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LIC.

EDUCACIÓN DEPORTIVA
MATERIA:
FILOSOFÍA DEL PENSAMIENTO HUMANISTA CONTEMPORANEO

PROFESOR:
NORA HILDA BENAVIDES CRUZ

UNIDAD III EL HUMANISMO Y LA FORMACIÓN DE VALORES

PROYECTO:
ENSAYO

ELABORADO POR:
NAYELY HERNÁNDEZ SAMPAYO

FECHA DE ENTREGA:
SÁBADO 02/DICIEMBRE/2023
Introducción
En lo que concierne a los temas vistos previamente correspondientes a la
unidad tres, dentro de la materia “filosofía del pensamiento humanista
contemporáneo”, considero que son temas de gran relevancia en diversos
contextos de la vida cotidiana, pues son indispensables en la sociedad para
poder lograr una sana convivencia dentro de cualquier espacio social,
educacional o profesional.

En el contexto educativo, el humanismo juega un papel crucial al orientar la


formación de valores, ya que busca no solo transmitir conocimientos, sino
también cultivar virtudes y actitudes que contribuyan al bienestar individual y
colectivo. Los valores son principios que guían las acciones y decisiones de
las personas, moldeando su carácter y determinando la calidad de sus
interacciones sociales. La formación de valores implica un proceso continuo
que va más allá de la mera instrucción académica. La escuela y otras
instituciones educativas desempeñan un papel esencial al proporcionar un
ambiente propicio para el desarrollo integral de los individuos. La promoción
de valores como la responsabilidad, la honestidad, la tolerancia y la
solidaridad se convierte en un objetivo primordial para construir ciudadanos
comprometidos con el bien común. En este contexto, es importante
reflexionar sobre cómo el humanismo influye en la concepción y práctica de
la educación, fomentando un enfoque holístico que abarca tanto el
conocimiento como la ética. Asimismo, la conexión entre el humanismo y la
formación de valores resalta la necesidad de cultivar un sentido de
responsabilidad social, promoviendo la empatía y el respeto hacia la
diversidad.

A lo largo de esta exploración, se examinarán los diferentes aspectos del


humanismo y su relación con la formación de valores, destacando la
importancia de integrar estos elementos en los procesos educativos para
contribuir al florecimiento humano y al establecimiento de sociedades más
justas y equitativas.

Una educación humanista hoy


“si eres amigo de aprender, serás un gran sabio”.

El citado pasaje de Isócrates encapsula la esencia misma de la educación:


el despertar del deseo de aprender y la satisfacción de la innata necesidad
de conocimiento. En el proceso educativo, los educadores asumen la noble
tarea de cultivar no solo mentes ávidas de información, sino también almas
sedientas de comprensión y sabiduría.

Al dirigirnos a los educandos con el anhelo de despertar en ellos ese fervor


por el aprendizaje, estamos sembrando las semillas para la formación de
individuos no solo bien informados, sino también dotados de la capacidad
de indagar, cuestionar y comprender el mundo que les rodea. La educación,
entonces, se convierte en un viaje de descubrimiento donde el estudiante no
solo absorbe conocimiento, sino que también desarrolla la habilidad de
aprender a aprender, una destreza fundamental en un entorno en constante
evolución.

El mencionado consejo de Isócrates resuena a lo largo de los siglos,


recordándonos que el auténtico saber no es simplemente acumular hechos,
sino comprometerse activamente en el proceso de aprendizaje. La variedad
de ejercicios propuestos para la práctica de la oratoria ilustra la diversidad
de enfoques que pueden adoptarse para nutrir la mente y el espíritu. Así, al
diversificar las estrategias pedagógicas, se abre un abanico de
oportunidades para conectar con las distintas formas de inteligencia y
estimular el interés intrínseco del educando.
El acto de aprender se convierte, entonces, en un acto de amistad consigo
mismo, donde la curiosidad y la búsqueda de conocimiento se entrelazan en
un abrazo armonioso. La relación entre el educador y el educando se torna
en una colaboración, donde el primero actúa como guía y facilitador,
alentando al segundo a explorar, descubrir y aprender con alegría.

Hacia la restauración del modelo humanista de


educación en México: Una propuesta con el
potencial de formar hombres y mujeres cultos.
La influencia de la cultura griega en Roma, especialmente después de que
Grecia se convirtiera en una provincia romana en el siglo II a.C., marcó un
cambio significativo en la sociedad romana, incluyendo su vida educativa.
Este período de contacto cercano y frecuente con la cultura helenística
contribuyó a la adopción de elementos culturales griegos en la educación
romana, dando lugar a un nuevo concepto educativo: la humanitas.

La humanitas romana, aunque inspirada en la paideia griega, se


caracterizaba por algunas diferencias fundamentales. En primer lugar, la
humanitas romana se concebía como una educación moral. Más allá de la
adquisición de conocimientos académicos, se enfocaba en la formación
integral del individuo, cultivando virtudes éticas y ciudadanas. Este enfoque
ético contribuyó a la creación de ciudadanos conscientes de sus
responsabilidades morales y comprometidos con el bienestar de la
sociedad.

En segundo lugar, la humanitas romana era eminentemente literaria. La


importancia de la literatura en la educación romana no solo se limitaba a la
adquisición de habilidades lingüísticas, sino que también se consideraba
esencial para la formación de la mente y el carácter. La literatura clásica
griega se convirtió en un componente central de la educación romana,
influyendo en la manera en que los romanos comprendían la historia, la
filosofía y la retórica.

En tercer lugar, la humanitas romana se entendía como una educación


política. La formación cívica y la participación en los asuntos públicos eran
aspectos fundamentales de la educación romana. Se buscaba cultivar
líderes capaces de contribuir al bienestar de la República romana. Esta
orientación política de la humanitas reflejaba la importancia que se daba a la
ciudadanía activa y a la responsabilidad hacia la comunidad.

En resumen, la propagación de la cultura griega en Roma, tras la


incorporación de Grecia como provincia romana, desencadenó cambios
significativos en la educación romana. La adopción de la humanitas como
un nuevo paradigma educativo destacó la importancia de la educación
moral, literaria y política en la formación de ciudadanos romanos. Este
legado cultural dejó una marca indeleble en la historia de la educación
romana y contribuyó a la configuración de la identidad romana.

La formación de valores, una ética social.


a axiología es, de hecho, la rama de la filosofía que se ocupa de estudiar los
valores y las valoraciones. En su esencia, se centra en la teoría del valor,
examinando los fundamentos, la naturaleza y la clasificación de los valores,
así como los procesos de valoración que se aplican en distintas situaciones
del mundo físico y humano.

En el ámbito de la axiología, se plantean preguntas fundamentales como:


¿Qué es un valor? ¿Cómo se determina la importancia relativa de diferentes
valores? ¿Cómo se aplican y jerarquizan los valores en la toma de
decisiones y acciones humanas? La reflexión axiológica busca comprender
la naturaleza de conceptos abstractos como la bondad, la justicia, la belleza
y otros valores fundamentales que guían el comportamiento humano.

Los valores pueden ser entendidos como principios o cualidades que son
considerados deseables o importantes, y la axiología examina cómo estos
valores influyen en la percepción y la acción humanas. Además, se ocupa
de analizar cómo se lleva a cabo el proceso de valoración, es decir, cómo
las personas asignan importancia o significado a diferentes aspectos de su
experiencia.

En resumen, la axiología es esencial para entender la base filosófica de los


valores y cómo estos influyen en la toma de decisiones y en la construcción
de la realidad percibida. Su campo de estudio abarca tanto los aspectos
abstractos de los valores como los procesos concretos de valoración que
tienen lugar en la interacción humana con el mundo.

La axiología se enfrenta al desafío de determinar si los valores poseen


características específicas que los distingan y definan. En este contexto, se
han propuesto seis características fundamentales que buscan describir la
naturaleza de los valores.

La persona como eje fundamental del


paradigma humanista.
La educación no solo tiene implicaciones personales, sino que también tiene
un impacto en la sociedad en su conjunto. La trascendencia implica la idea
de que el proceso educativo va más allá de la esfera individual y contribuye
al bienestar y desarrollo de la comunidad.
La educación no solo tiene implicaciones personales, sino que también tiene
un impacto en la sociedad en su conjunto. La trascendencia implica la idea
de que el proceso educativo va más allá de la esfera individual y contribuye
al bienestar y desarrollo de la comunidad.

El aprendizaje se presenta como una correspondencia, un intercambio entre


los participantes en el proceso educativo. Este intercambio puede tener
lugar a través de la comunicación, la retroalimentación y la reflexión
conjunta.

En resumen, esta perspectiva resalta la naturaleza social y colaborativa de


la educación, reconociendo que el contacto con los demás y la participación
activa en la comunidad son fundamentales para el crecimiento y la
formación integral de la persona humana. La educación, vista de esta
manera, se convierte en un proceso dinámico y enriquecedor que va más
allá de la adquisición de conocimientos, abordando aspectos esenciales del
ser humano en relación con los demás.

Conclusiones
En conclusión, abordar una educación humanista en la actualidad implica un
llamado a la reflexión y la acción en la búsqueda de un equilibrio esencial
entre el desarrollo intelectual y la formación ética y moral. En un mundo
caracterizado por la rápida evolución tecnológica, la globalización y los
desafíos sociales, el enfoque humanista resurge como un faro que ilumina
el camino hacia una educación significativa y trascendental.

Hoy más que nunca, la educación humanista se presenta como una


respuesta necesaria para enfrentar los complejos dilemas éticos y sociales
de nuestro tiempo. En medio de la vorágine de la información y la
tecnología, la importancia de cultivar la comprensión, la empatía y la
responsabilidad social se torna crucial. La educación humanista no solo se
centra en el desarrollo de habilidades técnicas, sino que abraza la totalidad
del individuo, fomentando la conexión con los demás y promoviendo valores
que trascienden las fronteras culturales.

En un entorno educativo humanista, el estudiante no solo adquiere


conocimientos, sino que también se convierte en un agente activo de su
propio crecimiento personal y social. El diálogo, la tolerancia y la apertura a
diversas perspectivas son elementos clave en la construcción de una
comunidad educativa que refleje los principios humanistas. La educación se
convierte así en un proceso dinámico y enriquecedor, donde el intercambio
de ideas y la colaboración se erigen como herramientas fundamentales para
la formación de ciudadanos conscientes y éticos.

Además, la educación humanista hoy exige una adaptación continua a las


cambiantes realidades del mundo. La incorporación de la tecnología, la
promoción de la creatividad y la resolución de problemas, y la atención a la
diversidad cultural son aspectos fundamentales para una educación
humanista relevante y efectiva.

En resumen, la educación humanista en la actualidad no solo representa


una vuelta a los principios fundamentales de la educación clásica, sino
también una mirada hacia el futuro, reconociendo la necesidad de formar
individuos capaces de enfrentar los desafíos del siglo XXI con una
perspectiva ética y humanística. En este contexto, la educación se convierte
en un faro que guía a las generaciones actuales y futuras hacia un mundo
donde la comprensión, la empatía y el respeto son los cimientos sobre los
cuales se construye un futuro más humano y sostenible.
Bibliografía
¿Una educación humanista hoy? Clara Inés Stramiello. Universidad Católica Argentina.
Revista Iberoamericana de Educación. Págs. 1-6
Hacia la restauración del modelo humanista de educación en México: Una propuesta con
el potencial de formar hombres y mujeres cultos. José Rojas Galván. Sincronía. Revista de
Filosofía y Letras. Departamento de Filosofía / Departamento de Letras. Año XX. Número
69, Enero-Junio 2016
La Persona como Eje Fundamental del Paradigma Humanista. Aizpuru Cruces, Monserrat
Georgina. Acta Universitaria, vol. 18, núm. Esp, septiembre, 2008, pp. 33-40, Universidad
de Guanajuato, Guanajuato, México
La formación de valores en el ser humano. Juan Silvestre Aranda Barradas y Edgar Salgado
Manjarrez. Innovación Educativa, vol. 5, núm. 28, septiembre-octubre, 2005, pp. 33-43,
Instituto Politécnico Nacional, Distrito Federal, México
LIC. EDUCACIÓN DEPORTIVA

MATERIA:
FILOSOFÍA DEL PENSAMIENTO HUMANISTA CONTEMPORANEO

PROFESOR:
NORA HILDA BENAVIDES CRUZ

PROYECTO:
ENSAYO UNIDAD III

ELABORADO POR:
PEDRO ALBERTO MALERVA HERNÁNDEZ

FECHA DE ENTREGA:
SÁBADO 02/DICIEMBRE/2023
INTRODUCCION

La intersección entre el humanismo y la formación de valores se erige como un


tema de relevancia crucial en la actualidad, especialmente cuando observamos su
impacto en la sociedad, la educación y el ámbito laboral. En un mundo dinámico y
complejo, donde las interacciones humanas se entrelazan de maneras cada vez
más intrincadas, la comprensión y aplicación del humanismo como corriente
filosófica se convierte en un faro guía para la construcción de individuos íntegros y
sociedades éticas.

En el ámbito de la sociedad, el humanismo se erige como un cimiento esencial


para el tejido social. Propugna la valoración de la dignidad humana, promoviendo
la equidad, la justicia y el respeto mutuo. En este contexto, la formación de valores
emerge como el vehículo que impulsa la cohesión social, cultivando virtudes como
la empatía, la tolerancia y la solidaridad. Explorar cómo estas premisas
humanistas influyen en la configuración de una sociedad más justa y compasiva
es esencial para comprender y abordar los desafíos contemporáneos.

En el ámbito educativo, el humanismo no solo aboga por la adquisición de


conocimientos, sino que también destaca la importancia de desarrollar la totalidad
de la persona. La formación de valores en este contexto se convierte en un pilar
fundamental para la construcción del carácter y la ética personal. Al examinar
cómo el humanismo permea las metodologías educativas y cómo la formación de
valores se traduce en ciudadanos responsables, reflexivos y comprometidos,
podemos vislumbrar la capacidad transformadora de la educación en la
configuración de un futuro sostenible.

En el ámbito laboral, la conjunción entre el humanismo y la formación de valores


adquiere una relevancia pragmática. La ética laboral, la colaboración y el liderazgo
ético son elementos que se entrelazan con el tejido mismo de las organizaciones.
Descubrir cómo el humanismo impacta la cultura organizacional y cómo la
formación de valores contribuye al bienestar laboral y a la productividad es
esencial en un mundo laboral que demanda no solo competencias técnicas, sino
también integridad y responsabilidad.
Este ensayo se propone explorar a fondo la conexión entre el humanismo y la
formación de valores en estos tres ámbitos cruciales: la sociedad que habitamos,
la educación que da forma a las mentes y el trabajo que moldea nuestras vidas
diarias. A medida que desentrañamos estas complejas relaciones, buscamos
comprender cómo el humanismo y los valores se entrelazan para construir un
panorama más completo y enriquecedor en el que cada individuo, cada aula y
cada lugar de trabajo pueda prosperar.

DESARROLLO

UNA EDUCACIÓN HUMANISTA HOY

La historia de la educación, especialmente a lo largo del siglo XX, revela una


constante preocupación por la función y el propósito de la educación en relación
con las necesidades y demandas de la sociedad. Diversas afirmaciones, como
"educar para la sociedad", "educar para la inserción laboral" o "educar para el
desarrollo económico", han sido recurrentes y reflejan las distintas perspectivas
sobre el papel de la educación en la construcción y evolución de las comunidades.

Estas expresiones se vinculan estrechamente con los ideales y las


transformaciones sociales y económicas de sus respectivas épocas. Durante el
siglo XX, se vivieron cambios significativos a nivel mundial, como la
industrialización, la globalización y la transición hacia sociedades cada vez más
centradas en el conocimiento. En este contexto, la educación se convirtió en un
pilar estratégico para el desarrollo y la adaptación de las sociedades a las nuevas
realidades.

El documento mencionado, "Educación y conocimiento: eje de la transformación


productiva con equidad", sugiere la relevancia de la educación como motor para la
transformación productiva de manera equitativa. Aquí, la educación no se concibe
solo como un medio para la transmisión de conocimientos, sino como un
catalizador para impulsar el progreso económico y social, al tiempo que se busca
garantizar la equidad en el acceso a oportunidades educativas y, por ende, a los
beneficios que estas generan.
Estas afirmaciones también reflejan debates y tensiones inherentes a la
educación, como el equilibrio entre la preparación para el trabajo y el desarrollo de
habilidades más amplias, como el pensamiento crítico y la creatividad. Asimismo,
plantean preguntas fundamentales sobre el papel de la educación en la formación
de ciudadanos responsables y comprometidos con la sociedad.

En la actualidad, estas afirmaciones persisten y evolucionan en el contexto de una


sociedad cada vez más cambiante y globalizada. La reflexión sobre el propósito de
la educación sigue siendo crucial, no solo en términos de preparar a los individuos
para el mercado laboral, sino también para cultivar ciudadanos informados, éticos
y capaces de contribuir al bienestar colectivo. La interconexión entre educación,
sociedad y desarrollo económico sigue siendo un tema central en la agenda
educativa y social.

HACIA LA RESTAURACIÓN DEL MODELO HUMANISTA DE


EDUCACIÓN EN MÉXICO: UNA PROPUESTA CON EL POTENCIAL
DE FORMAR HOMBRES Y MUJERES CULTOS.

El contexto histórico de Atenas en la segunda mitad del siglo V antes de Cristo fue
testigo de un cambio significativo en el paradigma educativo, marcando un hito en
la historia de la pedagogía. Fue en este período que un grupo de pensadores
propuso un modelo educativo innovador que buscaba no solo transmitir
conocimientos, sino también formar al individuo integralmente. Este enfoque
educativo tenía como objetivo primordial convertir al sujeto en un verdadero ser
humano, cultivando tanto sus facultades intelectuales como morales.

La propuesta educativa incluía la enseñanza de las artes del lenguaje, abarcando


disciplinas clave como la gramática, la retórica y la dialéctica. Estas tres disciplinas
se agruparon posteriormente bajo el término "trivium". Cada una de estas artes
desempeñaba un papel crucial en el desarrollo del individuo, contribuyendo a
mejorar sus habilidades lingüísticas, argumentativas y de pensamiento crítico.

La gramática se centraba en el estudio estructurado del lenguaje, proporcionando


las bases para una comunicación efectiva y comprensión de textos. La retórica,
por otro lado, se enfocaba en el arte de persuadir y expresar ideas de manera
elocuente, permitiendo a los individuos comunicarse de manera efectiva en
situaciones públicas y privadas. La dialéctica, la tercera disciplina del trivium, se
concentraba en el desarrollo del pensamiento lógico y la capacidad de
argumentación, promoviendo un enfoque crítico y reflexivo.

Este enfoque educativo no solo buscaba el desarrollo de habilidades académicas,


sino también la formación de virtudes morales. Se entendía que el cultivo de las
artes del lenguaje no solo enriquecía la mente, sino que también contribuía a la
formación ética del individuo, fomentando la capacidad de discernir, expresar
ideas con claridad y participar de manera informada en la sociedad.

El legado del trivium perduró a lo largo de la historia, influyendo en diversos


modelos educativos y sirviendo como fundamento para la concepción de una
educación que va más allá de la mera adquisición de conocimientos, abrazando la
idea de formar seres humanos completos, capaces de enfrentar los desafíos
intelectuales y morales de su tiempo.

LA FORMACIÓN DE VALORES UNA ETICA SOCIAL

El concepto de virtud en la ética y filosofía moral se refiere al modo de ser y actuar


que lleva a una persona a ser buena y a realizar el bien en diferentes ámbitos de
su vida. La virtud no solo se relaciona con la conducta individual, sino también con
las interacciones en el entorno cercano y la participación en la sociedad en la que
uno está inmerso. La virtud, por lo tanto, se percibe como el medio a través del
cual una persona cumple de manera adecuada sus funciones y responsabilidades,
contribuyendo positivamente a su propia vida y al bienestar de la comunidad.

La integración de las virtudes en la formación de valores es esencial para el


desarrollo integral del ser humano. A medida que los estudiantes avanzan en su
educación y se preparan para su ejercicio profesional futuro, la práctica de virtudes
específicas puede cultivar actitudes y comportamientos que contribuyan al
bienestar personal y colectivo.
LA PERSONA COMO EJE FUNDAMENTAL DEL PARADIGMA
HUMANISTA.
La afirmación de que la educación implica una relación con el otro y que es un
proceso de construcción conjunta de la totalidad de la persona humana resalta la
dimensión social y relacional intrínseca al acto educativo.

La educación no se limita a la adquisición de conocimientos de manera aislada.


Implica una conexión significativa con los demás, ya sean educadores,
compañeros de clase o miembros de la comunidad. A través de estas relaciones,
se facilita el intercambio de ideas, experiencias y valores.

La educación va más allá de la mera transmisión de información. Implica un


compromiso activo y la asunción de responsabilidades tanto por parte de los
educadores como de los estudiantes. La responsabilidad no solo es individual,
sino también compartida, contribuyendo al crecimiento personal y colectivo.

CONCLUSIONES

En conclusión, el humanismo y la formación de valores se entrelazan de manera


intrínseca, conformando un binomio indispensable en el proceso educativo. El
humanismo, con sus raíces en la antigüedad clásica y su evolución a lo largo de la
historia, resalta la importancia de cultivar no solo el intelecto, sino también la
dimensión ética y moral de la persona. A través del énfasis en la humanidad, la
cultura y la búsqueda del conocimiento, el humanismo sienta las bases para una
formación integral que trasciende la mera acumulación de datos.

En este contexto, la formación de valores emerge como el núcleo esencial del


humanismo educativo. La educación no solo se trata de transmitir información,
sino de moldear individuos éticos, conscientes de su papel en la sociedad y
comprometidos con el bien común. Los valores, como guías éticas, proporcionan
el marco necesario para orientar las decisiones y acciones de los individuos,
contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
A lo largo de este ensayo, hemos explorado cómo el humanismo influyó en la
concepción de la educación y cómo, a su vez, la formación de valores se convierte
en el vehículo para realizar los ideales humanistas. Desde las enseñanzas de la
antigua Grecia hasta la fusión de culturas en la Roma imperial, hemos observado
cómo estas ideas han perdurado y evolucionado a lo largo de los siglos.

En el presente, en un mundo cada vez más globalizado y tecnológico, la


importancia del humanismo y la formación de valores no disminuye, sino que se
vuelve aún más crucial. Enfrentamos desafíos complejos que requieren no solo
habilidades técnicas, sino también una sólida base ética. La capacidad de
comprender, respetar y colaborar con otros seres humanos se vuelve esencial
para abordar los problemas contemporáneos.

En última instancia, el humanismo y la formación de valores no son meras teorías


abstractas, sino guías prácticas para la acción. Invitan a educadores, estudiantes y
sociedad en general a reflexionar sobre el propósito de la educación y a
comprometerse con la construcción de un mundo más humano, donde el
conocimiento se convierte en una herramienta para el bienestar colectivo y la
formación de ciudadanos responsables y éticos. Así, el humanismo y la formación
de valores siguen siendo pilares fundamentales en la búsqueda de una educación
que trascienda las fronteras del intelecto y abrace la plenitud del ser humano.

BIBLIOGRAFÍA

¿Una educación humanista hoy? Clara Inés Stramiello. Universidad Católica Argentina.
Revista Iberoamericana de Educación. Págs. 1-6
Hacia la restauración del modelo humanista de educación en México: Una propuesta con
el potencial de formar hombres y mujeres cultos. José Rojas Galván. Sincronía. Revista de
Filosofía y Letras. Departamento de Filosofía / Departamento de Letras. Año XX. Número
69, Enero-Junio 2016
La Persona como Eje Fundamental del Paradigma Humanista. Aizpuru Cruces, Monserrat
Georgina. Acta Universitaria, vol. 18, núm. Esp, septiembre, 2008, pp. 33-40, Universidad
de Guanajuato, Guanajuato, México
La formación de valores en el ser humano. Juan Silvestre Aranda Barradas y Edgar Salgado
Manjarrez. Innovación Educativa, vol. 5, núm. 28, septiembre-octubre, 2005, pp. 33-43,
Instituto Politécnico Nacional, Distrito Federal, México

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