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El bebé normal desde el


punto de vista psicológico
Remei Tarragó

L A S ETAPAS D E L D E S A R R O L L O

Se ha descrito el desarrollo en forma de etapas consecutivas señaladas


por la aparición y perfeccionamiento de funciones y comportamientos
que se consideran fundamentales porque representan un cambio muy
importante para que el niño progrese. E l niño, en su desarrollo, es un
ser que se transforma continuamente, siendo diferente de una etapa a
otra. Estas transformaciones se producen en cortos lapsos de tiempo si
se compara con las que hará en el resto de su vida.
Para conocer el desarrollo infantil, debemos abarcar a este ser tan
cambiante, el niño, como una entidad global, es decir, estudiando su
personalidad, que es la organización dinámica, en la vertiente psíqui-
ca, de los aspectos biológicos (morfológicos, fisiológicos), afectivos
(pulsiones instintivas, emociones, sentimientos) y cognitivos (inteli-
gencia) del individuo, todo ello en interacción con el marco ambiental
que le rodea.
Conocer la personalidad del niño comprendiendo todos los aspectos
antes citados requiere una visión amplia, ya que funciones aparente-
mente tan separadas de la psicología como pueden ser la marcha bípe-
da voluntaria, una función motora, implica una connotación psíquica
importante, ya que el niño tiene que ejercer un grado suficiente de au-
tonomía (tiene que diferenciar y priorizar sus deseos); un afecto en una
relación interpersonal (dirigirse hacia una persona que estima o apartar-
se si la teme); a veces una oposición (negarse a acudir cuando le llaman,
huyendo del adulto); y también reafirmar su identidad, su Yo, tanto por
sentir su cuerpo en movimiento en comparación a otras personas u ob-
jetos, como sirviendo para enriquecer el esquema corporal y la organiza-
ción temporal y espacial (Cantavella y Tarragó, 1992).

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Remei Tarragó

PRINCIPALES TEORÍAS D E L D E S A R R O L L O

PSICOLÓGICO INFANTIL

Presupuestos básicos
- Teoría Madurativa: L a secuencia del desarrollo está determinada
por factores biológicos y la historia evolutiva de las especies.
- Teoría Psicoanalítica: E l desarrollo depende de la interacción en
la relación interpersonal, con sus componentes dinámicos, es-
tructurales y secuenciales basados en la evolución de los impul-
sos instintivos y su satisfacción.
- Teoría Conductual: E l desarrollo se realiza de acuerdo con las le-
yes del aprendizaje, considerando de gran importancia los acon-
tecimientos ambientales.
- Teoría Cognitiva: E l desarrollo consiste en la adición y modifica-
ción de estructuras. E l organismo asume un papel activo en este
progreso.

Fundamento filosófico
- T . Madurativa: Teoría de la recapitulación filo-ontogenética.
- T . Psicoanalítica: Génesis relacional e instintiva del psiquismo.
- T . Conductual: L a mente primitiva es una tabula rasa.
- T . Cognitiva: Predeterminismo.

Cómo estudian el desarrollo


- T . Madurativa: Usando grabaciones filmadas.
- T . Psicoanalítica: Observación de niños a través del juego, de las
asociaciones libres y del estudio de los conflictos intrapersonales.
- T . Conductual: Paradigmas de condicionamiento y modelado.
- T . Cognitiva: Resolución de problemas en puntos de transición
del desarrollo.

Areas de mayor impacto


- T . Madurativa: Crianza del niño e importancia de los determi-
nantes biológicos.
- T . Psicoanalítica: Desarrollo de la personalidad y relación entre
relaciones interpersonales y conducta.
- T . Conductual: Análisis sistemático de la conducta, control y
tratamiento de conductas desviadas.
- Aplicaciones educativas.
- T . Cognitiva: Comprensión de los procesos cognitivos.
(Adaptado por M . Miró)

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El bebé normal desde el punto de vista psicológico

Se está de acuerdo en que el desarrollo se produce por la interacción


entre el individuo y su ambiente. Para nosotros, la dinámica de este
proceso se realiza desde el punto de partida de las organizaciones inna-
tas de donde surgen las capacidades adaptativas, pero ya desde el primer
momento de nacer entrará la acción modificadora del medio humano,
a la que el bebé responderá con sus correspondientes correcciones, de-
rivadas, en un principio, de su competencia para progresar y del grado
de vulnerabilidad a los estímulos.

Diferencias entre los tres campos de los factores


del desarrollo: funciones neuropsíquicas, cognición
y afectividad
E n condiciones normales, el desarrollo de las funciones neuropsí-
quicas está más ligado a la maduración del Sistema Nervioso Central
( S N C ) y, por lo tanto, es menos influenciable por la acción del entorno.
Con relativa poca diferencia, los niños se sientan, andan, hablan, ma-
nipulan, etc., alrededor de la misma edad. Claro que estas afirmaciones
son válidas sólo si nos referimos a niños adecuadamente estimulados,
función que depende del entorno.
E n la cognición la maduración del S N C y la acción del entorno se
nivelan más en la influencia que tienen en su desarrollo.
E n la afectividad, predomina más la influencia del entorno ya que va
más estrechamente ligada a la relación interpersonal.

Interdependencia de los tres campos del desarrollo


Por todo lo dicho, no podemos entender el desarrollo como si los tres
campos de los que hablamos estuviesen desvinculados uno del otro. J .
Piaget (1968) dijo que "la afectividad es el motor de la inteligencia y no
puede existir un buen desarrollo cognirivo sin un buen desarrollo afecti-
vo y a la inversa". Las funciones neuropsíquicas entran en el desarrollo de
la afectividad y la cognición y a su vez están influenciadas por éstas.

DESARROLLO NORMAL D E LA PERSONALIDAD D E L NIÑO:

E L PRIMER A Ñ O D E VIDA

El recién nacido
Abarcaremos un período que comprende el primer mes de vida.
Se ha dicho del recién nacido que era como un libro abierto con las
páginas en blanco y que era el ambiente social el que iría escribiendo
y llenando las páginas. E l niño se creaba y moldeaba al modo como el

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escultor hace de una masa informe de arcilla. Pese a que el recién nacido
nos da la impresión, en parte real, de inerme, desvalido, totalmente in-
capacitado para valerse por sí mismo, no obstante, posee unas aptitudes
innatas, verdaderamente sorprendentes, para enfrentarse al mundo y
actuar participando en su propio desarrollo.
Citaremos algunas de las capacidades presentes en el recién naci-
do:
A la salida del útero, él es capaz de girar su cabeza en dirección a
la voz humana, con expresión de gran interés en su rostro. Es muy
sensible a las voces de timbre agudo, como es la femenina, y pronto de-
muestra su preferencia por la de la madre. Fija la mirada en un objeto
colocado a 25-30 cm de sus ojos, prefiriendo los que tienen manchas
oscuras y aún más si simulan una cara, pero que mirará menos tiempo
si la deformamos groseramente. Puede seguir los desplazamientos del
objeto a uno y otro lado con los ojos y a c o m p a ñ a n d o el movimiento
con el giro de la cabeza. Esta focalización y orientación es más eviden-
te si el estímulo visual es la cara humana. Se refuerza esta realización
si aquellas maniobras se acompañan de sonidos y más aún si es la voz
humana. A las dos horas de haber nacido, puede imitar el gesto de
sacar la lengua y, pocos días después, esta imitación se amplía a abrir
la boca y emitir sonidos vocálicos si el adulto lo hace ante él (Spitz,
1969).
Sabemos que, a nivel del desarrollo psicomotor, durante el primer mes
es capaz de levantar la cabeza. Existen los reflejos arcaicos como la pren-
sión palmar o grasping, babinsky, moro, reflejo de la marcha automática,
tónico-cervical y el importante reflejo de succión.
E n esta etapa su lenguaje es el llanto que expresa hambre, dolor, cora-
je, susto, y también es un reclamo afectivo, es su forma de comunicar.
La secuencia de aparición de los sucesivos logros motores es práctica-
mente la misma en todos los niños, pero la rapidez de su progresión es
variable.

Desarrollo de la prensión
E l bebé pasa desde el reflejo arcaico áe[ grasping Í poder mantener,
a los tres meses, un objeto en su mano, mientras que a los cinco meses
ya es capaz de cogerlo por sí mismo. A los seis meses, el niño puede
pasar los objetos de una mano a otra. A los nueve meses, deja caer
voluntariamente los objetos y está atento al ruido que hacen al chocar
contra el suelo. A los diez meses, el niño hace la pinza con el pulgar y
el índice.

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Desarrollo de las posturas de locomoción


La marcha automática se observa durante las dos o tres primeras
semanas de vida, para desaparecer después.
A los tres meses, el bebé, acostado boca abajo, puede mantener
erguidos la cabeza y los hombros extendiendo completamente las ex-
tremidades inferiores. Hacia los seis meses, puede mantenerse sentado
unos segundos sin ayuda. Hacia los ocho meses, puede mantenerse sen-
tado con estabilidad.
Hacia los seis meses, el lactante se mantiene de pie si se lo sujeta,
y a los ocho meses se sostiene apoyándose en los muebles. A los doce
meses, camina con apoyo e inicia la marcha autónoma.

Desarrollo cognitivo y del lenguaje


E l desarrollo cognitivo del lactante puede definirse como el desa-
rrollo de los procesos gracias a los cuales éste adquiere informaciones
sobre su entorno, sobre sí mismo y sobre sus relaciones con su entorno.
Las alteraciones de dicho desarrollo constituyen una parte importante
de la patología neuropsíquica de la primera infancia. Ésta es una de las
razones por las que el clínico está interesado en el conocimiento del
desarrollo cognitivo del bebé. E l desarrollo del lenguaje, estrechamen-
te vinculado al de la inteligencia al igual que al de la vida afectiva o
relacional, evidentemente, es también esencial (Kaye, 1982).
Recordaremos algunos puntos esenciales de la teoría de Piaget
(1968), que sigue siendo la referencia teórica central en cuanto se refie-
re al desarrollo cognitivo.
Este autor describe el desarrollo en seis campos de la actividad cog-
nitiva: los esquemas operativos, la noción de objeto, la imitación y las
nociones de tiempo, espacio y causalidad.
Según Piaget, el desarrollo de la inteligencia en el niño pasa por
una serie de estadios sucesivos. E l primero, llamado estadio sensorial y
motor, corresponde a los dos primeros años de vida.
E l primer estadio de la inteligencia sensorial y motriz se extiende
desde el nacimiento hasta el primer mes, llamado estadio del "ejercicio
de los reflejos".
E l segundo estadio, que comprende desde el mes hasta los cuatro
meses y medio, es el "estadio de las primeras adaptaciones adquiridas".
Se caracteriza por la existencia de reacciones circulares primarias, donde
la acción del bebé tiende a producir estímulos que suscitan de nuevo
dicha acción. Son acciones en las que participa el cuerpo del sujeto
experimentando con él.

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E l tercer estadio va de los cuatro meses y medio hasta los ocho o


nueve meses. Lo denomina estadio "de las reacciones circulares secun-
darias". Se caracterizan por la aparición de un objeto exterior al cuerpo
del bebé. Ya es capaz de relacionar sus movimientos con el efecto pro-
ducido. Ejemplo, el bebé que sacude el sonajero y percibe el efecto
producido al relacionarlo con el ruido.
E l cuarto estadio se extiende desde los ocho-nueve meses hasta los
doce meses, "estadio de la coordinación de los esquemas secundarios".
L a acción es un medio para conseguir un objetivo planteado de ante-
mano. Por ejemplo, el niño de 9 meses que llora cuando observa que la
persona que tiene a su lado se mueve o se aleja.
E l quinto estadio abarca de los doce a los dieciocho meses, "estadio
de las reacciones circulares terciarias y del descubrimiento de los nuevos
medios". Tiene el carácter de experiencias para ver, que constituyen en
el niño nuevos esquemas. U n ejemplo sería el del niño que golpea con
más o menos fuerza para conseguir distinta intensidad de sonido.
E l sexto estadio va hasta los dos años. Lo denomina de "la invención
de nuevos medios por combinación mental". Si un niño quiere realizar
una acción para la que necesita de las dos manos y tiene una ocupada,
dejará lo que tiene en la mano, hará su cometido y de nuevo cogerá lo
que tenía en sus manos. E n este caso, no ha habido tanteo o experimen-
tación para resolver el problema, sino una representación mental de una
combinación de esquemas con el objetivo de descubrir soluciones nuevas
para problemas nuevos. Este estadio indica que se ha completado la inte-
ligencia sensorial y motriz y que se inicia la inteligencia representativa.

Contacto, relación, diferenciación,


ansiedad ante el extraño
E n los últimos 15 años se han aportado una gran cantidad de obser-
vaciones que nos autorizan a decir que en el período de recién nacido
ya aparecen unas capacidades y conductas adaptativas que permiten al
bebé actuar sobre su congénere humano, estimulando la interacción,
enriqueciéndola o inhibiéndola. Ya en el inicio, el desarrollo tiene lugar
por las interacciones de dos series complementarias: el niño y su entorno.
Si el bebé con sus competencias actúa sobre la madre, la acción de ésta
puede potenciar o al contrario inhibir o trastornar las capacidades adapta-
tivas del bebé (Brazelton, 1990).
Para valorar el desarrollo se debe prestar atención tanto al adulto o
familia que tiene cuidado del bebé como a este mismo y también ob-
servar cómo transcurre la interrelación.

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Por la extrema precariedad del lactante, tan dependiente de las aten-


ciones y cuidados de sus progenitores, se ha dicho que el primer año de
vida venía a ser un segundo embarazo, "un embarazo extrauterino".
A l nacer, los sistemas orgánicos del bebé son muy inmaduros, sus
necesidades son urgentes y si los estímulos sobrepasan ciertos niveles, le
resultan abrumadores. Como se ha dicho, el recién nacido posee unas
capacidades innatas para poder adaptarse y controlar la información
pero, por un lado, es en extremo vulnerable y, por otro lado, ha de
ser "comprendido" para seguir progresando. Por eso el bebé necesita
constituir una unidad biológica con la madre, la cual compenetrándose
con sus necesidades, tanto físicas como emocionales, las satisface en la
medida justa y en el momento oportuno.
L a relación interpersonal se hace evidente con la "sonrisa social" del
tercer mes, junto con el diálogo emocional que la acompaña. Alrededor
del octavo mes manifiesta ansiedad ante la persona que le es desconocida,
"ansiedad ante el extraño", buscando la protección de quien conoce.
L a capacidad primitiva de interesarse por los objetos se incrementará
cuando su progreso psicomotor le permita cogerlos y manipularlos, lo
cual, junto con la percepción integrada de los órganos de los sentidos, le
llevará al conocimiento del objeto en cualquier posición que ocupe en el
espacio aunque se desplace o se oculte, acontecimiento que sucederá un
mes después del reconocimiento personal de su madre.
L a perentoriedad en satisfacer sus necesidades (mamar, dormir) ad-
mitirá espera con el paso del tiempo, con dilación cada vez más amplia.
L a voz de la madre, el tomarlo en brazos, jugar con él, ayudará al bebé
a demorar las satisfacciones más primitivas, introduciendo al mismo
tiempo otras de contextura relacional. A l finalizar el año ya será capaz
de pedir ser atendido en sus demandas comunicándolo mediante el
gesto y luego lo hará verbalmente. Todo esto constituye un paso social
importante: pasar de la señal, que la madre ha de interpretar, al signo
que expresa su demanda, y esto conducirá a un sentimiento de confian-
za en "el otro" y también en sí mismo al solicitar lo que desea y esperar
ser satisfecho.

Necesidades físicas y emocionales


L a precariedad del control sobre los estímulos que recibe, sobre los
sistemas fisiológicos así como sobre las respuestas que puede dar, junto
con la incapacidad de controlar las descargas emocionales que se pro-
ducen masivamente, hacen al bebé extremadamente vulnerable, espe-
cialmente durante las primeras semanas. Es por esta razón que la tarea

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de los padres ha de ser la de satisfacer las necesidades físicas y contener


las explosiones emocionales a través de un trabajo de empatia con la
situación del niño, interpretando sus estados y no sobrepasándose ni
en más ni en menos en los estímulos que le ofrecen con la finalidad de
conceder un espacio para que el niño pueda demostrar sus competen-
cias. C o n el creciente dominio en sus realizaciones psicofísicas a lo largo
del desarrollo junto con la experiencia de disponer de unos padres que
entienden y resuelven sus dificultades a la vez que calman sus explosio-
nes emocionales, el niño adquiere el sentimiento de seguridad para ir
por la vida permitiéndole ir pasando de "ser cuidado" a "cuidarse por
sí mismo".

Necesidades del lactante


De lo antes expuesto, se desprende que el niño necesita para poder
desarrollarse;
- Satisfacción inmediata pero ayudándole, poco a poco, a admi-
tir la espera en cuando ello sea posible. Ante las necesidades y
ansiedades del bebé, la madre o cuidador ha de establecer una
relación empática (Spitz, 1969).
- Ayudar al bebé en el establecimiento de ritmos según su propia
idiosincrasia.
- Las satisfacciones han de superar en mucho a las frustraciones.
- Contactos físicos.
- Responder a sus demandas de relación en sus variados aspectos.
- L a relación interpersonal ha de tener un contenido y un signifi-
cado tanto a nivel emocional como cognitivo. Es a través del pri-
mer nivel que se llega al segundo, pero un desarrollo satisfactorio
se realiza por integración de ambos factores.

Comportamientos aceptables
Los bebés tienen reacciones que parecen preocupantes pero que no
son patológicas, en la medida en que no sean demasiado intensas o
perduren más allá de este período.
- L a urgencia de sus necesidades orgánicas y la desesperación del
bebé, que no admite espera.
- Los llantos cuando se siente molesto y el adulto no sabe interpre-
tar qué es lo que le pasa.
- Predominio activo de la succión como necesidad ante diversas
causas.
- Inestabilidad fisiológica y emocional.

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- E l hecho aparente de su dependencia, sobre todo tan exclusivista


de la madre.
- Nivel muy bajo de tolerancia a la frustración aunque con ten-
dencia cada vez mayor a confiar en el adulto.

Sueño y alimentación
E n ciertos períodos del desarrollo, especialmente, en el primer tri-
mestre y durante el segundo año, los trastornos del sueño constituyen
un indicador importante del malestar. Los trastornos del sueño son
cada vez más frecuentes y traducen, en parte, el impacto de los nuevos
modos de vida y educación actuales. Los trastornos del sueño, por lo
general son benignos, pero no deben ser subestimados ni trivializados.
L a presencia de insomnio en el bebé tiene repercusiones considerables
en la dinámica familiar. E l clima de nerviosismo y de exasperación que
secunda a la falta de descanso es en sí mismo fuente de conflictos y mo-
tivo para que aumenten los trastornos iniciales del bebé.
Sólo la comprensión de los trastornos del sueño en una triple di-
mensión, médica, educativa y psicológica, permite una orientación te-
rapéutica adecuada. L a prescripción de fármacos no debe ser más que
una medida complementaria y limitada a un pequeño número de situa-
ciones precisas y nunca considerarla la primera medida.
Las necesidades de sueño de un recién nacido son de unas 17 horas
diarias. No obstante, las variaciones individuales son importantes y de-
penden de factores genéticos y de las condiciones en las que han trans-
currido el embarazo y el parto. A l final del primer año las necesidades de
sueño del niño son de unas 15 horas diarias y, por tanto, de dos siestas
durante el día. Estas cumplen un papel importante en la calidad del sue-
ñ o nocturno. Durante las primeras semanas de vida, el ritmo de sueño y
vigilia consiste en una sucesión de ciclos de 3-4 horas. Los desvelamien-
tos nocturnos son, por tanto, normales hasta el final del segundo mes. A
partir de los 3-4 meses el ritmo sueño/vigilia está marcado por un perío-
do nocturno y otro diurno. Su establecimiento se asocia a informaciones
genéticas, mientras que las condiciones de vida aseguran la sincroniza-
ción y estabilización de las fases (Lebovici y Weil-Halpern, 1995).
E l sueño del bebé se asocia a otros factores de su vida psicológica
y fisiológica. No se puede aislar el estudio del sueño de lo que sucede
durante la vigilia. Es frecuente encontrar trastornos del sueño asociados
a exceso de estimulación durante la vigilia. E l sueño del bebé es tan
frágil que cualquier condición externa inadecuada puede perturbar su
satisfacción (ruidos, exceso de calor, luz...). Por último, el sueño en este

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momento está estrechamente ligado a la satisfacción o insatisfacción


del hambre. L a comida de la noche suele ser necesaria hasta el final del
segundo mes.
Sin embargo, el sueño no es sólo una función neurofisiológica. Los
cuidados maternos (contacto, voz, calor, sostén) impregnan el sueño
con su carga afectiva y le permiten así al bebé abandonarse a él. Si existe
una adaptación suficientemente buena de las respuestas de la madre a
las necesidades del bebé en un marco afectivo que asegura la estabilidad
y el equilibrio del lactante, filtrando las excitaciones exteriores y velando
por una distribución equilibrada entre los períodos activos y períodos
de reposo, la madre juega un papel de colaboradora en la organiza-
ción de las funciones del lactante y supliendo la inmadurez mental y
física del bebé.
También sabemos que el bebé, con sus capacidades y competencias,
puede defenderse activamente contra los estímulos exteriores, en par-
ticular "habituándose a ellos" o modificando su estado de vigilia. Estas
capacidades varían según cada lactante (Brazelton, 1990).
Los insomnios del primer trimestre se consideran como funcionales
pero no debemos de dejar de explorarlos con un cuidadoso examen
clínico que elimine una causa orgánica.
Por lo general, son precoces desde el nacimiento, y se establecen de
forma completa al cabo de algunas semanas. Los insomnios llamados
comunes, que son los más frecuentes, están marcados por períodos de
sueño breves, despertares, lloros y llantos frecuentes.
E l insomnio desmesurado, es decir, cuando el bebé no cesa de llo-
rar ni duerme más de unas horas al día, tiene una repercusión familiar
importante trastornando el ritmo de vida de todos los implicados. Con
frecuencia crea un clima de exasperación y de agotamiento y, en con-
secuencia, de intolerancia. L a presentación más frecuente de este tipo
de insomnio es en forma de actividades motrices de descarga. Menos
frecuente es el insomnio tranquilo que permanece toda la noche con los
ojos abiertos, sin hacer ruido alguno. Esta forma es, en ocasiones, un sig-
no precoz de trastorno grave de la personalidad del bebé. L a evaluación
de la gravedad estará en función de su persistencia, de las características
del funcionamiento mental del bebé y de la accesibilidad del entorno.
E l análisis de las dificultades del bebé debe de estar ligado a las ca-
pacidades del profesional de escuchar, dejar que los padres expliquen la
vida de su bebé, ¿qué hace durante el día?, ¿con quién pasa los distintos
momentos de su vida? De esta forma, es posible que se pongan de ma-
nifiesto condiciones del entorno poco favorables para las características

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del bebé que ellos mismos irán modificando en la medida en la que


puedan ir descubriendo la importancia que tienen en el funcionamien-
to del niño. Muy a menudo, se somete al bebé a demasiados estímulos
de luz, sonido, lo cogen constantemente no respetando sus ciclos de
sueño, o de comidas. L a supresión precoz de las siestas repercute
en el sueño nocturno. Sin embargo, más allá de las condiciones edu-
cativas, debemos pensar en una distorsión en las relaciones madre-hijo
y, en particular, en la psicopatología materna.
Si el bebé está sometido a un exceso de solicitudes con una madre
excesivamente preocupada por los logros de su bebé, que lo estimula sin
cesar para satisfacer la imagen que tiene del bebé ideal determinará un
comportamiento ansioso que fuerza la comunicación con su hijo sobre-
estimulando constantemente su atención. E n tal caso, no respetan los
momentos de necesario aislamiento del bebé y olvidan con demasiada
frecuencia que el lactante puede tener también la iniciativa del princi-
pio o del término de sus intercambios (Brazelton, 1990).
Las dificultades con el sueño constituyen con frecuencia una expre-
sión de ansiedad. E l momento de ir a dormir activa la ansiedad de se-
paración y determina los rituales del acostarse. E n ocasiones, el lactante
parece tener miedo de dormirse y mantiene a su madre cerca de él, llora
y reclama la luz. E n ocasiones presenta ritmias de adormecimiento, se
trata de movimientos del cuerpo, movimientos laterales de la cabeza o
golpes de la cabeza contra la cama, balanceos. Son necesarios para dor-
mirse porque apaciguan las tensiones y ansiedad del lactante; pueden,
sin embargo, existir en el desarrollo normal.
E n algunas ocasiones los insomnios aparecen después de una situa-
ción traumática. Suelen aparecer tras intervenciones quirúrgicas o en-
fermedades diversas. También pueden ser secundarios al ingreso en la
guardería que traducen la inquietud del niño alejado de su objeto de
apego, lo cual reaviva sus ansiedades de separación.
Por último, vemos también que la excitación psíquica puede ser un
motivo de perturbación del sueño. Lo vemos especialmente en niños
con cierta precocidad verbal. E l sueño suele ser agitado, con dificul-
tades en la conciliación. L a significación de este insomnio alegre es
interpretada en forma de defensa maníaca ( M . Klein) como si el niño
negara la ruptura y la pérdida por el hecho de dormir y debiera recupe-
rar bruscamente el contacto con el mundo exterior.
Como podemos ver, el contexto en el que se inscribe un insomnio
es muy variado. Sólo en su conocimiento profundo podemos encontrar
los elementos apropiados para orientar la actitud de los padres.

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E n cuanto a la alimentación, en un 7 0 % de bebés normales pueden


hallarse dificultades en algún momento. Hasta el primer año de vida
ésta es la sintomatología más frecuente. Los síntomas más frecuentes
son la anorexia y los vómitos. Se ha demostrado que los trastornos de la
alimentación inquietan al entorno del bebé, generalmente, mucho más
que los trastornos del sueño.
Evidentemente, no sorprende que sean tan frecuentes y preocu-
pantes porque la alimentación está en el núcleo de la relación madre-
hijo.

Cólicos idiopáticos del primer trimestre


Las características de los cólicos son las siguientes:
- Se inician en las dos o tres primeras semanas de vida
- Se producen gritos frecuentes en un horario característico, por lo
general, postprandial
- Se calman con la alimentación, el chupete o el acunamiento
- Impresión de hambre y/o de sufrimiento del bebé expresada por
el entorno como "cólicos"
- Hinchazón abdominal y emisión de gases
- Trastornos digestivos ausentes o leves
- Apetito y aumento de peso conservados
- C o n frecuencia en niños vigorosos e hiperactivos
- Exámenes clínicos normales
- Benignidad de los trastornos que desaparecerán espontáneamen-
te en el segundo trimestre
Este síndrome de los cólicos, ampliamente estudiado por diferen-
tes autores, se considera con frecuencia como el encuentro, por una
parte, de un niño hipertónico, vigoroso, que reacciona vivamente a
los estímulos exteriores y a las demandas maternas y, por otra, con una
forma de sobreprotección materna relacionada con la ansiedad. Ésta
conduce a la madre a interpretar la menor reacción del bebé como una
llamada a calmar una manifestación penosa que éste pueda tener. Para
ello, le ofrece el pecho o el biberón y multiplica así, en ocasiones de
manera considerable, las comidas.
E n consecuencia, debemos analizar los cólicos en el contexto de
las interacciones precoces madre-hijo que suelen remitir bajo la acción
tranquilizadora del pediatra.
Existe semejanza entre los cólicos y otros trastornos funcionales ob-
servados en el primer trimestre y producidos en un contexto bastan-
te semejante. Se trata, en general, de trastornos benignos casi siempre

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alimentarios o digestivos, diarreas, estreñimiento, vómitos, cuya benig-


nidad contrasta con la ansiedad parental, su sufrimiento psicológico y
su aspecto "difícil de tranquilizar".
Para terminar, quisiera hacer notar al lector, como podrá observar
cuando compare lo dicho hasta aquí con lo que se explica en el aparta-
do " E l bebé y sus trastornos", del capítulo 1 2 , que la franja de la norma-
lidad no se separa del área de los trastornos por una línea bien definida,
sino que hay momentos en la evolución del bebé normal en que se pre-
sentan dificultades, incluso preocupantes. E n esos momentos, podría
ser difícil decidir en qué área nos encontramos. Sin embargo, que éstas
se resuelvan y que su evolución continúe en la franja de la normalidad
depende de la reacción del entorno, de la forma de conducirlo de los
padres, de las medidas que se tomen... E n otras ocasiones, precisamen-
te esa reacción del entorno, la ansiedad y las dificultades en conducirlas
bien, puede empeorar el cuadro y conducir a desarrollos posteriores
patológicos.

REFERENCIAS

BRAZELTON, T . BERRY Y CRAMER, B . G . (1990). La relación más


temprana: padres, bebés y el drama del apego inicial. Barcelona: Paidós
Psicología Profunda.
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