cuando no se cumple con las recomendaciones mínimas
de actividad física según la edad, es considerada como el cuarto factor de riesgo de desarrollar
Florencia L. Koutsovitis
Lic. En Psicología | MN: 57.796
una enfermedad no transmisible y de morir de forma prematura por esa causa, sólo superada
por la hipertensión arterial, el consumo de tabaco y la diabetes mellitus.
Sin dudas no es sencillo incluir la actividad física en nuestras rutinas cotidianas, y es natural que
se perciban ciertos obstáculos a la hora de intentar ser más activo/a físicamente. Existen varios
mitos y creencias que pueden funcionar como obstáculos a la hora de intentar llevar adelante
este hábito saludable, algunas de los más frecuentes son:
1) El ambiente o lugar de la actividad/ejercicio, por ejemplo: considerar que los lugares donde
mejor podré hacer actividad física están lejos (parques, gimnasios, bicisendas) o que el clima no
acompaña;
2) El tiempo que demanda, por ejemplo: creer que el realizar actividad física lleva mucho
tiempo;
3) Impide cumplir con otras responsabilidades del hogar, por ejemplo: considerar que hacer
actividad física quita tiempo para ocuparse de los quehaceres del hogar o el cuidado de
familiares;
4) El esfuerzo físico que implica, por ejemplo: creer que uno quedará agotado y/o sin fuerza
para continuar con otras actividades luego de realizar actividad física;
5) La seguridad, por ejemplo: considerar que podría lastimarme realizando actividad física;
Sin embargo, quienes habitualmente tienen dificultad para ser más activos/as físicamente no
suelen considerar que los diferentes obstáculos y creencias pueden identificarse a la hora de
planificar la actividad que se desea realizar, buscando múltiples formas de atravesarlos
eficientemente.
Florencia L. Koutsovitis
Lic. En Psicología | MN: 57.796
o simplemente para bailar y mover el cuerpo unos minutos, sería un ejemplo en donde no
preciso de un ambiente especial, con equipamiento específico o al aire libre.
2) Muchas personas llevan una rutina con jornadas extensas de trabajo, con muchas actividades
a la vez o simplemente con mucho tiempo de transporte desde y hacia sus casas. En estos casos,
en vez de intentar sumar tiempo extra para hacer actividad, es preferible empezar
reaprovechando los momentos de mi rutina, tal cual está. Por ejemplo, en mi horario de
almuerzo puedo tomarme unos minutos para caminar antes o después de comer; subir un piso
por escalera y el resto por ascensor; bajarme una parada antes del colectivo y caminar unas
cuadras al llegar a mi hogar, etc.
3) Es habitual pensar que el rato que tome para hacer actividad física, será “tiempo perdido”
para avanzar con otras responsabilidades y ello implicará un gran esfuerzo y cansancio físico
posterior. Sin embargo, cabe recordar que muchas personas que realizan actividad física de
forma regular refieren que les brinda un plus de energía para ocuparse luego de otros
quehaceres con mayor eficiencia, logrando descansar mejor al final del día.
4) Si temo lastimarme, o que la actividad física perjudique mi salud en algún sentido, puedo
plantearle a mi médico de cabecera qué tipos de actividad física son seguros y me harán bien, y
sopesar en conjunto cuál de esas actividades creo que podría realizar. Siempre es preciso que
realicemos una actividad física segura en función de nuestra condición previa, pero también
acorde a nuestros deseos y preferencias.
Florencia L. Koutsovitis
Lic. En Psicología | MN: 57.796