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3. Hacer deporte
Hacer deporte es la piedra angular del bienestar. Si bien existen formas específicas de mejorar el
bienestar anímico y mental, el deporte no sólo se trata de poner en forma nuestro cuerpo: tiene
grandes beneficios anímicos y mentales. Practicar ejercicio no sólo desentumece nuestro cuerpo
(podemos llegar a sufrir contracturas en las cervicales por causa del sedentarismo de la rutina, que
pueden provocarnos fuertes dolores de cabeza), sino que también lo ejercita, evitando que se atrofie.
Además, desarrollar nuestra musculatura mejora nuestro aspecto físico y la auto-percepción de los
individuos, dándoles mayor confianza en sí mismos. Además de esto, el deporte aporta un momento
de colectividad en la rutina semanal que es muy beneficioso para los individuos: el trabajo y el
disfrute lúdico en equipo fortifican nuestra interacción social de una forma muy positiva. De todas
formas, el ejercicio físico se puede practicar también en solitario (en un gimnasio)o en nuestro
mismo hogar, con rutinas de ejercicio diarias. Recordemos que el ejercicio físico produce
endorfinas, lo cual equivale a sentir felicidad mientras lo realizamos.
5. Establecer rutinas
Las rutinas son la base de una vida saludable y satisfactoria. El caos horario no beneficia nuestra
plenitud, todo lo contrario: desestabiliza nuestro cuerpo, su horario para el hambre y acaba
perturbando el ciclo del sueño, pudiendo llegar a provocarnos insomnio (un problema muy serio
actualmente). Un esquema siempre ayuda a pensar de forma ordenada: no se trata sólo de organizar
las tareas diarias, sino de construir en nuestra mente una forma de pensamiento organizada y
ordenada, enfocada hacia una dirección concreta. Los horarios y las rutinas hacen entrar nuestras
vidas en una dinámica que facilita sacar adelante todos nuestros deberes en menor tiempo y de
forma mucho más satisfactoria, evitando el estrés.