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L A S ETAPAS D E L D E S A R R O L L O
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Remei Tarragó
PRINCIPALES TEORÍAS D E L D E S A R R O L L O
PSICOLÓGICO INFANTIL
Presupuestos básicos
- Teoría Madurativa: L a secuencia del desarrollo está determinada
por factores biológicos y la historia evolutiva de las especies.
- Teoría Psicoanalítica: E l desarrollo depende de la interacción en
la relación interpersonal, con sus componentes dinámicos, es-
tructurales y secuenciales basados en la evolución de los impul-
sos instintivos y su satisfacción.
- Teoría Conductual: E l desarrollo se realiza de acuerdo con las le-
yes del aprendizaje, considerando de gran importancia los acon-
tecimientos ambientales.
- Teoría Cognitiva: E l desarrollo consiste en la adición y modifica-
ción de estructuras. E l organismo asume un papel activo en este
progreso.
Fundamento filosófico
- T . Madurativa: Teoría de la recapitulación filo-ontogenética.
- T . Psicoanalítica: Génesis relacional e instintiva del psiquismo.
- T . Conductual: L a mente primitiva es una tabula rasa.
- T . Cognitiva: Predeterminismo.
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El bebé normal desde el punto de vista psicológico
E L PRIMER A Ñ O D E VIDA
El recién nacido
Abarcaremos un período que comprende el primer mes de vida.
Se ha dicho del recién nacido que era como un libro abierto con las
páginas en blanco y que era el ambiente social el que iría escribiendo
y llenando las páginas. E l niño se creaba y moldeaba al modo como el
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escultor hace de una masa informe de arcilla. Pese a que el recién nacido
nos da la impresión, en parte real, de inerme, desvalido, totalmente in-
capacitado para valerse por sí mismo, no obstante, posee unas aptitudes
innatas, verdaderamente sorprendentes, para enfrentarse al mundo y
actuar participando en su propio desarrollo.
Citaremos algunas de las capacidades presentes en el recién naci-
do:
A la salida del útero, él es capaz de girar su cabeza en dirección a
la voz humana, con expresión de gran interés en su rostro. Es muy
sensible a las voces de timbre agudo, como es la femenina, y pronto de-
muestra su preferencia por la de la madre. Fija la mirada en un objeto
colocado a 25-30 cm de sus ojos, prefiriendo los que tienen manchas
oscuras y aún más si simulan una cara, pero que mirará menos tiempo
si la deformamos groseramente. Puede seguir los desplazamientos del
objeto a uno y otro lado con los ojos y a c o m p a ñ a n d o el movimiento
con el giro de la cabeza. Esta focalización y orientación es más eviden-
te si el estímulo visual es la cara humana. Se refuerza esta realización
si aquellas maniobras se acompañan de sonidos y más aún si es la voz
humana. A las dos horas de haber nacido, puede imitar el gesto de
sacar la lengua y, pocos días después, esta imitación se amplía a abrir
la boca y emitir sonidos vocálicos si el adulto lo hace ante él (Spitz,
1969).
Sabemos que, a nivel del desarrollo psicomotor, durante el primer mes
es capaz de levantar la cabeza. Existen los reflejos arcaicos como la pren-
sión palmar o grasping, babinsky, moro, reflejo de la marcha automática,
tónico-cervical y el importante reflejo de succión.
E n esta etapa su lenguaje es el llanto que expresa hambre, dolor, cora-
je, susto, y también es un reclamo afectivo, es su forma de comunicar.
La secuencia de aparición de los sucesivos logros motores es práctica-
mente la misma en todos los niños, pero la rapidez de su progresión es
variable.
Desarrollo de la prensión
E l bebé pasa desde el reflejo arcaico áe[ grasping Í poder mantener,
a los tres meses, un objeto en su mano, mientras que a los cinco meses
ya es capaz de cogerlo por sí mismo. A los seis meses, el niño puede
pasar los objetos de una mano a otra. A los nueve meses, deja caer
voluntariamente los objetos y está atento al ruido que hacen al chocar
contra el suelo. A los diez meses, el niño hace la pinza con el pulgar y
el índice.
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Comportamientos aceptables
Los bebés tienen reacciones que parecen preocupantes pero que no
son patológicas, en la medida en que no sean demasiado intensas o
perduren más allá de este período.
- L a urgencia de sus necesidades orgánicas y la desesperación del
bebé, que no admite espera.
- Los llantos cuando se siente molesto y el adulto no sabe interpre-
tar qué es lo que le pasa.
- Predominio activo de la succión como necesidad ante diversas
causas.
- Inestabilidad fisiológica y emocional.
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El bebé normal desde el punto de vista psicológico
Sueño y alimentación
E n ciertos períodos del desarrollo, especialmente, en el primer tri-
mestre y durante el segundo año, los trastornos del sueño constituyen
un indicador importante del malestar. Los trastornos del sueño son
cada vez más frecuentes y traducen, en parte, el impacto de los nuevos
modos de vida y educación actuales. Los trastornos del sueño, por lo
general son benignos, pero no deben ser subestimados ni trivializados.
L a presencia de insomnio en el bebé tiene repercusiones considerables
en la dinámica familiar. E l clima de nerviosismo y de exasperación que
secunda a la falta de descanso es en sí mismo fuente de conflictos y mo-
tivo para que aumenten los trastornos iniciales del bebé.
Sólo la comprensión de los trastornos del sueño en una triple di-
mensión, médica, educativa y psicológica, permite una orientación te-
rapéutica adecuada. L a prescripción de fármacos no debe ser más que
una medida complementaria y limitada a un pequeño número de situa-
ciones precisas y nunca considerarla la primera medida.
Las necesidades de sueño de un recién nacido son de unas 17 horas
diarias. No obstante, las variaciones individuales son importantes y de-
penden de factores genéticos y de las condiciones en las que han trans-
currido el embarazo y el parto. A l final del primer año las necesidades de
sueño del niño son de unas 15 horas diarias y, por tanto, de dos siestas
durante el día. Estas cumplen un papel importante en la calidad del sue-
ñ o nocturno. Durante las primeras semanas de vida, el ritmo de sueño y
vigilia consiste en una sucesión de ciclos de 3-4 horas. Los desvelamien-
tos nocturnos son, por tanto, normales hasta el final del segundo mes. A
partir de los 3-4 meses el ritmo sueño/vigilia está marcado por un perío-
do nocturno y otro diurno. Su establecimiento se asocia a informaciones
genéticas, mientras que las condiciones de vida aseguran la sincroniza-
ción y estabilización de las fases (Lebovici y Weil-Halpern, 1995).
E l sueño del bebé se asocia a otros factores de su vida psicológica
y fisiológica. No se puede aislar el estudio del sueño de lo que sucede
durante la vigilia. Es frecuente encontrar trastornos del sueño asociados
a exceso de estimulación durante la vigilia. E l sueño del bebé es tan
frágil que cualquier condición externa inadecuada puede perturbar su
satisfacción (ruidos, exceso de calor, luz...). Por último, el sueño en este
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