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En las últimas dos décadas se asiste a una creciente discusión sobre el status epistemológico
de la filosofía de la educación; de sus actividades y de su relación con la filosofía en general.
Si bien, la Filosofía de la Educación es una disciplina relativamente moderna, la cual observa
el fenómeno educativo y las teorías bajo una perspectiva racional con el propósito de dar una
explicación decisiva sobre la educación humana.
Función reflexiva: consiste en interpretar las relaciones que se establecen entre la educación,
sociedad y la vida humana, para luego comprender el significado y el sentido de la educación
para la vida y el desarrollo de los seres y sociedades humanas.
Función analítica: busca establecer los conceptos y términos referentes al proceso educativo y
calificar los problemas fundamentales de la educación.
Función Crítica: cuestiona los fundamentos de las prácticas, saberes y teorías educativas:
principios, fines y valores.
Desde la filosofía entendida como reflexión y como estudio de la verdad está directamente
relacionada con la educación, pues reflexionar y conocer la verdad son partes fundamentales
de ésta. Es la base del fundamento educativo de la sociedad moderna, según los filósofos
Rousseau, Locke y Dewey.
Dewey escribió a fines del siglo XIX y principios del XX para la sociedad norteamericana.
¿Qué se puede decir sobre esto en Guatemala más un siglo después? Primero: que la
educación como valor esencial de la democracia es todavía una tarea a cumplir. Por lo tanto,
la democracia es también inconclusa. Segundo: la educación no es para todos unos derechos
dados, no es igualitaria pues grandes cantidades de niños no tienen acceso a una educación
buena. Solo una parte reducida. Tercero: no existe relación entre democracia y educación, ni
entre filosofía, educación y democracia. Pues la educación no es el enfrentamiento con la
incertidumbre, ni reflexión ni es el estudio de la verdad como parte de la democracia
entendida como igualdad y como la base del proyecto social guatemalteco. Y cuarto: haciendo
un balance del avance de la democracia de este país desde la perspectiva de la educación lo
que se está dando es un retroceso histórico que está marcando negativamente al país.
La educación debe entregar una selección de conceptos y de prácticas que tienen mayor
importancia y trascendencia, y también de aquellas que permitirán a los estudiantes el
desarrollo de sus habilidades, capacidades y destrezas. He ahí la gran importancia que cobra
la selección adecuada del currículum de acuerdo al contexto cultural. Entonces cobra gran
relevancia plantearse las siguientes preguntas: ¿Cómo seleccionar lo más adecuado para
enseñar? ¿Quién debe seleccionar los contenidos curriculares y jerarquizarlos?
Desde hace muchos años, esta selección se viene realizando bajo la mirada de intereses,
tendencias y posiciones ideológicas y pedagógicas que hacen prevalecer su poder. Mucho se
ha coincidido en señalar que el proceso de selección del conocimiento curricular es un acto
político, indicando que la educación está profundamente comprometida en la política cultural.
Que el currículum sea seleccionado de acuerdo a alguna visión de grupo que considera
importante qué se enseñe y qué se aprenda en las aulas, tal vez sea una de las causas de los
actuales resultados en educación, ya que no basta con la inyección de recursos didácticos
para el aula y la incorporación de la tecnología en la misma, acciones que se han realizado
para ir en la mejora de resultados en educación.
En el diseño del currículum, lograr consensos de posiciones, entre los distintos protagonistas
que deciden es un gran logro, ya que todos desean hacer prevalecer sus intereses.
Lamentablemente en esta “negociación” muchas veces no se considera el currículum basado
en el contexto cultural en el que se mueven los estudiantes y las necesidades que se
presentan para desarrollarse en dicho contexto. Más allá de los idearios políticos, para
obtener mejores logros y resultados en los estudiantes, se debe considerar el contexto cultural
de los educandos en el diseño del currículum y en las políticas públicas de nuestro país. De
esta forma, los estudiantes obtendrán las herramientas y los conceptos para que cuando
adultos puedan desempeñarse de mejor forma en la sociedad.
La justicia puede ser conmutativa cuando se da entre los individuos; distributiva, cuando
ocurre de la sociedad al individuo (encabezada por la autoridad pública); y legal, cuando es de
los individuos para con la sociedad (en el cumplimiento de nuestras obligaciones).
Así ocurre con la falta de voluntad política de nuestras autoridades educativas, como lo
podemos observar en la Reforma Educativa.
Cada ser humano tiene un alma, con sus propios sentimientos y pensamientos; por lo tanto,
no actúa de manera igual a los demás seres. Es por ello que debemos promover en el
proceso educativo: el respeto a los otros, la ayuda a los demás, la participación, la
convivencia en el orden, y el respecto a la intimidad personal.
Se deduce de lo anterior que en nuestras relaciones con los demás, la “justicia no consiste en
dar un trato igualitario, sino de equidad, es decir, de acuerdo a las circunstancias y
responsabilidades de las personas”.