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IGREDIENTES:
500 g de chocos
•Sal
•100 g de harina de garbanzo
•Aceite de oliva para freír
•Limón
ELABORACIÓN:
En primer lugar, lavamos muy bien 500 g de chocos bajo el chorro de agua fría. Si
hemos usado chocos congelados, los sacamos del congelador un día antes de
usarlos y los llevamos directamente a la nevera para que se vayan descongelando
poco a poco.
Separamos el cuerpo de los chocos de los tentáculos. Para esta elaboración, solo
usamos el cuerpo de los chocos, pero los tentáculos pueden usarse para preparar
un arroz, un caldo o incluso cocidos para preparar un salpicón. Una vez separados
los tentáculos del cuerpo, nos quedarán unos 300 g de chocos.
Cortamos el cuerpo de los chocos, con ayuda de unas tijeras de cocina, en tiras de
1,5 a 2 cm de grosor.
Para que los chocos queden más tiernos, les ponemos un poco de sal y los
llevamos a la nevera 1 hora. De esta manera, soltarán parte del agua que contienen
lo que facilitará que queden tiernos al freírse.
Transcurrida la hora de reposo en nevera, secamos las tiras con papel absorbente.
A continuación, preparamos un plato con 100 g de harina de garbanzo.
Enharinamos los chocos con la harina de manera que queden bien cubiertos y
después los sacudimos para eliminar la harina sobrante, de manera que queden
sueltos.
Preparamos un cazo con abundante aceite de oliva. Cuando el aceite alcance entre
unos 170-180 ºC, freímos los chocos en tandas pequeñas para no bajar la
temperatura del aceite y para que se frían con bastante espacio entre ellos. Para
que queden bien crujientes y algo dorados, freímos cada tanda de chocos sobre 2
o 3 minutos.
Retiramos los chocos fritos con una espumadera y los pasamos a un plato con
papel absorbente para eliminar el exceso de grasa de la fritura.